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EJERCICIO INTEGRADOR

El 31 de diciembre de 2019, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recibió


reportes de presencia de neumonía, de origen desconocido, en la ciudad de Wuhan, en
China. Rápidamente, a principios de enero, las autoridades de este país identificaron la
causa como una nueva cepa de coronavirus.

El coronavirus es un grupo de virus que causan enfermedades que van desde el


resfriado común hasta enfermedades más graves como neumonía, síndrome
respiratorio de Oriente Medio (MERS) y síndrome respiratorio agudo grave (SARS). Por
su parte, la COVID-19 es la enfermedad causada por el reciente descubierto
coronavirus conocido como SARS-CoV-2. Es un virus respiratorio que puede causar
enfermedades, que van desde un resfriado común hasta complicaciones graves. Sus
principales síntomas son fiebre, tos seca y dificultad para respirar. Este se transmite
por contacto de persona a persona con algún infectado (incluso si no presenta
síntomas). Su propagación se da principalmente a través de las gotículas de saliva o
las secreciones nasales que se generan cuando una persona infectada tose o
estornuda.

El 11 de marzo del año 2020 la OMS declaró al Covid-19 como pandemia, lo que
quiere decir que la enfermedad se ha expandido por varios países de todo el mundo,
afectando a cientos de miles de personas en todos los continentes, causando un
número de muertes que, a la fecha, sigue en ascenso. Lo que causó que gobiernos en
todo el mundo declararan periodos de cuarentena o de distanciamiento social, que
recientemente se están comenzando a levantar.

Se dice que “¡el COVID-19 vino a abrir la caja de Pandora!” debido a que trajo consigo
enfermedad, tragedia, muerte, pobreza e incluso locura. Este virus pareció detener al
mundo, aisló a las personas, nos confinó. Cerró escuelas, universidades, comercios,
aeropuertos e incluso fronteras. Provocó que dependiéramos casi por completo de la
tecnología para comunicarnos. Debilitó la economía mundial. El cese de casi toda la
actividad económica y social por un periodo prolongado trajo consigo el quiebre de
muchas empresas ocasionando el despido de miles de personas, que de un día a otro
lo perdieron todo. Los gobiernos latinoamericanos se vieron en la obligación de pedir
ayudas sanitarias a las grandes potencias que también estaban enfrentando los
mismos problemas, lo que provocó que las deudas públicas de estos países se
dispararan. Causó hambre y escasez. La paralización del comercio redujo la
producción y la exportación de alimentos, ocasionando el aumento de los precios de los
bienes esenciales.

La pandemia ha tenido fuertes consecuencias no solo sanitarias, sino también


económicas y sociales. Afectando de una u otra forma a toda la población, pero en
especial a las personas con desventajas socioeconómicas o con problemas de salud
física o mental, como son los discapacitados, los desamparados y las personas de
bajos ingresos, además de los ancianos. Nos hizo entender la importancia del contacto
humano, lo terrible que es la ausencia de este. Intensificó problemas psicológicos,
haciéndonos experimentar sentimientos de confusión, estrés, ansiedad, tensión, temor,
frustración e ira. La mayor cercanía y tiempo entre los miembros familiares provocó o
exacerbó tensiones, aumentando en ocasiones la violencia familiar.

Colapsó el sistema sanitario de muchas naciones y potenció la cooperación de muchos


países alrededor del mundo en la búsqueda de una solución. Utilizando la ciencia y la
tecnología fue posible la creación de varias de las vacunas que están disponibles, las
cuales trajeron un poco de luz y optimismo sobre el futuro.

Muchas de las personas que conocimos y amamos al día de hoy ya no están con
nosotros. En un corto periodo ya han muerto más de cuatro millones de personas
alrededor del mundo. Cambió por completo la vida que conocíamos, marcando un
antes y un después no solo en la vida de muchas personas, sino que también en la
historia del mundo.

En el mito sobre la caja de pandora, la esperanza quedó atrapada dentro de la caja,


pero con el Covid-19 no opino que este haya sido el caso. Junto con la adversidad nos
reinventamos, aún alejados buscamos estar más cerca unos de otros, hizo que nos
solidarizáramos entendiendo que cuidando al otro nos cuidamos a nosotros. Este virus
nos quitó mucho, pero nos otorgó tiempo, el suficiente para darnos cuenta de lo frágil
que es la vida, para valorar las cosas realmente importantes y nos dejó claro que,
sobre todo, sobre el trabajo, el estatus, el dinero y los lujos, están las personas.

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