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Amor inmarcesible.

(CAMREN)
by Sidwaay

Lauren Jauregui lo sabe, pero no lo quiere admitir, su matrimonio ya no es lo que


solía ser, las cosas habían cambiado desde aquella llamada en un día de abril. Sin
embargo, estaba decidida a solucionar las cosas, por todo lo que significa Camila, y
por el pequeño hijo que ambas tienen.
¿Será que el amor puede superar todas las pruebas que nos entrega la vida?

Historia original, escrita por Sidwaay.


Queda prohibido la adaptación.
Todos los derechos reservados.

Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=kiRr6fRyiS4 ; creado por @5H-1D-JB-


DL-1997 Muchas gracias!
Prólogo.

Inmarcesible: 1. Adj. Que no puede marchitarse.


-

Camila despertó agitada de aquella pesadilla, su cuerpo estaba


cubierto por una pequeña capa de sudor, y se sintió mareada al ver cómo aún no
salía el sol por la ventana del cuarto. Intentó calmar su agitada respiración buscando
la hora en el reloj que estaba en la mesita de noche a su derecha, 4.23 AM, cerró los
ojos para no sentirse tentada a estirar su brazo izquierdo y notar cómo aquel lado de
la cama estaba vacío con las sábanas aún con un orden perfecto.
Si tan sólo Lauren hubiera cumplido su promesa, si tan sólo siguiera
ahí, ella se habría abrazado con fuerza al cuerpo de su esposa. Una lágrima escapó de
su ojo derecho e hizo que su respiración se cortara, con el dorso de su mano la
limpió, y en la oscuridad notó brillar el anillo que tenía en su dedo anular, un recuerdo
casi lancinante de que su mujer no estaba ahí... Si no que a cientos de kilómetros, sin
poder comunicarse diariamente y ambas aferrándose a un "Volveré pronto".
Con los cabellos desordenados intentó volver acomodarse para
conciliar el sueño, aunque cada noche lo encontraba más difícil, su abombado vientre
de casi 6 meses de embarazo le limitaba la cantidad de formas para acomodarse y
dormir. Cuando sus ojos lograban cerrarse sintió cómo el pequeño en su vientre
comenzaba a dar pequeñas patadas.
"Vamos a dormir cariño, yo sé que también extrañas a mamá Lauren",
susurró acariciando su vientre cuidadosamente sintiendo cómo los movimientos
bajaban en intensidad, y así lograr conciliar el sueño.

--
Aquí vamos.
:)
Capítulo 1.

- A ver, cariño, venga, cómete todo. – Dijo un poco divertida


Lauren.
Pero el pequeño sólo acentuó el puchero que tenía en el rostro y
comenzó a sollozar nuevamente.
- Ey, ¿Qué pasa bonito? Pensé que te gustaba la comida que te
hago con tanto amor.
Volvió a intentar darle de comer al pequeño de 10 meses que se
movía inquieto en su silla para comer, tenía el rostro embarrado de comida, y sus
manos se golpeaban levemente contra la pequeña mesita que traía la silla.
- Vale, vale, si no nos comemos todo no habrá fruta luego. –
Murmuró la ojiverde revolviendo los cabellos castaños oscuros del pequeño.
Suspiró levemente para luego mirar el reloj de la pared de la gran
cocina de la casa, decidiendo que era suficiente.
- Tendré que darte un baño, mírate cómo has quedado – Apuntó
con un dedo.
El pequeño lanzó una leve risa al ver cómo su madre se movía por la
cocina, siguiéndola fijamente con aquellos ojos verdes que sobresaltaban en su
pequeño rostro.
- Pero debemos ordenar ésto, o mamá Camila se enojará con
nosotros.
Lauren hizo una mueca entre sorpresa y miedo volviendo hacer reír al
pequeño, que luego le quitó la atención para jugar con sus manos llenas de comida.
- ¿Qué te parece si después del paseo por el parque vamos a
buscar a mamá Camila al trabajo?
El pequeño devolvió la atención a su madre para luego pronunciar algo
inentendible, algún monosílabo el cual hizo dibujar una gran sonrisa en el rostro de
Lauren.
- Pero primero, el baño. – Dijo por fin liberando al pequeño de la
silla.
...
Camila forzó una gran sonrisa al ver cómo Lauren estaba apoyada
contra el Chevrolet TrailBlazer 2014 color azul con su hijo en brazos, el pequeño
comenzó a mover los brazos rápidamente y a repetir sonidos divertidos llamando la
atención de la morena la cual logró apurar sus propios pasos.
- Hola mi vida... Estás más guapo cada día, Dios mío. – Saludó
Camila tomando en brazos al pequeño.
- Nuestro hijo no se ha comido toda la comida, ¿Cierto? – Acusó
con tono serio Lauren mirando al pequeño.
- Cameron Cabello Jauregui, ¿Cómo es eso? – Dijo la morena
mirando directamente a los ojos a su hijo.
El pequeño hizo una graciosa sonrisa mostrando los pocos dientes que
tenía y negando con la cabeza varias veces.
- Debes hacerle caso a mamá Lauren, lo sabes.
Con una de sus manos le revolvió el cabello y con la ayuda de Lauren
colocaron en la silla de niños de la parte trasera de la camioneta al pequeño.
Ya de camino a casa ninguna palabra salió de su boca, no sabía si era
simplemente cansancio, o la situación que tenía su matrimonio. Lauren a veces le
dirigía sonrisas y le apretaba cariñosamente el muslo izquierdo.
- ¿Qué tal el trabajo? – Preguntó finalmente la ojiverde.
- Tranquilo, hay una constructora asiática que está interesada
en nuestros diseños. – Respondió con un tono apagado.
Sintió cómo su esposa intentaba estudiar su rostro, lo cual le
incomodó, haciendo voltear su mirada en dirección opuesta para detallar lo que había
afuera de la ventana.

- Hay comida para ti, por si quieres tomar un baño, comer y dormir. – Dijo
amablemente Lauren.
- Gracias.
Cerró los ojos intentando borrar la incomodidad del asunto, no le
sorprendía que Lauren fuera tan amable, siempre lo había sido, incluso desde que se
habían conocido en el último año del instituto, cuando ella tenía 17 años y Lauren 18,
ya casi 7 años atrás.
Entre ellas las cosas habían pasado rápido, quizás muy rápido para su
gusto, pero en el momento de tomar las decisiones no le había parecido así. En
algunas ocasiones pasaba todo el día buscando respuestas del por qué a veces
dudaba de todo aquello, no dudaba de que amaba a Lauren, y por supuesto nunca
cambiaría haber quedado embarazada del hijo que tenían juntas... Pero Camila lo
tenía claro, y aunque muy pocas veces había salido de su boca, ella sabía que seguía
culpando a Lauren de que el embarazo de Cameron se complicara y finalmente el
pequeño hubiera sido un prematuro que pasó casi 2 meses en neonatología en el
hospital sin poder irse a casa.
El motor de la camioneta se apagó devolviéndola a ella a la realidad,
salió rápidamente para luego esperar que Lauren abriera el seguro de la puerta donde
Cameron miraba divertido tras la ventana.
- ¿Quieres dormir una siesta conmigo? – Le habló al pequeño
llevándolo en brazos dentro de la casa.
Era una casa algo grande para dos personas y un bebé, pero con la
ayuda de los padres de Lauren habían logrado una buena hipoteca, ahora Camila
dudaba si había sido la mejor opción.
- Tomaré un baño y luego dormiré. – Objetivó la morena.
Lauren afirmó en silencio mientras tomaba a Cameron en brazos para
luego dejarlo en el rincón del salón donde estaban todos sus juguetes.
...
Sus ojos verdes esmeralda detallaron la escena del cuarto, su esposa
dormía tranquilamente mientras mantenía entre sus brazos a su pequeño hijo. Se
apoyó contra el marco de la puerta adentrándose aún más en sus pensamientos, en
algún lugar de su mente sabía que las cosas con Camila no iban bien, pero no quería
abrumar más a su esposa, si bien Cameron ahora era un pequeño saludable su
esposa había tenido que pasar un infierno luego del parto prematuro del pequeño,
Lauren aún podía recordar cómo el llanto de su esposa le despertaba durante las
noches, o cómo muchas veces Camila no abandonaba el hospital por días completos
para quedarse esperando poder ver al pequeño.
Se removió en su lugar viendo la hora en el reloj de la mesita de
noche, debía despertar a Camila ya que aquella noche los padres de su esposa les
harían una visita durante la cena.
Se acercó cuidadosamente al cuerpo de su mujer y con leves
movimientos logró despertarla haciendo que Camila abrazara fuertemente a Cameron
el cual se quejó entre sueños.
- Cariño, debes levantarte, tus padres llegarán pronto. –
Susurró la ojiverde.
Intentó descifrar lo que había murmurado su mujer como respuesta
pero fue imposible, lo cual le dibujó una leve sonrisa al ver cómo la morena se
intentaba quitar la pereza del cuerpo en la cama. Aquellos pequeños detalles eran los
que más importaban ahora, aquella mujer seguía a su lado, habían formado la familia
que habían soñado durante años, y Camila seguía ahí, sin importar todo lo que habían
pasado... Quiso decirse a sí misma que habían atravesado todo éso juntas, pero una
sensación de pesadumbre cayó en sus hombros antes de completar mentalmente la
frase.
...
Los brazos de su madre le hicieron volver a calmar levemente su
alma, un bálsamo en aquellos días, aunque bajo su más improvisada sonrisa se juró a
sí misma no hablar de todos aquellos pensamientos con sus padres, bastante habían
tenido con el parto repentino de su único nieto y todo lo que conllevó luego.
- Ya sabes que pienso que es apresurado que hayas vuelto tan
pronto al trabajo. – Sintió el tono serio de su madre.
- Lo sé mamá, pero Cameron ya no es un bebé que me necesite
las 24 horas, además, para eso Lauren se queda con él. – Respondió con una leve
mueca.
Vio cómo su madre iba a continuar la discusión pero las risas de su
padre junto a las de Lauren entrando a la cocina transformando la escena.
- Con Lauren creemos que debemos organizar pronto un viaje
para irnos de pesca en familia, ya sabes, Cameron nunca ha salido de la ciudad, y ya
no es tan pequeño. – Dijo su padre llevándose una cerveza a los labios.
- ¡Oh! Sería grandioso. – Animó su madre.
- Sí, te haría bien también distraerte algo del trabajo. – Sonrió
levemente Lauren.
Estudió la actitud corporal de su mujer, Lauren estaba cruzada de
brazos con éstos apoyados contra su pecho mientras sus ojos saltaban mirando a
todas las personas que estaban en la cocina.
- Sí, hace mucho que no vamos al lago. – Dijo ella con un tono
nostálgico.
Su mente viajó rápidamente a aquel último viaje que había hecho con
Lauren antes de que todo pasara, ambas habían ido solas a la pequeña casa que sus
padres tenían ahí cerca del lago, ya llevaban algunos meses de casadas, así que todo
les parecía novedoso y lindo en aquello del matrimonio. Sin embargo, lo más hermoso
había sido cuando Lauren le propuso que al volver a la ciudad comenzaran a buscar
toda la información para que Camila pudiera quedar embarazada.
...
La ojiverde terminó de acomodarse el pantalón de seda gris de su
pijama mientras observaba cómo Camila leía detenidamente con sus gafas ópticas de
pastas negras unas hojas que supuso serían información del trabajo.
- ¿Quieres que deje la luz encendida? – Dijo acercándose a la
cama.
- No, creo que ya me dormiré. – Afirmó Camila dejando las
hojas en la mesita y sacándose las gafas.
- ¿Trabajo? – Apuntó a los papeles.
- Sí. Unos diseños finales de un edificio comercial.
- Suena aburrido. – Hizo una mueca.
Su esposa sólo respondió con una pequeña sonrisa mientras ella se
acercaba para dejar un leve beso en los labios rosados.
- Buenas noches... - Dijo insegura Lauren.
- Buenas noches.
Se alejó de la cama para apagar la luz y notar cómo la tenue luz de la
luna entraba en la habitación, aún quedaban algunos días de veranos, por lo cual la
morena no buscaría su cuerpo en medio de la noche con la excusa de que tenía frío lo
cual le hizo sentirse extraña y vacía.
Mientras se metía bajo las sábanas se quedó detallando la espalda de
su esposa que daba hacia ella, había olvidado la última vez que habían hecho el
amor, seguramente durante los primeros meses del embarazo... Las cosas habían
cambiado tanto, podía recordar cómo, cuando eran más jóvenes, no podían dejar de
hacerlo varias veces al día siempre que podían.
Sintió cómo algo se apretaba en su pecho, intentó calmar su
respiración y cerrando los ojos pidió internamente encontrar una solución a todo.
---
Capítulo 2.

- ¿Camila, lo dices de verdad? – Sonó la voz preocupada de su


amiga.
- Sí, Dinah, lo digo de verdad... Yo... Yo ya he tomado una
decisión. – Dijo Camila desviando sus ojos.
Dinah apretó su mandíbula mientras Camila se removía en el asiento
de aquel restaurant donde estaban almorzando para luego volver cada una a las
oficinas del trabajo.
- No diré que me pilla de sorpresa... Sólo pensé que... - La frase
se perdió sin terminar.
- No sé qué estaba esperando. – Dijo Camila levantando los
hombros.
El silencio se mantuvo hasta que el mesero llegó con la cuenta, ambas
salieron caminando a paso rápido, la morena estaba segura que su amiga tenía tantas
cosas que decir pero ninguna de ellas quería oír.
- Nos vemos mañana. – Dijo finalmente Camila.
- Cuídate, y mándale muchos besos al bebé. – Se despidió con
un abrazo su amiga.
...
Lauren sentía cómo las gotas de sudor bajaban por su cuerpo, llevaba
casi 50 minutos en la cinta de correr que tenían en casa, mientras el sonido de
Metallica chocaba contra sus tímpanos a través de sus auriculares y mirando de vez
en cuando el pequeño monitor donde por una pantalla se apreciaba a Cameron dormir
en su cuna. Bendita tecnología, ella podía hacer ejercicio en la primera planta
mientras su pequeño dormía en la segunda y aún no perder detalle.
Sus pensamientos estaban determinados en que aquella noche
invitaría a Camila a cenar en aquel restaurant de comida India que su esposa tanto
gustaba, hacía casi meses que no lo hacían, debido a que Camila se negaba a dejar a
sus padres o a los de ellas cuidando del pequeño mientras ellas salían unas horas, lo
cual le parecía un poco sin sentido si se comparaba que su esposa no había dudado
en volver al trabajo cuando Cameron ya había cumplido los 6 meses y dejar que
Lauren se quedara con él durante todo el día.
La ducha fría logró entumecer sus músculos, sabía que 1 hora en la
cinta de correr no se podía comparar a todos los entrenamientos físicos que hacía
antes, pero las cosas habían cambiado, y ella debía tomárselo con calma. Sin
embargo se sentía bien de ver cómo su cuerpo no había perdido tanta forma.
Se vistió rápidamente al escuchar cómo Cameron lloraba llamándole
en el cuarto contiguo, cuando entró lo vió de pie apoyado contra las barandas de su
cuna que estaba a poco nivel del piso, para evitar accidentes.
- ¿Dónde está el chico más guapo del mundo? – Dijo con una
voz graciosa sacando al pequeño de la cuna.
...
El trafico le hizo sentirse aún más enfadada, sus manos apretaban con
fuerza el volante mientras escuchaba las noticias por la radio local, ya iba a atardecer
y se sentía totalmente contrariada, por una parte lo que más quería era llegar a casa
para poder estar con su hijo, jugar con él, arroparlo, o simplemente quedársele
viendo... Pero por el otro extremo sabía que encontrarse con Lauren haría volver el
caos a su mente.
Apretó los labios mientras recordaba aquel día que luego del trabajo
había llegado al pequeño piso en el que aún vivían ambas, con un pequeño regalo en
las manos. Recordó el rostro de curiosidad de la ojiverde cuando vió el paquete, y
cómo ella con sólo una sonrisa cómplice lo había dejado en su regazo... Su esposa no
había demorado ni dos segundos en abrir el regalo, y observó cómo Lauren sonreía
con todas sus fuerzas para luego comenzar a sollozar, el regalo eran dos pequeños
calcetines de recién nacido color blanco, lo cual simbolizaba la noticia de que ella
había quedado embarazada.
El claxon del auto de atrás le hizo notar que el tráfico se había movido,
luego de avanzar la camioneta se llevó una mano a la frente apoyando el codo en la
puerta del conductor. En qué momento todo se había vuelto tan diferente, tan frío,
tan distante, tan extraño... Tan ajeno.
...
Con su hijo en brazos recibió a su esposa en la puerta, observó con
cuidado cómo Camila tenía un semblante serio que se esfumó cuando le sonrió al
pequeño para luego tomarlo en brazos y quedarse en el pequeño antejardín por unos
minutos, ambos enfrascado en una burbuja en la cual Lauren se sintió incómoda por
no poder participar directamente, quería saludar con un gran beso a la mujer que
tanto amaba, pero ella misma sintió temor de ser rechazada, lo que luego se volvió
un dolor al percibir que aquella mujer no parecía ser la misma chica de la cual se
había enamorado en el instituto.
Entraron los tres a la casa mientras Camila dejaba el ligero abrigo
sobre la mesa del comedor y las llaves de la camioneta.
- He pensado, que quizás quieras salir a cenar algo de comida
India. – Dijo suavemente Lauren.
- Ya sabes que no me gusta que salgamos de noche con
Cameron, ahora que es cambio de estación él podría tener un resfriado o algo. –
Espetó Camila quitándole importancia a las palabras de la ojiverde.
- Bueno, podríamos pedirle a tus padres o a los míos que se
queden con él, sólo por unas horas.
Su rostro se sintió estudiado detenidamente por los ojos marrones de
su esposa, la cual entró a la cocina con Cameron en brazos mientras con gran
habilidad lograba servirse un vaso de agua.
- Lauren, no lo sé, él nunca se ha quedado tantas horas sin
ninguna de las dos... Bueno... No desde que volvió a casa luego de salir del hospital.
– Dijo con un tono apagado.
- Lo sé, pero creo... Creo que nos haría bien. – Mencionó
delicadamente Lauren.
Notó cómo Camila fruncía el ceño, pero aun así no desesperó por una
respuesta positiva, y mirando por el rabillo la hora en el reloj de la pared se concentró
detalladamente en la vestimenta que llevaba su esposa aquel día.
- Llamaré a mi madre, tus padres viven más lejos y no quiero
que luego vuelvan a la casa de ellos tan tarde. – Finalizó Camila saliendo de la cocina
junto a Cameron.
Se apoyó contra la encimera sonriendo levemente, quizás, sólo quizás,
las cosas comenzarían a mejorar entre ambas, trabajaría con todas sus ganas para
amenizar la situación y hacer que ambas tuvieran una agradable cena.
...
La cena hubiera estado excelente si no hubiera sido por el gran nudo
que sentía en el estómago y cómo se sentía casi incapaz de probar un solo bocado, o
incluso, hubiera estado genial si hubiera logrado mantener el hilo de la esmerada
conversación que intentaba mantener Lauren a base de los planes del viaje al lago, o
de cómo la ojiverde quería remodelar el cuarto del pequeño.
Mientras caminaban en silencio por el aparcamiento del restaurant fue
cuando sintió su pecho apretarse completamente, incluso dejando escapar unas
lágrimas de sus ojos lo cual no pasó desapercibido por los ojos esmeralda de Lauren.
- ¿Cariño? ¿Estás bien? – Dijo preocupada Lauren tomándole
una de sus manos.
- Yo... Lauren... - No pudo continuar.
Pudo ver cómo su esposa intentó abrazarla pero fue ella misma quien
impidió la acción soltando sus manos para luego ver el miedo en el rostro de su
esposa.
Soltó un fuerte suspiro para volver a mirar directamente a los ojos de
la mujer que tenía enfrente, sintiendo cómo sus labios temblaban sin aguantar el
llanto. Sin embargo entendió que Lauren no diría nada hasta que no fuera ella la que
explicara la situación.
- Quiero que nos divorciemos. – Dijo finalmente Camila.

---
Capítulo 3.

De todas las respuestas naturales que esperó la que tomó Lauren fue
la que menos imaginó, su esposa no había dicho una sola palabra como respuesta, ni
siquiera había llorado, sólo cortó el momento y se había subido a la camioneta y
encendido el motor mientras esperaba que ella subiera al vehículo también, no hubo
conversación durante todo el trayecto de vuelta a casa, y ella sólo pudo apoyar su
frente en el vidrio de la ventana del copiloto.
Lloró en silencio mientras se recriminó por no exigirle una respuesta a
la mujer que estaba a tan sólo unos centímetros a su lado conduciendo al lugar que
ambas habían llamado hogar. Volverían a la casa donde las esperaba un pequeño, y
su llanto se volvió en un fuerte ahogo al imaginar qué pasaría con la custodia de
Cameron. Camila era la madre biológica del pequeño, pero Lauren había adoptado
legalmente al pequeño, por lo cual, el futuro de aquello era muy incierto... ¿En qué
estaba pensando? ¿Cómo iba a separar a su hijo de su otra madre? Aún era tan
pequeño, pero él ya estaba acostumbrado a estar en casa junto a Lauren, junto a sus
dos madres... Sintió que se le partía el corazón aún más sabiendo el daño que le
podría causar a su esposa, ella sabía que literalmente Cameron había devuelto a la
vida a Lauren.
...
La ojiverde vio salir a sus suegros de la casa dando por finalizada una
gran actuación por parte de ella y de Camila... La verdad era, que todo parecía una
maldita pesadilla, podía sentir cómo su cuerpo no respondía bien y su mente estaba
en un caos sin lograr conectar palabras ni todo lo que había sucedido...
Su esposa, la mujer que amaba, la que llevaba 7 años a su lado, y a la
que podía asegurar que seguiría amando le había dicho que se quería divorciar...
Todo bajo un miedo mayor que significaba perder al hijo que ambas tenían.
Camila estaba arriba revisando si Cameron seguía durmiendo y si
tenía las ropas necesarias para pasar la noche. En cambio ella seguía mirando hacia la
nada ahí sentada en el sofá de la sala de estar, sintiendo miedo del futuro, sin saber
qué hacer, sin saber si debía suplicarle a Camila que olvidara ésa horrible idea de
destruir todo lo que habían soñado juntas.
- Lauren...
La voz de Camila rompió el silencio de la casa, pero ella no fue capaz
de dirigir sus ojos hacia su esposa, tenía tanto miedo que su cuerpo estaba congelado
mirando hacia la nada.
- Lauren, dime algo por favor. – Rogó Camila.
Su mandíbula se apretó mientras se ponía de pie rápidamente hasta
acercarse a la morena.
- ¿Que te diga algo? ... ¿Cómo has sido capaz? – Dijo dejando
ver que el enfado estaba comenzando a instalarse en su pecho.
Vio cómo Camila era incapaz de formular una frase mientras se
quedaba con la boca abierta, tenía los ojos hinchados y ya no quedaban rastro de su
maquillaje corrido que había ocultado antes de entrar a la casa para encontrase con
Alejandro y Sinu.
- Existe... ¿Existe una posibilidad de que me digas que lo que
acabo de oír sólo sea una equivocación? – Se refirió a las palabras de Camila sobre el
divorcio.
- Yo... - Murmuró la morena.
Lauren esperó mirando fijamente los ojos de su esposa, los oídos le
retumbaban e incluso sentía ganas de vomitar, pero sobre todo se sentía enojada, y
no sabía si era con Camila, con ella misma, con el destino, o con todos.
- Dime que... - Fue interrumpida.
- Quiero que nos divorciemos Lauren. – Dijo fríamente Camila.

Buscó con desesperación la mentira en los ojos marrones, o la duda, e incluso todas
las respuestas de todas las preguntas que bombardeaban su mente, pero no logró ver
nada, y el tono frío de Camila hizo que un todos los músculos de su abdomen se
tensaran.
- Mañana dejaremos a Cameron con mis padres y hablaremos
de esto... - Objetivó Lauren dejando a Camila sola en el salón.
...
Los risas de su hijo a lo lejos hicieron que sus parpados se abrieran
para dejar los ojos marrones detallar el salón de la casa, se había dormido en el sofá.
Sentía el cuerpo adormecido y la necesidad de tomar un baño con agua caliente,
seguramente Lauren y el pequeño estarían tomando desayuno en la cocina con ella
ajena a todo.
Mientras terminaba de vestirse luego del baño, se detuvo a mirar la
foto del día de su boda que estaba en una de las paredes del cuarto que compartía
con su esposa, ahí estaban abrazadas, ella sonriendo ampliamente con un vestido
blanco que le llegaba hasta las rodillas que estaban sucias con barro, un ramo de
rosas rojas medio destrozado y Lauren con el destrozado velo de novia de Camila en
las manos.
Se rió al recordar el día, llevándose una mano al pecho, nadie había
esperado que en el día de su boda luego de ponerse los anillos el cielo de la ciudad
hubiera decidido dejar caer una gran lluvia, mientras todos los invitados y ellas
tuvieran que correr desde el jardín hacia la gran casa de los Jauregui, entre todo el
alboroto el velo de Camila se había enredado en el arreglo florar del lugar y Lauren
había tenido que rasgarlo para evitar que el vestido de la morena muriera bajo la
lluvia mientras el ramo de rosas era maltratado. Había sido uno de los días más
felices de su vida.
"Soy tan feliz mi amor, ¡Me has hecho la persona más feliz del
mundo!" Le había susurrado Lauren al oído cuando estaban juntas en su primer baile
de casadas.... Y ella también lo había sido, lo había sido hasta aquel día en que
Lauren había recibido aquella llamada que cambió todo.
...
Lauren revolvía con más fuerza de la necesaria su cuchara en el café
expresso que había pedido en aquella pequeña cafetería que solía frecuentar con su
esposa, Camila como siempre había pedido un café suave con leche y crema sin
azúcar.
- Aún no me lo puedo creer. – Objetivó Lauren rompiendo el
silencio que habían iniciado casi 40 minutos después de haber dejado a Cameron en
la casa de sus padres.
- Y yo no sé qué decir. – Dijo la morena dejando escapar un
suspiro.
- ¿Te das cuenta que si haces ésto todo se irá a la mierda? –
Dijo con enojo para luego arrepentirse y bajar la mirada.
- ¿Y crees que no lo he pesado? Llevo meses pensándolo.
Aquello había dolido más de lo que se pudo imaginar, llevaba meses
pensándolo, cuántos, desde cuándo, quizás había sido mucho antes de que Cameron
naciera, quizás después de aquella llamada a medio día de aquel jueves de abril
cuando Camila tenía 5 meses de embarazo.
- ¿Meses? – Espetó la ojiverde.
- ¿Por qué te sorprende? – Dijo a la defensiva la morena.
Abrió la boca sintiendo como ésta se secaba... ¿Quién era aquella
mujer que estaba enfrente de ella? No podía reconocer a la mujer de ojos marrones
ahí, intentó percibir si aquella mujer era la misma chica que solía mirarle de forma
tímida en medio de la clase de física cuando ambas iban al instituto, no podía
reconocer en ella a aquella chica que le abrazaba cuando le iba a dejar a su casa
luego de haber tenido una cita romántica, no podía reconocer en ella a la mujer que
le había entregado un anillo en señal de compromiso, no podía reconocer en ella a la
mujer que se había convertido en la madre del hijo que tenían.
- Tenemos un hijo... - Dijo abrumada Lauren.
- Lo sé. – Camila apartó la mirada en dirección a la ventana.
Sintió cómo sus puños se apretaban hasta dejar que sus nudillos se
tornaran blancos por falta de la circulación para luego sentir cómo una de las manos
de Camila intentaba deshacer eso. Retiró sus manos ante el contacto de su esposa...
¿Quién era aquella mujer? ¿Por qué podía ser tan fría y luego fijarse en los detalles?
- Cuando nos casamos nos hicimos una promesa. – Objetivó la
ojiverde.
- Y tú no la cumpliste cuando te fuiste. – Dijo secamente
Camila.
- ¡Era mi deber! – Dijo apretando fuerte los dientes.
Camila desvió la mirada a la ventana nuevamente, pero se le notaba
el enfado en el rostro que había perdido los rasgos de tranquilidad. Y es que la
conocía tan bien, ya se hacía una idea de cuál era la causa de que la morena quisiera
terminar el matrimonio, sólo necesitaba descarta la otra posibilidad.
- ¿Es que hay alguien nuevo en tu vida? – Preguntó con miedo
Lauren.

--
Capítulo 4.

- ¡Cómo te atreves a pensar que te he sido infiel! – Soltó su


enojo Camila.
- Yo ya ni sé quién eres Camila. – Dijo secamente Lauren.
Sus ojos marrones se agolparon de lágrimas, se lo había imaginado,
supuso que su esposa en algún momento exigiría una razón e incluso querría
descartar algunas cosas inexistente, así era Lauren, la conocía, sabía que la ojiverde
se guardaba muchas cosas, entre ellas sus dudas, sólo con los años habían logrado
tener una comunicación ideal, los primeros años había sido un problema entre ambas.
Y en éstos últimos meses no podía recordar a Lauren confesándole alguno de sus
pensamientos como solía hacerlo antes, no podía recordar a aquella Lauren que a
veces lloraba entre sus brazos sólo por miedo, o por sus antiguas pesadillas, la
ojiverde también había cambiado.
- No he conocido, ni quiero conocer a nadie... No te he sido
infiel, ése no es el asunto. – Dijo intentando sonar calmada.
Lauren soltó un bufido y volvió a concentrar sus ojos en el expresso.
Sabía que le creía, su esposa sabía ver la mentira o la verdad en sus ojos marrones,
se conocían tan bien, tan bien que le dolía imaginar que la ojiverde tenía que salir de
su vida... Porque tenía, no habían dudas, las cosas no se podían arreglar, un vidrio
que se quiebra jamás vuelve a ser el mismo, jamás vuelve a tener la misma forma.
- Necesito que me digas por qué. – Lauren volvió sus ojos
esmeraldas en dirección a su rostro.
Se sintió incapaz de concretar en palabras todos sus pensamientos,
todos sus sentimientos, todas las ganas de llorar que tenía, la desesperación que
había sentido durante meses, lo perdida que estaba ahora, y la forma en que temía
del mañana.
- Lauren te puedes hacer una idea... - Murmuró.
- Necesito que me lo digas. – Dijo marcando cada palabra. - ...
Por favor.
El sonido del móvil de alguien en alguna de las mesas cerca de ellas le
hizo recordar aquel día en que el mismo sonido llamó a las 11.05 am en la casa que
compartía con su esposa en aquel día de abril, tenía 5 meses de embarazo y ambas
estaban preparando el almuerzo, recordó cómo Lauren contestaba y el silencio que
reinó esperando la respuesta de la ojiverde, mientras al otro lado de la línea alguien
hablaba, "Estaré ahí en dos horas"... Dos horas, dos horas había tenido Camila para
asimilar que su esposa se iba al otro lado del mundo y ella se quedaba esperándola
en casa con un bebé en camino.
- Camila... Por favor. – La voz de Lauren rompió su recuerdo.
- Lauren te fuiste cuando aún estaba embarazada... Y ni siquiera
quiero hacerte recordar cómo volviste. – Dijo Camila apartando la mirada ya llorando.
...
Se despertó de golpe, no era como aquellas pesadillas, pero había sido
un sueño confuso, apretando los dientes se levantó y decidió que debía hacer algo de
ejercicio. Luego de colocarse finalmente las deportivas y sus auriculares comenzó a
correr las manzanas cerca de la casa.
Era una agradable mañana de domingo, pero para ella los días ya
habían perdido algo de sentido, había pasado 9 días desde que Camila le había pedido
el divorcio y ella aún quería imaginar que había sido un mal sueño o un momento de
locura de su mujer, pero no lo había sido, lamentablemente no.
Camila se había llevado a Cameron aquella mañana, le había avisado
que iría de compras con el pequeño y luego lo llevaría al parque, asi que luego de
aquellas palabras Lauren había vuelto a dormir debido a que llevaba noches sin
lograrlo al sentir la respiración de su esposa a su lado.

Sintió ganas de vomitar, no las pudo reprimir, y cerca de un árbol algo apartado de la
calle sintió arder su esófago y luego al abrir los ojos vió la poca bilis que había salido
de su cuerpo debido a que no había desayunado.
...
Sus ojos se detuvieron en el círculo rojo que marcaba aquel lunes en
el calendario, tragó fuertemente al recordar que aquellos círculos correspondían a los
días en que Lauren tenía que ir a terapia, a los cuales la ojiverde e iba temprano y
volvía casi al atardecer, su esposa nunca hablaba de ello, nunca mencionó nada en
todos ésos meses, ni ella se atrevió a preguntar, era todo un capitulo en blanco que
parecía un gran paréntesis en su matrimonio.
- Pórtate bien, cuando vuelva te leeré otro cuento. – Se despidió
besando la cabeza a su hijo.
Cameron sacó la lengua y volvió su atención al mapache de peluche
que tenía entre sus manos.
Así se fue pensativa durante todo el trayecto en el metro hasta que el
sonido de la voz anunciando la estación del donde ella se debía bajar para su ir al
trabajo resonó a lo lejos mientras seguía intentando ordenar sus pensamientos, y
preguntándose internamente si Lauren iría a la terapia, quizás podría dejarle un
mensaje, o quizás Lauren no lo quisiera... Aún seguían casadas, pero más que eso,
seguían siendo la mujer que amaba.
Quizás había sido un mal día para tener una reunión con su abogada,
aquella mujer de casi cincuenta años le había dicho que en menos de lo que ella
pudiera asimilar el divorcio estaría listo, ¿Era realmente lo que quería? ¿Tan rápido?
Rápido como todo lo que parecía ser con Lauren... Camila recordó con cariño cómo la
ojiverde le había invitado a una cita aquel mismo día en que pilló sus ojos marrones
mirándola a través del salón en aquella aburrida clase de física en el instituto por
primera vez.
...
- Voy a necesitar un abogado. – Habló Lauren.
Sintió cómo su padre se sentaba a su lado en aquel sofá, miró las
paredes para detallar todas aquellas fotos familiares, habían tantas memorias ahí,
incluso, habían tantas fotos donde salían ambas, Camila y ella, lo cual le hizo
removerse en el lugar.
- Quizás... Quizás si vuelven a hablar... O quizás si tienen un
tiempo sólo para ustedes, quizás un viaje, el lago, no lo sé hija... Es sólo que aún no
me lo creo. – La voz de su padre resonó en la habitación.
- Me gustaría decir que eso funcionaría... Pero conozco a
Camila, y creo que ésta vez habla muy enserio.
Se rascó una ceja intentando ocultar sus ganas de llorar, pero la
verdad era que no podía imaginarse una vida sin Camila, no podía imaginarse una
vida sin su hijo, no podía imaginarse cómo superar una ruptura así.
- Quizás yo nunca debí haber ido. – Dijo finalmente Lauren
apuntando una foto en especifico.
- No podías elegir. – Su padre se aclaró la garganta.
- ¿No? – Dudó apretando la mandíbula.
Llevó una de sus manos para tapar su rostro. ¿Podía haberse negado?
Su mujer estaba embarazada, su lugar era ahí al lado de ella, ¿No?, ¿O es que había
escogido mal?, pero, es que no tenía más opciones... ¿O sí las tenía?
- ¿Por qué te sigues culpando de todo? - Resonó la voz de su
padre.
- ¡Porque fue mi culpa!
- ¡Claro que no! Cuantas veces los médicos dijeron que el parto
hubiera ocurrido sí o sí aunque las cosas hubieran sido distintas.
- ¡Ni siquiera estuve en el parto de mi hijo! ¡No estuve con
Camila ahí! Ella me necesitaba y yo no estaba ahí. – Dijo rompiendo en llanto.

...
Mientras le colocaba el pijama color anaranjado a su hijo sintió cómo
Lauren le miraba desde el marco de la puerta, hacía sólo unos minutos que había
vuelto a casa, sin embargo Camila no le preguntó nada, aun sentía aquella extrañeza
de estar las dos en la misma habitación, algo que parecía ridículo, porque ambas
compartían la misma cama día a día y no sentía aquella extrañeza.
El pequeño bostezó varias veces mientras lo arropaba en la cuna
dejándole pequeños besos en el rostro.
- Buenas noches mi vida. – Se despidió dejando sólo la pequeña
luz de la mesita encendida.
Cuando se giró Lauren ya no estaba ahí, pero sintió que su esposa
habría la regadera en el otro cuarto, decidió que ella tomaría un baño a la mañana
siguiente, por lo cual lentamente se desnudó para dejar el pijama rosa palo pegado a
su cuerpo.
Su mente se concentró nuevamente en aquellos diseños del edificio
comercial. Ser arquitecta a veces podía ser tedioso, en especial cuando tenía
bloqueos creativos temporales. Podía recordar cómo en la facultad su mente se
concentraba al 100% en sus estudios y trabajos para lograr hacer que el tiempo
avanzara rápido mientras Lauren estaba en otra ciudad de entrenamiento o en alguna
misión de infantería.
Su trabajo como arquitecta se transformó en una de sus pasiones,
amaba la geometría, la capacidad de los materiales al tomar una forma, y ver un
edificio con su firma en la placa de arquitectos siempre hacía que las largas noches de
diseños valieran la pena. Ahora, agradecía tener un trabajo con horarios de oficina
que le permitían poder observar con detalle cómo Cameron iba creciendo.
Lauren salió con una toalla blanca cubriendo su cuerpo y el cabello
sólo mojado en las puntas. Camila dejó las gafas y los papeles en la mesa de noche
mientras con la mirada seguía a Lauren a través del cuarto, detallando cuando su
esposa buscaba su pijama gris y gracias a la luz encendida Camila pudo observar con
claridad cuando Lauren tiró de la toalla que cayó sin mucha gracia al piso.
Al ver el cuerpo desnudo de Lauren se preguntó a sí misma cuántos
meses llevaba sin hacer el amor con aquella mujer hermosa de cuerpo de marfil,
cuánto tiempo llevaba sin sentirse deseada, ni dejarse quemar por todo el fuego que
habitaba en las manos de su amada. Miró aquellos senos firmes con pezones rosados
que estaban erectos seguramente por el agua fría, sus ojos bajaron hasta el inicio de
la zona íntima de su esposa, el escaso vello púbico de color negro le hizo volver su
mirada hacia el rostro de su mujer que se había girado al colocar el pantalón del
pijama.
Cuando Lauren le dio la espalda sus ojos marrones se centraron en la
gran cicatriz vertical de casi 8 centímetros que ella tenía bajo las costillas del lado
izquierdo, junto a otras 3 pequeñas en forma circular cerca de la cicatriz principal.
Cerró los ojos con fuerzas recordando aquel día en que habían llamado
a la casa para darle una noticia que había temido durante meses.
Su respiración volvió cuando su esposa apagó la luz y se escondió bajo
las sabanas a su lado izquierdo.
- Lauren. – Llamó en voz baja.
No sabía por qué le había llamado, no sabía por qué el nombre de su
amada había salido por sus labios, pero le había llamado desde el fondo de su
corazón.
Lauren se giró sobre sí para quedar con el rostro frente al suyo, lo cual
le volvió a cortar la respiración levemente.
- ¿Mm? – Musitó Lauren.
Pero las palabras no se formaron en su mente, lo que sí pasó fue que
su cuerpo reaccionó besando lentamente a su esposa en la boca, sin miedo mordió el
labio inferior de la ojiverde y pudo sentir cómo la lengua de su esposa entraba
explorando su boca para empezar una pequeña lucha con sus lenguas.
Se separaron cuando el aire les faltó y los brazos de Lauren le
retuvieron para no romper la conexión.
- Lauren... - Volvió a decir con algo de miedo en su voz.
- No... No digas nada. – Suplicó Lauren bajo la tenue luz de la
luna que entraba por la ventana.
Sintió cómo el cuerpo de Lauren se dejaba caer sobre el de ella, lo que
hizo escapar un leve gemido de su boca, no sabía en qué momento su centro ya
estaba totalmente listo para su esposa, quizás había sido cuando detalló su cuerpo
desnudo, o quizás durante el beso, pero ahí estaba deseando que su mujer le hiciera
el amor aquella noche.
Sin timidez tomó una de las manos de la ojiverde y la llevó
rápidamente a su propio centro.
- Camila. – Gimió Lauren sorprendida.
- Shh... No digas nada. – Dijo cerrando los ojos.
Los dedos de Lauren jugaron con su clítoris, haciendo que ella se
aferrara con ambas manos a la espalda de la ojiverde.
- Esto está mal. – Objetivó Lauren.
- No, no lo está. – Dijo dejando escapar un gemido.
Aquella noche Camila llegó 3 veces al orgasmo, volviendo a sentir el
fuego en las manos de Lauren, todo se había esfumado durante aquellas horas, y sus
marcas quedaron en el cuerpo de su esposa, había gemido tanto que hasta ella
misma se desconoció cuando Lauren le estaba haciendo sexo oral.... Pero estaba
decidido, se dijo para sí misma antes de dormir, aquello sólo había sido una
despedida.

---
Capítulo 5.

Los ojos color esmeralda detallaban las flores que reposaban a un


costado de aquella lápida de mármol que se encontraba sobre el césped, el sol no
brillaba tanto haciendo saber que el invierno se acercaba más rápido de lo que
imagina, y el viento hizo sacudir las hojas de un árbol que se encontraba a su
izquierda.
- No te imaginas cómo han cambiado las cosas. – Dijo para
luego apretar su mandíbula.
Arregló un mechón de su cabello mientras intentaba esconder el rostro
en el ligero abrigo que llevaba aquel día, definitivamente el verano ya se había
despedido de la ciudad.
- ¿Te acuerdas aquella vez que me dejaste ganar en la carrera
de alta velocidad en la competencia de atletismo para poder impresionar a Camila? –
Recordó riendo levemente.
Su mente viajó 7 años atrás, aquel día estaba nerviosa porque Camila
iría a verla competir, para Lauren estar en el equipo de atletismo era sólo una de las
tantas actividades deportivas que amaba, ya sabía que Camila había ido a varias
carreras sin que se conocieran aún, pero las cosas habían cambiado.
- Te prometí que si me dejabas ganar te compraría aquel CD de
Green Day que tanto querías.
Y claro que había cumplido la promesa luego de que durante la carrera
su amigo bajó la velocidad en el último tramo dejando que ella ganara sin mucha
diferencia ya que pese a todo Lauren era una excelente atleta.
- Y ahora resulta que Camila se quiere divorciar...
Se removió en el lugar sintiendo que el frío le congelaba las manos
que tenían una leve capa de sudor por el nerviosismo. Miró la hora en su reloj en la
muñeca izquierda y volvió a arrodillarse frente a la lápida.
- No tengo idea qué hacer... Seguramente tú sabrías qué
decirme... Te extraño tanto...
Limpió lentamente la leve capa de tierra que estaba sobre la
superficie, pasando los dedos por el nombre marcado ahí: Cameron Jenkis S.
...
Camila sintió cómo su hijo se removía en sus brazos despertando de la
siesta, por lo cual ella misma también abrió los parpados dejando ver el divertido
peinado que tenía el pequeño y cómo éste le examinaba con aquellos verdes ojos.
- Hola mi vida. – Dijo acariciando uno de sus brazos.
El pequeño se removió manifestando que quería bajar de la cama,
Camila lo tomó en brazos y bajó a la primera planta donde se acomodó con él junto a
los juguetes.
Lo miró detalladamente, tenía el cabello de un castaño oscuro que no
llegaba al negro, una piel del mismo tono que ella y unos grandes ojos verdes que si
bien no eran idénticos a los de Lauren eran igual de intensos y característico. Su hijo
le sonrió entregándole un cohete de juguete y ella le devolvió la sonrisa al detallar sus
pequeños 4 dientes de un color blanco brillante.
- Que haría yo sin ti.
Volvió acariciar la espalda de su pequeño mientras éste sólo ponía
atención a sus juguetes, el día estaba más frío de lo que pudiese llamar otoño en
aquella ciudad, Lauren había salido luego de que ella llegara del trabajo, pero no
había mencionado hacia dónde, no habían hablado en todo el día, pero aún podía
sentir cómo Lauren había estado haciéndola suya por horas en la noche anterior.
¿Se había precipitado? ¿Debería haber hablado más con Lauren antes
de decidir que quería divorciarse?
Hoy debía hablar con Lauren, debía preguntarle si ella ya tenía un
abogado, y si entre ellas podían llegar a un acuerdo del divorcio y de la custodia de
Cameron... O si todo debía ir finalmente a un juicio, opción que le hacía doler el
pecho de miedo.

...
Ambas cenaban en silencio, su esposa ya había acostado al pequeño y
al llegar a casa había spaghettis los cuales acompañaron con un poco de vino tinto.
- Lauren. – Rompió el silencio Camila. – Necesito saber si ya has
buscado un abogado.
Dejó el tenedor sobre el plato, en signo de que había perdido el
apetito.
- No. – Dijo levantándose de la mesa.
- Mientras más rápido hagamos esto menos complicado será. –
Dijo con tono frío su esposa.
- ¿Menos complicado? – Dijo apretando la mandíbula.
- ¿Podemos simplemente hablar? Lo único que haces es enojarte
y finalmente no avanzamos nada.
- ¿Avanzar Camila? ¿Avanzar hacia dónde? Por Dios... Dices que
quieres que sea menos complicado, pero ya es complicado... Te quieres divorciar...
¡Tenemos una casa, un hijo, una familia!
Pestañó rápidamente esquivando la mirada de Camila, no quería ver la
frialdad en aquellos ojos marrones, no quería volver a desconocer a la mujer que
estaba en la misma cocina donde varias mañanas se habían besado para acompañar
el desayuno, o cómo discutían el color de la habitación de Cameron.
- Sigues culpándome, lo sé... Y créeme que me encantaría tener
una solución para que dejes de sentir toda ésa rabia que tienes contra mí... Pero no
puedo devolver el tiempo y deshacer todo. – Dijo finalmente Lauren.
Se acercó hacia el lugar donde Camila seguía sentada en la mesa, y
cuidadosamente con dos dedos de su mano derecha levantó el rostro de su esposa
para poder detallarlo.
- Yo sigo amándote... Y haría todo para que no te fueras de mi
lado. – Dijo acariciando una de las mejillas de Camila.
- Por favor... No... - Susurró la morena.
Camila escapó de la cocina, tan rápido que ella no pudo reaccionar.
Escuchó cómo su esposa se movía por el salón, y volviendo a la realidad llevó los
platos al fregadero, para luego apoyarse e en la encimera para decidir salir en
búsqueda de su esposa.
Cuando llegó al salón pudo ver cómo su esposa tenía entre las manos
un folio de color negro que miraba sin despejar los ojos de él.
- ¿Camila? – Dijo llamando su atención.
Ella se acercó y dejó el folio en sus manos, en respuesta levantó las
cejas sin entender qué era todo aquellos.
- Ahí está el acuerdo de divorcio que mi abogada y yo hemos
redactado, puedes leerlo con calma y luego hablaremos, ahí no hay nada sobre la
custodia de Cameron, eso luego lo veremos. – Dijo rápidamente sin apartar los ojos
marrones del folio.
Vio cómo su esposa abandonaba el salón y finalmente ella se dejaba
caer en el sofá aún con el folio entre las manos, unos simples papeles hacían casi de
forma física la situación. Cómo era posible que en aquellas hojas pudiera resumirse su
relación de 7 años, el amor que se tenían, los sueños que habían proyectado y
realizado, cómo era posible.
...
- ¿Crees que Lauren firme el acuerdo? – Preguntó Dinah
mientras caminaban entre las oficinas de aquel edificio donde ambas trabajaban.
- No lo sé Dinah... Es lo que quiero... - Dijo con un tono poco
seguro.
- ¿Es lo que quieres? – Se volteó para quedar frente a frente.

- Sí. – Dijo esquivando la mirada.


- ¿Por qué me haces sentir que no lo tienes tan claro? – Dijo la
rubia con un tono ameno.
- Lo tengo claro.
Se arregló el peinado mientras se sentaba atrás de su gran escritorio
mirando cómo Dinah seguía en la oficina luego de entrar.
- ¿Por qué no puedes perdonarla? Ni siquiera fue su culpa que...
- Dinah... Suficiente, por favor. – Objetivó la morena desviando
la atención de su amiga para centrarla en la pantalla del ordenador.
- Sinceramente creo que no sabes lo que haces... No sabes lo
que haces para ti, para Lauren y para vuestro hijo. – Dijo con tono de enfado la rubia
abandonando la oficina.
"¿Por qué no puedes perdonarla?", fue el eco que siguió en su mente
por unos minutos, mientras intentaba concentrarse en el informe que escribía
rápidamente con sus dedos.
Luego se detuvo para llevar sus ojos hasta aquellas dos fotos que
tenía enmarcadas en el escritorio. En la primera salía ella con Cameron en brazos, el
pequeño tenía 3 meses y miraba con curiosidad a la cámara dejando ver sus
hermosos ojos, Camila en la fotografía sonreía ampliamente pero se podían notar las
ojeras que tenía. La otra fotografía era una de Lauren y ella abrazadas riendo, supuso
que sería de la época en que aún estaban comprometidas, ya que se podía ver un
poco del antiguo piso en el habían vivido.
El teléfono de la oficina sonó e hizo que su mente tomara un respiro
de todos aquellos recuerdos.
...
Lauren miraba con detalle el anillo que rodaba entre sus dedos, el
anillo de su matrimonio. Esperaba en la oficina del abogado que había decido que
llevaría su divorcio luego de hacer varias llamadas a algunos viejos amigos. La oficina
tenía algo que la hacía sentirse incomoda, no sabía si era el gran reloj que marcaba la
hora, o la falta de detalles personales.
Luego de unos minutos mientras se concentró en arreglar una arruga
que había en su camisa amarillo pálido un hombre alto moreno de barba entró al
lugar.
- Usted debe ser Lauren Jauregui. – Dijo tendiéndole la mano en
forma de saludo.
- Sí, y usted Richard Fields.
El hombre asintió sentándose tras el escritorio para tomar el folio que
Camila le había entregado hacía unos días, movió nerviosamente su pierna izquierda
mientras se mordía los labios esperando que el hombre leyera los documentos.
- ¿Cuántos años llevan de matrimonio? – Dijo con una voz ronca
el hombre.
- Dos años y dos meses. – Respondió la ojiverde.
Respiró hondo recordar cómo sólo hacía dos meses había sido su
segundo aniversario de matrimonio, aquel día había preparado una cena en casa para
Camila, había comprado rosas rojas, las favoritas de su esposa, vino tinto, y el último
libro de Barbara Wood que Camila deseaba leer hacía meses. Pero su mujer parecía
no estar de humor aquella tarde, había llegado del trabajo saludando sólo con un
casto beso sonriendo al ver la mesa y luego sólo dijo: "Feliz aniversario Lauren".
La misma escena se había repetido un mes luego para el cumpleaños
número 24 de la arquitecta, Lauren se había dado el trabajo de buscar el diseño
original del primer edificio que la compañía donde trabajaba su esposa había decidido
llevar a la construcción, una vez que logró tener el diseño lo mandó a enmarcar para
que su esposa lo luciera orgullosa en la oficina. Camila había agradecido el detalle,
pero luego de una cena que rosó lo normal junto a sus suegros nada había pasado.
Frunció el ceño... Cómo había sido tan ciega, cómo no se había dado
cuenta antes, era obvio que había notado que Camila estaba más fría, pero lo asoció
al estrés de volver al trabajo luego de muchos meses de ausencia, y además todo lo
que había conllevado la situación del parto de Cameron e incluso lo que a ella misma
le había pasado.
...
Un grito y el cuerpo agitado de Lauren a su lado fue lo que la hizo
despertar de golpe aquella noche. Luego de despertar totalmente y sentirse
desorientada pudo distinguir que Lauren se removía a su lado y con sus propias
manos intentó controlar el cuerpo de la ojiverde.
- Lauren, ¡Lauren! – Intentó tomar su rostro con ambas manos
mientras su esposa seguía con los ojos cerrando y murmurando cosas que no lograba
entender.
Se giró rápidamente para ver el monitor donde pudo comprobar que
Cameron seguía durmiendo ajeno al grito y el ruido que hacía Lauren.
- Cariño, despierta, despierta, está todo bien. – Dijo Camila
intentando mantener el rostro de su esposa quieto.
Pudo notar cómo Lauren tenía hinchada las venas del cuello y la frente
sin poder respirar del todo.
- Despierta, está todo bien. – Volvió a intentar abrazando el
cuerpo de su esposa.
Lauren dejó de moverse y abrió los ojos lanzando un alarido que se
siguió con un llanto sofocado en el pecho de Camila.
- Está todo bien, está todo bien. – Dijo Camila acariciando su
mejilla.
Los ojos de Lauren seguían inundados en lágrimas mientras ella
negaba intentando desviar la mirada.
- ¿Una pesadilla? – Murmuró limpiando el sudor de la frente de
su esposa.
Miró cómo la ojiverde relajaba los músculos de su rostro mientras las
lágrimas caían en él.
- ¿Qué soñaste? – Susurró apoyando su rostro contra el pecho
de la ojiverde.
Sintió el acelerado corazón, bombeando con fuerza contra su oído, y
las manos de su esposa se aferraron a su espalda.
- Ya lo sabes... - Dijo con la voz rota.
- ¿Irak? – Preguntó con temor la morena.
Levantó sus ojos para conectar la mirada con su esposa y vio cómo la
expresión de Lauren se volvía de sombría, incluso pudo notar cómo estaba más pálida
de lo normal.
- Sí. – Respondió Lauren.
--
Capítulo 6.

Con sus ojos esmeraldas detalló cada palabra que encontró en aquella
carta que había encontrado en el correo durante la mañana, había reconocido en
milésimas de segundos el emblema de la United States Army en el sobre y temió lo
peor. Pero todo había resultado en una reunión de ex reclutados de la unidad Pantera
Negra 88, el pelotón en el cual había estado destinada cuando fue llamada a combate
por segunda vez y Camila estaba de casi 5 meses de embarazo.
Quiso romper en mil pedazos la carta, quiso estar enojados con todos
ellos, quiso estar enojada con la U.S Army, quiso estar enojada porque le habían
separaron de su mujer... Pero identificó que sólo con quién estaba furiosa era consigo
misma, no había cumplido las promesas que le había hecho a su esposa, había
perdido a su mejor amigo, e incluso ella misma casi había perdido la vida en combate.
Se tocó con sus dedos inconscientemente el costado izquierdo,
sintiendo la gruesa cicatriz bajo la tela de su camisa cerrando los ojos al sentir cómo
pequeñas escenas de lo que había ocurrido aquel día volvían a su mente.
...
- Lauren ha vuelto a tener pesadillas.
Su madre la miró con asombro mientras sostenía a Cameron en
brazos el cual parecía desanimado y sollozaba levemente, Camila le miraba
preocupada.
- ¿Cómo va con las terapias? – Dijo Sinu.
- No lo sé... - Reveló la morena con un tono culpable.
No supo interpretar el rostro de su madre, no sabía si era reproche,
desaprobación, preocupación o incluso compasión.
- Había parado por unos meses. – Recordó Sinu.
- Lo sé.
Tomó a su hijo en brazos mientras con el dorso de la mano intentaba
verificar si el pequeño tenía fiebre, la cual sí estaba, haciendo que el nerviosismo se
plantara en ella.
- Debo llevarlo al pediatra.
- Le diré a tu padre que te lleve. – Dijo Sinu.
- No, llamaré a Lauren.
Luego de hacer una llamada a la consulta y pedir una hora urgente le
avisó a Lauren lo que estaba pasando decidiendo volver a casa para coger un abrigo
para Cameron y así salir juntas donde el pediatra.
...
Luego de volver a casa desde la consulta Lauren se sentó en el sofá
con Cameron en sus brazos, el pequeño estaba dormido después de haber llorado
bastante en la consulta con el pediatra, el ojiverde tenía una otitis, así que le habían
dejado analgésicos y antibióticos.
- Ya estarás mejor cariño. – Susurró peinando cuidadosamente
los mechones de pelo que caían en el rostro del pequeño.
- ¿Crees que deberíamos dejarlo dormir solo en la cuna? – Dijo
Camila entrando en el salón.
- ¿Quieres que duerma con nosotros? – Preguntó asombrada la
ojiverde.
- Bueno, solíamos dormir así cuando él recién salió del hospital.
Sonrió recordando aquellas noches, Camila había sido bastante
sobreprotectora los primeros meses cuando el pequeño había vuelto a casa, por
supuesto, lo entendía, Lauren sabía que ella misma no había sido tampoco de mucha
ayuda, se sentía agradecida de que los padres de ambas solían pasarse casi todos los
días por la casa en aquellos meses.

- Entonces ésta noche dormirás con nosotros. – Volvió a susurrar Lauren


acariciando la pequeña nariz de su hijo.
Los ojos esmeraldas estudiaron cómo Camila encendía la televisión del
cuarto y cambiaba la señal para dejar finalmente un partido de football americano.
- ¿Recuerdas cuando solíamos ira ver a tu hermano a los
juegos? – Dijo divertida Camila.
- Oh, solíamos comprar siempre gaseosas y chucherías. – Rió.
- Sí... Chris era realmente bueno... ¿Han tenido noticias de él? –
Dijo con real interés.
- Mmm, no realmente, ya sabes, es difícil para un Marine enviar
cartas o llamar desde la mitad del pacífico, supongo.
Pudo observar el cariño en los ojos de su esposa, pero no dijo nada, le
gustaba aquella sensación de volver a lo cotidiano que tenían ambas, e incluso estar
con su hijo en brazos al lado de la mujer que amaba.
- También recuerdo cuando ibas a verme a mí a las
competencias de atletismo y a los partidos de basketball.
- Hahaha, solías esforzarte mucho para impresionarme... Lo
sabía Jauregui. – Recordó Camila con un tono nostálgico.
- Sí, yo sólo esperaba que algún día lanzaras tu sujetador a la
cancha o a la pista en señal de apoyo.
Ambas rieron de buenas ganas mientras Camila negaba con la cabeza
lo ridículo de la situación.
- De todos modos lograste desvirgar a la chica. – Dijo Camila
refiriéndose a sí misma.
- Oh... Hahaha si lo dices así suena horrible. – Hizo una mueca
la ojiverde.
Volvió a sonreír recordando cómo ambas habían perdido la virginidad
una noche de verano luego de haber estado saliendo casi 3 meses, Lauren había
intentado hacer una agradable escena como en las películas, pero nunca esperó que
cuando estuvieran por hacerlo su padre entrara a la habitación que habían olvidado
dejar con seguro.
- Tu padre nunca dejó de hacer bromas sobre eso. – Mencionó
la morena.
Quiso besar a su esposa, quiso acariciarle la larga melena que tenía,
perderse en los ojos marrones e imaginar que mañana al despertar todo sería como
antes, antes de que ella se hubiera ido a combate.
...
Camila amaneció gracias al leve llanto que Cameron hacía contra su
pecho aquella mañana, abrió los párpados rápidamente para ver el rostro triste con
lágrimas de su pequeño, el cual seguramente se sentía enfermo, con hambre y con la
necesidad de un cambio de pañal urgente.
Vio que el lugar de Lauren estaba vacío, y no puedo escuchar sonidos
de su esposa por la casa, sintiéndose un poco triste tomó al pequeño en brazos para
llevarlo a la habitación y mudarlo.
Cameron lloraba mostrando los pocos dientes que tenía revolviéndose
mientras Camila le limpiaba y le cambiaba el pañal, parecía que nada le podía
consolar aquella mañana, la morena lo atribuyó a que el pequeño aún estaba
enfermo. Asi que tomándolo en brazos bajó a la cocina para darle los medicamentos
al niño junto a un biberón de leche tibia.
- Ya está mi amor, ya está, ya verás que pronto estarás bien. –
Dijo acurrucándolo en brazos caminando por la cocina.
La arquitecta pudo detallar las largas pestañas del pequeño, que aún
atrapaban algunas lágrimas, pero ahora con la leche el pequeño se había
tranquilizado, e incluso parecía que volvería a dormir un poco más, Camila decidió
subir para dejarlo en la cuna.

Mientras se tomaba un café con unas tostada repasaba algunos diseños de su trabajo
al mismo tiempo que por el monitor vigilaba que Cameron estuviera bien, mirando la
hora se preguntó dónde andaría Lauren, se sintió nerviosa al no saberlo,
generalmente su esposa siempre le despertaba antes de salir... Sin embargo las cosas
estaban cambiando, se iban a divorciar, y era obvio que aquellos detalles
desaparecerían, se sintió triste, inquieta, pero pestañeando fueremente esperó que la
angustia se diluyera.
El sonido de las llaves en la puerta de la casa le hizo sentir un vuelco
en el estómago, y antes de que pudiera asimilarlo Lauren entró a la cocina con su
ropa deportiva totalmente sudada y una botella de agua vacía.
- Oh, hola. – Saludó con un tono neutro la ojiverde.
- Hola. – Respondió Camila.
Pudo detallar cómo el sudor bajaba por el cuerpo de su mujer, sonrió
para sí misma, Lauren siempre había sido muy deportista, en el instituto se preparó
físicamente durante meses para las pruebas de ingreso a la U.S. Army, y solía salir a
correr desde las 6.00 hasta las 7.30 para luego tomar una ducha e irse al instituto.
- El viernes tengo una cena con los PN88. – Dijo Lauren
mirándola.
Abrió los ojos, Lauren no había vuelto hablar del ejército desde que
volvieron a casa con Cameron desde el hospital.
- ¿Irás? – Preguntó con asombro.
- Sí.
No hubo más conversación, Lauren tomó un poco más de agua de un
vaso que se había servido y subió a tomar una ducha.
...
El viernes había llegado más rápido de lo que deseó Lauren, nerviosa
se miraba frente al espejo notando al reflejo que el uniforme de ceremonias le
quedaba igual como ella lo recordaba hacía apenas un año atrás. Revisó que su
camisa estuviera de un blanco brillante y la falda sin arrugas mientras salía de la
habitación para bajar y encontrar a Camila jugando en el sofá con Cameron
intentando pararse en su regazo, ya con los días se encontraba más animado y había
vuelto a dormir solo en su cuna pese que ella hubía deseado que su hijo pudiera
quedarse más tiempo en la cama que compartían.
- Volveré temprano. – Dijo Lauren mirando a Camila mientras
apretaba la mandíbula.
- Mándale mis saludos a los chicos.
Afirmó en silencio, recordando aquellas veces cuando ella volvía a la
ciudad luego de pasarse meses en su formación. Solía llegar de sorpresa a la casa de
los Cabello, aún con el uniforme de viaje, sus botas militares, la gorra y una gran
mochila a las espaldas. En aquellos años Camila había aceptado conocer algunos de
los militares con los cuales se entrenaba y trabajaba.
- Cualquier cosa llámame. – Murmuró Lauren.
Se acercó y le dejó un par de besos en el rostro a su hijo quien intentó
arrancar una de las condecoraciones de su uniforme.
- Te ves muy bien. – Susurró Camila.
Ella le devolvió una sonrisa nostálgica mientras cogía las llaves de la
camioneta para salir de casa.
...
Aún quedaban 3 hojas para terminar el libro que le estaba leyendo a
su hijo cuando notó que éste ya dormía profundamente en la cuna, haciéndole sonreír
ampliamente.
Cuando salió de la habitación notó el móvil vibrar en uno de sus
bolsillos, y cuando identificó la llamada contestó asombrada.
- ¿Normani? – Preguntó la arquitecta.
- Camila... - Dijo insegura la voz al otro lado de la línea.
- Oh por Dios... Tanto tiempo. – Dijo con asombro.
- Lo sé... ¿Qué tal?
Dudó qué responder, ellas habían sido las mejores amigas en el
instituto, se conocían desde la infancia, ahora podían pasar por desconocidas. Luego
de todo lo que había sucedido, ahora Normani vivía en Atlanta, mientras ella seguía
en Boston.
- Bien, bueno... Cameron... Cameron ha estado con una otitis,
asi que un poco preocupada por ahora. – Dijo intentando sonar realmente sincera.
- Oh, ¿Cuánto tiene ya? – Preguntó algo confundida la mujer.
- En dos días cumplirá 11 meses. – Dijo sonriendo girándose a
ver a su hijo desde el marco de la puerta.
- Vaya... Cómo pasa el tiempo.
- Sí... ¿Y tú?
- Bien, liada con el trabajo, pero bien...
Un silencio incómodo se generó, Camila no sabía cómo continuar la
conversación. La última vez que había visto a Normani no había sido en la mejor
situación y su mejor amiga luego había simplemente desaparecido. Sólo luego del
parto de Cameron su amiga le dejó un escueto mensaje en el cual la felicitaba por el
bebé.
- Supe que las PN88 se han juntado hoy. – Dijo finalmente
Normani suspirando fuertemente.
- Oh... Sí... Lauren se ha ido hace unas horas.
- ¿Qué tal está?
- ¿Lauren? – Se detuvo unos segundos dudando si contarle todo
a la mujer. – Manejándolo como puede... Las cosas... Las cosas están difíciles
Normani.
- Lo entiendo... Yo... A mí también me cuesta creer que se
cumplirá un año desde aquello.
- Sí... Yo... Normani...
Sintió cómo la boca se le secaba y caminando un poco lejos de la
habitación de su hijo se sentó en uno de los escalones en el inicio de la escalera de la
casa.
- Me voy a divorciar de Lauren...

--
Capítulo 7.

- Has estado muy callada hoy Jauregui. – Resonó la firme voz


del hombre a sus espaldas.
- Sargento Walker. Un gusto a volver a verle. – Saludó
cuadrándose.
- Oh Jauregui, el gusto es mío.
El hombre la abrazó, tan rápido que no se lo esperó. Podía recordar
cómo incontable veces la misma voz firme le había gritaba al oído cada vez que ella
fallaba una prueba en el entrenamiento físico o cómo el hombre le hacía ducharse con
agua fría a las 5 AM cada vez que le parecía que Jauregui había actuado con extrema
soberbia en alguna situación.
- Cuando supe lo que pasó allá intenté volver a Boston lo antes
posible, pero no pude. – Dijo el hombre dejando una de sus grandes manos en el
hombro izquierdo de la ojiverde.
- Gracias por preocuparse sargento. – Le regaló una pequeña
sonrisa.
- Mis condolencias por Jenkins, fue un militar admirable.
Sus ojos se desviaron en dirección opuesta a la del hombre mientras
se quedaba observando a todos en aquel salón, todos uniformados, sólo militares. En
un momento cerró los ojos intentando imaginar a su mejor amigo ahí riendo fuerte
como siempre lo hacía generando un alboroto con los demás militares.
- Sé que aún estás de baja por tu TEPT* y lo de tus cirugías...
Pero me gustaría que supieras que cuando te sientas lista puedes volver con
nosotros... Ya sabes, supongo que no a combate, pero quizás a entrenar a la
infantería o hacer algunas clases. – Dijo finalmente el hombre.
(*TEPT= Trastorno de estrés postraumático.)
Las palabras la dejaron más confundida que alagada. Aún no había
pasado ni un año desde lo de Irak y el hombre le hablaba tranquilamente de volver,
pese a que podía jurar que todos los militares de aquel salón podrían apostar todo su
dinero a que ella nunca volvería a trabajar para la U.S. Army.
- Le haré saber si algo me hacer cambiar de idea. – Le sonrió y
se despidió del hombre cuadrándose.
Justo cuando se acercaba a una de las mesa para beber un poco de
agua un par de voces le hicieron dar un pequeño salto por el susto.
- ¡Lauren!
Se giró para reencontrarse con la joven pareja de hermanos
Thompson, Charles y Nataly. Aquellos hermanos junto a Cameron y ella habían sido
inseparables durante la infantería en los primeros años de formación, pero al igual
que casi todos los militares allí ella no los había visto durante un largo tiempo, sabía
que luego de Irak los hermanos habían sido re destinados a un lugar cerca de
Afganistán.
- ¡Ey vosotros dos! – Dijo la ojiverde sonriendo sinceramente.
Charles no esperó y abrazó fuertemente a Lauren, el chico medía casi
10 centímetros más que ella, y su hermana Nataly también estaba casi cerca de los
1.70 de Lauren.
- Discúlpanos por no habernos comunicado contigo antes,
volvimos a Boston sólo hace unas semanas, no hemos tenido tiempo... - Dijo un poco
avergonzada la chica rubia.
- Descuidad, lo entiendo totalmente. Estoy segura que han
estado recuperando el tiempo con sus familias.
- ¿Puedes creer que Lucy ya va cumplir 3 años? – Sonó
emocionado Charles al hablar de su única hija. – A veces pienso que me he perdido
todo... Pero fue increíble verla reír cuando volví a casa.

- ¿Y tu hijo...? – Preguntó emocionada Nataly.


- Cameron... Le hemos llamado Cameron. – Sonrió con
nostalgia.
Los tres guardaron silencio mientras Nataly sonreía para Charles y
para la ojiverde.
- Cameron siempre bromeaba que así le podrías a tu hijo, no
estaba lejos de la verdad. – Dijo finalmente Nataly.
...
Se había quedado dormida sobre las sábanas aun con ropa luego de
haber terminado la llamada con Normani. Se levantó con el cuerpo pesado buscando
el pijama, era casi media noche y Lauren no había vuelto, ni tampoco se había
comunicado con algún mensaje. Camila volvió a sentirse triste, pero qué podía
esperar se preguntó a ella misma, debía comenzar a acostumbrarse a eso,
eventualmente, ellas llegarían al punto de no vivir juntas ni tener comunicación.
Camila recordó cómo cuando aún eran una adolescente la idea de vivir
junto a la ojiverde le hacía sonreír hasta dolerle las mejillas. Cuando Lauren se había
ido a formar con ejército la morena había entrado a la universidad ahí mismo en
Boston, y contaba con ansias los días que faltaban para volver a ver a su chica, la
cual siempre terminaba sorprendiéndole volviendo algunos días antes de la fecha
esperada.
Por la ventana pudo ver cómo Lauren aparcaba la camioneta afuera y
caminaba pesadamente por el antejardín hasta entrar. Apartó la mirada mientras
jugaba con el anillo de su dedo anular, y se sorprendió al querer saber todos los
detalles de aquella noche de reunión de las PN88.
Luego de unos minutos su esposa apareció en la habitación, tenía un
semblante confuso, incluso parecía más pálida de lo normal, pero no dijo nada
mientras comenzaba a quitarse el uniforme. Los ojos marrones se quedaron
detallando la acción, vio cómo las manos deshacían los botones de su camisa
perfectamente blanca y dejaban a su esposa en un sujetador del mismo color, bajó la
mirada y pudo detallar otra vez las cicatrices que tenía Lauren en la espalda.
- Me ha llamado Normani. – Dijo rompiendo el silencio de
aquella noche.
Lauren se giró rápidamente y frunció el ceño, pero continuó
quitándose los zapatos para quedar finalmente sólo en ropa interior.
- Lo sé, ha sido extraño... Ya sabes... No había hablado con ella
desde... Desde el funeral. – Habló con un tono suave Camila.
Su mujer apretó la mandíbula mientras terminaba de vestirse con el
pijama de seda color negro que hacía resaltar su piel nívea.
- ¿Cómo está? – Preguntó finalmente Lauren entrando en el lado
izquierdo de la cama.
- No lo sé, supongo que bien, le he contado que hemos llamado
a nuestro hijo Cameron.
Sintió ganas de aferrarse al cuerpo de su esposa... Hablar con
Normani había sacado muchos recuerdos a la luz, incluso, había vuelto a agradecer
que Lauren hubiera logrado volver a casa luego de lo ocurrido... Porque había vuelto,
pese a todas las circunstancias la ojiverde ahí estaba.
Pudo percibir cómo Lauren se encogía a su lado, parecía una niña
asustada en la oscuridad, sus ojos parecían estar hundidos y sus iris tenían un verde
más oscuro del normal.
- Les extraños mucho... a Cameron, a Normani... - Susurró
Lauren.
Pasaron unos segundos para que ella pudiera asimilar que su esposa
estaba llorando. Hacía meses que no veía las lágrimas de su mujer, sabía que Lauren
lloraba en la ducha, la ojiverde siempre salía con los ojos rojos pero daba como
excusa que el jabón le había entrado a los ojos, Camila sabía la verdad, le había oído
sollozar varias veces.

- Lo sé. – Respondió la arquitecta dejando una de sus manos en el hombro


derecho de su esposa.
Lauren se giró buscando sus brazos y ella no se los negó. La cabeza
de su esposa ahora estaba escondida entre su cuello y el hombro, podía sentir las
tibias lágrimas de Lauren caer a su cuerpo, se estremeció al escuchar cómo
comenzaba a llover levemente afuera, y ella misma sintió ganas de llorar.
- No podría imaginar que tú no hubieras vuelto. – Susurró la
morena con un poco de culpa.
Los brazos de su mujer se apretaron contra su cuerpo y el sofoco de
un sollozo de la ojiverde volvió a remecer su cuerpo. Ahí estaba aquella mujer de la
que se había enamorada, aferrándose a su cuerpo como si ella fuera el último
salvavidas en toda la inmensidad del océano.
- No me dejes por favor, no me dejes. – Rogó Lauren con un
tono áspero.
Se sintió abrumada por la situación. Lauren no estaba siendo justa,
estaban en un momento de debilidad para ambas. Camila sabía que su mujer había
estado recordando a su mejor amigo durante toda la noche, habría recordado lo
sucedido en Irak, y la llamada de Normani a ella le había devuelto todo los recuerdos
e incluso ésa culpa que sentía frente a la que había sido su mejor amiga durante
tantos años, las dos habían quedado asustadas cuando tanto Lauren como Cameron
habían sido llamados a combate, pero Camila tenía algo que Normani no logró tener...
Lauren había vuelto a su lado y Cameron no había vuelto.
...
El pequeño Cameron se sostenía de pie entre las rodillas de la ojiverde
intentando no caer al piso, él estaba extasiado con la nueva sensación, Lauren
entendió que dentro de las próximas semanas su hijo lograría caminar con un poco de
ayuda hasta finalmente caminar solo. Se emocionó al recordar lo indefenso que se
veía Cameron cuando aún estaba en la incubadora en el hospital, se sintió agradecida
de todos los pediatras, enfermeras, y otros que habían cuidado del pequeño durante
casi dos meses en la unidad de neonatología.
- Mírate gran hombre, ya con 11 meses. – Dijo sujetando la
espalda de su hijo para que éste no perdiera el equilibrio que había ganado.
Su esposa entró al salón arreglándose uno de los aros que llevaba
aquel día. Lauren observó con detalle la falda de tubo color café oscuro y el largo
abrigo color negro que llevaba Camila. Haciendo que ella misma volviera a revisar si
todos los botones de su traje estuvieran bien abrochados.
- Ya he llamado a mis padres para que dejemos a Cameron de
camino. – Dijo rápidamente Camila buscando su bolso.
Lauren hizo lo mismo pero con la mochila de forma de cohete espacial
de su hijo. La dejó en uno de sus hombros y luego comenzó a abrigar al pequeño
quien se negaba a colocar el gorro de lana que tenía forma de panda. Luego de
terminar la acción lo tomó en brazo y salió hasta la camioneta donde con paciencia
acomodó a Cameron en la silla de niño.
Cuando cerró la puerta del conductor de la camioneta dejó caer su
cabeza contra el respaldo del asiento, sus piernas temblaban y agradeció que Camila
estuviera con ella aquel día.
...
El ver a todos aquellos militares uniformados reunidos en el
cementerio hizo que la ansiedad atacara hasta sus más fuertes cimientos mentales.
Camila no podía dejar de recordar cómo hacía un año se encontraba en una situación
similar, para aquel entonces su embarazo llevaba 7 meses. Podía recordar el lugar
exacto donde Normani se encontraba llorando en silencio aferrando con fuerzas la
medalla de condecoración que la madre de Cameron le había entregado. Incluso
podía recordar el sonido de los disparos al cielo que los militares dieron para terminar
el funeral.
Miró con detalle a su esposa que se encontraba a su lado sólo a unos
centímetros, Lauren parecía perdida muy lejos de ahí, tenía los ojos rojos y enterraba
con fuerza sus zapatos contra el césped.
Se mordió los labios intentando no llorar al recordar cómo hacía un
año exacto Lauren no había estado en el cementerio, estaba segura que Lauren nunca
se perdonaría el no haber estado presente en el funeral de su mejor amigo.
Entrelazó su mano con la de ojiverde, en señal de que ambas debían
volver al presente. Lauren suspiró fuertemente. Camila volvió a sentirse agradecida
de que su esposa estuviera ahí físicamente.
- Vámonos por favor, ha sido suficiente. – Suplicó la voz de
Lauren.
- Vamos.
El silencio reinó cuando hicieron el camino de vuelta, sus ojos
marrones estaban concentrados en la autopista que se cubría con una leve lluvia, al
otro lado Lauren seguía perdida en sus recuerdos o pensamientos.
...
La imagen de su mejor amigo se apoderó de la pantalla de su
ordenador, el chico lucía su uniforme de entrenamiento junto a unas gafas de sol
oscuras. Él reía mientras Lauren le interpelaba tras la cámara.
- Mirad aquí el chico rudo de Jenkis. El soldado más astuto de
toda la U.S. Army.
Reconoció su propia risa tras sus palabras, y se encogió en el asiento,
la sonrisa de Cameron volvía a enfocarse en la pantalla.
- ¿Por qué estás haciendo éste vídeo? – Preguntó el soldado
intentando quitarle la cámara a su amiga.
- No siempre seremos jóvenes sabes, por ahora podrías admitir
lo buena amiga que soy.
Cameron negó con la cabeza mientras se arreglaba la mochila a su
espalda.
- Claro que lo eres, eres la mejor. – Dijo finalmente el chico.
- Aww, eres el soldado más rudo que conozco. – Le picó Lauren.
- Tú no te quedas atrás colega.
Una gran mano de su mejor amigo le quitó la cámara y la siguiente
escena que se enfocó fue a una sonriente Lauren con su uniforme de entrenamiento.
- Y aquí, Lauren Jauregui, la soldado más guapa del ejército. –
Se escuchó la voz seria de Cameron.
- Venga ya tío, déjalo. – Dijo Lauren riendo.
Sus ojos se agolparon de lágrimas al ver cómo Cameron intentaba
enfocar a ambos en la cámara, pudo detallar cómo su amigo con el otro brazo le
sujetaba por los hombros.
- Juntos de aquí a la eternidad Jauregui, de aquí a la eternidad.

El llanto hizo que una de sus manos temblorosas que pausara el vídeo.
Se sintió destruida al ver aquello, la voz de su mejor amigo era tan familiar, no podría
olvidarla nunca, y aquellas palabras se habían quedado marcadas en su alma con
fuego.

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Capítulo 8.

18 de Junio 2015, Irak.


Lauren amarró fuertemente los cordones de sus botas antes de salir
hacer la ronda de la noche junto a su mejor amigo. Luego de alejarse un poco del
campamento militar Cameron iba a su espalda cantando I don't want to miss a thing
de Aerosmith. La ojiverde sonrió con complicidad frente a la canción cliché. Aquella
noche un gélido frío se instalaba en aquellos escombros de lo que había sido una
ciudad en algún momento, había luna llena y agradeció que su chaleco antibalas y el
casco le dieran un poco de calor. A lo lejos quedaba el campamento donde los otros
soldados dormían.
- No quiero que nos alejemos mucho, pero creo que he oído algo
detrás de ése muro.
Cameron apuntó a lo que parecía haber sido una pared antes de haber
sido destruida, ambos se miraron mientras cargaban sus armas. Lauren por un
segundo pensó que debían hablar por la radio para pedir refuerzos pero su mejor
amigo captando el mensaje negó con la cabeza y le hizo un gesto con el dedo para
que guardara silencio, si es que había alguien ahí seguramente ya habría notado la
presencia de ambos soldados.
El sudor frío bajó por su nuca, Lauren había sido entrenada entre
tantas cosas para situaciones así, pero el factor de la noche siempre la ponía
nerviosa. Se intentó tranquilizar pensando que el ruido que provenía detrás del muro
podría ser un perro perdido entre las ruinas o un pequeño niño buscando abrigo, no
sería la primera vez que algo así sucedía frente a sus ojos.
Cameron saltó primero, y luego de dar un grito de atención Lauren
pudo sentir cómo la respiración de su amigo se tranquilizaba, al parecer no había
nadie. Ella le siguió con el salto y se juntó a su mejor amigo al otro lado.
La soldado apretó su arma contra su pecho inspeccionando el lugar a
espaldas de Cameron, el ruido había desaparecido, haciendo que ella misma bajara su
arma.
Lo que siguió fue una emboscada, Lauren vio cómo dos hombres
salían por el lado contrario disparando contra ellos, antes de que pudiera reaccionar
uno de ellos hirió a Cameron cerca del cuello con varios disparos. Sus manos
respondieron disparando contra el hombre que estaba más cerca de ella haciendo que
el tirador cayera abatido contra el piso, cuando en milésimas de segundos apuntó
contra el otro hombre sintió por la espalda que alguien le disparaba, los primeros
impactos le hicieron caer al suelo, todos habían dado en su costado izquierdo y el
dolor le hizo perder el conocimiento durante unos segundos.
Cuando volvió a recuperarse sintió el peor dolor de su vida, el chaleco
había detenido 4 balas pero otras 3 se habían insertado profundamente en su cuerpo,
la sangre salía a borbotones, pero con desesperación buscó la radio que tenía para
comunicarse. Con los ojos pudo percatarse que los hombres se habían ido.
- PN88... Nos han atacado... Jauregui y Jenkins, cambio. – Gritó
intentando mantener la calma mientras se revolcaba en el suelo.
- Jauregui, Jenkins, vamos en camino, hemos escuchado los
disparos.
Sus ojos buscaron con miedo a Cameron que yacía tendido en el suelo
a unos metros de ella. Se arrastró por el piso hasta llegar donde su amigo. El tiempo
se detuvo al ver el rostro pálido del soldado, su cuello estaba bañado en sangre, y él
no estaba respirando.
- ¡Cameron! ¡Cameron! – Gritó mientras sacudía el cuerpo del
soldado.
Las lágrimas caían sobre el rostro de su mejor amigo el cual no se
movió mientras ella se posicionaba para realizarle reanimación cardiopulmonar.
Estuvo así casi 5 minutos hasta que el propio cansancio y dolor le
hicieron dejarse caer sobre el cuerpo de su amigo. Se abrazó contra el soldado
llorando fuertemente de tristeza y dolor.

- ¡Despierta! – Gritó con el alma destrozada intentando mover a Cameron.


Su propio dolor físico le hizo lanzar un alarido al sentir cómo su
costado izquierdo ardía, sus manos sudaban frío y se preguntó si ella misma moriría
ahí.
Contra el pecho de su mejor amigo se prometió a ella misma no morir
aquella noche... La imagen de Camila apareció en su mente en cuestión de segundos
recordando el abultado vientre que tenía su esposa.
Gritó llorando contra la noche mientras intentaba ponerse de pie
buscando a los soldados que irían en su búsqueda.
- ¡Ayuda! – Fue el último grito que logró realizar.
Volvió a caer al suelo al lado del cuerpo de su mejor amigo. Escuchó
las botas de otros soldados chocando con los escombros cerca de ella y perdió el
conocimiento en segundos.
...
19 de Junio 2015, Boston – USA.
Camila se encontraba sola en casa aquel día, llevaba un pantalón de
chándal negro y una camisa de embarazada color crema. Su hijo había estado
especialmente inquieto en su vientre, Lauren solía decirle que sería un atleta como
ella, y que ganaría las carreras de alta velocidad para impresionar a las chicas o
chicos.
Lo que no esperó Camila fue ver aquellos dos militares en la puerta de
su casa luego de que ella abriera la puerta al sonar el timbre.
Se llevó una mano a su vientre sintiendo que el aire le faltaba.
- Sra. Cabello-Jauregui... Estamos aquí para informarle que su
esposa, la soldado Jauregui, ha sido herida en combate... Le han trasladado desde
Irak hasta Alemania y cuando su estado salga de la máxima gravedad será trasladada
hasta aquí.
Se perdió luego de "Herida en combate". Se imaginó lo peor, pero el
último indicio de su estabilidad mental había entendido que Lauren no estaba muerta.
- ¿Qué? ¿Alemania?... ¿Qué ha pasado? – Dijo limpiándose
confundida las lágrimas.
- Ayer la soldado Jauregui junto al soldado Jenkins fueron
heridos en una emboscada... Su esposa ha tenido que ser intervenida de urgencia en
Irak, pero debido a la gravedad ha sido trasladada en un avión ambulancia hasta
Alemania.
- ¿Y Cameron? – Preguntó abrumada la morena.
Ambos militares se miraron entre ellos para guardar silencio... Camila
lo entendió, conocía los códigos militares, su suegro había sido sargento en el
ejército, el hermano de Lauren se estaba formando como Marine, y el esposo de
Taylor, la hermana menor de Lauren, se había casado con un piloto de la U.S Air
Force. Lo entendió, el silencio incómodo y las miradas entre los soldados le hicieron
entender que Cameron no volvería.
- El soldado Jenkins murió en combate.
Lanzó un pequeño llanto al intentar asimilar todo. Lo único que quería
ahora era que Lauren volviera a Boston, ya cuando estuviera con ella preguntaría
todos los detalles.
- ¿Qué le ha pasado a mi esposa?
- Le han disparado 7 veces, pero sólo 3 balas pasaron el
chaleco... Ha perdido el riñón izquierdo y sigue en coma por haber perdido una gran
cantidad de sangre. Ya ha entrado a pabellón 2 veces.
...
21 de Junio 2015, Boston – USA.
Camila detalló el tubo del ventilador mecánico que salía por la boca de
su esposa, el silencio en la habitación se interrumpía por los sonidos de los monitores,
y ella seguía horrorizada al ver cómo los apósitos del costado izquierdo de Lauren
seguían manchados con sangre seca.

Lauren había llegado aquella misma mañana a Boston en un avión ambulancia del
ejército norteamericano. La soldado llevaba 3 días en coma, con una anemia aguda y
con 3 cirugías en el cuerpo.
- Cariño, no sabes las ganas que tengo de ver tus hermosos
ojos. – Susurró Camila contra el oído de su esposa.
Se sintió como una niña perdida en la habitación, Lauren estaba en la
Unidad de Cuidados Intensivos del Massachusetts General Hospital.
- Y nuestro hijo quiere escuchar tu voz. – Dijo acariciando con
una mano su vientre.
Pero Lauren no se movió ni abrió los ojos, haciendo que el miedo
volviera a caer a sus hombros. Los médicos le habían dicho que su esposa seguía
grave, había perdido mucha sangre antes de haber llegado al hospital de campaña en
Irak, y haber perdido un riñón había complicado las cosas. Sólo quedaba esperar que
la ojiverde volviera a respirar por su cuenta y despertara del coma.
...
23 de Junio 2015, Boston – USA.
Camila se aferraba con todas sus fuerzas al brazo de su padre aquella
mañana en la cual el cielo brillaba con exceso contraponiéndose a la cantidad de
gente vestida de negro durante el funeral del que había sido el mejor amigo de su
esposa y un gran amigo para ella misma.
Sintió cómo las lágrimas rodaban por su mejilla al recordar la amplia
sonrisa de Cameron, el chico era tan alto que siempre que le abrazaba él lograba
despegarle los pies del suelo sin problemas, recordaba con cariño aquellos días en
que ella había comenzado a conocer a Lauren y el pelinegro solía darle pequeñas
pistas de qué cosas le gustaban a la atleta. Incluso podía recordar cómo Cameron
había soltado un par de lágrimas cuando su mejor amiga le pidió ser el padrino de la
boda.
Se llevó una mano a su vientre, mientras sentía miedo por saber que
Lauren aún no salía del coma y su estado seguía siendo grave, el futuro seguía siendo
muy incierto, pero en el fondo Camila sabía que Lauren al despertar nunca volvería a
ser la misma persona, nunca volvería ser la chica de la cual se enamoró con sólo 17
años, no sería la chica con la que se había casado, ni sería la alegre muchacha que le
brillaban los ojos esmeralda. Lauren había sido herida físicamente, había vivido un
evento traumático y además había perdido a su mejor amigo de la vida.
- Hija, si crees que es mucho para ti podemos volver a casa. –
Murmuró su padre mirándola detenidamente.
- No... Yo... Quiero hablar con Normani, por favor, sólo
esperemos un poco más. – Dijo casi susurrando.
Así pasó casi media hora más en que la arquitecta pudo detallar toda
la ceremonia que hicieron los militares para la familia del soldado y Normani, la que
había sido novia de Cameron desde el instituto. Camila sintió que le faltaba el aire
cuando la madre de Cameron le entregaba una de las medallas de condecoración a
Normani y ésta se la llevaba al pecho. Podía lograr palpar el miedo que sentía ella
misma al imaginarse en el mismo lugar si es que Lauren no lograba salir del hospital.
Caminando lentamente con una de sus manos sobre su vientre se
dirigió hasta donde estaba Normani apartada del resto de la gente, el viento golpeaba
con fuerza y dejaba al descubierto el rostro de su amiga.
- Mani... - Murmuró mientras le abrazaba con un poco de
dificultad por su abultado vientre.
- Mila. – Saludó la más alta mientras se limpiaba las lágrimas.
- Yo... Normani, por favor, créeme cuando te digo que... Lo
siento tanto.
Normani no respondió, ni siquiera le devolvió la mirada, y quedaron en
silencio por varios minutos.
- ¿Sabes? Cameron estaba seguro de que él sería el padrino del
pequeño que tendrás con Lauren... Yo también lamento el estado de Lauren, no tengo
detalles, pero sé que sigue en coma.
El nudo en la garganta que tenía Camila volvió a acentuarse cuando
escuchó todo aquello mientras miraba con detalle a su amiga.
- Se llamará Cameron. – Sonrió levemente la arquitecta
llevando sus ojos a su vientre.
Normani soltó un pequeño ahogo mientras volvía a llorar intentando
ocultar su rostro entre sus manos.
- Tú has tenido suerte Mila, mucha... Dime que lucharás para
que Lauren pueda recuperarse, tienes que prometérmelo, por mí, por Cameron y por
tu hijo.
Camila miró sin entender a Normani, sin embargo sintió cómo una
gran responsabilidad caía sobre sus hombros. La realidad le había golpeado... Ella era
sólo una mujer de 24 años que se había casado y ahora estaba esperando el primer
hijo de su matrimonio, mientras su esposa, estaba en un estado crítico en el
hospital. Si Camila tuviera que volver a revivir aquel momento sólo podría describirlo
con una palabra: Miedo.
--
Capítulo 9.

27 de Junio 2015, Boston – USA.


- Cariño... Feliz cumpleaños mi amor. – Susurró la morena
acariciando la mano izquierda de su esposa.
Camila cerró los ojos volviendo a pedir a todo lo que podía existir que
Lauren abriera los ojos, cada día perdía más la esperanza, y cada noche se
recriminaba el ser tan débil para aguantar la situación. Lloraba al saber que su esposa
dependía de todas las máquinas, medicamentos y del personal médico que intentaba
mantenerle con vida y sacarla de su estado.
- Podríamos comprar ésa tarta de zanahoria que tanto te gusta.
– Rió a lo bajo.
Una sonrisa torpe se dibujó en su rostro al recordar todos los
cumpleaños de la ojiverde que habían celebrado juntas, en la casa de los Jauregui, en
la casa de los Cabello, luego en el pequeño piso en que habían vivido hasta antes de
casarse y el último que había sido el año pasado ya en la casa que tenían juntas.
- Por favor, déjame ver tus hermosos ojos.
Se llevó la mano izquierda de su esposa hacia sus labios y dejó tiernos
besos ahí mientras el sonido del respirador y el monitor hacían que se sintiera
mareada. Detalló cómo la piel de su esposa estaba fría y deshidratada, tenía unas
ojeras impresionantes y había perdido peso rápidamente.
Una enfermera entró a la sala para avisarle que su horario de visita
había terminado.
- Es su cumpleaños... Podría darme sólo 5 minutos más, ¿Por
favor? – Dijo tímidamente.
La mujer asintió en silencio y volvió a salir rápidamente.
- Tus padres y hermanos te envían muchos cariños y felicidades
por tu cumpleaños... Estaré con ellos lo que queda del día, Taylor está en la ciudad, y
Chris ayer consiguió llamar a tu madre. Estamos todos ansiosos de que despiertes.
Se acercó a la cama con cuidado y dejó un leve beso en los labios de
su esposa, pero no hubo respuesta.
- Por favor, despierta, te extrañamos, todos... Incluyendo el
pequeño Cameron que está ansioso de escuchar la voz de su mamá Lauren... Nos
vemos mañana mi amor. Te amo.
...
30 de Junio 2015, Boston – USA.
Aquella mañana se había sentido extraña. Se sentía agotada y
mareada, pero lo adjudicó a que llevaba días sin poder dormir, y por lo mismo decidió
que se quedaría en la casa de sus padres hasta que Lauren despertara o al menos
saliera del estado grave.
Entre sus manos tenía una de las sudaderas que su esposa usaba para
entrenar de la U.S Army con las letras negras impresas, ya no tenía el perfume de la
ojiverde, pero sentir la tela familiar entre sus dedos le calmaba de una forma
extraordinaria que la morena nunca imaginó.
Su madre estaba en el otro lado del salón tejiendo pequeños patucos
de lana en todos los colores posibles para el pequeño Cameron.
- Sofi me ha llamado, me ha preguntado si te gustaría que
viniera de visita ahora que tendrá unas semanas de vacaciones en la universidad. –
Mencionó su madre rompiendo el silencio.
Sus párpados se abrieron sorpresivamente. Su hermana menor, de 18
años, estaba en su primer año en la facultad de diseño en Nueva York, Camila solía
hablar bastante con ella hasta que Lauren se había ido a Irak, desde aquel día algo
había cambiado dentro de la arquitecta.
- No quiero que tenga problemas en la universidad mamá, de
verdad. – Dijo desanimada la morena.
Observó cómo su madre mantenía la calma para luego soltar un fuerte
suspiro y volver a trabajar con la lana.

Y de un momento a otro lo sintió, una presión alrededor de su vientre, una que vino
lentamente pero que luego se hizo rápidamente dolorosa y le hizo soltar un grito de
pánico y dolor.
- ¡Hija! ¿Qué pasa? – Su madre corrió hasta donde se
encontraba sentada en el sofá y la miró con pánico.
- Mamá... - Pero el dolor hizo que su mandíbula se apretara y no
la dejara hablar.
- Oh Dios mío... - Dijo su madre intentando esperar que la
morena hablara.
El dolor permaneció unos segundos más y se fue lentamente, Camila
logró volver a respirar sintiendo cómo el sudor frío perlaba su frente y la nuca.
- Mamá, creo que estoy teniendo contracciones. – Murmuró con
miedo.
Su mente hizo un cálculo mental rápidamente, ella aún sólo tenía 7
meses y 2 semanas de embarazo, lo que quería decir que lo normal no sería tener
contracciones en ése momento.
- Llévame al hospital, por favor, al mismo donde está Lauren. –
Dijo nerviosamente Camila con sus ojos invadidos de un miedo auténtico.
...
- Camila, necesito que nos ayudes, debes calmarte, créeme que
haremos todo lo posible para atrasar el parto, pero debes calmarte.
Sus párpados se cerraron con fuerza mientras con ambas manos
intentaba sujetar las solapas de la bata del ginecólogo que le estaba hablando, no
conocía al hombre, el ginecólogo que le hacía siempre los controles estaba de
vacaciones y no se encontraba en Boston.
Sus manos volvieron a soltar la bata del hombre cuando el dolor volvió
a ceder.
- Haremos todo para que esto salga bien Camila. Créeme.
Sus ojos cansados volvieron a leer el nombre en la bata, Dr. Brandon
Evans, Ginecología-Obstetricia, para luego volver a mirar la vía venosa que ahora
tenía en el dorso de su mano izquierda.
- Te estaremos monitorizando cada hora, no dudes llamar a la
enfermera si ocurre algo. Por ahora será normal que tengas algunas contracciones.
Vamos esperar hasta la noche para decidir qué hacer. – Dijo finalmente el médico.
Afirmó levemente con la cabeza en silencio mientras sentía sus piernas
adormecidas. El llanto comenzó un poco antes que su madre entrara a la habitación
luego de que el ginecólogo saliera.
- Hija, por favor, no llores. – Intentó calmarle Sinu.
Pero para la arquitecta fue imposible articular palabras. Todo su
cuerpo temblaba de miedo, sudaba frío y estaba segura que en cualquier momento el
dolor volvería y no se sentía preparada. Se había hecho la idea de que el parto
llegaría en un par de meses, no estaba preparada para algo tan abrupto e inesperado
como lo que estaba pasando.
- Necesito... Necesito que Lauren despierte. – Sollozó Camila
intentando abrazarse a su madre.
- Todo estará bien mi pequeña... - Su madre acarició su larga
melena.
Pero para Camila eso parecía ser lo más lejos de la realidad. Cerró los
párpados con fuerza recordando que su esposa estaba sólo dos plantas arriba que la
habitación donde ahora ella lloraba por lo tórpida que se estaba volviendo su vida.
...
El hombre miró con detalles la palidez del rostro de su hija, la chica
parecía tener el ceño fruncido y los médicos le habían mencionado que Lauren había
pasado una noche complicada. Lo único que esperaba Michael era que su hija mayor
despertara rápido del coma para poder mejorar un poco la situación.
Recordó el pánico en los ojos de su consuegro, Alejandro, cuando se
encontró con éste en la puerta de la habitación de Camila, el hombre le había dicho
con un tono serio "Tu hija debe despertar, Camila no lo puede soportar más".
- Lauren, hija, ¿Qué pasa? – Susurró cerca de su oído y Lauren
apretó más el ceño.
Michael elevó las cejas con sorpresa, ¿Lauren podía escucharlo? Su
primer instinto fue llamar a alguien pero el miedo de haberse imaginado aquello le
hizo mantenerse esperando en silencio.
La ojiverde volvió a mover las cejas mientras el monitor de signos
vitales comenzaba a sonar. El ex soldado se decidió y salió rápidamente de la
habitación llamando a un médico.
...
- ¿Qué ha pasado qué? – Dijo Camila intentando controlar un
sollozo.
- Al parecer Lauren está saliendo el coma, los médicos creen
que ya puede sentir estímulos externos, sin embargo no es seguro que despierte tan
rápido. – Habló Michael intentando mantener la calma.
- Necesito hablar con ella. – Ahogó las palabras la arquitecta.
- Hija ya sabes lo que dijo el médico, no puedes levantarte de la
cama. – Habló Alejandro.
- ¡Necesito verle! – Gritó levemente para luego ahogarse en
sollozos.
Michael miró preocupado a Alejandro, el cual sólo pudo contener a su
hija en brazos, Sinu discutía a lo bajo con Clara y el ex militar se acercó donde la
morena.
- ¿Qué tal si hablas con ella por móvil? Puedo volver allá y pedir
que me den 5 minutos, así ella podrá escuchar tu voz.
Los párpados de Camila se abrieron de forma sorpresiva y una
pequeña sonrisa tímida se dibujó en su rostro. Michael podría asegurar que no había
visto sonreír a su nuera desde que todos ellos habían recibido la noticia de que Lauren
volvía a Boston en un estado crítico.
- ¿Quieres intentarlo? – Dijo devolviéndole la sonrisa el hombre.
- Por favor... - Respondió Camila limpiándose las lágrimas de
una forma casi infantil.
...
Luego de quedarse sola en la habitación sostuvo en sus manos el
móvil hasta que una llamada entrante de Michael le devolvió la sonrisa. El hombre le
respondió y le avisó que en un momento dejaría el aparato cerca del oído izquierdo de
Lauren.
- Amor... ¿Crees que podrías despertar para venir a
ayudarme?... – Dijo intentando ocultar su ansiedad.
No hubo respuesta, pero en su mente rememoró todas aquellas
mañanas en que despertaba antes que Lauren, aquellas mañanas en que se quedaba
minutos detallando el rostro sereno de su esposa, la forma de su nariz, los labios
entreabiertos, los brazos que la rodeaban, las largas piernas de su esposa
entrelazadas con las de ella.
- ¿Sabes? Cameron está demasiado empeñado en conocerte
luego, al parecer le ha parecido una buena idea querer nacer tan pronto. – Habló para
luego detenerse y evitar el llanto.
Camila miró con desespero todas las vías y monitores que tenía
conectados en su cuerpo. Nunca le habían gustado los hospitales, y nunca había
imaginado encontrarse en una situación así, ni siquiera en la peor de sus pesadillas.
- ¿Podrías decirle que se calme? Seguro a ti te hace más caso
mi amor. – Murmuró.
La mano libre acarició su vientre, las lágrimas rápidamente rodaron al
recordar cómo Lauren le gustaba quedarse durante horas acariciándolo y dejando
pequeños besos mientras le hablaba al hijo que venía en camino, quería que eso
volviera, no quería estar sin Lauren si es que finalmente el parto prematuro tenía que
ser inevitable.
- Mi amor, por favor, despierta, te necesito... Te necesito
mucho. – Murmuró finalmente Camila.

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Capítulo 10.

01 de Julio 2015, 07.10 AM, Boston – USA


El llanto de Camila era desgarrador. Durante la noche habían vuelto
las contracciones en mayor frecuencia e intensidad, el Dr. Evans no lograba que la
arquitecta pudiera mantener la calma, y él mismo se negaba a darle más
medicamentos para sedarla, el hombre estaba seguro que dentro del día o el día
siguiente como máximo Cameron tendría que nacer.
- Camila, ¡Necesito que te calmes! – Le habló el médico
directamente a los ojos con un tono entre tierno y serio.
Pero la morena cerró los párpados golpeando los puños contra la cama
mientras una de las enfermeras intentaba que la vía venosa no se saliera de su lugar.

Sinu se había despertado aquella mañana con los gritos y llanto,


Camila había logrado dormir relativamente bien durante el inicio de la noche, pero
ahora parecía que el cuerpo de su hija ya no soportaba el dolor y la intranquilidad de
la arquitecta hacía más compleja la situación.
- ¿No puede darle más medicamento? – Habló en alto la madre
de la morena.
- No me parece lo más correcto, pero viendo cómo van las cosas
dejaré un poco de sedación.
Alejandro entró a la habitación mientras un enfermero le impedía el
paso, pero preocupado se acercó rápidamente hasta donde estaba su esposa.
- ¿Qué ha pasado? – Dijo el hombre con verdadero pánico.
- Han vuelto las contracciones. – Respondió el Dr. Evans.
- ¿Ahora qué se debe hacer?
- Debemos esperar y monitorizar, mientras menos se adelante
el parto será lo mejor.
...
Clara acariciaba con cariño cada facción del rostro de su hija mayor,
Lauren seguía respondiendo a sonidos y según los monitores y los exámenes su
estado iba mejorando. Pero la mujer temía que la ojiverde no lograra despertar antes
de que Camila entrara en trabajo de parto, y muy en el fondo, sabía que todo aquello
Lauren jamás se lo perdonaría a sí misma.
Cuando ella descubrió los sentimientos de su hija por Camila había
sido algo que le dejó sin palabras. Ningún padre esté preparado para ser padre,
aunque lo deseen con todas sus ganas, el amor no es todo lo que se necesita para
criar a alguien, los hijos son únicos, y a veces el amor incondicional se transforma en
una sobreprotección e incomprensión. Lauren había tenido miedo de decirle
directamente que a ella le gustaban las chicas, Clara había encontrado un par de
cartas que su hija había escrito para "La hermosa chica de ojos marrones" que luego
descubrió era Camila Cabello, una chica del instituto que solía llevar a casa para ver
películas y reír mientras intentaban jugar basketball en el jardín de la casa.
Respiró hondamente recordando cómo se dieron las cosas después, a
ella le había costado un par de meses comprender finalmente que a su hija le
gustaban las mujeres, y que en efecto, estaba enamorada de una, Camila, y a la vez
Camila le correspondía los sentimientos.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al rememorar lo tímida que había
sido la novia de su hija durante los primeros meses, Camila solía usar lazos en los
cabellos y ropa de diversos colores que contrastaban con la vestimenta de su hija,
pero con el tiempo la morena se había ganado su corazón. Nunca imaginó que años
después que Lauren y Camila se irían a vivir juntas para luego comprometerse y
casarse.
- Cariño, tu esposa te necesita. ¿Vale? – Murmuró dejando un
beso en una de las mejillas de Lauren.
...

Michael terminó su espresso mirando por la ventana de la cafetería del hospital.


Volvió a preguntarse si todo había sido su culpa. Aquella mañana al intentar entrar a
la habitación de su nuera el propio Alejandro Cabello le había dirigido una mirada de
dolor y rabia. Quería entenderlo, Lauren estaba dañando de forma indirecta a Camila,
sabía lo que era aquel amor y protección que se tiene con los hijos, en especial, tanto
Lauren como Camila eran las hijas mayores de ambas familias, podía entender a
Alejandro más de lo que se imaginaba.
El ex militar se pasó una mano por la barba al sentir lo incierto del
futuro, si su hija salía del coma tendría una larga y tediosa recuperación, por no
mencionar cómo estaría Lauren anímicamente y psicológicamente. Él mismo había
vivido el campo de combate, pero incluso en todos los años de su exitosa carrera él
nunca había llegado a ser herido de forma grave, había perdido camaradas, pero
nunca un mejor amigo como su hija lo había perdido.
Apretó los puños al tener que ocultar su tristeza por la situación.
Camila era casi una hija para él. En el día de la boda de ambas él mismo le había
mencionado a la ojiverde lo afortunada que había sido al encontrar a alguien como
Camila, un chica decidida, cariñosa, amable, perseverante y que amaba con locura
aquellos ojos esmeraldas.
Él no había impedido que Lauren se enlistara al ejército, su hija había
soñado con ello desde que él podía recordar. Lauren solía ponerse la gorra del ejército
que llevaba Jauregui a todas luces, Michael sonrió con ternura al recordar cómo su
hija saltaba a sus brazos siempre que él volvía de combate. "¡Papi has vuelto! Te
extrañaba un montón".
...
01 de Julio 2015, 14.50 PM, Boston – USA
- Papá por favor, deja que me lleven donde Lauren. – Suplicó
Camila haciendo el intento de levantarse de la cama.
- ¡Camila Cabello!... Me vas a escuchar... ¿Quieres acaso que
Cameron tenga problemas para nacer? ¿O acaso quieres tú misma ponerte en riesgo?
– Habló seriamente Alejandro.
Camila miró con miedo y tristeza a su padre, no recordaba hacía
cuántos años que su padre no le reprendía de aquel modo. Las lágrimas volvieron a
sus ojos ya perdiendo la noción de cuantas veces había llorado desde que estaba en
el hospital.
Su padre rodeó con sus fuertes brazos su cuerpo y ella misma apoyo
su cabeza contra el pecho de aquel hombre que había cuidado de ella durante toda su
vida.
- Lauren va despertar, tú sólo quédate tranquila, por mientras
todos cuidaremos de ti. – Murmuró su padre mientras acariciaba su espalda
haciéndole recordar su infancia.
La arquitecta aún se sorprendía al ver con cuanta naturalidad su padre
había aceptado su relación con Lauren. Aquel día que había llevado a cenar a su novia
por primera vez el hombre le había recibido con los brazos abiertos para luego darle
un discurso que duró horas y dejó asustada a su hermosa chica de ojos esmeralda.
Camila soltó un grito al sentir cómo un líquido caliente se escurría
entre sus piernas y soltándose de los brazos de su padre levantó las sabanas de la
cama para notar cómo todas las sabanas estaban mojadas, al menos no había nada
de sangre.
- Llamaré al médico. – Su padre reaccionó más rápido y salió
corriendo de la habitación.
...
01 de Julio 2015, 17.24 PM, Boston – USA
- Camila ha roto aguas, lo que quiere decir que hoy o mañana
tendremos que inducirle el parto. Es la única alternativa que tenemos, es lo más
seguro para ambos. No podemos esperar más. – Habló el ginecólogo.

Todos se miraron entre ellos, estaban fuera de la habitación de Camila donde ésta
intentaba dormir luego de todo lo que le había explicado el médico, se sentía agotada,
y mentalmente sabía que el trabajo de parto se aproximaba. Intentaba pensar que al
final del camino todo estaría bien ya que ella estaría con su bebé en brazos, pero la
imagen no era la que ella quería ya que en ella faltaba Lauren.
- Sé que la esposa de Camila se encuentra en Cuidados
Intensivos, por lo cual necesito que uno de ustedes entre con ella a pabellón para el
parto, lo dejo en vuestras manos.
Evans miró por última vez al grupo de personas reunidas y luego de
un gesto con la cabeza se fue por el pasillo en dirección contraria.
- Yo entraré. – Resonó la voz con seguridad de Alejandro.
Sinu miró con asombro a su esposo pero luego le dedicó una sonrisa,
ella misma estaba casi desmayándose de los nervios, estaba segura que no podría
mantener la calma dentro del quirófano, claramente Alejandro sería el mejor apoyo
para su hija.
- Por ahora deberíamos intentar comer algo mientras esperamos
que preparen a Camila para ir a quirófano. – Habló Michael con tranquilidad.
...
01 de Julio 2015, 22.49 PM, Boston – USA
- Necesito hablar con Lauren. – Suplicó Camila mirando
directamente a los ojos de su suegra.
- Sé que lo deseas querida, pero en éste horario sería imposible
que Michael pueda entrar y hacer una llamada. – Murmuró Clara acariciando una de
las manos de la arquitecta.
Camila se llevó la otra mano al rostro para tallarse los cansados ojos
que le ardían de tanto llorar.
- Por favor. – Volvió a suplicar.
La arquitecta detalló cómo Clara salía de la habitación dejando la
puerta abierta y logró ver cómo Michael le saludaba desde afuera, su suegro le regaló
una tierna sonrisa y luego volvió su atención a Clara quien al parecer le explicaba lo
que ella estaba suplicando. El hombre se despidió con un guiño y desapareció por el
pasillo.
- Dice que lo intentará, creo que ya todo el hospital está al
tanto. – Le sonrió tiernamente su suegra.
Afirmó en silencio buscando su móvil que estaba en la mesita y antes
de desbloquear la pantalla detalló la foto que tenía, en ella salían Lauren y ella
abrazadas riendo. Su corazón se aceleró en lo que pareció unos segundos eternos
mientras volvió pedir a todo lo que existía que dejaran a Michael entrar a Cuidados
Intensivos.
La llamada no se hizo esperar más, y Camila suspiró casi riendo
nerviosamente al atender.
- Te dejaré que hables con ella. – Murmuró Michael al otro lado
de la línea.
Camila pudo escuchar el sonido del ventilador cuando su suegro dejó
el móvil cerca del oído de su esposa.
- Mi amor, por favor, necesito que despiertes... Cameron quiere
nacer ahora... He roto aguas... Creo que ya no podemos devolvernos... - Habló
torpemente y rápido.
Respiró volviendo a ordenar sus ideas.
- ¿Puedes simplemente despertar? ¿Por mí?... ¿Vivir por mí?
¿Por nuestro hijo? – Rompió en un llanto incontrolable para luego cortar la llamada.
Camila se sintió furiosa y destrozada frente a la situación, todo había
pasado tan rápido, todo había sido culpa de aquella llamada en abril, aquella llamada
que había apartado a su mujer de su lado. El monitor comenzó a sonar y Clara entró
asustada a la habitación.
- ¿Camila? – Preguntó asustada.
La morena apretó los parpados al sentir cómo una contracción volvía a
iniciarse.
...
02 de Julio 2015, 01.22 AM, Boston – USA
Camila sintió sus piernas adormecerse luego de que el anestesista le
pusiera la epidural, miró con detalle las paredes verdes del pabellón y sus ojos
marrones luego fueron a parar a la tierna sonrisa que le regala su padre.
- Prometo no desmayarme. – Murmuró Alejandro tras la
mascarilla quirúrgica.
La chica le devolvió una sonrisa nerviosa mientras veía cómo las
matronas le ayudaban a tenderse y quedar con las piernas abiertas.
- Bueno Camila, antes de que te lo imagines tendrás a tu bebé
en tus brazos. – Le sonrió Evans entrando al pabellón mientras se ajustaba los
guantes.
El parto estaba siendo más largo y tedioso de lo que la morena se
había imaginado y durante unos segundos dejó su cabeza caer sobre la camilla
soltando la mano de su padre.
- No puedo, no puedo de verdad. – Dijo desesperada Camila.
- Claro que puedes, vamos, vas excelente, ya casi lo tienes. –
Le animó el ginecólogo.
- Papá, por favor... Ya no puedo. – Miró con pánico a su padre.
- Hija, sólo un poco más y tendrás a tu pequeño... Eres una
mujer fuerte y valiente, lo sé.
Afirmó con la cabeza en silencio mientras unas lágrimas corrían por su
rostro, no era así como se había imaginado el parto, contuvo un sollozo recordando a
Lauren, se sentía tan pérdida sin ella.
- Camila, tu hijo necesita que seas una mujer fuerte y valiente,
ahora mismo, justo ahora. – Le recordó su padre al oído.
El Dr. Evans le hizo una señal y Camila concentró todas sus fuerzas
para terminar el parto.
- Ya ha nacido, ¡Felicitaciones mamá! – Habló fuertemente el
ginecólogo.
Aun sin pocas fuerzas Camila agudizó sus sentidos esperando el llanto
del pequeño. Pero sólo pudo observar la cara seria de Evans y su padre.
- ¿Por qué no llora? – Preguntó inquieta la morena.
- Camila tranquila, Cameron viene con un poco de dificultad
respiratoria pero lo solucionaremos ahora mismo.
Se removió en su lugar intentando mirar en dirección del ginecólogo
pero su padre se lo impidió junto a otra matrona.
- ABC y estimulación. – Habló Evans con otra matrona.
La morena no pudo ver nada, sólo sintió cómo Evans cortaba el cordón
y luego se llevaba rápidamente al bebé a una pequeña cunita radiante donde le secó
y luego lo envolvió en paños tibios.
- APGAR 4 al minuto, necesito intubar, surfactante, vía venosa,
radiografía de tórax y una gasometría del cordón umbilical.
Y eso fue lo último que escuchó Camila antes de desmayarse.
...
- Se llama síndrome de distress respiratorio, Cameron lo ha
tenido debido a lo prematuro que es y además que al parecer ha tenido un poco de
asfixia neonatal. Por el momento debemos esperar, pero la unidad de cuidados
intensivos de neonatología se encargará de él... Sé que no esperabais que el parto
saliera así, pero todos nuestros esfuerzos están en mejorar al pequeño. – Explicó el
ginecólogo.
Todos guardaron silencio mirándose asustados entre ellos, Alejandro
que había estado durante lo sucedido recordaba con terror cuando su hija se había
desmayado debido a una baja de presión que luego se solucionó rápidamente pero
que había despertado a una destrozada Camila que buscaba su hijo que ya se lo
habían llevado a la unidad de cuidados intensivos en neonatología.
- ¿Camila aún no puede estar con él? – Preguntó destrozada
Sinu.
- No, Cameron necesitó ser intubado, está con medicamentos
intravenosos y por el momento estable, esperaremos las siguientes horas para que
Camila pueda verle.
Michael se llevó las manos al rostro para ocultárselo y sin más
comenzó a llorar.

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Capítulo 11.

26 de Junio 2016, 16.37 pm, Boston – USA.


Lauren se sintió nerviosa entre todo el tránsito de personas que
caminaban aquella mañana en el Aeropuerto Internacional de Logan en Boston. Miró
su reloj en su muñeca izquierda y se rascó una ceja en señal de nerviosismo, se
suponía que el avión donde venía su hermano Chris ya habría llegado.
- ¡Ey tú! – Le sorprendió el chico por las espaldas.
La ojiverde rió con ganas al sentir cómo su hermano le envolvía en sus
brazos, Chris era algo así como 5 centímetros más alto que ella y el joven tenía un
estado físico envidiable, Lauren imaginó que la cantidad de entrenamiento físico en
los Marine podía superar con creces el entrenamiento que los soldados recibían en la
U.S. Army.
- Dios que alegría verte Chris. – Suspiró fuertemente luego de
desarmar el abrazo.
- A mí también me alegra verte, fueron unos largos meses lejos
de casa. – Sonrió Chris.
Afirmó devolviéndole una sonrisa a su hermano para luego darle un
par de palmadas en la espalda, seguía siendo su hermano pequeño, por la mente de
Lauren corrieron recuerdos de tardes eternas de juegos y risas.
- Venga, todos están esperando en casa. – Dijo Lauren.
Durante el camino Chris le contó algunos detalles de cómo iba su
formación, Lauren sonrió para sí al ver tan feliz a su hermano y se recordó a ella
misma durante sus años en la infantería. Chris llevaba el cabello casi al rape y el
uniforme que lo distinguía.
Cuando se bajaron de la camioneta la ex soldado se sintió feliz de ver
cómo la casa donde había vivido la mayoría de su vida hasta irse con el ejército tenía
las luces encendidas dando una bonita bienvenida al Marine.
...
Camila miraba con ternura cómo Cameron jugaba con Chris en el sofá
de la habitación de estar para luego escuchar las risas de Lauren con Michael. A
Camila siempre le había gustado estar en la casa de los Jauregui, le gustaba el
ambiente familiar, le gustaba oír siempre a Chris riendo por algún lugar, o escuchar a
Taylor pelear riendo con sus hermanos. Le gustaba cuando Michael le regalaba
amplias sonrisas y la agradable confianza que tenía con Clara.
- Camila, ¿Puedes quedarte con Cameron? Necesito hablar con
Lauren. – Le dijo Chris mientras se alejaba para salir por la puerta frente a una
sorprendida Lauren.
- Bueno. – Murmuró en respuesta para acercarse un poco donde
el pequeño.
Michael se sentó junto a Camila para mirar detenidamente a Cameron
el cual jugaba absorto con unos pequeños dinosaurios de colores.
- Me alegra verte por aquí Camila. – Le sonrió Michael.
La arquitecta afirmó en silencio pestañeando nerviosamente, estaba
segura que Lauren ya le habría contado a su padre sobe el divorcio, su esposa tenía
un especial vínculo con el ex militar y se sintió un poco triste y avergonzada de que
Michael le hubiera dicho que estaba feliz de verle.
- Yo también Michael. – Susurró la morena mientras jugaba con
la única pulsera que llevaba en la muñeca izquierda.
Se excusó para ir al baño dejando a su hijo con Michael. Mientras sus
pies iban por el pasillo no pudo evitar escuchar cómo la voz de Chris resonaba tras el
marco de la puerta de la cocina donde estaba con Lauren. Camila se sintió mal de
descubrirse a sí misma acercándose al lugar intentando no ser vista, la curiosidad
había sido mayor.

- Dime que no es verdad. – Habló con tono serio Chris cruzándose los brazos al
pecho.
- ¿Te lo ha dicho papá? – Preguntó ofuscada la ojiverde.
- Claro que me lo ha dicho... Aunque tuve que llegar aquí para
enterarme, ¿Por qué no me lo habías dicho? - Dijo enfadado el Marine.
- Joder Chris con suerte logras llamar a nuestros padres de vez
en cuando, no iba a decirte algo así mientras estabas en tus entrenamientos.
Frunció el ceño frente a las palabras de su esposa y se miró
nerviosamente las manos con miedo de ser descubierta. La morena se hacía una idea
de lo que ambos hermanos estaban hablando pero aun así sus pies no se alejaron del
lugar para continuar oyendo la conversación.
- Te desconozco... Mi hermana nunca fue una cobarde. –
Recalcó la última palabra.
- Tú no lo entiendes. – Espetó Lauren.
- ¿No? ... ¿El qué? ... ¿Qué te has rendido? – Provocó.
- Claro que no es eso... Tú no lo entenderías, tú no sabes todo
lo que pasó Camila desde que tuve que volver de Irak... No tengo soluciones... Y mi
propia esposa no es capaz de mirarme directamente a los ojos sin volver a recordar
todo...
Sus pies se removieron nerviosos en el lugar, no sabía si estaba
preparada para oír aquellas palabras de la boca de su esposa. Lauren ya le había
pedido perdón en reiteradas ocasiones, la ojiverde había sido paciente, cordial y
benevolente en muchas de las peleas que ya habían tenido, sólo luego de pedirle el
divorcio la ex soldado había comenzado a demostrar su rabia frente a la situación.
- Oh no me vengas con éso... Tú y Camila no os habéis
separado en 7 años por ningún motivo, estoy seguro que hay más soluciones para lo
de ahora. – Reiteró Chris.
- ¿Sí?... Pues venga, dime unas cuantas, porque ahora mismo
yo no las veo... - Espetó Lauren.
- Aquí la única que está errando eres tú Lauren, joder... Abre los
ojos, Camila ha aguantado todo y aun así se ha quedado contigo ¿No?
- Pues ha sido ella la que me ha pedido el divorcio.
- Cobarde. – Recalcó Chris.
- Cállate. – Respondió con enfado la ojiverde.
- Qué diría Cameron de ti ahora, estaría avergonzado de que su
mejor amiga dejara ir a la mujer de su vida... Eres una cobarde Lauren.
- ¡Oh que te calles! – Gritó la hermana mayor.
Los golpes entre los hermanos se escucharon como bruscos sonidos
saliendo por la cocina, Camila se asomó por el marco de la puerta para observar
cómo uno de los puños de Lauren golpeaban la mandíbula de su hermano el cual
luego la tomó en brazos y la dejó caer al suelo para él mismo rodar sobre la mayor de
los Jauregui.
- ¡Parad! ¡Parad! ¡Chris! ¡Lauren! – Gritó asustada la arquitecta.
...
- Deja de mirarme así, por favor. – Pidió Lauren mientras
apretaba con fuerza la bolsa de hielo contra uno de los hematomas que tenía en el
rostro.
- No me lo puedo creer Lauren. – Dijo enfadada Camila
caminando con los brazos cruzados a lo largo de la cocina de la casa de ambas.
La ojiverde apartó el rostro avergonzada mientras movía
nerviosamente su pie izquierdo, aun podía recordar cómo Chris le había mirado con
recelo cuando ella, su esposa y su pequeño hijo salían de la casa de sus padres.

- Llevas meses esperando ver a Chris y luego te lías a trompazos con él... Que
sois hermanos. – Reiteró la arquitecta.
Se acercó hasta donde estaba su esposa para detallar cómo los rasgos
estaban tensos y los ojos marrones le miraban con decepción.
- Sé que has oído toda la conversación Camila... Te conozco
más de lo que siempre has imaginado. – Susurró con un tono casi nostálgico mirando
con los parpados un poco entrecerrados.
Lauren pudo percibir cómo los ojos marrones rompían el contacto
visual para luego hacer que Camila retrocediera un par de pasos.
- ¿Tú también lo crees? – Preguntó una abatida Lauren.
- ¿El qué? – Dijo confundida Camila.
- Que soy una cobarde... Por dejarte ir... Por no tener soluciones
para evitar que nos divorciemos.
Intentó contar mentalmente cuántos segundos demoraba su esposa en
responder, pero la cuenta mental se acabó cuando Camila le dio la espalda.
- Camila... - Rogó su voz en un tono áspero.
- Lauren no... Por favor... Si hay algo que tú nunca serás es ser
cobarde. – Respondió la morena dejando escapar un fuerte suspiro. – Entiendo que te
desesperaran las palabras de tu hermano, entiendo que estés desesperada por no
encontrar una solución... Pero es que no se le puede encontrar una solución a algo
que no lo tiene.
Su respiración se cortó luego de aquellas palabras que la boca de su
esposa había pronunciado de un modo tan tranquilo que una gran presión se apoderó
de su pecho.
- Eres tú quien ha decido que no tenemos más opciones. –
Habló enfadada la ojiverde.
- Lauren... No comencemos, no quiero pelear hoy... Es tarde...
Me voy a la cama. – Se giró Camila dando por terminada la conversación.
La ex soldado tiró con fuerza la bolsa de hielo contra el fregadero
haciendo un gran ruido que resonó en toda la cocina, rápidamente se arrepintió al
imaginar que Cameron podría haber despertado por el sonido, pero el silencio se
mantuvo en la casa.
Su esposa tenía razón, ella estaba desesperada por no encontrar una
solución que evitara el divorcio que tanto deseaba Camila, estaba desesperada
porque la mujer que amaba estaba a punto de abandonar su vida.
...
Bajo el agua caliente esperaba que cada uno de sus músculos se
relajara luego del agitado día. Se aclaró el cabello dejando caer la espuma del
shampoo mientras cerraba con fuerza los parpados. Un suspiro escapó de su boca
cuando sintió la puerta del baño abrirse, sólo podía ser Lauren. No le puso
importancia imaginando que su esposa quería lavarse los dientes. Lo que no esperó
fue que tras el vahó pudo percibir cómo Lauren se quitaba la ropa. Se puso nerviosa
intentando terminar rápidamente la ducha y así evitar encontrarse en la ducha con la
ojiverde.
- Lauren dame dos minutos y salgo. – Habló rápidamente la
arquitecta.
No hubo respuesta, y sin previo aviso Lauren abrió la puerta de vidrio
de la ducha y entró para hacerle compañía.
- Te dije que salía en dos minutos. – Volvió a reiterar Camila.
- Déjalo. – Murmuró Lauren.
Sintió que la ojiverde le abrazaba por la espalda, dejando toda su
espalda pegada al abdomen y senos de su esposa. Un suspiro volvió a escapar de sus
labios entreabiertos.
- Te extraño. – Susurró Lauren mientras besaba sus hombros y
cuello.
Cerró los parpados con fuerzas al sentir sus piernas temblar, Lauren
besaba con devoción su cuerpo y le apretaba con suavidad y delicadeza contra su
agitado abdomen.

- Lauren, no... - Intentó girarse para quedar rostro con rostro.


- No... - Murmuró la ojiverde.
Las manos de su mujer subieron hasta atrapar cada uno de sus senos.
Lauren jugó con sus pezones que ya estaban erectos por el simple efecto del abrazo,
el agua y los besos.
- Gírate. – Ordenó Lauren.
Su cuerpo respondió más rápido que cualquier pensamiento y se giró
quedando frente a frente con su esposa.
No hubo más palabras, Camila sintió cómo su boca se veía invadida
por los labios de su mujer, la lengua de Lauren fue impaciente y profundizó
rápidamente el beso el cual se volvió impaciente, apasionado y lleno de lujuria
- Eres hermosa, tan hermosa. – Logró decir la ojiverde entre
besos cuando necesitaban respirar.
Las manos de la arquitectura se aferraron a los hombros de la ojiverde
que en ésos momentos besaba con detenido interés el cuello de Camila. El sonido del
agua cayendo se mezcló con la cantidad de gemidos que dejaba escapar la arquitecta
y los que Lauren sofocaba contra la piel de su esposa.
- Tan hermosa. – Volvió a repetir Lauren cuando comenzó a
besar los senos de la morena.
Jadeó al sentir la lengua de la ojiverde jugando con sus pezones, tuvo
que buscar un equilibrio al sentir que las piernas le fallaban por lo cual se dejó apoyar
contra una de las paredes de la ducha para luego llevar a Lauren contra su cuerpo.
Quiso hablar pero nada pudo pensar, lo único que podía sentir era
cómo Lauren comenzaba a acomodar su cadera contra la de ella.
Una de las manos de la ex soldado abandonó sus senos y acarició
tiernamente su abdomen hasta llegar al destino que ambas deseaban.
Partiendo de ahí Lauren tomó velocidad con sus acciones, Camila
estaba húmeda en su centro y sin más preámbulos la ojiverde le penetró con dos
dedos dejando escapar un sonoro gemido de la arquitecta. Lauren aumentó la
velocidad mientras ella misma comenzaba a gemir al sentir el cuerpo de su mujer
temblar contra la pared.
- Lauren... - Gimió Camila.
- Mi amor. – Respondió Lauren sofocando un gemido contra el
cuello de la arquitecta.
Camila notó que pronto llegaría al orgasmo por lo cual se dejó llevar
por la inercia de la situación, rodeó con fuerza los hombros de Lauren y mordió uno
de ellos al sentir las caderas de su mujer contra las suyas y los dedos aun
penetrándola.
- Mi amor, mi amor. – Murmuró repetidamente Lauren al sentir
que su esposa llegaba al orgasmo.
Un fuerte gemido escapó finalmente de los labios de la arquitecta.
Camila dejó apoyado su cuerpo con fuerza contra el de Lauren mientras el agua de la
ducha aún corría sobre sus cuerpos.
Ambas se quedaron abrazadas en silencio durante unos segundos más
hasta que Camila pudo notar las lágrimas caer por sus mejillas. Esperó que su esposa
no las notara y las confundiera con el agua de la ducha. Aguardó unos segunods más
y luego se separó de los brazos de la ojiverde para salir de la ducha buscando
rápidamente una toalla.
...
A la mañana siguiente unas pequeñas manos se posaron en su rostro
golpeando levemente, sus oídos rápidamente pudieron detectar los sonidos graciosos
que salían de la boca de su hijo. Abrió los parpados y vio a Cameron junto a ella en la
cama, el pequeño seguía con su pijama color verde que tenía unos divertidos dibujos
de cocodrilos. Sonrió ampliamente al percibir cómo Camila entraba a la habitación con
una bandeja donde traía el desayuno para ambas y el biberón del pequeño.
- Hola mi vida. – Susurró Lauren besando reiteradamente el
rostro de Cameron.
El ojiverde aplaudió con las manos para luego comenzar a removerse
al lado de Lauren viendo cómo Camila dejaba ambas tazas de café en la mesita de
noche de su lado.
- Feliz cumpleaños Lauren. – Le sonrió su esposa.
El corazón de la ojiverde golpeó con fuerza en su pecho, sus ojos se
agolparon de lágrimas por la indescriptible alegría que sentía en ésos momentos, no
era la alegría de cumplir un año más, o la alegría de la sencillez del desayuno a la
cama... Era la alegría de sentir a Camila cerca en su corazón y tener al hijo de ambas
riendo ahí mismo. La arquitecta le pasó rápidamente una taza de café y un par de
tostadas con mermelada de frambuesa, su favorita.
- Gracias... De verdad. – Murmuró casi de forma tímida la
ojiverde.
Lauren pudo ver la sonrisa sincera de Camila tras la taza de color rojo
que su esposa mantenía entre las manos.
- Se me hace increíble haberte conocido con 18 y que ahora
tengas 26. – Habló Camila antes de dar un sorbo a su taza.
- Lo es. – Devolvió la sonrisa.
Cameron intentó quitarle una tostada de las manos mientras se
sacaba el biberón de la boca.
- Lo único que podría pedir hoy ya lo tengo. – Murmuró Lauren
acariciando la cabeza de su hijo y mirando con ternura a su esposa.
Siguieron el desayuno hablando sobre cosas sencillas. Lauren sonrió
ampliamente cuando su esposa le dijo que al salir del trabajo pasaría por la tarta de
zanahoria para luego ir a la casa de los Jauregui donde la ex soldado estaría
esperándole junto a su hijo y familia.
- Te quiero. – Fue lo último que le dijo Camila cuando se
abrazaron en la puerta de la casa.
- Te quiero. – Murmuró Lauren dejando escapar una gran
sonrisa al percibir el olor del shampoo de su esposa.

Los ojos esmeraldas siguieron con atención a la arquitecta que se


subió en la camioneta para luego salir del lugar. Se giró para cerrar la puerta para
encontrar cómo Cameron se apoyaba contra una pared con ambas manos para
mantener el equilibrio. Rápidamente sacó su móvil y retrató el momento. La ex
soldado por un momento se sintió abrumada de cómo su hijo crecía tan rápido y le
regala momentos inolvidables, ella misma se había cuestionado del cómo sería el día
de su cumpleaños. Toda la situación del divorcio había convertido sus días en una
gran variedad de tonalidades grises que se contraponían a aquellos pequeños
momentos que tanto su hijo como la mujer que amaba le regalaban... Dejaría que la
tormenta se mantuviera tranquila al menos por un día.

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Gracias a todos por leer! :)
Capítulo 12.

- Adelante. – Resonó la voz de Camila en la oficina luego de que


alguien llamara a la puerta.
- Ey chica. – Saludó Dinah entrando con una bolsa de compra
colgada en el antebrazo derecho.
- Buenos días Dinah. – Respondió sonriendo.
- Veo que estás de buenos ánimos. – Apuntó con un dedo la
chica curvilínea.
La arquitecta sonrió nuevamente mientras de reojo miraba las fotos
enmarcadas en su escritorio, por algún motivo, el cual no quería admitir a sí misma,
Camila había decidido darse una tregua aquel día. Quería simplemente tener como
excusa que era el cumpleaños de su esposa, no quería peleas, no quería
remordimientos, no quería estar enfadada, y no quería estar melancólica
rememorando tiempos pasados. Hoy sólo quería que fuera un día como debía ser.
- He traído un regalo para Lauren, dime que se lo pasarás. –
Sonrió la más alta dejando la bolsa sobre el escritorio.
Elevó sus cejas detallando a su amiga para luego afirmar en silencio,
tuvo curiosidad de preguntar de qué se trataba pero se mostró escéptica frente a
cómo se lo podía tomar Dinah.
- Es una camiseta de los Boston Celtics 2016. – Sonrió
ampliamente Dinah. – Con el gran detalle que en el dorsal lleva Jauregui con el
número 96.
- Oh por Dios, Dinah, Lauren va enloquecer. – Rió levemente la
morena imaginando la reacción de su esposa.
Dinah dudó si hablar más, pero el silencio se volvió incómodo.
- ¿Cómo vais con los papeles de... -
- Dinah, hoy no. – Interrumpió Camila.
La chica más alta entrecerró un poco los parpados para luego tomar
asiento frente al escritorio de su amiga.
Dinah había conocido a Camila cuando ésta llegó a la firma de
arquitectos hacía casi 3 años atrás, la recién egresada de la Universidad de Boston
había llegado para hacer una pasantía la empresa, pero luego de mostrar su
habilidades, especialmente con el trazado de edificios comerciales, la firma había
decidido dejar a Cabello como una arquitecta fija de la empresa. Dinah no era
arquitecta, ella era una de las ingenieras comerciales que trabajaba en la firma y
había comenzado su amistad con la arquitecta cuando ésta le había invitado un café
para una pequeña reunión sobre presupuestos. Sí, Dinah Janeh Hansen podría haber
dicho que odiaba aquellas reuniones, pero Camila le había dado un nuevo aire a
aquellas rutinarias tareas de oficina.
- ¿Te acuerdas cuando mi vestido se arruinó por la estúpida
lluvia en tu boda? – Rió levemente Dinah.
- Creía que querías sacarle los ojos a alguien buscando un
culpable. – Recordó Camila.
Una carcajada salió inesperada de los labios de la arquitecta dejando a
Dinah un poco desconcertada, pero luego de unos segundos la ingeniera también
comenzó a reír de buena manera, las risas se prolongaron algunos segundos más sin
que ninguna supiera realmente cuál era la razón. Sin embargo de un momento a otro
Camila comenzó a sollozar fuertemente cortando de sopetón la risa de Dinah. La
arquitecta se cubrió el rostro con ambas manos para sofocar el llanto y su amiga se
acercó al lugar para rodearla con sus brazos.
- Voy a perder lo más hermoso que he tenido en mi vida. – Dijo
Camila entre lágrimas.
...
Una mano se apoyó en su hombro haciendo girar sus pies. Su
hermano le regaló una pequeña sonrisa para luego ambos reconfortarse en un abrazo
que duró varios segundos.

- Perdóname... Nunca debí decirte aquellas cosas. – Habló Chris.


Lauren sonrió en silencio intentando evitar que las lágrimas rodaran
por sus mejillas. Había extrañado mucho al futuro Marine.
- Feliz cumpleaños hermanita. – Le sonrió el chico.
- Gracias enano. – Murmuró la ojiverde.
Respiró fuertemente para evitar el llanto y se apoyó en el hombro de
su hermano.
- Me he equivocado... La verdad es que has sido muy valiente
soportando todo lo que pasó. – Dijo sinceramente Chris.
Sus ojos esmeralda detallaron los de su hermano que tenían un verde
más oscuro, una de sus manos se apoyó en el milimétrico cabello que tenía Chris.
- Yo también estoy orgullosa de ti. – Murmuró Lauren.
Chris caminó hasta dejarse caer en la cama de la antigua habitación
de su hermana, seguía tal como Lauren la había dejado antes unirse al ejército. La ex
soldado tenía una extraña sensación de sentirse entre abrumada y delicadamente
acogida entre aquellas paredes.
- Se me hará muy extraño no verte más junto a Camila. – Dijo
Chris mientras observaba a su hermana.
La ex soldado hizo una mueca sentándose al borde de la cama con un
pequeño cuaderno entre las manos. Chris pudo identificar aquel cuaderno que Camila
le había regalado a Lauren para el primer cumpleaños en que la ojiverde había
pasado lejos de casa entrenándose con el ejército. En él había una cantidad
innumerable cartas que Camila le había escrito el primer año en que Lauren estuvo en
la infantería.
- Pensé que lo teníais en vuestra casa. – Habló con un tono
curioso el chico.
- Y yo... No recordaba que lo había dejado aquí. – Dijo con un
poco de nostalgia.
Su hermano se acomodó y se sentó al lado de ella en el borde de la
cama.
- ¿Y qué planeas? ¿Volverás a la U.S. Army? – Preguntó con real
interés.
- No lo sé... Sólo ha pasado un año de todo, sigo de baja por
todo el tema de la terapia y que aún no puedo hacer toda la actividad física que
quisiera. – Habló sinceramente la ojiverde.
- Ya... Pero un año es bastante... ¿O estás pensando en dejar el
ejército?
El silencio se volvió incómodo y Lauren podía sentir los atentos ojos de
su hermano inspeccionando su rostro esperando una respuesta.
- Nunca has querido trabajar en otra cosa. – Murmuró algo
impresionado frente al silencio de la ex soldado.
- Lo sé... Pero las cosas cambiaron... Sin embargo sé que la
única formación que tengo es el ejército... No me imagino entrando a la Universidad
ahora, tengo un hijo, y ya sabes que me voy a... Divorciar. – Sentenció con pesadez.
- No es una mala idea que puedas volver a ayudar con los de
infantería o quizás un poco de papeleo administrativo...
Lauren le hizo una mueca a su hermano, estaba claro que ella no
había nacido para quedarse quieta tras un escritorio leyendo una torre de papeles
sobre asuntos internos del gobierno o cosas por el estilo.
- Por el momento sólo quiero volver a lograr un buen
rendimiento en lo físico como antes. – Dijo la ojiverde.
- Puedo ayudarte en eso en éstas 3 semanas que me quedaré. –
Sonrió el futuro Marine.

- Ya lo creo. – Rió levemente Lauren.


...
Camila rió divertida detallando cómo Cameron intentaba llevar sus
pequeñas manos a la tarta que estaba en la mesa. Lauren lo tenía sentado en su
regazo riendo también, mientras toda la familia le cantaba el cumpleaños feliz.
El corazón le dio un vuelco cuando la ojiverde le miró directamente y
susurró un pequeño "Gracias" que pudo leer de los labios. Ella le devolvió una amplia
sonrisa y pudo sentir cómo unas lágrimas se agolpaban en sus ojos.
- Camila, ¿Me ayudas con el café? – Llamó la atención Clara.
Al llegar a la cocina la arquitecta se quedó en un silencio incómodo
frente a su actual suegra, aquello se parecía a los primeros días en que había
comenzado a frecuentar la casa de los Jauregui, una extraña sensación se acentuó en
su pecho, quiso darle nombre, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando
Clara por descuido hizo resonar el choque entre dos tazas.
- Pensé que vendrían tus padres. – Mencionó Clara mientras
volvía ordenar las tazas.
- Han viajado a Nueva York para ver a mi hermana. Pero
regresarán antes del cumpleaños de Cameron. – Sonrió levemente la morena.
La morena frunció el ceño recordando el día en que su padre le había
informado que viajarían para aquellas fechas, rápidamente había recordado el
cumpleaños de Lauren pero no fue capaz de preguntarles directamente por qué no
irían a la casa de los Jauregui para la celebración.
- ¿Vendrá Sofi también? – Preguntó animada la mujer.
- Oh sí, está loca por ver a Cameron. – Rió a lo bajo.
- ¡Y Taylor también! Me ha dicho que llegará un día antes del
cumpleaños, ésta vez no podrá venir con Connor.
- Estaré feliz de verle, le extraño.
Le entregó una leve sonrisa a su suegra luego de llevar las tazas y el
café hacia donde estaban todos. Volvió a detallar cómo Cameron había triunfado en
su acción y ahora tenía todas las manos y un poco del rostro lleno de tarta. Negó
sonriendo mientras observaba en dirección de la ojiverde la cual se encogió de
hombros bajo la acusadora mirada de la arquitecta.
Cuando se sentó a la mesa para beber café y comer algo de tarta no
pudo encontrar palabras para ser parte de la animada conversación que tenían los
Jauregui. Chris relataba con proezas muchas de las actividades en que consistía su
entrenamiento para ser un Marine y Lauren le miraba con un brillo especial en los
ojos.
Camila se preguntó cuánto extrañaría el ejército su esposa, al fin de cuentas, Lauren
llevaba casi 6 años en la U.S. Army... ¿Sería que la ojiverde algún día volviera?
¿Volver a combate? ¿Volver a enlistarse? ¿Irse por meses a otro país o ciudad?... Y si
fuera así, ¿Qué pasaría con el hijo que tenían ambas? Era verdad, se iban a divorciar,
pero el tema de la custodia de Cameron aún era algo muy incierto.
Se sintió abrumada frente a la posibilidad de que Lauren realmente
volviera al ejército. Se sintió frustrada y enojada al saber que la ex soldado estuviera
dispuesta a volver a ponerse en peligro, y sintió ganas de llorar y gritar imaginando
que quizás en una nueva ocasión su amada finalmente no lograr volver con vida.
...
- ¿Creías que había olvidado tu regalo? – Mencionó Camila al ver
cómo Lauren entraba a la habitación luego de haber dejado durmiendo a Cameron.
- ¿Lo habías olvidado? – Respondió sonriendo levemente la
ojiverde.
- Claro que no... Ven aquí. – Le llamó desde el borde de la
cama.
Lauren se sentó a su lado dejando ver lo dilatada que estaban sus
pupilas, una pequeña sonrisa se dibujaba en su rostro y los níveos dedos de una de
sus manos comenzaron a dejar pequeñas caricias en el dorso de la mano de la
arquitecta.
- Ya te he dicho que contigo y nuestro hijo ya tengo todo. –
Murmuró Lauren mirándole directamente a los ojos.
- Lo sé... Aun así, tengo algo para ti.
Le entregó una pequeña cajita de forma rectangular para luego
esperar atenta a la reacción de su esposa. La ojiverde inspeccionó y luego abrió
delicadamente para encontrar una fina cadena de oro con un colgante con la letra C.
- ¿Una letra C? – Preguntó curiosa Lauren.
- Bueno, C de Cameron, C de courage*... Para que nunca
olvides que tú eres valiente. – Habló tranquilamente la arquitecta.
*(Valentía en inglés).

La ex soldado acarició con uno de sus dedos la pequeña letra C,


dejando escapar una pequeña sonrisa.
- ¿Y C de Camila? – Preguntó Lauren.
La arquitecta abrió los párpados sorprendida y luego se mordió el labio
para no responder. Lauren miró con insistencia pero Camila sólo le entregó una
sonrisa. Sus pies rápidamente le llevaron a abandonar la habitación, devolviéndose a
ver por el marco de la puerta cómo dejaba a una abatida Lauren.
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Capítulo 13.

El sábado había llegado rápidamente y Lauren se sentía más nerviosa


de lo normal, al final de cuentas, no todos los días eran el primer cumpleaños de tu
hijo. Sus manos se movían rápidamente al ordenar las ropas que usaría el pequeño
aquel día, mientras podía oír los sonidos que resonaban por la casa mientras Camila
bañaba al ojiverde.
Luego de unos minutos su esposa apareció en la habitación con un
Cameron riendo al intentar escapar de las toallas moradas que le cubrían.
- Mamam mamama. – Vocalizó el pequeño mientras estiraba sus
manos a los brazos de Lauren.
- Cameron Cabello-Jauregui, primero la ropa, no queremos
exhibicionistas.
- Eso lo ha heredado de ti. – Rió levemente la ojiverde.
- ¿De mí? – Camila elevó las cejas.
- Oh... Puedo recordar cómo amabas andar sin ropas en nuestro
antiguo piso. – Picó Lauren.
La ex soldado miró con complicidad a la morena, la cual tenía un leve
rubor en las mejillas, quizás recordando aquellos días en que aún no estaban ni
comprometidas. Camila había comenzado a adquirir aquella complicidad en aquel
tiempo, y en algunos momentos su libido era tan fuerte que obligaba a Lauren que la
hiciera suya desde el momento en que se despertaban.
- Tu madre me ha llamado y dice que ya vienen de camino. –
Mencionó Lauren mientras ayudaba a secar el cuerpo de Cameron con la toalla.
- Uff, de aquí no paramos hasta la noche. – Le entregó media
sonrisa.
- Ni que lo digas, mis padres y hermanos también estar por
llegar.
Camila le regaló una amplia sonrisa mientras ésta terminaba
finalmente de colocar unos lindos pantalones celestes a Cameron el cual jugaba entre
sus manos con una de sus mini converse color blanco.
- Me alegra mucho que Sofi también venga. – Aclaró Lauren.
La arquitecta terminó de abotonar la pequeña camisa color verde claro
que usaría el pequeño para luego comenzar a secar sus cabellos castaños oscuros.
Lauren tomó en brazos al pequeño para que a su esposa se le hiciera
más fácil la tarea, mientras Cameron se revolvía para escapar, al pequeño nunca le
había gustado la parte en que debían secar su cabello.
- Mamamama – Volvió a vocalizar el pequeño dejando ver sus
pequeños 6 dientes que tenía.
La risa de Camila resonó en la habitación haciendo que Lauren
abrazara más fuerte a su hijo y se contagiara también de la risa.
La ex soldado se había prometido aquel día olvidar todo el asunto del
divorcio, llevaba días diciéndose lo mismo, lo que estaba bien, hasta el punto en que
tarde o temprano se daría contra una pared al volver a la realidad.
...
Pudo sentir cómo los brazos de Taylor rodeaban sus hombros a la vez
que sus propios brazos rodearon la cintura de la menor de los Jauregui.
- Me parece que hubiera pasado una eternidad desde que me
fui. – Murmuró la rubia.
- Y me da mucho gusto que estés aquí Taylor. – Dijo Camila.
Dejó escapar una sonrisa al volver a ver las pecas que su cuñada tenía
sobre el puente de la nariz, los ojos verde oscuros y una verdadera sonrisa que
adornaban el rostro de Taylor. Ya poco quedaba de la pequeña chica que estaba por
hacerse adolescente cuando ella misma comenzó a visitar la casa de los Jauregui y
conocer a la familia de la mujer que luego se convirtió en su esposa.

- Me hubiera gustado ver a Connor. – Aclaró la arquitecta.


- Y a mí también, pero ha tenido algún tipo de súper misión
cerca de Minnesota... Ya sabes, cosas de pilotos. – Sonrió la rubia.
La menor de los Jauregui vivía en Cleveland con su actual esposo,
Connor Reed, el cual era un joven piloto de la U.S Air Force. Se habían conocido un
verano en que el alto rubio había estado de vacaciones en Boston, en aquel entonces
Taylor tenía sólo 18 años, tuvieron un amor de verano que luego se continuó en un
relación a distancia ya que el joven piloto debía volver a su entrenamiento en Texas,
todo había terminado hacía un poco más de 6 meses en un matrimonio con una boda
tan express como lo que había demorado el hombre del ayuntamiento en firmar su
acta de matrimonio. Claramente los padres de Taylor habían quedado destrozados al
saber que la menor de sus hijas se había casado a escondidas con el piloto. Sin
embargo las cosas ya se habían calmado y la menor de los Jauregui intentaba volver
a Boston siempre que se lo permitía, la chica no estudiaba y sólo tenía un sencillo
trabajo en una pequeña cafetería de la ciudad donde vivía junto al piloto.
- No me puedo creer que Cameron ya cumpla un año. – Dijo
emocionada Taylor.
- Y yo... Ha pasado tan rápido que a veces pienso que
despertaré y él aún estará en la incubadora del hospital.
Camila sintió las risas de Sofía y su madre que entraban a la cocina.
No podía asimilar cuánto su hermana había crecido en un par de meses, a sus 18
años su hermana menor ya parecía toda una chica universitaria, Sofía había adquirido
ese gusto por estar a la moda ahora que vivía en Nueva York, y llevaba un diminuto
piercing en la nariz.
- Cuando te veo a ti sé que los años pasan y pasan. – Apuntó
Taylor al dejarse colgar de los hombros de Sofía.
- Anda calla tonta, que sólo eres mayor que yo por dos años. –
Rió Sofía mientras devolvía el abrazo.
...
La risa resonó en su boca cuando Cameron comenzó a aplaudir con
sus pequeñas manos luego de que ella le apagara la vela de la tarta en forma de
cohete que celebraba el primer año de vida del ojiverde. La ex soldado abrazó
fuertemente a su pequeño el cual lanzó una divertida risa al ver cómo todas las
personas en el comedor de la casa tenían sus ojos fijados en él.
- Feliz cumpleaños mi vida. – Le susurró al ojiverde en el oído.
Camila se acercó para tomar en brazos al pequeño el cual llevó sus
manos al rostro de la arquitecta, la morena le dejó varios besos en sus pequeñas
manos.
- Te amo tanto hijo. – Mencionó la morena acariciando la
pequeña espalda de Cameron.
Sofía se acercó hacia donde la arquitecta seguía mimando al menor de
la familia.
- Pero mira qué chico más guapo, seguro que extrañas un
motón a tu tita favorita. – Sofía tomó a Cameron en brazos el cual abrió los parpados
dejando aquellos grandes ojos verdes inspeccionar el rostro de su tía y llevar una de
sus manos al piercing de la nariz.
- Pues va ser mentira, porque su tita favorita soy yo. – Resonó
la voz de Taylor quien se acercó rápidamente al lugar.
La ojiverde lanzó una pequeña carcajada frente a la pequeña batalla
que se estaba debatiendo, lo más entretenido por el momento era la cara de
confusión que su esposa tenía, Camila estaba preocupada de que entre ambas tías no
dejaran caer al pequeño moreno que reía divertido por tanta atención.
- Pues vosotras dos estáis muy equivocadas... Cameron sabe
que su tito favorito soy yo. – Aclaró Chris cruzándose de brazos frente a la escena.

Una gran mano se apoyó en su hombro derecho para luego dejar al descubierto al
dueño de aquel gesto, su padre, el cual veía con ojos tiernos lo que sucedía.
- Yo sólo me alegro que mi nieto tenga toda la atención y
cariños de vosotros. – Dijo finalmente el hombre.
- Opino lo mismo. – Apuntó Sinu mientras estaba entre los
brazos de Alejandro.
Chris se acercó hacia Michael y lo miró frunciendo el ceño para luego
sonreír.
- Aww papá, ya no eres aquel sargento que conocíamos. – Rió a
lo bajo Chris.
- ¡Christopher!... Nunca fui tan estricto con vosotros. –
Respondió el ex soldado llevándose una mano al rostro.
Y claro que no, el hombre podía tener una implacable disciplina militar,
pero en casa siempre había sido un padre amoroso y comprensivo, si bien las cosas
tenían un poco más de rigidez que de costumbre, el padre de la familia jamás había
alzado la voz con alguno de sus hijos, y siempre se había caracterizado por ser un
preocupado padre que daba un amor incondicional a cada uno de sus hijos.
- Pues yo quería darles una noticia. – Habló Taylor llamando la
atención de todos.
Los parpados de Lauren se abrieron más de la cuenta mirando
rápidamente a Camila y luego a Taylor, la cual en cosa de segundos había adquirido
un rubor en las mejillas.
- Me hubiera gustado que Connor estuviera aquí también... Pero
bueno.... Él ya lo sabe, asi que... Estoy divagando, lo siento. – Rió nerviosa la menor
de los Jauregui.
- Oh por Dios. – Clara se llevó una mano al pecho esperando
nerviosa.
- ¡Estoy embarazada! – Dijo finalmente Taylor sonriendo
ampliamente.
Lo que siguió fue un bullicio de palabras de felicitaciones, risas,
aplausos y un llanto por parte de la madre de la rubia. Alejandro y Sinu se hicieron
parte también del emotivo momento.
- Me parece correcto que nos avisaras ahora y no el día del
parto Taylor. – Dijo con sarcasmo Chris.
La rubia se encogió de hombros sabiendo que se referían a su
clandestino casamiento, pero luego le sonrió ampliamente a su madre quien estiró
sus brazos para fundir a ambas en un abrazo.
- Felicitaciones hermanita, me alegro mucho... Serás una madre
espectacular. – Murmuró Lauren cuando fue su turno de abrazar a su hermana.
- Gracias... Ahora Cameron tendrá un hermoso primo o prima. –
Rió Taylor.
Cuando el abrazo se acabó la que siguió fue Camila, la cual riendo
abrazó a su cuñada, algo hablaron a lo bajo, la ojiverde no logró oírlo pero les dio
algo de privacidad.
...
Su cuerpo se estremeció levemente por el frío viento que corría en el
jardín de la casa de los Jauregui, aún estaba aquella cesta de basketball pegada a una
de las paredes, con la red un poco más vieja pero aun cumpliendo su propósito. Una
sonrisa delató sus recuerdos de tantas tardes que había pasado junto a Lauren,
siendo que ella misma no era especialmente buena en los deportes, pero ver la
sonrisa de la ojiverde valía un pequeño esfuerzo al intentar lograr dominar la pelota
de color naranjo.
- Debe ser increíble llegar a comparar lo que pasó hace un año a
hoy día. – Murmuró una voz a su lado, la arquitecta identificó que era Taylor.
- Sinceramente... No me lo había parado a pensar... No me
gustaría volver a sentir nunca más aquel miedo. – Habló tranquilamente Camila.
- No puedo imaginar cómo lo pasaste Mila. – Susurró la chica.
Era cierto, la morena no había rememorado todo lo que había pasado
hacía un año, los días que estuvo hospitalizada previo al parto de Cameron y cómo
Lauren no estuvo ahí... Lo más difícil fue lo que siguió, ver a su pequeño hijo
conectado a un ventilador al igual que su esposa. Había sido vivir en carne propia las
peores pesadillas de cualquier persona.
- Chris me ha mencionado lo del... Divorcio. – Habló un poco
intranquila Taylor.
Su boca se quedó seca en cosas de segundos mientras ella se cruzó de
brazos intentando esquivar la mirada de su cuñada. Camila se había preguntado
cuándo sería el día en que alguien de la familia de los Jauregui le tocara el tema,
tanto sus suegros como su cuñado nada habían mencionado directamente, y sabía
que quizás cada uno de ellos habían guardado silencio por petición de Lauren. Lo
curioso del caso era que precisamente tenía que ser Taylor, la que Camila supuso, fue
la última en enterarse.
- ¿No hay vuelta atrás? – Preguntó sinceramente la rubia.
Negó con la cabeza suavemente mientras intentaba reprimir una
lágrima que estaba por rodar por su mejilla. Camila se recriminó de que cada vez que
alguien le sacaba el tema ella terminaba irremediablemente llorando. Se recriminó
porque las lágrimas le hacían volver a preguntarse si había tomado la mejor decisión,
se sentía frustrada porque dentro de muchos de sus pensamientos ella misma se
encontraba una mujer cobarde, cansada de tanto sufrimiento, tantas pruebas, y tanto
caos... ¿No estaba huyendo, o sí?
- No, no la hay. – Habló evitando los ojos verdes de su cuñada.
- Si de un amor estaba segura, era el de ustedes... - Susurró
Taylor mientras le entregaba una nostálgica sonrisa.
Ninguna palabra salió de su boca mientras ella misma intentaba
abrazarse a sí misma para calmarse y aminorar el frío que estaba sintiendo.
- Espero que no por ésto te alejes de nosotros... Tú eres parte
de nuestra familia Mila... Y lo sabes muy bien.
El llanto salió tan rápido que ni siquiera pudo llevarse las manos al
rostro. No quería llorar aquel día, no en el día del cumpleaños de su hijo. No quería
encarar las palabras de Taylor, estaba tan cegada en lo que llegaría a pasar que el
miedo se le clavaba al pecho como un filoso cuchillo.
...
Su mano se enredaba en el cabello de su hijo con total naturalidad, la
tenue luz dejaba a la vista el sereno rostro de su pequeño al dormir. Cameron
simplemente al acostarse en la cuna había caído en un profundo sueño. Lauren
supuso que habría sido por lo movido del día, por todas las personas que estaban en
la casa y la gran cantidad de regalos que curiosamente había abierto de los
envoltorios.
- Buenas noches cariño. – Susurró la ex soldado mientras salía
por la habitación.
Sus pies se dirigieron para bajar hacia la primera planta cuando en ése
mismo momento se encontró frente a su cuñada que subía la escalera. Sofía le sonrió
ampliamente mientras se encogía de hombros.
- Has estado con mi hermana desde que tengo 11 años... Nunca
imaginé que ella pudiera terminar contigo. – Mencionó Sofía mientras se miraba las
manos tímidamente. – Camila no sabía hablar de otra cosa que no fuera de ti y
vuestra relación... No lo entendía en aquel momento, por supuesto, luego supe que
éso pasa cuando alguien se enamora.
Lauren miró con tristeza el rostro de la hermana de su esposa. Le
parecía increíble lo mucho que Sofía había crecido, prácticamente ella había visto toda
la transformación de su pequeña cuñada. La ex soldado muchas veces se sintió
conmovida por la hermosa relación que tenía su esposa con Sofía, y sabía muy bien
cómo aquella relación había cambiado en los últimos meses, tanto por la distancia, y
por el estado de ánimo de Camila.
- Siempre serás como una hermana para mí Sofi, siempre. –
Murmuró regalándole una melancólica sonrisa.

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Capítulo 14.

Una vez que terminó de lavarse los dientes y salir del baño Lauren le
hizo una señal de que ahora ella iba a tomar una ducha. Camila se preguntó
internamente cuántos días más duraría aquella íntima y cómoda situación que tenían
ambas, no quería ser hipócrita, pero ella misma le había pedido el divorcio a su
esposa, y ya ambas habían hablado con sus respectivos abogados. Quizás era tiempo
de comenzar a presionar a la ex soldado.
Mientras ordenaba la habitación el móvil de Lauren sonó varias veces
en señal de que un par de mensajes habían llegado. Por primera vez en mucho
tiempo la arquitecta se sintió curiosa y dispuesta a ver el móvil de su esposa,
generalmente nunca lo hacía, los celos jamás habían sido parte de la relación que
llevaban, pero algo muy dentro de Camila se removió con miedo... No podía negar
que ahora con el divorcio las cosas podían cambiar, y ella misma le había dejado claro
de una forma casi explicita a la ojiverde que ellas terminarían su relación.
¿Y si Lauren encontraba otra mujer? Otra que sí estuviera dispuesta a
una relación, una nueva historia, un nuevo libro... Se mordió los labios nerviosamente
mientras escuchaba correr el agua de la ducha... Sus manos tomaron el aparato
rápidamente y no necesitó ningún código para desbloquear la pantalla ya que Lauren
nunca había sido de aquellas que tenían recelos con sus cosas...
"Ally: Me han encantado las fotos! Gracias :)"
"Ally: No llegues tarde hoy."
Con el ceño fruncido y con las mejillas sonrojadas y ardiendo comenzó
a detallar la conversación, para entender que la mujer se refería a un par de fotos del
cumpleaños de Cameron. A la arquitecta casi se le cae el corazón al suelo al detallar
la foto de perfil de la mujer que le enviaba mensajes su esposa. Era joven, quizás con
un par de años más que ella, tenía una melena larga con tonos rubios y castaños y
una sonrisa envidiable.
Pegó un salto de susto cuando sintió que Lauren había entrado a la
habitación cubriendo su cuerpo sólo con una toalla blanca.
- ¿Qué haces? – Preguntó la ojiverde al observar el móvil que
Camila tenía entre sus manos.
- Yo... Yo. – Tartamudeó la morena.
Camila pudo observar cómo su esposa elevaba una ceja con
curiosidad, sin embargo no pudo ver ninguna otra expresión en el sereno rostro... Y
allí apareció una rabia inexplicable dentro de sí misma, si es que realmente su esposa
estaba conociendo a otra mujer por qué se quedaba tan tranquila, peor aún, por qué
aquella mujer tenía fotos de Cameron.
- ¿Quién es Ally? – Preguntó con desconfianza y con el ceño
fruncido.
Las cejas arqueadas se acentuaron en el rostro de su esposa para que
ésta luego dejara escapar una pequeña sonrisa.
- ¿Lauren? – Volvió a sonar con aquel tono molesto.
La ojiverde negó con la cabeza mientras se acercaba peligrosamente
donde ella, desnuda, sólo cubierta por aquella toalla.
- Mi psicóloga... Ya sabes, la que me ha designado el ejército
para tratar mi TEPT. – Habló Lauren mirando fijamente a los ojos marrones.
Camila pestañeó nerviosamente al verse inspeccionada directamente
por los ojos esmeraldas, un nudo se formó en su garganta al verse presa de una
inexplicable vergüenza. Nunca había enfrentado a su esposa así, podía sonar
increíble, pero la arquitecta nunca había experimentado celos con respecto a Lauren.
Se habían conocido tan jóvenes, habían sido mutuamente el primer amor de cada una
que llegar a imaginar que aquellos ojos esmeraldas pudieran observar a otra mujer le
revolvía todos y cada uno de sus sentimientos.

- ¿Has leído mis mensajes? – Murmuró Lauren acercándose aún más.


- Yo... Lo siento. – Susurró Camila cerrando los ojos al sentir el
inconfundible olor del shampoo de la ojiverde.
La toalla cayó al piso haciendo que sus labios se abrieran para
rápidamente sentir los labios de su esposa. Lauren dejó cada una de sus manos a
cada lado del rostro de la arquitecta, para profundizar de forma audaz el beso.
- Yo... - Murmuró Camila intentando terminar el beso.
- No...
Sus brazos automáticamente rodearon el cuello de su esposa para
comenzar a jugar con los húmedos cabellos que cubrían la nuca de Lauren. El beso
sabía a pasión, a necesidad, sabía a lo que siempre había deseado en la vida. Sus
piernas chocaron contra la cama y su cuerpo cayó bajo la atenta mirada de su
esposa. Las manos níveas le ayudaron a despojarse sin mucho cuidado de sus ropas
quedando ambas desnudas.
- Mi Camila, mi amor, mi esposa... - Susurró en su oído la ex
soldado.
La morena pudo sentir cómo el cuerpo de su esposa se apoyaba sobre
el de ella, un gemido escapó al sentir cómo las manos de la ojiverde le recorrían todo
el cuerpo, dejando una infinidad de senderos. Las caderas encajaron y las embestidas
no se hicieron esperar. El cabello mojado de Lauren caía sobre su rostro, y un gemido
escapó de sus labios sólo con admirar la expresión de placer en el rostro de la ex
soldado.
- Más... Por favor. – Rogó Camila con una voz ronca.
Su esposa le besó con pasión intentando no detener aquella danza de
ambos cuerpos, Lauren tenía ambos brazos apoyados contra el colchón evitando dejar
caer todo su peso contra ella por lo cual sus ojos marrones pudieron detallar los
erectos pezones rosados de los senos de la ojiverde.
- Mi amor... - Susurró la arquitecta.
Los gemidos de Lauren comenzaron a subir de intensidad y ella misma
intentó sofocar los suyos abrazando la espalda de su esposa, el ritmo entre los
cuerpos iba aumentando y Lauren estaba usando especialmente una fuerza que le
hacía casi enloquecer.
- Te necesito adentro. – Habló Camila.
Sus senos agradecieron sentir el peso de Lauren contra ellos, la
ojiverde separó un poco su cadera y llevó hasta ahí la mano.
- Tan mojada... - Confirmó Lauren mientras besaba la
mandíbula de la arquitecta.
Cuando sintió a Lauren entrando en ella dejó escapar un fuerte
gemido, los movimientos comenzaron otra vez. Podía sentir cómo su piel hervía bajo
la piel de su amada.
- Quiero ver cómo te corres. – Dijo Lauren.
El orgasmo fue tan grande que sus propios brazos impidieron que
Lauren saliera de ella mientras duraba el momento. Los tibios labios de su esposa aún
recorrían su agitado pecho, y con una de sus manos apartó el cabello mojado del
rostro de su esposa.
- Te quiero. – Habló Lauren con los ojos cerrados.
Dejó un beso en la frente de la ex soldado, y así abrazadas se
quedaron por un par de minutos.
...
- Deja que entienda lo que dices... ¿Me quieres decir que tener
relaciones sexuales con mi mujer está mal? – Objetivó Lauren mientras se paseaba
nerviosamente por la oficina de Ally.
- Lauren, vosotras dos estáis a punto del divorcio, ¿Por qué
hacer más confusa la situación? – Replicó Ally mientras miraba a la ex soldado desde
una silla giratoria de gran respaldar.

- No se hace confusa.
- Claro que sí... ¿Puedes sólo pararte a pensar cómo
exactamente ha sido el sexo que has tenido con Camila últimamente? Es decir... No
dejas que ella te toque, sólo la tocas a ella, rápido y luego pareciera que ambas
quieren huir una vez que terminan...
Pestañeó rápidamente meditando las palabras de la psicóloga, era
cierto, las relaciones que había tenido últimamente con Camila estaban lejos de ser
las que ambas tenían antes de que la relación se volviera tortuosa. Era cierto que con
el ímpetu que tenía por poder hacer el amor con su esposa la acción se volvía tan
rápida que ni ella misma había notado cómo la arquitecta ni siquiera hacía el leve
amago de querer tocarle, o quizás ella misma había creado una muralla que Camila
no se atrevía a traspasar.
- Lauren, eventualmente algún día tú y Camila ya no vivirán
juntas, dejarán de ser una pareja, y todo lo que eso conlleva... ¿Lo entiendes? – Dijo
calmadamente Ally.
¿Qué si lo entendía? Claro que lo entendía... El problema era que no lo
quería aceptar, no lo quería enfrentar... No podía, simplemente no podía. Y el asunto
era tan simple como decir que aún amaba a la mujer que le estaba pidiendo el
divorcio... ¿Es que el amor no bastaba?
- Te recomendaría que la próxima vez, lo pensaras un poco
más... De hecho Lauren, en una opinión profesional, te recomendaría que ya no
mantengas relaciones sexuales con Camila.
Apretó su mandíbula bajo la seria mirada de Ally. Se dejó caer en uno
de los sofás que había en la consulta y sus ojos viajaron a detallar cada uno de los
cuadros que tenía la habitación. Fotos de varios lugares de Europa, su terapeuta era
una gran aficionada al viaje, o al menos así lo había descubierto luego de comenzar
con sus terapias hacía ya casi 11 meses, justo cuando había logrado recuperarse
totalmente para salir del hospital.
- ¿Cómo vas con el tema de tu entrenamiento físico? – Cambió
de tema Ally.
- Ahora junto a Chris he vuelto a jugar más basketball y hacer
un poco de pesas. – Aclaró la más alta.
- ¿Tu médico está de acuerdo con eso?
- Sí, apenas me quedan algunos dolores en la espalda, y mis
exámenes muestran que mi riñón derecho sigue funcionado al 100%... Sólo debo
cuidar mi dieta, evitar fumar, beber, y algunos medicamentos.
La psicóloga le regaló una pequeña sonrisa para luego levantarse de la
silla y acercarse a donde estaba. Allyson Brooke era una joven psicóloga que
trabajaba para el ejército, tenía 29 años. En un principio Lauren se sintió desconfiada
de que alguien tan joven se encargara de su caso, pero luego de algunas sesiones
pudo comprobar lo profesional y comprensiva que era la psicóloga. Ally se preocupaba
sinceramente de ella, no era una terapia aburrida, ni protocolar. Ambas habían creado
una confianza que daba la instancia de hablar de cualquier tema que estuviera
inquietando a la ex soldado.
- El ejército me ha pedido un informe sobre tu avance... - Habló
Ally rompiendo el silencio.
Abrió los parpados sorprendida y apretó la mandíbula. Lauren sabía
qué podía significar éso, ya lo había oído de otros soldados. Muchas veces un simple
informe del psicólogo a cargo de un soldado podía considerarse el término de hasta la
más brillante carrera.
- Ally...
- No puedo darte detalles Lauren, es mi trabajo... Pero como
voto a nuestra confianza, he de decir que ellos quieren que regreses lo más rápido
posible...
- ¿Sabes lo que significa ése informe? – Murmuró nerviosa la
ojiverde.
- Sí Lauren, lo sé.

...
Camila observó con cariño cómo Sofía abrazaba por última vez a sus
padres antes de comenzar a caminar para entrar por la puerta de embargue en
dirección al avión que le haría volver a Nueva York.
- Ay, no puedo creer lo grande que está. – Suspiró Sinu
mientras se limpiaba el último rastro de las lágrimas que habían escapado.
- Y yo. – Murmuró la arquitecta.
Su padre le regaló una sonrisa mientras los tres se encaminaban
saliendo del aeropuerto para buscar el coche de sus padres.
- ¿Entonces no debemos pasar a casa de los Jauregui para
buscar a Cameron? – Habló su padre mientras ya iban en el coche.
- No, Lauren iba a buscarle. – Respondió mientras por la
ventana observaba cómo ya había oscurecido y una luna llena se alzaba en el cielo.
- Vosotras dos ya... ¿Tenéis una cita con vuestros abogados? –
Volvió a preguntar Alejandro.
Sus ojos marrones se encontraron con los de su padre que miraba por
el retrovisor para luego cortar el contacto visual y concentrarse en la luna. Era
increíble cómo su padre siempre había gustado de Lauren, pero luego de lo que había
pasado con el parto de Cameron el hombre alto de cabellos negros había comenzado
a ser un poco más distante con la ex soldado y claramente luego de su decisión del
divorcio Alejandro finalmente había manifestado que estaba totalmente de acuerdo
con el camino que estaban tomando las cosas. La actitud de su padre le hacía sentirse
incómoda, no quería pensar que todo aquello le había alentado aún más para tomar la
decisión de divorciarse, pero claramente la situación le caía como un balde de agua
fría cada vez que Alejandro debía interactuar con Lauren.
- Estamos en ello papá. – Fue lo único que mencionó.
El camino sólo estuvo acompañado por las noticias que se podían
escuchar en la radio del coche. Sinu iba distraída leyendo un pequeño libro sobre
viajes al caribe, sin alguna razón aparente.
Cuando sus padres le dejaron en la puerta de la casa a Camila se le
volvió a esfumar la pequeña sonrisa que intentaba mantener en su rostro. Sus pies
caminaron pesadamente hasta la entrada de la casa, cuando entró logró percibir que
Lauren estaba en la cocinando la cena, y que Cameron estaba tranquilo en el rincón
de sus juguetes mientras oían Pearl Jam, el pequeño ojiverde llevaba los cabellos
despeinados y sólo 1 de las dos zapatillas vans negras con las que se había calzado
aquel día.
- Hola mi vida. – Dijo tomando al pequeño en brazos.
- Ta tatata – Vocalizó Cameron mientras intentaba tirar un
mechón de sus cabellos.
- Ouch, eso duele. – Rió a lo bajo.
Besó con cariño ambas mejillas del pequeño y luego con éste en
brazos se dirigió a la cocina donde Lauren estaba ocupada cortando un par de
tomates para hacer una ensalada.
- He vuelto. – Anunció la arquitecta.
- Ey, ¿Qué tal con Sofi? – Preguntó levemente Lauren.
- Ya sabes, se ha ido más feliz de lo que me gustaría.
- Oh, aún es muy joven para entenderlo.
La morena sonrió nostálgicamente mientras comenzaba a sentir cómo
Cameron se revolvía en sus brazos.
- Cada día quiere menos estar en brazos. Ya te digo yo, dale un
par de semanas y ya lo tendremos caminando por todas partes. – Dijo animada la ex
soldado.
- Tenemos que ver la forma de asegurar la escalera. – Apuntó
Camila.
Lauren le dirigió una mirada rápida y dejó de cortar los tomates. La
arquitecta se incomodó con lo repentino de la situación y se sintió confundida por lo
que acababa de pasar.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Camila.
- No... No es nada... Olvídalo. – Murmuró Lauren volviendo a
girarse.
Frunció el ceño mientras Cameron jugaba entretenido con uno de los
aros que llevaba aquel día la arquitecta. Volvió al salón para dejar al pequeño donde
estaban los juguetes y le acarició tiernamente la espalda.
Sus pies volvieron a la cocina para ver cómo Lauren miraba al horno
esperando la comida.
- ¿He dicho algo malo? – Volvió a preguntar Camila.
- Camila, olvídalo, ¿Vale?
- No... ¿Qué ha sido?
La ex soldado dejó escapar un fuerte suspiro mientras se acercaba a
Camila.
- Has hablado sobre algo que deberíamos hacer con las
escaleras... Ni siquiera sabemos dónde vivirá Cameron luego de que nos divorciemos.

Su boca se secó rápidamente y pestañeó un par de veces para


asimilar lo que su esposa estaba hablando. Era verdad, había hablado tan
naturalmente sobre algo que tenía que ver con la seguridad de su hijo que no notó
que aquello encerraba un momento en un futuro totalmente incierto.
- La verdad es... Que no deseo quedarme en ésta casa cuando
nos separamos... Me gustaría que tú te quedaras aquí. – Habló Camila luego de un
gran silencio.
- ¿Yo? – Dijo sorprendida Lauren.
- Bueno, gracias a tus padres tuvimos la hipoteca y...
- ¿Es por el dinero? – Preguntó ofendida la ojiverde.
- ¡Claro que no! – Respondió rápidamente.
Se pasó ambas manos por el rostro mientras intentaba mentalmente
ordenar nuevamente sus ideas y pensamientos. No quería pelear con Lauren, estaba
tan cansada de ello que el simple hecho de comenzar una conversación con la ex
soldado parecía una tarea imposible.
- Necesito decirte algo. – Habló Camila luego de unos minutos
de silencio.
- Yo también.
Giró su rostro para detallar cómo Lauren tenía la mirada fija en el piso
de la cocina y cómo la ojiverde jugaba con el anillo de su mano derecha.
- Quiero que veamos los papeles de nuestro divorcio con
nuestros abogados de aquí al viernes. – Dijo la arquitecta.
Los parpados de Lauren se cerraron con pesadez para luego dejar ver
cómo los ojos de la ex soldado estaban invadidos por lágrimas.
- Al parecer el ejército quiere que vuelva. – Murmuró finalmente
Lauren.

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Capítulo 15.

9 de Abril 2015, Boston – USA.

Cuando la llamada terminó Lauren pudo percatarse cómo el caos


comenzaba a reinar en su mente. Sus ojos esmeraldas se fijaron en que Camila aún
le daba la espalda mientras apoyaba ambas manos en la encimera.
- Camila... - Llamó con una temblorosa voz.
Pero la arquitecta no se giró, en respuesta sólo inclinó la cabeza un
poco hacia atrás mientras con el dorso de la mano derecha se limpiaba unas lágrimas.
- Dime que no irás... – Resonó la voz de Camila.
- ... Sabes que es mi deber.
Su esposa se giró y dejó ver cómo tenía ambos ojos con lágrimas, y
con una mano se tocaba el vientre como queriéndolo protegerlo de algo. Dio dos
pasos en dirección a la morena, pero Camila caminó cruzando rápidamente la cocina
para abandonar el lugar. A su oído llegaron los rápidos pasos de la arquitecta
subiendo la escalera. Respiró hondamente mientras miraba por la ventana de la
cocina. "En dos horas sale tu vuelo", fue lo último que le había dicho el sargento
Walker, ni siquiera le había detallado el lugar dónde sería la misión, ni por cuánto
tiempo sería destinada, pero ya estaba nerviosa por dejar a su esposa esperando sola
en casa.
Cuando su cuerpo se apoyó en el marco de la puerta de la habitación
de su futuro hijo pudo observar cómo Camila miraba detenidamente la cuna recién
armada. La habían terminado la noche anterior, la soldado se había reído de que la
arquitecta protestara al ver las instrucciones que venían junto a la gran cantidad de
piezas de madera pintadas con un leve tono crema.
- Debo comenzar armar mis bolsos y vestirme con el uniforme. – Dijo
la soldado.
No obtuvo respuestas mientras Camila acariciaba una de las barandas
de la cuna, tan lentamente que parecía querer memorizar cada detalle de aquella
madera.
...
Lauren acomodaba su gorra que llevaba Jauregui a todas luces. El
uniforme le hizo recordar todas las veces que su esposa le había sorprendido
volviendo antes de sus entrenamientos o misiones. La ojiverde llevaba dos grandes
bolsos color negro, las botas militares de color verde oscuro perfectamente atadas y
en el pecho a cada lado las distinciones de la U.S. Army y otra vez Jauregui.
Tragó fuertemente saliva al saber que su esposa estaba lista para
partir. Michael y Clara venían en camino para llevar a la ojiverde al aeropuerto y
despedirse, Lauren les había llamado antes de comenzar hacer los bolsos y Camila
sólo había aguardado en silencio.
- Volveré antes de lo que imaginas, te lo aseguro. – Habló Lauren
acercándose donde estaba ella.
- No me lo puedes asegurar... - Dijo Camila limpiándose las lágrimas
de las mejillas.
La soldado apretó la mandíbula mientras intentaba tomar entre sus
manos las manos de Camila. Fue la arquitecta quien se apartó luchando consigo
misma, se sentía tan perdida que si Lauren le tomaba de las manos ella no sería
capaz de dejarla ir.
- Perdóname. – Susurró Lauren mirándola directo a sus ojos
marrones.
- ¿Cómo has podido elegir irte?
- Cariño... Es mi deber... Yo...
Camila entendió el conflicto interno en la mente de su esposa cuando
ésta pestañeó rápidamente para luego fruncir el ceño.
- ¿Cómo has podido Lauren? – Volvió a repetir.
- Camila, por favor...
- ¿Cómo Lauren?... ¡Que vamos a tener un hijo!... No puedes largarte
así sin más, sin saber a dónde vas, o cuándo volverás... ¿Crees que no he aprendido
cómo son las cosas luego de 5 años? Claro que lo sé...

Un llanto sonoro salió de su garganta mientras con ambas manos intentaba ocular el
rostro, los fuertes brazos de su esposa le rodearon y ella buscó aquel confortable
lugar donde siempre le gustaba esconder su cabeza, entre el hombro y la mandíbula
de Lauren.
- Mi amor... Por favor... Ya verás que volveré antes de lo que
esperas... Yo... Estaré contigo, con nuestro hijo, con vosotros, y nada saldrá mal...
Nada saldrá mal.
La respiración la tenía tan agitada que en un par de segundos pensó
que había olvidado cómo se respiraba normalmente. El perfume de su esposa era
como una punzada directa en su corazón, y los brazos que la rodeaban eran todo lo
que ella podía reconocer como un hogar.
- ¿Por qué aceptaste? – Dijo en voz baja.
- ¿Qué?
El abrazo se deshizo tan rápido que su rostro pudo ver con claridad
cómo la confusión se apoderaba de su esposa.
- ¡¿Por qué aceptaste?!... Podías haberte negado... Hubieras dicho que
tenías una esposa embarazada, que tenemos planes...
- Camila, soy parte de la U.S. Army, si me llaman a combate...
Los puños de la arquitecta comenzaron a golpear levemente los
hombros y el pecho de Lauren, con una fuerza casi inexistente, pero era tal su
desespero que su mente no podía distinguir qué era lo que realmente estaba
haciendo. La soldado con cuidado tomó ambas muñecas para hacer que la acción se
detuviera. El llanto sonoro volvió y su esposa volvió a crear un fuerte abrazo.
- ¿Y si no vuelves? ¿Y si pasa algo?
Lauren dejó un leve espacio para que ambas pudieran verse
directamente, a Camila casi se le cayó el corazón al piso entendiendo que pasaría un
largo tiempo en que no podría ver directamente aquellos ojos que tanto amaba.
- ¡Suéltame y contéstame Lauren! - Gritó.
La respiración se le cortó luego de percatarse que le había gritado a la
mujer que amaba, sin embargo Lauren simplemente pestañeó pesadamente.
- Te prometo que todo estará bien.
- ¡No puedes prometerlo!... No sabes lo que pueda pasarte allá, por
Dios Lauren, ni siquiera voy a saber dónde estás.
- Siempre ha sido así, lo sabes...
- Pero ahora es distinto.
El silencio reinó por varios segundos mientras ella intentaba limpiar
todas sus lágrimas, seguramente tendría el maquillaje corrido. Lauren se quedó con
los pies fijos en el mismo lugar sin mover un solo músculo.
- No me quiero ir y que estés peleada conmigo...
- Eres mi esposa Lauren, ¿O ya lo olvidaste? ¿Qué con eso de que
somos un matrimonio? Deberíamos decidir las cosas juntas.
- ¿Crees que no lo sé?... Camila me conoces desde antes que fuera
parte del ejército, siempre apoyaste mi sueño de ir a la U.S. Army, siempre apoyaste
todos mis sueños...
- ¿Y tener un hijo conmigo no era uno de tus sueños?
Lauren entreabrió la boca para luego fruncir el ceño mientras apretaba
los puños de sus manos.
- ¿De qué va eso? ¿Crees que es fácil para mí irme y que estés
embarazada?
- ¡Aun así te vas!
- No me voy queriendo, me voy porque es mi deber.
- ¿Y yo no puedo opinar? ¿No me vas a pedir mi opinión?
- No lo entenderías...
- ¡No vuelvas nunca a decir que no lo entendería!
- Camila...
- ¡¿Quieres que nuestro hijo tenga sólo una madre?!
...
La pelea había terminado cuando ambas sintieron el ruido del coche de
los padres de Lauren. Camila había corrido al baño para evitar ver a sus suegros en el
modo en que se encontraba. Cuando Clara y Michael entraron a la casa Lauren pudo
percibir cómo sus padres tenían un sombrío semblante. Su padre le abrazó
fuertemente mientras le susurraba que todo estaría bien. Cerró los parpados
fuertemente aferrándose a aquellas palabras.
- ¿Está todo listo? – Dijo finalmente Clara.
Lauren le regaló una nostálgica sonrisa a su madre, la cual inclinó la
cabeza un poco. Los ojos de su madre buscaron por el lugar a Camila, la cual seguía
encerrada en el baño de la primera planta.
- Iré a por Camila... Ésos son mis bolsos papá.
Sus pies se dirigieron al baño donde Camila estaba detrás de la
puerta. Con los nudillos de forma leve y despacio llamó dos veces... Su esposa no
respondió ni abrió la puerta. Volvió a llamar dos veces, sin respuesta nuevamente.
- Camila, debemos irnos ya.
La puerta se abrió rápidamente dejando ver a una Camila que había
limpiado su maquillaje de forma fallida. Tenía los ojos rojos y aún no podía regular su
respiración.
- No iré con vosotros al aeropuerto.
Sus ojos esmeraldas perdieron el horizonte y apartó la mirada de
aquellos marrones. Dolía tanto que en el pecho sentía una gran presión.
...
Camila abrazó con la mayor fuerza que le permitía el que ella
estuviera con un vientre de 5 meses, Lauren acariciaba sus cabellos y a lo lejos se
oían numerosas voces que llamaban a embarcar diferentes vuelos.
- No me podía ir sin despedirme de ti y de nuestro bebé. – Murmuró
Lauren.
La arquitecta deshizo el abrazo para observar cómo Lauren se hincaba
apoyando las rodillas en el suelo. Ambas manos de su esposa rodearon el vientre
abultado haciendo que una gran sonrisa se dibujara en su rostro.
- Ey cariño, ¿Cuidarás de mamá Camila, cierto? Volveré más pronto de
lo que te imaginas... No pienses que no estaré ahí para ti, porque siempre lo estaré...
Te amo hijo. – Susurró Lauren cerca del vientre para luego dejar un par de besos en
el lugar.
A las espaldas de Lauren y a un poco de distancia Cameron saludaba
con entusiasmo, el alto pelinegro llevaba el mismo uniforme que Lauren y ya estaba
por detrás de la puerta de embargue.
- He llegado justo a tiempo. – Suspiró Camila.
- Pensé que realmente te quedarías en casa.
- Yo...
- Déjalo cariño... Te amo. – Dijo Lauren mirando a sus ojos y
sonriendo.
- Te amo... Por favor, vuelve pronto.
- Volveré pronto.
El sabor de los labios de su esposa en aquel beso el que intentó
extender lo que más pudo fue lo último que obtuvo de Lauren una vez que ésta se
dirigió hasta cruzar la puerta de embargue. Deseó que el tiempo pasara rápido y que
Lauren volviera a su lado, pronto y sin ningún problema para seguir sus vidas juntas
con el pequeño que tendrían.
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Gracias a todos por seguir la historia! Y en especial por comentar :)
Capítulo 16.

Julio, 2016 – Boston, USA.


Lauren observó cómo las puertas del elevador de la planta del edificio
donde estaba la oficina de su esposa se abrían de par en par, saliendo rápidamente
para luego removerse nerviosamente hasta donde había una pequeña recepción de la
firma de arquitectos.
- Buenas tardes, estoy buscando a la arquitecta Cabello.
- Buenas tardes, ¿Tiene una cita o reunión con ella? – Dijo
amablemente la recepcionista.
- No... Soy Lauren Jauregui, su esposa.
La recepcionista elevó las cejas con una expresión sorpresiva como
respuesta.
La razón por la cual la ojiverde había llegado hasta el trabajo de su
esposa era porque Camila llevaba cinco días sin dirigirle la palabra luego de que la ex
soldado le hubiera mencionado el asunto de volver al ejército. La morena no se
aparecía en casa hasta tarde en la noche cuando Lauren ya dormía y luego se iba
temprano sin hacer ruidos. En otra situación la ojiverde hubiera intentado entenderlo,
pero para Lauren no cabía dentro de lo tolerable que la propia Camila estuviera
dejando de lado al hijo que ambas tenían. Cameron llevaba cinco días sin poder
interactuar con una de sus madres.
La recepcionista con un teléfono en la oreja derecha le regaló una
sonrisa mientras sus ojos color miel inspeccionaban totalmente a Lauren. La ojiverde
frunció el ceño sintiéndose incómoda.
- ¡Lauren! – Saludó Dinah caminando hacia ella.
- Ey, hola... ¿Cómo estás?
- Lo mejor que se puede tan temprano por la mañana. – Sonrió.
- Me imagino... Por cierto, gracias por la camiseta, tal parece que
tendré que aceptar la oferta de los Celtics Boston para la próxima temporada.
Dinah le regaló una sonora carcajada mientras ella también rió con
ganas.
- ¿Qué haces por aquí? Hacía mucho que no te veía. – Habló Dinah
mientras encaminaba a Lauren por el lugar.
- Lo sé, te he extrañado Dinah... Vengo a ver a Camila, espero que no
esté muy ocupada.
- Seguro que no. – Le guiñó un ojo.
Juntas llegaron hasta una puerta que tenía grabado con unas letras de
elegante caligrafía: Camila Cabello E. – Arquitecta. Dinah llamó a la puerta para luego
escuchar cómo decían "Adelante". La ojiverde sonrió con orgullo al ver lo imponente
que se veía su esposa en aquella oficina detrás de un gran escritorio el cual estaba
increíblemente ordenado para lo que se podía esperar de alguien que pasaba hora
trabajando en él.
- Ey chica, Lauren está aquí. – Anunció Dinah.
Lauren pudo detallar cómo Camila había fruncido el ceño para dejar de
lado el diseño en el que estaba trabajando. La sonrisa de la ojiverde se dibujó al
percatarse que su esposa aún tenía las fotografías enmarcadas en su lugar de
trabajo, Camila llevaba el pelo recogido con una coleta, las gafas ópticas, y una taza
de café humeaba en el otro extremo del escritorio.
- Oh... - Dejó escapar la arquitecta mientras se sacaba las gafas
ópticas lentamente.
La ingeniera logró percatarse de lo incómodo de la situación,
extrañada por la actitud de Camila, la cual no había saludado a Lauren como antes lo
hacía, corriendo para abrazarla y besarla. Una tristeza casi palpable embarcó a
Dinah... Por primera vez lo había visto con sus ojos, sus amigas ya no eran la misma
pareja que había conocido hacía unos años.
- Bueno, estaré en mi oficina por si necesitan algo. – Se despidió.
Luego de que la puerta se cerrara la arquitecta volvió a su posición de
trabajo, dejando varios segundos a Lauren inspeccionar nuevamente la oficina. El olor
a café invadía el lugar y el único sonido que existía en aquel momento era el del lápiz
de la morena deslizándose por los papeles.

- Camila... - Llamó la atención.


- ¿Qué haces aquí Lauren? – Elevó las cejas claramente enfadada.
- Bueno, ya que no te puedo ver en nuestra propia casa me ha
parecido que he tenido que venir hasta aquí...
Camila dejó caer el lápiz que tenía entre la mano y se acercó hacia
donde la ex soldado estaba clavada al piso.
- ¿Y te ha parecido precisamente una buena idea? – Espetó Camila.
- Me has dejado sin opciones Camila.
- No deberías estar aquí Lauren... Creí que nos respetábamos.
- ¿De qué estás hablando? ¿En qué momento te he faltado el respeto?
– Preguntó confundida la ojiverde.
- En el momento en que has venido hasta aquí para pelear conmigo, a
montar una escena en mi lugar de trabajo, para que luego todo el mundo ande
cotilleando...
- ¿De qué me estás hablando Camila? – Dijo ofuscada.
- Que no deberías estar aquí Lauren, si quieres pelear conmigo
entonces lo haremos en privado.
- ¿En privado? Lo único que hacemos es pelear en nuestra casa... Oh,
pero creo que lo has olvidado... Porque ahora ni siquiera pareciera que tienes interés
de estar en casa.
Sus parpados se mantuvieron abierto de par en par esperando una
respuesta, Camila estaba enfadada, muy enfadada y ella misma también lo estaba.
¿Por qué su esposa había mencionado lo de respetarse cuando estuvieran trabajando?
¿Sería aún por la noticia de que existía una posibilidad de volver al ejército?
- ¿Qué haces aquí Lauren? – Volvió a repetir fríamente Camila.
- ¡Ya te he dicho que es para hablar contigo!
Su esposa dejó escapar un fuerte suspiro para girarse y darle la
espalda mientras caminaba nuevamente cerca del escritorio.
- Si quieres castigarme, entonces hazlo conmigo... No con nuestro
hijo.
- ¿Qué? – Dijo impresionada la arquitecta.
- Te pasas todo el día en el trabajo, llevas días sin estar con Cameron.
- ¿Qué me quieres decir Lauren? ¿Qué no estoy siendo una buena
madre?
Guardó silencio mientras apretaba la mandíbula, ella nunca había
querido decir aquello, Camila estaba completamente lejos de ser una mala madre. Su
esposa había sido quien había soportado todo lo que conllevó el periodo final del
embarazo, las complicaciones antes y después del parto, y finalmente haber sido
separado de su pequeño apenas al nacer.
- No vuelvas jamás, jamás a decir que no soy una buena madre. –
Espetó Camila mientras su rostro se mantenía tenso.
- No he dicho eso...
Se giró sobre sí misma enfadada y nerviosa intentando calmarse para
así evitar decir más cosas que podrían mal interpretarse, quizás sí había sido una
mala idea ir hasta el trabajo de la arquitecta. Quizás era verdad, quizás ya no había
nada que hablar, nada que solucionar, nada que pudiera cambiar.
- Lauren, te voy a pedir por favor que te vayas de aquí... Necesito
trabajar, y creo que ya no tenemos nada que hablar. – Dijo finalmente su esposa.
Sus pies se acercaron hasta donde estaba la morena la cual no se
movió ni un centímetro de dónde estaba. Su respiración se volvió pesada cuando
Camila apartó finalmente los ojos marrones para evitar el contacto visual.
- ¿Por qué estás tan enojada conmigo? – Preguntó lentamente Lauren.
- Lauren no... No quiero hablar más.

- ¿Por qué estás tan enojada conmigo? – Volvió a repetir.


Camila elevó el rostro para dejar que ambas miradas volvieran a
conectar, la ex soldado respiró hondamente al observar con detalle lo cansado que
parecía el rostro de la mujer que amaba.
- ¿De verdad no lo sabes? – Dijo irónicamente Camila.
- Necesito que me lo digas tú...
- ¡Porque te fuiste Lauren! ¡Nos dejaste solos! A mí y a nuestro hijo
que solo tenía 5 meses... Te fuiste a un lugar donde yo no podía saber, por un tiempo
que tampoco podía saber... Te fuiste y no me dejaste opinar en ello... Me dejaste
sola, sola cuidando a lo que habíamos soñado por años, y luego... Luego casi te
mueres... Luego volviste con una máquina respirando por ti, tardaste días en
despertar mientras yo me pasaba el tiempo llorando por el miedo que sentía... ¿O es
que ya lo olvidaste también? Me tuvieron que hospitalizar para monitorizar el parto de
Cameron, el cual fue completamente complicado, donde tampoco estuviste, y
finalmente nuestro hijo pasó meses en el hospital... ¡Estoy enfada contigo porque me
dejaste sola y tuve que vivir el mayor miedo de mi vida!
Las lágrimas abandonaron los ojos color esmeralda mientras ni su
cuerpo ni su mente pudieron actuar, sus pies siguieron clavados al piso y su boca
seca mientras Camila se giraba sobre sí misma y se alejaba hasta la puerta donde
dejaba una de sus manos sobre el pomo.
- Por favor Lauren, vete.
...
- ¿Te gusta cariño? – Preguntó sonriendo Camila.
Cameron se abrazó con más fuerza al nuevo peluche en forma de
elefante que Camila le había regalado aquel día, ahora ambos estaban pasando una
agradable tarde en el parque. El ojiverde tenía su gorro de lana en formar de panda
que la arquitecta acomodó con ternura.
- ¿Sabes que te amo un motón, cierto? – Volvió a preguntar.
El pequeño abandonó el peluche para tirarse a sus brazos y dejar que
Camila le acariciara la cabeza y espalda mientras ambos reían de buena manera.
- ¿Y cuándo dirás "mamá"?
Dejó un pequeño beso en una de las mejillas del ojiverde el cual volvió
su atención a su juguete nuevo mientras movía entretenido los pies sobre el regazo
de su madre. Camila estaba asombrada de lo mucho que había crecido Cameron.
Cuando había nacido el pequeño había pesado 1,300 Kg, y había tenido sólo 39 cms
como talla, los médicos le habían dicho que estaba bien para el tiempo de gestación
que había tenido, y que era un pequeño gran luchador.
Con dos dedos le tomó divertidamente la nariz respingada que tenía
su hijo, muy parecida a la de ella. Muy en el fondo Camila agradecía que Cameron
aun fuera tan pequeño, aún no lograría entender qué estaba pasando exactamente
con sus dos mamás... Sin embargo no podía evitar sentirse culpable de quitarle la
oportunidad a su pequeño de crecer junto a las dos personas que más le amaban en
el mundo. Parecía egoísmo, pero no lo era... ¿Cómo iba a soportar vivir junto a
Lauren? La situación era insoportable, y no quería estar triste y desgastada para su
hijo, era verdad que en los últimos días había estado alejada de él, pero había sido
casi un instinto el alejarse de la situación, Lauren le había dicho que el ejército la
quería devuelta en sus filas, y la ojiverde lo había dicho tan tranquilamente como si
hubiera olvidado cómo habían terminado las cosas la última vez.
- Mamama ma. – Vocalizó Cameron para luego llevarse una mano a la
boca.
- ¿Eso significa que tienes hambre? – Murmuró dulcemente.
- Mamama. – Repitió Cameron mientras llevaba su pequeña mano a la
boca de su madre.
- Creo que sí. – Rió Camila.
Guardó todas las cosas en la mochila en forma de cohete de su hijo
mientras éste se quedaba con el elefante de peluche en los brazos y la miraba de
forma impaciente.
- Venga, te haré rápidamente la cena cuando lleguemos a casa.
Mientras cruzaba el parque con Cameron en sus brazos Camila pudo
detallar un par de parejas más jugando con sus hijos, o paseando a sus mascotas, o
simplemente parejas caminadas abrazadas o tomándose de las manos. Genial, pensó,
parecía una escena de película donde uno de los protagonistas recordaba por
cualquier ínfimo motivo a la persona que amaba. Pero así era, la arquitecta no dejó
de pensar en Lauren mientras sus pasos seguían el rumbo hacia la camioneta que
estaba aparcada cerca del lugar... Aún no podía olvidar la mirada que le había dado
su esposa aquel día al volver a casa luego de la discusión en su oficina. La ex soldado
no podía mirarle a la cara, habían pasado sietes días y ellas seguían sin dirigirse una
sola palabra. Lauren había aumentado su rutina de ejercicios, rutina que realizaba
cada vez que la arquitecta llegaba a casa para estar con Cameron.
- Listo mi amor. – Dijo cuando terminó de ajustar al pequeño en la
silla especial para él en la camioneta.
Aquella noche tenía que hablar con Lauren, debía volver a recordarle
que mañana tenían la reunión con ambos abogados para leer los papeles del divorcio
e intentar una fecha final para filmar el acuerdo.

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Capítulo 17.

- Dinah, que lo digo enserio, no puedo llegar tarde a la reunión


que tengo con los abogados y Lauren. – Dijo abrumada Camila mientras volvía a
mirar ofuscada los zapatos de seguridad que estaba usando.
Su amiga le guiñó el ojo tranquilamente mientras ella se colocaba un
casco y un par de guantes, el mismo equipamiento que le entregó a Camila. Aquella
mañana debían ir a supervisar cómo iban los avances de la obra del nuevo edificio
comercial de la ciudad, proyecto que estaba a cargo de la firma de arquitectos donde
trabajaban ambas, a Camila normalmente le gustaban ése tipo de actividades, salir
de la oficina para ver cómo se llevaba a cabo la construcción de lo que antes había
diseñado en un papel.
- Yo misma te llevaré en mi coche si es necesario. – Habló
Dinah mientras volvía a acomodar su cabello bajo el casco de seguridad.
Elevó las cejas mientras notaba que los guantes de seguridad le
quedaban un poco más apretado al ser nuevos. Se dijo a sí misma que estaría
tranquila hasta que comenzara la reunión, por ahora, debía enfocarse en su trabajo.
En general siempre era difícil enfrentar al jefe de obra o a los constructores que
trabajan en el lugar, Camila quería decirse que no era porque ella fuera una mujer,
pero lo había visto con sus propios ojos, cuando los hombres interactuaban con otros
arquitectos nunca era igual como cuando ella era quien debía supervisar los avances.
- Ésto tiene buena pinta. – Mencionó Dinah mientras apuntaba con un
dedo los cimientos del futuro edificio.
- Iremos por sector, pero estoy sorprendida, claramente han
avanzado más rápido de lo que me imaginé.
Ambas mujeres siguieron caminando por el lugar mientras el jefe de
obra iba a su encuentro. Sean Powell, un moreno de cuerpo musculoso que tenía una
barba de días que además de ser un excelente jefe de obra era un mujeriego
empedernido que cada vez que podía coqueteaba sin límites con Dinah Janeh.
- Buenos días hermosas damas. – Saludó el moreno.
- Buenos días Sean. – Respondió la arquitecta.
- Buenos días. – Saludó Dinah.
Camila apretó la mandíbula al ver cómo el moreno miraba a su amiga
la cual estaba encantada, la arquitecta aún se preguntaba por qué la ingeniera no
había aceptado ninguna de las citas que Sean le había propuesto en todos los meses
que llevaban trabajando.
- Debo decir que nos dejas sorprendida por el avance. – Apuntó
Camila.
- Por supuesto arquitecta Cabello, mis chicos saben trabajar
bien.
- ¿Cómo van con los plazos? – Preguntó Dinah mientras los tres
comenzaban una caminata por el lugar.
- Mejor de los esperado licenciada Hansen. – Sonrió el moreno.
Camila rodó los ojos frente al descarado entusiasmo de Sean. Sin
embargo se alejó un poco de la pareja para comenzar a detallar con sus propios ojos
cómo iba la construcción. Sonrió para sí al ver cómo el hormigón estaba comenzando
a formar lo que alguna vez fue una idea ambiciosa en su mente. Aún faltaba mucho y
la mayoría de los detalles, pero por el momento la gran cantidad de hormigón le tenía
satisfecha.
...
Lauren sujetaba cada mano de Cameron el cual intentaba dar
pequeños pasos por su propia cuenta, logrando avanzar dos fallando el tercero.
- ¡Cuándo pasó esto! – Dijo feliz la madre de la ex soldado.
- Hoy en la mañana. – Sonrió ampliamente Lauren.

- Oh por Dios mi niño. – Habló Clara mirando a Cameron el cual le regaló una
espléndida sonrisa.
El pequeño se soltó de las manos de su madre y estiró los brazos en
dirección de su abuela, la cual le tomó ambas manos para repetir la acción anterior, el
pequeño ojiverde dio dos pasos más y luego falló el último.
- No olvidarás éste momento jamás Lauren. – Habló su madre
aún con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.
- ¿Sí? – Dijo curiosa la ojiverde.
- Claro que sí, yo aún puedo recordar cuando tú comenzaste a
caminar, o cuando Chris comenzó hablar, o cuando a Taylor se le cayó su primer
diente.
- Venga mamá, seguro que con tres hijos te llegas a confundir.
– Apuntó un poco escéptica.
- Calla boba, cuando tengas más hijos lo entenderás.
Su sonrisa se borró en un segundo, sintió cómo los músculos de su
abdomen se tensaban y cómo el rostro de su madre había cambiado también.
- Disculpa cariño... - Dijo levemente Clara.
Afirmó en silencio mientras observaba a su hijo el cual seguía
intentando caminar sonriendo en cada intento.
- Me hubiera gustado que Cameron tuviera una hermana. –
Sonrió con nostalgia.
Su madre le miró con ternura mientras Cameron se revolvía del
agarre.
- Una pequeña que fuera idéntica a Camila. – Volvió hablar
lentamente Lauren.
- Eres una excelente madre Lauren. - Clara intentó desviar el
tema.
- Me hubiera encantado que Cameron pudiera jugar con ella,
que se cuidaran, llegar a casa y verlos esperándome. – Habló mientras una lágrima
rodaba por su mejilla.
- Lauren aún eres muy joven... No sabes lo que pasará en el
futuro, quizás puedas conocer a alguien y...
- No. – Interrumpió la ojiverde. – No me digas que conoceré a
alguien con quien tendré más hijos... Camila es la mujer de mi vida, sólo con ella
formaría una familia... La que formamos ella, Cameron y yo.
Clara pudo identificar la amargura y desesperación en aquellas
palabras que su hija había mencionado. Lauren era tan joven, nunca había sido una
chica problemática, ni orgullosa, ni testaruda, pero Clara temía que Lauren estuviera
dependiendo casi al 100% de Camila, tal parecía que la ojiverde no veía más allá del
presente, estaba tan nublada que parecía imposible imaginar que Lauren pudiera
sobreponerse a lo que vendría luego de la ruptura.
...
- Te he dicho que no puedo llegar tarde. – Dijo nerviosa Camila
caminando delante de Dinah para salir de la construcción.
- Calma Mila, manejaré yo para que luego sólo te bajes y
llegues a la reunión. – Habló Dinah intentando seguirle el paso a la arquitecta.
- Ése estúpido de Sean nos hizo perder más tiempo del
necesario.
Cuando llegaron cerca de la salida Camila tiró con fuerza ambos
guantes mientras Dinah amablemente le desabrochaba los cordones de los zapatos de
seguridad. Su pelo se quedó enredado un poco con el casco de seguridad haciendo
que su nerviosismo aumentara aún más.
- Ey chica, calma, ten las llaves, espérame en el coche, voy a
penas termine de ponerme mis propios zapatos.
Camila se calzó sus tacos negros rápidamente y salió del lugar
tomando las llaves del coche de Dinah, mientras caminaba su corazón golpeaba
fuerte contra su pecho. Sinceramente no creía que hoy mismo Lauren estuviera de
acuerdo con firmar los papeles del divorcio, seguramente tendrían una larga y tediosa
discusión entre ellas y los abogados. Camila no estaba interesada en nada de lo
material, pero tenía más asuntos que resolver.

Cuando Dinah abrió la puerta del conductor Camila se sintió algo más calmada,
dejando apoyada su cabeza contra el respaldar del asiento.
- Vaya pinta que tienes Mila, venga, arregla tu peinado mientras
vamos en camino. – Picó Dinah para calmar un poco la situación.
Gracias a uno de los espejos que tenía el coche comenzó a peinar sus
cabellos intentando calmar a la vez su nerviosismo. De su bolso sacó un labial de un
tono rosado pálido para maquillarse rápidamente.
Cuando terminó la acción y guardó nuevamente el labial su respiración
se cortó al mirarse con detalles sus manos... Su anillo de matrimonio no estaba en su
dedo anular, ni en ningún otro dedo...
- ¡Dinah! – Dijo con pánico.
- ¿Qué Mila? Por dios. – Preguntó asustada Dinah sin apartar los
ojos de la autopista.
- ¡Mi anillo de matrimonio! No lo tengo...
La desesperación se apoderó de ella y con ambas manos comenzó a
buscar en su bolso imaginando que tal vez el anillo habría caído dentro cuando había
buscado el labial. Tardó menos de 3 segundos en sacar todo lo que había dentro, pero
el anillo no apareció. Se removió en su asiento soltando el cinturón de seguridad para
buscar el anillo en el auto.
- Camila, ponte el maldito cinturón de seguridad. – Chilló Dinah
nerviosa bajando un poco la velocidad.
- Necesito encontrarlo Dinah. – Murmuró nerviosa.
Sus ojos buscaron rápidamente por todos los lugares a los cuales pudo
en aquella incómoda situación, para luego volver a su asiento y asegurar el cinturón.
- ¿Estás segura que lo llevabas hoy? – Pregunto Dinah girando
el coche por una esquina cerca del edificio donde Camila tenía la reunión.
- Sí, nunca me lo saco.
La arquitecta se pasó ambas manos por el rostro con un nerviosismo
que rozaba la desesperación.
- Quizás en la construcción...
- ¡Sí! Los guantes... Los guantes me quedaban apretados.
Joder, no me da tiempo para ir hasta allá y buscarlos, mi abogada me mataría. –
Apuntó Camila.
Dinah hizo una mueca mientras aparcaba fuera del edificio de destino.
- No puedo ir ahora, tengo una reunión con Konell. – Dijo Dinah
haciendo una mueca.
- Si no fuera Konell te pediría que fueras hasta allá, pero lo
entiendo... ¡Joder! – Respondió Camila con un sombrío rostro.
Camila golpeó su cabeza levemente contra el respaldar del asiento,
mal día para que su amiga tuviera una reunión con el jefe de la firma de arquitectos.
- Veré que puedo hacer, puedo llamar a Sean. – Habló la
ingeniera.
- Te lo agradecería...
Se soltó del cinturón de seguridad y abrió rápidamente la puerta del
copiloto despidiéndose con un gesto con la mano para encaminarse hacia el edificio.
...
Sus ojos verdes esmeraldas capturaron el preciso momento en que
Camila entraba apurada a la oficina, puntual, ni un solo segundo más. Sonrió con
nostalgia al recordar lo puntual que solía ser la arquitecta desde el día en que se
habían conocido, pequeños detalles que caracterizaban a la chica de la cual se había
enamorado.
Richard Fields, su abogado, le entregó una amable sonrisa mientras
Rebecca Neer, la abogada de Camila, volvía a ordenar casi obsesivamente los papeles
sobre la mesa de la oficina.
- Bueno, no quiero ser impertinente, pero me parece que cada
uno sabe por qué estamos aquí, espero que podamos leer cada cláusula del divorcio y
discutir brevemente si están de acuerdo o no. – Aclaró la abogada.
Lauren elevó las cejas para luego mirar fijamente a los ojos marrones
de Camila, quien se removía nerviosa en su asiento pestañeando más de lo necesario
y escondiendo las manos bajo la mesa.
- Licenciada Neer, Lauren y yo hemos discutido los papeles que
habéis redactado vosotras... Y creo que estamos en desacuerdo con algunas cosas.
- Así lo veo licenciado Fields. – Apuntó la mujer rubia.
Sus oídos dejaron de oír cuando Camila fijó sus ojos marrones hacia
ella. ¿Cómo iba a terminar así su relación con aquella mujer que amaba? La que fue
su novia por años, la que se convirtió en su esposa, la madre de su hijo...
¿Y si había otra opción?, ¿Un tiempo separadas?, ¿Cómo pedirle a
Camila un tiempo? Que lo volvieran a intentar, calmar las cosas, dejar de pelear y
tratar de entender, ¿Valía la pena?
- Primero veremos la cláusula sobre los bienes materiales
adquiridos en el matrimonio. – Habló Rebecca Neer.
El ambiente era tenso y Lauren temió que ninguna palabra saldría de
su boca en aquel momento, Camila no volvió a intentar a conectar las miradas y se
removió en asiento para luego con la mano derecha quitarse un mechón de pelo que
caía sobre su frente.... El tiempo se detuvo cuando sus ojos esmeraldas detallaron la
desnuda mano de Camila, donde incluso podía verse la marca con una piel más pálida
donde hasta ayer podía haber estado la alianza de matrimonio.
Abrió la boca para decir algo mientras los ojos de Camila conectaron,
pudo ver el temor en los ojos de su esposa mientras escondía rápidamente ambas
manos bajo la mesa.
Lauren lo entendió, aquella mujer ya no era su esposa. La arquitecta
había mandado una señal clara y concisa.

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Gracias a todos por seguir la historia !
Capítulo 18.

El rostro de Lauren se transformó en alguien quien estaba sufriendo,


Camila sintió cómo se quedaba sin respiración y volvió apretar sus puños bajo la
mesa, Lauren había notado que ya no llevaba el anillo de matrimonio.
Quiso detener a ambos abogados quienes hablaban ajenos a lo que
sucedía y decirle a la ojiverde que no se había quitado el anillo queriendo, sino que lo
había perdido... Lo que también era horrible, ya que no se lo había quitado en los
más de dos años que llevaban casadas.
- Disculpad. – Interrumpió la ojiverde la discusión de los
abogados. – Licenciada Neer, no estoy de acuerdo con la cláusula de los bienes
materiales porque quiero que Camila se quede con todo lo que pudimos adquirir
durante el matrimonio, que no es mucho, la camioneta, la casa y los muebles... No
me molesta nada de eso. – Dijo fríamente Lauren.
Sus parpados se abrieron sorprendidos, recordaba lo que había
mencionado su esposa sobre la casa, pero ahora que Lauren lo volviera a decir con
aquel tono frío y saber que tampoco quería quedarse con nada de lo que habían
comprado juntas le hizo confundirse y sentirse triste.
- No me quiero quedar con la casa. – Aclaró Camila con un tono
de voz casi inaudible.
Rebecca Neer le miró asombrada mientras anotaba algo en un papel
dentro del folio. Lauren miró ansiosa su reloj en la muñeca izquierda mientras se
rascaba una ceja.
- Bueno, creo que ésto cambia un poco las cosas... – Apuntó
Rebecca.
- ¿Estás segura Lauren? – Preguntó Richard Fields mirando a la
ojiverde.
- Sí. – Murmuró la ex soldado.
¿Por qué Lauren no quería quedarse con la casa? No lo podía
entender, recordaba con nostalgia cómo la ojiverde había estado emocionada por la
casa desde que la habían visitado por primera vez para decidir si comprarla o no. En
aquellos días la ojiverde había planeado hasta el color de cada habitación, dónde
podrían la cama, dónde estaría la habitación de... Los niños...
Cerró con fuerza los parpados para evitar que las lágrimas rodaran por
sus mejillas. Podía recordar cómo desde muy jóvenes ambas habían soñado tener
hijos, había sido tan natural que Camila ahora se asombraba de que a sus jóvenes 17
años hubiera casi planeado toda una vida junto a Lauren, le asombraba porque el
destino les había cambiado de dirección todos y cada uno de sus planes.
Cuando la arquitecta comenzó el proceso de la inseminación artificial,
sabiendo que al primer intento podrían no conseguirlo, Lauren le había dicho que lo
intentarían hasta que ella se sintiera segura y que no la forzaría a nada. Había sido
una hermosa sorpresa que con el primer intento Camila quedara embarazada de
Cameron.
- Cláusula sobre protección y beneficios de salud de ambos
pares. – Habló Rebecca Neer.
- Aceptaré lo que desee Camila. – Volvió a hablar fríamente la
ojiverde antes de que la conversación se prolongara.
Miró sorprendida a su abogada la cual afirmó en silencio esperando
por una respuesta. Camila estaba confundida, con cada parte de los papeles del
divorcio sentía que una parte de su corazón se iba quebrando a la vez.
- No los quiero. – Dijo la arquitecta.
Lauren afirmó en silencio mientras se mordía los labios. Camila se
preguntó cuántos minutos más pasarían en aquella irreal situación, decidiendo todos
los detalles de unos papeles que en un tiempo próximo dejaría nulo el matrimonio
que siempre habían soñado.

...
Había decidido irse en metro antes de salir casi corriendo de la oficina
donde habían tenido la reunión, dejando las llaves sobre la mesa para que su esposa
entendiera que ella debía llevarse la camioneta e ir a buscar a Cameron a la casa de
los padres de la morena. Ninguna palabra salió de su boca, sus pies comenzaron a
correr hacia la estación del metro y cuando se dio cuenta que ya estaba esperando
por el vagón se cubrió el rostro con ambas manos.
¿Cómo la situación había llegado hasta ahí?, ¿Cómo una simple
llamada había cambiado su vida?
Mientras los edificios de la ciudad pasaban rápido frente a sus ojos
esmeraldas a través de la ventana del vagón de metro rememoró cómo si fuera ayer
el día en que le había comprado el anillo de compromiso a Camila, y luego la
siguiente vez que ambas fueron por los anillos de oro para las alianzas de
matrimonio.
La voz que avisaba su parada revotó en sus tímpanos tensando todos
sus músculos, no quería ver aun a Camila, no quería seguir enfrentando a la mujer
que había decido terminar la relación.
Sus pies comenzaron a caminar pesadamente por las cuadras que
separaban el metro de la casa. Lauren se preguntó qué debía hacer de aquí para
adelante. Ella misma no podía explicarse el dolor que sentía en su pecho a causa de
que Camila ya no estuviera usando el anillo, e incluso, se sentía decepcionada de que
la arquitecta no le hubiera mencionado nada al respecto... Pero tendría que comenzar
a enfrentar y superar situaciones así, al final de todo, en muy poco tiempo sus vidas
se separarían dejándolas unidas únicamente por el hijo que tenían ambas.
Se llevó las manos a la cabeza, si la reunión de hoy había sido
insoportable no quería imaginarse la infinidad de discusiones que se vendrían con
respecto a la custodia de Cameron.
El atardecer le entregó una gama diferente de naranjas, violetas, y
amarillos que fueron un bálsamo para su agitada alma, quiso gritar y dejar de
manifiesto lo destrozada que se sentía, la tristeza que la invadía ahora mismo y el
enfado que se comía sus vísceras.
Después de varios minutos logró llegar al antejardín de aquella casa
que había llamado un hogar, que era una construcción nueva, con un estilo muy
americano con aquella pintura blanca y aquel antejardín cubierto con césped. Pudo
detallar que la camioneta ya estaba aparcada afuera y por las ventanas se podía ver
que Camila ya había encendido algunas luces.
Cuando entró a la casa algo llamó su atención, el especial silencio,
Lauren supo inmediatamente que Cameron no estaba, y que la arquitecta estaría
esperándola.
- ¿Lauren? – Llamó la atención Camila cuando salió de la sala de
estar acercándose.
- ¿Dónde está Cameron? – Dijo fríamente.
- Con mis padres, les he pedido que le cuiden un poco más...
Yo... Necesito hablar contigo.
- Tú y yo no tenemos nada de qué hablar... Ahora soy yo la que
no quiere hablar contigo Camila. – Espetó la ojiverde.
Subió los escalones de forma pesada hasta llegar a la habitación que
compartía con su esposa donde comenzó a ordenar uno de los bolsos que solía usar
para sus viajes con la U.S. Army.
- ¿Qué haces? – Dijo asustada Camila entrando en la habitación.
- Me iré al lago por unos días... Espero que a tu padre no le
moleste que me quede en la casa de allí.
La arquitecta dejó escapar un sonoro suspiro de alivio mientras se
removía nerviosa en el lugar donde estaba.
- No creo que le importe, aún tenemos la copia de las llaves. –
Apuntó Camila.

Sus manos fueron veloces en ordenar ropa para llevar, en especial los abrigos y unas
botas abrigadas para soportar las bajas temperaturas que se podían dar durante las
noches a la orilla del lago en aquella estación del año.
- Lauren yo... El anillo... - Tartamudeó la morena.
Todos sus músculos se tensaron nuevamente mientras observaba con
especial detención los ojos marrones de su esposa, Camila seguía jugando
nerviosamente con sus manos como queriendo evitar dejar a la vista que sus manos
no llevaban ningún detalle.
- No tienes que darme explicaciones Camila... Ya no...
- Yo...
- No... Lo he entendido... Tú y yo... Se ha terminado. – Dijo
finalmente la ojiverde.
Los pies de su esposa se acercaron rápidamente haciendo que ambas
quedaran tan cerca que sus respiraciones chocaron e hiciera que sus parpados se
abrieran para dejar al descubierto lo dilatadas que tenía sus pupilas.
- Lauren el anillo, lo he perdido, no me lo he quitado
queriendo... Yo...
¿Perdido?, ¿Qué clase de excusa era ésa?
Rompió el contacto visual porque no quería ver la mentira en los ojos
marrones. Si es que lo que decía la arquitecta era real seguía siendo horrible de todos
modos, cómo Camila podía haber sido tan descuidada con la alianza que las había
unido hacía unos años.
- Pero te lo ibas a quitar de todos modos Camila, ¿No?... Mira, si
quieres engañarme con eso de lo que lo has perdido allá tú... Pero yo ya me he
cansado.
El silencio era tan incómodo que Lauren pudo sentir cómo su corazón
latía débil contra su pecho, era el preciso momento en que su corazón finalmente se
había quebrado por completo.
- Ya sé que no sobreviviremos a esto, no juntas...
- Lauren yo...
Apretó la mandíbula al detallar cada una de las lágrimas que rodaban
por las mejillas de Camila, acercó su rostro aún más al de la morena.
- Tú misma te has encargado de terminar lo nuestro... -
Murmuró la ojiverde.
- No ha sido así...
- Camila, las dos nos hemos dañado, lo sé, créeme que lo sé...
Pero hay una gran diferencia entre tú y yo, y es que yo te pude haber dañado de una
forma indirecta... Pero tú, Camila, tú me has dañado queriendo...
La arquitecta negó con la cabeza mientras con sus manos buscaba las
manos de Lauren.
- Déjame... Se ha terminado Camila... ¿No era lo que tanto
querías? ¿No es lo que me pediste hace unos meses?
El silencio de la morena le confirmó las respuestas a sus preguntas y
sin mirar más aquellos ojos marrones terminó de ordenar el bolso luego de sacar
algunas cosas del baño.
- Hablaré con mis padres para que puedan ayudarte con
Cameron éstos días, sacaré la silla de la camioneta y la dejaré antes de irme.
Cuando bajó rápidamente la escalera sus ojos se detuvieron hacia el
rincón del salón donde estaban todos los juguetes de Cameron haciendo que las
lágrimas se agolparan en sus ojos.
El ruido de los pasos de Camila a su espalda le hizo apurar sus
acciones mientras buscaba la llave de la casa del lago y se enfundaba en un abrigo de
color negro.
- ¿Cuándo volverás? – Preguntó confundida Camila.
- No lo sé, quizás en un par de semanas.
- Lauren...
- Sé que te preocupa la fecha para firmar los papeles del
divorcio, pero apenas vuelva lo haremos. – Dijo fríamente.
- No es eso Lauren...
- Camila... Te dejaré un mensaje cuando esté entrando a la
ciudad el día que vuelva.
La arquitecta se arregló un par de mechones de cabello que caían por
su rostro y respiró hondamente.
- ¿Necesitas algo? – Preguntó calmadamente la arquitecta.
Sus ojos dejaron escapar unas lágrimas mientras se arrimaba el bolso
a la espalda y ella misma se sacaba su anillo de matrimonio para entregárselo a
Camila.
- Lo que necesitaba eras tú...

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Sorpresa! Bueno, he adelantado el cap porque mañana tengo turno en
urgencias. Muchas gracias a todos por leer, comentar y votar!
Capítulo 19.

09 de Julio 2015, Boston – USA


Una semana ya había pasado desde el nacimiento de Cameron. El
pequeño seguía con ventilación mecánica, medicamentos endovenosos, sin poder
amamantar y en una incubadora que sólo dejaba a Camila acariciar al pequeño bebé
a través de dos ventanas redondas por donde podía meter sus manos y los
antebrazos.
Lauren no despertaba del coma pese a que los médicos aún les daban
esperanzas de que más pronto de lo esperaban la soldado despertaría. Su estado era
estable y para Camila éso era lo único que quería saber de la ojiverde, le había pedido
a todos explícitamente que no quería saber más detalles, ahora lo que más le
importaba era enfocarse en su pequeño hijo que luchaba a diario para salir del
complicado momento que vivía.
Y ella se sentía fatal, se sentía culpable de no haber podido cuidar bien
al bebé de cabellos castaños que solía abrir sus pequeños ojos con curiosidad cuando
con una de sus manos acariciaba sus pequeños pies. Camila nunca imaginó que un
bebé pudiera tener los pies y las manos tan pequeños como los tenía su hijo.
- Buenos días Camila. – Saludó el Dr. Matthew Cross, el pediatra
especialista en neonatología que trataba a Cameron.
- Buenos días Dr. Cross. – Murmuró Camila claramente muy
cansada.
- Te gustará saber que tu pequeño se comportó bastante bien
anoche. – Sonrió el pelinegro.
- ¿Cuánto más estará con los antibióticos?
- Una semana más por lo bajo, por el momento su condición
basal no ha empeorado, lo que es bueno... Es un pequeño luchador.
Una tímida sonrisa se dibujó en su rostro a la vez que a su mente
volvía la imagen de Lauren conectada al ventilador mecánico. Un dolor sordo se
instaló en su pecho al admitirse a sí misma lo mucho que necesitaba a la ojiverde en
aquellos momentos, de las dos Lauren siempre había sido la más fuerte con respecto
a los momentos difíciles, aunque ahora mismo Camila podría asegurar que su esposa
estaría orgullosa de ver lo determinada que estaba siendo la arquitecta enfrentando
día a día la situación que vivían las dos personas que más amaba en la vida.
- Lo que más queremos es que su capacidad respiratoria
mejore, esperemos que sea pronto, así le podríamos quitar el ventilador para puedas
darle de amamantar. – Apuntó Cross mientras escribía la evolución del pequeño.
Afirmó en silencio mientras con una mano seguía acariciando a su hijo.
Le encantaba que tuviera el cabello castaño oscuro como el de ella, y se preguntó de
qué colores serían los ojos del pequeño, ya que aún no lograba apreciarlos directa y
detenidamente... Internamente deseó que fueran tan verdes como los de Lauren.
...
- ¿No crees que la actitud de Camila es extraña? – Susurró
Michael mientras rodeaba con uno de sus brazos los hombros de su esposa.
- No lo sé cariño... Camila ha vivido algo horrible todos éstos
días, a mí me parece que sólo intenta protegerse de todas las esperanzas sobre lo
pronto que pueda despertar nuestra hija...
- Sólo quiero que nuestro nieto pronto pueda salir de la
ventilación mecánica. – Murmuró el ex soldado.
Clara pudo detallar el preocupado rostro de su esposo, besó sus labios
rápidamente para volver a apoyarse en el cuerpo de Michael. Una extraña sensación
embargaba su corazón, era una dulce-amarga mezcla entre una alegría nueva por
haberse convertido en abuela y una tristeza dolorosa al seguir viendo cómo su hija
mayor luchaba para seguir con vida.

- Camila dice que los pies de Cameron tienen el largo casi de la mitad de su
dedo meñique. – Sonrió Clara.
- Es nuestro pequeño campeón. – Sonrió ampliamente Michael.
– Estoy ansioso de conocerle.
Debido a lo complicado de la situación del bebé, y que se encontraba
en la unidad de cuidados intensivos de neonatología, la única visita que podía recibir
era la de Camila, la cual se pasaba como máximo una hora durante la mañana y una
durante la noche para estar con su pequeño.
- Pronto cariño, luego no dejaremos que se escape de nuestros
brazos. – Dijo Clara.
- Seguro se parece un montón a Camila. – Mencionó Michael
mientras acariciaba una de las manos de su esposa.
- Entonces será muy guapo. – Rió Clara.
Cuando Lauren le comentó a sus padres que junto a Camila querían
tener hijos en un comienzo Clara se sintió nerviosa frente a cómo específicamente
lograrían que una de las dos quedara embarazada, luego de que su hija le explicara
que lo intentarían por inseminación artificial con un donador de semen anónimo la
mujer de ojos verdes se sintió más tranquila. Cuando ambas chicas se decidieron por
el donador que dentro de la información se detallaba que tenía ojos verdes, buena
historia de salud y cabellos castaños el embarazo de Camila llegó más rápido de lo
que todos se imaginaron.
- Nuestro primer nieto. – Volvió a susurrar Michael mientras
dejaba un tierno beso en los labios de su esposa.
...
Todo el cuerpo le dolía, se sentía ahogada, y cuando intentó moverse
un dolor lancinante en su costado izquierdo le dio un impulso para gritar, pero no lo
logró, tenía algo en la garganta y en la boca, intentó abrir los parpados pero tampoco
lo logró, todo estaba en negro, sus tímpanos retumbaban y el dolor se hizo tan fuerte
que pensó que perdería la consciencia.
Cuando finalmente luego de luchar unos segundos logró abrir sus
parpados se le hizo casi imposible enfocar el lugar donde estaba, había mucha luz, y
cuando intentó llevarse una mano al rostro la vía venosa chocó con su frente
haciendo que un sofoco saliera de su boca.
¿Dónde estaba?, ¿Qué había pasado? No podía recordar nada, sólo
que su cuerpo dolía como el infierno, y que su respiración se hacía más difícil.
Cuando sus ojos enfocaron mejor pudo entender que estaba en una
habitación de algún hospital, y con ambas manos intentó retirarse violentamente el
tubo endotraqueal del ventilador mecánico.
- ¡Soldado Jauregui, no lo haga! – Gritó una voz que entraba
por la puerta.
Sus ojos esmeraldas pudieron detallar al alto hombre de cabellos
canosos que entraba casi corriendo para tomarle ambas manos y evitar su lucha
contra el tubo que aún no había salido de su boca.
- Se lo quitaremos en un segundo, necesito que esté tranquila.
– Volvió hablar el hombre.
Se sintió mareada cuando volvió apoyar su cabeza contra la almohada,
el costado izquierdo le ardía y sin darse cuenta sus lágrimas comenzaron a rodar por
sus mejillas, comenzaba a desesperarse.
- ¿Sabe dónde estamos? ¿Sí o no? – Preguntó el médico
mientras comenzaba a buscar unas jeringas y apretar algunos botones del ventilador
mecánico.
Confundida negó con la cabeza mientras su cuerpo comenzaba a
temblar presa del miedo. Algo andaba mal, muy mal, y por su mente comenzaron a
desfilar un sinfín de los últimos momentos que pasó en Irak hasta llegar al más
doloroso, cuando ella misma se había dejado caer sobre el cuerpo de su mejor
amigo...

Con ambas manos sin esperar más volvió a tirar del tubo con fuerza haciendo que su
garganta ardiera frente al intento, las enfermeras que acompañan al médico
apartaron sus manos del tubo y con fuerzas la retuvieron hasta que el hombre apagó
el ventilador y de forma rápida quitó el tubo dejando que un gran grito y una rasposa
tos saliera de su garganta.
- ¡¿Dónde estoy?! – Gritó con las pocas fuerzas que tenía.
Las lágrimas caían por sus mejillas mientras con las pocas fuerzas que
tenía intentó levantarse de la cama para luego dejar escapar casi un aullido al sentir
cómo su costado le daba el peor dolor de su vida.
- Soldado Jauregui, si no se calma me veré obligado a sedarla. –
Dijo el hombre intentando retener su cuerpo a la cama.
- ¿Dónde estoy?, ¿Dónde está Cameron? – Suplicó la ojiverde.
- Está usted en el Massachusetts General Hospital. Llegó aquí
hace 18 días...
Sus parpados se abrieron sorprendidos, las palabras de aquel hombre
la habían dejado más confundida que antes, y el dolor seguía siendo insoportable.
- ¡¿Dónde está Cameron?! – Volvió a preguntar desesperada.
- Soldado Jauregui, ahora necesita descansar...
- ¡¿Dónde está mi mejor amigo? – Le suplicó al hombre
mirándole a los ojos.
- ¿No recuerda qué pasó? – Dijo preocupado el médico.
...
- ¿Eso quiere decir que no recuerda qué pasó? – Preguntó
nervioso Michael.
- No por el momento, pero es posible que sólo sea un
mecanismo de estrés post traumático agudo que no dure más de algunas horas o
días... No les podemos asegurar nada por el momento, pero por el momento la
soldado Jauregui está estable, consciente... Y me ha pedido ver a su esposa. – Dijo el
Dr. Dave Cross, un hombre de cabellos blancos especialista en pacientes críticos, y
padre del neonatólogo de Cameron.
Camila pudo sentir cómo su padre le miraba de re ojo. Por su parte
ella estaba nerviosa removiéndose en el lugar donde sus pies intentaban clavarse al
piso. Ninguna palabra había salido de su boca desde que los médicos les informaron
de que Lauren por fin había salido del coma.
- Iré con usted. – Murmuró casi sin fuerzas Camila dirigiéndose
al médico.
¿Por qué no se sentía feliz? Se recriminó a sí misma, cómo podía no
estar saltando y gritando de felicidad al saber que su esposa por fin había
despertado... Se quiso excusar con que aún no se recuperaba de todo lo que pasó con
el parto de Cameron, o incluso de lo que pasaba ahora mismo al saber que su
pequeño sí seguía conectado a un ventilador mecánico.
¿Pero cómo éso podía eclipsar todo lo que había esperado para que
Lauren despertada? Pestañeó nerviosamente mientras seguía al médico por el pasillo
hasta llegar a la habitación donde estaba su esposa.
- Sra. Cabello-Jauregui... Espero entienda la situación en que se
encuentra su esposa... Estoy al tanto de lo que también pasó con usted, y
sinceramente, creo que éste será un momento bastante fuerte y exasperante para
Lauren y para usted... Si necesita algo estaremos aquí. – Apuntó el hombre mientras
se despedía inclinando un poco la cabeza.
Camila se llevó ambas manos al poco vientre que le quedaba, poco
rastro quedaba de su embarazo, seguramente aquello sería lo primero que Lauren
percibiría una vez que sus pies entraran en la habitación. ¿Y qué le diría? ¿Cómo
podría intentar explicarle todo lo que había pasado?
Suspiró fuertemente buscando la mayor de sus fuerzas internas al
enfrentar lo que podía ser una de las situaciones más difíciles de su vida.
Con los nudillos golpeó dos veces para luego abrir lentamente la
puerta, fueron los segundos más irreales de su vida, apenas asomó su cuerpo pudo
ver cómo Lauren intentaba incorporarse en la cama.
- ¡Amor! – Llamó asustada Lauren.
Los ojos se le agolparon de lágrimas al ver el rostro de pánico que
Lauren tenía, la soldado tenía unos ojos rojos que acompañaban su pálido rostro que
mantenía las ojeras de días.
- Lauren... - Murmuró Camila siendo incapaz de acercarse un
poco más a la cama.
- ¿Qué ha pasado? – Preguntó confundida Lauren volviendo
intentar a incorporarse.
- Calma, quédate acostada, por favor.
Sus piernas temblaron acompañando débilmente su cuerpo hasta
quedar cerca al borde de la cama.
- ¿Qué ha pasado con nuestro hijo? – Dijo asustada la soldado
al percatarse del pequeño bulto en la parte baja del abdomen de la arquitecta.
- Ya ha nacido... - Sonrió de una forma torpe mientras se
limpiaba las lágrimas.
- ¡¿Qué?! – Gritó asustada. – Pero si sólo estuve un poco más de 2
semanas en coma...
- Ha sido un parto prematuro. – Murmuró Camila mientras se
giraba para darle la espalda a la ojiverde.
El silencio fue tácito, Camila imaginó que así mismo se encontraba la
mente de la mujer que amaba, no podía mirarla directo a los ojos, no con todas
aquellas ganas de gritarle a la cara lo que sentía, lo débil que había quedado tras el
parto y la manera en que la culpaba de todo lo que pasó.
- ¿Está bien? – Preguntó Lauren asustada.
- No... Está en la unidad de cuidados intensivos de
neonatología, conectado a un ventilador... Ni siquiera le he podido tomar en brazos...
Lauren lanzó un llanto mientras intentaba estirar una de sus manos
hacia el rostro de Camila. La morena atrapó la mano y se la llevó a sus labios para
dejar varios besos.
- Yo... Te prometo que saldré pronto de ésta cama para estar
contigo y nuestro hijo...
- Cameron... Se llama Cameron.

Vio en cámara lenta cómo su esposa se llevaba ambas manos al rostro


y rompía en un llanto tan sonoro que su cuerpo se estremeció frente a los alaridos
que escaparon desde el fondo de la garganta de la soldado... Entonces Camila
entendió que Lauren había recordado qué sucedió con su mejor amigo a la vez
enfrentando la realidad en que se encontraba su hijo.

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Gracias a todos por el apoyo que recibe ésta historia, muchas gracias!
Capítulo 20.

Julio 2016, Boston – USA


Cuando cerró la puerta de la camioneta pudo sentir el verdadero frío
que hacía en el lugar, menos mal había llevado su mejor abrigo para soportar
aquellas temperaturas. Su mente agradeció el silencio que se mezclaba con los
sonidos de la naturaleza del lugar.
Sacó con agilidad el bolso y las cañas de pescar de la parte trasera de
la camioneta, sonriendo melancólicamente al recordar cómo el propio padre de
Camila le había enseñado los secretos para lograr una excelente pesca en el lago.
Para aquel entonces sólo llevaban un par de meses de novias, el instituto estaba por
terminar y los padres de su chica le habían invitado amablemente a pasar unos días
de relajo en el lago. Camila había quedado admirada de las habilidades que la
ojiverde demostró aquel día, riendo a lo bajo al ver cuánto Lauren se esforzaba por
impresionar a Alejandro.
Al entrar a la casa varios recuerdos amenazaron con brotar desde el
fondo de su memoria, pero se removió nerviosamente hasta la pequeña cocina de la
casa para poner a hervir algo de agua y hacerse una taza de café.
Se dejó caer en el pequeño sofá color azul marino de la habitación que
daba de forma casi directa al exterior de la casa, de ahí se podía ver la inmensidad
del lago el cual movía sus aguas tranquilamente imperturbables bajo los débiles rayos
de sol que rebotaban en él.
Sus parpados se cerraron al darse cuenta dónde exactamente estaba,
¿En qué momento había pensado que era una buena idea escapar al lugar donde
muchas veces pasó el día haciéndole el amor a Camila?
- ¿Y ahora qué? – Susurró confundida para sí misma.
El sonido de la tetera resonó por toda la casa y mientras sus manos
comenzaban automáticamente a ejecutar paso a paso lo necesario para lograr un
excelente café repasó mentalmente lo que había pasado en los últimos días... ¿Sería
posible en algún momento dejar de amar a Camila? ¿A su Camila?...
...
- ¿Cómo que se ha ido? – Preguntó confundida Dinah mientras
tomaba en brazos a Cameron el cual estaba haciendo un berrinche.
- Ayer por la noche, se ha ido en la camioneta. – Dijo Camila
mirando a Cameron preocupada.
- ¿Por cuánto?
- No me lo ha dicho. – Hizo una mueca.
Cameron seguía llorando casi silenciosamente en los brazos de Dinah,
el pequeño llevaba los cabellos despeinados y aún el pijama de estrellas amarillas en
un fondo azul oscuro.
- Creo que él sabe que Lauren se ha ido. – Susurró la arquitecta
tomando a su hijo en brazos.
Los parpados de su amiga se abrieron para luego afirmar en silencio.
Camila no había sabido a quién más llamar para quedarse aquel día en casa junto a
su hijo, no hubiera soportado hablarlo con sus padres o con los propios padres de
Lauren. Tampoco hubiera soportado quedarse sola y subirse por las paredes
intentando descifrar qué era lo que exactamente pensaba la ex soldado.
El anillo de Lauren lo había dejado en el cajón de la mesita de noche
del lado de la ojiverde. Cuando aquella noche había entrado a la habitación un frío
recorrió su espina dorsal al recordar aquellas noches cuando Lauren había estado de
misión y ella había tenido que dormir sólo acompañada del pequeño que estaba
creciendo en su vientre, ahora al menos pasaría las noches durmiendo con su hijo
entre los brazos.
- ¿No cree que realmente has perdido el anillo? – Habló Dinah
mientras terminaba de hacer dos tazas de café.
- Le he dicho, pero no sé si ha pensado que es mentira... Le
duele de igual forma.

- Ayer llamé a Sean pero me ha dicho que alguno de sus trabajadores se había
encargado de guardar el equipo que usamos y cuando ya ha ido él no ha encontrado
el anillo.
Una mueca de frustración y dolor se instaló en su rostro, no podía
creer que realmente hubiera perdido el anillo, había sido tan rápido que aun podía
sentir el leve peso de la alianza de oro rodeando su dedo. Quiso romper en llanto al
recordar el momento exacto cuando Lauren sonriendo y riendo nerviosamente le
había puesto aquel anillo frente a todos sus seres queridos en el día de su boda.
- ¿Será una señal? – Murmuró Camila sin apartar sus ojos del
pequeño que seguía aferrado a su pecho.
- ¿Una señal? ¿A qué te refieres? – Dijo confundida la ingeniera.

- Una señal... De que lo mío con Lauren tenía que terminar...


En el rostro de su amiga se instaló una mueca que luego desapareció,
ella misma sintió su boca seca e inconscientemente apretó más a Cameron contra su
pecho.
- ¿Puedo decirte algo? Y quiero que recuerdes que soy tu amiga,
y que te lo digo porque me preocupo por ti y por Cameron.
- Está bien... - Dijo algo insegura.
- Creo que la estás cagando... Sé que no puedo entender ni una
pequeña parte de todo lo que has tenido que soportar desde que Lauren se fue a
aquella maldita misión en Irak... Pero sí puedo decirte lo que ven mis ojos, puedo ver
cómo vosotras dos estáis dañadas, pero no puedo entender cómo dejas ir a la mujer
que te ama locamente, y sé que detrás de todo Camila, detrás de todo, tú también
sigues amando locamente a Lauren.
El pecho se le apretó al oír aquellas palabras salir de la boca de una
persona que le conocía tanto, ella se había sentido tan perdida, tanto que nunca
imaginó que alguien lograra ponerse en su lugar, todo el mundo parecía pasar por
alto todo lo que ella había vivido para ser fuerte por su hijo y por su esposa, todo a la
vez que ella no podía ser débil o dejaría caer a las dos personas que más amaba.
- Y no ha sido una puta señal, sólo ha sido un accidente por
culpa de aquellos estúpidos guantes. – Espetó Dinah para luego beber un largo sorbo
del café.
Cuando sus propias papilas gustativas saborearon aquel liquido
caliente la tristeza volvió a invadir su corazón, Lauren llevaba fuera de casa menos de
un día y ya la extrañaba, se sintió mareada al saber cómo luego aquel tiempo se
extendería hasta tener un día a día sin la mujer que amaba.
- ¿Nunca has pensado en hacer terapia? – Apuntó Dinah
mientras la miraba con un rostro sereno.
- ¿Yo? – Dijo confundida la arquitecta.
- Sí Mila, no hay nada de malo en pedir ayuda cuando se
necesita...
- Nunca lo he pensado... Yo... - Tartamudeó nerviosa.
- Ey, calma... Disculpa, no he querido ofenderte o algo por el
estilo.
- No, no... Lo entiendo Dinah... Y quizás deba pensármelo.
Su amiga le regaló una pequeña sonrisa dando por terminada la
conversación. Cameron se había vuelto a dormir en su regazo, y Camila se preguntó
si el pequeño se habría percatado realmente de que la ojiverde se había ido de casa.
...
El reflejo de los numerosos árboles en el agua del lago y la
tranquilidad del agua contrastaban totalmente con los numerosos y explosivos
pensamientos que abordaban su mente. Apenas lanzar el anzuelo, y esperar que
algún pez picara, su mente comenzó a pasarle una mala jugada. Aquel lugar estaba
repleto de memorias junto a Camila, quizás cada uno de cada año que habían ido.
Suspiró mientras con una mano se arreglaba el gorro de lana color
negro que llevaba, los guantes protegían sus manos y siendo un poco de alivio para
no ver directamente el lugar donde hasta unas horas había estado el anillo que
Camila le había dado significativamente para unirse en matrimonio.
Se mordió los labios intentando ordenar todos sus pensamientos, sin
embargo lo que más temía dentro de lo próximo era qué haría con su esposa hasta
que ambas firmaran los papeles... ¿Sería capaz realmente de dejar su firma en
aquellos papeles?
Cerró con fuerza sus parpados intentando manejar el enfado que
sentía de sólo recordar lo fría que ahora era la mujer que llevaba amando tantos
años. Los recuerdos de una joven Camila corriendo a la orilla del lago escapando de
las cosquillas que le provocaban las manos de la ojiverde le hicieron reír a lo bajo...
¿Fui yo misma quien te cambié?
- Yo no lo quise así mi amor, nunca lo quise. – Murmuró para sí.
Nunca quiso cambiar nada de Camila, ni aun cuando eran jóvenes y
solían pelear por los problemas de comunicaciones que tuvieron al iniciar su relación.
A Lauren le abrumaba la capacidad que la morena tenía para poder expresar todos y
cada uno de sus pensamientos y sentimientos, le frustraba que ella no tuviera la
misma habilidad para expresarse con la persona que le daba alegría, amor, confianza
y seguridad. Odiaba además cuando Camila hacía siesta luego de comer, ya que ella
quería disfrutar cada minuto que podía con la morena, y luego peleaban porque
Lauren pensaba que la morena prefería dormir que salir con ella.
Rió con nostalgia recordando cómo Camila se enfadaba cada vez que
olvidaba darle el beso de los buenos días y cómo no se dormía hasta que ella le diera
el de las buenas noches... ¿Dónde había quedado aquella Camila? ¿Sería imposible
recuperarla?
- Basta joder. – Se enfadó consigo misma por seguir pensando
aquellas cosas.
Cuando la caña se tensó y el agua se removió una pequeña sonrisa se
dibujó en su rostro, algo había picado, quizás el primer pez del día.
...
Sus ojos se apartaron de la pantalla del ordenador para observar cómo
Dinah entraba en la oficina con un par de donuts y vasos con zumo de naranja.
- He traído el desayuno. – Murmuró la ingeniera.
Rodó los ojos divertida mientras se acercaba al escritorio intentando
dejar un lugar libre para ambos vasos.
- Por cierto, ¿Qué estabas haciendo? – Apuntó Dinah mirando
con curiosidad al ordenador.
Dudó un segundo sobre decirle el verdadero motivo a su amiga, pero
durante aquellos días Dinah había sido su más próximo soporte, no valía la pena
mentirle.
- Estoy buscando un piso. – Anunció la arquitecta.
El rostro sorprendido de su amiga hizo que la duda volviera a su
mente, quizás estaba siendo muy precipitada, pero Lauren ya lo sabía, no iba a
quedarse en aquella casa que ambas habían llamado hogar, no podía soportarlo,
cualquier menor detalle del lugar le hacía volver a cuando sus días junto a Lauren
sólo tenían tintes de alegría y estabilidad.
- ¿Estás segura de irte de la casa? – Preguntó asombrada Dinah.
- Sí... No puedo quedarme allí... Por ahora sólo será un piso
pequeño donde tener mis cosas, quizás con dos habitaciones, una para mí y una para
Cameron.
Dinah guardó silencio en señal de que no debían hablar de aquello. Los
puños de la arquitecta se apretaron al saber que el tema de la custodia de Cameron
se acercaba con el correr de los días, ella misma lo evitaba en su mente, pero la
realidad seguía ahí...
- No quiero que te des contra la muralla Mila, pero tienes que
pensar que existe una posibilidad de que Lauren se quede con la custodia... -
Murmuró su amiga.

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Gracias por leer!
Capítulo 21.

3 semanas después, Julio 2016. Boston - USA.


La suave lluvia y Hotel California en la radio acompañaban los pocos
kilómetros que faltaban para llegar a Boston. Su cuerpo agradecía que la temperatura
en la ciudad fuera mucho mayor a lo que había vivido en el lago. Estaba por atardecer
y en su mente quiso negarse lo ansiosa que estaba por volver a casa, se quería hacer
creer a sí misma que aquel nerviosismo era por volver a ver a su hijo y no a su
esposa.
Dejó escapar un suspiro al sentirse culpable de haber dejado a su
pequeño durante aquellas tres semanas, pero estaba segura que tanto Camila como
sus padres y sus suegros habrían cuidado bien del ojiverde.
Al entrar a la ciudad bajó la velocidad de la camioneta mientras el
osado atardecer se colaba entre los edificios, el sonido de la guitarra retumbó
agradablemente contra sus tímpanos. Era una dulce contradicción, no quería ver a
Camila pero se moría por besarla, se moría por escuchar su voz, por ver aquella
sonrisa, por atrapar a la morena entre sus brazos y no dejarla ir, qué locura.
Cuando aparcó a la entrada de la casa otra vez volvió a sentir que
había llegado a su hogar, las luces encendidas le daban una cálida bienvenida y luego
de sacar el bolso, las cañas de pescar y cerrar la camioneta, sus piernas comenzaron
a temblar. Quería correr al encuentro con su hijo, pero quería escapar en dirección
contraria para no comenzar más peleas con Camila.
Entró en la casa intentando hacer poco ruido al suponer que quizás
por la hora su pequeño hijo estaba durmiendo, pero grande fue su sorpresa cuando al
entrar se encontró con Camila sujetando al pequeño ojiverde por ambos brazos.
Cameron estaba caminando un poco más seguro que la última vez que lo había visto.
- Ey, mi campeón.... Ven aquí. – Estiró los brazos de los cuales
Cameron se sujetó rápidamente.
Abrazó al pequeño apretándolo contra su cuerpo para luego tomarlo
en brazos y dejarle cariñosos besos en el rostro.
- Hay comida, por si deseas cenar. – Dijo Camila un poco
tímida.
- No tengo hambre... Estaré jugando con Cameron hasta que le
de sueño, yo lo acuesto. – Respondió Lauren sin hacer mucho contacto visual.
...
Camila subió hacia la habitación donde apartó una de las maletas que
estaba sobre la cama, aquella tarde había estado guardando la ropa de verano
mientras con nostalgia intentaba recordar la última vez que sus pies habían sentido la
arena cálida acompañada de un abrazo por parte de Lauren.
¿Hacía cuánto que no se abrazaban así? Con cariño, con simplicidad e
intimidad. Se mordió los labios mientras miraba con culpabilidad las cajas de
embalaje que se encontraban en la que había sido la habitación que compartió tantos
días y noches junto a la ojiverde. Otra vez se sintió insegura de haber comenzado
hacer aquellos ajustes sin decirle nada a la que próximamente sería su ex esposa,
temía la reacción de Lauren, por supuesto, la conocía tanto que sabía que la ex
soldado se sentiría traicionada.
¿Por qué parecía que siempre hacía las cosas adrede? Cuando nunca
había sido así, pese a que Lauren le hubiera dicho que ella la había dañado queriendo
aquella no era la verdad.
Se sentía tan frustrada, nunca hubiera imaginado que llegaría un día
en que le haría daño a una de las personas que más amaba en su vida, nunca hubiera
querido dañar al amor de su vida.
- Ya he dejado durmiendo a Cameron. – Anunció casi
murmurando Lauren mientras entraba a la habitación.
Se giró sobre sus pies para poder observar directamente el rostro de
la ojiverde. Lauren tenía el ceño fruncido sin entender la cantidad de cajas y maletas
que habían en la habitación.

- Lauren yo... - Murmuró queriendo explicar.


- ¿Qué... Qué es esto? – Hizo un gesto con la mano intentando
apuntar toda la habitación.
- Ya te he dicho que yo... No quiero quedarme con la casa.
La ojiverde negó rápidamente con la cabeza mientras entraba más en
la habitación intentando aproximarse a la arquitecta.
- ¿Me voy tres semanas y mi esposa ya está por huir? – Dijo
dolida Lauren.
- No estoy huyendo... - Respondió dejando entrever un
resquicio de duda en sus palabras.
Las facciones del rostro de Lauren se volvieron rígidas y sombrías, las
pupilas dilatadas y Camila se preguntó si seguía dañando a la ojiverde...
- ¿Dónde te vas? ¿Con tus padres? – Preguntó Lauren
intentando mantener la calma.
- No...
Sintió directamente cómo los ojos color esmeralda le atravesaban
mirando con enfado.
- He encontrado un par de pisos, aún debo visitarlos y ver cuál
será mejor para mí y Cameron...
Lauren se acercó más acortando la distancia, ella misma se sintió más
pequeña bajo la acusadora mirada de su esposa, la garganta se le secó al ver el dolor
en la ex soldado.
- ¿Para ti y para Cameron? – Preguntó Lauren con los parpados
abiertos.
- Sí...
- ¿Cómo has podido tomar una decisión así? ¡No te lo puedes
llevar sin decirme nada a mí!... ¿Has enloquecido Camila? – Preguntó furiosa
comenzando a elevar el tono en la voz.
- Lauren no grites vas a despertar a Cameron...
- ¡Y tú quieres apartarlo de mi lado!
- ¡Claro que no!
- ¿Cómo has podido pensar que dejaría que hicieras algo así?
Soy yo quien está todo el día con él... - Acusó Lauren.
- Que yo no pueda estar con él todo el día no quiere decir que
tenga menos derechos que tú.... – Dijo Camila ya perdiendo la paciencia.
- ¡Pues no te lo llevaras!... Si te quieres ir, bien por ti, pero no
te llevarás a mi hijo...
Su mano golpeó tan rápido la mejilla de Lauren que no se detuvo un
segundo a pensar lo que había hecho. La había abofeteado. Pudo detallar cómo la piel
de la ojiverde comenzaba adquirir un tono rojizo justo en la zona donde había
golpeado con fuerza.
- Yo... Lo siento... Lauren, discúlpame... – Murmuró arrepentida.

Lauren apartó la mirada para romper el contacto visual, luego ambas


se quedaron en silencio mientras la ex soldado volvía a detallar las maletas y cajas.
- No te lo llevarás Camila... No dejaré que me apartes de su
lado. – Volvió a repetir la ojiverde.
- No me iré sin mi hijo...
- ¡No renunciaré a ser su madre! – Gritó Lauren perdiendo el
último segundo de paciencia que le quedaba.
El grito había sido tan fuerte y rápido que el llanto proveniente de la
habitación de Cameron no se hizo esperar, Camila se removió intentando salir hacia
donde su hijo seguía llorando pero Lauren negó la cabeza para ella adelantarse.
...
Mientras caminaba lentamente detallando el lugar donde debería estar
los libros de su esposa se pasó una mano por el cabello, Camila parecía no desistir de
su idea de irse de la casa, el lugar vacío acusaba que la arquitecta estaba guardando
todas y cada una de sus cosas para irse a vivir a otro lado.
Se giró para observar cómo Cameron seguía durmiendo la siesta en el
sofá de la sala de estar, sonrió al percatarse lo pequeño que se veía en esa posición y
se prometió a sí misma que no dejaría que nada ni nadie le quitara la oportunidad de
pasar la mayor parte del tiempo al lado del ojiverde, incluso si eso significaba pelear
contra la mujer que amaba.
Su móvil vibró en el bolsillo del pantalón, cuando detalló quién llamaba
una pequeña sonrisa volvió a dibujarse en su rostro, Taylor había elegido un buen
momento para charlar.
- Ey pequeña. – Saludó Lauren.
- Ey hermanita, ¿Todo bien? – Preguntó automáticamente la
rubia.
- Bueno... No realmente, ya sabes...
- Oh... Pensé que las cosas iban mejor...
Apretó la mandíbula, se sentía insegura de hablar del tema con su
hermana, no quería abrumarla con las peleas que tenía con su esposa, al fin y al cabo
seguramente Taylor y Connor vivían los alegres meses del comienzo de un embarazo,
bien lo sabía ella que lo había vivido junto a Camila.
- Camila está buscando un piso a donde irse a vivir...
- Oh... Dios mío, Lauren cuanto lo siento... - Dijo con pesadez
su hermana.
- Lo peor de todo es que quiere llevarse a Cameron con ella.
El silencio al otro lado de la línea hizo que con una de sus manos se
rascara nerviosamente una de sus cejas, seguramente Taylor se habría quedado sin
palabras al igual que ella cuando la arquitecta le había informado de sus planes.
- ¿Qué harás al respecto? – Preguntó confundida la rubia.
- No lo sé... No tengo ni puta idea. – Respondió pesadamente.
A la distancia observó la respingada nariz de Cameron, tan igual a la
que tenía Camila, las pestañas largas tan parecidas a las de su esposa, y el lunar en
la frente idéntico al que tenía la arquitecta que intentaba ocultar con mechones de
cabello.
- La he perdido Taylor... La he perdido y no me lo puedo creer.
...
- ¿Qué quieres que te diga exactamente? – Habló irritada
Camila.
- Que si estás segura de lo que estás haciendo hija... –
Respondió Sinu mientras caminaba al lado de la arquitecta.
Fue imposible pasar más días sin revelarle sus planes a su madre,
luego de la pelea con Lauren al día siguiente la arquitecta había llamado a su madre
para dar un pequeño paseo por el parque, ahora se arrepentía de la idea al ver cómo
los ojos de su madre le miraban con reprobación.
- Pues no lo sé mamá, no lo sé... ¿Vale?... Sólo... Yo... No
puedo estar más junto a Lauren, no puedo. – Dijo casi suplicando que su madre la
entendiera.
Su madre suspiró fuertemente para luego rodearla con un abrazo por
la cintura, la arquitecta dejó apoyar su cabeza en el pequeño hombro de su madre, a
veces Camila se sentía abrumada de lo rápido que habían pasado los años y
agradecía tener a su madre a su lado.
- Pues yo tampoco sé si estás haciendo las cosas bien... Vamos
que Lauren ha sido tu único amor desde que apenas tenías 17 años... Nunca imaginé
que llegarían a tal punto de casarse y tener un hijo, y quiero que sepas que siempre
estuve feliz mientras tú lo estuvieras, si ahora tu decisión es terminar éste capítulo de
tu vida, como tu madre, estaré apoyándote pese a todo... Sólo debes cuidarte Camila,
tú y Lauren aprendieron amar juntas, no esperes que ella salga de tu vida así como si
nada, aún más con Cameron entre ustedes dos...
- Gracias mamá. – Murmuró la arquitecta limpiándose una
tímida lágrima que rodaba por su mejilla derecha.
Su madre le regaló una amplia sonrisa para luego abrazarla, Camila
intentó no llorar mientras sofocaba pequeños sollozos contra el pecho de su madre,
luego de unos segundos en que logró calmarse terminó el abrazo.
- Pero algo debes recordar hija... Lauren luchará por Cameron
tanto como tú, sería un enorme error del que te arrepentirás toda tu vida si intentas
quitarle al hijo que tanto desearon, tu pequeño tiene derecho de estar con sus dos
madres, no le quites éso. – Dijo finalmente Sinu.

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Hola, disculpad si me atrasé un poco, pero me salió un turno
imprevisto... En fin, como siempre, gracias por leer y seguir la historia!
Capítulo 22.

Los ojos color marrones volvieron a inspeccionar los espacios de las


habitaciones de aquel piso, no era tan grande, pero era lo suficiente cómodo para ella
y su pequeño, además estaba en la zona céntrica de la ciudad lo que era algo a su
favor ya que quedaba cerca de su trabajo.
El corredor de propiedades le miraba con una perfecta sonrisa que
contrastaba con la arrugada corbata color mostaza que acompañaba a la camisa color
blanco. Rodó los ojos al ver cómo el hombre no paraba de hablar sobre la excelente
decisión que estaba tomando al arrendar aquel lugar.
- Si firma el contrato hoy mismo le pasaré las llaves del lugar. –
Volvió a reiterar el hombre mientras jugaba con su corbata.
- ¿Qué tal si lo llamo mañana a primera hora? Aún necesito
arreglar algunas cosas. – Habló Camila dirigiéndose a la puerta principal.
- Oh por supuesto señorita Cabello. – Sonrió el hombre.
"Señorita Cabello"... Pese a que sólo llevaba dos años usando su
nombre de casada "Cabello-Jauregui", fue un poco chocante oírlo directamente de la
boca del hombre, instintivamente llevó su mano izquierda a tocar el lugar donde
debería estar su anillo en su mano derecha pero al no sentirlo hizo una mueca que
pasó desapercibida.
- Estaré esperando su llamada. – Dijo otra vez el hombre.
Le respondió con una falsa sonrisa mientras salía del lugar para
esperar el elevador, pestañeó pesadamente al recordar que ésa misma noche su
padre iría a buscar las maletas y las cajas de embalaje para llevarlas hasta la casa de
sus padres y finalmente al nuevo piso.
Ahora era más real que nunca, era ahí cuando su relación con Lauren
daba un giro, ésa probablemente sería la última noche que dormirían juntas, si es que
se podía llamar dormir juntas. Camila sabía que la ojiverde llevaba días con insomnio,
lo sabía por la irregular respiración de la ex soldado y el modo en que se levantaba en
medio de la noche para ir a buscar un vaso de agua.
La primera vez que Lauren y ella habían dormido juntas, y realmente
dormido con simple inocencia, había sido luego de casi un mes de ser novias. La
ojiverde había ido a cenar a su casa aquella noche y una gran tormenta había
comenzado a caer en la ciudad, su madre permitió que su novia se quedara siempre y
cuando avisara a sus padres y que durmieran con la puerta abierta. El rubor que
cubrió sus mejillas aquella noche parecía ser incluso más rojo que el punto central de
la bandera de Japón. Cuando Lauren le abrazó para dormir su propio corazón se agitó
en su pecho con tanta fuerza que Camila pensó que se le saldría de su caja torácica.
La ojiverde le había deseado unas buenas noches tan reales que no se dio ni cuenta
cuando ya había caído en un sueño profundo, a la mañana siguiente Lauren le había
despertado con una cantidad impresionante de tiernos besos en su hombro izquierdo,
la ojiverde le abrazaba por la espalda y así se quedaron por varios minutos.
...
- Sabes que no puedo comer algo así. – Dijo frustrada la
ojiverde.
- Oh venga hija, sólo será un día, sabes que soy uno de los más
preocupados en cuidar el único riñón que te queda. – Sonrió divertido Michael.
Volvió hacer una mueca mirando la gran hamburguesa, las papas
fritas y el vaso de coca cola que tenía frente de ella, su padre tenía el mismo menú.
- Tendré que correr el doble para quemar éstas calorías. –
Volvió a gruñir.
- Venga ya y pásame el kétchup. – Rió el ex soldado.

Lauren negó con la cabeza riendo mientras observaba cómo su padre tal como un
niño pequeño untaba sus papas fritas en el kétchup.
- A mí me parece que el ejército no te enseñó de modales de
comida. – Murmuró Lauren llevándose la pajita de plástico de la bebida a los labios.
- Siempre fuiste más de helados ahora que lo pienso. – Frunció
el ceño Michael.
Soltó una leve carcajada mientras se llevaba un par de papas fritas a
la boca, era cierto, nunca había sido una aficionada a la comida rápida, menos luego
de entrar al ejército, las únicas veces que sucumbía y rompía aquella norma era
cuando Camila, con una mirada suplicante, le pedía que comieran pizza, y por
supuesto, no podía negarse con su chica.
- El ejército le ha pedido a mi psicóloga que haga un informe
sobre mi estado. – Mencionó Lauren mientras Michael comía un gran pedazo de su
hamburguesa.
- ¿Sí? Vaya... ¿Por qué no me lo habías contado antes? – Dijo
asombrado el hombre.
- Pues, porque cuando se lo dije a Camila me dejó de hablar por
cinco días...
Se rascó una de sus cejas de forma nerviosa mientras estudiaba el
rostro de su padre. La opinión del hombre que la había criado siempre había sido muy
importante, Lauren podía asegurar que cualquiera fuera el plan que ella tomara su
padre siempre estaría ahí para apoyarla y ayudarla.
- Me quieren de vuelta. – Terminó la idea Lauren.
- ¿Y tú qué quieres? – Preguntó Michael cerrando levemente los
párpados.
- Yo...
No pudo terminar la frase al sentir miedo si lograba concretar con
palabras su verdadera intención, quería volver, no había dudas de eso, pero no era
tan sencillo... ¿Qué pasaría con Cameron? ¿Y si tenía que irse de misión nuevamente?

- Siempre quisiste estar en las fuerzas especiales. – Recordó su


padre.
- Ya... Pero no imaginaba que me iba a divorciar y buscar
formas de cuidar a mi hijo. – Respondió Lauren mordiéndose los labios.
- Pues mírate a ti y a tus hermanos, yo me fui de misión
durante algunos meses cuando eran pequeños y aun así tuvieron una buena crianza y
educación gracias a vuestra madre.
- Lo sé, es sólo que... He estado todo el primer año de vida
junto a Cameron, no sé si pueda separarme de él tan fácilmente. – Dijo dudando la
ojiverde.
- Pues él no estará sólo, Camila cuidaría muy bien de él, lo
sabes.
- Lo sé.... Es sólo que...
- ¿El qué?
Ordenó sus ideas mentalmente mientras su padre terminaba de beber
el vaso de coca cola y ella miraba detenidamente las pocas papas fritas que quedaban
en su plato.
- Sé que Camila cuidará bien de él, claro que lo sé, ella es una
madre excelente, pero, está haciendo éstas cosas queriendo castigarme y llegará un
punto en que yo no soportaré más... Me ha dicho que se mudará... Y se quiere llevar
con ella a Cameron. – Habló con un tono amargo.
- ¿Se lo llevará? – Dijo Michael realmente sorprendido.
- No la dejaré...
Su padre intentó aclararse la voz mientras que con sus manos
nerviosamente jugaba con un envase vacío de kétchup.
- Necesito resolver lo de la custodia de Cameron para luego
decidir qué hacer con el ejército...
- Hija, sea cual sea tu decisión, sabes que tanto tu madre como
yo estaremos allí para ayudarte a cuidar de él. – Sonrió su padre levemente.

- Gracias papá. – Le devolvió la sonrisa.


- Y si aún deseas ir a las fuerzas especiales, no tengo dudas que
lo lograrás, aún eres muy joven. – Le guiñó el ojo el ex soldado.
- Eres el mejor padre de la vida, ¿Lo sabías? – Dijo sonriendo.
- Por supuesto, nada mejor que el viejo Jauregui. – Rió el
hombre.
...
Camila despidió a su padre con un beso en la mejilla cuando éste se
subió al coche junto a las maletas y las cajas de embalaje.
Al entrar a la casa sintió una extraña sensación, se sintió vacía al
recorrer con sus ojos marrones los espacios que delataban el lugar donde
previamente habían estado sus cosas, libros, ropa, fotos enmarcadas, etc.
El pequeño ojiverde bebía tranquilamente su biberón con leche tibia
sobre el sofá de la sala de estar mientras oían Coldplay, llevaba un divertido pijama
que parecía un disfraz de león y le miraba con atención.
- ¿Aún sin sueño mi vida? – Murmuró Camila dejándole un par
de caricias en las mejillas.
Cameron soltó el chupete del biberón y le regaló una amplia sonrisa
que hizo que su corazón se derritiera en el momento. El pequeño volvió a beber
tranquilamente mientras movía sus pies junto a la música.
Muchas personas le preguntaban por qué el pequeño ojiverde no veía
televisión en la casa, o tampoco jugaba con el móvil de ella o el de Lauren. La razón
era que ambas habían querido evitar el contacto con pantallas antes de los dos años
para que Cameron pudiera lograr un máximo desarrollo durante sus primeros años, el
neonatólogo les había asegurado que el pequeño castaño tendría la misma capacidad
que cualquier bebé de su edad una vez que saliera del hospital, sin embargo tanto la
arquitecta como la ex soldado habían intentado entregarle todas las herramientas al
pequeño para que así fuera.
- Eres el chico más guapo del mundo. – Susurró Camila
mientras jugaba con una de las manitos de su hijo.
Cameron afirmó con la cabeza levemente haciendo que una carcajada
saliera del fondo de la garganta de la arquitecta. Y para ella claro que lo era,
recordaba con emoción los primeros días en que pudo tomar a su bebé en brazos,
sentirlo contra su pecho, amamantarlo, y verlo crecer cada día. Haber quedado
embarazada y tener a Cameron había sido lo más hermoso de su vida, pese a todas
las circunstancias que se dieron... Se sentiría agradecida de Lauren para toda la vida,
ya que gracias a la relación que habían tenido ahora tenían un hijo.
El ojiverde comenzó a tallarse uno de sus ojos con una de sus manitos
dejando el biberón de lado, la arquitecta supo que ya era hora de acostar a su hijo,
tomándolo en brazos subió la escalera hasta la habitación de Cameron. Cuando lo
arropó y lo vio dormir serenamente nuevamente se sintió extraña al observar con
detalle la cuna de madera pintada con el tono crema, aquella la había comprado
Lauren de sorpresa y la habían armado juntas... Tensó la mandíbula al recordar la
nueva cuna que había comprado para Cameron hacía un par de días, aún estaba en la
caja sin armar aguardando en la casa de sus padres, ésta también era de piezas de
madera pero con un tono de pintura color amarillo pálido.
Luego de algunos minutos bajó a la cocina para lavar la loza de la
cena y esperar por última vez a que Lauren llegara y dormir juntas. Se removió
nerviosa al sentir cómo la camioneta aparcaba fuera de la casa y pestañeó
rápidamente cuando el sonido de las llaves en la puerta daba la precisa señal de que
la ojiverde había llegado a la casa.
...
Las cajas y maletas que habían estado en la entrada de la casa en la
mañana ahora no estaban, la garganta se le secó mientras detallaba cómo Camila se
acercaba hasta donde estaba ella.

- Lauren... - Llamó la atención la arquitecta.


No pudo evitarlo, no pudo reprimirlo más, un fuerte sollozo salió de su
boca y el llanto comenzó tan rápido como el mismo abrazo que había creado Camila.
Se aferró al cuerpo de la morena como si su vida dependiera de eso, odiándose a la
vez al dejarse tan expuesta a la misma persona que le estaba provocando aquel
llanto. Quiso gritarle a Camila, quiso alejarla, quiso odiarla, quiso encararla, pero
sobre todo... Quiso besarla.
Sus lágrimas caían rápidamente llegando como destino a los hombros
de Camila, y así sus labios buscaron con desesperación la boca de la arquitecta que
lanzó un gemido de sorpresa frente a lo inesperado del beso, se besaron por unos
minutos hasta que necesitaron respirar, la ojiverde apoyó su frente con la de Camila.
- ¿Qué nos pasó? – Susurró Lauren aún con los ojos cerrados.
Acarició la espalda baja de su esposa sintiendo cómo ésta apretaba
más el abrazo y cerró los ojos al sentir las caricias en el cuello que las manos de
Camila dejaban.
- No lo sé... - Respondió la arquitecta.
Las lágrimas no dejaban de rodar por sus mejillas mientras seguía
luchando internamente al verse envuelta en los brazos de la mujer que la estaba
dejando.
- ¿Cómo lo detenemos? – Volvió a susurrar sobre los labios de
Camila.
La arquitecta tomó entre sus dos manos el rostro de Lauren limpiando
las lágrimas con los pulgares, notando cómo la ex soldado cerraba instintivamente los
ojos. Camila comenzó un beso que mezclaba pasión y ternura, sólo como ella sabía
hacerlo, las manos de la ex soldado bajaron y atraparon las perfectas nalgas de su
esposa.
- Vamos a la cama... - Murmuró Camila tomándole de la mano.
Mientras sus pies subían la escalera siguiendo a los de su amada
Lauren lo supo, aquella era la última noche que dormiría con Camila, con su esposa,
con la mujer que era el amor de su vida, aquella noche harían el amor por última vez,
sería la despedida, porque el presente es sólo un momento.
- Camila, espera... - Interrumpió antes de que entraran a la
habitación.
Las cejas de su mujer se elevaron con curiosidad para luego quedar
ambas mirándose en un silencio perfecto.
- Si ésta va ser nuestra última vez juntas... Por favor que sea
como solía ser. – Dijo la ojiverde tomando una de las manos de la morena.
Su esposa afirmó en silencio mientras entraban a la habitación. Ella
misma se sentó en el borde de la cama mirando con detención a Camila.
- ¿Me ayudas? – Pidió la arquitecta refiriéndose a su ropa.
Lauren comenzó a sacar lenta y metódicamente todas las prendas de
ropa que llevaba Camila aquella noche hasta dejarla sólo en ropa interior.
- Tan hermosa. – Susurró la ex soldado.
Enredó sus brazos por la cintura de Camila dejando su propio rostro
contra el abdomen de su esposa, la arquitecta acarició sus cabellos mientras Lauren
dejaba tiernos besos sobre el plano vientre de la arquitecta, se mantuvieron unos
minutos así mientras la ex soldado intentaba no volver a llorar fallando en su intento.
- ¿Te ayudo? – Dijo Camila refiriéndose a la ropa de Lauren.
- Sí. – Susurró Lauren mientras se levantaba de la cama.
Sus ojos esmeraldas detallaron cómo Camila retiraba la ropa hasta
también dejarla en las mismas condiciones. Lauren hizo el amago de caminar para ir
apagar la luz pero una mano de la arquitecta le detuvo.
- No... Quiero verte. – Apuntó la arquitecta.
Entraron en la cama donde la ex soldado comenzó un beso profundo
haciendo gemir nuevamente a Camila. Con sus manos acarició sobre el sujetador
ambos senos de la morena, la cual mordió su labio inferior en respuesta. Los ojos
esmeraldas detallaron cuando la propia Camila se sacó el sujetador, vio los pezones
erectos de su mujer donde comenzó a dejar pequeños besos, los gemidos que
brotaban de la boca de la arquitecta fueron los mismo que le hicieron finalmente
deshacerse de su sujetador.
- Voy a extrañar tu olor. – Susurró Lauren chocando sus
palabras contra la caliente piel de Camila.
Con su nariz rozó el abdomen de su esposa mientras ésta enredaba
sus finos dedos en la oscura cabellera tan negra como la noche que caía sobre el
rostro de Lauren. Cuando su lengua llegó hasta el borde de las bragas de Camila un
fuerte suspiro salió de la boca de ésta.
- Oh, Lauren... - Gimió la arquitecta al sentir cómo con ambas
manos la ojiverde le despojaba de su última prenda.
La morena abrió las piernas dejando espacio para la cabeza de Lauren,
la cual no esperó más y comenzó a darle placer con su lengua. Los gemidos
resonaban por toda la habitación, la ojiverde entendió que Camila se correría más
rápido de lo que ambas deseaban por lo cual dejó su acción y se reincorporó sobre la
arquitecta, la cual en un rápido movimiento dejó su cuerpo sobre el de Lauren y se
sentó a horcajadas.
Camila dejó uno de sus muslos presionando el centro de Lauren
mientras la ojiverde repetía la posición para que ambas quedaran cómodas. Cuando
la arquitecta comenzó hacer presión y moverse un ronco gemido escapó de la boca de
Lauren.
La ojiverde se incorporó un poco y con ambas manos capturó los
pechos de Camila, la cual comenzaba a moverse con mayor fuerza haciendo que
ambas gimieran sin control.
Lauren mordió el cuello de Camila y luego succionó, seguramente
mañana quedaría una marca ahí, pero la arquitecta sólo respondió aumentando la
velocidad de la danza de ambos cuerpos.
Su cuerpo se giró rápido para volver quedar sobre Camila la cual
ahogó un grito como protesta al desconectar la posición anterior.
- Gírate... - Murmuró Lauren.
Cuando su cuerpo quedó sobre la espalda y trasero de la arquitecta
sus ojos detallaron con deseo las curvas de las perfectas nalgas de Camila, besó
desde la base del cuello hasta el fin de la espalda baja de su mujer mientras que con
una mano comenzaba a buscar el húmedo centro de su mujer que pedía atención.
La penetró con dos dedos sin más preámbulos haciendo que Camila
respondiera encorvando la espalda y pegándose más a ella. Aumentó la velocidad
mientras a la vez seguía besando el cuello de la arquitecta, los gemidos fueron más
fuertes, tan fuertes que Lauren soltó un gran gemido cuando el trasero de su esposa
se pegó a su centro que también deseaba presión.
- Me vengo... - Dijo la arquitecta mientras giraba el rostro para
besar a la ex soldado.
El beso fue tosco e imperfecto pero Lauren pudo sentir en sus dedos
cómo Camila estaba teniendo un orgasmo, uno tan fuerte que hasta ella misma se
corrió sólo por darle placer a la morena.
Cuando sus respiraciones volvieron a la normalidad Camila se giró
para quedar rostro a rostro, Lauren pudo detallar la fina capa de sudor en la frente de
su esposa y los hinchados labios.
Se fundieron en un abrazo donde la arquitecta dejó apoyado su rostro
contra el pecho de Lauren, la cual acarició los cabellos de Camila. Las lágrimas
volvieron a escapar de los ojos esmeraldas mientras la arquitecta rozaba su mejilla
contra el pecho de la ex soldado.
- Te amo... Lo siento tanto... - Dijo finalmente Camila.

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Gracias por leer!
Capítulo 23.

A la mañana siguiente Lauren se despertó un poco desorientada, la luz


del sol ya entraba por la habitación, por lo cual calculó que serían más de las 10.00
AM, estaba durmiendo boca abajo asi que cuando alzó su cabeza comprobó que el
lado de Camila estaba vacío, pasó una mano sintiendo lo frío de las sabanas
confirmando que la arquitecta había abandonado la cama hacía horas.
Se incorporó rápidamente al sentir el silencio en la casa, observó que
ninguna ropa de Camila quedaba en el lugar y con el miedo creciendo dentro de ella
de un salto salió de la cama dirigiéndose a la habitación contigua donde debería estar
Cameron.
Abrió los parpados con miedo al ver que su hijo no estaba ahí, revisó
la habitación que delataba que obviamente Camila se había llegado una buena
cantidad de ropa del pequeño. Corrió escaleras abajo para llegar a la sala de estar
donde faltaban algunos juguetes del ojiverde y la mochila de cohete tan característica
en la cual siempre llevaban las cosas del pequeño para salir.
¿Cómo no había despertado antes de que Camila se fuera? ¿Cómo no
había sentido cuando su hijo habría despertado? ¿O cuando seguramente el coche del
padre de su esposa habría ido a por ella?... Peor aún, ¿Por qué Camila no la había
despertado?
Un ronco y desesperado grito salió de su garganta mientras subía la
escalera de dos en dos para buscar su móvil. Marcó el número de la arquitecta
nerviosa escuchando cómo daba el tono, uno, dos, tres, cuatro, cinco... No hubo
respuesta.
Tiró el móvil sobre la cama mientras comenzaba a vestirse
rápidamente al sentir cómo el enfado le hacía un nudo apretado en la garganta,
Camila estaba muy equivocada si pensaba que las cosas se quedarían así, había
traspasado el límite...
Volvió a llamar por el móvil mientras se enfundaba en el abrigo negro
y tomaba las llaves de la camioneta, no sabía dónde estaría su futura ex esposa, pero
la encontraría aunque tuviera que montar un papelón en la casa de sus suegros.
Golpeó sus puños contra la puerta de la camioneta mientras
comenzaba a sentirse nerviosa, su vida estaba siendo un caos, la noche anterior
había pasado horas amando y dándole placer a la misma mujer que a la mañana
siguiente le había arrebatado su hijo sin ningún aviso.
- Esto no se va quedar así Camila, te juro que no... - Murmuró
enfadada con lágriams en los ojos mientras encendía el motor del coche.
...
El móvil de su madre resonó por la vacía habitación mientras ambas
ordenaban los objetos que venían en las cajas de embalaje, Sinu se acercó al aparato
pero una nerviosa Camila impidió que la llamada fuera respondida.
- ¿Camila qué pasa? – Dijo sorprendida la mujer al ver cómo su hija le
quitaba el móvil de las manos.
- No... Debe ser Lauren... - Murmuró con el rostro pálido.
Su madre le miró sin entender pero luego abrió los labios sorprendida
dejando saber que ya imaginaba lo que había pasado.
- ¡¿Te has ido sin avisarle?! – Increpó la mujer.
- Mamá yo...
Sinu se llevó una mano a la boca tapándola mientras negaba la cabeza
rápidamente.
- ¡¿Qué has hecho?! – Dijo enfadada Sinu.
La mujer le arrebató el móvil de las manos mientras comenzaba a
marcar para llamar a la ojiverde. Camila se llevó ambas manos al rostro saliendo de
la habitación.
Había sobrepasado el límite, ahora sí, ahora sí Lauren iba a odiarla, e
incluso quizás no la iba a perdonar...
Pero había tenido tanto miedo, sabía que si discutía con la ojiverde el
tema nunca habría podido llevarse a Cameron, y no se había dado cuenta de lo
egoísta que había sido hasta que la ex soldado le había estado llamando casi veinte
veces desde hacía unos minutos.

Cameron jugaba con una caja que casi tenía el porte de él, el pequeño intentaba
pararse y apoyarse en ella mientras reía enfrascado en su juego. Llevaba aquella
camisa negra con el estampado de Nirvana, un chándal gris y las vans negras.
Su madre apareció en la habitación con el ceño fruncido esperando
una explicación, su garganta se secó e impidió que alguna palabra saliera.
- No puedo creer lo que mi propia hija acaba de hacer... - Dijo Sinu
rompiendo el silencio.
- Mamá yo... No tenía más opciones...
- ¿No tenías más opciones? ¿Qué me estás contando Camila?... Por
Dios, ¿Te has parado dos minutos a pensar la semejante estupidez que acabas de
hacer? – Habló su madre con un tono de enfado.
- ¿Qué le has dicho a Lauren? – Preguntó curiosa.
- Pues que su hijo está bien, contigo y conmigo... Le he dado la
dirección.
- ¡Mamá! ¿Por qué has hecho eso? – Recriminó la arquitecta.
- Porque Cameron es su hijo también...
Alejandro apareció en la habitación, había estado ajeno a toda la
discusión mientras terminaba de armar la cuna de piezas de madera para Cameron.
- ¿Tú lo sabías? – Preguntó enfadada Sinu.
- ¿El qué? – Dijo Alejandro.
- Que Camila se ha llevado a Cameron sin avisarle a Lauren...
El hombre guardó silencio mientras miraba de re ojo a Camila, claro
que lo sabía, él mismo nada le había dicho a su hija aquella misma mañana cuando la
arquitecta se subió tan rápido como pudo al coche con Cameron en brazos aún
adormilado.
- No me lo puedo creer... Vosotros dos sois increíbles. – Dijo
finalmente Sinu.
...
No esperó tocar el timbre de la puerta del piso sino que aporreó la
puerta con los puños mientras llamaba el nombre de Camila.
Sinu abrió la puerta de formar apresurada mientras ella entró sin
esperar más, el llanto de Cameron le alertó de que ella misma había asustado al
ojiverde.
- ¡Camila! – Llamó Lauren al tomar a su hijo en brazos y comenzar a
limpiarle las lágrimas que rodaban por sus rosadas mejillas.
La arquitecta apareció en el lugar mientras Alejandro y Sinu se
despidieron para salir rápidamente del lugar.
Cameron volvió a llorar mientras mostraba sus pequeños dientes,
estirando los brazos hacia Camila lo que hizo que a Lauren el corazón le diera un
vuelvo en el pecho.
- Lo has asustado con los golpes en la puerta... - Acusó la morena.
- ¡Y tú te lo has llevado sin avisar! – Espetó Lauren mientras dejaba a
Cameron en los brazos de Camila.
Su esposa se encaminó a la pequeña cocina del piso donde buscó un
plátano y se lo dejó a Cameron en sus manitos.
- ¿Quieres cariño? – Murmuró Camila mientras comenzaba a pelar la
fruta.
El pequeño afirmó en silencio un poco tímido mientras se volteaba a
mirar a Lauren. La ojiverde apretó la mandíbula al percatarse cómo ella misma había
asustado a su hijo, a lo más importante de su vida. Bajó la mirada al sentirse
avergonzada.
- ¿Cómo has podido hacer algo como ésto? – Dijo Lauren intentando
controlar su enfado.
Camila abrió los parpados mientras volvía su mirada a Cameron quien
comía tranquilamente el plátano dejando atrás las lágrimas.

- ¿Cómo crees tú que te sentirías si te hubiera hecho lo mismo? – Murmuró la


ojiverde apretando su mandíbula.
- Sé que no tengo excusa... Yo... Sólo no quiero quedarme en ésa
casa, me quedaré aquí y quiero a mi hijo conmigo.
- Es mi hijo también. – Respondió rápidamente Lauren.
Cameron extendió sus brazos en dirección de la ojiverde cuando la
fruta se terminó y sus ojos esmeraldas detallaron el verde exquisito de los redondos
ojos de su hijo. Lo tomó en brazos y dejó que Cameron comenzaba a jugar con sus
cabellos que caían por los hombros.
- No sabes el miedo que he sentido. – Murmuró Lauren mientras
acariciaba la espalda del pequeño.
- Claro que sé de miedos... – Dijo Camila a la defensiva mientras se
cruzaba de brazos contra el pecho.
Su hijo tiró uno de sus mechones dándole un pequeño dolor para
luego sonreírle tiernamente al ojiverde quien llevó una de sus manitos a la mejilla de
la ex soldado. Con él en brazos todo estaba bien, no dejaría nunca que nadie se lo
llevara, Cameron era su más preciado y valioso tesoro.
- Solíamos hablar todas las cosas... - Aclaró Lauren.
- Las cosas han cambiado... - Murmuró Camila mientras se pasaba
una mano por el cabello.
- Tú las has cambiado...
- No... Sabes que no Lauren, yo no fui la que rompió una promesa y
se fue a miles de kilómetro cuando aún nuestro hijo crecía en mi vientre.
- ¿Es que no recuerdas que tú misma tomaste la determinación de
divorciarnos?
Camila se acercó dejando caer sus brazos para luego respirar
hondamente.
- Deja que duerma hoy aquí... - Suplicó la arquitecta.
- No. – Respondió fríamente Lauren.
- Por favor... Mañana puedes quedarte todo el día con él. – Dijo
Camila.
- Es lo que hago todos los días Camila. – Respondió con rudeza.
Los pies de la arquitecta se removieron nerviosos en el lugar, mientras
Lauren intentó mentalmente contar hasta diez para que ninguna palabra explosiva
saliera de su boca.
- Lo siento, siento haberme ido sin avisar y llevarme a Cameron
conmigo. – Murmuró la morena sinceramente.
- Con simples palabras no arreglas las cosas Camila...
Cameron se giró entre los brazos de Lauren en dirección de la morena,
la cual le entregó una amplia sonrisa a su hijo. El pequeño miró nuevamente a Lauren
y le sonrió.
- Mamama – Vocalizó Cameron mientras apuntaba con un dedito el
rostro de Lauren.
Una sonrisa se dibujó en su rostro para luego acariciar los castaños
mechones de cabellos de su hijo. No había vuelta atrás, estaba decidido, ella haría
todo por mantenerlo a su lado.
- Resolveremos la custodia de Cameron con un juicio... Puedes
avisarle a tu abogada, no discutiremos más de esto, el juez lo hará por nosotras. –
Dijo finalmente Lauren.
...
Camila lloraba amargamente en el silencio de la noche que se
combinaba con algunos sonidos de coches circulando por la zona céntrica en aquellas
horas. Entre lágrimas volvía a repetir la escena cuando Lauren se llevó a Cameron
consigo mientras el pequeño dormía entre los brazos de la ojiverde, no habían
querido discutir más, no después de la bomba que le había lanzado su futura ex
esposa sobre la manera en que resolverían la custodia del menor.
¿Cómo se suponía que iba a manejar aquello?
Muy en el fondo Camila sabía que se lo merecía, ella había provocado
a Lauren, sabiendo que la ojiverde sería capaz de todo para mantener a Cameron a
su lado.
Golpeó sus puños contra la almohada mientras un fuerte sollozo salía
desde el fondo de su garganta.
¿En qué había estado pensando cuando comenzó a imaginar una vida
viviendo sólo con Cameron? ¿Cómo había sido tan fría aquel día en que compró la
cuna nueva?
Mañana a primera hora tendría que hablar con su abogada. Se
avecinaba un tormentoso futuro, no quería ni imaginar todo lo que haría la ojiverde
para que la custodia finalmente la obtuviera ella y no la arquitecta.
Había perdido a la mujer que amaba... Y ahora posiblemente la
oportunidad de ver a su hijo todos los días... ¿Había sido todo culpa de ella? ¿De su
miedo? ¿Dónde fue que se había equivocado?
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Primero que todo, disculpad la demora, me he liado con mis horarios y
se me hizo imposible actualizar antes. Pero aquí un cap nuevo, y mañana otro para
compensar.
Gracias por leer.
Capítulo 24.

12 de Julio 2015, Boston – USA


Camila detalló la amplia sonrisa victoriosa que Lauren le dirigió desde
la silla de rueda, la soldado por fin luego de 3 días de largas sesiones con el
fisioterapeuta había logrado salir de la cama y ahora se acostumbraba a la extraña
sensación de aun no poder caminar pero ya estar sentada y lograr movilizarse.
- Vamos. – Murmuró la arquitecta tirando de la silla por el
pasillo.
- ¿No crees que nos llegó muy rápido la vejez? – Bromeó la
ojiverde.
- Oh por Dios no, soy demasiado joven. – Respondió riendo
levemente Camila.
Pese del enredo que tuvieron sus emociones el primer día que Lauren
despertó, con las horas y días Camila volvió a encontrar su más sincera sonrisa al ver
cómo la ex soldado intentaba ponerse al día y le preguntaba todos los detalles del
pequeño bebé que aún no conocía.
- ¿Entonces le sacarán el ventilador mecánico hoy? – Preguntó
Lauren tan emocionada como una pequeña niña llena de ilusiones.
- Sí, el Dr. Cross me ha dicho que cuando lleguemos allá
seguramente ya estará desconectado y lo pasarán a cuidados intermedios. – Dijo
Camila sonriendo.
Subieron al elevador donde un par de enfermeras les dieron los
buenos días, la arquitecta pudo detallar cómo Lauren apretaba los puños de forma
nerviosa. Sonrió para sí misma mientras acariciaba levemente la cabeza de su
esposa, quizás con la mejoría de Cameron las cosas dentro de su mente comenzaran
a tomar lugar, e incluso aquella rabia oculta que sentía contra la soldado también se
fuera desvaneciendo con el tiempo, no le debía tomar importancia...
- Estoy segura que debe ser idéntico a ti. – Aclaró Lauren.
Cuando llegaron a la puerta del servicio de neonatología Camila golpeó
hasta que un sonriente Matthew Cross salía al encuentro.
- Lauren, por fin, un gusto... - Saludó el pelinegro extendiendo
la mano.
- Placer mío conocer al hombre que cuida 24/7 a mi hijo. –
Respondió la soldado de forma solemne.
- Entrad, tengo buenas noticias.
La arquitecta tiró de la silla de ruedas mientras se dirigían a la unidad
de cuidados intermedios siendo guiadas por Matthew.
- Ésta mañana hemos desconectado a Cameron de la ventilación
mecánica, ahora sólo está con apoyo con naricera y oxígeno... Pero vamos, en pocas
palabras, ya respira por sí mismo. – Habló el neonatólogo mientras Lauren atrapaba
una de las manos de la arquitecta.
- Oh por Dios... - Dijo emocionada Camila mientras sentía que
las lágrimas escaparían de sus ojos.
- ¿Cómo te sientes para intentar amamantar a tu bebé? – Le
dijo Matthew inesperadamente.
- Yo... Yo... - Tartamudeó sorprendida y nerviosa a la vez.
- Ya hemos hablado de todo lo beneficioso que será para
Cameron si lo intentas, además, si no lo logras hoy lo intentas otra vez mañana. –
Sonrió levemente el pelinegro.
Sus ojos marrones pidieron respuestas en el rostro de su esposa la
cual le miraba con ternura, Camila no necesitó que Lauren hablara, sabía que le
apoyaba fuera cual fuera su decisión, la verdad era que la morena se sentía nerviosa
y ansiosa por conectarse de aquella manera con su hijo pero temía fracasar en el
intento y darse de bruces contra el suelo al sentir que le fallaba nuevamente a su
pequeño bebé.

- ¿Eso quiere decir que lo podemos coger en brazos? – Murmuró Camila


cayendo recién en cuenta.
- Claro que sí, te dejaremos estar con él casi 30 minutos para
que ambos comencéis a conoceros mejor. – Aclaró Matthew mientras se dirigía a
Camila a un lavamanos. – Lava bien tus manos, toma tu cabello con una coleta y
luego siéntate en aquel pequeño sofá que está al lado de la incubadora, te lo pondré
en tu pecho y cubriré a ambos con unas mantas.
Mientras el agua caían entre sus manos intentó mentalmente calmarse
y no frustrarse si al primer intento la leche no salía de sus senos, tenía miedo de que
al haber pasado algunos días desde el parto el estímulo que hiciera la pequeña y débil
boca de su hijo no fuera lo suficiente para llevar a cabo una lactancia eficiente, sin
embargo la alegría de poder tener a su hijo en sus brazos por primera vez eclipsaba
todos sus miedos.
- ¡Le podrás ver ojos de cerca! – Dijo Lauren mientras
observaba cómo Camila se sentaba en el sofá color marrón que estaba cerca de la
incubadora de donde el Dr. Cross sacó con cuidado al pequeño.
- Bueno mamá, saluda a tu pequeño luchador. – Anunció el
neonatólogo haciendo riendo a ambas chicas.
No existirían palabras para describir lo que su corazón sintió al tomar
por primera vez el pequeño cuerpo de Cameron, con cuidado lo acomodó dejando la
cabeza del bebé en una de sus manos y con el otro brazo comenzó a acunarlo. Sus
ojos se llenaron de lágrimas al percibir cómo el bebé comenzaba a despertar y las
largas pestañas dejaban entre ver unos curiosos ojos que tenían un tono plomizo.
El mundo se detuvo, Camila sólo pudo sentir que en aquel lugar
estaba ella con su hijo en brazos, por primera vez, ahí comenzaba el verdadero lazo
que la uniría con aquella vida por todos los años que siguieran, le amaba con locura
desde que supo que lo estaba esperando en su vientre y le amaría hasta el último de
sus días.
El bebé pestañeó de forma lenta y comenzó a abrir levemente la boca
intentando formar un llanto, Camila le entregó un dedo el cual el pequeño cogió con
toda su manito. Las lágrimas no se detuvieron pero fueron adornadas por una
hermosa sonrisa que la arquitecta le entregó a su hijo.
- Vamos, inténtalo. – Murmuró Matthew ayudando a Camila
acomodarse en la mejor posición y dejar a Cameron cerca del seno de la morena.
- ¿Cómo sabré que lo estoy haciendo bien? – Preguntó
confundida.
- Estaré aquí hasta que el pequeño esté amamantando bien, y
tú también lo sentirás.
Afirmó en silencio mientras con una mano acomodaba su seno cerca
de la boca de Cameron el cual abrió la boca y finalmente logró comenzar a succionar
con una fuerza que Camila no imaginó que tendría el pequeño.
- ¡Enhorabuena Camila! – Dijo feliz el neonatólogo.
Sonrió nerviosamente para por primera vez dirigir su mirada hacia
Lauren la cual se encontraba un poco al margen de la situación sin querer interrumpir
sonriendo de forma tímida.
...
Detalló con todo el amor que podía existir la escena más hermosa que
alguna vez se pudo imaginar... Su esposa estaba amamantando al hijo que tenían.
Camila se veía tan feliz que Lauren se emocionó hasta las lágrimas. Ya tendría tiempo
para conocer al bebé, ahora el percibir aquella interacción entre la morena y el
pequeño era lo más hermoso que hubiera deseado ver alguna vez.
Su corazón inquieto se calmó por unos segundos al caer en cuenta que
había logrado vivir para estar presente en aquel mágico momento, había vuelto al
lado de Camila, había vuelto y admirado el milagro de la vida que se le había
entregado para comenzar a vivir su propia vida al lado de aquella hermosa mujer de
cabellos castaños y el pequeño bebé que tenía entre sus brazos.

- Me alegro que vinieras hoy. – Habló el neonatólogo sacándola de sus


pensamientos.
- Yo también... – Sonrió sinceramente.
Se limpió unas lágrimas con el dorso de la mano derecha donde no
tenía la vía venosa y quiso en ésos momentos tener fuerzas para levantarse y
caminar hasta donde Camila tenía a Cameron entre sus brazos.
Nunca había imaginado que las cosas tomaran aquel rumbo. Un parto
prematuro, un hijo con ventilación mecánica en la unidad de cuidados intensivos en
neonatología... Estar en coma más de dos semanas, perder un riñón... Haber perdido
a su mejor amigo...
Sin duda el alto pelinegro hubiera estado encantado con el pequeño
Cameron, y pelearía para quedarse con el título del mejor tío.
- Éste es un momento clave en la relación que tendrá Camila
con vuestro hijo... Debido a cómo fue el parto y que a Cameron se lo llevaron de
inmediato Camila no vivió lo que se llama periodo sensible, los primeros 45 minutos
luego del nacimiento, es clave para lo que será el apego de vuestro bebé con ella
quien es la madre biológica... Que ahora ella pueda amamantar tranquilamente al
bebé es lo mejor que se puede hacer. – Explicó Matthew mientras ambos intentaban
mirar de re ojo la situación para no incomodar a la arquitecta.
- ¿Cameron logrará crecer igual que cualquier otro bebé? –
Preguntó asustada la ojiverde.
- ¿Te refieres a peso y talla?
- No, bueno sí... Quiero decir, en todos los sentidos... Peso,
talla, si aprenderá a hablar y caminar como todos los niños, si quedará con alguna
secuela...
- Hasta un 90% de los recién nacidos prematuros logran crecer
en peso y talla igual que un bebé de término. Y con respecto a lo otro, no debería
existir ningún problema en el desarrollo de Cameron, como cualquier niño sólo
necesitará mucho amor, cariño y estímulos por parte de vosotras.
Lauren sonrió en respuesta y se apretó nerviosas las manos, estaba
ansiosa por pasar días y días enseñándole su pequeño, verlo crecer, darle de comer,
acunarlo antes de dormir, llevarlo a jugar a todas partes, sacarle fotos riendo,
haciendo sonreír a Camila, que su esposa corriera para tomarlo en brazos luego del
trabajo, vivir siendo aquella familia que soñaron por años.
No importaba cuánto le costara rehabilitarse, no importaba cuánto
tiempo pasara hasta que lograra caminar sola, no importaba cuánto dolor tuviera que
soportar para volver a una vida normal, ni los controles médicos, ni la terapia que
seguramente tendría con algún psicólogo.
- Haré algo que no debería... Pero sabiendo lo que vosotras
habéis vivido, dejaré que cargues a Cameron por unos minutos al igual que lo hace
Camila... ¿Crees que puedes hacerlo? – Dijo Matthew.
Los ojos esmeraldas de la soldado miraron con sorpresa al
neonatólogo el cual se quedó esperando una respuesta. Una sonrisa tímida se dibujó
en su rostro mientras volvía sus ojos hacia donde Camila seguía amamantando
tranquilamente al pequeño bebé. No quería interrumpir, ni tampoco hacer que
Cameron permaneciera más tiempo fuera de la incubadora de lo necesario.
- Sólo será unos minutos, lo podrías tener apoyado contra tu
pecho y con algunas mantas. – Habló Matthew intentando diluir sus dudas.
- Yo...
- Eres su madre Lauren, seguro te mueres por conocer
directamente a tu bebé. – Dijo finalmente el pelinegro sonriendo.
Afirmó en silencio mientras se acomodaba nerviosa en la silla de
rueda, no era lo más cómodo, pero esperó ansiosa mientras Matthew se acercaba
donde Camila y hablaban levemente para no despertar a Cameron el cual se había
dormido y ya no estaba mamando. Su esposa le dirigió una sonrisa desde donde
estaba y el neonatólogo acunó en los brazos al pequeño bebé envuelto en un par de
mantas.
Su pulso aumentó en el preciso momento en que Matthew le ayudaba
acomodar su pequeño bebé contra su pecho. El pequeño tenía un gorrito color blanco
que escondía sus cabellos castaños y cuando finalmente Lauren logró acunarlo algo
dentro de ella cambió...
Ella no había vivido el embarazo como Camila, ella sólo fue
espectadora durante aquellos meses, no lo sintió crecer de la misma manera que su
esposa, ni vivió un parto, ni podía darle de mamar... Pero aquel preciso momento con
su hijo en brazos por fin logró sentirse realizada como la madre de aquel bebé.
- Ey campeón, soy mamá Lauren... - Susurró la soldado
levemente. – No dejaré que nada ni nadie te dañe, estaré contigo siempre.
Sonrió mientras sentía cómo las lágrimas querían salir de sus ojos,
acariciando levemente la cabecita de Cameron, mirando con detalle los rasgos de su
rostro, la respingada nariz, las largas pestañas, y lo sintió removerse sobre su pecho.
- ¿Sabes? Con mamá Camila no queríamos que estuvieras como
estas ahora... Te prometo que te cuidaremos para que nunca más te pase algo malo,
ahora nos toca luchar, ¿Vale campeón? – Dijo la ojiverde dejando un leve beso sobre
el gorrito del bebé.
Camila se acercó hacia donde estaban para luego dejar una tierna
caricia sobre los cabellos de Lauren. La ojiverde le miró tiernamente y luego le
susurró un "Te amo" que la arquitecta logró leer en sus labios perfectamente.
- Yo también te amo... Los amo a los dos. – Murmuró Camila
refiriéndose a la soldado y al bebé.

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Gracias por leer.
Capítulo 25.

Fines de Julio, 2016. Boston – USA.


Lauren sentía retumbar el latido de su propio corazón contra el pecho
mientras caminaba por aquel pasillo, podía sentir algunas miradas sobre ella, el
silencio del lugar no ayudaba y antes de llegar a la oficina que era su destino, se
detuvo para dejar de respirar al leer detenidamente aquella placa que tanto conocía,
Mark Walker R. – Sargento primera división. – U.S. Army Boston.
Golpeó con los nudillos mientras cerraba fuertemente los parpados, la
puerta se abrió más rápido de lo que se imaginó por lo cual la sorpresa invadió su
rostro al ver cómo el propio sargento Walker le sonreía en señal de bienvenida.
- ¡Jauregui! Que gusto verte por aquí... Venga, adelante. – Saludó el
hombre volviendo entrar a la oficina.
- Buenos días sargento Walker. - Se cuadró frente al soldado.
La ojiverde detalló con atención el uniforme que llevaba aquel hombre,
el perfecto corte de pelo estilo militar y la sonrisa amplia que le regalaba el mismo
hombre que durante días le había formado en la infantería.
- ¿A qué debo tu honrosa visita? – Dijo el sargento mientras le ofrecía
un vaso de agua a Lauren.
- Bueno... Yo...
El hombre abrió los parpados de forma curiosa mientras esperó una
respuesta, sin embargo Lauren supo que el sargento ya sabía de sus intenciones
desde que había cruzado el umbral de la puerta de la oficina.
- Quiero volver al ejército. – Dijo decididamente la ojiverde.
Apretó la mandíbula mientras sacaba un sobre de uno de sus bolsillos
y se lo extendía al sargento.
- Éste es el informe de mi médico quien controla el estado de mi riñón
y mi salud en general. – Aclaró la ojiverde.
- ¿Todo en orden? – Preguntó el hombre abriendo el sobre.
- Sí, ya estoy en condiciones de rendir al máximo, claro está que aún
me falta un poco de acondicionamiento físico para volver a mi estado anterior.
- Sin embargo no veo que te dejaras estar. – Señaló Mark Walker.
Sonrió negando con la cabeza mientras el sargento dejaba la carta
sobre el escritorio de la oficina.
- Tenemos también el informe que nos entregó tu psicóloga.
Se mantuvo en silencio esperando una respuesta concreta por parte
del hombre, el cual se acercó hasta quedar a su lado.
- De todos modos... ¿Cómo te sientes tú? Y quiero que me digas la
verdad... - Preguntó el hombre.
- Dispuesta a volver sargento. – Dijo firmemente. – Estoy lista.
Los oscuros ojos de Mark Walker estudiaron su rostro mientras
entrecerraba un poco los parpados, pasaron segundos que para Lauren se hicieron
casi minutos eternos mientras su corazón seguía retumbando contra su pecho.
- Bienvenida soldado Jauregui, el lunes comenzará sus entrenamientos
y hablaremos de sus primeras funciones. – Sonrió sinceramente el hombre.
Le devolvió una amplia sonrisa mientras su respiración se calmaba, sin
esperarlo el hombre la envolvió en un fuerte abrazo que le volvió a cortar la
respiración, ambos rieron levemente mientras Lauren sentía que ella misma se estaba
dando otra oportunidad.
- Estoy feliz de que volvieras... Espero que ésta vez las cosas salgan
bien. – Dijo el sargento acariciándole un hombro. – Pero no creas que seré suave
contigo... Tienes potencial Jauregui, eres joven, aun puedes optar a muchas
opciones... Entre ellas pertenecer a las fuerzas especiales.

Abrió los labios sorprendida preguntándose cómo el hombre había obtenido aquella
información, sólo las personas más cercanas a ella sabían de aquel objetivo tan
ambicioso que tenía la ojiverde.
- Antes de que tú y Cameron se fueran a combate él habló conmigo
sobre vuestro deseo de estar en la unidad de fuerzas especiales. Para aquel entonces
aún tenía mis dudas, sobre todo por la falta de experiencia en terreno que ambos
teníais... Ahora he cambiado de idea, creo que lo lograrás si aún lo deseas...
- Yo no quiero que lo haga porque...
- ¿Porque Cameron falleció?... Te equivocas Jauregui, me conoces.
- Disculpe sargento, no fue mi intención.
- Lo sé... Venga, tienes un chance, te lo vas a pensar y luego lo
hablamos.
Cerró los parpados con fuerza mientras se despedía del hombre, justo
aquel día debería comenzar a pensar en sus opciones, justo aquel mismo día...
¿Cómo iba manejar la presión de tener que tomar una decisión tan importante como
ésa justo el mismo día en que firmaría los papeles del divorcio con Camila?
...
Sus ojos marrones se miraron en el reflejo del espejo, los rasgos
duros en su rostro delataban la lucha interna que existía entre su mente y corazón.
Aquel día sería el día en que su relación con Lauren llegaba a su fin, un fin que se
resumía en cinco hojas de papel donde ambas firmarían el fin de un matrimonio que
había durado un poco más de dos años, pero que encerraba siete años de relación.
Arregló por última vez su falda color marrón oscuro mientras intentaba
buscar rastros de la adolescente que había sido alguna vez, la ropa de colores, los
lazos en el cabello, el labial color rosa, o incluso las converse color blanco que le
hacían par a las converse negras que usaba la ojiverde.
No logró reconocerse. Camila descubrió al reflejo una mujer que ahora
luchaba por darle una oportunidad a su desosegado corazón, una oportunidad lejos de
la persona con la que había aprendido amar... ¿Un nuevo comienzo? Quiso responder
que sí pero un repentino y violento llanto estremeció su cuerpo y alma.
Se llevó ambas manos al rostro mientras se mordía los labios para no
dejar escapar el sonido que quería escapar de su boca expresando lo que realmente
estaba sintiendo. Las piernas le temblaban y tuvo que sentarse al borde de la cama
en la habitación nueva del piso donde ahora vivía.
- Hija... - Llamó su madre entrando a la habitación junto a Cameron el
cual iba caminando sólo sujetado de una mano de su abuela.
Camila se limpió las lágrimas de forma rápida y tosca al verse
descubierta y se giró mientras ordenaba su bolso.
- Tu padre ha llegado, dice que bajes ahora o llegarás tarde... –
Anunció Sinu mientras se acercaba a la arquitecta.
Cameron tiró de su falda con sus manitos mientras le sacaba la lengua
de forma divertida. Camila le entregó una sincera sonrisa al pequeño castaño
mientras lo envolvía en sus brazos para luego tomarlo y dejar su rostro frente al de
ella.
- Quiero que te portes bien con la abuela y te comas todo, ¿Vale? –
Apuntó la arquitecta jugando con la nariz del ojiverde.
- Tata ma. – Vocalizó Cameron mientras negaba con la cabeza
enérgicamente.
- ¿Cómo que no? – Dijo divertida Camila.
- Venga, yo me encargo. – Habló Sinu mientras le pasaba el bolso a
Camila.
La arquitecta le dejó un gran beso en la mejilla al ojiverde y luego le
susurró un Te quiero. Se despidió de su madre con un gesto con la mano y salió para
esperar el elevador del edificio. Las manos le comenzaron a temblar mientras estaba
por llegar a la primera planta donde su padre le estaría esperando para llevarla a la
reunión que tendría con los abogados y Lauren.

Miró sus manos nuevamente observando directamente el lugar donde debería estar
su anillo...
...
Lauren estiró el cuello de su camisa color celeste por última vez
mientras miraba cómo Richard Fields terminaba de leer por vigesimoquinta vez los
papeles del divorcio. Miró la hora en su reloj de la muñeca izquierda sabiendo que
Camila y Rebecca Neer estaría por llegar. Afuera era un día nublado, no llovía, pero
Lauren podía sentir cómo las nubes le entregaban una extraña sensación de empatía.
Jugó con el bolígrafo que tenía entre sus manos, aquel simple objetivo
plasmaría su firma que desharía cualquier lazo legítimo que tenía con su esposa. Un
simple bolígrafo, uno que podía parecerse a los que ella usaba cuando estaba en el
instituto, uno exactamente como el que tenía en la clase de física donde descubrió a
Camila mirándole de forma tímida.
La puerta se abrió dando paso a la abogada rubia que fue seguida sin
prisas por Camila. Los ojos marrones encontraron sus ojos esmeraldas que para
aquella altura ya estaban hinchados y rojizos debido al llanto que había tenido en el
elevador del edificio. Lauren se recriminó que la arquitecta la viera en aquel estado.
Las cosas tenían que cambiar, aquella Camila ya no era la chica de la
cual se había enamorado, ya no valía la pena luchar por algo que la propia morena
había decidido terminar sin siquiera dar un leve resquicio a una nueva oportunidad
para ambas.
- Buenas tardes, os daremos cinco minutos para que podáis leer los
documentos y luego si existe alguna duda u oposición lo hablaremos y finalmente
firmaran. – Dijo Rebecca Neer.
Lauren se removió en su asiento mientras tomaba con ambas manos
los documentos, para así, evitar dejar al descubierto que éstas estaban temblando. El
perfume de Camila impregnaba el lugar y se tuvo que morder la lengua para así no
dirigirle una mirada directa a la morena.
Las palabras impresas en el papel comenzaron a correr frente a sus
ojos sin mucho significado, no eran más que formalidades que dejaban en claro que
entre Camila Cabello y Lauren Jauregui ya no existía ninguna unión ni civil ni
sentimental.
Dejó los papeles sobre la mesa y la arquitecta los tomó de forma
rápida para leerlos durante unos minutos en que todos se quedaron en silencio.
- ¿Dónde debo firmar? – Las palabras resonaron en la boca de Camila.
Sintió un nudo en la garganta, sus pies se movieron nerviosos bajo la
mesa mientras su futura ex esposa tomaba uno de los bolígrafos que había sobre la
mesa y dirigía su mano hacia los papeles... Realmente lo iba hacer, se iba a terminar.
Los ojos le ardieron en señal de que las lágrimas podían salir sin previo aviso.
El sonido del bolígrafo contra los papeles fue de una forma tan clara
que Lauren pudo imaginar cada curva y línea de la firma de Camila, la conocía, era la
misma firma que había quedado plasmada en los papeles de su matrimonio
uniéndolas. Ahora la misma firma las estaba separando.
- Listo. – Murmuró Rebecca Neer al ver cómo Camila dejaba
finalmente el bolígrafo y los papeles en dirección de Lauren.
Respiró hondamente mientras tomaba los papeles y el bolígrafo el cual
apretó entre sus dedos para evitar el llanto. Sin embargo pasaron segundos y aun así
su mano no lograba moverse. Sus ojos esmeraldas se dirigieron hacia Camila.
- ¿Realmente quieres ésto? – Dijo la ojiverde rompiendo el silencio.
- Lauren... - Interrumpió Richard Fields.
- No... - Espetó Lauren volviendo su mirada hacia Camila.
La arquitecta pestañeó nerviosamente mientras respiraba agitada en
su asiento, pero ninguna palabra salió de su boca.
- Señorita Jauregui... - Dijo la abogada.
- Deme un maldito minuto para intentar calmarme, ¿Por favor? –
Respondió Lauren mientras dirigía una mirada de odio hacia la rubia.
Rebecca Neer le había llamado por su nombre de soltera, aunque si
bien ella estaba acostumbrada a que la llamaran soldado Jauregui cuando estaba de
civil adoraba que le llamaran por su nombre de casada, "Cabello-Jauregui"... Ni
siquiera había firmado los papeles todavía...
Tengo que creer que todo estará bien, se dijo a sí misma.
Una lágrima rodó por su mejilla sin poder evitarlo, y su mano de forma
casi impulsiva comenzó a firmar cada uno de los papeles bajo unas atentas miradas
de todas las personas del lugar.
- Listo. – Susurró mirando directamente a Camila.
Lo sabía, tenía los ojos inundados de lágrimas, pero ya no importaba,
lo había hecho... Se habían divorciado, se había terminado, el matrimonio que tanto
había anhelado con la mujer que amaba estaba destruido y sería olvidado.
Se levantó rápidamente de la mesa y sin aviso salió de la oficina
mientras comenzaba a camina rápidamente buscando las escaleras para bajar los casi
veinte pisos del edificio. Sin embargo una pisada en falso le hizo casi caer por lo cual
se detuvo para calmarse y reponer su aliento.
- ¡Lauren! – Escuchó que Camila le llamaba bajando las escaleras
también rápidamente.
Abrió los parpados sorprendida a la vez que la morena llegaba agitada
a su lado retirándose el cabello que tenía en el rostro.
- Lauren yo... - Murmuró la arquitecta.
Miró los ojos de su ex esposa buscando arrepentimiento, dolor o
incluso duda, pero no pudo ver nada en ellos, estaban sin expresión, apagados, sin
brillo, casi irreconocibles.
- Yo... - Repitió la morena.
- ¡Qué Camila! ¡¿Qué?! – Gritó enfadada.
- Lo siento... - Dijo Camila de forma abrupta.
Negó con la cabeza levemente mientras abría la boca buscando
palabras.
- ¡Vete a la mierda Camila! Tú quisiste esto, tú me lo pediste...
- Lo hice porque es lo mejor para nosotras.
- ¿Lo mejor? ¿Y cómo lo sabes? ¡No tienes puta idea!
Dio un golpe en el piso con el pie mientras se llevaba una mano al
rostro para limpiar las lágrimas que rodaban sin permiso.
- ¡Se suponía que teníamos que pelear juntas para que ésto
funcionara! – Gritó la soldado.
El silencio por parte de Camila hizo que la situación se volviera más
dolorosa, la arquitecta se removió nerviosa en el lugar mientras intentaba seguir el
ritmo de la discusión con la ojiverde.
- ¡Di algo! ¡Dime algo! Joder... - Espetó Lauren.
- Yo...
- Deja de actuar como si no tuvieras sentimientos... Sé que aún los
tienes Camila.
- Perdóname...
- ¡Decidiste dejarme! Cómo se supone que deba perdonarte éso... Me
estás castigando, una y otra y otra vez por algo que ni siquiera decidí yo.
- ¡Tú no te negaste al ejército!
- No tenía otra opción...
Su boca lanzó un leve sonido en protesta cuando Camila le besó, se
había lanzado a su cuerpo entrelazando sus brazos en el cuello de la ojiverde. Lauren
tensó su cuerpo pero respondió de forma tosca el beso, chocaron sus narices sin
cuidado y la arquitecta le mordió el labio inferior en protesta.
Pegó el cuerpo de Camila contra la pared que estaba contigua a la
escalera y bajó sus labios hacia el cuello de su ahora ex mujer. Un sonoro gemido
salió desde el fondo de la garganta de la morena y ése fue el llamado de atención que
hizo que su cuerpo se alejara rápidamente.
- ¡Se suponía que sería en lo bueno y en lo malo Camila! Era parte de
la promesa que nos hicimos cuando nos casamos... Y sabes que ésa promesa la
hicimos muchos años antes de éso, ¡Lo sabes!
- ¡Me dejaste sola!
- ¡En lo bueno y en lo malo Camila! – Repitió desesperada Lauren.
- ¿Cómo se supone que debo quedarme a tu lado si cada vez que me
acuerdo siento una rabia incontrolable contra ti?
Negó con la cabeza levemente mientras interrumpía el contacto visual
que habían mantenido.
- ¡Nos elegimos la una a la otra! Hasta que la muerte nos separara...
Ésa fue la promesa Camila, ¿Lo recuerdas?
- ¡Y tú casi te mueres! Volviste casi muriendo, ¿Lo recuerdas? – Dijo
Camila a la defensiva.
Guardó silencio mientras volvía a mirar a su ex esposa.
- ¡No tienes ni puta idea del miedo que viví! Estaba muerta de miedo,
no puedo perderte de ésa manera, no otra vez, no podría soportar... No puedo
quedarme a tu lado sabiendo que puede volver a ocurrir, o algo peor... Pensé... Creí
que podría, pero no puedo... Perdóname, pero no puedo... No puedo quedarme con
alguien sabiendo que cuando tome el próximo avión para irse a combate pueda ser la
última vez que le vea...
Camila devolvió sus pies por la misma dirección en la que había
llegado, los tacos resonaron contra el piso mientras Lauren observaba cómo la mujer
que amaba se alejaba nuevamente.
Y dolía, dolía tanto que no podía respirar.
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Gracias por leer.
Capítulo 26.

Dinah miró con preocupación cuando Camila volvía a vaciar


nuevamente su copa de vino blanco aquella noche, ambas estaban en el piso de la
ingeniera, la cual, había recibido una inesperada visita por parte de la arquitecta una
hora antes mientras entraba con tres botellas por la puerta.
- Mila, creo que ya ha sido suficiente. – Dijo Dinah intentando
quitarle la última botella de vino que quedaba por abrir.
- No... No... Venga si hoy es viernes, no pasa nada. – Murmuró
con dificultad la arquitecta mientras luchaba por quedarse con la botella.
Hizo una mueca al ver el estado de su amiga. Camila llevaba el
maquillaje corrido por las lágrimas, la camisa con una gran mancha donde había caído
vino hacía unos minutos y el cabello despeinado luego de haberse dejado caer
aparatosamente sobre el sofá del pequeño piso.
- Deberíamos salir a comprar más vino. – Apuntó Camila
mientras se servía otra copa.
- Basta, mañana tendrás la peor resaca de tu vida si sigues
así...
Dinah sabía que su amiga nunca había sido muy buena para las
fiestas, el alcohol y las noches de bohemia. Incluso la propia Camila le había
mencionado que durante la universidad poco salía a aquellas alocadas fiestas a las
cuales siempre era invitada, la morena nunca había sido muy buena para compartir
en eventos sociales y tampoco tenía mucha experiencia para beber alcohol, algo que
claramente quedaba de manifiesto justamente en aquel momento.
- Venga, vamos a dormir. – Repitió Dinah.
- No, no, que... Que necesito olvidarme de todo. – Suplicó
Camila con los ojos ya inundados en lágrimas.
La arquitecta lanzó un sollozo a la vez que revolvía el vino en su copa
de forma nerviosa bajo la atenta mirada de Dinah. Aún no era tan tarde, pero para
Camila las horas habían perdido un poco el sentido debido a lo ebria que estaba. Se
pasó una mano por el rostro sintiendo desconocido su propio tacto, confirmando que
estaba realmente ebria.
- Haré un poco de café. – Avisó la ingeniera.
Camila terminó rápidamente la copa de vino y dejó su cuerpo
recostarse nuevamente en el sofá. La cabeza le daba vueltas, y cerró los parpados
fuertemente preguntándose qué estaría haciendo Lauren en ésos momentos, aquella
noche Cameron se había quedado con la ojiverde en la casa donde antes vivían
juntas.
Buscó su móvil en su bolso para ilusamente sólo mirar la hora, pero lo
único que logró fue ver la foto que tenía de fondo en la pantalla. Lauren y ella
abrazadas y sonriendo... Un dedo de forma tímida acarició la pantalla justo donde
estaba el rostro de su ex esposa. Sus sentidos estaban tan nublados que con torpeza
dejó el móvil en el sofá y su cuerpo casi temblando logró ponerse de pie para caminar
hasta la cocina donde Dinah estaba preparando el café.
- ¿Ya se ha acabado el vino o qué? – Preguntó irónicamente la
más alta.
- Algo así. – La arquitecta hizo una mueca.
Frunció el ceño al detallar la cara de reproche que tenía Dinah, ésta
misma negó con la cabeza mientras intentaba sostener a Camila la cual se
tambaleaba en su propio lugar.
- Estás fatal. – Apuntó la ingeniera.
En respuesta Camila lanzó un nuevo llanto, que ésta vez no fue nada
tímido, y que hizo que la propia Dinah sintiera la tristeza que su amiga estaba
viviendo.
La ingeniera odiaba tener que escoger de qué lado estar, si bien su
amistad con Camila había sido primero, no podía negar el cariño que le tenía a
Lauren, que para aquel entonces siempre estuvo en la vida de la arquitecta.

- La he cagado Dinah, la he cagado... - Repitió de forma casi inentendible


Camila.
- Mila, venga, ya hemos hablado de ésto... Lo mejor será que
vayamos a dormir. – Dijo Dinah acariciando la espalda de su amiga.
El reflejo nauseoso de Camila se activó tan rápido como sus pies
lograron llegar hasta el baño, rápidamente subió la tapa del wáter y comenzó a
vomitar. Dinah corrió para sujetar los cabellos castaños e intentar calmar a la
arquitecta.
- No pasa nada... No pasa nada. – Susurró la ingeniera.
Dentro de su estado de ebriedad se sintió fatal y avergonzada por lo
que estaba sucediendo, seguramente mañana no lo recordaría del todo bien, pero
ahora el ardor en su esófago le hacía reprimir el grito que quería salir desde su pecho.
- Perdóname Dinah... - Murmuró Camila mientras limpiaba su
boca en el lavamanos.
- Calma... Aunque, realmente creo que estás un poco mayor
para tener tu primera borrachera, pero al menos quedará entre nosotras. – Rió
levemente.
De forma pesada se dejó caer en la cama de la habitación de invitados
en el piso de su amiga, la luz apagada, el sonido de la ciudad a lo lejos y el corazón
agitado en su pecho. Se abrigó bajo el edredón con torpeza y suspiró fuertemente al
sentir aún cómo todo daba vueltas.
Estaba perdida... Había perdido el rumbo y el norte, había perdido su
brújula. Había perdido su matrimonio y la pequeña familia que había formado.
...
Cameron jugaba entretenido con las figuras de animales que tenía
entre las manos mientras Lauren caminaba por la habitación ordenando el uniforme
de entrenamiento que debería usar dentro de dos días. Sacó las botas que aún se
encontraban limpias, el pantalón con diseño de camuflaje, la sudadera, y la parte
superior del conjunto donde se podía leer Jauregui y U.S. Army.
- ¿Qué dices si hoy vamos a por un helado de vainilla? – Dijo
Lauren llamando la atención del ojiverde.
El pequeño soltó sus juguetes mientras intentaba pararse en dos pies
bajo la atenta mirada de la soldado.
- ¡Pero mira que grandes estás! – Rió con ganas Lauren.
El ojiverde logró encontrar su propio equilibrio y se mantuvo de pie sin
apoyarse en nada durante unos segundos que hicieron sonreír ampliamente a su
madre.
- Te has ganado el helado a pulso. – Apuntó la ojiverde.
Antes de salir de la casa buscó el abrigo y la mochila del pequeño. En
la camioneta llegaron hasta una heladería que se encontraba a unas manzanas de la
casa.
- Bueno, seguramente ir a por un helado en invierno no es la
mejor idea... Pero no le digas nada a mamá Camila. – Murmuró casualmente Lauren
mientras veía todas las opciones de sabores con Cameron aun en brazos.
- Mamama ma. – Vocalizó el pequeño con atención mirando el
rostro de la ojiverde.
Apretó la mandíbula frente a lo natural que había salido el comentario
de su boca, para luego dejarle un par de besos en las mejillas a su hijo. No pasaba
nada, Camila seguía siendo la madre del ojiverde al igual que ella lo era. Estaba
segura que con los días iría manejando mejor su enfado contra la que hasta hacía
unos días había sido su esposa, total tenía que confiarse de lo que pasaría en el juicio
de la custodia de Cameron.
- ¿Vainilla o chocolate? – Apuntó Lauren intentando que
Cameron lograra entender el mensaje.
La nostalgia se instaló en sus ojos en el momento en que un puntual
recuerdo llegaba a su memoria...

El pequeño apuntó con un dedo el de vainilla haciendo sonreír ampliamente a la


soldado.
- Ése es mi hijo, igual que yo. – Dijo sacándole la lengua
divertidamente al ojiverde.
Luego de dejar al pequeño en una silla especial para él y sentarse a su
lado para ambos disfrutar del helado de vainilla su mente comenzó a divagar hacia
Camila. ¿Tendría que mencionarle que volvería al ejército dentro de unos días?, no
tenía una respuesta tan clara después de todo.
Se pasó una mano por el rostro manifestando su frustración, no sabía
cómo manejarlo, la última vez que ella había dejado un resquicio de la posibilidad de
volver a enlistarse la morena le había dejado de hablar por cinco días.
- ¿Qué tal? ¿Te gustó? – Preguntó Lauren dándole nuevamente
una cucharadita de helado a su hijo.
Cameron sonrió dejando ver sus pequeños dientes cubiertos con el
helado haciendo reír a su madre.
- Todo estará bien si estás a mi lado. – Murmuró Lauren
volviendo a dejarle un par de besos en los cabellos al pequeño ojiverde.
...
La arquitecta con ambas manos rompió en varios pedazos las hojas en
que había pasado diseñando durante toda la mañana. Tenía un bloqueo mental, había
pasado horas planeando las simples medidas que tendría el nuevo edificio comercial
que había tenido en mente las últimas semanas pero de un segundo a otro se percató
que nada de lo diseñado en papel se parecía a lo que había tenido en mente, y luego
de un momento a otro el diseño había dejado de ser de su agrado.
- Joder... – Se llevó una mano al rostro mientras con la otra
golpeaba el escritorio.
Sólo faltaban un par de minutos para el mediodía y tenía un almuerzo
muy protocolar con el Sr. Powell, el jefe de la firma de arquitectos. Si no llevaba
algún par de nuevas ideas el hombre seguramente le dejaría una advertencia e
incluso ella misma comenzaría a comerse la cabeza frente a la poca creatividad que
estaba teniendo aquellos días.
Tomó entres sus manos la foto en que salía con Cameron de bebé en
sus brazos, parecía increíble que se iba cumplir un año de aquella foto, un año en que
tantas cosas habían cambiado, incluso Camila podía asegurar que las cosas habían
comenzado a cambiar mucho antes.
Se pasó una mano por la mandíbula intentando recordar cómo fue que
de joven había aceptado el simple destino de que Lauren fuera parte de la U.S. Army.
No podía recordarse a ella misma con un miedo como el que sentía ahora, claro,
Lauren tuvo que volver en coma y haber perdido un riñón para que el verdadero
miedo se sintiera así de real.
¿Y qué se suponía que iba hacer con el juicio sobre la custodia de
Cameron?
Ya había hablado algo con su abogada al día siguiente que Lauren le
informara de aquella noticia como una bomba... La rubia le había calmado diciéndole
que para los jueces era casi imposible separar a una madre biológica de su hijo. Pero
es que Camila no podía negar que la ojiverde era una excelente madre, había cuidado
del pequeño desde que lo había conocido cuando le sacaron la ventilación mecánica. Y
si dejar a Cameron a su lado significaba arrebatárselo a su ex mujer no quería ni
imaginar el día en que eso fuera a ocurrir.
Alguien llamó a la puerta y entró sin esperar, sólo podía ser su jefe,
Peter Powell, un hombre de casi 60 años que relucía una blanca cabellera y unas
gafas ópticas de pastas color marrón.
- Buenos días Camila, ¿Preparada para un buen plato de lasagna
y una gran copa de vino? – Saludó con ironía el hombre.
- Buenos días Sr. Powell. – Repitió la arquitecta buscando su
bolso y abrigo para salir del lugar.
- Por cierto, ¿Logró encontrar su anillo? – Preguntó
abruptamente el hombre.
- Oh. – Se sorprendió de que su jefe estuviera al tanto. – No,
Sean no lo pudo encontrar aquel día y cuando volví tampoco fue posible.
El hombre alzó las cejas para luego dirigirse a la puerta donde esperó
a que Camila saliera primero, situación que hizo que la arquitecta se sintiera
incómoda. Le gustaba su trabajo, le gustaba la firma donde trabajaba, pero el
machismo que se vivía en aquel lugar a veces podía ser tan palpable que daba miedo.
- Espero que hoy logre sorprenderme con sus nuevos diseños
Srita. Cabello. – Dijo el hombre mientras caminaban hasta el elevador.
Vaya, parecía que el hombre sabía todos los detalles, incluso que se
había divorciado hacía unos días. Frunció el ceño apretando su bolso mientras las
puertas se abrían frente a sus ojos. Tendría que buscar alguna buena excusa para su
jefe, pero no dejaría salir a relucir nada de su vida personal frente aquel hombre.
...
El pequeño ojiverde soltó un bostezo mientras se llevaba a la boca la
bufanda de diversos colores que tenía entre sus manos llamando la atención de su
madre la cual terminaba de revisar el correo electrónico en el portátil.
- ¿Ya te dio sueño? – Murmuró acariciando una de las manos de
su hijo.
- Tá. – Respondió Cameron no dejando soltar la mano de
Lauren.
Ed Sheeran resonaba levemente por la habitación de estar mientras la
soldado ordenaba un poco el lugar para bajar a su hijo del sofá.
- Hora del baño y luego a dormir. – Dijo Lauren mientras veía
cómo Cameron intentaba sostenerse con ambos pies en el piso.
Las pequeñas manos de su hijo se aferraron a su pantalón haciéndola
sonreír mientras esperaba expectante el nuevo movimiento de Cameron.
Sus parpados se abrieron sorprendidos al ver cómo de un segundo a
otro el pequeño ojiverde se había soltado y ahora caminaba tímida y torpemente por
la habitación. ¡Estaba caminando solo!
- Woaaah. – Pronunció divertidamente Lauren mientras se
llevaba ambas manos a la cabeza.
Su pequeño ya caminaba solo, había aprendido a caminar, sin mucha
experticia, pero lo suficiente para avanzar algunos pasos de aquí para allá. La sonrisa
no se le borró durante todos los segundos en que el ojiverde de forma curiosa se
movía por el lugar. Cameron soltó una risa aguda cuando finalmente cayó al piso
perdiendo el equilibrio.
- ¿Qué haré contigo? ¿Mañana te escaparás de fiesta o algo así?
– Dijo divertida tomando en brazos al pequeño para llevarlo a la habitación de éste y
buscar el pijama y las cosas para el baño.
- Tá. – Repitió el ojiverde.
- Mmm, serás un rompe corazón.
Todo iba tranquilo en el baño hasta que Cameron soltó un leve sollozo
cuando sintió el agua caer por sus cabellos castaños, Lauren lo sabía, aquella parte
del baño era la que más odiaba el ojiverde, pero con calma intentó que su hijo no se
escapara y que ninguna gota de shampoo se colara por los ojos redondos.
- Lo sé, lo sé, siempre hay algo que no nos gusta. – Murmuró
Lauren intentando calmar a su hijo.
El pequeño volvió a sollozar fuertemente intentando escaparse de las
manos de la soldado, la cual intentó terminar rápidamente el baño y llevarse a dormir
al pequeño.
Sus ojos esmeraldas detallaron el profundo y dulce sueño que tenía
Cameron, estaban acostados juntos en la cama que ella solía compartir con Camila,
por las noches el pequeño buscaba sus brazos y ambos dormían acompañándose bajo
el edredón.
- Buenas noches mi vida. – Murmuró jugando con las pestañas
de Cameron.
Suspiró pesadamente mirando la almohada donde solía descasar la
cabeza de su ex esposa, recordó el olor de su perfume para luego mirar el techo color
blanco de la habitación. Siempre había imaginado que cuando Cameron comenzara a
caminar o hablar estarían las dos ahí, juntas, felices, riendo y aun no creyéndoselo...
En cambio, ahora no era así.

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Disculpad la demora. Y como siempre, gracias por leer, comentar y
votar... Sé que las cosas van tomando un tiempo, pero muchas sorpresas vendrán en
los siguientes caps ;)
Capítulo 27.

El café giraba en una sola dirección en aquella pequeña taza, la


cuchara se revolvía sin mucha atención por parte de Lauren quien observaba cómo su
ex psicóloga y amiga Ally Brooke entraba a la tranquila cafetería.
- Ey, buenos días guapa. – Saludó animadamente la ojiverde.
- Buenos días Lauren. – Respondió feliz.
Aquel día el sol se colaba con gracia entre las nubes en el cielo, no
hacía tanto frío y para Lauren comenzaba una nueva etapa en el ejército. Su madre
estaría cuidando del pequeño ojiverde hasta que ella saliera del trabajo para luego ir
a buscarlo.
- Debo decir que el uniforme hace resaltar el color de tus ojos. –
Apuntó Ally mientras esperaba que el alto chico que atendía le brindara una taza de
café.
- ¿Es éso una clase de coqueteo Srita. Brooke? – Dijo de buenas
ganas la soldado.
- Oh, claro que no, no eres mi tipo... Sólo estoy muy feliz de ver
que lograste volver. – Rió a lo bajo.
- Y eso es gran parte a tu ayuda profesional y amistad.
Hizo un gesto casi solemne con la cabeza haciendo reír ésta vez
fuertemente a Ally la cual negó con la cabeza al ver cómo un chico alto le servía una
taza de café.
- No quiero arruinar tu primer día de vuelta como soldado
Jauregui, pero ¿Cómo es eso que llevarás a juicio la custodia de Cameron? – Preguntó
tranquilamente Ally.
- Oh... - Frunció el ceño. – Pues que Camila ha pasado todos los
límites, ya te lo he contado... No creo que pueda soportar más y más discusiones
sobre el asunto... Camila ha perdido el último pensamiento de cordura aquella
mañana que se llevó a Cameron sin avisarme y con ello ha acabado el último
resquicio de paciencia que me quedaba... - Dijo amargamente.
Los ojos expresivos de su amiga recorrieron un par de veces su rostro
para luego volver al café.
- Algo pasa con Camila... - Refirió Ally.
- ¿Algo como qué? – Preguntó confundida.
- Nunca pude darte una impresión sobre ella cuando estábamos
haciendo terapia, quiero decir, no podía, claramente estábamos tratando tu TEPT y no
tu divorcio... Ahora que lo pienso... - Se interrumpió y no siguió la idea.
Apretó la mandíbula mientras dirigía su mirada hasta el ventanal que
dejaba ver a quienes bebían café afuera del lugar de una forma casi fugaz aquella
mañana en la ciudad.
- Podrías pedir una evaluación psicológica de Camila para el
juicio de la custodia... - Se limitó a decir Ally.
Sus ojos casi salieron de sus órbitas al ver sorprendidos la propuesta
que le estaba haciendo su amiga... ¿Qué estaba intentando?
- Ally ¿De qué me estás hablando? – Murmuró Lauren
endureciendo los rasgos de su rostro.
- ¿Quieres realmente quedarte con tu hijo, no?
- Sí... Pero... Nunca haría algo así para meter en la mierda a
Camila.
Ally suspiró pesadamente mientras se acomodaba en su asiento.
- No estamos hablando de hacer algo contra Camila... Pero si lo
piensas bien, ¿Crees realmente que ella esté en condiciones para quedarse con el
pequeño?, es decir, por todo lo que me has contado y lo que te ha hecho...

- Lo que me haya hecho a mí no va en contra de que sea una buena madre con
Cameron... - Dijo cortando a la psicóloga.
- ¿Hasta cuándo la vas a defender, joder, Lauren? – Elevó el
tono Ally.
Abrió la boca sorprendida por la actitud de su amiga. Podía ver la
preocupación sincera de la psicóloga, pero se sintió confundida frente a lo le estaba
proponiendo hacer... Si un informe sobre el estado anímico y una evaluación
psicológica sobre Camila salía durante el juicio éso podía usarse a favor de la
soldado... ¿Sería capaz de hacer algo así?
- Sólo piénsatelo, ¿Vale? – Dijo nuevamente Ally mirando la
hora en su móvil. – Debo irme, cualquier cosa que necesites sabes que puedes
llamarme... Que tengas un excelente día guapa.
La psicóloga se despidió con un par de besos en las mejillas dejando
vacía la pequeña taza donde había estado el café... Lauren apretó sus puños mirando
nuevamente por el ventanal para ésta vez no reconocer a ninguna de las personas
anteriores, sólo un par de minutos, las personas iban y venían...
...
Cuando el agua caliente dejó de caer sobre su cuerpo adolorido sus
pies temblorosos salieron de la ducha aquella mañana en que había despertado con
una horrible gripe, había tenido que llamar al trabajo para avisar que no podría ir,
pero que seguiría trabajando en sus diseños desde su piso.
Aún podía recordar la cara de reprobación que el Sr. Powell le había
dirigido una vez que el almuerzo del viernes había terminado, ella sin excusas le
explicó a su jefe que no tenía ningún avance sobre el nuevo proyecto del edificio
comercial que debía construirse en la zona norte de la ciudad. Habían discutidos
durante unos interminables minutos que finalmente se enmarcaron en una sutil
advertencia por parte del hombre de cabellos blancos.
Ahora que se secaba el cabello desganadamente volvía a su mente
cómo la noche anterior se había desvelado intentando buscar nuevas ideas y diseñar
algo con el bolígrafo contra los papeles que hasta ésa misma hora seguían en blanco.
La pantalla pestañeando de su móvil le informó que tenía una llamada
entrante, cuando detalló que quien llamaba era su hermana dejó la tarea con sus
cabellos y contestó sin mucho ánimo.
- Ey, hola. – Saludó Sofía.
- Hola... ¿Ha pasado algo? – Dijo preocupada.
- ¿Tiene que pasar algo para que pueda llamarte? – Respondió
algo sentida la menor.
- No... Perdona, es sólo que estoy con una gripe y he tenido que
faltar al trabajo.
- Oh, ¿Estás bien?
- Lo soportable... Aunque voy aprovechar el tiempo y seguiré
intentando hacer un nuevo proyecto que debo entregar pronto. – Dijo mientras se
dirigía a la cocina para tomar una taza de café.
- Espero que lo logres... Por cierto, mamá ya me lo ha
mencionado... - Sonó dudosa la voz al otro lado de la línea.
- ¿El qué?
- Ya sabes, lo del juicio, la custodia y todo éso. – Apuntó Sofía.
Se dejó apoyar en la encimera mientras intentaba re ordenar sus
pensamientos internamente, era ilógico enfadarse con su madre y con su hermana,
eran su familia, obviamente todos se enterarían en algún momento y ella misma
necesitaba el apoyo de parte de ellos para superar lo que se venía.
- Si bueno... Lauren lo ha decidido... - Habló Camila.
- Me gustaría decirte algo, pero no sé qué realmente... Lo siento
mucho Kaki, deseaba que las cosas entre ustedes mejoraran...

- Sí, lo sé... No tengo ni puta idea en qué terminará ésto... Ni siquiera quiero
imaginarlo, ¿Sabes? El simple hecho de que Cameron ya esté viviendo en dos lugares
a la vez me hace sentir culpable.
El silencio al otro lado de la línea le hizo sentirse incomoda. Por una
parte quería simplemente decirle a su hermana cuánto extrañaba a Lauren, pero por
otra ella misma se frenaba de dejar andar todas las emociones del momento.
- Cambiando de tema, ¿Qué tal la universidad? – Dijo la
arquitecta intentando sonar casual.
- Oh, ya sabes, lo normal... Me encanta y tal, sólo hay un
detalle...
- Sofi, ¿Qué ha pasado? No me asustes...
- Me he tatuado y no sé cómo decirle a mamá y papá. – Rió a lo
bajo.
Camila lanzó una leve carcajada mientras negaba con la cabeza al
imaginar la tierna cara de culpabilidad que debía tener su hermana menor.
- Vale, no será mucho... Al menos no has cogido sífilis o
gonorrea. – Respondió Camila.
- Oh, bueno...
- ¡¿Qué?! – Respondió casi gritando.
- Que es broma hermanita... - Rió Sofía.
...
Saludó cuadrándose frente a Mark Walker antes de entrar en aquel
pequeño salón de reunión. El hombre le dirigió una pequeña sonrisa mientras otro
grupo de soldados guardaba un impoluto silencio.
- Bueno, como podéis detallar estoy grato de anunciarles que la
soldado Jauregui vuelve a estar entre nuestras filas. La mayoría aquí ya le conocéis,
asi que espero que para Lauren ésto sea volver de la mejor manera. – Anunció el
sargento al grupo de soldados.
Sus ojos se toparon con las amplias sonrisas de los hermanos
Thompsons, Charles y Nataly le hicieron un silencioso gesto con la cabeza y Lauren
sonrió dejando de lado un poco los nervios de la situación.
Había imaginado mucho tiempo el día en que finalmente volviera a
vestir aquel uniforme y retomar sus actividades en el ejército, ella misma reconoció
sus ansias por volver al entrenamiento, las misiones e incluso la posibilidad de ser
llamada para combate.
- Ahora volved todos a vuestras actividades, tengan un buen
día.
Los soldados se despidieron cuadrándose para salir en silencio del
lugar, sin embargo Lauren pudo detallar el sonido de los murmullos una vez que éstos
habían cruzado la puerta.
Charles y Nataly se quedaron en el lugar esperando que el sargento
Walker se retirara y una vez que el hombre se despidiera en voz alta ambos
hermanos se acercaron para abrazar grupalmente a la ojiverde.
- ¡Enhorabuena Lauren! - Dijo Charles riendo.
- No sabes lo felices que estamos por tenerte devuelta. – Sonrió
Nataly mientras le dejaba un leve apretón en el hombro.
- Y yo de volver chicos... Más si es con vosotros. – Mencionó
Lauren.
- Podrías pasarte a cenar a casa uno de éstos días, ya sabes,
cotillear y reírnos de cómo Charles pronto comenzará a quedar calvo. – Dijo riendo a
lo bajo Nataly.
- ¡Éso no es cierto! – Murmuró Charles llevándose una mano al
cabello.
Los tres rieron mientras comenzaban a salir del lugar, Nataly seguía
insistiendo sobre juntarse a cenar durante los próximos días mientras Charles
interrumpía para hablar con devoción sobre su hija Lucy. Lauren les miraba sin
responder mucho.
- Por supuesto puedes ir con Camila y el pequeño Cameron. –
Apuntó Charles.
- Yo... Yo, bueno, chicos... La verdad es que Camila y yo nos
hemos divorciado. – Dijo finalmente Lauren.
El silencio cortó rápidamente la conversación, la sonrisa casi perfecta
de Nataly se transformó en una pequeña mueca y Charles miró rápidamente a todos
lados buscando una forma de no hacer incómodo el momento.
- Lo siento mucho Lauren, no teníamos idea... - Murmuró
Charles.
- Fue sólo hace unos días, aunque, Camila me lo pidió hace unos
meses... Y ya, hemos terminado. – Aclaró Lauren pasándose una mano por el rostro.
- Oh, lo siento... - Repitió la rubia.
- De todos modos puedes ir con Cameron a la cena. – Sonrió
levemente Charles.
- Claro... Gracias por la invitación. – Respondió Lauren.
Siguieron caminando por las instalaciones del ejército mientras
Charles cambiaba el asunto para contarle a Lauren sobre la última misión que habían
tenido cerca de Afganistán, la ojiverde escuchó con detalles mientras sus ojos volvían
a detallar la zona de entrenamiento que estaba al aire libre en el lugar. Había un
grupo de infantería dirigidos por otro de los sargentos y el pelotón de soldados que
escuchaban atentamente al sargento Walker.
- Por cierto, una de nuestras primas ha sido re destinada a la
unidad. – Anunció Nataly mientras comenzaba a buscar a alguien en el lugar.
Lauren dirigió sus ojos hacia donde sus amigos también buscaban
entre los soldados que hablaban con Walker, de un segundo a otro una chica que
llevaba también el uniforme y el cabello rubio con una coleta alta se giró sobre sus
pies y saludó con efusividad.
- Ahí está... ¡Dianna! – Llamó Nataly mientras la chica nueva se
acercaba luego de hacerle un gesto al sargento Walker quien afirmó con la cabeza.
La ojiverde detalló lo parecido de ambas chicas, sin embargo Dianna
era un poco más baja que Nataly. Una pequeña sonrisa estaba dibujada en el rostro
de la nueva soldado y Lauren pudo detallar la asombrosa mezcla entre verdes y miel
que coloreaban los ojos de la chica.
- Ella es nuestra prima, Dianna Agron, vivía con nuestros tíos en
Atlanta y llevaba algunos años en la división de allá, pero ahora le re destinaron aquí.
– Explicó emocionado Charles mientras Dianna le sonreía a la ojiverde.
- Lauren Jauregui, un gusto. – Saludó extendiéndole la mano a
la rubia.
- Un gusto, he oído de ti. – Sonrió Dianna ampliamente.
Elevó sus cejas con sorpresa para luego ver cómo Charles le dirigía
una sonrisa y un guiño... Vaya, Dianna era hermosa y se veía encantadora con
aquella sonrisa en el rostro. Lauren sonrió mientras sentía un leve rubor en las
mejillas.

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¡Y qué pasará ahora!

Gracias por leer.


Capítulo 28.

Maratón -> 1/4


***

- Nataly y Charles me han pedido que me una contigo para el


almuerzo, ellos han tenido que ir por un papeleo al ayuntamiento. – Habló Dianna
mientras se quedaba frente a la mesa donde Lauren estaba por comenzar a comer.
- Oh. – Vocalizó Lauren pestañeando rápidamente.
- ¿Puedo sentarme? – Dijo la rubia ladeando un poco la cabeza
de forma divertida.
- Oh... Claro, claro. – Rió a lo bajo haciendo un gesto con la
mano.
Lauren miró con detalle el rostro de la nueva compañía para el
almuerzo. Había algo agradable en los rasgos de Dianna. Ésta le dirigió una sonrisa y
luego comenzó a comer los vegetales de la ensalada.
- ¿Por qué no te unes al resto? – Preguntó con curiosidad la
nueva soldado.
- ¿Eh? – Su boca hizo un extraño sonido.
- Me refiero, algunos de ellos han ido a combate contigo, ¿No? –
Apuntó la chica.
- Sí... Bueno, ha pasado casi un año en que no me he
comunicado con ninguno de ellos, supongo que las relaciones se enfriaron. – Dijo
Lauren tranquilamente.
- Entiendo... Luego de lo que te pasó... - Mencionó Dianna.
Frunció el ceño manteniendo su atención en los delgados dedos en las
finas manos de la rubia, quien detallara a la chica nunca imaginaría que era una
soldado que parecía una delicada obra de arte tallada por algún artista en tiempos
remotos. Se sorprendió ella misma al quedarse varios segundos inspeccionando las
rasgos de su acompañante.
- ¿Debo sorprenderme de que sepas todo de mí? – Rió a lo bajo
Lauren.
- Mis primos me han contado un poco de lo que te pasó en tu
último combate en Irak... Lo siento mucho. – Dijo sinceramente la chica.
Le respondió con una pequeña sonrisa para luego volver a comer. No
hubo más interacción por los siguientes minutos, Lauren se preguntó si era por la
incomodidad de compartir el almuerzo con una desconocida o porque ella misma
llevaba algunos segundos preguntándose la última vez que había encontrado hermosa
a otra mujer que no fuera su ex esposa.
Camila y ella se habían conocido tan jóvenes, tanto que Lauren podía
recordar que antes de la morena ella sólo se había sentido atraída por una de sus
amigas cuando tenía quince años, fue cuando se supo que le gustaban las mujeres.
Luego cuando Camila había llegado a su vida ya nunca más detuvo sus ojos
esmeraldas en percibir a otras mujeres de la forma en que miraba a su chica.
- ¿Por qué el cambio de Atlanta hasta aquí? – Dijo curiosa
Lauren.
- He vivido toda mi vida allá, sólo quería un cambio. – Sonrió en
respuesta.
- Tengo una amiga que vive allá... Bueno, vivía aquí antes y se
ha ido hace un poco más de un año. – Apuntó la ojiverde refiriéndose a Normani.
- ¿Conoces Atlanta?
- No, aunque me han dicho que el lago Burton es impresionante.

- Sí queda a un poco más de dos horas a las afueras de Atlanta.


– Aclaró la rubia.
Lauren le sonrió de lado para luego desviar sus ojos hasta el plato de
comida que estaba por terminar. Se preguntó con curiosidad cuántas cosas le habrían
contado a la rubia, si sólo se refería a lo pasado en Irak o si también sobre su vida
personal.

- ¿Estás feliz de volver? – Sonrió Dianna.


- Sí... Es como una nueva oportunidad, ya sabes... - Murmuró la
ojiverde saliendo de sus pensamientos.
Estar en compañía de la rubia fue más agradable de lo que imaginó al
sentarse a comer con una completa desconocida. Dianna bebía tranquilamente de su
vaso de agua mientras Lauren volvía a detallar el extraño y atrayente color de ojos de
la chica.
- Tienes unos ojos hermosos. – Dijo la rubia.
Un leve rubor se instaló en las mejillas de ambas mientras Dianna
lanzaba una nerviosa risa.
- Oh por Dios... Disculpa, he pensado en voz alta. – Aclaró la
nueva soldado.
Lauren negó mientras también dejaba escapar una risa a lo bajo.
- No te preocupes... Yo sigo sin descifrar precisamente de qué
color son tus ojos. – Respondió mirando directamente al rostro de la chica.
...
Camila se dejó caer sin gracia en el sofá de la sala de estar en la casa
de sus padres luego de una amena cena. Su padre se había excusado para salir a
jugar póker con sus amigos y Sinu terminaba de secar la loza que la arquitecta había
lavado luego de comer.
- Creo que has perdido peso en un par de días. – Mencionó su
madre sentándose a su lado mientras el sonido del televisor resonaba por el lugar.
- No es nada, sólo no he tenido tiempo para comer bien y aún
peor con la gripe... - Dijo Camila.
- ¿Pasa algo con el trabajo?
- Me he liado con un nuevo proyecto en el trabajo, he estado
durmiendo a deshoras...
- Camila... - Llamó la atención la mujer.
- Mamá, por favor, lo solucionaré pronto.
Frunció el ceño mientras sentía que algo le faltaba... Por supuesto,
aun no se acostumbraba a cenar sin Lauren para luego acunar a su hijo, leerle un
cuento y verle dormir.
- ¿Cuándo verás a Cameron otra vez? – Preguntó levemente
Sinu.
- No le veré hasta el jueves por la noche... Es como lo
acordamos con Lauren por el momento.
Su madre le miró con preocupación pero luego le dejó una leve caricia
en la mejilla con el dorso de su mano.
- Mamá, he estado pensando en algo... Y necesito que seas
sincera conmigo. – Dijo Camila mirando directamente el rostro de la mujer.
- Dime... - Murmuró Sinu.
- ¿Crees que realmente exista una posibilidad que pierda la
custodia de Cameron?
Su rostro estudió las expresiones de su madre, ambas guardaron un
silencio que pareció durar una eternidad mientras Sinu se removió en su propio lugar.
- No sé muchas cosas sobre juicios y leyes hija...
- Lo sé mamá, pero, y si tú lo vieras desde afuera, ¿Crees que
he sido una mala madre?
- No Camila, nadie opinaría éso de ti... Hija, aquí lo que ocurre
es que tanto tú como Lauren quieren estar con el niño, lógico, ambas sois las madres,
y ahora que vosotras no estáis más juntas...
- No podré soportar si no consigo estar más con él mamá. – Dijo
Camila para luego romper en un leve llanto.
Los brazos de su madre le protegieron mientras ella se repetía una y
otra vez que lo que estaba ocurriendo era su culpa. Nunca había imaginado que
divorciarse con Lauren le traería un juicio sobre la custodia del hijo que tenían ambas,
o al menos se negó a sí misma aquella consecuencia.

- Hija... - Llamó su madre.


Camila se limpió las lágrimas con el dorso de su mano mientras
intentaba volver a respirar con tranquilidad. Estaba segura que si bien había perdido
peso por no comer bien todas las lágrimas que había derramado en los últimos días
tendrían que haber influido en su actual aspecto.
- Estoy perdiendo la cabeza... - Susurró la arquitecta bajo la
atenta mirada de su madre.
- Me gustaría ayudar de alguna manera...
La palabra ayuda retumbó a su mente, y el recuerdo de cuando Dinah
mencionando si no había sopesado la idea de ir a terapia.
- Mamá... Creo que buscaré una psicóloga para comenzar
terapia... - Murmuró pesadamente Camila.
Su madre le acarició el cabello y le regaló una diminuta sonrisa que
hizo calmar por unos segundos a la arquitecta.
- Me alegra que lo hayas decidido, hagas lo hagas siempre te
apoyaré. – Dijo finalmente Sinu.
...
- Ven a los brazos de tu viejo padre. – Sonrió Michael a la
entrada de la casa.
- Ey, viejo sargento Jauregui. – Saludó cuadrándose y riendo
mientras cerraba la puerta de la camioneta.
Se fundieron en un fuerte y largo abrazo, donde la ojiverde sonrió
contra el pecho de su padre sintiéndose nuevamente una pequeña niña que abrazaba
a su padre luego de meses cuando éste se iba a combate con el ejército.
- No sabes lo orgulloso que me haces cada vez que te veo con
ése uniforme. – Mencionó Michael pasando el dedo sobre el lugar donde el bordado
decía Jauregui.
- ¿Sólo cuando llevo el uniforme? – Dijo divertida la soldado
mientras entraban a la casa.
- Claro que no tonta. – Rió su padre.
Cuando sus ojos esmeraldas se fijaron en el pasillo se encontraron con
un Cameron que caminaba lenta y torpemente a su encuentro con una amplia sonrisa
riendo casi con una carcajada nerviosa.
- No ha dejado de caminar en todo el día. – Anunció Clara
persiguiendo al pequeño ojiverde por si se caía.
- Míralo, está tan feliz de que llegaras. – Dijo Michael.
- Estaba nerviosa de cómo serían mis primeros días volviendo al
ejército y no estar a su lado. – Dijo Lauren tomando a su hijo en brazos.
Le dejó muchos besos en el rostro al pequeño el cual le golpeaba el
rostro de forma tosca pero sin fuerza.
- Espero que ésos sean cariños Cameron. – Susurró frunciendo
el ceño.
El ojiverde hizo resonar una carcajada mientras movía sus piernas
nerviosamente aun envuelto en los brazos de la soldado.
- Se ha portado bien, aunque no ha querido cenar, quizás
quieras darle la comida tú. – Dijo Clara mientras todos caminaban hacia la cocina.
Mientras le daba la cena a su hijo el tiempo se pasó rápido pero con
sus ojos esmeraldas detalló lo grande que estaba Cameron. Aún podía recordar
cuando era un pequeño bebé que se pasaba todo el día durmiendo y Camila se lo
ponía al pecho para darle de amamantar. Una triste expresión se apoderó de su
rostro al sentir a falta de su ex esposa en aquel preciso momento.
- Mamá, ¿Puedes limpiar un poco esto y ordenar las cosas para
irnos con Cameron? Necesito hablar con papá.
Su madre le hizo un gesto con la cabeza mientras ella dirigió sus pies
hasta la oficina de su padre el cual ordenaba un par de libros en el escritorio.
- ¿Pasa algo? – Dijo Michael mirando de re ojo a su hija.
- Bueno... - Murmuró de forma dudosa.
- ¿Algo anda mal en el ejército? – Preguntó confundido el
hombre.
- No, no es eso... - Respondió rápidamente la ojiverde.
Se rascó una ceja nerviosamente mientras su padre se acercaba hasta
ella, el hombre le sonrió curiosamente.
- Quería hablarte sobre algo... Pero necesito privacidad. –
Susurró Lauren como si intentara esconder un secreto.
El hombre alzó las cejas mientras afirmaba con la cabeza
silenciosamente.
- Es sólo que... He conocido a una chica y...
- ¡Oh Lauren! – Interrumpió su padre de forma abrupta.
- ¡Papá! No ha pasado nada, joder, la he conocido ayer... Y...
Sólo quería decir que es muy guapa... - Dijo atropelladamente la ojiverde.
- ¿Te gusta? – Murmuró sorprendido Michael.
- ¿Gustarme? ¡¿Qué?!
- Oh...
- Papá... - Respiró hondamente. – Sólo hace una semana me he
divorciado de Camila... Yo... Quería mencionar que ésta chica nueva es agradable y
guapa.
Su padre le dedicó una tierna sonrisa mientras le golpeaba la espalda
cariñosamente.
- ¿Alguna vez encontraste hermosa a otra mujer que no fuera
mamá? – Preguntó la ojiverde mirando directamente a su padre.
- Si respondiera de forma afirmativa ésa pregunta yo ya habría
sido hombre muerto. – Dijo riendo Michael.
- Papá... - Rodó los ojos.
- ¿Por qué me preguntas algo así? ¿Te hace sentir culpable
mirar a una mujer como alguna vez miraste a Camila? – Dijo tranquilamente el
hombre.
- ¡No podría mirarla como siempre he mirado a Camila! ¡Nadie
nunca será como ella! – Explotaron las palabras en su boca.
El rostro de su padre hizo una mueca de asombro y se alejó un par de
centímetro.
- Lo siento, no quise...
- Olvídalo papá... Tengo que irme.
Sus pies salieron torpemente de la oficina mientras se pasaba una
mano por el rostro. Las náuseas se apoderaron de su estómago mientras cerraba los
parpados pesadamente al repasar mentalmente si alguna vez había mirado a otra
mujer mientras estuvo a la vera de Camila... Nunca lo había hecho... ¿Y ahora?
¿Seguía a la vera de Camila? ¿Podía mirar a Dianna sin sentirse culpable?
-------
Gracias por leer!
Capítulo 29.

Maratón -> 2/4


***

Sus pies golpeaban de forma nerviosa el piso del vagón del metro
aquella mañana, quizás dos tazas de café para desayunar habían sido un error.
Pasaron unos segundos hasta que sus ojos marrones detallaron que el vagón bajaba
de velocidad y llegaba al destino donde ella tendría que bajarse.
Mientras salía por la boca del metro y el frío le golpeaba en la cara se
preguntó si aquel día llovería. Sus pies se detuvieron abruptamente cuando se
encontró frente al edificio donde quedaba la consulta de la psicóloga con la cual se
había contactado para comenzar sus terapias. Su temblorosa mano apretó el botón
del doceavo piso en el elevador y luego se miró detenidamente en los espejos del
pequeño cubículo que iba subiendo.
Detalló el enmarcado de la puerta, Sara Mayer – Psicóloga clínica.
Respiró hondamente y golpeó dos veces con los nudillos. Tuvo que esperar unos
segundos antes de que una mujer de su misma estatura con cabellos rizados color
negro, pecas sobre las mejillas y unos ojos color almendra le abriera la puerta.
- Tú debes ser Camila. – Saludó la psicóloga.
- Hola... Sí, soy Camila, y usted debe ser Sara Mayer. –
Respondió tímidamente la arquitecta.
- Venga, adelante...
El ambiente de la consulta era agradable, las paredes estaban
pintadas con un leve color celeste, un par de cuadros de Picasso y dos grandes sofás
que se encaraban separados por una mesita baja que tenía un par de tazas de color
blanco.
- ¿Café? – Preguntó Sara.
- No, gracias. – Respondió rápidamente.
La psicóloga le hizo un gesto con la mano para que la arquitecta se
sentara en uno de los sofás el cual era más cómodo de lo que parecía. Pestañeó
nerviosamente cuando la mujer de rizos se sentó en el que estaba del otro lado con
una pequeña sonrisa.
- Bueno, ¿Cómo te sientes hoy, Camila?
Sintió cómo el estómago le daba un vuelco dentro de ella, la pregunta
parecía tan sencilla que le daba miedo... ¿Cómo se sentía?...
Abrió los parpados un poco mientras intentaba que su cerebro diera
finalmente la orden a sus labios y lengua para dejar escapar algún par de palabras.
- Bien... - Susurró casi imperceptiblemente.
- Camila, ¿Sabes que todo lo que digas aquí quedará entre
nosotras, no? – Dijo Sara elevando las cejas.
- Claro, claro... - Murmuró torpemente.
- Bueno... Quizás deba intentarlo de otra forma... ¿Por qué
estás aquí, Camila?
Jugó con el dobladillo de su camisa de forma nerviosa mientras Sara le
miraba con especial atención.
- Me he divorciado hace unas semanas y dentro de otras tendré
un juico con mi ex esposa para la custodia de nuestro hijo... - Dijo con un tono
neutro.
- ¿Cuánto años habéis estado juntas?
- Siete, pero de matrimonio sólo dos... Cameron tiene un año y
un mes.
La mujer le regaló una diminuta sonrisa. Camila respiró aliviada por
haber respondido la primera pregunta, le agradaba además que la psicóloga no
estuviera haciendo notas o algo por el estilo, realmente parecía una conversación
cotidiana.

- ¿Cómo es la relación con tu hijo? – Volvió a mencionar Sara.


- ¿Con Cameron? – Se sorprendió por un momento. – Bien,
bien... Es un pequeño adorable, no es un niño complicado, o que se comporte mal, él
es bastante tranquilo y cariñoso.
Una tierna sonrisa se le escapó mientras sentía un nudo en la
garganta, el simple hecho de saber que existía una posibilidad de perderlo, o de bien
no tenerlo a su lado todos los días hacía que todas las fibras de sus músculos
temblaran y la más mínima lágrima quisiera escapar de sus ojos.
- ¿Cómo han sido todos éstos meses con él? – Murmuró la
mujer de rizos mientras tomaba una de las taza de color blanco.
- Cameron fue prematuro... Tuve... Fue un parto complicado,
estuve hospitalizada dos días antes de su nacimiento, tenía sólo siete meses y medio
de embarazo... Cuando nació él tuvo una complicación respiratoria, y no... No pude
estar con él hasta el día siguiente, o algo así, ya que sólo podía verlo a través de la
incubadora.
Su voz se quebró dejando espacio a un silencioso llanto que Camila
intentó ocultar y retener, nunca le había sido fácil hablar con personas que no
conocía. La arquitecta se asombró de reencontrarse con aquella Camila tan tímida
que había sido durante la adolescencia... Quizás muy en el fondo aquella chica tímida
seguía dentro de ella, quizás atrapada por todos los miedos que habían comenzado
hacía más de un año.
- ¿Qué sentiste cuando se lo llevaron en aquel momento? –
Preguntó delicadamente Sara.
- Desesperación... Miedo... Angustia... Yo sólo quería a mi bebé
conmigo... Le había fallado, no pude cuidarlo, no pude evitar que las cosas fueran
así...
- ¿Por qué crees que podías haberlo evitado? ¿Acaso los
médicos mencionaron que fue tu culpa lo que pasó?
Su respiración se cortó de golpe mientras su mente intentaba ordenar
el caos interno. Odiaba tener que recordar aquellos días, lo que muchas madres
recuerdan como el momento más hermoso de sus vidas para ella no lo era, era un
recuerdo doloroso que se mezclaba con un sentimiento de rabia incontrolable.
- No... Pero... - Se interrumpió y quedó en silencio.
No, los médicos le explicaron detenidamente y varias veces que a
veces los partos prematuros pueden ocurrir sin explicaciones o causas específicas
como lo fue en su caso. No había nada que hubiera evitado lo que pasó, y que las
complicaciones que había tenido el pequeño eran complicaciones de cualquier recién
nacido prematuro... Sin embargo, Camila no podía dejar de pensar y sentir que ella le
había fallado al pequeño... Ni siquiera lo había podido tener en su pecho luego de que
el bebé hubiera nacido.
- ¿Por qué te culpas?
- Porque yo soy su madre y debí ser la primera en cuidar de él...
Pero yo... Yo estaba tan asustada, tan enfadada con Lauren, necesitaba tanto de
ella... Y ella...
- ¿Te falló?
- Yo... Sé que lo que pasó fue un accidente, es lo que puede
pasarle a cualquier soldado que va a combate... Pero... íbamos a tener un hijo, ¿Por
qué eso no la detuvo antes de aceptar irse?
- ¿Qué te hace pensar que para ella fue fácil irse? – Murmuró
Sara cerrando levemente los párpados.
- Porque no dudó durante la llamada que le hizo el sargento...
No dudó siquiera un segundo.
Se sintió agotada al recordar todos aquellos detalles y recuerdos, se
llevó una mano al rostro para limpiar las lágrimas que habían rodado por sus mejillas
de forma silenciosa mientras Sara Mayer terminaba su café.

- ¿Se lo preguntaste? – Interrumpió el silencio la psicóloga.


- ¿El qué? – Dijo confundida.
- Si fue fácil para ella... Si dudó... Lo que sintió...
Guardó silencio intentando recordar si le había preguntado todo
aquello a su ex esposa... No podía recordarlo, sólo podía recordar discusiones y
discusiones, cómo Lauren guardaba silencio en las noches cuando ella lloraba en la
cama porque Cameron aún seguía en el hospital. Podía recordar cómo Lauren
también había llorado al enterarse que su hijo estaba en ventilación mecánica... Pero
no podía recordar haberle preguntado cómo ella se sentía con todo éso.
- Es bueno que estés aquí Camila, ¿Vendrás otra vez en un par
de días? – Preguntó la mujer sonriendo mientras se levantaba del sofá.
- Sí... - Afirmó con la cabeza la arquitecta.
...
Las gotas de sudor caían por su frente y nuca sin detener sus
músculos que coordinaban a su cuerpo para trepar la gruesa cuerda que tenía entre
sus manos. Jadeando cerró los párpados evitando el leve dolor que tenía cerca de las
cicatrices de su espalda. El sonido del silbato del sargento Walker le informó que su
tiempo había terminado sin haber logrado concretar correctamente la tarea.
Bajó rápidamente cuidando no quemar sus manos con la cuerda para
luego dejar escapar un leve grito de frustración. Se llevó ambas manos a la cintura y
miró al cielo donde las nubes ocultaban el sol aquella mañana en Boston.
- Jauregui... - Llamó Mark Walker.
- Sargento... - Se giró sobre sus pies.
- Buen trabajo. – Le dijo y luego se dirigió a otro soldado.
No, no había cumplido bien... Su cuerpo aún no lograba tareas que
antes fácilmente podía realizar. Intentó enfriar su mente al recordar que había pasado
algunos meses en el hospital, y que la recuperación aún sería larga.
- Jauregui... - Alguien mencionó mientras se acercaba.
Se giró de mal ánimo cuando se detuvo a detallar la rubia cabellera
que se estaba peinando con las manos Dianna, tenía las mejillas con un tono rojizo y
el sudor perlaba su frente.
- Agron... - Saludó levemente.
- Nunca había visto correr a alguien tan rápido como lo haces
tú. – Mencionó Dianna recordando la parte inicial del entrenamiento de aquel día.
- Gracias, supongo. – Dijo torpemente.
La chica rió negando con la cabeza mientras ambas comenzaban
caminar hacia los vestuarios.
- Nunca podré acostumbrarme a éstas botas. – Apuntó la rubia
mientras hacía un gesto de dolor divertidamente.
Lauren lanzó una leve carcajada sin saber qué responder o decir, pero
lo dejó estar mientras comenzaba a sacudir sus manos, seguramente a la noche los
brazos le comenzarían a doler debido a todo el esfuerzo del día.
- ¿Almorzamos juntas? – Preguntó Dianna sonriendo.
- Oh... Claro.
Se rascó una ceja nerviosamente mientras comenzaba a buscar a
Nataly por el lugar, la soldado ya se había duchado y ahora estaba lista para comer.
- Ey, ¿Por qué la demora? – Dijo Nataly turnando sus ojos desde
Lauren hacia Dianna.
Lauren frunció el ceño al detallar cómo Nataly le dirigía una divertida
sonrisa para darle un rápido guiño. Sus pies se dirigieron rápidamente a su taquilla
dejando confundida a ambas rubias que sólo rieron a lo bajo.
Luego de salir de la ducha y vestirse pudo detallar cómo tenía un par
de llamadas perdidas de su abogado. Marcó rápidamente saliendo del lugar para
poder hablar de forma privada.
- ¿Lauren? – Dijo la voz al otro lado de la línea.
- Licenciado Fields.
- Lauren, te estaba llamando porque necesito que hoy te pases
por mi oficina si fuera posible... Debemos hablar sobre las personas que testificarán
en tu favor para la custodia de Cameron.
Apretó la mandíbula mientras con sus ojos esmeraldas buscaba si
alguien más estaría escuchando la conversación... Ahora vendrían más problemas,
tendría que buscar a quienes lograran entregar una información veraz y eficaz sobre
cómo había sido su rol materno con el pequeño ojiverde.
- Me pasaré cuando salga del trabajo, ¿Puede ser? – Murmuró la
soldado.
- Claro... Además Lauren, ya he hablado con la licenciada
Neer...
Sintió nauseas al saber que ya no había vuelta atrás, cerró los
parpados fuertemente intentando retomar la respiración.
...
Sus ojos marrones detallaron el nervioso rostro de su abogada la cual
había abierto la puerta rápidamente dejando a ambas entrar y quedar en medio de la
habitación.
- ¿Qué ha pasado? – Mencionó Camila sin entender por qué
había tenido que reunirse de forma urgente con la mujer.
- Me ha llamado el abogado Fields...
La arquitecta se removió nerviosa en el lugar pestañeando
reiteradamente mientras el sonido del reloj de pared se hacía retumbante en el lugar.
- Lauren ha pedido un informe psicológico tuyo para el juicio...
Silencio... Su mente se había quedado en silencio.
¿Por qué su ex esposa había pedido aquello? ¿Es que no confiaba en
sus habilidades como madre? ¿Cómo Lauren había sido capaz de querer jugarle de
aquella manera?
- ¿Qué significa eso?...
- Que el juez pondrá en duda tu integridad para mantener a tu
hijo contigo.
Jadeó al sentir cómo un dolor se asentaba en su pecho... Había
esperado que la ojiverde hiciera todo para mantener a Cameron a su lado... ¿Pero
una prueba que ponía en duda su estado para poder criar a su hijo?... Todo se estaba
derrumbando dentro de ella en aquellos momentos, ¿Cómo podría soportarlo?

---
Gracias por leer, mañana seguimos con más.
Capítulo 30.

Maratón -> 3/4


***

21 de Marzo, 2009 – Boston, USA.


Cameron rió entre dientes al ver cómo Lauren le dirigía una mirada
asesina al no dejarle tomar atención en aquella clase de física. El pelinegro rodó los
ojos de forma grosera frente al continuo hablar del maestro que explicaba un par de
ecuaciones en el pizarrón del lugar.
- Pon algo de atención, no esperes que te explique todo cuando
tengamos que estudiar. – Murmuró la ojiverde.
Le dedicó una amplia sonrisa a su mejor amiga, sabiendo que al final
Lauren le explicaría todo cuando estudiaran para el parcial. Él encontraba más fácil
que la ojiverde le diera la clase en vez del aburrido Sr. Deen quien llevaba unas
anticuadas gafas ópticas que parecían salidas de alguna película de los ochenta.
Comenzó a jugar con el bolígrafo pensando que ya faltaban sólo unos
minutos para el receso donde podría reencontrarse con su hermosa novia, Normani.
Cuando sus ojos color marrones toparon con su compañera de clase,
Camila Cabello, pudo observar cómo ésta de vez en cuando miraba de re ojo a
Lauren. El pelinegro se quedó esperando los siguientes movimientos por parte de la
morena la cual llevaba un pequeño lazo de color lila en el peinado de sus cabellos.
Finalmente pudo percatarse cómo Camila estaba realmente mirando a Lauren y una
ingeniosa sonrisa se instaló en su rostro.
- Lauren... - Susurró Cameron llamando a su amiga.
- Shhh... - Negó con la cabeza Lauren mientras tomaba
apuntes.
Los ojos de Camila volvieron a posarse en Lauren y el pelinegro le
sonrió llamando la atención, la morena se vio sorprendida y giró rápidamente el
rostro.
Su mente viajó al comienzo del curso cuando la pequeña morena
había sido presentada en la clase, Lauren había mencionado que le había encontrado
linda, pero nada más había pasado debido a que la chica era realmente tímida,
Camila compartía con ellos sólo física y era parte del grupo de artes del instituto.
- Lauren... - Llamó otra vez el chico.
- Basta. – Gruñó la ojiverde.
Arrugó la nariz frente a la negativa de su mejor amiga, pero rió para sí
mismo nuevamente cuando Camila se quedó varios segundos mirando en dirección de
ellos... Con que te gusta mi amiga chica tímida.
El sonido del timbre del receso hizo que Cameron lanzara una risa
llamando la atención de su mejor amiga la cual comenzaba a ordenar sus cosas para
salir del salón.
- Cameron te has pasado toda la clase sin poner atención. –
Reprochó la ojiverde entrecerrando los parpados.
- Puede que no haya comprendido qué coño es un circuito de
electricidad en paralelo, pero oh amiga, he descubierto algo de tu interés... – Dijo
elevando divertidamente sus cejas.
El pelinegro observó a los pocos alumnos que quedaban en el lugar y
se percató que Camila Cabello salía rápidamente del salón sin mirar hacia atrás.
- Creo que tienes una admiradora... - Susurró Cameron con un
tono misterioso.
- ¿De qué me estás hablando? – Dijo confundida Lauren.
- Oh, oh, Camila Cabello. – Anunció el pelinegro imitando la voz
de algún enunciado de televisión.
El ceño de Lauren se frunció y la chica lanzó una risa nefasta en señal
de que no creía nada de lo que su mejor amigo estaba diciendo.

- ¿De dónde has sacado aquella ocurrente idea mi querido amigo? – Apuntó
Lauren nerviosamente tomando sus cosas para salir del salón.
- No ha dejado de mirarte en toda la clase...
- Ya lo sé... - Dijo interrumpiendo la ojiverde.
- ¡¿Lo sabías?! – Preguntó ofendido Cameron.
- No es la primera vez que lo hace, lleva algunas semanas
mirándome de aquella manera...
- ¿Y por qué no me lo has contado? ¡Soy tu mejor amigo!
- Porque no creo que le guste... Vamos, olvídalo, ¿Vale?
Cameron negó enérgicamente la cabeza mientras ambos caminaban
por los pasillos del instituto, Lauren le dirigió una mirada piadosa en el momento en
que Normani llegaba hasta los brazos del pelinegro.
- Oh amor, ¿Sabes que nuestra querida Lauren tiene a una
hermosa chica tímida babeando por ella? – Dijo divertidamente el chico.
- ¿Sí? – Sonrió Normani.
- Camila Cabello. – Repitió Cameron.
Normani hizo un gesto de sorpresa con el rostro para luego llevarse
una mano para tapar su boca mientras Lauren comenzaba a tomar un rubor en las
mejillas.
- ¡No es cierto! – Dijo inesperadamente la ojiverde.
- Oh, ¿Qué tiene de malo?, Camila es linda. – Señaló Cameron
con dedo.
- Y agradablemente divertida, el otro día he hablado con ella un
poco en la clase de química. – Apuntó Normani.
- Lleva semanas acosando a Lauren, pero sólo hoy le he pillado.
– Dijo triunfante Cameron.
- No me acosa, joder, ¿Estás tonto Cameron? – Respondió
Lauren llevándose una mano al rostro.
- ¿Por qué no nos has contado? – Preguntó Normani
acomodándose contra el hombro de su novio.
- Porque no hay nada que contar. – Sentenció Lauren
dirigiéndose a la cafetería.
El trío avanzó con las risas de Cameron y Normani mientras la ojiverde
esperaba no encontrarse con la morena que le miraba durante las clases.
La verdad era que si bien Lauren había notado que su compañera le
estaba dirigiendo miradas desde hacía varias semanas la misma ojiverde no sabía
cómo sentirse al respecto.
- Lauren Jauregui debes hacer algo al respecto. – Dijo Cameron
sujetándole de una de sus muñecas.
- ¿Mmm? – Hizo un sonido para hacerse la desentendida.
- Oh, paren ustedes dos... ¿Por qué simplemente no le hablas? –
Rodó los ojos Normani.
Si bien Lauren ya a sus dieciocho años sabía que se sentía atraída por
las chicas jamás había gustado completamente de una, menos se había enamorado...
¿Qué pasaría si ésta chica, Camila, no se sintiera atraída de la misma manera? Sería
totalmente vergonzoso. Además, cómo iniciaría una conversación con alguien tan
tímido como la chica de los lazos en el cabello.
- Porque es muy guapa, y... Y no sé qué decirle.- Dijo
nerviosamente rascándose una ceja.
Normani y Cameron hicieron un sonido intentando manifestar la
ternura que sentían al ver a una sonrojada y tímida Lauren, las risas se mantuvieron
hasta cuando la ojiverde fue abrazada por su mejor amigo.

...
- ¡Camila! – Llamó la atención una voz.
Se giró rápidamente sobre sus pies para percibir cómo Normani
Kordei, una chica que estaba con ella en la clase de química, se acercaba sonriendo
hasta su lado mientras entraban al salón.
- ¿Qué tal todo? – Saludó sonriendo la más alta.
- Oh... - Pestañeó rápidamente. – Bien, ¿Y tú?
Sonrió escondiendo su timidez. Nunca había sido una chica muy
sociable, a veces le frustraba, porque a pesar de tener un poco más de diecisiete años
no contaba con muchas amistades y le costaba mucho hacer nuevas... Se mordió los
labios nerviosamente al recordar que precisamente Normani era la novia del mejor
amigo de Lauren Jauregui.
Camila había descubierto su atracción por las chicas al cumplir los
doce años cuando sin haberlo pensado mucho había comenzado a mirar con un cariño
especial a una de sus amigas de su antigua escuela. Ahora luego de casi terminar la
adolescencia se sentía un poco frustrada de sólo haber besado a una persona en la
vida, su antigua amiga...
Cuando había descubierto a cierta ojiverde, en su poco entretenida
clase de física, algo dentro de ella hacía que con sólo mirarla a lo lejos sus mejillas
tomaran un violento rubor y su mente comenzara a imaginar escenas dignas de la
mejor película romántica que Hollywood pudiera filmar. Ella lo asociaba a las
hormonas, a la falta de experiencia y a la cautivadora risa que tenía su compañera de
salón.
- Bien... Por cierto, ¿Podrías ayudarme con los apuntes de la
clase de la semana pasada? – Murmuró Normani sentándose a su lado.
- Claro, no hay problema, te los pasaré cuando terminemos
ésta. – Sonrió sinceramente.
Los minutos pasaron y luego de una ligera clase química Camila
ordenó sus apuntes y se los pasó a Normani la cual se despidió con un rápido abrazo
y un hasta luego. Una tímida sonrisa se quedó en su rostro frente a la posibilidad de
haber descubierto una nueva amiga en aquella alta chica de piel morena.
Aún con la sonrisa en el rostro sus pies fueron caminando a través del
desierto pasillo en el instituto en aquellas horas, sólo quedaban los alumnos que
tenían prácticas en sus respectivos equipos deportivos o los que estaban en algún
curso extra, ella aquel día no debía ir al grupo de artes.
Sus ojos detallaron con curiosidad el balón de basketball que estaba
cerca de una de las puertas de salida del instituto, confundida lo tomó entre las
manos girando la cabeza intentando buscar el dueño de aquel objeto. Mayor fue su
sorpresa cuando Lauren Jauregui llegó corriendo y sudando al lugar con el uniforme
del equipo femenino de basketball del instituto.
- ¡Ey! – Dijo sorpresivamente la ojiverde.
Pestañeó nerviosamente extendiéndole rápidamente el balón para casi
salir corriendo del lugar, sin embargo la más alta no lo tomó y en cambio le regaló
una amplia sonrisa.
- Gracias, estaba buscando ésto. – Señaló el esférico de color
naranjo.
- Yo... - Murmuró casi imperceptiblemente.
- ¿Camila? – Preguntó rápidamente la más alta.
- ¿Sí? – Respondió ladeando un poco la cabeza.
- ¿Es tu nombre no?, ¿Camila? – Volvió a decir divertida Lauren.
- Sí... Y tú eres Lauren, ¿No? – Se ruborizó frente a lo tonto
que había sonado aquello.
Lauren le dirigió otra amplia sonrisa mientras se rascaba nerviosa una
ceja para finalmente tomar el balón entre las manos.
- Me gustan tus converse. – Dijo rápidamente Lauren.
- Oh. – Dejó escapar de sus labios aquel sonido.
- Tengo las mismas, pero en negro. – Apuntó la ojiverde
mientras movía nerviosamente el balón entre sus manos.
- Yo...
- Eh... Bueno, hasta ahora... - Se despidió repentinamente la
más alta.
El contacto visual se acabó cuando Lauren se giró sobre sus pies y
comenzó a caminar en la dirección contrario. Dejó escapar un fuerte suspiro cuando
la ojiverde se devolvió hasta su lado de forma tan rápida que no podían haber sido ni
siquiera un par de segundos.
- ¿Te gusta el helado de vainilla? – Preguntó la más alta.
- No. – Negó rápidamente con la cabeza. – Es que soy más del
de chocolate.
- Bueno... ¿Te parece si mañana luego del instituto vamos a por
un poco de helado? – Dijo la ojiverde.
- Oh... - Se quedó en silencio.
Lauren frunció el ceño mientras Camila pestañeó rápidamente.
- Yo... Perdona, he pesado que tú... Bueno, ya sabes... -
Entrecerró los párpados.
- ¿Puedo pedir el mío doble? – Sonrió tímidamente.
- Claro. – Respondió riendo Lauren.
Ninguna de las dos sabía lo que la vida les esperaba, lo que el tiempo
les tenía guardado y cómo el destino les pondría pruebas para ver hasta dónde
llegaría el amor que comenzarían a tener.

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Con éste cap llegamos a la mitad de la historia... Y como siempre,
muchas gracias por comentar, votar y/o comentar :)
Capítulo 31.

Maratón -> 4/4

***

Agosto, 2016. – Boston, USA.


Camila tiró con fuerzas la copa de vino vacía contra el lavadero de la
cocina, haciendo que ésta estallara en pedazos, dejando el eco del estridente sonido
resonar por todo el piso aquella noche.
Su mente era un caos, no podía creer que Lauren hubiera llegado a la
medida de tener que cuestionar su estado para poder tener días junto a su hijo. El
pequeño ojiverde era lo más importante que tenía ahora en su vida, era su salvavidas
en mitad del océano más grande que alguna vez se imaginó y su ex esposa se lo
quería quitar.
Tomó su móvil con ambas manos mirándolo con determinación para
hacer aquella llamada que había conseguido dilatar durante unas horas, pero luego de
media botella de vino y un plan mental dispuesto a fracasar en su mente finalmente
decidió hacerla. Se acercó a la ventana y desde ahí sus ojos detallaron las luces de la
ciudad a la distancia... El tono marcó, uno, dos, tres...
- ¿Aló? – Dijo fríamente la voz al otro lado de la línea.
- Lauren...
- ¿Qué necesitas Camila? Es tarde, tengo que darle el baño a
Cameron y acostarlo.
- Necesito hablar contigo, personalmente. – Apretó el puño de la
mano que tenía libre intentando mantener la calma.
- ¿Para qué? – Sonó en tono neutro.
- ¿Por qué crees Lauren? – Elevó el tono la morena.
- Camila, mira, me he aburrido de discutir, y sinceramente si
vamos a discutir por teléfono creo que voy a terminar la llamada...
- Déjame juntarme contigo. – Intentó otra vez calmarse.
- Mira... Sé por qué has llamado... Y ya sabes que voy hacer
todo para que...
- ¡Es mi hijo también Lauren! – Dijo desesperada.
- Pues haberlo pensado antes Camila... Cuando me pediste el
divorcio te pregunté si habías pensado qué pasaría con Cameron.
- ¿Cómo has sido capaz? – Sonó dolida.
- De la misma manera en que fuiste capaz de decidir que lo
nuestro había terminado...
La llamada se cortó y Camila entendió que debía dejarlo hasta ahí si
es que no quería más problemas, aquel fin de semana se quedaría con el pequeño y
quería evitar que su ex esposa comenzara a cambiar el trato en el que habían
quedado para ver al ojiverde.
Cuando su cuerpo se apoyó en el marco de la puerta de la nueva
habitación de Cameron sus ojos se detuvieron en la cuna que su padre había armado,
logrando de alguna manera calmar un poco sus acaudalados pensamientos. No podía
desistir, ni ser débil, no podía darse por vencida frente a la persona que tanto amaba,
era una locura. Pero ya no le fallaría más a su pequeño...
...
- ¡¿Quién dijo que podíais descansar?! – Gritó el sargento
Walker al ver cómo Charles y Lauren jadeaban fatigados en el suelo, el rubio lanzó un
leve grito de frustración y con cuidado se volvió a poner de pie frente al sargento.
Sin embargo a ella el aliento le faltaba y no lograba regular su
respiración, pensó que comenzaría a vomitar cuando su espalda lanzó diversos
espasmos de dolor por todo el cuerpo. Cerró los párpados pesadamente mientras
Mark Walker le miraba con preocupación.

- Thompson, quédate con ella, si es necesario que se detenga lo puede hacer. –


Murmuró el hombre con una mirada de preocupación encaminándose al pelotón que
estaba a otra distancia.
Charles asintió mientras ayudaba a la ojiverde levantarse del piso. El
rubio le limpió algo del sudor del rostro.
- ¿Estás bien? – Preguntó sinceramente.
- Sí... Es sólo... La espalda. – Murmuró Lauren intentando mirar
hacia el pelotón.
- Ey, no necesitas exigirte así... Tienes que ver por tu salud en
primer lugar.
- Estoy bien... - Espetó la ojiverde mientras comenzaba a
caminar llevándose una mano hacia el costado derecho.
- Lauren...
- ¡Te he dicho que estoy bien! Joder... - Gritó.
El rostro de asombro de su amigo le hizo sentir fatal... Llevaba días
sintiéndose frustrada, tanto en el trabajo como en lo personal. Camila se llevaría a
Cameron por el fin de semana aquella noche y ella sólo podía pensar en cómo era
posible que de pasar de ver todos los días a la morena ahora ella misma coordinaba
las cosas para no toparse frente a frente con la arquitecta.
- Perdóname Charles... - Dijo avergonzada.
- Tranquila, lo entiendo...
Una sonrisa decoró el rostro del soldado y éste se despidió para volver
con el pelotón. Ella caminó pesadamente hasta los vestuarios donde encontró a
Dianna abrochándose las deportivas, llevaba el cabello mojado, y un agradable olor
entre shampoo y perfume invadía su piel.
- Hola. – Saludó alegremente la rubia.
- Ey. – Murmuró sin decir nada más.
Sus ojos detallaron cómo a Dianna le cambiaba la expresión a una
desanimada y sus propios pies se detuvieron para girarse hacia la soldado.
- Lo siento, tengo un mal día. – Señaló la ojiverde.
- Así veo... - Sonrió de lado.
Lauren sacó las cosas de su taquilla para luego comenzar a
desabrochar los cordones de las botas bajo la atenta mirada de su acompañante.
- ¿Irás a la cena de hoy en la casa de Charles? – Dijo realmente
interesada la rubia.
- Sí... - Se limitó a decir intentando no hacer contacto visual.
- ¿Irás con tu hijo? – Sonrió.
Su cuerpo se tensó al momento en que miraba directamente al rostro
de la rubia que deshizo su sonrisa de forma rápida y el silencio se mantuvo.
- ¿Qué más sabes de mí? – Preguntó directamente.
- Perdóname, yo sólo le he preguntado a Nataly algunas cosas
y...
- ¿Algunas cosas?
La rubia soltó un suspiro mientras se removía levemente en su lugar,
Lauren desvió la mirada reconociendo los movimientos muy parecidos a los de su ex
esposa.
- Lauren yo... - Negó con la cabeza Dianna.
- Me he divorciado sólo hace unas semanas, ¿Lo sabías? –
Frunció el ceño preocupada.
- Sí... Lo siento.
Sonrió con pesadez mientras se dirigía a la ducha junto a sus cosas.

- No vemos a la noche Dianna.


Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de la chica la cual luego se
mordió un poco los labios y se despidió con un guiño.
- Mierda... - Susurró la ojiverde al verse atrapada con aquellos
gestos.
...
- Entonces, ¿Qué pasó luego de que Lauren se fuera a combate?
– Preguntó Sara Mayer mirando detenidamente a Camila.
- Bueno... Los primeros días parecían irreales, pensaba que al
despertar ella seguiría aquí... Aún faltaba un mes para pedir mi licencia por
maternidad por lo cual busqué ocupar mi mente en ello por un tiempo, hasta que
volvía a casa y... Y ella no estaba esperándome, ni me iba a buscar al trabajo como
solía hacerlo... Claro que ésos momentos lo suplieron mis padres o mis ex suegros.
Se acomodó un mechón de cabello al intentar controlar nuevamente
sus sentimientos, pestañeó rápidamente al darse cuenta de que extraña al padre de
Lauren. Michael siempre había sido como otro padre para ella, y aún podía recordar lo
mucho que el ex sargento le había ayudado cuando ella había quedado hospitalizada
por el parto prematuro de Cameron.
- ¿Cómo es tu relación con ellos?
- Buena, era muy buena en verdad...
- ¿Era? – Elevó las cejas la psicóloga.
- Supongo. – Dijo confundida. – Es decir, ya no son más mis
suegros.
- Siguen siendo los abuelos de Cameron, ¿No?
- Sí... Pero Lauren ha tomado ésta posición en que ni siquiera
nos encontramos cuando Cameron se va conmigo o lo voy a dejar donde sus padres,
es algo incómodo, ya no me dan ganas de entablar una conversación con Michael o
con Clara.
- Entiendo... - Murmuró la mujer de rizos.
- Por cierto... Hay algo... - Dijo Camila dudando.
La mujer ladeó la cabeza mientras entrecerraba levemente los
párpados, se llevó la taza color blanco a los labios y afirmó con la cabeza esperando
las palabras de la arquitecta.
- Lauren ha pedido un informe psicológico mío para el juicio de
la custodia de Cameron. – Anunció.
Sara enarcó sus cejas de forma rápida mientras no quitaba los ojos
color miel de los marrones.
- ¿Por qué crees que Lauren ha hecho eso? – Preguntó
cuidadosamente la mujer de rizos.
- No lo sé realmente... Nunca me lo imaginé... Creo... La
conozco tanto que no creo que se le ocurriera a ella la idea, quizás a su abogado... No
lo sé. – Dijo pesadamente.
- ¿Pero cómo te sientes al respecto?
- Yo... - Se quedó sin palabras. – No lo sé... No lo sé.
- ¿Le temes? – Alzó la voz la psicóloga.
- ¿Al qué?
- Lo que pueda decir un informe sobre tu estado anímico o algo
por el estilo...
- Puede ser. – Dudó.
- ¿Puede ser?
- ¿Por qué cree en primer lugar que estoy aquí? – Atacó.
- ¿Por qué?
- ¡Basta! ¿Puede dejar de responderme con preguntas? –
Explotó la morena.

Se llevó una mano al rostro demostrando su frustración bajo la atenta mirada de Sara
la cual hizo una pequeña mueca frente al arrebato de Camila, sin embargo el silencio
continuó en la habitación.
- Claramente mis sentimientos son un caos, hay algo en mí que
no logro manejar... Tengo éste sentimiento de rabia contra mi ex esposa, un
sentimiento de culpabilidad contra mí y una frustración con respecto a todo lo que ha
pasado con mi hijo y matrimonio debido a algo que yo no elegí...
El suspiro que salió desde su garganta hizo que la respiración se le
cortara... Había intentado concretar en palabras todo lo que últimamente pasaba por
su mente y corazón. Camila entendió por primera vez cómo realmente algo pasaba
con ella, sin embargo sin la ayuda de la mujer que estaba enfrente de ella no sería
capaz de dilucidar y enfrentar todo aquello.
...
- ¿Y Cameron? - Dijo confundida Nataly al abrir la puerta de la
casa.
- Camila se quedará con él por éste fin de semana, prometo
para la próxima traerle. – Sonrió levemente.
- Entiendo. – Murmuró la rubia saludándola y ambas entrando a
la casa.
Una pequeña rubia sin timidez se abrazó a sus piernas mientras le
sonreía.
- ¿Hola? – Saludó la pequeña.
- Ey, ¿Tú eres Lucy?
Los mechones color rubio se agitaron de forma afirmativa haciendo
sonreír a Lauren. A la ojiverde siempre le había agradado la compañía de los niños
pequeños, le gustaba la impresionante sinceridad de ellos, los juegos, las risas, la
forma natural en que demostraban amor y pasar horas enseñándole cosas. Era por
eso que siempre había deseado tener hijos, ya luego cuando había conocido a Camila
su deseo se había llegado a concretar aún más.
- ¿Y tú cómo te llamas? – Dijo curiosa tirando más el pantalón
de la ojiverde.
- Lauren.
- Tu nombre es bonito. – Sonrió.
- Y no sólo su nombre. – Resonó una voz a sus espaldas.
Se giró sobre sus pies cuidando que Lucy no cayera debido al fuerte
agarre que le pequeña tenía. Claro que sabía quién habría mencionado aquello, sonrió
levemente al detallar cómo Dianna le regalaba una perfecta sonrisa con ésos labios de
color rojo y un sencillo vestido color negro.
- Buenas noches Lauren. – Saludó correctamente.
- Hola Dianna. – Rió sintiéndose nerviosa.
Lucy dejó escapar una carcajada al verse descubierta por su padre
quien se acercó hasta la ojiverde y le saludó con un abrazo y luego miró divertido la
escena.
- La cena está lista, Carol está ansiosa de verte. – Anunció
Charles refiriéndose a su esposa.
Afirmó tímidamente con la cabeza mientras se dirigía a la cocina
donde se encontró con la amada de su amigo, ésta rio al verla y se lanzó a sus
brazos.
- Mírate, sigues tan guapa como siempre. – Apuntó la mujer.
- Oh, no querrás que Charles se ponga celoso. – Murmuró
Lauren.
- Yo creo que la se pondría celosa sería otra. – Insinuó Charles
sonriendo mientras Dianna entraba al lugar.
Carol dirigió una mirada de odio hacia su esposo el cual se mordió la
lengua bajo la incómoda mirada de Lauren.
- Tú y yo ya hablaremos luego, me hubiera encantado conocer a
tu hijo. – Murmuró la mujer a su oído.
Esforzó una sonrisa dejando al descubierto lo incómoda que se sentía,
era obvio que Carol quería hablar sobre Camila. Si bien la esposa de su amigo y la
arquitecta habían compartido una pequeña amistad que se eclipsaba por la casi
exclusiva amistad que su ex esposa mantenía con Normani por aquel tiempo Carol
siempre había sido muy atenta y cariñosa con Camila. No dudaba que Charles ya le
habría puesto al tanto a la mujer, y ella misma acababa de confirmárselo al
presentarse de forma solitaria a la cena.
- ¿Y tu pequeño? – Murmuro Dianna mientras le pasaba un
botellín de cerveza a Lauren.
- No bebo alcohol. – Dijo.
- Oh, disculpa.
- Es... Es por mi riñón. – Habló intentando no reír en el intento.
– Suena raro si lo digo así... Bueno, mi médico me ha prohibido beber para mantener
bien el único riñón que me queda.
- Entiendo...
- Y Cameron está con Camila, mi ex esposa...
La rubia sonrió levemente bajo la atenta mirada de los ojos
esmeraldas que detallaron lo expuesto que quedaba el cuello de la soldado bajo aquel
vestido negro.
- Me hubiera encantado conocerlo.
- Quizás para la próxima. – Dijo rápidamente.
¿La próxima? Se sorprendió de sus propias palabras mientras se
pasaba una mano por la nuca intentando disuadir sus pensamientos.
- ¿Sabes? No conozco mucho la ciudad... Estaba pensando, que
quizás puedas darme un pequeño paseo para conocer algunos lugares... - Anunció la
rubia mientras dejaba una de sus manos sobre el hombro derecho de Lauren.
- Sí... Supongo... - Tartamudeó.
- Eres encantadora. – Susurró la rubia cerca de su oído.
Su cuerpo se tensó en respuesta, sus parpados se abrieron más de la
cuenta cuando Dianna volvió a dirigirle una letal sonrisa con aquellos labios de color
rojo.
- Lauren...
- ¿Mm?
- No te enojes pero...
- ¿Pero?
La respuesta vino directa desde los labios de la rubia, pero en una
forma en que los suyos con los de Lauren quedaron juntos en un beso.

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Bueno, nos vemos el próx cap que será el 08/agosto, ahora me voy de
viaje... Saludos y gracias a todos por leer, comentar y votar, lo aprecio realmente.
Capítulo 32.

Aquella mañana de lunes Camila despertó sabiendo que algo pasaba


con su pequeño hijo, la noche anterior el ojiverde se había comportado de una
manera inquieta, estaba irritable y no había querido cenar. La morena se detuvo al
escuchar la ruidosa respiración del castaño, el cual sollozaba en los brazos de su
madre, le pasó una mano por el rostro sintiendo que estaba más cálido de lo normal y
volvió a intentar escuchar el sonido agudo que resonaba desde el pecho de su hijo.
- Papá, ¿Puedes llevarnos a urgencias? Algo le pasa a Cameron.
– Suplicó la arquitecta al ver que su padre entraba rápidamente a la habitación.
- Claro, estaré en el coche. – Dijo rápidamente Alejandro
saliendo del lugar otra vez.
La arquitecta terminó de abrochar los botones del abrigo de su hijo, el
cual seguía sollozando ésta vez con más fuerza al verse despojado de los brazos de
su madre. Tomó la pequeña mochila en forma de cohete y luego a Cameron, a quien
le besó con cariño sus sonrojadas mejillas.
- Ya está mi vida, ya está... - Susurró saliendo del lugar.
El camino hasta el hospital se hizo más largo de lo que la morena
hubiera deseado, Cameron se revolvía inquieto en su silla mientras sus lágrimas no
dejaban de rodar por su pequeño rostro, a Camila se le rompía el corazón verlo así.
Quizás había sido su culpa, aún quedaban rastros de su gripe de hacía unos días, era
de esperar que quizás el pequeño se contagiara.
- Necesito llamar a Lauren... - Murmuró mirando de re ojo a su
padre.
Alejandro no apartó sus ojos de la autopista pero afirmó
silenciosamente con la cabeza. Camila sacó el móvil y se quedó mirándolo durante
unos segundos. Marcó y esperó... Uno, dos, tres tonos.
- ¿Sí? – Dijo la voz al otro lado de la línea.
- Lauren, estoy en camino con Cameron al hospital...
- ¿¡Qué!? – Sonó asustada.
- Creo... Creo que tiene una gripe o algo, le cuesta respirar y...
- Explicó al borde del llanto.
- Avísame cuando lleguen, intentaré estar allá lo más rápido
posible.
A través de la ventana del copiloto logró detallar las letras en rojo que
anunciaban que habían llegado a la entrada de la sala de urgencias. Hospital que
Camila conocía perfectamente, era el mismo donde Lauren, Cameron y ella habían
estado internados hacía más de un año.
Un nudo se instaló en su garganta en el momento en que sacaba a su
pequeño del auto y entraba por la puerta del lugar, abrazó más fuerte al ojiverde
contra su pecho mientras sus pasos resonaban por el lugar hasta llegar a la
recepción.
- Necesito un pediatra para mi hijo, por favor. – Le dijo a la
recepcionista.
- ¿Nombre y edad?
- Cameron Cabello-Jauregui, 1 año y 1 mes.
- En un momento le llamaran para hacerle el triague* y esperar
su turno.
(Triague: Sistema de categorización de gravedad de los pacientes, se
utiliza en el ingreso a un sistema de urgencia o en terreno).
Camila se sentó con el pequeño sobre su regazo, para aquel entonces
el castaño sollozaba con dificultad y se encontraba un poco fatigado. La arquitecta
sacó rápidamente su móvil mientras buscaba un contacto en particular, marco y
esperó. Uno, dos, tres, cuatro tonos...

- ¿Camila? – Dijo la voz al otro lado de la línea.


- ¿Dr. Cross?
- Oh... ¿Qué tal? ¿Pasó algo? – Respondió el pelinegro.
- Estoy en urgencias, creo que Cameron tiene una gripe.
- Estoy de turno, déjame hablar y ya os veré.
- Gracias...
...
Lauren golpeó su taquilla mientras buscaba nerviosamente las llaves
de la camioneta, pero sus temblorosas manos le estaban jugando una mala pasada.
No se dio cuenta que alguien había oído la llamada y estaba a sus espaldas.
- ¿Necesitas ayuda? – Dijo Dianna haciendo que la ojiverde
diera un salto en el lugar.
- Joder, me has asustado... - Murmuró llevándose una mano al
rostro.
- Lo siento. – Rió levemente.
- Mi ex esposa me ha llamado y va con mi hijo a urgencias, al
parecer ha cogido una gripe o algo...
- Bueno, es sólo una gripe... - Usó un tono sincero.
- Cameron fue prematuro y tuvo una complicación respiratoria
al nacer... Para él no sólo será una gripe... - Dijo negando con la cabeza mientras
lograba encontrar las llaves.
- Oh...
La soldado tomó sus cosas mientras se dirigía a la salida del lugar de
forma rauda. Sin embargo Dianna se interpuso en la salida.
- Yo en tu lugar no manejaría en el estado en que estás. – Habló
la rubia.
- Dianna... Necesito irme rápido.
- Yo te llevaré y dejaré aparcada la camioneta. – Dijo tomando
las llaves de las inquietas manos de la ojiverde.
- No... No es necesario. – Apretó la mandíbula.
- Anda, mientras más rápido salgamos de aquí más rápido verás
a tu hijo.
Mientras la rubia conducía y ella miraba por la ventana intentando
mantener la calma se llevó una mano al rostro sabiendo que en ése preciso momento
Camila sabría que ella había vuelto al ejército, por supuesto, llevaba el uniforme de
entrenamiento.
Dejó escapar un sonoro suspiro al saber que las siguientes horas del
día estarían invadidas de discusiones con su ex esposa... Pero en el fondo, no podía
evitar sonreír al pensar que volvería a ver a Camila. Oh dios mío, que contradicción,
iba a volverse loca...
Apretó la mandíbula recordando el beso que había compartido con
Dianna hacía unos días atrás. Decir que le había tomado por sorpresa sería poco. Se
mordió los labios al detallar en su mente que sí había respondido el gesto de la rubia,
pero que sólo había durado unos segundos para que sus propios pies escaparan de la
escena del crimen, no habían hablado más de aquello.
Y es que, se sentía confundida... Por una parte no podía negar que
aún seguía amando a quien ahora era su ex eposa, pero por otra parte Dianna era
una agradable compañía, podían hablar fluidamente, la rubia se preocupaba por ella y
la chica seguía insistiendo en que salieran para conocerse aún más, además de ser
irremediablemente guapa... Lauren no sabía si en algún momento estaría lista para
dejar ir a Camila, o mejor dicho, seguir adelante sin ella.
...
Matthew Cross le dedicó una sincera sonrisa una vez que tomó a
Cameron en brazos para sentarlo en su regazo para intentar auscultarlo con el
fonendoscopio. Camila detalló la acción intentando mantener la calma y hacer que su
hijo también la mantuviera.

El pelinegro escuchó por algunos segundos más mientras la morena se preguntó si


Lauren ya estaría por llegar, sólo hacía unos minutos le había dejado un mensaje a la
ojiverde diciéndole que el propio Dr. Cross vería al pequeño.
- Bueno, al parecer éste pequeño tiene una bronquitis
obstructiva. – Dijo Matthew acariciando el pecho del pequeño ojiverde.
- ¿Es grave? – Sonó asustada.
- Bueno, va a depender de cómo responda al tratamiento... Le
dejaré unos inhaladores y un poco de jarabe para manejar la tos y la fiebre.
- ¿Ha sido porque tuve gripe hace unos días? – Murmuró la
morena.
- Es posible... Pero ya sabes, los niños se enferman, no ha
sido...
- Sí, ha sido mi culpa. – Dijo frustradamente.
- Camila...
- No, no... Yo sólo... No puedo verle otra vez mal. – Suplicó.
- Ey, ey... Calma... Le has traído lo más rápido que ha sido
posible...
La discusión fue interrumpida bruscamente por el sonido de alguien
entrando por la puerta sin golpear ni esperar respuesta. Los ojos marrones detallaron
con asombro a la Lauren que acaba de entrar, ésta llevaba el cabello suelto, las
mejillas sonrojadas y... el uniforme de la U.S. Army.
- ¿Qué ha pasado? – Dijo rápidamente la ojiverde dirigiéndose
hasta donde estaba Cameron.
El pequeño dirigió sus brazos hacia la chica de piel nívea, mientras
Matthew le dirigía una leve sonrisa a la soldado. Camila detalló cómo su ex esposa se
veía realmente preocupada... Pero ni siquiera aquello podía diluir el dolor que estaba
sintiendo en el pecho... Lauren había vuelto al ejército, sin decirle una sola palabra
sobre aquello...
- Vuestro pequeño tiene una bronquitis obstructiva... Le estaba
explicando a Camila que no creo que sea grave, y que se puede manejar bastante
bien con el tratamiento adecuado...
La arquitecta pudo ver cómo Lauren afirmaba con la cabeza de una
forma nerviosa mientras acunaba a Cameron contra su pecho, el pequeño seguía
respirando con dificultad y dejaba sus lágrimas mojar la parte superior del uniforme
de la soldado.
- Sin embargo, hay algo que me preocupa y que debemos tomar
en cuenta. – Apuntó el Dr. Cross mientras comenzaba a escribir una receta médica.
- ¿El qué? – Murmuró Lauren.
- Existe una posibilidad de que Cameron dentro de los próximos
años sea asmático. – Anunció el neonatólogo.
- ¿Por qué? – Frunció el ceño la soldado.
Camila se había quedado sin palabras frente a la inquietante noticia
que el uniforme de su ex esposa le estaba anunciando y con poca atención lograba
entender las palabras del neonatólogo. Sus ojos estaban invadidos por lágrimas que
estaban ansiosas de salir de ahí para dejar al descubierto la real preocupación que
crecía en el interior de la morena.
- Hay un porcentaje de niños que luego de tener algún tipo de
complicación respiratoria, además de ser prematuros, pueden hacer ésta enfermedad
debido a que la estructura de sus pulmones no está bien al 100%...
- ¿Es posible saber con certeza si él será asmático o no? – Dijo
Lauren mirando con ansiedad al médico.
- No realmente, tendremos que ir controlándolo con los años...
Tanto como existe una posibilidad de que sea asmático existe una de que no lo sea.
- ¿Y qué se hace mientras, sólo esperar? – Sonó inquieta la soldado.
Su frustración se vio manifestada al mismo momento en que dejó
escapar un pequeño grito de ahogo interrumpiendo la conversación que estaba
teniendo el médico con Lauren. Camila se acercó hasta quedar al lado de su ex
esposa y mirar a ésta para pedirle que le pasara al pequeño ojiverde y así acunarlo
ella. La soldado no le dirigió ninguna palabra pero no se negó a la petición de la
morena.
- Podemos darle algún inhalador especial por el momento y
simplemente esperar con los controles. – Volvió a retomar el Dr. Cross.
Apretó el agarre en el que tenía a su hijo.... Asmático, lo que faltaba.
Ahora su hijo posiblemente tendría una complicación debido al parto prematuro, y
todo, todo por su culpa. Nunca podría perdonarse el hecho de no haber logrado cuidar
bien de él, realmente se sentía frustrada y triste... Ella sólo quería que su pequeño
ojiverde tuviera una vida tranquila, con una familia que le amara y llenar de alegría
sus días.
- Aquí tenéis la receta, traedle a control en cinco días, si algo
ocurre antes no dudéis en llamarme. – Apuntó el pelinegro pasándole el papel a
Lauren.
- Gracias Matthew, de verdad... - Sonrió levemente la soldado.
- De nada, es un gusto seguir ayudando al pequeño campeón. –
Dijo refiriéndose a Cameron.
- Muchas gracias. – Repitió Camila mientras observaba cómo
finalmente el pequeño se había quedado dormido en sus brazos.
- Por cierto, felicitaciones soldado Jauregui.
El cuerpo de Camila se tensó bajo el recordatorio, soldado Jauregui...
Cuando ambas se despidieron y salieron de la oficina del Dr. Cross los
pies de Camila se detuvieron antes de que la situación se siguiera prolongando.
Cameron seguía durmiendo plácidamente en sus brazos mientras Lauren detuvo su
andar unos pasos más adelante.
...
- ¿Cuándo me lo ibas a decir? – Espetó Camila.
Apretó la mandíbula al ver el dolor en los ojos marrones de su ex
esposa, por fin lograba ver algún sentimiento en ellos... Le dolía que fuera
precisamente aquel.
- ¿Por qué debería hacerlo? Nos hemos divorciado, ya que tú lo
querías...
- Pues debería saberlo Lauren, eres la madre de mi hijo...
¿Cómo se supone que pase mi vida sin saber qué haces o dónde estás precisamente?
- ¿Ahora te importa?
- ¡Siempre me ha importado! – Elevó el tono la arquitecta.
- Mira... Lo siento, vale... No sabía cómo decírtelo, porque
sinceramente ya sabía que terminaríamos discutiendo por todo... Y estoy cansada
Camila, ¿Lo entiendes?
- No... Has sido una egoísta.
- ¿Qué esperabas? ¿Que nunca volviera?... Sabes mejor que
nadie lo que significa mi trabajo...
- El mismo que te alejó de tu esposa e hijo durante algunos
meses...
Cerró los parpados intentando calmarse y así no elevar el tono
pudiendo despertar al pequeño ojiverde que seguía dormido acunado contra el pecho
de Camila.
- No volveré a la misma discusión, no una y otra y otra vez...
Esto es un maldito circulo vicioso, y la verdad, me he cansado ya... - Murmuró Lauren
acercándose hacia su ex esposa.
No logró obtener respuesta ya que el sonido de unas pisadas
resonaron por el pasillo, cuando se giró para ver quién se acercaba su cuerpo se
tensó al ver cómo Dianna le saludaba a la distancia.
- ¿Lauren? – Llamó la atención Camila mirando directamente al
rostro de la ojiverde.
- Yo... Déjame a Cameron, le compraré los medicamentos y me
quedaré con él. – Dijo rápidamente mientras intentaba tomar al pequeño en brazos.
- ¿Quién es ella? – Susurró la morena mientras fruncía el ceño
al ver cómo Lauren se había ruborizado.
- Una compañera del pelotón.
- ¿Una compañera? – Elevó las cejas juzgando.
- Camila... - Jugó su suerte.
Dianna llegó hasta ellas haciendo que el silencio fuera tan mortífero
que Lauren pudo detallar cómo los rasgos de la arquitecta se volvían sombríos.
- No me lo puedo creer... - Dijo la morena enfadada.
- No es lo que piensas. – Apuntó rápidamente la ojiverde.
- ¿No? – Recriminó.
Lauren pudo observar cómo Camila le dirigía una cínica sonrisa a la
chica rubia. En los ojos marrones había un brillo que nunca había detallado en su ex
esposa... ¿Qué sería?... La soldado se quedó sin aliento al sopesar la primera
opción... Celos.

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He vuelto. Gracias por leer! Y paciencia, sé que quieren más Camren,
créanme que se los daré.
Capítulo 33.

- El asunto es, papá, que tú como un ex soldado, que pese a


todo, estuvo presente en la crianza de sus hijos eres el más indicado para testificar a
mi favor durante el juicio. – Apuntó nerviosamente Lauren mientras observaba cómo
su padre terminaba de cocinar la carne en la barbacoa.
- Claro que lo sé Lauren... Pero a diferencia de ti, yo tenía a
vuestra madre que se quedaba con ustedes cuando yo no estaba en la ciudad...
¿Quién se quedaría con Cameron si tú tuvieras que irte a combate o de misión?
- Pues vosotros... - Dijo refiriéndose a sus padres.
- Por supuesto que lo haríamos con gusto, pero somos sus
abuelos Lauren, no podemos superar a Camila, ella es la madre del pequeño.
- Estamos hablando de la misma mujer que nos ha llevado estar
en ésta situación.
- No Lauren... Tú has pedido un juicio por la custodia de niño.
Se mordió la lengua antes de rebatir a su padre, el ex sargento estaba
en lo cierto... Pero Lauren no podía permitirse perder la custodia del pequeño
Cameron, quizás ahora la egoísta era ella.
- De todos modos Lauren... Sabes que lo haré. Pero no me pidas
que esté completamente de acuerdo contigo. Desde que Camila y tú decidieron tener
al pequeño ambas se comprometieron tanto con él como entre vosotras, ambas van a
compartir un lazo irrompible gracias a Cameron. – Dijo Michael mirando
detenidamente a su hija mayor.
Dejó escapar un gran suspiro para luego dedicarle una pequeña
sonrisa a su padre.
- Gracias. – No dijo más sabiendo que su padre sabía que lo que
quería decir sinceramente.
- ¿Quién más irá a testificar por ti? – Sonó con curiosidad el
hombre.
- Ally, mi ex psicóloga. – Apuntó Lauren mientras ayudaba a su
padre con la barbacoa.
La ojiverde percibió el rostro de asombro de su padre, sin embargo
espero que fuera éste mismo quien concretara sus palabras.
- Es una muy buena jugada... - Murmuró Michael.
- Papá esto no es juego... Es la custodia de mi hijo, no estoy
haciendo una estrategia para...
- ¿Para qué? – Frunció el ceño.
- No estoy haciendo una estrategia para dejar a Camila sin
Cameron... Es... Es sólo que... Creo que es lo mejor.
Su padre le dio un fuerte agarrón en el hombro dejando desconcertada
a Lauren.
- No he dicho nada de eso. Deja de pensar en todas las
consecuencias, tus acciones ya las has hecho, ahora, simplemente piensa qué será lo
mejor para tu hijo... Y no estoy diciendo precisamente que sacar a Camila de su vida
lo sea.
Un llanto desesperado se instaló en el centro de su pecho pero no vio
un principio ni fin... Se llevó la mano al colgante que llevaba, el que le había regalado
su ex esposa para su último cumpleaños. Aquella pequeña "C" de oro, que le
recordaba tantas cosas... Debía pelear por su hijo, ¿Pero por qué justamente contra
la persona que era el amor de su vida?
...
- Srita. Cabello, me presento, soy John Wilson, psicólogo
clínico... - Le extendió una mano el hombre que tenía la cabeza calva y llevaba unas
anticuadas gafas ópticas con pastas grisáceas.
- Buenas tardes Sr. Wilson.
Camila miró incómoda el gran sofá de respaldar recto color verde
oscuro donde se encontraba aquel hombre. El mismo hombre que emitiría un informe
psicológico que podía usarse a favor o en contra de ella para que el juez tomara la
decisión sobre la custodia de su pequeño hijo.

- ¿Cuántos años tenía cuando se casó Srita. Cabello? – Dijo el hombre


arreglándose las gafas.
- Veintidós.
- Muy joven, ¿No le parece? – Enarcó las cejas canosas.
- No... Digo, llevaba cinco años de relación para aquel entonces.
- ¿Siempre deseó casarme? Quiero decir, como uno de ésos
sueños desde la niñez...
- Sí... - Frunció el ceño intentando sonar verdaderamente
sincera.
- ¿Y desde cuándo supo que era homosexual?
Vaya, parecía más un interrogatorio que otra cosa. Aunque no le
sorprendía, era obvio, todo esto sería usado como un documento legal en un juicio,
no podía comparar ésto a una de sus terapias con Sara Mayer.
- Desde los doce...
- ¿Cómo reaccionó usted?
- ¿Mi reacción? ¿A qué se refiere? – Dijo confundida.
- Cuando supo que no era cómo las otras personas... - Murmuró
el hombre.
- ¿Cómo las otras personas? ¿Perdón? – Frunció el ceño.
- Como alguien normal...
Sintió que sus mejillas se le ruborizaban sólo por el enfado. Camila
nunca había tenido problemas con su sexualidad, había sabido de ella desde muy
joven, y lo había hablado libremente con sus padres recibiendo un abierto apoyo.
Cuando comenzó su relación con Lauren muchos de sus mismos compañeros en el
instituto hicieron comentarios negativos sobre lo que pasaba entre ellas, y para ser
una chica tímida como lo había sido fue duro los primeros meses, hasta que un día
decidió que viviría su vida plenamente sin dejar que nada ni nadie le destruyera su
felicidad por prejuicios, ignorancia y poca tolerancia.
- Disculpe Sr. Wilson... No sé qué será su referente sobre
"normalidad", pero créame que para mí y mi ahora ex esposa nuestra relación era
igual que cualquier otra... Para mis padres sigo siendo la hija que criaron, que
cuidaron y que ahora es una profesional y madre a la vez... Si usted tiene algún tipo
de prejuicio creo que nuestra conversación llegará hasta aquí...
El hombre elevó nuevamente las cejas para luego afirmar en silencio
mirando detalladamente a la arquitecta.
- Disculpe si la he ofendido en algo Srita. Cabello. – Dijo el
hombre con un tono plano.
Se cruzó de brazos mientras el John Wilson entrecerraba los parpados.

- ¿En qué momento usted y la soldado Jauregui decidieron tener


hijos? – Volvió a romper el silencio el hombre.
- Empezamos a soñar con ello desde que salimos del instituto...
Lauren siempre había querido tener hijos, yo sinceramente comencé a desearlo
cuando comenzamos nuestra relación... Pero ya concretamente sopesamos la idea
cuando llevábamos unos pocos meses de casadas.
- Lo hicieron por inseminación artificial, ¿Cierto?
- Sí. – Afirmó levemente con la cabeza.
- ¿Fue un proceso fácil?
- ¿Fácil?... Si se refiere a que si tuvimos resultados al primer
intento creo que podría decirse que tuvimos suerte, pero no fue fácil, fue todo un
proceso que juntas como pareja enfrentamos.
- ¿Y el embarazo?
Abrió sus labios rápidamente, sin embargo algo en su cerebro le hizo
volver a estar alerta, no podía dejarse llevar por sus emociones, el hombre podría
encontrar sus debilidades y el caos que últimamente habitaba en ella, y aunque le
doliera admitirlo en cierto sentido ella no se sentía al 100% emocionalmente, pero no
por ello se sentía incapaz de poder cuidar a su hijo.

- Todo fue bien, hasta que cuando estaba en el quinto mes mi ex esposa fue
llamada a combate...
- ¿Y qué pasó ahí?
- Bueno... Le pedí a Lauren que no se fuera... Que se negara.
- ¿Por qué?
- Porque no podía quedarme sola... Estaba embarazada,
necesitaba de ella... Yo...
- ¿No se sentía capaz de quedarse sola?
- ¡Claro que no! Ella era mi esposa, me prometió quedarse a mi
lado, ¡íbamos a tener un hijo!
El hombre afirmó levemente con la cabeza mientras se pasaba una
mano por una de sus afeitadas mejillas.
- ¿Qué pasó luego?
- Ella y su mejor amigo fueron atacados en combate, él falleció
en el lugar y Lauren volvió en coma y casi muriendo... - Apretó la mandíbula haciendo
sonar los dientes.
- ¿Cuánto tenía de embarazo?
- Siete meses.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en coma la soldado Jauregui?
- Un poco más que dos semanas... Para aquel entonces yo ya
había tenido un parto prematuro y nuestro hijo Cameron estaba en ventilación
mecánica por una complicación respiratoria. – Dijo amargamente.
- ¿Se culpa Srita. Cabello?
La pregunta le sorprendió más de lo necesario, aquel hombre podía de
algún modo interpretarla mucho más de lo que imaginaba, y por un momento se
sintió incómodamente descubierta.
- Sí... - Respondió automáticamente.
- ¿Culpa a Lauren?
- Sí... - Murmuró cerrando fuertemente los parpados.
- ¿Siente que usted está bien para cuidar de su hijo? – Preguntó
finalmente el hombre.
Se quedó en silencio sintiendo cómo el corazón le golpeaba desbocado
en el pecho y el hombre entrecerró los parpados inspeccionando los rasgos de su
rostro.
- Sí... - Murmuró.
...
Lauren se encontraba realizando papeleo administrativo durante
aquella tarde, no era precisamente una de sus tareas predilectas pero pensando que
próximamente no se iría de misión o a combate el sargento Walker le había dejado a
cargo sobre algunos asuntos que se debían solucionar en la oficina de la división.
Se llevó a los labios la taza de color blanco que tenía en letras negras
U.S. Army al mismo momento en que movía sus pies de forma nerviosa pensando en
que sólo faltaba una semana para el juicio de la custodia de Cameron, el tiempo había
pasado más rápido de lo que le gustaría.
Alguien llamó a la puerta y luego de un rápido "Adelante" Dinah
Hansen entró como un tornado en el lugar dejando a Lauren sorprendida.
- Ey Dinah, hola. – Saludó aún asombrada.
- Lauren, por Dios, ¿Sabes que a Camila la ha evaluado un
psicólogo que al parecer es un maldito homofóbico? – Alzó el tono la ingeniera.
- ¿Perdona? – Dijo sin entender.
- El psicólogo que le ha hecho el informe para el juicio... Camila
me ha contado que estuvo durante minutos interrogándola y que al parecer el
hombre no es muy amigo de las relaciones homosexuales por ser "no normales".

Se pasó una mano por el cabello haciendo una mueca intentando imaginar la escena
que la amiga de su ex esposa le contaba. Se sintió culpable por haberle hecho pasar
un mal momento a Camila, pero nunca imaginó que el psicólogo que haría la
evaluación sería alguien así.
- Disculpa Dinah, entiendo que quieras contarme ésto pero...
¿Camila te ha pedido que vinieras o...? – No terminó la idea.
- Lauren, tú mejor que nadie sabe que Camila nunca ha dejado
que yo te hable de las cosas que ella discute conmigo... Sin embargo, ella estaba
furiosa, nunca imaginé que alguien pudiera sacarla de sus casillas con sólo un par de
palabras y minutos del día.
Lauren conocía perfectamente a Camila, sabía que a la arquitecta le
molestaba especialmente aquellas personas que juzgaban la relación que tenían
ambas, le sabía amargo que justamente la persona encargada de hacer algo tan
importante durante el juicio de la custodia fuera alguien que había incomodado a su
ex mujer.
- Pues no sé qué decirte Dinah. – Dijo la ojiverde.
- Que estás malditamente ciega Lauren... ¿No te das cuenta de
cómo estás dañando con esto a Camila?
- Pues ella...
- ¿Ella qué Lauren? ¿Vas a seguir con el resentimiento?... Joder,
sí, sé que ella te ha pedido el divorcio, sé que ella se ha llevado a Cameron sin
avisar... Pero, ¿Por qué le estás pagando con la misma moneda? ¿Para qué castigarla
así?... Estamos hablando de vuestro hijo... No le puedes quitar algo así...
Lauren soltó un sollozo mientras se quedaba cabizbaja... Las palabras
de Dinah se impregnaban en su cerebro, sin saber qué pensar, sin saber qué sentir...
¿Sin querer abrir los ojos?
La ingeniera se acercó lentamente hasta la soldado para dejarle un
pequeño cariño en la mejilla.
- Te he extrañado, ¿Lo sabes? – Murmuró Dinah.
- Y yo a ti también. – Sonrió con nostalgia limpiándose las
lágrimas.
- No puedo creer que haya gastado una enorme cantidad de
dinero en el vestido que usé para vuestra boda, vestido que luego se estropeó por la
lluvia y que además ahora sea un vestido que usé en una boda que terminó en
divorcio... - Hizo una mueca divertida.
Una risa a lo bajo escapó de su boca mientras abrazaba levemente a
la chica curvilínea. Negó con la cabeza varias veces recordando pequeños momentos
de aquel maravilloso día.
- Voy a testificar por Camila. – Anunció la ingeniera.
Sus ojos esmeraldas detallaron el preocupado rostro de Dinah
mientras ella misma se cruzaba de brazos.
- Lo entiendo... Lo hago realmente Dinah. – Murmuró.
- Aún no me puedo creer que esté pasando ésto...
Se mordió los labios fuertemente para no dejar escapar todos sus
pensamientos ni sentimientos pero miró detenidamente a los ojos de la chica.
- Me alegro que Camila te tenga... Ya sabes que ella nunca ha
sido una persona de muchas amistades... - Dijo Lauren.
- Tú no deberías dejarla ir...
- No es tan fácil, ella misma ha sido quien...
- ¿Por qué has dejado de luchar? Si tienes que darte contra una
pared una vez, dos veces, joder que sean diez, cien veces Lauren... Ella sigue
amándote.
- Eso lo sé. – Dijo rápidamente y con confianza.
- ¿Entonces?
- Camila ha estado castigándome durante meses, lo único que
faltaba lo hizo cuando se llevó a Cameron sin avisar...
- ¡Ni que se hubiera escapado con él a otro país Lauren!
- Dinah...
- No, Lauren, joder, tienes que abrir un poco los ojos... La dos
habéis sufrido, las dos habéis errado, y lo que más me duele es que juntas tienen un
pequeño el cual va a sufrir las consecuencias de vuestros actos.
Cerró los parpados fuertemente, intentando no volver a llorar
nuevamente... Se le partía el corazón al pensar que su hijo pudiera salir dañado.
- ¿Estás saliendo con ésa chica rubia? – Apuntó la ingeniera
mientras caminaba por la oficina.
- ¿Quién? – Dijo descolocada. – Oh... ¿Qué te ha dicho Camila?
- ¿La chica rubia que es tan guapa que parece salida de revista?

- Se llama Dianna, y no... No estamos saliendo. – Hizo una


mueca bajo los ojos de una dudosa Dinah.

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Gracias por leer.
Capítulo 34.

Los dedos de sus manos apretaban con más fuerza de la necesaria el


mango del paraguas, llovía desesperadamente, y sin saber muy bien por qué, ella se
encontraba frente aquella casa que conocía tan bien, donde había pasado tardes
enteras de su infancia y adolescencia riendo junto a una de las personas más
importantes en su vida.
Entró con pasos pesados por el antejardín hasta quedar frente a la
puerta donde cerró el paraguas y notó lo rojas que tenía sus manos por el exceso de
fuerza usada para mantener el paraguas y que se empeoraban por el frío.
Cuando la mujer pelinegra se asomó por la puerta una extraña
sensación de "volver a casa" invadió su inquieto corazón, una tímida sonrisa se dibujó
en su rostro mientras quien le recibía se llevaba una mano al rostro con una notable
expresión de sorpresa.
- Oh Dios mío... Lauren... - Susurró la voz al otro lado de la
puerta.
- Hola Sra. Jenkis... - Murmuró agachando un poco la cabeza.
La última vez que la ojiverde había visto a la madre de su mejor
amigo había sido hacía unos meses cuando se celebró el primer año de muerte del
soldado. Aquel día, que bien podía recordarlo, no había aguantado hasta el final de la
ceremonia para irse antes de tiempo junto a Camila.
- Venga, entra, estás goteando. – Dijo la mujer rápidamente.
Sus ojos esmeraldas detallaron el lugar descubriendo que nada había
cambiado desde la última vez que había visitado la casa de Cameron. Las fotos
seguían en el mismo lugar, las paredes seguían siendo del mismo color y el sofá
seguía en el mismo sitio.
- ¿Quieres café? – Ofreció la pelinegra.
- Por favor...
Martha Jenkis había sido como una segunda madre para ella, Lauren
podía recordar infinidad de días que pasó en aquella casa junto a Cameron, jugando,
riendo, estudiando, planeando cosas, entrenando, cenando o simplemente cultivando
aquella fuerte amistad que tenían.
Se sorprendió a sí misma al ver cómo luego de la muerte de su mejor
amigo ella había perdido el contacto y comunicación con la familia del alto pelinegro.
- Hace mucho tiempo que no sabía nada de ti querida... - Sonrió
levemente Martha.
- Lo sé Sra. Jenkis... Yo... - No pudo terminar la idea.
- Lo entiendo Lauren... Lo entiendo.
Abrió rápidamente los parpados intentando negar fuertemente con la
cabeza mientras un dolor comenzaba a apoderarse de su pecho, se repitió varias
veces que no debía llorar frente a la madre del soldado.
- ¿Camila y tú tuvieron un hijo, no? – Sonrió nostálgicamente la
mujer.
- Sí... Le hemos llamado Cameron...
Apartó su rostro evitando el contacto visual directo. Aún se sentía
destrozada por haber perdido a su mejor amigo, por no haberlo podido ayudar y no
haber estado en su funeral.
- ¿Cómo es él? – Murmuró Martha.
- Es el niño más hermoso del mundo. – Sonrió ampliamente
volviendo a mirar a la mujer. – Tiene el cabello castaño oscuro, las pestañas largas, la
nariz respingada y unos ojazos verdes impresionantes.
- Veo que estás encantada con él, me alegro tanto... - Le sonrió
levemente.
- Yo Sra. Jenkis...

- Lauren... - Le interrumpió la mujer. – Sería yo quien me disculpara en primer


lugar...
Dejó de lado su taza de café mirando directamente al rostro de la
mujer la cual tomó una de sus manos que aún seguía fría y roja.
- Sabía que estabas en coma, y que estuviste en el hospital un
par de semanas más luego de despertar... Pero no fui capaz de ir a verte... No
podía... Estaba destruida, y ver que tú sí lo habías conseguido y mi pequeño no...
El nudo que se comenzaba a formar en su garganta le impidió dejar
salir alguna palabra, para aquel entonces ya sus lágrimas rodaban silenciosamente
por sus mejillas.
- Sin embargo, me alegra verte aquí... Te vi a la distancia en el
cementerio aquel día, pero cuando intenté buscarte ya no te encontré.
- No soporté quedarme hasta el final... - Susurró apartando
nuevamente la mirada.
- Yo lo siento... Siento lo que te pasó Lauren.
Abrió los labios de forma sorpresiva frente las palabras que había
mencionado la madre de su mejor amigo, tantas veces había escuchado aquello:
"Siento lo que te pasó allá en Irak.", "Lo sentimos mucho", "Lo siento Lauren", pero
nunca lo había sentido tan real como ahora había resonado en la boca de la madre de
su mejor amigo.
- No logré despedirme de él... - Murmuró Lauren llevándose
ambas manos al rostro.
- ¿Qué te hubiera dicho Cameron?
Sonrió de lado mientras imaginaba al pelinegro, podía recordar hasta
los hoyuelos que se le marcaban cuando sonreía ampliamente, podía recordar su
perfecto corte de pelo estilo militar y lo expresivo de sus ojos marrones.
- "De aquí a la eternidad Jauregui, de aquí a la eternidad"... -
Repitió la ojiverde.
...
Camila observó cómo Cameron dormía la siesta acurrucado en la cuna
abrazando aquel peluche de elefante que tanto quería y no dejaba solo en ningún
momento. Se pasó una mano por el cabello mientras caminaba por el pasillo
pensando en lo increíblemente rápido que pasaba el tiempo, parecía mentira que
justamente mañana fuera el día en que finalmente sería el juicio de la custodia de su
hijo.
Su padre le dirigió una mirada por sobre el periódico de aquel día,
detallando sus nerviosos movimientos para luego dejar el objeto de lado y esperan en
silencio que la mayor de sus hijas hablara.
- Papá... - Inició Camila.
- Hija... - Murmuró Alejandro.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro...
Se sentó junto a su padre el cual le siguió observando detenidamente.
Camila respiró hondamente intentando encontrar las palabras precisas para la
pregunta que quería hacerle al hombre.
- Por mucho tiempo pensé que te gustaba que estuviera con
Lauren... Pero desde que le pedí el divorcio me da la impresión de que no te gustaba
que yo...
- Camila. – Interrumpió su padre.
El hombre se acomodó en el lugar dejando a la arquitecta un poco
descolocada por la frenada que había tenido.
- No es que no me gustara que estuvieras con ella... Sabes que
siempre te he apoyado, desde el día en que nos contaste que te gustaban las chicas...
- No me estoy refiriendo a eso papá. – Aclaró la morena.
- Lo sé... Déjame explicarte... Tú ya deberías saberlo.

Frunció el ceño no entendiendo a su padre, pero se mantuvo en silencio esperando


que el hombre dejara sus ideas más claras.
- Cuando tienes a tus hijos en brazos, nunca dejas que algo los
dañe... No si puedes evitarlo... Me he pasado la vida intentando que tanto tú como
Sofi tengan todo lo que necesitan, no sólo en lo material... Les entregué valores,
conocimientos, cariño y amor sobre todas las cosas... Pero creo que nada me ha roto
más el corazón que aquel día en que fue el parto de Cameron... No lo podía creer...
Pensé que sería uno de los días más hermosos, mi primer nieto, hijo de mi hermosa
hija... Pero te lo quitaron, y... Y sólo podía pensar que si Lauren no se hubiera ido a
combate aquella vez...
Las palabras de su padre le dejaron sin respiración e incluso la
expresión de dolor en el rostro de Alejandro era tan real como el mismo dolor que
ahora la estaba envolviendo.
- Por éso... Pensé que lo mejor sería que tú misma te alejaras
de aquello... De que todo aquello volviera a ocurrir... Además, podía ver cómo Lauren
y tú se habían distanciado en los últimos meses, ninguna de las dos volvió a ser como
antes...
- Nunca lo volverá a ser papá... - Murmuró.
- Sin embargo no estoy seguro de una cosa...
Sus parpados se abrieron dejando paso a que la confusión se reflejara
en su rostro, sin embargo esperó a que su padre dirigiera la pregunta.
- Sigues amando a Lauren... - Dijo Alejandro.
No había sido una pregunta. Camila miró detenidamente el rostro de
su padre el cual estaba inexpresivo e incluso persistía la preocupación en él.
- Te conozco hija... Y sé que le amas, lo supe desde la primera
vez que Lauren cruzó la puerta de nuestra casa cuando tú aún tenías 17 años...
Apartó rápidamente sus ojos marrones para levantarse y comenzar a
moverse nerviosamente por el lugar mientras unas tímidas lágrimas abandonaban sus
ojos.
- ¿Y qué tiene eso?... Pese a aquello Lauren pidió un juicio para
a custodia... Pese a aquello Laurne pidió un informe psicológico mío... Pese a aquello
aún no puedo entender por qué nos dejó a Cameron y a mí para irse a combate.
- ¿Es que no lo entiendes Camila? – Dijo con tono firme el
hombre.
- ¿El qué? – Respondió confundida.
- Lauren no eligió volver como lo hizo, Lauren no eligió que tú
tuvieras un parto prematuro, Lauren no eligió que Cameron tuviera una
complicación... Lauren sólo eligió irse de combate, no puedes culparle por todas las
otras cosas...
- ¡No te entiendo! Dices que es lo mejor que esté sin ella, pero
luego me dices ésto... - Dijo abrumada.
- Yo sólo quiero que seas feliz... Y sé que lo has sido por mucho
tiempo al lado de ella...
- Me estás confundiendo...
- Yo sólo quiero que seas feliz... Y sé muy bien que eso será al
lado de la persona con la cual aprendiste a amar... Me he equivocado hija, creí que al
estar sin Lauren estarías mejor... Pero llevo días sin reconocerte, no eres la hermosa
chiquilla alegre que es mi hija... Y necesito que vuelva, por mí, por tu madre, por tu
hijo... Y por Lauren.
...
Pasó su dedo índice por el bordado en negro que identificaba Jenkis en
aquella parte superior de uniforme de la U.S. Army. Le sorprendía que la madre de su
mejor amigo aún mantuviera la antigua habitación del pelinegro tal como la
recordaba, y le dejaba sin palabras que uno de los uniformes de entrenamientos
siguiera guardado en una de las gavetas del armario del soldado.
Suspiró por lo abrumador del momento, sólo estar ahí hacía que su
mente se llenara de recuerdos, por el momento sólo memorias de momentos felices.
Lauren se asustó cuando Martha entró a la habitación de forma rápida.

- Me he olvidado de preguntarte cómo está Camila. – Dijo con


curiosidad.
- Nos hemos divorciado hace tres semanas...
La mujer hizo una mueca y caminó hasta la altura donde la ojiverde
estaba sentada en el borde de la antigua cama de Cameron.
- Es una lástima... - Murmuró Martha. – Eran una excelente
pareja...
- Cameron adoraba a Camila. – Recordó la soldado. – Le quería
como una hermana... Y ella odiaba cuando él y yo nos metíamos en problemas.
Ambas rieron a lo bajo recordando aquellos días y Lauren sacó su
móvil para mostrarle una foto del pequeño ojiverde a la madre de su mejor amigo.
- Éste es Cameron... - Sonrió.
- Oh Dios mío... Es hermoso... Tiene las pestañas y nariz de
Camila. – Rió levemente la mujer.
- Sí... Y se parece a ella, es muy tranquilo y cariñoso... Quizás
sea tímido como ella, no lo sabemos aún. – Sus ojos brillaron.
- Pero si tú y Camila os habéis divorciado...
- Mañana es el juicio sobre la custodia del niño.
El sonido de la lluvia entraba por la ventana, y Lauren apartó sus ojos
esmeraldas del rostro de Martha. De todos los lugares donde se imaginó estar unas
horas antes de un día tan decisivo e importante en su vida nunca imaginó estar en la
habitación de su mejor amigo al cual había perdido hacía más de un año.
- No puedo quedarme sin él... No podría soportarlo. – Dijo antes
de romper en un llanto inconsolable.
...
Con sus manos siguió acariciando la espalda de su pequeño que se
había dormido abrazado a ella, la respiración lenta y regular de Cameron hacía que
ella misma lograra calmarse aquella noche que le parecía interminable pero que a la
vez deseaba que lo fuera.
Besó tiernamente los cabellos castaños de su hijo volviendo a hundirse
en los interminables pensamientos que inundaban su mente. Era inevitable imaginar
todos los escenarios posibles que podrían ocurrir luego de lo que se decidiera
mañana. Inconscientemente abrazó más fuerte al ojiverde contra su pecho.
No podía imaginar sus días sin el pequeño... Así como una vez no
pudo imaginar sus días sin Lauren, aunque para ser justos, aún seguía sin creer que
realmente estaba viviendo sus días sin la mujer que amaba... Y por decisión propia.
- Mi vida, te amo tanto... - Susurró mientras seguía acunando a
Cameron.
Una horrible ansiedad le estaba consumiendo, para Camila imaginar
que aquella noche podía ser la última sin saber en cuánto tiempo más podría tener a
su pequeño entre sus brazos le hacía querer gritarle a todo el mundo lo desesperada
que estaba.
El ojiverde se removió sobre el pecho de la morena mientras a ésta se
le dibujaba una pequeña sonrisa en el rostro.
- Nunca te dejaré. – Volvió a susurrar mientras detallaba las
largas pestañas del menor.

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Gracias por leer! Los próximos caps serán el domingo y lunes. Nos
vemos.
Capítulo 35.

*ADVERTENCIA: Vuelvo a recordar que ésto es una historia, por ende, todo
comentario o criterio reflejado en los personajes es mera ficción, una vez ésto
aclarado, aquí el capítulo.
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Pasaron unos segundos para que Camila comprendiera que Lauren


estaba sentada a su lado en aquella pequeña banca que estaba en el pasillo del
edificio del juzgado. La arquitecta detalló el impresionante contraste que hacía el
uniforme de ceremonias de la U.S. Army color negro contra la nívea piel de su ex
esposa.
Todos los músculos de su cuerpo se habían tensado cuando sin aviso y
ninguna palabra la soldado se había dejado caer a su lado esperando el comienzo del
juicio. Sin embargo sus ojos marrones no habían tomado contacto directo con los ojos
esmeraldas.
- Me gustaría preguntarte cómo estás... Pero sé que sería muy
cínico de mi parte. – Murmuró Lauren intentando que Camila le mirara al rostro.
- Haces bien en no preguntarlo. – Dijo pesadamente la
arquitecta.
- Camila yo...
- ¿Qué Lauren?... Bastante tengo con la evaluación psicológica
que me han hecho... O con que hayas vuelto al ejército sin decirme una palabra...
Además de que el otro día has ido con ésa mujer hasta donde estábamos tu hijo y yo.

Sus ojos marrones tomaron iniciativa propia y su rostro se giró para


detallar el de la soldado. La arquitecta pudo detallar lo hinchados y rojos que estaban
los ojos de la mujer que estaba a su lado, sin duda Lauren había estado llorando.
- Hubo un tiempo en que ambas luchamos por tener un hijo...
Juntas. – Señaló Camila.
- Nos hemos divorciado... Las cosas cambian...
- No quiero hablar contigo. – Apuntó la arquitecta.
Abandonó el asiento de forma lenta bajo la atenta mirada de la
ojiverde la cual luego de unos segundos reaccionó y también se levantó de la banca.
- Yo... Lo siento... - Susurró la soldado.
- No... Sólo... Cállate. – Pidió Camila perdiendo la paciencia.
Lauren afirmó en silencio para luego alejarse del lugar llegando hasta
donde estaba su abogado y padre, la arquitecta a la distancia detalló cómo Michael le
dirigía una tímida sonrisa... Parecía mentira que aquel fuera el mismo hombre que le
había ayudado para poder hablar con su ex esposa cuando ésta seguía grave en el
hospital y ella no podía salir de la cama de la habitación donde estaba hospitalizada.
Sus pies caminaron dentro del lugar donde sería el juicio para tomar
su lugar al lado izquierdo de Rebecca Neer. Luego de unos segundos se dio un tiempo
para detallar todas las personas que estaban en el lugar... Lauren, los abogados,
Michael, sus padres, Allyson, Jhon Wilson y Dinah. Clara se había quedado con
Cameron en casa cuidándolo.
...
Ally se levantó del asiento para afirmar con la cabeza luego de haber
terminado su testificación que acreditaba que Lauren ya había sido tratada por su
TEPT y se encontraba en todas sus capacidades para mantener a su lado a su
pequeño hijo.
Durante todo momento sus ojos esmeraldas miraron de soslayo el
perfil de Camila el cual se mantenía sombrío y serio, claro, la arquitecta no sabía que
aquella misma psicóloga le había mencionado una posible evaluación que finalmente
tomó en cuenta para tener más pruebas a su favor.
- Gracias Srita. Brooke. – Dijo la jueza, frente a las atentas
miradas de todo. – Se llama al estrado a Michael Jauregui.
El ex sargento se encaminó de forma rápida hasta el lugar donde tomó
asiento esperando que tanto la jueza como la abogada de Camila comenzaran con las
preguntas.

- ¿Cuántos años estuvo en la U.S. Army Sr. Jauregui? – Preguntó directamente


Rebecca Neer.
- Entré a los 18 años y estuve ahí por veintidós años.
- ¿Cómo fue ser padre y a la vez soldado? ¿No le fue difícil?
- Objeción, pregunta dirigida. – Dijo en voz alta Richard Fields.
Se pasó una mano por el rostro de forma nerviosa mientras la jueza
afirmaba la cabeza en silencio mirando a la abogada rubia quien se giró rápidamente.
- Sr. Jauregui, sé que usted fue varias veces a combate, ¿Quién
se quedaba con sus hijos mientras usted no estaba en la ciudad?
- Mi esposa...
- ¿Y si no fuera por ella, con quién se hubieran quedado sus tres
hijos?
Lauren tragó saliva de forma lenta sintiendo que le mundo se le venía
abajo. Sin elevar más a cabeza miró a la jueza quien seguía con los ojos los
movimientos de Rebecca Neer.
- Responda Sr. Jauregui... - Murmuró la rubia.
- No lo sé, tanto mi familia como la de mi esposa no viven en la
ciudad...
- ¿Qué opina que su hija haya vuelto a la U.S. Army a pesar de
que se ha divorciado?
- Mi hija puede tomar sus decisiones de forma independiente...
Haga lo que haga, nosotros su familia le apoyaremos, y si eso significa que nos
quedaremos con Cameron si es que Lauren tiene misiones o combates, lo haremos sin
dudarlo.
La ojiverde escuchó los murmullos que se crearon en el lugar mientras
la jueza le miraba de forma directa. Apretó la mandíbula viendo la pequeña sonrisa
que se formaba en el rostro de la abogada.
- ¿Y le parece eso lo más correcto? Siendo que Cameron tiene
otra madre que podría perfectamente cuidar de él...
El hombre se mantuvo en silencio mirando con una expresión extraña
hacia su hija, la cual sintió cómo su corazón golpeaba desbocado contra su pecho.
- Todos los que estamos aquí queremos lo mejor para...
- Responda directamente Sr. Jauregui. – Interrumpió la rubia.
- Me parece lo más correcto que mi nieto esté con quién pueda
cuidarle, acompañarle y amarle.
- No me está respondiendo...
- Objeción, está forzando una respuesta. – Volvió alzar la voz
Richard Fields.
La abogada elevó las manos en forma de frustración hacia la jueza la
cual hizo una mueca.
- Sr. Jauregui, sólo responda la pregunta. – Dijo la mujer.
- Me parece lo más correcto que Cameron se quede con Lauren.
Un fuerte suspiro salió de la boca de la soldado para volver a
removerse en su asiento, giró su rostro para ver cómo su ex esposa le estaba
mirando directamente negando con la cabeza y dejando escapar una lagrima.
...
Camila pudo percibir cómo su madre se sentía nerviosa mientras
caminaba hasta el lugar donde debía sentarse para responder las preguntas de
Richard Fields.
- Sra. Cabello, ¿Ha notado algún cambio en su hija desde que
Cameron nació?
- Oh... Por supuesto, ser madre le ha cambiado de gran forma...
- Dijo algo confundida la mujer.
- ¿De forma positiva?
- Claro... Ella hace todo lo que es necesario para cuidar de
Cameron, le ama como sólo una madre ama a su hijo... El día en que Camila me
contó que estaba embarazada podía ser perfectamente uno de los días más feliz de su
vida.
- ¿Y el día del parto?
Cerró los parpados fuertemente ante lo repentino de la pregunta y lo
fuera de contexto que estaba, pero sabía que los abogados solían hacer todo para que
sus clientes lograran lo deseado.
- Aquello fue distinto, claramente... Camila no eligió que el parto
fuera prematuro...
- Sin embargo eligió divorciarse de mi cliente sin recordar que
tenían un hijo...
- Objeción, está acusando a mi cliente. – Alzó la voz Rebecca
Neer.
Se llevó una mano al rostro al sentir que la situación se volvía tensa,
su madre le dirigió una mirada de susto pero Richard Fields pareció calmarse.
- ¿Diría que Lauren es una buena madre?
- Una excelente... No pongo en duda a ninguna de las dos,
ambas han sido las mejores madres con Cameron.
- ¿Hace cuánto que Camila está con terapia psicológica? –
Apuntó el hombre de barba.
Su boca se abrió sorpresivamente frente a lo dicho por el hombre, no
podía creer que lo anunciara tan libremente, giró su rostro buscando el de su ex
esposa y vio cómo Lauren le miraba con un rostro confundido que luego se volvió en
una expresión de desconcierto.
- Cuatro semanas... - Confirmó Sinu.
- ¿Le parece que su hija está totalmente bien para estar con
Cameron?
- Objeción. – Repitió Rebecca Neer.
- ¿Sra. Cabello?
- Yo...
- Objeción – Alzó más la voz la rubia.
- Conteste a la pregunta...
El murmullo de las personas presentes hizo que Camila se sintiera
incómoda y desesperada, su madre suspiró fuertemente antes de hablar.
- Creo que mi hija es totalmente capaz de criar y cuidar de
Cameron.
...
La soldado sintió nauseas en el preciso momento en que su ex esposa
fue llamada al estrado luego de que Dinah se bajara de él después de responder
algunas preguntas específica sobre los horarios del trabajo de la arquitecta.
Se llevó una mano al rostro intentando mantener la calma que tanto le
estaba costando, al final de todo ella había pedido un juicio por la custodia y podía
sentir los acusadores ojos marrones buscar su rostro.
- Srita. Cabello, antes de cualquier pregunta, el psicólogo clínico
Jhon Wilson nos leerá el informe que ha realizado.
El silencio fue tan abrupto que Lauren pudo sentir cómo su propio
corazón volvía a golpear de forma violenta contra su pecho.
¿Por qué Camila está con terapia? Se preguntó rápidamente aun
recordando lo que había dicho Richard Fields, era increíble que su propio abogado lo
supiera y ella no, claramente hablaría con el hombre, se había sentido ofendida por el
hecho que el abogado no le hubiera informado de aquello.
"Algo pasa con Camila"... Era lo que había dicho Ally, ahora lo
recordaba bien Lauren... Era obvio que, su ahora ex psicóloga, algo encontrara en el
comportamiento de Camila... Oh por Dios, qué he hecho...

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Capítulo 36.

*ADVERTENCIA: Vuelvo a recordar que ésto es una historia, por ende, todo
comentario o criterio reflejado en los personajes es mera ficción, una vez aclarado
ésto, aquí el capítulo.
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Sus ojos marrones siguieron las acciones del psicólogo Wilson cuando
éste se levantó desde su lugar y se acomodó las gafas ópticas para comenzar a leer.
- El día 3 de agosto del presente año se realiza la evaluación
psicológica de la Srita. Karla Camila Cabello Estrabao, la cual frente a una serie de
preguntas dirigidas y apreciación profesional como psicólogo clínico llego a las
siguientes conclusiones diagnósticas...
El silencio se mantuvo en lugar haciendo que incluso las milésimas de
segundos se hicieran eternas. Camila buscó con la mirada el rostro de Lauren el cual
se veía tenso y evitando hacer contacto visual, la ex soldado se miraba las manos y la
arquitecta suspiró fuertemente.
- Frente a lo expresado por la Srita. Cabello tanto verbal como
corporalmente, analizando la situación, los eventos ocurridos y la decisión final sobre
éste juicio, como psicólogo clínico y basado en mi apreciación profesional, no
viéndose influenciada por nada y nadie finalmente doy la siguiente evaluación
psicológica.
El corazón de Camila arremetió descontrolado contra su pecho
mientras la boca se le secaba, giró rápidamente su rostro hacia la jueza la cual
observaba con cuidado al psicólogo quien había enarcado sus cejas canas.
- La Srita. Cabello podría estar cursando una depresión, quizás
una del tipo post parto, por lo cual, dentro de mis facultades clínicas el informe me
permite constatar que el menor Cameron Cabello-Jauregui se vería posiblemente
afectado por el estado actual de una de sus madres, es por ello en base a lo anterior
dicho el siguiente documento escrito y formalizado se puede tomar como una fiel
prueba a favor de la Srita. Jauregui...
- ¡Ésa evaluación fue forzosa! – Interrumpió Rebecca Neer
levantándose de su asiento.
- Licenciada Neer. – Llamó la atención la jueza.
- El Sr. Wilson lo único que hizo fue hostigar a la Srita. Cabello
durante toda la evaluación... Le llamó de "no normal" por tener una relación con otra
mujer...
- Licenciada Neer... - Repitió la jueza.
- No puede tomar realmente enserio una opinión que se basa
en...
- Suficiente. – Golpeó el mallete un par de veces.
Depresión post parto... Se vería posiblemente afectado por el estado
actual de una de sus madres... Palabras que se repitieron como ecos en la mente de
Camila.
- Gracias Sr. Wilson. – Finalizó la jueza.
Su mente estaba tan confundida que ni siquiera notó las lágrimas que
rodaban por su mejillas, ¿Cómo era posible que le anunciaron algo así en un
momento como aquel? Camila sabía, muy en el fondo, que algo pasaba con ella, lo
había logrado identificar en aquella sesión con su psicóloga, sin embargo, escucharlo
concretamente desde alguien quien le había evaluado de forma puntual le parecía
algo estremecedor.
...
"Algo pasa con Camila"... Lauren giró rápidamente su rostro al ver
cómo su ex esposa se levantaba rápidamente en el lugar, llamando la atención de
todos, especialmente la jueza la cuál levantó su mallete casi de forma automática.
- ¡No puede creerle a un hombre que sólo me evaluó durante
unas horas! ¿Usted saber que él es un estúpido homofóbico? – Dijo desesperada la
arquitecta.

- Srita. Cabello... - Llamó la atención la mujer.


- No... No... ¿Qué sabe él si yo tengo las capacidades para estar
con mi hijo? ¡Él ni siquiera sabe lo que es un parto! ¡No sabe lo que es que te
arrebaten a tu hijo sin siquiera haberlo tenido en tus brazos!
Richard Fields se levantó aparatosamente de su lugar y se acercó
llamando la atención de todos.
- El Sr. Wilson es un reconocido profesional que no se deja
llevar por prejuicios como usted lo acusa Srita. Cabello.
- ¡Ninguno de ustedes tiene la facultad de juzgar mi rol de
madre con mi hijo! – Espetó Camila mientras Rebecca Neer se aproximaba hacia ella.
Los dientes de la ojiverde se apretaban tan fuerte en su boca que su
mente se había quedado en blanco, aquel arrebato por parte de su ex esposa había
sido la gota que había derramado el caos en el lugar, había murmullos por todas
partes a la vez que el psicólogo hablaba con la jueza.
- Srita. Cabello le voy advertir que de aquí en adelante sólo
hable cuando se le diga... De lo contrario le acusaré por desacato... - Advirtió con voz
áspera la mujer.
Camila detuvo su mirada chocando con los ojos color esmeralda,
Lauren en aquel preciso momento logró leer nuevamente en aquellos ojos marrones,
como lo había hecho durante años, ahora mismo la soldado entendía el mensaje en
ellos, dolor, uno sordo y lancinante que invadía el corazón de la mujer que amaba.
Sin embargo el caos no fue sólo en el lugar, los pensamientos de la
soldado viajaban rápidamente, preguntas sin respuesta, y recordando situaciones en
las cuales ella había errado con Camila, e incluso se recriminó ella misma al no notar
que su mujer estaba con una depresión... Apretó los puños al sentirse inútil, y se
removió al pensar que quizás durante las últimas semanas había sido muy dura con la
arquitecta.
Pero, ¿Podía ella haberlo sabido? ¿Podía ella ayudar a Camila? Cuando
ésta se cerraba totalmente. Parecía que incluso ésos pequeños problemas de
comunicación que alguna vez existieron cuando comenzaron su relación ahora eran
realmente obstáculos gigantes que las alejaban a ambas.
...
- Se llama al estrado a la soldado Lauren Jauregui Morgado. –
Resonó la voz de la mujer.
Se removió pesadamente en el asiento mirando de re ojo la hora en el
reloj que estaba en una de las paredes. Un fuerte suspiro salió de sus labios, estaba
exhausta, su mente no había parado de procesar información y de recordar cosas
desde que el juicio había comenzado, ahora casi ya al final Camila sólo pedía que a
situación se terminara. Escuchar la voz de su ex esposa haría las cosas más difíciles.
- Soldado Lauren, me podría explicar ¿Por qué ha vuelto a la
U.S. Army a la vez que ha pedido la custodia total de su hijo?
- ¿Debería existir alguna relación? – Espetó Lauren de mala
forma.
Un par de voces comentaron algo a lo bajo mientras a Camila se le
volvía el rostro pálido, aquella ojiverde que estaba sentada frente a Rebecca Neer
estaba lejos de ser la amorosa chica que se había casado con ella... La arquitecta
recordó rápidamente aquel día en que ella misma se había observado en el espejo y
no se había reconocido al reflejo.
- Responda la pregunta soldado. – Repitió la rubia.
- Pertenezco a la U.S. Army desde los 18 años, me he
comprometido con ellos, les he jurado lealtad, era lógico que luego de más de un año
de baja yo quisiera volver... Amo mi trabajo... Como también amo a mi hijo... Para
ser sincera, amo a mi hijo por sobre todo...
- Dice que por sobre todo, ¿Pero ha pensado qué pasará si usted
debe ir de misión o combate? Claramente no podrá estar al lado de su hijo... ¿No le
parece ilógico pedir la custodia totalitaria?
- Objeción, muchas preguntas dirigidas. – Dijo Richard Fields.
- Soldado Jauregui, ¿Qué pasará si usted es llamada a misión o
combate?
- Mis padres se quedarán con Cameron.
- ¿Y por qué no con Camila? Ella es madre del menor...
- Porque...
Sus ojos marrones se clavaron como dianas en los de color
esmeraldas, entreabrió los labios esperando la respuesta de la mujer a la cual amaba
desde hacía años, y algo en el rostro de Lauren le hizo comprender que la respuesta
le dañaría, incluso antes de oírla salir de la boca de la ojiverde.
- Porque Cameron estará mejor conmigo... Camila ha
demostrado que no está emocionalmente estable para quedarse con él.
La arquitecta escuchó las voces de su madre y Dinah negando a lo que
había dicho Lauren, mientras su padre se levantaba de su asiento diciendo algo en
voz baja apuntando con un dedo a la soldado.
- ¡Orden! – Golpeó el mallete la jueza.
- ¿En qué basa su acusación soldado Jauregui? – Preguntó
Rebecca Neer.
- No es una acusación... Todas las pruebas están en
documentos legales, incluso lo sucedido cuando mi ex esposa se llevó sin permiso a
nuestro hijo desde la casa donde vivíamos.
La abogada hizo una mueca mientras giraba su rostro buscando el de
Camila, sin embargo la arquitecta no le devolvió el gesto sintiendo cómo su cuerpo se
hundía en el asiento.
- Sí, pero...
- No responderé nada más. – Dijo fríamente Lauren.
Ninguna lágrima salió de sus ojos, Camila se preguntó si era porque
ya no le quedaban o porque simplemente su cuerpo ya no reaccionaba. Había dejado
de oír, de observar y lo único que deseaba era salir corriendo del lugar.
- Se levanta la sesión por una hora para llegar a la resolución
del juicio. – Anunció la jueza golpeando una vez el mallete para levantarse de su
asiento.
...
Sus dedos golpeaban nerviosamente contra la mesa al mismo tiempo
en que apretaba su mandíbula, Richard Fields bebía un vaso de agua a su lado
mientras la jueza volvía a sentarse en su lugar. Había sido los 60 minutos más
interminables de su vida. Podía sentir el sudor frío bajar por su nuca a la vez que los
segundos que marcaba el reloj de la pared parecían detenerse.
Camila no se le había acercado en el intertanto, incluso la vió salir del
lugar casi corriendo, y aunque tuvo el impulso de seguirla sus propios pies se
quedaron fundidos al piso como dos grandes bloques de plomo.
- Frente a toda la documentación escrita, las testificaciones, y lo
expresado directamente tanto por la Srita. Cabello y la soldado Jauregui, el tribunal
representado por mi persona decide que, con respecto a la custodia legal del menor
Cameron Cabello-Jauregui...
La mujer dejó de lado el documento que estaba leyendo para tomar el
mallete con una mano, la respiración de Lauren se cortó en el preciso momento en
que la jueza le dirigió una mirada a Camila y luego a ella de forma alternada.
- Se le entrega a la soldado Lauren Jauregui Morgado, quien
legalmente desde éste preciso momento tiene la custodia totalitaria del menor.
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Capítulo 37.

Dos semanas después.

El golpe de los nudillos de alguien llamando en la puerta de su


habitación hizo que la cabeza le volviera a dar vueltas, cada músculo de su cuerpo le
dolía y abrió pesadamente los parpados. Antes de que hubiera logrado salir de la
cama Dinah ya entraba en la habitación con un par de bolsas de compra para dejarlas
en el piso.
- Camila, por Dios, ¿Podrías responderme las malditas llamadas?
– Dijo con enfado la ingeniera.
- Dinah... - Murmuró ocultando su rostro contra la almohada.
La chica curvilínea abrió de par en par las cortinas de la habitación
haciendo que la arquitecta hundiera más su rostro contra el suave objeto.
- Han pasado dos semanas... No puedes seguir así... - Comenzó
hablar su amiga. – Por favor Mila... Encontraremos la forma de revertir lo que pasó,
pero te aseguro que quedándote aquí encerrada y dejándote morir no arreglará
nada... No puedes dejar de luchar por...
- ¡No te atrevas a decirme que he dejado de luchar por mi hijo!
– Espetó rápidamente al levantarse de golpe desde la cama.
El silencio de la habitación sólo se interrumpió por el sonido de los
vidrios de las botellas de vinos esparcidas por el lugar que el pie de Dinah había
golpeado.
- No he querido decir eso, discúlpame... - Murmuró la más alta
comenzando a juntar las botellas. – Pero no puedo dejar que sigas destruyéndote de
ésta forma.
- Me han quitado a mi hijo... - Apuntó Camila dejándose caer en
el borde de la cama.
- ¿Has logrado hablar con Lauren?
- No... No me responde las llamadas, ni los mensajes, le he
dejado recados en la U.S. Army... He llamado a sus padres, a su hermana... Dios,
estoy perdiendo la cabeza, completamente.
- Y si...
- No puedo presentarme en la casa donde vive Lauren con
Cameron. – Se le quebró la voz al decir el nombre del pequeño. – Podría arriesgarme
a que Lauren me ponga una orden de alejamiento.
- No creo que ella...
- Ella sería capaz de todo... Ya lo ha demostrado. – Dijo
amargamente.
¿Cómo se puede odiar a alguien quien en algún momento fue la
persona más importante en tu vida? Había sido la pregunta que la mente de Camila
se repetía durante horas por días y días. Aún podía recordar lo fría que había sido
Lauren durante el juicio y cómo al final de todo aquello no se había acercado para
decir nada, la propia morena no había tenido fuerzas para asimilar todo y correr atrás
de la soldado para intentar revertir la decisión que se había formalizado en el juicio.
- No sé qué decirte... - Murmuró Dinah mientras sacaba de una
bolsa un par de analgésicos y agua mineral. – Pero debes bañarte, estaré cocinando...
Y no acepto un no como respuesta.
Mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo Camila volvió a llorar,
había perdido la cuenta de cuántas lágrimas había derramado, pero sus llantos no
eran sólo eso, si no que eran arrebatos violentos que le sacudían el alma y el cuerpo.
La arquitecta aún no podía asimilar que llevaba días sin ver a su hijo y que pasaría
más tiempo sin él si es que no hacía algo para revertir aquello.
Se llevó ambas manos al pecho mientras sus parpados se cerraban
con fuerza, quiso gritar, pero recordó que Dinah estaba en el piso y podría
escucharle.

Sería imposible describir con palabras lo que ella estaba sintiendo en aquellos
momentos, se sentía tan destrozada, perdida y vacía que le parecía irreal despertar
cada día y saber que su pequeño no estaría junto a ella.
Sin embargo, quizás hoy sería el día en que ella decidiera cambiar las
cosas.
...
- Hija... - Sonó al otro lado de la línea.
- Dime mamá, ¿Pasó algo? – Dijo asustada mientras salía a
paso rápido desde los vestuarios luego de despedirse rápidamente de Dianna y
Nataly.
- Cameron no quiere comer, lleva todo el día muy inquieto.
- Qué raro... Matthew me ha dicho que ya no debe tomar más
medicamentos y debería andar todo bien. – Murmuró confundida Lauren.
- Pues lleva llorando un par de minutos y con tu padre ya no
sabes qué hacer...
Pasó una mano de sus manos por su rostro mientras con
preocupación sacaba las llaves de la camioneta desde el bolsillo de su abrigo negro de
la U.S. Army.
- Pediré permiso y estaré allí en unos minutos... - Dijo ofuscada.
Luego de unos minutos, y cuando ya se encontraba camino a la casa
de sus padres, Lauren recordó que en los últimos días Cameron se había comportado
de forma inquieta, especialmente a la hora del baño y la de dormir. Su hijo nunca se
había comportado de aquella manera, incluso solía ser muy tranquilo y obediente con
sus abuelos.
Un fuerte suspiro salió de su boca cuando se bajó de la camioneta
encaminándose hasta la puerta de la casa de sus padres, ahí se encontraba Clara con
una mueca en el rostro.
- ¿Qué ha pasado? – Dijo preocupada entrando a la casa.
- Se pone a llorar de la nada, no ha querido comer y sólo se
queda jugando con el peluche de elefante...
Apretó la mandíbula al recordar cómo aquel juguete aún tenía el olor
del perfume de su ex esposa y parecía que Cameron lo reconocía totalmente ya que
el pequeño cada noche lo abrazaba para dormir.
- He pedido la tarde libre, me lo llevaré a casa... Gracias por
cuidar de él. – Le sonrió levemente a su madre.
- Lauren tú sabes que... Quizás deberías dejar que Camila...
- No. – Cortó la frase.
- Camila es su madre, tanto como tú lo eres. – Dijo enfadada
Clara.
Sus ojos esmeraldas se detuvieron en el rostro de su madre la cual le
miraba con el ceño fruncido haciéndole recordar cómo cuando era una pequeña su
madre le reprendía.
- Se me rompe el corazón al saber que Cameron extraña a su
madre... Y se me rompe el corazón al saber lo que estás haciendo con Camila.
- Yo no estoy haciendo nada con ella...
- ¡Sí lo haces! No le has dejado ver a vuestro hijo en dos
semanas...
- Eso no lo he decido yo.
- ¡Basta Lauren!
Pudo sentir cómo su rostro se ruborizaba rápidamente frente al grito
de su madre, e intentó apartar el rostro para no verse descubierta.
- Él es pequeño, pero no tanto como para no darse cuenta que
Camila no está a su lado... No le hagas ésto.
Tragó con fuerza mientras seguía mirando un punto fijo en la pared
intentando interpretar de buena manera las palabras de su madre.

- Si amas a tu hijo, deberías apoyar a Camila que es su otra madre y no


quitárselo. – Finalizó Clara mientras se alejaba por el pasillo al oírse un llanto por
parte de Cameron quien estaba con Michael.
...
Camila observaba con detalle cómo la llovizna golpeaba la ventana,
mientras el olor del café recién preparado invadía el lugar. Cuando se giró el rostro de
Sara Mayer parecía sereno y preparado para aquella sesión.
- Estuve esperando que vinieras antes. – Confesó la psicóloga.
- Ni siquiera sé por dónde comenzar...
- He de suponer que Lauren se ha quedado con la custodia de
Cameron.
- Totalitaria.
La mujer hizo una mueca para luego entregarle una taza de café a la
arquitecta, ambas se sentaron en sus respectivos sofás y Camila intentó mantener la
calma antes de que las palabras explotaran en su boca sin ningún control.
- Jhon Wilson cree que tengo depresión post parto. – Apuntó.
Haberlo dicho en voz alto le parecía algo un poco más real, más
objetivo, incluso más palpable. Se había pasado días investigando de forma individual
sobre lo dicho por parte del psicólogo, y ahora necesitaba que Sara Mayer se lo
confirmara y le explicara más sobre aquello.
Muchas personas viven creyendo que la depresión no es una
enfermedad, que tiene que ver sólo con un estado anímico de la persona, y que por
ende, no están enfermos si no que sólo han tomado la opción de estar "deprimidos",
pero la realidad es que la depresión sí es una enfermedad, la cual tiene una base
orgánica, al igual que cualquier otra enfermedad, sólo que ésta ocurre con las
sustancias químicas a nivel de las neuronas del cerebro, los llamado
neurotransmisores, en éste caso la serotonina y dopamina.
- ¿Recuerdas que el otro día me habías dicho que sentías que
"algo" no andaba bien contigo? – Apuntó Sara Mayer.
- Sí...
- Bueno, creo que ha sido bastante precipitado hacer un
diagnóstico así por parte del Sr. Wison, sin embargo, creo que es posible que tengas
depresión post parto.
- ¿Posible?
- Nosotros como psicólogo hacemos una hipótesis diagnóstica, la
cual se confirmar finalmente con una evaluación por parte de un psiquiatra... ¿Me
entiendes?
- ¿Un psiquiatra? – Dijo asustada.
- Él sólo confirmaría el diagnóstico, te daría parte del
tratamiento que si él lo estima sería con medicamentos y tendrías que mantener tus
terapias conmigo y ya luego sólo tener controles con él.
Un pesado suspiro escapó de la boca de Camila, la cual pestañeó
rápidamente desviando sus ojos marrones desde el rostro de Sara hasta sus manos
que descansaban en su regazo.
- Si tengo depresión post parto, ¿No debería tener problemas en
la relación con mi hijo? – Preguntó dudosa.
- Algunas mujeres reaccionan mal con su pareja, o con otros
familiares... Es realmente obvio que contra quien has reaccionado es contra Lauren.
Sintió cómo el corazón se le encogía, ¿Qué significaba aquello? Sería
aquello la base de que su relación hubiera terminado... ¿Significaba que podía
arreglarse?
Negó levemente con la cabeza confundida. Había pasado más de un
año desde el parto de su hijo, una cantidad de tiempo bastante mayor como para que
ella nunca se hubiera dado cuenta o que alguien más lo hubiera notado... ¿O es que
estaba tan ciega? ¿Y Lauren lo habría notado?
- Sé que es un poco difícil de entender, en general los pacientes con depresión
no son capaces de identificar que algo ha cambiado en su estado anímico, o incluso
en sus acciones... En tu caso pareciera encajar bastante bien, sin embargo, la forma
en que lo has exteriorizado no ha sido con tu hijo, si no que con tu pareja.
- ¿Tiene que ver también con la culpa que siento con respecto al
prematuro parto de Cameron?
- Sí... Si lo piensas fue hasta un parto algo traumático... Estabas
sin Lauren, ella en coma, tú no estabas preparada y luego te quitaron a tu pequeño.
- ¿Cree que... - Se interrumpió nerviosa.
- ¿Qué...?
- ¿Cree que pueda recuperar mi familia?
- ¿A tu hijo? – Enarcó las cejas la psicóloga.
- No sólo a él... Mi familia... Lauren y nuestro hijo.
- Dependerá de ti Camila. – Respondió la mujer de rizos.
...
Los nudillos de la soldado golpearon con fuerza aquella puerta
mientras Cameron miraba curioso el lugar desde los brazos de su madre. Cuando la
puerta se abrió rápidamente la ojiverde pudo detallar el sorprendido rostro de Ally.
- Lauren... - Murmuró la psicóloga.
Sin decir una palabra entró a la consulta mientras Cameron
comenzaba a mover inquietamente sus piernas para intentar zafarse de los brazos de
su madre.
- He intentado hablar contigo, pero no coges mis llamadas ni
respondes mis mensajes. – Apuntó la más pequeña.
- ¿Cómo querías que te hablara luego de lo que has hecho? –
Espetó la ojiverde.
- ¿Perdona? – Dijo confundida.
- Tú fuiste la que me habló sobre pedir un informe psicológico
de Camila, era obvio que sabías qué pasaba con ella...
- No Lauren, no lo sabía... Es decir... Lo sospeché pero, no creí
posible que con una sola evaluación el psicólogo diera como posible diagnostico una
depresión post parto. – Se excusó la chica mientras comenzaba a caminar por el
lugar.
Cameron seguía forcejeando entre los brazos de la soldado, la cual
decidió finalmente bajarlo para que el pequeño pudiera inspeccionar el lugar, sin
embargo no le quitó la mirada para que éste no rompiera nada del lugar ni se hiciera
daño.
- ¿Por qué no me habías dicho lo que sospechabas?... Me parte
el alma saber que he puesto en ésa exposición a Camila...
- Ustedes dos llevan sin comunicarse bien desde que tú has
vuelto desde Irak... ¿Crees realmente que las cosas hubieran cambiado?... Tú misma
pediste un juicio.
- Porque ya no sabía qué hacer...
- Entonces no vengas a lamentarte por algo que hiciste sin
pensar.
- ¿Cuál es tu puto problema? – Dijo enfadada.
Cameron se tropezó con sus propios pies haciendo que cayera
aparatosamente y se asustara. Los sollozos de su hijo le preocuparon de
sobremanera, así que luego de volver a tomarlo en brazos miró de forma fría a Ally.
- Creí que eras mi amiga... - Murmuró Lauren.
- Lo soy... Mira... Sé que me equivoqué en no decirte nada...
Pero soy persona, y puedo equivocarme... De todos modos, no puedes creer que con
el simple diagnóstico de lo que pasa con Camila las cosas se solucionarán... Ustedes
necesitan re construir toda vuestra relación, no quiero que te des de bruces
nuevamente.
Negó con la cabeza mientras intentaba calmar al pequeño ojiverde que
seguía llorando abrazado a su cuello.
- Cameron lleva algunos días comportándose raro... ¿Crees que
sea porque no ha visto a Camila?
- Claro... Los niños reaccionan de diferentes formas cuando son
separados de sus madres... Dios Lauren, me siento horrible... Tienes que creerme
que yo no quise que las cosas terminaran así. – Dijo arrepentida.
- Pues haberlo pensado más Ally, yo también me siento una
mierda por haber pedido ése informe...
Las pequeñas manitos del ojiverde tiraron de algunos mechones del
cabello de Lauren haciendo que ésta entendiera que ya no podía quedarse más
tiempo ahí, seguramente Cameron sólo quería estar en casa con sus juguetes y que
ella le leyera un cuento para dormir como solía hacerlo Camila.
- No me llames por favor, ya suficiente cosas tengo que resolver
en mi vida. – Dijo finalmente la soldado.

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Capítulo 38.

Una semana después Camila volvió a la consulta de Sara Mayer, ésta


vez ya evaluada por un psiquiatra, el cual luego de una larga sesión le había
confirmado el diagnostico que ambos psicólogos habían llegado a decirle a la
arquitecta y, como bien se lo había explicado la mujer de rizos, el médico le había
dejado unos antidepresivos que debía tomar por un tiempo hasta que en los
siguientes controles él finalmente decidiera suspenderlos.
La primera vez que sus ojos habían leído la caja del medicamento,
Prozac, y sacado una pequeña píldora de color blanco con verde sus piernas habían
temblado... A la edad de 24 años jamás se imaginó estar en tratamiento por una
enfermedad que antes sólo creía que les pasaba a las personas que eran débiles de
carácter o aquellas que querían llamar la atención... Había estado tan equivocada al
pensar que la salud mental era un tema menor.
- ¿Has notado algún cambio desde que estás con el
medicamento? – Preguntó con sincera preocupación Sara.
- No la verdad... Bueno, por las noches puedo dormirme un
poco antes de lo que solía.
- ¿Ya has vuelto al trabajo?
- Sí... Aunque he hablado con mi jefe luego de que el psiquiatra
me diera un documento de resguardo sobre mi depresión...
Hizo una mueca frente a la palabra, ya que aún se le hacía un poco
difícil saber lidiar bien con aquello.
- ¿Has hablado de ésto con alguien más? – Rompió el silencio la
psicóloga.
- Con mis padres, con Dinah... Con mi jefe por obvias razones.
- ¿Te sientes cómoda hablando de ello?
- Bueno, claramente son personas con las cuales tengo
confianza... Saben todo lo que tuve que vivir durante el final de mi embarazo y el
parto... Supongo que logran entenderlo.
- ¿Y tú lo entiendes?
- ¿A qué se refiere? – Dijo confundida.
- ¿Sigues culpándote de todo?
- Yo...
Era verdad que con sabiendo ahora que quizás todas sus acciones
habían sido fruto a lo que estaba sufriendo su mente había logrado calmarse un poco,
sin embargo, algo tan sencillo como que algunas personas le hubieran dado nombre
aquello y estar tomando la medicación por unos días no haría desaparecer de forma
mágica lo que llevaba más de un año sintiendo y pensando.
- Pues la verdad... Sí. – Dijo objetivamente.
- Camila... ¿Sabes que el trabajo para dejar todo ésto atrás será
casi exclusivamente tuyo?
Claro que lo sabía, pero cómo podía mantener su mente en orden
cuando lo único que deseaba era ver a su hijo, llevaba tres semanas, tres largas
semanas sin poder abrazar a su pequeño, sin oír los monosílabos que Cameron
dejaba escapar de su boca, sin leerle cuentos antes de dormir.
El llanto comenzó tan rápido y silencioso que Camila se preguntó
realmente si estaba llorando, lo confirmó cuando Sara le miró con una expresión de
tristeza.
- Le extraño mucho... Yo sólo quiero ver a mi hijo.
- ¿Has hablado con Lauren?
- No...
- ¿Por qué?
Se mordió los labios al no saber la respuesta concreta a la pregunta,
no era por el simple hecho de que estaba aún muy dolida porque la soldado no le
dejara ver a su hijo, si no que existían más razones... Y una de ellas era que Camila
se sentía muy arrepentida de cómo había tratado a Lauren durante los últimos meses
de su matrimonio.

- Creo que sería bueno que intentaras que ella pueda tener una conversación
contigo. – Apuntó Sara.
- Sí... - Dijo a lo bajo.
...
Los espasmos de dolores en su costado izquierdo se confundían con
sus pensamientos sobre la música del local de tatuajes donde ahora se encontraba.
Sus ojos detallaron los brazos de Arthur, un ex compañero del instituto que ahora se
dedicaba al arte del diseño con tinta. A Lauren le causaban curiosidad cada uno de
todos los tatuajes que el chico tenía en los brazos.
- Sé que te está doliendo, pero créeme, pronto acabaremos. –
Apuntó el tatuador dejando que la soldado respirara hondamente.
Sonrió levemente mientras removía sus pies de forma nerviosa.
Estaba ansiosa por ver el resultado y por fin dejar ocultas aquellas cicatrices que le
recordaban todos los días lo que había ocurrido en Irak. Quizás con ésto aquel
capítulo de su vida podría cerrarse finalmente, o al menos que al mirarse al espejo el
recuerdo no fuera tan latente.
- ¿Qué pasó con tu novia de instituto? – Preguntó Arthur.
- Pues nos casamos y tuvimos un hijo... Pero nos hemos
divorciado hace casi ya dos meses... - Murmuró.
- Oh, lo siento... Supongo que ya no somos los críos del
instituto. – Rió a lo bajo.
Un sentimiento de nostalgia se instaló en ella mientras se mordía los
labios intentando no vocalizar ningún sonido que su boca quería dejar escapar por el
dolor que estaba sintiendo.
- Te duele ahí porque estoy cerca de tus costillas. – Aclaró el
tatuador.
- Entiendo...
Luego de unos minutos más en silencio el sonido de la máquina de
tatuaje dejó de zumbar contra su piel y la soldado sonrió entre alivio y alegría.
Cuando sus pies le dejaron de espalda contra el espejo y Arthur le pasó otro espejo
para tener entre sus manos logró ver en el reflejo del otro espejo el tatuaje que tenía
en su costado izquierdo.
- Wow. – Vocalizó al sentirse sin aliento.
Justo en donde se encontraban sus cicatrices un tatuaje de números
romanos cubrían la piel. El primer trazado era la fecha en que su mejor amigo había
fallecido y el segundo trazado la fecha de nacimiento de su hijo Cameron.
- Gracias Arthur. – Dijo emocionada.
El chico le ayudó a cubrirse con el vendaje y le dejó las indicaciones
para cuidar del tatuaje. Se despidieron con un corto abrazo y Lauren salió del lugar
dejando que su rostro chocara contra el gélido viento de la ciudad.
Luego de pasar a buscar a Cameron a la casa de sus padres el camino
fue tranquilo, por el retrovisor podía observar cómo el ojiverde iba dormitando en la
silla. Su madre nuevamente le había mencionado que el pequeño se había
comportado de mala manera. Suspiró fuertemente cuando al entrar a casa con su
pequeño en brazos observó lo solitario del lugar.
Dejó a su hijo en la cama matrimonial y se detuvo a observarlo. En los
últimos días el pequeño había estado despertando en mitad de la noche llorando
haciendo que la soldado tuviera que ir hasta la cuna y hacerlo dormir junta ella en la
gran cama, Lauren se pasaba minutos acunándolo hasta dormir, luego durante la
noche el ojiverde se pegaba casi inconscientemente a su cuerpo mientras ella
disfrutaba del calor del pequeño cuerpo de su hijo.
...
Los segundos de espera se le hicieron interminables hasta que una
confundida Lauren abría la puerta de la casa. La soldado iba de chándal y una
sudadera de color azul oscuro, la cual Camila reconoció como un antiguo regalo de
navidad cuando aún no se habían casado.

- Hola... ¿Puedo pasar? – Dijo en voz baja la arquitecta.


La ojiverde afirmó en silencio mientras ambas entraban y Camila pudo
distinguir el silencio en el lugar, se preguntó rápidamente si Cameron estaría en la
casa o no.
- Déjame verlo... Por favor... Sólo cinco minutos. – Pidió casi
implorando y de forma abrupta.
Sus ojos marrones estudiaron el rostro de su ex esposa, podía ver la
confusión y lucha interior, el verde los ojos de la mujer que amaba estaba más oscuro
y las pupilas dilatadas.
- Está durmiendo en nuestra... En... En la habitación grande. –
Reparó la soldado mientras desaparecía caminando hasta la cocina.
Vaya, eso había sido fácil. Frunció el ceño queriendo seguir a Lauren,
pero mejor no arriesgarse y jugar con su suerte.
Cuando sus pies por fin entraron hasta el lugar donde dormía Cameron
las lágrimas se agolparon en sus ojos y un leve sollozo escapó de su boca al mismo
momento en que se recostaba al lado del pequeño que con el movimiento abrió
lentamente los parpados dejando ver aquellos ojos verdes que derretían el corazón de
Camila.
- Mi vida, mamá está aquí. – Saludó susurrando a la vez que
acariciaba la pequeña cabeza del ojiverde.
Cameron abrió de golpe los párpados identificando rápidamente a
quien le hablaba, el pequeño comenzó a sollozar mientras estiraba sus brazos en
dirección de la morena, la cual le abrazó y sus lágrimas comenzaron a rodar por sus
mejillas.
- Mi niño. – Volvió a susurrar mientras el ojiverde tiraba de su
camisa. – Mamá está aquí.
El pequeño acercó sus manitos al rostro de la arquitecta la cual
comenzó a dejar pequeños besos en ellas y sentir las caricias de su hijo. Nada en el
mundo podía compararse con aquello, ni la mayor cantidad de dinero, ni un viajar por
todo el mundo, nada, absolutamente nada.
- ¿Has extrañado a mamá? – Dijo sonriendo al ver que aquellos
dos grandes ojos verdes se detenían en sus ojos marrones.
- Tá. – Vocalizó el castaño.
- Te amo mucho, mucho, mucho. – Rió a lo bajo mientras le
daba un beso esquimal jugando con sus narices.
Camila detalló que el pequeño ya estaba con pijama, uno a rayas de
color blanco con celeste, le hacía gracia, aquella ropa le hacía parecer mayor. Su hijo
se abrazó a su cuerpo y escondió su cabeza en el cuello de la arquitecta.
- Ha estado durmiendo mal. – Resonó la voz de Lauren desde el
marco de la puerta.
Una mano de la arquitecta pasó por el rostro del pequeño el cual se
sujetó a ésta y comenzó a bostezar levemente haciendo sonreír a ambas mujeres.
- Es demasiado pequeño para tener pesadillas... - Murmuró
Camila.
- Está durmiendo conmigo. – Apuntó la soldado mientras
mantenía la cabeza gacha.
- No puedo creer que haya crecido tanto en sólo tres semanas...
- Dijo casi sin aliento.
- Pensé que...
- ¿Qué vendría antes?
Vió a su ex esposa afirmar en silencio para luego volver a observar
detenidamente cómo Cameron jugaba con su mano entre sus manitos.
- Pensé que no me dejarías verle... - Murmuró la arquitecta.
- Es verdad... Pero... No he podido dejar de pensar en que tú...
Lo incómodo de la situación casi se podía palpar, sin embargo Camila
siguió acunando en sus brazos a su pequeño hijo que aún le miraba con los parpados
abierto de par en par como queriendo disfrutar del rostro de su madre el mayor
tiempo posible.
- Estoy con tratamiento... Terapias y medicamentos. – Hizo una
mueca la morena.
Su corazón dio un vuelco cuando Lauren se acomodó junto a ella en la
cama, hacía semanas que no había estado tan cerca de su ex esposa, parecía mentira
que aquella fuera la misma chica con la cual había dormido abrazado durante años.
- Lo siento... - Dijo sinceramente la ojiverde.
- ¿El qué? – Murmuró Camila sin quitarle la mirada a Cameron
el cual intentaba no dormirse.
- Se suponía que debía estar a tu lado... En lo bueno y en lo
malo... Y yo... ¿Cómo es posible que no lo notara? Es decir... Las cosas habían
cambiado, supuse que sería eso... Nunca imaginé que...
- No es tan fácil de percibir cuando estas día a día lidiando con
tantas cosas... Es decir, tú tenías tus propias terapias, rehabilitación y todo...
Supongo que todo se juntó y nos cegamos... Nos equivocamos.
Los colores del atardecer se colaron por la ventana haciendo que un
suspiro saliera de la boca de Camila. La respiración de Cameron se volvió regular y
una gigantesca ternura invadió su corazón al ver cómo su hijo dormía plácidamente
entre sus brazos aún con sus manitos atrapando una de sus manos.
- Te extraño. – Dejó escapar la frase la arquitecta.
Lauren sonrió casi con nostalgia mientras pasaba una de sus manos
por las sabanas intentando diluir sus pensamientos.
- No puedo Camila... - Murmuró la soldado.
- ¿No puedes?... – Dijo confundida.
- Tú y yo... No quiero hacer las cosas más difíciles, no quiero
confundirte, ni confundirme...
- ¿Por qué me haces sentir que aún pese a todo existe una
posibilidad para nosotras?
Los ojos esmeraldas le miraron con atención, Camila pudo percibir el
momento justo cuando el labio inferior de su ex esposa comenzó a temblar y las
lágrimas se agolparon en los ojos de la soldado.
- Por favor... - Susurró la ojiverde negando suavemente con la
cabeza.
- Te extraño... Te extraño... Te extraño... - Repitió a lo bajo.
Sus rostros se aproximaron dejando una pequeña distancia que sólo
bastaba para que una de ellas inclinara su rostro y así sellar a ambas en un beso
- Lo sé, lo he leído en tus ojos. – Murmuró Lauren refiriéndose a
la frase anterior.
Camila se mordió los labios y luego ladeo el rostro dejando confundida
a Lauren la cual no se movió ni siquiera una milimétrica distancia.
- Ya es tarde, debo irme... - Dijo nerviosa la arquitecta.
Cuando su cuerpo rompió la intimidad del momento, y luego de dejar
al pequeño acostado, se pasó ambas manos por el rostro para luego despedirse con
varios besos en las mejillas de su hijo. Podía sentir el rubor en sus mejillas al ver
cómo Lauren había salido de la habitación carraspeando sin decir nada.
El corazón le latía tan rápido que Camila pensó que se le saldría
disparado del pecho.

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Gracias como siempre.
Capítulo 39.

22 de Agosto, 2013 – Boston, USA.


El pelinegro observó cómo Lauren se llevaba ambas manos a la cabeza
de forma nerviosa mientras él seguía en silencio mirándola desde el sofá que se
encontraba en el pequeño salón del piso que compartía su mejor amiga y Camila.
- ¿Y? – Volvió a preguntar nerviosa la ojiverde.
- Bueno... Me toma por sorpresa, digo... Pedirme matrimonio
así... - Dijo de forma seria.
Lauren se abalanzó contra él dejando caer todo su cuerpo sobre el
pelinegro el cuál lanzó una carcajada para luego intentar retirar a la ojiverde de
encima.
- No seas ridículo Cameron, venga ya, dime qué piensas. – Sonó
nerviosa la ojiverde.
Enarcó sus cejas al acercarse nuevamente la pequeña caja de
terciopelo que contenía un hermoso anillo de plata que se acompañaba con un central
y pequeño diamante.
- Creo que Camila va alucinar. – Aclaró el pelinegro.
- ¿Y si me dice que no? – Preguntó asustada.
- ¿Estás idiota o qué?... Vosotras lleváis juntas, ¿Qué, toda la
vida? - Frunció el ceño.
- Sólo casi 5 años... - Apuntó Lauren.
- Pues vosotras sois geniales, la única pareja que supera la
vuestra es la que tenemos Normani y yo.
Cameron le sacó la lengua riendo mientras la ojiverde volvía a dejar
caer su cuerpo sobre el de su amigo ambos riendo tal como lo hacían desde que se
habían conocido de pequeños.
- Tendrás el padrino de boda más guapo. – Se apuntó a sí
mismo elevando una ceja.
- ¿Sí? Qué raro porque aún no me decido quién será...
Le dio un golpe en el brazo, haciendo reír nuevamente a Lauren la cual
rodó los ojos y suspiró para abrazarse tiernamente a su mejor amigo.
- ¿Quién podría ser más guapo que el chico que fue rey del baile
de promoción? – Dijo refiriéndose nuevamente a sí mismo.
- Oh Cameron eso fue hace años, y sólo ganaste porque eras la
pareja de Normani quien sí merecía ser la reina del baile.
- ¡Se lo diré a Camila! – Acusó el pelinegro.
- ¿Por qué mi mejor amigo resultó el idiota más grande del
mundo? – Fingió enojo.
- De todos modos me amas querida mía. – Dijo a lo bajo.
- Por supuesto. – Lauren le pasó una mano por el cabello a
Cameron.
Frunció el ceño mirando cómo la ojiverde sonreía ampliamente a la
vez que volvía a mirar el anillo de compromiso que brillaba de forma casi irreal.
- Es una buena decisión, estoy realmente feliz que tomaras el
valor para hacerlo. – Sonrió sinceramente el chico.
- Camila es el amor de mi vida...
- Claro querida mía... Y ya sabes que tu primer hijo debe
llamarse Cameron.
- Oh tu ego te tiene mal. – Rodó los ojos.
- Yo nunca me equivoco. – Apuntó el pelinegro.
- Ya lo veremos, ya lo veremos...

...
- ¿Y si tiene a otra chica? – Dijo abrumada Camila.
- ¿Estás loca? Lauren jamás podría mirar a otra mujer que no
fueras tú... La tienes loca desde que tú aún no salías de la pubertad. – Murmuró
Normani mirando a su amiga por sobre el borde del vaso de cartón de donde bebía su
Cappuccino.
- Es sólo que ha estado rara éstos días, inquieta... No lo sé.
- Mila, Cameron y ella han vuelto hace poco de aquella misión
en Sudáfrica, quizás aún está nervioso por todo eso o no lo sé... - Intentó calmar a
Camila.
- Sí... Será eso...
La estudiante en práctica de arquitectura se removió en el cómodo
sofá que había en aquella cafetería cerca de la facultad. Agradecía que Normani
siguiera a su lado luego de tantos años, al final y al cabo la morena parecía ser la
única que entendía todos los miedos e inseguridades que vivía Camila cada vez que
Lauren se iba de misión o a combate con la U.S. Army. Por supuesto que la entendía,
Normani vivía lo mismo cada vez que Cameron era llamado a enlistarse. Cuando
ambos jóvenes soldados se iban ella no sólo quedaba preocupada por su novia, sino
que también por Cameron quien se había vuelto en un pilar fundamental en su vida.
- Estoy exhausta. – Murmuró de mala gana Camila mientras
intentaba estirar los músculos de su espalda.
- ¿Qué tal con tu proyecto final? No puedo creer que dentro de
unos meses ya serás una arquitecta. – Dijo sonriendo.
- No dormí en toda la noche para afinar los detalles... Pero todo
saldrá bien... Y yo tampoco me lo puedo creer. – Rió a lo bajo.
Volvió a removerse en el sofá mientras Normani le prestaba atención a
su móvil, Camila supuso que hablaría con Cameron ya que la morena no borraba una
amplia sonrisa de su rostro. A la vez que sentía cómo su cuerpo de adormecía logró
percibir a una pareja que entraba en la cafetería, ambos se veían felices y la futura
arquitecta sonrió al saber que ella tenía la suerte de haber encontrado a Lauren, la
suerte de que la chica que la tenía loca durante el instituto le había pedido salir en
una cita y luego ser novias, la suerte de dormir abrazada a su cuerpo, la suerte de
sacarle fotos cuando la ojiverde se dormía frente al televisor luego de ver partidos de
basketball... La suerte de tener al amor de su vida justo a su lado, cada día, y con
miles de planes futuros.
- Normani, creo que me gusta Lauren... - Dijo divertidamente
Camila.
La chica de piel morena rodó los ojos mientras negaba la cabeza
riendo, ella también rio mientras comenzaba a rebuscar su bolso llamando la atención
de su amiga.
- Me voy guapa, Lauren y yo necesitamos una buena dosis de
sexo... - Le sacó la lengua y se despidió con dos besos en las mejillas.
- No te olvides de los preservativos. – Picó ofendida.
- Idiota.
Cuando iba saliendo del campus a la distancia pudo reconocer la
camioneta del padre de su novia, Lauren solía usarla cada vez que estaba en la
ciudad. Sonrió frente a lo sorpresivo de ver a la soldado allí, llevaba su uniforme de
entrenamiento y cuando sus cuerpos se encontraron la más alta rodeó sus brazos en
la cintura de Camila.
- ¿Y ésta sorpresa? – Dijo divertida.
- ¿No puedo venir a buscar a mi novia? – Entrecerró los
párpados.
- ¿Cómo sabías que ya me iba?
- Oh, un pajarito me lo ha dicho. – Rió
Camila negó riendo entre los brazos de su novia, entonces entendió
que Normani sería quién le había avisado a Lauren que ella ya estaba por salir del
campus.

- Estaba pensando yo... - Murmuró Camila en voz baja contra el cuello de la


soldado.
- ¿Mm? – Interrumpió Lauren para dejarle un beso en los labios.
Los labios de la soldado se fundieron con los de la más baja que dejó
escapar un leve gemido cuando la lengua de su novia entró en su boca buscando
profundizar el beso. Camila apretó sus brazos rodeando el cuello de Lauren mientras
ésta acariciaba sus caderas.
- Soldado Jauregui, lléveme a nuestro piso y hágame el amor
toda la tarde. – Cortó el beso.
- ¿Es una orden? – Enarcó las cejas.
- Lo es soldado.
...
Lauren rodeó con sus brazos fuertemente el delgado cuerpo de su
novia al instante en que entraban a tropezones por el piso hasta llegar a la habitación
que compartían. Camila dejó escapar un gemido cuando las manos de la soldado le
comenzaron a desvestir casi con ímpetu.
- Te amo. – Susurró la soldado.
- Yo también mi amor.
Sus ojos esmeraldas detallaron el plano vientre de su novia para luego
sonreír al momento en que llevaba ambas manos para atrapar los senos de Camila.
Ambas rieron a lo bajo mientras la más baja comenzó a quitarle el uniforme de
Lauren, la ojiverde se excitó aún más al sentir las manos de la morena intentando
quitar el cinturón del pantalón de su uniforme haciendo sonar la hebilla.
- ¿Srita. Cabello, cuál fue la orden que me hizo? – Murmuró con
sus labios contra el cuello de la chica.
- Hazme el amor toda la tarde, toda la noche, todos los días,
toda la vida...
La soldado llevó sus manos hasta el trasero de su novia y apretó con
poca delicadez haciendo gemir a Camila.
- ¡Joder Lauren! – Se mordió los labios.
Sus manos subieron por la espalda de la mujer que amaba para sacar
con prisas el sujetador de encaje color azul que estaba ocupando Camila aquel día.
Sentía su propia piel subir de temperatura al percibir que las manos de su chica
jugaban con el borde de sus bragas.
- Cariño... Sólo hazlo. – Murmuró Lauren sonriendo levemente.
Cuando ambas estuvieron desnudas Lauren tomó en brazos a Camila
para luego dejarla caer sobre la cama de forma delicada.
- Te ves hermosa así de ruborizada. – Dijo la ojiverde
acariciando los cabellos de su novia.
- Soldado Jauregui basta de coqueteos y más acción. – Apuntó
Camila.
Ambas rieron mientras Lauren apartó las sabanas de golpe y comenzó
a besar los senos de su chica, bajando lentamente por el abdomen hasta llegar a la
zona íntima de su chica.
- Tan mojada Srita. Cabello. – Murmuró.
No dejó responder a su novia ya que antes que la morena pudiera
reaccionar Lauren ya tenía su lengua dándole placer. Los gemidos resonaron
melódicamente en el lugar haciendo que la soldado sonriera por un momento.
- No pares, no... - Gimió Camila.
Hizo lo que su chica le pedía y luego de unos minutos más se apartó y
dejó todo su cuerpo caer sobre Camila la cual cerró los párpados placenteramente al
sentir que la soldado encajaba ambas caderas y dejaba en contacto ambos centros.
- Te necesito. – Susurró Lauren en el oído izquierdo de su novia.
Sin esperas pudo sentir los dedos de Camila cerca de su clítoris,
haciendo que un gemido escapara, y luego los dos dedos penetrándola suavemente.
Después de muchas más caricias, gemidos, miradas, y roces ambas
llegaron al orgasmo dejándolas sin aliento.
- Cariño, ¿Podrías ir a por algo de agua a la cocina? – Pidió la
soldado mientras le hacía un puchero.
- Bueno, pero cuando vuelva la quiero nuevamente lista para
hacerme el amor otra vez soldado Jauregui. – Dijo Camila apuntándola con un dedo.
- Por supuesto. – Sonrió haciendo un saludo militar con la
mano.
...
Antes de salir de la habitación se ajustó un pequeño albornoz de color
negro para salir descalza hasta la cocina. Sonrió ampliamente mientras intentaba
arreglar sus cabellos al sentir cómo las piernas les fallaban un poco luego de haber
hecho el amor con su chica.
- Ay Lauren. – Dijo arrugando un poco la nariz al ver cómo
sobre la encimera había un ramo de rosas rojas, sus favoritas.
No lo había visto debido a que cuando entraron besándose lo que
había importado en aquellos momentos había sido llegar rápidamente a la cama.
Cuando tomó el ramo con ambas manos pudo notar que entre las
rosas había una pequeña cajita de terciopelo de color azul oscuro.
- ¡Oh Dios mío! – Gritó dejando caer el ramo de rosas luego de
tomar con ambas manos el objeto.
Rió nerviosamente al sentir cómo Lauren aparecía en la cocina
también en albornoz, pero el de ella era de color azul.
- Veo que no te han gustado las rosas. – Dijo divertida la
soldado apuntando cómo éstas estaban desparramadas en el suelo.
- ¡Lauren! – Volvió a repetir nerviosamente.
La soldado le sonrió y la abrazó por la espalda dejando su rostro
descansando en uno de sus hombros.
- ¿Qué piensas? ¿Es muy pronto? – Murmuró curiosa la soldado.
- Por Dios... Sólo pídemelo bien. – Respondió frunciendo el
ceño.
Lauren dejó escapar una risa mientras se arrodillaba en el frío piso de
cerámica del lugar dejando escapar una mueca que hizo reír levemente a Camila.
- Camila Cabello, ¿Quieres casarte conmigo? – Dijo sonriendo.
- ¡Sí!... Dios, es lo que más he querido desde que tenía 17 años.
– Confesó casi llorando de emoción.
- Te amo cariño.
- Y yo a ti mi amor.

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Gracias por leer!
Capítulo 40.

Fines de Agosto, 2016 – Boston, USA.


Aquella fría tarde de domingo Lauren observaba con ternura cómo
Cameron reía en el regazo de Dinah la cual le hacía cosquillas en los costados
mientras el pequeño terminaba de tomarse un zumo de naranja.
- Está tan grande. – Murmuró la ingeniera mientras pasaba una
de sus manos por el desordenado cabello del ojiverde.
- Y tan guapo. – Apuntó la soldado.
- Es igual a Camila.
Una pequeña sonrisa se instaló en su rostro confirmando lo dicho por
la ingeniera. Se removió en el asiento de una de las terrazas de aquel edificio
comercial, que cabía la coincidencia había sido diseñado por la firma donde
trabajaban Dinah y Camila, aunque claro que éso ya lo sabía.
Lauren podía apuntar cada edificio en Boston que había sido diseñado
por la asombrosa mente de su ex esposa. Recordaba a la perfección cuántas veces la
arquitecta se había quedado sin dormir para terminar los detalles en los planos,
Camila siempre había sido muy ambiciosa con su trabajo, la admiraba, se sentía
orgullosa de ella cada vez que leía en la placa de los arquitectos el nombre de la
mujer que amaba.
- Le han gustado mucho los zapatos que le has regalado. –
Apuntó Lauren intentando cambiar el tema refiriéndose a su hijo.
- Claro, como vosotras sólo queréis que el niño use Converse y
Vans. – Rodó los ojos Dinah. – Un poco de glamour está bien de vez en cuando, en
un abrir y cerrar de ojos el chico ya tendrá un par de novias o novios.
Dejó escapar una carcajada de su boca haciendo que Cameron
sonriera también y sacara la lengua divertido por la actitud de su madre. A Lauren se
le derritió el corazón al ver tan feliz a su hijo.
- No seas tonta, él sólo tiene 1 año. – Dijo frunciendo el ceño.
- Pero será muy guapo.
- Claro que sí. – Sonrió.
Dinah observó cómo Cameron jugaba con algunos botones del abrigo
que estaba usando aquel día, el pequeño era bastante tranquilo, ése comportamiento
le hacía recordar mucho a Camila.
La ingeniera hizo una mueca al saber que ella estaba pasando el día
con el ojiverde y la arquitecta aún no podía ver a su hijo siempre que lo quisiese.
- Lauren necesitamos hablar. – Murmuró detallando cómo la
soldado estaba dándole un sorbo a su vaso de cartón con un café espresso.
- Si me vas a decir lo que todos me han dicho sobre...
- Pues entonces seré como todos y te lo diré. – Interrumpió.
- El otro día le he dejado estar con Cameron.
- Eso fue porque ella te lo suplicó... Mira, sé que no tengo
ningún derecho a juzgarte, pero vosotras dos sois mis amigas, y quiero a vuestro hijo
como si fuera parte de mi familia... Deberías dejar que Camila pueda estar con él,
quizás un día por semana hasta que ella esté mejor...
- Hubo un juicio que...
- ¡Un juicio y una mierda!... Tú conoces a Camila, joder, lleváis
cuántos años juntas, se casaron, vivieron juntas... No vengas a decirme que la
opinión de un tipo que no conoce a tu mujer va cambiar tu percepción sobre ella.
La ojiverde apretó la mandíbula haciendo sonar los dientes mientras
detallaba lo entretenido que estaba Cameron observando el rostro de Dinah, la cual le
sonrió de vuelta para dejarle un beso en la pequeña frente del menor.

- Me consta que lo está intentando... Ya sabes, mejorar... - Murmuró Dinah.


Sus labios se entreabrieron sin saber qué palabra dejar salir, sin
embargo, cuando Cameron se giró para dedicarle una sonrisa a ella supo que quizás
apartar al ojiverde de los brazos de la mujer que amaba haría más complicada una
posible recuperación.
- Le dejaré Cameron éste fin de semana para ver qué tal. – Dijo
finalmente Lauren.
...
Camila volvió a leer unas veinte veces aquel mensaje que su ex
esposa le había dejado en el móvil. "¿Quieres quedarte con Cameron todo el fin de
semana?", una amplia sonrisa estaba dibujada en su rostro mientras sus manos
temblaban de emoción.
Tuvo que sentarse a respirar calmadamente en el borde de su
escritorio, quería reír de felicidad, y luego de pasarse la mano por el rostro logró guiar
sus dedos sobre la pantalla para responder. "Por supuesto, el viernes te llamaré y
coordinamos."
Se pasó la mañana sonriendo mientras seguía terminando los planos
del último proyecto que tenía en manos, era increíble cómo en Boston cada año se
hicieran más y más edificios comerciales, y que ella no se aburriera de diseñarlos.
A la hora del almuerzo Dinah apareció por la puerta de la oficina, la
chica curvilínea pudo percibir el buen ánimo de su amiga por lo cual decidieron que
quizás por aquel día podrían ir a comer algo de pizza y gaseosas.
- Vale, ¿Qué pasó? – Dijo con curiosidad la ingeniera.
- Lauren me dejará estar con Cameron todo el fin de semana. –
Sonrió casi chillando de felicidad.
- Oh Mila, me alegro tanto. – Le dijo sonriendo para luego
morderse los labios.
La arquitecta entrecerró los párpados, Dinah no parecía tan
sorprendida por la noticia, y aquel gesto de morderse los labios nerviosamente
significaba que algo le estaba ocultando, conocía a su amiga.
- ¿Has hablado con Lauren? – Dijo Camila enarcando las cejas.
- Puede ser... - Murmuró Dinah bebiendo del vaso.
- Dinah... - Sonó con un tono de reproche.
- Mila... Todos necesitamos un poco de ayuda de vez en cuando,
¿No?
Los rasgos duros de su rostro volvieron a relajarse mientras se
limpiaba las manos sin quitar ambos ojos marrones de los ojos de su amiga.
- ¿Qué le has dicho? – Dijo curiosa Camila.
- Lauren está muy receptiva Mila... Creo que hasta un poco
arrepentida de todo...
- Tú estuviste aquel día y viste cómo ella fue de fría y todo lo
que hizo para que las cosas fueran a su favor...
- Vale, vale, sí... Pero, ¿Serás tú misma quien se cierre a que
Lauren pueda cambiar de parecer?
- Lo que no me parece justo es todo lo que he tenido que estar
sufriendo mientras ella sabe lo que pasa conmigo... Pasé tres semanas sin ver a mi
hijo... No... No quiero estar a la voluntad de ella, no quiero ilusionar que estaré con
Cameron algunos días y luego ella me lo arrebate como ya lo hizo... ¿Me entiendes?
Dinah afirmó con la cabeza en silencio mientras Camila hacía una
mueca al ver la hora en el móvil, seguramente llegarían tarde si no salían en aquel
momento.
- Tú sólo disfruta a tu hijo lo que más se pueda... Estoy segura
que todo esto terminará bien. – Aseguró la ingeniera.
...

Lauren se dejó caer estrepitosamente sobre el sofá que había en el salón de descanso
de las instalaciones de la U.S. Army. Aquel día miércoles el sargento Walker había
estado especialmente exigente durante el entrenamiento, y a ella todavía le
molestaba un poco su costado izquierdo por el tatuaje. Sin embargo había logrado
realizar casi todas las tareas físicas, lo cual le hacía sonreír con su rostro aún
ruborizado por el esfuerzo realizado por su cuerpo.
- Sigo esperando que me enseñes tu tatuaje. – Murmuró Dianna
poniéndose de pie frente a ella.
- Oh... Tengo una foto en el móvil. – Apuntó la ojiverde
rebuscando en sus bolsillos.
- Preferiría verlo de forma directa. – Le guiñó un ojo.
Agradeció mentalmente tener su rostro lo suficiente ruborizado para
que la rubia no notara que aquel comentario le había incomodado.
- Oh... - Frunció el ceño en respuesta.
Dianna se acomodó a su lado mientras le pasaba una lata botella de
agua y ella abría una botella de zumo de piña. La ojiverde le regaló una tímida
sonrisa en agradecimiento y ambas se quedaron en silencio durante unos segundos.
- ¿Sabes? Aún no me has enseñado la ciudad. – Rompió el
silencio la rubia.
- No soy muy buen guía turístico. – Rió a lo bajo.
- ¿Qué tal una cena y luego nos vamos a bailar? – Sonrió
Dianna.
- Yo... - Sonó insegura.
- Oh vamos Lauren, ¿Hace cuánto que no sales a divertirte?
Pestañeó pesadamente al intentar recordar la última vez que había
salido en plan de diversión, desde que había vuelto de Irak claramente no se habían
repetido aquellas noches en las que solía salir con Camila por la ciudad, las cenas, las
copas, las largas caminatas nocturnas, los bailes improvisados en el parque de la
ciudad. Lo extrañaba, y no podía creer que a sus 25 años hubiera dejado de darse
aquellos tiempos para disfrutar lo fugaz de la juventud.
- Me gusta el sushi, ¿Y a ti? – Dijo de la nada la ojiverde.
- A mí también... ¿Sushi y baile? – Apuntó feliz Dianna.
- Perfecto. – Sonrió.
- ¿Viernes?
- Bueno... ¿Te paso a buscar?
- Por favor. – Rió a lo bajo la rubia.
Lauren se mantuvo observando la mezcla de colores de Dianna que
cambiaban con los días, o al menos así lo había detallado últimamente. Se pasó una
mano por los cabellos al ver que sí había reparado inconscientemente en observar los
ojos de la chica durante aquellos días. Luego de que ambas del beso en la casa de los
hermanos Thompson la ojiverde había notado que la rubia seguía interesada en salir
con ella... No como amigas claramente, algo así como... Una cita.
- Será una cita Lauren, espero y me lleves al mejor sushi de la
ciudad. – Le sonrió perfectamente Dianna mientras se levantaba para abandonar el
lugar.
...
El característico sonido de la llamada entrante por Skype hizo que
Camila diera un respingo en el asiento del escritorio de su oficina. A pesar de que ya
se había ocultado el sol y pocas personas quedaban en el edificio la arquitecta aún
seguía trabajando. Se acomodó y aceptó la llamada.
- Ey, ¿Aún en el trabajo? – Dijo confundida la voz al otro lado de
la pantalla.
- Sí, no me he dado cuenta de lo rápido que pasó la hora. –
Aclaró la arquitecta pasándose una mano por el cabello.
- Me alegra que estemos más en contacto.
- Y a mí también Mani. – Sonrió
Luego de haber decidido que volvería a luchar por Lauren y por
Cameron, la arquitecta se había puesto como propósito volver a reconstruir todas las
piezas perdidas de su vida luego de lo que había pasado con su ex esposa en Irak, y
recuperar su amistad con quien había sido su mejor amiga por años cabía dentro del
plan de Camila.
- Lauren me ha dicho que puedo quedarme con Cameron
durante el fin de semana. – Dijo sonriendo ampliamente.
- ¿¡En serio!? – Chilló sorprendida Normani.
- Sí... Lo único que deseo es que sea viernes luego.
- Ya me lo imagino... Quiero fotos de mi futuro ahijado,
¿Muchas? ¿Vale?
- Claro, te dejaré varias. – Rió a lo bajo.
- ¿Y tú y Lauren? – Preguntó curiosa.
- ¿Lauren y yo?
- Ya sabes... Vosotras... En plan pareja...
- Oh... - Murmuró.
- Chica, vosotras podéis tener otra oportunidad...
- ¿Tú crees?
- ¿Sigues mirando a Lauren con aquella cara de adolescente
perdidamente enamorada como cuando íbamos en el instituto?
- Sí... Supongo. – Rió ruborizándose.
- Pues seguramente Lauren te sigue sonriendo como cuando
salieron por primera vez a por unos helados. – Dijo decididamente Normani.
Camila se mordió los labios recordando cómo en aquella primera cita
luego de que el helado de ambas se terminara Lauren le había besado sin timidez y
luego disculparse por lo apresurado del momento, sin embargo aquel beso les había
unido desde hacía casi ya siete años.
- No la dejaré ir. – Resonó la voz de la arquitecta con
convicción.

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Gracias como siempre!
Capítulo 41.

Se pasó las manos nerviosamente intentando estirar su jersey de color


verde oliva oscuro que escondía una camisa blanca por debajo, a la vez que miraba
con detalles los pantalones negros ajustados que llevaba aquella noche.
Cuando giró su cuerpo pudo observar cómo Dianna salía de la puerta
del copiloto con un largo abrigo blanco que escondía por debajo unos ceñidos jeans
claros y una camisa suelta de color rosa. La soldado mentiría si no admitía que
aquella noche su compañera de pelotón estaba realmente guapa, incluso podía
detallar cómo el gloss en los labios de la rubia brillaba caprichoso con las luces de la
noche.
- Espero que sea el mejor sushi de la ciudad. – Dijo divertida la
rubia entrando por el lugar sacándose el pesado abrigo.
- También lo espero. – Sonrió mientras ambas se sentaban en
una mesa para dos.
Luego de esperar unos minutos mientras un chico tomaba el pedido y
les traía una jarra con agua y un par de vasos Lauren logró destensar sus músculos
que habían estado en alerta desde que Dianna había salido por el portal del edificio
donde vivía.
- Me gustaría saber más de ti... - Mencionó Dianna a la vez que
ladeaba la cabeza.
- Creo que ya sabes varias cosas de mí. – Sonrió levemente la
soldado.
- Oh no... Saber que casi mueres en Irak, que te has divorciado
y tienes un hijo no es mucha información.
Hizo una leve mueca frente al pésimo resumen de su vida que había
salido desde la boca de aquella chica tan guapa, sin embargo, ninguna de ésas cosas
eran mentira. Se mojó un poco los labios recodando que Dianna ya le había besado
pese a no saber nada más de los detalles de su vida.
- Mejor háblame de ti. – Dijo Lauren intentando desviar la
conversación.
- Padre militar, reina del baile de promoción, diversas misiones
en Haití, combate en Sudáfrica y la chica más guapa de toda la U.S. Army. – Sonrió
con confianza.
- La chica más guapa de toda la U.S. Army.... Vaya, cuánto
carisma. – Rió a lo bajo.
- Bueno, seamos justas, tú no te quedas atrás. – Le guiñó con el
ojo.
Lauren rompió el contacto visual para concentrarse en las otras
personas que estaban en el restaurant. Odiaba comparar, pero había una diferencia
casi abismal entre lo extrovertida que era Dianna versus lo tímida que siempre había
sido Camila. Aquella misma timidez, que bien podía recordar, había sido una de las
cosas que más le habían gustado de la chica que usaba lazos en el cabello cuando
aún eran estudiantes en el instituto.
Le parecía casi real la cantidad de años que pasaron desde que había
pillado a Camila mirándole tímidamente durante las clases de física. Nunca había
querido ni intentado cambiar la forma de ser de la chica que luego se convirtió en su
esposa.
Quiso decir algo para evitar que el silencio se prolongara más pero en
aquel momento justo el chico que les había atendido llegaba con el pedido y lo dejaba
en la mesa.
- Mmm, se ve delicioso. – Apuntó la rubia.
- No te comas todos los de salmón que son mis favoritos. –
Frunció el ceño Lauren mientras tomaba los palillos.
- Al menos ya sé algo más de ti. – Sonrió Dianna.
...
- No le digas a mamá Lauren lo tarde que hemos cenado hoy. –
Dijo divertida Camila limpiando los últimos rastros de comida del pequeño rostro de
Cameron.

- Mamama. – Resonó en la boca del ojiverde.


- Sí mi vida. – Le respondió mientras ordenaba las cosas en la
cocina.
Habían cenado más tarde de lo común porque Camila no deseaba que
aquel viernes se terminara. Llevaba unas horas ya con su hijo a su lado, y quería
disfrutar cada minuto sabiendo que hasta el domingo Cameron estaría ahí.
- Hora del baño jovencito... – Apuntó con un dedo la arquitecta.
El pequeño entendió el mensaje y comenzó a sollozar al instante
haciendo que Camila negara con la cabeza mientras le sacaba de la silla de comer. En
brazos lo llevó hasta la habitación donde estaban las cosas del ojiverde, dejándolo en
la cuna y a pesar del persistente llanto por parte de Cameron la arquitecta le buscó el
pijama y las toallas.
- Sin reclamos mi pequeño. – Murmuró divertida llevando al
ojiverde hasta la bañera.
- Mamatata. – Vocalizó el castaño cuando su madre le quitaba
las ropas.
- Será rápido mi vida.
Luego de una pequeña lucha contra Cameron la arquitecta logró darle
el baño exprés, intentando que ninguna gota de shampoo entrara en los hermosos
ojos de su hijo.
Mientras terminaba de secarlo con la toalla de colores para luego
colocarle el pijama de color blanco con verde finalmente Camila se acostó con su hijo
en la cama.
- Tá. – Apuntó Cameron el libro de cuentos que estaba sobre la
mesita de noche.
- Sí mi amor, dame unos minutos para descansar. – Frunció el
ceño al pasarle una mano por la espalda al ojiverde.
- Má. – Repitió.
- Sí cariño...
Camila le sonrió con amor al pequeño el cual se removía en su lugar
de la cama, estaba segura que aquella noche el ojiverde daría la lucha para dormirse,
pero no le importaba, así podría disfrutar más de él.
...
Sus ojos esmeraldas detallaron cómo Dianna terminaba de beber su
Cosmopolitan y le tomaba de una mano para encaminarse hasta la pista de baile. Ella
misma enarcó sus cejas intentando recordar cuándo había sido la última vez que su
cuerpo se había movido al ritmo de la música, pero sonrió al ver cómo la rubia
tomaba las riendas del momento.
- No te vas hacer la tímida ahora. – Susurró Dianna en su oído.
- Veo que te lo pasas bien. – Respondió.
Se mantuvieron bailando unos minutos más, sin mayor intimidad.
Lauren detalló cómo los rasgos simétricos de la rubia se hacían notar con el cambio
de las luces del lugar.
- Me encantan tus ojos. – Volvió a susurrar la rubia.
- Los tuyos también son lindos.
Dianna rió levemente rompiendo el contacto visual. Y así
permanecieron bailando unos minutos más hasta que la mente de la soldado
comenzara a preguntarse cómo estaría su hijo, que para aquellas horas ya debería
estar durmiendo.
- Los pies me están matando, ¿Te parece me vas a dejar a mi
piso y te invito un café? – Preguntó la rubia mientras el sonido de la música bajaba.
- Bueno...
El tiempo se le pasó rápido hasta llegar a la situación en que ambas ya
iban en el elevador del edificio donde vivía la rubia. Lauren detalló que todavía ni
siquiera era medianoche, demasiado temprano para una noche de viernes en que,
supuso, Dianna gustaría pasar toda la madrugada bailando.

- Adelante.
La decoración del piso era bastante agradable, quizás un poco vintage
y con un dulce aroma a lavanda que Lauren logró identificar.
- ¿Un espresso, cierto? – Preguntó Dianna dirigiéndose a la
cocina.
- Por favor.
Se mordió los labios al verse en aquella intima situación. Quizás no
había sido una buena idea aceptar subir al piso, quizás sólo tenía que haber dejado a
la rubia en el portal y fin de la salida, pero, ahí estaba sacándose el suéter de color
verde oliva oscuro que le estaba haciendo sudar frío.
- ¿Azúcar?
- No, sin nada. – Apuntó Lauren mientras se sentaba en una de
las sillas que acompañaban una pequeña mesa que quedaba a la salida de la cocina.
Unos minutos después Dianna apareció con dos tazas. La ojiverde
pudo detallar que la chica se había servido un té verde con una tira fina de un limón.
- No tomo café realmente. – Aclaró la rubia.
Rió a lo bajo intentando quitarle lo incómodo a la situación, finalmente
luego con una conversación de temas banales la soldado logró desinhibirse casi
totalmente. No fue hasta que su taza estuvo vacía que notó que llevaba más minutos
de los esperados junto a la rubia.
- Debería irme. – Anunció la ojiverde mientras buscaba su
suéter en el perchero que había en la entrada.
- Me lo he pasado genial Lauren. – Sonrió Dianna.
- Y yo... - Dudó.
Ambas se quedaron en silencio mientras Lauren pasaba una de sus
manos por sus cabellos frunciendo el ceño, y antes de que pudiera reaccionar Dianna
ya le estaba besando en la boca.
Su primer impulso fue apartar amablemente a la rubia, pero su mente
se quedó en blanco sintiendo cómo la soldado seguía intentando entrelazar sus
suaves labios con los suyos.
La ojiverde respondió el beso mientras Dianna las enlazaba en un
fuerte abrazo que hizo que sus cuerpos tambalearan hasta apoyarse contra la pared
más cercana. La rubia rió entre besos mientras Lauren sentía que su cuerpo se
tensaba.
Frunció el ceño con fuerza intentando no pensar en nada mientras
seguía besando a Dianna y ésta comenzaba a desabrochar la camisa blanca que
estaba usando aquella noche. Podía sentir cómo el tacto de la rubia era decidido y sin
esperas.
Cuando sus bocas se separaron para respirar los ojos esmeraldas
detallaron el ruborizado rostro de Dianna quien había terminado su tediosa misión de
desabrochar todos los botones y finalmente la camisa adornar el piso del lugar.
Sin saber muy bien por qué sus manos se guiaron hasta el borde de la
camisa rosa de la chica, se la sacó tan rápida que la rubia dejó escapar un suspiro
frente a la inesperada acción.
Sus bocas volvieron a juntarse y Dianna comenzó a guiar sus cuerpos
entre leves topes y golpes hasta el sofá, donde Lauren cayó bajo el cuerpo de la chica
sintiendo el agradable peso del cuerpo delgado y tonificado que la soldado tenía.
- Me encantas. – Susurró la rubia antes comenzar a besar el
cuello de Lauren.
Cerró los parpados con fuerzas intentando concentrar toda su atención
sólo en lo que estaba pasando en aquel momento... ¿Qué significaba aquello?,
¿Estaba realmente interesada en hacerlo?
Se quedó sin poder respirar cuando Dianna llevó sus manos al botón
del pantalón negro, haciendo que todo su cuerpo diera un respingo y se levantara
rápidamente del sofá dejando con una expresión de confusión a la rubia.
- No... No puedo. – Pestañeó rápidamente Lauren mientras
buscaba su camisa y comenzaba a vestirse con torpeza.
- Entiendo... - Sonrió de lado la rubia.
- ¿Perdona?
- Creo saber por qué no te acostarás conmigo... O con cualquier
otra chica. – Apuntó Dianna mientras ella también buscaba su camisa.
Apretó la mandíbula mientras terminaba de acomodarse el suéter y
rebuscaba las llaves de su camioneta en los bolsillos.
- Sigues amando a tu ex esposa... - Murmuró Dianna dejándole
un último beso en la mejilla.
...
Camila terminó de leer el cuento de La caperucita roja bajo una atenta
mirada de Cameron el cual aún sonreía por haber oído la voz de su madre. La
arquitecta detalló lo tarde que era y lo increíblemente despierto que estaba el
ojiverde aquella noche, parecía que el pequeño estaba ansioso, quizás pensando que
al despertar mañana no vería a Camila.
Sonrió con emoción al tomar en brazos a su hijo el cual sacó la lengua
divertido sin entender qué pasaba. Y así intentó acunarlo como cuando era un
pequeño bebé de meses de vida, pero Cameron se removió violentamente frunciendo
el ceño enfadado por la situación, él quería seguir despierto.
- Mi vida, hay que dormir... Mamá tiene sueño. – Hizo un gesto
de bostezo el cual Cameron detuvo a mirar.
El pequeño negó con la cabeza mientras comenzaba a jugar con los
botones del pijama de Camila, haciendo rodar los ojos a la arquitecta.
- Estoy segura que mañana de todos modos te despertarás
temprano. – Entrecerró los párpados.
Volviendo a la habitación acomodó a Cameron en la cama, el pequeño
se llevó una de sus manitas a la boca mientras ella se quitaba los aros para por fin
intentar dormir.
- Mamá. – Dijo el ojiverde.
Se giró rápidamente para ver cómo Cameron la miraba
tranquilamente. Abrió la boca sorprendida esperando que el castaño volviera a
decirlo.
- Mamá... Mamama... Mamá. – Vocalizó Cameron mientras
estiraba sus manitos en dirección de la arquitecta.
La primera palabra de su hijo, mamá, y justo en aquellos días en que
podía estar con él. Camila rompió en un llanto que no le supo a tristeza, pero sí a
emoción mientras abrazaba al ojiverde sin que éste entendiera muy bien qué ocurría.
- Mamá... - Dijo otra vez Cameron.
A Camila no le importaba lo repetitivo que sonaba su hijo, el nudo que
tenía en la garganta le impedía decir algo por lo cual sólo cerró más el abrazo y así se
acostaron para dormir. Había sido un hermoso día.

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Muchas gracias por leer, votar y/o comentar... El lunes y martes habrá
maratón. Saludos.
Capítulo 42.

Maratón -> 1/4


***

Aquella mañana la soldado había decido salir a correr por las


manzanas cerca de la casa, lo que no esperaba fue la pequeña llovizna que había
comenzado a caer, sin embargo, se mantuvo con un ritmo regular a través de los
kilómetros mientras corría. Necesitaba sacar de su mente todos los recuerdos de la
noche anterior que le atormentaban. Sentía un extraño malestar en su pecho al
recordar cómo sus propias manos habían respondido al tacto de Dianna.
Su garganta ardía por la necesidad de tomar agua, mientras con sus
ojos detallaba que ya estaba por llegar al antejardín, y sin fallar sus piernas hicieron
los últimos metros para luego parar y buscar las llaves de la casa.
Cuando por fin pudo beber un largo trago de agua y percibir que su
cuerpo estaba empapado, entre su propio sudor y gotas de la llovizna, sus manos
buscaron el móvil que se encontraba en la encimera.
Una tímida sonrisa se le dibujó en el rostro al ver que tenía un
mensaje sin leer con remitente de Camila.
"Nuestro hijo ha dicho su primera palabra, debemos estar orgullosas
de que claramente la palabra fue: Mamá :)"
Dejó escapar una pequeña risa para luego volver a leer el mensaje e
intentar imaginar a su pequeño hablando... Y también deleitarse imaginando la
reacción de su ex esposa.
Sintió su corazón dar un vuelco de felicidad en su pecho. Quizás las
cosas sí podrían mejorar... Quizás existiera una segunda oportunidad para su familia,
para darle la vida que siempre había imaginado a Cameron, para reconstruir su
relación con la chica de ojos marrones y vivir sus días junto a la mujer que amaba.
- ¿Por qué no? – Sonrió llevándose ambas manos al pecho.
No dejó de sonreír mientras por la ventana observaba cómo la llovizna
persistía, parecía que iba a seguir durante todo el día.
...
Camila escuchó a su hijo reír a carcajada mientras Alejandro lo
elevaba por los aires simulando que el ojiverde volaba en los brazos de su abuelo. Su
sonrisa se hizo aún mayor cuando Sinu entró al salón con una caja de galletas de
chocolate.
- Ya sabes que no me gusta que él coma azúcar. – Reprochó a
su madre.
- Oh vamos hija, sólo una, además... Tengo que consentir a mi
nieto luego de no haberlo visto durante tanto tiempo. – Dijo la mujer mientras le
pasaba una galleta a Cameron.
Se sintió triste al saber que sus propios padres también sufrían al no
poder pasar tiempo junto a su único nieto, fue por aquello mismo que había decidido
pasar el día junto a ellos y el pequeño, el cual estaba feliz sentado en el regazo de
Alejandro mientras Sinu le hablaba divertidamente sobre lo delicioso que estaba la
galleta que ella misma le había horneado.
- Me alegra saber que Lauren recordó que tú también eres
madre de Cameron. – Murmuró Sinu al instante en que se sentaba junto a Camila en
el sofá.
Afirmó en silencio sin quitarle los ojos a la tierna escena de ver a su
padre acariciando la espalda del ojiverde.
- ¿Han hablado o algo así? – Dijo curiosa la mujer.
- No realmente... Y aunque yo quisiera, ella aún no parece muy
dispuesta a ello. – Apuntó Camila mientras sonreía al escuchar cómo Alejandro le
explicaba a Cameron de qué le regalaría para la próxima navidad.
- ¿Cómo vas con todo? – Murmuró Sinu intentando cambiar de
tema.
- Bien... Es decir, dentro de lo razonable. – Le regaló una
pequeña sonrisa a su madre.

Y era verdad. Camila por fin luego de un tiempo podía sentir que estaba tomando un
buen rumbo, intentaba llevar las cosas con calma, reconstruirse personalmente,
ponerle más cimientos a las relaciones que eran provechosas en su vida y darse una
nueva oportunidad frente a todo lo pasado. No lo lograría tan rápido, pero sólo
dependía de ella y la ayuda que le daban los medicamentos y sus sesiones con Sara.
- Normani viene a la ciudad la próxima semana. – Anunció
Camila haciendo que sus padres sonrieran.
- ¡Qué alegría! Hace tanto que no la vemos. – Dijo de forma
pensativa Sinu.
- Sí... Desde... El funeral de Cameron. – Habló Alejandro.
A Camila le sorprendía la enorme cantidad de tiempo que llevaba sin
ver a la chica que había sido su mejor amiga por tantos años. Podía recordar a la
perfección cómo ambas antes pasaban días y días juntas, en especial cuando tanto
Cameron como Lauren se iban de la ciudad.
- Por fin conocerá al pequeño. – Resonó la voz de Sinu.
Todos sonrieron mientras el ojiverde intentaba sacar otra galleta de
chocolate bajo la atenta mirada de Camila quien frunció el ceño e intentando
distraerlo se acercó para tomarlo en brazos.
- Mamá. – Sonrió el pequeño mientras apuntaba las galletas.
- No, cariño, mucha azúcar por hoy. – Murmuró besándole las
mejillas.
...
La noche del domingo llegó rápido y Lauren ya se encontraba fuera de
la puerta del piso de Camila, se removió nerviosa en el lugar mientras esperaba que
su ex esposa le recibiera.
Una agitada morena le recibió con Cameron en brazos y con la mochila
de cohete en el otro hombro. Lauren le sonrió a su hijo el cual sin esperar más
comenzó a llorar mientras se aferraba al cuello de Camila.
- Ha estado inquieto desde hace un rato. – Aclaró la arquitecta
haciendo una mueca.
- Mejor entremos e intentemos que se calme. – Dijo la ojiverde.
Los tres volvieron a entrar en el lugar mientras el llanto del pequeño
seguía siendo ahogado en el cuello de Camila. A la soldado las manos comenzaron a
temblarles al no saber qué hacer para llevarse a su hijo sin ser muy abrupta y no
causarle un mal momento a los tres.
- ¿Y si esperamos que se duerma? – Preguntó confundida
Lauren.
- Éstos días se ha dormido sumamente tarde.
- ¿Qué hacemos?
Miró confundida a su ex esposa la cual negó con la cabeza y se
encogió de hombro al tampoco tener una respuesta. Al menos la situación entre
ambas estaba siendo cordial y sin peleas, lo cual era bueno ya que sus nervios se
estaban aumentando por el simple hecho de ver a su hijo llorar y no querer ir a sus
brazos.
- Ey campeón, ¿Vienes con mamá? – Susurró la soldado cerca
del oído del ojiverde.
Éste negó mientras hundía su rostro en el cuello de la arquitecta en
clara señal de que no deseaba irse de los brazos de su madre. Camila le hizo un gesto
con la cabeza para que ambas junto al pequeño se sentaran en el sofá y así
intentaran calmarle. Frente a la cercanía de su ex esposa Lauren sonrió tímidamente
al sentir cómo su rodilla chocaba con la de Camila la cual le dirigió una mirada que la
soldado no logró descifrar del todo.
- Cameron. – Murmuró Lauren intentando que el pequeño le
mirara. – Mi vida, ¿No me das un abrazo?
- ¿No quieres abrazar a mamá Lauren? Ella quiere mucho que le
des un abrazo fuerte. – Dijo calmadamente Camila.

Abrió los parpados sorpresivamente. Lauren estaba desconcertada por lo tranquila


que sonaba su ex esposa, incluso no podía encontrar vestigios del rencor que Camila
le había estado demostrando durante los últimos meses. Y lo mejor de todo era que
ambas estaban interactuando con Cameron, siendo precavidas y cariñosas frente al
pequeño que ninguna culpa tenía de lo que había ocurrido entre ellas.
- ¿No quieres enseñarle a mamá Lauren que ya sabes decir una
palabra? – Sonrió Camila intentando limpiar las lágrimas que caían por el rostro de su
hijo.
- ¿Y si vamos a por un helado? – Susurró Lauren.
- Ey, helado no.... Sabes que nada de azúcar hasta que sea
mayor... - Frunció el ceño la arquitecta.
Estaba segura que su rostro la estaba delatando. Camila odiaba que
Cameron comiera azúcar y por eso mismo las pocas veces que había llevado a por
helados al ojiverde había sido a espaldas de su ahora ex esposa.
- No me lo puedo creer... - Murmuró Camila claramente
entendiendo la expresión del rostro de la ojiverde.
- Oh vamos, sólo fue un par de veces y sabes que no se ha
comido más que unas pocas cucharadas. – Intentó excusarse.
- Lo sé, pero ya hablamos de esto... Aún es muy pequeño. –
Enarcó las cejas.
- Vale, vale... Nada de helados... Lo siento colega. – Rió a lo
bajo mientras le pasaba una mano por la espalda a su hijo.
Sin saber cómo su mano rozó con la mano de Camila, ambas no se
miraron pero la soldado no retiró la mano haciendo que el contacto se mantuviera,
fue la propia arquitecta quien finalmente atrapó la mano de Lauren y entrelazó sus
dedos dejando ambas manos sostenidas en el aire.
Entonces sí alzó sus ojos esmeraldas para observar cómo la arquitecta
tímidamente sonreía al detallar las manos entrelazadas. Ella misma sonrió al sentir
cómo en su pecho se instalaba una agradable sensación de tranquilidad y amor. Se
sentía tan bien, conocía cada detalle de la mujer que estaba sentada a su lado que
extrañaba hasta aquellos pequeños detalles, y sin pensarlo más de una vez comenzó
a acariciar con su pulgar el dorso de la mano de Camila.
- Esperemos hasta que se duerma y ya. – Murmuró Lauren
mientras acomodaba su cabeza contra el sofá.
- Bueno. – Le sonrió en respuesta la morena.
...
- No sabes lo ansiosa que estoy de que llegues. – Dijo Camila
mientras caminaba de un lado para otro en su oficina con el móvil al oído.
- Calma Mila, yo también estoy ansiosa de volver a ver a todos.
- Rió animadamente Normani.
- Ayer Lauren se ha aparecido en mi piso para llevarse a
Cameron. – Habló intentando no sonar tan triste.
- ¿Todo bien?
- Sí, aunque Cameron se puso a llorar cuando notó que se iba
otra vez. – Murmuró Camila pestañeando nerviosamente.
- Es tan inteligente. – Apuntó.
- Me parte el corazón verlo así... No me gusta que él pase por
éstas cosas... Pero espero que Lauren me deje estar con él otra vez ésta semana.
- ¿No le has dicho que voy? – Dijo confundida Normani.
- No, ya sabes, mejor que sea sorpresa. – Sonrió.
- Espero que aún me recuerde.
- Anda ya, no seas boba. – Rió.
- Bueno guapa, debo volver a trabajar, cosa que tú también
deberías hacer. – Picó.
- Hasta ahora, ya nos veremos.
Cuando la llamada se terminó Camila se dejó caer en el asiento frente
a su escritorio. Sus ojos marrones se detuvieron para observar con cariño ambas
fotos enmarcadas que estaban ahí... Su familia... La mujer que tanto amaba y el
pequeño hijo que ambas tenían.
Aún no podía tener certeza sobre qué pasaría entre la ojiverde y ella,
si es que debían seguir con aquella relación casi de cordialidad o ella misma debía
tomar las riendas para darles una segunda oportunidad como pareja... Quizás era
demasiado pronto para decidir algo así, primero ella misma debía estar bien, para ella
misma, para su hijo, para Lauren y luego para una relación.
Respiró hondamente al verse libre de aquel sentimiento de
culpabilidad que le había estado acechando durante los últimos meses. Podía sonreír
con tranquilidad, como queriendo demostrar que las cosas malas pasan, al igual que
las cosas buenas, y que la diferencia está en cómo uno las enfrenta. Camila sentía
que por fin estaba caminando hacia adelante, y sin nada a cuestas. Nada podría ir
mal.
...
Lauren entró a la oficina de Mark Walker sin entender qué ocurría
aquella mañana de miércoles. El hombre luego del entrenamiento le había
mencionado que fuera a verlo luego de comer, y sin más ella se había quedado
confundida por horas hasta que finalmente pudo observar que el hombre se levantaba
de la silla que estaba detrás del escritorio.
- Ha llegado ésta carta hoy a primera hora. – Le anunció
Walker.
El hombre le extendió un sobre blanco con el nombre de la ojiverde y
el escudo de la U.S. Army. Nerviosamente lo comenzó abrir bajo la atenta mirada del
sargento y ambos se mantuvieron en silencio hasta que los ojos esmeraldas
comenzaran a detallar cada palabra impresa en el papel.
Para:
Soldado Lauren Jauregui M.
Es un honor informarle desde la Unidad de Fuerzas Especiales, que,
debido a su brillante carrera durante éstos años en la U.S. Army, junto a su fidelidad
al propósito de nuestra institución que usted ha sido llamada a las filas de nuestro
pelotón. Uno de nuestros soldados viajará hasta Boston donde se reunirá con usted
para darle más detalles dentro de los siguientes días si es acepta nuestra solicitud por
su parte.
Sin más, nos despedimos.
Fuerzas Especiales – U.S. Army – Agosto 2016.
Lauren sintió cómo la boca se le secaba y volvió a releer aquellas
líneas más de dos veces aún bajo la expectante mirada del sargento Walker el cual
luego de unos segundos decidió terminar con su espera.
- ¿Lauren? – Murmuró el hombre intentando llamar la atención
de la soldado.
- Me han reclutado en las Fuerzas Especiales. – Dijo aún sin
quitar sus ojos del papel impreso.
- Oh... Oh Dios mío... Estaba casi seguro que lo lograrías. –
Sonrió ampliamente el hombre
- Yo... Yo... - Dijo nerviosamente.
- ¿Aceptarás? – Preguntó enarcando las cejas.
- Yo...
Lauren volvió a cerrar su boca mientras comenzaba a guardar el papel
en el sobre blanco. No podía precipitarse... Si ella aceptaba enlistarse en aquella
unidad todo cambiaría, seguramente le mandarían a combate lo más antes posible y
todo lo que pasaba con su vida personal se vería cuesta abajo.
- Le tendré una respuesta pronto. – Murmuró finalmente para
salir de la oficina.

----
Capítulo 43.

Maratón -> 2/4


***

Camila se cruzó de brazos mientras se removía nerviosamente por una


de las puertas de salida de pasajeros de vuelos nacionales en el Aeropuerto
Internacional de Logan en Boston. Sabía perfectamente que para aquellas horas cerca
del amanecer siempre hacía más frío que lo acostumbrado pero aun así no podía
evitar estar casi temblando bajo su largo y grueso abrigo color café claro.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver cómo una gran cantidad de
personas comenzaban a caminar desde la salida hasta pasar por su lado. Mirando con
detalle logró divisar a la distancia a Normani, la cual también logró sonreírle mientras
llevaba la maleta con ruedas a su lado.
- ¡Por Dios! – Casi gritó Camila abrazándose al cuerpo de su
mejor amiga luego de dar un divertido brinco frente a la chica morena de piel.
- Yo también me alegro de verte Mila. – Susurró Normani
emocionada al borde de las lágrimas.
El abrazo duró todo el tiempo que sus corazones necesitaron y por la
mente de la arquitecta pasaron una gran cantidad de recuerdos desde aquellos años
que había comenzado su amistad con aquella chica que compartía la clase de química
con ella en el instituto.
- Disculpa por haberte hecho madrugar hoy. – Dijo la más alta
mientras las dos caminaban por el aeropuerto para salir hasta el coche del padre de
Camila quien se lo había dejado el día anterior.
- Tranquila, todo sea por darle una sorpresa a tus padres. –
Sonrió.
Y así sería, Normani sólo le había contado a Camila que ella iría por
unos días Boston, quería sorprender a sus padres que se habían quedado en la ciudad
luego de que ella decidiera irse hasta Atlanta para recomenzar su vida luego de lo que
ocurrió con Cameron en Irak.
- Es una lástima que hoy esté tan liada con el trabajo, incluso
aquel tedioso almuerzo que tengo con mi jefe, pero ya sabes, luego de eso me pasas
a buscar y nos vamos a cenar con mis padres, están felices por verte. – Apuntó la
arquitecta mientras ayudaba con la maleta a Normani.
- Y yo de verles a ellos. – Sonrió con alegría.
Durante el camino a la ciudad la chica más alta le contó a Camila
sobre lo tranquilo del vuelo y sobre el apacible trabajo que tenía en Atlanta. Normani
se dedicaba a administrar un pequeño negocio de textiles que no le quitaba más
tiempo del necesario y le dejaba horas para su verdadera pasión, la danza.
- Ya verás que Boston sigue igual. – Murmuró la arquitecta sin
quitar la vista de la autopista.
- Seguro con más edificios diseñados por ti. – Picó.
- Claro, claro, que para algo me quedo noches sin dormir. – Rió.
Camila se sintió volver a su último año en el instituto cuando solía
compartir todo junto a Normani cada vez que Cameron y Lauren se iban a los
entrenamientos de atletismo y basketball, habían sido confidentes y mejores amigas
pese a que en un principio no encontraron muchas cosas para compartir.
- Intentaré ver a Lauren hoy, estoy ansiosa por pasar algo de
tiempo con el pequeño. – Dijo Normani mientras se arreglaba el maquillaje viéndose
en uno de los espejos del coche.
- Cameron estará feliz de conocer a su futura madrina. – Sonrió
ampliamente Camila.
Y es que entre todas las cosas que la arquitecta se había planeado
solucionar, reconstruir o simplemente hacer, estaba el hecho de que su hijo todavía
no tenía padrinos, inicialmente cuando ella había quedado embarazada junto a Lauren
habían decido que la pareja de Cameron y Normani serían lo más óptimo para aquella
responsabilidad, sin embargo como las cosas no habían salido como todos quisieron
Camila lo dejó estar hasta que algo se les ocurriera, y así había pasado más de un
año sin saber qué hacer. Ahora que había retomado el contacto con Normani se había
decido que seguiría el plan inicial, y con respecto a quién sería el padrino la arquitecta
hablaría con Lauren para ver si le parecía correcto que Chris tomara la
responsabilidad.

De re ojo volvió a ver cómo su mejor amiga le hablaba de un tema banal haciéndola
sonreír y sentir que las cosas iban bien, o que al menos ella estaba llevándolas por
primera vez en mucho tiempo.
...
Lauren pestañeó varias veces más hasta entender que la mujer que
tenía enfrente no era un espejismo si no que realmente era Normani Kordei, su
amiga, la verdadera Normani.
- No has cambiado nada. – Saludó la morena de piel.
- Sigues igual de guapa Normani. – Dijo Lauren antes de
abrazarla.
Durante el abrazo los ojos de la soldado se agolparon de lágrimas, las
cuales caprichosamente y sin permiso comenzaron a rodar por sus mejillas. Un fuerte
suspiro escapó de su boca al verse expuesta a tantas memorias con un solo abrazo.
Era inevitable no pensar en Cameron, no volver a recordar la risa del alto pelinegro y
las veces que lo escuchó decir lo feliz que era al lado de la mujer que justamente
ahora Lauren estaba abrazando.
- Que hermosa sorpresa. – Murmuró la ojiverde sin terminar el
abrazo.
- Es un gusto volver a verte Lauren... Creo que no te veo desde
que te fuiste a... Irak...
Afirmó en silencio lo dicho por la morena, era verdad, ella no había
podido ir al funeral de Cameron y por lo que recordaba Normani tampoco había ido a
visitarla al hospital. Pero no tenía rencores con ella, lo entendía, como entendía a la
madre de su mejor amigo, ambas mujeres habían estado demasiado destrozadas
como para ir a verla en aquellos momentos.
- Me alegro tanto de que... De que pudieras volver. – Dijo
Normani mirándola a los ojos.
Lauren lloró sin vergüenza en los brazos de su amiga, lloró sabiendo
que muchos otros soldados no lo habían logrado, y que hasta su mismo mejor amigo
había sido uno de los caídos en acción.
- Y no me sorprende que hayas vuelto a la U.S. Army, me
alegro que tus sueños sigan intactos. – Murmuró la morena acariciando la espalda de
Lauren.
El silencio que siguió no fue incómodo, fue tranquilo y necesario para
ambas, queriendo decir tantas cosas y tan pocas a la vez.
La ojiverde terminó el abrazo para comenzar a limpiarse las lágrimas a
la vez que Normani también dejaba su rostro sin rastros del silencioso llanto.
- Venga, llévame a conocer al pequeño, que bastante tiempo ya
me he perdido. – Sonrió con nostalgia Normani.
El camino a casa fue más corto de lo que había esperado la morena.
Cuando aparcaron fuera de la casa Normani sonrió mirando con detalle el rostro de
Lauren.
- Es algo grande para tres personas... Digo... Para Cameron y
para mí. – Se corrigió Lauren.
- Es hermosa.
- Camila odia las escaleras que tiene, ya sabes, cosas de
arquitectos. – Rodó los ojos mientras salían de la camioneta.
- ¿Con quién está el pequeño?
- Con mi madre, le encantará verte. – Sonrió.
Al entrar en la casa la soldado fue recibida por su pequeño hijo quien
andaba caminando por el lugar con el peluche de elefante entre las manos. La
soldado se puso a la altura del ojiverde y lo recibió con los brazos abiertos haciendo
que éste soltara una carcajada contagiosa.
- Normani, éste es Cameron... - Dijo Lauren mirando a su
amiga.
- Oh por Dios... Es más hermoso que en las fotos. – Rió
Normani mientras sus ojos volvían a brillar por las lágrimas que se estaban
acumulando en ellos.

- Mira cariño, ella es tía Normani... Ella te quiere mucho, mucho, asi que le vas
a dar un abrazo, ¿Sí? – Le murmuró Lauren al pequeño.
Cameron se abrazó a su madre y escondió su rostro en el pecho de la
soldado la cual sólo se encogió de hombros intentando no reír frente a la timidez de
su hijo.
- Creo que éso lo ha sacado a Camila. – Mencionó Normani la
cual no quiso acercarse más por miedo a cómo reaccionaría el ojiverde.
- Sí, es un poco tímido cuando conoce a las personas, pero
luego se le pasa... ¿Cierto mi vida? – Le dijo al pequeño.
El castaño hundió más su rostro contra el abrigo de su madre mientras
ésta le pasaba una de sus manos por la espalda, no había prisas, todo estaría bien.
Sería un hermoso día, el hermoso día en que la mujer que hizo feliz a su mejor amigo
conocería al pequeño Cameron.
...
La arquitecta rió frente a la pésima broma que su padre había hecho
durante la cena mientras Normani negaba con la cabeza intentando simplemente
terminar de beber su copa de vino tinto.
- Es tan bueno verte querida. – Dijo Sinu mientras hacían la
sobremesa.
- Usted sigue igual de guapa Sinu. – Apuntó la morena.
- ¿Por qué tú me dices cosas así Alejandro? – Rió a lo bajo la
mujer.
- Porque yo sí tengo que aguantarte todos los días.
Todos rieron frente a la actitud del padre de la familia mientras Camia
sentía que los ojos le brillaban de emoción al sentirse tan plena con la escena que se
estaba dando en aquella noche.
- Bueno, os dejamos para que sigáis cotilleando como cuando
estabais en el instituto. – Anunció Sinu mientras Alejandro comenzaba a levantar las
cosas de la mesa.
- Gracias mamá, estaba excelente la cena. – Dijo Camila.
- Gracias Sinu, gracias Alejandro. – Sonrió Normani.
Sin saber muy bien por qué Camila se encaminó a su antigua
habitación seguida por su mejor amiga, parecía ser una acción idéntica a cómo lo
hacían cuando eran más jóvenes y la morena iba a cenar a su casa para luego
quedarse la noche entera hablando sobre sus respectas parejas.
- No puedo creer que esto siga igual a cómo lo recuerdo. –
Habló Normani refiriéndose a la decoración de la habitación.
- Bueno, ya sabes que luego de que me fui a vivir con Lauren
nunca volví a cambiar las cosas aquí y supongo que a mis padres les causa algo de
nostalgia. – Apuntó Camila mientras se sentaba en su cama.
- Sigue siendo la cama donde tenías sexo con Lauren. – Rió a lo
bajo.
La arquitecta le tiró unas de las almohadas sin mucho éxito a la
morena, Normani tuvo mejores reflejos que el fallido intento de Camila.
- Sigo enamorada de ella. – Dijo dejándose caer de espalda en
su cama.
- He ido a visitarle hoy.
- ¡¿Qué?!
- No me resistí a esperar, llevaba tanto tiempo sin verle... Sigue
igual, creo que alguien no le avisó a su rostro que el paso del tiempo era real. – Rió
encogiéndose de hombros.
- Créeme que sólo hace poco ha logrado recuperar todo el peso
que perdió mientras estuvo hospitalizada y en terapias... Creo que perdió más de 10
kilos durante todo aquello. – Murmuró Camila perdida en sus recuerdos.
- Lo importante es que se ve bien...
Su cuerpo sufrió un pequeño escalofríos al recordar lo delicada que se
veía Lauren cuando estuvo conectada a la respiración mecánica y cómo el rostro de
su ex esposa parecía marcado por el cansancio y la falta de vitalidad.
- Además he conocido a Cameron. – Murmuró Normani con un
poco de dificultad el nombre del pequeño.
Abrió la boca sin saber qué decir, para luego esperar en silencio que
su amiga le detallara lo sucedido.
- Es encantador Camila... Él simplemente es hermoso, cariñoso
y muy parecido a ti. – Dijo sonriendo Normani. – Estoy tan feliz de haberlo
conocido... Cameron estaría babeando por él, seguramente no lo hubiera dejado en
paz ningún momento y le habría regalado su primer par de zapatillas para el
atletismo o un balón de basketball...
Ambas chicas se quedaron en silencio. Camila sonrió con nostalgia al
recordar a su amigo, el cual seguramente hubiera hecho todas aquellas cosas y
mucho más. Lo que no percibió la arquitecta fue el llanto silencioso que Normani
estaba teniendo, y es que ella sí había perdido al amor de su vida y no había vuelta
atrás.
...
La soldado acomodó el gorro de lana en forma de panda en la cabeza
de su hijo mientras Normani salía de la camioneta con la mochila en forma de cohete
al hombro.
- ¿Estás segura de que no te molesta que hubiera invitado a
Camila? – Repitió la morena de piel mientras los tres se encaminaban por el parque.
- Claro que no... Digo... Entiendo que quieras pasar tiempo con
ella también, y estoy segura que pasaremos un agradable día. – Dijo Lauren mientras
iba caminando con Cameron en sus brazos.
- Ella estará muy feliz de vernos.
¿A los tres?, se preguntó la ojiverde mientras a lo lejos podía detallar
cómo Camila caminaba rápidamente en dirección de ellos. Quizás sí... Deseó que sí,
deseaba que la mujer que amaba se alegra de verla, y se sentía feliz de lograr
compartir un poco de tiempo con la arquitecta en una situación agradable y
acompañada por Cameron y Normani.
Cuando ya todos estuvieron juntos Cameron se removió en los brazos
de la soldado la cual lo dejó sobre el césped. Sin mucho esperar el pequeño caminó lo
más rápido que pudo hasta los brazos de Camila la cual se dejó caer al césped
abrazada de su hijo, ambos riendo frente al reencuentro.
La soldado sonrió ampliamente frente a la sincera y pura alegría que
existía en aquel sencillo momento. Sonrió al saber que pese a todo su ex esposa
podía ser feliz, pese a todo lo que había tenido que soportar. Y sonrió al saber que
ella también podía ser feliz pese a todo lo que había tenido que soportar.
Normani comenzó a conversar con naturalidad con Camila la cual le
entregaba mimos a Cameron con una facilidad casi envidiable. El pequeño comenzaba
a sacar sus juguetes desde la mochila y Lauren le ayudaba a no desordenar todo lo
otro que había dentro.
- Mamá. – Dijo el castaño mientras le enseñaba un dinosaurio
color morado a la ojiverde.
- Sí mi vida, dinosaurio. – Repitió calmadamente Lauren.
- Creo que es una palabra muy difícil para aprender aún. – Rió
Camila.
Sus ojos esmeraldas brillaron con amor al detallar a aquella hermosa
mujer que se había convertido en la madre de su hijo, aquella valiente mujer que se
había quedado esperando su vuelta luego de cada misión y combate, que había
soportado que ella no estuviera durante el parto de su hijo prematuro y, que pese a
todo, Lauren deseaba abrazar todas las noches para dormir.

---
Mañana dos capítulos más, gracias por todo.
Capítulo 44.

Maratón -> 3/4


***

Fines de octubre 2015, Boston – USA


La ojiverde sonrió ampliamente al lograr sentarse en el sofá del salón
sin muchos problemas gracias a ambas muletas que le ayudaban a caminar. Esperó
impaciente que sus padres se despidieran con mimos y sonrisas del pequeño bebé
que Camila tenía en brazos.
Y es que por fin luego de casi tres meses Cameron salía del hospital,
por fin el pequeño ya no necesitaba más medicamentos, máquinas y estar lejos de
ellas. Aquel sería el día en que Lauren por fin volvería a sentir que había construido
una familia junto a la mujer que amaba.
- ¿Lo quieres tomar en brazos? – Murmuró Camila acercándose
al sofá y sentándose al lado de la ex soldado.
- Por favor... - Susurró mientras estiraba con cuidado sus
brazos.
El bebé se quejó levemente al ser separado de los brazos en que
estaba pero se quedó tranquilo en los nuevos brazos que le recibían. Lauren detalló
que el pequeño abría sus parpados perezosamente mientras comenzaba a estirar sus
inexpertos brazos.
- Es tan pequeño... - Volvió a susurrar admirando a su hijo.
Con su hijo en brazos, escuchando los sonidos que salían de pequeña
boca, y mirando aquellos ojos verdes, Lauren sintió que su corazón retomaba toda la
fuerza necesaria que precisaba para las terapias que estaba teniendo día a día, tanto
para su estado físico como para su salud mental. Su pequeño ojiverde era un bálsamo
para su inquieto corazón.
Un fugaz estornudo remeció el cuerpo de Cameron haciendo que
Lauren abriera los parpados de par en par buscando el rostro de su esposa la cual le
pasó una mano por el hombro.
- Es normal en los bebés, no es que esté resfriado o algo. –
Apuntó Camila mientras seguía mirando tiernamente la escena.
- ¿Te lo ha dicho Matthew? – Se refirió al neonatólogo.
- No, me lo ha dicho mi madre. – Rió a lo bajo.
Afirmó en silencio regalándole una sonrisa a la morena la cual apoyó
su cabeza en el hombro izquierdo de la ex soldado. Así se mantuvieron unos
segundos más observando cómo el bebé se mantenía tranquilo en los brazos de
Lauren.
- Se parece tanto a ti. – Dijo la ojiverde pasándole el dedo
meñique por la nariz a Cameron.
- A mí me encanta que tenga los ojos verdes. – Sonrió Camila
jugando con uno de los diminutos pies del bebé.
Lauren logró dejarle un beso en la frente a su esposa y ambas se
acomodaron de mejor forma en el sofá mientras por la ventana se colaba el sonido de
la llovizna caer sobre la ciudad.
- Creo que por fin podré dormir tranquila hoy. – Confesó la
arquitecta.
Un sentimiento de angustia se instaló en su pecho recordando todas
las noches en que Camila había pasado llorando luego de volver del hospital sin
Cameron. La morena ni siquiera lograba calmarse cuando ella la abrazaba bajo el
edredón y le decía dulces palabras al oído de que todo mejoraría. Se había sentido
tan frustrada de no poder hacer al respecto, sin poderle darle la seguridad a su
esposa de que todo realmente mejoraría... Pero ahí estaban ahora, con el pequeño
descansando con ellas en el hogar que habían imaginado un día.
- Eso hasta que se despierte en medio de la noche. – Picó la ex
soldado.
- Te tocará a ti mudarlo si es que eso llega a pasar. – Sonrió la
morena acomodándose más contra el hombro de la ojiverde.

- Apenas puedo caminar Camila... - Dijo pesadamente.


- Acuérdate que dormirá con nosotras por un tiempo. – Apuntó
la arquitecta.
Habían decidido hacerlo así por las primeras semanas en que el bebé
volviera a casa, para que no fuera tan radical el cambio de pasar de una incubadora a
una cuna en una habitación solitaria. Mientras fuera pequeño todo estaría bien, a
Lauren le encantaba la idea de compartir cada instante junto a su hijo.
...
Sus ojos marrones detallaron la hermosa imagen que tenía frente a
ella. Lauren dormía al lado del pequeño Cameron, ambos en una posición muy
parecida en que tenían los brazos abiertos y la cabeza hacia la izquierda. Camila
sonrió al percibir que el bebé parecía una réplica de Lauren pero en miniatura.
Intentando no hacer mucho ruido ni movimientos la arquitecta se
acostó a la derecha de Cameron y le acarició levemente el gorrito celeste que hacía
juego con el pijama que llevaba aquel día el bebé.
No supo exactamente en qué momento se durmió pero cuando sintió
el leve llanto del bebé supuso que aún no salía el sol al ver que la habitación
continuaba a oscuras.
- Calma mi vida. – Susurró la arquitecta mientras se
incorporaba para encender la lámpara de la mesita de noche.
Mientras la luz invadía sutilmente el lugar Cameron abrió más los
parpados para tomar una cantidad suficiente de aire para volver a removerse y llorar.
Cuando Camila lo tomó en brazos pudo sentir que Lauren también se
había despertado y se había quedado mirando sin entender exactamente qué pasaba.
- Creo que tiene hambre. – Apuntó Camila luego de cerciorarse
que el pañal del bebé estaba limpio.
- ¿Necesitas algo? ¿Un vaso de agua? – Murmuró con la voz
ronca Lauren.
- Tranquila me he traído una botella antes de dormir. – Sonrió
mientras acomodaba a Cameron contra su pecho.
El pequeño se acomodó bien y comenzó a amamantar tan
rápidamente que hizo reír a Camila mientras ésta le pasaba una mano por la espalda
al bebé.
- ¿Puedo... - Susurró Lauren mientras se acomodaba en la
cama.
- ¿El qué cariño?
- Mirar... Digo... No te he visto amamantarlo desde que ambas
fuimos a conocerlo. – Apuntó la ex soldado.
- Claro que puedes... ¿Crees que me da vergüenza? – Dijo
curiosa.
- No... Es sólo que... Quizás quieras privacidad o algo...
- Lauren tú también eres la madre de Cameron... Sé que las
cosas no han salido tan naturales como hubiéramos querido, pero quiero que seas
parte de todo lo que tenga que ver con nuestro hijo. – Sonrió.
A través de la sutil luz que impregnaba la habitación logró ver cómo
los ojos esmeraldas brillaban antes sus palabras haciendo que sus propios ojos
marrones le devolvieran la magia a la mujer que tanto amaba.
Un pequeño suspiro escapó de sus labios al sentir que Cameron seguía
succionando con más fuerza de la necesaria y éste tenía el ceño fruncido, gesto que le
hizo sonreír mientras Lauren reía a lo bajo.
- Espero que no tenga tu carácter. – Murmuró la ojiverde.
- ¡Oye! La que anda siempre con el ceño fruncido eres tú. – Dijo
ofendida.
La risa de Lauren invadió el lugar y a la vez el corazón de Camila la
cual acarició una mejilla de Cameron y éste siguió en su acción ajeno a todo.

- Los amo. – Resonó la voz de Lauren.


Giró su rostro para mover sus labios y decir en silencio "Yo también"
mientras la ojiverde le leía perfectamente los gestos.
...
A la mañana siguiente Lauren se sintió con las suficientes fuerzas para
hacer ella misma el desayuno, asi que escapando en silencio desde la habitación bajó
calmadamente las escaleras hasta llegar a la cocina con ayuda de las muletas.
Colocó el agua a calentar, sacó dos tazas de color rojo, buscó el pan
para tostar, los huevos para freír y la mermelada de frambuesa, su favorita.
Por la ventana podía observar que el cielo no les regalaría un día
soleado en Boston, sin embargo agradecía que por el momento ni ella ni Camila
tuvieran que salir de la casa.
Una vez que el desayuno estuvo casi listo Lauren se giró rápidamente
hasta llegar a la encimera donde el pan había saltado de la tostadora, pero sin darse
cuenta uno de sus pies se tropezó con el otro haciendo que su cuerpo cayera de
bruces contra el piso y que su boca dejara escapar un quejido al caer sobre su
costado izquierdo. Su vista se nubló de dolor mientras se removía en el piso
llevándose inconscientemente ambas manos a donde tenía las cicatrices. El aire le
faltó mientras intentaba volver a ponerse de pie.
- ¡Lauren! ¡Oh Dios mío!... ¿Estás bien? – Resonó la voz de
Camila por toda la cocina.
Abrió los párpados intentando enfocar el rostro de su esposa mientras
con angustia seguía tocándose el costado izquierdo que le ardía debido al golpe.
- ¿Te puedes parar o quieres esperar un poco? – Murmuró la
arquitecta estirando sus brazos sujetando el cuerpo de la ojiverde.
Negó con la cabeza mientras escondía su rostro en el cuello de Camila
la cual se había acomodado a su lado en el piso de cerámica. Ambas se quedaron en
silencio unos segundos hasta que Lauren intentó reincorporarse con la ayuda de la
morena.
- Disculpa... - Dijo a lo bajo con un poco de vergüenza.
- Lauren no tienes que disculparte... No me molesta ayudarte mi
amor. – Aclaró Camila pasándole una mano por el rostro a la ojiverde.
Lauren contuvo un sollozo mientras se sentía frustrada e inútil al no
lograr ponerse de pie de forma independiente bajo la preocupada mirada de su
esposa.
- Cariño no llores por favor. – Suplicó la arquitecta mientras
intentaba acunar a Lauren en sus brazos.
- Ni siquiera puedo caminar por mi cuenta... - Dijo entrecortado.
- Ya podrás, ya verás...
- Estoy siendo un estorbo... Quisiera poder ayudarte más con el
bebé y lo único que hago es quitarte tiempo...
- Basta... No digas eso... Todo irá mejor.
Un quejido de dolor escapó de la boca de Lauren cuando Camila llevó
una de sus manos hasta el lugar donde estaban las gruesas cicatrices bajo la camisa
del pijama, se quedó en silencio mientras intentaba controlar sus lágrimas.
- Escúchame... Cada vez que caigas yo estaré ahí para
levantarte... Éstas cicatrices son sólo el recuerdo de que un día luchaste para volver
conmigo y con nuestro hijo.
- Te amo... No tienes idea de cuánto... - Susurró Lauren contra
el cuello de su esposa.
- Todo mejorará, ya lo verás...
...
Cuando Camila terminó de cocinar la cena se encaminó hasta el salón
donde Lauren estaba con Cameron. El corazón le dio un vuelco de felicidad dentro de
su pecho al ver cómo su esposa le estaba hablando al bebé el cual se mantenía con
los párpados abiertos de par en par detallando el rostro de la ex soldado.
Aún no podía asimilar bien que por fin su hijo ya estaba en casa con
ellas, y aunque las cosas no habían salido como ella lo hubiera deseado no podía
estar más agradecida de que por fin las dos personas que más amaba estaban ahí
junto a ella.
Y es que las cosas nunca salen como uno las planeas, quizás por
capricho del destino y la vida, o quizás porque algunas cosas simplemente tienen que
ser de una forma para luego entender por qué precisamente aquellas cosas pasan con
nosotros. Puede ser justo o injusto, quedará a nuestro propio juicio aprender de ellas
y seguir adelante mientras otros planes se crean en nuestras mentes y se anhelan
con el corazón.
- Espero que no le estés hablando de basketball. – Apuntó la
morena mientras se acomodaba al lado de Lauren.
- Oh no... Estábamos hablando de lo hermosa que es mamá
Camila. – Sonrió.
- ¿Ah sí? – Enarcó las cejas divertidamente.
- Claro... Además ya le he contado cómo nos conocimos en el
instituto.
- Estoy ansiosa de escucharlo nuevamente cuando él realmente
te lo pregunte. – Rió a lo bajo.
Lauren le sacó la lengua de forma infantil mientras Cameron removía
sus pequeños brazos sobre el regazo de la ex soldado.
Todo estará bien... Espero... Pensó Camila mientras se pasaba una
mano por el rostro y le devolvía la sonrisa a Lauren.

---
Capítulo 45.

Maratón -> 4/4


***

Septiembre, 2016 – Boston, USA.

- ¿Entonces? – Mencionó Sara mientras enarcaba sus cejas.


- Lauren y yo nos juntaremos para hablar sobre los días en que
podré estar con Cameron...
- Es decir, que ella no tendrá la custodia totalitaria...
- La tendrá, según la ley... Supongo que si ambas llegamos a un
acuerdo... – Hizo una mueca frente a la palabra. – Ambas podremos estar con
Cameron.
Los rizos de la mujer dieron un suave resalte cuando la psicóloga se
giró rápidamente hasta ver directamente a los ojos marrones de Camila la cual se
había cruzado de brazos contra el pecho.
- Sin embargo hay algo que te preocupa... ¿No? – Murmuró.
- Es sólo que... No quiero que Lauren me tenga pena porque yo
esté con terapias y medicamentos... No quiero... No quiero que me deje de ver como
algún día lo hizo antes de que todo esto pasara...
- Dudo que te llegue a ver así... Si bien recuerdo tú misma te
mantuviste al lado de Lauren en todo el tiempo que ella hizo terapia, ¿O me
equivoco?
- Fue diferente... La ayudé mucho con las terapias con el
fisioterapeuta, Lauren prácticamente tuvo que aprender a caminar otra vez y saber
lidiar con los dolores de espalda que ha sufrido desde que perdió un riñón... Pero de
las terapias con su psicóloga nunca me hablaba ni yo preguntaba...
- ¿Por qué?
La arquitecta le dirigió una mirada confundida a Sara, no tenía una
respuesta concreta, pero muy en el fondo Camila sabía que la verdadera razón de que
nunca preguntó fue porque Lauren se había negado a hablar con ella de lo ocurrido en
Irak, sólo lo hablaba con su psicóloga y sinceramente la arquitecta se había sentido
traicionado por parte de su ahora ex esposa al romper la confianza que existía entre
ellas.
- Lauren nunca quiso compartir conmigo lo ocurrido en Irak...
Se cerró en no darme detalles y no contarme sobre sus pesadillas... Se suponía que
yo era la persona en la que más confiaba pero aun así no se abrió conmigo...
- Debió existir una razón...
- Pues me gustaría saberla porque realmente me destrozó
aquello. – Dijo pesadamente Camila.
Sus pies se movieron nerviosos por el lugar mientras volvía a ver la
hora en su móvil intentando no incomodar a Sara.
- Es posible que Lauren no quisiera hablar contigo todo aquello
porque ya bastante tenías suportando lo que pasó con el parto de Cameron y lo que
pasó con el bebé... ¿Nunca pensaste lo impotente y frustrada que se pudo sentir
Lauren? Es decir... Ella siempre fue quien te protegía y tomaba la iniciativa con todo y
de un momento a otro perdió la posibilidad de ser así... Seguramente guardarse todo
lo horrible que pasó allá y lo que veía en sus pesadillas era su forma de protegerte de
aquello.
Su boca se secó mientras sentía que las piernas perdían el soporte de
su cuerpo. Nunca lo había visto con tanta claridad, sólo podía recordar el dolor que
sentía en su pecho al ver cómo Lauren prefería hablar de todas aquellas cosas con
una completa desconocido que con ella.
- Hay muchas cosas que aún te quedan por aceptar Camila...
Pero creo que vas bien... Sólo espero que entiendas que las cosas toman tiempo.
Afirmó en silencio mientras le dedicaba una tímida sonrisa a Sara, la
cual le devolvió el gesto. Era cierto, había tantas cosas por limpiar y reparar, pero la
arquitecta se sentía capaz y lista para todo aquello.

..
- ¡Jauregui! – Resonó la voz del sargento Walker a través del
campo de entrenamiento.
Lauren se estremeció al mismo momento en que la lluvia comenzaba a
caer sobre todos los soldados que seguían entrenando bajo la firme mirada del
hombre. Ella dejó de lado lo que estaba haciendo y se acercó corriendo hasta donde
se encontraba su superior.
- Me ha llamado el sargento Clark, el encargado de las Fuerzas
Especiales... Necesitan una respuesta. – Dijo el hombre.
Abrió la boca al mismo momento en que fruncía el ceño mientras
intentaba colarse bien de pie y mirar directamente a los ojos del hombre.
- No... Mi respuesta es no. – Habló Lauren.
El sargento elevó ambas cejas sin hablar una palabra, haciendo
entender a la ojiverde que le debía una explicación al hombre que hacía unas
semanas le había dicho que él confiaba plenamente en que ella lograría entrar a la
unidad que tanto había deseado desde que se había unido a la U.S. Army.
- Es por mi hijo y Camila, mi ex esposa... Él es muy pequeño y
tengo su custodia totalitaria... Si entro a las Fuerzas Especiales lo más posible es que
me envíen rápidamente a combate y no podría... Y deseo reconstruir mi familia junto
a ella.
Mark Walker recargó sus manos en los hombros de la soldado
haciendo que ésta le mirara sin entender.
- Eres muy joven aún... Entiendo totalmente tu decisión. No
será la última vez que te llamen para enlistarte con ellos, estoy seguro. – Le sonrió el
hombre antes de darle un pequeño golpe con ambas manos.
Sonrió mientras observaba que el hombre le hacía un gesto con la
cabeza para que volviera a su entrenamiento. Con la lluvia sobre su cabeza y las
botas enterrándose más de lo necesario en la tierra Lauren dejó escapar un fuerte
suspiro al sentir cómo las manos les temblaban debido a lo que había ocurrido.
Estaba segura de que había sido la mejor decisión. No podía dejar a
Cameron así, y para ser sincera consigo misma, Lauren no estaba aún lista para
volver a terreno, y no tenía que ver sólo con la capacidad física, sino también la
mental.
Miró hacia el cielo detallando cómo la lluvia no paraba y lo refrescante
que se sentían las gotas cayendo sobre su cuerpo agitado por el entrenamiento de
aquel día.
- Una nueva oportunidad... - Murmuró suavemente al cerrar los
párpados imaginando a Camila a su lado.
...
Antes de que ambas entraran rápidamente al restaurant de comida
Italiana el paraguas que llevaba Lauren se cerró sobre ellas haciendo que algunas
gotas de lluvia cayeran sobre sus cabezas.
- Lo siento. – Murmuró la soldado mientras se dirigían en
búsqueda de una mesa para dos.
Sonrió encogiéndose los hombros bajo la atenta mirada de aquellos
hermosos ojos esmeraldas. Se sentaron en silencio mientras Camila detallaba cómo la
soldado se quitaba el abrigo color terracota dejándola en una simple camisa básica de
color gris.
- Por cierto... Mis padres están muy felices por cuidar de
Cameron ésta noche. – Rompió el silencio la morena.
- Es bueno que él esté con ellos también...
- ¿Hace cuánto que no veníamos aquí? – Sonrió Camila mientras
se sacaba la bufanda color mostaza.
- Creo que desde antes que terminaras la universidad. – Rió
Lauren.

Se mordió los labios de forma nerviosa mientras la ojiverde le dirigía una nostálgica
sonrisa.
Una chica que, seguramente, hacía sólo algunos meses habría
terminado el instituto les tomó el pedido y rápidamente volvió con una botella de
zumo de pomelo para Camila y una botella de agua para la soldado.
- Gracias... - Susurró la arquitecta.
- ¿Por qué? – Dijo confundida Lauren.
- Por considerar que podamos hablar sobre cuándo podré estar
con Cameron y... Y por querer hablar conmigo de forma personal... Ya me entiendes.
– Se encogió de hombros.
Sus ojos marrones descubrieron un brillo especial en los de color
esmeraldas, quizás Lauren estuviera recordando algo en especial o la simple
complicidad que estaban teniendo en aquellos momentos estaba haciendo que tanto
su corazón como el de la soldado estuvieran reparándose en silencio.
- Ambas somos sus madres... Sé que crees que lo he olvidado o
algo por el estilo... Nos hemos distanciado tanto Camila... Tanto que a veces no
puedo creer lo que pasó entre nosotras...
Pudo identificar el tono de dolor en aquellas palabras mientras Lauren
apretaba ambos puños hasta dejar sus nudillos blancos por la falta de circulación en
ellos.
- No podemos quedarnos atascadas en eso... Sé que nos hemos
dañado y que posiblemente nos cueste mucho evitar tener rencores y
remordimientos, pero... Pero hagamos que las cosas funcionen bien por nuestro
hijo... - Dijo finalmente Camila.
Ambas se quedaron en silencio mientras la soldado se llevaba una
mano al rostro para intentar evitar llorar y ser detallada por los ojos marrones. Se
vieron interrumpida por la misma chica que ésta vez traía ambos platos con raviolis.
- No quiero que seamos un cliché y que sólo te quedes con
Cameron los fines de semanas... También me gustaría poder salir con él un viernes o
sábado... ¿Te parece si lo vamos intercalando? Así a veces podrán estar juntos
durante la semana también.
Camila afirmó en silencio debido a que se había llevado un bocado de
comida a la boca y Lauren le sonrió mientras ella jugaba con su tenedor en su propio
plato.
- Claro... Me parece bien. – Dijo finalmente la morena.
- Y supongo que sería bueno que él pudiera ir a los cumpleaños
de tus padres, y también a los de los míos. – Apuntó Lauren para luego beber de su
vaso con agua.
- Sí... Creo que sería bueno.
Siguieron hablando de algunas fechas más y cosas banales hasta que
ambas terminaron sus platos y se quedaron esperando que alguna mencionara si
deseaba pedir postre, pero ninguna habló.
- No sé cómo lo haremos para nochebuena y nochevieja. –
Murmuró con pesadez Lauren mientras observaba el ondulado natural del cabello de
Camila.
Se hundió en su asiento al intentar no llorar mientras los recuerdos de
las fiestas del año pasado volvían a su mente, el recuerdo de su pequeño hijo con 6
meses que poco entendía lo que estaba ocurriendo pero que se quedaba embobado
mirando las luces del árbol de navidad y el gracioso gorro de Papá Noel que Lauren
había usado aquella navidad para hacer reír a Cameron se apoderaron de sus
recuerdos.
- Creo que nos estamos adelantando mucho... - Habló Camila.
Sollozó en silencio mientras podía sentir la atenta mirada de la
soldado. Intentando limpiarse las lágrimas dejó que Lauren tomara una de sus manos
sobre la mesa para quedarse unos segundos así.

- No llores por favor... - Murmuró la ojiverde.


Se encogió de hombros pareciendo una niña pequeña, como cuando
aún no se atrevía a decirle a Lauren lo que sentía por ella, como cuando Cameron le
descubrió en medio de la clase de física y ella había sentido su rostro explotar por lo
violento de su rubor en las mejillas.
- Te llevaré a tu piso. – Dijo Lauren mientras comenzaba a
colocarse el abrigo otra vez.
...
Riendo y casi corriendo bajo el paraguas de Lauren llegaron hasta el
portal del edificio donde Camila estaba viviendo. La soldado observó cómo su ex
esposa pestañeaba rápidamente mientras comenzaba a temblar por el gélido viento.
- Gracias por lo de hoy... - Sonrió ampliamente la arquitecta.
- Me alegra haber estado contigo... - Murmuró mientras el
fuerte sonido de la lluvia cayendo contra el piso resonaba por todo el lugar.
- Te pediría que te quedaras un poco más pero...
- ¿Tienes helado? – Interrumpió rápidamente.
- ¿No crees que hace mucho frío para eso? – Enarcó las cejas
confundida.
- Ya... Pero no hemos pedido el postre en el restaurant.
- Mm... Debe quedarme del de vainilla...
Lauren se concentró en los botones brillantes del elevador del edificio
mientras Camila intentaba secar las puntas de su cabello que se había mojado debido
a la lluvia. El simple olor del perfume de su ex esposa le hacía cerrar los parpados de
forma dulce y recordar lo suave que era la piel de Camila. La boca se le secó al
detallar que la arquitecta rebuscaba las llaves en su bolso.
- Ponte cómoda, te traeré tu helado. – Anunció la más joven
desapareciendo hacia la cocina.
Sonrió frente a todos los recuerdos que se agolparon en su mente
mientras se sacaba el abrigo y lo dejaba sobre la mesa del pequeño comedor que
había en el lugar. Inspeccionó el lugar por unos instantes hasta que Camila apareció
con toda la caja de helado entre las manos.
- Sólo quiero un poco. – Dijo divertida Lauren.
- Pues yo también quiero, venga vamos a ver una película y
comer juntas.
Rodó los ojos mientras se dejaba caer en el sofá junto a Camila la cual
encendió la TV y comenzó a buscar algo en la señal. Sus parpados se abrieron de par
en par cuando la escena inicial de Dear Jhon aparecía en la pantalla.
- ¡Oh Dios mío! – Chilló feliz Camila.
- Oh no otra vez... - Refunfuñó Lauren de mala gana.
- Calla, ya sabes que me encanta ésta película y no
precisamente por Channing Tatum.
Rió divertida al saber con certeza que su ex esposa nunca había
gustado de un hombre. Era sólo que le parecía curioso que una de las películas
favoritas de Camila fuera precisamente la de una chica que se enamoraba de un
soldado de las fuerzas especiales el cual se iba a combate y luego era herido, en
resumen.
- ¿Me vas a dejar comer algo de helado o no? – Dijo divertida la
ojiverde.
Camila le estiró una de las cucharas sin apartar sus ojos marrones de
la pantalla volviendo hacer reír a la soldado la cual se acomodó más y comenzó a
saborear el helado de vainilla.
- ¿Te acuerdas que tú también me escribías cuando yo me iba?
– Murmuró inconscientemente Lauren.
- Claro... Aún tenemos ésas cartas en casa.
Lauren dirigió sus ojos al rostro de la arquitecta la cual parecía no
haberse percatado de la magnitud de las palabras que habían salido de su boca...
Ahora mismo parecían la pareja que siempre habían sido, aquella pareja que llegaba
casi 7 años juntas.
- Camila... - Llamó sin mucha atención.
- ¿Mm?
- Estoy feliz de que sigas en mi vida.
Sonrió al ver cómo la arquitecta se giraba buscando su rostro hasta
ambas quedar en una pequeña distancia de diferencia.
- Yo también Lauren.
La proximidad de Camila le hizo pestañear al mismo momento en que
la morena dejaba la caja de helado sobre la pequeña mesita que estaba frente al
sofá.
Cuando las manos frías de su ex esposa le tomaron por el cuello lo
único que pudo hacer fue reír haciendo que Camila se contagiara de su risa.
- Tienes las manos congeladas. – Frunció el ceño.
- Perdón. – Rió Camila.
Finalmente pudo sentir cómo los labios de la mujer que amaba se
entrelazaban con los suyos, tan lentamente que parecía una eternidad lo que había
esperado para poder nuevamente besar a Camila... Y se sentía tan bien, tan familiar,
con el amor correcto, con un amor inmarcesible.
---
Muchas gracias a todos. Tengo un viaje por éstos días, asi que volveré
con otro cap el próximo lunes 5, nos vemos.
Capítulo 46.

Durante los días siguientes Camila no dejó de sonreír siempre que se


lo permitía. Sin embargo, aún no le había mencionado a nadie el pequeño gran
detalle de que Lauren y ella se habían pasado aquella noche besándose
tranquilamente hasta que la soldado tuvo que irse antes de que se hiciera más tarde.
La arquitecta había esperado que la ojiverde se quedara por más
tiempo, porque llevaba tantas semanas sin haber besado a Lauren que volver hacerlo
era como volver a probar la droga más poderosa que pudiera existir pero sin sentir
culpabilidad alguna.
Sin saber muy bien de qué se había tratado la reunión de aquella
mañana en el trabajo, cuando en silencio y perdida en sus recuerdos, se mantuvo
mirando a su jefe el cual en ningún momento interrumpió su retahíla de palabras.
- Algo ocultas. – Dijo la voz de Dinah mientras ambas
caminaban por los pasillos de las oficinas.
- ¿Mmm? – Respondió un poco confundida al verse sacada
abruptamente de sus pensamientos.
- Camila... Te conozco... - Cerró levemente los parpados.
- Espera... - Murmuró apurando el paso hasta llegar a su oficina.
Camila rió al ver cómo Dinah se dejaba caer sobre el gran escritorio
del lugar que milagrosamente estaba ordenado aquel día, eso era porque aquel
mismo día ella finalmente había entregado el último proyecto que le había traído de
cabeza durante días.
- El Sr. Konell no ha cerrado la boca durante casi dos horas y tú
te la pasaste en Júpiter... ¿Me vas a decir qué pasa?... ¿O qué pasó? – Apuntó la
ingeniera.
Se encogió de hombros mientras una sonrisa invadía su rostro a la vez
que ella se dejaba caer en la silla del escritorio.
- ¿Te acuerdas que el otro día me junté con Lauren para ver las
fechas en que podré estar con Cameron?
- Claro...
Dinah se quedó en silencio durante unos segundos para luego abrir su
boca y finalmente ambos párpados de par en par para luego de un salto llegar al lado
de Camila.
- ¡Oh por Dios! ¿Qué ha pasado? – Chilló.
- Bueno... Nos hemos besado. – Dijo a lo bajo.
- ¡Os habéis besado! ¡Y ambas os habéis quedado sin
contármelo! – Recriminó la más alta.
- Que sólo nos hemos besado... - Apuntó.
- ¿Sólo?... Chica tú has olvidado que os habéis divorciado y
prácticamente pasaron semanas en que se odiaban... - Hizo una mueca.
Quiso decirle a su amiga que estaba exagerando, pero, después de
todo, las cosas sí habían sido así... Y por fin después de varios días su sonrisa se vio
atenuada y los viejos miedos comenzaron a sentirse que volverían para incrustarse en
su pecho.
- ¿Qué significa? – Murmuró Dinah.
- ¿Los besos?
- Sí...
- Pues no podría darte una respuesta... Tú misma lo has dicho...
No quiero extralimitarme y precipitarme... Es sólo... Es sólo que las cosas están
mejorando entre nosotras y... Yo sólo quiero a Lauren a mi lado... Quizás no ahora,
no tan pronto... Pero...
Los brazos de su amiga la envolvieron haciendo que todos sus raudos
pensamientos y vertiginosos sentimientos lograran detenerse por unos segundos.
Suspiró fuertemente, ambas se mantuvieron en silencio durante todo lo que duró el
abrazo.

- Dentro de todo me alegro por vosotras... Créeme que sí... Sólo espero que
esto no sea tan rápido y ambas terminéis haciéndose daño y lastimadas otra vez... -
Murmuró Dinah acariciando los cabellos de su amiga.
- No sé muy bien qué hacer...
- Sé que aún tenéis que hablar de muchas cosas... Pero que tal
si tú y ella pasáis más tiempo juntas, es decir, tenéis un hijo... Pero quizás precisen
de tiempo como pareja.
- ¿Algo como tener citas? – Enarcó las cejas.
- Vosotras tenéis que trabajar en vuestra confianza y
comunicación... No creo que sea una mala idea tener... Citas. – Rió a lo bajo.
Camila se quedó observando detenidamente a su amiga para luego
internarse en sus pensamientos sobre que en algún momento debía ser ella misma la
que luchara por recuperar a su familia, la cual había soñado por tanto tiempo...
Quizás era el momento de tomar la iniciativa con sus propias manos.
El corazón se le agitó al recordaba cómo Lauren había estado
sonriendo entre los besos de aquella noche.
...
Cuando la puerta se abrió y la figura de Ally apareció por el marco la
soldado se acercó rápidamente dejando a ambas en silencio durante unos segundos.
- Lauren... - Murmuró
- Sé que no he pedido hora o algo así... Pero necesito hablar
contigo. – Dijo rápidamente.
La más pequeña le hizo un gesto con la cabeza para que ambas
entraran a la consulta tan familiar para la ojiverde.
- Te debo una disculpa. – Resonó la voz de Lauren.
- Ya sé que...
- No, déjame explicarme. – Le interrumpió.
Ally enarcó las cejas mientras Lauren dejaba sus pies contra el piso de
forma tan firme que todo los músculos de su cuerpo se tensaron.
- El otro día te culpe sobre lo que había pasado con Camila...
Sobre que tú me habías dado la idea del informe psicológico... Sé que tú me diste la
idea, pero la decisión fue mía... Y asumo que no debí haberlo hecho en un momento
tan complicado como el que era... Discúlpame, por culparte, por gritarte y por poner
en duda nuestra amistad...
El silencio se mantuvo haciendo que Lauren pestañeara de forma
nerviosa al ver cómo Ally se acercaba hasta ella.
- Para nadie ha sido fácil todo esto... Sinceramente espero que
con el tiempo entiendas que hay muchas cosas que ocurrieron que jamás ni tú ni
Camila pudieron prever y evitar, y otras que sí y que por malas decisiones y falta de
comunicación les llevaron hasta cómo están las cosas ahora... Sé que por un
momento te di la impresión de estar totalmente de tu lado, pero me siento mal por
quien un día fue tu esposa y ahora no puede estar con su hijo tan libremente... Sé
que suena un poco confuso Lauren, pero si realmente quieres que todo esto termine
debes tomar nuevamente una decisión... Luchas por tu familia o dejas ir a Camila
para que ella pueda reconstruir su vida con cimientos fuertes y no sólo con ilusiones
mientras tú te atormentas sobre qué realmente quieres...
- Yo sé lo que quiero... - Dijo a la defensiva.
- ¿Lo sabes?
- Sí...
- ¿Entonces dejarás ir a Camila? – Enfrentó Ally.
Su mente se retornó al momento exacto en que ella reía junto a su ex
esposa luego de los varios besos que compartieron aquella noche y cómo Lauren
había sentido que por fin las cosas volvían a ser como ella realmente deseaba y
anhelada.

- Cuidaré de ella como siempre lo hecho, y seré clara con mis sentimientos y
expectativas... Quiero a Camila... Sólo que aún necesitamos tiempo...
- No puedes ilusionarle...
- No lo haré... Sólo... Necesito dar paso a paso, esperar que sea
ella quien me entregue la confianza necesaria para volver a caminar a su lado.
- ¿Y tú? ¿Qué pasa con tu confianza en Camila?
- La estoy recuperando y trabajo en ello.
Un fuerte suspiro salió de la boca de Ally para luego dibujar un
pequeña sonrisa en su rostro.
- Espero que sí... Eres una de aquellas personas que pones todo
sobre tus propios hombros Lauren, esto no depende de ti, si no que gran parte
depende de cómo Camila lleve su tratamiento y pueda recuperarse, necesitarás
mucha paciencia.
- Lo entiendo...
- Ahora deberás pensar si podrás perdonarla por todo lo que sí
te hizo a propósito.
Lauren frunció el ceño recordando aquella pelea que había tenido con
su ex esposa en la que le había dicho a Camila que ella sí la dañaba queriendo y
conscientemente... ¿Sería realmente capaz de perdonar todas aquellas cosas?
¿Perdonar a la mujer que le había pedido el divorcio a cuesta de culparla por lo que
había pasado con el hijo que tenían? La soldado no tenía una respuesta concreta.

- Me he besado con otra mujer... - Susurró Lauren.


- Oh... ¿Quieres hablar de ello? – Apuntó Ally.
- Debería contárselo a Camila... Creo.
- ¿Te sientes mal porque lo que hiciste?
- No lo sé...
- Pensé que estabas trabajando con respecto a la confianza.
- No quiero dañarle más... Joder... - Murmuró llevándose ambas
manos al rostro.
- Necesitas decírselo a menos que te quieras sentir mal por el
resto del tiempo.
- Supongo. – Hizo una mueca.
...
La arquitecta abrió la puerta de su piso con una amplia sonrisa
mientras se encontraba con aquella imagen que siempre amaba detallar, Lauren con
Cameron en brazos ambos sonriendo.
- Hola... Todas sus cosas están en la mochila. – Apuntó la
soldado mientras Cameron estiraba sus pequeños brazos hacia Camila con un
puchero.
Riendo a lo bajo abrazó a su hijo el cual comenzaba a sollozar en
silencio bajo la atenta mirada de ambas.
- Se me olvidó traerle su peluche de elefante, ha llorado todo el
camino hasta aquí. – Hizo una mueca Lauren.
- Intentaré calmarlo ahora y creo que por hoy no le daré el baño
o se pondrá más irritable.
- Sí... Supongo... - Sonrió agachando luego la cabeza. – Será
hora de irme...
Aún con la sorpresa de todo lo repentino del momento Camila se
acercó hasta la ojiverde llamando la atención de ésta.
- ¿Te quedas a cenar? – Murmuró la morena.
- Yo... - Dijo dudosa.
- Oh... Disculpa, no quiero incomodarte...
- Me encantaría... La verdad es que muero de hambre. – Apuntó
la soldado.

- Venga, está todo listo.


Luego de acomodar al pequeño ojiverde en la silla y dejarlo con la
soldado Camila se apresuró en servir la cena para compartir el momento junto a las
personas que más amaba en la vida. Sin muchos incidentes Cameron se comió todo
gracias a la paciente tarea de Lauren quien de vez en cuando también lograba comer
de su propio plato mientras la arquitecta sonreía por la tranquila escena.
- Lo iré a acostar... ¿Puedes quedarte unos minutos? Me
gustaría hablar contigo... - Murmuró Camila.
- Bueno... ¿Segura no quieres que te ayude?
- No, si te ve se pondrá ansioso y la verdad es que se está
durmiendo ahí mismo en la silla. – Le regaló una sonrisa.
Dejando a Lauren en el pequeño salón y con Cameron en brazos
Camila pestañeó nerviosamente al saber que volvería a compartir un poco de tiempo
a solas con su ex esposa.
- Buenas noches mi vida. – Susurró contra la pequeña cabeza
de su hijo.
Cameron bostezó levemente mientras se acomodaba en la cuna. Bajo
la tenue luz de la luna que entraba a través de las cortinas Camila detalló los suaves
rasgos del rostro de su hijo, tan parecidos a los de ella, que ella misma sonrió
sintiendo felicidad al recordar que lo tuvo en su vientre por siete meses.
El sonido de la televisión le advirtió a la arquitecta que su ex esposa
estaba asistiendo un partido de basketball de los Boston Celtics. Camila se quedó
observando a la distancia el rostro expresivo de Lauren la cual hacía gestos según lo
que pasaba en el partido haciéndola sonreír a la distancia. Cuando sus miradas se
cruzaron Lauren sonrió ampliamente bajando el volumen del televisor mientras los
pies de la morena se encaminaron hasta el mismo sofá donde hacía unos días atrás
se habían besado.
- ¿Cómo van? – Dijo con real interés Camila mientras se
acomodaba.
- Ganando, aunque por muy poca diferencia. – Apuntó Lauren
afirmando con la cabeza.
- No puedo creer que luego de pasar toda tu vida viendo éstos
partidos no te aburras. – Rió.
- Pues mi padre es el culpable, creo que seguramente yo me
sentaba con él a ver los partidos ya desde la edad de Cameron.
Ambas rieron mientras Camila entrelazó una de sus manos con una de
Lauren. Las risas se atenuaron dejando que el leve murmullo de la televisión resonara
por el lugar mientras la arquitecta sentía que la ojiverde le acariciaba el dorso de la
mano con el pulgar.
- Necesitamos hablar... - Resonó la voz dulce de Camila.
- ¿No podemos simplemente quedarnos un momento así? –
Ladeó la cabeza Lauren.
- Podemos. – Sonrió mientras se acomodaba contra el hombro
de la soldado.
Su cuerpo agradeció la cercanía que se creó. Algunos mechones de su
cabello se mezclaron con los que caían en los hombros de Lauren y a su nariz llegó el
agradable aroma del shampoo que solía utilizar la ojiverde.
- Me he hecho un tatuaje... - Murmuró Lauren sacándola de su
ensueño.
- ¿Enserio? – Enarcó las cejas mirando directamente a su ex
esposa.
- En... Donde tengo las cicatrices...
- Oh... ¿Dolió?
- Algo... ¿Quieres verlo? – Dijo nerviosamente.
- Claro.
Lauren se levantó del sofá haciendo que la boca de Camila dejara
escapar un pequeño gruñido frente al término de aquel intimo contacto.
- ¿Te gusta? – Preguntó la soldado al subirse la camisa que
llevaba aquel día dejando ver su tonificado cuerpo.
- Es hermoso... Son... - Dijo sorprendida.
- Las fechas...
- Sí.. – Sonrió levemente. - ¿Aún duele?
- No, a veces pica, pero ha cicatrizado muy bien.
Sin saber muy bien por qué Camila acercó sus manos hasta donde
estaba el tatuaje y las ahora ocultas cicatrices de Lauren. Acarició lentamente la nívea
piel mientras sus dedos comenzaron a remarcar los trazos de la tinta y sentir la piel
gruesa donde estaban las marcas de las heridas que había tenido la ojiverde.
- Lauren... - Murmuró llamando la atención de ésta. – Gracias
por haber vuelto con vida... Gracias por haber luchado para volver conmigo y con
nuestro hijo... Perdóname si nunca te lo dije, o nunca te lo hice sentir... Soy muy
agradecida de que volvieras... Gracias.

---
Y aquí vamos otra vez, gracias por la espera... De aquí en adelante
muchas cosas pasarán, y sólo diré: Camren feels.
Capítulo 47.

Lauren se acomodó su abrigo negro de la U.S. Army mientras oía las


risas de Nataly y Dianna resonar en los vestuarios, ella misma se contagió de ellas
cuando Nataly le mostró una foto de Charles con un estrafalario disfraz de vaca para
una actividad en el preescolar de Lucy.
- Ya sabes, de soldado a padre mimoso. – Rió Lauren. – Algún
día me pasará a mí.
Las tres comenzaron caminar hasta la zona de aparcamiento, no
estaba lloviendo pero sí había un poco de viento en aquella zona de la ciudad.
- Por cierto, aún no hemos podido conocer a tu hijo. – Resonó la
voz de Nataly.
- Éste fin de semana estaré con él, creo que sería buena idea
repetir lo de la cena en la casa de Charles. – Apuntó Lauren.
- Por supuesto. – Sonrió Dianna.
Le devolvió una leve sonrisa a la rubia para luego girar su rostro. Abrió
los párpados de par en par con sorpresa cuando se topó con Camila y Cameron
esperándole cerca de la puerta del copiloto de la camioneta azul.
- ¡Camila! – Chilló Nataly corriendo a su encuentro.
Dianna le miró enarcando las cejas sugerentemente, la rubia dirigió
sus ojos para detallar al pequeño ojiverde que ahora intentaba esconderse
tímidamente contra el cuello de Camila.
- ¡Por Dios! Cuánto tiempo sin verte. – Resonó feliz la voz de
Nataly.
- ¡Ey! Hola, me alegro ver que estás bien... - Saludó
alegremente la arquitecta.
- Y ésta hermosura debe ser Cameron. – Sonrió mientras
intentaba acariciar una de las mejillas del ojiverde.
- Es muy poco tímido con las personas que no conoce... Ya se le
pasará. – Rió Camila intentando calmar a su hijo.
- Es precioso Camila, es idéntico a ti. – Alucinó la soldado.
La ojiverde se acercó hasta que la proximidad hizo que Cameron la
identificara y le estirara sus pequeños brazos.
- ¡Mamá! – Dijo el pequeño.
- Mi campeón, ven aquí. – Lo tomó en brazos.
Sonrió con orgullo mientras Cameron volvía a ocultarse entre sus
brazos bajo la atenta mirada de Nataly y Dianna.
- Es realmente hermoso tu hijo Lauren. – Habló Dianna.
Se encogió de hombros sonriendo nerviosamente al detallar cómo
Camila miraba con el ceño fruncido en dirección de la rubia, Nataly aún intentaba que
Cameron le mirara y reía al ver cómo el pequeño seguía pestañeando nerviosamente.
- Tiene unos ojos verdes impresionante. – Apuntó Nataly aún sin
terminar con la emoción del momento.
- Sí... - Murmuró Lauren.
Ahora que los ojos marrones de Camila le miraban con impaciencia
Lauren se sintió aún más incómoda mientras Dianna seguía sonriéndole y
mordiéndose los labios divertida por la situación.
- Nos vemos mañanas chicas. – Se despidió Lauren mientras le
pasaba las llaves de la camioneta a la arquitecta.
Nataly abrió sorprendida la boca sin entender por qué Camila estaba
ahí y por qué se iban juntas, sin embargo no quiso preguntar nada por el momento y
simplemente se despidió con un par de besos de Camila y de Lauren.

Dianna fue más cautelosa y simplemente se despidió con la mano para luego
encaminarse junto a su prima y subir al coche de ésta que estaba a una distancia
prudente.
- Pensé que yo iría a buscar a Cameron... - Murmuró
desconcertada Lauren mientras miraba a Camila la cual llevaba los ojos fijo en la
autopista desde hacía unos minutos.
- Sólo quería darte una sorpresa... - Replicó de mala gana.
Hizo una mueca sin saber muy bien qué decir. Dentro de todo estaba
feliz por el detalle que había tenido su ex esposa, podía recordar como ella misma
junto a Cameron hacían lo mismo luego del trabajo de Camila.
- Ha sido bonito verles esperándome... - Dijo a lo bajo.
- Pudo ser excelente pero tú ibas riéndote con aquella rubia
insoportable. – Masculló entre dientes la morena.
Lauren frunció el ceño tratando entender la actitud de Camila frente a
Dianna. Ella misma luego hizo una mueca al saber que dentro de lo más pronto debía
contarle a la arquitecta lo que había pasado entre ella y la rubia soldado.
- He comprado pescado para la cena... ¿Puedes hacer algo al
horno? – Sonó más tranquila Camila.
- Claro... Creo que queda una botella de vino blanco en casa. –
Dijo pensativa la soldado.
Se sorprendió con la casi imperceptible invitación de su ex esposa, eso
significaba que otra vez cenarían los tres, en casa, como si todo estuviera
increíblemente bien... Como siempre debió ser.
...
Luego de que ambas le dieran el baño a Cameron y Lauren se quedara
acunando al pequeño Camila permaneció en el salón dando vueltas por el lugar
intentando aclarar sus actitudes frente a lo que había pasado aquella tarde cuando
fue a buscar a su ex esposa.
Le había visto reír al lado de Dianna, aquella misma rubia que le había
acompañado cuando Cameron se había enfermado...
Camila se sentía abrumada frente a la hermosura de la soldado, a la
melódica risa encantadora que tenía y cómo Lauren parecía disfrutar de la compañía
de ésta... Quería negarlo, pero no podía, estaba celosa... Muy celosa... Muriendo de
celos realmente.
- Ya se ha dormido. – Anunció la soldado mientras terminaba de
bajar las escaleras.
- Debería irme... Llamaré un taxi. - Apuntó la arquitecta
pasándose una mano por el rostro.
- Puedes... Puedes usar la habitación de invitados si quieres... -
Murmuró Lauren.
- No... Aún no es tan tarde y no quiero molestar...
El silencio fue incómodo y Camila sólo quiso que la ojiverde le
abrazara para volver a decirle que todo estaba bien, pero tenía un extraño
presentimiento, desde que habían llegado a la casa Lauren había estado un poco
distante, y para no pelear no quiso preguntar por qué.
- Tengo que contarte algo... - Dijo la ojiverde apretando la
mandíbula.
Pestañeó rápidamente mientras sentía que el pecho se le estaba
oprimiendo, el tono que había usado Lauren no le hizo calmarse, si no al contrario, le
hizo quedar más intranquila.
- Hace unas semanas salí con Dianna...
Su mente no fue capaz de reaccionar, sólo se dignó a seguir
respirando detallando el rígido rostro de Lauren.
- Fuimos a comer algo y luego a bailar... Yo...
- ¿Te la has follado? – Espetó Camila.

Lauren frunció el ceño negando con la cabeza rápidamente y repetitivamente


mientras se acercaba a Camila.
- No me toques... No te atrevas... - Reaccionó la arquitecta
intentando zafarse de las manos de Lauren.
- No me he acostado con ella... Sólo... Nos hemos besado...
Aquel día y una vez antes... Pero...
Sus tímpanos retumbaron cuando Lauren dijo una vez antes, sus ojos
se agolparon de lágrimas y el enfado quiso salir explosivamente a través de palabras
por su boca. Se encaminó hasta la puerta mientras la soldado seguía hablando algo
que ella misma no podía ni quería oír en aquellos momentos.
- Camila por favor... - Pidió la soldado cuando la arquitecta
comenzó a caminar por el antejardín.
- Te llamaré cuando Cameron deba quedarse conmigo otra vez.
– Fue lo último que dijo aquella noche.
Caminó por largos minutos sintiendo el gélido viento de aquella noche,
había poco tráfico pero su mente sólo podía enfocarse en que Lauren se había besado
con Dianna... Cuando prácticamente la ojiverde le había prometido que nunca besaría
otros labios que no fueran los suyos... Cuando Camila recordaba que Lauren había
sido su primer amor y sabía que el de la soldado también... Estaba descolocada, tanto
que se sentía perdida y traicionada...
Sin embargo, luego de seguir pensándolo durante unos minutos,
Camila también entendía que en aquellos momentos Lauren seguía siendo su ex
esposa, se habían divorciado, y claramente la relación amorosa que había existido
entre ellas en ésos precisos momentos se encontraba en una especie de stand by...
Pero le dolía tanto... Porque pese a todo ella seguía amando a Lauren... Y no podía
imaginar que la soldado se fijara en otra mujer, menos en la perfecta y guapa Dianna
que tenía una risa regalada por los dioses griegos.
...
Lauren sentía su cabeza a punto de estallar aquella mañana,
claramente no había logrado pegar un ojo durante toda la noche y Camila seguía sin
responderle los mensajes que le había dejado para saber si había llegado bien o no a
su piso, por lo tanto, seguía preocupada de lo que podría haberle pasado a la
arquitecta.
Sin muchos ánimos y antes de comenzar su día en la oficina del
pelotón buscó a Dianna en la sala de reunión donde debería estar la rubia junto a
Nataly y Charles. Cuando consiguió dar con ella le hizo un gesto con la mano para
que se acercara.
- ¿Podemos hablar? La reunión no comienza hasta en diez
minutos... - Dijo la ojiverde.
- Claro...
Ambas salieron de lugar hasta llegar a la oficina donde Lauren pasaría
el día entre largas torres de papeles administrativos y varias tazas de café.
- Le he dicho a Camila lo que pasó entre nosotras... - Aclaró la
soldado.
La rubia enarcó las cejas sin mostrar signos de nerviosismo o de
sorpresa haciendo que Lauren frunciera el ceño rápidamente.
- ¿Y por qué?... Si se puede saber... - Murmuró Dianna.
- Pues porque no me gusta mentirle, ni ocultarle las cosas...
Nuestra... La relación que tengo con ella debería basarse en la sinceridad y
confianza...
- ¿Te sientes culpable? ¿Es eso?
- No... Digo... No debería... Pero... Es extraño. – Murmuró
mientras se llevaba ambas manos al rostro.
- Mira Lauren... Si intenté algo entre nosotras claramente lo hice
porque sabía que te habías divorciado...
- Ya... Pero... Llevo con Camila más de 7 años... - Intentó
explicar.

- Y por eso mismo entendí lo que pasó aquella noche... No pienso pedirte
disculpas o lamentarme por lo que ocurrió. – Dijo haciendo una mueca.
- No, no te pediría eso... Es sólo que... Creí que lo mejor sería
que ella lo supiera...
- ¿Sientes que fuiste infiel?
- No debería... Es sólo que... - Suspiró fuertemente. – Créeme
que me gustaría explicarte mejor, eres una mujer guapa, es muy agradable tu
compañía... Pero... Ella es el amor de mi vida... Y no puedo ir contra ello.
Dianna le sonrió levemente para luego dejarle una pequeña caricia en
la mejilla haciendo que Lauren suavizara los firmes rasgos de su rostro.
- Estoy segura que si es lo que quieres entonces lucharás por
ella... Y espero que Camila también lo haga.
La ojiverde le regaló media sonrisa mientras afirmaba con la cabeza
en silencio.
- Es una lástima... Realmente me interesabas, tienes los ojos
más hermosos que he visto... Quizás si tú y Camila...
- Dianna... - Interrumpió Lauren incómoda.
- Está bien, disculpa, debía intentarlo. – Rio la rubia.
...
Dinah colocó cara de horror al ver lo desordenada que se encontraba
la oficina de Camila aquella mañana. La arquitecta tenía la cabeza enterrada entre los
planos del último proyecto de la firma de arquitectos y llevaba el cabello despeinado
con una cara de mal humor.
- ¿Buenos días? – Dijo irónicamente la ingeniera.
Camila hizo una mueca para luego sacarse las gafas ópticas y tirarlas
cerca de la taza del café.
- ¿Qué pasó ahora? – Murmuró curiosa Dinah.
- ¡La voy a matar! – Explotó la arquitecta.
El grito de la morena hizo que la más alta diera un respingo para luego
abrir de par en par los párpados esperando pacientemente que Camila se expresara.
- ¿A quién? – Picó la ingeniera.
- ¡Te juro que la mato! Le sacaré los ojos con las manos y luego
cada cabello de su estúpida melena rubia pelo por pelo... No querrá reírse más al lado
de Lauren, no podrá mirarla, ni tocarle, ni salir a comer con ella, ni bailar, ¡Ni besarla!
– Gritó.
Una risa nerviosa salió de la boca de Dinah mientras Camila se
levantaba de golpe de la silla del escritorio y comenzaba a caminar
desesperadamente por el lugar a la vez que más palabras inentendibles salían de su
boca.
- ¡Maldita perra en celo! – Volvió a chillar la arquitecta.
Finalmente una carcajada salió del a boca de la más alta haciendo que
la morena frunciera el ceño en señal de descontento por la falta de apoyo por parte
de su amiga.
- No es divertido... Lauren se ha estado besando con ésa arpía...
- Se quejó Camila.
- Ya... Es que... Nunca pensé que estuvieras tan celosa. – Marcó
cada palabra.
- ¿Celosa? – Dijo ofendida.
- Oh por Dios... Mila, debes admitir que ésa rubia te tiene de
cabeza porque desea a tu hermosa soldado de ojos verdes... - Picó.
- Cállate, no seas idiota. – Resonó de malas ganas.
Dinah abrazó tiernamente a su amiga haciendo que Camila dejara
escapar un leve suspiro.

- Puede que se hayan besado, pero chica, Lauren está loca por ti... Además, tú
misma has dicho que la chica parece salida de revista... No la estoy excusando, pero
tú le pediste el divorcio... Ustedes dos son un caso de bipolaridad al extremo.
Camila rodó los ojos para luego dejar escapar una pequeña risa.
- Iré hablar con el sargento Walker para que manden a Dianna de
misión al fin del mundo si es necesario. – Murmuró la arquitecta.
- Estás loca. – Rió Dinah. – Pero me alegra saber que estás
decidida por Lauren.
- Debo hablar con ella... Aunque aún estoy enfadada. – Dijo pensativa.

- Tú dale tiempo. – Sonrió.


...
Lauren fue impaciente para tocar a la puerta del piso de Camila
aquella noche, llevaba casi cuatro días sin poder hablar con la arquitecta. Debía dejar
a Cameron con su ex esposa, extrañamente el pequeño se había dormido durante el
trayecto.
- Hola. – Saludó levemente Camila al abrir la puerta.
- Se ha dormido hace poco. – Susurró la ojiverde.
La arquitecta abrió completamente la puerta dejando entrar a la
soldado quien llevó rápidamente a Cameron a su habitación. Bajo la atenta mirada de
Camila ella acunó al pequeño, le sacó los zapatos y el gorro de lana en forma de
panda para que el pequeño durmiera cómodamente.
- Bueno... Supongo que ya nos veremos el lunes... - Murmuró
Lauren.
Ninguna palabra salió de la boca de Camila. La ojiverde quiso
preguntarle cómo había estado y por qué no le había respondido ningún mensaje ni
llamada. Sin embargo no desea pelear aquella noche... Deseaba sentarse en el sofá
junto a la mujer que amaba, entrelazar sus manos y quedarse disfrutando de la
proximidad entre ambas.
- Camila yo... - Dijo inesperadamente.
- Sigo molesta... - Confesó la arquitecta. – Aunque realmente
entiendo que no debería... Es decir, estamos divorciadas... Pero... No puedo
mentirte...
Se mordió los labios sin saber realmente qué decir. No se arrepentía
de los besos que había compartido con Dianna, después de todo ella no le había sido
infiel a Camila, técnicamente, y las cosas habían quedado hasta ahí mismo porque
Lauren sabía que no deseaba a otra mujer que no fuera a la morena.
- A quien quiero yo es a ti... - Resonó con firmeza la voz de la
ojiverde.
En aquel mismo instante Lauren pudo detallar cómo Camila le miraba
con amor. La soldado pudo sentir cómo algunas partes de las paredes que se habían
interpuesto entre ella y la morena comenzaban a caer, quizás no de una sola vez,
quizás no tan rápido, pero Lauren podía sentir cómo la conexión entre ellas volvía a
formarse.
- No me creerías lo celosa que he estado. – Murmuró con una
mueca en el rostro la arquitecta.
- ¿Tú? ¿Celosa? – Enarcó las cejas.
- Ninguna palabra al respecto Jauregui... - Dijo Camila
apuntándola con un dedo de forma acusadora.
Sonrió con ganas para luego acercarse a su ex esposa la cual pestañeó
rápidamente al ver cómo se formaba aquella agradable intimidad entre ellas.
- Tú eres la mujer más hermosa del mundo para mí... Tu
cabello, el brillo de tus ojos, la curva de tu sonrisa, cómo resuenan las palabras en tu
boca, la forma en que tu cuello termina en tus hombros, tu respiración compasada la
mayor parte del tiempo... - Lauren pasó una de sus manos cerca de la espalda de
Camila. – Tu suave piel... La parte baja de tu espalda, tu cuerpo... Dios... - Murmuró
cerrando los ojos. – Me vuelves loca... Pero...
- ¿Pero? – Dijo impaciente Camila.
- No es sólo tu cuerpo... Te quiero además por la persona que
eres... Sé que últimamente tus miedos te han confundido y alejado de lo que siempre
has sido... Y sigues siendo... Una mujer cariñosa, una mujer que sabe oír, decidida,
divertida, inteligente... Una madre extraordinaria... La pareja que escogió para todos
mis días... La mujer de mi vida.
Al abrir los ojos pudo notar cómo su ex esposa estaba llorando pero
con una amplia sonrisa en el rostro. Sus fuertes brazos rodearon el delgado cuerpo de
la arquitecta mientras su corazón latía desbocado contra su pecho... La amaba, la
amaba tanto que no la dejaría ir nunca más, nunca.
- Te amo. – Dijo Camila. – Te amo Lauren... Te amo tanto.
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Capítulo 48.

Cuando a la mañana siguiente intentó quitar la pereza de su cuerpo


sus brazos automáticamente chocaron contra la espalda de piel tibia de Lauren.
Sonrió ampliamente al recordar que había logrado convencer a su ex esposa de que
se quedara a dormir aquella fría noche. Su pecho se embarcó en una sensación
increíble al confirmar cómo había dormido abrazada contra el cuerpo de la soldado.
Simplemente dormir a su lado le hacía embriagarse de amor por aquella mujer.
- Lauren... Despierta... - Susurró Camila contra el oído derecho
de la ojiverde.
Un divertido gruñido salió desde la boca de la ojiverde la cual se
intentó tapar el rostro con la almohada haciendo reír a lo bajo a la arquitecta.
- Buenos días... – Volvió a susurrar la morena mientras
comenzaba acariciar la espalda nívea de su ex esposa.
Lauren murmuró algo inentendible entre dientes haciendo reforzar la
amplia sonrisa que se dibujaba en el rostro de la arquitecta.
Camila no podía imaginar una mejor forma de despertar. En silencio
se mantuvo acariciando con la punta de sus dedos la espalda de la mujer que
amaba... Sus ojos marrones se detuvieron en el tatuaje y las cicatrices ocultas que
permanecían en la piel del costado izquierdo de la soldado.
Sabía que aún faltaban muchas que hablar entre ellas, muchas cosas
que solucionar, muchas cosas en las que trabajar, y sobretodo mucho que perdonar
por parte de ambas... Pero sin dejar de sonreír comenzó a besarle las mejillas a
Lauren para hacerle despertar de una vez.
- Venga, seguro en un momento despertará Cameron y ya no te
librarás. – Acusó divertida Camila.
- Cinco minutos... - Murmuró aún con los parpados cerrados.
- Arriba Lauren... - Dijo divertida.
Dejó caer su cuerpo sobre el de su ex esposa haciendo que la soldado
lanzara una pequeña risa frente al inesperado asalto. Ella misma también comenzó a
reír mientras Lauren negaba con la cabeza al intentar esconder su rostro contra la
almohada.
- ¡No seas una perezosa Jauregui! – Chilló Camila.
- Déjame dormir... - Murmuró la soldado sonriendo mientras
comenzaba a acariciar el rostro de la arquitecta.
Bésame, pensó la morena mientras ambas se quedaron mirando en
silencio... Y claro que pasó. Lauren acortó las distancias para dejar un suave y
delicado beso en los labios de Camila. Luego del tímido comienzo el beso se hizo más
duradero y profundo. Cuando la lengua de la soldado entró en la boca de la arquitecta
ambas dejaron escapar un suspiro. Las manos de la morena se enredaron en los
cabellos de la nuca de Lauren y la soldado abrazó fuertemente el delgado cuerpo de
la Camila contra el de ella.
- ¿Qué significa esto? – Murmuró la ojiverde contra la piel de la
mejilla de la más joven.
- Que es lo que queremos... Yo lo quiero... ¿Tú? – Dijo
calmadamente aunque finalmente sonó con algo de miedo.
- No es que podamos hacer como si nada pasó... Nos
divorciamos... Hicimos de la custodia de nuestro hijo un juicio... Nos dañamos...
Ambas se mantuvieron en silencio mientras Camila no dejaba de jugar
con los mechones de cabellos que caían rebeldemente por el rostro de Lauren. La
soldado mantuvo el firme agarre entre ambas mientras miraba con determinación los
ojos marrones.
- Sé que no podemos borrar lo que pasó... Lo que hicimos... Las
decisiones, los errores... Pero... Ya sabes que estoy haciendo terapias, y que tú
también estás intentando que las cosas mejoren... Quizás... Quizás deberíamos
darnos una oportunidad. – Dijo Camila sin dejar de mirar a Lauren directamente a los
ojos.

No hubo palabras, pero sí besos. La ojiverde le besó tanto hasta que ambas
necesitaron respirar para luego quedarse en silencio abrazadas viendo cómo el sol se
filtraba caprichoso entre las cortinas. Cuando Camila sintió que su cuerpo volvía a
adormecerse por el sueño Lauren se removió llamando su atención.
- Creo que Cameron ha despertado. – Anunció la soldado
sonriendo mientras con el dedo índice le dejaba caricias en el puente de la nariz a la
arquitecta.
- Cinco minutos... - Repitió Camila.
La risa de Lauren resonó por toda la habitación haciendo que el
corazón de la arquitecta latiera feliz de estar recuperándose de todo lo que ambas
habían pasado... Esperaba sinceramente que el de la mujer que amaba también
comenzara a sentirse así.
...
Sus ojos color esmeraldas se detuvieron a detallar las decenas de
luces pequeñas color azul que adornaban el armazón de metal del Christopher
Columbus park proposal, una casi idílica estructura que solía llamar la atención de
todos los visitantes del lugar. Durante las noches se encendían las luces que le daban
un mágico aspecto al lugar que había inspirado a muchas parejas a declarar sus
sentimientos y pedir matrimonio entre ellos.
Sonrió con nostalgia al recordar cómo durante su noviazgo con Camila
la, por aquel entonces, tímida chica le había suplicado que por favor no le propusiera
matrimonio allí porque literalmente moriría de vergüenza, por aquello mismo Lauren
había desistido de la idea para hacer algo mucho más íntimo y casual como fue
cuando le pidió matrimonio en el piso en que ambas vivían.
Ahora que la nieve comenzaba a caer en la ciudad y la ojiverde sentía
cómo el gélido viento removía cada uno de sus pensamientos sólo le quedaba
responderse una pregunta... ¿Podría perdonar todo lo que Camila le hizo a propósito?
Volver a los brazos de la mujer que amaba había sido fácil, incluso
hasta natural, no podía negar que se sentía feliz de haber vuelto a tener aquella
conexión con la mujer que había estado amando desde hacía tantos años y que sin
dudas seguiría amando... Pero Lauren no podía dejar de pensar que eventualmente
luego de todo aquello mágico vendría el día a día y seguramente el momento de
enfrentar muchas cosas, entre ellas saber que Camila aún debía superar su depresión
post parto y ella admitir que algún día debía perdonar a la arquitecta por todo lo que
pudo haber pasado entre ellas... Si lo pensaba bien claramente la decisión sobre
darse otra oportunidad como pareja no sólo embarcaba el amor y los deseos de
hacerlo posible, si no que muchas cosas más... Lauren sabía ahora que el amor no
era lo único necesario para poder estar junto a la persona que se ama.
Las risas de varios niños pequeños llegaron a sus oídos. Giró su rostro
buscando de dónde provenían aquellos sonidos para luego detallar una pareja que
jugaba animadamente con tres pequeños, seguramente sus hijos.
La escena le hizo sonreír ampliamente. No podía olvidar que Camila se
había convertido en la madre de su hijo, había tenido al pequeño ojiverde en su
vientre por casi siete meses... Su pequeña gran familia, su mujer y su hijo... Quizás
perdonar no era más que tomar una decisión sobre dejar ir lo que no debía
permanecer y admitir lo nuevo que vendría junto a la certeza de saber que el futuro
ya no sería más una tormentosa incertidumbre... Sí podría perdonar los errores de
Camila, podría perdonarse sus propios errores, podría perdonar al destino por
haberse encaprichado contra ellas, podría perdonar haber dejado ir a Camila y
perdonar que su mujer hiciera lo mismo con ella... Sólo debía perdonar.
...
Observó con detalle cómo su padre jugaba en el piso de la cocina
junto a Cameron el cual estaba pintando con las manos un par de folios que Camila
había traído de la oficina. La arquitecta frunció el ceño al ver el desastre que su hijo
había dejado al esparcir toda la pintura de color rojo por el piso de cerámica del
lugar.

- Papá. – Reclamó la morena. – Has dejado que él hiciera un desastre aquí.


Alejandro se encogió de hombros intentando parecer inocente
mientras el pequeño ojiverde jugaba con la pintura entre sus manos con una increíble
curiosidad.
- No pasa nada querida, la pintura saldrá rápido de la cerámica.
– Apuntó el hombre.
Una pequeña risa escapó de sus labios mientras caminaba por la
cocina para hacer algo de café para ella y su padre. El sol ya se había ocultado y su
cuerpo estaba agotado luego de un larga jornada en la oficina. Llevaba algunos días
sin ver a Lauren y ya la extrañaba, aunque prefería llevar las cosas con calma luego
de la conversación que habían tenido aquella mañana que despertaron juntas.
- Papá, necesito hablar contigo sobre algo. – Anunció Camila
luego de servir dos tazas de café.
Los ojos marrones de su padre se centraron a estudiar su rostro, y
bajo aquella mirada la arquitecta se acomodó un mechón de cabello tras la oreja.
- Sé que ya hemos hablado sobre todo el asunto de mi relación
con Lauren... Sabes que la amo, y que bueno... Las cosas han ido mejorando de un
tiempo a ésta parte desde que yo he comenzado con mis terapias y ella me ha dejado
estar con Cameron.
El pequeño lanzó una risa al identificar su nombre. Camila le devolvió
la risa para luego detallar que el ojiverde había embarrado sus ropas con la pintura de
color rojo... Frunció el ceño al ver el desastre del lugar y cómo sería una lucha bañar
al pequeño aquella noche.
- ¿Se darán una oportunidad? – Preguntó curioso el hombre.
- Yo... No sé si es algo así... Sabes que hay muchas cosas que
debemos solucionar... Yo quiero... Pero temo que Lauren no pueda... No pueda
perdonarme... Y perdonarse ella... Ya sabes cómo es... Yo sólo quiero saber si, si
cuento con vuestro apoyo, el tuyo y el de mamá... Si las cosas salen bien y volvemos
a ser una pareja seguramente tendremos mucho por qué luchar y necesitaremos
apoyo.
Alejandro se mantuvo en silencio durante unos segundos para beber
un sorbo de café bajo la atenta mirada de la arquitecta la cual pestañeó rápidamente
esperando por la respuesta de su padre.
- Sólo vosotras dos podréis perdonaros... Sinceramente creo
que sí lo lograrán, aún son tan jóvenes que no siempre saben manejar y aceptar que
algunas cosas simplemente pasan y no las podemos manejar o evitar... Recuerda lo
que hablamos, Lauren no escogió todo lo que pasó y tú tampoco supiste manejarlo...
Nosotros, tu madre y yo, seremos felices si tú lo eres, y nos harás aún más feliz al
entregarle la posibilidad a Cameron de que pueda estar con sus dos madres. – Sonrió
ampliamente el hombre.
- Gracias papá. – Respondió sinceramente emocionada frente a
las palabras del hombre que le había cuidado durante toda su vida.
...
Lauren miró con curiosidad cómo el sargento Walker le llamaba desde
la puerta de su oficina. Girando su cuerpo y con pasos firmes se acercó hasta el
hombre el cual tenía una expresión rígida en el rostro. Código militar, algo pasaba,
pensó.
- Lauren me han llamado desde la división de la Marine. –
Anunció Mark mientras cerraba la puerta tras las espaldas de Lauren.
- ¿Ha pasado algo con Chris? – Dijo con pánico.
- Sí... No es nada tan grave. Se ha caído de altura durante uno
de los entrenamientos de tierra en Chicago, se ha luxado un hombro, pero no tiene
nada más. – Explicó el hombre.
- Oh... - Murmuró asustada.
- El sargento de la división me ha mencionado que si deseas
sería posible que viajes hasta allá para verle, al parecer tu hermano está algo
frustrado por lo ocurrido.
- ¿Cuándo ha sido? – Dijo rápidamente.
- Hoy durante la mañana, no ha necesitado cirugía ni nada por
el estilo, pero se quedará hospitalizado por unos días debido a que fue una caída
desde bastante altura.
Su mente intentaba mantener la calma al saber que su hermano sólo
había resultado con una lesión en el hombro, sin embargo sabía cómo eran los
entrenamientos de los Marine, seguramente Chris lo había pasado bastante mal al
caer desde aquella altura.
Se pasó una mano por el rostro pensando qué hacer. En primer lugar
debía informarles a sus padres y luego ver qué hacer para viajar durante unos días a
Chicago... Seguramente Camila no tendría problemas para quedarse con el pequeño
ojiverde mientras ella no estaba en la ciudad.
- ¿Puedo mañana mismo tomar un vuelo? – Dijo la soldado.
- Claro, me contactaré con los de la Marine para que puedas irte
en uno de los vuelos por parte de la U.S. Army.
Lauren afirmó en silencio mientras se rascaba una de sus cejas de
forma nerviosa.
- Está en el Hospital General de Chicago, pero seguramente al
tomar el avión te darán más información... Ten buen viaje Lauren, y espero que tu
hermano se mejore pronto, mándale mis saludos.
Se cuadró frente al sargento para luego despedirse con un pequeño
gesto, pero antes de cerrar la puerta le agradeció al hombre.

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Gracias como siempre! Y como ya dije, camren feels.
Capítulo 49.

Lauren hizo una mueca frente al compungido rostro de preocupación


de su madre. Luego de que el sargento Walker le comunicara lo que había ocurrido
con Chris ella se había dirigido rápidamente a la casa de sus padres donde por suerte
había encontrado a ambos en el lugar.
- Mamá... No llores, por favor. – Dijo abrumada la soldado al ver
cómo Clara abrazaba a Michael mientras sollozaba luego de que la ojiverde les
contara lo que había ocurrido.
- Tú no lo entiendes Lauren. – Acusó la mujer.
- Chris estará bien mamá, sólo necesita quedarse unos días en
el hospital y seguramente luego volverá con los de la Marine para hacer fisioterapia...
Sus ojos esmeraldas detallaron el gesto que hizo Michael para que ella
guardara silencio. Sin entender muy bien la ojiverde se pasó una mano por el rostro
esperando que su madre finalmente abandonara el llanto y lograra decir algo.
- ¿Crees que es muy fácil para una madre saber que su hijo se
hirió y está a kilómetros de distancia? – Resonó la voz de Clara mientras limpiaba el
maquillaje escurrido en su rostro.
- Mamá... - Susurró Lauren.
- Pues algún día lo entenderás si pasara algo así con Cameron.
– Apuntó la mujer. – Chris, Taylor y tú son mis mayores preocupaciones, no puedo
dejar de sentirme mal cuando algo les pasa a ustedes... Chris lejos teniendo un
entrenamiento casi inhumano, Taylor embarazada lejos también y tú... ¡Tú casi te
mueres Lauren!
Aquellas palabras golpearon directamente contra su pecho. Su padre
le miró con los párpados abierto de par en par mientras Clara se acercaba hasta que
sus brazos se rodearon en el cuerpo de Lauren.
- Sólo me preocupo por ustedes, y me vuelvo loca al pensar que
algo terrible les puede pasar... No quiero que Chris le pase lo que te pasó a ti o algo
peor... Asi como deseo lo mismo con Taylor y contigo... Ya casi perdí una hija, y no
sabes lo agradecida que soy de que lograras despertar de aquello y que ahora estés
bien.
Las lágrimas se agolparon en los ojos de Lauren frente a las palabras
emocionadas de su madre. Ahora con el tiempo lograba entender que todo lo ocurrido
en Irak había traído muchas consecuencias, malas o buenas, y entre ellas había sido
conectar más la relación con sus padres.
- Chris se pondrá bien mamá, y te prometo que hablaré con él
para que tenga más cuidado. – Afirmó con la cabeza la soldado.
Michael se acercó hasta donde estaban ellas y acarició la cabeza de su
hija la cual le devolvió una amplia sonrisa al sentirse una niña pequeña mimada por
sus padres. Lauren estaría agradecida toda su vida por el apoyo que había tenido por
parte de aquellas dos personas, sin duda los años pasaban y ella misma ahora
comenzaba a tener su familia, pero siempre era bueno sentir aquel cariño mezclado
con nostalgia que significaba pasar tiempo con sus padres.
- ¿Entonces mañana te irás a Chicago? – Preguntó Michael
mientras le pasaba un pañuelo a su esposa
- Sí, me iré casi al medio día. – Apuntó.
- ¿Y quién se quedará con Cameron? – Dijo Clara.
- Hablaré con Camila... - Sonrió levemente la soldado.
Tanto su padre como su madre elevaron las cejas de forma sugerente
mientras Lauren se mordía los labios para evitar que una amplia sonrisa se dibujara
en su rostro.
- Asi que... Tú y Camila... - Murmuró Clara.
- Bueno... Desde que se ha comenzado a quedar con Cameron
ella y yo hemos estado hablando, compartiendo más tiempo, cosas así...

- Cosas así... - Sugirió Michael.


- Papá. – Dijo algo avergonzada.
Clara entrecerró los parpados para detallar el leve rubor que pintaba
las mejillas de su hija, sin embargo nada dijo para no incomodar más a la soldado. Ya
habría tiempo para conversar sobre aquello, pero en el fondo de su corazón se sentía
feliz de saber que quizás tanto Lauren como Camila pudieran entablar nuevamente
una relación, obviamente no podía pasar por alto todo lo que aquellas dos habían
vivido, pero los años de vida a Clara le habían enseñado que muchas veces no todas
las relaciones son un camino de rosa y perfectas.
- Sólo dile que venga alguno de éstos días a cenar para así
poder estar con ella y Cameron. – Dijo finalmente Clara sonriéndole a su hija.
...
Camila miró con cariño cómo Lauren terminaba de secar los cabellos
castaños de Cameron, el cual, luchaba para escapar de los brazos de su madre.
Luego de que su ex esposa le informara lo que había pasado con Chris
y el repentino viaje que surgía ella había pasado horas sumergida en los recuerdos
sobre las veces que su ex esposa también había resultado herida o lesionada por
culpa de los duros entrenamientos, especialmente cuando había entrado a la
infantería en su primer año en la U.S. Army.
Su tranquila respiración se vio interrumpida cuando Lauren le pasó el
pijama de estrellas para que le ayudara a vestir a Cameron.
- Arriba los brazos mi vida. – Le dijo amorosamente la
arquitecta el ojiverde.
Cameron negó con la cabeza sacando la lengua a la vez que Lauren
reía intentando contener a su hijo mientras terminaba de ponerle el pañal. Ambas
terminaron de vestir y acunar al pequeño entre sonrisas y palabras cariñosas para el
pequeño el cual luego de algunos minutos terminó durmiendo plácidamente en la
cuna abrazando el peluche de elefante.
- ¿A qué hora sale tu vuelo mañana? – Dijo finalmente Camila
mientras ambas terminaban de cenar.
- Medio día. – Apuntó Lauren mientras comenzaba a recoger las
cosas desde la mesa para llevarlas al fregadero.
- ¿Te gustaría... - Dijo dudosa la arquitecta.
Los ojos esmeraldas interceptaron su rostro y una leve sonrisa se
dibujó en el rostro de la soldado la cual luego de dejar la acción que estaba teniendo
con los platos se acercó hasta ella para acariciarle tranquilamente una de sus mejillas.
- ¿Quedarme a dormir? – Susurró Lauren mientras dejaba un
beso cerca de la comisura izquierda de Camila.
- ¿Quieres? – Murmuró la arquitecta cerrando los ojos frente al
tacto de los labios de la ojiverde en su rostro.
- Me parece una buena idea. – Sonrió.
Los besos que tanto esperó por días no se hicieron más esperar, los
labios de Lauren capturaron con fuerza y decisión su boca. Jadeó al sentir cómo las
manos de la soldado le acariciaban los costados y ella misma apoyó su cuerpo contra
el de la ojiverde.
- Camila... - Susurró Lauren contra sus labios.
Con ambas manos atrapó el rostro de la ojiverde la cual sonrió frente
al gesto. El sonido de los coches dando vuelta por la ciudad entraba por la ventana de
la cocina y Camila deseó que el contacto entre ellas no se acabara nunca.
- Vamos a la habitación. – Dijo decidida luego de que la soldado
cerrara los ojos frente a la leve caricia que dejaron sus manos.
Caminaron con las manos entrelazas evitando hacer demasiado ruido
para así no despertar al pequeño ojiverde. Cuando Camila intentó girarse sobre sí
misma para que su rostro quedara frente al de la ojiverde ésta última lo evitó
abrazándola fuertemente desde la espalda.

- No sabes cuánto te he extrañado todo éstos días... – Confesó la arquitecta


con casi un hilo de voz.
Lauren afirmó en silencio para luego comenzar a besar el cuello de la
arquitecta la cual dejó escapar un fuerte suspiro. El cuerpo de Camila tembló bajo las
caricias que las manos de la soldado le brindaban, después de tantas semanas cada
centímetro de su piel volvió a reconocer el cálido tacto que las manos de su ex esposa
le entregaban través de su cuerpo.
- Déjame quitarte la ropa. – Murmuró Lauren rozando la punta
de su nariz contra la parte posterior del cuello de Camila.
No tuvo que hacer nada, la ojiverde automáticamente tiró del jersey
color crema que estaba ocupando aquel día, sus ojos marrones brillaron al notar
cómo Lauren observaba con cuidado sus senos escondidos detrás del sujetador de
encaje color negro que llevaba aquel día.
- Tan hermosa. – Sonrió levemente la ojiverde.
Una sincera sonrisa se dibujó en su rostro al mismo momento en que
sus manos comenzaban a desabrochar los botones de la camisa blanca de Lauren.
Pudo detallar el pequeño temblor en sus dedos debido a la emoción del momento, sin
embargo la ojiverde le asaltó llevando ambas manos hasta el borde del sujetador
negro que escondían sus senos. Un gemido escapó de su boca al ver cómo la soldado
se acercaba a éstos y comenzaba a besarlos sobre el sujetador. Sus piernas fallaron
mientras la acción perduraba, sus manos impacientes se enredaron en la cabellera de
Lauren la cual sin esperar más liberó sus senos desde la ropa en que se escondían.
- Te quiero, te quiero. – Susurró Camila abrazándose a Lauren
para ambas caer a la cama.
La luz de la luna que se filtraba entre las cortinas remarcó los
contornos del rostro de la soldado la cual luego de tirar de su camisa también se
deshizo del sujetador blanco que ocupaba.
- Hagamos el amor... - Le pidió la arquitecta cuando Lauren
llevó sus manos hasta la delicada cintura de Camila.
- Haremos el amor, mi amor. – Dijo Lauren mirándole a los ojos.
Sin esperar más la soldado le ayudó a quitarse las botas y el jeans
para sólo dejarla en la tanga de color negro que hizo suspirar fuertemente a Lauren.
- Quítate todo. – Exigió mientras la soldado se quitaba el
cinturón del pantalón.
- Calma. – Sonrió frente a la impaciencia de Camila.
Cuando su cuerpo sintió el peso del cuerpo de Lauren caer sobre ella,
y conectar ambas cálidas piel, Camila dejó escapar un fuerte gemido que llamó la
atención de su amada.
- He extrañado hacerte esto... No voy a mentir, perdóname si
voy demasiado rápido. – Confesó la soldado con un poco de nerviosismo en la voz.
- No importa, sólo quiero sentirte... Hazme tuya. – Murmuró
Camila para luego besar fuertemente a Lauren.
Sus piernas se entrelazaron y Camila sintió cómo la ojiverde la
penetraba con dos dedos sin esperar más, ella ya estaba lo suficientemente
preparada para aquello, su tanga se corrió sin problemas frente a la invasión de la
mano de su ex esposa la cual dejó escapar un gutural gemido frente a lo mojada que
Camila estaba.
- Dios... - Gruñó Lauren frunciendo el ceño frente al placer que
era sentir nuevamente a su mujer en sus dedos.
Las sensaciones que su cuerpo, mente y corazón desearon explotar
cuando Lauren comenzó a moverse sobre su cuerpo y hacer la suficiente fuerza para
entrar y salir de ella a un ritmo algo intranquilo y tan fuerte que Camila pensó que
llegaría al orgasmo antes de lo pensado. Pero no se preocupó por ello, los gemidos se
hicieron resonar por la habitación y bajo la tenue luz de la luna la arquitecta detalló la
expresión de placer que invadía el rostro de Lauren. Cuando pudo identificar que un
arrollador orgasmo se aproximaba, sus ojos se agolparon de lágrimas al sentirse
amada y deseada bajo los brazos de la ojiverde.
Llegar al orgasmo de aquel modo fue como sentir que cada parte de
su cuerpo se desvanecía en un profundo amor que sólo Lauren sabía darle. Pequeños
gemidos se siguieron atenuados por los labios de su ex esposa la cual seguía dentro
de ella intentando calmar el ritmo de las embestidas que siguieron hasta que la
ojiverde dejó escapar el sonido de su propio clímax.
La soldado dejó caer todo el peso de su cuerpo contra el de la
arquitecta la cual intentaba recuperar el ritmo regular de su respiración.
- ¿Camila estás bien? – Dijo algo asustada Lauren.
Sin saber qué ocurría abrió los ojos para encontrarse con el
preocupado rostro de la soldado. Fue ahí cuando percibió que estaba llorando en
silencio.
- Dime que estás bien... - Murmuró otra vez la ojiverde
limpiando las lágrimas que rodaban por el rostro de la morena.
- Estoy llorando de felicidad... – Sonrió Camila atrapando una de
las manos de Lauren para luego besarla con calma. – Ha sido maravilloso, no sabes
cómo me haces sentir. – Explicó.
Ambas se fundieron en un abrazo mientras Camila besaba el rostro de
su ex esposa. El sueño las embarcó rápidamente y así con sus cuerpos entrelazados y
desnudos se durmieron.
...
Lauren miró divertida cómo Cameron se sujetaba con ambas manos
de su pantalón con diseño de camuflajes color verde de la U.S. Army. Le extrañaría
mucho durante los días que no estuviera en la ciudad, al igual como extrañaría a la
mujer que ahora le sonreía mientras esperaban que el vuelo de Lauren hiciera el
embarque.
- Mándale muchos cariños de mi parte a Chris. – Dijo Camila
quien calmadamente le acariciaba un hombro a la soldado.
- Lo haré. – Sonrió.
Cameron siguió tirando de las ropas de su madre mientras Camila le
hacía un gesto con la mano al ojiverde para que dejara de hacerlo. Lauren dejó
escapar una pequeña risa frente al inesperado grito casi imperceptible que salió de la
boca de Cameron en señal de enfado.
- Creo que tendrá tu carácter. – Apuntó la soldado acariciando
los cabellos castaños de su hijo.
- Entonces prepárate Jauregui, tendrás que soportarnos a los
dos. – Le guiñó un ojo la arquitecta.
Miró con amor a los ojos marrones de Camila la cual se ruborizó por la
intensa mirada que Lauren conectó.
- Te extrañaré. – Anunció la arquitecta mientras apoyaba su
cabeza contra el hombro de la soldado.
- Y yo también... Los extrañaré. – Mencionó también incluyendo
al ojiverde.
- Intenta llamarme cuando puedas.
- Claro que lo haré. – Sonrió.
Acercó su rostro para dejarle un leve beso en los labios a Camila la
cual suspiró feliz. La tranquilidad del momento se vio interrumpida por Cameron el
cual había comenzado a gimotear para llamar la atención de ambas.
- Es un Cabello, buscando mimos y atención. – Frunció el ceño
Lauren mientras tomaba a su hijo en brazos.
- Pues no te resistes a nuestros encantos cariño. – Dijo divertida
Camila.
Rodó los ojos exageradamente para luego dejarle un par de besos en
las mejillas sonrojadas a Cameron. El pequeño lanzó una carcajada al sentir las
cosquillas con las que Lauren comenzaba a atacarle.
- Pasajeros vuelo CIL996 por favor acercarse a la puerta de
embarque número 23 para abordar el avión. – Resonó la voz a través de las bocinas
del lugar.
Luego de besar interminablemente a su hijo y tomar el bolso negro
para colocárselo al hombro Lauren rodeó sus brazos sobre Camila y Cameron.
- Nos vemos pronto... Te quiero. – Se despidió Lauren dejándole
un largo beso en la boca a Camila.

---
Gracias como siempre!
Capítulo 50.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al detallar cómo Cameron
reía a carcajadas intentando escapar corriendo con poca habilidad al ser perseguido
por Michael el cual iba caminando lentamente detrás del pequeño queriendo cogerlo
en brazos.
- Es tan bueno verte otra vez. – Dijo finalmente Michael al
lograr capturar al ojiverde en brazos el cual no dejaba de reír contra el pecho de su
abuelo.
- Yo también te extrañaba Michael. – Apuntó Camila sonriendo
sinceramente.
Aquella tarde el cielo les regalaba un soleado día, poco quedaba de la
nieve que había inundado la ciudad los días anteriores, por aquello mismo la
arquitecta había decidido llevar a Cameron al parque, había coincidido también con
una llamada por parte de Michael el cual deseaba ver a su nieto luego de que Clara se
fuera hacer una visita a una antigua amiga.
- Supongo que has estado en contacto con Lauren. – Resonó la
voz de Michael quien dejó escapar nuevamente a Cameron el cual comenzó a dar
pasos por el césped mirando con detalle las nubes que se dibujaban en el cielo color
celeste.
- Sí, me ha dicho que Chris ya está mejor... Mañana le darán el
alta.
- Creo que a mis hijos le gusta eso de terminar en el hospital
por culpa del ejército.
Camila hizo una mueca para luego elevar las cejas frente a la broma
de su ex suegro. Podía recordar con cariño cómo el padre de Lauren había cuidado de
ella cuando fue ingresa por el trabajo de parto de Cameron.
- Me alegra saber que ustedes están en mejores términos... Es
decir, no quiero entrometerme, pero realmente me alegra saber que ustedes dos
están intentando arreglar lo que siempre han sido. – Sonrió el hombre.
Su rostro tomó un leve rubor frente a las palabras de Michael.
Después de todo el hombre siempre les había apoyado en todo, desde la primera vez
que Camila había ido a cenar a la casa de los Jauregui, pasando por los planes de la
boda hasta ahora cuando ellos se quedaban cuidando de Cameron.
- Realmente espero que las cosas con Lauren mejoren... Yo...
Sé que le hice daño, y ella a mí también... Supongo que nos queda aprender de ello.
– Dijo pensativa.
El hombre detalló el rostro de la arquitecta la cual se vio perdida en
sus pensamientos durante unos segundos. El pequeño ojiverde seguía caminando
cerca de ellos cuando de vez en cuando se dejaba caer contra el césped para
descubrir aquellas nuevas sensaciones.
- Debes decirle a Lauren que estás decidida por aquello... -
Rompió el silencio Michael.
- ¿Cómo así? – Preguntó sin entender a qué se refería el
hombre.

- Ambos conocemos a Lauren, sabes cómo es... A veces realmente necesita que
uno sea preciso y claro con ella... Si quieres pedirle perdón y hacer de ello algo
importante en la relación de ambas entonces tendrás que darle la importancia al
momento en que lo hagas... No te estoy diciendo que debas robar todas las rosas de
una tienda de flores y hacerle una escena, sabes que ella no es así. – Dijo para
terminar en una pequeña risa la frase. – Pero si haces algo un poco simbólico puede
que la inteligente mente de mi hija logre asimilar bien todo aquello.
Camila afirmó en silencio mientras analizaba cada palabra que había
salido desde la boca de su ex suegro. Luego de algunos segundos en que Cameron
volvió hasta donde estaban ellos con las ropas sucias y el cabello despeinado, la
arquitecta le regaló una sincera sonrisa a Michael el cual le guiñó un ojo mientras
comenzaba a sacudir las ropas de su nieto el cual reía frente a la acción del hombre.
- Y ya sabes que si desean volver a casarse como la otra vez
nuestra casa siempre estará abierta para hacer la ceremonia. – Apuntó el hombre
dejando sin palabras a Camila.
...
La expresión de frustración que reinaba en el rostro de Chris con los
días no se había diluido, aquello le tenía más preocupada de lo que podía admitirle al
Marine en entrenamiento. Podía observar detenidamente cómo Chris había dejado sin
contestar todas las llamadas que sus compañeros de pelotón le habían hecho durante
aquellos días y cuando le había mencionado la manera en que su madre había
reaccionado el futuro Marine sólo había respondido con una mueca y silencio.
- Bueno, venga, ¿Cuándo mierda me vas a decir qué te pasa? –
Murmuró impaciente mientras le bajaba el volumen al televisor de la habitación del
hospital.
- No me pasa nada Lauren. – Espetó Chris mientras jugaba
levemente con las sabanas de la cama.
- Pues no me lo creo. – Apuntó la soldado.
- Deberías entenderlo... – Dijo entre dientes.
Lauren frunció el ceño sin entender mientras se acercaba para
sentarse en una de las esquinas de la cama donde Chris aún se encontraba recostado.

- ¿Entender el qué? – Preguntó calmadamente.


- Cuando estabas en la infantería, cuando no sabías si lograrías
soportada todo aquel entrenamiento y la presión... Yo... Supongo que no soy tan
fuerte como tú o papá... - Murmuró el chico agachando la cabeza.
- No digas eso Chris... Sólo ha sido un accidente, tú mismo
sabes que papá y yo también nos lesionamos durante los entrenamientos, tienes que
pensar que esto mismo podría pasarte cuando te vayas de misión o combate.
Su hermano elevó su rostro dejando ver la tristeza que había
gobernado el rostro del Marine en entrenamiento.
- Te admiro realmente... Casi te mueres, y aun así has decidido
volver a la U.S. Army... - Murmuró Chris mientras seguía jugando con el borde de la
sabana.
- Algunas cosas simplemente pasan... Asi como yo volví
Cameron no lo logró. – Dijo amargamente recordando a su mejor amigo.
- ¿No tienes miedo?
- ¿De qué? – Elevó las cejas la soldado.
- De que algo así pueda otra vez pasarte... Tienes un hijo...
Digo... No sé, es sólo que pensé que moriría cuando iba cayendo, ¿Sabes? Aún no
puedo creer que sólo me luxara un hombro.
Pasó una de sus manos por la cabeza de su hermano el cual le sonrió
de mala gana al recordar el gesto que su hermana mayor siempre tenía cuando él
hacía alguna cosa mal.

- Aprenderás de ello... Los accidentes pasan, te lo repito Chris, sólo debes


cuidarte... Sé que amas estar en la Marine, pero si en algún momento decides dejarlo
también lo entenderé, todos en la familia lo entenderemos. – Apuntó Lauren viendo
cómo Chris le miraba con atención. – Y claro que a veces tengo miedo... Cuando me
dispararon en Irak pensé que realmente moriría y que no alcanzaría a conocer a mi
hijo y además dejaría a todas las personas que me aman... Puedo recordar cómo
cuando me desplomé sobre el cuerpo de Cameron mis ojos se detuvieron en el cielo
estrellado pensando en que no podía morir aquella noche... - Dijo con la mirada
perdida.
- Y lo lograste... Volviste, y vives cada día junto a tu hijo...
- Lo hago... Y estoy aceptando que algunas cosas simplemente
ocurren... La vida continúa.
Con cuidado de no apretar demasiado el hombro donde Chris tenía el
inmovilizador envolvió con sus brazos a su hermano menor. Lauren sonrió contra la
mejilla del Marine el cual también rió a lo bajo frente a lo cariñosa que había sido la
soldado.
- Camila quiere que seas el padrino de Cameron. – Anunció la
ojiverde.
- ¡¿Enserio?! – Dijo animado el chico.
- Claro, ahora que ha estado hablando con Normani para que
ella sea la madrina me ha preguntado si encontraba una buena idea de que fueras tú
el padrino. – Comentó tranquilamente.
- Espera, espera... - Interrumpió el chico. - ¿Eso quiere decir
que estás hablando con Camila?, ¿Cómo antes?
Lauren no pudo evitar sonreír ampliamente bajo la atenta mirada de
su hermano el cual le dirigió una curiosa mirada.
- Bueno... Estamos intentando algo así como darnos otra
oportunidad...
- ¿Me estás bromeando? Por Dios, ¿Después de que pasaron por
un divorcio, un juicio y semanas odiándose?
- Vale, vale... No hemos olvidado aquello, pero... Ya sabes que
Camila estaba con depresión post parto y digamos que yo también me estaba
recuperando de lo que pasó Irak... Puede que ahora las cosas puedan mejorar y
quizás darnos una nueva oportunidad sea una buena idea.
Chris elevó las cejas de forma sugerente para luego dedicarle una
amplia sonrisa que hizo a Lauren también sentirse comprendida por su hermano.
- Ya decía yo, es imposible que vosotras se mantuvieran lejos
una de la otra... Me alegro mucho, por ambas y por mi hermoso sobrino. – Apuntó el
futuro Marine acomodándose en la cama. – Estoy muy feliz por ti hermana.
...
- Entonces veo que las cosas entre tú y Lauren van bastante
bien... - Sonrió sinceramente Sara.
- ¿Quizás demasiado rápidas? – Preguntó dudosa la arquitecta.
La mujer negó levemente con la cabeza mientras Camila sonreía
nerviosa al recordar aquella noche que había hecho el amor con la soldado. Llevaba
días rememorándolo y extrañando la presencia de Lauren a su lado, lo bueno de todo
era que después de casi cinco días la soldado hoy tomaría un vuelo para volver a
Boston.
- Es lógico que fuera algo muy natural y espontaneo lo de
ustedes... Lo importante es que ambas están poniendo de su parte. – Apuntó la chica
de rizos bajo la atenta mirada de Camila.
- La próxima semana tengo control con el psiquiatra, quizás
pueda bajar un poco la dosis del Prozac... Espero ir bien en aquella evaluación.

- Seguramente lo harás, puedo notar el gran avance que has tenido durante
éstas semanas... Tienes una gran red de apoyo Camila, me alegra saber que la
ocupas... Tus padres, tu hermana, tus suegros, tus amigas, incluso Lauren misma y
Cameron.
Se sintió emocionada al confirmar que existían todas aquellas
personas cubriendo sus espaldas y preparadas para estar ahí cuando más lo
necesitaran... Incluso podía confirmar cuánto su ex esposa se preocupaba por ella y
que intentaban manejar las cosas con tranquilidad.
Las peleas entre la ojiverde y ella ya casi no existían, y los momentos
se simplificaban a disfrutar de la compañía entre ellas siempre que se pudiera. Estaba
decidida, debía dejarle claro a Lauren que ella se sentía capaz de volver a tener una
relación, recuperar la familia que siempre habían sido, dejar las cosas ir... Y tener un
nuevo comienzo.
- Gracias Sara. – Dijo sinceramente.
- ¿Por qué? Es mi trabajo. – Le devolvió la sonrisa.
- Sí... Pero me has ayudado tanto a volver a ser quien siempre
fui que... Es extraño abrir los ojos luego de tantos meses tormentosos... Sé que el
tiempo no se puede recuperar, pero créeme que con todo lo que hemos hablado, lo
que me has explicado, incluso lo que me has enseñado estoy siendo capaz de resolver
todo el caos que había dentro de mí... Recuperaré a Lauren y seremos una familia
que sabrá enfrentar lo que venga.
Sara dejó de jugar con el bolígrafo que tenía entre los dedos para
detallar el brillo que habitaba en los ojos marrones de Camila. Sin duda la
comparación parecía irreal, aquella chica ya no era la misma que había venido
buscando ayuda casi desesperada frente a la posibilidad de perder a su hijo frente a
la mujer que siempre había amado... Esta era definitivamente una nueva Camila,
quizás la que siempre había sido antes de todo lo que pasó con Lauren en Irak... O
quizás era la misma Camila renovada.
...
Lauren sonrió con una felicidad casi indescriptible cuando a la distancia
logró encontrar a Cameron en brazos de Camila entre todas las personas que
caminaban en el aeropuerto aquella noche. Una leve risa salió de su boca cuando
Cameron se tiró a sus brazos al reconocerla.
- ¡Mamá! ¡Mamama! – Chilló feliz el pequeño.
- Hola mi vida. – Murmuró la soldado besándole el rostro a
Cameron.
Sintió los brazos de Camila rodear su cuerpo dejando a los tres en un
cálido abrazo que se prolongó durante unos segundos hasta que Lauren aproximó su
rostro al de su ex esposa.
- Hola cariño. – Saludó la soldado.
- Te extrañaba. – Dijo Camila dejándole un par de besos en la
mejilla a Lauren.
Acomodándose el bolso en el hombro y aún con Cameron en brazos
Lauren con la mano que tenía libre entrelazó sus dedos con la mano izquierda de
Camila la cual le sonrió ampliamente mientras caminaban por el aeropuerto hasta la
zona del aparcamiento donde sin esperar mucho se subieron en la camioneta para
encaminarse hasta la casa.
- ¿Te quedarás a dormir hoy? – Preguntó Lauren rompiendo el
silencio.
- Claro. – Sonrió Camila.
Sus ojos esmeraldas detallaron por el retrovisor cómo Cameron se
había quedado durmiendo abrazado a su peluche de elefante. Parecía increíble que
sólo unos días alejada de él hicieran que ahora lo viera un poco más grande.
- ¿Puedes quedarte todo el fin de semana con nosotros? –
Susurró Lauren acariciando la mano de Camila que se encontraba en la palanca de
cambio del coche.
- Estaría encantada de hacerlo. – Anunció la arquitecta.
Al llegar a la casa Camila se encargó de sacar a Cameron y llevarlo
directamente a la cuna. Lauren se dio el tiempo suficiente para sacar el bolso de la
camioneta y entrar a la casa. Sus pies se dirigieron hasta la cocina ansiosa por hacer
algo de café y sentarse a conversar con su chica.
Con curiosidad se acercó a la caja de mediano tamaño que se
encontraba sobre la mesa. Se quedó sin poder respirar al reconocer el contenido...
Las cartas que Camila le había escrito cuando ella había estado en numerosas
misiones y combates, todas las cartas.
Incluso podía recordar cómo Camila las impregnaban de su perfume
para que al llegar hasta la soldado aún tuvieran el familiar olor que hacía sonreír a la
ojiverde. Las lágrimas se agolparon en su rostro mientras sus temblorosas manos
sacaban una de las cartas dobladas con precisión que resaltaba entre todas porque
tenía las esquinas pintadas con labial color rosado, el favorito de Camila, una pequeña
risa escapó de su boca, ésta no podía reconocerla... Era una carta nueva.
Para mi amada Lauren.
Sé que en el último tiempo hemos vivido muchas cosas... Algunas
malas y otras increíblemente buenas. Hemos vivido desde la emoción de saber que
había quedado embarazada, hasta la desesperación al saber que te irías de misión y
luego lo horrible de verte volver casi muriendo... Te perdiste el nacimiento de tu hijo,
y yo la hermosa sensación de poder tomarte la mano mientras aquello ocurría.
Sin embargo, la vida me ha regalado otros momentos... Como verte
aprender a caminar otra vez, verte llorar de emoción al tomar en brazos por primera
vez a Cameron... Te he visto luchar por nuestro amor, por nuestra familia... Te he
dañado por lo tan dañada que estaba yo misma...
No me queda más que pedirte perdón mi amor... Un verdadero perdón
que me nace desde el corazón, el mismo que te ha amado durante tanto tiempo y
que está feliz de poder seguirte amando durante más tiempo bajo las alegres risas de
nuestro amado hijo.
Por favor créeme que estoy intentando todo para que nuestro amor
nos vuelva a unir. No quiero pasar más días sin ver tus hermosos ojos, no quiero
pasar más noches sin dormir abrazada a ti, no quiero que nos perdamos la magia de
ver a nuestro hijo crecer y luego reír juntas por ello.
Te amo, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
Perdóname.
Con amor... Por siempre, Camila Cabello-Jauregui. La chica tímida que
se convirtió en el amor de tu vida, tu esposa y madre de tu hijo.
Lauren se limpió las lágrimas que rodaban por su rostro para girarse y
descubrir que la arquitecta le miraba desde el marco de la puerta llorando también.
- Te amo... - Anunció la soldado acercándose hasta donde
estaba la morena.
- Yo también, mi amor. – Le respondió Camila entre sus brazos.

------
Y ya entramos en la trama final, quedan 10 capítulos... En
agradecimiento por todo el apoyo el sábado tendrán el último maratón de la historia.

Muchas gracias.
Capítulo 51.

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Último maratón ->1/4
***

2 semanas después.

Charles le dirigió una preocupada mirada a Lauren la cual sólo pudo


responder acariciándole un hombro al soldado. Aquella mañana el sargento Walker les
había anunciado a Nataly y Dianna que durante la noche saldría su vuelo para la
nueva misión a la que habían sido destinadas ambas primas.
- Venga hermanito, ya sabes cómo son las cosas. – Apuntó
Nataly intentando calmar a Charles.
- Lo sé... Es sólo que es la primera vez que no vas conmigo. –
Murmuró.
- Pero seguiremos en familia. – Dijo Dianna para suavizar las
cosas.
Lauren se mantuvo en silencio viendo la interacción entre ellos. Se
sentía nerviosa frente a la innumerable cantidad de imágenes y recuerdos que
invadieron su mente cuando el sargento anunció a los soldados que habían sido
designados a ir.
- Al menos ésta vez te quedarás con Lucy, seguro te hace feliz
aquello. – Volvió hablar Dianna acariciando las mejillas de su primo.
- Sólo tengan mucho cuidado, intentaré tener la mayor
comunicación posible con ustedes. – Sonrió con tristeza el hombre.
Sus ojos esmeraldas detallaron el sereno rostro de Dianna cuando ésta
se acercó hasta ella dejando un poco de espacio y tiempo para que ambos hermanos
hablaran de lo que ocurría.
- Bueno... Supongo que ya nos veremos en un par de meses. –
Dijo la rubia.
- Que tenga una excelente misión soldado Agron. – Se cuadró
solemnemente Lauren.
Una melódica risa escapó de la boca de Dianna haciendo sonreír de
lado a Lauren la cual suavizó los rígidos rasgos de su rostro al detallar que pasarían
meses sin ver a aquella chica, la que había dado un par de toques intensos con
respecto a su relación con Camila.
- Realmente te deseo lo mejor, ya nos volveremos a ver. – Dijo
sinceramente la ojiverde.
- Espero que al volver ya tengas planes de boda con tu chica...
Y por supuesto me inviten. – Apuntó elevando las cejas divertidamente.
- Yo que tú no pondría un pie en aquella boda, a menos que
quieras perder cada uno de tus cabellos en las manos de Camila. – Dijo riendo
fuertemente.
Dianna le golpeó con ambas manos el pecho haciendo que Nataly se
aclarara la voz fuertemente llamando la atención de ambas soldados.
- No te puedes resistir ningún segundo tú, ¿Eh? – Acusó Charles
para luego sofocar una carcajada.

La rubia rodó los ojos exageradamente mientras negaba con la cabeza riendo bajo la
incómoda mirada de Lauren que también rió levemente.
- Nosotras ya debemos ir a buscar nuestras cosas para el viaje.
– Interrumpió Nataly.
Se despidió con un fuerte abrazo de su amiga mientras le susurraba
que se cuidara y que pronto se verían. Cuando fue el turno de Dianna tampoco dudó
en darle un abrazo y repetirle que se verían pronto... A fin de cuenta todas
compartían la misma pasión por ser parte de la U.S. Army.
Una vez que ambas rubias se fueran caminando Charles se recargó
pesadamente contra el hombro de Lauren haciendo que ésta frunciera el ceño al ver
lo triste que se había quedado su amigo.
- ¿Qué te parece si el viernes vas junto a tu hijo a cenar a mi
casa? Carol estará muy feliz de verles. – Dijo el hombre refiriéndose a su esposa.
- Es una buena idea. – Sonrió.
...
Cameron gritó llamando la atención de Dinah y Camila las cuales
seguían en su ardua tarea de embalaje guardando las cosas en diferentes cajas para
ir vaciando el piso donde la arquitecta había estado viviendo durante los últimos
meses.
- No cuentes conmigo si vuelves a mudarte, la espalda me está
matando Mila. – Dijo de mala forma la ingeniera.
- Mueve tu trasero y ayúdame Hansen. – Murmuró entre dientes
la más baja mientras terminaba de embalar una de las cajas.
Dirigió su mirada nuevamente a su hijo el cual seguía jugando con una
de las pequeñas cajas que había en el lugar. Llevaba los cabellos despeinados y aún
el pijama que parecía un disfraz de león que hacía suspirar con ternura a Camila.
- ¿Y por qué no está aquí tu soldado ayudándote? – Entrecerró
los parpados Dinah mientras seguía guardando algunos libros sobre Arquitectura
contemporánea en una de las cajas.
- Porque está trabajando, vendrá luego para cenar y terminará
de ayudarme.
- Claro, claro, para la ojiverde hay comida y cariños... A mí sólo
me has dado un vaso de zumo de piña, que mal amiga eres. – Dijo fingiendo estar
dolida.
- Venga ya, no seas idiota, mientras menos hablamos más
rápido avanzaremos. – Apuntó Camila.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Dinah mientras seguía
ayudando a su amiga, los minutos pasaron rápido, sin embargo la paz del momento
fue interrumpida por un llanto lastimoso por parte de Cameron el cual hacía pucheros
para llamar la atención de su madre.
- Seguro tiene hambre. – La arquitecta se pasó una mano por el
rostro. – Le haré un biberón con leche, ya vuelvo.
Tomando a su hijo en brazos dejó sola a Dinah la cual rodó los ojos
para luego sacar su móvil y quedarse revisándolo mientras Camila en la cocina
colocaba agua a calentar para hacerle la leche a su hijo.
- ¿Estás feliz de que ahora viviremos todos juntos? – Le susurró
a su hijo el cual seguía haciendo pucheros moviendo inquietamente sus pies.
- Mamá... - Sollozó.
- Ay mi vida.
Abrazó al pequeño contra su pecho para luego acariciarle los cabellos.
No podía pedir más, por fin había vuelto a encontrar aquella alegría que existía en
cada día que vivimos y no podía pedir más.
Cameron se removió entre sus brazos haciéndola reír al ver el rostro
tan parecido de su hijo con el de ella. Sin duda convertirse en madre le había
cambiado la vida, aunque hubiera sido en una circunstancia tan difícil, y que sólo
ahora lograra enfrentar con la cabeza en alto.

- Te prometo que nunca más pasará un día sin que esté a tu lado. – Besó la
frente de su hijo.
- Mamá... - Vocalizó Cameron agarrando los mechones de
cabellos de la arquitecta que caían por sus hombros.
Luego de hacer rápidamente el biberón y dejar a Cameron caminar por
el lugar mientras el pequeño estaba concentrado en la leche Camila volvió al salón
donde Dinah terminaba de embalar otra caja.
- Te lo juro Camila, si te mudas otra vez planeo patear tu
hermoso trasero. – Apuntó la ingeniera entrecerrando los párpados.
- Tranquila, ya no pienso mudarme nunca más. – Sonrió.
...
Cuando el viernes llegó y Lauren detalló cómo Cameron jugaba feliz
con uno de sus dinosaurios a través del retrovisor del coche sus ojos finalmente se
concentraron en el camino por la autopista hasta la casa de Charles. El sonido de la
voz de Camila cantando Won't go home without you de Maroon 5 le hizo sonreír
ampliamente buscando atrapar una de sus manos con una de la arquitecta.
- ¿Le has dicho a Charles que voy contigo? – Preguntó curiosa
Camila.
- No...
- Pero me has dicho que Charles y Carol saben que nos hemos
divorciado... - Dijo confundida.
- Claro... Será una sorpresa, conocerán a Cameron y te verán a
ti. – Sonrió perfectamente.
Una sincera expresión de amor se dibujó en el rostro de Camila la cual
le dirigió un cariñoso guiño a Lauren.
- Por cierto, ¿Estarán Nataly y Dianna? – Resonó la voz de la
arquitecta.
- Ellas se han ido de misión hace unos días. – Apuntó la soldado
sin perturbar su sereno rostro.
- ¿Por qué no me lo has dicho antes? – Enarcó las cejas.
- ¿Será porque las últimas veces que nos hemos visto sólo nos
hemos dedicado a recuperar el tiempo perdido haciendo alocadamente el amor?
La boca de Camila dejó escapar una avergonzada risa mientras el
rubor se pintaba sobre sus mejillas. Lauren se mordió los labios al sentir cómo una
agradable sensación invadía su pecho... Amor... Simplemente amor.
- Bueno, es verdad... No voy a enfadarme por eso... Pero me
gusta cuando me cuentas las cosas que pasan en tu trabajo cariño. – Dijo Camila.
- Lo sé... Es sólo que... No sabía cómo te sentirías al respecto...
Sé que aún te sientes insegura con respecto a mi trabajo y bueno...
- Lauren... Lo entiendo, gracias por pensar en ello... Pero en
algún momento debemos hablar de ello.
- Oh arquitecta Cabello ésta noche no, luego de nuestra
agradable cena pretendo darle el mejor sexo que pueda existir. – Apuntó.
Ambas rieron con ganas haciendo reír también a Cameron el cual dejó
caer su dinosaurio frente al horrorizado rostro de Camila la cual se llevó una mano a
la boca.
- ¡Has dicho la palabra "S" frente a Cameron! – Abrió los
parpados de par en par.
- Cariño él no tiene ni dos años, no lo entendería. – Dijo
tranquilamente Lauren para luego reír.
Camila negó con la cabeza para pasarle nuevamente el juguete a su
hijo el cual sonrió mostrando sus pequeños dientes brillantes. La arquitecta se lo
quería comer a besos.
El trayecto se mantuvo tranquilo mientras Lauren podía percibir la
constante sonrisa que habitaba en el rostro de su ex esposa.
- Venga... Dilo... - Rompió el silencio la soldado.
- ¿El qué? – Dijo confundida.
- Que estás feliz porque Dianna ya no estará en el pelotón
conmigo.
- No es que esté feliz de que se haya ido de misión, y créeme
que le deseo que vuelva bien junto a Nataly... Pero oh cariño, no puedo mentir, estoy
muy feliz de que ésa rubia ya no vuelva a verte porque tú eres sólo mía. – Sonrió con
seguridad.
...
Sus ojos marrones no dejaban de detallar con curiosidad la escena de
Cameron jugando con Lucy, la pequeña de cabellos rubios desde que había visto al
pequeño castaño entrar en los brazos de Lauren no le había quitado los ojos y reía
cada vez que el ojiverde le seguía las acciones en sus juegos infantiles.
Una pequeña alegría se concentraba en su pecho al ver a su hijo
interactuar con otro niño, debido a que el ojiverde aún no iba a la guardería o al
preescolar era difícil que él pasara tiempo jugando con otros pequeños de su edad,
era algo nuevo para Camila verlo tan feliz compartiendo sus juegos.
- Cameron es precioso. – Mencionó Carol mirando con ternura
cómo Lucy le entregaba uno de sus juguetes al ojiverde.
- Por fin le conocen. – Sonrió Lauren para luego dirigirle una
delicada mirada a Camila la cual parecía aquella noche haberse re encontrado con su
timidez juvenil una vez que entraron a la casa de los Thompson.
- No puedo creer lo grande que está Lucy. – Murmuró la
arquitecta sonriéndole ampliamente a Charles el cual le guiñó un ojo para llevarse
una copa de vino a los labios.
- Me encanta que estés aquí Camila. – Volvió a hablar Carol.
Sonrió nerviosa frente a las palabras de la mujer de Charles. Nunca
habían sido grandes amigas pero sabía que Lauren disfrutaba que ella compartiera
con las personas que le rodeaban en el trabajo. Sin dudas la casa se oía mucho más
tranquila sin Nataly chillando por el lugar, la apreciación hizo que la arquitecta se
llevara una copa de vino blanco a los labios mirando cómo Lauren parecía tan
tranquila.
- Aún no puedo creerme que Nataly y Dianna han tenido que
irse tan luego. – Rompió el silencio el soldado.
- Al menos se han ido juntas. – Dijo Carol intentando consolar a
su esposo.
- Ya sabes que el tiempo pasa más rápido de lo que te esperas.
– Opinó Lauren.
Camila miró con cariño a su ex esposa, se veía tan tranquila y feliz...
Así como ella también lo estaba. Las risas de Cameron y Lucy llegaron a su oído
haciéndole removerse frente a la posibilidad de que el ojiverde no creciera siendo hijo
único... Pestañeó nerviosa al pensar que en un futuro quizás ella y Lauren optaran
por tener más hijos.
- Lo que aún sigo sin entender es por qué te has negado a la
solicitud que te han hecho los de las Fuerzas especiales... - Resonó la voz de Charles.
El tiempo pareció congelarse frente aquellas palabras que salieron de
la boca del soldado. La arquitecta pudo ver cómo el rostro de Lauren se veía invadido
por una extraña expresión entre pánico y enfado. Su propia boca se secó frente al
incómodo silencio que se creó en el lugar y sus manos temblaron al ver que era la
única persona que no sabía sobre lo que había pasado entre las Fuerzas especiales y
Lauren.
- Oh... Yo... Pensé que... – Dijo algo confundido Charles al
parecer haber entendido la situación.
Rápidamente se levantó de su asiento pidiendo disculpas entre dientes
para encaminarse rápidamente hasta la puerta de la casa de Charles. Escuchó cómo
Lauren la llamaba a sus espaldas pero ella no hizo caso y sin recoger su abrigo que se
encontraba en el perchero de la entrada Camila salió de la casa enfrentando la noche
que le ofrecía un gélido viento acompañado por una gruesa capa de nieve.

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Capítulo 52.

Último maratón -> 2/4


***

11 de Febrero 2014, Boston – USA.


El sonido de la cámara del móvil de Cameron la sacó de sus
pensamientos mirando de mala gana al soldado el cual lucía increíblemente elegante
con el uniforme de ceremonias de la U.S. Army. Llevaba el cabello recién cortado y
una sonrisa amplia que remarcaba todo el rostro del joven.
- ¿Qué haces? – Dijo Lauren de mala gana mientras terminaba
de colocarse los zapatos de tacón que usaría para su boda.
- Guardo recuerdos, no siempre seremos jóvenes... - Respondió
encogiéndose de hombros el más alto.
La soldado rodó los ojos mientras volvía a observarse de forma
nerviosa al espejo. El color negro del uniforme hacía un gran contraste con su piel y el
labial rojo marcaba de forma perfecta su sonrisa. No podía creer que el día que había
soñado durante años por fin llegara, hoy se casaría con su chica, con Camila Cabello.
La risa de Cameron a sus espaldas le hizo fruncir el ceño al ver cómo
el soldado miraba con diversión la pantalla de su móvil apuntando una foto en que se
veía a Lauren completamente ebria sosteniendo una botella de Champagne durante
su despedida de soltera que había sido la semana anterior a la boda.
- Por Dios Cameron ¿Podrías ponerte serio por un momento en
tu vida? – Acusó la soldado.
- Oh vamos amiga, ¿Debo recordarte que fue la mejor noche de
tu vida? – Dijo riendo el pelinegro.
- ¡Claro que no lo fue! La policía nos detuvo en mitad de la calle
porque tú te pusiste a cantar canciones de los Backstreet Boys casi gritando...
Lauren intentó mantener el ceño fruncido mientras su mejor amigo
sofocaba una enorme carcajada. Sin poder contenerse más ella también explotó en
risas al recordar el vergonzoso momento, aunque para ser francos, poco recordaba de
aquella noche ya que Cameron le había emborrachado tanto que al llegar al piso
donde vivía con su prometida la morena le había metido rápidamente a la ducha para
darle un baño frío que le hizo gritar despertando a los vecinos.
- Camila pasó dos días sin hablarme, fue la peor resaca de mi
vida. – Apuntó Lauren.
- Vale, se nos pasó la mano con el alcohol, pero Camila puede
estar segura que te comportaste, es decir, seguramente ya ni recuerdas a Mandy... -
Enarcó las cejas Cameron.
Pudo sentir su rostro volverse pálido al no entender a qué se refería su
amigo, ¿Quién era Mandy? Y por qué su mejor amigo sugería que ella aún pensaba en
ella... Por más que intentaba rememorar su despedida de soltera no podía recordar a
ninguna Mandy.
- Amanda, la chica rubia del preescolar, la que le pasabas tus
juguetes sin problemas mientras que, cuando yo te los quitabas, te ponías a llorar
como una cría... Oh no me digas que has olvidado el nombre de la primera chica que
te robó el corazón. – Sonrió ampliamente el pelinegro.
- Oh Dios mío eres un completo idiota. – Chilló Lauren.
Cameron envolvió en un fuerte abrazo a su mejor amiga la cual sólo
pudo responder el afectivo gesto del soldado.
- Pobre Mandy, seguramente ella no te ha olvidado y tú aquí
casándote con otra mujer. – Dijo lastimosamente el más alto.
- Vale, vale, sólo intenta no mencionar su nombre frente a
Camila. – Rió a lo bajo siguiendo con la broma.

El pelinegro le guiñó un ojo para luego sacarle una inesperada foto de cerca a Lauren
la cual tomó el móvil de su amigo para evitar más fotos.
- Ey, ¡Que te casas sólo una vez en la vida, mejor tener fotos
demás que de menos! – Reclamó.
- Me estás poniendo nerviosa. – Apuntó.
- Bueno... Pero repito, sólo te casas una vez... A menos que te
divorcies y te vuelvas a casar, pero no creo éso posible... Vamos, tú y Camila jamás
podrían divorciarse. – Dijo con seguridad.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Lauren la cual afirmó en
silencio recordando con emoción cómo en unos minutos más por fin realizaría uno de
los sueños que tenía junto a Camila.
- Estoy muy orgulloso de ti... - Murmuró Cameron dejando un
atisbo de seriedad en su expresión.
- ¿A qué te refieres? – Preguntó sonriendo levemente la
ojiverde.
- Has sacado adelante tu relación con Camila frente a todo... No
dejas que nadie te haga dudar sobre tu amor por ella, no dejas que nadie ni nada
impida que ustedes se demuestren su amor, sé que no es fácil, pero... Me alegra
saber que tendrás a alguien a tu lado para siempre.
Las palabras de su mejor amigo le hicieron emocionarse, tanto que
pensó que lloraría allí mismo, pero sin dejar de sonreír le pasó una mano por la
mejilla al pelinegro el cual ladeó la cabeza agradeciendo la caricia.
- Tú también estarás siempre a mi lado, no lo dudes Cameron. –
Apuntó la soldado.
- Claro, no te librarás tan fácil... Por algo soy el mejor padrino
de boda.
...
- ¡Papá pásame el ramo de rosas por favor! – Suplicó Camila
nerviosamente al ver cómo su padre no dejaba de hacer pucheros llorando
levemente.
Sinu negó con la cabeza al intentar consolar a su esposo el cual
llevaba todo el día intentando contener las lágrimas de la emoción que sentía al ver a
su hija mayor próxima a casarse.
- Mi pequeña... - Murmuró Alejandro abrazando torpemente a
Camila.
- Papá... - Rodó los ojos.
La risa de Sofía hizo que la arquitecta le dirigiera una mirada de
enfado a su adolescente hermana la cual se encogió de hombros frente a la irreal
escena del momento.
- Venga papá, seguiré siendo tu pequeña. – Susurró la morena
acariciando la espalda de su padre el cual no quería romper el abrazo.
- Ya bastante tengo con que te hayas ido a vivir con Lauren...
Nunca pensé que te casarías tan joven. – Aclaró.
- Cuando mamá se casó contigo era incluso más joven que yo. –
Argumentó.
- Ya... Pero... Es que estoy emocionado. – Dijo el hombre
volviendo hacer un gran puchero.
Abrió los párpados de par en par sintiendo cómo el nerviosismo se
apoderaba de ella. No podría caminar hasta donde estaba su futura esposa si su
padre seguía llorando peor que niño pequeño perdido en la guardería.
- Mamá... - Pidió ayuda.
- Calma, tu padre sólo está emocionado, se le pasará en unos
minutos...
Sofía se acercó hasta ella para entregarle una divertida mirada frente
a la pequeña discusión que estaban teniendo sus padres. Una sincera sonrisa se
dibujó en el rostro de Camila al ver a su pequeña hermana con aquel vestido color
celeste.

- Creo que va a llover. – Apuntó la menor de los Cabello.


- Oh Sofía no seas pájaro de mal agüero... - Suplicó Camila de
forma nerviosa.
La adolescente volvió a observar el cielo a través de la ventana que
daba al gran jardín de la casa de los Jauregui mientras hacía una mueca. La
arquitecta simplemente volvió a observar a su padre el cual se levantaba del asiento
donde estaba y se dirigía hasta ella para rodearla nuevamente con uno de sus brazos
sobre los hombros.
- Tú sabes que si decides justamente ahora huir yo mismo
podría llevarte en el coche e irnos hasta otra ciudad... Tu madre se enfadaría por un
tiempo, pero prometo que lo solucionaríamos... - Susurró divertidamente.
- Oh Dios mío... Papá me estás poniendo más nerviosa si es
posible. – Chilló la morena.
- Te quiero. – Le guiñó un ojo el hombre.
Alejandro lanzó una graciosa risa para luego dejarle un tierno beso en
la mejilla a Camila la cual hizo una mueca frente a la repentina locura de su padre.
Sin embargo la alegría que reinaba en la habitación, donde justamente estaba su
familia, hizo que unas rebeldes lágrimas se agolparan en sus ojos.
- Oh no, nada de lágrimas todavía. – Exclamó Sinu.
La arquitecta se abrazó a su madre la cual le besó la frente y admiró
lo hermosa que estaba aquel día su hija mayor. Llevaba un delicado y detallado
vestido de novia color blanco que le llegaba hasta las rodillas, unos zapatos con un
blanco impoluto y los aretes de perla que ella misma había usado en su boda con el
padre de Camila.
- Te quiero mucho. – Le dijo la mujer.
- Y yo también mamá. – Sonrió.
...
Sus ojos esmeraldas observaron cómo Camila reía mirando su anillo
de oro relucir en su dedo anular de su mano derecha. Quería guardar aquella imagen
para toda la vida, quería que todos sus días fueran tan emocionantes como éste.
- Creo que ya te puedo besar... - Murmuró la soldado acercando
su rostro al de la arquitecta.
- Por supuesto. – Rió para sellar sus labios en un largo beso.
Sin embargo el momento se vio interrumpido cuando la soldado sintió
un par de gotas caer sobre su cabeza. El grito de alguno de los invitados le hizo
observar cómo del cielo comenzaba a caer una gran cantidad de lluvia y un fuerte
viento comenzaba a golpear.
- ¡Oh Dios mío! – Gritó Camila intentando cubrirse inútilmente
con su ramo de rosas rojas.
- ¡Corre! – Apuntó Lauren tomándola de la mano para dirigirse
hacia el interior de la casa de los Jauregui.
Entre risas y observando cómo varios invitados más comenzaba a
correr despavoridamente debido a lo sorpresivo y abrupto de la lluvia Lauren no dejó
de reír hasta que la mano de Camila tiró al lado contrario.
- ¡Lauren mi velo! – Gritó la arquitecta.
La soldado intentando no caer frente al repentino movimiento se
devolvió hasta el arreglo florar donde el caprichoso velo de Camila se había quedado
prendado. Cerrando los ojos frente a la molesta lluvia y fuerte viento llevó sus manos
para quitar dificultosamente la tela de una de las flores en que se había quedado
enredado.
- ¡Lauren apúrate! – Gritó nerviosamente la morena.
- Ya voy, ya voy.
Cuando finalmente logró liberar el velo Camila avanzó tan
rápidamente que tropezó cayendo sobre un poco de tierra embarrando sus rodillas
dejando escapar un alarido que asustó a la soldado.
- ¡No lo puedo creer! – Reclamó la más baja enfadada.
- Cariño tu vestido sigue igual, venga, arriba, hay que entrar a
la casa.
Durante la caída el ramo de rosas rojas había sido maltratado, pero no
fue olvidado por la soldado la cual lo tomó en su mano derecha para entrelazar su
mano izquierda con una de la arquitecta la cual intentaba limpiar sus rodillas frente la
desastrosa caída.
El uniforme de Lauren destilaba agua bajo la horrorizada mirada de su
madre la cual se llevaba ambas manos al rostro al ver el estado que se encontraban
ambas novias.
- ¡Joder pero que boda tan memorable será esta! – Gritó
Cameron al lado de Normani quien sólo podía reír nerviosamente.
Todo se hizo más hilarante cuando Dinah entró maldiciendo al lugar al
ver estropeado su vestido color crema. Camila se giró buscando a Sofía entre todos
los presentes.
- ¡Tú! – Apuntó contra su hermana.
- ¡Te lo he dicho!... Pero no me has creído. – Se excusó.
Michael apareció al momento para envolver en sus brazos tanto a
Lauren como Camila las cuales sólo pudieron sonreír frente a todos los invitados que
intentaban secar sus ropas y entrar en calor.
- ¡Que vivan las novias! – Anunció el ex sargento.
...
Camila chilló al sentir cómo Lauren la cargaba en brazos para entrar a
la habitación del hotel donde pasaría la noche de boda. No podía pedir más, era la
mujer más feliz en aquellos momentos, no importaba que una fuerte lluvia hubiera
interrumpido su boda, pero ahí estaba, en los brazos de la mujer que amaba y le
había trasformado en su esposa.
- Todos recordaran nuestra boda Sra. Cabello-Jauregui. – Rió a
lo bajo Lauren dejándola sobre la cama.
- No sé por qué te creo... - Sonrió al sentir cómo la ojiverde
llevaba sus manos para ayudarle a sacar los zapatos.
- Se ve usted hermosa en aquel vestido Sra. Cabello-Jauregui. –
Repitió con una voz sugerente.
- ¿Cómo es esa tradición sobre consumar el matrimonio? – Dijo
riendo Camila.
- Oh, he recordado que has vuelto a tener tu virginidad por un
día. – Apuntó.
La arquitecta golpeó con una mano le hombro de su esposa haciendo
que una carcajada saliera de su boca frente a la graciosa mueca que le hizo Lauren.
- Venga, vamos hacer el amor toda la noche... Que ya mucho de
lluvias, bailes y personas ebrias he tenido que soportar hoy. – Pidió Camila.
- Claro Sra. Cabello-Jauregui...
Un apasionado beso no se hizo esperar más mientras Camila rodeaba
sus brazos por el cuello de Lauren la cual llevó sus manos hasta el cierre del vestido
de novia de la arquitecta.
- Te amo. – Dijo entre besos la soldado.
- Yo también te amo Sra. Cabello-Jauregui... Mi amor, mi mujer,
mi amada, sólo mía. – Le sonrió con los ojos brillando.

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Nos vemos mañana con dos capítulos más. Muchas gracias por todo.
Capítulo 53.

Último maratón -> 3/4


***

16 de Septiembre 2016, Boston – USA.


Camila siguió corriendo por las calles del vecindario por donde vivía
Charles sin poder reconocer nada a su alrededor, estaba bastante perdida para
aquellos momentos y el frío viento comenzaba a lastimarle la piel. Sacudió casi
inconscientemente su cuerpo mientras observaba con curiosidad cómo los tímidos
copos de nieve comenzaban a caer sobre ella. Se giró sobre sus pies al sentir cómo
alguien corría a sus espaldas.
- ¡Camila! – Dijo agitada Lauren mientras llegaba hasta su
altura con el abrigo de la arquitecta entre los brazos. - ¡¿Te has vuelto loca?!
¡¿Quieres congelarte o qué?!
Sus ojos marrones miraron con cuidado el ruborizado rostro de la
soldado, seguramente por las manzanas que le había perseguido, el frío y el mal
trago del momento.
- Cameron... - Murmuró con un hilo de voz Camila.
- Se ha quedado con ellos, está bien... Venga, volvamos. –
Suplicó la soldado extendiéndole el abrigo.
Ningún musculo de su cuerpo se movió haciendo que Lauren apretara
la mandíbula de forma más fuerte. Calmadamente la soldado le colocó el abrigo sobre
los hombros mientras Camila apreciaba las dilatadas pupilas en los ojos color
esmeralda.
- Hablaremos de ello, pero no aquí... Volvamos a casa, Cameron
te está esperando. – Suplicó nuevamente la ojiverde.
La morena afirmó en silencio para comenzar a caminar junto a Lauren
la cual dejó escapar un fuerte suspiro que interrumpió la paz con la que caía la nieve
sobre ellas.
- ¿Por qué no me lo habías dicho? – Interrumpió el silencio
Camila.
Lauren respiró hondamente deteniendo sus pies y girándose para
quedar frente a frente a la morena. La arquitecta dejó escapar un leve jadeo al sentir
cómo las cálidas manos de Lauren tomaban sus frías manos entrelazándolas.
- Porque tenía miedo de cómo ibas a reaccionar... Todo esto
pasó antes de que nos diéramos una oportunidad... Aun así, sabía que no quería irme
tan luego con las Fuerzas especiales.
- ¿Tan luego? – Dijo abrumada.
Sus ojos marrones inspeccionaron con impaciencia el tenso rostro de
Lauren, tan distinto al que había apreciado hacía unos minutos durante la apacible
cena que habían tenido.
- Tú sabes que ésa siempre ha sido mi máxima aspiración
mientras esté en la U.S. Army... Sé que no es el momento, Cameron aún es muy
pequeño... Y estamos solucionando las cosas entre nosotras...
- ¿Cómo quieres solucionar las cosas si me ocultas información
Lauren? – Espetó abrumada.
- Camila... Está bien, me he equivocado, tuve que habértelo
mencionado, pero... Es que no quería perder la tranquila relación que estamos
viviendo ahora... Cada vez que me pongo a pensar en qué momento nuestra relación
se quebró me remonto a aquella llamada que me hizo el sargento Walker cuando me
tuve que ir a Irak...
La intensa conexión que existía entre sus miradas se rompió cuando la
arquitecta se abrazó fuertemente contra el pecho de Lauren dejando a ésta sin
palabras frente a la sorpresiva acción.
- Te conozco desde antes que te unieras a la U.S. Army, incluso
cuando comenzamos a ser novias tú ya te estabas entrenando para las pruebas de
ingreso... Creí que sería capaz de soportar que te fueras lejos por un tiempo, sin que
yo supiera dónde estabas y por cuánto... Pero por Dios Lauren, aquella vez estaba
embarazada y... Para empeorar las cosas de ahí en adelante todo salió terriblemente
mal.

Sus rebeldes lágrimas fueron limpiadas por la ojiverde quien oía cada palabra con
atención mientras la intensidad de la nieve cayendo comenzaba a aumentar.
- Sé que tienes miedo de que vuelva a ocurrir algo así... De que
me vuelvan a herir, de que vuelva otra vez conectada a una máquina para vivir, o
algo incluso peor... Pero cariño, ¿No podría pasarme eso aunque estuviera aquí en
Boston junto a tu lado?... Nadie sabe si mañana al salir del trabajo tengo un
accidente, o tú lo tienes, o se acaba el mundo o...
- Basta, entiendo lo que me quieres decir, pero por favor no me
hagas imaginar cosas así... - Susurró Camila intentando no volver a llorar.
- Sabes que cada vez que me voy intento todo para volver a tu
lado, creo que es el único modo de demostrarte que intento cumplir las promesas que
te hago...
En los tímpanos de la arquitecta retumbaron los fuertes latidos del
corazón de la soldado que se agitaba contra su pecho. Se asombró de lograr
escucharlo de forma tan clara, pero el murmullo de la noche y la paz de la nieve
cayendo daban el momento perfecto para aquello.
- Siempre fue tu sueño... Yo... No quiero que dejes de luchar
por ellos por miedo a qué pasará con nosotras... - Murmuró insegura Camila.
- No lo hago sólo por nosotras, lo hago también por nuestro
hijo...
Camila negó con la cabeza terminando el abrazo para mirar
directamente al rostro de Lauren que seguía ruborizado, ésta vez por el intenso frío
del ambiente.
- Tú me has apoyado en cada uno de mis sueños, siempre has
estado ahí... La primera vez que presenté una de mis pinturas al final del curso de
artes, cuando nos graduamos y me quise escapar a la casa del lago contigo, cuando
nos mudamos juntas, cuando ingresé a la facultad... Tú eras quien se quedaba
despierta a mi lado las noches de viernes y sábado cuando debía quedarme diseñando
y estudiando... Siempre has querido ser parte de las Fuerzas especiales, era tu sueño
entrar en ellas junto a Cameron...
Una nostálgica sonrisa se dibujó en el rostro de Lauren la cual le
acarició una mejilla.
- Vamos a casa, si nos quedamos más aquí nos vamos a
enfermar... Nuestro hijo nos espera. – Susurró finalmente la soldado.
...
No supo cuántos minutos se mantuvo mirando a su ex esposa dormir
tranquilamente a su lado. La respingada nariz idéntica a la de su hijo le hacía sonreír
al percatarse que aquella mujer que ahora respiraba pausadamente había sido la
misma chica que le había robado el corazón cuando aún eran unas adolescentes. Y es
que ahora luego de tantos meses podía reconocer a su Camila, a su amor, a su
hermosa chica de ojos marrones. Ambas despertando juntas en la cama de la
habitación de la casa que habían comprado para vivir juntas por muchos años más.
Sus ojos esmeraldas fueron sorprendidos por aquellos marrones que
se dejaron ver luego de que las largas pestañas de la arquitecta se abrieran
lentamente. Una resplandeciente sonrisa se dibujó en el rostro de Camila la cual
alargó una de sus manos hasta dejarla sobre una de las mejillas de Lauren.
- Creo que voy a coger una gripe. – Reclamó la soldado.
- Pero si he sido yo la que ha cogido más frío. – Respondió
Camila.
- Ya... Pero tú al menos tienes dos riñones. – Murmuró.
- Cariño éso no tiene nada que ver... - Rió a lo bajo la morena.
- Claro que sí...
- Claro que no.
- Que sí...

- Que no...
La ojiverde se abalanzó contra Camila haciendo que ambas estallaran
en un concierto de carcajadas. Sus manos se escurrieron rápidamente hasta los
costados de la más baja para comenzar una lucha interminable de cosquillas que hizo
jadear a ambas riendo.
- ¡No hagas tanto ruido, vas a despertar a nuestro hijo! – Chilló
Lauren entrecerrando los parpados.
- ¡Déjame soldado Jauregui! – Suplicó Camila retorciéndose bajo
los brazos de su ex esposa.
El juego terminó en varios besos que dejó la ojiverde regados por el
rostro de la mujer que amaba. Cuando sus respiraciones se vieron calmas la
arquitecta comenzó a dibujar con su dedo índice las facciones del rostro de Lauren.
- Con respecto a lo de anoche...
- Ya lo hablaremos... Debemos pensar las cosas... No quiero
presionarte y sé que tú tampoco quieres hacerlo conmigo. – Dijo la ojiverde.
Luego de las palabras la soldado con ambas manos se escondió bajo
las sábanas buscando el cuerpo de Camila. Grande fue su sonrisa al confirmar lo que
ya sabía, la arquitecta había dormido desnuda, solía hacerlo las noches en que hacía
demasiado frío y buscaba pegar toda su piel contra la piel nívea de Lauren.
- ¿Lauren? – Rió Camila.
- Shh... No hagas ruido. – Anunció la soldado aún bajo las
sábanas.
Besó delicadamente el valle entre ambos senos de la morena la cual
entendió el mensaje y se quedó inmóvil esperando las próximas caricias que le
entregaría la ojiverde. Con su lengua comenzó a rodear peligrosamente uno de los
pezones ya erectos de Camila, no lo hizo esperar más para llevárselo a la boca y
succionarlo con deseo mientras su otra mano acunaba el otro seno de la morena que
reclamaba atención.
Un tímido gemido escapó de la boca de Camila haciendo que Lauren
cerrara los ojos al sentir cómo el cuerpo de su amada temblaba bajo sus caricias. Sus
labios siguieron bajando hasta el plano abdomen de la arquitecta, se entretuvo cerca
de su ombligo dejando húmedos senderos. Las caderas de la morena se elevaron en
búsqueda de contacto, asi que sin esperar más comenzó a besar cerca de las caderas
de la morena la cual con las manos intentó destaparse de las sábanas para ver a
Lauren.
- No, quieta... - Reclamó la soldado manteniéndose bajo las
sábanas.
No podía observar a Camila desde allí pero podía imaginar la cara de
placer que ahora mismo debería estar teniendo la arquitecta. Sonrió mientras llevaba
sus labios hacia la parte interna del muslo izquierdo de su amada. Dejó lentos besos
mientras el embriagante olor del centro de su morena le reclamaba por atención.
- ¿Tan temprano y ya mojada mi amor? – Susurró la ojiverde
llevando su boca peligrosamente hacia la intimidad de Camila.
Sin más avisos comenzó a besar y lamer la zona que más deseaba ser
tocada. El cuerpo de la morena comenzó a temblar y moverse para crear más roce
contra la boca de Lauren. Con ambas manos abrió un poco más las piernas de la
arquitecta buscando poder profundizar sus caricias. Un fuerte jadeo resonó en la
habitación, y Camila sobre las sabanas llevó sus manos para atrapar la zona donde
debería estar la cabeza de la ojiverde.
- Más, por favor... Más... - Pidió entre gemidos la morena.
Aumentó la velocidad y fuerza en sus caricias haciendo que el propio
agarre de Camila fuera casi desesperado, las caderas de la más joven se agitaban con
un ritmo que estaba enloqueciendo a la soldado. Sin esperar más introdujo su dedo
índice en su amada la cual a los segundos después se encontró con un fuerte
orgasmo que Lauren pudo sentir bajo sus brazos.

- Dios... - Jadeó Camila mientras la soldado salía de bajo de las sábanas y le


dejaba un dulce beso en la frente que estaba perlada por sudor.
- Creo que te han gustado los buenos días... – Sonrió
satisfactoriamente la ojiverde.
- Pues a ti te encantarán los que estoy por darte ahora... -
Anunció la arquitecta girándose para quedar sobre el cuerpo de Lauren.
...
A pesar de que ya llevaba varios días de vuelta en la casa donde vivía
junto a Lauren y su hijo, Camila aún se encontraba ordenando las cosas que se había
llevado cuando se mudó.
De re ojo miró a Cameron el cual jugaba con un tren de llamativos
colores que hacía sonidos cada vez que el pequeño lo apretaba. Sonrió ampliamente
al ver el pequeño chándal con diseños de camuflados militares que llevaba aquel día,
se lo había regalado Chris hacía algunos meses cuando fue el primer cumpleaños del
ojiverde.
Volviendo a su tarea de ordenar la ropa que no usaría durante los
próximos meses Camila comenzó a remover algunas cajas y ropas de Lauren que
estaban en la parte inferior del gran guardarropa de la habitación.
Sin saber muy bien cómo, sus ojos toparon con un objeto que no
reconoció de inmediatamente, llevaba por la curiosidad logró tomarlo con ambas
manos para sacarlo del lugar... Era un casco de militar, su respiración se detuvo al
ver en la parte posterior el nombre grabado en él: Cameron Jenkins S. – U.S Army –
PN88 – Irak 2015.
Estaba segura que antes de que ella se mudara Lauren no tenía el
casco... Tampoco nada le había comentado la soldado. Cerrando los ojos levemente
recordó las veces que el mejor amigo de su ex esposa le abrazaba tan fuerte al volver
de cada misión y le susurraba que había traído a Lauren a casa, salva y sana, como
siempre lo hacía...
- Cariño, ¿Has visto mi camisa color... - Entró rápidamente la
soldado a la habitación quedándose sin terminar la frase al ver lo que Camila tenía
entre las manos.
Sus ojos marrones detallaron cómo el rostro de Lauren se volvió
tenso, el silencio no invadió la habitación debido a los monosílabos que salían de la
pequeña boca del ojiverde y los sonidos del juguete. Pero Camila pudo notar cómo los
ojos esmeraldas de su ex esposa se volvían tristes y esquivos.
- Antes de que fuera el juicio de la custodia fui a visitar a la
madre de Cameron... Cuando estaba por irme me pasó el casco que había usado él
durante los meses que estuvimos en Irak, nunca pensé que ella lo tendría... Lo he
tenido ahí guardado porque cada vez que lo veo siento cómo él no está aquí... -
Murmuró Lauren.
Los dedos de una de sus manos pasaron detallando el grabado del
nombre del soldado sobre la superficie del caso, le dirigió una nostálgica mirada a la
ojiverde la cual se acercó hasta donde estaba ella.
- Quiero que vayas... - Dijo Camila con voz segura.
Pudo detallar el rostro de confusión de Lauren la cual frunció el ceño
levemente para tomar entre sus manos el casco que había pertenecido a su mejor
amigo.
- ¿Que vaya a dónde? – Repitió la soldado.
- Con las Fuerzas especiales... Quiero que cumplas tu sueño y el
de Cameron... Quiero que lo hagas, no quiero ser yo quien te detenga.
- Camila no...
- Déjame hablar... - Interrumpió levemente mirando de re ojo
cómo el pequeño ojiverde las miraba con atención llevándose a la boca una parte del
juguete que tenía entre las manos. - Somos aún jóvenes... Sé que ya te has
recuperado al completo de tus heridas, sé que te has estado entrenando duramente y
que si vuelves a pedir una oportunidad para estar con ellos rápidamente te llegará
una solicitud para unirte... Nuestro hijo es pequeño, sí, pero nos tiene a las dos, si tú
vas, yo me quedaré con él, esperando que vuelvas sana y salva... Nunca podría
perdonarme que dejaras tu sueño por mis miedos...
- Pero... ¿Estás segura? – Murmuró la soldado abriendo de par
en par los párpados.
Camila atrapó con una de sus manos el rostro de su ex esposa la cual
tenía un brillo intenso en sus ojos. Le dejó un leve beso en los labios que se alargó
más de lo esperado volviendo a dejar sólo los sonidos de su hijo invadir el lugar.
- Tengo que aprender a aceptar que tu trabajo siempre ha sido
así... No quiero repetir otra vez las cosas, no quiero dañarnos así otra vez... Quiero
que vayas.
Lauren la abrazó fuertemente. Se asombró al percibir cómo su amada
escondía su cabeza contra su cuello, y Camila pudo sentir las cálidas lágrimas de la
ojiverde en él, sin embargo sabía que no eran de tristeza, si no de alivio y felicidad...
Por fin ambas estaban matando sus propios fantasmas... Sólo quedaba confiar en el
destino y ser fuerte para todo lo que se vendría en el futuro.

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Capítulo 54.

Último maratón -> 4/4


***

Richard Fields enarcó sus pobladas cejas mirando con detalle el rostro
de Lauren la cual seguía moviendo nerviosamente una de sus piernas en aquella silla
que estaba frente al amplio escritorio de la oficina del abogado.
- ¿Tanto han cambiado las cosas? – Dijo asombrado el hombre.
- Sí... - Se limitó a responder.
- No deja de sorprenderme Lauren... - Murmuró.
El olor a café recién preparado invadía el lugar y ella deseaba volver
pronto a casa para poder jugar con su hijo antes de que éste se durmiera. Se sentía
incómoda por la inspección que parecía hacerle su abogado y aún podía sentir la
tristeza de aquellas veces que estuvo antes entre aquellas mismas paredes.
- Bueno, supongo que tendré que ver qué puedo hacer... Es algo
extralimitado debido al tiempo en que me lo pides. – Apuntó el hombre terminando
de anotar algo en un folio.
- Necesito hacerlo. – Resonó la voz de Lauren.
Sus ojos esmeraldas detallaron cómo el hombre afirmaba con la
cabeza en silencio para luego dedicarle una pequeña sonrisa que le hizo sentirse un
poco más cómoda frente a la situación. Aún podía notar la sorpresa que invadía al
hombre, pero ella se sentía tranquila al haber tomado la decisión correcta. Sólo
quedaba esperar.
- Te tendré los documentos en una semana, si pasa algo antes
te llamaré. – Le informó Richard.
- Estaremos en contacto... Gracias licenciado Fields. – Sonrió
despidiéndose con un leve apretón de manos.
- Hasta ahora soldado Jauregui.
Luego de que la puerta se cerrara a sus espaldas Lauren se limitó a
esperar el elevador del edificio. Sonrió para luego dejar escapar un escurridizo
suspiro. Cómo cambiaban las cosas, nunca se lo hubiera imaginado...
Cuando sus pies ya se dirigían hacia la boca del metro más cercana su
atención fue capturada por una tienda de flores que se imponía tímidamente entre los
edificios de la calle. Deshaciendo un poco el nudo de la bufanda color mostaza de
Camila, que llevaba aquel día, entró al lugar haciendo sonar una pequeña campana
que provocó que un hombre de edad dirigiera sus ojos hacia ella.
- Buenas tardes, ¿En qué la puedo ayudar jovencita? – Saludó el
hombre.
- Oh buenas tardes... ¿Tendría rosas rojas?
- ¡Por supuesto!, ¿Cuál es la ocasión? – Dijo curioso. – Déjeme
adivinar... ¿Reconciliación?
Lauren rió levemente mientras se rascaba una de sus cejas de forma
nerviosa.
- Algo así... - Sonrió ampliamente.
- Oh, lo he visto en sus ojos... Le ama con verdadera locura y su
amor es correspondido.
...
Cameron pataleó entre los brazos de Lauren mientras ésta le agarraba
para que la arquitecta le bajara un poco el chándal color azul que llevaba aquel día. Y
es que hoy el pequeño tenía control médico y le tocaba una de sus vacunas.
- Ya campeón, has superado cosas más difíciles... - Recordó
Matthew mientras preparaba el medicamento.
La arquitecta dejó al pequeño sobre la camilla mientras le sonreía
ampliamente para hacer el momento más ameno.

- ¡Mamá! – Chilló el castaño bajo la atenta mirada de ambas.


- Vamos, sólo será un piquete, tan rápido que ni lo recordarás. –
Sonrió el neonatólogo.
Sus ojos marrones detallaron cómo Cameron hizo un poco de
resistencia frente a la aguja pero sujetado entre ella y Lauren consiguieron que el
médico lograba ponerle tranquilamente la vacuna. Un tímido sollozo salió de la boca
del ojiverde el cual al ver que sus madres seguían sonriéndole tiernamente se
abalanzó a los brazos de Camila.
- Bueno, ha sido más difícil que la última vez, pero es porque
como ya es un poco grande cree que tiene algo de independencia.- Rió levemente el
pelinegro.
- Gracias Matthew, sabemos las importancias de las vacunas. –
Comentó la soldado.
- Con respecto a lo que hablamos sobre la posibilidad de que él
sea asmático, me parece como dije anteriormente que tendremos que seguir
esperando y ver cómo va... Me alegro que por ahora no haya vuelto a enfermarse.
- Sí, nosotras también estamos felices por ello. – Apuntó
Camila.
Una risa generalizada resonó por la consulta llamando la atención de
Cameron el cual abandonó su escondite entre los brazo de su madre y miró con
detalle los dibujos de animales que había en la pared.
- ¡Guau! – Vocalizó Cameron apuntando al colorido dibujo de un
perro que parecía estar ladrándole a un gato.
Camila enarcó las cejas con curiosidad mirando a los ojos de su hijo el
cual le devolvió una sonrisa que hizo derretirse a la arquitecta.
- Que chico más inteligente es mi hijo. – Dijo con orgullo
Lauren.
- Claro, con tan buenas madres no me sorprende. – Opinó el
neonatólogo.
- Vale Matthew, que no falta la adulación. – Rió la soldado.
El pelinegro se encogió de hombros para reír también mientras se
acercaba al escritorio para recetarle unas vitaminas a Cameron el cual seguía
repitiendo inentendibles monosílabos mirando con atención los dibujos del lugar.
- Yo creo que vuestro hijo ya está bastante preparado para ser
hermano mayor, ¿No? – Resonó la voz de Matthew.
...
- ¡Sorpresa! – Gritó Taylor extendiendo los brazos
graciosamente mientras Lauren abría la boca sin creérselo.
- ¡Hermanita! – Respondió riendo la soldado para luego
saludarla con un par de besos.
La soldado se detuvo a detallar el abultado vientre de su hermana
menor, los meses habían pasado rápidamente y a la rubia ya se le notaba el
embarazo. Sonrió ampliamente al ver cómo Connor llegaba hasta donde estaban
ellas.
- ¡Ey! Que alegría verte por aquí. – Saludó la ojiverde. – Pasad,
Camila le está dando el almuerzo a Cameron.
Seguida por las visitas Lauren llegó hasta la cocina donde Cameron
terminaba de comerse el plátano que tenía de postre. Camila saltó en el lugar donde
estaba para ir casi corriendo a abrazarse con Taylor la cual soltó una encantadora risa
bajo la atenta mirada de Connor y Lauren.
- Tu hijo está gigante, no puedo creer que sea el mismo bebé
que pasó semanas en la incubadora. – Le dijo sinceramente el piloto observando
cómo Cameron estiraba sus brazos para pedir ser liberado de la sillita donde comía.
- Es un gran campeón, luchador ante todo. – Opinó
sinceramente la ojiverde.
Liberó a su hijo del lugar para tomarlo en brazos y acercarlo hasta
donde Taylor seguía parloteando con Camila.

- Ay pero si es mi sobrino favorito. – Dijo Taylor con una voz melosa que hizo
sonreír al ojiverde quien estiró sus pequeños brazos hacia la menor de los Jauregui.
- Es el único sobrino que tienes... - Apuntó Connor sonriendo.
- Por el momento, por el momento... Que ya toca entrar en
campaña hermanita.
Enarcó sus cejas dirigiendo sus ojos esmeraldas hacia Camila la cual
se mordió los labios frente a lo dicho por la rubia...
- Nos quedaremos por unas semanas gracias a las vacaciones
de Connor y además, tenemos noticias... - Volvió a hablar Taylor.
Lauren frunció el ceño para ahora dirigir su mirada hacia el rubio piloto
el cual rodeó sus brazos sobre su esposa quien le revolvía los cabellos a Cameron el
cual chillaba por la acción de su tía.
- ¡Tendremos una hermosa princesita! – Anunció Taylor.
La sonrisa que invadió su rostro no podía ser mayor, y sin esperar
mucho se acercó hacia su hermana para dejarle un sonoro beso en la mejilla.
Cameron reclamó frente a la invasión de espacio estirando sus manos para sujetarse
al cuello de la soldado la cual tomó a su hijo en brazos mientras Camila volvía a
abrazar a la menor de los Jauregui.
- ¡Enhorabuena! Estoy muy felices por ustedes. – Dijo
sinceramente la arquitecta dirigiéndole una sonrisa al matrimonio.
- Por lo tanto, éste hermoso joven. – Apuntó Connor a
Cameron. – Tendrá que cuidar muy bien a su primita.
Apretó el agarre que tenía con su hijo haciendo que éste frunciera el
ceño. Lauren dejó escapar una leve risa frente a lo parecido que se veía Cameron con
Camila en aquel momento.
- Oíste eso campeón, ya tendrás con quién jugar muy pronto. –
Susurró Lauren contra el rostro de su hijo.
- Sólo tendrán que irnos a visitar a Cleveland con frecuencia. –
Recordó el piloto.
- Que no existan dudas en ello. – Resonó la voz de Camila.
Le guiñó un ojo a su ex esposa la cual colocó agua a calentar para
hacer algo de café y té para todos. Al mismo momento dejó a su hijo para que éste
caminara hasta sujetarse de los pantalones de Taylor la cual miró con ternura al
ojiverde.
- Todo ésto no te lo has perdido porque luchaste por vivir y
volver con nosotros mi amor. – Le susurró Camila al oído cuando llegó a su altura.
Lauren se sintió emocionada frente a las sinceras palabras de la mujer
que amaba. Y era verdad, poco quedaba de aquella soldado que luchaba por
recuperarse de sus heridas físicas y emocionales, ya no se sentía quebrada ni vacía...
- ¿Te he dicho ya cuánto te amo? – Sonrió la soldado.
- Siempre es bueno volver a oírlo.
- Te amo mucho, mucho. – Le dijo para luego dejarle un beso
en los labios.
...
- ¿Entonces? – Murmuró Camila contra su pecho.
Antes de responder se dedicó a acariciar lentamente los cabellos
despeinados que caían por los hombros de la arquitecta. Amaba que el final del día
fuera así, tranquilo compartiéndolo junto a su amada y sabiendo que en la habitación
contigua su hijo dormía plácidamente.
- El sargento Walker dice que ya se ha comunicado con el
coronel de la división de las Fuerzas especiales, en un par de días debería tener una
respuesta... - Aclaró la soldado para luego besar la frente de Camila.
Un suspiro escapó de los labios de la morena. La habitación sólo se
iluminaba por la lámpara en la mesita de noche del lado de la soldado, los delicados
rasgos del rostro de la arquitecta siguieron serenos bajo los atentos ojos esmeraldas
que quisieron perderse en la belleza del rostro de aquella mujer.
- ¿Deberás irte de misión tan pronto como ellos te lo pidan? –
Preguntó Camila mientras se abrazaba más contra el desnudo cuerpo de Lauren.
- Es posible... - Susurró contra la cabeza de la morena.
Camila se reincorporó lentamente para comenzar a besar el rostro de
la soldado la cual cerró los ojos frente a las caricias que le ofrecía su amada.
- ¿Estaremos bien?, ¿Cierto? – Dijo la morena sin parar de dejar
delicados besos sobre el rostro de Lauren.
- Lo estaremos... Volveré más luego de lo que te imaginas, y
nada malo pasará.
- Más te vale soldado Jauregui...
Con ambas manos tomó el rostro de Camila para dejarle un profundo
beso en la boca. Sus pensamientos que durante el día habían estado inquietos se
dieron una tregua entre las caricias de su chica.
- Te amo... Y te estaré esperando, como siempre... Mi amor. –
Dijo la arquitecta.
- Y yo volveré contigo y nuestro hijo. – Respondió Lauren
perdida en el brillo de aquellos ojos marrones que amaba con locura.

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En primer lugar, disculpas por no subir el cap ayer pero tuve un
problema y no logré volver a casa tan temprano.

Segundo, muchas gracias como siempre por cada lectura, comentario


y estrella.

Tercero, mañana hay cap, y así seguiremos como suelo actualizar.

Gracias.
Capítulo 55.

Lauren se cuadró frente al coronel Anthony Cole, el hombre de piel


morena y cabello negro como la noche le afirmó con la cabeza en silencio para luego
dirigirle una pequeña sonrisa.
- Un gusto por fin conocerle soldado Jauregui... - Resonó la
ronca voz del hombre.
- Soy yo quien debería estar honrada coronel Cole. – Dijo
pausadamente la ojiverde.
Apretó una de sus manos para intentar disipar el nerviosismo que
estaba sintiendo en aquellos momentos. Los oscuros ojos marrones del coronel
siguieron detallando su rígido rostro el cual intentaba esconder una amplia sonrisa en
el día en que finalmente sería el comienzo de su carrera como soldado de la U.S.
Army en las Fuerzas especiales.
- Ayer observé su entrenamiento bajo las órdenes del sargento
Walker... Debo admitir que me he sorprendido al ver su completa recuperación
después de un año de baja, además he visto sus informes médicos que demuestran
que todo está en orden. – Apuntó el hombre.
Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro en señal de
agradecimiento frente a las palabras del coronel. No tenía idea de que le habían
estado observando, pero ella sabía con certeza que siempre daba lo mejor de sí en
cada entrenamiento o tarea que se le era encomendada.
- Con el sargento Walker ya hemos terminado el papeleo
administrativo sobre su traslado de unidad... Oficialmente es parte de las Fuerzas
especiales de la U.S. Army... Enhorabuena y bienvenida a nuestras filas.
El pecho se le llenó de emociones frente a lo mencionado... Si tan sólo
las cosas fueran distintas aquel día ella estaría al lado de su mejor amigo recibiendo
la noticia que tanto habían esperado desde que comenzaron sus entrenamientos en la
infantería.
- Muchas gracias coronel Cole. – Respondió con la mirada fija en
la del hombre.
- Su primera misión será en una semana... Como sabrá, y según
los códigos de la U.S. Army no le puedo dar más detalles del momento hasta que el
avión salga... Disfrute éstos días junto a su familia.
Apretó la mandíbula frente a lo repentino de la situación, pero
intentando mantenerse serena se cuadró en señal de despedida frente al hombre el
cual luego de también cuadrarse se alejó del lugar.
Tenía siete días para disfrutar completamente de su hijo y de Camila...
Lo único que debía importarle por el momento era informarle a su ex esposa que se
volvería a ir por un tiempo no determinado, y hacerle sentir que las cosas ésta vez
serían distintas. Sólo esperaba que la arquitecta lograra entenderlo y que el destino
no dejara que las cosas se repitieran otra vez.
...
Con una de sus manos acarició uno de los pequeños pies de Cameron
que se escapaban bajo la manta de color naranja que cubría al ojiverde. Una sonrisa
se volvió a dibujar en su rostro al recordar lo feliz que le había recibido su hijo cuando
fue a buscarlo a la casa de Alejandro y Sinu.
El pequeño se removió frente a las cosquillas que sintió debido a las
caricias de Camila pero luego de dejar escapar un suspiro siguió durmiendo bajo el
cansancio de un largo día de juegos junto a sus abuelos.
- Mi pequeño... - Susurró la arquitecta para dejarle más tiernas
caricias al menor.
Le encantaba observar cuando su hijo se hacía encogía su cuerpo en sí
mismo para dormir, se veía más pequeño de lo normal, más frágil... Ella lo cuidaría
toda la vida, le daría todo el amor que pudiera y buscaría las maneras de darle alegría
cada día al hermoso ojiverde.

- Duerme tranquilo mi vida. – Resonó la cálida voz de Camila.


Luego de levantarse del sofá donde Cameron se mantenía entre los
brazos de Morfeo la morena subió las escaleras para dirigirse hasta la habitación y
tomar un ligero abrigo debido a que el frío de la noche comenzaba a sentirse. Llevada
por el sonido de la camioneta aparcando en el antejardín Camila sonrió ampliamente
volviendo a bajar rápidamente las escaleras intentando no despertar a Cameron.
Cuando abrió la puerta de entrada se encontró con Lauren quien le
estiró los brazos. Rápidamente se encaminó hasta su ex esposa y se abalanzó a sus
brazos.
- Por alguna razón se me ha hecho el día eterno, te extrañaba.
– Susurró Camila contra el pecho de Lauren la cual le mantenía entre sus brazos.
- Hola cariño, yo también te extrañé. – Respondió la soldado
dejándole un beso en la cabeza a su chica.
- ¿Has traído la cena? – Dijo divertidamente.
- Claro, pizza con extra queso para la arquitecta Cabello.
Sonrió ampliamente para dejarle un beso en la punta de la nariz a la
ojiverde la cual hizo una mueca con gracia frente a la caricia.
- Venga, ayúdame a bajar las bolsas de la compra. – Anunció
Lauren volviéndose hacia la camioneta.
Luego de ordenar las cosas y poner a calentar la pizza Camila se
dirigió hasta el salón donde Lauren estaba sentada en el sofá con Cameron entre
brazos aún adormilado.
- Creo que ha salido con mi padre a los juegos del parque o algo
porque realmente está cansado. – Dijo la morena sentándose junto a su ex esposa.
- ¿Recuerdas cuando sus pies eran tan pequeños como el dedo
meñique de tu mano? No puedo creer lo mucho que ha crecido. – Susurró
emocionada Lauren.
Afirmó en silencio para dejarle un beso en el hombro a la soldado la
cual le dirigió una sincera sonrisa. El sonido de la leve lluvia afuera comenzaba a
escucharse y Camila se acomodó contra el cuerpo de la soldado la cual seguía
inmersas en las caricias que le regala a Cameron.
- Hoy ha venido a verme el coronel Cole, el encargado de la
división en la que estaré en las Fuerzas especiales.
Su cuerpo se tensó levemente frente a las palabras anunciadas por
Lauren. Sabía que su ex esposa estaba haciendo todo lo necesario para poder
finalmente estar entre las filas de aquellos soldados especializados de Boinas verdes.
- Oh... ¿Entonces? – Dijo con algo de temor.
- Ya soy parte de las Fuerzas especiales y debo irme la próxima
semana de misión... - Anunció la ojiverde.
Una extraña sensación invadió su corazón, una inseparable mezcla
entre tristeza y alegría. Tristeza porque volvía a sentir cómo Lauren debía irse de su
lado por algún tiempo, sin tener la real certeza que la soldado volviera sin ninguna
lesión y principalmente viva. Y a la vez alegría porque Lauren por fin cumpliría el
sueño máximo que se relacionaba con su trabajo.
- Felicitaciones mi amor... Lo has logrado. – Murmuró Camila
dejando escapar unas lágrimas.
- No llores, por favor... – Dijo preocupada la ojiverde.
- Vamos a estar bien, lo sé. – Interrumpió la morena mirando
directamente a los ojos de la soldado.
Se besaron delicadamente y con calma, con aquel beso Camila intentó
demostrarle a la mujer que amaba que ella estaría ahí esperándola y que ya nada les
podría separar.

- Volveré antes de lo que te imagines... No te lo prometo, simplemente lo haré.


– Resonó la voz de Lauren.
- Estaremos aquí esperándote, nuestro hijo y yo. – Rememoró
las palabras que la ojiverde le había mencionado la vez anterior.
Lauren le regaló una leve sonrisa que la arquitecta intentó grabar en
su memoria para siempre. Aún tenían siete días para disfrutar juntas, haría que
fueran los siete más agradables para su pequeña familia
...
Mark Walker se abalanzó contra el cuerpo de Lauren para abrazarle
tan fuerte que a la ojiverde se le cortó la respiración bajo los grandes brazos del
hombre.
- Enhorabuena sargento Jauregui. – Dijo el hombre con una
amplia sonrisa.
- Vaya, es un poco extraño escucharlo... Pero gracias sargento
Walker. – Sonrió algo avergonzada.
- Pues ya estás en hora de sólo llamarme Mark... Te extrañemos
mucho aquí Lauren, créeme cuando te lo digo.
Sus ojos esmeraldas brillaron frente a la alegría del hombre que le
había entrado desde que ella había entrado a la infantería. Era una extraña sensación
de satisfacción de haberle cumplido con creces al hombre de cabello oscuro.
- Nunca olvides dónde comenzó todo... Y nunca pierdas tus
sueños. – Le dijo el hombre.
Los recuerdos de sus inicios en la U.S. Army invadieron su mente
haciéndole sonreír levemente al recordar sus días junto a Cameron, si no hubiera sido
por la ayuda de su mejor amigo quizás nada de esto estaría pasando, le debía tanto
al soldado que fue incontrolable que unas lágrimas escaparan de sus ojos.
- Disculpe... - Susurró la sargento.
- Yo también le extraño, Cameron fue uno de mis mejores
soldados en mis filas, al igual que tú. – Entendió el hombre.
Otro abrazo se creó entre ellos haciendo que Lauren se diera unos
segundos de tregua contra todos los recuerdos y memorias que invadían su mente y
corazón.
- Venga, vete a disfrutar el día con tu familia. – Dijo el hombre
apuntándole con un dedo.
- Vendré antes de irme, hasta ahora sargento Walker.
- Hasta ahora sargento Jauregui.
Ambos se despidieron entre risas haciendo que Lauren saliera de la
oficina con una amplia sonrisa. Cuando sus pies se dirigieron hacia el área de
entrenamiento logró a divisar cómo Charles iba corriendo a su encuentro.
- Enhorabuena sargento Jauregui. – Saludó el rubio para luego
envolver en sus brazos a Lauren.
- Soldado Thompson me está ensuciando con su sudor. – Rodó
los ojos.
- Es que estoy emocionado. – Sonrió.
Una sonora risa escapó de su boca para luego limpiarle algo de tierra
del rostro a su amigo. Charles se encogió de hombros para dejar a ambos en un
tranquilo silencio.
- Quería pedirte un favor. – Anunció Lauren.
- Dime...
- Quiero que mantengas al tanto a Camila si algo llega a pasar,
quiero que seas tú el que vaya hablar con ella si...
- No lo digas ni en broma Jauregui... Nada de eso pasará... -
Dijo rápidamente el soldado.
- Charles... Por favor...
El rubio se llevó una mano al rostro frente a las palabras de su amiga
para luego quedarse con el rostro sereno frente a la inspección de aquellos ojos color
esmeralda.
- Lo haré... Sólo prométeme que volverás sana y viva. – Dijo
finalmente el soldado.
...
Camila sonrió al por fin entrar por la puerta de la casa aquella noche,
luego de una larga charla con su jefe, el señor Konell, había logrado conseguir un par
de días libres del trabajo para poder disfrutar totalmente de la compañía de Lauren y
Cameron antes de que la ojiverde se fuera de la ciudad.
El perfecto silencio que reinaba en la casa le hizo fruncir el ceño, era
imposible que nadie estuviera ahí, la camioneta estaba aparcada en el antejardín y
las luces de la casa encendidas cuando ella había llegado. Luego de inspeccionar el
primer piso de la casa sin encontrar indicios de Cameron o de Lauren sus pies
subieron la escalera hasta llegar a la habitación central donde sobre la cama encontró
un ramo con rosas rojas casi idéntico al ramo que su ex esposa le había regalado
hacía unos días de forma espontánea.
Se acercó con cuidado y logró identificar que bajo éste había un folio
de color negro. Llevada por la curiosidad en primer momento tomó las rosas para
llevárselas cerca de la nariz y apreciar el increíble aroma que tenían. Las dejó otra
vez sobre un lado de la cama para tomar el folio entre sus manos. Con sus dedos
impacientes consiguió sacar la hoja de papel que estaba dentro.
Fines de Septiembre, 2016.
Como calidad de legal en el siguiente documento la señorita Lauren
Michelle Jauregui Morgado deja como constancia que la custodia legal del menor
Cameron Cabello-Jauregui de totalitaria pasa a ser compartida junto a la señorita
Karla Camila Cabello Estrabao.
La decisión se ha tomado de forma independiente por parte de la
señorita Jauregui la cual frente a su adopción legal del menor y del parentesco
sanguíneo de la señorita Cabello con el menor Cabello-Jauregui la corte del estado de
Massachusetts le entrega todas las facultades legales a ambas personas ya
mencionadas.
Documento legalizado. – Corte del estado de Massachusetts – USA.
Camila tuvo que volver a leer casi diez veces las palabras para por fin
creer lo que aquel documento le estaba anunciando... Lauren había anulado su
custodia totalitaria y ahora era compartida como si siguieran siendo un matrimonio.
El llanto de alegría que brotaba de su boca resonó por la habitación,
pero fue interrumpido por las risas de su pequeño hijo.
Se asomó por el marco de la puerta viendo cómo Lauren subía por las
escaleras con Cameron en brazos. Al terminar el trayecto la ojiverde dejó que el
pequeño corriera hasta donde estaba Camila.
- ¡Mamá! ¡Mía! – Chilló.
- Oh Dios mío... - Murmuró aún entre lágrimas la arquitecta.
Cameron estiró sus pequeños brazos pidiendo que Camila le cogiera.
- Lauren... - Susurró llamando a la mujer que amaba.
- Nunca debí hacerlo... Nunca debí dañarte así... Nunca me
perdonaré haberte apartado de nuestro hijo... Estaba tan cegada por el dolor que
quería pagarte con la misma moneda.
La confesión la dejó incapaz de decir algo, ni siquiera los movimientos
de su hijo le hicieron salir de aquel momento.
- Perdóname Camila... Perdóname mi amor, lo siento tanto. –
Dijo la ojiverde para luego romper en un llanto que hizo asustar a Cameron.
Aún con el pequeño en brazos se acercó hasta Lauren para acunarla
entre sus brazos.
- Mamá... No... - Sollozó Cameron apuntando las lágrimas en el
rostro de la ojiverde.
Una torpe risa salió de los labios de Camila frente a la tierna
preocupación del ojiverde por Lauren haciendo que ésta le dejara un largo beso en
una de las redondas mejillas del rostro de Cameron.
- El pasado en pasado quedará... Te amo Lauren. – Le susurró
al oído.

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Gracias por todo, como siempre.
Capítulo 56.

Lauren sintió el gélido viento entrar en la casa cuando la arquitecta


abrió la puerta rápidamente junto a Cameron quien llevaba las mejillas sonrojadas
por el frío. Sonrió frente a la tierna escena para acercarse hasta donde su hijo sacudía
su diminuto cuerpo haciendo caer los copos de nieve de sus ropas. Camila se liberaba
del nudo de la bufanda color terracota de la ojiverde.
- Ey, no dejaré que vuelvan a salir con éste clima. – Reclamó la
sargento mientras guardaba en una pequeña caja el anzuelo de pesca que tenía entre
las manos.
- Nuestro hijo, que quería salir a ver la nieve.
Rodó los ojos detallando cómo Cameron se sacaba con dificultad el
gorro de panda de la cabeza y se lo pasaba en las manos a Camila, era un amor, no
podía pedir que fuera más encantador.
- Haré el almuerzo con el pescado que has traído hoy por la
mañana. – Dijo sonriendo la morena dirigiéndose a la pequeña cocina de la casa de
los padres de Camila que tenían junto aquel hermoso lago.
- Genial, por mientras le daré la comida a Cameron.
La tarea fue más rápida de lo que esperaba ya que durante los últimos
días Cameron había comenzado a coger él mismo la cuchara para llevarse
gustosamente la comida a la boca. La ojiverde sólo podía reír frente al leve desastre
de comida embarrada en el rostro de su hijo.
- ¿Qué tal un cuento y una pequeña siesta campeón? – Le dijo
cariñosamente luego de terminar de limpiarle el rostro.
Cameron afirmó con la cabeza energéticamente entendiendo las
palabras de su madre, Lauren aún se asombraba de la rápida forma de aprender del
pequeño.
- Aún faltan algunos minutos para que esté listo el pescado al
horno. – Resonó la voz de Camila por la pequeña casa haciendo sonreír a Lauren.
Luego de confirmar que el pequeño estaba en un profundo sueño y
protegido por un par de almohadas para que no se cayera de la cama la ojiverde
rebuscó algo en el bolsillo de su chaqueta y se encaminó hasta la cocina donde
Camila terminaba de cortar unos vegetales para la comida.
- Estaba recordando cuando éramos más jóvenes y nos
escapábamos aquí siempre que podíamos. – Mencionó la arquitecta acercándose para
besar lentamente a Lauren.
- Tenemos unos hermosos recuerdos aquí... - Susurró la
ojiverde contra los labios de Camila.
El beso se profundizó haciendo suspirar a Lauren la cual apretó su
cuerpo contra el de la morena. Sin querer romper el momento deshizo el beso para
cargar entre sus brazos a Camila la cual lanzó un pequeño ahogo de sorpresa para
luego reírse contra el cuello de la sargento.
- ¡¿Qué haces?! – Dijo aun riendo la arquitecta.
No hubo respuesta pero Lauren con toda la fuerza que tenía logró
girarse sobre su propios pies haciendo que el cuerpo de Camila se giraba fácilmente
por los aires aun cargada por ella. La risa contagiosa de su chica le hizo comenzar a
reír también mientras sentía cómo la morena se sujetaba con fuerza de su cuello.
- ¡Te has vuelto loca cariño! – Chilló agitada la más joven.
La sargento detuvo los giros bajando lentamente a Camila para
abrazarla tiernamente y dejar un beso en la frente de su amada.
- Tengo algo para ti. – Susurró Lauren contra la mejilla de la
arquitecta.
Deshizo el abrazo para llevarse una de las manos al bolsillo de la
chaqueta que estaba utilizando aquel día. Lentamente sacó una delgada cadera de
oro de la cual colgaba algo que hizo cortar la respiración de la morena.

- Oh... Oh Dios mío... - Murmuró Camila con un hilo de voz.


- Es la copia de tu anillo de matrimonio... El otro día fui a la
joyería donde los compramos, llevé el mío y pregunté si podían conseguirme una
copia con el número del tuyo. – Explicó lentamente Lauren mientras observaba cómo
los ojos marrones se agolpaban con lágrimas.
- Lauren... Oh...
- Sé que lo perdiste realmente, y que no era una mentira...
Dinah me lo confirmó... Perdóname por no creerte mi amor, pero estaba tan herida
que... No puedo explicarte cómo me sentí.
Camila afirmó en silencio limpiándose con el dorso de la mano sus
lágrimas para seguir cautiva en los ojos color esmeralda.
- Sé que quizás es muy pronto... Pero no quiero perder más
tiempo mi amor... Aún faltan casi cinco meses para nuestro tercer aniversario de
boda, quiero... Quiero que nos casemos otra vez aquel día... Sólo si tú te sientes
preparada y feliz con ello, no necesitamos una gran fiesta, incluso si lo quieres sólo
podemos ir al ayuntamiento y firmar los papeles... Te quiero, quiero todo contigo...
Nunca debí firmar esos malditos papeles del divorcio...
El corazón de Lauren se agolpó con fuerza porque por fin fue capaz de
hacer algo que llevaba meses sin lograr... Pudo leer los ojos de Camila, los ojos de su
amada, aquellos redondos fondos de color marrón que parecían el universo para
Lauren.
- Sí... Me casaré otra vez contigo Lauren. – Dijo finalmente la
arquitecta lanzándose a los brazos de la sargento.
...
Camila sintió que sus mejillas dolían de tanto sonreír aquella noche.
En la casa de los Jauregui resonaban sonidos de conversaciones, risas y palabras
emotivas. Era la cena que los padres de la sargento habían organizado la noche
anterior de que el vuelo de la sargento saliera con un destino aún incierto para ella.
- Entonces Lauren salió corriendo descalza por todo el instituto
porque no encontró sus calcetines ni zapatillas. – Recordó Taylor riendo tan alto que
Connor intentó sujetar a su esposa por los hombros.
Sus ojos marrones pudieron detallar cómo Lauren tenía un leve tinte
de rubor en sus mejillas al recordar la vergonzosa escena que relataba su hermana
menor.
- Por supuesto luego supo que fue Cameron el que había
escondido su ropa luego de aquel entrenamiento. – Apuntó Chris moviéndose
levemente al aún llevar el inmovilizador en el hombro.
El recuerdo de la imagen del mejor amigo de su ex esposa riendo a
carcajadas le hizo rememorar a la perfección aquel día en que su, por aquel entonces,
novia había corrido hasta su salón de artes donde ella había mirado con gracia los
desnudos pies de Lauren.
- Memorable. – Dijo irónicamente la ojiverde.
Michael le revolvió un poco los cabellos a su hija mayor haciendo que
a Clara se le dibujara una gigante sonrisa en el rostro. Al mismo momento Sinu entró
al comedor con Cameron en brazos el cual luchaba por no quedarse dormido a pesar
del cansancio de haber pasado toda la tarde jugando junto a sus tíos y abuelos.
- Bueno, propongo un brindis. – Anunció alegremente Alejandro
tomando una copa de vino tinto.
Su rostro se suavizó frente a la sincera sonrisa que su padre le dirigía
a Lauren la cual tomó entre sus manos un vaso con zumo de frambuesa. Todas las
personas en el lugar copiaron el gesto y esperaron por las palabras de Alejandro.
- Lauren, te deseamos lo mejor, como siempre... Que toda la
valentía y capacidades que hay en ti te ayuden en tu próxima misión... Vuelve pronto
que todos aquí te estaremos esperando con un fuerte abrazo. – Dijo el hombre.

Luego de chocar su copa de vino blanco con el vaso de su ex esposa Camila se llevó
el dorso de la mano cerca de sus ojos para ocultar las rebeldes lágrimas que querían
seguir escapando.
- Muchas gracias. – Respondió sinceramente la sargento para
levantarse hasta donde estaba el padre de Camila y fundirse en un abrazo que hizo
que todos en la mesa aplaudieran e hicieran resonar sus copas.
El inicial abrazo se siguió por algunos más por parte de Sinu, Clara y
Connor. Cuando finalmente Lauren se sentó a su lado y entrelazó sus manos Camila
las aproximó a sus labios para dejarle pequeños besos en la mano de la sargento.
- Te amo. – Susurró mirando directamente a Lauren.
- Yo también mi amor. – Respondió.
La discusión por parte de Chris hacia Taylor cuando ésta le robó del
postre de chocolate hizo que Camila se sintiera rodeada de una maravillosa compañía
que tendría junto a su familia mientras Lauren estuviera lejos de casa, no estaba
sola, ya no lo estaría más.
...
Sus pies se dirigieron pesadamente hasta su destino. Respirando
hondamente detalló el día soleado y las nubes que se movían lentamente a través del
cielo.
- ¿Por qué siempre que vengo aquí hace tan buen clima? Tenías
que ser tú. – Rió a lo bajo Lauren mientras comenzaba a limpiar la lápida de mármol
que se encontraba sobre el césped perfectamente cortado.
Apretó su mandíbula detallando cada letra del nombre de su mejor
amigo y se mantuvo así durante unos segundos.
Existían mañanas que al despertar recordaba que quería decirle algo a
Cameron, como si él siguiera allí, tenía momentos en que deseaba llamarle,
abrazarlo, pedirle un consejo... Pero ya no podía.
- Es extraño irme por primera vez de misión sin ti. – Murmuró
frunciendo el ceño.
Y es que desde que habían entrado los dos al primer año de infantería
no se habían separado hasta lo ocurrido en Irak. Lauren aún se preguntaba por qué,
por qué su mejor amigo había tenido que morir tan joven, sin haber conocido tantas
cosas, sin haber vivido tantas cosas.
- No sabes cuánto estoy agradecida de haberte tenido en mi
vida amigo.
Sus ojos esmeralda se dirigieron a detallar las flores blancas que
Camila le había pasado aquella mañana para dejárselas a Cameron. No tuvo que
decirlo con palabras pero la arquitecta había entendido que ella necesitaba un
momento a solas en aquel lugar.
- Estaré en la división de rescate... Como aquellos Boinas
Verdes que llegaron cuando nos dispararon aquella noche...
Se rascó una ceja nerviosamente mientras recordaba los últimos
momentos que pasó junto al soldado en aquella noche estrellada que los separó para
siempre.
- Prometo que volveré cuando termine la misión. – Dijo
firmemente.
Cerró los párpados pesadamente para intentar en vano detener el
llanto que fluía desde el fondo de sus sentimientos. Pasó minutos llorando con un
sollozo tan fuerte que Lauren agradeció estar sola en aquel lugar.
- Cuida de mi familia colega, cuida de Camila y de mi pequeño.
– Murmuró limpiándose las últimas lágrimas. – Te amo amigo.
Lentamente se cuadró frente a la tumba de Cameron mientras
apretaba la mandíbula para intentar no volver a llorar.
- "De aquí a la eternidad Jenkins, de aquí a la eternidad." -
Repitió.
...
Camila volvió a pasar nerviosamente las manos sobre la parte superior
del uniforme con diseños de camuflajes color verde que Lauren llevaba aquel día. En
el hombro derecho podía detallarse el escudo de la división donde la sargento ahora
estaría y la arquitecta suspiró al notar que cerca de aquella costura estaba también
bordado el grupo sanguíneo de la ojiverde.
- ¿Me escribirás? – Murmuró Lauren mientras sujetaba a
Cameron contra su pecho.
- Claro que sí mi amor. – Susurró casi con un hilo de voz.
Dirigió sus ojos marrones hacia el sereno rostro de Lauren la cual
apoyaba su mentón contra la cabeza de Cameron. El pequeño había vuelto a
enfermarse y la sargento no quería dejar de abrazarlo.
- Él estará bien Lauren. – Sonrió levemente Camila.
- Odio irme sabiendo que nuestro hijo está enfermo, pero sé
que cuidarás muy bien de él.
La morena se dejó apoyar contra el hombro de Lauren la cual le sonrió
levemente y le dejó un rápido beso en la frente.
- He dejado mi anillo de matrimonio en el cajón de la mesita de
noche. No dejes que Cameron lo encuentre o se perderá. – Le guiñó un ojo.
- Lo guardaré junto al mío. – Apuntó Camila.
El momento que la morena menos deseaba llegó cuando por las
bocinas del lugar hicieron la llamada al embarque del vuelo de Lauren. Sin quitar sus
ojos marrones de la sargento Camila detalló cómo la ojiverde abrazaba más fuerte a
Cameron y le besaba el rostro con tanto amor que a ella se le hizo un nudo en la
garganta.
- Te amo hijo, te amo mucho. – Susurró finalmente cerca del
oído derecho del pequeño.
Cameron pareció despertarse de su sueño detallando el rostro de su
madre, pestañeó pesadamente y se volvió a acomodar entre los brazos de la
sargento.
- Te contaré sobre todo lo que va aprendiendo... Él te ama
Lauren, y siempre estará orgulloso de que su madre es parte de la U.S. Army. –
Intentó tranquilizar a su ex esposa.
Lauren le pasó a Cameron el cual hizo un pequeño gruñido frente a la
pérdida de contacto contra el cuerpo de la sargento pero se quedó tranquilo entre los
brazos de la arquitecta.
- Volveré más pronto de lo que imaginas. – Repitió nuevamente
la ojiverde.
- Cuídate mucho... - Pidió Camila mientras sentía cómo la
sargento rodeaba sus brazos en ella.
- Lo haré.
Se besaron tranquilamente por unos segundos hasta que escucharon
el segundo llamado para el embarque.
- Te amo. – Dijo Camila.
- Te amo. – Sonrió Lauren.
La sargento tomó el bolso negro y se lo acomodó al hombro. Se dieron
un beso de despedida y Lauren antes de irse se cuadró simbólicamente ante ella.
- Hasta ahora mi amor. – Susurró la arquitecta.

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Gracias, como siempre.
Capítulo 57.

Inicios de Octubre 2016, Mbarara – Uganda.


Podía sentir cómo su uniforme se le pegaba contra la piel debido al
sudor causado por el calor húmedo del lugar. Llevaba algunas semanas allí, pero
seguía sin poder acostumbrarse al clima, especialmente durante las largas rondas de
patrullaje que debía hacer cerca del mediodía.
- Sargento Jauregui, ya hemos terminado con la zona cuatro. –
Informó uno de sus compañeros de pelotón.
Afirmó con la cabeza lentamente mientras intentaba aflojar un poco
las correas del casco que llevaba. Siguieron caminando en silencio a través de los
árboles hasta llegar al campamento donde otros soldados comían, entrenaban o
dormían en aquellos momentos.
- ¡Jauregui! – Le llamó el coronel Cole. – Te ha llegado
correspondencia.
Sonrió ampliamente mientras se sacaba por fin el casco y se acercaba
hasta el hombre que le tendió una carta un poco maltratada.
- Si tu mujer sigue mandando cartas todas las semanas estaré
encantado de conocer a tan dedicada chica. – Rió entre dientes el coronel.
- Ella es increíble. – Anunció la ojiverde.
El hombre le palmoteó la espalda para luego dejarla sola. Lauren se
sentó sobre el delgado colchón de su pequeña cama mientras impacientemente abría
el sobre, una vez sacó el papel se lo llevó cerca de la nariz para oler lo discreto del
perfume de Camila.
Querida Lauren,
Los días pasan lentamente sin ti, aunque debo reconocer que son más
felices cuando me paso el tiempo intentando enseñarle a Cameron más palabras para
que él te sorprenda cuando tú vuelvas. Ya casi nada queda de su última bronquitis y
Matthew está seguro que cuidándole bien las cosas no llegaran a más, todo está bien
con él mi amor, no te pases la noche sin dormir pensando que algo malo pasará con
nuestro hijo, no dejaría que ocurriera.
Normani vendrá de visita nuevamente, está considerando finalmente
volver a Boston y quedarse aquí con sus padres, está feliz de hacer concretamente su
papel de madrina y me ha dicho que comenzará a cuidar de Cameron siempre que
pueda y yo lo necesite, sinceramente entenderás la felicidad que tengo al saber que
mi mejor amiga volverá a la ciudad.
Entre otras cosas, mi psiquiatra me ha suspendido totalmente los
antidepresivos, es decir, si todo sale bien cuando tú vuelvas ya estaré libre de
medicamentos y terapias... No sabes cuánto significa finalmente cerrar éste capítulo
de nuestras vidas y aprender de él como lo he estado haciendo.
Por favor cuídate mucho, no dejes de comer bien y dormir las horas
que necesitas. Odio permanecer sin saber dónde estás o cuándo volverás, pero
gracias por responder cada carta, nos estaremos leyendo.
Siempre tuya, con todo mi amor.
Camila Cabello-Jauregui.
...
Mitad de Octubre 2016, Boston – USA.
La arquitecta rodó los ojos viendo cómo Cameron sollozaba bajo la
atenta mirada de la peluquera. Pacientemente se acercó hasta el pequeño
enseñándole el peluche de elefante llamando la atención del ojiverde.
- Venga mi vida, sólo será un momento. – Le susurró
tranquilamente.
- No te preocupes querida, ya he manejado situaciones así. –
Sonrió la mujer.
Camila afirmó con la cabeza mientras con sus ojos buscaba el apoyo
de Normani quien hablaba entretenida con Dinah la cual reía frente las palabras de la
más morena. Se dirigió hasta las chicas mirando de re ojo cómo Cameron finalmente
se había dejado estar y observaba con curiosidad cómo la mujer le cortaba los
cabellos castaños.

- ¿Noche de chicas hoy? – Preguntó Dinah sonriéndole a Camila.


- Puede ser, tendría que avisarle a mis padres para que se
queden con Cameron. – Dijo pensativa.
- No, noche de chicas y Cameron. – Apuntó Normani.
Todas rieron por unos segundos hasta que la ingeniera le guiñó un
ojo, Camila seguía mirando curiosamente a su hijo.
- Dejaremos que ésta noche nos cuentes cómo perdiste la
virginidad con la sargento Jauregui. – Rió entre dientes Dinah.
Golpeó el hombro de su amiga bajo la risa de las sus amigas, ellas
solían animarle los días con constantes recuerdo de Lauren. Estaba agradecida de
tener a todas aquellas personas que se preocupaban sinceramente por ella.
- Que te den. – Replicó divertida Camila.
Dinah sofocó una carcajada mientras Normani negaba con la cabeza
para luego sacar su móvil y acercarse al pequeño Cameron el cual le apuntó con uno
de sus dedos.
- Que conste que Normani no es la única madrina de Cameron,
sólo le doy el beneficio porque ustedes se conocen hace más tiempo. – Picó Dinah.
- Cameron tiene muchas titas favoritas, pero seguramente tú
eres la más divertida que tiene, no seas celosa. – Dijo Camila enarcando las cejas.
Dinah le abrazó cortamente para luego acercarse también hasta donde
Normani le estaba sacando fotos al pequeño ojiverde. Ella misma sonrió
tranquilamente mientras sacaba su móvil para detallar la foto que tenía en éste de
Lauren junto a ella abrazadas riéndose... Estaba feliz de que su amada estuviera
cumpliendo sus sueños, y más feliz de saber que Lauren estaba haciendo todo para
volver a sus brazos.
...
Fines de Octubre 2016, Mbarara – Uganda.
- ¿Entonces no están casadas? – Dijo confundido el coronel
Cole.
- Técnicamente no, nos divorciamos hace unos meses... Pero...
Nos volveremos a casar en febrero.
El hombre le miró con curiosidad mientras el sonido de la madera
quemándose por el fuego en la pequeña fogata que tenían aquella noche hizo que
Lauren sonriera pasándose una mano por el rostro.
- Es difícil de explicar... Camila sufrió de depresión post parto
debido a lo que pasó conmigo y con nuestro hijo cuando yo volví de Irak... Pasamos
unos meses intentando no hablar de ello mientras yo me recuperaba de mis heridas y
de mi TEPT, pero no fui capaz de darme cuenta que ella misma comenzaba a cerrarse
en sí... Finalmente un día me pidió el divorcio y las cosas empezaron a ir peor... Nos
equivocamos, ambas, nos dañamos, nos divorciamos y tuvimos un juicio por la
custodia de nuestro hijo... Fue ahí cuando a Camila le diagnosticaron, comenzó con su
tratamiento y ya las cosas comenzaron a mejorar...
Anthony Cole se mantuvo en silencio detallando las expresiones del
sereno rostro de Lauren. El hombre aún se asombraba de la templanza que podía
identificar en la ojiverde a pesar de ser una soldado que había sobrevivido a una
emboscada en pleno combate, aún más le asombraba todo lo que la chica había
tenido que vivir en su vida personal debido a lo que había pasado en Irak,
simplemente estaba honrado de tener a una persona tan extraordinaria entre sus
filas.
- Estoy seguro que tú también tienes mérito en la recuperación
de tu mujer... Puede que no te hayas dado cuenta de lo que pasaba inicialmente, y
que te sientas culpable por no haber ayudado a Camila en ello... Pero créeme que
seguramente ella agradece que te hayas quedado a su lado.

Una agradable emoción invadió su pecho mientras podía observar que era una noche
estrellada... A su mente llegó la imagen del hermoso rostro de Camila, aquella Camila
sonriendo y con los ojos brillando, dejando en el pasado aquella Camila que le había
pedido el divorcio y culpado de todo.
...
Comienzos de Noviembre 2016, Boston – USA.
Clara terminó de leerle el cuento de aquella noche a Cameron cuando
éste ya estaba sumergido profundamente en su sueño. La mujer acomodó
nuevamente las cobijas del pequeño para luego salir en silencio dirigiéndose escaleras
abajo donde Camila terminaba de beber su taza de café.
- ¿Todo bien? – Murmuró la arquitecta.
- Se ha dormido antes de terminar el cuento. – Dijo Clara.
- Siempre hace lo mismo. – Rió levemente.
- Lauren también lo hacía.
Los ojos color marrones brillaron frente a las memorias de la madre de
su chica. Camila suspiraba cada vez que Clara le contaba detalles de la infancia de
Lauren, la ojiverde siempre había sido una pequeña tranquila que cuidaba a sus
hermanos menores con total amor y era la consentida de Michael.
- ¿Entonces Lauren todavía no sabe si podrá estar aquí antes de
la navidad? – Preguntó Clara.
- No realmente... Es una lástima, me gustaría que Cameron
pudiera pasar las fiestas con sus dos madres. – Dijo algo triste.
Luego de dejar escapar un corto suspiro pudo detallar cómo Clara le
miraba con una tranquila expresión en su rostro.
- Me recuerdas a mí. – Murmuró la madre de Lauren. – Me
recuerdas cuando también me preguntaba si Michael pasaría las fiestas en casa
conmigo y con los niños.
Abrió levemente la boca buscando palabras para responder a aquello
pero el silencio permaneció sólo acompañado por el sonido de la lluvia cayendo
afuera.
- Cuando me casé con el padre de Lauren él ya estaba en su
segundo año en la U.S Army, nos conocimos en un parque, estaba lloviendo y yo iba
sin paraguas, él llegó a mi lado abriendo su paraguas sobre nosotros, no pude evitar
mirarlo, se veía tan joven y guapo en aquel uniforme. – Recordó Clara sonriendo.
Camila conocía la historia, la propia Lauren se la había contado cuando
ellas aún se estaban conociendo antes de ser novias. Pero oírlo de la boca de la
propia mujer que se enamoró de aquel soldado hacía ya tantos años emocionaba
completamente a la arquitecta.
- Nunca te acostumbras Camila, me gustaría decirte que lo
harás... Pero no, cada misión, cada combate, cada lesión, cada llamada... Pero no
aceptarlo, o ir contra ello sólo hará que te hagas más daño del que ya te hiciste. –
Dijo la mujer.
Las palabras que le dedicó la madre de la ojiverde le dejaron
pensando sobre lo que había ocurrido durante los últimos meses. Frunció el ceño
mientras volvía a repetir mentalmente las veces que Clara había intentado hablar con
ella para poder darle consejos y apoyo sobre lo que había pasado con Lauren, podía
recordar cómo ella misma se negó a hablar con la mujer y perderse todo aquello, al
final, la madre de Lauren había vivido muchas cosas similares a las que ella vivía a
causa del trabajo de la sargento.
- Debí haber hablado de todo esto contigo hace mucho tiempo
Clara. – Dijo pesadamente.
- No te preocupes querida... Eres joven y veo que has
aprendido. – Sonrió.
- Gracias... - Respondió sinceramente.
La mujer le regaló una amplia sonrisa haciendo que Camila pudiera
detallar algunos de los rasgos parecidos entre Clara y su hija mayor.
- Lauren solía llorar cuando su padre no llegaba para navidad,
pero Michael siempre llegaba con un regalo exótico para ella desde los lugares donde
había estado de misión, claramente mi hija se olvidaba de ello rápidamente para
abrazarse al pecho de su padre.
...
Mitad de Noviembre 2016, Mbarara – Uganda.
Lauren miró con detalle cómo la herida en su pierna no dejaba de
sangrar, había caído sobre unas rocas mientras corría ayudando a escapar a unas
familias del lugar que habían sido atacadas durante la tarde de aquel día.
- No vas a necesitar sutura, pero tendrás que intentar hacer un
poco de reposo por estos días. – Le dijo el joven médico que le estaba atendiendo en
aquel momento.
La sargento afirmó con la cabeza con una mueca de dolor al sentir
cómo le limpiaban la herida. Sus ojos detallaron el pequeño espacio de atención de lo
que parecía ser un hospital bastante antiguo, allí había personal que trabajaba con los
Médicos sin Fronteras. Dirigiendo su mirada hasta la delgada bata del chico que le
estaba ayudando pudo leer: Dr. Shawn R. Mendes.
Siguiendo con su inspección del lugar sonrió al ver a un pequeño
caminando por el lugar sosteniendo un llamativo balón con dibujos de animales en él.
Por unos segundos deseó poder estar al lado de su hijo.
- ¿Sabes dónde podría conseguir uno de ésos balones que tiene
el pequeño de allá? – Apuntó Lauren.
- Oh, encontrarás uno de ésos en el mercado que se instala
durante los sábados en el pueblo. – Explicó el médico.
- Gracias. – Sonrió.
- ¿Tienes hijos?
- Uno, se llama Cameron tiene 1 año y casi 5 meses. – Sonrió
orgullosa.
- Seguro le extrañas mucho. – Murmuró Shawn terminando de
vendar la herida.
- Por supuesto, a él y a mi chica, estoy ansiosa por volver a
casa.

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Gracias como siempre, tengo demasiadas emociones encontradas al
saber que la historia terminará pronto.
Capítulo 58.

Fines de Noviembre 2016, Boston – USA.


Camila corrió cubriendo su cabeza con sus manos intentando esquivar
las bolas de nieve que su padre y Michael se tiraban entre ellos, la escena era
perfectamente acompañada por las carcajadas de Cameron quien se removía
divertido entre los brazos de Sinu, la cual, también reía frente a la infantil escena de
ambos hombres.
- ¡Pensé que tenías buena puntería Jauregui! No pareciera que
estuviste tantos años en la milicia. – Picó Alejandro.
La morena hizo una mueca frente a la broma de su padre para detallar
cómo Michael enarcaba las cejas y moldeaba otra bola de nieve entre sus manos.
- ¡Basta! Os vais a matar. – Dijo divertidamente Clara quien se
sacudía un poco de nieve de su largo abrigo.
Una dulce risa se escapó entre sus labios al ver los cabellos de su
padre llenos de nieve. Ella misma se cruzó los brazos contra el pecho intentando
entrar en calor pese a la gélida temperatura que se podía sentir en el patio de los
Jauregui.
- ¿Alguna noticia de cuándo volverá Lauren? – Preguntó curiosa
Clara mientras se acercaba a Camila dejando a sus espaldas la escena entre Michael y
Alejandro.
- Aún nada, lo bueno es que las cosas por allá han estado
tranquilas.
Clara le regaló una sonrisa mientras ambas entraban a la casa de los
Jauregui, Camila agradeció la calefacción mientras deshacía el nudo de la bufanda
color terracota de Lauren que estaba usando aquel día.
- ¿Sofía vendrá para las fiestas? – Preguntó Clara mientras le
pasaba una galleta de chocolate a la arquitecta.
- Sí, dentro de unas semanas llegará.
- Que bien, Taylor pasará las fiestas con la familia de Connor en
Cleveland... Prometió que el próximo año las pasará aquí cuando ya estén con la
pequeña bebé.
Comiendo la dulce galleta Camila imaginó lo hermosa que sería la
escena cuando toda la familia se reuniera nuevamente en la casa de los Jauregui...
Quizás para el próximo año ella y Lauren también estarían intentando agregar un
nuevo miembro a la familia.
...
Comienzo de Diciembre 2016, Mbarara – Uganda.
Todos los músculos de su cuerpo se relajaron cuando finalmente
terminó su serie de ejercicios aquella tranquila mañana. El sol ya se estaba alzando
con fuerzas en el cielo haciendo que su piel quemara debido al esfuerzo físico y el
clima.
- Jauregui, hoy en la noche tenemos que apoyar al pelotón
Águilas nuevas, tienes la tarde para dormir. – Le avisó Anthony Cole.
- Sí señor. – Afirmó.
Cuando la fría agua recorrió su entumecido cuerpo Lauren cerró los
párpados con fuerzas intentando calmar el dolor que sentía en su pierna debido a que
todavía estaba herida. Sólo esperaba que lograra correr bien aun con la lesión,
tendría que jugar su suerte.
Su cuerpo agradeció cuando su espalda cayó contra la pequeña cama,
sin oponerse más el sueño llegó rápidamente haciendo que al despertar ya fuera de
noche.
Se vistió con el uniforme metódicamente y antes de salir del lugar
buscó una pequeña caja de metal que tenía bajo la cama, era donde guardaba las
cartas que Camila le enviaba.
Buscó la última que le había llegado el día anterior agradeciendo que
ésta estuviera acompañada por una pequeña fotografía donde se veía a Cameron
junto a Camila. El pequeño ojiverde llevaba un gracioso sombrero de Papá Noel
mientras la arquitecta lo sostenía riendo hacia la cámara.

- Mis amores... Ya nos veremos. – Susurró mientras con un dedo acariciaba la


fotografía.
Guardando todo como antes sus pies se dirigieron hasta donde los
soldados estaban esperando las órdenes del coronel Cole. Luego de algunas
instrucciones emprendieron el camino a través de los árboles en la calurosa noche.
Nada parecía estar fuera de lugar mientras Lauren iba a las espaldas del coronel, los
soldados comenzaron a esparcirse por la zona y el murmullo de algunos animales en
el lugar se hizo escuchar.
- No se separen. – Le dijo Lauren a otros dos soldados que
afirmaron en silencio.
- Tú por la izquierda y yo por la derecha Jauregui. – Ordenó el
coronel
- Sí señor.
Con el arma contra su pecho y con los párpados abiertos de par en par
Lauren se encaminó por la dirección en la que su superior le envió junto a otros dos
soldados que caminaban en silencio. Durante unos minutos todo siguió en calma,
hasta que el sonido de algunos disparos en la dirección contraria se resonarn. Lauren
cargó su arma rápidamente mientras los otros soldados repetían sus acciones.
- A mis espaldas todo el tiempo, vamos. – Ordenó la sargento.
Sus pies se movieron pesadamente contra la tierra en dirección del
coronel Cole, el silencio se hizo pesado, no se repitieron más sonidos de disparos, sin
embargo, Lauren no pudo evitar sentirse nerviosa por la extrema oscuridad de la
noche. Cuando llegó hasta donde estaba Anthony Cole la ojiverde pudo observar
cómo otro soldado tenía capturado a un hombre que no conocía.
- ¿Todo bien coronel? – Dijo algo más aliviada.
- Sí, sólo es un rebelde. – Explicó.
La sargento afirmó levemente mientras se removió por el lugar. De un
momento a otro, sin saber cómo, el hombre logró deshacerse del agarre que tenía el
soldado que le retenía y se abalanzó contra Lauren, la cual cayó a tierra junto al
hombre debido a una fuerte patada que éste le dio justo en la pierna herida de la
sargento.
- ¡Maldito hijo de puta! – Gritó el coronel mientras lograba
apartar al hombre de Lauren.
Un alarido salió del a boca de la ojiverde mientras se llevaba ambas
manos hacia la pierna herida. Podía sentir cómo la sangre comenzaba a empapar el
pantalón del uniforme.
...
Mitad de Diciembre 2016, Boston – USA.
Cameron siguió observando con detalle la pequeña figura del hombre
de nieve que tenía entre sus manitos, cuando se lo llevó a la boca Camila se lo quitó
amablemente.
- No es una galleta mi amor. – Le explicó la arquitecta.
- ¿No? – Dijo confundido.
- No, es un adorno para nuestro árbol de navidad.
El pequeño le miró sin entender muy bien pero luego volvió a buscar
otro adorno en la caja donde estaban guardados.
- ¿Míos? – Preguntó inocentemente el ojiverde.
- Tuyos. – Rió entre dientes Camila.
Por primera vez en casi siete años la arquitecta armaba el árbol de
navidad sin su chica. Un pequeño atisbo de tristeza invadió su corazón al recordar
cómo Lauren aún no sabía si lograría estar con ellos para las fiestas. Sin embargo la
enorme curiosidad de su hijo le tenía enternecida con la tarea, era un hermoso
tiempo junto a Cameron.
- ¡Mamá! – Chilló emocionado el ojiverde al descubrir la foto de
la navidad pasada donde salía Lauren sosteniendo a Cameron con tan sólo unos
meses.

- Sí, mira cariño, es mamá Lauren. – Le apuntó Camila.


- ¡Sí! ¡Mamá! – Repitió.
A la morena casi se le escaparon algunas lágrimas de emoción frente a
la ternura de su hijo y cómo le era fácil reconocer a Lauren en las fotografías. Todos
los días Camila le enseñaba las fotos de su móvil donde tenía una cantidad enorme de
ellas junto Lauren que hacía sonreír al pequeño Cameron quien a veces le apuntaba el
aparato pidiendo verlas nuevamente.
- Es hora de tu biberón, y como me has ayudado en armar el
árbol te daré una galleta de chocolate que hizo tu abuela Clara. – Le habló
tranquilamente al ojiverde.
- ¡Síiiii! – Gritó feliz Cameron.
Cuando el frío de la noche ya se hizo sentir Camila abrazó más fuerte
a Cameron contra su pecho, el pequeño se había dormido entre sus brazos hacía ya
unos minutos, pero la morena se negaba a dejarle en la cuna, prefería tenerlo
abrazado y desde ahí observar con detalle las tenues luces que brillaban en el árbol
de navidad que estaba en el salón de la casa.
- Oh Dios mío... No le he comprado el regalo a Lauren. – Se
recordó a sí misma mirando en dirección al árbol.
...
Mitad de Diciembre 2016, Mbarara – Uganda.
- Gracias Shawn. – Le repitió Lauren al joven médico el cual le
había estado viendo aquella herida en la pierna desde el primer día.
- No te preocupes, si necesitas algo para el dolor sólo avísame,
tengo que hacer algunas rondas más y termino mi turno.
La sargento afirmó en silencio viendo cómo el alto chico salía de la
habitación. Se acomodó nuevamente dejando en alto su pierna mientras por la
ventana observaba que el sol comenzaba a ponerse para regalarle un intenso
atardecer lleno de tintes naranjas, amarillos y violetas.
Cuando ya estaba por caer en un profundo sueño alguien llamando a
la puerta le hizo despertar de su letargo. Era el coronel Cole quien traía entre las
manos un balón idéntico al que había visto hacía unas semanas atrás.
- He encontrado lo que me pediste, estuve casi diez minutos
buscando uno que tuviera elefantes. – Apuntó el hombre acercándose hasta la
ojiverde.
- Muchas gracias coronel. – Dijo sinceramente.
- De nada Jauregui, espero que tu hijo disfrute mucho del
regalo.
Tomó el esférico entre las manos para detallarlo de cerca, los colores
eran muy llamativos y en él varios dibujos de diferentes animales que solían verse
por la zona, no podía esperar el día en que viera a Cameron jugar con él.
- ¿Qué tal con la pierna? – Preguntó Cole sentándose en una
pequeña silla del lugar.
- Shawn cree que en unas semanas podré andar con una
muleta, todavía no puedo forzarla o haré que las suturas se puedan romper.
Lauren suspiró pesadamente mirándose la pierna donde ahora tenía
un gran apósito debido a que por el golpe de aquella patada la herida se había
profundizado hasta necesitar suturas.
- Tenemos que hablar sobre algo... – Anunció Cole.
Abrió sus parpados sorpresivamente frente a las repentinas palabras
del hombre. Sin embargo en silencio se mantuvo atenta a las palabras que resonaron
en la boca del coronel.
...
23 de Diciembre 2016, Boston – USA.
- ¡Cameron Cabello-Jauregui! – Llamó la atención Camila al
pillar al ojiverde intentando rasgar el papel de uno de los regalos bajo el árbol de
navidad.

El pequeño se giró rápidamente para luego huir escondiéndose detrás del sofá del
salón.
- Oh no vas a esconderte. – Replicó la arquitecta llevándose las
manos hacia la cintura caminando hasta la altura de su hijo.
Cameron le hizo un gracioso puchero agachando el rostro avergonzado
por haber sido sorprendido por su madre.
- Cariño ya te he dicho que los regalos no se tocan hasta
navidad, además si no te portas bien Papá Noel no traerá lo que quieres. – Explicó
calmadamente Camila.
Una divertida risa salió de su boca al ver cómo Cameron había
afirmado con la cabeza y ahora estiraba sus pequeños brazos para ser tomado por su
madre.
- Cómo me voy a negar si me pones ésos ojitos. – Susurró la
morena para luego besar las mejillas de su hijo.
- ¡Leche! – Chilló el pequeño.
- Claro, es lo que realmente querías. – Rodó los ojos.
Luego de pasarle el biberón a Cameron ambos se sentaron
cómodamente en el sofá del salón mirando las tenues luces que brillaban en el árbol.
Como hermosa coincidencia afuera nevaba tranquilamente haciendo sonreír a Camila
frente a la típica estampa navideña. Sólo faltaba a su lado la mujer de la cual estaba
locamente enamorada.
- Hoy dormirás conmigo. – Apuntó la arquitecta jugando con la
nariz de su hijo.
El pequeño frunció el ceño frente a la invasión y se removió intentando
no soltar el biberón de sus manos. Camila entendió el mensaje acomodándose al
ojiverde en los brazos esperando que se durmiera una vez que se acabara la leche.
Pasaron pocos minutos hasta que sus ojos marrones detallaron cómo
Cameron había soltado el biberón y ahora dormía tranquilamente. Lo arropó con
cuidado y ella se dirigió a la cocina para calentar la cena.
El sonido de alguien llamando a la puerta principal le hizo girarse
confundida en dirección por donde llamaban. No esperaba a nadie aquella noche y
para el clima que había afuera no esperaba que alguien anduviera por el vecindario.
Cuando la puerta se abrió y sus ojos se toparon con la inconfundible
imagen de Lauren con su bolso al hombro y una perfecta sonrisa lo único que logró
hacer fue lanzarse a los brazos de la sargento.
- ¡Oh Dios mío! – Gritó sin pensar en si podría despertar a
Cameron.
- Hola mi amor. – Susurró Lauren mientras sentía todo el peso
de Camila contra ella.
- No puedo creerlo. – Dijo emocionada llevando sus manos hacia
el rostro de Lauren.
La sargento le regaló una amplia sonrisa mientras ella seguía tocando
el rostro de la ojiverde para comenzar a dejarle besos en él.
- ¿Qué haces aquí? ¡Por qué siempre haces lo mismo y no me
avisas cuándo llegarás! – Reclamó inútilmente.
- Cariño, es navidad en dos días, no podía estar lejos de mi
amada y nuestro hijo. – Apuntó Lauren intentando mantener el peso del cuerpo de la
arquiteca, hizo una mueca en el intento.
- Oh, ¿Qué te ha pasado? – Dijo asustada Camila para
desconectar el aparatoso abrazo.
- Tengo una herida en la pierna, ya va mejor, pero creo que por
hoy no podré cogerte en brazos. – Sonrió de lado.
- ¡Lauren! – Ahogó un grito.
- Calma mi amor, estoy bien, todo estará bien... Entremos a la
casa que me estoy congelando, no tienes idea el calor que he tenido que lidiar estos
meses.
Camila ayudó a Lauren con el equipaje y ambas entraron hasta el
salón donde Cameron seguía durmiendo ajeno a todo.
- Despiértalo, no pasa nada. – Le dijo a su chica.
Con sus párpados abiertos de par en par pudo detallar el hermoso
reencuentro de Cameron con Lauren, el pequeño luego de salir del letargo del sueño
había reconocido rápidamente a la ojiverde.
- ¡Mamá! – Chilló Cameron para luego ponerse a llorar
fuertemente.
- No mi vida, no llores. – Dijo asustada Lauren.
- Sólo está emocionado. – Sonrió Camila intentando no llorar
también.
El pequeño se aferró contra el cuello de la sargento la cual apretó el
abrazo y comenzó a dejarle caricias a su hijo, sin evitarlo más Lauren también
derramó lágrimas de felicidad.
- Bienvenida a casa Lauren. – Murmuró la arquitecta.
- He vuelto mi amor. – Respondió la ojiverde.

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Gracias, como siempre...
Capítulo 59.

Lauren se despertó lentamente al percibir cómo Camila le quitaba a


Cameron quien se había quedado dormido sobre su pecho. Todo el cuerpo de la
soldado agradecía lo confortable del colchón donde había dormido profundamente
toda la noche. Intentó hablar pero la arquitecta le hizo una seña con el dedo para que
se mantuviera en silencio.
Esperó unos segundos en que acomodó con cuidado las almohadas
observando con detalle la habitación que compartía con su amada. Cuando la morena
volvió a entrar en la habitación una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, la
arquitecta rápidamente se acomodó contra su cuerpo en la cama.
- Le dejé en su cuna para que pueda dormir un poco más, ha
sido mucha emoción en un par de horas para él. – Rió levemente Camila.
Con sus manos acarició la espalda de su chica quien sólo llevaba una
de sus camisetas antiguas que tenían estampado en negro U.S Army.
- Pasé noches deseando que al despertar estuviera contigo y
nuestro hijo... Soy tan agradecida de tenerles. – Susurró la sargento contra la mejilla
de la más baja.
- Y nosotros de que hayas vuelto... Aún no me lo creo, podría
enojarme porque no me hayas avisado, pero fue una hermosa sorpresa. – Sonrió
arrugando un poco la nariz.
Acomodó su cuerpo para quedar sobre Camila la cual enarcó las cejas
sugerentemente sin decir ninguna palabra. Lauren acercó su rostro para dejarle un
beso sobre las mejillas y dejar su frente contra la suave piel de la arquitecta.
- Estaba deseando tenerte entre mis brazos. – Murmuró la
ojiverde acariciando los hombros de Camila. – Y claramente, besar toda tu piel
desnuda.
Con sus labios comenzó a dejar varios besos para llegar finalmente al
cuello de la morena la cual extendió su cabeza hacia atrás dando más espacio a
Lauren. Se mantuvo ahí por unos minutos hasta sentir que Camila tiraba del borde
del pijama de seda que estaba ocupando la ojiverde.
- Hagamos el amor. – Susurró la arquitecta mientras subía
lentamente el camisón de Lauren.
Afirmó en silencio dejando un par de besos más sobre la tibia piel del
cuello de Camila. Lentamente y ayudándose entre ambas quedaron totalmente
desnudas abrazadas bajo las sábanas. Sin previos avisos la arquitecta giró sus
cuerpos para quedar sobre la sargento la cual dejó escapar un suspiro al sentir la
proximidad de la intimidad de su ex esposa junto a la suya.
- Te quedarás quieta. – Apuntó con un dedo Camila.
Tragó fuertemente saliva frente al sensual tono de voz que su ex
esposa había usado. Destensando los músculos de su cuerpo y sin poner resistencia
Lauren pudo observar cómo la morena comenzaba a dejar lentos y húmedos besos en
sus hombros. Las manos de la arquitecta acunaron los senos de la sargento quien
dejó escapar un gemido al sentir cómo con los pulgares Camila jugaban con sus
pezones ya erectos. Cerró los párpados placenteramente cuando la arquitecta apretó
su agarre y comenzó a acariciar los duros y marcados músculos de su abdomen.
- Espero que esté preparada para otro tipo de ejercicios
sargento Jauregui. – Murmuró.
Llevando sus manos hasta la cabeza de Camila le sujetó para atraerla
nuevamente hasta poder besarse. Se fundieron en un apasionado y fuerte beso que
se profundizó rápidamente cuando la arquitecta llevó su lengua contra la de la
ojiverde.
- Oh Dios mío, no sabes cuánto te he extrañado. – Susurró
Lauren contra los labios de Camila.
La más baja no respondió con palabras para llevar nuevamente sus
labios contra los de la sargento. Lauren sintió a la perfección el momento preciso en
que Camila bajó una de sus manos hasta su caliente centro donde ella ya estaba
completamente lista para aquello.

Agitó sus caderas contra el tacto de Camila buscando que la morena no dilatara más
el momento hasta poder sentirla en ella, para llamar la atención Lauren mordió un
poco los labios de la morena la cual gruñó en respuesta.
- Camila... Por favor... - Murmuró para luego dejar escapar un
gemido.
La mano de la arquitecta comenzó a moverse contra la intimidad de
Lauren haciendo que ésta lanzara un fuerte gemido frente a las suaves caricias que
Camila le dejaba. Intensificó nuevamente el beso en señal de querer más, su ex
esposa lo entendió totalmente al penetrarla con dos dedos, el pulgar de su amada
quedó justo en su zona más sensible.
- Lauren... Extrañaba hacerte el amor. – Confesó la morena
mirando a los ojos a la sargento.
Camila comenzó a moverse sobre el cuerpo de la ojiverde dejando casi
sin poder respirar a Lauren debido al placer que estaba sintiendo. La danza entre
ambas aumentó en intensidad y la ojiverde sujetó con fuerzas las nalgas de Camila.
El beso se deshizo para dejar a ambas respirar, en aquel momento Lauren aprovechó
de penetrar inesperadamente a la arquitecta la cual lanzó un fuerte gemido contra el
oído de la más alta.
- ¡Lauren! – Exclamó Camila.
Sonrió con satisfacción al sentir temblar el cuerpo de su amada. Las
caricias se multiplicaron y se hicieron intensas hasta que ella se encontró con un
fuerte orgasmo que la arquitecta acompañó dejando múltiples besos en el rostro de
Lauren. Cerrando los párpados para volver a concentrarse la ojiverde siguió con sus
dedos penetrando fuertemente a Camila hasta que ésta gimió entrecortado avisando
su llegada al más placentero orgasmo.
...
- ¿Por qué le das el regalo de navidad ahora? – Dijo confundida
Camila al seguir maquillándose en aquellos momentos para luego pasar noche buena
donde los Jauregui junto también a la familia de la arquitecta.
- Porque no me aguanto más, y seguramente tú le has
comprado más regalos que podrá creer que se los trajo Papá Noel. – Apuntó la
ojiverde sacándole infantilmente la lengua a su ex esposa.
Rodó los ojos frente a las palabras de Lauren para volver a verse en el
reflejo del espejo. Si no se apuraban llegarían tarde y seguramente Sinu le
reprocharía toda la noche por haber atrasado la cena de noche buena.
- Antes de que le des el regalo ponle el jersey de lana que mi
madre le ha tejido. – Pidió tranquilamente Camila.
- Claro.
Con curiosidad detalló la tierna escena en que Lauren ayudaba a
Cameron vestirse con el típico jersey de lana de colores rojos y verdes con diseños
navideños que Sinu le había tejido pacientemente al pequeño ojiverde. Su hijo no
dejaba de mirar con curiosidad su nueva ropa y le sonría ampliamente a la ojiverde la
cual le tocó divertidamente la respingada nariz a Cameron.
- Baby, it's cold outside. – Le cantó la sargento a su hijo.
Estiró una de sus manos llamando la atención de Lauren la cual se
acercó rápidamente, una sonrisa se dibujó en el rostro de la más alta al poder sentir
el inconfundible aroma del perfume de Camila.
- Dame dos minutos y bajaré con ustedes para ver el regalo que
le has traído. – Apuntó para luego estirar sus labios reclamando un beso por parte de
su chica quien gustosamente le dejó un largo beso.
- Tendrás que ponerte labial otra vez. – Rió a lo bajo Lauren.
Pacientemente remarcó su maquillaje bajo los sonidos de la voz de su
amada y Cameron los cuales seguían absorto en el pequeño jersey que llamaba la
atención. Cuando estuvo lista tomando su largo abrigo de color blanco le guiñó un ojo
a Lauren para que todos bajaran.

Al llegar al salón Lauren se dirigió a buscar uno de los regalos que había bajo el árbol
de navidad. Sin mucha más espera se lo pasó a Cameron el cual lo tomó rápidamente
entre las manos mirando con curiosidad el objeto.
- ¿Mío? – Dijo el pequeño mirando a sus dos madres.
- Tuyo. – Repitió Camila.
Lauren rió melódicamente para acariciar los cabellos castaños del
pequeño el cual sin mucha delicadeza rasgó el envoltorio del regalo.
- ¡Mío! – Chilló el ojiverde feliz.
Sus ojos marrones detallaron el balón con diversos dibujos de
animales y llamativos colores que Cameron mantuvo entre manos sin quitarle los
ojos. El ojiverde sonrió mientras giraba el objeto en sus pequeñas manos.
- Oh Dios mío Lauren, es hermoso. – Comentó Camila para
acercarse hasta donde estaba su ex esposa.
- Tiene varios dibujos de elefantes, el coronel Cole lo buscó para
mi mientras yo estaba en el hospital. – Confesó.
Hizo una mueca frente al recuerdo de que su ex esposa nuevamente
había sido herida en combate, pero quitándose el mal trago y recordando que aquella
noche era noche buena simplemente le dejó una caricia en la mejilla de Lauren.
- ¡Mamá! – Gritó Cameron lanzándole el balón a Lauren.
Camila se llevó ambas manos al pecho frente a la emoción que la
invadió en aquel momento al ver cómo su pequeño hijo comenzaba a jugar
totalmente feliz con Lauren. Definitivamente Cameron estaba encantado con el regalo
que le había traído su madre desde Uganda.
- Ven cariño, juguemos un rato, seguramente tu madre no se
enfadará cuando vea a Cameron entrar en casa usando el jersey. – Lauren le guiñó
un ojo.
...
La sargento sintió una gran mano palmoteándole la espalda llamando
su atención. Giró levemente su rostro para encontrase con el de Alejandro el cual le
sonreía levemente bajo la anima conversación que tenían Michael, Camila y Sinu. Al
otro lado de la mesa Sofía jugaba junto a Cameron con uno de sus dinosaurios de
color.
- Es genial tenerte aquí. – Confesó Alejandro.
- Y yo estoy feliz de estar con ustedes... Todos ustedes son mi
familia. – Sonrió sinceramente.
- Quería pedirte disculpas Lauren. – Resonó la voz del hombre.
Abrió los párpados con curiosidad ladeando un poco la cabeza al no
entender a qué se refería el hombre, sin embargo se mantuvo en silencio esperando
que el padre de Camila se explicara.
- Estuve molesto contigo cuando Camila te pidió el divorcio...
Realmente ella no lo estaba manejando nada bien, cambió mucho durante aquellos
meses y como también ella lo hizo yo te culpé de aquello... Sinu y yo no teníamos
idea sobre la vida de la milicia y todas ésas cosas hasta que Camila comenzó a salir
contigo, supongo que no entendemos muchas cosas, y sobre todo creo que como
humanos nos cuesta aceptar que las cosas a veces no son como quisiéramos. – Dijo
calmadamente Alejandro.
Lauren afirmó levemente con la cabeza para detallar los ojos marrones
del padre de la mujer que amaba. Podía ver mucha similitud en ellos, pero no se
comparaban a los ojos únicos que tenía la arquitecta.
- A Camila también le he pedido disculpas y explicado que me
equivoqué al tomar aquella actitud... Debí haber actuado de mejor manera para
intentar que lo vuestro no terminara...
- Y no terminó Alejandro, tú mismo lo has dicho, somos
humanos... Nos equivocamos, pero sería peor si no aprendiéramos de ello... Recuerdo
perfectamente aquel abrazo que me diste como bienvenida el primer día que llegué a
cenar con vosotros luego de haberle pedido noviazgo a Camila. – Sonrió con nostalgia
recordando el momento. – Lo importante para mí siempre será que como padres de
ella la apoyen sobre todas las cosas, a ella y a nuestro hijo.

- Y claro que lo haremos, lo sabes... Ella no está sola, cuidamos de ella siempre
que tú has tenido que irte por tu trabajo.
El sonido de las risas de Camila junto a Sinu y Clara hizo girar su
rostro buscando el hermoso rostro de la morena la cual había arrugado un poco la
nariz frente a lo que las mujeres estaban hablando. Michael servía un poco más de
chocolate caliente en la taza de la arquitecta, gesto que hizo enternecer a Lauren.
- Me casaré nuevamente con Camila. – Le confesó Lauren al
hombre que se quedó con la boca entreabierta frente a la repentina noticia. – Feliz
navidad suegro.
Alejandro siguió asombrado por unos segundos hasta que se abalanzó
contra Lauren para envolverla en un fuerte abrazo. Una pequeña risa salió de sus
labios al sentir cómo el hombre le movía de un lado a otro debido a la alegría que
sentía.
- Oh Dios mío. – Sollozó levemente el hombre.
Su rostro se volvió pálido al notar cómo el padre de Camila comenzaba
a sollozar más fuerte y hacía un puchero que escondió cuando se llevó ambas manos
al rostro.
- ¿Papá? – Dijo asustada la arquitecta quien estaba detallando
la escena.
- Mi niña, siempre serás mi pequeña. – Murmuró entre llanto el
alto hombre.
Lauren miró con miedo a Camila la cual enarcó las cejas sin entender
qué pasaba. La ojiverde le señaló el anillo de matrimonio de Alejandro para explicarle
qué ocurría.
- Oh... Oh... Oh Dios mío. – Entendió finalmente Camila.
Alejandro envolvió a su hija mayor en sus brazos y comenzó a llorar
mientras le dejaba tiernas caricias en la cabeza a la arquitecta.
- No me digan que... - Interrumpió Sinu intentando entender
qué ocurría.
- Sí mamá... Papá sólo está emocionado. – Sonrió
divertidamente la morena.
- Tú y Lauren... - Ahogó un pequeño grito.
- Nos vamos a casar en Febrero. – Anunció Lauren finalmente.
...
Camila apoyó su cabeza contra el pecho de Lauren mientras seguían
abrazadas frente al árbol de navidad que adornaba el salón de la casa. La nieve ya no
caía afuera y finalmente había terminado la noche buena, ahora mismo ya era
navidad.
- I'll be home for Christmas... - Cantó casi susurrando Lauren
mientras comenzaba a mover a Camila en un suave balanceo.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras se acomodaba aún
más contra el pecho de su amada. El movimiento de ambos cuerpos se mantuvo por
unos segundos mientras una de las manos de Lauren le acariciaba la espalda.
- Please have snow and mistletoe and presents by the tree. –
Cantó nuevamente Lauren.
Con sus manos acarició la nuca de la ojiverde la cual cerró los
párpados frente al delicado toque.
- ¿Te he dicho ya que te amo? – Preguntó Camila para detallar
cómo la sargento abría lentamente los párpados dejando ver aquellos hermosos ojos
color esmeralda.
- Un millón de veces, pero creo que no me molestaría oírlo un
millón de veces más. – Sonrió.
- You know that all I want for Christmas is you. – Cantó casi
susurrando la arquitecta.
Dejó un cálido beso en los labios de su ex esposa para luego terminar
el abrazo que las envolvía. Lauren soltó un pequeño gruñido como protesta haciendo
sonreír a Camila.
- Quiero darte tu regalo. – Apuntó la morena acercándose al
árbol para tomar un pequeño regalo.
La sargento se mantuvo en silencio para sentarse en el sofá a detallar
cómo Camila le extendía el presente. Los ojos marrones de la arquitecta se
mantuvieron fijos en el rostro de Lauren para detallar sus expresiones.
- A ver, sorpréndame Sra. Cabello-Jauregui. – Murmuró feliz
Lauren.
Le guiñó el ojo a su ex esposa para luego morderse los labios
esperando que finalmente Lauren rompiera el envoltorio. Cuando aquel momento
llegó, y Lauren sostuvo el contenido entre las manos, su corazón se agolpó con fuerza
contra su pecho.
- Oh Dios mío... - Susurró Lauren detallando los pequeños
calcetines de color blanco talla recién nacido. - ¿Tú?...
- Fui a visitar al ginecólogo que nos ayudó con la inseminación
de Cameron... Ya he empezado el tratamiento... Puede que no lo logremos al primer
intento, pero... Lauren pronto serás madre otra vez.
- Oh mi amor... - Murmuró la ojiverde envolviéndola en un
fuerte abrazo. – Te amo tanto... Jamás te dejaré... Ni a ti ni a nuestros hijos...
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Bueno, mañana se viene el último capítulo y el epílogo.

Sólo decir que muchas gracias, de una forma infinita.


Capítulo 60 (FINAL).

Luego de unos días pasada la navidad Camila había pedido vacaciones


en el trabajo para irse junto a Lauren y Cameron a la casa del lago. Pasarían una
tranquila noche vieja allí disfrutando del tiempo libre que tenía la sargento antes de
volver a sus trabajos administrativos en Boston hasta que fuera nuevamente llamada
a misión o combate.
- ¡Lauren! Que no dejes que se acerque tanto a la orilla. –
Reclamó Camila mirando cómo Cameron jugaba cerca de la ojiverde quien estaba
pacientemente esperando que un pez picara del anzuelo.
- Calma mi amor. – Dijo tranquilamente para luego regalarle
una amplia sonrisa.
Se sentó en la silla que estaba junto a la de Lauren quedándose
viendo cómo en el horizonte se perdía la continuidad de las tranquilas aguas del lago.
Hacía frío, pero el refrescante aire del lugar y los sonidos de la naturaleza le hicieron
agradecer estar allí en aquellos momentos.
- ¿Cuándo podremos ir a ver al ginecólogo? - Resonó la voz de
Lauren rompiendo el tranquilo silencio.
- Llamaré la próxima semana para que nos den una hora de
control. – Sonrío.
La sargento respondió la sonrisa hasta incluso cerrar los párpados
frente al gesto. Camila lo sabía, poco quedaba de aquella soldado herida que había
vuelto desde Irak para recuperarse lentamente de aquello. Lauren ahora sonreía sin
problemas, ya no tenía pesadillas, ni se quedaba mirando las cicatrices que tenía...
Vivía la felicidad día a día.
- Para cuando nos casamos no creo que se me note el
embarazo, es decir, si es que lo logramos al primer intento... – Apuntó la arquitecta.
- No importa, de todos modos nuestro futuro hijo o hija estará
allí.
Camila se emocionó frente a las palabras de la ojiverde. Le tendió una
mano buscando acariciar el rostro de Lauren, ésta capturó el gesto para dejarle a la
vez un tierno beso en el dorso de la mano.
- Soy tan feliz Lauren... Tan feliz. – Confesó tranquilamente.
- Y yo mi amor... - Respondió la sargento mirándole a los ojos.
- Espero que Cameron cuide bien de su hermanito o hermanita
tan bien como tú cuidas de los tuyos. – Murmuró.
- Claro que lo hará, y tan bien como tú cuidas de Sofi.
Afirmó levemente para volver a mirar sus manos que comenzaban a
ponerse rojas debido al frío. Una sonrisa nostálgica se instaló en su rostro al detallar
el vacío lugar donde debería estar su anillo de matrimonio, llevaba meses sin él y aún
a veces se llevaba la otra mano para tocarlo y luego notar que no estaba ahí... Sin
embargo, pronto aquello cambiaría y Camila no podía estar más feliz con aquel simple
detalle.
...
Lauren besó durante unos segundos más los labios que tanto amaba
para volver a apoyarse en el colchón mientras Camila se giraba sobre sí para hacer
que la ojiverde le abrazara desde la espalda.
- Deberíamos despertar así todos los días. – Murmuró la morena
aún un poco adormilada.
- Aprovecharemos siempre que esté aquí. – Respondió.
El sonido de la naturaleza entraba por la pequeña ventana de la
habitación. Las blancas cortinas traslucían la tímida luz que les entregaba el
amanecer de aquel día. Lauren lentamente llevó una de sus manos hasta el abdomen
plano de Camila y comenzó a dejar caricias en él.
- Quiero que sea una niña... - Dijo la arquitecta.
Sin romper el mágico momento Lauren le dejó un beso en el hombro
desnudo a Camila la cual sonrió cerrando los párpados frente a la caricia.

- Una pequeña igual a ti. – Murmuró la más alta.


- Pero con los ojos verdes, como tú.
Siguió lentamente acariciando el abdomen de su ex esposa sintiendo
cómo una extraña ansiedad comenzaba a invadir su pecho, quiso no mencionar nada
de ello pero si algo había aprendido durante los últimos meses había sido que debía
tener total sinceridad con sus sentimientos y miedos frente a Camila.
- ¿Estás segura? – Preguntó seriamente Lauren.
- ¿De que quiero una...
- No... Me refiero... ¿Estás segura de que quieres
embarazarte?... ¿No tienes miedo de que puedas volver a tener un parto prematuro?
– Dijo intentando mantener el rostro sereno.
La arquitecta se giró nuevamente para quedar frente al rostro de
Lauren quien le dirigió una profunda mirada.
- Mentiría si te negara que a veces pienso en ello... - Resonó la
voz de Camila casi en un hilo de voz. – Pero mis ganas de que tengamos otro bebé
son mayores que mis miedos.
Camila atrapó una de las manos de Lauren para llevarla hasta donde
anteriormente había estado dándole caricias en el abdomen de ella.
- Esperemos que ésta vez salga todo bien... No sabes cuánta
ilusión me hace que estés en el parto, que el primer llanto que tenga nuestro bebé lo
podamos escuchar juntas. – Sonrió con lágrimas agolpadas en aquellos ojos
marrones.
Envolvió con sus brazos a la arquitecta para luego dejarle muchos
besos en el rostro. No cabía duda, Camila se había convertido en una mujer fuerte y
capaz de ver siempre más allá, e incluso la misma actitud de aquella mujer que
amaba también le estaba ayudando a manejar sus temores.
- Gracias... Gracias por darme la hermosa familia que tenemos,
yo haré todo para que tú, Cameron y nuestro futuro bebé estén bien. – Murmuró la
ojiverde.
La morena sonrió aún con algunas rebeldes lágrimas rodando por sus
mejillas. Lauren la mantuvo ahí entre sus brazos hasta que Cameron apareció en el
marco de la puerta de la habitación dejando sorprendidas a sus madres.
El pequeño llevaba aquel pijama que parecía un disfraz de león y los
cabellos despeinados, las mejillas sonrojadas seguramente por haber despertado
recién y se estaba tallando uno de sus ojos mientras bostezaba tranquilamente.
- Ey, ven aquí campeón. – Le dijo la sargento.
Lauren observó con gracia cómo Cameron se encaminó a la cama por
el lado donde había dormido Camila. Frunció el ceño frente a la elección de su hijo
pero se encogió de hombros mientras la morena tomaba a Cameron para subirlo a la
cama.
- Creo que tiene una mamá favorita. – Murmuró Lauren
haciendo reír a Camila quien le hizo una señal para que se mantuviera en silencio.
Sin entender qué ocurría hizo caso a su ex esposa mirando con detalle
cómo Cameron terminaba de tallarse los ojos para luego mirar fijamente a los ojos
marrones de Camila.
- Mamá... ¡Leche! – Chilló.
Una enorme carcajada resonó en su boca al entender por qué el
pequeño ojiverde había ido hasta donde estaba Camila.
...
Luego de dejar las llaves de la camioneta sobre la mesa del salón
Camila se dirigió hasta la cocina en busca de Lauren pero no la encontró allí. Dejando
su abrigo en el perchero de la entrada la arquitecta se sacó rápidamente los tacones
que había usado aquel día en el trabajo.

Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al recordar que al día siguiente ella y
Lauren tendrían la consulta con el ginecólogo para seguir los siguientes pasos para
realizar prontamente la inseminación.
- ¿Lauren? – Llamó subiendo por las escaleras.
Caminó lentamente hasta encontrarse con la pequeña protección que
tenían en las escaleras para evitar que Cameron anduvieras por ella sin compañía.
Cerca del pasillo el ojiverde jugaba entretenido con su balón de animales mientras
sonidos de martillazos resonaban desde la habitación del menor.
- ¿Todo bien mi vida? – Saludó cariñosamente a Cameron el
cual sin dejar su balón se acercó para sujetarse de la falda que ella llevaba aquel día.
- ¡Mamá! – Saludó pestañeando rápidamente.
- ¿Te asusta el sonido? – Dijo tomándolo en brazos.
- No... - Negó rápidamente con la cabeza.
- Que valiente eres. – Le picó para hacerle cosquillas en los
costados.
El pequeño chilló riendo haciendo que Camila también riera. Era
simplemente hermoso volver del trabajo y encontrarse con su hijo. Aún con Cameron
en brazos Camila se acercó hasta el marco de la puerta de la habitación de su hijo
para encontrarse con una hermosa estampa.
Lauren estaba terminando de armar la cuna donde había estado
durmiendo Cameron en el piso donde ella se había mudado luego del divorcio. Ahora
la habitación contaba tanto con la cuna de madera de color crema y la de color verde
claro.
- Creo que así él irá entendiendo que tendrá que compartir el
cuarto. – Sonrió ampliamente la sargento.
- ¿Escuchaste eso mi vida? – Susurró Camila contra el rostro de
Cameron mientras le dirigía una sonrisa a Lauren.
- ¿Míos? – Dijo apuntando a las cunas.
- No cariño, no son las dos tuyas... Sólo una, la otra será de tu
hermanito o hermanita. – Le explicó tranquilamente a Cameron.
El pequeño frunció el ceño entendiendo un poco las palabras de su
madre sin embargo luego estiró sus brazos hacia Lauren quien lo tomó sin problemas
para dedicarle un leve guiño de ojo a Camila.
- Serás el mejor hermano mayor. – Apuntó la ojiverde mientras
le revolvía los cabellos a Cameron.
Una sincera risa salió de su boca al ver cómo Cameron le sacaba la
lengua divertido a Lauren la cual también imitó el gesto para jugar con el pequeño.
...
Camila suspiró largamente cuando Lauren apagó el secador con el cual
le había ayudado con sus cabellos aquella noche mientras ella seguía envuelta en la
toalla de color blanco. Llevó sus manos para sentir cómo las puntas de su larga
cabellera ya estaban secas y le dejó un beso en los labios a la ojiverde como
agradecimiento.
- Solías secarme el cabello cuando debía quedarme despierta
estudiando para mis exámenes en la universidad. – Recordó la arquitecta.
- Sí, no sé por qué dejé de hacerlo... Prometo ayudarte todas
las noches en ello. – Sonrió Lauren.
Observó cómo su ex esposa ya estaba cubierta por el pijama de seda
color negro que hacía resaltar las curvas de aquel hermoso cuerpo tallado en marfil
bajo la suave tela de ropa.
- Lauren... Hagamos el amor. – Susurró mientras tiraba al piso
la toalla con la cual había cubierto su cuerpo.
- Ven aquí. – Sonrió la ojiverde atrayéndola hacia su cuerpo.
Un gemido escapó de sus labios cuando sintió su cuerpo envuelto en
los fuertes brazos de la mujer que amaba. La tenue luz de la lámpara de la mesita de
noche invadía el lugar y el silencio era tan tranquilo que no pudo resistirse más y
comenzó a besar lentamente a su chica.
- Hagamos un bebé... - Dijo Lauren contra los labios de Camila.
Miró con amor a la ojiverde la cual le miró directamente a los ojos.
Sintió cómo sus sentimientos iban a explotar frente a lo que la ojiverde le había
pedido.
- Hagamos un bebé... - Repitió la arquitecta.
Ambas se sonrieron para unirse en un apasionado beso que hizo que
Camila envolviera sus brazos en el cuello de su amada.
- Te amo. – Susurró la más baja.
- Yo también mi amor, siempre. – Respondió Lauren.

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No hay palabras para describir cómo se siente terminar una de las historias a las
cuales sé que marcaron a muchas personas.

En breve el epílogo.

Dentro de los próximos días subiré una nueva historia la cual estoy
construyendo con mucha dedicación y espero que guste y haga vivir muchas
emociones nuevas.
Gracias por todo.
Epílogo.

14 meses después, Boston – USA.


Lauren no podía despegar sus ojos color esmeralda desde el redondo y
pequeño rostro del bebé que tenía entre brazos, el momento era remarcado
levemente por la luz de la luna entrando a través de la ventana de aquella habitación
del hospital.
El profundo sueño en que estaba el bebé acunaba su corazón que
había estado lleno de emociones durante las últimas horas cuando Camila había
entrado en trabajo de parto. Girándose lentamente sobre sus pies pudo detallar cómo
su esposa le miraba calmadamente desde la cama.
- Deberías intentar dormir. – Murmuró Lauren acercándose
hasta donde estaba la arquitecta.
- Prefiero quedarme observando lo hermoso que es verte con
nuestra hija en tus brazos. – Susurró Camila exhausta.
- Es tan pequeña... - Sonrió la ojiverde sintiendo cómo el
diminuto cuerpo de la bebé se acomodaba para buscar más abrigo.
El parto había sido prematuro, pero sólo por casi cuatro semanas
antes de lo esperado. Matthew junto al ginecólogo le advirtieron a la pareja que
nuevamente no habían sido culpables de ello y que al parecer simplemente sería algo
que no podían manejar. Sin embargo Camila supo manejarlo con mayor tranquilidad
comparado a la vez anterior ya que la bebé nació sin complicaciones y pudo quedarse
con sus madres desde aquella misma noche luego de unas horas pasado el parto.
- Se parece tanto a ti... Serán iguales. – Dijo feliz Lauren.
- La vas a consentir demasiado...
- Seguramente. – Rió levemente para acomodar tranquilamente
el borde del pequeño gorrito color blanco que estaba usando la bebé.
Camila sonrió para estirarle la mano que tenía libre a Lauren la cual
dejó sobre uno de los muslos de la sargento. Debido a que ya era de madrugada casi
ningún sonido ingresaba a la habitación, y la morena se negaba a caer en un
profundo sueño y perderse las primeras horas de vida de Isabelle.
- Tus padres vendrán mañana a primera hora con Cameron para
que él pueda conocer a la bebé. – Apuntó la ojiverde.
- Vale. – Sonrió levemente sintiendo la falta de su hijo mayor.
El brillo del anillo de matrimonio en la mano de Camila hizo a Lauren
sonreír frente a la magia del momento que estaban viviendo. En silencio y mirando
con todo el amor posible se quedó detallando cómo los cabellos de la morena caían
por el sereno rostro de ésta.
- Siempre debió ser así mi amor, todo lo que pasó con el parto
de Cameron no fue nuestra culpa... - Rompió el silencio Lauren.
El tranquilo rostro de Camila se dibujó de una leve sonrisa que hizo
brillar los ojos de la morena.
- Ahora lo sé, perdóname nuevamente por culparte... Aunque no
lo creas que estuvieras hoy en el parto de Isabelle ha sido una de las cosas más
maravillosas que has hecho por mí. – Dijo sinceramente.
La emoción de las palabras que resonaron en la boca de la arquitecta
hizo que sus ojos se agolparan de lágrimas de felicidad.
- ¿Has oído eso Isabelle? Con mamá Camila siempre estaremos
cuidando de ti. – Le susurró a la bebé detallando cómo ésta parecía estar despertando
del letargo.
- Seguramente pedirá que le dé de amamantar. – Murmuró la
más baja.
Y efectivamente un leve llanto comenzó a salir de la diminuta boca de
la bebé la cual comenzó a mover sus brazitos contra el pecho de Lauren buscando ser
tomada en cuenta.

...
Camila terminó de mudar los pañales de Isabelle mientras Lauren le
abrochaba los pequeños zapatos a Cameron el cual estaba impaciente por volver a
estar cerca de su pequeña hermanita.
- ¡Isa! – Apuntó el ojiverde mientras la arquitecta acomodaba a
la bebé entre los brazos para salir hacia la casa de los Jauregui.
- Sí cariño, ya podrás estar con ella, venga que los abuelos nos
están esperando.
- Bueno. – Respondió el pequeño.
Con sus ojos detalló cómo la ojiverde terminaba de ordenar el bolso de
Isabelle y echarse al hombro la mochila de Cameron. Suspiró agradeciendo
internamente que a la ojiverde también le hubieran dado algunos meses de licencia
post natal.
- ¿Manejas tú? – Preguntó la sargento mientras abrochaba las
amarras de las sillitas de Cameron e Isabelle en la parte posterior de la camioneta.
- Vale. – Sonrió.
El camino fue tranquilo mientras Camila detallaba por el retrovisor
cómo Cameron miraba con curiosidad a Isabelle que dormía plácidamente.
- Míralos, son tan hermosos. – Le susurró a Lauren la cual
también se giró para apreciar la escena.
- Claro que sí mi amor, tanto como tú. – Respondió.
Al aparcar fuera de la casa ambas chicas pudieron detallar cómo
Taylor les estaba esperando en la puerta con Alice en brazos, la pequeña de diez
meses que tenía unos irresistibles cabellos rubios que caían con gracia sobre el
redondo rostro de la sobrina de Lauren observaba con detalle a su madre.
- ¡Felicitaciones novias! Felices cuatro años de matrimonio no-
continuo. – Rió a lo bajo la menor de los Jauregui.
Sofocó una carcajada al ver cómo Lauren rodaba los ojos de mala
gana frente a la broma de su hermana menor. Sin embargo con la ayuda de su
esposa sacaron rápidamente a los niños de la camioneta y Cameron corrió hasta
donde estaba su tía con su pequeña prima.
- Isabelle está durmiendo. – Anunció el pequeño ojiverde
mientras miraba con curiosidad a Alice quien se movía inquieta entre los brazos de
Taylor.
- Venga campeón la abuela te tiene un poco de helado de
vainilla. – Le susurró a lo bajo la rubia.
Cameron saltó de alegría en el lugar y luego desapareció rápidamente
al interior de la casa. Camila enarcó una ceja para reclamarle a su cuñada pero
terminó riendo levemente mientras Lauren se acercaba con la pequeña bebé en
brazos.
- Oh Dios mío, aquí está Camila en versión miniatura. – Rió
Taylor mirando con detalle cómo la bebé abría curiosamente los ojos para detallar lo
que ocurría.
Sus mejillas se pintaron de un leve rubor frente a las palabras de
Taylor mientras Lauren le sonreía tiernamente, el momento se vio interrumpido por
Alejandro y Michael que salían por el marco de la puerta para darle las bienvenidas.
- ¡Que vivan las novias! – Gritaron ambos hombres haciendo
reír a Camila y Lauren.
Una leve brisa de viento hizo a la arquitecta recordar el día en que se
había casado con Lauren por primera vez y el perfecto sol que se alzaba en el cielo le
recordó la segunda vez que se casaron de una forma muy sencilla firmando los
papeles en un día tranquilo en la casa del lago.
- Y no te atrevas a pedirle nuevamente el divorcio a mi hija. –
Apuntó Michael mirando a Camila
- Ni tú hacerle un juicio por los niños. – Recordó Alejandro
dirigiéndose hacia Lauren.
Ambas se sonrieron mientras el padre de Lauren tomaba a Isabelle en
brazos y Alejandro a Alice.
- Venga, mi hermosa esposa ha preparado la cena... - Recordó
Michael.
Todos comenzaron a entrar al lugar mientras Camila alcanzó a tomar
del brazo a Lauren para quedarse un momento a solas.
- Te amo Sra. Cabello-Jauregui, feliz aniversario. – Le dijo
Lauren.
- Feliz aniversario mi amor. – Sonrió.
Se fundieron en un beso que hizo, como siempre, agolpar de felicidad
el corazón de Camila.
...
5 años después, Boston – USA.
Las manos de Camila seguían nerviosamente luchando contra el último
botón de la camisa color verde claro de su uniforme de Boina Verde, detalle que hizo
sonreír a la sargento quien miraba con el más sincero amor directamente a su
esposa.
- Estoy feliz, no voy a mentir. – Confesó la arquitecta mientras
pasaba sus manos por las solapas del uniforme de ceremonia de la ojiverde.
- Me alegra saber que por fin dejaré de viajar para quedarme
con ustedes y ver cómo nuestros hijos crecen. – Murmuró Lauren.
- Sargento Jauregui siempre es lo mejor tenerla en casa... O
mejor dicho, coronel Jauregui. – Sonrió ampliamente.
Se besaron tranquilamente para ser interrumpidas por los gritos de
Cameron e Isabelle que entraban discutiendo a la habitación de sus madres.
- ¡Mami! ¡Cameron no deja de tirarme del cabello! – Chilló
enojada la menor de la casa.
- ¡No es cierto! ¡Ella no me deja en paz! – Murmuró cruzándose
de brazo el ojiverde.
Lauren dejó escapar un fuerte suspiro para sentarse en el borde de la
cama y llamar con un dedo a los dos niños.
- ¿Qué os he dicho sobre pelear? – Dijo seriamente.
Los grandes ojos verde oscuros de Isabelle le miraron con detalle para
luego hacerle un puchero que hizo a Cameron fruncir el ceño y mirar a Camila
pidiendo apoyo moral. Lauren se quedó mirando expectante por una respuesta.
- Lo sentimos mamá. – Hablaron ambos hermanos a la vez.
Una leve sonrisa se dibujó en su rostro frente a lo parecido de los
hermanos, se llevaban casi por dos años pero para ella aún seguían siendo unos
pequeños.
- Ahora terminad de ordenar vuestro cuarto porque mamá
Camila tiene que arreglarse para que vayamos todo a la ceremonia.
- ¿Mamá hoy te darán otra medalla? – Dijo curioso Cameron.
- ¿Una más grande mami? – Sonrió Isabelle.
Afirmó en silencio para luego dejarle una rápida caricia en la mejilla su
hija, era idéntica a Camila, incluso llevaba un lazo de color lila en los cabellos.
- Además hoy es un día especial... Ya no viajaré más, me
quedaré con ustedes y con mamá Camila todos los días. – Le explicó a los niños.
Isabelle se abrazó con Cameron y ambos pequeños comenzaron a
gritar y reír de felicidad para luego abalanzarse contra Lauren la cual cogió a ambos
en brazos para caer en la cama riendo. Camila también se acercó donde ellos y estiró
los brazos para envolver a su familia...
Habían aprendido a vivir día a día disfrutando de las pequeñas alegrías
que nos regala la vida, habían aprendido a enfrentar sus miedos, habían aprendido
que las cosas no suelen salir según los planes y que el amor no siempre es lo que una
relación necesita para mantenerse sólida y entregar felicidad a ambas personas en
ella... Y es que las flores sí pueden marchitarse, pero un amor verdadero como el de
ellas siempre sería un amor inmarcesible.
FIN.

Gracias por todo, ya nos leeremos nuevamente.

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