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Cada vez que un hablante o escritor utiliza la lengua para comunicarse con otros, produce un hecho
de habla; se apropia de la lengua. El enunciador construye en ese “uso” una versión de sí mismo,
del mundo y de sus enunciatarios. El lenguaje es entonces “una sustancia de la que se apropian los
sujetos para configurar esas múltiples versiones o visiones del referente” (pg 26).
Cuando interpretamos y producimos textos, ponemos en juego tanto nuestra competencia lingüística
(la capacidad de producir e interpretar un número infinito de oraciones) como la comunicativa, que
permite que los hablantes de una comunidad lingüística puedan entenderse y posibilita a los sujetos
emitir enunciados apropiados a las diferentes situaciones comunicativas.
Así, consideran los autores que, al momento de interpretar y producir textos, un sujeto debe
considerar:
1. La situación comunicativa en la que el texto se inscribe:
● Tiempo y espacio.
● Participantes.
● Propósito.
● Canal.
● Normas socialmente establecidas para las diferentes situaciones comunicativas.
2. El género discursivo al que pertenece el texto.
¿Género discursivo? Citando a Bajtin (1998), "cada esfera del uso de la lengua elabora sus tipos
relativamente estables de enunciados, a los que denominamos géneros discursivos". Un discurso es,
entonces, un conjunto de enunciados que posee un contenido temático, estilo y composición
determinados por la actividad humana que lo genera.
1. El contenido temático refiere a los temas que puede tratar un género discursivo.
2. El estilo verbal alude a la selección léxica, el registro y las construcciones sintácticas
utilizadas, entre otras formas lingüísticas.
3. La composición refiere al modo en que se estructuran los textos pertenecientes a cada
género discursivo: las formas prototípicas de organización (o secuencias textuales) que los
componen