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Es cuestión de ponernos en el lugar del cliente y pensar qué nos gusta y qué nos disgusta en el
momento de realizar una compra. Al valorar tu propia experiencia como si fuera el mismo usuario
o cliente quien la está sintiendo o viviendo, podrás darte una idea clara de cómo aumentar tu
empatía.
Escúchala una y otra vez prestando atención a los detalles que podrías mejorar, y anotalos para
volver sobre ellos más tarde.
Aunque hayas conseguido esa venta, sé autocrítico y analiza qué salió mal y qué salió bien dentro
de tu estrategia.
Anotá lo que considerás que al cliente le gustó escuchar y lo que lo hizo sentir incómodo, quizás
porque fue muy personal o demasiado artificial.
Informate del cliente antes del encuentro, ¿quién es tu cliente? ¿Qué sabes de él?
Proyectá ilusión, pasión y motivación, y un proyecto en conjunto con ese posible cliente. Hace que
se sienta incluido en esa motivación y esa pasión que transmitís.
Para los que nos desempeñamos en una pequeña empresa o que somos
propietarios únicos, nuestras capacidades de servicio al cliente son aún más
importantes.
En los últimos treinta o cuarenta años los vendedores hemos tenido que ir
transformándonos de expertos en productos a expertos en relaciones
interpersonales, de tal forma, que en una reunión de ventas antes el vendedor
contaba todo el producto a un montón de clientes que hacían cola para
preguntarle y escucharle –y digo bien porque era el cliente quien preguntaba y
escuchaba– y ahora es el vendedor quien tiene que preguntar y escuchar hasta
conseguir dar con la motivación de compra de cada uno de los pocos clientes que
hoy te abren su puerta. Porque si no es así, hoy no se vende. Y seguro que esto
nos va sonando a la necesidad sí o sí de empatizar hoy con el cliente.
La primera es que como vendedor hay que ponerse en el lugar del cliente pero no
como si fuera yo sino como si fuera él. Paradójicamente un trabalenguas aclara
esto muy bien. Dice así: “Si eres capaz de ver al comprador con los ojos del
comprador, podrás venderle al comprador lo que el comprador quiere comprar”. Te
dejo unos segundos para que lo releas y te recuperes...
Si damos por bueno que hoy en la venta “ponerse en el lugar del otro” es algo muy
necesario –y sin duda lo es– podemos convenir que cuanto más se empatice con
el cliente, mejor. ¿Pero qué ocurre si nos pasamos de frenada y nos ponemos
demasiado en el lugar del cliente? Pues que perderemos la propia perspectiva
entrando en lo que se conoce como “contagio emocional”. Con ello nos metemos
de lleno en el problema o preocupación del cliente y ya, desde dentro, no
podemos asesorarle profesionalmente como se debe. Técnicamente es lo que se
denomina simpatizar en vez de empatizar, algo muy peligroso en la venta. Un
ejemplo. Si el cliente nos dice que “sois muy caros”, el vendedor que empatiza
deberá comprender que le preocupa el precio, pero a la vez tendrá que hacerle ver
que la inversión económica es mayor porque disfrutará de tal y tal valor añadido, lo
que es distinto a ser más caros. No hacer esto supone darle la razón, aceptar que
somos caros y en ocasiones incluso llegar a entrar en el peligroso juego de
desvelarle al cliente asuntos internos de la empresa –en este caso política de
precios– para supuestamente empatizar más con el cliente. Craso error con el que
uno se puede ir despidiendo de esa venta. A simpatizar con los amiguetes el fin de
semana; con los clientes es otra cosa. Antes el cliente siempre tenía la razón y
ahora el cliente siempre tiene su razón. Que no es lo mismo.
Así que, vendedor que me lees, te animo a que revises y mejores tu capacidad de
empatizar con tus clientes porque creo que en ello te juegas mucho y que no
olvides mantener siempre la distancia emocional de la que hemos hablado. Así,
empatizando de verdad, seguro que mejorarás tus resultados. Ya me dirás.
En las conversaciones sobre ventas es muy fácil dejarse llevar por todo lo que
como vendedor quieres decir, sin embargo esta es una acción peligrosa pues
cuando tu cabeza está saturada con tu propia agenda es muy difícil que logres
notar las señales que el prospecto comparte.
Según destaca una investigación referida por el experto, las interacciones cara a
cara permiten crear conexiones entre las personas, si lo que quieres es empatía
con el cliente para obtener resultados debes crear reuniones que sean fuera de los
espacios mencionados arriba, en su lugar debes optar por interacciones vía
telefónica, a través de videollamadas o en persona en la medida de lo posible.
Acciones como el social selling pueden ser útiles pero no hay que depender solo
de ellas.
Todo gran vendedor debe saber cómo apalancar las preguntas para entender
mejor al prospecto y generar empatía, si bien es posible que en tu presentación de
ventas ya tengas algunas planeadas para ayudarte a identificar cuestiones como el
presupuesto o a los agentes clave en la toma de desiciones, es importante que
prestes atención a la forma en que responden, trata de identificar si se ven
confiados, a la defensiva, emocionados, molestos, etc. pues ello permitirá tener
una mejor idea de cómo van las cosas con su negocio.
Lo mejor para poner en marcha esta acción es analizar las ventas que perdiste en
donde no tienes idea de por qué ocurrió esto. Cuando se de un escenario así
considera si fallaste al identificar las motivaciones del prospecto, considera si
llegaste a ignorar las señales del prospecto y te enfocaste en impulsar tu agenda
ante una persona que no estaba aún lista para convertirse en cliente.