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GESTION PÚBLICA I
La Paz – Bolivia
La inflación es el alza de un precio en el tiempo para un producto o servicio particular. La
manera más común para calcular la inflación, es calcular el cambio del porcentaje en el
CPI (Consumer Price Index, por sus siglas en inglés), o Índice de Precios al Consumidor,
de un año al otro, de un determinado país. Sin embargo, también puedes calcular la tasa
de inflación usando el deflactor del PIB (Producto Interno Bruto). El deflactor del PIB es
una cifra que se calcula dividiendo el PIB nominal de un país en un año determinado por
su PIB real. Ambas cifras del PIB son reportadas por el organismo gubernamental que
analiza los asuntos económicos de un país. Selecciona un lapso de tiempo del cual quieras
calcular la tasa de inflación de un país. Por ejemplo, es posible que desees conocer la tasa
de inflación de 2005 a 2006. Observa el valor del PIB del año anterior y el deflactor del
PIB del siguiente año según lo informado por el organismo gubernamental de asuntos
económicos de un país. Por ejemplo, el PIB de un país en el año 2005 podría ser reportado
como 100 millones de dólares y el valor del deflactor del PIB en el año 2006, como 95
millones de dólares. La inflación es un fenómeno habitual en la economía, aunque debe
estar bajo control. En períodos de bonanza los precios tienden al alza (por el incremento
de la demanda), mientras que, por el contrario, en épocas de crisis los precios se contienen
(o incluso bajan). Los Bancos Centrales de las principales zonas económicas, entre ellos, el
Banco Central Europeo, tienen entre sus mandatos el de mantener una situación de
estabilidad de precios, que se corresponde con una inflación cercana, pero inferior, al 2%.
Como los precios de los distintos bienes y servicios varían a lo largo de los años por la
inflación, se hace necesario establecer alguna forma de eliminar este efecto para poder
comparar unos años con otros, y saber si la economía está creciendo realmente o lo que
están aumentando son los precios. Aquí es donde entra en juego el deflactor del PIB, que
mide las variaciones de todos los bienes y servicios producidos en la economía respecto a
un período de referencia, eliminando las fluctuaciones de precios. El deflactor del PIB se
establece dividiendo el PIB nominal de ese año entre el PIB real o a precios constantes, que
se calcula tomando los precios del año considerado como base.
Frente al limitado dinamismo de los mercados, caracterizado por los bajos precios, los países
utilizaron instrumentos monetarios y fiscales para incentivar tanto a la oferta como a la demanda.
Estos esfuerzos económicos, sin precedentes, permitieron el paulatino incremento de los precios y
dinamismo de los mercados. En este sentido, las cotizaciones de materias primas respondieron
favorablemente, aunque no recuperaron aún los valores registrados antes del inicio de la pandemia.
Esta situación perjudicó principalmente los balances de comercio internacional de los países en
desarrollo y exportadores de materias primas.
Regionalmente, América del Sur terminó el 2020 con la peor contracción económica de su historia.
El ritmo de su recuperación, durante la segunda mitad del año, estuvo
determinado por la reapertura de sus economías y la reactivación más rezagada de sus mercados
laborales. Al mismo tiempo, los bancos centrales participaron en los mercados mediante
instrumentos convencionales y no convencionales, entre los cuales las intervenciones cambiarias
fueron predominantes en un contexto regional de marcadas depreciaciones y elevada volatilidad en
sus tipos de cambio, especialmente durante los primeros tres cuartos del año.
Este escenario internacional tan nocivo contribuyó, junto a un contexto interno desafiante, a que el
crecimiento de Bolivia, durante la gestión, sea negativo. A pesar de que la economía esperaba
mayores desembolsos de recursos provenientes del exterior, las reservas internacionales netas
continuaron dentro de los rangos internacionalmente aceptados. En efecto, la corrección del déficit
en la cuenta corriente de la balanza de pagos ocurrió gracias a la reducción de las importaciones y
del turismo emisor, mientras que las remesas continuaron siendo positivas. Asimismo, la deuda
externa continúa siendo sostenible en términos de solvencia y liquidez.
Durante 2020, el contexto interno de Bolivia se caracterizó por una crisis económica y social, y por
la incertidumbre política. La postergación de las elecciones implicó retrasar el establecimiento de
un nuevo gobierno con un plan enfocado en atender efectivamente las necesidades económicas y
sociales del país. Frente a la presión social, el gobierno de facto tuvo que convocar a elecciones
nacionales, que finalmente fueron celebradas en octubre del 2020. El resultado marcó el retorno a la
democracia con la constitución de un gobierno respaldado por el 55% del total de los votos
emitidos. En este contexto político exacerbado por la pandemia, el BCB mantuvo la orientación
expansiva puesta en marcha desde 2014, e hizo uso de los instrumentos, principalmente no
convencionales, que diseñó y perfeccionó desde, incluso, gestiones previas. Lamentablemente, la
inexperiencia, la falta de implementación de políticas extraordinarias y la pobre administración de
la situación por parte del gobierno en funciones, llevaron a que la economía nacional caiga a niveles
inusitados.
Para el 2021, se prevé que la incertidumbre internacional se mantenga elevada y la movilidad de las
personas presente interrupciones debido al impacto aún perenne de la pandemia. En un contexto de
inflación acotada, el crecimiento mundial se recuperará apoyado en los estímulos fiscales y
monetarios expansivos, aunque se espera un ritmo diferenciado entre regiones, países y sectores.
Las perspectivas para la evolución de los precios de las materias primas estarán condicionadas a la
incertidumbre sanitaria; no obstante, las previsiones sugieren un mejor desempeño de los precios de
los metales, mientras que los precios energéticos apuntan a una recuperación más lenta. Por
otro lado, las condiciones financieras en el mundo serán menos favorables que antes de la pandemia
y los riesgos más elevados. Para América del Sur, el crecimiento estimado no
será suficiente para contrarrestar las pérdidas generadas por la pandemia, la reactivación se prevé
más lenta por el rebrote de contagios, incertidumbre y factores idiosincráticos.
Dadas estas condiciones externas e internas, las proyecciones del BCB para la economía de Bolivia
señalan que al cierre de la gestión 2021, el crecimiento del PIB estaría alrededor de 4,4%. Los
principales riesgos que podrían determinar un menor crecimiento se relacionan con una menor
demanda externa de gas, impacto más severo de la segunda ola de la pandemia y factores
climatológicos adversos. En el caso de la inflación, se espera que esta variable se sitúe en torno a
2,6%, dentro de un rango sesgado a la baja entre 1,3% y 3,3%.
En este sentido, diversos analistas y economistas concuerdan en que el IPC no refleja, de manera
adecuada, el verdadero comportamiento de la inflación en una economía. Esto representa un
inconveniente para la toma de decisiones de política económica ya que se debe conocer el origen
exacto (si es por el lado de la demanda o de la oferta) de un incremento de precios para determinar
las medidas más adecuadas. Es por esta razón que la mayoría de los bancos centrales
(instituciones que tienen por objetivo mantener el poder adquisitivo de las monedas locales) cuenta
con medidas alternativas, denominados indicadores de tendencia inflacionaria, que buscan depurar
al IPC mediante filtros que aíslan los shocks transitorios y, de esta forma, obtener un indicador más
fiable para las autoridades monetarias. Esta situación, no es diferente para el Banco Central de
Bolivia
Se consideran indicadores de tendencia inflacionaria a aquellas medidas que estiman dela manera
más adecuada la tendencia de la inflación de una economía para captar los movimientos que son
permanentes en los precios. Asimismo, estas medidas buscan aproximarse lo más posible a aquella
inflación que se entiende como un fenómeno monetario y, por lo tanto, puede ser afectada por la
política monetaria. Cabe mencionar que no existe un único método para construir un indicador de
tendencia inflacionaria, pueden hallarse diversas metodologías empleadas por varias instituciones,
las cuales presentan tanto ventajas como desventajas.
El presente documento está organizado de la siguiente manera: en primer lugar, se describen los
diferentes tipos de indicadores de tendencia inflacionaria que existen y las metodologías que
emplean. Posteriormente, se analiza las características de la inflación latente y se mencionan las
experiencias de algunas economías en las que se empleó este indicador. Luego se muestra la
metodología empleada para el desarrollo del Modelo del VAR Estructural y el cálculo de la
inflación latente. A continuación se exponen los resultados obtenidos y algunas consideraciones
sobre la metodología utilizada.
Existen diferentes metodologías para calcular los indicadores de tendencia inflacionaria. De acuerdo
a Jaramillo et al. (1999), estos indicadores se pueden dividir en dos grandes grupos cuya distinción
principal radica en la forma en cómo se define y se mide la inflación. El primer grupo está
conformado por aquellos indicadores de tendencia central del alza generalizada en los precios, esto
se logra mediante la exclusión de algunos productos de la canasta familiar del IPC. Mientras que el
segundo grupo, son aquellos que miden el componente permanente del IPC y se emplean técnicas
estadísticas o econométricas para este propósito.
En este caso, se espera que la variación de los indicadores bajo esta definición tienda a converger en
el largo plazo con la inflación calculada a partir del IPC
En ese sentido, el IPC tiene dos componentes, uno generalizado y otro que presenta variaciones
atípicas. En este segundo grupo se observan aumentos transitorios de gran magnitud que se originan
a causa de shocks de oferta. Por ejemplo, los alimentos, especialmente los agropecuarios, se
caracterizan por ser muy sensibles a los cambios climáticos, lo cual provoca una gran volatilidad en
sus precios. Para poder calcular los indicadores que se basan en esta definición se excluyen
algunos bienes o servicios (los
más volátiles o cuyos cambios no responden a fuerzas del mercado) del IPC. Algunos de los
principales indicadores en este grupo son:
Cuando la Inflación excluye algunos bienes y servicios de la canasta familiar se consideran que
tienen los precios más volátiles (alimentos) o que sus precios están regulados (servicios básicos),
características que hacen que este indicador sea de fácil estimación e interpretación.
No obstante, esta metodología contiene diferentes limitantes que se deben tener en consideración al
momento de su aplicación. En primer lugar, al excluir algunos artículos de la canasta del IPC no
solo se elimina la volatilidad de estas series sino también su propio componente tendencial. Y, en
segundo lugar, los cambios en los precios de los alimentos o de los servicios pueden deberse a
cambios por el lado de la demanda.
En Bolivia, el BCB cuenta con indicador denominado “Inflación Sin Alimentos”, en el cual se
retiran todos los productos alimenticios y se calcula el nuevo índice que refleja un comportamiento
menos volátil que el IPC total.
La Inflación Núcleo se construye a partir de la separación de aquellos productos que reflejaron una
mayor variación en sus precios durante un periodo determinado de tiempo. Esta metodología
presenta diferentes ventajas: se puede calcular fácilmente, no es de difícil comprensión e incorpora
criterios estadísticos para la elección de los ítems que se deben excluir (no se eligen arbitrariamente
los componentes que deben salir de la canasta).
No obstante, este indicador también presenta algunas desventajas no existe una razón por la que se
deba excluir los mismos bienes y servicios para un determinado periodo de tiempo, ya que esto
puede provocar que se retiren artículos que contienen información relevante sobre el
comportamiento de la inflación. Otro aspecto, es el hecho de que algunos bienes incluidos en el
núcleo pueden presentar un comportamiento atípico en ciertos momentos, lo cual distorsionaría la
evolución de este indicador. Por lo tanto, la inflación núcleo resulta ser una medida poco flexible
al momento de incorporar cambios en su estructura, ya que, se debería revisar periódicamente
cuales son los ítems que presentan mayor volatilidad y, de ser necesario, cambiarlos cada cierto
tiempo, es decir, construir un núcleo dinámico que se actualice regularmente.
El Ente Emisor cuenta con un indicador de Inflación Núcleo el cual excluye los bienes y servicios
que se determinaron que tienen los precios más volátiles y aquellos cuyos precios se encuentran
regulados.
Media Truncada También conocido como estimador de influencia limitada propuesto por Bryan y
Cecchetti (1993). Esta medida elimina aquellos productos o servicios que presentan variaciones
extremas en sus precios mensualmente. Lo que se hace con estos indicadores es eliminar los
artículos que reflejaron en sus precios las variaciones positivas y negativas más altas en el mes
correspondiente.
Se parte del supuesto de que los movimientos extremos en los precios de algunos productos están
asociados a shocks de oferta específicos de ciertos sectores y que los movimientos cercanos al
centro de la distribución son aquellos que reflejan con mayor exactitud las presiones de demanda.
Un punto a favor de las medias truncadas como indicador de tendencia inflacionaria, es el hecho de
que permite incorporar nuevas observaciones sin alterar el comportamiento de indicador como en el
caso del núcleo, además es de fácil estimación y puede obtenerse la información de manera
oportuna. Sin embargo, acorde a Jaramillo et al. (1999), p. 10 su principal problema es que existe
cierto grado de subjetividad al momento de determinar el nivel de truncamiento de la distribución,
es decir, cuantos productos se deben excluir. Al no existir una regla que señale cuál es nivel
óptimo de truncamiento muchos países cuentan con indicadores con diferentes niveles de
truncamiento lo que puede hacer difícil su comparación dada su heterogeneidad.
En el BCB se cuenta con un indicador con estas características denominado “inflación subyacente”,
el cual excluye mensualmente los 5 bienes y/o servicios con mayor y menor variación de precios,
respectivamente, así como aquellos que presentan cambios de precio provocados por factores de
carácter estacional.
Se pretende estimar dos perturbaciones estructurales que afectan a la inflación y al producto ya que
las mismas no son observables. Por lo tanto, se aplica el modelo de
Quah y Vahey de un VAR estructural empleando las restricciones estructurales planteadas por
Blanchard y Quah (1989) con el fin de identificar estas perturbaciones. Por lo tanto, para determinar
el modelo que se utilizará, primero se debe definir a “Y” y “P”como los logaritmos naturales del
producto y de la inflación, respectivamente. Partiendo
Los precios de los insumos y bienes de capital importados afectan directamente la estructura de
costos de los productores y ellos, a su vez, trasladan los cambios a los consumidores finales (pass-
through de segundo nivel). Un mecanismo adicional, dentro del canal directo, corresponde a la
transmisión de un ajuste en el tipo de cambio hacia aquellos precios de bienes y servicios
nominados en moneda extranjera, y que por metodología de cálculo de la inflación son expresados
en moneda nacional.
Desde hace más de dos décadas, Bolivia ha adoptado un régimen de tipo de cambio deslizante
(crawling peg) que consiste en pequeñas depreciaciones o apreciaciones no anunciadas
previamente. En comparación con otros países este esquema ha significado menor volatilidad de la
paridad
La inflación ha sido una característica de la historia económica boliviana y que estas dos últimas
décadas corresponden a un periodo de estabilidad monetaria.25 Por otra parte, se destaca que el
control de la inflación es prioritario para el bienestar de la sociedad, en especial de los más pobres.
Finalmente, señala que las políticas del ente emisor (monetaria y cambiaria), afectan con rezagos
sobre la evolución de los precios, en especial los determinados por factores macroeconómicos.
El reciente choque inflacionario puede y debe ser controlado con el uso adecuado de las políticas
pertinentes para el caso. Al igual que otros países, el desafío consiste en asegurar que el objetivo
principal del BCB es el control de la inflación, de tal forma que contribuya al desarrollo económico
y social del país.
La caída en los saldos reales por cada punto adicional de inflación correspondería a 0,15%
del PIB. Por lo tanto, sumando ambos costos (por menor uso de saldos reales y por la volatilidad
de la inflación) tendríamos un equivalente de 0,45% del PIB por punto de inflación, el cual podría
considerarse más bien como una cota superior, dado el carácter deeconomía dolarizada mencionada
anteriormente.
La misma idea, pasar de un indicador escalar a uno vectorial o matricial, puede aplicarse a otros
indicadores importantes de la actividad económica, incrementando así nuestras posibilidades de
comprensión y análisis de la coyuntura económica
Los precios de los productos agrícolas que conforman la canasta básica, componente Alimentos
Sin Elaborar, tienen un comportamiento muy diferente al resto de la canasta. Son precios altamente
volátiles, su trayectoria incluye un fuerte componente de estacionalidad y son extremadamente
sensibles a factores climatológicos que afectan a la oferta de estos productos. A pesar de su
relativamente baja ponderación, 9.2%, tiene una incidencia significativa en la inflación General,
incidencia que se magnifica en el corto plazo debido a la volatilidad en los precios de este
componente. Por ello, no debería ser dejado de tomar en cuenta en cualquier análisis de coyuntura
que involucre precios; una forma indirecta, consiste en considerar la inflación Subyacente.
La evolución de precios de cada uno de los demás componentes principales también tiene
características particulares (aspecto corroborado vía validación estadística), esta es una propiedad
que debería poseer toda descomposición de una canasta. En el caso de Bolivia, sin embargo,
destaca el comportamiento de “líder inflacionista” del componente Servicios, al punto que se ha
convertido por sí mismo en un factor inflacionario, pues además de su incidencia directa en la
inflación General, incide indirectamente al presionar vía costos al incremento de precios en el
conjunto de la economía
Por ejemplo, al primer trimestre de 1999, el componente Servicios tiene el mayor incremento de
precios con 2.5%, siendo que el siguiente valor en este orden es 0.8%.
La inflación Subyacente y la inflación General en Bolivia, ambas a doce meses, son variables
cointegradas. La inflación anual, en particular, es una variación a doce meses; por tanto, en estudios
empíricos con datos anuales, se obtendrán prácticamente los mismos resultados tanto si se usa la
inflación General como la inflación Subyacente.