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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA


UNIVERSIDAD BOLIVARIANA DE VENEZUELA
PROGRAMA DE FORMACIÓN DE GRADO EN ESTUDIOS JURÍDICOS
EJE GEOPOLÍTICO RÍOS ORINOCO – APURE. EJE CACIQUE ARAMARE
ESTADO AMAZONAS

CORONAVIRUS –COVID-19.

Facilitador: Triunfador:
Dra. Gladis Tirado Edward Gil
C.I. 13.254.548

Puerto Ayacucho, Mayo 2020


Para iniciar este breve artículo de opinión debemos remontarnos en la historia y
es así como en enero de 1918 estalló la pandemia conocida como “gripe española”; al
terminar, en diciembre de 1920, habían fallecido más de 40 millones de personas.
Con suerte, las consecuencias de la pandemia de coronavirus no alcanzarán la
dimensión de aquella tragedia. Pero, paradójicamente, la crisis económica derivada
será mucho mayor. El motivo es que hace ya varios años que tenía que ocurrir una
crisis económica mundial. El sistema económico global que se ha desarrollado
durante los cuatro últimos decenios es mucho más frágil que el de 1918, pese a que
Europa estaba devastada tras la Gran Guerra.

Entonces, la potencia mundial ascendente, Estados Unidos, estaba en una


situación económica razonablemente buena. Su deuda privada estaba justo por
encima del 50% de la renta nacional. A partir de entonces empezó a aumentar, hasta
alcanzar el 140% durante la Gran Depresión. Hoy, por el contrario, cuando empieza
una recesión económica, con rápidas caídas de las bolsas de valores en todo el mundo
y con las fábricas chinas —el taller industrial del mundo— cerradas, la deuda privada
estadounidense está por encima del 150% de su renta nacional, solo un poco por
debajo de su pico, en la crisis financiera de 2008.

Los coronavirus son una amplia familia de virus que normalmente sólo afectan
a los animales. Algunos tienen la capacidad de transmitirse de los animales a las
personas. El 31 de diciembre de 2019, el gobierno de China alertó a la Organización
Mundial de la Salud (OMS) sobre varios casos de neumonía detectados en la ciudad
de Wuhan (provincia de Hubei) y causados por un virus desconocido. El 7 de enero
de 2020, las autoridades chinas confirmaron la identificación de un nuevo
coronavirus, de la misma familia que otros virus que causas enfermedades
respiratorias como el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave) o el MERS
(Síndrome Respiratorio de Oriente Medio).
El 11 de febrero la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió el nombre
oficial para esta epidemia de coronavirus: COVID-19. El nombre busca ser claro
respecto a su clase y momento de origen (finales del 2019), fácil de pronunciar en
múltiples idiomas y evitar la estigmatización de la población china. El acrónimo
completo significa “Coronavirus Disease 2019”. Los primeros afectados fueron los
habitantes de la ciudad china de Wuhan en la provincia china de Hubei. La primera
infección humana se registró a finales de diciembre de 2019 en Wuhan. Las
investigaciones realizadas hasta el momento por la OMS indican que el origen está en
los murciélagos. A su vez, los quirópteros infectaron a los pangolines, siendo estos
los posibles vectores de la transmisión a los humanos.

Diversos estudios médicos han tratado de determinar el origen de este COVID-


19 en busca de entenderlo mejor y encontrar una cura eficiente lo antes posible. En un
principio, se señaló a los murciélagos como los principales sospechosos de transmitir
esta enfermedad, pero un estudio reciente también ve en el pangolín como el posible
culpable. No obstante, la OMS asegura que todavía no está confirmado que este virus
tenga un origen animal, aunque es lo más probable.

Los coronavirus son comunes también entre diversas especies de murciélagos.


De hecho, se sabe que estos mamíferos voladores ya han causado algunas epidemias
como el SARS o el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente (MERS) en 2010.
Además, el caldo de murciélago un platillo que se puede encontrar en los mercados
de Wuhan, por lo que se sospechó que estos animales podrían ser los causantes de la
situación global que se vive actualmente. La propagación de este tipo de
enfermedades responde más al comportamiento humano que a la actividad normal de
un murciélago. “Las causas subyacentes de la propagación zoonótica de los
murciélagos o de otras especies silvestres casi siempre, siempre, han demostrado ser
el comportamiento humano. Las actividades humanas están causando esto”. Aunque
todavía no se ha descartado ni confirmado el papel de los murciélagos en el origen del
COVID-19, hay otros estudios que están analizando al pangolín como el animal que
originó la pandemia. Este animal contiene algunas regiones genómicas que están
muy relacionadas con el virus humano actual. Esta especie, también podía
encontrarse en los mercados de Wuhan donde se originó este coronavirus. El pangolín
es un animal codiciado en los mercados negros asiáticos debido a su carne y a sus
escamas, utilizadas en la medicina tradicional. De esta manera, algunos ejemplares
actuaron como vectores infectando a los humanos presentes en los mercados de
animales vivos.

Dentro de sus síntomas podemos encontrar que cuenta con un periodo de 14


días de incubación, el Covid-19 provoca varios síntomas por los que la OMS
recomienda ir al médico si se detectan. Estos son fiebre, tos y dificultad para respirar.
De acuerdo a la pandemia, los cuadros clínicos más graves, que suelen darse en
personas de avanzada edad, incluyen neumonía y fallos renales. Los fallecidos suelen
tener otros padecimientos asociados como problemas cardíacos, pulmonares e
inmunológicos.

Las dos formas de contagio existentes son de animal a persona y de humano a


humano. Dentro de cualquiera de las dos categorías es necesario que exista un
contacto directo con mucosas nasales, saliva o lágrimas de animales o personas
infectadas. Aunque no es muy probable la trasmisión aérea, desde la OMS aconsejan
no estar a menos de un metro de distancia de personas que tosan, estornuden o tengan
fiebre, sin caer en discriminaciones por miedo a la infección. Es aconsejable no
visitar mercados con animales vivos.

Dentro de las prevenciones encontramos que una de las medidas más


extendidas es el uso de mascarillas, aunque no todas protegen. Se deben tener en
cuenta más procedimientos para evitar la trasmisión: lavarse las manos con agua y
jabón o alcohol con frecuencia, evitar el consumo de productos animales crudos o
semicrudos, no beber de otros recipientes y cubrirse la boca y nariz, siempre con el
codo flexionado, si se estornuda o tose.

Entre los tratamientos más comunes puedo mencionar que la enfermedad tiene
cura aunque actualmente no exista ningún medicamento contra el Covid-19, ya que la
OMS anunció que espera tener una vacuna en los próximos meses. Así, su uso
generalizado no llegaría antes de un año. Como solución parcial, desde la OMS
recomiendan a los centros médicos aplicar antirretrovirales, líquidos como sueros y
que el paciente guarde reposo hasta que su cuerpo acabe con la infección. Los
antibióticos no son efectivos, por lo que se recomienda a la población no tomarlos por
iniciativa propia, lo que podría ocasionar otras afecciones.

Ante la ausencia de tratamiento probado o de vacunas, la única medida que


parece efectiva para detener el contagio es la cuarentena porque al aislar a las
personas se impide la transmisión. Funcionó en Hubei (China), donde el número de
nuevos casos empezó a caer inmediatamente después de la cuarenta. El aislamiento
fue respecto al resto del país y del mundo sino también entre personas pues se confinó
a las personas a sus hogares, y se restringió el tránsito y la aglomeración. Venezuela
de manera inmediata uso el aislamiento cerrando sus fronteras. Italia hizo lo mismo,
pero a nivel nacional y en España, el gobierno de Cataluña puso en cuarentena a
cuatro comunidades barcelonesas. Además, varios países han adoptado medidas de
aislamiento con el exterior con diversos grados de severidad y han cerrado
temporalmente las escuelas y universidades.

Desafortunadamente, en este momento no hay alternativas efectivas al


aislamiento internacional para evitar que la situación se transforme desde un caso con
un puñado de casos detectados, todos importados, a otro de epidemia con una alta
transmisión doméstica que termine desbordando el precario sistema sanitario con que
contamos. Sencillamente en el país no contamos con las suficientes camas, unidades
de cuidados intensivos y áreas de aislamiento para enfrentar una crisis sanitaria como
la que el COVID-19 puede desatar.

En cuanto a las consecuencias sociales que tiene el covid-19 y que viene


afectando la humanidad con graves consecuencias en todos los campos de la
actividad. Es un mal grave de proporciones inimaginables, que ha puesto al ser
humano y a las sociedades en una profunda situación de crisis.

La crisis individual y social originada por el covid-19 es tan profunda, que


como todas las grandes crisis en la historia, obliga al ser social a reinventarse y a la
comunidad a crear nuevas estrategias de convivencia. El coronavirus hace que el
hombre deba replantear su forma de ser y de actuar como individuo y como miembro
social, entre sus muchos efectos, por los siguientes:

Demostró que el ser humano no está preparado para una crisis de tales
proporciones, obligándonos a ser imaginativos, generar nuevos sistemas de
solidaridad y recuperar el valor supremo de lo simple: El cuidado de la persona en su
vida y desarrollo integral, de los valores familiares y las bondades y riesgos de la
convivencia.

Ha originado un nuevo sentido de la solidaridad. Todos por igual, sin importar


estrato social y económico, raza, religión, ideología, estamos ante un enemigo al cual
hay que hacer frente común. Este mensaje es especialmente valioso para sociedades
jóvenes como las nuestras. La angustia por la posible falta de alimentos y drogas y
por el aislamiento social, ya se conocía por las viejas sociedades europeas y asiáticas,
pero no tanto en las nuestras.

También ha servido la pandemia para evaluar a nivel interno y externo, el grado


de desarrollo de los entes políticos para atender los retos de la modernidad. Los
alcances reales de la Organización de las Naciones Unidas y de la OMS, su capacidad
de reacción y de imposición.

El coronavirus aceleró el tránsito hacia la implementación de la virtualidad en


el trabajo y la educación, en su etapa inicial del teletrabajo y la teleconferencia. La
virtualidad dividió “mentalmente” la humanidad en dos grupos: Los expertos en las
nuevas tecnologías, quienes asumen los avances tecnológicos como un monopolio de
su generación, con supuesto permiso moral para descalificar a quienes no son
avezados en lo tecnológico (normalmente personas mayores). Por otra parte,
encontramos un grupo de individuos, (los mismos mayores), en alto o menor grado,
reacios a utilizar avances tecnológicos. Ni los unos, ni los otros.

Lo que se está viviendo, con el inicio a la educación virtual y el teletrabajo,


demuestra que los instrumentos virtuales no son tan complejos para que los mayores
no los puedan asimilar y utilizar, ni para que los jóvenes los asuman como su
patrimonio exclusivo. Todos podemos acceder a dichas herramientas, saber y aceptar
que su uso es conveniente para todos y que la falta de voluntad es el único obstáculo
para su utilización.

Las consecuencias económicas para el país de un escenario como este, de


cierre, al flujo de pasajeros, son desastrosas, pero lo sería mucho más no hacer algo al
respecto porque una epidemia generalizada en el país no sólo generaría un gran
sufrimiento humano y muchas muertes, en especial de las personas de edad avanzada
y con condiciones de salud preexistentes que las hace vulnerables, sino que obligaría
a la cuarenta interna (municipio a municipio) y a la paralización forzosa por semanas
de la mayoría de las actividades económicas como el comercio y el transporte,
muchos servicios públicos y otras.
Sin embargo, las órdenes gubernamentales de cuarentena interna podrían ser
inefectivas en muchos casos porque una enorme proporción de personas laboralmente
activas, más del 50%, trabaja en condiciones de informalidad. La inmensa mayoría de
ellas no tiene un ingreso asegurado a través de un salario, sino que lo percibe
diariamente a través de su trabajo y el intercambio continuo. Si no sale a trabajar, se
queda sin ingresos. Es muy probable que una parte de ella, en especial la que tiene
menos resguardo a través de ahorros o el apoyo de otros, se resista al aislamiento,
contrarrestando el esfuerzo de detener el contagio.

Pero además habrá efectos negativos sobre las pocas exportaciones, las remesas
y el abastecimiento de importaciones derivados una reducción drástica en la actividad
económica mundial y una disrupción de las cadenas globales de suministros asociada
las políticas de aislamiento que el países está impulsando en respuesta a la amenaza
del Covid-19.

Todo lo anterior supone que, aún en el mejor escenario donde no haya contagio
nacional significativo y en el que el aislamiento externo funcione, lo más probable es
que nos espere un año económicamente muy difícil, con una notable reducción en el
nivel de actividad y en los empleos y retrocesos en materia de pobreza. A pesar de
eso, el entorno externo luce mixto porque, aunque el turismo sufría y también las
exportaciones, la baja del precio del petróleo y el alza del precio del oro tendrán
efectos compensatorios al menos parciales. Para que se tenga una idea, cada diez
dólares de precio del petróleo equivale, grosso modo, a un 12% de los ingresos por
turismo. También puede producirse una reducción de las importaciones porque los
suplidores tradicionales no sean capaces de satisfacer la demanda.

Como medidas compensatorias el Estado estaría obligado a dar respuestas en


procura no sólo de contener el contagio sino de amortiguar sus efectos económicos
negativos. Esto puede incrementar sensiblemente el gasto público o reducir aún más
las recaudaciones, aumentando el déficit público muy por encima del objetivo para el
año. Veamos algunas alternativas que habría que considerar seriamente.

Primero, el gasto directo en atención en salud se podría incrementar


sensiblemente. Segundo, si impone cuarentena o inmovilidad espacial de las personas
para evitar el contagio, el gobierno podría verse obligado a incrementar las
transferencias monetarias a hogares pobres a través de los diferentes programas
sociales (carnet de la patria) con el objetivo de compensar los efectos negativos sobre
los ingresos laborales.

Tercero, se podría impulsar algún esquema de alivio tributario temporal para


pequeñas y medianas empresas como la dilación en el cumplimiento de obligaciones
tributarias regulares como el pago de anticipos por impuesto sobre la renta.

Cuarto, también se podría considerar la posposición de compromisos con la


seguridad social financiados temporalmente con recursos públicos.

Quinto, el sector turismo seguramente requerirá de un estímulo posterior para


revivirlo. Habrá que explorar alternativas en las que el dinero y las acciones públicas
sean imprescindibles y lo más efectivas posible.

Sexto, frente a un panorama económico y fiscal tan complicado, valdría la pena


explorar esquemas de alianzas público-privadas, especialmente en proyectos de
infraestructura, que complementen la inversión pública. Esto podría contribuir a
reducir la demanda por financiamiento y contribuir a contener el endeudamiento
público. La amenaza es grave. La determinación por reducir el riesgo, por cuidar a la
gente y por compensar los efectos económicos negativos debe estar a la altura de ella.
Y para finalizar me gustaría dejar claro que hay diferentes medidas para evitar
el contagio:

Lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón (mínimo durante 20


segundos) o con soluciones alcohólicas, especialmente después de estar en contacto
con personas enfermas o su entorno.

Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sucias

Evitar el contacto con personas que muestren signos de afección respiratoria,


como tos o estornudos.

Evitar compartir comida, utensilios (cubiertos, vasos) y otros objetos sin


limpiarlos correctamente.

Mantener una distancia de dos metros aproximadamente con las personas que
muestran síntomas.

Taparse la boca y la nariz con pañuelos desechables o con la cara interna del
codo en el momento de toser o estornudar y lavarse las manos seguidamente.

Lavar y desinfectar frecuentemente los objetos y las superficies.

Hay que recordar que las personas que presenten síntomas respiratorios leves
(tos, estornudos) y/o fiebre deben permanecer en su domicilio, no ir a trabajar y evitar
desplazarse a los centros sanitarios.

Si la situación es más grave y considera que requiere una atención sanitaria,


puede llamar a su centro de atención primario más cercano.

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