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Grado en Psicología

Atención, Percepción y Memoria

Unidad didáctica 6. Patologías asociadas


UD 6. Patologías asociadas ..............................................................................................3

1. Desarrollo del contenido ..............................................................................................4

1.1. Patologías de la atención ........................................................................................4

Patologías de la atención (II) ........................................................................................5

Patologías de la atención (III) .......................................................................................6

1.2. Patologías de la percepción.....................................................................................7

Patologías de la percepción (II) .....................................................................................8

Patologías de la percepción (III) ....................................................................................9

Patologías de la percepción (IV) .................................................................................. 10

Patologías de la percepción (V) .................................................................................... 12

Patologías de la percepción (VI) .................................................................................. 14

Patologías de la percepción (VII) ................................................................................. 15

1.3. Patologías de la memoria ..................................................................................... 16

Patologías de la memoria (II) ...................................................................................... 18

Patologías de la memoria (III) ..................................................................................... 18

Patologías de la memoria (IV) ..................................................................................... 20

Patologías de la memoria (V) ...................................................................................... 20

2. Resumen ................................................................................................................ 22

3. Mapa conceptual ...................................................................................................... 23

4. Recursos bibliográficos .............................................................................................. 24

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UD 6. Patologías asociadas

Una vez que hemos estudiado los procesos cognitivos de atención, percepción y memoria, vamos
a dar cuenta de sus patologías asociadas con el fin de explicar algunas alteraciones
psicopatológicas de gran complejidad, tales como la esquizofrenia.

Las alteraciones de estos sistemas constituyen un núcleo fundamental en el marco de la


psicopatología. Será difícil trabajar en el ámbito clínico si se desconocen las anomalías o
alteraciones que se dan en estos procesos, pues gracias a su identificación podremos establecer
criterios para saber si estamos ante un cuadro psicopatológico grave, moderado o leve.

Conocer estas es de gran relevancia para la toma de decisiones del profesional de la psicología.

Sobre la atención, sabemos que esta varía en función de las situaciones y de las actividades que
se desarrollan. Por lo tanto, las oscilaciones que acontecen pueden considerarse, hasta cierto
punto, normales y no patológicas, siempre y cuando varíen en relación con el interés, el grado de
participación y la motivación de la persona.

Cuando observamos alteraciones en la atención, podemos hacerlo atendiendo a sus


características de tenacidad, agudeza y flexibilidad, o sobre la base de la cantidad y cualidad de
esta. En estas páginas seguiremos este último criterio y estableceremos, por lo tanto, los
trastornos de la atención tanto por su exceso, hiperprosexia, como por su defecto, hipoprosexia,
o inclusive su ausencia, aprosexia, así como por las peculiaridades que se observan a nivel
cualitativo.

La percepción y las alteraciones sensoperceptivas adquieren un carácter central y su


conocimiento es de gran importancia para el profesional de la psicología, ya que muchas de las
que se exponen en esta unidad, tales como las ilusiones o las pseudoalucinaciones, forman parte
de la cotidianeidad del trabajo de este profesional, puesto que subyacen a múltiples trastornos.

Finalmente, respecto a la memoria, la incapacidad para conservar o recuperar información es lo


que se denomina amnesia, que se considera el problema mnésico más importante.

Desde la psicología tradicional (Alonso-Fernández, 1977, citado en Vázquez, 1990), ha sido


frecuente distinguir entre las amnesias en las que el problema se produce en la fase de
recuperación, las amnesias de evocación o retrógradas, que impiden el recuerdo de sucesos
pasados previos al trauma, u otras amnesias en las que el problema se da en la fase de registro
de la información, conocidas como amnesias de fijación o anterógradas, en las que la pérdida de
la memoria se produce sobre sucesos posteriores a la lesión o trauma.

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1. Desarrollo del contenido

1. Patologías de la atención.
2. Patologías de la percepción.
3. Patologías de la memoria.

1.1. Patologías de la atención

La atención es variable en función de la situación y/o de la actividad que desarrolla una persona.
Por ello, las oscilaciones en la atención pueden considerarse, hasta cierto punto, normales,
siempre y cuando la variabilidad esté relacionada con el interés, el grado de participación de la
persona, la motivación o la ocupación en una actividad concreta o rutinaria.

Cuando estas oscilaciones se producen de manera independiente a las variables estimulares, o


bien sobrepasan los valores entendidos como normales, podemos entender que se ha producido
una alteración o patología, dando lugar a lo que se denomina un trastorno de la atención.

Los trastornos de la atención pueden clasificarse y agruparse según varíen o se modifiquen las
tres características o capacidades siguientes (Polaino-Lorente y Ochoa, 1983):

1. Agudeza de la atención: alude a la fuerza y calidad con que se selecciona un elemento


determinado como centro de atención sin ser distraído por otros estímulos distractores.
Entendemos aquí que hablamos de la atención selectiva o de concentración.
2. Tenacidad de la atención: se refiere a la capacidad para mantener fija la atención en
un objeto durante un extenso periodo de tiempo, resistiendo la fatiga o el cansancio que
esto produce. Esta capacidad es la que se denomina atención sostenida.
3. Flexibilidad de la atención: se entiende como la amplitud del campo estimular al que
puede atender una persona. Puede ser normal, insuficiente (estrechamiento del campo) o
excesiva (dispersión de la atención).

Dentro de los trastornos de este proceso psicológico, el más frecuente y menos patológico es la
distracción, entendida como la desviación de la concentración de una persona hacia otros temas,
de su vida pasada o futura, que promueve la desatención del momento presente o de los estímulos
que acontecen en el momento presente.

Tampoco se considera patológica la fatigabilidad, que es un rápido cansancio de la atención; es


decir, la persona puede encontrarse concentrada al principio, pero al cabo de unos segundos
aparece la incapacidad para continuar con la misma concentración.

En el campo de la psicopatología de la atención, se hace uso de la palabra prosexia para referirnos


a esta. Cuando la atención es normal, se habla de euprosexia. Si la atención está disminuida, lo
expresamos como hipoprosexia y, si no hay atención, se habla de aprosexia. Asimismo, se hace
uso del término hiperprosexia para hablar de la exacerbación de la atención.

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Patologías de la atención (II)

Atendiendo a la cantidad y cualidad de la atención, podemos establecer la siguiente clasificación


de la patología de la atención.

La labilidad de la atención o distraibilidad, conocida también como hipoprosexia, consiste en la


constante fluctuación de la atención, pasando de un objeto o elemento a otro sin que pueda fijarse
concretamente en ninguno de ellos por completo. En la hipoprosexia, se observa la disminución
tanto de la agudeza como de la tenacidad de la atención.

Este trastorno suele presentarse en cuadros clínicos de depresión, puesto que la apatía y la falta
de motivación, síntomas de esta patología, impiden a la persona concentrarse en un elemento
determinado. Asimismo, ocurre en los trastornos esquizofrénicos, si bien, en las personas con
esta patología, la atención se conforma paradójicamente, ya que los pacientes esquizofrénicos
suelen distraerse muy fácilmente con cualquier cosa y presentan serias dificultades en las tareas
que requieren concentración. No obstante, también se observa en estos pacientes su capacidad
para concentrarse durante largos periodos de tiempo en un elemento determinado, como, por
ejemplo, el movimiento de las hojas de un árbol con el viento o las agujas de un reloj.

Cuando la distraibilidad es acusada se la denomina aprosexia, y suele encontrarse en los estados


de ánimo confusionales, en el coma, en estados graves de estupor y en algunos trastornos
mentales orgánicos como el delirium o las demencias.

Por otro lado, la pseudoaprosexia consiste en un aparente déficit de la atención que se produce
cuando se está concentrado y focalizado en un aspecto diferente al que debería constituir el foco
de atención. Esta patología es muy común en los trastornos obsesivos, en los que la atención se
concentra en la idea que constituye el motivo de su obsesión, y también en la hipocondría, cuando
la persona focaliza su atención constantemente en su corporalidad y los estímulos procedentes
de su organismo.

Por último, la hiperprosexia se manifiesta por un constante cambio en la focalización de la


atención, saltando de un tema a otro. Esta patología se ha observado, en mayor medida, en
pacientes bipolares en fase maniaca, en los que se acompaña, además, de cambios continuos en
el curso del pensamiento que, junto con la taquipsiquia y el mecanismo de asociación de ideas,
conforman la sintomatología denominada pensamiento ideofugaz o fuga de ideas.

Por otra parte, cuando se produce un desequilibrio entre la atención espontánea y la atención
voluntaria, se entiende que ocurre el fenómeno conocido como paraprosexia.

Respecto al aspecto cualitativo, encontramos la frustración del objetivo cuando se produce un


fallo en la culminación de la dirección de la atención hacia el estímulo escogido; es decir, en la
intencionalidad correcta, por la aparición de experiencias ajenas que la desvían o interrumpen de
la meta estimada. Es un síntoma importante de la esquizofrenia que explicaría la disgregación en
esta psicosis.

Dentro del mismo aspecto, la perplejidad anormal deriva de los contenidos extraños y
sobreañadidos que impiden la determinación de un problema y que pueden producir extrañeza o
ansiedad ante esta incapacidad. Se presenta, especialmente, en la depresión melancólica y en el
comienzo de la esquizofrenia.

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Y, finalmente, el sentimiento de extrañeza alude al sentimiento de que la situación presente
es rara o irreal. Suele darse en la epilepsia temporal y en los procesos de confusión mental, así
como en trastornos psicóticos.

Patologías de la atención (III)

Desde el enfoque del procesamiento de la información (PI), los estudios de las alteraciones de la
atención se han centrado, principalmente, en las disfunciones mostradas por los pacientes con
esquizofrenia, al ser consideradas las más peculiares y entenderlas como el punto de partida para
la comprensión del propio trastorno.

Cabe destacar en este campo el trabajo de Gjerde (1983), quien, tras una exhaustiva revisión
empírica sobre el déficit cognitivo esquizofrénico, propuso la teoría de la capacidad atencional,
indicando que la atención es un recurso específico pero limitado para el procesamiento cognitivo.

Otros autores como Ruiz-Vargas y Botella (1987) obtuvieron resultados congruentes con dicha
afirmación, poniendo de manifiesto que la ejecución de los pacientes con patología esquizofrénica
rendía peor cuanto mayor era la demanda atencional. Y viceversa, estos pacientes no presentan
déficits cuando realizan tareas que implican un procesamiento automático.

Lo que no se ha concretado es si el déficit se debe a lo siguiente:

1. La disminución o la falta total de capacidad de procesamiento.


2. Un fallo en el proceso de activación de los recursos atencionales.
3. Una inadecuada asignación de capacidades.

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Vídeo: Neglect. Heminegligencia contralateral.

Vídeo: Heminegligencia.

Los autores señalan que la hipótesis más plausible corresponde a la no especificidad,


presuponiendo que el déficit ocurrirá en todas las tareas que impliquen procesos controlados y,
por lo tanto, la consiguiente movilización de una considerable cantidad de recursos atencionales.

Autores como Kahneman (1973) sugieren que el déficit puede ser el resultado de una alteración
general de los sistemas de arousal, señalando que la variabilidad en la capacidad atencional se
encuentra determinada por diferentes variables orgánicas, destacando el nivel del arousal o
activación. Asimismo, indica que la relación entre atención y activación responde al patrón de u
invertida de la ley de Yerkes-Dodson.

Por ello, tanto las personas hipoactivadas como las hiperactivadas mostrarán una ejecución
deficiente en las tareas atencionales, bien por la producción de una asignación insuficiente, o bien
porque esta se realice de forma inadecuada.

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1.2. Patologías de la percepción

Llega más lejos

En el engaño perceptivo, el estímulo es solo un supuesto, mientras que en la distorsión el


estímulo es el punto de partida necesario, aunque no suficiente.

El nexo común en los engaños y las distorsiones radica en el hecho de que la persona tiene
una experiencia perceptiva diferente de la normal.

La percepción es un proceso complejo en el que intervienen el pasado, el presente y el futuro de


la persona, además de los estímulos externos capaces de suscitarla.

El sistema nervioso es el elemento biológico principal y directamente implicado en la


sensopercepción. Por ello, sus deficiencias funcionales modifican y/o alteran lo que siente y
percibe la persona (Jiménez-Vargas y Polaino-Lorente, 1981). Además de este sistema, y como
ya sabemos, el ambiente en el que se desenvuelve la persona contribuye a la interpretación y
significación de los datos sensoriales.

Seguro que todos hemos oído hablar de las ilusiones y ¿quién no ha visto alguna vez una nube
con forma de corazón o de animal? Pues eso mismo es una ilusión.

Recordemos que la sensación es el proceso por el cual los receptores sensoriales captan los
estímulos del ambiente y los translucen al sistema nervioso central (SNC) para interpretarlos.
Para que un receptor se active y transmita esta señal, el estímulo aplicado debe superar un
umbral absoluto, por debajo del cual no reconocemos conscientemente los estímulos. El umbral
absoluto varía en función de la atención que le dedicamos a cada estímulo.

En el ámbito de la percepción, cuando se produce alguna alteración del umbral sensoperceptivo,


como una disminución del umbral de excitabilidad, aludimos al término hiperpercepción porque
se produce un aumento de la percepción de estímulos sensoriales. En el polo opuesto
encontramos la hipopercepción; es decir, el aumento del umbral de excitabilidad o la disminución
del número o intensidad de las sensaciones orgánicas que somos capaces de percibir.

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Por otro lado, el término agnosia se utiliza y se refiere a cuando tiene lugar una abolición de las
percepciones, bien sean visuales o táctiles, considerándose orgánicas las causas de este hecho.

Para exponer los trastornos a nivel perceptivo primeramente debemos diferenciar entre distorsión
y engaño perceptivo.

La distorsión solamente es posible que se dé si median los órganos de los sentidos y, por ello, a
las distorsiones se las califica de sensoriales. Se producen cuando un estímulo que existe fuera
de nosotros es percibido de un modo distinto a como cabría esperar dadas las características
formales del propio estímulo.

Dentro de la distorsión, caben dos posibilidades:

1. La percepción distinta a la habitual y/o probable en función de las experiencias previas,


características del contexto y el modo en que otras personas perciben ese estímulo. En
este sentido, nos referimos a las distorsiones relativas al tamaño, la forma, la intensidad,
la distancia, etc.
2. La percepción diferente de la que se derivaría en caso de tener únicamente en cuenta las
características físicas del estímulo. Esto es lo que entendemos como ilusiones.

Debemos tener claro que la anomalía no proviene del órgano que recibe el estímulo, sino que
dicha anomalía radica en la percepción que la persona elabora a partir de un determinado
estímulo; es decir, de la construcción psicológica que se realiza en el momento de la interacción
entre los procesos sensoriales y los conceptuales.

El origen de estos trastornos, en algunos casos, es de naturaleza orgánica. Suelen ser transitorios
y pueden afectar tanto a la recepción sensorial como a su interpretación.

A excepción de las ilusiones, las distorsiones perceptivas suelen afectar a una o más modalidades
sensoriales y pueden involucrar todos los estímulos del mundo sensorial que se halle afectado.

Sobre el engaño perceptivo, cabe decir que se produce una nueva experiencia que:

• Cohabita con el resto de las percepciones «normales».


• No se fundamenta en estímulos realmente existentes fuera de la persona.
• Se activa pese a que el estímulo que produjo la percepción inicial ya no esté físicamente
presente.

Patologías de la percepción (II)

Distorsiones perceptivas

En función de la intensidad estimular, las distorsiones pueden producirse tanto por exceso,
hiperestesia, como por defecto, hipoestesia.

Cuando se produce la ausencia absoluta de percepción ante cualquier intensidad del estímulo se
denomina anestesia.

Es común hacer esta distinción ante el dolor, lo que conllevaría la denominación, según el grado
de intensidad expuesto, de hiperalgesia, hipoalgesia o analgesia.

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Debemos saber que la intensidad con la que percibimos los estímulos no solo depende del propio
estímulo, sino también de otros factores externos o internos a la persona, tales como el cansancio,
la habituación y la propia intensidad estimular, así como de las características de nuestros órganos
sensoriales.

En relación con la percepción de la intensidad estimular, puede hablarse de un continuo o


dimensión que varía como consecuencia de varios factores, que son los siguientes:

1. Las características del estímulo que se va a percibir.


2. El contexto y el momento en que se realiza la percepción.
3. La persona receptora.

Al igual que ocurre con la atención, lo que se encuentra alterado son las características del
receptor y no las del contexto o las del estímulo.

El origen de estas anomalías es diverso, y el origen se encuentra hasta la fecha a nivel


neurológico, sensorial, por una alteración transitoria del propio órgano sensorial en estado de
toxicidad, y de origen funcional, tal y como ocurre en los trastornos mentales. En este caso, la
alteración se corresponde claramente con la naturaleza perceptiva, ya que tanto los receptores
neurales como los sensoriales funcionan correctamente.

Entre los trastornos en los que se ha encontrado dicha intensidad perceptual alterada destacan
la depresión, mediante quejas relacionadas con la incapacidad para sentir o notar los sabores,
olores y/o sonidos, o incluso su polo opuesto, el exceso a la hora de sentir sonidos o hiperacusia.
También en trastornos de ansiedad, en estados de intoxicación por alcohol y/o drogas, en
patologías migrañosas, en la esquizofrenia y en estados maniacos.

Sobre las distorsiones relacionadas con la percepción del tamaño y la forma, denominadas
metamorfopsias, cabe mencionar que acontecen en mayor medida a nivel visual,
denominándose dismorfopsias sobre la forma y megalopsias en relación con el tamaño, pues los
objetos se perciben muy lejanos-cercanos o a escala aumentada-reducida. Se denomina
autometamorfopsia a la distorsión que se produce en la percepción del propio cuerpo.

Sobre el acontecimiento de las metamorfopsias, las personas suelen ser conscientes de dicha
anomalía y se presentan asociadas a un amplio número de trastornos neurológicos, tales como
la epilepsia, las lesiones parietales o estados orgánicos agudos. Asimismo, también se dan en
situaciones de intoxicación por drogas, sobre todo por la mescalina y, en menor frecuencia, en
los episodios agudos de esquizofrenia o en los trastornos neuróticos.

Patologías de la percepción (III)

Respecto a la distorsión en función de la cualidad, se hace referencia tanto al color como a la


nitidez con la que se percibe un elemento, y se pueden encontrar desde visiones coloreadas y
cambios en la percepción del color de los objetos hasta referencias sobre la mayor o menor nitidez
de las imágenes.

Entre los trastornos que presentan en mayor medida este tipo de distorsiones encontramos la
depresión y la esquizofrenia, y su origen se encuentra en el uso de ciertas drogas o
medicamentos, tales como la mescalina, o bien por razones de naturaleza neurológica.

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Continuando con las distorsiones perceptivas, a nivel de integración del estímulo, cabe decir
que estas son poco frecuentes, aconteciendo en algunos estados orgánicos y en la esquizofrenia.
Estas distorsiones se basan en la incapacidad para establecer la asociación entre dos o más
percepciones procedentes de modalidades sensoriales diferentes.

Un ejemplo de ello sería el estar viendo la televisión y no relacionarlo con el sonido que esta
emite. Esto se produce porque la conexión entre estas modalidades sensoriales, visual y auditiva,
fracasa. Es decir, se tiene la sensación de que provienen de fuentes distintas pero que atraen al
mismo tiempo sus recursos atencionales.

Cuando el objeto percibido se desintegra en fragmentos o elementos, se denomina escisión


perceptiva. Cuando esto se produce únicamente en relación con la forma, se habla de morfólisis,
y, en cambio, hablamos de metacromía cuando la disociación se produce entre el color y la forma.

Asimismo, y contrariamente a la escisión, se denomina aglutinación cuando distintas cualidades


sensoriales se funden o aglutinan en una única experiencia perceptiva, produciéndose, de este
modo, la incapacidad para distinguir entre diferentes sensaciones. Dentro de la aglutinación
encontramos la sinestesia, definida como la asociación anormal de las sensaciones, en la que una
sensación se asocia a una imagen que pertenece a un órgano sensorial diferente.

Entiende el fenómeno de la sinestesia a través de este vídeo.

Patologías de la percepción (IV)

Para finalizar con las distorsiones, nos adentramos en el mundo de las ilusiones, que responden
a anomalías en la estructuración de estímulos ambiguos.

Desde un punto de vista psicológico, las ilusiones son el resultado de la tendencia de las personas
a organizar, en un todo significativo, elementos más o menos aislados entre sí o con respecto a
un fondo. Recordemos la ya expuesta ilusión de Müller‐Lyer, las ilusiones por contraste, etc.

La ilusión es un fenómeno que puede entenderse como una percepción deformada. Es decir, se
percibe el objeto real, pero este es interpretado de forma errónea. La interpretación equívoca
puede ocurrir por el estado emocional o por la ambigüedad y falta de definición del estímulo o la
situación.

Durante la ilusión, la persona puede ser consciente de que tal percepción no se corresponde con
el objeto real y, por ende, reconocer el carácter ilusorio de lo percibido.

Las ilusiones tienen una serie de elementos comunes, que son los siguientes:

1. La predisposición personal a interpretar la estimulación en un sentido y no en cualquiera


de los otros posibles.
2. La ambigüedad o falta de definición clara de esa estimulación y/o de la situación en que
se produce.

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Entre las ilusiones más frecuentes encontramos el sentido de presencia, que responde a la
sensación de que no se está solo aunque no haya nadie ni ningún estímulo que apoye esa
sensación. Asimismo, cuando las ilusiones son numerosas, de gran vivacidad e independientes
de la voluntad o del estado emocional de la persona, las denominamos pareidolias.

Las ilusiones son frecuentes en estados de cansancio físico extremo o de soledad, ante la
disminución drástica de estimulación ambiental. Asimismo, se asocian a estados patológicos de
ansiedad, esquizofrenia, histeria y trastornos mentales de origen orgánico.

Engaños perceptivos

Pasamos ahora a exponer las patologías de la percepción entendidas como engaño. Recordemos
que, en estas, el estímulo es solo un supuesto de que la percepción está existiendo de forma real.

Dentro de ellas encontramos la alucinación, que alude a la percepción sin la existencia de un


objeto. La alucinación se equipara con una imagen intensa proveniente del interior de la persona
y proyectada al exterior (Silva, 1983). Para hablar de este fenómeno deben concurrir la
inexistencia del objeto real y el convencimiento por parte de la persona de la presencia real de
dicho objeto. Por tanto, existe un juicio positivo de la existencia de dicho objeto, lo que implica
la no conciencia de la enfermedad. Ejemplo de ello sería oír una voz que sale de la televisión o
radio estando el electrodoméstico apagado. El fenómeno alucinatorio es multifactorial y subjetivo
y, aunque rara vez constituye un fenómeno aislado, no solo aquellas personas afectadas de
trastornos mentales las sufren; en la población general, las alucinaciones parecen suceder con
mayor frecuencia de lo esperado.

La pseudoalucinación o alucinación psíquica se diferencia de la alucinación en sí misma porque la


percepción de un objeto inexistente, con conciencia de realidad por parte de una persona, se lleva
a cabo en el interior de esta y no en el mundo exterior.

La pseudoalucinación más frecuente suele estar vinculada al sistema auditivo, tal y como ocurre
cuando un paciente refiere oír una voz interna en su cabeza que le indica que realice alguna
acción.

Asimismo, las alucinosis se definen como percepciones sin objeto, pero la persona que las percibe
se da cuenta perfectamente de lo patológico del fenómeno.

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Vídeo: Las maravillas de una enfermedad mental (cortometraje animado).

Sin ser considerado una alucinación, pues responde a un trastorno neurológico que afecta a la
percepción, encontramos el síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus iniciales
en inglés). Este síndrome incluye alteraciones en la forma (metamorfopsia), tamaño (macropsia,
micropsia) y situación espacial de los objetos (teleopsia o efecto zoom), distorsión de la imagen
corporal (macro- y microsomatognosia, dualidad física o somatopsíquica) y alteraciones ilusorias
en el sentido del transcurrir del tiempo. En este caso, los pacientes siempre son conscientes de
la naturaleza ilusoria de sus percepciones y por la bibliografía revisada hay pocos casos del
síndrome completo, tratándose generalmente de formas parciales (Corral-Caramés, González-
López, López-Abel, Táboas-Pereira, Francisco-Morais, 2009).

Patologías de la percepción (V)

La psicología tradicional, siguiendo a Vallejo (1985), ha clasificado las alucinaciones y las


pseudoalucinaciones en función del canal sensorial que se halla implicado, y los más comunes
son el canal auditivo y el visual.

En las siguientes tablas se muestran las más comunes y, a su vez, destacables:

Alucinaciones y Las más simples responden a imágenes elementales denominadas


pseudoalucinaciones fotopsias o fotomas. Se pueden visualizar desde objetos hasta personas
o escenas de paisajes, destellos, llamas, etc., pudiendo estar estos
Visuales
inmóviles o en movimiento, con carácter geométrico, colores vivos o
incoloros.

Las complejas se corresponden con las figuras humanas y las escenas de


animales. Cuando esto ocurre y se transforma todo el campo visual, se
las denomina escenográficas. Son frecuentes en los pacientes
alcohólicos.

Alucinación Alucinación onírica. Se entiende como la


aparición de imagen onírica en estado de
obnubilación de conciencia.

La base de este trastorno suele ser la psicosis


tóxica o infecciosa; ejemplo de ello es el delirium
tremens, que se presenta en un cuadro de
intoxicación alcohólica crónica. Este se caracteriza
por zoopsias (visión de animales) y se acompaña

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de temblor de manos, sudoración y agitación,
entre otros síntomas.

Alucinación liliputiense. Es muy común en el


alcoholismo. La persona se percibe en su tamaño
natural, pero los objetos y personas que le rodean
le parecen minúsculos.

Autoscopia. Ocurre cuando la persona se


contempla a sí misma desde fuera de su cuerpo,
como si mirase a un doble. Y en la autoscopia
negativa ocurre lo contrario, la persona no se ve
a sí misma cuando se refleja su imagen en un
espejo.

Suele darse en situaciones de alto estrés o en


estados orgánicos como la epilepsia del lóbulo
temporal.

Pseudoalucinación Es característica de los delirios crónicos y los


estados de ensoñación.

Alucinaciones y Las más básicas son llamadas acoasmas y se corresponden con la


pseudoalucinaciones aparición de pitidos, ruidos o cuchicheos en el oído.

Auditivas Las más estructuradas y complejas consisten en la percepción de


palabras, frases, fragmentos musicales o ruidos elaborados. Cuando
tienen forma de palabras, pueden ser denominadas fonemas.

Dentro de los fonemas, están los fonemas imperativos, por ejemplo,


«mata al gato»; los fonemas pregonadores, también llamados
pensamiento sonoro o eco del pensamiento, que ocurren cuando la
persona oye sus propios pensamientos expresados en voz alta a medida
que los piensa, y los fonemas dialogados, que se componen de
distintas voces, pudiendo llegar a mantenerse conversaciones. Por otra
parte, el eco de lectura sucede cuando la persona oye la repetición de
lo que está leyendo.

Pseudoalucinación Aparición de voces (internas) reprobatorias y


amenazantes que invaden la intimidad.

Son comunes en la esquizofrenia y el contenido


está relacionado con la temática del delirio de la
persona. Los pacientes las distinguen de las voces
normales que provienen del exterior.

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Alucinación Alucinaciones imperativas: cuando las voces
dan órdenes.

Ocurren en la depresión mayor, psicosis


exógenas y estados orgánicos.

Alucinaciones en segunda persona: las voces


que se oyen se realizan en segunda persona, tales
como: «Vas a morir».

Son típicas de la depresión.

Alucinaciones en tercera persona: las voces


que se oyen se realizan en tercera persona, tales
como: «No sabe hablar».

Suceden en la esquizofrenia.

Patologías de la percepción (VI)

En relación con las alucinaciones y pseudoalucinaciones del resto de los sentidos, cabe destacar
que son poco frecuentes. Cuando estas aparecen, suelen hacerlo en cuadros psicóticos,
esquizofrénicos, o bien como consecuencia de intoxicación alcohólica o de algunas drogas
alucinógenas.

En las siguientes tablas, se muestran las que los pacientes refieren con mayor frecuencia.

Alucinaciones y Olfativas Las personas refieren el olor de algo extraño casi siempre
pseudoalucinaciones desagradable. Puede ser que atribuyan su procedencia al
mundo exterior, interpretándolo como una agresión o
persecución, o bien mantener que lo producen ellos
mismos.

Suelen aparecer de forma conjunta con alucinaciones


gustativas.

Son comunes en epilepsias temporales y en tumores del


lóbulo temporal, y ocasionales en la histeria, en la
depresión mayor, en la esquizofrenia y otros cuadros
psicóticos.

Gustativas Se perciben gustos desagradables, tales como el gusto a


podrido y/o excrementos, y las atribuyen tanto a una
fuente exterior como a su propio cuerpo. Son poco
frecuentes.

Aparecen en trastornos como la histeria, el alcoholismo


crónico, la epilepsia del lóbulo temporal, los episodios
maniacos y la irritabilidad del bulbo olfatorio. Pero son más

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típicas de la esquizofrenia, acompañadas del delirio de ser
envenenados, las depresiones severas y los estados
delirantes crónicos.

Pueden manifestarse en cualquier parte del cuerpo. Las personas que


las perciben refieren sentir que son tocadas, pellizcadas, manoseadas
y/o quemadas.

Alucinaciones y En su forma activa: se cree haber tocado un objeto inexistente. Común


pseudoalucinaciones en la psicosis tóxica.

Táctiles En su forma pasiva: se tiene la sensación de haber sido tocado. Común


en la esquizofrenia.

Modalidades • Térmicas: percepción anormal y extrema de


calor o frío.

• Hápticas: percepción de corriente eléctrica,


insectos que pican o viento que sopla en el
cuerpo.

• Hídricas: percepción de fluidos o masas


mojadas sobre la piel.

• Parestesias: sensaciones de hormigueo.

La formicación responde a la alucinación que versa sobre la sensación


de que pequeños insectos se arrastran sobre la piel. Esta también se
entiende como delirio dermatozoico, que ocurre en cuadros de
intoxicación por alcohol y suele acompañarse de alucinaciones visuales.
La persona siente gusanos, parásitos y otros animales que pululan por
dentro o por fuera de su piel.

Patologías de la percepción (VII)

Desde el enfoque del procesamiento de la información, y partiendo de estudios experimentales,


se comienza a hablar sobre alucinaciones, según Barreto, Capafons y Galdón (1987), en la línea
dirigida hacia dos objetivos diferentes:

1. Intentar provocar de manera artificial las alucinaciones.

Destacan aquí los experimentos sobre el efecto de la sugestionabilidad, el condicionamiento


sensorial, la deprivación sensorial y el efecto de las drogas.

Los resultados obtenidos son débiles, ya que no ha logrado replicar la experiencia alucinatoria en
cuanto al contenido y su significación patológica.

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2. Buscar características para diferenciar a las personas alucinadoras frente a las
no alucinadoras.

A través de este método se ha conseguido aislar una serie de características (imaginación, estilos
y habilidades cognitivas), pero estas no han sido probadas definitivamente en contraste de uno
y otro grupo. Se entienden, por tanto, los resultados como evidencia contradictoria.

Pese a ello, sí existe acuerdo en considerar que, en las alucinaciones, la información se codifica
en forma de imágenes cuando es evaluada como información perceptiva, transformándose, en el
caso de las pseudoalucinaciones, la información que procede de la persona en información
procedente del exterior.

De lo anterior se entendería que la alucinación es consecuencia de un almacenamiento erróneo


de la información que recibe el sujeto más que de un déficit en la etapa del input sensorial (Ochoa
y de la Puente, 1990).

1.3. Patologías de la memoria

En primer lugar, vamos a diferenciar entre las distorsiones, que son fallos normales de nuestra
memoria (puesto que todas las personas olvidamos nombres, fechas y acontecimientos y, por
ello, no se consideran patológicas), y las alteraciones o trastornos de la memoria, que pueden
ser traumáticos.

Se entienden como traumáticos porque perder la memoria es perder nuestra conciencia.


Entendemos nuestro día a día y nuestra vida en general gracias a nuestros recuerdos; por ello,
una vida sin memoria y sin recuerdos es, cuando menos, difícil de sobrellevar.

Daniel Schacter, psicólogo de la Universidad de Harvard, describe en su libro Los siete pecados
de la memoria siete errores que pueden causarnos problemas. El autor, lejos de considerar el
hecho de olvidar como un problema, entiende que olvidar es tan importante como recordar.
Asimismo, refiere que nuestra memoria padece cuando estamos estresados y que los retos frente
al olvido se pueden superar si se crean entornos estimulantes que contribuyan a rejuvenecer
nuestra memoria. Por ello, considera que los fallos de la memoria no son deficiencias biológicas,
sino más bien un instrumento de supervivencia.

Los siete pecados a los que alude Schacter (2007) son los siguientes:

1. El tiempo

La memoria se debilita con el paso de los años, porque las nuevas experiencias difuminan
nuestros recuerdos.

2. La distracción

Los fallos de la memoria por distracción, como, por ejemplo, olvidar algo de la tienda o perder
las llaves de casa, se producen porque estamos preocupados en otros asuntos y no atendemos
a lo que debemos recordar.

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3. El bloqueo

Alude a la búsqueda de información frustrada. Ejemplo de ello sucede cuando nos encontramos
con una persona conocida pero somos incapaces de recordar su nombre.

4. La atribución errónea

Sucede cuando asignamos un recuerdo a una fuente equivocada, por ejemplo, confundir la
fantasía con la realidad o recordar cosas que no han pasado.

Este es un fenómeno muy estudiado en la memoria de testigos.

5. La sugestibilidad

Entendida como la tendencia de una persona a incorporar información engañosa que procede
de fuentes externas, bien sean otras personas, medios de comunicación, etc., a los recuerdos
personales.

Cuando esto ocurre se entiende que se ha formado una memoria falsa.

6. La propensión

Se produce cuando se refleja la influencia del conocimiento y creencia actuales sobre el modo
de recordar el pasado.

De forma inconsciente, reelaboramos nuestros recuerdos pasados para que encajen en nuestras
creencias y necesidades actuales.

7. La persistencia

Consiste en recordar sucesos del pasado que preferiríamos desterrar de nuestra mente porque
están ligados a nuestra vida emocional.

De esta forma, recordamos experiencias difíciles de olvidar, como la muerte de un ser querido,
el rechazo de un amante o un fracaso en los estudios.

En relación con las alteraciones de la memoria, empezaremos comentando las causas más
frecuentes, y expondremos las distintas alteraciones diferenciándolas en cantidad y cualidad y,
posteriormente, nos centraremos en mostrar aquellas alteraciones mnésicas que ocurren con
mayor frecuencia en el ámbito clínico.

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Patologías de la memoria (II)

Sabías que:

Según la ley de Ribot, los recuerdos más recientes son los que primero desaparecen y los
recuerdos más remotos en el tiempo lo hacen en último lugar. Este fenómeno se ve apoyado
por estudios sobre el envejecimiento y el alzhéimer, entre otros.

La pérdida de memoria suele ser frecuente entre los adultos y especialmente la población de edad
avanzada, y, cuando es persistente, suele ser uno de los síntomas frecuentes que se toman en
consideración en el ámbito de la atención primaria, aunque la mayoría de las pérdidas de
memoria no derivan en el desarrollo de una demencia.

Entre las causas frecuentes de pérdida de memoria, se pueden encontrar las siguientes:

• Deterioro de la memoria relacionado con la edad. Este es el más frecuente. Se refiere a


que, con el envejecimiento, suele empeorar la memoria y se necesita más tiempo para
aprender informaciones y tareas novedosas, sobre todo si son complejas, y, por tanto,
para formar recuerdos nuevos. Suele conllevar olvidos ocasionales, pero la memoria y las
funciones cognitivas no están afectadas, ya que con el tiempo suficiente las personas
pueden pensar y responder.
• Deterioro cognitivo leve. Tiende a afectar la memoria a corto plazo (episódica) de manera
más significativa que los cambios relacionados con el envejecimiento normal. Los
pacientes olvidan las cosas con más frecuencia, por ejemplo, hay dificultad para recordar
eventos importantes como citas o conversaciones recientes. Sin embargo, la memoria más
remota está intacta. El deterioro no es tan grave como para que afecte significativamente
en la vida cotidiana.
• Demencia. Los pacientes tienen una pérdida de memoria evidente, así como disfunción
cognitiva y conductual. Puede haber dificultades con la denominación de los objetos
(afasia), con actividades motoras previamente aprendidas (apraxia) o con la planificación
de tareas de la vida diaria.
• Depresión. Aunque la depresión en sí puede causar pérdida de memoria, en estos
pacientes se dan también otras características propias de la depresión.

Patologías de la memoria (III)

La amnesia puede definirse como la ausencia de recuerdos pertenecientes a un determinado


periodo de la vida. Dicha ausencia puede ser parcial, entendiendo que únicamente afecta a los
recuerdos en un campo reducido, o una única memoria, por ejemplo, la visual, la auditiva o la
verbal. Por lo general, la amnesia parcial se debe a trastornos orgánicos cerebrales, tales como
las lesiones en la corteza cerebral subyacentes a traumatismos, deficiencias circulatorias,
intoxicaciones, etc.

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I like it

En el libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks, se recogen
diversas historias reales de pacientes perdidos en el extraño mundo de las enfermedades
neurológicas, entre otras, errores en la percepción y pérdidas de la memoria.

Cuando la ausencia es total, es decir, que se hace extensiva a todos los elementos y formas de
conocimiento que corresponden a un lapso determinado en la vida, hablamos de amnesia
anterógrada o de fijación, de amnesia retrógrada o de evocación, o bien de amnesia
retroanterógrada o global.

La amnesia de fijación o anterógrada se define como la incapacidad para adquirir nueva


información y recordar los sucesos después de una lesión cerebral o un desorden degenerativo,
tal y como ocurre en la enfermedad de Alzheimer.

La persona que sufre este trastorno olvida de forma constante dónde ha dejado las cosas o con
quién acaba de hablar. Sin embargo, mantiene intacta la memoria procedimental, ya que puede
recordar cómo ejecutar los hábitos aprendidos con anterioridad a la lesión o el trauma.

Sobre esta amnesia, se había considerado como un déficit de la memoria episódica, aunque
algunos autores, como Squire (1987, citado en Belloch, Sandín y Ramos, 2008), ven más
adecuado pensar que el déficit alcanza también a la memoria semántica, igual que en la amnesia
retrógrada.

En la amnesia de evocación o retrógrada se produce la incapacidad de recordar el pasado; es


decir, los acontecimientos que han ocurrido antes de la lesión cerebral, si bien el aprendizaje de
nuevas habilidades no parece estar afectado.

En la amnesia retroanterógrada o global transitoria, se produce una pérdida abrupta y


pasajera de la capacidad para crear nuevos recuerdos, así como una amnesia retrógrada de
intensidad variable, mientras que la conciencia, la identidad personal y la atención permanecen
preservadas.

Por lo tanto, en este tipo de amnesia quedan afectadas, de forma simultánea, la fijación y la
evocación de la información. Suele ser frecuente en los procesos orgánicos demenciales, en su
periodo final, en los cuales se produce una pérdida de comprensión y de la orientación
temporoespacial.

Siguiendo con la clasificación planteada, a nivel cuantitativo, además de las amnesias


encontramos las hipermnesias, que se consideran el recuerdo excepcional de sucesos pasados.
Es decir, ocurre lo contrario a la amnesia, pues las personas que la presentan muestran una
exageración de la facultad de la memoria.

Si bien la hipermnesia no se destaca como un problema, puede considerarse patológica cuando


altera el curso normal del pensamiento, como, por ejemplo, en los estados de manía o bajo la
intoxicación por anfetaminas.

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Finalmente, las dismnesias tienen que ver con un fallo en la evocación que imposibilita acceder
a un recuerdo en un momento determinado, o permite evocarlo solamente de forma borrosa o
poco nítida. Las vivencias se evocan de forma caprichosa y alternante.

Patologías de la memoria (IV)

Para introducir este apartado empezaremos con un breve estudio de caso.

Paciente, mujer de 75 años que acude a la consulta acompañada por su hija y refiere que
hace varios días, al salir de sus clases de gimnasia, sufrió un episodio de desorientación
temporoespacial de aproximadamente tres horas de duración.

Concretamente, la paciente refiere que no reconocía las calles, preguntándose


constantemente dónde estaba.

Fue vista por una vecina, quien la acompañó hasta su casa y le refirió a la hija de la paciente
que su madre parecía «muy desorientada». Al ser preguntada por el suceso, la paciente refiere
no recordarlo, así como tampoco haber acudido a su clase de gimnasia, actividad que realiza
desde hace más de dos años.

¿Qué crees que le ha pasado a la paciente?

A nivel cualitativo, encontramos en mayor medida las paramnesias, que tienen que ver con
falsos reconocimientos, recuerdos inexactos y no ajustados a la realidad, por regla general de
contenido delirante.

Se podría entender que dentro de estas se encuentran las confabulaciones, que responden a la
mezcla de recuerdos falsos y verdaderos. En el tipo compensatorio, la narración versa sobre
sucesos no vividos, pero se manifiestan de esa manera porque realmente no se recuerda lo que
sucedió en ese momento. Cuando en las confabulaciones aparece un componente fantástico bien
entramado y desarrollado, se entiende que la confabulación es de tipo fantástico.

El fenómeno del déjà vu responde a la sensación cuasionírica de que lo que se está presenciando
ya se ha vivido de la misma forma en un tiempo atrás. En la misma línea, pero contrario, el
jamais vu alude al hecho de saber que se ha experimentado previamente el suceso pero no se
recuerda, es decir, hay un recuerdo sin reconocimiento.

Patologías de la memoria (V)

El síndrome de Capgras parte de una naturaleza de tipo delirante. Responde al hecho de


considerar que la persona que tenemos delante, pese a conocerla, se interpreta como un
impostor, como el doble de la persona que nos es conocida, pero cuya identidad se está
usurpando.

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Vídeo: El síndrome de Capgras.

En el delirio ecmnésico, la persona vivencia en el presente un recuerdo auténtico, como si viviera


anclado en otro momento de su memoria, sin recordar lo que ha pasado posteriormente. Este
siempre acontece en el curso de otra alteración psicopatológica.

Por pseudología fantástica se entiende que la persona, en un alarde de fantasía o exaltación,


inventa sucesos que refiere haber vivido con la intencionalidad de buscar la atención, el aprecio
y la estima de los demás. La diferencia con la confabulación fantástica radica en el hecho de que,
en la pseudología fantástica, la persona sabe que no es cierto. Se trata de una mentira patológica,
aunque la persona puede llegar a estar convencida de sus propias mentiras, generándose así un
falso recuerdo.

Finalmente, y dentro de las consideraciones patológicas de la memoria, siendo propio de los


cuadros delirantes y el síndrome de Korsakoff, ocurre el reconocimiento del desconocido; es
decir, una persona refiere conocer a alguien que realmente no conoce, puesto que nunca antes
le ha visto.

A caballo entre las alteraciones cualitativas y cuantitativas, siguiendo a Polaino-Lorente (1983),


quien cita a Reed (1979), debemos incluir las alteraciones de la memoria que pueden considerarse
normales y cotidianas. Entre estas encontramos el salto del tiempo, que ocurre al pasar
desapercibido un espacio temporal o físico-temporal, por ejemplo, el hecho de hacer muchos
kilómetros en coche y percibir que el espacio recorrido ha sido menor.

Además del anterior, se observa como frecuente el fenómeno del chequeo, acto que realizamos
porque no recordamos si hemos hecho una tarea en concreto, como, por ejemplo, volver al coche
para comprobar si se han cerrado las puertas.

Y, por último, dentro de estas hallamos la criptomnesia, que se refiere a la experiencia de


considerar que nos encontramos por primera vez ante un fenómeno, habiendo sido este ya
descrito con anterioridad. Ejemplos de esto hay muchos en la vida cotidiana: es muy frecuente
que le hablemos de algo a alguien, por ejemplo, una película, y que un tiempo después venga
esa persona y nos la recomiende, sin recordar que fuimos nosotros quienes se la descubrimos.

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2. Resumen

A lo largo de esta unidad hemos dado cuenta de las diversas patologías que se encuentran
asociadas a los tres procesos psicológicos básicos reflejados en esta asignatura.

Sobre la atención, hemos expuesto:

• Las alteraciones no patológicas: distracción y fatigabilidad.


• Las alteraciones patológicas, a nivel:
a. Cuantitativo por:
o Exceso: hiperprosexia.
o Defecto: hipoprosexia.
o Ausencia: aprosexia.
b. Cualitativo por:
o Frustración del objetivo.
o Perplejidad anormal.
o Sentimiento de extrañeza.
• Las explicaciones a estas alteraciones desde la aproximación cognitiva del procesamiento
de la información.

Sobre la percepción, hemos comenzado diferenciando entre distorsión y engaño perceptivo.

Las alteraciones perceptivas las hemos diferenciado por intensidad, tamaño y forma, cualidad,
integración y estructuración.

Sobre los engaños, hemos diferenciado estos en alucinación, pseudoalucinación y


alucinosis y hemos expuesto las más comunes a nivel de los cinco sentidos.

Asimismo, hemos dado cuenta de las explicaciones para todas las alteraciones propuestas desde
el P. I.

Sobre la memoria, hemos definido y diferenciado:

• Las distorsiones, entendiéndolas como fallos normales de la memoria.


• Las alteraciones de este sistema, exponiendo estas a nivel cuantitativo:
o Amnesias, hipermnesias y dismnesias.

Y, a nivel cualitativo:

• Paramnesias.
• Confabulaciones.
• Dèjá vu y jamais vu.
• El síndrome de Capgras.
• El delirio ecmnésico.
• La pseudología fantástica.
• El reconocimiento del desconocido.

Para finalizar el apartado de memoria y la unidad, hemos reflejado las alteraciones cotidianas y,
por tanto, no patológicas de este sistema, siendo estas, entre otras, el salto del tiempo, el
chequeo y la criptomnesia.

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3. Mapa conceptual

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4. Recursos bibliográficos

Bibliografía básica

Fernández-Abascal, E. G., Martín, M. D. y Domínguez, J. (2001). Procesos psicológicos. Madrid:


Pirámide.

Bibliografía complementaria

Barreto, M. P., Capafons, A. y Galdón, M. J. (1987). Alucinaciones. En A. Belloch y E. Ibáñez


(eds.), Psicopatología y procesamiento de la información. Valencia: Promolibro.

Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2008). Manual de psicopatología (vol. I, ed. rev.). Madrid:
McGraw-Hill.

Corral-Caramés, M. J., González-López, M. T., López-Abel, B., Táboas-Pereira, M. A. y


Francisco-Morais, M. C. (2009). Síndrome de Alicia en el país de las maravillas como aura
persistente de migraña e inicio de enfermedad migrañosa. Revista de Neurología, 48(10), 520-
522.

Gjerde, P. F. (1983). Attentional capacity dysfuntion and arousal in schizophrenia. Psichological


Bulletin, 93, 52-72.

Jiménez-Vargas, J. y Polaino-Lorente, A. (1981). Neurofisiología psicológica fundamental.


Barcelona: Ed. Científico-Médica.

Kahneman, D. (1973). Attention and effort. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall.

Ochoa, E. F. y de la Puente, M. L. (1990). Psicopatología de la atención, percepción y conciencia.


En F. Fuentenebro y C. Vázquez (eds.), Psicología médica, psicopatología y psiquiatría (vol. 1,
pp. 489-506). Madrid: McGraw-Hill.

Polaino-Lorente, A. (1983). Psicología patológica (vol. I). Madrid: UNED.

Polaino-Lorente, A. y Ochoa, E. (1983). Alteraciones de la percepción. En A. Polaino-Lorente


(ed.), Psicología patológica (vol. I, pp. 183-217). Madrid: UNED.

Ruiz-Vargas, J. M. y Botella, J. (1987). Atención. En J. M. Ruiz Vargas (ed.), Esquizofrenia, un


enfoque cognitivo. Madrid: Alianza.

Schacter, D. L. (2007). Memory: Delineating the core. En H. L. Roediger III, Y. Dudai y S. M.


Fritzpatrick (eds.), Science of memory: Concepts (pp. 23-27). Nueva York: Oxford University
Press.

Silva, F. (1983). Revisión histórica y crítica del concepto «alucinación» y sus derivados. Revista
de Historia de la Psicología, 4(2), 113-178.

Vallejo, J. (1985). Alteraciones de la percepción. En Vallejo (ed.), Introducción a la


psicopatología y a la psiquiatría. Barcelona: Salvat.

Vázquez, C. (1990). Psicopatología de la memoria. En F. Fuentenebro y C. Vázquez


(eds.), Psicología médica, psicopatología y psiquiatría (vol. 2, pp. 507-536). Madrid: McGraw-
Hill.

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Otros recursos

Museo Exploratorium.

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