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(CAMREN)
by Sidwaay
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Aquí vamos.
:)
Capítulo 1.
- Hay comida para ti, por si quieres tomar un baño, comer y dormir. – Dijo
amablemente Lauren.
- Gracias.
Cerró los ojos intentando borrar la incomodidad del asunto, no le
sorprendía que Lauren fuera tan amable, siempre lo había sido, incluso desde que se
habían conocido en el último año del instituto, cuando ella tenía 17 años y Lauren 18,
ya casi 7 años atrás.
Entre ellas las cosas habían pasado rápido, quizás muy rápido para su
gusto, pero en el momento de tomar las decisiones no le había parecido así. En
algunas ocasiones pasaba todo el día buscando respuestas del por qué a veces
dudaba de todo aquello, no dudaba de que amaba a Lauren, y por supuesto nunca
cambiaría haber quedado embarazada del hijo que tenían juntas... Pero Camila lo
tenía claro, y aunque muy pocas veces había salido de su boca, ella sabía que seguía
culpando a Lauren de que el embarazo de Cameron se complicara y finalmente el
pequeño hubiera sido un prematuro que pasó casi 2 meses en neonatología en el
hospital sin poder irse a casa.
El motor de la camioneta se apagó devolviéndola a ella a la realidad,
salió rápidamente para luego esperar que Lauren abriera el seguro de la puerta donde
Cameron miraba divertido tras la ventana.
- ¿Quieres dormir una siesta conmigo? – Le habló al pequeño
llevándolo en brazos dentro de la casa.
Era una casa algo grande para dos personas y un bebé, pero con la
ayuda de los padres de Lauren habían logrado una buena hipoteca, ahora Camila
dudaba si había sido la mejor opción.
- Tomaré un baño y luego dormiré. – Objetivó la morena.
Lauren afirmó en silencio mientras tomaba a Cameron en brazos para
luego dejarlo en el rincón del salón donde estaban todos sus juguetes.
...
Sus ojos verdes esmeralda detallaron la escena del cuarto, su esposa
dormía tranquilamente mientras mantenía entre sus brazos a su pequeño hijo. Se
apoyó contra el marco de la puerta adentrándose aún más en sus pensamientos, en
algún lugar de su mente sabía que las cosas con Camila no iban bien, pero no quería
abrumar más a su esposa, si bien Cameron ahora era un pequeño saludable su
esposa había tenido que pasar un infierno luego del parto prematuro del pequeño,
Lauren aún podía recordar cómo el llanto de su esposa le despertaba durante las
noches, o cómo muchas veces Camila no abandonaba el hospital por días completos
para quedarse esperando poder ver al pequeño.
Se removió en su lugar viendo la hora en el reloj de la mesita de
noche, debía despertar a Camila ya que aquella noche los padres de su esposa les
harían una visita durante la cena.
Se acercó cuidadosamente al cuerpo de su mujer y con leves
movimientos logró despertarla haciendo que Camila abrazara fuertemente a Cameron
el cual se quejó entre sueños.
- Cariño, debes levantarte, tus padres llegarán pronto. –
Susurró la ojiverde.
Intentó descifrar lo que había murmurado su mujer como respuesta
pero fue imposible, lo cual le dibujó una leve sonrisa al ver cómo la morena se
intentaba quitar la pereza del cuerpo en la cama. Aquellos pequeños detalles eran los
que más importaban ahora, aquella mujer seguía a su lado, habían formado la familia
que habían soñado durante años, y Camila seguía ahí, sin importar todo lo que habían
pasado... Quiso decirse a sí misma que habían atravesado todo éso juntas, pero una
sensación de pesadumbre cayó en sus hombros antes de completar mentalmente la
frase.
...
Los brazos de su madre le hicieron volver a calmar levemente su
alma, un bálsamo en aquellos días, aunque bajo su más improvisada sonrisa se juró a
sí misma no hablar de todos aquellos pensamientos con sus padres, bastante habían
tenido con el parto repentino de su único nieto y todo lo que conllevó luego.
- Ya sabes que pienso que es apresurado que hayas vuelto tan
pronto al trabajo. – Sintió el tono serio de su madre.
- Lo sé mamá, pero Cameron ya no es un bebé que me necesite
las 24 horas, además, para eso Lauren se queda con él. – Respondió con una leve
mueca.
Vio cómo su madre iba a continuar la discusión pero las risas de su
padre junto a las de Lauren entrando a la cocina transformando la escena.
- Con Lauren creemos que debemos organizar pronto un viaje
para irnos de pesca en familia, ya sabes, Cameron nunca ha salido de la ciudad, y ya
no es tan pequeño. – Dijo su padre llevándose una cerveza a los labios.
- ¡Oh! Sería grandioso. – Animó su madre.
- Sí, te haría bien también distraerte algo del trabajo. – Sonrió
levemente Lauren.
Estudió la actitud corporal de su mujer, Lauren estaba cruzada de
brazos con éstos apoyados contra su pecho mientras sus ojos saltaban mirando a
todas las personas que estaban en la cocina.
- Sí, hace mucho que no vamos al lago. – Dijo ella con un tono
nostálgico.
Su mente viajó rápidamente a aquel último viaje que había hecho con
Lauren antes de que todo pasara, ambas habían ido solas a la pequeña casa que sus
padres tenían ahí cerca del lago, ya llevaban algunos meses de casadas, así que todo
les parecía novedoso y lindo en aquello del matrimonio. Sin embargo, lo más hermoso
había sido cuando Lauren le propuso que al volver a la ciudad comenzaran a buscar
toda la información para que Camila pudiera quedar embarazada.
...
La ojiverde terminó de acomodarse el pantalón de seda gris de su
pijama mientras observaba cómo Camila leía detenidamente con sus gafas ópticas de
pastas negras unas hojas que supuso serían información del trabajo.
- ¿Quieres que deje la luz encendida? – Dijo acercándose a la
cama.
- No, creo que ya me dormiré. – Afirmó Camila dejando las
hojas en la mesita y sacándose las gafas.
- ¿Trabajo? – Apuntó a los papeles.
- Sí. Unos diseños finales de un edificio comercial.
- Suena aburrido. – Hizo una mueca.
Su esposa sólo respondió con una pequeña sonrisa mientras ella se
acercaba para dejar un leve beso en los labios rosados.
- Buenas noches... - Dijo insegura Lauren.
- Buenas noches.
Se alejó de la cama para apagar la luz y notar cómo la tenue luz de la
luna entraba en la habitación, aún quedaban algunos días de veranos, por lo cual la
morena no buscaría su cuerpo en medio de la noche con la excusa de que tenía frío lo
cual le hizo sentirse extraña y vacía.
Mientras se metía bajo las sábanas se quedó detallando la espalda de
su esposa que daba hacia ella, había olvidado la última vez que habían hecho el
amor, seguramente durante los primeros meses del embarazo... Las cosas habían
cambiado tanto, podía recordar cómo, cuando eran más jóvenes, no podían dejar de
hacerlo varias veces al día siempre que podían.
Sintió cómo algo se apretaba en su pecho, intentó calmar su
respiración y cerrando los ojos pidió internamente encontrar una solución a todo.
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Capítulo 2.
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Capítulo 3.
De todas las respuestas naturales que esperó la que tomó Lauren fue
la que menos imaginó, su esposa no había dicho una sola palabra como respuesta, ni
siquiera había llorado, sólo cortó el momento y se había subido a la camioneta y
encendido el motor mientras esperaba que ella subiera al vehículo también, no hubo
conversación durante todo el trayecto de vuelta a casa, y ella sólo pudo apoyar su
frente en el vidrio de la ventana del copiloto.
Lloró en silencio mientras se recriminó por no exigirle una respuesta a
la mujer que estaba a tan sólo unos centímetros a su lado conduciendo al lugar que
ambas habían llamado hogar. Volverían a la casa donde las esperaba un pequeño, y
su llanto se volvió en un fuerte ahogo al imaginar qué pasaría con la custodia de
Cameron. Camila era la madre biológica del pequeño, pero Lauren había adoptado
legalmente al pequeño, por lo cual, el futuro de aquello era muy incierto... ¿En qué
estaba pensando? ¿Cómo iba a separar a su hijo de su otra madre? Aún era tan
pequeño, pero él ya estaba acostumbrado a estar en casa junto a Lauren, junto a sus
dos madres... Sintió que se le partía el corazón aún más sabiendo el daño que le
podría causar a su esposa, ella sabía que literalmente Cameron había devuelto a la
vida a Lauren.
...
La ojiverde vio salir a sus suegros de la casa dando por finalizada una
gran actuación por parte de ella y de Camila... La verdad era, que todo parecía una
maldita pesadilla, podía sentir cómo su cuerpo no respondía bien y su mente estaba
en un caos sin lograr conectar palabras ni todo lo que había sucedido...
Su esposa, la mujer que amaba, la que llevaba 7 años a su lado, y a la
que podía asegurar que seguiría amando le había dicho que se quería divorciar...
Todo bajo un miedo mayor que significaba perder al hijo que ambas tenían.
Camila estaba arriba revisando si Cameron seguía durmiendo y si
tenía las ropas necesarias para pasar la noche. En cambio ella seguía mirando hacia la
nada ahí sentada en el sofá de la sala de estar, sintiendo miedo del futuro, sin saber
qué hacer, sin saber si debía suplicarle a Camila que olvidara ésa horrible idea de
destruir todo lo que habían soñado juntas.
- Lauren...
La voz de Camila rompió el silencio de la casa, pero ella no fue capaz
de dirigir sus ojos hacia su esposa, tenía tanto miedo que su cuerpo estaba congelado
mirando hacia la nada.
- Lauren, dime algo por favor. – Rogó Camila.
Su mandíbula se apretó mientras se ponía de pie rápidamente hasta
acercarse a la morena.
- ¿Que te diga algo? ... ¿Cómo has sido capaz? – Dijo dejando
ver que el enfado estaba comenzando a instalarse en su pecho.
Vio cómo Camila era incapaz de formular una frase mientras se
quedaba con la boca abierta, tenía los ojos hinchados y ya no quedaban rastro de su
maquillaje corrido que había ocultado antes de entrar a la casa para encontrase con
Alejandro y Sinu.
- Existe... ¿Existe una posibilidad de que me digas que lo que
acabo de oír sólo sea una equivocación? – Se refirió a las palabras de Camila sobre el
divorcio.
- Yo... - Murmuró la morena.
Lauren esperó mirando fijamente los ojos de su esposa, los oídos le
retumbaban e incluso sentía ganas de vomitar, pero sobre todo se sentía enojada, y
no sabía si era con Camila, con ella misma, con el destino, o con todos.
- Dime que... - Fue interrumpida.
- Quiero que nos divorciemos Lauren. – Dijo fríamente Camila.
Buscó con desesperación la mentira en los ojos marrones, o la duda, e incluso todas
las respuestas de todas las preguntas que bombardeaban su mente, pero no logró ver
nada, y el tono frío de Camila hizo que un todos los músculos de su abdomen se
tensaran.
- Mañana dejaremos a Cameron con mis padres y hablaremos
de esto... - Objetivó Lauren dejando a Camila sola en el salón.
...
Los risas de su hijo a lo lejos hicieron que sus parpados se abrieran
para dejar los ojos marrones detallar el salón de la casa, se había dormido en el sofá.
Sentía el cuerpo adormecido y la necesidad de tomar un baño con agua caliente,
seguramente Lauren y el pequeño estarían tomando desayuno en la cocina con ella
ajena a todo.
Mientras terminaba de vestirse luego del baño, se detuvo a mirar la
foto del día de su boda que estaba en una de las paredes del cuarto que compartía
con su esposa, ahí estaban abrazadas, ella sonriendo ampliamente con un vestido
blanco que le llegaba hasta las rodillas que estaban sucias con barro, un ramo de
rosas rojas medio destrozado y Lauren con el destrozado velo de novia de Camila en
las manos.
Se rió al recordar el día, llevándose una mano al pecho, nadie había
esperado que en el día de su boda luego de ponerse los anillos el cielo de la ciudad
hubiera decidido dejar caer una gran lluvia, mientras todos los invitados y ellas
tuvieran que correr desde el jardín hacia la gran casa de los Jauregui, entre todo el
alboroto el velo de Camila se había enredado en el arreglo florar del lugar y Lauren
había tenido que rasgarlo para evitar que el vestido de la morena muriera bajo la
lluvia mientras el ramo de rosas era maltratado. Había sido uno de los días más
felices de su vida.
"Soy tan feliz mi amor, ¡Me has hecho la persona más feliz del
mundo!" Le había susurrado Lauren al oído cuando estaban juntas en su primer baile
de casadas.... Y ella también lo había sido, lo había sido hasta aquel día en que
Lauren había recibido aquella llamada que cambió todo.
...
Lauren revolvía con más fuerza de la necesaria su cuchara en el café
expresso que había pedido en aquella pequeña cafetería que solía frecuentar con su
esposa, Camila como siempre había pedido un café suave con leche y crema sin
azúcar.
- Aún no me lo puedo creer. – Objetivó Lauren rompiendo el
silencio que habían iniciado casi 40 minutos después de haber dejado a Cameron en
la casa de sus padres.
- Y yo no sé qué decir. – Dijo la morena dejando escapar un
suspiro.
- ¿Te das cuenta que si haces ésto todo se irá a la mierda? –
Dijo con enojo para luego arrepentirse y bajar la mirada.
- ¿Y crees que no lo he pesado? Llevo meses pensándolo.
Aquello había dolido más de lo que se pudo imaginar, llevaba meses
pensándolo, cuántos, desde cuándo, quizás había sido mucho antes de que Cameron
naciera, quizás después de aquella llamada a medio día de aquel jueves de abril
cuando Camila tenía 5 meses de embarazo.
- ¿Meses? – Espetó la ojiverde.
- ¿Por qué te sorprende? – Dijo a la defensiva la morena.
Abrió la boca sintiendo como ésta se secaba... ¿Quién era aquella
mujer que estaba enfrente de ella? No podía reconocer a la mujer de ojos marrones
ahí, intentó percibir si aquella mujer era la misma chica que solía mirarle de forma
tímida en medio de la clase de física cuando ambas iban al instituto, no podía
reconocer en ella a aquella chica que le abrazaba cuando le iba a dejar a su casa
luego de haber tenido una cita romántica, no podía reconocer en ella a la mujer que
le había entregado un anillo en señal de compromiso, no podía reconocer en ella a la
mujer que se había convertido en la madre del hijo que tenían.
- Tenemos un hijo... - Dijo abrumada Lauren.
- Lo sé. – Camila apartó la mirada en dirección a la ventana.
Sintió cómo sus puños se apretaban hasta dejar que sus nudillos se
tornaran blancos por falta de la circulación para luego sentir cómo una de las manos
de Camila intentaba deshacer eso. Retiró sus manos ante el contacto de su esposa...
¿Quién era aquella mujer? ¿Por qué podía ser tan fría y luego fijarse en los detalles?
- Cuando nos casamos nos hicimos una promesa. – Objetivó la
ojiverde.
- Y tú no la cumpliste cuando te fuiste. – Dijo secamente
Camila.
- ¡Era mi deber! – Dijo apretando fuerte los dientes.
Camila desvió la mirada a la ventana nuevamente, pero se le notaba
el enfado en el rostro que había perdido los rasgos de tranquilidad. Y es que la
conocía tan bien, ya se hacía una idea de cuál era la causa de que la morena quisiera
terminar el matrimonio, sólo necesitaba descarta la otra posibilidad.
- ¿Es que hay alguien nuevo en tu vida? – Preguntó con miedo
Lauren.
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Capítulo 4.
Sintió ganas de vomitar, no las pudo reprimir, y cerca de un árbol algo apartado de la
calle sintió arder su esófago y luego al abrir los ojos vió la poca bilis que había salido
de su cuerpo debido a que no había desayunado.
...
Sus ojos se detuvieron en el círculo rojo que marcaba aquel lunes en
el calendario, tragó fuertemente al recordar que aquellos círculos correspondían a los
días en que Lauren tenía que ir a terapia, a los cuales la ojiverde e iba temprano y
volvía casi al atardecer, su esposa nunca hablaba de ello, nunca mencionó nada en
todos ésos meses, ni ella se atrevió a preguntar, era todo un capitulo en blanco que
parecía un gran paréntesis en su matrimonio.
- Pórtate bien, cuando vuelva te leeré otro cuento. – Se despidió
besando la cabeza a su hijo.
Cameron sacó la lengua y volvió su atención al mapache de peluche
que tenía entre sus manos.
Así se fue pensativa durante todo el trayecto en el metro hasta que el
sonido de la voz anunciando la estación del donde ella se debía bajar para su ir al
trabajo resonó a lo lejos mientras seguía intentando ordenar sus pensamientos, y
preguntándose internamente si Lauren iría a la terapia, quizás podría dejarle un
mensaje, o quizás Lauren no lo quisiera... Aún seguían casadas, pero más que eso,
seguían siendo la mujer que amaba.
Quizás había sido un mal día para tener una reunión con su abogada,
aquella mujer de casi cincuenta años le había dicho que en menos de lo que ella
pudiera asimilar el divorcio estaría listo, ¿Era realmente lo que quería? ¿Tan rápido?
Rápido como todo lo que parecía ser con Lauren... Camila recordó con cariño cómo la
ojiverde le había invitado a una cita aquel mismo día en que pilló sus ojos marrones
mirándola a través del salón en aquella aburrida clase de física en el instituto por
primera vez.
...
- Voy a necesitar un abogado. – Habló Lauren.
Sintió cómo su padre se sentaba a su lado en aquel sofá, miró las
paredes para detallar todas aquellas fotos familiares, habían tantas memorias ahí,
incluso, habían tantas fotos donde salían ambas, Camila y ella, lo cual le hizo
removerse en el lugar.
- Quizás... Quizás si vuelven a hablar... O quizás si tienen un
tiempo sólo para ustedes, quizás un viaje, el lago, no lo sé hija... Es sólo que aún no
me lo creo. – La voz de su padre resonó en la habitación.
- Me gustaría decir que eso funcionaría... Pero conozco a
Camila, y creo que ésta vez habla muy enserio.
Se rascó una ceja intentando ocultar sus ganas de llorar, pero la
verdad era que no podía imaginarse una vida sin Camila, no podía imaginarse una
vida sin su hijo, no podía imaginarse cómo superar una ruptura así.
- Quizás yo nunca debí haber ido. – Dijo finalmente Lauren
apuntando una foto en especifico.
- No podías elegir. – Su padre se aclaró la garganta.
- ¿No? – Dudó apretando la mandíbula.
Llevó una de sus manos para tapar su rostro. ¿Podía haberse negado?
Su mujer estaba embarazada, su lugar era ahí al lado de ella, ¿No?, ¿O es que había
escogido mal?, pero, es que no tenía más opciones... ¿O sí las tenía?
- ¿Por qué te sigues culpando de todo? - Resonó la voz de su
padre.
- ¡Porque fue mi culpa!
- ¡Claro que no! Cuantas veces los médicos dijeron que el parto
hubiera ocurrido sí o sí aunque las cosas hubieran sido distintas.
- ¡Ni siquiera estuve en el parto de mi hijo! ¡No estuve con
Camila ahí! Ella me necesitaba y yo no estaba ahí. – Dijo rompiendo en llanto.
...
Mientras le colocaba el pijama color anaranjado a su hijo sintió cómo
Lauren le miraba desde el marco de la puerta, hacía sólo unos minutos que había
vuelto a casa, sin embargo Camila no le preguntó nada, aun sentía aquella extrañeza
de estar las dos en la misma habitación, algo que parecía ridículo, porque ambas
compartían la misma cama día a día y no sentía aquella extrañeza.
El pequeño bostezó varias veces mientras lo arropaba en la cuna
dejándole pequeños besos en el rostro.
- Buenas noches mi vida. – Se despidió dejando sólo la pequeña
luz de la mesita encendida.
Cuando se giró Lauren ya no estaba ahí, pero sintió que su esposa
habría la regadera en el otro cuarto, decidió que ella tomaría un baño a la mañana
siguiente, por lo cual lentamente se desnudó para dejar el pijama rosa palo pegado a
su cuerpo.
Su mente se concentró nuevamente en aquellos diseños del edificio
comercial. Ser arquitecta a veces podía ser tedioso, en especial cuando tenía
bloqueos creativos temporales. Podía recordar cómo en la facultad su mente se
concentraba al 100% en sus estudios y trabajos para lograr hacer que el tiempo
avanzara rápido mientras Lauren estaba en otra ciudad de entrenamiento o en alguna
misión de infantería.
Su trabajo como arquitecta se transformó en una de sus pasiones,
amaba la geometría, la capacidad de los materiales al tomar una forma, y ver un
edificio con su firma en la placa de arquitectos siempre hacía que las largas noches de
diseños valieran la pena. Ahora, agradecía tener un trabajo con horarios de oficina
que le permitían poder observar con detalle cómo Cameron iba creciendo.
Lauren salió con una toalla blanca cubriendo su cuerpo y el cabello
sólo mojado en las puntas. Camila dejó las gafas y los papeles en la mesa de noche
mientras con la mirada seguía a Lauren a través del cuarto, detallando cuando su
esposa buscaba su pijama gris y gracias a la luz encendida Camila pudo observar con
claridad cuando Lauren tiró de la toalla que cayó sin mucha gracia al piso.
Al ver el cuerpo desnudo de Lauren se preguntó a sí misma cuántos
meses llevaba sin hacer el amor con aquella mujer hermosa de cuerpo de marfil,
cuánto tiempo llevaba sin sentirse deseada, ni dejarse quemar por todo el fuego que
habitaba en las manos de su amada. Miró aquellos senos firmes con pezones rosados
que estaban erectos seguramente por el agua fría, sus ojos bajaron hasta el inicio de
la zona íntima de su esposa, el escaso vello púbico de color negro le hizo volver su
mirada hacia el rostro de su mujer que se había girado al colocar el pantalón del
pijama.
Cuando Lauren le dio la espalda sus ojos marrones se centraron en la
gran cicatriz vertical de casi 8 centímetros que ella tenía bajo las costillas del lado
izquierdo, junto a otras 3 pequeñas en forma circular cerca de la cicatriz principal.
Cerró los ojos con fuerzas recordando aquel día en que habían llamado
a la casa para darle una noticia que había temido durante meses.
Su respiración volvió cuando su esposa apagó la luz y se escondió bajo
las sabanas a su lado izquierdo.
- Lauren. – Llamó en voz baja.
No sabía por qué le había llamado, no sabía por qué el nombre de su
amada había salido por sus labios, pero le había llamado desde el fondo de su
corazón.
Lauren se giró sobre sí para quedar con el rostro frente al suyo, lo cual
le volvió a cortar la respiración levemente.
- ¿Mm? – Musitó Lauren.
Pero las palabras no se formaron en su mente, lo que sí pasó fue que
su cuerpo reaccionó besando lentamente a su esposa en la boca, sin miedo mordió el
labio inferior de la ojiverde y pudo sentir cómo la lengua de su esposa entraba
explorando su boca para empezar una pequeña lucha con sus lenguas.
Se separaron cuando el aire les faltó y los brazos de Lauren le
retuvieron para no romper la conexión.
- Lauren... - Volvió a decir con algo de miedo en su voz.
- No... No digas nada. – Suplicó Lauren bajo la tenue luz de la
luna que entraba por la ventana.
Sintió cómo el cuerpo de Lauren se dejaba caer sobre el de ella, lo que
hizo escapar un leve gemido de su boca, no sabía en qué momento su centro ya
estaba totalmente listo para su esposa, quizás había sido cuando detalló su cuerpo
desnudo, o quizás durante el beso, pero ahí estaba deseando que su mujer le hiciera
el amor aquella noche.
Sin timidez tomó una de las manos de la ojiverde y la llevó
rápidamente a su propio centro.
- Camila. – Gimió Lauren sorprendida.
- Shh... No digas nada. – Dijo cerrando los ojos.
Los dedos de Lauren jugaron con su clítoris, haciendo que ella se
aferrara con ambas manos a la espalda de la ojiverde.
- Esto está mal. – Objetivó Lauren.
- No, no lo está. – Dijo dejando escapar un gemido.
Aquella noche Camila llegó 3 veces al orgasmo, volviendo a sentir el
fuego en las manos de Lauren, todo se había esfumado durante aquellas horas, y sus
marcas quedaron en el cuerpo de su esposa, había gemido tanto que hasta ella
misma se desconoció cuando Lauren le estaba haciendo sexo oral.... Pero estaba
decidido, se dijo para sí misma antes de dormir, aquello sólo había sido una
despedida.
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Capítulo 5.
...
Ambas cenaban en silencio, su esposa ya había acostado al pequeño y
al llegar a casa había spaghettis los cuales acompañaron con un poco de vino tinto.
- Lauren. – Rompió el silencio Camila. – Necesito saber si ya has
buscado un abogado.
Dejó el tenedor sobre el plato, en signo de que había perdido el
apetito.
- No. – Dijo levantándose de la mesa.
- Mientras más rápido hagamos esto menos complicado será. –
Dijo con tono frío su esposa.
- ¿Menos complicado? – Dijo apretando la mandíbula.
- ¿Podemos simplemente hablar? Lo único que haces es enojarte
y finalmente no avanzamos nada.
- ¿Avanzar Camila? ¿Avanzar hacia dónde? Por Dios... Dices que
quieres que sea menos complicado, pero ya es complicado... Te quieres divorciar...
¡Tenemos una casa, un hijo, una familia!
Pestañó rápidamente esquivando la mirada de Camila, no quería ver la
frialdad en aquellos ojos marrones, no quería volver a desconocer a la mujer que
estaba en la misma cocina donde varias mañanas se habían besado para acompañar
el desayuno, o cómo discutían el color de la habitación de Cameron.
- Sigues culpándome, lo sé... Y créeme que me encantaría tener
una solución para que dejes de sentir toda ésa rabia que tienes contra mí... Pero no
puedo devolver el tiempo y deshacer todo. – Dijo finalmente Lauren.
Se acercó hacia el lugar donde Camila seguía sentada en la mesa, y
cuidadosamente con dos dedos de su mano derecha levantó el rostro de su esposa
para poder detallarlo.
- Yo sigo amándote... Y haría todo para que no te fueras de mi
lado. – Dijo acariciando una de las mejillas de Camila.
- Por favor... No... - Susurró la morena.
Camila escapó de la cocina, tan rápido que ella no pudo reaccionar.
Escuchó cómo su esposa se movía por el salón, y volviendo a la realidad llevó los
platos al fregadero, para luego apoyarse e en la encimera para decidir salir en
búsqueda de su esposa.
Cuando llegó al salón pudo ver cómo su esposa tenía entre las manos
un folio de color negro que miraba sin despejar los ojos de él.
- ¿Camila? – Dijo llamando su atención.
Ella se acercó y dejó el folio en sus manos, en respuesta levantó las
cejas sin entender qué era todo aquellos.
- Ahí está el acuerdo de divorcio que mi abogada y yo hemos
redactado, puedes leerlo con calma y luego hablaremos, ahí no hay nada sobre la
custodia de Cameron, eso luego lo veremos. – Dijo rápidamente sin apartar los ojos
marrones del folio.
Vio cómo su esposa abandonaba el salón y finalmente ella se dejaba
caer en el sofá aún con el folio entre las manos, unos simples papeles hacían casi de
forma física la situación. Cómo era posible que en aquellas hojas pudiera resumirse su
relación de 7 años, el amor que se tenían, los sueños que habían proyectado y
realizado, cómo era posible.
...
- ¿Crees que Lauren firme el acuerdo? – Preguntó Dinah
mientras caminaban entre las oficinas de aquel edificio donde ambas trabajaban.
- No lo sé Dinah... Es lo que quiero... - Dijo con un tono poco
seguro.
- ¿Es lo que quieres? – Se volteó para quedar frente a frente.
Con sus ojos esmeraldas detalló cada palabra que encontró en aquella
carta que había encontrado en el correo durante la mañana, había reconocido en
milésimas de segundos el emblema de la United States Army en el sobre y temió lo
peor. Pero todo había resultado en una reunión de ex reclutados de la unidad Pantera
Negra 88, el pelotón en el cual había estado destinada cuando fue llamada a combate
por segunda vez y Camila estaba de casi 5 meses de embarazo.
Quiso romper en mil pedazos la carta, quiso estar enojados con todos
ellos, quiso estar enojada con la U.S Army, quiso estar enojada porque le habían
separaron de su mujer... Pero identificó que sólo con quién estaba furiosa era consigo
misma, no había cumplido las promesas que le había hecho a su esposa, había
perdido a su mejor amigo, e incluso ella misma casi había perdido la vida en combate.
Se tocó con sus dedos inconscientemente el costado izquierdo,
sintiendo la gruesa cicatriz bajo la tela de su camisa cerrando los ojos al sentir cómo
pequeñas escenas de lo que había ocurrido aquel día volvían a su mente.
...
- Lauren ha vuelto a tener pesadillas.
Su madre la miró con asombro mientras sostenía a Cameron en
brazos el cual parecía desanimado y sollozaba levemente, Camila le miraba
preocupada.
- ¿Cómo va con las terapias? – Dijo Sinu.
- No lo sé... - Reveló la morena con un tono culpable.
No supo interpretar el rostro de su madre, no sabía si era reproche,
desaprobación, preocupación o incluso compasión.
- Había parado por unos meses. – Recordó Sinu.
- Lo sé.
Tomó a su hijo en brazos mientras con el dorso de la mano intentaba
verificar si el pequeño tenía fiebre, la cual sí estaba, haciendo que el nerviosismo se
plantara en ella.
- Debo llevarlo al pediatra.
- Le diré a tu padre que te lleve. – Dijo Sinu.
- No, llamaré a Lauren.
Luego de hacer una llamada a la consulta y pedir una hora urgente le
avisó a Lauren lo que estaba pasando decidiendo volver a casa para coger un abrigo
para Cameron y así salir juntas donde el pediatra.
...
Luego de volver a casa desde la consulta Lauren se sentó en el sofá
con Cameron en sus brazos, el pequeño estaba dormido después de haber llorado
bastante en la consulta con el pediatra, el ojiverde tenía una otitis, así que le habían
dejado analgésicos y antibióticos.
- Ya estarás mejor cariño. – Susurró peinando cuidadosamente
los mechones de pelo que caían en el rostro del pequeño.
- ¿Crees que deberíamos dejarlo dormir solo en la cuna? – Dijo
Camila entrando en el salón.
- ¿Quieres que duerma con nosotros? – Preguntó asombrada la
ojiverde.
- Bueno, solíamos dormir así cuando él recién salió del hospital.
Sonrió recordando aquellas noches, Camila había sido bastante
sobreprotectora los primeros meses cuando el pequeño había vuelto a casa, por
supuesto, lo entendía, Lauren sabía que ella misma no había sido tampoco de mucha
ayuda, se sentía agradecida de que los padres de ambas solían pasarse casi todos los
días por la casa en aquellos meses.
Mientras se tomaba un café con unas tostada repasaba algunos diseños de su trabajo
al mismo tiempo que por el monitor vigilaba que Cameron estuviera bien, mirando la
hora se preguntó dónde andaría Lauren, se sintió nerviosa al no saberlo,
generalmente su esposa siempre le despertaba antes de salir... Sin embargo las cosas
estaban cambiando, se iban a divorciar, y era obvio que aquellos detalles
desaparecerían, se sintió triste, inquieta, pero pestañeando fueremente esperó que la
angustia se diluyera.
El sonido de las llaves en la puerta de la casa le hizo sentir un vuelco
en el estómago, y antes de que pudiera asimilarlo Lauren entró a la cocina con su
ropa deportiva totalmente sudada y una botella de agua vacía.
- Oh, hola. – Saludó con un tono neutro la ojiverde.
- Hola. – Respondió Camila.
Pudo detallar cómo el sudor bajaba por el cuerpo de su mujer, sonrió
para sí misma, Lauren siempre había sido muy deportista, en el instituto se preparó
físicamente durante meses para las pruebas de ingreso a la U.S. Army, y solía salir a
correr desde las 6.00 hasta las 7.30 para luego tomar una ducha e irse al instituto.
- El viernes tengo una cena con los PN88. – Dijo Lauren
mirándola.
Abrió los ojos, Lauren no había vuelto hablar del ejército desde que
volvieron a casa con Cameron desde el hospital.
- ¿Irás? – Preguntó con asombro.
- Sí.
No hubo más conversación, Lauren tomó un poco más de agua de un
vaso que se había servido y subió a tomar una ducha.
...
El viernes había llegado más rápido de lo que deseó Lauren, nerviosa
se miraba frente al espejo notando al reflejo que el uniforme de ceremonias le
quedaba igual como ella lo recordaba hacía apenas un año atrás. Revisó que su
camisa estuviera de un blanco brillante y la falda sin arrugas mientras salía de la
habitación para bajar y encontrar a Camila jugando en el sofá con Cameron
intentando pararse en su regazo, ya con los días se encontraba más animado y había
vuelto a dormir solo en su cuna pese que ella hubía deseado que su hijo pudiera
quedarse más tiempo en la cama que compartían.
- Volveré temprano. – Dijo Lauren mirando a Camila mientras
apretaba la mandíbula.
- Mándale mis saludos a los chicos.
Afirmó en silencio, recordando aquellas veces cuando ella volvía a la
ciudad luego de pasarse meses en su formación. Solía llegar de sorpresa a la casa de
los Cabello, aún con el uniforme de viaje, sus botas militares, la gorra y una gran
mochila a las espaldas. En aquellos años Camila había aceptado conocer algunos de
los militares con los cuales se entrenaba y trabajaba.
- Cualquier cosa llámame. – Murmuró Lauren.
Se acercó y le dejó un par de besos en el rostro a su hijo quien intentó
arrancar una de las condecoraciones de su uniforme.
- Te ves muy bien. – Susurró Camila.
Ella le devolvió una sonrisa nostálgica mientras cogía las llaves de la
camioneta para salir de casa.
...
Aún quedaban 3 hojas para terminar el libro que le estaba leyendo a
su hijo cuando notó que éste ya dormía profundamente en la cuna, haciéndole sonreír
ampliamente.
Cuando salió de la habitación notó el móvil vibrar en uno de sus
bolsillos, y cuando identificó la llamada contestó asombrada.
- ¿Normani? – Preguntó la arquitecta.
- Camila... - Dijo insegura la voz al otro lado de la línea.
- Oh por Dios... Tanto tiempo. – Dijo con asombro.
- Lo sé... ¿Qué tal?
Dudó qué responder, ellas habían sido las mejores amigas en el
instituto, se conocían desde la infancia, ahora podían pasar por desconocidas. Luego
de todo lo que había sucedido, ahora Normani vivía en Atlanta, mientras ella seguía
en Boston.
- Bien, bueno... Cameron... Cameron ha estado con una otitis,
asi que un poco preocupada por ahora. – Dijo intentando sonar realmente sincera.
- Oh, ¿Cuánto tiene ya? – Preguntó algo confundida la mujer.
- En dos días cumplirá 11 meses. – Dijo sonriendo girándose a
ver a su hijo desde el marco de la puerta.
- Vaya... Cómo pasa el tiempo.
- Sí... ¿Y tú?
- Bien, liada con el trabajo, pero bien...
Un silencio incómodo se generó, Camila no sabía cómo continuar la
conversación. La última vez que había visto a Normani no había sido en la mejor
situación y su mejor amiga luego había simplemente desaparecido. Sólo luego del
parto de Cameron su amiga le dejó un escueto mensaje en el cual la felicitaba por el
bebé.
- Supe que las PN88 se han juntado hoy. – Dijo finalmente
Normani suspirando fuertemente.
- Oh... Sí... Lauren se ha ido hace unas horas.
- ¿Qué tal está?
- ¿Lauren? – Se detuvo unos segundos dudando si contarle todo
a la mujer. – Manejándolo como puede... Las cosas... Las cosas están difíciles
Normani.
- Lo entiendo... Yo... A mí también me cuesta creer que se
cumplirá un año desde aquello.
- Sí... Yo... Normani...
Sintió cómo la boca se le secaba y caminando un poco lejos de la
habitación de su hijo se sentó en uno de los escalones en el inicio de la escalera de la
casa.
- Me voy a divorciar de Lauren...
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Capítulo 7.
El llanto hizo que una de sus manos temblorosas que pausara el vídeo.
Se sintió destruida al ver aquello, la voz de su mejor amigo era tan familiar, no podría
olvidarla nunca, y aquellas palabras se habían quedado marcadas en su alma con
fuego.
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Capítulo 8.
Lauren había llegado aquella misma mañana a Boston en un avión ambulancia del
ejército norteamericano. La soldado llevaba 3 días en coma, con una anemia aguda y
con 3 cirugías en el cuerpo.
- Cariño, no sabes las ganas que tengo de ver tus hermosos
ojos. – Susurró Camila contra el oído de su esposa.
Se sintió como una niña perdida en la habitación, Lauren estaba en la
Unidad de Cuidados Intensivos del Massachusetts General Hospital.
- Y nuestro hijo quiere escuchar tu voz. – Dijo acariciando con
una mano su vientre.
Pero Lauren no se movió ni abrió los ojos, haciendo que el miedo
volviera a caer a sus hombros. Los médicos le habían dicho que su esposa seguía
grave, había perdido mucha sangre antes de haber llegado al hospital de campaña en
Irak, y haber perdido un riñón había complicado las cosas. Sólo quedaba esperar que
la ojiverde volviera a respirar por su cuenta y despertara del coma.
...
23 de Junio 2015, Boston – USA.
Camila se aferraba con todas sus fuerzas al brazo de su padre aquella
mañana en la cual el cielo brillaba con exceso contraponiéndose a la cantidad de
gente vestida de negro durante el funeral del que había sido el mejor amigo de su
esposa y un gran amigo para ella misma.
Sintió cómo las lágrimas rodaban por su mejilla al recordar la amplia
sonrisa de Cameron, el chico era tan alto que siempre que le abrazaba él lograba
despegarle los pies del suelo sin problemas, recordaba con cariño aquellos días en
que ella había comenzado a conocer a Lauren y el pelinegro solía darle pequeñas
pistas de qué cosas le gustaban a la atleta. Incluso podía recordar cómo Cameron
había soltado un par de lágrimas cuando su mejor amiga le pidió ser el padrino de la
boda.
Se llevó una mano a su vientre, mientras sentía miedo por saber que
Lauren aún no salía del coma y su estado seguía siendo grave, el futuro seguía siendo
muy incierto, pero en el fondo Camila sabía que Lauren al despertar nunca volvería a
ser la misma persona, nunca volvería ser la chica de la cual se enamoró con sólo 17
años, no sería la chica con la que se había casado, ni sería la alegre muchacha que le
brillaban los ojos esmeralda. Lauren había sido herida físicamente, había vivido un
evento traumático y además había perdido a su mejor amigo de la vida.
- Hija, si crees que es mucho para ti podemos volver a casa. –
Murmuró su padre mirándola detenidamente.
- No... Yo... Quiero hablar con Normani, por favor, sólo
esperemos un poco más. – Dijo casi susurrando.
Así pasó casi media hora más en que la arquitecta pudo detallar toda
la ceremonia que hicieron los militares para la familia del soldado y Normani, la que
había sido novia de Cameron desde el instituto. Camila sintió que le faltaba el aire
cuando la madre de Cameron le entregaba una de las medallas de condecoración a
Normani y ésta se la llevaba al pecho. Podía lograr palpar el miedo que sentía ella
misma al imaginarse en el mismo lugar si es que Lauren no lograba salir del hospital.
Caminando lentamente con una de sus manos sobre su vientre se
dirigió hasta donde estaba Normani apartada del resto de la gente, el viento golpeaba
con fuerza y dejaba al descubierto el rostro de su amiga.
- Mani... - Murmuró mientras le abrazaba con un poco de
dificultad por su abultado vientre.
- Mila. – Saludó la más alta mientras se limpiaba las lágrimas.
- Yo... Normani, por favor, créeme cuando te digo que... Lo
siento tanto.
Normani no respondió, ni siquiera le devolvió la mirada, y quedaron en
silencio por varios minutos.
- ¿Sabes? Cameron estaba seguro de que él sería el padrino del
pequeño que tendrás con Lauren... Yo también lamento el estado de Lauren, no tengo
detalles, pero sé que sigue en coma.
El nudo en la garganta que tenía Camila volvió a acentuarse cuando
escuchó todo aquello mientras miraba con detalle a su amiga.
- Se llamará Cameron. – Sonrió levemente la arquitecta
llevando sus ojos a su vientre.
Normani soltó un pequeño ahogo mientras volvía a llorar intentando
ocultar su rostro entre sus manos.
- Tú has tenido suerte Mila, mucha... Dime que lucharás para
que Lauren pueda recuperarse, tienes que prometérmelo, por mí, por Cameron y por
tu hijo.
Camila miró sin entender a Normani, sin embargo sintió cómo una
gran responsabilidad caía sobre sus hombros. La realidad le había golpeado... Ella era
sólo una mujer de 24 años que se había casado y ahora estaba esperando el primer
hijo de su matrimonio, mientras su esposa, estaba en un estado crítico en el
hospital. Si Camila tuviera que volver a revivir aquel momento sólo podría describirlo
con una palabra: Miedo.
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Capítulo 9.
Y de un momento a otro lo sintió, una presión alrededor de su vientre, una que vino
lentamente pero que luego se hizo rápidamente dolorosa y le hizo soltar un grito de
pánico y dolor.
- ¡Hija! ¿Qué pasa? – Su madre corrió hasta donde se
encontraba sentada en el sofá y la miró con pánico.
- Mamá... - Pero el dolor hizo que su mandíbula se apretara y no
la dejara hablar.
- Oh Dios mío... - Dijo su madre intentando esperar que la
morena hablara.
El dolor permaneció unos segundos más y se fue lentamente, Camila
logró volver a respirar sintiendo cómo el sudor frío perlaba su frente y la nuca.
- Mamá, creo que estoy teniendo contracciones. – Murmuró con
miedo.
Su mente hizo un cálculo mental rápidamente, ella aún sólo tenía 7
meses y 2 semanas de embarazo, lo que quería decir que lo normal no sería tener
contracciones en ése momento.
- Llévame al hospital, por favor, al mismo donde está Lauren. –
Dijo nerviosamente Camila con sus ojos invadidos de un miedo auténtico.
...
- Camila, necesito que nos ayudes, debes calmarte, créeme que
haremos todo lo posible para atrasar el parto, pero debes calmarte.
Sus párpados se cerraron con fuerza mientras con ambas manos
intentaba sujetar las solapas de la bata del ginecólogo que le estaba hablando, no
conocía al hombre, el ginecólogo que le hacía siempre los controles estaba de
vacaciones y no se encontraba en Boston.
Sus manos volvieron a soltar la bata del hombre cuando el dolor volvió
a ceder.
- Haremos todo para que esto salga bien Camila. Créeme.
Sus ojos cansados volvieron a leer el nombre en la bata, Dr. Brandon
Evans, Ginecología-Obstetricia, para luego volver a mirar la vía venosa que ahora
tenía en el dorso de su mano izquierda.
- Te estaremos monitorizando cada hora, no dudes llamar a la
enfermera si ocurre algo. Por ahora será normal que tengas algunas contracciones.
Vamos esperar hasta la noche para decidir qué hacer. – Dijo finalmente el médico.
Afirmó levemente con la cabeza en silencio mientras sentía sus piernas
adormecidas. El llanto comenzó un poco antes que su madre entrara a la habitación
luego de que el ginecólogo saliera.
- Hija, por favor, no llores. – Intentó calmarle Sinu.
Pero para la arquitecta fue imposible articular palabras. Todo su
cuerpo temblaba de miedo, sudaba frío y estaba segura que en cualquier momento el
dolor volvería y no se sentía preparada. Se había hecho la idea de que el parto
llegaría en un par de meses, no estaba preparada para algo tan abrupto e inesperado
como lo que estaba pasando.
- Necesito... Necesito que Lauren despierte. – Sollozó Camila
intentando abrazarse a su madre.
- Todo estará bien mi pequeña... - Su madre acarició su larga
melena.
Pero para Camila eso parecía ser lo más lejos de la realidad. Cerró los
párpados con fuerza recordando que su esposa estaba sólo dos plantas arriba que la
habitación donde ahora ella lloraba por lo tórpida que se estaba volviendo su vida.
...
El hombre miró con detalles la palidez del rostro de su hija, la chica
parecía tener el ceño fruncido y los médicos le habían mencionado que Lauren había
pasado una noche complicada. Lo único que esperaba Michael era que su hija mayor
despertara rápido del coma para poder mejorar un poco la situación.
Recordó el pánico en los ojos de su consuegro, Alejandro, cuando se
encontró con éste en la puerta de la habitación de Camila, el hombre le había dicho
con un tono serio "Tu hija debe despertar, Camila no lo puede soportar más".
- Lauren, hija, ¿Qué pasa? – Susurró cerca de su oído y Lauren
apretó más el ceño.
Michael elevó las cejas con sorpresa, ¿Lauren podía escucharlo? Su
primer instinto fue llamar a alguien pero el miedo de haberse imaginado aquello le
hizo mantenerse esperando en silencio.
La ojiverde volvió a mover las cejas mientras el monitor de signos
vitales comenzaba a sonar. El ex soldado se decidió y salió rápidamente de la
habitación llamando a un médico.
...
- ¿Qué ha pasado qué? – Dijo Camila intentando controlar un
sollozo.
- Al parecer Lauren está saliendo el coma, los médicos creen
que ya puede sentir estímulos externos, sin embargo no es seguro que despierte tan
rápido. – Habló Michael intentando mantener la calma.
- Necesito hablar con ella. – Ahogó las palabras la arquitecta.
- Hija ya sabes lo que dijo el médico, no puedes levantarte de la
cama. – Habló Alejandro.
- ¡Necesito verle! – Gritó levemente para luego ahogarse en
sollozos.
Michael miró preocupado a Alejandro, el cual sólo pudo contener a su
hija en brazos, Sinu discutía a lo bajo con Clara y el ex militar se acercó donde la
morena.
- ¿Qué tal si hablas con ella por móvil? Puedo volver allá y pedir
que me den 5 minutos, así ella podrá escuchar tu voz.
Los párpados de Camila se abrieron de forma sorpresiva y una
pequeña sonrisa tímida se dibujó en su rostro. Michael podría asegurar que no había
visto sonreír a su nuera desde que todos ellos habían recibido la noticia de que Lauren
volvía a Boston en un estado crítico.
- ¿Quieres intentarlo? – Dijo devolviéndole la sonrisa el hombre.
- Por favor... - Respondió Camila limpiándose las lágrimas de
una forma casi infantil.
...
Luego de quedarse sola en la habitación sostuvo en sus manos el
móvil hasta que una llamada entrante de Michael le devolvió la sonrisa. El hombre le
respondió y le avisó que en un momento dejaría el aparato cerca del oído izquierdo de
Lauren.
- Amor... ¿Crees que podrías despertar para venir a
ayudarme?... – Dijo intentando ocultar su ansiedad.
No hubo respuesta, pero en su mente rememoró todas aquellas
mañanas en que despertaba antes que Lauren, aquellas mañanas en que se quedaba
minutos detallando el rostro sereno de su esposa, la forma de su nariz, los labios
entreabiertos, los brazos que la rodeaban, las largas piernas de su esposa
entrelazadas con las de ella.
- ¿Sabes? Cameron está demasiado empeñado en conocerte
luego, al parecer le ha parecido una buena idea querer nacer tan pronto. – Habló para
luego detenerse y evitar el llanto.
Camila miró con desespero todas las vías y monitores que tenía
conectados en su cuerpo. Nunca le habían gustado los hospitales, y nunca había
imaginado encontrarse en una situación así, ni siquiera en la peor de sus pesadillas.
- ¿Podrías decirle que se calme? Seguro a ti te hace más caso
mi amor. – Murmuró.
La mano libre acarició su vientre, las lágrimas rápidamente rodaron al
recordar cómo Lauren le gustaba quedarse durante horas acariciándolo y dejando
pequeños besos mientras le hablaba al hijo que venía en camino, quería que eso
volviera, no quería estar sin Lauren si es que finalmente el parto prematuro tenía que
ser inevitable.
- Mi amor, por favor, despierta, te necesito... Te necesito
mucho. – Murmuró finalmente Camila.
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Capítulo 10.
Todos se miraron entre ellos, estaban fuera de la habitación de Camila donde ésta
intentaba dormir luego de todo lo que le había explicado el médico, se sentía agotada,
y mentalmente sabía que el trabajo de parto se aproximaba. Intentaba pensar que al
final del camino todo estaría bien ya que ella estaría con su bebé en brazos, pero la
imagen no era la que ella quería ya que en ella faltaba Lauren.
- Sé que la esposa de Camila se encuentra en Cuidados
Intensivos, por lo cual necesito que uno de ustedes entre con ella a pabellón para el
parto, lo dejo en vuestras manos.
Evans miró por última vez al grupo de personas reunidas y luego de
un gesto con la cabeza se fue por el pasillo en dirección contraria.
- Yo entraré. – Resonó la voz con seguridad de Alejandro.
Sinu miró con asombro a su esposo pero luego le dedicó una sonrisa,
ella misma estaba casi desmayándose de los nervios, estaba segura que no podría
mantener la calma dentro del quirófano, claramente Alejandro sería el mejor apoyo
para su hija.
- Por ahora deberíamos intentar comer algo mientras esperamos
que preparen a Camila para ir a quirófano. – Habló Michael con tranquilidad.
...
01 de Julio 2015, 22.49 PM, Boston – USA
- Necesito hablar con Lauren. – Suplicó Camila mirando
directamente a los ojos de su suegra.
- Sé que lo deseas querida, pero en éste horario sería imposible
que Michael pueda entrar y hacer una llamada. – Murmuró Clara acariciando una de
las manos de la arquitecta.
Camila se llevó la otra mano al rostro para tallarse los cansados ojos
que le ardían de tanto llorar.
- Por favor. – Volvió a suplicar.
La arquitecta detalló cómo Clara salía de la habitación dejando la
puerta abierta y logró ver cómo Michael le saludaba desde afuera, su suegro le regaló
una tierna sonrisa y luego volvió su atención a Clara quien al parecer le explicaba lo
que ella estaba suplicando. El hombre se despidió con un guiño y desapareció por el
pasillo.
- Dice que lo intentará, creo que ya todo el hospital está al
tanto. – Le sonrió tiernamente su suegra.
Afirmó en silencio buscando su móvil que estaba en la mesita y antes
de desbloquear la pantalla detalló la foto que tenía, en ella salían Lauren y ella
abrazadas riendo. Su corazón se aceleró en lo que pareció unos segundos eternos
mientras volvió pedir a todo lo que existía que dejaran a Michael entrar a Cuidados
Intensivos.
La llamada no se hizo esperar más, y Camila suspiró casi riendo
nerviosamente al atender.
- Te dejaré que hables con ella. – Murmuró Michael al otro lado
de la línea.
Camila pudo escuchar el sonido del ventilador cuando su suegro dejó
el móvil cerca del oído de su esposa.
- Mi amor, por favor, necesito que despiertes... Cameron quiere
nacer ahora... He roto aguas... Creo que ya no podemos devolvernos... - Habló
torpemente y rápido.
Respiró volviendo a ordenar sus ideas.
- ¿Puedes simplemente despertar? ¿Por mí?... ¿Vivir por mí?
¿Por nuestro hijo? – Rompió en un llanto incontrolable para luego cortar la llamada.
Camila se sintió furiosa y destrozada frente a la situación, todo había
pasado tan rápido, todo había sido culpa de aquella llamada en abril, aquella llamada
que había apartado a su mujer de su lado. El monitor comenzó a sonar y Clara entró
asustada a la habitación.
- ¿Camila? – Preguntó asustada.
La morena apretó los parpados al sentir cómo una contracción volvía a
iniciarse.
...
02 de Julio 2015, 01.22 AM, Boston – USA
Camila sintió sus piernas adormecerse luego de que el anestesista le
pusiera la epidural, miró con detalle las paredes verdes del pabellón y sus ojos
marrones luego fueron a parar a la tierna sonrisa que le regala su padre.
- Prometo no desmayarme. – Murmuró Alejandro tras la
mascarilla quirúrgica.
La chica le devolvió una sonrisa nerviosa mientras veía cómo las
matronas le ayudaban a tenderse y quedar con las piernas abiertas.
- Bueno Camila, antes de que te lo imagines tendrás a tu bebé
en tus brazos. – Le sonrió Evans entrando al pabellón mientras se ajustaba los
guantes.
El parto estaba siendo más largo y tedioso de lo que la morena se
había imaginado y durante unos segundos dejó su cabeza caer sobre la camilla
soltando la mano de su padre.
- No puedo, no puedo de verdad. – Dijo desesperada Camila.
- Claro que puedes, vamos, vas excelente, ya casi lo tienes. –
Le animó el ginecólogo.
- Papá, por favor... Ya no puedo. – Miró con pánico a su padre.
- Hija, sólo un poco más y tendrás a tu pequeño... Eres una
mujer fuerte y valiente, lo sé.
Afirmó con la cabeza en silencio mientras unas lágrimas corrían por su
rostro, no era así como se había imaginado el parto, contuvo un sollozo recordando a
Lauren, se sentía tan pérdida sin ella.
- Camila, tu hijo necesita que seas una mujer fuerte y valiente,
ahora mismo, justo ahora. – Le recordó su padre al oído.
El Dr. Evans le hizo una señal y Camila concentró todas sus fuerzas
para terminar el parto.
- Ya ha nacido, ¡Felicitaciones mamá! – Habló fuertemente el
ginecólogo.
Aun sin pocas fuerzas Camila agudizó sus sentidos esperando el llanto
del pequeño. Pero sólo pudo observar la cara seria de Evans y su padre.
- ¿Por qué no llora? – Preguntó inquieta la morena.
- Camila tranquila, Cameron viene con un poco de dificultad
respiratoria pero lo solucionaremos ahora mismo.
Se removió en su lugar intentando mirar en dirección del ginecólogo
pero su padre se lo impidió junto a otra matrona.
- ABC y estimulación. – Habló Evans con otra matrona.
La morena no pudo ver nada, sólo sintió cómo Evans cortaba el cordón
y luego se llevaba rápidamente al bebé a una pequeña cunita radiante donde le secó
y luego lo envolvió en paños tibios.
- APGAR 4 al minuto, necesito intubar, surfactante, vía venosa,
radiografía de tórax y una gasometría del cordón umbilical.
Y eso fue lo último que escuchó Camila antes de desmayarse.
...
- Se llama síndrome de distress respiratorio, Cameron lo ha
tenido debido a lo prematuro que es y además que al parecer ha tenido un poco de
asfixia neonatal. Por el momento debemos esperar, pero la unidad de cuidados
intensivos de neonatología se encargará de él... Sé que no esperabais que el parto
saliera así, pero todos nuestros esfuerzos están en mejorar al pequeño. – Explicó el
ginecólogo.
Todos guardaron silencio mirándose asustados entre ellos, Alejandro
que había estado durante lo sucedido recordaba con terror cuando su hija se había
desmayado debido a una baja de presión que luego se solucionó rápidamente pero
que había despertado a una destrozada Camila que buscaba su hijo que ya se lo
habían llevado a la unidad de cuidados intensivos en neonatología.
- ¿Camila aún no puede estar con él? – Preguntó destrozada
Sinu.
- No, Cameron necesitó ser intubado, está con medicamentos
intravenosos y por el momento estable, esperaremos las siguientes horas para que
Camila pueda verle.
Michael se llevó las manos al rostro para ocultárselo y sin más
comenzó a llorar.
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Capítulo 11.
- Dime que no es verdad. – Habló con tono serio Chris cruzándose los brazos al
pecho.
- ¿Te lo ha dicho papá? – Preguntó ofuscada la ojiverde.
- Claro que me lo ha dicho... Aunque tuve que llegar aquí para
enterarme, ¿Por qué no me lo habías dicho? - Dijo enfadado el Marine.
- Joder Chris con suerte logras llamar a nuestros padres de vez
en cuando, no iba a decirte algo así mientras estabas en tus entrenamientos.
Frunció el ceño frente a las palabras de su esposa y se miró
nerviosamente las manos con miedo de ser descubierta. La morena se hacía una idea
de lo que ambos hermanos estaban hablando pero aun así sus pies no se alejaron del
lugar para continuar oyendo la conversación.
- Te desconozco... Mi hermana nunca fue una cobarde. –
Recalcó la última palabra.
- Tú no lo entiendes. – Espetó Lauren.
- ¿No? ... ¿El qué? ... ¿Qué te has rendido? – Provocó.
- Claro que no es eso... Tú no lo entenderías, tú no sabes todo
lo que pasó Camila desde que tuve que volver de Irak... No tengo soluciones... Y mi
propia esposa no es capaz de mirarme directamente a los ojos sin volver a recordar
todo...
Sus pies se removieron nerviosos en el lugar, no sabía si estaba
preparada para oír aquellas palabras de la boca de su esposa. Lauren ya le había
pedido perdón en reiteradas ocasiones, la ojiverde había sido paciente, cordial y
benevolente en muchas de las peleas que ya habían tenido, sólo luego de pedirle el
divorcio la ex soldado había comenzado a demostrar su rabia frente a la situación.
- Oh no me vengas con éso... Tú y Camila no os habéis
separado en 7 años por ningún motivo, estoy seguro que hay más soluciones para lo
de ahora. – Reiteró Chris.
- ¿Sí?... Pues venga, dime unas cuantas, porque ahora mismo
yo no las veo... - Espetó Lauren.
- Aquí la única que está errando eres tú Lauren, joder... Abre los
ojos, Camila ha aguantado todo y aun así se ha quedado contigo ¿No?
- Pues ha sido ella la que me ha pedido el divorcio.
- Cobarde. – Recalcó Chris.
- Cállate. – Respondió con enfado la ojiverde.
- Qué diría Cameron de ti ahora, estaría avergonzado de que su
mejor amiga dejara ir a la mujer de su vida... Eres una cobarde Lauren.
- ¡Oh que te calles! – Gritó la hermana mayor.
Los golpes entre los hermanos se escucharon como bruscos sonidos
saliendo por la cocina, Camila se asomó por el marco de la puerta para observar
cómo uno de los puños de Lauren golpeaban la mandíbula de su hermano el cual
luego la tomó en brazos y la dejó caer al suelo para él mismo rodar sobre la mayor de
los Jauregui.
- ¡Parad! ¡Parad! ¡Chris! ¡Lauren! – Gritó asustada la arquitecta.
...
- Deja de mirarme así, por favor. – Pidió Lauren mientras
apretaba con fuerza la bolsa de hielo contra uno de los hematomas que tenía en el
rostro.
- No me lo puedo creer Lauren. – Dijo enfadada Camila
caminando con los brazos cruzados a lo largo de la cocina de la casa de ambas.
La ojiverde apartó el rostro avergonzada mientras movía
nerviosamente su pie izquierdo, aun podía recordar cómo Chris le había mirado con
recelo cuando ella, su esposa y su pequeño hijo salían de la casa de sus padres.
- Llevas meses esperando ver a Chris y luego te lías a trompazos con él... Que
sois hermanos. – Reiteró la arquitecta.
Se acercó hasta donde estaba su esposa para detallar cómo los rasgos
estaban tensos y los ojos marrones le miraban con decepción.
- Sé que has oído toda la conversación Camila... Te conozco
más de lo que siempre has imaginado. – Susurró con un tono casi nostálgico mirando
con los parpados un poco entrecerrados.
Lauren pudo percibir cómo los ojos marrones rompían el contacto
visual para luego hacer que Camila retrocediera un par de pasos.
- ¿Tú también lo crees? – Preguntó una abatida Lauren.
- ¿El qué? – Dijo confundida Camila.
- Que soy una cobarde... Por dejarte ir... Por no tener soluciones
para evitar que nos divorciemos.
Intentó contar mentalmente cuántos segundos demoraba su esposa en
responder, pero la cuenta mental se acabó cuando Camila le dio la espalda.
- Camila... - Rogó su voz en un tono áspero.
- Lauren no... Por favor... Si hay algo que tú nunca serás es ser
cobarde. – Respondió la morena dejando escapar un fuerte suspiro. – Entiendo que te
desesperaran las palabras de tu hermano, entiendo que estés desesperada por no
encontrar una solución... Pero es que no se le puede encontrar una solución a algo
que no lo tiene.
Su respiración se cortó luego de aquellas palabras que la boca de su
esposa había pronunciado de un modo tan tranquilo que una gran presión se apoderó
de su pecho.
- Eres tú quien ha decido que no tenemos más opciones. –
Habló enfadada la ojiverde.
- Lauren... No comencemos, no quiero pelear hoy... Es tarde...
Me voy a la cama. – Se giró Camila dando por terminada la conversación.
La ex soldado tiró con fuerza la bolsa de hielo contra el fregadero
haciendo un gran ruido que resonó en toda la cocina, rápidamente se arrepintió al
imaginar que Cameron podría haber despertado por el sonido, pero el silencio se
mantuvo en la casa.
Su esposa tenía razón, ella estaba desesperada por no encontrar una
solución que evitara el divorcio que tanto deseaba Camila, estaba desesperada
porque la mujer que amaba estaba a punto de abandonar su vida.
...
Bajo el agua caliente esperaba que cada uno de sus músculos se
relajara luego del agitado día. Se aclaró el cabello dejando caer la espuma del
shampoo mientras cerraba con fuerza los parpados. Un suspiro escapó de su boca
cuando sintió la puerta del baño abrirse, sólo podía ser Lauren. No le puso
importancia imaginando que su esposa quería lavarse los dientes. Lo que no esperó
fue que tras el vahó pudo percibir cómo Lauren se quitaba la ropa. Se puso nerviosa
intentando terminar rápidamente la ducha y así evitar encontrarse en la ducha con la
ojiverde.
- Lauren dame dos minutos y salgo. – Habló rápidamente la
arquitecta.
No hubo respuesta, y sin previo aviso Lauren abrió la puerta de vidrio
de la ducha y entró para hacerle compañía.
- Te dije que salía en dos minutos. – Volvió a reiterar Camila.
- Déjalo. – Murmuró Lauren.
Sintió que la ojiverde le abrazaba por la espalda, dejando toda su
espalda pegada al abdomen y senos de su esposa. Un suspiro volvió a escapar de sus
labios entreabiertos.
- Te extraño. – Susurró Lauren mientras besaba sus hombros y
cuello.
Cerró los parpados con fuerzas al sentir sus piernas temblar, Lauren
besaba con devoción su cuerpo y le apretaba con suavidad y delicadeza contra su
agitado abdomen.
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Gracias a todos por leer! :)
Capítulo 12.
Una gran mano se apoyó en su hombro derecho para luego dejar al descubierto al
dueño de aquel gesto, su padre, el cual veía con ojos tiernos lo que sucedía.
- Yo sólo me alegro que mi nieto tenga toda la atención y
cariños de vosotros. – Dijo finalmente el hombre.
- Opino lo mismo. – Apuntó Sinu mientras estaba entre los
brazos de Alejandro.
Chris se acercó hacia Michael y lo miró frunciendo el ceño para luego
sonreír.
- Aww papá, ya no eres aquel sargento que conocíamos. – Rió a
lo bajo Chris.
- ¡Christopher!... Nunca fui tan estricto con vosotros. –
Respondió el ex soldado llevándose una mano al rostro.
Y claro que no, el hombre podía tener una implacable disciplina militar,
pero en casa siempre había sido un padre amoroso y comprensivo, si bien las cosas
tenían un poco más de rigidez que de costumbre, el padre de la familia jamás había
alzado la voz con alguno de sus hijos, y siempre se había caracterizado por ser un
preocupado padre que daba un amor incondicional a cada uno de sus hijos.
- Pues yo quería darles una noticia. – Habló Taylor llamando la
atención de todos.
Los parpados de Lauren se abrieron más de la cuenta mirando
rápidamente a Camila y luego a Taylor, la cual en cosa de segundos había adquirido
un rubor en las mejillas.
- Me hubiera gustado que Connor estuviera aquí también... Pero
bueno.... Él ya lo sabe, asi que... Estoy divagando, lo siento. – Rió nerviosa la menor
de los Jauregui.
- Oh por Dios. – Clara se llevó una mano al pecho esperando
nerviosa.
- ¡Estoy embarazada! – Dijo finalmente Taylor sonriendo
ampliamente.
Lo que siguió fue un bullicio de palabras de felicitaciones, risas,
aplausos y un llanto por parte de la madre de la rubia. Alejandro y Sinu se hicieron
parte también del emotivo momento.
- Me parece correcto que nos avisaras ahora y no el día del
parto Taylor. – Dijo con sarcasmo Chris.
La rubia se encogió de hombros sabiendo que se referían a su
clandestino casamiento, pero luego le sonrió ampliamente a su madre quien estiró
sus brazos para fundir a ambas en un abrazo.
- Felicitaciones hermanita, me alegro mucho... Serás una madre
espectacular. – Murmuró Lauren cuando fue su turno de abrazar a su hermana.
- Gracias... Ahora Cameron tendrá un hermoso primo o prima. –
Rió Taylor.
Cuando el abrazo se acabó la que siguió fue Camila, la cual riendo
abrazó a su cuñada, algo hablaron a lo bajo, la ojiverde no logró oírlo pero les dio
algo de privacidad.
...
Su cuerpo se estremeció levemente por el frío viento que corría en el
jardín de la casa de los Jauregui, aún estaba aquella cesta de basketball pegada a una
de las paredes, con la red un poco más vieja pero aun cumpliendo su propósito. Una
sonrisa delató sus recuerdos de tantas tardes que había pasado junto a Lauren,
siendo que ella misma no era especialmente buena en los deportes, pero ver la
sonrisa de la ojiverde valía un pequeño esfuerzo al intentar lograr dominar la pelota
de color naranjo.
- Debe ser increíble llegar a comparar lo que pasó hace un año a
hoy día. – Murmuró una voz a su lado, la arquitecta identificó que era Taylor.
- Sinceramente... No me lo había parado a pensar... No me
gustaría volver a sentir nunca más aquel miedo. – Habló tranquilamente Camila.
- No puedo imaginar cómo lo pasaste Mila. – Susurró la chica.
Era cierto, la morena no había rememorado todo lo que había pasado
hacía un año, los días que estuvo hospitalizada previo al parto de Cameron y cómo
Lauren no estuvo ahí... Lo más difícil fue lo que siguió, ver a su pequeño hijo
conectado a un ventilador al igual que su esposa. Había sido vivir en carne propia las
peores pesadillas de cualquier persona.
- Chris me ha mencionado lo del... Divorcio. – Habló un poco
intranquila Taylor.
Su boca se quedó seca en cosas de segundos mientras ella se cruzó de
brazos intentando esquivar la mirada de su cuñada. Camila se había preguntado
cuándo sería el día en que alguien de la familia de los Jauregui le tocara el tema,
tanto sus suegros como su cuñado nada habían mencionado directamente, y sabía
que quizás cada uno de ellos habían guardado silencio por petición de Lauren. Lo
curioso del caso era que precisamente tenía que ser Taylor, la que Camila supuso, fue
la última en enterarse.
- ¿No hay vuelta atrás? – Preguntó sinceramente la rubia.
Negó con la cabeza suavemente mientras intentaba reprimir una
lágrima que estaba por rodar por su mejilla. Camila se recriminó de que cada vez que
alguien le sacaba el tema ella terminaba irremediablemente llorando. Se recriminó
porque las lágrimas le hacían volver a preguntarse si había tomado la mejor decisión,
se sentía frustrada porque dentro de muchos de sus pensamientos ella misma se
encontraba una mujer cobarde, cansada de tanto sufrimiento, tantas pruebas, y tanto
caos... ¿No estaba huyendo, o sí?
- No, no la hay. – Habló evitando los ojos verdes de su cuñada.
- Si de un amor estaba segura, era el de ustedes... - Susurró
Taylor mientras le entregaba una nostálgica sonrisa.
Ninguna palabra salió de su boca mientras ella misma intentaba
abrazarse a sí misma para calmarse y aminorar el frío que estaba sintiendo.
- Espero que no por ésto te alejes de nosotros... Tú eres parte
de nuestra familia Mila... Y lo sabes muy bien.
El llanto salió tan rápido que ni siquiera pudo llevarse las manos al
rostro. No quería llorar aquel día, no en el día del cumpleaños de su hijo. No quería
encarar las palabras de Taylor, estaba tan cegada en lo que llegaría a pasar que el
miedo se le clavaba al pecho como un filoso cuchillo.
...
Su mano se enredaba en el cabello de su hijo con total naturalidad, la
tenue luz dejaba a la vista el sereno rostro de su pequeño al dormir. Cameron
simplemente al acostarse en la cuna había caído en un profundo sueño. Lauren
supuso que habría sido por lo movido del día, por todas las personas que estaban en
la casa y la gran cantidad de regalos que curiosamente había abierto de los
envoltorios.
- Buenas noches cariño. – Susurró la ex soldado mientras salía
por la habitación.
Sus pies se dirigieron para bajar hacia la primera planta cuando en ése
mismo momento se encontró frente a su cuñada que subía la escalera. Sofía le sonrió
ampliamente mientras se encogía de hombros.
- Has estado con mi hermana desde que tengo 11 años... Nunca
imaginé que ella pudiera terminar contigo. – Mencionó Sofía mientras se miraba las
manos tímidamente. – Camila no sabía hablar de otra cosa que no fuera de ti y
vuestra relación... No lo entendía en aquel momento, por supuesto, luego supe que
éso pasa cuando alguien se enamora.
Lauren miró con tristeza el rostro de la hermana de su esposa. Le
parecía increíble lo mucho que Sofía había crecido, prácticamente ella había visto toda
la transformación de su pequeña cuñada. La ex soldado muchas veces se sintió
conmovida por la hermosa relación que tenía su esposa con Sofía, y sabía muy bien
cómo aquella relación había cambiado en los últimos meses, tanto por la distancia, y
por el estado de ánimo de Camila.
- Siempre serás como una hermana para mí Sofi, siempre. –
Murmuró regalándole una melancólica sonrisa.
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Capítulo 14.
Una vez que terminó de lavarse los dientes y salir del baño Lauren le
hizo una señal de que ahora ella iba a tomar una ducha. Camila se preguntó
internamente cuántos días más duraría aquella íntima y cómoda situación que tenían
ambas, no quería ser hipócrita, pero ella misma le había pedido el divorcio a su
esposa, y ya ambas habían hablado con sus respectivos abogados. Quizás era tiempo
de comenzar a presionar a la ex soldado.
Mientras ordenaba la habitación el móvil de Lauren sonó varias veces
en señal de que un par de mensajes habían llegado. Por primera vez en mucho
tiempo la arquitecta se sintió curiosa y dispuesta a ver el móvil de su esposa,
generalmente nunca lo hacía, los celos jamás habían sido parte de la relación que
llevaban, pero algo muy dentro de Camila se removió con miedo... No podía negar
que ahora con el divorcio las cosas podían cambiar, y ella misma le había dejado claro
de una forma casi explicita a la ojiverde que ellas terminarían su relación.
¿Y si Lauren encontraba otra mujer? Otra que sí estuviera dispuesta a
una relación, una nueva historia, un nuevo libro... Se mordió los labios nerviosamente
mientras escuchaba correr el agua de la ducha... Sus manos tomaron el aparato
rápidamente y no necesitó ningún código para desbloquear la pantalla ya que Lauren
nunca había sido de aquellas que tenían recelos con sus cosas...
"Ally: Me han encantado las fotos! Gracias :)"
"Ally: No llegues tarde hoy."
Con el ceño fruncido y con las mejillas sonrojadas y ardiendo comenzó
a detallar la conversación, para entender que la mujer se refería a un par de fotos del
cumpleaños de Cameron. A la arquitecta casi se le cae el corazón al suelo al detallar
la foto de perfil de la mujer que le enviaba mensajes su esposa. Era joven, quizás con
un par de años más que ella, tenía una melena larga con tonos rubios y castaños y
una sonrisa envidiable.
Pegó un salto de susto cuando sintió que Lauren había entrado a la
habitación cubriendo su cuerpo sólo con una toalla blanca.
- ¿Qué haces? – Preguntó la ojiverde al observar el móvil que
Camila tenía entre sus manos.
- Yo... Yo. – Tartamudeó la morena.
Camila pudo observar cómo su esposa elevaba una ceja con
curiosidad, sin embargo no pudo ver ninguna otra expresión en el sereno rostro... Y
allí apareció una rabia inexplicable dentro de sí misma, si es que realmente su esposa
estaba conociendo a otra mujer por qué se quedaba tan tranquila, peor aún, por qué
aquella mujer tenía fotos de Cameron.
- ¿Quién es Ally? – Preguntó con desconfianza y con el ceño
fruncido.
Las cejas arqueadas se acentuaron en el rostro de su esposa para que
ésta luego dejara escapar una pequeña sonrisa.
- ¿Lauren? – Volvió a sonar con aquel tono molesto.
La ojiverde negó con la cabeza mientras se acercaba peligrosamente
donde ella, desnuda, sólo cubierta por aquella toalla.
- Mi psicóloga... Ya sabes, la que me ha designado el ejército
para tratar mi TEPT. – Habló Lauren mirando fijamente a los ojos marrones.
Camila pestañeó nerviosamente al verse inspeccionada directamente
por los ojos esmeraldas, un nudo se formó en su garganta al verse presa de una
inexplicable vergüenza. Nunca había enfrentado a su esposa así, podía sonar
increíble, pero la arquitecta nunca había experimentado celos con respecto a Lauren.
Se habían conocido tan jóvenes, habían sido mutuamente el primer amor de cada una
que llegar a imaginar que aquellos ojos esmeraldas pudieran observar a otra mujer le
revolvía todos y cada uno de sus sentimientos.
- No se hace confusa.
- Claro que sí... ¿Puedes sólo pararte a pensar cómo
exactamente ha sido el sexo que has tenido con Camila últimamente? Es decir... No
dejas que ella te toque, sólo la tocas a ella, rápido y luego pareciera que ambas
quieren huir una vez que terminan...
Pestañeó rápidamente meditando las palabras de la psicóloga, era
cierto, las relaciones que había tenido últimamente con Camila estaban lejos de ser
las que ambas tenían antes de que la relación se volviera tortuosa. Era cierto que con
el ímpetu que tenía por poder hacer el amor con su esposa la acción se volvía tan
rápida que ni ella misma había notado cómo la arquitecta ni siquiera hacía el leve
amago de querer tocarle, o quizás ella misma había creado una muralla que Camila
no se atrevía a traspasar.
- Lauren, eventualmente algún día tú y Camila ya no vivirán
juntas, dejarán de ser una pareja, y todo lo que eso conlleva... ¿Lo entiendes? – Dijo
calmadamente Ally.
¿Qué si lo entendía? Claro que lo entendía... El problema era que no lo
quería aceptar, no lo quería enfrentar... No podía, simplemente no podía. Y el asunto
era tan simple como decir que aún amaba a la mujer que le estaba pidiendo el
divorcio... ¿Es que el amor no bastaba?
- Te recomendaría que la próxima vez, lo pensaras un poco
más... De hecho Lauren, en una opinión profesional, te recomendaría que ya no
mantengas relaciones sexuales con Camila.
Apretó su mandíbula bajo la seria mirada de Ally. Se dejó caer en uno
de los sofás que había en la consulta y sus ojos viajaron a detallar cada uno de los
cuadros que tenía la habitación. Fotos de varios lugares de Europa, su terapeuta era
una gran aficionada al viaje, o al menos así lo había descubierto luego de comenzar
con sus terapias hacía ya casi 11 meses, justo cuando había logrado recuperarse
totalmente para salir del hospital.
- ¿Cómo vas con el tema de tu entrenamiento físico? – Cambió
de tema Ally.
- Ahora junto a Chris he vuelto a jugar más basketball y hacer
un poco de pesas. – Aclaró la más alta.
- ¿Tu médico está de acuerdo con eso?
- Sí, apenas me quedan algunos dolores en la espalda, y mis
exámenes muestran que mi riñón derecho sigue funcionado al 100%... Sólo debo
cuidar mi dieta, evitar fumar, beber, y algunos medicamentos.
La psicóloga le regaló una pequeña sonrisa para luego levantarse de la
silla y acercarse a donde estaba. Allyson Brooke era una joven psicóloga que
trabajaba para el ejército, tenía 29 años. En un principio Lauren se sintió desconfiada
de que alguien tan joven se encargara de su caso, pero luego de algunas sesiones
pudo comprobar lo profesional y comprensiva que era la psicóloga. Ally se preocupaba
sinceramente de ella, no era una terapia aburrida, ni protocolar. Ambas habían creado
una confianza que daba la instancia de hablar de cualquier tema que estuviera
inquietando a la ex soldado.
- El ejército me ha pedido un informe sobre tu avance... - Habló
Ally rompiendo el silencio.
Abrió los parpados sorprendida y apretó la mandíbula. Lauren sabía
qué podía significar éso, ya lo había oído de otros soldados. Muchas veces un simple
informe del psicólogo a cargo de un soldado podía considerarse el término de hasta la
más brillante carrera.
- Ally...
- No puedo darte detalles Lauren, es mi trabajo... Pero como
voto a nuestra confianza, he de decir que ellos quieren que regreses lo más rápido
posible...
- ¿Sabes lo que significa ése informe? – Murmuró nerviosa la
ojiverde.
- Sí Lauren, lo sé.
...
Camila observó con cariño cómo Sofía abrazaba por última vez a sus
padres antes de comenzar a caminar para entrar por la puerta de embargue en
dirección al avión que le haría volver a Nueva York.
- Ay, no puedo creer lo grande que está. – Suspiró Sinu
mientras se limpiaba el último rastro de las lágrimas que habían escapado.
- Y yo. – Murmuró la arquitecta.
Su padre le regaló una sonrisa mientras los tres se encaminaban
saliendo del aeropuerto para buscar el coche de sus padres.
- ¿Entonces no debemos pasar a casa de los Jauregui para
buscar a Cameron? – Habló su padre mientras ya iban en el coche.
- No, Lauren iba a buscarle. – Respondió mientras por la
ventana observaba cómo ya había oscurecido y una luna llena se alzaba en el cielo.
- Vosotras dos ya... ¿Tenéis una cita con vuestros abogados? –
Volvió a preguntar Alejandro.
Sus ojos marrones se encontraron con los de su padre que miraba por
el retrovisor para luego cortar el contacto visual y concentrarse en la luna. Era
increíble cómo su padre siempre había gustado de Lauren, pero luego de lo que había
pasado con el parto de Cameron el hombre alto de cabellos negros había comenzado
a ser un poco más distante con la ex soldado y claramente luego de su decisión del
divorcio Alejandro finalmente había manifestado que estaba totalmente de acuerdo
con el camino que estaban tomando las cosas. La actitud de su padre le hacía sentirse
incómoda, no quería pensar que todo aquello le había alentado aún más para tomar la
decisión de divorciarse, pero claramente la situación le caía como un balde de agua
fría cada vez que Alejandro debía interactuar con Lauren.
- Estamos en ello papá. – Fue lo único que mencionó.
El camino sólo estuvo acompañado por las noticias que se podían
escuchar en la radio del coche. Sinu iba distraída leyendo un pequeño libro sobre
viajes al caribe, sin alguna razón aparente.
Cuando sus padres le dejaron en la puerta de la casa a Camila se le
volvió a esfumar la pequeña sonrisa que intentaba mantener en su rostro. Sus pies
caminaron pesadamente hasta la entrada de la casa, cuando entró logró percibir que
Lauren estaba en la cocinando la cena, y que Cameron estaba tranquilo en el rincón
de sus juguetes mientras oían Pearl Jam, el pequeño ojiverde llevaba los cabellos
despeinados y sólo 1 de las dos zapatillas vans negras con las que se había calzado
aquel día.
- Hola mi vida. – Dijo tomando al pequeño en brazos.
- Ta tatata – Vocalizó Cameron mientras intentaba tirar un
mechón de sus cabellos.
- Ouch, eso duele. – Rió a lo bajo.
Besó con cariño ambas mejillas del pequeño y luego con éste en
brazos se dirigió a la cocina donde Lauren estaba ocupada cortando un par de
tomates para hacer una ensalada.
- He vuelto. – Anunció la arquitecta.
- Ey, ¿Qué tal con Sofi? – Preguntó levemente Lauren.
- Ya sabes, se ha ido más feliz de lo que me gustaría.
- Oh, aún es muy joven para entenderlo.
La morena sonrió nostálgicamente mientras comenzaba a sentir cómo
Cameron se revolvía en sus brazos.
- Cada día quiere menos estar en brazos. Ya te digo yo, dale un
par de semanas y ya lo tendremos caminando por todas partes. – Dijo animada la ex
soldado.
- Tenemos que ver la forma de asegurar la escalera. – Apuntó
Camila.
Lauren le dirigió una mirada rápida y dejó de cortar los tomates. La
arquitecta se incomodó con lo repentino de la situación y se sintió confundida por lo
que acababa de pasar.
- ¿Qué pasa? – Preguntó Camila.
- No... No es nada... Olvídalo. – Murmuró Lauren volviendo a
girarse.
Frunció el ceño mientras Cameron jugaba entretenido con uno de los
aros que llevaba aquel día la arquitecta. Volvió al salón para dejar al pequeño donde
estaban los juguetes y le acarició tiernamente la espalda.
Sus pies volvieron a la cocina para ver cómo Lauren miraba al horno
esperando la comida.
- ¿He dicho algo malo? – Volvió a preguntar Camila.
- Camila, olvídalo, ¿Vale?
- No... ¿Qué ha sido?
La ex soldado dejó escapar un fuerte suspiro mientras se acercaba a
Camila.
- Has hablado sobre algo que deberíamos hacer con las
escaleras... Ni siquiera sabemos dónde vivirá Cameron luego de que nos divorciemos.
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Capítulo 15.
Un llanto sonoro salió de su garganta mientras con ambas manos intentaba ocular el
rostro, los fuertes brazos de su esposa le rodearon y ella buscó aquel confortable
lugar donde siempre le gustaba esconder su cabeza, entre el hombro y la mandíbula
de Lauren.
- Mi amor... Por favor... Ya verás que volveré antes de lo que
esperas... Yo... Estaré contigo, con nuestro hijo, con vosotros, y nada saldrá mal...
Nada saldrá mal.
La respiración la tenía tan agitada que en un par de segundos pensó
que había olvidado cómo se respiraba normalmente. El perfume de su esposa era
como una punzada directa en su corazón, y los brazos que la rodeaban eran todo lo
que ella podía reconocer como un hogar.
- ¿Por qué aceptaste? – Dijo en voz baja.
- ¿Qué?
El abrazo se deshizo tan rápido que su rostro pudo ver con claridad
cómo la confusión se apoderaba de su esposa.
- ¡¿Por qué aceptaste?!... Podías haberte negado... Hubieras dicho que
tenías una esposa embarazada, que tenemos planes...
- Camila, soy parte de la U.S. Army, si me llaman a combate...
Los puños de la arquitecta comenzaron a golpear levemente los
hombros y el pecho de Lauren, con una fuerza casi inexistente, pero era tal su
desespero que su mente no podía distinguir qué era lo que realmente estaba
haciendo. La soldado con cuidado tomó ambas muñecas para hacer que la acción se
detuviera. El llanto sonoro volvió y su esposa volvió a crear un fuerte abrazo.
- ¿Y si no vuelves? ¿Y si pasa algo?
Lauren dejó un leve espacio para que ambas pudieran verse
directamente, a Camila casi se le cayó el corazón al piso entendiendo que pasaría un
largo tiempo en que no podría ver directamente aquellos ojos que tanto amaba.
- ¡Suéltame y contéstame Lauren! - Gritó.
La respiración se le cortó luego de percatarse que le había gritado a la
mujer que amaba, sin embargo Lauren simplemente pestañeó pesadamente.
- Te prometo que todo estará bien.
- ¡No puedes prometerlo!... No sabes lo que pueda pasarte allá, por
Dios Lauren, ni siquiera voy a saber dónde estás.
- Siempre ha sido así, lo sabes...
- Pero ahora es distinto.
El silencio reinó por varios segundos mientras ella intentaba limpiar
todas sus lágrimas, seguramente tendría el maquillaje corrido. Lauren se quedó con
los pies fijos en el mismo lugar sin mover un solo músculo.
- No me quiero ir y que estés peleada conmigo...
- Eres mi esposa Lauren, ¿O ya lo olvidaste? ¿Qué con eso de que
somos un matrimonio? Deberíamos decidir las cosas juntas.
- ¿Crees que no lo sé?... Camila me conoces desde antes que fuera
parte del ejército, siempre apoyaste mi sueño de ir a la U.S. Army, siempre apoyaste
todos mis sueños...
- ¿Y tener un hijo conmigo no era uno de tus sueños?
Lauren entreabrió la boca para luego fruncir el ceño mientras apretaba
los puños de sus manos.
- ¿De qué va eso? ¿Crees que es fácil para mí irme y que estés
embarazada?
- ¡Aun así te vas!
- No me voy queriendo, me voy porque es mi deber.
- ¿Y yo no puedo opinar? ¿No me vas a pedir mi opinión?
- No lo entenderías...
- ¡No vuelvas nunca a decir que no lo entendería!
- Camila...
- ¡¿Quieres que nuestro hijo tenga sólo una madre?!
...
La pelea había terminado cuando ambas sintieron el ruido del coche de
los padres de Lauren. Camila había corrido al baño para evitar ver a sus suegros en el
modo en que se encontraba. Cuando Clara y Michael entraron a la casa Lauren pudo
percibir cómo sus padres tenían un sombrío semblante. Su padre le abrazó
fuertemente mientras le susurraba que todo estaría bien. Cerró los parpados
fuertemente aferrándose a aquellas palabras.
- ¿Está todo listo? – Dijo finalmente Clara.
Lauren le regaló una nostálgica sonrisa a su madre, la cual inclinó la
cabeza un poco. Los ojos de su madre buscaron por el lugar a Camila, la cual seguía
encerrada en el baño de la primera planta.
- Iré a por Camila... Ésos son mis bolsos papá.
Sus pies se dirigieron al baño donde Camila estaba detrás de la
puerta. Con los nudillos de forma leve y despacio llamó dos veces... Su esposa no
respondió ni abrió la puerta. Volvió a llamar dos veces, sin respuesta nuevamente.
- Camila, debemos irnos ya.
La puerta se abrió rápidamente dejando ver a una Camila que había
limpiado su maquillaje de forma fallida. Tenía los ojos rojos y aún no podía regular su
respiración.
- No iré con vosotros al aeropuerto.
Sus ojos esmeraldas perdieron el horizonte y apartó la mirada de
aquellos marrones. Dolía tanto que en el pecho sentía una gran presión.
...
Camila abrazó con la mayor fuerza que le permitía el que ella
estuviera con un vientre de 5 meses, Lauren acariciaba sus cabellos y a lo lejos se
oían numerosas voces que llamaban a embarcar diferentes vuelos.
- No me podía ir sin despedirme de ti y de nuestro bebé. – Murmuró
Lauren.
La arquitecta deshizo el abrazo para observar cómo Lauren se hincaba
apoyando las rodillas en el suelo. Ambas manos de su esposa rodearon el vientre
abultado haciendo que una gran sonrisa se dibujara en su rostro.
- Ey cariño, ¿Cuidarás de mamá Camila, cierto? Volveré más pronto de
lo que te imaginas... No pienses que no estaré ahí para ti, porque siempre lo estaré...
Te amo hijo. – Susurró Lauren cerca del vientre para luego dejar un par de besos en
el lugar.
A las espaldas de Lauren y a un poco de distancia Cameron saludaba
con entusiasmo, el alto pelinegro llevaba el mismo uniforme que Lauren y ya estaba
por detrás de la puerta de embargue.
- He llegado justo a tiempo. – Suspiró Camila.
- Pensé que realmente te quedarías en casa.
- Yo...
- Déjalo cariño... Te amo. – Dijo Lauren mirando a sus ojos y
sonriendo.
- Te amo... Por favor, vuelve pronto.
- Volveré pronto.
El sabor de los labios de su esposa en aquel beso el que intentó
extender lo que más pudo fue lo último que obtuvo de Lauren una vez que ésta se
dirigió hasta cruzar la puerta de embargue. Deseó que el tiempo pasara rápido y que
Lauren volviera a su lado, pronto y sin ningún problema para seguir sus vidas juntas
con el pequeño que tendrían.
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Gracias a todos por seguir la historia! Y en especial por comentar :)
Capítulo 16.
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Gracias por leer, comentar y/o votar!
Capítulo 17.
- Oh por Dios mi niño. – Habló Clara mirando a Cameron el cual le regaló una
espléndida sonrisa.
El pequeño se soltó de las manos de su madre y estiró los brazos en
dirección de su abuela, la cual le tomó ambas manos para repetir la acción anterior, el
pequeño ojiverde dio dos pasos más y luego falló el último.
- No olvidarás éste momento jamás Lauren. – Habló su madre
aún con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.
- ¿Sí? – Dijo curiosa la ojiverde.
- Claro que sí, yo aún puedo recordar cuando tú comenzaste a
caminar, o cuando Chris comenzó hablar, o cuando a Taylor se le cayó su primer
diente.
- Venga mamá, seguro que con tres hijos te llegas a confundir.
– Apuntó un poco escéptica.
- Calla boba, cuando tengas más hijos lo entenderás.
Su sonrisa se borró en un segundo, sintió cómo los músculos de su
abdomen se tensaban y cómo el rostro de su madre había cambiado también.
- Disculpa cariño... - Dijo levemente Clara.
Afirmó en silencio mientras observaba a su hijo el cual seguía
intentando caminar sonriendo en cada intento.
- Me hubiera gustado que Cameron tuviera una hermana. –
Sonrió con nostalgia.
Su madre le miró con ternura mientras Cameron se revolvía del
agarre.
- Una pequeña que fuera idéntica a Camila. – Volvió hablar
lentamente Lauren.
- Eres una excelente madre Lauren. - Clara intentó desviar el
tema.
- Me hubiera encantado que Cameron pudiera jugar con ella,
que se cuidaran, llegar a casa y verlos esperándome. – Habló mientras una lágrima
rodaba por su mejilla.
- Lauren aún eres muy joven... No sabes lo que pasará en el
futuro, quizás puedas conocer a alguien y...
- No. – Interrumpió la ojiverde. – No me digas que conoceré a
alguien con quien tendré más hijos... Camila es la mujer de mi vida, sólo con ella
formaría una familia... La que formamos ella, Cameron y yo.
Clara pudo identificar la amargura y desesperación en aquellas
palabras que su hija había mencionado. Lauren era tan joven, nunca había sido una
chica problemática, ni orgullosa, ni testaruda, pero Clara temía que Lauren estuviera
dependiendo casi al 100% de Camila, tal parecía que la ojiverde no veía más allá del
presente, estaba tan nublada que parecía imposible imaginar que Lauren pudiera
sobreponerse a lo que vendría luego de la ruptura.
...
- Te he dicho que no puedo llegar tarde. – Dijo nerviosa Camila
caminando delante de Dinah para salir de la construcción.
- Calma Mila, manejaré yo para que luego sólo te bajes y
llegues a la reunión. – Habló Dinah intentando seguirle el paso a la arquitecta.
- Ése estúpido de Sean nos hizo perder más tiempo del
necesario.
Cuando llegaron cerca de la salida Camila tiró con fuerza ambos
guantes mientras Dinah amablemente le desabrochaba los cordones de los zapatos de
seguridad. Su pelo se quedó enredado un poco con el casco de seguridad haciendo
que su nerviosismo aumentara aún más.
- Ey chica, calma, ten las llaves, espérame en el coche, voy a
penas termine de ponerme mis propios zapatos.
Camila se calzó sus tacos negros rápidamente y salió del lugar
tomando las llaves del coche de Dinah, mientras caminaba su corazón golpeaba
fuerte contra su pecho. Sinceramente no creía que hoy mismo Lauren estuviera de
acuerdo con firmar los papeles del divorcio, seguramente tendrían una larga y tediosa
discusión entre ellas y los abogados. Camila no estaba interesada en nada de lo
material, pero tenía más asuntos que resolver.
Cuando Dinah abrió la puerta del conductor Camila se sintió algo más calmada,
dejando apoyada su cabeza contra el respaldar del asiento.
- Vaya pinta que tienes Mila, venga, arregla tu peinado mientras
vamos en camino. – Picó Dinah para calmar un poco la situación.
Gracias a uno de los espejos que tenía el coche comenzó a peinar sus
cabellos intentando calmar a la vez su nerviosismo. De su bolso sacó un labial de un
tono rosado pálido para maquillarse rápidamente.
Cuando terminó la acción y guardó nuevamente el labial su respiración
se cortó al mirarse con detalles sus manos... Su anillo de matrimonio no estaba en su
dedo anular, ni en ningún otro dedo...
- ¡Dinah! – Dijo con pánico.
- ¿Qué Mila? Por dios. – Preguntó asustada Dinah sin apartar los
ojos de la autopista.
- ¡Mi anillo de matrimonio! No lo tengo...
La desesperación se apoderó de ella y con ambas manos comenzó a
buscar en su bolso imaginando que tal vez el anillo habría caído dentro cuando había
buscado el labial. Tardó menos de 3 segundos en sacar todo lo que había dentro, pero
el anillo no apareció. Se removió en su asiento soltando el cinturón de seguridad para
buscar el anillo en el auto.
- Camila, ponte el maldito cinturón de seguridad. – Chilló Dinah
nerviosa bajando un poco la velocidad.
- Necesito encontrarlo Dinah. – Murmuró nerviosa.
Sus ojos buscaron rápidamente por todos los lugares a los cuales pudo
en aquella incómoda situación, para luego volver a su asiento y asegurar el cinturón.
- ¿Estás segura que lo llevabas hoy? – Pregunto Dinah girando
el coche por una esquina cerca del edificio donde Camila tenía la reunión.
- Sí, nunca me lo saco.
La arquitecta se pasó ambas manos por el rostro con un nerviosismo
que rozaba la desesperación.
- Quizás en la construcción...
- ¡Sí! Los guantes... Los guantes me quedaban apretados.
Joder, no me da tiempo para ir hasta allá y buscarlos, mi abogada me mataría. –
Apuntó Camila.
Dinah hizo una mueca mientras aparcaba fuera del edificio de destino.
- No puedo ir ahora, tengo una reunión con Konell. – Dijo Dinah
haciendo una mueca.
- Si no fuera Konell te pediría que fueras hasta allá, pero lo
entiendo... ¡Joder! – Respondió Camila con un sombrío rostro.
Camila golpeó su cabeza levemente contra el respaldar del asiento,
mal día para que su amiga tuviera una reunión con el jefe de la firma de arquitectos.
- Veré que puedo hacer, puedo llamar a Sean. – Habló la
ingeniera.
- Te lo agradecería...
Se soltó del cinturón de seguridad y abrió rápidamente la puerta del
copiloto despidiéndose con un gesto con la mano para encaminarse hacia el edificio.
...
Sus ojos verdes esmeraldas capturaron el preciso momento en que
Camila entraba apurada a la oficina, puntual, ni un solo segundo más. Sonrió con
nostalgia al recordar lo puntual que solía ser la arquitecta desde el día en que se
habían conocido, pequeños detalles que caracterizaban a la chica de la cual se había
enamorado.
Richard Fields, su abogado, le entregó una amable sonrisa mientras
Rebecca Neer, la abogada de Camila, volvía a ordenar casi obsesivamente los papeles
sobre la mesa de la oficina.
- Bueno, no quiero ser impertinente, pero me parece que cada
uno sabe por qué estamos aquí, espero que podamos leer cada cláusula del divorcio y
discutir brevemente si están de acuerdo o no. – Aclaró la abogada.
Lauren elevó las cejas para luego mirar fijamente a los ojos marrones
de Camila, quien se removía nerviosa en su asiento pestañeando más de lo necesario
y escondiendo las manos bajo la mesa.
- Licenciada Neer, Lauren y yo hemos discutido los papeles que
habéis redactado vosotras... Y creo que estamos en desacuerdo con algunas cosas.
- Así lo veo licenciado Fields. – Apuntó la mujer rubia.
Sus oídos dejaron de oír cuando Camila fijó sus ojos marrones hacia
ella. ¿Cómo iba a terminar así su relación con aquella mujer que amaba? La que fue
su novia por años, la que se convirtió en su esposa, la madre de su hijo...
¿Y si había otra opción?, ¿Un tiempo separadas?, ¿Cómo pedirle a
Camila un tiempo? Que lo volvieran a intentar, calmar las cosas, dejar de pelear y
tratar de entender, ¿Valía la pena?
- Primero veremos la cláusula sobre los bienes materiales
adquiridos en el matrimonio. – Habló Rebecca Neer.
El ambiente era tenso y Lauren temió que ninguna palabra saldría de
su boca en aquel momento, Camila no volvió a intentar a conectar las miradas y se
removió en asiento para luego con la mano derecha quitarse un mechón de pelo que
caía sobre su frente.... El tiempo se detuvo cuando sus ojos esmeraldas detallaron la
desnuda mano de Camila, donde incluso podía verse la marca con una piel más pálida
donde hasta ayer podía haber estado la alianza de matrimonio.
Abrió la boca para decir algo mientras los ojos de Camila conectaron,
pudo ver el temor en los ojos de su esposa mientras escondía rápidamente ambas
manos bajo la mesa.
Lauren lo entendió, aquella mujer ya no era su esposa. La arquitecta
había mandado una señal clara y concisa.
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Gracias a todos por seguir la historia !
Capítulo 18.
...
Había decidido irse en metro antes de salir casi corriendo de la oficina
donde habían tenido la reunión, dejando las llaves sobre la mesa para que su esposa
entendiera que ella debía llevarse la camioneta e ir a buscar a Cameron a la casa de
los padres de la morena. Ninguna palabra salió de su boca, sus pies comenzaron a
correr hacia la estación del metro y cuando se dio cuenta que ya estaba esperando
por el vagón se cubrió el rostro con ambas manos.
¿Cómo la situación había llegado hasta ahí?, ¿Cómo una simple
llamada había cambiado su vida?
Mientras los edificios de la ciudad pasaban rápido frente a sus ojos
esmeraldas a través de la ventana del vagón de metro rememoró cómo si fuera ayer
el día en que le había comprado el anillo de compromiso a Camila, y luego la
siguiente vez que ambas fueron por los anillos de oro para las alianzas de
matrimonio.
La voz que avisaba su parada revotó en sus tímpanos tensando todos
sus músculos, no quería ver aun a Camila, no quería seguir enfrentando a la mujer
que había decido terminar la relación.
Sus pies comenzaron a caminar pesadamente por las cuadras que
separaban el metro de la casa. Lauren se preguntó qué debía hacer de aquí para
adelante. Ella misma no podía explicarse el dolor que sentía en su pecho a causa de
que Camila ya no estuviera usando el anillo, e incluso, se sentía decepcionada de que
la arquitecta no le hubiera mencionado nada al respecto... Pero tendría que comenzar
a enfrentar y superar situaciones así, al final de todo, en muy poco tiempo sus vidas
se separarían dejándolas unidas únicamente por el hijo que tenían ambas.
Se llevó las manos a la cabeza, si la reunión de hoy había sido
insoportable no quería imaginarse la infinidad de discusiones que se vendrían con
respecto a la custodia de Cameron.
El atardecer le entregó una gama diferente de naranjas, violetas, y
amarillos que fueron un bálsamo para su agitada alma, quiso gritar y dejar de
manifiesto lo destrozada que se sentía, la tristeza que la invadía ahora mismo y el
enfado que se comía sus vísceras.
Después de varios minutos logró llegar al antejardín de aquella casa
que había llamado un hogar, que era una construcción nueva, con un estilo muy
americano con aquella pintura blanca y aquel antejardín cubierto con césped. Pudo
detallar que la camioneta ya estaba aparcada afuera y por las ventanas se podía ver
que Camila ya había encendido algunas luces.
Cuando entró a la casa algo llamó su atención, el especial silencio,
Lauren supo inmediatamente que Cameron no estaba, y que la arquitecta estaría
esperándola.
- ¿Lauren? – Llamó la atención Camila cuando salió de la sala de
estar acercándose.
- ¿Dónde está Cameron? – Dijo fríamente.
- Con mis padres, les he pedido que le cuiden un poco más...
Yo... Necesito hablar contigo.
- Tú y yo no tenemos nada de qué hablar... Ahora soy yo la que
no quiere hablar contigo Camila. – Espetó la ojiverde.
Subió los escalones de forma pesada hasta llegar a la habitación que
compartía con su esposa donde comenzó a ordenar uno de los bolsos que solía usar
para sus viajes con la U.S. Army.
- ¿Qué haces? – Dijo asustada Camila entrando en la habitación.
- Me iré al lago por unos días... Espero que a tu padre no le
moleste que me quede en la casa de allí.
La arquitecta dejó escapar un sonoro suspiro de alivio mientras se
removía nerviosa en el lugar donde estaba.
- No creo que le importe, aún tenemos la copia de las llaves. –
Apuntó Camila.
Sus manos fueron veloces en ordenar ropa para llevar, en especial los abrigos y unas
botas abrigadas para soportar las bajas temperaturas que se podían dar durante las
noches a la orilla del lago en aquella estación del año.
- Lauren yo... El anillo... - Tartamudeó la morena.
Todos sus músculos se tensaron nuevamente mientras observaba con
especial detención los ojos marrones de su esposa, Camila seguía jugando
nerviosamente con sus manos como queriendo evitar dejar a la vista que sus manos
no llevaban ningún detalle.
- No tienes que darme explicaciones Camila... Ya no...
- Yo...
- No... Lo he entendido... Tú y yo... Se ha terminado. – Dijo
finalmente la ojiverde.
Los pies de su esposa se acercaron rápidamente haciendo que ambas
quedaran tan cerca que sus respiraciones chocaron e hiciera que sus parpados se
abrieran para dejar al descubierto lo dilatadas que tenía sus pupilas.
- Lauren el anillo, lo he perdido, no me lo he quitado
queriendo... Yo...
¿Perdido?, ¿Qué clase de excusa era ésa?
Rompió el contacto visual porque no quería ver la mentira en los ojos
marrones. Si es que lo que decía la arquitecta era real seguía siendo horrible de todos
modos, cómo Camila podía haber sido tan descuidada con la alianza que las había
unido hacía unos años.
- Pero te lo ibas a quitar de todos modos Camila, ¿No?... Mira, si
quieres engañarme con eso de lo que lo has perdido allá tú... Pero yo ya me he
cansado.
El silencio era tan incómodo que Lauren pudo sentir cómo su corazón
latía débil contra su pecho, era el preciso momento en que su corazón finalmente se
había quebrado por completo.
- Ya sé que no sobreviviremos a esto, no juntas...
- Lauren yo...
Apretó la mandíbula al detallar cada una de las lágrimas que rodaban
por las mejillas de Camila, acercó su rostro aún más al de la morena.
- Tú misma te has encargado de terminar lo nuestro... -
Murmuró la ojiverde.
- No ha sido así...
- Camila, las dos nos hemos dañado, lo sé, créeme que lo sé...
Pero hay una gran diferencia entre tú y yo, y es que yo te pude haber dañado de una
forma indirecta... Pero tú, Camila, tú me has dañado queriendo...
La arquitecta negó con la cabeza mientras con sus manos buscaba las
manos de Lauren.
- Déjame... Se ha terminado Camila... ¿No era lo que tanto
querías? ¿No es lo que me pediste hace unos meses?
El silencio de la morena le confirmó las respuestas a sus preguntas y
sin mirar más aquellos ojos marrones terminó de ordenar el bolso luego de sacar
algunas cosas del baño.
- Hablaré con mis padres para que puedan ayudarte con
Cameron éstos días, sacaré la silla de la camioneta y la dejaré antes de irme.
Cuando bajó rápidamente la escalera sus ojos se detuvieron hacia el
rincón del salón donde estaban todos los juguetes de Cameron haciendo que las
lágrimas se agolparan en sus ojos.
El ruido de los pasos de Camila a su espalda le hizo apurar sus
acciones mientras buscaba la llave de la casa del lago y se enfundaba en un abrigo de
color negro.
- ¿Cuándo volverás? – Preguntó confundida Camila.
- No lo sé, quizás en un par de semanas.
- Lauren...
- Sé que te preocupa la fecha para firmar los papeles del
divorcio, pero apenas vuelva lo haremos. – Dijo fríamente.
- No es eso Lauren...
- Camila... Te dejaré un mensaje cuando esté entrando a la
ciudad el día que vuelva.
La arquitecta se arregló un par de mechones de cabello que caían por
su rostro y respiró hondamente.
- ¿Necesitas algo? – Preguntó calmadamente la arquitecta.
Sus ojos dejaron escapar unas lágrimas mientras se arrimaba el bolso
a la espalda y ella misma se sacaba su anillo de matrimonio para entregárselo a
Camila.
- Lo que necesitaba eras tú...
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Sorpresa! Bueno, he adelantado el cap porque mañana tengo turno en
urgencias. Muchas gracias a todos por leer, comentar y votar!
Capítulo 19.
- Camila dice que los pies de Cameron tienen el largo casi de la mitad de su
dedo meñique. – Sonrió Clara.
- Es nuestro pequeño campeón. – Sonrió ampliamente Michael.
– Estoy ansioso de conocerle.
Debido a lo complicado de la situación del bebé, y que se encontraba
en la unidad de cuidados intensivos de neonatología, la única visita que podía recibir
era la de Camila, la cual se pasaba como máximo una hora durante la mañana y una
durante la noche para estar con su pequeño.
- Pronto cariño, luego no dejaremos que se escape de nuestros
brazos. – Dijo Clara.
- Seguro se parece un montón a Camila. – Mencionó Michael
mientras acariciaba una de las manos de su esposa.
- Entonces será muy guapo. – Rió Clara.
Cuando Lauren le comentó a sus padres que junto a Camila querían
tener hijos en un comienzo Clara se sintió nerviosa frente a cómo específicamente
lograrían que una de las dos quedara embarazada, luego de que su hija le explicara
que lo intentarían por inseminación artificial con un donador de semen anónimo la
mujer de ojos verdes se sintió más tranquila. Cuando ambas chicas se decidieron por
el donador que dentro de la información se detallaba que tenía ojos verdes, buena
historia de salud y cabellos castaños el embarazo de Camila llegó más rápido de lo
que todos se imaginaron.
- Nuestro primer nieto. – Volvió a susurrar Michael mientras
dejaba un tierno beso en los labios de su esposa.
...
Todo el cuerpo le dolía, se sentía ahogada, y cuando intentó moverse
un dolor lancinante en su costado izquierdo le dio un impulso para gritar, pero no lo
logró, tenía algo en la garganta y en la boca, intentó abrir los parpados pero tampoco
lo logró, todo estaba en negro, sus tímpanos retumbaban y el dolor se hizo tan fuerte
que pensó que perdería la consciencia.
Cuando finalmente luego de luchar unos segundos logró abrir sus
parpados se le hizo casi imposible enfocar el lugar donde estaba, había mucha luz, y
cuando intentó llevarse una mano al rostro la vía venosa chocó con su frente
haciendo que un sofoco saliera de su boca.
¿Dónde estaba?, ¿Qué había pasado? No podía recordar nada, sólo
que su cuerpo dolía como el infierno, y que su respiración se hacía más difícil.
Cuando sus ojos enfocaron mejor pudo entender que estaba en una
habitación de algún hospital, y con ambas manos intentó retirarse violentamente el
tubo endotraqueal del ventilador mecánico.
- ¡Soldado Jauregui, no lo haga! – Gritó una voz que entraba
por la puerta.
Sus ojos esmeraldas pudieron detallar al alto hombre de cabellos
canosos que entraba casi corriendo para tomarle ambas manos y evitar su lucha
contra el tubo que aún no había salido de su boca.
- Se lo quitaremos en un segundo, necesito que esté tranquila.
– Volvió hablar el hombre.
Se sintió mareada cuando volvió apoyar su cabeza contra la almohada,
el costado izquierdo le ardía y sin darse cuenta sus lágrimas comenzaron a rodar por
sus mejillas, comenzaba a desesperarse.
- ¿Sabe dónde estamos? ¿Sí o no? – Preguntó el médico
mientras comenzaba a buscar unas jeringas y apretar algunos botones del ventilador
mecánico.
Confundida negó con la cabeza mientras su cuerpo comenzaba a
temblar presa del miedo. Algo andaba mal, muy mal, y por su mente comenzaron a
desfilar un sinfín de los últimos momentos que pasó en Irak hasta llegar al más
doloroso, cuando ella misma se había dejado caer sobre el cuerpo de su mejor
amigo...
Con ambas manos sin esperar más volvió a tirar del tubo con fuerza haciendo que su
garganta ardiera frente al intento, las enfermeras que acompañan al médico
apartaron sus manos del tubo y con fuerzas la retuvieron hasta que el hombre apagó
el ventilador y de forma rápida quitó el tubo dejando que un gran grito y una rasposa
tos saliera de su garganta.
- ¡¿Dónde estoy?! – Gritó con las pocas fuerzas que tenía.
Las lágrimas caían por sus mejillas mientras con las pocas fuerzas que
tenía intentó levantarse de la cama para luego dejar escapar casi un aullido al sentir
cómo su costado le daba el peor dolor de su vida.
- Soldado Jauregui, si no se calma me veré obligado a sedarla. –
Dijo el hombre intentando retener su cuerpo a la cama.
- ¿Dónde estoy?, ¿Dónde está Cameron? – Suplicó la ojiverde.
- Está usted en el Massachusetts General Hospital. Llegó aquí
hace 18 días...
Sus parpados se abrieron sorprendidos, las palabras de aquel hombre
la habían dejado más confundida que antes, y el dolor seguía siendo insoportable.
- ¡¿Dónde está Cameron?! – Volvió a preguntar desesperada.
- Soldado Jauregui, ahora necesita descansar...
- ¡¿Dónde está mi mejor amigo? – Le suplicó al hombre
mirándole a los ojos.
- ¿No recuerda qué pasó? – Dijo preocupado el médico.
...
- ¿Eso quiere decir que no recuerda qué pasó? – Preguntó
nervioso Michael.
- No por el momento, pero es posible que sólo sea un
mecanismo de estrés post traumático agudo que no dure más de algunas horas o
días... No les podemos asegurar nada por el momento, pero por el momento la
soldado Jauregui está estable, consciente... Y me ha pedido ver a su esposa. – Dijo el
Dr. Dave Cross, un hombre de cabellos blancos especialista en pacientes críticos, y
padre del neonatólogo de Cameron.
Camila pudo sentir cómo su padre le miraba de re ojo. Por su parte
ella estaba nerviosa removiéndose en el lugar donde sus pies intentaban clavarse al
piso. Ninguna palabra había salido de su boca desde que los médicos les informaron
de que Lauren por fin había salido del coma.
- Iré con usted. – Murmuró casi sin fuerzas Camila dirigiéndose
al médico.
¿Por qué no se sentía feliz? Se recriminó a sí misma, cómo podía no
estar saltando y gritando de felicidad al saber que su esposa por fin había
despertado... Se quiso excusar con que aún no se recuperaba de todo lo que pasó con
el parto de Cameron, o incluso de lo que pasaba ahora mismo al saber que su
pequeño sí seguía conectado a un ventilador mecánico.
¿Pero cómo éso podía eclipsar todo lo que había esperado para que
Lauren despertada? Pestañeó nerviosamente mientras seguía al médico por el pasillo
hasta llegar a la habitación donde estaba su esposa.
- Sra. Cabello-Jauregui... Espero entienda la situación en que se
encuentra su esposa... Estoy al tanto de lo que también pasó con usted, y
sinceramente, creo que éste será un momento bastante fuerte y exasperante para
Lauren y para usted... Si necesita algo estaremos aquí. – Apuntó el hombre mientras
se despedía inclinando un poco la cabeza.
Camila se llevó ambas manos al poco vientre que le quedaba, poco
rastro quedaba de su embarazo, seguramente aquello sería lo primero que Lauren
percibiría una vez que sus pies entraran en la habitación. ¿Y qué le diría? ¿Cómo
podría intentar explicarle todo lo que había pasado?
Suspiró fuertemente buscando la mayor de sus fuerzas internas al
enfrentar lo que podía ser una de las situaciones más difíciles de su vida.
Con los nudillos golpeó dos veces para luego abrir lentamente la
puerta, fueron los segundos más irreales de su vida, apenas asomó su cuerpo pudo
ver cómo Lauren intentaba incorporarse en la cama.
- ¡Amor! – Llamó asustada Lauren.
Los ojos se le agolparon de lágrimas al ver el rostro de pánico que
Lauren tenía, la soldado tenía unos ojos rojos que acompañaban su pálido rostro que
mantenía las ojeras de días.
- Lauren... - Murmuró Camila siendo incapaz de acercarse un
poco más a la cama.
- ¿Qué ha pasado? – Preguntó confundida Lauren volviendo
intentar a incorporarse.
- Calma, quédate acostada, por favor.
Sus piernas temblaron acompañando débilmente su cuerpo hasta
quedar cerca al borde de la cama.
- ¿Qué ha pasado con nuestro hijo? – Dijo asustada la soldado
al percatarse del pequeño bulto en la parte baja del abdomen de la arquitecta.
- Ya ha nacido... - Sonrió de una forma torpe mientras se
limpiaba las lágrimas.
- ¡¿Qué?! – Gritó asustada. – Pero si sólo estuve un poco más de 2
semanas en coma...
- Ha sido un parto prematuro. – Murmuró Camila mientras se
giraba para darle la espalda a la ojiverde.
El silencio fue tácito, Camila imaginó que así mismo se encontraba la
mente de la mujer que amaba, no podía mirarla directo a los ojos, no con todas
aquellas ganas de gritarle a la cara lo que sentía, lo débil que había quedado tras el
parto y la manera en que la culpaba de todo lo que pasó.
- ¿Está bien? – Preguntó Lauren asustada.
- No... Está en la unidad de cuidados intensivos de
neonatología, conectado a un ventilador... Ni siquiera le he podido tomar en brazos...
Lauren lanzó un llanto mientras intentaba estirar una de sus manos
hacia el rostro de Camila. La morena atrapó la mano y se la llevó a sus labios para
dejar varios besos.
- Yo... Te prometo que saldré pronto de ésta cama para estar
contigo y nuestro hijo...
- Cameron... Se llama Cameron.
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Gracias a todos por el apoyo que recibe ésta historia, muchas gracias!
Capítulo 20.
- Ayer llamé a Sean pero me ha dicho que alguno de sus trabajadores se había
encargado de guardar el equipo que usamos y cuando ya ha ido él no ha encontrado
el anillo.
Una mueca de frustración y dolor se instaló en su rostro, no podía
creer que realmente hubiera perdido el anillo, había sido tan rápido que aun podía
sentir el leve peso de la alianza de oro rodeando su dedo. Quiso romper en llanto al
recordar el momento exacto cuando Lauren sonriendo y riendo nerviosamente le
había puesto aquel anillo frente a todos sus seres queridos en el día de su boda.
- ¿Será una señal? – Murmuró Camila sin apartar sus ojos del
pequeño que seguía aferrado a su pecho.
- ¿Una señal? ¿A qué te refieres? – Dijo confundida la ingeniera.
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Gracias por leer!
Capítulo 21.
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Hola, disculpad si me atrasé un poco, pero me salió un turno
imprevisto... En fin, como siempre, gracias por leer y seguir la historia!
Capítulo 22.
Lauren negó con la cabeza riendo mientras observaba cómo su padre tal como un
niño pequeño untaba sus papas fritas en el kétchup.
- A mí me parece que el ejército no te enseñó de modales de
comida. – Murmuró Lauren llevándose la pajita de plástico de la bebida a los labios.
- Siempre fuiste más de helados ahora que lo pienso. – Frunció
el ceño Michael.
Soltó una leve carcajada mientras se llevaba un par de papas fritas a
la boca, era cierto, nunca había sido una aficionada a la comida rápida, menos luego
de entrar al ejército, las únicas veces que sucumbía y rompía aquella norma era
cuando Camila, con una mirada suplicante, le pedía que comieran pizza, y por
supuesto, no podía negarse con su chica.
- El ejército le ha pedido a mi psicóloga que haga un informe
sobre mi estado. – Mencionó Lauren mientras Michael comía un gran pedazo de su
hamburguesa.
- ¿Sí? Vaya... ¿Por qué no me lo habías contado antes? – Dijo
asombrado el hombre.
- Pues, porque cuando se lo dije a Camila me dejó de hablar por
cinco días...
Se rascó una de sus cejas de forma nerviosa mientras estudiaba el
rostro de su padre. La opinión del hombre que la había criado siempre había sido muy
importante, Lauren podía asegurar que cualquiera fuera el plan que ella tomara su
padre siempre estaría ahí para apoyarla y ayudarla.
- Me quieren de vuelta. – Terminó la idea Lauren.
- ¿Y tú qué quieres? – Preguntó Michael cerrando levemente los
párpados.
- Yo...
No pudo terminar la frase al sentir miedo si lograba concretar con
palabras su verdadera intención, quería volver, no había dudas de eso, pero no era
tan sencillo... ¿Qué pasaría con Cameron? ¿Y si tenía que irse de misión nuevamente?
---
Gracias por leer!
Capítulo 23.
Cameron jugaba con una caja que casi tenía el porte de él, el pequeño intentaba
pararse y apoyarse en ella mientras reía enfrascado en su juego. Llevaba aquella
camisa negra con el estampado de Nirvana, un chándal gris y las vans negras.
Su madre apareció en la habitación con el ceño fruncido esperando
una explicación, su garganta se secó e impidió que alguna palabra saliera.
- No puedo creer lo que mi propia hija acaba de hacer... - Dijo Sinu
rompiendo el silencio.
- Mamá yo... No tenía más opciones...
- ¿No tenías más opciones? ¿Qué me estás contando Camila?... Por
Dios, ¿Te has parado dos minutos a pensar la semejante estupidez que acabas de
hacer? – Habló su madre con un tono de enfado.
- ¿Qué le has dicho a Lauren? – Preguntó curiosa.
- Pues que su hijo está bien, contigo y conmigo... Le he dado la
dirección.
- ¡Mamá! ¿Por qué has hecho eso? – Recriminó la arquitecta.
- Porque Cameron es su hijo también...
Alejandro apareció en la habitación, había estado ajeno a toda la
discusión mientras terminaba de armar la cuna de piezas de madera para Cameron.
- ¿Tú lo sabías? – Preguntó enfadada Sinu.
- ¿El qué? – Dijo Alejandro.
- Que Camila se ha llevado a Cameron sin avisarle a Lauren...
El hombre guardó silencio mientras miraba de re ojo a Camila, claro
que lo sabía, él mismo nada le había dicho a su hija aquella misma mañana cuando la
arquitecta se subió tan rápido como pudo al coche con Cameron en brazos aún
adormilado.
- No me lo puedo creer... Vosotros dos sois increíbles. – Dijo
finalmente Sinu.
...
No esperó tocar el timbre de la puerta del piso sino que aporreó la
puerta con los puños mientras llamaba el nombre de Camila.
Sinu abrió la puerta de formar apresurada mientras ella entró sin
esperar más, el llanto de Cameron le alertó de que ella misma había asustado al
ojiverde.
- ¡Camila! – Llamó Lauren al tomar a su hijo en brazos y comenzar a
limpiarle las lágrimas que rodaban por sus rosadas mejillas.
La arquitecta apareció en el lugar mientras Alejandro y Sinu se
despidieron para salir rápidamente del lugar.
Cameron volvió a llorar mientras mostraba sus pequeños dientes,
estirando los brazos hacia Camila lo que hizo que a Lauren el corazón le diera un
vuelvo en el pecho.
- Lo has asustado con los golpes en la puerta... - Acusó la morena.
- ¡Y tú te lo has llevado sin avisar! – Espetó Lauren mientras dejaba a
Cameron en los brazos de Camila.
Su esposa se encaminó a la pequeña cocina del piso donde buscó un
plátano y se lo dejó a Cameron en sus manitos.
- ¿Quieres cariño? – Murmuró Camila mientras comenzaba a pelar la
fruta.
El pequeño afirmó en silencio un poco tímido mientras se volteaba a
mirar a Lauren. La ojiverde apretó la mandíbula al percatarse cómo ella misma había
asustado a su hijo, a lo más importante de su vida. Bajó la mirada al sentirse
avergonzada.
- ¿Cómo has podido hacer algo como ésto? – Dijo Lauren intentando
controlar su enfado.
Camila abrió los parpados mientras volvía su mirada a Cameron quien
comía tranquilamente el plátano dejando atrás las lágrimas.
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Gracias por leer.
Capítulo 25.
Abrió los labios sorprendida preguntándose cómo el hombre había obtenido aquella
información, sólo las personas más cercanas a ella sabían de aquel objetivo tan
ambicioso que tenía la ojiverde.
- Antes de que tú y Cameron se fueran a combate él habló conmigo
sobre vuestro deseo de estar en la unidad de fuerzas especiales. Para aquel entonces
aún tenía mis dudas, sobre todo por la falta de experiencia en terreno que ambos
teníais... Ahora he cambiado de idea, creo que lo lograrás si aún lo deseas...
- Yo no quiero que lo haga porque...
- ¿Porque Cameron falleció?... Te equivocas Jauregui, me conoces.
- Disculpe sargento, no fue mi intención.
- Lo sé... Venga, tienes un chance, te lo vas a pensar y luego lo
hablamos.
Cerró los parpados con fuerza mientras se despedía del hombre, justo
aquel día debería comenzar a pensar en sus opciones, justo aquel mismo día...
¿Cómo iba manejar la presión de tener que tomar una decisión tan importante como
ésa justo el mismo día en que firmaría los papeles del divorcio con Camila?
...
Sus ojos marrones se miraron en el reflejo del espejo, los rasgos
duros en su rostro delataban la lucha interna que existía entre su mente y corazón.
Aquel día sería el día en que su relación con Lauren llegaba a su fin, un fin que se
resumía en cinco hojas de papel donde ambas firmarían el fin de un matrimonio que
había durado un poco más de dos años, pero que encerraba siete años de relación.
Arregló por última vez su falda color marrón oscuro mientras intentaba
buscar rastros de la adolescente que había sido alguna vez, la ropa de colores, los
lazos en el cabello, el labial color rosa, o incluso las converse color blanco que le
hacían par a las converse negras que usaba la ojiverde.
No logró reconocerse. Camila descubrió al reflejo una mujer que ahora
luchaba por darle una oportunidad a su desosegado corazón, una oportunidad lejos de
la persona con la que había aprendido amar... ¿Un nuevo comienzo? Quiso responder
que sí pero un repentino y violento llanto estremeció su cuerpo y alma.
Se llevó ambas manos al rostro mientras se mordía los labios para no
dejar escapar el sonido que quería escapar de su boca expresando lo que realmente
estaba sintiendo. Las piernas le temblaban y tuvo que sentarse al borde de la cama
en la habitación nueva del piso donde ahora vivía.
- Hija... - Llamó su madre entrando a la habitación junto a Cameron el
cual iba caminando sólo sujetado de una mano de su abuela.
Camila se limpió las lágrimas de forma rápida y tosca al verse
descubierta y se giró mientras ordenaba su bolso.
- Tu padre ha llegado, dice que bajes ahora o llegarás tarde... –
Anunció Sinu mientras se acercaba a la arquitecta.
Cameron tiró de su falda con sus manitos mientras le sacaba la lengua
de forma divertida. Camila le entregó una sincera sonrisa al pequeño castaño
mientras lo envolvía en sus brazos para luego tomarlo y dejar su rostro frente al de
ella.
- Quiero que te portes bien con la abuela y te comas todo, ¿Vale? –
Apuntó la arquitecta jugando con la nariz del ojiverde.
- Tata ma. – Vocalizó Cameron mientras negaba con la cabeza
enérgicamente.
- ¿Cómo que no? – Dijo divertida Camila.
- Venga, yo me encargo. – Habló Sinu mientras le pasaba el bolso a
Camila.
La arquitecta le dejó un gran beso en la mejilla al ojiverde y luego le
susurró un Te quiero. Se despidió de su madre con un gesto con la mano y salió para
esperar el elevador del edificio. Las manos le comenzaron a temblar mientras estaba
por llegar a la primera planta donde su padre le estaría esperando para llevarla a la
reunión que tendría con los abogados y Lauren.
Miró sus manos nuevamente observando directamente el lugar donde debería estar
su anillo...
...
Lauren estiró el cuello de su camisa color celeste por última vez
mientras miraba cómo Richard Fields terminaba de leer por vigesimoquinta vez los
papeles del divorcio. Miró la hora en su reloj de la muñeca izquierda sabiendo que
Camila y Rebecca Neer estaría por llegar. Afuera era un día nublado, no llovía, pero
Lauren podía sentir cómo las nubes le entregaban una extraña sensación de empatía.
Jugó con el bolígrafo que tenía entre sus manos, aquel simple objetivo
plasmaría su firma que desharía cualquier lazo legítimo que tenía con su esposa. Un
simple bolígrafo, uno que podía parecerse a los que ella usaba cuando estaba en el
instituto, uno exactamente como el que tenía en la clase de física donde descubrió a
Camila mirándole de forma tímida.
La puerta se abrió dando paso a la abogada rubia que fue seguida sin
prisas por Camila. Los ojos marrones encontraron sus ojos esmeraldas que para
aquella altura ya estaban hinchados y rojizos debido al llanto que había tenido en el
elevador del edificio. Lauren se recriminó que la arquitecta la viera en aquel estado.
Las cosas tenían que cambiar, aquella Camila ya no era la chica de la
cual se había enamorado, ya no valía la pena luchar por algo que la propia morena
había decidido terminar sin siquiera dar un leve resquicio a una nueva oportunidad
para ambas.
- Buenas tardes, os daremos cinco minutos para que podáis leer los
documentos y luego si existe alguna duda u oposición lo hablaremos y finalmente
firmaran. – Dijo Rebecca Neer.
Lauren se removió en su asiento mientras tomaba con ambas manos
los documentos, para así, evitar dejar al descubierto que éstas estaban temblando. El
perfume de Camila impregnaba el lugar y se tuvo que morder la lengua para así no
dirigirle una mirada directa a la morena.
Las palabras impresas en el papel comenzaron a correr frente a sus
ojos sin mucho significado, no eran más que formalidades que dejaban en claro que
entre Camila Cabello y Lauren Jauregui ya no existía ninguna unión ni civil ni
sentimental.
Dejó los papeles sobre la mesa y la arquitecta los tomó de forma
rápida para leerlos durante unos minutos en que todos se quedaron en silencio.
- ¿Dónde debo firmar? – Las palabras resonaron en la boca de Camila.
Sintió un nudo en la garganta, sus pies se movieron nerviosos bajo la
mesa mientras su futura ex esposa tomaba uno de los bolígrafos que había sobre la
mesa y dirigía su mano hacia los papeles... Realmente lo iba hacer, se iba a terminar.
Los ojos le ardieron en señal de que las lágrimas podían salir sin previo aviso.
El sonido del bolígrafo contra los papeles fue de una forma tan clara
que Lauren pudo imaginar cada curva y línea de la firma de Camila, la conocía, era la
misma firma que había quedado plasmada en los papeles de su matrimonio
uniéndolas. Ahora la misma firma las estaba separando.
- Listo. – Murmuró Rebecca Neer al ver cómo Camila dejaba
finalmente el bolígrafo y los papeles en dirección de Lauren.
Respiró hondamente mientras tomaba los papeles y el bolígrafo el cual
apretó entre sus dedos para evitar el llanto. Sin embargo pasaron segundos y aun así
su mano no lograba moverse. Sus ojos esmeraldas se dirigieron hacia Camila.
- ¿Realmente quieres ésto? – Dijo la ojiverde rompiendo el silencio.
- Lauren... - Interrumpió Richard Fields.
- No... - Espetó Lauren volviendo su mirada hacia Camila.
La arquitecta pestañeó nerviosamente mientras respiraba agitada en
su asiento, pero ninguna palabra salió de su boca.
- Señorita Jauregui... - Dijo la abogada.
- Deme un maldito minuto para intentar calmarme, ¿Por favor? –
Respondió Lauren mientras dirigía una mirada de odio hacia la rubia.
Rebecca Neer le había llamado por su nombre de soltera, aunque si
bien ella estaba acostumbrada a que la llamaran soldado Jauregui cuando estaba de
civil adoraba que le llamaran por su nombre de casada, "Cabello-Jauregui"... Ni
siquiera había firmado los papeles todavía...
Tengo que creer que todo estará bien, se dijo a sí misma.
Una lágrima rodó por su mejilla sin poder evitarlo, y su mano de forma
casi impulsiva comenzó a firmar cada uno de los papeles bajo unas atentas miradas
de todas las personas del lugar.
- Listo. – Susurró mirando directamente a Camila.
Lo sabía, tenía los ojos inundados de lágrimas, pero ya no importaba,
lo había hecho... Se habían divorciado, se había terminado, el matrimonio que tanto
había anhelado con la mujer que amaba estaba destruido y sería olvidado.
Se levantó rápidamente de la mesa y sin aviso salió de la oficina
mientras comenzaba a camina rápidamente buscando las escaleras para bajar los casi
veinte pisos del edificio. Sin embargo una pisada en falso le hizo casi caer por lo cual
se detuvo para calmarse y reponer su aliento.
- ¡Lauren! – Escuchó que Camila le llamaba bajando las escaleras
también rápidamente.
Abrió los parpados sorprendida a la vez que la morena llegaba agitada
a su lado retirándose el cabello que tenía en el rostro.
- Lauren yo... - Murmuró la arquitecta.
Miró los ojos de su ex esposa buscando arrepentimiento, dolor o
incluso duda, pero no pudo ver nada en ellos, estaban sin expresión, apagados, sin
brillo, casi irreconocibles.
- Yo... - Repitió la morena.
- ¡Qué Camila! ¡¿Qué?! – Gritó enfadada.
- Lo siento... - Dijo Camila de forma abrupta.
Negó con la cabeza levemente mientras abría la boca buscando
palabras.
- ¡Vete a la mierda Camila! Tú quisiste esto, tú me lo pediste...
- Lo hice porque es lo mejor para nosotras.
- ¿Lo mejor? ¿Y cómo lo sabes? ¡No tienes puta idea!
Dio un golpe en el piso con el pie mientras se llevaba una mano al
rostro para limpiar las lágrimas que rodaban sin permiso.
- ¡Se suponía que teníamos que pelear juntas para que ésto
funcionara! – Gritó la soldado.
El silencio por parte de Camila hizo que la situación se volviera más
dolorosa, la arquitecta se removió nerviosa en el lugar mientras intentaba seguir el
ritmo de la discusión con la ojiverde.
- ¡Di algo! ¡Dime algo! Joder... - Espetó Lauren.
- Yo...
- Deja de actuar como si no tuvieras sentimientos... Sé que aún los
tienes Camila.
- Perdóname...
- ¡Decidiste dejarme! Cómo se supone que deba perdonarte éso... Me
estás castigando, una y otra y otra vez por algo que ni siquiera decidí yo.
- ¡Tú no te negaste al ejército!
- No tenía otra opción...
Su boca lanzó un leve sonido en protesta cuando Camila le besó, se
había lanzado a su cuerpo entrelazando sus brazos en el cuello de la ojiverde. Lauren
tensó su cuerpo pero respondió de forma tosca el beso, chocaron sus narices sin
cuidado y la arquitecta le mordió el labio inferior en protesta.
Pegó el cuerpo de Camila contra la pared que estaba contigua a la
escalera y bajó sus labios hacia el cuello de su ahora ex mujer. Un sonoro gemido
salió desde el fondo de la garganta de la morena y ése fue el llamado de atención que
hizo que su cuerpo se alejara rápidamente.
- ¡Se suponía que sería en lo bueno y en lo malo Camila! Era parte de
la promesa que nos hicimos cuando nos casamos... Y sabes que ésa promesa la
hicimos muchos años antes de éso, ¡Lo sabes!
- ¡Me dejaste sola!
- ¡En lo bueno y en lo malo Camila! – Repitió desesperada Lauren.
- ¿Cómo se supone que debo quedarme a tu lado si cada vez que me
acuerdo siento una rabia incontrolable contra ti?
Negó con la cabeza levemente mientras interrumpía el contacto visual
que habían mantenido.
- ¡Nos elegimos la una a la otra! Hasta que la muerte nos separara...
Ésa fue la promesa Camila, ¿Lo recuerdas?
- ¡Y tú casi te mueres! Volviste casi muriendo, ¿Lo recuerdas? – Dijo
Camila a la defensiva.
Guardó silencio mientras volvía a mirar a su ex esposa.
- ¡No tienes ni puta idea del miedo que viví! Estaba muerta de miedo,
no puedo perderte de ésa manera, no otra vez, no podría soportar... No puedo
quedarme a tu lado sabiendo que puede volver a ocurrir, o algo peor... Pensé... Creí
que podría, pero no puedo... Perdóname, pero no puedo... No puedo quedarme con
alguien sabiendo que cuando tome el próximo avión para irse a combate pueda ser la
última vez que le vea...
Camila devolvió sus pies por la misma dirección en la que había
llegado, los tacos resonaron contra el piso mientras Lauren observaba cómo la mujer
que amaba se alejaba nuevamente.
Y dolía, dolía tanto que no podía respirar.
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Gracias por leer.
Capítulo 26.
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Disculpad la demora. Y como siempre, gracias por leer, comentar y
votar... Sé que las cosas van tomando un tiempo, pero muchas sorpresas vendrán en
los siguientes caps ;)
Capítulo 27.
- Lo que me haya hecho a mí no va en contra de que sea una buena madre con
Cameron... - Dijo cortando a la psicóloga.
- ¿Hasta cuándo la vas a defender, joder, Lauren? – Elevó el
tono Ally.
Abrió la boca sorprendida por la actitud de su amiga. Podía ver la
preocupación sincera de la psicóloga, pero se sintió confundida frente a lo le estaba
proponiendo hacer... Si un informe sobre el estado anímico y una evaluación
psicológica sobre Camila salía durante el juicio éso podía usarse a favor de la
soldado... ¿Sería capaz de hacer algo así?
- Sólo piénsatelo, ¿Vale? – Dijo nuevamente Ally mirando la
hora en su móvil. – Debo irme, cualquier cosa que necesites sabes que puedes
llamarme... Que tengas un excelente día guapa.
La psicóloga se despidió con un par de besos en las mejillas dejando
vacía la pequeña taza donde había estado el café... Lauren apretó sus puños mirando
nuevamente por el ventanal para ésta vez no reconocer a ninguna de las personas
anteriores, sólo un par de minutos, las personas iban y venían...
...
Cuando el agua caliente dejó de caer sobre su cuerpo adolorido sus
pies temblorosos salieron de la ducha aquella mañana en que había despertado con
una horrible gripe, había tenido que llamar al trabajo para avisar que no podría ir,
pero que seguiría trabajando en sus diseños desde su piso.
Aún podía recordar la cara de reprobación que el Sr. Powell le había
dirigido una vez que el almuerzo del viernes había terminado, ella sin excusas le
explicó a su jefe que no tenía ningún avance sobre el nuevo proyecto del edificio
comercial que debía construirse en la zona norte de la ciudad. Habían discutidos
durante unos interminables minutos que finalmente se enmarcaron en una sutil
advertencia por parte del hombre de cabellos blancos.
Ahora que se secaba el cabello desganadamente volvía a su mente
cómo la noche anterior se había desvelado intentando buscar nuevas ideas y diseñar
algo con el bolígrafo contra los papeles que hasta ésa misma hora seguían en blanco.
La pantalla pestañeando de su móvil le informó que tenía una llamada
entrante, cuando detalló que quien llamaba era su hermana dejó la tarea con sus
cabellos y contestó sin mucho ánimo.
- Ey, hola. – Saludó Sofía.
- Hola... ¿Ha pasado algo? – Dijo preocupada.
- ¿Tiene que pasar algo para que pueda llamarte? – Respondió
algo sentida la menor.
- No... Perdona, es sólo que estoy con una gripe y he tenido que
faltar al trabajo.
- Oh, ¿Estás bien?
- Lo soportable... Aunque voy aprovechar el tiempo y seguiré
intentando hacer un nuevo proyecto que debo entregar pronto. – Dijo mientras se
dirigía a la cocina para tomar una taza de café.
- Espero que lo logres... Por cierto, mamá ya me lo ha
mencionado... - Sonó dudosa la voz al otro lado de la línea.
- ¿El qué?
- Ya sabes, lo del juicio, la custodia y todo éso. – Apuntó Sofía.
Se dejó apoyar en la encimera mientras intentaba re ordenar sus
pensamientos internamente, era ilógico enfadarse con su madre y con su hermana,
eran su familia, obviamente todos se enterarían en algún momento y ella misma
necesitaba el apoyo de parte de ellos para superar lo que se venía.
- Si bueno... Lauren lo ha decidido... - Habló Camila.
- Me gustaría decirte algo, pero no sé qué realmente... Lo siento
mucho Kaki, deseaba que las cosas entre ustedes mejoraran...
- Sí, lo sé... No tengo ni puta idea en qué terminará ésto... Ni siquiera quiero
imaginarlo, ¿Sabes? El simple hecho de que Cameron ya esté viviendo en dos lugares
a la vez me hace sentir culpable.
El silencio al otro lado de la línea le hizo sentirse incomoda. Por una
parte quería simplemente decirle a su hermana cuánto extrañaba a Lauren, pero por
otra ella misma se frenaba de dejar andar todas las emociones del momento.
- Cambiando de tema, ¿Qué tal la universidad? – Dijo la
arquitecta intentando sonar casual.
- Oh, ya sabes, lo normal... Me encanta y tal, sólo hay un
detalle...
- Sofi, ¿Qué ha pasado? No me asustes...
- Me he tatuado y no sé cómo decirle a mamá y papá. – Rió a lo
bajo.
Camila lanzó una leve carcajada mientras negaba con la cabeza al
imaginar la tierna cara de culpabilidad que debía tener su hermana menor.
- Vale, no será mucho... Al menos no has cogido sífilis o
gonorrea. – Respondió Camila.
- Oh, bueno...
- ¡¿Qué?! – Respondió casi gritando.
- Que es broma hermanita... - Rió Sofía.
...
Saludó cuadrándose frente a Mark Walker antes de entrar en aquel
pequeño salón de reunión. El hombre le dirigió una pequeña sonrisa mientras otro
grupo de soldados guardaba un impoluto silencio.
- Bueno, como podéis detallar estoy grato de anunciarles que la
soldado Jauregui vuelve a estar entre nuestras filas. La mayoría aquí ya le conocéis,
asi que espero que para Lauren ésto sea volver de la mejor manera. – Anunció el
sargento al grupo de soldados.
Sus ojos se toparon con las amplias sonrisas de los hermanos
Thompsons, Charles y Nataly le hicieron un silencioso gesto con la cabeza y Lauren
sonrió dejando de lado un poco los nervios de la situación.
Había imaginado mucho tiempo el día en que finalmente volviera a
vestir aquel uniforme y retomar sus actividades en el ejército, ella misma reconoció
sus ansias por volver al entrenamiento, las misiones e incluso la posibilidad de ser
llamada para combate.
- Ahora volved todos a vuestras actividades, tengan un buen
día.
Los soldados se despidieron cuadrándose para salir en silencio del
lugar, sin embargo Lauren pudo detallar el sonido de los murmullos una vez que éstos
habían cruzado la puerta.
Charles y Nataly se quedaron en el lugar esperando que el sargento
Walker se retirara y una vez que el hombre se despidiera en voz alta ambos
hermanos se acercaron para abrazar grupalmente a la ojiverde.
- ¡Enhorabuena Lauren! - Dijo Charles riendo.
- No sabes lo felices que estamos por tenerte devuelta. – Sonrió
Nataly mientras le dejaba un leve apretón en el hombro.
- Y yo de volver chicos... Más si es con vosotros. – Mencionó
Lauren.
- Podrías pasarte a cenar a casa uno de éstos días, ya sabes,
cotillear y reírnos de cómo Charles pronto comenzará a quedar calvo. – Dijo riendo a
lo bajo Nataly.
- ¡Éso no es cierto! – Murmuró Charles llevándose una mano al
cabello.
Los tres rieron mientras comenzaban a salir del lugar, Nataly seguía
insistiendo sobre juntarse a cenar durante los próximos días mientras Charles
interrumpía para hablar con devoción sobre su hija Lucy. Lauren les miraba sin
responder mucho.
- Por supuesto puedes ir con Camila y el pequeño Cameron. –
Apuntó Charles.
- Yo... Yo, bueno, chicos... La verdad es que Camila y yo nos
hemos divorciado. – Dijo finalmente Lauren.
El silencio cortó rápidamente la conversación, la sonrisa casi perfecta
de Nataly se transformó en una pequeña mueca y Charles miró rápidamente a todos
lados buscando una forma de no hacer incómodo el momento.
- Lo siento mucho Lauren, no teníamos idea... - Murmuró
Charles.
- Fue sólo hace unos días, aunque, Camila me lo pidió hace unos
meses... Y ya, hemos terminado. – Aclaró Lauren pasándose una mano por el rostro.
- Oh, lo siento... - Repitió la rubia.
- De todos modos puedes ir con Cameron a la cena. – Sonrió
levemente Charles.
- Claro... Gracias por la invitación. – Respondió Lauren.
Siguieron caminando por las instalaciones del ejército mientras
Charles cambiaba el asunto para contarle a Lauren sobre la última misión que habían
tenido cerca de Afganistán, la ojiverde escuchó con detalles mientras sus ojos volvían
a detallar la zona de entrenamiento que estaba al aire libre en el lugar. Había un
grupo de infantería dirigidos por otro de los sargentos y el pelotón de soldados que
escuchaban atentamente al sargento Walker.
- Por cierto, una de nuestras primas ha sido re destinada a la
unidad. – Anunció Nataly mientras comenzaba a buscar a alguien en el lugar.
Lauren dirigió sus ojos hacia donde sus amigos también buscaban
entre los soldados que hablaban con Walker, de un segundo a otro una chica que
llevaba también el uniforme y el cabello rubio con una coleta alta se giró sobre sus
pies y saludó con efusividad.
- Ahí está... ¡Dianna! – Llamó Nataly mientras la chica nueva se
acercaba luego de hacerle un gesto al sargento Walker quien afirmó con la cabeza.
La ojiverde detalló lo parecido de ambas chicas, sin embargo Dianna
era un poco más baja que Nataly. Una pequeña sonrisa estaba dibujada en el rostro
de la nueva soldado y Lauren pudo detallar la asombrosa mezcla entre verdes y miel
que coloreaban los ojos de la chica.
- Ella es nuestra prima, Dianna Agron, vivía con nuestros tíos en
Atlanta y llevaba algunos años en la división de allá, pero ahora le re destinaron aquí.
– Explicó emocionado Charles mientras Dianna le sonreía a la ojiverde.
- Lauren Jauregui, un gusto. – Saludó extendiéndole la mano a
la rubia.
- Un gusto, he oído de ti. – Sonrió Dianna ampliamente.
Elevó sus cejas con sorpresa para luego ver cómo Charles le dirigía
una sonrisa y un guiño... Vaya, Dianna era hermosa y se veía encantadora con
aquella sonrisa en el rostro. Lauren sonrió mientras sentía un leve rubor en las
mejillas.
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¡Y qué pasará ahora!
Sus pies golpeaban de forma nerviosa el piso del vagón del metro
aquella mañana, quizás dos tazas de café para desayunar habían sido un error.
Pasaron unos segundos hasta que sus ojos marrones detallaron que el vagón bajaba
de velocidad y llegaba al destino donde ella tendría que bajarse.
Mientras salía por la boca del metro y el frío le golpeaba en la cara se
preguntó si aquel día llovería. Sus pies se detuvieron abruptamente cuando se
encontró frente al edificio donde quedaba la consulta de la psicóloga con la cual se
había contactado para comenzar sus terapias. Su temblorosa mano apretó el botón
del doceavo piso en el elevador y luego se miró detenidamente en los espejos del
pequeño cubículo que iba subiendo.
Detalló el enmarcado de la puerta, Sara Mayer – Psicóloga clínica.
Respiró hondamente y golpeó dos veces con los nudillos. Tuvo que esperar unos
segundos antes de que una mujer de su misma estatura con cabellos rizados color
negro, pecas sobre las mejillas y unos ojos color almendra le abriera la puerta.
- Tú debes ser Camila. – Saludó la psicóloga.
- Hola... Sí, soy Camila, y usted debe ser Sara Mayer. –
Respondió tímidamente la arquitecta.
- Venga, adelante...
El ambiente de la consulta era agradable, las paredes estaban
pintadas con un leve color celeste, un par de cuadros de Picasso y dos grandes sofás
que se encaraban separados por una mesita baja que tenía un par de tazas de color
blanco.
- ¿Café? – Preguntó Sara.
- No, gracias. – Respondió rápidamente.
La psicóloga le hizo un gesto con la mano para que la arquitecta se
sentara en uno de los sofás el cual era más cómodo de lo que parecía. Pestañeó
nerviosamente cuando la mujer de rizos se sentó en el que estaba del otro lado con
una pequeña sonrisa.
- Bueno, ¿Cómo te sientes hoy, Camila?
Sintió cómo el estómago le daba un vuelco dentro de ella, la pregunta
parecía tan sencilla que le daba miedo... ¿Cómo se sentía?...
Abrió los parpados un poco mientras intentaba que su cerebro diera
finalmente la orden a sus labios y lengua para dejar escapar algún par de palabras.
- Bien... - Susurró casi imperceptiblemente.
- Camila, ¿Sabes que todo lo que digas aquí quedará entre
nosotras, no? – Dijo Sara elevando las cejas.
- Claro, claro... - Murmuró torpemente.
- Bueno... Quizás deba intentarlo de otra forma... ¿Por qué
estás aquí, Camila?
Jugó con el dobladillo de su camisa de forma nerviosa mientras Sara le
miraba con especial atención.
- Me he divorciado hace unas semanas y dentro de otras tendré
un juico con mi ex esposa para la custodia de nuestro hijo... - Dijo con un tono
neutro.
- ¿Cuánto años habéis estado juntas?
- Siete, pero de matrimonio sólo dos... Cameron tiene un año y
un mes.
La mujer le regaló una diminuta sonrisa. Camila respiró aliviada por
haber respondido la primera pregunta, le agradaba además que la psicóloga no
estuviera haciendo notas o algo por el estilo, realmente parecía una conversación
cotidiana.
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Gracias por leer, mañana seguimos con más.
Capítulo 30.
- ¿De dónde has sacado aquella ocurrente idea mi querido amigo? – Apuntó
Lauren nerviosamente tomando sus cosas para salir del salón.
- No ha dejado de mirarte en toda la clase...
- Ya lo sé... - Dijo interrumpiendo la ojiverde.
- ¡¿Lo sabías?! – Preguntó ofendido Cameron.
- No es la primera vez que lo hace, lleva algunas semanas
mirándome de aquella manera...
- ¿Y por qué no me lo has contado? ¡Soy tu mejor amigo!
- Porque no creo que le guste... Vamos, olvídalo, ¿Vale?
Cameron negó enérgicamente la cabeza mientras ambos caminaban
por los pasillos del instituto, Lauren le dirigió una mirada piadosa en el momento en
que Normani llegaba hasta los brazos del pelinegro.
- Oh amor, ¿Sabes que nuestra querida Lauren tiene a una
hermosa chica tímida babeando por ella? – Dijo divertidamente el chico.
- ¿Sí? – Sonrió Normani.
- Camila Cabello. – Repitió Cameron.
Normani hizo un gesto de sorpresa con el rostro para luego llevarse
una mano para tapar su boca mientras Lauren comenzaba a tomar un rubor en las
mejillas.
- ¡No es cierto! – Dijo inesperadamente la ojiverde.
- Oh, ¿Qué tiene de malo?, Camila es linda. – Señaló Cameron
con dedo.
- Y agradablemente divertida, el otro día he hablado con ella un
poco en la clase de química. – Apuntó Normani.
- Lleva semanas acosando a Lauren, pero sólo hoy le he pillado.
– Dijo triunfante Cameron.
- No me acosa, joder, ¿Estás tonto Cameron? – Respondió
Lauren llevándose una mano al rostro.
- ¿Por qué no nos has contado? – Preguntó Normani
acomodándose contra el hombro de su novio.
- Porque no hay nada que contar. – Sentenció Lauren
dirigiéndose a la cafetería.
El trío avanzó con las risas de Cameron y Normani mientras la ojiverde
esperaba no encontrarse con la morena que le miraba durante las clases.
La verdad era que si bien Lauren había notado que su compañera le
estaba dirigiendo miradas desde hacía varias semanas la misma ojiverde no sabía
cómo sentirse al respecto.
- Lauren Jauregui debes hacer algo al respecto. – Dijo Cameron
sujetándole de una de sus muñecas.
- ¿Mmm? – Hizo un sonido para hacerse la desentendida.
- Oh, paren ustedes dos... ¿Por qué simplemente no le hablas? –
Rodó los ojos Normani.
Si bien Lauren ya a sus dieciocho años sabía que se sentía atraída por
las chicas jamás había gustado completamente de una, menos se había enamorado...
¿Qué pasaría si ésta chica, Camila, no se sintiera atraída de la misma manera? Sería
totalmente vergonzoso. Además, cómo iniciaría una conversación con alguien tan
tímido como la chica de los lazos en el cabello.
- Porque es muy guapa, y... Y no sé qué decirle.- Dijo
nerviosamente rascándose una ceja.
Normani y Cameron hicieron un sonido intentando manifestar la
ternura que sentían al ver a una sonrojada y tímida Lauren, las risas se mantuvieron
hasta cuando la ojiverde fue abrazada por su mejor amigo.
...
- ¡Camila! – Llamó la atención una voz.
Se giró rápidamente sobre sus pies para percibir cómo Normani
Kordei, una chica que estaba con ella en la clase de química, se acercaba sonriendo
hasta su lado mientras entraban al salón.
- ¿Qué tal todo? – Saludó sonriendo la más alta.
- Oh... - Pestañeó rápidamente. – Bien, ¿Y tú?
Sonrió escondiendo su timidez. Nunca había sido una chica muy
sociable, a veces le frustraba, porque a pesar de tener un poco más de diecisiete años
no contaba con muchas amistades y le costaba mucho hacer nuevas... Se mordió los
labios nerviosamente al recordar que precisamente Normani era la novia del mejor
amigo de Lauren Jauregui.
Camila había descubierto su atracción por las chicas al cumplir los
doce años cuando sin haberlo pensado mucho había comenzado a mirar con un cariño
especial a una de sus amigas de su antigua escuela. Ahora luego de casi terminar la
adolescencia se sentía un poco frustrada de sólo haber besado a una persona en la
vida, su antigua amiga...
Cuando había descubierto a cierta ojiverde, en su poco entretenida
clase de física, algo dentro de ella hacía que con sólo mirarla a lo lejos sus mejillas
tomaran un violento rubor y su mente comenzara a imaginar escenas dignas de la
mejor película romántica que Hollywood pudiera filmar. Ella lo asociaba a las
hormonas, a la falta de experiencia y a la cautivadora risa que tenía su compañera de
salón.
- Bien... Por cierto, ¿Podrías ayudarme con los apuntes de la
clase de la semana pasada? – Murmuró Normani sentándose a su lado.
- Claro, no hay problema, te los pasaré cuando terminemos
ésta. – Sonrió sinceramente.
Los minutos pasaron y luego de una ligera clase química Camila
ordenó sus apuntes y se los pasó a Normani la cual se despidió con un rápido abrazo
y un hasta luego. Una tímida sonrisa se quedó en su rostro frente a la posibilidad de
haber descubierto una nueva amiga en aquella alta chica de piel morena.
Aún con la sonrisa en el rostro sus pies fueron caminando a través del
desierto pasillo en el instituto en aquellas horas, sólo quedaban los alumnos que
tenían prácticas en sus respectivos equipos deportivos o los que estaban en algún
curso extra, ella aquel día no debía ir al grupo de artes.
Sus ojos detallaron con curiosidad el balón de basketball que estaba
cerca de una de las puertas de salida del instituto, confundida lo tomó entre las
manos girando la cabeza intentando buscar el dueño de aquel objeto. Mayor fue su
sorpresa cuando Lauren Jauregui llegó corriendo y sudando al lugar con el uniforme
del equipo femenino de basketball del instituto.
- ¡Ey! – Dijo sorpresivamente la ojiverde.
Pestañeó nerviosamente extendiéndole rápidamente el balón para casi
salir corriendo del lugar, sin embargo la más alta no lo tomó y en cambio le regaló
una amplia sonrisa.
- Gracias, estaba buscando ésto. – Señaló el esférico de color
naranjo.
- Yo... - Murmuró casi imperceptiblemente.
- ¿Camila? – Preguntó rápidamente la más alta.
- ¿Sí? – Respondió ladeando un poco la cabeza.
- ¿Es tu nombre no?, ¿Camila? – Volvió a decir divertida Lauren.
- Sí... Y tú eres Lauren, ¿No? – Se ruborizó frente a lo tonto
que había sonado aquello.
Lauren le dirigió otra amplia sonrisa mientras se rascaba nerviosa una
ceja para finalmente tomar el balón entre las manos.
- Me gustan tus converse. – Dijo rápidamente Lauren.
- Oh. – Dejó escapar de sus labios aquel sonido.
- Tengo las mismas, pero en negro. – Apuntó la ojiverde
mientras movía nerviosamente el balón entre sus manos.
- Yo...
- Eh... Bueno, hasta ahora... - Se despidió repentinamente la
más alta.
El contacto visual se acabó cuando Lauren se giró sobre sus pies y
comenzó a caminar en la dirección contrario. Dejó escapar un fuerte suspiro cuando
la ojiverde se devolvió hasta su lado de forma tan rápida que no podían haber sido ni
siquiera un par de segundos.
- ¿Te gusta el helado de vainilla? – Preguntó la más alta.
- No. – Negó rápidamente con la cabeza. – Es que soy más del
de chocolate.
- Bueno... ¿Te parece si mañana luego del instituto vamos a por
un poco de helado? – Dijo la ojiverde.
- Oh... - Se quedó en silencio.
Lauren frunció el ceño mientras Camila pestañeó rápidamente.
- Yo... Perdona, he pesado que tú... Bueno, ya sabes... -
Entrecerró los párpados.
- ¿Puedo pedir el mío doble? – Sonrió tímidamente.
- Claro. – Respondió riendo Lauren.
Ninguna de las dos sabía lo que la vida les esperaba, lo que el tiempo
les tenía guardado y cómo el destino les pondría pruebas para ver hasta dónde
llegaría el amor que comenzarían a tener.
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Con éste cap llegamos a la mitad de la historia... Y como siempre,
muchas gracias por comentar, votar y/o comentar :)
Capítulo 31.
***
Se llevó una mano al rostro demostrando su frustración bajo la atenta mirada de Sara
la cual hizo una pequeña mueca frente al arrebato de Camila, sin embargo el silencio
continuó en la habitación.
- Claramente mis sentimientos son un caos, hay algo en mí que
no logro manejar... Tengo éste sentimiento de rabia contra mi ex esposa, un
sentimiento de culpabilidad contra mí y una frustración con respecto a todo lo que ha
pasado con mi hijo y matrimonio debido a algo que yo no elegí...
El suspiro que salió desde su garganta hizo que la respiración se le
cortara... Había intentado concretar en palabras todo lo que últimamente pasaba por
su mente y corazón. Camila entendió por primera vez cómo realmente algo pasaba
con ella, sin embargo sin la ayuda de la mujer que estaba enfrente de ella no sería
capaz de dilucidar y enfrentar todo aquello.
...
- ¿Y Cameron? - Dijo confundida Nataly al abrir la puerta de la
casa.
- Camila se quedará con él por éste fin de semana, prometo
para la próxima traerle. – Sonrió levemente.
- Entiendo. – Murmuró la rubia saludándola y ambas entrando a
la casa.
Una pequeña rubia sin timidez se abrazó a sus piernas mientras le
sonreía.
- ¿Hola? – Saludó la pequeña.
- Ey, ¿Tú eres Lucy?
Los mechones color rubio se agitaron de forma afirmativa haciendo
sonreír a Lauren. A la ojiverde siempre le había agradado la compañía de los niños
pequeños, le gustaba la impresionante sinceridad de ellos, los juegos, las risas, la
forma natural en que demostraban amor y pasar horas enseñándole cosas. Era por
eso que siempre había deseado tener hijos, ya luego cuando había conocido a Camila
su deseo se había llegado a concretar aún más.
- ¿Y tú cómo te llamas? – Dijo curiosa tirando más el pantalón
de la ojiverde.
- Lauren.
- Tu nombre es bonito. – Sonrió.
- Y no sólo su nombre. – Resonó una voz a sus espaldas.
Se giró sobre sus pies cuidando que Lucy no cayera debido al fuerte
agarre que le pequeña tenía. Claro que sabía quién habría mencionado aquello, sonrió
levemente al detallar cómo Dianna le regalaba una perfecta sonrisa con ésos labios de
color rojo y un sencillo vestido color negro.
- Buenas noches Lauren. – Saludó correctamente.
- Hola Dianna. – Rió sintiéndose nerviosa.
Lucy dejó escapar una carcajada al verse descubierta por su padre
quien se acercó hasta la ojiverde y le saludó con un abrazo y luego miró divertido la
escena.
- La cena está lista, Carol está ansiosa de verte. – Anunció
Charles refiriéndose a su esposa.
Afirmó tímidamente con la cabeza mientras se dirigía a la cocina
donde se encontró con la amada de su amigo, ésta rio al verla y se lanzó a sus
brazos.
- Mírate, sigues tan guapa como siempre. – Apuntó la mujer.
- Oh, no querrás que Charles se ponga celoso. – Murmuró
Lauren.
- Yo creo que la se pondría celosa sería otra. – Insinuó Charles
sonriendo mientras Dianna entraba al lugar.
Carol dirigió una mirada de odio hacia su esposo el cual se mordió la
lengua bajo la incómoda mirada de Lauren.
- Tú y yo ya hablaremos luego, me hubiera encantado conocer a
tu hijo. – Murmuró la mujer a su oído.
Esforzó una sonrisa dejando al descubierto lo incómoda que se sentía,
era obvio que Carol quería hablar sobre Camila. Si bien la esposa de su amigo y la
arquitecta habían compartido una pequeña amistad que se eclipsaba por la casi
exclusiva amistad que su ex esposa mantenía con Normani por aquel tiempo Carol
siempre había sido muy atenta y cariñosa con Camila. No dudaba que Charles ya le
habría puesto al tanto a la mujer, y ella misma acababa de confirmárselo al
presentarse de forma solitaria a la cena.
- ¿Y tu pequeño? – Murmuro Dianna mientras le pasaba un
botellín de cerveza a Lauren.
- No bebo alcohol. – Dijo.
- Oh, disculpa.
- Es... Es por mi riñón. – Habló intentando no reír en el intento.
– Suena raro si lo digo así... Bueno, mi médico me ha prohibido beber para mantener
bien el único riñón que me queda.
- Entiendo...
- Y Cameron está con Camila, mi ex esposa...
La rubia sonrió levemente bajo la atenta mirada de los ojos
esmeraldas que detallaron lo expuesto que quedaba el cuello de la soldado bajo aquel
vestido negro.
- Me hubiera encantado conocerlo.
- Quizás para la próxima. – Dijo rápidamente.
¿La próxima? Se sorprendió de sus propias palabras mientras se
pasaba una mano por la nuca intentando disuadir sus pensamientos.
- ¿Sabes? No conozco mucho la ciudad... Estaba pensando, que
quizás puedas darme un pequeño paseo para conocer algunos lugares... - Anunció la
rubia mientras dejaba una de sus manos sobre el hombro derecho de Lauren.
- Sí... Supongo... - Tartamudeó.
- Eres encantadora. – Susurró la rubia cerca de su oído.
Su cuerpo se tensó en respuesta, sus parpados se abrieron más de la
cuenta cuando Dianna volvió a dirigirle una letal sonrisa con aquellos labios de color
rojo.
- Lauren...
- ¿Mm?
- No te enojes pero...
- ¿Pero?
La respuesta vino directa desde los labios de la rubia, pero en una
forma en que los suyos con los de Lauren quedaron juntos en un beso.
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Bueno, nos vemos el próx cap que será el 08/agosto, ahora me voy de
viaje... Saludos y gracias a todos por leer, comentar y votar, lo aprecio realmente.
Capítulo 32.
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He vuelto. Gracias por leer! Y paciencia, sé que quieren más Camren,
créanme que se los daré.
Capítulo 33.
- Todo fue bien, hasta que cuando estaba en el quinto mes mi ex esposa fue
llamada a combate...
- ¿Y qué pasó ahí?
- Bueno... Le pedí a Lauren que no se fuera... Que se negara.
- ¿Por qué?
- Porque no podía quedarme sola... Estaba embarazada,
necesitaba de ella... Yo...
- ¿No se sentía capaz de quedarse sola?
- ¡Claro que no! Ella era mi esposa, me prometió quedarse a mi
lado, ¡íbamos a tener un hijo!
El hombre afirmó levemente con la cabeza mientras se pasaba una
mano por una de sus afeitadas mejillas.
- ¿Qué pasó luego?
- Ella y su mejor amigo fueron atacados en combate, él falleció
en el lugar y Lauren volvió en coma y casi muriendo... - Apretó la mandíbula haciendo
sonar los dientes.
- ¿Cuánto tenía de embarazo?
- Siete meses.
- ¿Cuánto tiempo estuvo en coma la soldado Jauregui?
- Un poco más que dos semanas... Para aquel entonces yo ya
había tenido un parto prematuro y nuestro hijo Cameron estaba en ventilación
mecánica por una complicación respiratoria. – Dijo amargamente.
- ¿Se culpa Srita. Cabello?
La pregunta le sorprendió más de lo necesario, aquel hombre podía de
algún modo interpretarla mucho más de lo que imaginaba, y por un momento se
sintió incómodamente descubierta.
- Sí... - Respondió automáticamente.
- ¿Culpa a Lauren?
- Sí... - Murmuró cerrando fuertemente los parpados.
- ¿Siente que usted está bien para cuidar de su hijo? – Preguntó
finalmente el hombre.
Se quedó en silencio sintiendo cómo el corazón le golpeaba desbocado
en el pecho y el hombre entrecerró los parpados inspeccionando los rasgos de su
rostro.
- Sí... - Murmuró.
...
Lauren se encontraba realizando papeleo administrativo durante
aquella tarde, no era precisamente una de sus tareas predilectas pero pensando que
próximamente no se iría de misión o a combate el sargento Walker le había dejado a
cargo sobre algunos asuntos que se debían solucionar en la oficina de la división.
Se llevó a los labios la taza de color blanco que tenía en letras negras
U.S. Army al mismo momento en que movía sus pies de forma nerviosa pensando en
que sólo faltaba una semana para el juicio de la custodia de Cameron, el tiempo había
pasado más rápido de lo que le gustaría.
Alguien llamó a la puerta y luego de un rápido "Adelante" Dinah
Hansen entró como un tornado en el lugar dejando a Lauren sorprendida.
- Ey Dinah, hola. – Saludó aún asombrada.
- Lauren, por Dios, ¿Sabes que a Camila la ha evaluado un
psicólogo que al parecer es un maldito homofóbico? – Alzó el tono la ingeniera.
- ¿Perdona? – Dijo sin entender.
- El psicólogo que le ha hecho el informe para el juicio... Camila
me ha contado que estuvo durante minutos interrogándola y que al parecer el
hombre no es muy amigo de las relaciones homosexuales por ser "no normales".
Se pasó una mano por el cabello haciendo una mueca intentando imaginar la escena
que la amiga de su ex esposa le contaba. Se sintió culpable por haberle hecho pasar
un mal momento a Camila, pero nunca imaginó que el psicólogo que haría la
evaluación sería alguien así.
- Disculpa Dinah, entiendo que quieras contarme ésto pero...
¿Camila te ha pedido que vinieras o...? – No terminó la idea.
- Lauren, tú mejor que nadie sabe que Camila nunca ha dejado
que yo te hable de las cosas que ella discute conmigo... Sin embargo, ella estaba
furiosa, nunca imaginé que alguien pudiera sacarla de sus casillas con sólo un par de
palabras y minutos del día.
Lauren conocía perfectamente a Camila, sabía que a la arquitecta le
molestaba especialmente aquellas personas que juzgaban la relación que tenían
ambas, le sabía amargo que justamente la persona encargada de hacer algo tan
importante durante el juicio de la custodia fuera alguien que había incomodado a su
ex mujer.
- Pues no sé qué decirte Dinah. – Dijo la ojiverde.
- Que estás malditamente ciega Lauren... ¿No te das cuenta de
cómo estás dañando con esto a Camila?
- Pues ella...
- ¿Ella qué Lauren? ¿Vas a seguir con el resentimiento?... Joder,
sí, sé que ella te ha pedido el divorcio, sé que ella se ha llevado a Cameron sin
avisar... Pero, ¿Por qué le estás pagando con la misma moneda? ¿Para qué castigarla
así?... Estamos hablando de vuestro hijo... No le puedes quitar algo así...
Lauren soltó un sollozo mientras se quedaba cabizbaja... Las palabras
de Dinah se impregnaban en su cerebro, sin saber qué pensar, sin saber qué sentir...
¿Sin querer abrir los ojos?
La ingeniera se acercó lentamente hasta la soldado para dejarle un
pequeño cariño en la mejilla.
- Te he extrañado, ¿Lo sabes? – Murmuró Dinah.
- Y yo a ti también. – Sonrió con nostalgia limpiándose las
lágrimas.
- No puedo creer que haya gastado una enorme cantidad de
dinero en el vestido que usé para vuestra boda, vestido que luego se estropeó por la
lluvia y que además ahora sea un vestido que usé en una boda que terminó en
divorcio... - Hizo una mueca divertida.
Una risa a lo bajo escapó de su boca mientras abrazaba levemente a
la chica curvilínea. Negó con la cabeza varias veces recordando pequeños momentos
de aquel maravilloso día.
- Voy a testificar por Camila. – Anunció la ingeniera.
Sus ojos esmeraldas detallaron el preocupado rostro de Dinah
mientras ella misma se cruzaba de brazos.
- Lo entiendo... Lo hago realmente Dinah. – Murmuró.
- Aún no me puedo creer que esté pasando ésto...
Se mordió los labios fuertemente para no dejar escapar todos sus
pensamientos ni sentimientos pero miró detenidamente a los ojos de la chica.
- Me alegro que Camila te tenga... Ya sabes que ella nunca ha
sido una persona de muchas amistades... - Dijo Lauren.
- Tú no deberías dejarla ir...
- No es tan fácil, ella misma ha sido quien...
- ¿Por qué has dejado de luchar? Si tienes que darte contra una
pared una vez, dos veces, joder que sean diez, cien veces Lauren... Ella sigue
amándote.
- Eso lo sé. – Dijo rápidamente y con confianza.
- ¿Entonces?
- Camila ha estado castigándome durante meses, lo único que
faltaba lo hizo cuando se llevó a Cameron sin avisar...
- ¡Ni que se hubiera escapado con él a otro país Lauren!
- Dinah...
- No, Lauren, joder, tienes que abrir un poco los ojos... La dos
habéis sufrido, las dos habéis errado, y lo que más me duele es que juntas tienen un
pequeño el cual va a sufrir las consecuencias de vuestros actos.
Cerró los parpados fuertemente, intentando no volver a llorar
nuevamente... Se le partía el corazón al pensar que su hijo pudiera salir dañado.
- ¿Estás saliendo con ésa chica rubia? – Apuntó la ingeniera
mientras caminaba por la oficina.
- ¿Quién? – Dijo descolocada. – Oh... ¿Qué te ha dicho Camila?
- ¿La chica rubia que es tan guapa que parece salida de revista?
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Gracias por leer.
Capítulo 34.
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Gracias por leer! Los próximos caps serán el domingo y lunes. Nos
vemos.
Capítulo 35.
*ADVERTENCIA: Vuelvo a recordar que ésto es una historia, por ende, todo
comentario o criterio reflejado en los personajes es mera ficción, una vez ésto
aclarado, aquí el capítulo.
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Capítulo 36.
*ADVERTENCIA: Vuelvo a recordar que ésto es una historia, por ende, todo
comentario o criterio reflejado en los personajes es mera ficción, una vez aclarado
ésto, aquí el capítulo.
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Sus ojos marrones siguieron las acciones del psicólogo Wilson cuando
éste se levantó desde su lugar y se acomodó las gafas ópticas para comenzar a leer.
- El día 3 de agosto del presente año se realiza la evaluación
psicológica de la Srita. Karla Camila Cabello Estrabao, la cual frente a una serie de
preguntas dirigidas y apreciación profesional como psicólogo clínico llego a las
siguientes conclusiones diagnósticas...
El silencio se mantuvo en lugar haciendo que incluso las milésimas de
segundos se hicieran eternas. Camila buscó con la mirada el rostro de Lauren el cual
se veía tenso y evitando hacer contacto visual, la ex soldado se miraba las manos y la
arquitecta suspiró fuertemente.
- Frente a lo expresado por la Srita. Cabello tanto verbal como
corporalmente, analizando la situación, los eventos ocurridos y la decisión final sobre
éste juicio, como psicólogo clínico y basado en mi apreciación profesional, no
viéndose influenciada por nada y nadie finalmente doy la siguiente evaluación
psicológica.
El corazón de Camila arremetió descontrolado contra su pecho
mientras la boca se le secaba, giró rápidamente su rostro hacia la jueza la cual
observaba con cuidado al psicólogo quien había enarcado sus cejas canas.
- La Srita. Cabello podría estar cursando una depresión, quizás
una del tipo post parto, por lo cual, dentro de mis facultades clínicas el informe me
permite constatar que el menor Cameron Cabello-Jauregui se vería posiblemente
afectado por el estado actual de una de sus madres, es por ello en base a lo anterior
dicho el siguiente documento escrito y formalizado se puede tomar como una fiel
prueba a favor de la Srita. Jauregui...
- ¡Ésa evaluación fue forzosa! – Interrumpió Rebecca Neer
levantándose de su asiento.
- Licenciada Neer. – Llamó la atención la jueza.
- El Sr. Wilson lo único que hizo fue hostigar a la Srita. Cabello
durante toda la evaluación... Le llamó de "no normal" por tener una relación con otra
mujer...
- Licenciada Neer... - Repitió la jueza.
- No puede tomar realmente enserio una opinión que se basa
en...
- Suficiente. – Golpeó el mallete un par de veces.
Depresión post parto... Se vería posiblemente afectado por el estado
actual de una de sus madres... Palabras que se repitieron como ecos en la mente de
Camila.
- Gracias Sr. Wilson. – Finalizó la jueza.
Su mente estaba tan confundida que ni siquiera notó las lágrimas que
rodaban por su mejillas, ¿Cómo era posible que le anunciaron algo así en un
momento como aquel? Camila sabía, muy en el fondo, que algo pasaba con ella, lo
había logrado identificar en aquella sesión con su psicóloga, sin embargo, escucharlo
concretamente desde alguien quien le había evaluado de forma puntual le parecía
algo estremecedor.
...
"Algo pasa con Camila"... Lauren giró rápidamente su rostro al ver
cómo su ex esposa se levantaba rápidamente en el lugar, llamando la atención de
todos, especialmente la jueza la cuál levantó su mallete casi de forma automática.
- ¡No puede creerle a un hombre que sólo me evaluó durante
unas horas! ¿Usted saber que él es un estúpido homofóbico? – Dijo desesperada la
arquitecta.
Sería imposible describir con palabras lo que ella estaba sintiendo en aquellos
momentos, se sentía tan destrozada, perdida y vacía que le parecía irreal despertar
cada día y saber que su pequeño no estaría junto a ella.
Sin embargo, quizás hoy sería el día en que ella decidiera cambiar las
cosas.
...
- Hija... - Sonó al otro lado de la línea.
- Dime mamá, ¿Pasó algo? – Dijo asustada mientras salía a
paso rápido desde los vestuarios luego de despedirse rápidamente de Dianna y
Nataly.
- Cameron no quiere comer, lleva todo el día muy inquieto.
- Qué raro... Matthew me ha dicho que ya no debe tomar más
medicamentos y debería andar todo bien. – Murmuró confundida Lauren.
- Pues lleva llorando un par de minutos y con tu padre ya no
sabes qué hacer...
Pasó una mano de sus manos por su rostro mientras con
preocupación sacaba las llaves de la camioneta desde el bolsillo de su abrigo negro de
la U.S. Army.
- Pediré permiso y estaré allí en unos minutos... - Dijo ofuscada.
Luego de unos minutos, y cuando ya se encontraba camino a la casa
de sus padres, Lauren recordó que en los últimos días Cameron se había comportado
de forma inquieta, especialmente a la hora del baño y la de dormir. Su hijo nunca se
había comportado de aquella manera, incluso solía ser muy tranquilo y obediente con
sus abuelos.
Un fuerte suspiro salió de su boca cuando se bajó de la camioneta
encaminándose hasta la puerta de la casa de sus padres, ahí se encontraba Clara con
una mueca en el rostro.
- ¿Qué ha pasado? – Dijo preocupada entrando a la casa.
- Se pone a llorar de la nada, no ha querido comer y sólo se
queda jugando con el peluche de elefante...
Apretó la mandíbula al recordar cómo aquel juguete aún tenía el olor
del perfume de su ex esposa y parecía que Cameron lo reconocía totalmente ya que
el pequeño cada noche lo abrazaba para dormir.
- He pedido la tarde libre, me lo llevaré a casa... Gracias por
cuidar de él. – Le sonrió levemente a su madre.
- Lauren tú sabes que... Quizás deberías dejar que Camila...
- No. – Cortó la frase.
- Camila es su madre, tanto como tú lo eres. – Dijo enfadada
Clara.
Sus ojos esmeraldas se detuvieron en el rostro de su madre la cual le
miraba con el ceño fruncido haciéndole recordar cómo cuando era una pequeña su
madre le reprendía.
- Se me rompe el corazón al saber que Cameron extraña a su
madre... Y se me rompe el corazón al saber lo que estás haciendo con Camila.
- Yo no estoy haciendo nada con ella...
- ¡Sí lo haces! No le has dejado ver a vuestro hijo en dos
semanas...
- Eso no lo he decido yo.
- ¡Basta Lauren!
Pudo sentir cómo su rostro se ruborizaba rápidamente frente al grito
de su madre, e intentó apartar el rostro para no verse descubierta.
- Él es pequeño, pero no tanto como para no darse cuenta que
Camila no está a su lado... No le hagas ésto.
Tragó con fuerza mientras seguía mirando un punto fijo en la pared
intentando interpretar de buena manera las palabras de su madre.
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Gracias por leer, votar y/o comentar!!
Capítulo 38.
- Creo que sería bueno que intentaras que ella pueda tener una conversación
contigo. – Apuntó Sara.
- Sí... - Dijo a lo bajo.
...
Los espasmos de dolores en su costado izquierdo se confundían con
sus pensamientos sobre la música del local de tatuajes donde ahora se encontraba.
Sus ojos detallaron los brazos de Arthur, un ex compañero del instituto que ahora se
dedicaba al arte del diseño con tinta. A Lauren le causaban curiosidad cada uno de
todos los tatuajes que el chico tenía en los brazos.
- Sé que te está doliendo, pero créeme, pronto acabaremos. –
Apuntó el tatuador dejando que la soldado respirara hondamente.
Sonrió levemente mientras removía sus pies de forma nerviosa.
Estaba ansiosa por ver el resultado y por fin dejar ocultas aquellas cicatrices que le
recordaban todos los días lo que había ocurrido en Irak. Quizás con ésto aquel
capítulo de su vida podría cerrarse finalmente, o al menos que al mirarse al espejo el
recuerdo no fuera tan latente.
- ¿Qué pasó con tu novia de instituto? – Preguntó Arthur.
- Pues nos casamos y tuvimos un hijo... Pero nos hemos
divorciado hace casi ya dos meses... - Murmuró.
- Oh, lo siento... Supongo que ya no somos los críos del
instituto. – Rió a lo bajo.
Un sentimiento de nostalgia se instaló en ella mientras se mordía los
labios intentando no vocalizar ningún sonido que su boca quería dejar escapar por el
dolor que estaba sintiendo.
- Te duele ahí porque estoy cerca de tus costillas. – Aclaró el
tatuador.
- Entiendo...
Luego de unos minutos más en silencio el sonido de la máquina de
tatuaje dejó de zumbar contra su piel y la soldado sonrió entre alivio y alegría.
Cuando sus pies le dejaron de espalda contra el espejo y Arthur le pasó otro espejo
para tener entre sus manos logró ver en el reflejo del otro espejo el tatuaje que tenía
en su costado izquierdo.
- Wow. – Vocalizó al sentirse sin aliento.
Justo en donde se encontraban sus cicatrices un tatuaje de números
romanos cubrían la piel. El primer trazado era la fecha en que su mejor amigo había
fallecido y el segundo trazado la fecha de nacimiento de su hijo Cameron.
- Gracias Arthur. – Dijo emocionada.
El chico le ayudó a cubrirse con el vendaje y le dejó las indicaciones
para cuidar del tatuaje. Se despidieron con un corto abrazo y Lauren salió del lugar
dejando que su rostro chocara contra el gélido viento de la ciudad.
Luego de pasar a buscar a Cameron a la casa de sus padres el camino
fue tranquilo, por el retrovisor podía observar cómo el ojiverde iba dormitando en la
silla. Su madre nuevamente le había mencionado que el pequeño se había
comportado de mala manera. Suspiró fuertemente cuando al entrar a casa con su
pequeño en brazos observó lo solitario del lugar.
Dejó a su hijo en la cama matrimonial y se detuvo a observarlo. En los
últimos días el pequeño había estado despertando en mitad de la noche llorando
haciendo que la soldado tuviera que ir hasta la cuna y hacerlo dormir junta ella en la
gran cama, Lauren se pasaba minutos acunándolo hasta dormir, luego durante la
noche el ojiverde se pegaba casi inconscientemente a su cuerpo mientras ella
disfrutaba del calor del pequeño cuerpo de su hijo.
...
Los segundos de espera se le hicieron interminables hasta que una
confundida Lauren abría la puerta de la casa. La soldado iba de chándal y una
sudadera de color azul oscuro, la cual Camila reconoció como un antiguo regalo de
navidad cuando aún no se habían casado.
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Gracias como siempre.
Capítulo 39.
...
- ¿Y si tiene a otra chica? – Dijo abrumada Camila.
- ¿Estás loca? Lauren jamás podría mirar a otra mujer que no
fueras tú... La tienes loca desde que tú aún no salías de la pubertad. – Murmuró
Normani mirando a su amiga por sobre el borde del vaso de cartón de donde bebía su
Cappuccino.
- Es sólo que ha estado rara éstos días, inquieta... No lo sé.
- Mila, Cameron y ella han vuelto hace poco de aquella misión
en Sudáfrica, quizás aún está nervioso por todo eso o no lo sé... - Intentó calmar a
Camila.
- Sí... Será eso...
La estudiante en práctica de arquitectura se removió en el cómodo
sofá que había en aquella cafetería cerca de la facultad. Agradecía que Normani
siguiera a su lado luego de tantos años, al final y al cabo la morena parecía ser la
única que entendía todos los miedos e inseguridades que vivía Camila cada vez que
Lauren se iba de misión o a combate con la U.S. Army. Por supuesto que la entendía,
Normani vivía lo mismo cada vez que Cameron era llamado a enlistarse. Cuando
ambos jóvenes soldados se iban ella no sólo quedaba preocupada por su novia, sino
que también por Cameron quien se había vuelto en un pilar fundamental en su vida.
- Estoy exhausta. – Murmuró de mala gana Camila mientras
intentaba estirar los músculos de su espalda.
- ¿Qué tal con tu proyecto final? No puedo creer que dentro de
unos meses ya serás una arquitecta. – Dijo sonriendo.
- No dormí en toda la noche para afinar los detalles... Pero todo
saldrá bien... Y yo tampoco me lo puedo creer. – Rió a lo bajo.
Volvió a removerse en el sofá mientras Normani le prestaba atención a
su móvil, Camila supuso que hablaría con Cameron ya que la morena no borraba una
amplia sonrisa de su rostro. A la vez que sentía cómo su cuerpo de adormecía logró
percibir a una pareja que entraba en la cafetería, ambos se veían felices y la futura
arquitecta sonrió al saber que ella tenía la suerte de haber encontrado a Lauren, la
suerte de que la chica que la tenía loca durante el instituto le había pedido salir en
una cita y luego ser novias, la suerte de dormir abrazada a su cuerpo, la suerte de
sacarle fotos cuando la ojiverde se dormía frente al televisor luego de ver partidos de
basketball... La suerte de tener al amor de su vida justo a su lado, cada día, y con
miles de planes futuros.
- Normani, creo que me gusta Lauren... - Dijo divertidamente
Camila.
La chica de piel morena rodó los ojos mientras negaba la cabeza
riendo, ella también rio mientras comenzaba a rebuscar su bolso llamando la atención
de su amiga.
- Me voy guapa, Lauren y yo necesitamos una buena dosis de
sexo... - Le sacó la lengua y se despidió con dos besos en las mejillas.
- No te olvides de los preservativos. – Picó ofendida.
- Idiota.
Cuando iba saliendo del campus a la distancia pudo reconocer la
camioneta del padre de su novia, Lauren solía usarla cada vez que estaba en la
ciudad. Sonrió frente a lo sorpresivo de ver a la soldado allí, llevaba su uniforme de
entrenamiento y cuando sus cuerpos se encontraron la más alta rodeó sus brazos en
la cintura de Camila.
- ¿Y ésta sorpresa? – Dijo divertida.
- ¿No puedo venir a buscar a mi novia? – Entrecerró los
párpados.
- ¿Cómo sabías que ya me iba?
- Oh, un pajarito me lo ha dicho. – Rió
Camila negó riendo entre los brazos de su novia, entonces entendió
que Normani sería quién le había avisado a Lauren que ella ya estaba por salir del
campus.
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Gracias por leer!
Capítulo 40.
Lauren se dejó caer estrepitosamente sobre el sofá que había en el salón de descanso
de las instalaciones de la U.S. Army. Aquel día miércoles el sargento Walker había
estado especialmente exigente durante el entrenamiento, y a ella todavía le
molestaba un poco su costado izquierdo por el tatuaje. Sin embargo había logrado
realizar casi todas las tareas físicas, lo cual le hacía sonreír con su rostro aún
ruborizado por el esfuerzo realizado por su cuerpo.
- Sigo esperando que me enseñes tu tatuaje. – Murmuró Dianna
poniéndose de pie frente a ella.
- Oh... Tengo una foto en el móvil. – Apuntó la ojiverde
rebuscando en sus bolsillos.
- Preferiría verlo de forma directa. – Le guiñó un ojo.
Agradeció mentalmente tener su rostro lo suficiente ruborizado para
que la rubia no notara que aquel comentario le había incomodado.
- Oh... - Frunció el ceño en respuesta.
Dianna se acomodó a su lado mientras le pasaba una lata botella de
agua y ella abría una botella de zumo de piña. La ojiverde le regaló una tímida
sonrisa en agradecimiento y ambas se quedaron en silencio durante unos segundos.
- ¿Sabes? Aún no me has enseñado la ciudad. – Rompió el
silencio la rubia.
- No soy muy buen guía turístico. – Rió a lo bajo.
- ¿Qué tal una cena y luego nos vamos a bailar? – Sonrió
Dianna.
- Yo... - Sonó insegura.
- Oh vamos Lauren, ¿Hace cuánto que no sales a divertirte?
Pestañeó pesadamente al intentar recordar la última vez que había
salido en plan de diversión, desde que había vuelto de Irak claramente no se habían
repetido aquellas noches en las que solía salir con Camila por la ciudad, las cenas, las
copas, las largas caminatas nocturnas, los bailes improvisados en el parque de la
ciudad. Lo extrañaba, y no podía creer que a sus 25 años hubiera dejado de darse
aquellos tiempos para disfrutar lo fugaz de la juventud.
- Me gusta el sushi, ¿Y a ti? – Dijo de la nada la ojiverde.
- A mí también... ¿Sushi y baile? – Apuntó feliz Dianna.
- Perfecto. – Sonrió.
- ¿Viernes?
- Bueno... ¿Te paso a buscar?
- Por favor. – Rió a lo bajo la rubia.
Lauren se mantuvo observando la mezcla de colores de Dianna que
cambiaban con los días, o al menos así lo había detallado últimamente. Se pasó una
mano por los cabellos al ver que sí había reparado inconscientemente en observar los
ojos de la chica durante aquellos días. Luego de que ambas del beso en la casa de los
hermanos Thompson la ojiverde había notado que la rubia seguía interesada en salir
con ella... No como amigas claramente, algo así como... Una cita.
- Será una cita Lauren, espero y me lleves al mejor sushi de la
ciudad. – Le sonrió perfectamente Dianna mientras se levantaba para abandonar el
lugar.
...
El característico sonido de la llamada entrante por Skype hizo que
Camila diera un respingo en el asiento del escritorio de su oficina. A pesar de que ya
se había ocultado el sol y pocas personas quedaban en el edificio la arquitecta aún
seguía trabajando. Se acomodó y aceptó la llamada.
- Ey, ¿Aún en el trabajo? – Dijo confundida la voz al otro lado de
la pantalla.
- Sí, no me he dado cuenta de lo rápido que pasó la hora. –
Aclaró la arquitecta pasándose una mano por el cabello.
- Me alegra que estemos más en contacto.
- Y a mí también Mani. – Sonrió
Luego de haber decidido que volvería a luchar por Lauren y por
Cameron, la arquitecta se había puesto como propósito volver a reconstruir todas las
piezas perdidas de su vida luego de lo que había pasado con su ex esposa en Irak, y
recuperar su amistad con quien había sido su mejor amiga por años cabía dentro del
plan de Camila.
- Lauren me ha dicho que puedo quedarme con Cameron
durante el fin de semana. – Dijo sonriendo ampliamente.
- ¿¡En serio!? – Chilló sorprendida Normani.
- Sí... Lo único que deseo es que sea viernes luego.
- Ya me lo imagino... Quiero fotos de mi futuro ahijado,
¿Muchas? ¿Vale?
- Claro, te dejaré varias. – Rió a lo bajo.
- ¿Y tú y Lauren? – Preguntó curiosa.
- ¿Lauren y yo?
- Ya sabes... Vosotras... En plan pareja...
- Oh... - Murmuró.
- Chica, vosotras podéis tener otra oportunidad...
- ¿Tú crees?
- ¿Sigues mirando a Lauren con aquella cara de adolescente
perdidamente enamorada como cuando íbamos en el instituto?
- Sí... Supongo. – Rió ruborizándose.
- Pues seguramente Lauren te sigue sonriendo como cuando
salieron por primera vez a por unos helados. – Dijo decididamente Normani.
Camila se mordió los labios recordando cómo en aquella primera cita
luego de que el helado de ambas se terminara Lauren le había besado sin timidez y
luego disculparse por lo apresurado del momento, sin embargo aquel beso les había
unido desde hacía casi ya siete años.
- No la dejaré ir. – Resonó la voz de la arquitecta con
convicción.
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Gracias como siempre!
Capítulo 41.
- Adelante.
La decoración del piso era bastante agradable, quizás un poco vintage
y con un dulce aroma a lavanda que Lauren logró identificar.
- ¿Un espresso, cierto? – Preguntó Dianna dirigiéndose a la
cocina.
- Por favor.
Se mordió los labios al verse en aquella intima situación. Quizás no
había sido una buena idea aceptar subir al piso, quizás sólo tenía que haber dejado a
la rubia en el portal y fin de la salida, pero, ahí estaba sacándose el suéter de color
verde oliva oscuro que le estaba haciendo sudar frío.
- ¿Azúcar?
- No, sin nada. – Apuntó Lauren mientras se sentaba en una de
las sillas que acompañaban una pequeña mesa que quedaba a la salida de la cocina.
Unos minutos después Dianna apareció con dos tazas. La ojiverde
pudo detallar que la chica se había servido un té verde con una tira fina de un limón.
- No tomo café realmente. – Aclaró la rubia.
Rió a lo bajo intentando quitarle lo incómodo a la situación, finalmente
luego con una conversación de temas banales la soldado logró desinhibirse casi
totalmente. No fue hasta que su taza estuvo vacía que notó que llevaba más minutos
de los esperados junto a la rubia.
- Debería irme. – Anunció la ojiverde mientras buscaba su
suéter en el perchero que había en la entrada.
- Me lo he pasado genial Lauren. – Sonrió Dianna.
- Y yo... - Dudó.
Ambas se quedaron en silencio mientras Lauren pasaba una de sus
manos por sus cabellos frunciendo el ceño, y antes de que pudiera reaccionar Dianna
ya le estaba besando en la boca.
Su primer impulso fue apartar amablemente a la rubia, pero su mente
se quedó en blanco sintiendo cómo la soldado seguía intentando entrelazar sus
suaves labios con los suyos.
La ojiverde respondió el beso mientras Dianna las enlazaba en un
fuerte abrazo que hizo que sus cuerpos tambalearan hasta apoyarse contra la pared
más cercana. La rubia rió entre besos mientras Lauren sentía que su cuerpo se
tensaba.
Frunció el ceño con fuerza intentando no pensar en nada mientras
seguía besando a Dianna y ésta comenzaba a desabrochar la camisa blanca que
estaba usando aquella noche. Podía sentir cómo el tacto de la rubia era decidido y sin
esperas.
Cuando sus bocas se separaron para respirar los ojos esmeraldas
detallaron el ruborizado rostro de Dianna quien había terminado su tediosa misión de
desabrochar todos los botones y finalmente la camisa adornar el piso del lugar.
Sin saber muy bien por qué sus manos se guiaron hasta el borde de la
camisa rosa de la chica, se la sacó tan rápida que la rubia dejó escapar un suspiro
frente a la inesperada acción.
Sus bocas volvieron a juntarse y Dianna comenzó a guiar sus cuerpos
entre leves topes y golpes hasta el sofá, donde Lauren cayó bajo el cuerpo de la chica
sintiendo el agradable peso del cuerpo delgado y tonificado que la soldado tenía.
- Me encantas. – Susurró la rubia antes comenzar a besar el
cuello de Lauren.
Cerró los parpados con fuerzas intentando concentrar toda su atención
sólo en lo que estaba pasando en aquel momento... ¿Qué significaba aquello?,
¿Estaba realmente interesada en hacerlo?
Se quedó sin poder respirar cuando Dianna llevó sus manos al botón
del pantalón negro, haciendo que todo su cuerpo diera un respingo y se levantara
rápidamente del sofá dejando con una expresión de confusión a la rubia.
- No... No puedo. – Pestañeó rápidamente Lauren mientras
buscaba su camisa y comenzaba a vestirse con torpeza.
- Entiendo... - Sonrió de lado la rubia.
- ¿Perdona?
- Creo saber por qué no te acostarás conmigo... O con cualquier
otra chica. – Apuntó Dianna mientras ella también buscaba su camisa.
Apretó la mandíbula mientras terminaba de acomodarse el suéter y
rebuscaba las llaves de su camioneta en los bolsillos.
- Sigues amando a tu ex esposa... - Murmuró Dianna dejándole
un último beso en la mejilla.
...
Camila terminó de leer el cuento de La caperucita roja bajo una atenta
mirada de Cameron el cual aún sonreía por haber oído la voz de su madre. La
arquitecta detalló lo tarde que era y lo increíblemente despierto que estaba el
ojiverde aquella noche, parecía que el pequeño estaba ansioso, quizás pensando que
al despertar mañana no vería a Camila.
Sonrió con emoción al tomar en brazos a su hijo el cual sacó la lengua
divertido sin entender qué pasaba. Y así intentó acunarlo como cuando era un
pequeño bebé de meses de vida, pero Cameron se removió violentamente frunciendo
el ceño enfadado por la situación, él quería seguir despierto.
- Mi vida, hay que dormir... Mamá tiene sueño. – Hizo un gesto
de bostezo el cual Cameron detuvo a mirar.
El pequeño negó con la cabeza mientras comenzaba a jugar con los
botones del pijama de Camila, haciendo rodar los ojos a la arquitecta.
- Estoy segura que mañana de todos modos te despertarás
temprano. – Entrecerró los párpados.
Volviendo a la habitación acomodó a Cameron en la cama, el pequeño
se llevó una de sus manitas a la boca mientras ella se quitaba los aros para por fin
intentar dormir.
- Mamá. – Dijo el ojiverde.
Se giró rápidamente para ver cómo Cameron la miraba
tranquilamente. Abrió la boca sorprendida esperando que el castaño volviera a
decirlo.
- Mamá... Mamama... Mamá. – Vocalizó Cameron mientras
estiraba sus manitos en dirección de la arquitecta.
La primera palabra de su hijo, mamá, y justo en aquellos días en que
podía estar con él. Camila rompió en un llanto que no le supo a tristeza, pero sí a
emoción mientras abrazaba al ojiverde sin que éste entendiera muy bien qué ocurría.
- Mamá... - Dijo otra vez Cameron.
A Camila no le importaba lo repetitivo que sonaba su hijo, el nudo que
tenía en la garganta le impedía decir algo por lo cual sólo cerró más el abrazo y así se
acostaron para dormir. Había sido un hermoso día.
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Muchas gracias por leer, votar y/o comentar... El lunes y martes habrá
maratón. Saludos.
Capítulo 42.
Y era verdad. Camila por fin luego de un tiempo podía sentir que estaba tomando un
buen rumbo, intentaba llevar las cosas con calma, reconstruirse personalmente,
ponerle más cimientos a las relaciones que eran provechosas en su vida y darse una
nueva oportunidad frente a todo lo pasado. No lo lograría tan rápido, pero sólo
dependía de ella y la ayuda que le daban los medicamentos y sus sesiones con Sara.
- Normani viene a la ciudad la próxima semana. – Anunció
Camila haciendo que sus padres sonrieran.
- ¡Qué alegría! Hace tanto que no la vemos. – Dijo de forma
pensativa Sinu.
- Sí... Desde... El funeral de Cameron. – Habló Alejandro.
A Camila le sorprendía la enorme cantidad de tiempo que llevaba sin
ver a la chica que había sido su mejor amiga por tantos años. Podía recordar a la
perfección cómo ambas antes pasaban días y días juntas, en especial cuando tanto
Cameron como Lauren se iban de la ciudad.
- Por fin conocerá al pequeño. – Resonó la voz de Sinu.
Todos sonrieron mientras el ojiverde intentaba sacar otra galleta de
chocolate bajo la atenta mirada de Camila quien frunció el ceño e intentando
distraerlo se acercó para tomarlo en brazos.
- Mamá. – Sonrió el pequeño mientras apuntaba las galletas.
- No, cariño, mucha azúcar por hoy. – Murmuró besándole las
mejillas.
...
La noche del domingo llegó rápido y Lauren ya se encontraba fuera de
la puerta del piso de Camila, se removió nerviosa en el lugar mientras esperaba que
su ex esposa le recibiera.
Una agitada morena le recibió con Cameron en brazos y con la mochila
de cohete en el otro hombro. Lauren le sonrió a su hijo el cual sin esperar más
comenzó a llorar mientras se aferraba al cuello de Camila.
- Ha estado inquieto desde hace un rato. – Aclaró la arquitecta
haciendo una mueca.
- Mejor entremos e intentemos que se calme. – Dijo la ojiverde.
Los tres volvieron a entrar en el lugar mientras el llanto del pequeño
seguía siendo ahogado en el cuello de Camila. A la soldado las manos comenzaron a
temblarles al no saber qué hacer para llevarse a su hijo sin ser muy abrupta y no
causarle un mal momento a los tres.
- ¿Y si esperamos que se duerma? – Preguntó confundida
Lauren.
- Éstos días se ha dormido sumamente tarde.
- ¿Qué hacemos?
Miró confundida a su ex esposa la cual negó con la cabeza y se
encogió de hombro al tampoco tener una respuesta. Al menos la situación entre
ambas estaba siendo cordial y sin peleas, lo cual era bueno ya que sus nervios se
estaban aumentando por el simple hecho de ver a su hijo llorar y no querer ir a sus
brazos.
- Ey campeón, ¿Vienes con mamá? – Susurró la soldado cerca
del oído del ojiverde.
Éste negó mientras hundía su rostro en el cuello de la arquitecta en
clara señal de que no deseaba irse de los brazos de su madre. Camila le hizo un gesto
con la cabeza para que ambas junto al pequeño se sentaran en el sofá y así
intentaran calmarle. Frente a la cercanía de su ex esposa Lauren sonrió tímidamente
al sentir cómo su rodilla chocaba con la de Camila la cual le dirigió una mirada que la
soldado no logró descifrar del todo.
- Cameron. – Murmuró Lauren intentando que el pequeño le
mirara. – Mi vida, ¿No me das un abrazo?
- ¿No quieres abrazar a mamá Lauren? Ella quiere mucho que le
des un abrazo fuerte. – Dijo calmadamente Camila.
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Capítulo 43.
De re ojo volvió a ver cómo su mejor amiga le hablaba de un tema banal haciéndola
sonreír y sentir que las cosas iban bien, o que al menos ella estaba llevándolas por
primera vez en mucho tiempo.
...
Lauren pestañeó varias veces más hasta entender que la mujer que
tenía enfrente no era un espejismo si no que realmente era Normani Kordei, su
amiga, la verdadera Normani.
- No has cambiado nada. – Saludó la morena de piel.
- Sigues igual de guapa Normani. – Dijo Lauren antes de
abrazarla.
Durante el abrazo los ojos de la soldado se agolparon de lágrimas, las
cuales caprichosamente y sin permiso comenzaron a rodar por sus mejillas. Un fuerte
suspiro escapó de su boca al verse expuesta a tantas memorias con un solo abrazo.
Era inevitable no pensar en Cameron, no volver a recordar la risa del alto pelinegro y
las veces que lo escuchó decir lo feliz que era al lado de la mujer que justamente
ahora Lauren estaba abrazando.
- Que hermosa sorpresa. – Murmuró la ojiverde sin terminar el
abrazo.
- Es un gusto volver a verte Lauren... Creo que no te veo desde
que te fuiste a... Irak...
Afirmó en silencio lo dicho por la morena, era verdad, ella no había
podido ir al funeral de Cameron y por lo que recordaba Normani tampoco había ido a
visitarla al hospital. Pero no tenía rencores con ella, lo entendía, como entendía a la
madre de su mejor amigo, ambas mujeres habían estado demasiado destrozadas
como para ir a verla en aquellos momentos.
- Me alegro tanto de que... De que pudieras volver. – Dijo
Normani mirándola a los ojos.
Lauren lloró sin vergüenza en los brazos de su amiga, lloró sabiendo
que muchos otros soldados no lo habían logrado, y que hasta su mismo mejor amigo
había sido uno de los caídos en acción.
- Y no me sorprende que hayas vuelto a la U.S. Army, me
alegro que tus sueños sigan intactos. – Murmuró la morena acariciando la espalda de
Lauren.
El silencio que siguió no fue incómodo, fue tranquilo y necesario para
ambas, queriendo decir tantas cosas y tan pocas a la vez.
La ojiverde terminó el abrazo para comenzar a limpiarse las lágrimas a
la vez que Normani también dejaba su rostro sin rastros del silencioso llanto.
- Venga, llévame a conocer al pequeño, que bastante tiempo ya
me he perdido. – Sonrió con nostalgia Normani.
El camino a casa fue más corto de lo que había esperado la morena.
Cuando aparcaron fuera de la casa Normani sonrió mirando con detalle el rostro de
Lauren.
- Es algo grande para tres personas... Digo... Para Cameron y
para mí. – Se corrigió Lauren.
- Es hermosa.
- Camila odia las escaleras que tiene, ya sabes, cosas de
arquitectos. – Rodó los ojos mientras salían de la camioneta.
- ¿Con quién está el pequeño?
- Con mi madre, le encantará verte. – Sonrió.
Al entrar en la casa la soldado fue recibida por su pequeño hijo quien
andaba caminando por el lugar con el peluche de elefante entre las manos. La
soldado se puso a la altura del ojiverde y lo recibió con los brazos abiertos haciendo
que éste soltara una carcajada contagiosa.
- Normani, éste es Cameron... - Dijo Lauren mirando a su
amiga.
- Oh por Dios... Es más hermoso que en las fotos. – Rió
Normani mientras sus ojos volvían a brillar por las lágrimas que se estaban
acumulando en ellos.
- Mira cariño, ella es tía Normani... Ella te quiere mucho, mucho, asi que le vas
a dar un abrazo, ¿Sí? – Le murmuró Lauren al pequeño.
Cameron se abrazó a su madre y escondió su rostro en el pecho de la
soldado la cual sólo se encogió de hombros intentando no reír frente a la timidez de
su hijo.
- Creo que éso lo ha sacado a Camila. – Mencionó Normani la
cual no quiso acercarse más por miedo a cómo reaccionaría el ojiverde.
- Sí, es un poco tímido cuando conoce a las personas, pero
luego se le pasa... ¿Cierto mi vida? – Le dijo al pequeño.
El castaño hundió más su rostro contra el abrigo de su madre mientras
ésta le pasaba una de sus manos por la espalda, no había prisas, todo estaría bien.
Sería un hermoso día, el hermoso día en que la mujer que hizo feliz a su mejor amigo
conocería al pequeño Cameron.
...
La arquitecta rió frente a la pésima broma que su padre había hecho
durante la cena mientras Normani negaba con la cabeza intentando simplemente
terminar de beber su copa de vino tinto.
- Es tan bueno verte querida. – Dijo Sinu mientras hacían la
sobremesa.
- Usted sigue igual de guapa Sinu. – Apuntó la morena.
- ¿Por qué tú me dices cosas así Alejandro? – Rió a lo bajo la
mujer.
- Porque yo sí tengo que aguantarte todos los días.
Todos rieron frente a la actitud del padre de la familia mientras Camia
sentía que los ojos le brillaban de emoción al sentirse tan plena con la escena que se
estaba dando en aquella noche.
- Bueno, os dejamos para que sigáis cotilleando como cuando
estabais en el instituto. – Anunció Sinu mientras Alejandro comenzaba a levantar las
cosas de la mesa.
- Gracias mamá, estaba excelente la cena. – Dijo Camila.
- Gracias Sinu, gracias Alejandro. – Sonrió Normani.
Sin saber muy bien por qué Camila se encaminó a su antigua
habitación seguida por su mejor amiga, parecía ser una acción idéntica a cómo lo
hacían cuando eran más jóvenes y la morena iba a cenar a su casa para luego
quedarse la noche entera hablando sobre sus respectas parejas.
- No puedo creer que esto siga igual a cómo lo recuerdo. –
Habló Normani refiriéndose a la decoración de la habitación.
- Bueno, ya sabes que luego de que me fui a vivir con Lauren
nunca volví a cambiar las cosas aquí y supongo que a mis padres les causa algo de
nostalgia. – Apuntó Camila mientras se sentaba en su cama.
- Sigue siendo la cama donde tenías sexo con Lauren. – Rió a lo
bajo.
La arquitecta le tiró unas de las almohadas sin mucho éxito a la
morena, Normani tuvo mejores reflejos que el fallido intento de Camila.
- Sigo enamorada de ella. – Dijo dejándose caer de espalda en
su cama.
- He ido a visitarle hoy.
- ¡¿Qué?!
- No me resistí a esperar, llevaba tanto tiempo sin verle... Sigue
igual, creo que alguien no le avisó a su rostro que el paso del tiempo era real. – Rió
encogiéndose de hombros.
- Créeme que sólo hace poco ha logrado recuperar todo el peso
que perdió mientras estuvo hospitalizada y en terapias... Creo que perdió más de 10
kilos durante todo aquello. – Murmuró Camila perdida en sus recuerdos.
- Lo importante es que se ve bien...
Su cuerpo sufrió un pequeño escalofríos al recordar lo delicada que se
veía Lauren cuando estuvo conectada a la respiración mecánica y cómo el rostro de
su ex esposa parecía marcado por el cansancio y la falta de vitalidad.
- Además he conocido a Cameron. – Murmuró Normani con un
poco de dificultad el nombre del pequeño.
Abrió la boca sin saber qué decir, para luego esperar en silencio que
su amiga le detallara lo sucedido.
- Es encantador Camila... Él simplemente es hermoso, cariñoso
y muy parecido a ti. – Dijo sonriendo Normani. – Estoy tan feliz de haberlo
conocido... Cameron estaría babeando por él, seguramente no lo hubiera dejado en
paz ningún momento y le habría regalado su primer par de zapatillas para el
atletismo o un balón de basketball...
Ambas chicas se quedaron en silencio. Camila sonrió con nostalgia al
recordar a su amigo, el cual seguramente hubiera hecho todas aquellas cosas y
mucho más. Lo que no percibió la arquitecta fue el llanto silencioso que Normani
estaba teniendo, y es que ella sí había perdido al amor de su vida y no había vuelta
atrás.
...
La soldado acomodó el gorro de lana en forma de panda en la cabeza
de su hijo mientras Normani salía de la camioneta con la mochila en forma de cohete
al hombro.
- ¿Estás segura de que no te molesta que hubiera invitado a
Camila? – Repitió la morena de piel mientras los tres se encaminaban por el parque.
- Claro que no... Digo... Entiendo que quieras pasar tiempo con
ella también, y estoy segura que pasaremos un agradable día. – Dijo Lauren mientras
iba caminando con Cameron en sus brazos.
- Ella estará muy feliz de vernos.
¿A los tres?, se preguntó la ojiverde mientras a lo lejos podía detallar
cómo Camila caminaba rápidamente en dirección de ellos. Quizás sí... Deseó que sí,
deseaba que la mujer que amaba se alegra de verla, y se sentía feliz de lograr
compartir un poco de tiempo con la arquitecta en una situación agradable y
acompañada por Cameron y Normani.
Cuando ya todos estuvieron juntos Cameron se removió en los brazos
de la soldado la cual lo dejó sobre el césped. Sin mucho esperar el pequeño caminó lo
más rápido que pudo hasta los brazos de Camila la cual se dejó caer al césped
abrazada de su hijo, ambos riendo frente al reencuentro.
La soldado sonrió ampliamente frente a la sincera y pura alegría que
existía en aquel sencillo momento. Sonrió al saber que pese a todo su ex esposa
podía ser feliz, pese a todo lo que había tenido que soportar. Y sonrió al saber que
ella también podía ser feliz pese a todo lo que había tenido que soportar.
Normani comenzó a conversar con naturalidad con Camila la cual le
entregaba mimos a Cameron con una facilidad casi envidiable. El pequeño comenzaba
a sacar sus juguetes desde la mochila y Lauren le ayudaba a no desordenar todo lo
otro que había dentro.
- Mamá. – Dijo el castaño mientras le enseñaba un dinosaurio
color morado a la ojiverde.
- Sí mi vida, dinosaurio. – Repitió calmadamente Lauren.
- Creo que es una palabra muy difícil para aprender aún. – Rió
Camila.
Sus ojos esmeraldas brillaron con amor al detallar a aquella hermosa
mujer que se había convertido en la madre de su hijo, aquella valiente mujer que se
había quedado esperando su vuelta luego de cada misión y combate, que había
soportado que ella no estuviera durante el parto de su hijo prematuro y, que pese a
todo, Lauren deseaba abrazar todas las noches para dormir.
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Mañana dos capítulos más, gracias por todo.
Capítulo 44.
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Capítulo 45.
..
- ¡Jauregui! – Resonó la voz del sargento Walker a través del
campo de entrenamiento.
Lauren se estremeció al mismo momento en que la lluvia comenzaba a
caer sobre todos los soldados que seguían entrenando bajo la firme mirada del
hombre. Ella dejó de lado lo que estaba haciendo y se acercó corriendo hasta donde
se encontraba su superior.
- Me ha llamado el sargento Clark, el encargado de las Fuerzas
Especiales... Necesitan una respuesta. – Dijo el hombre.
Abrió la boca al mismo momento en que fruncía el ceño mientras
intentaba colarse bien de pie y mirar directamente a los ojos del hombre.
- No... Mi respuesta es no. – Habló Lauren.
El sargento elevó ambas cejas sin hablar una palabra, haciendo
entender a la ojiverde que le debía una explicación al hombre que hacía unas
semanas le había dicho que él confiaba plenamente en que ella lograría entrar a la
unidad que tanto había deseado desde que se había unido a la U.S. Army.
- Es por mi hijo y Camila, mi ex esposa... Él es muy pequeño y
tengo su custodia totalitaria... Si entro a las Fuerzas Especiales lo más posible es que
me envíen rápidamente a combate y no podría... Y deseo reconstruir mi familia junto
a ella.
Mark Walker recargó sus manos en los hombros de la soldado
haciendo que ésta le mirara sin entender.
- Eres muy joven aún... Entiendo totalmente tu decisión. No
será la última vez que te llamen para enlistarte con ellos, estoy seguro. – Le sonrió el
hombre antes de darle un pequeño golpe con ambas manos.
Sonrió mientras observaba que el hombre le hacía un gesto con la
cabeza para que volviera a su entrenamiento. Con la lluvia sobre su cabeza y las
botas enterrándose más de lo necesario en la tierra Lauren dejó escapar un fuerte
suspiro al sentir cómo las manos les temblaban debido a lo que había ocurrido.
Estaba segura de que había sido la mejor decisión. No podía dejar a
Cameron así, y para ser sincera consigo misma, Lauren no estaba aún lista para
volver a terreno, y no tenía que ver sólo con la capacidad física, sino también la
mental.
Miró hacia el cielo detallando cómo la lluvia no paraba y lo refrescante
que se sentían las gotas cayendo sobre su cuerpo agitado por el entrenamiento de
aquel día.
- Una nueva oportunidad... - Murmuró suavemente al cerrar los
párpados imaginando a Camila a su lado.
...
Antes de que ambas entraran rápidamente al restaurant de comida
Italiana el paraguas que llevaba Lauren se cerró sobre ellas haciendo que algunas
gotas de lluvia cayeran sobre sus cabezas.
- Lo siento. – Murmuró la soldado mientras se dirigían en
búsqueda de una mesa para dos.
Sonrió encogiéndose los hombros bajo la atenta mirada de aquellos
hermosos ojos esmeraldas. Se sentaron en silencio mientras Camila detallaba cómo la
soldado se quitaba el abrigo color terracota dejándola en una simple camisa básica de
color gris.
- Por cierto... Mis padres están muy felices por cuidar de
Cameron ésta noche. – Rompió el silencio la morena.
- Es bueno que él esté con ellos también...
- ¿Hace cuánto que no veníamos aquí? – Sonrió Camila mientras
se sacaba la bufanda color mostaza.
- Creo que desde antes que terminaras la universidad. – Rió
Lauren.
Se mordió los labios de forma nerviosa mientras la ojiverde le dirigía una nostálgica
sonrisa.
Una chica que, seguramente, hacía sólo algunos meses habría
terminado el instituto les tomó el pedido y rápidamente volvió con una botella de
zumo de pomelo para Camila y una botella de agua para la soldado.
- Gracias... - Susurró la arquitecta.
- ¿Por qué? – Dijo confundida Lauren.
- Por considerar que podamos hablar sobre cuándo podré estar
con Cameron y... Y por querer hablar conmigo de forma personal... Ya me entiendes.
– Se encogió de hombros.
Sus ojos marrones descubrieron un brillo especial en los de color
esmeraldas, quizás Lauren estuviera recordando algo en especial o la simple
complicidad que estaban teniendo en aquellos momentos estaba haciendo que tanto
su corazón como el de la soldado estuvieran reparándose en silencio.
- Ambas somos sus madres... Sé que crees que lo he olvidado o
algo por el estilo... Nos hemos distanciado tanto Camila... Tanto que a veces no
puedo creer lo que pasó entre nosotras...
Pudo identificar el tono de dolor en aquellas palabras mientras Lauren
apretaba ambos puños hasta dejar sus nudillos blancos por la falta de circulación en
ellos.
- No podemos quedarnos atascadas en eso... Sé que nos hemos
dañado y que posiblemente nos cueste mucho evitar tener rencores y
remordimientos, pero... Pero hagamos que las cosas funcionen bien por nuestro
hijo... - Dijo finalmente Camila.
Ambas se quedaron en silencio mientras la soldado se llevaba una
mano al rostro para intentar evitar llorar y ser detallada por los ojos marrones. Se
vieron interrumpida por la misma chica que ésta vez traía ambos platos con raviolis.
- No quiero que seamos un cliché y que sólo te quedes con
Cameron los fines de semanas... También me gustaría poder salir con él un viernes o
sábado... ¿Te parece si lo vamos intercalando? Así a veces podrán estar juntos
durante la semana también.
Camila afirmó en silencio debido a que se había llevado un bocado de
comida a la boca y Lauren le sonrió mientras ella jugaba con su tenedor en su propio
plato.
- Claro... Me parece bien. – Dijo finalmente la morena.
- Y supongo que sería bueno que él pudiera ir a los cumpleaños
de tus padres, y también a los de los míos. – Apuntó Lauren para luego beber de su
vaso con agua.
- Sí... Creo que sería bueno.
Siguieron hablando de algunas fechas más y cosas banales hasta que
ambas terminaron sus platos y se quedaron esperando que alguna mencionara si
deseaba pedir postre, pero ninguna habló.
- No sé cómo lo haremos para nochebuena y nochevieja. –
Murmuró con pesadez Lauren mientras observaba el ondulado natural del cabello de
Camila.
Se hundió en su asiento al intentar no llorar mientras los recuerdos de
las fiestas del año pasado volvían a su mente, el recuerdo de su pequeño hijo con 6
meses que poco entendía lo que estaba ocurriendo pero que se quedaba embobado
mirando las luces del árbol de navidad y el gracioso gorro de Papá Noel que Lauren
había usado aquella navidad para hacer reír a Cameron se apoderaron de sus
recuerdos.
- Creo que nos estamos adelantando mucho... - Habló Camila.
Sollozó en silencio mientras podía sentir la atenta mirada de la
soldado. Intentando limpiarse las lágrimas dejó que Lauren tomara una de sus manos
sobre la mesa para quedarse unos segundos así.
- Dentro de todo me alegro por vosotras... Créeme que sí... Sólo espero que
esto no sea tan rápido y ambas terminéis haciéndose daño y lastimadas otra vez... -
Murmuró Dinah acariciando los cabellos de su amiga.
- No sé muy bien qué hacer...
- Sé que aún tenéis que hablar de muchas cosas... Pero que tal
si tú y ella pasáis más tiempo juntas, es decir, tenéis un hijo... Pero quizás precisen
de tiempo como pareja.
- ¿Algo como tener citas? – Enarcó las cejas.
- Vosotras tenéis que trabajar en vuestra confianza y
comunicación... No creo que sea una mala idea tener... Citas. – Rió a lo bajo.
Camila se quedó observando detenidamente a su amiga para luego
internarse en sus pensamientos sobre que en algún momento debía ser ella misma la
que luchara por recuperar a su familia, la cual había soñado por tanto tiempo...
Quizás era el momento de tomar la iniciativa con sus propias manos.
El corazón se le agitó al recordaba cómo Lauren había estado
sonriendo entre los besos de aquella noche.
...
Cuando la puerta se abrió y la figura de Ally apareció por el marco la
soldado se acercó rápidamente dejando a ambas en silencio durante unos segundos.
- Lauren... - Murmuró
- Sé que no he pedido hora o algo así... Pero necesito hablar
contigo. – Dijo rápidamente.
La más pequeña le hizo un gesto con la cabeza para que ambas
entraran a la consulta tan familiar para la ojiverde.
- Te debo una disculpa. – Resonó la voz de Lauren.
- Ya sé que...
- No, déjame explicarme. – Le interrumpió.
Ally enarcó las cejas mientras Lauren dejaba sus pies contra el piso de
forma tan firme que todo los músculos de su cuerpo se tensaron.
- El otro día te culpe sobre lo que había pasado con Camila...
Sobre que tú me habías dado la idea del informe psicológico... Sé que tú me diste la
idea, pero la decisión fue mía... Y asumo que no debí haberlo hecho en un momento
tan complicado como el que era... Discúlpame, por culparte, por gritarte y por poner
en duda nuestra amistad...
El silencio se mantuvo haciendo que Lauren pestañeara de forma
nerviosa al ver cómo Ally se acercaba hasta ella.
- Para nadie ha sido fácil todo esto... Sinceramente espero que
con el tiempo entiendas que hay muchas cosas que ocurrieron que jamás ni tú ni
Camila pudieron prever y evitar, y otras que sí y que por malas decisiones y falta de
comunicación les llevaron hasta cómo están las cosas ahora... Sé que por un
momento te di la impresión de estar totalmente de tu lado, pero me siento mal por
quien un día fue tu esposa y ahora no puede estar con su hijo tan libremente... Sé
que suena un poco confuso Lauren, pero si realmente quieres que todo esto termine
debes tomar nuevamente una decisión... Luchas por tu familia o dejas ir a Camila
para que ella pueda reconstruir su vida con cimientos fuertes y no sólo con ilusiones
mientras tú te atormentas sobre qué realmente quieres...
- Yo sé lo que quiero... - Dijo a la defensiva.
- ¿Lo sabes?
- Sí...
- ¿Entonces dejarás ir a Camila? – Enfrentó Ally.
Su mente se retornó al momento exacto en que ella reía junto a su ex
esposa luego de los varios besos que compartieron aquella noche y cómo Lauren
había sentido que por fin las cosas volvían a ser como ella realmente deseaba y
anhelada.
- Cuidaré de ella como siempre lo hecho, y seré clara con mis sentimientos y
expectativas... Quiero a Camila... Sólo que aún necesitamos tiempo...
- No puedes ilusionarle...
- No lo haré... Sólo... Necesito dar paso a paso, esperar que sea
ella quien me entregue la confianza necesaria para volver a caminar a su lado.
- ¿Y tú? ¿Qué pasa con tu confianza en Camila?
- La estoy recuperando y trabajo en ello.
Un fuerte suspiro salió de la boca de Ally para luego dibujar un
pequeña sonrisa en su rostro.
- Espero que sí... Eres una de aquellas personas que pones todo
sobre tus propios hombros Lauren, esto no depende de ti, si no que gran parte
depende de cómo Camila lleve su tratamiento y pueda recuperarse, necesitarás
mucha paciencia.
- Lo entiendo...
- Ahora deberás pensar si podrás perdonarla por todo lo que sí
te hizo a propósito.
Lauren frunció el ceño recordando aquella pelea que había tenido con
su ex esposa en la que le había dicho a Camila que ella sí la dañaba queriendo y
conscientemente... ¿Sería realmente capaz de perdonar todas aquellas cosas?
¿Perdonar a la mujer que le había pedido el divorcio a cuesta de culparla por lo que
había pasado con el hijo que tenían? La soldado no tenía una respuesta concreta.
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Y aquí vamos otra vez, gracias por la espera... De aquí en adelante
muchas cosas pasarán, y sólo diré: Camren feels.
Capítulo 47.
Dianna fue más cautelosa y simplemente se despidió con la mano para luego
encaminarse junto a su prima y subir al coche de ésta que estaba a una distancia
prudente.
- Pensé que yo iría a buscar a Cameron... - Murmuró
desconcertada Lauren mientras miraba a Camila la cual llevaba los ojos fijo en la
autopista desde hacía unos minutos.
- Sólo quería darte una sorpresa... - Replicó de mala gana.
Hizo una mueca sin saber muy bien qué decir. Dentro de todo estaba
feliz por el detalle que había tenido su ex esposa, podía recordar como ella misma
junto a Cameron hacían lo mismo luego del trabajo de Camila.
- Ha sido bonito verles esperándome... - Dijo a lo bajo.
- Pudo ser excelente pero tú ibas riéndote con aquella rubia
insoportable. – Masculló entre dientes la morena.
Lauren frunció el ceño tratando entender la actitud de Camila frente a
Dianna. Ella misma luego hizo una mueca al saber que dentro de lo más pronto debía
contarle a la arquitecta lo que había pasado entre ella y la rubia soldado.
- He comprado pescado para la cena... ¿Puedes hacer algo al
horno? – Sonó más tranquila Camila.
- Claro... Creo que queda una botella de vino blanco en casa. –
Dijo pensativa la soldado.
Se sorprendió con la casi imperceptible invitación de su ex esposa, eso
significaba que otra vez cenarían los tres, en casa, como si todo estuviera
increíblemente bien... Como siempre debió ser.
...
Luego de que ambas le dieran el baño a Cameron y Lauren se quedara
acunando al pequeño Camila permaneció en el salón dando vueltas por el lugar
intentando aclarar sus actitudes frente a lo que había pasado aquella tarde cuando
fue a buscar a su ex esposa.
Le había visto reír al lado de Dianna, aquella misma rubia que le había
acompañado cuando Cameron se había enfermado...
Camila se sentía abrumada frente a la hermosura de la soldado, a la
melódica risa encantadora que tenía y cómo Lauren parecía disfrutar de la compañía
de ésta... Quería negarlo, pero no podía, estaba celosa... Muy celosa... Muriendo de
celos realmente.
- Ya se ha dormido. – Anunció la soldado mientras terminaba de
bajar las escaleras.
- Debería irme... Llamaré un taxi. - Apuntó la arquitecta
pasándose una mano por el rostro.
- Puedes... Puedes usar la habitación de invitados si quieres... -
Murmuró Lauren.
- No... Aún no es tan tarde y no quiero molestar...
El silencio fue incómodo y Camila sólo quiso que la ojiverde le
abrazara para volver a decirle que todo estaba bien, pero tenía un extraño
presentimiento, desde que habían llegado a la casa Lauren había estado un poco
distante, y para no pelear no quiso preguntar por qué.
- Tengo que contarte algo... - Dijo la ojiverde apretando la
mandíbula.
Pestañeó rápidamente mientras sentía que el pecho se le estaba
oprimiendo, el tono que había usado Lauren no le hizo calmarse, si no al contrario, le
hizo quedar más intranquila.
- Hace unas semanas salí con Dianna...
Su mente no fue capaz de reaccionar, sólo se dignó a seguir
respirando detallando el rígido rostro de Lauren.
- Fuimos a comer algo y luego a bailar... Yo...
- ¿Te la has follado? – Espetó Camila.
- Y por eso mismo entendí lo que pasó aquella noche... No pienso pedirte
disculpas o lamentarme por lo que ocurrió. – Dijo haciendo una mueca.
- No, no te pediría eso... Es sólo que... Creí que lo mejor sería
que ella lo supiera...
- ¿Sientes que fuiste infiel?
- No debería... Es sólo que... - Suspiró fuertemente. – Créeme
que me gustaría explicarte mejor, eres una mujer guapa, es muy agradable tu
compañía... Pero... Ella es el amor de mi vida... Y no puedo ir contra ello.
Dianna le sonrió levemente para luego dejarle una pequeña caricia en
la mejilla haciendo que Lauren suavizara los firmes rasgos de su rostro.
- Estoy segura que si es lo que quieres entonces lucharás por
ella... Y espero que Camila también lo haga.
La ojiverde le regaló media sonrisa mientras afirmaba con la cabeza
en silencio.
- Es una lástima... Realmente me interesabas, tienes los ojos
más hermosos que he visto... Quizás si tú y Camila...
- Dianna... - Interrumpió Lauren incómoda.
- Está bien, disculpa, debía intentarlo. – Rio la rubia.
...
Dinah colocó cara de horror al ver lo desordenada que se encontraba
la oficina de Camila aquella mañana. La arquitecta tenía la cabeza enterrada entre los
planos del último proyecto de la firma de arquitectos y llevaba el cabello despeinado
con una cara de mal humor.
- ¿Buenos días? – Dijo irónicamente la ingeniera.
Camila hizo una mueca para luego sacarse las gafas ópticas y tirarlas
cerca de la taza del café.
- ¿Qué pasó ahora? – Murmuró curiosa Dinah.
- ¡La voy a matar! – Explotó la arquitecta.
El grito de la morena hizo que la más alta diera un respingo para luego
abrir de par en par los párpados esperando pacientemente que Camila se expresara.
- ¿A quién? – Picó la ingeniera.
- ¡Te juro que la mato! Le sacaré los ojos con las manos y luego
cada cabello de su estúpida melena rubia pelo por pelo... No querrá reírse más al lado
de Lauren, no podrá mirarla, ni tocarle, ni salir a comer con ella, ni bailar, ¡Ni besarla!
– Gritó.
Una risa nerviosa salió de la boca de Dinah mientras Camila se
levantaba de golpe de la silla del escritorio y comenzaba a caminar
desesperadamente por el lugar a la vez que más palabras inentendibles salían de su
boca.
- ¡Maldita perra en celo! – Volvió a chillar la arquitecta.
Finalmente una carcajada salió del a boca de la más alta haciendo que
la morena frunciera el ceño en señal de descontento por la falta de apoyo por parte
de su amiga.
- No es divertido... Lauren se ha estado besando con ésa arpía...
- Se quejó Camila.
- Ya... Es que... Nunca pensé que estuvieras tan celosa. – Marcó
cada palabra.
- ¿Celosa? – Dijo ofendida.
- Oh por Dios... Mila, debes admitir que ésa rubia te tiene de
cabeza porque desea a tu hermosa soldado de ojos verdes... - Picó.
- Cállate, no seas idiota. – Resonó de malas ganas.
Dinah abrazó tiernamente a su amiga haciendo que Camila dejara
escapar un leve suspiro.
- Puede que se hayan besado, pero chica, Lauren está loca por ti... Además, tú
misma has dicho que la chica parece salida de revista... No la estoy excusando, pero
tú le pediste el divorcio... Ustedes dos son un caso de bipolaridad al extremo.
Camila rodó los ojos para luego dejar escapar una pequeña risa.
- Iré hablar con el sargento Walker para que manden a Dianna de
misión al fin del mundo si es necesario. – Murmuró la arquitecta.
- Estás loca. – Rió Dinah. – Pero me alegra saber que estás
decidida por Lauren.
- Debo hablar con ella... Aunque aún estoy enfadada. – Dijo pensativa.
No hubo palabras, pero sí besos. La ojiverde le besó tanto hasta que ambas
necesitaron respirar para luego quedarse en silencio abrazadas viendo cómo el sol se
filtraba caprichoso entre las cortinas. Cuando Camila sintió que su cuerpo volvía a
adormecerse por el sueño Lauren se removió llamando su atención.
- Creo que Cameron ha despertado. – Anunció la soldado
sonriendo mientras con el dedo índice le dejaba caricias en el puente de la nariz a la
arquitecta.
- Cinco minutos... - Repitió Camila.
La risa de Lauren resonó por toda la habitación haciendo que el
corazón de la arquitecta latiera feliz de estar recuperándose de todo lo que ambas
habían pasado... Esperaba sinceramente que el de la mujer que amaba también
comenzara a sentirse así.
...
Sus ojos color esmeraldas se detuvieron a detallar las decenas de
luces pequeñas color azul que adornaban el armazón de metal del Christopher
Columbus park proposal, una casi idílica estructura que solía llamar la atención de
todos los visitantes del lugar. Durante las noches se encendían las luces que le daban
un mágico aspecto al lugar que había inspirado a muchas parejas a declarar sus
sentimientos y pedir matrimonio entre ellos.
Sonrió con nostalgia al recordar cómo durante su noviazgo con Camila
la, por aquel entonces, tímida chica le había suplicado que por favor no le propusiera
matrimonio allí porque literalmente moriría de vergüenza, por aquello mismo Lauren
había desistido de la idea para hacer algo mucho más íntimo y casual como fue
cuando le pidió matrimonio en el piso en que ambas vivían.
Ahora que la nieve comenzaba a caer en la ciudad y la ojiverde sentía
cómo el gélido viento removía cada uno de sus pensamientos sólo le quedaba
responderse una pregunta... ¿Podría perdonar todo lo que Camila le hizo a propósito?
Volver a los brazos de la mujer que amaba había sido fácil, incluso
hasta natural, no podía negar que se sentía feliz de haber vuelto a tener aquella
conexión con la mujer que había estado amando desde hacía tantos años y que sin
dudas seguiría amando... Pero Lauren no podía dejar de pensar que eventualmente
luego de todo aquello mágico vendría el día a día y seguramente el momento de
enfrentar muchas cosas, entre ellas saber que Camila aún debía superar su depresión
post parto y ella admitir que algún día debía perdonar a la arquitecta por todo lo que
pudo haber pasado entre ellas... Si lo pensaba bien claramente la decisión sobre
darse otra oportunidad como pareja no sólo embarcaba el amor y los deseos de
hacerlo posible, si no que muchas cosas más... Lauren sabía ahora que el amor no
era lo único necesario para poder estar junto a la persona que se ama.
Las risas de varios niños pequeños llegaron a sus oídos. Giró su rostro
buscando de dónde provenían aquellos sonidos para luego detallar una pareja que
jugaba animadamente con tres pequeños, seguramente sus hijos.
La escena le hizo sonreír ampliamente. No podía olvidar que Camila se
había convertido en la madre de su hijo, había tenido al pequeño ojiverde en su
vientre por casi siete meses... Su pequeña gran familia, su mujer y su hijo... Quizás
perdonar no era más que tomar una decisión sobre dejar ir lo que no debía
permanecer y admitir lo nuevo que vendría junto a la certeza de saber que el futuro
ya no sería más una tormentosa incertidumbre... Sí podría perdonar los errores de
Camila, podría perdonarse sus propios errores, podría perdonar al destino por
haberse encaprichado contra ellas, podría perdonar haber dejado ir a Camila y
perdonar que su mujer hiciera lo mismo con ella... Sólo debía perdonar.
...
Observó con detalle cómo su padre jugaba en el piso de la cocina
junto a Cameron el cual estaba pintando con las manos un par de folios que Camila
había traído de la oficina. La arquitecta frunció el ceño al ver el desastre que su hijo
había dejado al esparcir toda la pintura de color rojo por el piso de cerámica del
lugar.
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Gracias como siempre! Y como ya dije, camren feels.
Capítulo 49.
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Gracias como siempre!
Capítulo 50.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al detallar cómo Cameron
reía a carcajadas intentando escapar corriendo con poca habilidad al ser perseguido
por Michael el cual iba caminando lentamente detrás del pequeño queriendo cogerlo
en brazos.
- Es tan bueno verte otra vez. – Dijo finalmente Michael al
lograr capturar al ojiverde en brazos el cual no dejaba de reír contra el pecho de su
abuelo.
- Yo también te extrañaba Michael. – Apuntó Camila sonriendo
sinceramente.
Aquella tarde el cielo les regalaba un soleado día, poco quedaba de la
nieve que había inundado la ciudad los días anteriores, por aquello mismo la
arquitecta había decidido llevar a Cameron al parque, había coincidido también con
una llamada por parte de Michael el cual deseaba ver a su nieto luego de que Clara se
fuera hacer una visita a una antigua amiga.
- Supongo que has estado en contacto con Lauren. – Resonó la
voz de Michael quien dejó escapar nuevamente a Cameron el cual comenzó a dar
pasos por el césped mirando con detalle las nubes que se dibujaban en el cielo color
celeste.
- Sí, me ha dicho que Chris ya está mejor... Mañana le darán el
alta.
- Creo que a mis hijos le gusta eso de terminar en el hospital
por culpa del ejército.
Camila hizo una mueca para luego elevar las cejas frente a la broma
de su ex suegro. Podía recordar con cariño cómo el padre de Lauren había cuidado de
ella cuando fue ingresa por el trabajo de parto de Cameron.
- Me alegra saber que ustedes están en mejores términos... Es
decir, no quiero entrometerme, pero realmente me alegra saber que ustedes dos
están intentando arreglar lo que siempre han sido. – Sonrió el hombre.
Su rostro tomó un leve rubor frente a las palabras de Michael.
Después de todo el hombre siempre les había apoyado en todo, desde la primera vez
que Camila había ido a cenar a la casa de los Jauregui, pasando por los planes de la
boda hasta ahora cuando ellos se quedaban cuidando de Cameron.
- Realmente espero que las cosas con Lauren mejoren... Yo...
Sé que le hice daño, y ella a mí también... Supongo que nos queda aprender de ello.
– Dijo pensativa.
El hombre detalló el rostro de la arquitecta la cual se vio perdida en
sus pensamientos durante unos segundos. El pequeño ojiverde seguía caminando
cerca de ellos cuando de vez en cuando se dejaba caer contra el césped para
descubrir aquellas nuevas sensaciones.
- Debes decirle a Lauren que estás decidida por aquello... -
Rompió el silencio Michael.
- ¿Cómo así? – Preguntó sin entender a qué se refería el
hombre.
- Ambos conocemos a Lauren, sabes cómo es... A veces realmente necesita que
uno sea preciso y claro con ella... Si quieres pedirle perdón y hacer de ello algo
importante en la relación de ambas entonces tendrás que darle la importancia al
momento en que lo hagas... No te estoy diciendo que debas robar todas las rosas de
una tienda de flores y hacerle una escena, sabes que ella no es así. – Dijo para
terminar en una pequeña risa la frase. – Pero si haces algo un poco simbólico puede
que la inteligente mente de mi hija logre asimilar bien todo aquello.
Camila afirmó en silencio mientras analizaba cada palabra que había
salido desde la boca de su ex suegro. Luego de algunos segundos en que Cameron
volvió hasta donde estaban ellos con las ropas sucias y el cabello despeinado, la
arquitecta le regaló una sincera sonrisa a Michael el cual le guiñó un ojo mientras
comenzaba a sacudir las ropas de su nieto el cual reía frente a la acción del hombre.
- Y ya sabes que si desean volver a casarse como la otra vez
nuestra casa siempre estará abierta para hacer la ceremonia. – Apuntó el hombre
dejando sin palabras a Camila.
...
La expresión de frustración que reinaba en el rostro de Chris con los
días no se había diluido, aquello le tenía más preocupada de lo que podía admitirle al
Marine en entrenamiento. Podía observar detenidamente cómo Chris había dejado sin
contestar todas las llamadas que sus compañeros de pelotón le habían hecho durante
aquellos días y cuando le había mencionado la manera en que su madre había
reaccionado el futuro Marine sólo había respondido con una mueca y silencio.
- Bueno, venga, ¿Cuándo mierda me vas a decir qué te pasa? –
Murmuró impaciente mientras le bajaba el volumen al televisor de la habitación del
hospital.
- No me pasa nada Lauren. – Espetó Chris mientras jugaba
levemente con las sabanas de la cama.
- Pues no me lo creo. – Apuntó la soldado.
- Deberías entenderlo... – Dijo entre dientes.
Lauren frunció el ceño sin entender mientras se acercaba para
sentarse en una de las esquinas de la cama donde Chris aún se encontraba recostado.
- Seguramente lo harás, puedo notar el gran avance que has tenido durante
éstas semanas... Tienes una gran red de apoyo Camila, me alegra saber que la
ocupas... Tus padres, tu hermana, tus suegros, tus amigas, incluso Lauren misma y
Cameron.
Se sintió emocionada al confirmar que existían todas aquellas
personas cubriendo sus espaldas y preparadas para estar ahí cuando más lo
necesitaran... Incluso podía confirmar cuánto su ex esposa se preocupaba por ella y
que intentaban manejar las cosas con tranquilidad.
Las peleas entre la ojiverde y ella ya casi no existían, y los momentos
se simplificaban a disfrutar de la compañía entre ellas siempre que se pudiera. Estaba
decidida, debía dejarle claro a Lauren que ella se sentía capaz de volver a tener una
relación, recuperar la familia que siempre habían sido, dejar las cosas ir... Y tener un
nuevo comienzo.
- Gracias Sara. – Dijo sinceramente.
- ¿Por qué? Es mi trabajo. – Le devolvió la sonrisa.
- Sí... Pero me has ayudado tanto a volver a ser quien siempre
fui que... Es extraño abrir los ojos luego de tantos meses tormentosos... Sé que el
tiempo no se puede recuperar, pero créeme que con todo lo que hemos hablado, lo
que me has explicado, incluso lo que me has enseñado estoy siendo capaz de resolver
todo el caos que había dentro de mí... Recuperaré a Lauren y seremos una familia
que sabrá enfrentar lo que venga.
Sara dejó de jugar con el bolígrafo que tenía entre los dedos para
detallar el brillo que habitaba en los ojos marrones de Camila. Sin duda la
comparación parecía irreal, aquella chica ya no era la misma que había venido
buscando ayuda casi desesperada frente a la posibilidad de perder a su hijo frente a
la mujer que siempre había amado... Esta era definitivamente una nueva Camila,
quizás la que siempre había sido antes de todo lo que pasó con Lauren en Irak... O
quizás era la misma Camila renovada.
...
Lauren sonrió con una felicidad casi indescriptible cuando a la distancia
logró encontrar a Cameron en brazos de Camila entre todas las personas que
caminaban en el aeropuerto aquella noche. Una leve risa salió de su boca cuando
Cameron se tiró a sus brazos al reconocerla.
- ¡Mamá! ¡Mamama! – Chilló feliz el pequeño.
- Hola mi vida. – Murmuró la soldado besándole el rostro a
Cameron.
Sintió los brazos de Camila rodear su cuerpo dejando a los tres en un
cálido abrazo que se prolongó durante unos segundos hasta que Lauren aproximó su
rostro al de su ex esposa.
- Hola cariño. – Saludó la soldado.
- Te extrañaba. – Dijo Camila dejándole un par de besos en la
mejilla a Lauren.
Acomodándose el bolso en el hombro y aún con Cameron en brazos
Lauren con la mano que tenía libre entrelazó sus dedos con la mano izquierda de
Camila la cual le sonrió ampliamente mientras caminaban por el aeropuerto hasta la
zona del aparcamiento donde sin esperar mucho se subieron en la camioneta para
encaminarse hasta la casa.
- ¿Te quedarás a dormir hoy? – Preguntó Lauren rompiendo el
silencio.
- Claro. – Sonrió Camila.
Sus ojos esmeraldas detallaron por el retrovisor cómo Cameron se
había quedado durmiendo abrazado a su peluche de elefante. Parecía increíble que
sólo unos días alejada de él hicieran que ahora lo viera un poco más grande.
- ¿Puedes quedarte todo el fin de semana con nosotros? –
Susurró Lauren acariciando la mano de Camila que se encontraba en la palanca de
cambio del coche.
- Estaría encantada de hacerlo. – Anunció la arquitecta.
Al llegar a la casa Camila se encargó de sacar a Cameron y llevarlo
directamente a la cuna. Lauren se dio el tiempo suficiente para sacar el bolso de la
camioneta y entrar a la casa. Sus pies se dirigieron hasta la cocina ansiosa por hacer
algo de café y sentarse a conversar con su chica.
Con curiosidad se acercó a la caja de mediano tamaño que se
encontraba sobre la mesa. Se quedó sin poder respirar al reconocer el contenido...
Las cartas que Camila le había escrito cuando ella había estado en numerosas
misiones y combates, todas las cartas.
Incluso podía recordar cómo Camila las impregnaban de su perfume
para que al llegar hasta la soldado aún tuvieran el familiar olor que hacía sonreír a la
ojiverde. Las lágrimas se agolparon en su rostro mientras sus temblorosas manos
sacaban una de las cartas dobladas con precisión que resaltaba entre todas porque
tenía las esquinas pintadas con labial color rosado, el favorito de Camila, una pequeña
risa escapó de su boca, ésta no podía reconocerla... Era una carta nueva.
Para mi amada Lauren.
Sé que en el último tiempo hemos vivido muchas cosas... Algunas
malas y otras increíblemente buenas. Hemos vivido desde la emoción de saber que
había quedado embarazada, hasta la desesperación al saber que te irías de misión y
luego lo horrible de verte volver casi muriendo... Te perdiste el nacimiento de tu hijo,
y yo la hermosa sensación de poder tomarte la mano mientras aquello ocurría.
Sin embargo, la vida me ha regalado otros momentos... Como verte
aprender a caminar otra vez, verte llorar de emoción al tomar en brazos por primera
vez a Cameron... Te he visto luchar por nuestro amor, por nuestra familia... Te he
dañado por lo tan dañada que estaba yo misma...
No me queda más que pedirte perdón mi amor... Un verdadero perdón
que me nace desde el corazón, el mismo que te ha amado durante tanto tiempo y
que está feliz de poder seguirte amando durante más tiempo bajo las alegres risas de
nuestro amado hijo.
Por favor créeme que estoy intentando todo para que nuestro amor
nos vuelva a unir. No quiero pasar más días sin ver tus hermosos ojos, no quiero
pasar más noches sin dormir abrazada a ti, no quiero que nos perdamos la magia de
ver a nuestro hijo crecer y luego reír juntas por ello.
Te amo, siempre lo he hecho y siempre lo haré.
Perdóname.
Con amor... Por siempre, Camila Cabello-Jauregui. La chica tímida que
se convirtió en el amor de tu vida, tu esposa y madre de tu hijo.
Lauren se limpió las lágrimas que rodaban por su rostro para girarse y
descubrir que la arquitecta le miraba desde el marco de la puerta llorando también.
- Te amo... - Anunció la soldado acercándose hasta donde
estaba la morena.
- Yo también, mi amor. – Le respondió Camila entre sus brazos.
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Y ya entramos en la trama final, quedan 10 capítulos... En
agradecimiento por todo el apoyo el sábado tendrán el último maratón de la historia.
Muchas gracias.
Capítulo 51.
1/4">
Último maratón ->1/4
***
2 semanas después.
La rubia rodó los ojos exageradamente mientras negaba con la cabeza riendo bajo la
incómoda mirada de Lauren que también rió levemente.
- Nosotras ya debemos ir a buscar nuestras cosas para el viaje.
– Interrumpió Nataly.
Se despidió con un fuerte abrazo de su amiga mientras le susurraba
que se cuidara y que pronto se verían. Cuando fue el turno de Dianna tampoco dudó
en darle un abrazo y repetirle que se verían pronto... A fin de cuenta todas
compartían la misma pasión por ser parte de la U.S. Army.
Una vez que ambas rubias se fueran caminando Charles se recargó
pesadamente contra el hombro de Lauren haciendo que ésta frunciera el ceño al ver
lo triste que se había quedado su amigo.
- ¿Qué te parece si el viernes vas junto a tu hijo a cenar a mi
casa? Carol estará muy feliz de verles. – Dijo el hombre refiriéndose a su esposa.
- Es una buena idea. – Sonrió.
...
Cameron gritó llamando la atención de Dinah y Camila las cuales
seguían en su ardua tarea de embalaje guardando las cosas en diferentes cajas para
ir vaciando el piso donde la arquitecta había estado viviendo durante los últimos
meses.
- No cuentes conmigo si vuelves a mudarte, la espalda me está
matando Mila. – Dijo de mala forma la ingeniera.
- Mueve tu trasero y ayúdame Hansen. – Murmuró entre dientes
la más baja mientras terminaba de embalar una de las cajas.
Dirigió su mirada nuevamente a su hijo el cual seguía jugando con una
de las pequeñas cajas que había en el lugar. Llevaba los cabellos despeinados y aún
el pijama que parecía un disfraz de león que hacía suspirar con ternura a Camila.
- ¿Y por qué no está aquí tu soldado ayudándote? – Entrecerró
los parpados Dinah mientras seguía guardando algunos libros sobre Arquitectura
contemporánea en una de las cajas.
- Porque está trabajando, vendrá luego para cenar y terminará
de ayudarme.
- Claro, claro, para la ojiverde hay comida y cariños... A mí sólo
me has dado un vaso de zumo de piña, que mal amiga eres. – Dijo fingiendo estar
dolida.
- Venga ya, no seas idiota, mientras menos hablamos más
rápido avanzaremos. – Apuntó Camila.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Dinah mientras seguía
ayudando a su amiga, los minutos pasaron rápido, sin embargo la paz del momento
fue interrumpida por un llanto lastimoso por parte de Cameron el cual hacía pucheros
para llamar la atención de su madre.
- Seguro tiene hambre. – La arquitecta se pasó una mano por el
rostro. – Le haré un biberón con leche, ya vuelvo.
Tomando a su hijo en brazos dejó sola a Dinah la cual rodó los ojos
para luego sacar su móvil y quedarse revisándolo mientras Camila en la cocina
colocaba agua a calentar para hacerle la leche a su hijo.
- ¿Estás feliz de que ahora viviremos todos juntos? – Le susurró
a su hijo el cual seguía haciendo pucheros moviendo inquietamente sus pies.
- Mamá... - Sollozó.
- Ay mi vida.
Abrazó al pequeño contra su pecho para luego acariciarle los cabellos.
No podía pedir más, por fin había vuelto a encontrar aquella alegría que existía en
cada día que vivimos y no podía pedir más.
Cameron se removió entre sus brazos haciéndola reír al ver el rostro
tan parecido de su hijo con el de ella. Sin duda convertirse en madre le había
cambiado la vida, aunque hubiera sido en una circunstancia tan difícil, y que sólo
ahora lograra enfrentar con la cabeza en alto.
- Te prometo que nunca más pasará un día sin que esté a tu lado. – Besó la
frente de su hijo.
- Mamá... - Vocalizó Cameron agarrando los mechones de
cabellos de la arquitecta que caían por sus hombros.
Luego de hacer rápidamente el biberón y dejar a Cameron caminar por
el lugar mientras el pequeño estaba concentrado en la leche Camila volvió al salón
donde Dinah terminaba de embalar otra caja.
- Te lo juro Camila, si te mudas otra vez planeo patear tu
hermoso trasero. – Apuntó la ingeniera entrecerrando los párpados.
- Tranquila, ya no pienso mudarme nunca más. – Sonrió.
...
Cuando el viernes llegó y Lauren detalló cómo Cameron jugaba feliz
con uno de sus dinosaurios a través del retrovisor del coche sus ojos finalmente se
concentraron en el camino por la autopista hasta la casa de Charles. El sonido de la
voz de Camila cantando Won't go home without you de Maroon 5 le hizo sonreír
ampliamente buscando atrapar una de sus manos con una de la arquitecta.
- ¿Le has dicho a Charles que voy contigo? – Preguntó curiosa
Camila.
- No...
- Pero me has dicho que Charles y Carol saben que nos hemos
divorciado... - Dijo confundida.
- Claro... Será una sorpresa, conocerán a Cameron y te verán a
ti. – Sonrió perfectamente.
Una sincera expresión de amor se dibujó en el rostro de Camila la cual
le dirigió un cariñoso guiño a Lauren.
- Por cierto, ¿Estarán Nataly y Dianna? – Resonó la voz de la
arquitecta.
- Ellas se han ido de misión hace unos días. – Apuntó la soldado
sin perturbar su sereno rostro.
- ¿Por qué no me lo has dicho antes? – Enarcó las cejas.
- ¿Será porque las últimas veces que nos hemos visto sólo nos
hemos dedicado a recuperar el tiempo perdido haciendo alocadamente el amor?
La boca de Camila dejó escapar una avergonzada risa mientras el
rubor se pintaba sobre sus mejillas. Lauren se mordió los labios al sentir cómo una
agradable sensación invadía su pecho... Amor... Simplemente amor.
- Bueno, es verdad... No voy a enfadarme por eso... Pero me
gusta cuando me cuentas las cosas que pasan en tu trabajo cariño. – Dijo Camila.
- Lo sé... Es sólo que... No sabía cómo te sentirías al respecto...
Sé que aún te sientes insegura con respecto a mi trabajo y bueno...
- Lauren... Lo entiendo, gracias por pensar en ello... Pero en
algún momento debemos hablar de ello.
- Oh arquitecta Cabello ésta noche no, luego de nuestra
agradable cena pretendo darle el mejor sexo que pueda existir. – Apuntó.
Ambas rieron con ganas haciendo reír también a Cameron el cual dejó
caer su dinosaurio frente al horrorizado rostro de Camila la cual se llevó una mano a
la boca.
- ¡Has dicho la palabra "S" frente a Cameron! – Abrió los
parpados de par en par.
- Cariño él no tiene ni dos años, no lo entendería. – Dijo
tranquilamente Lauren para luego reír.
Camila negó con la cabeza para pasarle nuevamente el juguete a su
hijo el cual sonrió mostrando sus pequeños dientes brillantes. La arquitecta se lo
quería comer a besos.
El trayecto se mantuvo tranquilo mientras Lauren podía percibir la
constante sonrisa que habitaba en el rostro de su ex esposa.
- Venga... Dilo... - Rompió el silencio la soldado.
- ¿El qué? – Dijo confundida.
- Que estás feliz porque Dianna ya no estará en el pelotón
conmigo.
- No es que esté feliz de que se haya ido de misión, y créeme
que le deseo que vuelva bien junto a Nataly... Pero oh cariño, no puedo mentir, estoy
muy feliz de que ésa rubia ya no vuelva a verte porque tú eres sólo mía. – Sonrió con
seguridad.
...
Sus ojos marrones no dejaban de detallar con curiosidad la escena de
Cameron jugando con Lucy, la pequeña de cabellos rubios desde que había visto al
pequeño castaño entrar en los brazos de Lauren no le había quitado los ojos y reía
cada vez que el ojiverde le seguía las acciones en sus juegos infantiles.
Una pequeña alegría se concentraba en su pecho al ver a su hijo
interactuar con otro niño, debido a que el ojiverde aún no iba a la guardería o al
preescolar era difícil que él pasara tiempo jugando con otros pequeños de su edad,
era algo nuevo para Camila verlo tan feliz compartiendo sus juegos.
- Cameron es precioso. – Mencionó Carol mirando con ternura
cómo Lucy le entregaba uno de sus juguetes al ojiverde.
- Por fin le conocen. – Sonrió Lauren para luego dirigirle una
delicada mirada a Camila la cual parecía aquella noche haberse re encontrado con su
timidez juvenil una vez que entraron a la casa de los Thompson.
- No puedo creer lo grande que está Lucy. – Murmuró la
arquitecta sonriéndole ampliamente a Charles el cual le guiñó un ojo para llevarse
una copa de vino a los labios.
- Me encanta que estés aquí Camila. – Volvió a hablar Carol.
Sonrió nerviosa frente a las palabras de la mujer de Charles. Nunca
habían sido grandes amigas pero sabía que Lauren disfrutaba que ella compartiera
con las personas que le rodeaban en el trabajo. Sin dudas la casa se oía mucho más
tranquila sin Nataly chillando por el lugar, la apreciación hizo que la arquitecta se
llevara una copa de vino blanco a los labios mirando cómo Lauren parecía tan
tranquila.
- Aún no puedo creerme que Nataly y Dianna han tenido que
irse tan luego. – Rompió el silencio el soldado.
- Al menos se han ido juntas. – Dijo Carol intentando consolar a
su esposo.
- Ya sabes que el tiempo pasa más rápido de lo que te esperas.
– Opinó Lauren.
Camila miró con cariño a su ex esposa, se veía tan tranquila y feliz...
Así como ella también lo estaba. Las risas de Cameron y Lucy llegaron a su oído
haciéndole removerse frente a la posibilidad de que el ojiverde no creciera siendo hijo
único... Pestañeó nerviosa al pensar que en un futuro quizás ella y Lauren optaran
por tener más hijos.
- Lo que aún sigo sin entender es por qué te has negado a la
solicitud que te han hecho los de las Fuerzas especiales... - Resonó la voz de Charles.
El tiempo pareció congelarse frente aquellas palabras que salieron de
la boca del soldado. La arquitecta pudo ver cómo el rostro de Lauren se veía invadido
por una extraña expresión entre pánico y enfado. Su propia boca se secó frente al
incómodo silencio que se creó en el lugar y sus manos temblaron al ver que era la
única persona que no sabía sobre lo que había pasado entre las Fuerzas especiales y
Lauren.
- Oh... Yo... Pensé que... – Dijo algo confundido Charles al
parecer haber entendido la situación.
Rápidamente se levantó de su asiento pidiendo disculpas entre dientes
para encaminarse rápidamente hasta la puerta de la casa de Charles. Escuchó cómo
Lauren la llamaba a sus espaldas pero ella no hizo caso y sin recoger su abrigo que se
encontraba en el perchero de la entrada Camila salió de la casa enfrentando la noche
que le ofrecía un gélido viento acompañado por una gruesa capa de nieve.
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Capítulo 52.
El pelinegro le guiñó un ojo para luego sacarle una inesperada foto de cerca a Lauren
la cual tomó el móvil de su amigo para evitar más fotos.
- Ey, ¡Que te casas sólo una vez en la vida, mejor tener fotos
demás que de menos! – Reclamó.
- Me estás poniendo nerviosa. – Apuntó.
- Bueno... Pero repito, sólo te casas una vez... A menos que te
divorcies y te vuelvas a casar, pero no creo éso posible... Vamos, tú y Camila jamás
podrían divorciarse. – Dijo con seguridad.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Lauren la cual afirmó en
silencio recordando con emoción cómo en unos minutos más por fin realizaría uno de
los sueños que tenía junto a Camila.
- Estoy muy orgulloso de ti... - Murmuró Cameron dejando un
atisbo de seriedad en su expresión.
- ¿A qué te refieres? – Preguntó sonriendo levemente la
ojiverde.
- Has sacado adelante tu relación con Camila frente a todo... No
dejas que nadie te haga dudar sobre tu amor por ella, no dejas que nadie ni nada
impida que ustedes se demuestren su amor, sé que no es fácil, pero... Me alegra
saber que tendrás a alguien a tu lado para siempre.
Las palabras de su mejor amigo le hicieron emocionarse, tanto que
pensó que lloraría allí mismo, pero sin dejar de sonreír le pasó una mano por la
mejilla al pelinegro el cual ladeó la cabeza agradeciendo la caricia.
- Tú también estarás siempre a mi lado, no lo dudes Cameron. –
Apuntó la soldado.
- Claro, no te librarás tan fácil... Por algo soy el mejor padrino
de boda.
...
- ¡Papá pásame el ramo de rosas por favor! – Suplicó Camila
nerviosamente al ver cómo su padre no dejaba de hacer pucheros llorando
levemente.
Sinu negó con la cabeza al intentar consolar a su esposo el cual
llevaba todo el día intentando contener las lágrimas de la emoción que sentía al ver a
su hija mayor próxima a casarse.
- Mi pequeña... - Murmuró Alejandro abrazando torpemente a
Camila.
- Papá... - Rodó los ojos.
La risa de Sofía hizo que la arquitecta le dirigiera una mirada de
enfado a su adolescente hermana la cual se encogió de hombros frente a la irreal
escena del momento.
- Venga papá, seguiré siendo tu pequeña. – Susurró la morena
acariciando la espalda de su padre el cual no quería romper el abrazo.
- Ya bastante tengo con que te hayas ido a vivir con Lauren...
Nunca pensé que te casarías tan joven. – Aclaró.
- Cuando mamá se casó contigo era incluso más joven que yo. –
Argumentó.
- Ya... Pero... Es que estoy emocionado. – Dijo el hombre
volviendo hacer un gran puchero.
Abrió los párpados de par en par sintiendo cómo el nerviosismo se
apoderaba de ella. No podría caminar hasta donde estaba su futura esposa si su
padre seguía llorando peor que niño pequeño perdido en la guardería.
- Mamá... - Pidió ayuda.
- Calma, tu padre sólo está emocionado, se le pasará en unos
minutos...
Sofía se acercó hasta ella para entregarle una divertida mirada frente
a la pequeña discusión que estaban teniendo sus padres. Una sincera sonrisa se
dibujó en el rostro de Camila al ver a su pequeña hermana con aquel vestido color
celeste.
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Nos vemos mañana con dos capítulos más. Muchas gracias por todo.
Capítulo 53.
Sus rebeldes lágrimas fueron limpiadas por la ojiverde quien oía cada palabra con
atención mientras la intensidad de la nieve cayendo comenzaba a aumentar.
- Sé que tienes miedo de que vuelva a ocurrir algo así... De que
me vuelvan a herir, de que vuelva otra vez conectada a una máquina para vivir, o
algo incluso peor... Pero cariño, ¿No podría pasarme eso aunque estuviera aquí en
Boston junto a tu lado?... Nadie sabe si mañana al salir del trabajo tengo un
accidente, o tú lo tienes, o se acaba el mundo o...
- Basta, entiendo lo que me quieres decir, pero por favor no me
hagas imaginar cosas así... - Susurró Camila intentando no volver a llorar.
- Sabes que cada vez que me voy intento todo para volver a tu
lado, creo que es el único modo de demostrarte que intento cumplir las promesas que
te hago...
En los tímpanos de la arquitecta retumbaron los fuertes latidos del
corazón de la soldado que se agitaba contra su pecho. Se asombró de lograr
escucharlo de forma tan clara, pero el murmullo de la noche y la paz de la nieve
cayendo daban el momento perfecto para aquello.
- Siempre fue tu sueño... Yo... No quiero que dejes de luchar
por ellos por miedo a qué pasará con nosotras... - Murmuró insegura Camila.
- No lo hago sólo por nosotras, lo hago también por nuestro
hijo...
Camila negó con la cabeza terminando el abrazo para mirar
directamente al rostro de Lauren que seguía ruborizado, ésta vez por el intenso frío
del ambiente.
- Tú me has apoyado en cada uno de mis sueños, siempre has
estado ahí... La primera vez que presenté una de mis pinturas al final del curso de
artes, cuando nos graduamos y me quise escapar a la casa del lago contigo, cuando
nos mudamos juntas, cuando ingresé a la facultad... Tú eras quien se quedaba
despierta a mi lado las noches de viernes y sábado cuando debía quedarme diseñando
y estudiando... Siempre has querido ser parte de las Fuerzas especiales, era tu sueño
entrar en ellas junto a Cameron...
Una nostálgica sonrisa se dibujó en el rostro de Lauren la cual le
acarició una mejilla.
- Vamos a casa, si nos quedamos más aquí nos vamos a
enfermar... Nuestro hijo nos espera. – Susurró finalmente la soldado.
...
No supo cuántos minutos se mantuvo mirando a su ex esposa dormir
tranquilamente a su lado. La respingada nariz idéntica a la de su hijo le hacía sonreír
al percatarse que aquella mujer que ahora respiraba pausadamente había sido la
misma chica que le había robado el corazón cuando aún eran unas adolescentes. Y es
que ahora luego de tantos meses podía reconocer a su Camila, a su amor, a su
hermosa chica de ojos marrones. Ambas despertando juntas en la cama de la
habitación de la casa que habían comprado para vivir juntas por muchos años más.
Sus ojos esmeraldas fueron sorprendidos por aquellos marrones que
se dejaron ver luego de que las largas pestañas de la arquitecta se abrieran
lentamente. Una resplandeciente sonrisa se dibujó en el rostro de Camila la cual
alargó una de sus manos hasta dejarla sobre una de las mejillas de Lauren.
- Creo que voy a coger una gripe. – Reclamó la soldado.
- Pero si he sido yo la que ha cogido más frío. – Respondió
Camila.
- Ya... Pero tú al menos tienes dos riñones. – Murmuró.
- Cariño éso no tiene nada que ver... - Rió a lo bajo la morena.
- Claro que sí...
- Claro que no.
- Que sí...
- Que no...
La ojiverde se abalanzó contra Camila haciendo que ambas estallaran
en un concierto de carcajadas. Sus manos se escurrieron rápidamente hasta los
costados de la más baja para comenzar una lucha interminable de cosquillas que hizo
jadear a ambas riendo.
- ¡No hagas tanto ruido, vas a despertar a nuestro hijo! – Chilló
Lauren entrecerrando los parpados.
- ¡Déjame soldado Jauregui! – Suplicó Camila retorciéndose bajo
los brazos de su ex esposa.
El juego terminó en varios besos que dejó la ojiverde regados por el
rostro de la mujer que amaba. Cuando sus respiraciones se vieron calmas la
arquitecta comenzó a dibujar con su dedo índice las facciones del rostro de Lauren.
- Con respecto a lo de anoche...
- Ya lo hablaremos... Debemos pensar las cosas... No quiero
presionarte y sé que tú tampoco quieres hacerlo conmigo. – Dijo la ojiverde.
Luego de las palabras la soldado con ambas manos se escondió bajo
las sábanas buscando el cuerpo de Camila. Grande fue su sonrisa al confirmar lo que
ya sabía, la arquitecta había dormido desnuda, solía hacerlo las noches en que hacía
demasiado frío y buscaba pegar toda su piel contra la piel nívea de Lauren.
- ¿Lauren? – Rió Camila.
- Shh... No hagas ruido. – Anunció la soldado aún bajo las
sábanas.
Besó delicadamente el valle entre ambos senos de la morena la cual
entendió el mensaje y se quedó inmóvil esperando las próximas caricias que le
entregaría la ojiverde. Con su lengua comenzó a rodear peligrosamente uno de los
pezones ya erectos de Camila, no lo hizo esperar más para llevárselo a la boca y
succionarlo con deseo mientras su otra mano acunaba el otro seno de la morena que
reclamaba atención.
Un tímido gemido escapó de la boca de Camila haciendo que Lauren
cerrara los ojos al sentir cómo el cuerpo de su amada temblaba bajo sus caricias. Sus
labios siguieron bajando hasta el plano abdomen de la arquitecta, se entretuvo cerca
de su ombligo dejando húmedos senderos. Las caderas de la morena se elevaron en
búsqueda de contacto, asi que sin esperar más comenzó a besar cerca de las caderas
de la morena la cual con las manos intentó destaparse de las sábanas para ver a
Lauren.
- No, quieta... - Reclamó la soldado manteniéndose bajo las
sábanas.
No podía observar a Camila desde allí pero podía imaginar la cara de
placer que ahora mismo debería estar teniendo la arquitecta. Sonrió mientras llevaba
sus labios hacia la parte interna del muslo izquierdo de su amada. Dejó lentos besos
mientras el embriagante olor del centro de su morena le reclamaba por atención.
- ¿Tan temprano y ya mojada mi amor? – Susurró la ojiverde
llevando su boca peligrosamente hacia la intimidad de Camila.
Sin más avisos comenzó a besar y lamer la zona que más deseaba ser
tocada. El cuerpo de la morena comenzó a temblar y moverse para crear más roce
contra la boca de Lauren. Con ambas manos abrió un poco más las piernas de la
arquitecta buscando poder profundizar sus caricias. Un fuerte jadeo resonó en la
habitación, y Camila sobre las sabanas llevó sus manos para atrapar la zona donde
debería estar la cabeza de la ojiverde.
- Más, por favor... Más... - Pidió entre gemidos la morena.
Aumentó la velocidad y fuerza en sus caricias haciendo que el propio
agarre de Camila fuera casi desesperado, las caderas de la más joven se agitaban con
un ritmo que estaba enloqueciendo a la soldado. Sin esperar más introdujo su dedo
índice en su amada la cual a los segundos después se encontró con un fuerte
orgasmo que Lauren pudo sentir bajo sus brazos.
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Capítulo 54.
Richard Fields enarcó sus pobladas cejas mirando con detalle el rostro
de Lauren la cual seguía moviendo nerviosamente una de sus piernas en aquella silla
que estaba frente al amplio escritorio de la oficina del abogado.
- ¿Tanto han cambiado las cosas? – Dijo asombrado el hombre.
- Sí... - Se limitó a responder.
- No deja de sorprenderme Lauren... - Murmuró.
El olor a café recién preparado invadía el lugar y ella deseaba volver
pronto a casa para poder jugar con su hijo antes de que éste se durmiera. Se sentía
incómoda por la inspección que parecía hacerle su abogado y aún podía sentir la
tristeza de aquellas veces que estuvo antes entre aquellas mismas paredes.
- Bueno, supongo que tendré que ver qué puedo hacer... Es algo
extralimitado debido al tiempo en que me lo pides. – Apuntó el hombre terminando
de anotar algo en un folio.
- Necesito hacerlo. – Resonó la voz de Lauren.
Sus ojos esmeraldas detallaron cómo el hombre afirmaba con la
cabeza en silencio para luego dedicarle una pequeña sonrisa que le hizo sentirse un
poco más cómoda frente a la situación. Aún podía notar la sorpresa que invadía al
hombre, pero ella se sentía tranquila al haber tomado la decisión correcta. Sólo
quedaba esperar.
- Te tendré los documentos en una semana, si pasa algo antes
te llamaré. – Le informó Richard.
- Estaremos en contacto... Gracias licenciado Fields. – Sonrió
despidiéndose con un leve apretón de manos.
- Hasta ahora soldado Jauregui.
Luego de que la puerta se cerrara a sus espaldas Lauren se limitó a
esperar el elevador del edificio. Sonrió para luego dejar escapar un escurridizo
suspiro. Cómo cambiaban las cosas, nunca se lo hubiera imaginado...
Cuando sus pies ya se dirigían hacia la boca del metro más cercana su
atención fue capturada por una tienda de flores que se imponía tímidamente entre los
edificios de la calle. Deshaciendo un poco el nudo de la bufanda color mostaza de
Camila, que llevaba aquel día, entró al lugar haciendo sonar una pequeña campana
que provocó que un hombre de edad dirigiera sus ojos hacia ella.
- Buenas tardes, ¿En qué la puedo ayudar jovencita? – Saludó el
hombre.
- Oh buenas tardes... ¿Tendría rosas rojas?
- ¡Por supuesto!, ¿Cuál es la ocasión? – Dijo curioso. – Déjeme
adivinar... ¿Reconciliación?
Lauren rió levemente mientras se rascaba una de sus cejas de forma
nerviosa.
- Algo así... - Sonrió ampliamente.
- Oh, lo he visto en sus ojos... Le ama con verdadera locura y su
amor es correspondido.
...
Cameron pataleó entre los brazos de Lauren mientras ésta le agarraba
para que la arquitecta le bajara un poco el chándal color azul que llevaba aquel día. Y
es que hoy el pequeño tenía control médico y le tocaba una de sus vacunas.
- Ya campeón, has superado cosas más difíciles... - Recordó
Matthew mientras preparaba el medicamento.
La arquitecta dejó al pequeño sobre la camilla mientras le sonreía
ampliamente para hacer el momento más ameno.
- Ay pero si es mi sobrino favorito. – Dijo Taylor con una voz melosa que hizo
sonreír al ojiverde quien estiró sus pequeños brazos hacia la menor de los Jauregui.
- Es el único sobrino que tienes... - Apuntó Connor sonriendo.
- Por el momento, por el momento... Que ya toca entrar en
campaña hermanita.
Enarcó sus cejas dirigiendo sus ojos esmeraldas hacia Camila la cual
se mordió los labios frente a lo dicho por la rubia...
- Nos quedaremos por unas semanas gracias a las vacaciones
de Connor y además, tenemos noticias... - Volvió a hablar Taylor.
Lauren frunció el ceño para ahora dirigir su mirada hacia el rubio piloto
el cual rodeó sus brazos sobre su esposa quien le revolvía los cabellos a Cameron el
cual chillaba por la acción de su tía.
- ¡Tendremos una hermosa princesita! – Anunció Taylor.
La sonrisa que invadió su rostro no podía ser mayor, y sin esperar
mucho se acercó hacia su hermana para dejarle un sonoro beso en la mejilla.
Cameron reclamó frente a la invasión de espacio estirando sus manos para sujetarse
al cuello de la soldado la cual tomó a su hijo en brazos mientras Camila volvía a
abrazar a la menor de los Jauregui.
- ¡Enhorabuena! Estoy muy felices por ustedes. – Dijo
sinceramente la arquitecta dirigiéndole una sonrisa al matrimonio.
- Por lo tanto, éste hermoso joven. – Apuntó Connor a
Cameron. – Tendrá que cuidar muy bien a su primita.
Apretó el agarre que tenía con su hijo haciendo que éste frunciera el
ceño. Lauren dejó escapar una leve risa frente a lo parecido que se veía Cameron con
Camila en aquel momento.
- Oíste eso campeón, ya tendrás con quién jugar muy pronto. –
Susurró Lauren contra el rostro de su hijo.
- Sólo tendrán que irnos a visitar a Cleveland con frecuencia. –
Recordó el piloto.
- Que no existan dudas en ello. – Resonó la voz de Camila.
Le guiñó un ojo a su ex esposa la cual colocó agua a calentar para
hacer algo de café y té para todos. Al mismo momento dejó a su hijo para que éste
caminara hasta sujetarse de los pantalones de Taylor la cual miró con ternura al
ojiverde.
- Todo ésto no te lo has perdido porque luchaste por vivir y
volver con nosotros mi amor. – Le susurró Camila al oído cuando llegó a su altura.
Lauren se sintió emocionada frente a las sinceras palabras de la mujer
que amaba. Y era verdad, poco quedaba de aquella soldado que luchaba por
recuperarse de sus heridas físicas y emocionales, ya no se sentía quebrada ni vacía...
- ¿Te he dicho ya cuánto te amo? – Sonrió la soldado.
- Siempre es bueno volver a oírlo.
- Te amo mucho, mucho. – Le dijo para luego dejarle un beso
en los labios.
...
- ¿Entonces? – Murmuró Camila contra su pecho.
Antes de responder se dedicó a acariciar lentamente los cabellos
despeinados que caían por los hombros de la arquitecta. Amaba que el final del día
fuera así, tranquilo compartiéndolo junto a su amada y sabiendo que en la habitación
contigua su hijo dormía plácidamente.
- El sargento Walker dice que ya se ha comunicado con el
coronel de la división de las Fuerzas especiales, en un par de días debería tener una
respuesta... - Aclaró la soldado para luego besar la frente de Camila.
Un suspiro escapó de los labios de la morena. La habitación sólo se
iluminaba por la lámpara en la mesita de noche del lado de la soldado, los delicados
rasgos del rostro de la arquitecta siguieron serenos bajo los atentos ojos esmeraldas
que quisieron perderse en la belleza del rostro de aquella mujer.
- ¿Deberás irte de misión tan pronto como ellos te lo pidan? –
Preguntó Camila mientras se abrazaba más contra el desnudo cuerpo de Lauren.
- Es posible... - Susurró contra la cabeza de la morena.
Camila se reincorporó lentamente para comenzar a besar el rostro de
la soldado la cual cerró los ojos frente a las caricias que le ofrecía su amada.
- ¿Estaremos bien?, ¿Cierto? – Dijo la morena sin parar de dejar
delicados besos sobre el rostro de Lauren.
- Lo estaremos... Volveré más luego de lo que te imaginas, y
nada malo pasará.
- Más te vale soldado Jauregui...
Con ambas manos tomó el rostro de Camila para dejarle un profundo
beso en la boca. Sus pensamientos que durante el día habían estado inquietos se
dieron una tregua entre las caricias de su chica.
- Te amo... Y te estaré esperando, como siempre... Mi amor. –
Dijo la arquitecta.
- Y yo volveré contigo y nuestro hijo. – Respondió Lauren
perdida en el brillo de aquellos ojos marrones que amaba con locura.
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En primer lugar, disculpas por no subir el cap ayer pero tuve un
problema y no logré volver a casa tan temprano.
Gracias.
Capítulo 55.
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Gracias por todo, como siempre.
Capítulo 56.
Luego de chocar su copa de vino blanco con el vaso de su ex esposa Camila se llevó
el dorso de la mano cerca de sus ojos para ocultar las rebeldes lágrimas que querían
seguir escapando.
- Muchas gracias. – Respondió sinceramente la sargento para
levantarse hasta donde estaba el padre de Camila y fundirse en un abrazo que hizo
que todos en la mesa aplaudieran e hicieran resonar sus copas.
El inicial abrazo se siguió por algunos más por parte de Sinu, Clara y
Connor. Cuando finalmente Lauren se sentó a su lado y entrelazó sus manos Camila
las aproximó a sus labios para dejarle pequeños besos en la mano de la sargento.
- Te amo. – Susurró mirando directamente a Lauren.
- Yo también mi amor. – Respondió.
La discusión por parte de Chris hacia Taylor cuando ésta le robó del
postre de chocolate hizo que Camila se sintiera rodeada de una maravillosa compañía
que tendría junto a su familia mientras Lauren estuviera lejos de casa, no estaba
sola, ya no lo estaría más.
...
Sus pies se dirigieron pesadamente hasta su destino. Respirando
hondamente detalló el día soleado y las nubes que se movían lentamente a través del
cielo.
- ¿Por qué siempre que vengo aquí hace tan buen clima? Tenías
que ser tú. – Rió a lo bajo Lauren mientras comenzaba a limpiar la lápida de mármol
que se encontraba sobre el césped perfectamente cortado.
Apretó su mandíbula detallando cada letra del nombre de su mejor
amigo y se mantuvo así durante unos segundos.
Existían mañanas que al despertar recordaba que quería decirle algo a
Cameron, como si él siguiera allí, tenía momentos en que deseaba llamarle,
abrazarlo, pedirle un consejo... Pero ya no podía.
- Es extraño irme por primera vez de misión sin ti. – Murmuró
frunciendo el ceño.
Y es que desde que habían entrado los dos al primer año de infantería
no se habían separado hasta lo ocurrido en Irak. Lauren aún se preguntaba por qué,
por qué su mejor amigo había tenido que morir tan joven, sin haber conocido tantas
cosas, sin haber vivido tantas cosas.
- No sabes cuánto estoy agradecida de haberte tenido en mi
vida amigo.
Sus ojos esmeralda se dirigieron a detallar las flores blancas que
Camila le había pasado aquella mañana para dejárselas a Cameron. No tuvo que
decirlo con palabras pero la arquitecta había entendido que ella necesitaba un
momento a solas en aquel lugar.
- Estaré en la división de rescate... Como aquellos Boinas
Verdes que llegaron cuando nos dispararon aquella noche...
Se rascó una ceja nerviosamente mientras recordaba los últimos
momentos que pasó junto al soldado en aquella noche estrellada que los separó para
siempre.
- Prometo que volveré cuando termine la misión. – Dijo
firmemente.
Cerró los párpados pesadamente para intentar en vano detener el
llanto que fluía desde el fondo de sus sentimientos. Pasó minutos llorando con un
sollozo tan fuerte que Lauren agradeció estar sola en aquel lugar.
- Cuida de mi familia colega, cuida de Camila y de mi pequeño.
– Murmuró limpiándose las últimas lágrimas. – Te amo amigo.
Lentamente se cuadró frente a la tumba de Cameron mientras
apretaba la mandíbula para intentar no volver a llorar.
- "De aquí a la eternidad Jenkins, de aquí a la eternidad." -
Repitió.
...
Camila volvió a pasar nerviosamente las manos sobre la parte superior
del uniforme con diseños de camuflajes color verde que Lauren llevaba aquel día. En
el hombro derecho podía detallarse el escudo de la división donde la sargento ahora
estaría y la arquitecta suspiró al notar que cerca de aquella costura estaba también
bordado el grupo sanguíneo de la ojiverde.
- ¿Me escribirás? – Murmuró Lauren mientras sujetaba a
Cameron contra su pecho.
- Claro que sí mi amor. – Susurró casi con un hilo de voz.
Dirigió sus ojos marrones hacia el sereno rostro de Lauren la cual
apoyaba su mentón contra la cabeza de Cameron. El pequeño había vuelto a
enfermarse y la sargento no quería dejar de abrazarlo.
- Él estará bien Lauren. – Sonrió levemente Camila.
- Odio irme sabiendo que nuestro hijo está enfermo, pero sé
que cuidarás muy bien de él.
La morena se dejó apoyar contra el hombro de Lauren la cual le sonrió
levemente y le dejó un rápido beso en la frente.
- He dejado mi anillo de matrimonio en el cajón de la mesita de
noche. No dejes que Cameron lo encuentre o se perderá. – Le guiñó un ojo.
- Lo guardaré junto al mío. – Apuntó Camila.
El momento que la morena menos deseaba llegó cuando por las
bocinas del lugar hicieron la llamada al embarque del vuelo de Lauren. Sin quitar sus
ojos marrones de la sargento Camila detalló cómo la ojiverde abrazaba más fuerte a
Cameron y le besaba el rostro con tanto amor que a ella se le hizo un nudo en la
garganta.
- Te amo hijo, te amo mucho. – Susurró finalmente cerca del
oído derecho del pequeño.
Cameron pareció despertarse de su sueño detallando el rostro de su
madre, pestañeó pesadamente y se volvió a acomodar entre los brazos de la
sargento.
- Te contaré sobre todo lo que va aprendiendo... Él te ama
Lauren, y siempre estará orgulloso de que su madre es parte de la U.S. Army. –
Intentó tranquilizar a su ex esposa.
Lauren le pasó a Cameron el cual hizo un pequeño gruñido frente a la
pérdida de contacto contra el cuerpo de la sargento pero se quedó tranquilo entre los
brazos de la arquitecta.
- Volveré más pronto de lo que imaginas. – Repitió nuevamente
la ojiverde.
- Cuídate mucho... - Pidió Camila mientras sentía cómo la
sargento rodeaba sus brazos en ella.
- Lo haré.
Se besaron tranquilamente por unos segundos hasta que escucharon
el segundo llamado para el embarque.
- Te amo. – Dijo Camila.
- Te amo. – Sonrió Lauren.
La sargento tomó el bolso negro y se lo acomodó al hombro. Se dieron
un beso de despedida y Lauren antes de irse se cuadró simbólicamente ante ella.
- Hasta ahora mi amor. – Susurró la arquitecta.
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Gracias, como siempre.
Capítulo 57.
Una agradable emoción invadió su pecho mientras podía observar que era una noche
estrellada... A su mente llegó la imagen del hermoso rostro de Camila, aquella Camila
sonriendo y con los ojos brillando, dejando en el pasado aquella Camila que le había
pedido el divorcio y culpado de todo.
...
Comienzos de Noviembre 2016, Boston – USA.
Clara terminó de leerle el cuento de aquella noche a Cameron cuando
éste ya estaba sumergido profundamente en su sueño. La mujer acomodó
nuevamente las cobijas del pequeño para luego salir en silencio dirigiéndose escaleras
abajo donde Camila terminaba de beber su taza de café.
- ¿Todo bien? – Murmuró la arquitecta.
- Se ha dormido antes de terminar el cuento. – Dijo Clara.
- Siempre hace lo mismo. – Rió levemente.
- Lauren también lo hacía.
Los ojos color marrones brillaron frente a las memorias de la madre de
su chica. Camila suspiraba cada vez que Clara le contaba detalles de la infancia de
Lauren, la ojiverde siempre había sido una pequeña tranquila que cuidaba a sus
hermanos menores con total amor y era la consentida de Michael.
- ¿Entonces Lauren todavía no sabe si podrá estar aquí antes de
la navidad? – Preguntó Clara.
- No realmente... Es una lástima, me gustaría que Cameron
pudiera pasar las fiestas con sus dos madres. – Dijo algo triste.
Luego de dejar escapar un corto suspiro pudo detallar cómo Clara le
miraba con una tranquila expresión en su rostro.
- Me recuerdas a mí. – Murmuró la madre de Lauren. – Me
recuerdas cuando también me preguntaba si Michael pasaría las fiestas en casa
conmigo y con los niños.
Abrió levemente la boca buscando palabras para responder a aquello
pero el silencio permaneció sólo acompañado por el sonido de la lluvia cayendo
afuera.
- Cuando me casé con el padre de Lauren él ya estaba en su
segundo año en la U.S Army, nos conocimos en un parque, estaba lloviendo y yo iba
sin paraguas, él llegó a mi lado abriendo su paraguas sobre nosotros, no pude evitar
mirarlo, se veía tan joven y guapo en aquel uniforme. – Recordó Clara sonriendo.
Camila conocía la historia, la propia Lauren se la había contado cuando
ellas aún se estaban conociendo antes de ser novias. Pero oírlo de la boca de la
propia mujer que se enamoró de aquel soldado hacía ya tantos años emocionaba
completamente a la arquitecta.
- Nunca te acostumbras Camila, me gustaría decirte que lo
harás... Pero no, cada misión, cada combate, cada lesión, cada llamada... Pero no
aceptarlo, o ir contra ello sólo hará que te hagas más daño del que ya te hiciste. –
Dijo la mujer.
Las palabras que le dedicó la madre de la ojiverde le dejaron
pensando sobre lo que había ocurrido durante los últimos meses. Frunció el ceño
mientras volvía a repetir mentalmente las veces que Clara había intentado hablar con
ella para poder darle consejos y apoyo sobre lo que había pasado con Lauren, podía
recordar cómo ella misma se negó a hablar con la mujer y perderse todo aquello, al
final, la madre de Lauren había vivido muchas cosas similares a las que ella vivía a
causa del trabajo de la sargento.
- Debí haber hablado de todo esto contigo hace mucho tiempo
Clara. – Dijo pesadamente.
- No te preocupes querida... Eres joven y veo que has
aprendido. – Sonrió.
- Gracias... - Respondió sinceramente.
La mujer le regaló una amplia sonrisa haciendo que Camila pudiera
detallar algunos de los rasgos parecidos entre Clara y su hija mayor.
- Lauren solía llorar cuando su padre no llegaba para navidad,
pero Michael siempre llegaba con un regalo exótico para ella desde los lugares donde
había estado de misión, claramente mi hija se olvidaba de ello rápidamente para
abrazarse al pecho de su padre.
...
Mitad de Noviembre 2016, Mbarara – Uganda.
Lauren miró con detalle cómo la herida en su pierna no dejaba de
sangrar, había caído sobre unas rocas mientras corría ayudando a escapar a unas
familias del lugar que habían sido atacadas durante la tarde de aquel día.
- No vas a necesitar sutura, pero tendrás que intentar hacer un
poco de reposo por estos días. – Le dijo el joven médico que le estaba atendiendo en
aquel momento.
La sargento afirmó con la cabeza con una mueca de dolor al sentir
cómo le limpiaban la herida. Sus ojos detallaron el pequeño espacio de atención de lo
que parecía ser un hospital bastante antiguo, allí había personal que trabajaba con los
Médicos sin Fronteras. Dirigiendo su mirada hasta la delgada bata del chico que le
estaba ayudando pudo leer: Dr. Shawn R. Mendes.
Siguiendo con su inspección del lugar sonrió al ver a un pequeño
caminando por el lugar sosteniendo un llamativo balón con dibujos de animales en él.
Por unos segundos deseó poder estar al lado de su hijo.
- ¿Sabes dónde podría conseguir uno de ésos balones que tiene
el pequeño de allá? – Apuntó Lauren.
- Oh, encontrarás uno de ésos en el mercado que se instala
durante los sábados en el pueblo. – Explicó el médico.
- Gracias. – Sonrió.
- ¿Tienes hijos?
- Uno, se llama Cameron tiene 1 año y casi 5 meses. – Sonrió
orgullosa.
- Seguro le extrañas mucho. – Murmuró Shawn terminando de
vendar la herida.
- Por supuesto, a él y a mi chica, estoy ansiosa por volver a
casa.
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Gracias como siempre, tengo demasiadas emociones encontradas al
saber que la historia terminará pronto.
Capítulo 58.
El pequeño se giró rápidamente para luego huir escondiéndose detrás del sofá del
salón.
- Oh no vas a esconderte. – Replicó la arquitecta llevándose las
manos hacia la cintura caminando hasta la altura de su hijo.
Cameron le hizo un gracioso puchero agachando el rostro avergonzado
por haber sido sorprendido por su madre.
- Cariño ya te he dicho que los regalos no se tocan hasta
navidad, además si no te portas bien Papá Noel no traerá lo que quieres. – Explicó
calmadamente Camila.
Una divertida risa salió de su boca al ver cómo Cameron había
afirmado con la cabeza y ahora estiraba sus pequeños brazos para ser tomado por su
madre.
- Cómo me voy a negar si me pones ésos ojitos. – Susurró la
morena para luego besar las mejillas de su hijo.
- ¡Leche! – Chilló el pequeño.
- Claro, es lo que realmente querías. – Rodó los ojos.
Luego de pasarle el biberón a Cameron ambos se sentaron
cómodamente en el sofá del salón mirando las tenues luces que brillaban en el árbol.
Como hermosa coincidencia afuera nevaba tranquilamente haciendo sonreír a Camila
frente a la típica estampa navideña. Sólo faltaba a su lado la mujer de la cual estaba
locamente enamorada.
- Hoy dormirás conmigo. – Apuntó la arquitecta jugando con la
nariz de su hijo.
El pequeño frunció el ceño frente a la invasión y se removió intentando
no soltar el biberón de sus manos. Camila entendió el mensaje acomodándose al
ojiverde en los brazos esperando que se durmiera una vez que se acabara la leche.
Pasaron pocos minutos hasta que sus ojos marrones detallaron cómo
Cameron había soltado el biberón y ahora dormía tranquilamente. Lo arropó con
cuidado y ella se dirigió a la cocina para calentar la cena.
El sonido de alguien llamando a la puerta principal le hizo girarse
confundida en dirección por donde llamaban. No esperaba a nadie aquella noche y
para el clima que había afuera no esperaba que alguien anduviera por el vecindario.
Cuando la puerta se abrió y sus ojos se toparon con la inconfundible
imagen de Lauren con su bolso al hombro y una perfecta sonrisa lo único que logró
hacer fue lanzarse a los brazos de la sargento.
- ¡Oh Dios mío! – Gritó sin pensar en si podría despertar a
Cameron.
- Hola mi amor. – Susurró Lauren mientras sentía todo el peso
de Camila contra ella.
- No puedo creerlo. – Dijo emocionada llevando sus manos hacia
el rostro de Lauren.
La sargento le regaló una amplia sonrisa mientras ella seguía tocando
el rostro de la ojiverde para comenzar a dejarle besos en él.
- ¿Qué haces aquí? ¡Por qué siempre haces lo mismo y no me
avisas cuándo llegarás! – Reclamó inútilmente.
- Cariño, es navidad en dos días, no podía estar lejos de mi
amada y nuestro hijo. – Apuntó Lauren intentando mantener el peso del cuerpo de la
arquiteca, hizo una mueca en el intento.
- Oh, ¿Qué te ha pasado? – Dijo asustada Camila para
desconectar el aparatoso abrazo.
- Tengo una herida en la pierna, ya va mejor, pero creo que por
hoy no podré cogerte en brazos. – Sonrió de lado.
- ¡Lauren! – Ahogó un grito.
- Calma mi amor, estoy bien, todo estará bien... Entremos a la
casa que me estoy congelando, no tienes idea el calor que he tenido que lidiar estos
meses.
Camila ayudó a Lauren con el equipaje y ambas entraron hasta el
salón donde Cameron seguía durmiendo ajeno a todo.
- Despiértalo, no pasa nada. – Le dijo a su chica.
Con sus párpados abiertos de par en par pudo detallar el hermoso
reencuentro de Cameron con Lauren, el pequeño luego de salir del letargo del sueño
había reconocido rápidamente a la ojiverde.
- ¡Mamá! – Chilló Cameron para luego ponerse a llorar
fuertemente.
- No mi vida, no llores. – Dijo asustada Lauren.
- Sólo está emocionado. – Sonrió Camila intentando no llorar
también.
El pequeño se aferró contra el cuello de la sargento la cual apretó el
abrazo y comenzó a dejarle caricias a su hijo, sin evitarlo más Lauren también
derramó lágrimas de felicidad.
- Bienvenida a casa Lauren. – Murmuró la arquitecta.
- He vuelto mi amor. – Respondió la ojiverde.
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Gracias, como siempre...
Capítulo 59.
Agitó sus caderas contra el tacto de Camila buscando que la morena no dilatara más
el momento hasta poder sentirla en ella, para llamar la atención Lauren mordió un
poco los labios de la morena la cual gruñó en respuesta.
- Camila... Por favor... - Murmuró para luego dejar escapar un
gemido.
La mano de la arquitecta comenzó a moverse contra la intimidad de
Lauren haciendo que ésta lanzara un fuerte gemido frente a las suaves caricias que
Camila le dejaba. Intensificó nuevamente el beso en señal de querer más, su ex
esposa lo entendió totalmente al penetrarla con dos dedos, el pulgar de su amada
quedó justo en su zona más sensible.
- Lauren... Extrañaba hacerte el amor. – Confesó la morena
mirando a los ojos a la sargento.
Camila comenzó a moverse sobre el cuerpo de la ojiverde dejando casi
sin poder respirar a Lauren debido al placer que estaba sintiendo. La danza entre
ambas aumentó en intensidad y la ojiverde sujetó con fuerzas las nalgas de Camila.
El beso se deshizo para dejar a ambas respirar, en aquel momento Lauren aprovechó
de penetrar inesperadamente a la arquitecta la cual lanzó un fuerte gemido contra el
oído de la más alta.
- ¡Lauren! – Exclamó Camila.
Sonrió con satisfacción al sentir temblar el cuerpo de su amada. Las
caricias se multiplicaron y se hicieron intensas hasta que ella se encontró con un
fuerte orgasmo que la arquitecta acompañó dejando múltiples besos en el rostro de
Lauren. Cerrando los párpados para volver a concentrarse la ojiverde siguió con sus
dedos penetrando fuertemente a Camila hasta que ésta gimió entrecortado avisando
su llegada al más placentero orgasmo.
...
- ¿Por qué le das el regalo de navidad ahora? – Dijo confundida
Camila al seguir maquillándose en aquellos momentos para luego pasar noche buena
donde los Jauregui junto también a la familia de la arquitecta.
- Porque no me aguanto más, y seguramente tú le has
comprado más regalos que podrá creer que se los trajo Papá Noel. – Apuntó la
ojiverde sacándole infantilmente la lengua a su ex esposa.
Rodó los ojos frente a las palabras de Lauren para volver a verse en el
reflejo del espejo. Si no se apuraban llegarían tarde y seguramente Sinu le
reprocharía toda la noche por haber atrasado la cena de noche buena.
- Antes de que le des el regalo ponle el jersey de lana que mi
madre le ha tejido. – Pidió tranquilamente Camila.
- Claro.
Con curiosidad detalló la tierna escena en que Lauren ayudaba a
Cameron vestirse con el típico jersey de lana de colores rojos y verdes con diseños
navideños que Sinu le había tejido pacientemente al pequeño ojiverde. Su hijo no
dejaba de mirar con curiosidad su nueva ropa y le sonría ampliamente a la ojiverde la
cual le tocó divertidamente la respingada nariz a Cameron.
- Baby, it's cold outside. – Le cantó la sargento a su hijo.
Estiró una de sus manos llamando la atención de Lauren la cual se
acercó rápidamente, una sonrisa se dibujó en el rostro de la más alta al poder sentir
el inconfundible aroma del perfume de Camila.
- Dame dos minutos y bajaré con ustedes para ver el regalo que
le has traído. – Apuntó para luego estirar sus labios reclamando un beso por parte de
su chica quien gustosamente le dejó un largo beso.
- Tendrás que ponerte labial otra vez. – Rió a lo bajo Lauren.
Pacientemente remarcó su maquillaje bajo los sonidos de la voz de su
amada y Cameron los cuales seguían absorto en el pequeño jersey que llamaba la
atención. Cuando estuvo lista tomando su largo abrigo de color blanco le guiñó un ojo
a Lauren para que todos bajaran.
Al llegar al salón Lauren se dirigió a buscar uno de los regalos que había bajo el árbol
de navidad. Sin mucha más espera se lo pasó a Cameron el cual lo tomó rápidamente
entre las manos mirando con curiosidad el objeto.
- ¿Mío? – Dijo el pequeño mirando a sus dos madres.
- Tuyo. – Repitió Camila.
Lauren rió melódicamente para acariciar los cabellos castaños del
pequeño el cual sin mucha delicadeza rasgó el envoltorio del regalo.
- ¡Mío! – Chilló el ojiverde feliz.
Sus ojos marrones detallaron el balón con diversos dibujos de
animales y llamativos colores que Cameron mantuvo entre manos sin quitarle los
ojos. El ojiverde sonrió mientras giraba el objeto en sus pequeñas manos.
- Oh Dios mío Lauren, es hermoso. – Comentó Camila para
acercarse hasta donde estaba su ex esposa.
- Tiene varios dibujos de elefantes, el coronel Cole lo buscó para
mi mientras yo estaba en el hospital. – Confesó.
Hizo una mueca frente al recuerdo de que su ex esposa nuevamente
había sido herida en combate, pero quitándose el mal trago y recordando que aquella
noche era noche buena simplemente le dejó una caricia en la mejilla de Lauren.
- ¡Mamá! – Gritó Cameron lanzándole el balón a Lauren.
Camila se llevó ambas manos al pecho frente a la emoción que la
invadió en aquel momento al ver cómo su pequeño hijo comenzaba a jugar
totalmente feliz con Lauren. Definitivamente Cameron estaba encantado con el regalo
que le había traído su madre desde Uganda.
- Ven cariño, juguemos un rato, seguramente tu madre no se
enfadará cuando vea a Cameron entrar en casa usando el jersey. – Lauren le guiñó
un ojo.
...
La sargento sintió una gran mano palmoteándole la espalda llamando
su atención. Giró levemente su rostro para encontrase con el de Alejandro el cual le
sonreía levemente bajo la anima conversación que tenían Michael, Camila y Sinu. Al
otro lado de la mesa Sofía jugaba junto a Cameron con uno de sus dinosaurios de
color.
- Es genial tenerte aquí. – Confesó Alejandro.
- Y yo estoy feliz de estar con ustedes... Todos ustedes son mi
familia. – Sonrió sinceramente.
- Quería pedirte disculpas Lauren. – Resonó la voz del hombre.
Abrió los párpados con curiosidad ladeando un poco la cabeza al no
entender a qué se refería el hombre, sin embargo se mantuvo en silencio esperando
que el padre de Camila se explicara.
- Estuve molesto contigo cuando Camila te pidió el divorcio...
Realmente ella no lo estaba manejando nada bien, cambió mucho durante aquellos
meses y como también ella lo hizo yo te culpé de aquello... Sinu y yo no teníamos
idea sobre la vida de la milicia y todas ésas cosas hasta que Camila comenzó a salir
contigo, supongo que no entendemos muchas cosas, y sobre todo creo que como
humanos nos cuesta aceptar que las cosas a veces no son como quisiéramos. – Dijo
calmadamente Alejandro.
Lauren afirmó levemente con la cabeza para detallar los ojos marrones
del padre de la mujer que amaba. Podía ver mucha similitud en ellos, pero no se
comparaban a los ojos únicos que tenía la arquitecta.
- A Camila también le he pedido disculpas y explicado que me
equivoqué al tomar aquella actitud... Debí haber actuado de mejor manera para
intentar que lo vuestro no terminara...
- Y no terminó Alejandro, tú mismo lo has dicho, somos
humanos... Nos equivocamos, pero sería peor si no aprendiéramos de ello... Recuerdo
perfectamente aquel abrazo que me diste como bienvenida el primer día que llegué a
cenar con vosotros luego de haberle pedido noviazgo a Camila. – Sonrió con nostalgia
recordando el momento. – Lo importante para mí siempre será que como padres de
ella la apoyen sobre todas las cosas, a ella y a nuestro hijo.
- Y claro que lo haremos, lo sabes... Ella no está sola, cuidamos de ella siempre
que tú has tenido que irte por tu trabajo.
El sonido de las risas de Camila junto a Sinu y Clara hizo girar su
rostro buscando el hermoso rostro de la morena la cual había arrugado un poco la
nariz frente a lo que las mujeres estaban hablando. Michael servía un poco más de
chocolate caliente en la taza de la arquitecta, gesto que hizo enternecer a Lauren.
- Me casaré nuevamente con Camila. – Le confesó Lauren al
hombre que se quedó con la boca entreabierta frente a la repentina noticia. – Feliz
navidad suegro.
Alejandro siguió asombrado por unos segundos hasta que se abalanzó
contra Lauren para envolverla en un fuerte abrazo. Una pequeña risa salió de sus
labios al sentir cómo el hombre le movía de un lado a otro debido a la alegría que
sentía.
- Oh Dios mío. – Sollozó levemente el hombre.
Su rostro se volvió pálido al notar cómo el padre de Camila comenzaba
a sollozar más fuerte y hacía un puchero que escondió cuando se llevó ambas manos
al rostro.
- ¿Papá? – Dijo asustada la arquitecta quien estaba detallando
la escena.
- Mi niña, siempre serás mi pequeña. – Murmuró entre llanto el
alto hombre.
Lauren miró con miedo a Camila la cual enarcó las cejas sin entender
qué pasaba. La ojiverde le señaló el anillo de matrimonio de Alejandro para explicarle
qué ocurría.
- Oh... Oh... Oh Dios mío. – Entendió finalmente Camila.
Alejandro envolvió a su hija mayor en sus brazos y comenzó a llorar
mientras le dejaba tiernas caricias en la cabeza a la arquitecta.
- No me digan que... - Interrumpió Sinu intentando entender
qué ocurría.
- Sí mamá... Papá sólo está emocionado. – Sonrió
divertidamente la morena.
- Tú y Lauren... - Ahogó un pequeño grito.
- Nos vamos a casar en Febrero. – Anunció Lauren finalmente.
...
Camila apoyó su cabeza contra el pecho de Lauren mientras seguían
abrazadas frente al árbol de navidad que adornaba el salón de la casa. La nieve ya no
caía afuera y finalmente había terminado la noche buena, ahora mismo ya era
navidad.
- I'll be home for Christmas... - Cantó casi susurrando Lauren
mientras comenzaba a mover a Camila en un suave balanceo.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro mientras se acomodaba aún
más contra el pecho de su amada. El movimiento de ambos cuerpos se mantuvo por
unos segundos mientras una de las manos de Lauren le acariciaba la espalda.
- Please have snow and mistletoe and presents by the tree. –
Cantó nuevamente Lauren.
Con sus manos acarició la nuca de la ojiverde la cual cerró los
párpados frente al delicado toque.
- ¿Te he dicho ya que te amo? – Preguntó Camila para detallar
cómo la sargento abría lentamente los párpados dejando ver aquellos hermosos ojos
color esmeralda.
- Un millón de veces, pero creo que no me molestaría oírlo un
millón de veces más. – Sonrió.
- You know that all I want for Christmas is you. – Cantó casi
susurrando la arquitecta.
Dejó un cálido beso en los labios de su ex esposa para luego terminar
el abrazo que las envolvía. Lauren soltó un pequeño gruñido como protesta haciendo
sonreír a Camila.
- Quiero darte tu regalo. – Apuntó la morena acercándose al
árbol para tomar un pequeño regalo.
La sargento se mantuvo en silencio para sentarse en el sofá a detallar
cómo Camila le extendía el presente. Los ojos marrones de la arquitecta se
mantuvieron fijos en el rostro de Lauren para detallar sus expresiones.
- A ver, sorpréndame Sra. Cabello-Jauregui. – Murmuró feliz
Lauren.
Le guiñó el ojo a su ex esposa para luego morderse los labios
esperando que finalmente Lauren rompiera el envoltorio. Cuando aquel momento
llegó, y Lauren sostuvo el contenido entre las manos, su corazón se agolpó con fuerza
contra su pecho.
- Oh Dios mío... - Susurró Lauren detallando los pequeños
calcetines de color blanco talla recién nacido. - ¿Tú?...
- Fui a visitar al ginecólogo que nos ayudó con la inseminación
de Cameron... Ya he empezado el tratamiento... Puede que no lo logremos al primer
intento, pero... Lauren pronto serás madre otra vez.
- Oh mi amor... - Murmuró la ojiverde envolviéndola en un
fuerte abrazo. – Te amo tanto... Jamás te dejaré... Ni a ti ni a nuestros hijos...
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Bueno, mañana se viene el último capítulo y el epílogo.
Una amplia sonrisa se dibujó en su rostro al recordar que al día siguiente ella y
Lauren tendrían la consulta con el ginecólogo para seguir los siguientes pasos para
realizar prontamente la inseminación.
- ¿Lauren? – Llamó subiendo por las escaleras.
Caminó lentamente hasta encontrarse con la pequeña protección que
tenían en las escaleras para evitar que Cameron anduvieras por ella sin compañía.
Cerca del pasillo el ojiverde jugaba entretenido con su balón de animales mientras
sonidos de martillazos resonaban desde la habitación del menor.
- ¿Todo bien mi vida? – Saludó cariñosamente a Cameron el
cual sin dejar su balón se acercó para sujetarse de la falda que ella llevaba aquel día.
- ¡Mamá! – Saludó pestañeando rápidamente.
- ¿Te asusta el sonido? – Dijo tomándolo en brazos.
- No... - Negó rápidamente con la cabeza.
- Que valiente eres. – Le picó para hacerle cosquillas en los
costados.
El pequeño chilló riendo haciendo que Camila también riera. Era
simplemente hermoso volver del trabajo y encontrarse con su hijo. Aún con Cameron
en brazos Camila se acercó hasta el marco de la puerta de la habitación de su hijo
para encontrarse con una hermosa estampa.
Lauren estaba terminando de armar la cuna donde había estado
durmiendo Cameron en el piso donde ella se había mudado luego del divorcio. Ahora
la habitación contaba tanto con la cuna de madera de color crema y la de color verde
claro.
- Creo que así él irá entendiendo que tendrá que compartir el
cuarto. – Sonrió ampliamente la sargento.
- ¿Escuchaste eso mi vida? – Susurró Camila contra el rostro de
Cameron mientras le dirigía una sonrisa a Lauren.
- ¿Míos? – Dijo apuntando a las cunas.
- No cariño, no son las dos tuyas... Sólo una, la otra será de tu
hermanito o hermanita. – Le explicó tranquilamente a Cameron.
El pequeño frunció el ceño entendiendo un poco las palabras de su
madre sin embargo luego estiró sus brazos hacia Lauren quien lo tomó sin problemas
para dedicarle un leve guiño de ojo a Camila.
- Serás el mejor hermano mayor. – Apuntó la ojiverde mientras
le revolvía los cabellos a Cameron.
Una sincera risa salió de su boca al ver cómo Cameron le sacaba la
lengua divertido a Lauren la cual también imitó el gesto para jugar con el pequeño.
...
Camila suspiró largamente cuando Lauren apagó el secador con el cual
le había ayudado con sus cabellos aquella noche mientras ella seguía envuelta en la
toalla de color blanco. Llevó sus manos para sentir cómo las puntas de su larga
cabellera ya estaban secas y le dejó un beso en los labios a la ojiverde como
agradecimiento.
- Solías secarme el cabello cuando debía quedarme despierta
estudiando para mis exámenes en la universidad. – Recordó la arquitecta.
- Sí, no sé por qué dejé de hacerlo... Prometo ayudarte todas
las noches en ello. – Sonrió Lauren.
Observó cómo su ex esposa ya estaba cubierta por el pijama de seda
color negro que hacía resaltar las curvas de aquel hermoso cuerpo tallado en marfil
bajo la suave tela de ropa.
- Lauren... Hagamos el amor. – Susurró mientras tiraba al piso
la toalla con la cual había cubierto su cuerpo.
- Ven aquí. – Sonrió la ojiverde atrayéndola hacia su cuerpo.
Un gemido escapó de sus labios cuando sintió su cuerpo envuelto en
los fuertes brazos de la mujer que amaba. La tenue luz de la lámpara de la mesita de
noche invadía el lugar y el silencio era tan tranquilo que no pudo resistirse más y
comenzó a besar lentamente a su chica.
- Hagamos un bebé... - Dijo Lauren contra los labios de Camila.
Miró con amor a la ojiverde la cual le miró directamente a los ojos.
Sintió cómo sus sentimientos iban a explotar frente a lo que la ojiverde le había
pedido.
- Hagamos un bebé... - Repitió la arquitecta.
Ambas se sonrieron para unirse en un apasionado beso que hizo que
Camila envolviera sus brazos en el cuello de su amada.
- Te amo. – Susurró la más baja.
- Yo también mi amor, siempre. – Respondió Lauren.
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No hay palabras para describir cómo se siente terminar una de las historias a las
cuales sé que marcaron a muchas personas.
En breve el epílogo.
Dentro de los próximos días subiré una nueva historia la cual estoy
construyendo con mucha dedicación y espero que guste y haga vivir muchas
emociones nuevas.
Gracias por todo.
Epílogo.
...
Camila terminó de mudar los pañales de Isabelle mientras Lauren le
abrochaba los pequeños zapatos a Cameron el cual estaba impaciente por volver a
estar cerca de su pequeña hermanita.
- ¡Isa! – Apuntó el ojiverde mientras la arquitecta acomodaba a
la bebé entre los brazos para salir hacia la casa de los Jauregui.
- Sí cariño, ya podrás estar con ella, venga que los abuelos nos
están esperando.
- Bueno. – Respondió el pequeño.
Con sus ojos detalló cómo la ojiverde terminaba de ordenar el bolso de
Isabelle y echarse al hombro la mochila de Cameron. Suspiró agradeciendo
internamente que a la ojiverde también le hubieran dado algunos meses de licencia
post natal.
- ¿Manejas tú? – Preguntó la sargento mientras abrochaba las
amarras de las sillitas de Cameron e Isabelle en la parte posterior de la camioneta.
- Vale. – Sonrió.
El camino fue tranquilo mientras Camila detallaba por el retrovisor
cómo Cameron miraba con curiosidad a Isabelle que dormía plácidamente.
- Míralos, son tan hermosos. – Le susurró a Lauren la cual
también se giró para apreciar la escena.
- Claro que sí mi amor, tanto como tú. – Respondió.
Al aparcar fuera de la casa ambas chicas pudieron detallar cómo
Taylor les estaba esperando en la puerta con Alice en brazos, la pequeña de diez
meses que tenía unos irresistibles cabellos rubios que caían con gracia sobre el
redondo rostro de la sobrina de Lauren observaba con detalle a su madre.
- ¡Felicitaciones novias! Felices cuatro años de matrimonio no-
continuo. – Rió a lo bajo la menor de los Jauregui.
Sofocó una carcajada al ver cómo Lauren rodaba los ojos de mala
gana frente a la broma de su hermana menor. Sin embargo con la ayuda de su
esposa sacaron rápidamente a los niños de la camioneta y Cameron corrió hasta
donde estaba su tía con su pequeña prima.
- Isabelle está durmiendo. – Anunció el pequeño ojiverde
mientras miraba con curiosidad a Alice quien se movía inquieta entre los brazos de
Taylor.
- Venga campeón la abuela te tiene un poco de helado de
vainilla. – Le susurró a lo bajo la rubia.
Cameron saltó de alegría en el lugar y luego desapareció rápidamente
al interior de la casa. Camila enarcó una ceja para reclamarle a su cuñada pero
terminó riendo levemente mientras Lauren se acercaba con la pequeña bebé en
brazos.
- Oh Dios mío, aquí está Camila en versión miniatura. – Rió
Taylor mirando con detalle cómo la bebé abría curiosamente los ojos para detallar lo
que ocurría.
Sus mejillas se pintaron de un leve rubor frente a las palabras de
Taylor mientras Lauren le sonreía tiernamente, el momento se vio interrumpido por
Alejandro y Michael que salían por el marco de la puerta para darle las bienvenidas.
- ¡Que vivan las novias! – Gritaron ambos hombres haciendo
reír a Camila y Lauren.
Una leve brisa de viento hizo a la arquitecta recordar el día en que se
había casado con Lauren por primera vez y el perfecto sol que se alzaba en el cielo le
recordó la segunda vez que se casaron de una forma muy sencilla firmando los
papeles en un día tranquilo en la casa del lago.
- Y no te atrevas a pedirle nuevamente el divorcio a mi hija. –
Apuntó Michael mirando a Camila
- Ni tú hacerle un juicio por los niños. – Recordó Alejandro
dirigiéndose hacia Lauren.
Ambas se sonrieron mientras el padre de Lauren tomaba a Isabelle en
brazos y Alejandro a Alice.
- Venga, mi hermosa esposa ha preparado la cena... - Recordó
Michael.
Todos comenzaron a entrar al lugar mientras Camila alcanzó a tomar
del brazo a Lauren para quedarse un momento a solas.
- Te amo Sra. Cabello-Jauregui, feliz aniversario. – Le dijo
Lauren.
- Feliz aniversario mi amor. – Sonrió.
Se fundieron en un beso que hizo, como siempre, agolpar de felicidad
el corazón de Camila.
...
5 años después, Boston – USA.
Las manos de Camila seguían nerviosamente luchando contra el último
botón de la camisa color verde claro de su uniforme de Boina Verde, detalle que hizo
sonreír a la sargento quien miraba con el más sincero amor directamente a su
esposa.
- Estoy feliz, no voy a mentir. – Confesó la arquitecta mientras
pasaba sus manos por las solapas del uniforme de ceremonia de la ojiverde.
- Me alegra saber que por fin dejaré de viajar para quedarme
con ustedes y ver cómo nuestros hijos crecen. – Murmuró Lauren.
- Sargento Jauregui siempre es lo mejor tenerla en casa... O
mejor dicho, coronel Jauregui. – Sonrió ampliamente.
Se besaron tranquilamente para ser interrumpidas por los gritos de
Cameron e Isabelle que entraban discutiendo a la habitación de sus madres.
- ¡Mami! ¡Cameron no deja de tirarme del cabello! – Chilló
enojada la menor de la casa.
- ¡No es cierto! ¡Ella no me deja en paz! – Murmuró cruzándose
de brazo el ojiverde.
Lauren dejó escapar un fuerte suspiro para sentarse en el borde de la
cama y llamar con un dedo a los dos niños.
- ¿Qué os he dicho sobre pelear? – Dijo seriamente.
Los grandes ojos verde oscuros de Isabelle le miraron con detalle para
luego hacerle un puchero que hizo a Cameron fruncir el ceño y mirar a Camila
pidiendo apoyo moral. Lauren se quedó mirando expectante por una respuesta.
- Lo sentimos mamá. – Hablaron ambos hermanos a la vez.
Una leve sonrisa se dibujó en su rostro frente a lo parecido de los
hermanos, se llevaban casi por dos años pero para ella aún seguían siendo unos
pequeños.
- Ahora terminad de ordenar vuestro cuarto porque mamá
Camila tiene que arreglarse para que vayamos todo a la ceremonia.
- ¿Mamá hoy te darán otra medalla? – Dijo curioso Cameron.
- ¿Una más grande mami? – Sonrió Isabelle.
Afirmó en silencio para luego dejarle una rápida caricia en la mejilla su
hija, era idéntica a Camila, incluso llevaba un lazo de color lila en los cabellos.
- Además hoy es un día especial... Ya no viajaré más, me
quedaré con ustedes y con mamá Camila todos los días. – Le explicó a los niños.
Isabelle se abrazó con Cameron y ambos pequeños comenzaron a
gritar y reír de felicidad para luego abalanzarse contra Lauren la cual cogió a ambos
en brazos para caer en la cama riendo. Camila también se acercó donde ellos y estiró
los brazos para envolver a su familia...
Habían aprendido a vivir día a día disfrutando de las pequeñas alegrías
que nos regala la vida, habían aprendido a enfrentar sus miedos, habían aprendido
que las cosas no suelen salir según los planes y que el amor no siempre es lo que una
relación necesita para mantenerse sólida y entregar felicidad a ambas personas en
ella... Y es que las flores sí pueden marchitarse, pero un amor verdadero como el de
ellas siempre sería un amor inmarcesible.
FIN.