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MELANIE KLEIN

La obra de Melanie Klein se extiende desde 1919, fecha en que publicó su primer

trabajo, "La novela familiar en status nascendi", hasta su muerte en 1960. Lo que trasmite es

una preocupación por describir el mundo rico en fantasías y vivencias que despliegan los

pacientes en el tratamiento. Las hipótesis de Klein intentan explicar los hechos que surgen a

partir de nuevos contextos terapéuticos y de nuevas observaciones. El punto de partida es

siempre el tratamiento analítico y, más precisamente, el desarrollo de la sesión.

Klein quiere dar cuenta de los sucesos que ocurren en el consultorio y en el vínculo

interpersonal entre paciente y analista. Observa que el paciente se compromete

emocionalmente en el tratamiento, que incluye al terapeuta en sus fantasías, que despliega un

universo lleno de ocurrencias y asociaciones, pero sobre todo con fuertes sentimientos y

angustias.

Esta línea de comprensión define una de sus hipótesis principales: el psiquismo se

origina en un vínculo intersubjetivo, en primer lugar la relación de objeto del bebé y su

madre. Ella estudia las características emocionales de ese vínculo, en el que busca descubrir

cuál es la ansiedad predominante y las fantasías constitutivas (que forman parte de un todo).

Klein es pionera indudable de toda la corriente psicoanalítica contemporánea que enfatiza la

existencia de relaciones de objeto tempranas como fundantes del desarrollo psíquico y de la

personalidad.

Klein comenzó trabajando en análisis con niños; inició una práctica original al

introducir la técnica del juego infantil para tener acceso a los conflictos y fantasías de una

manera más directa y fácil que con la comunicación verbal. Insistió en que a sus pequeños

pacientes había que analizarlos igual que a los adultos, explorando los conflictos inconcientes

y absteniéndose de toda medida reeducativa o de apoyo. Esto le permitió observar que los
niños desarrollan una neurosis de transferencia (se desplaza a un objeto, a diferencia de la

neurosis narcisista retirada sobre el yo) análoga a la de los adultos. De esta manera pudo

delimitar un campo de observación fértil para una gran parte de sus descubrimientos

posteriores: complejo de Edipo temprano, superyó temprano, mecanismos de defensa

primitivos organizados en torno a una angustia principal y una relación de objeto.

De allí partió otra hipótesis importante, la angustia existe desde el comienzo de la

vida, es el motor esencial que pone en marcha el desarrollo psíquico y al mismo tiempo es el

origen de toda la patología mental. En la clínica será el eje de comprensión de las fantasías y

conflictos que se desarrollan en el tratamiento. Sobre ella versará el punto de urgencia de la

interpretación. Esta noción va ligada a la gran importancia que en el pensamiento kleiniano

tiene el problema de la agresividad como causa de la angustia; las pulsiones sádicas y

agresivas quedan adscriptas en última instancia a la pulsión de muerte, que actúa en el

individuo desde los primeros momentos del desarrollo. La frustración provocada por los

objetos será un elemento coadyuvante pero no causal ni definitorio para dichos impulsos

agresivos.

Klein está interesada en describir el desarrollo psíquico temprano, principalmente el

primer año de vida, pues lo considera el fundamento de todo el desarrollo psíquico posterior.

sus observaciones e hipótesis la llevan a inventar una teoría original del desarrollo y de la

estructura de la mente: la idea del mundo de los objetos internos. Es un espacio mental

poblado de objetos que interactúan entre sí, produciendo significados y motivaciones;

describe las fantasías inconcientes como los elementos básicos de ese mundo interno o

realidad psíquica. La idea de conflicto mental cambia, no es una lucha entre el impulso sexual

y la defensa, o con la estructura que impide su descarga, sino entre sentimientos de amor y de

odio que se enfrentan en el vínculo con los objetos. La vida psíquica se organiza, tanto en su

evolución como en su funcionamiento, en torno a dos posiciones fundamentales: esquizo-


paranoide y depresiva. La posición depresiva es para Klein el punto crucial del desarrollo.

Establece las bases para el equilibrio psíquico y el control de las ansiedades psicóticas.

La envidia primaria, otra hipótesis fundamental.' retorna su idea de que la agresión se

origina desde el comienzo de la vida, teniendo una base constitucional. Este postulado final

de la obra de Klein (1957) refuerza sus planteos sobre la jerarquía de los factores innatos; las

pulsiones tanto agresivas como libidinales no son descriptas a partir de una especulación

biológica o filosófica (Freud, 1920), sino como expresiones concretas "de las fuerzas

mentales en lucha que se ponen de manifiesto en la psicopatología y en las distintas

situaciones observadas en la clínica.

En cuanto a la teoría, los artículos presentados por Klein y sus colaboradores en las

polémicas de la Sociedad Psicoanalítica Británica permitieron reelaborar las ideas de fantasía

in con cien te, desarrollo emocional del lactante, mecanismos primitivos del psiquismo y

otras, en una serie de hipótesis más coherentes y unificadas, lo que culminó finalmente en la

teoría de las posiciones.

La idea del conflicto freudiano como lucha entre el impulso y la defensa es

reemplazada por la de conflicto entre deseos de amor y odio. En la mente luchan la

disociación con la integración, la negación del dolor psíquico por una parte y la tolerancia a

dicho dolor junto con el cuidado de los objetos, por otra. La emocionalidad sería la base del

funcionamiento psíquico y las fantasías inconcientes forman un desarrollo dramático que da

significación permanente al acontecer mental.

Se formalizan los aspectos esenciales de la metapsicología kleiniana con la

descripción de la mente como un espacio poblado por objetos internos, que interactúan con

los externos a través de los procesos de proyección e introyección. Da acceso al tratamiento


de pacientes psicóticos y fronterizos y a la exploración de lo que más tarde Bion (1957)

llamará aspectos psicóticos de la personalidad.

El punto teórico principal es la envidia primaria, que Klein formula en 1957. Se

refuerza así el aspecto constitucionalista de su teoría. Su obra póstuma, Relato del

psicoanálisis de un niño (1961), donde reconstruye el caso Richard, al que atendió en la

época de la segunda guerra mundial, abre nuevamente el campo polémico en torno a los

fundamentos de la técnica kleiniana: análisis de las fantasías centrado en las angustias

predominantes de la sesión, acceso al material profundo inconciente a través de la

interpretación de la transferencia positiva y negativa, manifiesta y latente; interpretación

sistemática de las relaciones de objeto que se van expresando en la sesión a través del juego y

las asociaciones libres de los pequeños pacientes.

Para analizar niños acepta sus juegos, dramatizaciones, expresiones verbales y sueños

como material igualmente significativo. A través de ellos explora sistemáticamente las

fantasías concientes e inconcientes de los pequeños. su objetivo es la exploración del

inconciente infantil, interpretar las fantasías, sentimientos, ansiedades y experiencias

expresadas en el juego, y si éste está inhibido, explorar las causas de dicha inhibición. No se

deben reprimir las fantasías agresivas del niño sino, por el contrario, dejar que las sienta y

exprese tal y como se le aparecen. La función del analista es comprender la mente del

paciente y transmitirle qué es lo que ocurre en ella.

Klein cree que el análisis de niños es totalmente análogo al del adulto. La neurosis de

transferencia se desarrolla de la misma manera, sólo varía la forma de comunicación a través

del juego para adecuada a las posibilidades de expresión de la mente infantil. El analista tiene

exclusivamente la función de interpretar en profundidad todo el material asociativo que trae

el paciente. Resalta la importancia de analizar la transferencia positiva y negativa, la ansiedad


y la culpa y los efectos adversos de interpretar parcialmente el material o de introducir

técnicas no analíticas como actitudes de orientación y directivas. Melanie Klein creía, ya para

ese entonces, en la existencia de un superyó temprano, a los dos o tres años de edad, que se

caracteriza por su sadismo, por lo cual una de las funciones del tratamiento sería la de reducir

su excesiva crueldad.

Las dos hipótesis más importantes que Klein formuló en ese período (1919-1932) son:

a. La existencia .de un superyó temprano, que primero ubica entre los dos y tres años de edad

y luego hace retroceder hasta el comienzo de la vida psíquica. b. La idea del complejo de

Edipo temprano, ubicado en los períodos pregenitales del desarrollo.

Los impulsos agresivos tienen gran importancia en los primeros años de la vida

psicológica, principalmente en el vínculo con la madre. Centró su interés en investigar los

períodos preverbales del desarrollo, a los que atribuyó una gran riqueza de fantasías

inconcientes. Muchos autores, principalmente de la psicología del yo, reconocen a Melanie

Klein el gran aporte que significó para el psicoanálisis el acento que ella puso en la agresión

humana, sobre todo para la comprensión de las patologías graves, psicótica y borderline.

Decir que los impulsos orales están mezclados precozmente con los genitales implica

también adelantar la triangulación edípica a estadios pregenitales del desarrollo. De aquí

surge la idea de complejo de Edipo temprano, donde la sexualidad contiene agresión. Esto

produce sentimientos de culpa. Las reacciones de ansiedad, dolor y culpa se relacionan

también con la idea del superyó temprano.

En los tratamientos de niños neurótico s y psicóticos, Klein describe una gran

variedad de fantasías inconcientes. El juego infantil es una manera simbólica de elaborar

fantasías y modificar la ansiedad. El niño trata de dominar los peligros de su mundo interno

desplazándolos al exterior y aumentando de esta forma la importancia de los objetos externos.


El juego es como un puente entre la fantasía y la realidad; una manera para el niño de

producir símbolos necesarios en el desarrollo mental.

Es una teoría interpersonal. La relación con la realidad se establece por la interacción

compleja entre los objetos del mundo interno y externo. Los mecanismos principales que

posibilitan el intercambio son la identificación proyectiva y la introyección. Los objetos del

mundo interno, por proyección, dan significado a los objetos externos y a la realidad. La

existencia de una madre buena estará definida por la proyección de impulsos amorosos del

bebé en ella. Aunque los factores ambientales son muy importantes, nunca serán tomados

corno un elemento exclusivo o definitorio. La teoría de las posiciones explica el vínculo con

la realidad tanto externa como interna. En la posición esquizo-paranoide los objetos serán

distorsionados y fantásticos, como resultado de la disociación y de la proyección en ellos de

impulsos libidinales y tanáticos; en la posición depresiva, los objetos tanto internos como

externos estarán integrados y más acordes al principio de realidad.

Posición esquizo-paranoide. Desde los primeros tratamientos de niños, Klein había

descripto fantasías persecutorias en edades tempranas. También observó en la clínica, en el

juego y las fantasías infantiles, que los niños podían partir en dos un objeto, disociarlo,

separando un aspecto totalmente bueno que proyectaba en una persona, de un aspecto

exclusivamente malo, que ubicaban en otra. Lo denominó mecanismo de splitting o

disociación. El yo se protege de la angustia persecutoria con mecanismos de defensa intensos

y omnipotentes. Ellos son: la disociación, la identificación proyectiva, la introyección y la

negación.

En esta forma la imagen del objeto, externa e internalizada, se distorsiona en la mente

del lactante por sus fantasías, ligadas a la proyección de sus pulsiones sobre el objeto. El

pecho bueno, externo e interno llega a ser el prototipo de todos los objetos protectores
gratificadores, el pecho malo, el prototipo de todos los objetos perseguidores externos e

internos. Los diversos factores que intervienen en la sensación del lactante de ser gratificado,

tal como el aplacamiento del hambre, el placer de mamar, la liberación de la incomodidad y

la tensión, es decir la liberación de privaciones, y la experiencia de ser amado, son todos

atribuidos al pecho bueno. A la inversa, cualquier frustración e incomodidad es atribuida al

pecho malo (perseguidor)".

Disociación, proyección e introyección. Serían las defensas más arcaicas, los procesos

fundamentales para la construcción de los primeros objetos externos e internos. La

proyección aparece primero ligada a la pulsión de muerte, cuya amenaza de destrucción

interna se contrarresta al ser expulsada fuera del sujeto. Esta proyección de agresión y de

libido permite que se constituyan los objetos parciales pecho bueno y pecho malo. El

concepto de proyección se enriquece con la descripción de la identificación proyectiva como

mecanismo básico. La disociación es la respuesta del yo frente a la angustia persecutoria.

Permite que se efectúe una primera división bueno-malo de los objetos externos e internos;

son defensas útiles y necesarias para favorecer la organización de las primeras estructuras de

la mente, que luego podrán integrarse paulatinamente. Si este proceso de disociación fracasa,

se producen fenómenos de desintegración y fragmentación y un desarrollo patológico de la

posición esquizo-paranoide, base para enfermedades psicóticas posteriores. La disociación de

los objetos se acompaña inexorablemente de una disociación del yo.

La introyección es también un mecanismo esencial para la constitución del psiquismo,

pues es por introyección de los primeros objetos que se construyen los objetos internos. Esto

permite la formación del yo y también del superyó. Queremos acentuar nuevamente la idea

kleiniana de que los objetos que se introyectan nunca son una copia fiel de los objetos

externos, sino que éstos se hallan deformados por la proyección de los impulsos y

sentimientos del sujeto


Identificación proyectiva: El bebé puede necesitar, para aliviar su angustia,

desprenderse de aspectos dolorosos de su propio self usando la identificación proyectiva y

colocarlos en su madre. Esto puede ser visto como adecuado para su desarrollo desde un

observador externo, pero al librarse de sentimientos dolorosos y colocarlos en su madre, ella

adquirirá inexorablemente un significado persecutorio para el bebé, por ejemplo, la amenaza

de que le vuelva a inocular tales emociones. Un paciente puede necesitar contar las

experiencias traumáticas que le sucedieron y nuestra intención será escucharlo con

comprensión y benevolencia. Pero si el proceso de identificación proyectiva es intenso, el

paciente volverá a la sesión siguiente asustado de que le digamos cosas muy dolorosas sin

ninguna consideración hacia él.

Una de las consecuencias de la identificación proyectiva excesiva es que el yo se

debilita y queda supeditado a una dependencia extrema de las personas en las que se

proyectaron ya sea aspectos buenos, para volver a recibirlos de ellas, o aspectos malos, para

controlarlos y así poder protegerse de la amenaza de introyección.

Idealización. Es un mecanismo característico de la posición esquizo-paranoide. Se

aumentan los rasgos buenos y protectores del objeto bueno o se le agregan cualidades que no

tiene. Constituye una defensa del yo para protegerse de una excesiva persecución,

manteniendo a la vez la disociación entre objetos idealizados y persecutorios. Por lo tanto,

siempre que haya en un paciente necesidad de idealizar, se estará protegiendo de un

sentimiento de angustia.

En Klein, los problemas que resultan de la idealización se resuelven con la

elaboración de la posición depresiva. Los objetos finalmente no son ni tan buenos ni tan

malos como lo propone el sistema de valores de la posición esquizo-paranoide. La creación


de valores es explicada como un proceso de identificación con los buenos padres internos y

no requiere necesariamente la puesta en juego del proceso de idealización.

Negación. Es un mecanismo omnipotente por el cual la mente niega la existencia de

objetos persecutorios, que disocia y proyecta en el exterior. Al mismo tiempo, el yo se

identifica con los objetos internos idealizados, con los que contrarresta la amenaza

persecutoria. La idea de negación en Klein describe un mecanismo violento y primitivo, se

niegan los impulsos y fantasías de la realidad psíquica tanto como los objetos que perturban

en la realidad externa, a los que se consideran inexistentes.

Posición depresiva. En la teoría kleiniana la posición depresiva es una nueva

organización de la vida mental y constituye un momento clave para el desarrollo y la

normalidad. Klein la describe por primera vez en 1935 en su artículo "Una contribución a la

psicogénesis de los estados maníacodepresivos". Piensa que se produce entre los tres y los

seis meses de edad, a continuación de la posición esquizo-paranoide. Está constituida por: 1.

Ansiedad depresiva: el yo siente culpa y teme por el daño que ha hecho al objeto amado con

sus impulsos agresivos. 2. Relación con un objeto total: la madre, con la que el yo se vincula

tanto en sus aspectos buenos como malos. Han aumentado, por lo tanto, los procesos de

integración. 3. El mecanismo de defensa principal es la reparación: atender y preocuparse por

el estado del objeto (interno y externo).

Los sentimientos que predominan en esta posición son la tolerancia al dolor psíquico

y la culpa por las fantasías agresivas hacia los objetos amados. Se reconoce un sentimiento de

amor y dependencia hacia los padres. La salida del estado narcisista y también la resolución

del conflicto edípico dependen del desenlace que tenga la posición depresiva. La neurosis

infantil comprende todas las estructuras defensivas que se establecen para elaborarla y

comienza a resolverse cuando disminuyen las defensas maníacas y obsesivas. La


simbolización se relaciona con el proceso de duelo, ya que permite recrear el objeto perdido

dentro del self. Así se reemplaza la ausencia del objeto por un símbolo del mismo; implica

crear un concepto, un recuerdo, una capacidad de esperar a que el objeto vuelva.

Las defensas maníacas. Cuando en la posición depresiva el yo debe enfrentar

sentimientos de culpa y de pérdida que le resultan agobiantes, puede recurrir a las defensas

maníacas. Hanna Segal (1964), siguiendo las ideas de Klein, dice que se basan en la negación

omnipotente de la realidad psíquica y se caracterizan por la tríada de triunfo, control

omnipotente y desprecio en las relaciones de objeto. Existen fantasías omnipotentes de

dominar y controlar a los objetos para no sufrir por su pérdida. Estas defensas se consideran

normales en el desarrollo, como un primer paso para enfrentar los sentimientos depresivos.

Pero si la elaboración de la posición depresiva fracasa y no se pueden reparar los objetos, se

produce una regresión a la fase esquizo-paranoide o bien se establece un punto de fijación

para la enfermedad maníaca.

La teoría de la envidia Fue desarrollada por Klein en 1957 en su libro Envidia y

gratitud, donde describe la envidia primaria como un impulso agresivo que el bebé siente

desde el comienzo de la vida dirigido al pecho de la madre, con el deseo de dañar los

aspectos buenos y protectores que ofrece el objeto nutricio. La envidia y la gratitud

constituyen dos factores dinámicos que interactúan normalmente en el psiquismo a partir del

nacimiento y determinan en parte las características de las tempranas relaciones de objeto.

Klein había mencionado esporádicamente desde los primeros momentos de su obra la

existencia de sentimientos envidiosos ligados con la voracidad. Son fantasías de robar, vaciar

y destruir el cuerpo de la madre. En su trabajo de 1957 incluye a la envidia como un elemento

psicológico muy importante en el desarrollo temprano.


Al considerar algunas de las defensas contra la envidia, Klein menciona: a) los

mecanismos tempranos de disociación, omnipotencia y negación son reforzados por la

envidia; b) la confusión muchas veces es usada de manera defensiva, para contrarrestar la

persecución y también la culpa por dañar al objeto bueno; c) e) la huida de la madre hacia

otras personas que son idealizadas constituye una defensa para alejarse de los impulsos

envidiosos hacia el objeto primario; si éstos son muy intensos, se perturban las sucesivas

relaciones; d) la desvalorización del objeto, para disminuir el ataque envidioso; e) la

desvalorización de la propia persona como forma de negar la envidia; f) tratar de despertar

envidia en otras personas para no sentir la propia, esto lleva a una incapacidad de gozar con

los propios logros y temor de dañar a los objetos amados; g) sofocar tanto los sentimientos

envidiosos como los de amor, lo que se expresa en indiferencia; muchas veces estas personas

tratan de alejarse del contacto con otras, principalmente si les resultan significativas; h) el

acting-out es empleado a veces para mantener la disociación y evitar la integración de los

sentimientos envidiosos.

Los impulsos envidiosos pueden ser elaborados y mitigados si la introyección del

objeto bueno ha sido adecuada, lo que permite tolerar la culpa por el daño de los objetos y su

reparación. Klein piensa que la envidia puede resolverse en alguna extensión en el análisis,

pero es evidente que esta teoría, elaborada en el último período de su vida, plantea una

limitación importante a la posibilidad de éxito del análisis, principalmente si tomamos en

cuenta que los impulsos envidiosos también se dirigen a atacar al objeto total de la posición

depresiva, lo que explicaría las dificultades importantes que a veces surgen en el proceso de

terminación de un análisis. Dicho en otra forma, esta teoría da elementos técnicos que

permiten abordar situaciones difíciles y destructivas en el tratamiento analítico, pero también

pone una limitación al excesivo optimismo terapéutico que Klein había tenido en los

primeros períodos de su obra.


Cuando Klein formula la teoría de las posiciones (1946, 1952) se define un objetivo

terapéutico central: elaborar la posición depresiva para conseguir la integración del objeto y

del yo. El insight consistirá en juntar emociones cariñosas y hostiles hacia un mismo objeto,

con los consiguientes sentimientos de culpa y responsabilidad. El punto crucial no es sólo

comprender sino tolerar el dolor mental que producen esos sentimientos.

Uno de los pocos escritos que Klein dedica a problemas de técnica es "Sobre los

criterios para la terminación de un psicoanálisis" (1950). Allí expresa que se llega a la etapa

final de un análisis cuando han sido suficientemente disminuidas las ansiedades paranoides y

depresivas mediante la elaboración repetida de ambas posiciones. En "Los orígenes de la

transferencia" (1952b) reafirma que las interpretaciones deben explicar tanto las relaciones de

objeto tempranas, que se reactualizan y evolucionan en la transferencia, como las fantasías

inconcientes que el paciente tiene en su vida actual. Aquí su perspectiva genética de la

transferencia, problema que ya discutimos anteriormente, se completa con la feliz idea de

situación total. Se debe interpretar simultáneamente lo que ocurre en el presente y lo que

aconteció en el pasado.

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