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GESTIÓN PUBLICA I
POLÍTICA FISCAL
La crisis económica, política y social que caracterizó a Bolivia durante la primera mitad de la
década de 1980, determinó la necesidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo en el país,
basado en un programa de estabilización económica. A partir de la promulgación del Decreto
Supremo Nº 21060, cuyo objetivo no solamente fue destinado a la estabilización económica
especialmente al fenómeno de la hiperinflación, sino que también significó el comienzo de la
implementación de políticas de reforma estructural y modernización del Estado. La crisis
expresada en el aparato productivo y en la situación financiera fueron fenómenos que
desembocaron en una recesión económica y en un proceso hiperinflacionario. Este decreto
planteó una enérgica política antiinflacionaria de shock con dos objetivos:
- La estabilización macroeconómica.
- Reforma estructural.
Una vez que la hiperinflación había sido superada, se ingresó a un proceso de reactivación
económica, para tal efecto se dispuso la asignación de recursos destinados a aumentar la
inversión pública con la intensión de reconstruir la estructura productiva.
En los primeros años de la anterior década, la política fiscal se caracterizó por su pasividad o
inexistencia, debido a que la austeridad de las cuentas fiscales limitaba su capacidad de acción y
el Estado era incapaz de atender las demandas de un país con bastantes necesidades. Nótese
que el déficit fiscal del SPNF en porcentaje del PIB promedio del periodo 2000-2005 fue de -5,8%
anual, mientras que la tasa de crecimiento promedio anual del gasto total en porcentaje del PIB
fue de -1,0%.
A partir del año 2006, el Estado adquiere un rol fundamental en el desarrollo económico del país
como agente responsable de la administración de los excedentes procedentes de sectores
estratégicos, de su distribución hacia los sectores denominados generadores de ingresos y
empleo, y de manera directa hacia la población. De esta manera la política fiscal en Bolivia pasa
a ser uno de los principales instrumentos de desarrollo de esta economía. Para fines
comparativos nótese que el superávit fiscal promedio del SPNF en porcentaje del PIB en el
periodo 2006-2015 fue de 0,4% anual, mientras que la tasa de crecimiento promedio anual del
gasto total en porcentaje del PIB fue de 5,1%.
(i) al mayor dinamismo de la actividad económica interna del país, que se tradujo en mayores
niveles de consumo e inversión, generando nuevos y mayores ingresos, que a su vez se
convirtieron en mayores impuestos. Al respecto, nótese que en el periodo 2006-2015 los ingresos
tributarios sin hidrocarburos del Gobierno General fueron Bs.303,3 mil millones, 3,4 veces más
que lo recaudado en el periodo 1990-2005, que fue de Bs.89,6 mil millones; ver Gráfico 1.
(ii) La mayor eficiencia administrativa de los entes recaudadores de tributos también explican los
mayores ingresos fiscales; al respecto, la línea roja medida en el eje derecho del Gráfico 1
presenta los ingresos tributarios sin hidrocarburos reales estructurales, es decir, ajustadas al
ciclo. Esta variable puede ser entendida como un proxy de la eficiencia en la recaudación
tributaria en la medida que corresponde al nivel de recaudaciones disociado de los factores
cíclicos que inciden sobre el mismo, factores relacionados con la actividad económica y precio del
petróleo. El patrón ascendente de esta variable sugiere un aumento en la eficiencia de la
recaudación tributaria en los últimos años.
(iii) Los mayores ingresos fiscales se deben también a los ingresos que generan las Empresas
Públicas. Nótese que durante el periodo 2006-2015 éstas generaron Bs.400 mil millones en
ingresos y tributaron Bs.106,9 mil millones, de acuerdo a información del Ministerio de Economía
y Finanzas Públicas (MEFP)
demanda interna, con el objeto de generar un círculo virtuoso entre ésta y el sector productivo;
bajo la premisa de que variaciones en la demanda de bienes de consumo se traducen en
variaciones más amplias de la demanda de medios de producción, fenómeno conocido como el
principio del acelerador. Así, la política fiscal dinamizó la demanda interna a través de aumentos
en el salario mínimo nacional e
incrementos salariales en la
modalidad inversamente
proporcional, y principalmente
vía la redistribución del ingreso;
para ello se implementaron
programas de transferencias
condicionadas en efectivo,
focalizadas en los sectores
sociales más vulnerables, lo
que además de impulsar el
mercado interno, repercutió de
manera significativa en la
reducción de los niveles}de
pobreza. Al respecto, nótese
que el salario mínimo nacional
el año 2005 fue de Bs.440,
mientras que el año 2015 fue de Bs.1.656, lo que implicó una variación del 310%; en términos
reales el salario mínimo nacional creció en promedio a una tasa anual del 7,9% entre 2006 y
2015. Asimismo, en este periodo como parte de las políticas de redistribución se benefició a 4,8
millones de personas (el 45% de la población boliviana) asignándoles un monto total aproximado
de Bs.20,6 mil millones en este periodo; de acuerdo a datos de la Autoridad de Fiscalización y
Control de Pensiones y Seguros (APS).
La participación de los componentes del Producto Interno Bruto (PIB) de Bolivia, el cálculo por
lado del gasto, evidencia que el consumo de los hogares tiene una participación mayor a
diferencia de las demás variables (66% con respecto al PIB), seguida por la exportación
(35.75%), importación (32.84%), inversión (16.35%), el ultimo componente el gasto público
participa con 14.73%, variable para el análisis de estudio de la investigación.
La posición de la política
fiscal en los últimos años en
Bolivia muestra un
comportamiento favorable
para la economía boliviana.
Por un lado, el sector
público no financiero
(SPNF) que registra la
diferencia del sector público
entre sus ingresos y gastos
llega a un resultado de
superávit o déficit fiscal. A
finales de los años 90 el
resultado fiscal en millones
de bolivianos es deficitario, hasta el año 2005 reportando un déficit de 1,735.86 millones de
bolivianos, pero a partir del año 2006 el resultado fiscal del SPNF reporta superávits, el cual
alcanza el 2013 a 1,376.09 millones de bolivianos, esto se atribuye que el sector fiscal tuvo
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captaciones de ingresos tributarios y por la venta de hidrocarburos al mercado externo. Por otro
lado, para el año 2014 el balance fiscal reporta un déficit fiscal de -7,669.18 millones de
bolivianos. Desde el 2006 en relación al PIB el balance fiscal es superavitario registrado 4.5%,
hasta el año 2013 se registró un 0.7%, debido a incrementos de ingresos por la venta de
hidrocarburos (venta de gas natural a Argentina y Brasil) y también a mayores recaudaciones
tributarias. Sin embargo, para el año 2014 el déficit fiscal, en respecto al PIB es -3.4% (Caída de
los precios internacionales de hidrocarburos en el último trimestre del 2014).
Dentro de los componentes del Sector Publico No Financiero (SPNF), gastos e ingresos totales
se observa magnitudes de relevancia.
El gasto público comprende todo un conjunto de egresos en que incurren las entidades públicas
de un país, el cual se divide entre; gasto corriente y gasto de capital, a su vez el gasto corriente
engloba tres categorías: Gastos en bienes y servicios, pago de intereses, subsidios y otras
transferencias.
La elevación de los gastos corrientes se debe a la participación elevada por parte de los gastos
en: i) Servicios Personales que consiste en los egresos por indemnizaciones (pago de salarios a
maestros, médicos y FF.AA) , pago de jubilados y benemeritos (bonos creados dentro la política
de redistribución de ingresos), ii) Bienes y Servicios que considera los egresos operativos del
gobierno General (Administración Central Subnacional) y Empresas Publicas, iii) Gastos por
Transferencias que comprenden transferencias hechas al sector privado y distintos sectores de la
población como trasferencias condicionadas como el Bono Juancito Pinto y Juana Azurduy, y
transferencias no condicionadas como la Renta Dignidad. La participación de estos tres tipos de
egresos en servicios personales, bienes y servicios, y las transferencias en promedio dentro el
periodo de análisis fue del 9.93%, 10.43% y 5.96% en promedio respectivamente con relación al
PIB, además que la participación en el gasto total, en el periodo analizado los tres componentes
son los que participan en mayor proporción, en 2014, llegan a 20.31%, 29,49% y 10.93%. Los
gastos de capital son pagos para la adquisición de activos de capital fijo; existencias estratégicas,
tierras, activos intangibles, o pagos sin contraprestación (transferencias) para que los perceptores
puedan adquirir tales activos, efectuar compensaciones o aumentar el capital financiero de los
perceptores. La participación promedio con relación al PIB es de 11.52% y 35.44% en relación al
SPNF
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Los ingresos fiscales son las recaudaciones de la administración pública que proviene de los
pagos de los impuestos de los contribuyentes, venta de servicios y utilidades de empresas
públicas, a estos se les llama ingresos corrientes. Adicionalmente el sector público puede obtener
ingresos por la venta de activos o donaciones que se clasifican como ingresos de capital. Dentro
los ingresos corrientes el mayor crecimiento es debido a ingresos tributarios e ingresos por la
venta de hidrocarburos en el mercado interno y externo, la participación es de 16.43% y 12.81%
respectivamente en relación al PIB, además la participación en mayor proporción sobre los
ingresos totales (para 2006, 37.39% y 29.46% sobre el total de ingresos totales del SPNF). Para
el año 2014 su participación es de 38.61% y 44.99%9.
Las tasas de crecimiento (componentes principales) del Sector Publico No Financiero (SPNF);
gasto e ingreso, en promedio fueron 14.69% y 15.38%. El mayor aporte al crecimiento del gasto
fiscal, se debe a gasto por Servicio Personales, Bienes y Servicios, Gastos por transferencia y el
gasto de capital (2.99%, 4.01%, 1.71% y 5.51%)10. Por otro lado, los ingresos tributarios y por
ventas de hidrocarburos, son componentes que inciden en mayor proporción al crecimiento de los
ingresos. (6.22% y 5.88%).
POLITICA TRIBUTARIA
En los últimos años del siglo XIX y los primeros del siglo XX, el estaño adquirió importancia en el
mercado internacional cuando empezó a ser utilizado masivamente en la industria, especialmente
para el enlatado. Sin embargo, puede decirse que el país sostenía a las empresas mineras y no a
la inversa, dado que su contribución al Tesoro Público resultaba, a decir del investigador Julio
Peñaloza, “irrisoria”: no llegaba al 11 por ciento de los ingresos totales del Fisco.
El mineral era escaso en el mundo, pero abundante en territorio boliviano, por lo cual el país llegó
a ser el segundo productor mundial. Se inició el auge del estaño y simultáneamente se descubrió
el primer pozo petrolero, ambas actividades fueron los pilares principales de la economía
boliviana. En tanto, se creó el impuesto al petróleo y se perfeccionó la Patente de Minas.
Mediante Decreto del Gobierno del General José Manuel Pando, de 31 de julio de 1902, se
estableció un impuesto de 2% sobre las utilidades de las sociedades anónimas y las empresas
mineras, el mismo que fue burlado sistemáticamente. El Ministro Alberto Diez de Medina sostuvo
en un informe de diciembre de 1905 que “había sido ilusoria la percepción del impuesto” y que “la
mayor parte de las empresas habían burlado la Ley”.
A través de la Ley del 23 de enero de 1918 y el Decreto Supremo del 19 de marzo de 1919, se
creó la Dirección de la Renta de Alcoholes e Impuestos Internos, que se encargaba de la
recaudación de patentes mineras e hidrocarburíferas y de los impuestos sobre las utilidades de
tierras baldías, levantamiento de planos mineros, matrícula universitaria y espectáculos públicos,
es decir, de los tributos de carácter nacional y departamental.
Hasta 1926 las finanzas públicas bolivianas se caracterizaron por una tendencia estructural al
déficit fiscal debido a que los crecientes gastos no podían ser financiados con los ingresos
corrientes. Además, el país, pese a que era uno de los mayores exportadores de estaño del
mundo, ya tenía una importante deuda externa debido a su permanente iliquidez.
Fruto de la Misión, se reformaron los tributos, se creó la Aduana Nacional, el Banco Central de
Bolivia y la Contraloría General de la República.
En los primeros treinta años del siglo XX, las aduanas fueron claramente la principal fuente de
ingresos nacionales, seguida de la minería. A pesar de las dificultades de imposición, la
economía boliviana se basó en las exportaciones, que en el 93% eran minerales,
fundamentalmente estaño. Kemmerer afirmó categóricamente que el Estado tenía una
dependencia absoluta de los impuestos al estaño, que constituían entre el 8% y el 21% del total
de ingresos entre 1921 y 1929. La Ley de 3 de mayo de 1928, aprobó los proyectos propuestos
por la Misión Kemmerer relativos al impuesto a cierta clase de rentas y la tributación de la
propiedad inmueble.
En 1942, bajo el Gobierno de Enrique Peñaranda se contrató a la Misión Bohan, para realizar un
diagnóstico que permita al Gobierno preparar un plan de largo plazo, en el marco de la
colaboración para la Segunda Guerra Mundial. La principal conclusión de esa Misión fue
aumentar y diversificar la producción boliviana, tras constatarse que el 24,8% del total de las
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exportaciones eran destinadas a la importación de productos agrícolas que podían ser producidos
nacionalmente.
Por otro lado, al 62% del territorio nacional inexplorado en zonas tropicales constituía un desafío y
la Misión recomendó colonizar esas tierras. Debido a estos factores, se planteó la diversificación,
apoyándose en el desarrollo intensivo del agro que señalaba a Santa Cruz como la región con
mayor potencialidad de crecimiento económico.
Durante la segunda Guerra Mundial, el país se unió a los Aliados, razón por la cual entregó gran
cantidad de estaño a 48 centavos de dólar, cuando el precio en el mercado mundial era de 60
centavos de dólar por libra fina, provocando pérdidas económicas a Bolivia, además de una
escasa recaudación de impuestos por este aporte a los Aliados. Este periodo estuvo marcado por
la aparición del primer libro de ventas, también por las multas e infracciones al incumplimiento de
obligaciones tributarias. Los principales impuestos aprobados en la década fueron el Impuesto
Adicional sobre Alcoholes y Aguardientes, Impuesto a las Rentas, Impuestos sobre Materias
Primas y otros. El Decreto Supremo 2409 de 1951 crea la Dirección General de la Renta
encargada de la recaudación y fiscalización de todas las rentas e impuestos a escala nacional.
El triunfo electoral del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), en 1951, fue desconocido
por Mamerto Urriolagoitia, quien entregó el poder al General Hugo Ballivián, haciendo inevitable
el alzamiento armado popular civil y obrero que dio lugar a la Revolución Nacional de 1952.
La Revolución se produjo en una época crítica para la economía boliviana, con un sistema de
producción agrícola ineficaz -el 92 % de la tierra apta la poseían el 6% de los hacendados- y que
descansaba en el lamentable sistema del pongueaje, todavía vigente a pesar de las medidas en
contra dictadas por Gualberto Villarroel seis años antes.
No obstante, el gasto público tuvo que recurrir al déficit fiscal para satisfacer estas demandas ya
que no podían ser cubiertas por las recaudaciones tributarias internas que eran muy limitadas,
dada la existencia de un reducido universo tributario y donde además persistía un problema de
evasión permanente.
En el Gobierno del General Alfredo Ovando se derogó el Código de Petróleo “Davenport” de 1956
y, en 1969, nacionalizó los bienes de la Gulf Oil Co., permitiendo la recuperación para el país del
90% de las reservas de gas que manejaba ilegalmente la transnacional.
Como resultado de la nacionalización, Bolivia ingresó al mercado internacional del gas con la
exportación del energético a Argentina. En más de 20 años de exportación de gas a Argentina, se
facturaron más de 4.500 millones de dólares, dinero que fue a parar a las arcas del Estado
boliviano y con el que se sostuvo la economía nacional.
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El año 1957 se implantó la obligación de emitir factura en todo tipo de ventas. Asimismo, se
aprobó el Decreto Supremo 5000, por el cual se crea el Impuesto sobre Ventas y Servicios, y se
deja sin efecto cerca de 50 impuestos, entre ellos el de Timbres de Transacción sobre Facturas,
Impuestos sobre Ventas, Impuestos sobre Artículos de Tocador, Impuestos sobre Carburantes y
otros.
LA REFORMA TRIBUTARIA
La medida fiscal redujo los más de cien impuestos existentes a sólo seis impuestos permanentes
y una contribución por única vez, denominada “Regularización Impositiva”. Este era un impuesto
del 3% sobre el patrimonio neto de las firmas y de las personas, lo que permitió a los
contribuyentes sanear su situación con el Fisco respecto de las obligaciones tributarias vencidas
antes del 31 de diciembre de 1985. Asimismo, se crearon los regímenes especiales como el
Sistema Tributario Integrado (STI), el Régimen Tributario Simplificado (RTS) y el Régimen
Tributario Rural Unificado (RTRU).
Entre los impuestos introducidos podemos mencionar el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que
es una adaptación positiva del impuesto indirecto establecido en Europa y otros países de
Latinoamérica, siendo hoy en día el impuesto de mayor recaudación a nivel nacional con una
alícuota vigente a la fecha del 13%. Figuran también el Impuesto a las Transacciones (IT), que
actualmente tiene una alícuota del 3%, y el Impuesto a los Consumos Específicos (ICE), entre
otros.
En la gestión 2003, se promulga la Ley 2492 que establece el nuevo Código Tributario vigente
hasta el día de hoy, que regula el régimen jurídico del sistema tributario boliviano, aplicando todos
los tributos de carácter nacional, departamental, municipal y universitario.
Con el afán de imponer una nueva política tributaria, en el Gobierno de Sánchez de Lozada se
pretendió crear dos nuevos impuestos; uno al ingreso de las personas y el otro que gravaba el
patrimonio. El rechazo de la población no se dejó esperar por lo que miles de personas se
volcaron a las calles para tomar por la fuerza algunas instituciones públicas y quemar su
documentación. En consecuencia, en octubre de 2003, la violenta represión obligo al Presidente
en ejercicio a renunciar a su mandato.
En 2005, se promulgó una nueva Ley de Hidrocarburos, creando el Impuesto Directo a los
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El nuevo modelo de Estado concebido por la Constitución Política del Estado en vigencia desde
el mes de febrero de 2009 lo define como uno descentralizado y con autonomías, y a partir de ello
se modifica el sistema tributario, que en esencia funcionó desde la fundación de Bolivia dotando
potestades tributarias a los diferentes niveles autonómicos.
El artículo 272 de la Constitución dispone que la autonomía implica, entre otros aspectos, el
ejercicio de las facultades legislativa y reglamentaria por sus órganos de gobierno autónomo en el
ámbito de su jurisdicción, de competencias y de atribuciones, a partir precisamente de la
distribución de competencias.
El nuevo sistema tributario en Bolivia es entonces el que debe diseñarse a partir de la potestad
tributaria asignada a cada nivel autonómico, incluido el nivel central del Estado, en el marco del
derecho positivo desarrollado para el efecto.
Las potestades tributarias creadas por la nueva CPE y atribuidas a los distintos niveles de
gobierno (nivel central, gobiernos departamentales autónomos, gobiernos municipales autónomos
y autonomías indígenas) involucran potestad tributaria originaria, aspecto que en el caso del nivel
de las autonomías indígenas podría ser cuestionado, debido a que, por una parte, éstas no
cuentan con un órgano legislativo que les permita cumplir con el principio de legalidad, y por la
otra, no tienen potestad para crear cualquier tipo de tributo, estando limitada su potestad a la
creación de tasas, patentes y contribuciones especiales.
BIBLIOGRAFIA