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ARMY; Camren

by tritrx_

Las verdaderas batallas se libran en el interior -Sócrates.

Historia ganadora en Escritor Debutante en los Wattys 2016.

Portada remasterizada por: @fakingnot


PRÓLOGO

Cuando realmente te va mal, buscas tocar fondo para solo ir hacia arriba, y yo he tocado fondo
ya. Mi madre murió en un intento de protegerme en un tiroteo en nuestro barrio. Mi padre es un
borracho maltratador de mierda. En la universidad me va demasiado mal, no debí haber cogido
arquitectura para mi futuro, porque en mis dibujos de pequeña nunca dibujaba putas casas,
siempre dibujaba el cielo. Las estrellas. La Luna.

Caminaba por aquella calle que parecía no tener fin y el frío de Massachusetts me calaba cada
vez más en los huesos. La noche ya había caído en la ciudad, y yo miraba a la Luna en busca de
alguna solución a mi vida, pero mi estómago no dejaba de rugir, tenía mucha hambre, llevaba a
base de vasos de agua alrededor de 2 días. Escondí parcialmente mi cara en el cuello alto de mi
jersey, solo se escuchaban los sonidos de mis pasos en aquel callejón.

Por fin salí de allí y me metí entre todo el bullicio de gente. Era Navidad, y todos buscaban
regalos para sus más allegados, y yo solo rebuscaba en mis bolsillos a ver si tenía una maldita
moneda para comprarme algo de comer, pero nada, no tenía nada. Pero como un rayo de
esperanza, pude divisar un puesto frente al centro comercial por donde estaba pasando. Achiné
mis ojos para ver mejor lo que ponía en aquel gran cartel pudiendo leer "I WANT YOU FOR U.S
ARMY".

Os parecerá que estoy loca, pero lo pensé en aquellos segundos, pensé en alistarme al ejército
de los Estados Unidos, de hecho... estuve parada unos minutos mirando al suelo, después miraba
a la Luna y suspiraba. Cerré mis ojos y sacudí mi cabeza para abrirlos al final, mirar a Uncle Sam
e ir hacia el puesto. Qué cojones, vamos a echarle huevos.

-Eh... Hola. Buenas noches. Quería... información acerca del ejército. Podría estar interesada en
alistarme.- Miré fijamente a uno de los hombres que estaba allí.

-Buenas noches, feliz Navidad. Veamos... Primero tendrías que pasar unas pruebas físicas,
después un examen psicológico, y si entras, irás con la gente novata hasta que tus capacidades
sean tales como para ir a misiones.- El hombre cogía un folleto enseñándome todo lo que estaba
mencionando. Saqué las manos de mis bolsillos para colocarme el pelo a un lado con una media
sonrisa.
-Eh... durante ese tiempo... ¿Dais alojamiento y comida?

-Por supuesto. ¿Le interesa alistarse?

-Ahm... sí. Sí, me interesa. Voy a alistarme.

-¿Cuál es su nombre?- El hombre uniformado cogió un bolígrafo y una ficha de inscripción.

-Lauren.

-¿Qué más?

-Eh... Lauren Michelle Jauregui Morgado.- El hombre asintió un poco con su cabeza mientras
rellenaba casillas en la ficha.

-Dime tu edad.

-19 años.

-¿Fumas?

-No.

-¿Bebes?

-No.
-¿Tienes familia?

-...

-¿Señorita?

-No.

Después de unas preguntas más me dio una copia de la ficha y me dijo que debía presentarme
en un cuartel de la ciudad al día siguiente, y que esa sería mi última noche en la ciudad. Solo de
pensarlo me salió una sonrisa involuntaria en el rostro, no podía creérmelo. Por fin iba a ir fuera
de mi casa.

Mi estómago volvió a rugir, pero esta vez no pensé en comer, pensé en que ya podría comer
tranquilamente a partir de aquello. Caminaba a paso rápido con una sonrisa que ocultaba el
cuello alto de mi jersey, hasta que llegué a mi casa. Mi infierno. Mis demonios.

Abrí la puerta con mis llaves escuchando golpes provenientes de la cocina, la única luz que
estaba encendida en toda la casa. Suspiré, pues sabía lo que venía ahora.

Mi padre se asomó por la puerta de la cocina y el hedor a alcohol me podía llegar a pesar de que
nos separaban metros. Salió de allí a paso rápido, yo negué y subí las escaleras de dos en dos
pues sabía lo que venía. Antes de poder llegar a mi habitación sentí un tirón de mi pelo que me
hizo retroceder.

-¿Dónde has estado todo el día? Siempre te escaqueas de limpiar la puta casa, desgraciada.- Él
seguía tirando de mi pelo y yo cerraba los ojos con fuerza para ocultar las lágrimas que
amenazaban con salir de estos.

-He estado buscando trabajo, y no bebiéndome hasta el agua de los floreros como tú. ¡Suéltame!
Me haces daño.- De un puñado me soltó con fuerza hacia la pared, haciendo que chocara con
esta.
No me dio tiempo a recomponerme cuando su mano impactó en mi mejilla. Me quemaba la piel
por el impacto, pero no me permití ni sollozar en aquella situación. Alcé mi mirada verde hacia la
de él pudiendo ver como el siguiente golpe ya venía. Su puño impactó en mi frente, y mi cabeza
chocó con la pared, pero yo ni me llegué a quejar, me mordí la lengua para ello y hasta saboreé
mi propia sangre de lo fuerte que la mordía.

-No le hables así a tu padre.

-No trates así a tu hija.

Y en ese momento me agarró del pelo, haciendo que mi sien impactara con la pared. Todo se
volvió negro.

Bienvenidos a mi vida.

Y AQUÍ ESTÁ UNA NUEVA HISTORIA. Por ahora solo voy a dejar subido el prólogo, para ver la
aceptación que tiene y lo que os parece, si queréis que la continúe o no. XO. <3

T.
@KeepWithCamren
Capítulo 1

Capítulo 1 (Cuatro años después...)

Como cada mañana, me disponía a colocarme el uniforme después de una refrescante ducha.
Por fin habíamos llegado al cuartel central en el Pentágono, porque mi tropa y yo habíamos
estado en una misión en Siria. Frente al espejo, totalmente desnuda, miré la gran cicatriz de mi
estómago y arrugué la nariz. Repasé con la punta de mis dedos el contorno de la marca
mirándola a través del espejo una vez más.

Decidí dejar de mirarla con un suspiro, poniéndome el uniforme informal. Pantalones de camuflaje
con una camiseta de tirantes blanca, y en la cabeza, una coleta. Coloqué la insignia que denotaba
que yo era Sargento primero en mi camiseta a la altura de uno de los tirantes. Colgué mis chapas
en el cuello y abroché con fuerza mis botas militares por encima de los pantalones.

Salí al comedor para desayunar, y por el camino algunos soldados rasos que estaban
aprendiendo a formar me saludaban con firmeza, dos dedos en la frente y un "Buenos días".

Aquel día era especial, porque se presentaban los nuevos cadetes y estaba emocionada por
verlos, aunque en mi cara nunca dejaba rastro de ninguna emoción mía. Había escuchado por ahí
que yo era "Sargento de hielo" o algo así, lo que me hacía gracia. Lo que no me hacía gracia eran
algunos comentarios machistas que salían algunas veces hacía mí: ¿Cómo una mujer podía
haber llegado a ser sargento? Se habrá tenido que poner de rodillas.

Desde que salí de mi casa, de mi infierno, me agarré al ejército como una salvación. El ejército
me dio lo que no me daba mi propio padre, tranquilidad, comida, una cama digna, ropa y
recompensas en su debido tiempo. Mi cerebro parecía olvidar todo lo pasado, y solo me centré en
mi supervivencia. Dejé de ser un saco de huesos a causa del hambre que pasaba
constantemente para dar paso al cuerpo que tengo ahora, algo musculado y sano.

Después del desayuno subí a mi habitación para colocarme la chaqueta del uniforme, de
camuflaje también, colocando mis insignias en el pecho. Cerré la chaqueta y con un vistazo
rápido al espejo, salí a la pista donde formábamos cada mañana, este año había pedido un
descanso de misiones y me iba a dedicar a reclutar a cadetes. Cuando avisé, dieron el toque de
campana, lo que hizo a todo el mundo acudir y formar de la manera más ordenada posible.
Estudié con la mirada a todos los chicos y chicas que formaban delante de mí en una fila
continua. Al menos 40 chicos iban a ser reclutados por mí. Examiné el aspecto de cada uno
cuando pasé por delante, pero entonces algo me llamó la atención, una chica se había unido a la
fila algo apresurada, había llegado tarde.

Caminé hacia la posición de la chica, viéndose totalmente nerviosa por mi presencia. Dirigí mi
helada mirada a la de ella tensando la mandíbula un poco.

-Su nombre, soldado.- Dije firmemente sin apartar la mirada de sus ojos.

-Camila. Camila Cabello.- La chica tuvo que carraspear, pues la voz casi no le salía.
-Es usted consciente de que es el primer día y ha llegado tarde, ¿cierto?

-Sí.

-¡¿Sí qué?!- La chica me miró confundida sin saber qué debía decir hasta que parece que
recordó.

-¡Sí, señora!

-Vas a ir a la parte donde da el sol en la pista y vas a empezar a correr rodeando toda ella, sin
parar. Si paras, será peor. ¡Vamos!

La chica sin pensarlo dos veces, salió corriendo del sitio, y yo sabía que no iba a aguantar mucho,
porque llevaba un ritmo rápido y en las carreras de resistencia, la rapidez no importaba,
importaba la regulación de energía. Mientras escuchaba las botas de aquella chica resonar por
toda la pista miré a los demás que también estaban algo asustados por si yo detectaba algo en
ellos que me hiciera enfadar.

-Soy la sargento Jauregui. Cuando se crucen conmigo por los pasillos, me tienen que saludar con
respeto. Tienen que dirigirse a mí como "sargento" o "señora". Nunca por mi nombre,
¡¿entendido?!

-¡Sí, señora!- Gritaron al unísono.

-Ahora harán el circuito que he preparado para ustedes, tomároslo como una prueba de
iniciación, porque el infierno está por llegar.

Los chicos fueron hacia las pruebas que previamente expliqué para hacerlas. En cada una tenía a
un ayudante con un cronómetro que se encargaba de dar los tiempos que llevaban cada uno.
Pero mi mirada se fijó en la chica que aún corría por la pista. Se veía fatigada ya, entonces me
quité la chaqueta dejándola en un perchero que había, me ajusté la coleta y cuando le tocó pasar
por mi lado, me puse a trotar a su lado. Yo llevaba un ritmo progresivo, ni muy rápido ni muy
lento, y me quedé tras ella, porque seguía yendo rápido. Tomaba aire por la nariz y lo soltaba por
la boca inconscientemente, fue cuando ella aminoró la velocidad quedando detrás de mí.

Al no escuchar sus botas pisar el suelo giré mi cabeza, viendo a la muchacha con las manos
apoyadas en las rodillas mirando al suelo, hiperventilando. Di pasos firmes hasta ella y grité.

-¡No quiero que pares, continúa, Cabello! ¡Continúa!

La chica se vio asustada al escuchar mis gritos, volviendo a ponerse erguida para continuar
corriendo. Yo no iba a decirle que debía aminorar la velocidad, tenía que darse cuenta por ella
misma.

El entrenamiento terminó después de dos horas, y la chica aún seguía corriendo por los
alrededores de la pista. Mientras todos se iban ella observaba aquello. Estaba con la cara roja por
el esfuerzo que le estaba suponiendo, le faltaba el aire.

Me paré al lado del Sargento segundo del regimiento que yo dirigía. Me cogí las manos en mi
espalda observando a la muchacha murmurando.

-¿De dónde ha salido esta chica?

-Es hija del teniente coronel Cabello.

-¿Qué? ¿Y por qué eso no se me ha informado antes?- El chico tragó saliva, pues vi su nuez
subir y bajar de nuevo.

-No lo sé, sargento. Creía que usted lo sabía.

-Puede retirarse, yo me quedaré aquí con ella.


En el momento que el Sargento segundo se marchó, yo me quedé esperando a que la chica
pasara por mi lado, y entonces solté un grito más.

-¡ALTO!- Ella se detuvo al instante, aguantando las ganas que tenía de tirarse al suelo. Sus
piernas estaban temblorosas, parecían de mantequilla. Me puse delante de la firme soldado y la
miré de nuevo a los ojos. -Espero que mañana no vuelvas a llegar tarde.

-No, señora.

-¿Qué has aprendido?- La chica me miró confundida sin saber a lo que me refería.

-A... a... poner el despertador mucho antes.

-Incorrecto. Mañana harás esto mismo. Te quiero a las ocho en punto aquí como un clavo, y
cuando todos empiecen a hacer los ejercicios, tú empezarás a correr.

-Joder.

-¡¿Qué?!- Mi mandíbula se tensó mirándola fijamente. Mis brazos se pusieron firmes a mis lados.

-¡Sí, señora!

-Largo de mi vista.- Y entonces la pequeña soldado saludó con sus dos dedos en la frente, se dio
la vuelta y salió de aquella pista.

Me quedé allí, en la mitad del terreno totalmente sola, y miré las pruebas que habían estado
realizando los soldados. Sonreí casi inconscientemente ahora que nadie me podía ver, aquello
me traía buenos recuerdos de mis días como novata. Caminé hacia aquellas pruebas, realizando
cada una casi sin mostrar síntomas de fatiga al terminar todas.
Me alisé un poco mi camiseta blanca manchada de haber realizado una prueba a rastras por el
suelo, me puse las gafas de sol y fui hacia mi habitación, pero por el camino me encontré con el
teniente coronel Cabello. Me puse totalmente firme y con la cabeza alta, era de un rango muy
superior al mío, por consiguiente, era mi superior.

-Buenos días, teniente coronel.- El hombre me parecía conocer, así que se paró frente a mí
mirándome con un gesto impasible.

-He sido informado que usted va a instruir a mi hija Camila.

-Sí, señor.- No le miré a los ojos, eso era de mala educación, podía ser un signo de superioridad,
y eso no era correcto.

-Espero que la trate como se debe y consiga ser una buena soldado. No quiero que tenga mano
blanda con ella. Sea estricta.

-Pero señor, es su hij-...

-No debata mis órdenes, sargento Jauregui.- Su voz casi golpeaba el ambiente, yo solo asentí
segura de mí misma.

-Sí, señor.

-Descanse.

Y así el hombre siguió su camino y desapareció de delante de mí. Al final del pasillo, por el otro
extremo, pude ver un grupo de cadetes, entre ellos, Camila, que me encontró con la mirada. Ella
ciertamente estaba asustada de mí, y eso me gustaba. El miedo era respeto aquí.

Después de comer quise ir al campo de tiro a entrenarme, no quería perder práctica después de
todo lo que había conseguido en aquellos años. Me subí en uno de los Jeeps que pertenecían al
ejército y puse rumbo al campo. Mi mala suerte fue, que al llegar, no estaba sola, estaban allí los
novatos a los que instruí aquella misma mañana, no tendría mucha libertad para tirar. Escuché un
comentario de unos de ellos y creía que no iba a escucharle.

-Mira a Jauregui, seguro que sabe mandar mucho pero luego no da ni una.- Se burló y estalló en
risas junto a su compañero. Yo sonreí colocándome los silenciadores en los oídos, me puse las
gafas protectoras y cargué mi pistola. En un rápido movimiento disparé a los objetivos. 6 disparos,
dos en cada objetivo, la arena de los sacos comenzó a salir de la zona del pecho y de la cabeza y
casi ni me inmuté por acertar. Me quité los silenciadores y les miré con una sonrisa. En ese
momento se dieron cuenta de que yo había escuchado lo que dijeron.

No me gustaba practicar tiro con gente a mi alrededor, así que dejé el arma reglamentaria y los
utensilios que había cogido, fui afuera del recinto de tiro quitándome la chaqueta que llevaba
dejando ver varias marcas por mis omoplatos y brazos gracias a la camiseta de tirantes blanca
que llevaba. Cuando me encontraba haciendo el circuito repetidas veces casi de memoria,
recordando cuántas noches me había pasado allí sola pasando frío, pude notar unos pasos venir
hacia mí, y tirada en el suelo, llena de barro, alcé mi mirada hacia aquellos ojos chocolate que me
miraban fijamente. Inmediatamente ella se puso firme y yo me levanté intentando sacudirme un
poco de suciedad.

-¿Qué hace aquí, recluta Cabello?- La miré a los ojos desafiante.

-Quería... quería practicar aquí, señora. He terminado mis prácticas de tiro.- La chica cogió aire y
yo medio sonreí aprovechando que ella no me miraba y miraba solo al frente. Me hice a un lado y
le hice un gesto para que entrara al circuito.

-Adelante, yo estoy practicando también.

-Pero usted es sargento primero, no debería...

-¿Va a decirme usted lo que hacer, recluta Cabello?- Dije con voz firme sintiendo que ella tragaba
saliva y negaba rápidamente con la cabeza.
-No, no, yo solo...

-Practique, recluta.- Y entonces ella se puso a ello. Lo hacía bastante lento, se notaba que era su
primera vez. Yo me puse tras ella a practicar, pero iba demasiado lento, entonces me puse a su
altura y cuando llegamos a la parte donde había que arrastrarse bajo una red la paré.

-¿Qué...qué ocurre?- Dijo entre respiraciones costosas.

-Lo haces lento.

-Bueno, no en todo soy igual.- Levanté mis cejas ante su comentario dejándome llevar por malos
pensamientos, y ella inmediatamente lo detectó y negó con la cabeza. -Quiero decir, que
aprendiendo no soy lenta. Aprendo... rápido.

-¿Sí? ¿Qué aprendió esta mañana? Espero que haya reflexionado sobre ello.

-Que... si se trata de una larga distancia, se debe mantener un ritmo constante y no rápido.-
Respondió ella para mi sorpresa, entonces medio sonreí y asentí.

-Bien hecho, Cabello.- Di unos pasos dispuesta a salir del recinto de prácticas y entonces su voz
me paró.

-¡Lauren! Quiero decir... ¡Sargento! Tiene... tiene sangre en el brazo.- Me miré el brazo derecho el
cual estaba chorreando sangre por mi hombro, entonces supe que me había herido con algún
hierro de las estructuras que habían en las prácticas, levanté la mirada hacia ella con una nueva
media sonrisa, me encogí de hombros y tapé la herida con mi mano.

-Espero que toda la sangre que veas durante tu estancia en el ejército sea solo como esta. La veo
mañana, recluta.- Y así me volteé hacia el aparcamiento donde estaba el Jeep que yo había
cogido.

Aquella noche no quise cenar. En mi habitación me había curado el brazo con unos cuantos
utensilios que tenía guardados allí. De la misma forma me puse un pijama que me quedaba
bastante grande y fui a dormir.

Me encontraba escondida en una de las trincheras en medio de disparos que rozaban las paredes
de la trinchera, lo que hacía que la tierra saltara. Me ajusté el casco con mi fusil pegado al pecho
mientras escuchaba disparos y gritos de dolor. Por fin pude colocarme en posición de disparar
hasta que escuché unos alaridos a mi lado.

-¡LAUREN!- Miré en aquella dirección escondiéndome otra vez para que no me alcanzara ningún
disparo. Era Lucy, mi mejor amiga desde que entré en el ejército. Estaba arrastrándose por la
tierra con lágrimas en el rostro, entonces me bajé de mi posición para correr hacia ella y
arrastrarla con fuerza que ni supe de dónde la saqué hasta llevarla a la posición donde yo me
encontraba antes, a salvo. Vi un disparo en su hombro y otro en su muslo, la parte izquierda de
su cuerpo estaba cubierta en sangre que manchaba mi ropa.

-Lucy, eh, mírame. No dejes de mirarme, ¿Vale?- Podía deducir que había perdido bastante
sangre, porque toda su ropa estaba teñida de rojo. Ella a duras penas mantenía los ojos abiertos,
entonces no dudé ni un segundo. Me quité la gran mochila que llevaba a la espalda dejando solo
el fusil colgado en mi hombro y mi pistola en la cadera. La cogí en brazos, poniendo su vientre en
mi hombro libre para correr todo lo que pude. Para ir hacia la enfermería había que cruzar todo el
campo donde se estaba produciendo el tiroteo, pero no dudé. Sentía a mi amiga desvancerse en
mis brazos y no iba a permitir eso.

Corrí todo lo que pude hasta que me dolía el pecho de correr, pero no paré, en ningún momento
paré. Me dio un disparo en la cadera y grité de dolor cayendo al suelo. Miré hacia donde me
habían disparado y había un soldado sonriendo maliciosamente mientras recargaba. No podía
rendirme ahora. Me levanté con todo el dolor que supuso aquello y volví a cargar el cuerpo
inconsciente de mi amiga. Ahora mi ropa también estaba completamente teñida de rojo. Con todo
el dolor por fin pude llegar a la enfermería, pude conseguir que la atendieran a ella, estaba
demasiado grave. Lo mío era una simple rozadura de bala en la cadera. Cojeando fui a donde
estaban asistiendo a Lucy y le cogí la mano intentando que despertara mientras le retiraban las
balas de su cuerpo y le transferían sangre. Mi mano libre ocupaba la herida de bala que yo había
recibido, sin saber que la bala se encontraba dentro de mí. Una de las enfermeras que asistía a
Lucy se dio cuenta de mi gesto y me quitó la mano de la cadera horrorizándose cuando vio la
herida.

-¡Soldado, está herida!- La miré sintiéndome mareada por un momento, y en un instante yo ya


estaba tumbada en una camilla, una enfermera venía hacia mí con unas pinzas en su mano.
Mientras que veía entrar a gente con miembros colgando o directamente fallecidos, me concentré
para que no doliera tanto cuando hurgara en la herida. Sentí las pinzas dentro de mi piel y apreté
mi mandíbula para no quejarme.

Desperté por un alarido que salió directamente de mi garganta y estaba envuelta en una capa de
sudor por todo mi cuerpo. Toqué con mi mano la herida de mi cadera y suspiré de alivio al notar
que era solo la cicatriz que había quedado después de aquello. No era una pesadilla, eran
recuerdos.

Dibujo de la cabecera hecho por @ValentinaZeraus


Capítulo 2

El estruendoso despertador sonó y llegó a mis oídos. De vuelta a la nueva rutina que tenía para
ese año... Los reclutas. Me miré al espejo después de la ducha matutina y me hice una coleta aún
con el pelo goteando. Me vestí con el uniforme reglamentario y sin pensar mucho más, salí de mi
habitación y pronto pude ver los pasillos casi solitarios, y la poca gente que había, estaba en
grupo. Yo me negaba totalmente a entablar alguna relación con alguien, había perdido a tantísima
gente en las trincheras que ahora no quería crear lazos afectivos con nadie, era inútil, porque hoy
estabas, pero mañana no se sabía.

Por los pasillos, hubo algo que me llamó la atención, y fueron unos gritos graves.

-Eres una inútil, no sirves para nada.- Al asomarme a un pasillo sin salida pude ver al Teniente
Coronel Cabello golpear la mejilla de alguien. Fue con el dorso de la mano, así que no dudé que
eso iba a dejar marca por los nudillos de aquel hombre.

Se iba a dar la vuelta, así que seguí con mi camino. Yo, por muy estricta que fuera, no entraba en
mis planes golpear a alguien para que me obedeciera, prefería que se llevaran una lección con
actos, y no con golpes, pero había superiores que no eran así.

Una vez en la pista, la trompeta sonó, y mis reclutas se iban agolpando en aquel lugar, formando
una fila. A la primera que vi fue a Camila, lo que me provocó una sonrisa, ¿a qué hora se habría
puesto el despertador para no quedarse dormida? Mi sonrisa pronto se borró de mi rostro cuando
vi sus ojos rojos y aún sus mejillas encharcadas. En su pómulo había una marca rojiza que se
estaba tornando morada.

"Eres una inútil, no sirves para nada."

Cerré los ojos pudiendo sentir los tirones de pelo de mi padre y sus golpes en mi cara, tan real,
que tuve que pasar una mano por mi ceja y mis mejillas para comprobar que estaba bien al abrir
los ojos. Suspiré, precisamente porque sabía lo que era sentirse despreciada por tu propio padre.
Negué para mí misma, tenía que ser dura, no podía darme pena nadie.
-Buenos días, reclutas. El entrenamiento de hoy será el de resistencia. Se pondrán a dar vueltas
por toda la pista, hasta que yo ordene parar. Conserven sus energías, porque no será poco
tiempo.- Llevé mi silbato a la boca y pité. -¡Vamos, joder!

Todos se pusieron a dar vueltas por el campo, unos más rápidos, otros más lentos, pero al fin y al
cabo, todos estaban corriendo. Me puse mis gafas de sol, pues este estaba empezando a dar en
la pista. Yo simplemente los observaba, hasta que vi un rostro que me fue conocido. Era uno de
los chicos que estaba ayer en el campo de tiro y me desvalorizó, yo sonreí maliciosamente y alcé
la voz.

-¡Alto! Una pausa. Tú.- Le señalé con el dedo índice, y luego señalé el suelo. –Quiero que hagas
100 flexiones ahora mismo.- El muchacho parecía no saber que le estaba hablando a él, así que
me acerque mucho más, hasta tenerlo en frente. -¿No sabes hacer flexiones? ¡¿Entonces qué
haces en el ejército si ni siquiera sabes hacer eso?!

Aquel chico se apuró en hacer lo que yo estaba haciendo, así que mientras él se ponía a hacer lo
que dije, miré a todos los demás que estaban descansando. No llevaban ni 10 minutos corriendo,
y ya estaban cansados. Suspiré, porque me quedaba mucho trabajo que hacer con ellos. Sin
embargo había alguien que no estaba cansada, y aquello me provocó una sonrisa. Camila había
seguido el consejo de conservar el ritmo y no apresurarse. Mi mirada se cruzó con la de ella, y yo
inmediatamente dejé de mirarla. El chico, a la cuenta de 20 flexiones, se tiró al suelo y yo me
quedé mirándolo fría, impasible. Me quité las gafas de sol mientras lo veía respirando rápido en el
suelo.

-Si eso es todo lo que sabes hacer, creo que no eres digno de estar en el Ejército de los Estados
Unidos. Dime tu nombre.

-Yo... Austin. Austin Mahone.- Se levantó sacudiéndose el polvo de su uniforme y yo le miré a los
ojos fijamente.

-Bien, recluta Mahone, retírese.- Dije sin ningún atisbo de sentimientos en mi voz. –Quedas
expulsado hasta que sepas hacer flexiones como se deben.
-Como si tú supieras hacerlas.- Me dijo con desgana.

-A ti precisamente, no tengo que demostrarte nada. Ahora fuera de mi vista si no quieres que
presente una queja en tu precioso y nuevo expediente y vayas a la puta calle ahora mismo.

La carrera de resistencia entre mis reclutas siguió durante toda la mañana. Algunos se paraban
porque ya no podían más, pero la más rezagada siempre era Camila. Se escuchaban el sonido
de las botas pisar el suelo al unísono, y si fueran unos soldados, también se escucharían las
chapas tintineando. Llevé mi mano a mi bolsillo sacando mi amuleto de la suerte, mi primera
chapa, la cual estaba rasguñada, y a duras penas se leía "Jauregui, Lauren Michelle". Aunque
fuera duro, estas chapas se inventaron en las guerras mundiales, tan solo para identificar los
cuerpos sin vida que quedaban en el campo de batalla, no tenían ninguna otra función que no
fuera esa. De esta forma, aunque estuvieses quemado, ametrallado o descuartizado, esa maldita
chapa decía tu nombre y tu familia podría saber que habías muerto.

A la hora, ya casi nadie estaba corriendo, no aguantaban y se tiraban al suelo. No podían más,
pero una esperanza llegó a mí cuando vi que Camila seguía corriendo a un ritmo constante,
cogiendo aire por la nariz y expulsándolo por la boca. Su rostro estaba rojo y sudado, pero
aguantaba el tipo, y a ella se le sumaron dos o tres más.

-¡ALTO!- Y los que quedaban pararon, poniendo sus manos en sus rodillas flexionadas. –Quiero
que practiquéis, y que no paréis nunca. En las trincheras, la resistencia física y psicológica, es lo
que te puede salvar de la muerte.- Sentí que tocaban mi hombro y giré mi rostro para
encontrarme con la mirada de Lucy posada en mí, lo que me provocó una minúscula sonrisa.

-Deja de ser tan mandona, Jauregui.- Me guiñó un ojo con una pequeña risa y yo negué, volví a
mirar a mis reclutas y carraspeé.

-Les dejo en la clase de primeros auxilios con la señorita Vives, ¡firmes! Marchen.- Hicieron lo que
les ordené y yo saludé de forma militar mientras me retiraba, viendo cómo se iban con Lucy.
Después de estar al borde de la muerte, Lucy no quiso volver a combatir con armas, sino con
vidas, quería combatir a la muerte, a esa de la que tan cerca estuvo. Todas las semanas, cuando
encontraba oportunidad, me agradecía lo que hice por ella nuestro primer año, y era mi única
amiga, a la que tampoco me abría, simplemente dejaba que compartiéramos el mismo aire sin
que me resultara molesto.
Los días siguieron pasando, y mis reclutas cada vez iban a mejor. Todas las mañanas me
encontraba la misma imagen del Teniente Coronel y su hija, peleando, y nunca supe por qué.
Tampoco pregunté.

Una mañana, la cual me desperté de una fuerte pesadilla como de costumbre, tenía libre, y los
muchachos también. Sabía de sobra que iban a hacer una fiesta a las afueras a escondidas, y lo
sabía porque hace poco, yo era uno de ellos, pero yo nunca fui a ninguna fiesta, no por no poder,
sino porque prefería quedarme practicando en los circuitos o descansando viendo una película.
"Asocial" me llamaban, y sí, lo era, pero cuando estaba en misiones no lloraba la muerte de un
ser querido.

Me encontraba paseando por el cuartel mientras escuchaba música en mis auriculares. Vestía el
uniforme de camiseta blanca y los pantalones militares, una coleta en mi cabello y mis gafas de
sol en los ojos. Un muchacho se acercó a mí, pareciendo que decía mi nombre, así que me quité
uno de los auriculares.

-Sargento Jauregui, tengo una carta para usted.

-¿Una carta?- Me extrañé, porque la verdad es que en cuatro años nunca me había llegado
ninguna carta.

-Sí... Tome.- Me ofreció el sobre y me tensé al momento que vi de dónde era el sello.
"Massachusetts".

Esperé a que el muchacho se marchara de allí, y tuve que contener el aire para mirar el reverso
del sobre, y no, no tenía remitente. Me temblaron las manos cuando quise abrirlo, y opté por no
hacerlo. Lo que pasó en Massachusetts se quedó con la Lauren débil, hambrienta y maltratada
del pasado. Ahora era la Sargento Jauregui. No me interesaba mi pasado.

Con cierta desgana caminé hacia mi módulo y cuando entré, habiendo dejado la carta en mi
habitación ya, escuché unos sollozos de alguien en uno de los pasillos. Suspiré, porque tendría
que ser dura con la persona que estuviera pasándolo mal. Mi rostro se desencajó al encontrar allí
a la hija del Teniente Coronel Cabello, hecha un ovillo, con sus rodillas rodeadas por sus brazos.
En cuanto ella me vio, se puso en pie, firme, secándose las lágrimas que no paraban de salir de
sus ojos.

-Ho-hola, Sargento. Lo siento. Yo... ya me iba.

-No, quédate.-"Mierda, Lauren. Deja de hablar sin pensar."

-¿Qué?

-¿Estás bien?- "Lauren, para."

-Yo...

-Podemos dar un paseo y me cuentas el motivo de por qué no estás en la fiesta.- Me crucé de
brazos alzando una ceja con mi rostro totalmente impasible.

-¿Cómo sabes que hay una fiesta?- Preguntó confundida mientras carraspeaba.

-No siempre he sido Sargento. También he pasado por tu posición.- Le mostré una media sonrisa
involuntaria, y a ella se le pareció contagiar, porque cuando se secó los restos de lágrimas de sus
mejillas, sonrió.

-Podemos... ir a dar una vuelta por el pabellón. Se pueden ver las estrellas.- Dijo tímidamente, y
yo asentí.

En unos minutos nos encontrábamos en completo silencio, caminando bajo un gran manto de
estrellas. Era de agradecer que el cuartel estuviera alejado de toda contaminación lumínica que
provocara la ciudad, porque no hubo ni un solo día desde que salí de mi casa que no observara el
cielo estrellado como lo hacía antes. Recordé que de niña soñaba con subirme a una estrella, con
tocar el Sol, con dormir en la Luna. Qué irreal, ¿verdad?
-Eres muy callada.- Dijo de repente, y sentí su mirada clavada en mí.

-Simplemente no hablo cuando no hay que hacerlo. Se aprende con los años.- Me encogí de
hombros con un suspiro.

Nos topamos con la piscina del pabellón y noté la mirada de Camila posada en mí, lo que me hizo
mirarla, mirar la sonrisa que tenía, pero volvía dirigir mis ojos a los suyos.

-Vamos a bañarnos.- Dijo suspirando más tarde al ver que yo no respondía. Entonces fue cuando
noté que ella me daba un toque en el costado para conseguir una respuesta mía, yo,
inevitablemente, solté una suave risa. Tenía muchas cosquillas.

-Para.- Dije encogiéndome un poco, pero ella continuaba andando hacia mí cuando se dio cuenta
que tenía cosquillas. Mi pie pisó en el aire, cayendo en la cuenta de que estábamos en el filo de
una piscina. Entonces caí al agua y ella comenzó a reír, provocándome una sonrisa en el rostro
cuando salí a flote.

-Estás un poco empapada...- Dijo con una sonrisa socarrona. En aquel momento me olvidé de
que ella era una recluta y yo era su sargento, y decidí seguir su juego. Apoyé mi mano izquierda
en el filo para agarrar su camiseta, tirando de ella, haciendo que cayera conmigo al agua.

-Ahora estamos en igualdad de condiciones, Cabello.- Dije con una risa. Si Lucy me viera riendo
sin que me hicieran cosquillas... Diría que el mundo se está yendo a la mierda. Su risa era música
para mis oídos, y aquello me hacía sonreír.

-No sé nadar...- Chapoteó un poco hasta llegar a mí y la sujeté para que no se hundiera en la
piscina, pudiendo llevarla hasta la parte donde haríamos pie, pero ella no se separó de mi cuerpo.
Nuestros rostros estaban peligrosamente cerca, incluso ella llevó una mano a mi mejilla,
acariciándola con el filo de sus dedos. Olvidé dónde estábamos, tan solo mi mirada bajaba a sus
labios rosados, húmedos por el agua de la piscina.

-Camila...- Murmuré mientras que nuestras narices se rozaban.


-Sargento Jauregui...- Murmuró también mirándome a los ojos. Que me llamase así me hizo salir
de la situación tan íntima que habíamos creado. Carraspeé y me separé de ella saliendo de la
piscina sin decir nada.

-Sal de ahí. Está prohibido bañarse en la piscina con ropa y a estas horas.

-¿Lauren?

-Dije el primer día que no me llamarais por mi nombre.- Estrujé mi camiseta para que cayera el
agua sobrante y sin esperarla, simplemente me fui de allí, escuchándose las pisadas de mis botas
por aquellos solitarios pasillos, entrando a mi solitaria habitación, durmiendo en mi solitaria cama
y teniendo mis solitarias pesadillas.
Capítulo 3

"Lauren." Escuché en un grito desde la cocina, yo estaba con un libro que encontré en la calle
encerrada en mi habitación. Me aterraba la idea de bajar las escaleras y volver a encontrarme de
nuevo con él y su peste a alcohol. Volví a escuchar mi nombre, y esta vez estaba acompañado
con pisadas subiendo las escaleras, ya solo me quedaba cerrar los ojos.

-No has hecho la comida.- Dijo fríamente, yo abrí los ojos y le vi mirándome desde el marco de la
puerta.

-No hay comida ni dinero para comprarla.

-Tengo hambre.- Dijo de nuevo bastante determinante. –Podrías hacer otra cosa que no fuera
estar tirada todo el día.

-No hay trabajo.- Y en ese momento sentí el dorso de su mano dar con mi pómulo, provocando un
dolor agudo en esta zona. Yo cerré mi libro y me levanté para echarle cara.

-Eres una inútil. No sirves para nada. –Dijo mirándome a los ojos fijamente. –Ojalá nunca
hubieras nacido.

-Eso me repito yo todos los días cuando despierto.- Y nada más escuchar esas palabras de mi
boca, puso la mano en mi cuello, me arrastró a la pared y comenzó a apretar mi tráquea.

-Fuiste la culpable de que tu madre muriera. Solo tú tuviste la culpa, maldita desgraciada.- Yo
notaba cómo me estaba quedando de poco a poco sin aire. Sentía todo dar vueltas a mi
alrededor, y solo quería desmayarme para que parara, pero no paró. Llevé mis manos a su rostro
y arañé toda su cara hasta el cuello. Me sacudió y provocó que mi cabeza chocara bruscamente
contra la pared. Sentí un dolor agudo en la coronilla y un líquido bajar por la cabeza.
-¡PARA!- Grité con el poco aire que me quedaba, y al fin me soltó, mis piernas fallaron y caí al
suelo.

-Busca un trabajo y trae algo a la puta casa, gilipollas.

Desperté y ni siquiera me asusté de mi pesadilla, de mi recuerdo. Solo cayó una lágrima de mis
ojos que rápidamente sequé, después miré hacia el cajón donde guardé la carta y la tuve un rato
dando vueltas en mis manos. ¿La abría o no? ¿Qué pondría? La curiosidad me estaba matando,
aunque finalmente opté por dejarla en la mesita de noche de nuevo. Como cada mañana me
duché y me puse el uniforme, pero en ningún momento la carta salía de mi cabeza. La maldita
carta estaba consumiendo mi paciencia.

Al abrir la puerta me encontré a una enfadada Camila cruzada de brazos delante de mí, puse los
ojos en blanco y la eché a un lado cerrando finalmente mi habitación. Ella abrió la boca con
intención de decir algo, pero yo simplemente eché a caminar, porque no me interesaba nada que
ella pudiera decirme.

-En diez minutos tienes que estar en pista.

-Si yo quisiera, podrías estar fuera del ejército.- Dijo a mis espaldas e hizo que me parara por
completo. Mi mirada se llenó de odio, y noté que ella se asustó cuando la miré tan fijamente al
darme la vuelta.

-¿Crees que eres más que yo?- Dije mientras daba pasos hacia ella, y quedé justo delante de su
rostro, y en ningún momento mi mirada abandonaba la suya.

-Lo soy, Lauren.- Escuchar mi nombre otra vez me causaba dolor después de la pesadilla que
tuve aquella noche. Sin pensar, la empujé contra la pared, provocando que su espalda chocara
con esta.

-Cuando vivas todo lo que yo he vivido, entonces dirás quién es mejor, niñata. No te quiero ver
aparecer por el entrenamiento de hoy. – Dije determinante, pero entonces el odio de su mirada
me llegó al alma.

-Sabes muy bien lo que es ser maltratada, ¿verdad?- Sin pensar y sin contestar a su pregunta, mi
mano cruzó su cara, provocando que la bofetada sonara por todo el pasillo. Cuando ella se puso
la mano en la mejilla, casi incrédula de que yo la hubiera tocado, yo me fui, desaparecí de su
lado.

"Lights will guide you home

And ignite your bonesAnd I will try to fix you."

En el entrenamiento ella no apareció, me obedeció con respecto a eso, pero me resultó extraño
no verla el resto del día, ni el resto de la semana. Todos los días mi mirada buscaba la suya, pero
no estaba, era como si hubiera desaparecido del mundo. Un día, volví a escuchar sollozos en mi
pasillo, y no fue hasta que llegué a la puerta de mi habitación que la pude ver, sentada, encogida
en sí misma con la espalda pegada a la madera. Vi un líquido rojizo bajar de su frente y en
seguida me alarmé. Me arrodillé delante de ella y cogí su rostro entre mis manos, observando la
herida que había al principio de su frente, sin darme cuenta que sus llorosos orbes marrones me
estaban comiendo con la mirada.

-Tiene mala pinta. Entra.- Saqué mis llaves mientras me ponía de pie y abrí la puerta, ella no
opuso resistencia y entró junto a mí. Fui directamente a un botiquín de mi baño, sacando lo
necesario para curarla.

En algunos momentos se llegó a quejar, pero yo continué desinfectando su herida con suero y
agua oxigenada. Con unos pequeños puntos en forma de tiritas le sujeté la herida para que no
siguiera sangrando, ya que la cabeza era un lugar donde si te hacías un rasguño, la sangre
alarmaba mucho. Sus ojos en todo momento estuvieron puestos en mí, cosa de la que yo me
percaté, pero no le di mucha más importancia.

-¿Por qué eres tan... fría?

-Porque soy así. No hay que darle más vueltas.- Mentí, simplemente la vida me había hecho crear
una coraza que nadie podía traspasar. No me fiaba de casi nadie, analizaba todo lo que se me
acercaba y siempre estaba alerta.
-No lo eres. Tu mirada no expresa frialdad.- Dijo mientras se acomodaba sentada en mi cama.

-¿Ahora eres psicóloga?- Dije con ironía después de sentarme a su lado.

-Lauren...

-No vuelvas a decir mi nombre.- Suspiré dirigiendo mi mirada al suelo.

-¿Entonces? ¿Puedo inventarme un nombre para ti?- Preguntó con cierta ilusión y yo negué,
volviendo a mirarla.

-No. Para ti soy solo "Sargento".

-¿Puedo pedirte algo?

-Suelta.

-El próximo día que tengamos libre, quiero pasar el día contigo. Pero no como "Sargento y
Recluta", sino como "Camila y... Lolo".- Yo solté una risa por la forma en la que me había llamado,
y ni siquiera me di cuenta, pero una sonrisa se instaló en mis labios.

-¿Lolo?

-¿No te gusta? Me lo acabo de inventar.- Arrugó suavemente su nariz, y yo asentí. Santa mierda,
deja de ser tan adorable, Camila Cabello.

-Pero yo quiero inventarme uno para ti.- Hice un mohín con mis labios, y ni siquiera me di cuenta
tampoco que poco a poco mi coraza se iba bajando con ella en momentos como ese.
-Adelante, piensa.

-Camz.

-¿Camz?- Soltó una risa leve y sus mejillas llegaron a ponerse algo rojizas. –Entonces en nuestro
día libre, seremos Lolo y Camz. ¿Qué te parece? Pero deja que organice yo ese día.

-Camz...- Dije suspirando mirando al suelo. Negué mientras cerraba los ojos. –¿Me estás
proponiendo una cita?

-Sí, Sargento.- Dijo con un tono divertido.

-No, no puedo. Yo... Estoy rota. No puedo aceptar, porque un cristal roto, siempre corta y hace
daño. No me permitiría nunca empezar algo así con nadie.

-Déjame intentar tratar de arreglarte, Lolo. – Su mano fue a parar a mi mejilla, dejando una suave
caricia en esta, y yo me aparté.

-Camila, deberías irte. Este no es lugar para una recluta.

-Pero...

-Vete.- La corté repentinamente. Me sentía mal, aunque se había sentido tan bien tener aquella
conversación con ella... Pero yo no podía estar para ella. No podía estar para nadie.

"But if you never try you'll never know

Just what you're worth."

Ella se levantó con un largo suspiro, y sin decir nada más, salió de mi habitación. Mi mirada, sin
querer, fue a parar al cajón de mi mesita de noche. Sin pensarlo mucho más, abrí este, saqué la
carta y rasgué la parte superior para sacar el papel que contenía el sobre.

No podía creer lo que estaba leyendo, de verdad que no podía. Una gran sonrisa cruzó mi rostro,
y esta también se reflejó en mis ojos. Era una sonrisa sincera e involuntaria. Tiré la carta al suelo
y solté una gran carcajada que resonó en toda la habitación. ¿Me estaba volviendo loca por la
nueva noticia que acababa de llegar a mis manos?

"Y por eso nos dirigimos a usted, Señorita Lauren Michelle Jauregui Morgado para comunicarle
sobre el triste y reciente fallecimiento de su padre. Le rogamos que acuda (...)"

-PUDRETE EN EL INFIERNO, HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA.- Grité a la carta y volví a


carcajear con alegría. Sí, definitivamente me estaba volviendo loca, pero loca de alegría.

Poca suerte la mía que esa alegría durara tan poco.


Capítulo 4

-Sargento Jauregui, tengo que avisarle de algo.

Yo estaba desayunando cuando el secretario de mi Capitán vino a molestarme. Suspiré dejando


el tenedor con los huevos revueltos en mi plato y le miré algo incrédula.

-¿Qué es eso tan importante como para molestarme durante mi desayuno, Smith?

-Hay nuevas revueltas en Siria, y el Capitán necesita hablar con usted, Sargento.- El chico se
veía bastante nervioso al hablar conmigo, y sinceramente, no entendía por qué yo causaba ese
respeto en los que me rodeaban. Me levanté y dejé mi plato listo para lavar.

Mientras caminaba iba abrochando mi casaca militar para que no se viera la camiseta blanca de
tirantes que llevaba debajo, puesto que delante de un superior, era de mala educación verse
informal. Di tres golpes en la puerta de su despacho y escuché un "adelante" que me hizo pasar.
El hombre se veía nervioso, incluso asustado.

-¿Capitán?

-Jauregui, tienes que preparar una tropa lo más temprano que sea. Dentro de una semana tienes
que partir hacia Siria con la que hayas preparado.

-Pedí un año de descanso de misiones.

-¡Y tú estás para servir al Ejército de los Estados Unidos!- Dio un fuerte golpe en la puerta, pero
yo ni siquiera me asusté, solo le miré fijamente a los ojos.
-Aquí hay solo reclutas.

-Entonces ya sabes lo que tienes que hacer. Prepáralos, porque en una semana, partís todos
hacia allí. Te iré dando más detalles de la misión. Mientras tanto, reúne un pelotón de quince
reclutas.

-¿A qué división perteneceré?

-A la Segunda división de Washington, iréis con uno de los equipos de combate de Brigada
Stryker. Haz una lista del equipamiento que llevaréis y lo prepararemos. Ya sabes las armas
reglamentarias. Ahora, vete.

Me levanté y sin más me fui de allí. Suspiré y apoyé la espalda en la pared mientras cerré los
ojos. Ir en esos tiempos a Siria con simples reclutas era una muerte segura, y no sabía si iba a
poder soportar aquello con la poca fortaleza emocional que me habían dejado las secuelas de mis
anteriores misiones.

Al abrir los ojos estaba Lucy mirándome fijamente, ella sabía que algo malo pasaba, porque solo
al abrir los ojos, mis brazos se extendieron hacia su cuerpo y la abracé.

-¿Jauregui dando abrazos? ¿Qué ha pasado?

-Me voy a Siria otra vez.- Dije con un hilo de voz, y entonces, sentí el cuerpo de mi mejor amiga
tensarse mientras me abrazaba.

-Dime que es una broma... Lauren, la última vez casi...

-Sí. Casi muero.- Me separé de ella alisándome el uniforme, sin ser capaz de mirarla a los ojos.
–El Capitán me ha dicho que prepare un pelotón de quince.

-Yo... quiero ir contigo. Puedo formar parte del equipo médico, solo... pídelo. No quiero dejarte
sola.- Con una mano me acarició la mejilla suavemente y yo me retiré de su caricia, no me
gustaba que me tocasen sin yo permitirlo antes.

-No, Lucy. Es peligroso. Ni siquiera voy a llevar a algunas personas de mis reclutas.

-Deberías llevar a Camila Cabello. La he visto practicar y entrenar día y noche en los pabellones.

-No.— Dije seriamente y me di la vuelta para seguir el camino hacia algún lugar.

-¿Por qué?- La pregunta de Lucy me hizo pararme de repente. Era cierto, ¿por qué no? Yo... no
quería que le pasara nada malo. Se veía muy inocente para ir a una guerra aún.

-Es muy inocente. Muy niña.

-¿Te recuerdo cómo eras tú cuando llegaste? Una chica que no era capaz de mantener la mirada
a nadie, que temblaba si le tocabas, que no hablaba, que se pasaba todo el día pegada a una
libreta, escribiendo o dibujando. Aquella chica que no daba ni una en el campo de tiro, y aquella
chica que se llevó tantos castigos por ser tan inocente, que hubo noches en las que no dormía
por estar en circuitos, sin parar en ningún momento.

-Necesité mi dosis de realidad con la primera misión que me dieron y allí casi morimos tanto tú
como yo.

-Quizá ella también necesite su dosis de realidad.- Dijo Lucy, y entonces la miré a los ojos con un
suspiro.

-No la llevaré, Lucy. No insistas más.

** ** ** **
Me encontraba en el almacén de armas en ese mismo momento, con una pequeña libreta en mis
manos, apuntando todo el equipamiento que quería para mi pelotón. Una Beretta 92 de 9mm, un
M4 con balas de calibre 5'56x45mm OTAN, una ametralladora de cuerpo a tierra M249 SAW,
granadas M67 y M18, rifles francoritadores M24 SWS y múltiples bayonetas. Lo tenía todo a
punto, porque los vehículos los elegirían otras personas. Monté una clase de arma de cada en el
Jeep, dispuesta a probarlas en el campo de tiro hasta que vi al Teniente Coronel Cabello
aparecer por la puerta.

-Sargento Jauregui, qué sorpresa encontrarla por aquí.

-Bueno, no es una sorpresa dado que tengo que preparar una misión para menos de una
semana...- Paré de hablar cuando noté un frío metal en mi frente y cómo la pistola que él sostenía
se cargaba.

-Vas a llevarte a mi hija.

-No... No, Señor. Su hija va a quedarse aquí.

-He dicho que vas a llevártela.- Retiró la pistola de mi frente para dar un disparo al aire, y aún con
el cañón humeante, volvió a apuntarme.

-Es muy peligroso.

-No me importa. Debe aprender, y vas a llevártela. Y como vuelva metida en un ataúd, seré yo
quien te mate a ti.- Me dio con la culata de su pistola M9 en la sien y sentí un fuerte mareo, tanto
fue que caí al suelo y todo se volvió negro.

No sé cuánto tiempo pasé inconsciente, pero al abrir mis ojos sentí un fuerte dolor de cabeza.
Aún no me podía creer cómo un padre mandaba a su hija a una muerte casi segura y se atreviera
a amenazarme a mí sin tener la culpa. Camila era débil, no era valiente y no iba a resistir la
presión de la misión.
Ya la noche había caído en el cuartel, así que con el equipamiento apartado, me fui a mi
habitación, teniendo ese horroroso dolor de cabeza, pero nada más llegar, cerré y fui directa a mi
armario. Lo abrí y sonreí al encontrar lo que yo buscaba, y lo que iba a conseguir calmarme en
momentos como ese. Una pequeña cajita de música.

Me tumbé en la cama y le di cuerda a esta, la abrí y ahí apareció una pequeña cabaña en un
bosque nevado, sonreí cuando la música comenzó a sonar directa a mi corazón. Esa caja de
música, esa que mi madre me regaló cuando era pequeña, con la que me dormía todas las
noches. Cada vez que escuchaba aquella música, podía sentir cómo ella me acariciaba el cabello
lentamente, esperando a que me durmiera. Incluso podía escuchar con su voz un "Buenas
noches, Michelle...".

-Te echo de menos, mamá.

Siento que el capítulo de hoy sea tan cortito, pero tenían que ocurrir estos sucesos en un solo
capítulo, y ya entenderéis en los siguientes el por qué digo esto. MUCHAS GRACIAS POR LEER,
VOTAR Y COMENTAR, PORQUE ME HACÉIS MUY FELIZ.

MUCHAS GRACIAS ANNIE, POR APOYAR LA HISTORIA. &#x1F339;&#x1F495;


Att: Tri
Capítulo 5

Desperté aquella mañana con la cajita de música sobre mi pecho, cosa que me hizo sonreír, pero
la sonrisa fue bastante breve, porque recordé la responsabilidad que me quedaba para todo el
resto de semana. Muchos eran los compañeros que han muerto en misiones tan casuales como
esas por llevar a reclutas, y sabía que a mí me iba a pasar algo. Tenía ese mal presentimiento, y
por alguna razón, también le estaba cogiendo un extraño cariño a aquella chica, Camila Cabello.
Aún recuerdo el día en el que me juré no volver a perder a nadie especial, aún recuerdo mi
corazón roto, aún recuerdo las lágrimas que salían de mis ojos, y aún la recuerdo, porque cuando
saqué mis antiguas chapas del bolsillo de mi pantalón el cual no me quité cuando llegué, allí
estaba su nombre.

"Keana Marie Issartel"

FLASHBACK

Me sentía orgullosa de mí misma y los logros que estaba obteniendo. Cada vez iba teniendo más
reconocimiento entre los oficiales, y eso que esta era mi cuarta misión. Nada más y nada menos
que en El Líbano. Velaba día y noche para que no me pasara nada, que pudiera llegar de una
pieza al cuartel, y luchaba porque mi chica, la misma que estaba durmiendo a mi lado en la
trinchera con la ametralladora pegada a su pecho, llegara conmigo.

Escuché un ruido extraño e inusual, lo que me hizo ponerme inmediatamente alerta, cargué la
ametralladora pesada y usé la mirilla para observar a la otra trinchera. La mayoría de los
conflictos ocurrían en la ciudad, pero a veces los rebeldes podían llegar hasta nuestro
campamento y hacernos daño.

No sé cómo ocurrió, pero de un momento a otro, escuché disparos, la tierra saltaba a nuestro
alrededor, y Keana despertó sobresaltada. Yo tapé su boca inmediatamente y susurré en su oído.

-No digas nada. No sabrán que estamos aquí si no sacamos la cabeza.


Mala suerte. Porque gracias a mi gran despiste de haber dejado la ametralladora pesada, un
grupo de cinco rebeldes se escondieron, justo tras nosotras. Con toda la cautela que pude, saqué
mi walkie y comencé a mandar una señal.

-Necesito refuerzos en la trinchera 6, repito, necesito refuerzos en la tr-... ¡MIERDA!- No pude


continuar hablando, porque cuando miré hacia Keana la tenían sujeta, justo con una navaja en su
cuello, apretando un poco. Decían cosas en libanés, y no les entendía, pero recé porque
entendieran el inglés. –No, no. Alto, por favor.- Me arrodillé dejando mis armas en el suelo a la
vez que ellos me apuntaban con una pistola, seguían gritando, y lo que no sabían es que tenía
otra navaja en la bota cuando me desarmé por completo.

De un momento a otro, nos ataron a las dos las manos, y supe que nos iban a llevar como
rehenes. No quería eso para Keana, la quería, y no podía dejar que le pasase nada como aquello.
De camino a un furgón que había, yo llevé mi talón al trasero y saqué la navaja en un movimiento
rápido, para que no se dieran cuenta. Corté las cuerdas de mis muñecas y cuando fui a atacar,
me quedé fría, porque ellos habían sido más rápidos, y cuando me vieron sacar la navaja, un gran
machete atravesó el abdomen de mi chica.

Agrandé los ojos sintiendo mi mundo caer en ese instante en el que ella también se derrumbaba
intentando coger aire. Llegaron los refuerzos que pedí hace unos minutos, y entre el tiroteo que
se formó, llevé a rastras a Keana a algún sitio a salvo de todo aquello. La tumbé sobre mi regazo
y acaricié sus mejillas, quedando mis manos manchadas de sangre porque esta salía de su boca
cuando tosía.

-Mi amor... Keana, no... No me dejes sola.- Dije en un hilo de voz mientras lágrimas estaban
aflorando de mis ojos.

-Lauren...- Esbozó una suave sonrisa e intentó levantar la mano para quitarse el machete, pero la
paré negando.

-No, no... No puedes quitártelo, ya sabes que si lo quitas, cualquier remota posibilidad de que
salgas... No existirá... - Cerré mis ojos suspirando y cogí valor para darle un beso en sus
ensangrentados labios.
-Lauren, no dejes que te pase nada... Ahora voy a estar bien, ¿sabes? Después de todo lo que
pasé... Voy a estar bien...

-No te vayas...- Vi que sus ojos poco a poco se iban cerrando y la moví levemente sintiendo que
mi llanto era totalmente desconsolado. –Keana, no cierres los ojos, amor... No te vayas, no me
dejes sola.

-Te quiero... Recuérdalo...- En ese momento sus ojos se quedaron entreabiertos y un último
suspiro salió de sus labios, un suspiro ahogado que dejó caer su rostro hacia un lado y la sangre
brotando de su boca sin control ahora.

FIN DEL FLASHBACK

Mientras estuve recordando, entré a la ducha, y cuando salí sentí un gran dolor de cabeza que
me hizo marearme. Me sujeté al lavabo y me miré al espejo, viendo un hilo de sangre recorrer mi
nariz. Inmediatamente cogí un papel y lo llevé al orificio de esta, porque no era la primera vez que
pasaba aquello, pero últimamente estaba sucediendo de forma más continuada. El dolor de
cabeza seguía, y por más ruegos que me daba Lucy para que tomase la medicación que me tenía
recetada, nunca lo hacía. Me vestí con cuidado de no manchar mi ropa de la sangre que caía de
mi nariz, y cuando se cortó, pude hacerme una coleta y salir mientras abrochaba la chaqueta de
mi uniforme.

Escuché unos pasos rápidos detrás de mí, lo que hizo que me volteara y viera a Camila venir.
Suspiré rodando los ojos y volví a mirarla.

-Qué quieres ahora. Rápido, tengo cosas que hacer.

-Quiero ir a Siria la semana que viene, contigo.

-No.- Dije firmemente y volví a darme la vuelta para seguir mi camino, pero se interpuso en este.
-Por favor.- Juntó sus manos haciendo un puchero, lo cual me hizo bastante gracia, pero como
casi siempre, mi semblante estuvo frío y sin rastros de sentimientos.

-He dicho que no, Cabello. No continúes porque vas a hacer que te suspenda del cargo.- La
aparté para volver a caminar.

-¿A caso tú no necesitaste una primera oportunidad cuando nadie creía en ti?- Dijo alzando un
poco la voz y yo me paré en seco. –Por favor, necesito esta oportunidad para que mi padre se
sienta orgulloso de mí. –Qué irónico, su padre, el mismo que me apuntó con una pistola a la
cabeza para que me obligara a mandar a su hija directa a morir en la batalla.

-Lo pensaré.

-Promételo.- Dijo y yo me giré para mirarla a los ojos fijamente.

-Lo prometo. Ahora largo.- Dije con desgana y volví a caminar para continuar el rumbo que
llevaba, cargar las armas en el Jeep y probarlas.

-¿Puedo ayudarte?- Escuché sus apresurados pasos detrás de mí hasta que se puso a mi altura,
pero yo no paré.

-No.

-Por favor, sé que tienes que preparar cosas para la misión y quiero ayudarte.

-No.- Dije esta vez más rotundo.

-Si me dejas ayudarte prometo hacer lo que sea que me digas.- Paré en seco al escucharla
alzando una ceja.
-¿Lo que sea?- Cuestioné y ella asintió con una dulce sonrisa en su rostro.

-Lo que sea.

-Entonces me debes una, Cabello. Sígueme.- Asentí volviendo a caminar.

De un momento a otro ya estábamos subidas en el Jeep, camino al campo de tiro de pruebas, y


en un instante, ya nos encontrábamos ambas cargando las respectivas armas que íbamos a
probar. Nos pasamos la tarde disparando, ella intentaba entablar conversación conmigo, pero yo
siempre respondía con monosílabos. No me hagas esto, Camila Cabello, no quiero ser tu amiga,
ni tu nada.

-A veces... Esto se hace difícil porque casi no conozco a nadie. Estoy... Sola, ¿sabes?

-Es mejor estar sola, créeme.- Dije mientras cargaba una pistola y limpiaba el cañón con una
escobilla.

-¿Tanto has perdido en batallas?

-Demasiado. Cosas malas y cosas buenas. Más buenas que malas.

-Eres fría como un tempano.- Dijo y una de mis comisuras de alzó.

-Gracias, Cabello. ¿Algún piropo más?- Dije mientras cerraba uno de mis ojos con la pistola entre
mis manos para apuntar al frente con mis brazos algo flexionados pero cogiendo el arma
firmemente.

-Que tienes los ojos más bonitos que he visto en mi vida.- En ese momento disparé y me despisté
tanto con su frase que no sujeté bien el arma, provocando que esta se fuera hacia atrás y me
golpeara en la cabeza.
-¡AUCH!- Me quejé tocándome la cabeza, escuché su risita y me hizo sonreír, me quité las gafas
protectoras y dejé la pistola. -¿De qué te ríes tú, eh?

-Ha sido gracioso... Ni siquiera a mí me pasa eso...- Dijo entre risitas y yo me acerqué a ella,
olvidando incluso en el sitio en el que estábamos.

-Discúlpate...- Dije amenazante con una ceja alzada.

-¿O qué?

-O...- Puse mis manos en sus costados comenzando a hacerle cosquillas. Se retorcía tanto de
risa que acabó en el suelo y yo sentada a horcajadas encima de ella.

-¡Para, para! ¡En serio, voy a vomitar!- Dijo entre carcajadas a las que me uní. Dios... Santa
mierda, tenía una risa preciosa.

-Está bien, pues no vuelvas a reírte de tu superior.- Me levanté con una media sonrisa y me
sacudí el uniforme para guardar la pistola, pues era la última arma que quedaba por probar.

Durante el camino en el Jeep, dejé que ella pusiera la radio, y estuvo todo el trayecto cantando
las canciones a gritos. ¿Cómo era capaz de saberse todas las canciones que sonaban? Que
cantara de esa forma hacía que me salieran risas en ciertos momentos, o incluso que me uniera a
ella, pero cuando llegamos al cuartel, me di cuenta de lo que estaba pasando. Yo era Sargento,
ella Recluta, y me estaba encariñando con alguien que seguramente en unas semanas ya no
existiría. Bueno, sí lo haría, pero en un cementerio, porque me conozco la historia, la he vivido
demasiadas veces.

Cuando aparqué el Jeep, ella sonrió mirándome y apagó la radio de inmediato. Sentí aquellos
ojos color chocolate mirarme de una forma tan intensa que casi me desarmo allí mismo.
Carraspeé y cuando fui a abrir mi puerta, ella me paró, cogiendo mi brazo, deslizando su mano
hasta que esta atrapó la mía.

-Gracias, Lauren. Hacía tiempo que no lo pasaba tan bien y me despreocupaba de todo.
-Lo mismo digo.- Mierda, Lauren, para de decir cosas sin antes pensarlas.

-Yo... En serio. Necesito ir a esa misión, incluso... incluso si quieres me quedaré tiempo extra
entrenando.- Me miró con una sonrisa triste en su rostro y sus ojos llenos de lágrimas. –Solo
necesito que se sienta orgulloso de mí...

-Eh... Tranquila, ¿vale? Yo... Lo pensaré, en serio que lo haré.- Le dediqué una sonrisa
totalmente sincera y sentí que ella me daba un beso rápido en la mejilla.

-Gracias, Lauren. Buenas noches... Que descanses.- Y ahí salió del Jeep, dejándome aún con el
reciente tacto cálido y suave de sus labios en mi mejilla.

Después de un momento, estaba caminando por mi pasillo, hacia la habitación, y me sentí de


nuevo mareada. Mis oídos estaban taponados, y respirar me costaba. Al final del pasillo vi algo
que me dejó fría, y es que era la silueta de mi madre. Sin pensarlo caminé rápido, pero cuando
llegué, no había nada. Me tambaleaba, sentía frío, ganas de vomitar...

-¡Lauren!- Escuché en eco la voz de Lucy a mis espaldas, y cuando quise darme la vuelta, todo
se volvió negro, porque perdí la consciencia en ese mismo momento.
MARATÓN

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OS QUIERO. XO. <3
Capítulo 6

N/A: SORPRESA.

Desperté poco a poco y vi que tenía puesto una vía en el brazo. Intenté ubicarme mirando a mi
alrededor, deduciendo que estaba en la enfermería. De pronto, me asusté, porque alguien cogió
mi mano y yo la retiré del sobresalto mientras miraba hacia la dirección en la que me cogían,
viendo aquellos ojos chocolate mirarme preocupados. Le dediqué una media sonrisa que al
parecer, acabó contagiándose a sus labios. ¿Por qué estaba aquí?

-Camz...

-Wow, creí que el apodo que buscaste para mí se te iba a olvidar.- Sonrió con dulzura volviendo a
sostener mi mano acariciando mis dedos.

-No se me olvidan las cosas tan rápido...- ...Desgraciadamente, pensé. -¿Qué ha pasado?

-Dice la enfermera Lucy que tuviste una subida muy fuerte de tensión arterial. – Yo asentí,
perdiéndome en su mirada. ¿Cómo podía provocarme tanta tranquilidad con solo su presencia?

-No es la primera vez que me pasa. Incluso me pasaba antes de llegar aquí.- Solté una suave risa
mirando hacia el frente ahora. Entonces, vi a Lucy llegar con una sonrisa en su rostro.

-Hola, Lo. Estás hecha una mierda, ¿eh? Te vuelves vieja.- Soltó una risa y yo solo sonreí
negando.

-Quítame esto, tengo que hacer cosas, Lucy. –Llevé mi mano hacia las vías intentando
quitármelas.
-Eh, eh, eh, quieta ahí. ¿Cómo que tienes cosas que hacer? ¿Y si te desmayas por ahí?

-Yo... Puedo ayudarla. Puedo ir con ella.- Se escuchó la tímida voz de Camila, y tanto Lucy como
yo, giramos la cabeza hacia ella, que se mostraba algo cabizbaja y sonrojada. –Si... si quieres.

Tras unos momentos, conseguí convencer a Lucy para irme de allí con la ayuda de Camila. Esta
niña me empezaba a caer bien. Bueno... A quién quería engañar, me cayó bien desde mucho
antes.

Descargábamos el Jeep de la artillería pesada que estuvimos probando, luego ella se encargó de
hacer los informes y yo de pasar a limpio los datos que anoté cuando estuvimos en el campo de
tiro. En todo ese tiempo, casi no intercambiamos palabra, y en cierto modo, me gustaba, ya que
no me agradaba nada que me interrumpieran con estúpidas conversaciones cuando estaba
haciendo algo. Prácticamente estuvimos todo el día atareadas y aquello me ayudó, porque casi
hicimos todo lo que tenía que hacer esa semana, lo que me dejaba unos días libres gracias a
Camila. Cuando dirigí la mirada hacia ella, bostezó y se vio de una forma demasiado adorable,
luego me miró y soltó una suave risa mientras se sonrojaba.

-¿Tienes sueño? ¿Qué hora es?- Pregunté mientras miraba mi reloj. –La una de la mañana... Hm.
Lo dejaremos por hoy.

-¿De verdad? No... Yo no tengo sueño, eh.

-No, bostezas por gusto, ¿verdad?- Cerré una carpeta en la cual estaba escribiendo y le dediqué
una sonrisa. Al pasar por su lado, le revolví un poco su cabello y subí al Jeep esperando a que
ella subiera también.

Una vez estuvimos las dos en el Jeep, arranqué, poniendo rumbo hacia el módulo donde se
encontraban las habitaciones. Hubo un silencio y para mi sorpresa, no fue incómodo, porque en
ningún momento tuve la necesidad de decir nada ni poner música. Al llegar, ni siquiera me
molesté en bajar del Jeep, porque cuando miré hacia ella, me encontré con su mirada
analizándome. Sonreí levemente y carraspeé pasando una mano por mi pelo algo nerviosa.
-Bueno, ya estamos aquí...

-Sí, ya lo vi...- Sonrió mirándome y entonces noté que su mano colocó un mechón de mi pelo tras
mi oreja, pues se había soltado de mi coleta. La miré a los ojos fijamente mientras veía que ella
se iba inclinando lentamente hacia mí, yo también me fui inclinando suavemente, apoyando mi
mano en el volante, con tan mala suerte que toqué el claxon y dimos un salto en el asiento las
dos, retirándonos casi al instante.

-Joder, puta mierda de claxon. Tendrían que colocarlo en el maletero.

-¿Sí? ¿Y cómo piensas tocarlo mientras conduces?- Soltó una adorable risa y arrugó la nariz
mientras yo la veía. Alcé mis cejas y levanté un poco el mentón.

-No hay nada imposible para Lauren Jauregui.

Los días pasaron rápidos, y nos encontrábamos al anterior para irnos hacia Siria. Todo estaba
planeado y casi no dejaba descansar a los reclutas para que estuvieran lo mejor entrenados
posible. Una noche, llegué a mi habitación y encontré una nota que alguien coló bajo la puerta.
Con una sonrisa, la abrí, porque solo había una persona de dejarme un papel color rosa doblado
bajo la puerta.

"Te espero en la azotea a las 22.00. Trae mantas.


Camz."

Aquella simpleza me hizo sonreír, porque desde que tuvimos aquel medio acercamiento en el
coche, no dejaba de sorprenderme para bien. Sin pensarlo, tomé un par de mantas y salí de la
habitación para subir directa a la azotea, y allí estaba ella, con un par de tazas de chocolate
humeantes y un portátil encima de una manta.

-Noche de películas, Sargento Jauregui.- En cualquier otro momento, hubiera montado en cólera
porque ella me llamara "Sargento" fuera de servicio, pero en ese momento solo me limité a reír.

-Espero que haya alguna de miedo, Recluta Cabello.- Arrugué la nariz y me senté a su lado,
desabrochando mis botas para mayor comodidad. Me sorprendió que al sentarme, ella tomara
una de las mantas, echándolas por encima de nuestras piernas, y con la otra nos rodease a
ambas. Estábamos peligrosamente cerca.

Estuvimos viendo una película pastelosa romántica, suponiendo que a ella aquellas películas le
gustaban. El chocolate se nos acabó después de media hora, y tan solo continuamos viendo la
pantalla. Sentí una terrible necesidad de tenerla cerca, así que me apegué un poco más a su
cuerpo, sintiendo cómo ella se cobijaba en el mío, buscando algo de calor en la fría noche. Por
debajo de la manta que nos tapaba las piernas, busqué su mano y la acaricié lentamente,
llegando a cogerla y entrelazar nuestros dedos. En ese mismo momento, me miró a los ojos, y lo
supe porque la poca iluminación que daba su laptop, me permitía verla.

Inclinó su rostro hacia el mío, y yo hice lo mismo, sintiendo su respiración cada vez más cerca de
mis labios. Ambas teníamos los labios entreabiertos, nuestras narices se rozaban y nuestros ojos
se cerraron. En un instante mis labios encajaron con los de ella, atrapando el suyo inferior
mientras mi mano libre la llevaba hacia su rostro, acariciándolo, sintiendo la suavidad que este
tenía bajo las yemas de mis dedos. El beso fue pausado, lento, ambas estábamos disfrutando de
aquello y eso se notaba, porque solo nos separamos por la falta de aire que teníamos. Un suspiro
de ella llegó a rozarse a quemarropa al filo de mis labios y yo sonreí, sin querer abrir mis ojos.
Nos fundimos de inmediato en otro beso más intenso que el anterior, hasta que sentí la lengua de
ella rozar mi labio inferior, pidiendo permiso para entrar a mi boca. Permiso más que aceptado,
porque entreabrí mis labios ante su petición, dejando que nuestras lenguas se entrelazaras entre
sí y jugaran. Una enorme tristeza me inundó cuando recordé que mis últimos besos fueron para
Keana, y por eso me separé de sus labios con cautela, dejando un último beso corto en estos
mirándola ahora a los ojos. Era hermosa, definitivamente lo era.

No supimos qué decir después de habernos besado, por eso continuamos viendo la película,
hasta que noté que ella se durmió apoyada en mi hombro, porque su respiración se volvió lenta y
pesada. Sonreí al comprobar que mis sospechas eran ciertas, era un pequeño lirón acurrucado a
mí.

Me levanté, guardando todas las cosas en su mochila, la colgué a mis espaldas y a ella terminé
por cogerla en mis brazos, sintiendo cómo rápidamente sus manos rodeaban mi cuello
inconscientemente. Dormiría conmigo, porque no sabía dónde se hospedaba y no entraba en mis
planes despertarla para ello.

Acabamos en mi habitación y la tumbé en mi cama, arropándola con cuidado para después


tumbarme yo en esta, decidiendo que me pondría el pijama después de descansar un poco, pero
fue totalmente inútil, porque no sé en qué momento me quedé dormida.

Keana estaba a mi lado, estábamos en un prado verde, lleno de flores silvestres, y ambas nos
acariciábamos, nos besábamos, nos abrazábamos, como si fuese la última vez que lo hacíamos.
De pronto, vi que alguien estaba a mi lado, de pie, y no me pude creer que fuese Camila.

-¿Quién es ella?- Preguntó Keana en un susurro.

-Una recluta...

-¿Te revuelcas con todas tus reclutas?- Preguntó y no di crédito, porque cuando miré a sus ojos,
estos estaban inyectados en sangre, sintiendo ahora cómo algo mojaba mi vientre, hasta que
miré y era la sangre de la herida mortal de Keana.

-Mi amor...

-Te odio, Lauren. Te odio, Lauren, TE ODIO, LAUREN.- Se repetía como un eco en todo el
ambiente.

Desperté sobresaltada con lágrimas en los ojos, y mi sorpresa fue que cuando miré a mi lado en
la cama, estaba sola. No había rastro de Camila. No había rastro de Keana. Tan solo se
escuchaba mi respiración irregular y los grillos cantando afuera. ¿A caso había sido todo un
sueño?

Aquí tenéis un premio por haber llegado tan solo en unas horas a los 50 likes en la publicación
anterior, y de verdad, muchísimas gracias por leerme. Este fin de semana habrá maratón 3/3, os
lo tenéis bien merecido por ser las mejores lectoras del mundo. OS QUIERO. XO. <3
Capítulo 7

MARATÓN 1/3 :CUANDO LLEGUEMOS A 60 LIKES, PUBLICO EL SIGUIENTE.

Camila's POV

El cielo estaba tan estrellado... Me desperté por el calor que me proporcionaba Lauren, y es que
la muy boba se dejó la ventana cerrada antes de dormir, así que el calor que me proporcionaba
era bochornoso porque acabé bañada en sudor, lo que fue bastante incómodo. Sin su permiso,
me duché con total discreción y tomé una de las camisetas de ella y unos pantalones cortos para
estar por aquella habitación. Me encontraba mirando por la ventana cuando escuché unos
sollozos a mi espalda. ¿Lauren?

Al mirar hacia la cama me encontré con una figura de cabello negro y despeinado hecha una
bolita, abrazada a sus rodillas y su rostro escondido. Por su respiración irregular y sollozos
supuse que lloraba, ¿qué ocurría? Jamás había pensado que una mujer como ella lloraba, pero...
Todos tenemos sentimientos, ¿no?

...

Algunos más que otros.

Me acerqué con cautela a ella, sentándome a su lado, acaricié su cabello lentamente en la


oscuridad que nos vislumbraba la luz de la luna que entraba por la ventana, ella se asustó tanto
que del pequeño salto que dio, se cayó de la cama.

-C-Camila... ¿Cómo...?- No pude evitar soltar una suave risita cuando la vi caer después de
comprobar que estaba bien, así que me volvía a sentar junto a ella, pero esta vez en el suelo.
Cuando fui a acariciarle la mejilla hubo algo que me dejó paralizada, y es que ella se alejó, como
si mi mano le hiciera daño.

-Lauren... ¿Has tenido una pesadilla?- Ella se encogió de hombros mirando al suelo, creo.
-No lo sé.

-¿Cómo que no lo sabes?

-Empezó bien, pero acabó mal.- Noté sus orbes esmeraldas posarse en mí y fruncí el ceño.

-Entonces es una pesadilla.- Ella negó rápidamente y se levantó algo temblorosa. ¿Cómo podía
alguien tan duro y frío mostrarse tan débil en aquellos momentos?

-Camila, vete.

-¿Qué?

-Que te vayas.- No comprendía ni lo más mínimo la bipolaridad que ella manejaba en aquellos
instantes, pero no iba a dejarme pisotear, y menos cuando no estábamos de servicio.

-Me iré si me da la gana, no porque tú lo digas, engreída. ¿Quién te crees para ir besando a
alguien y luego dejarla tirada como a la mierda?- Observé cuando encendí la luz que ella se
apoyó con sus manos en el quicio de la ventana, viendo que sus nudillos tomaban un tono
blanquecino al estar haciendo fuerza.

-Por si no lo has notado, te he dejado dormir en mi cama, y esta es mi habitación. ¿Quieres que
llame a un superior para que te obligue a irte y te ponga una sanción por haber irrumpido mi
estancia?

-No serías capaz.- Dije casi incrédula. ¿Cómo podía tener esas dos caras tan marcadas? Hace
apenas unas horas, me besaba con tantas ganas que hasta perdimos la noción del tiempo, ahora
solo podía ver desprecio en su mirada hacia mí. Aunque no tenía claro si el desprecio era
ciertamente hacia mí o hacia ella misma.
En su mirada noté que sí, que era capaz de echarme de aquella forma, así que tan solo gruñí y
salí de la habitación. Cerré la puerta y me di cuenta que iba con una camiseta gigante y unos
pantalones que también me quedaban grandes, pero mi orgullo me impidió volver a tocar la
puerta para coger mi uniforme. Fui caminando, de forma que por el pasillo solo se escuchaban
unos pies descalzos por el eco que se formaba, hasta que vi a mi padre, al final, metido en su
despacho con la puerta abierta. Tragué saliva para que no me viera salir de aquel módulo, hasta
me puse de puntillas. Nadie sabía lo que yo pasaba con él, nadie sabía lo que me hacía, y las
marcas que me dejaba por todo el cuerpo gritaban a gritos algo de ayuda, pero las acallaba con la
ropa.

El sigilo no era lo mío, así que solo al pasar, me pinché con algo en el pie, y me quejé como acto
reflejo, llevando mi pie dañado a mi mano con algo de esfuerzo. No había nada clavado, así que
solté un suspiro de alivio. Antes de continuar miré hacia el despacho, llevándome un gran susto
cuando se encontraba él justo en la puerta, parado, mirándome a los ojos. Conocía aquella
mirada, y solo pude pensar en correr, pero cuando fui a hacerlo, su fuerte mano me agarró del
brazo, tirando de este para que yo entrara a su despacho. Yo sabía lo que venía, lo sabía, por
eso mis piernas empezaron a temblar al ver que cerraba con llave.

-¿Dónde ibas, Camilita?- Aquel apelativo cariñoso me daba arcadas, porque solo lo utilizaba para
dañarme.

-Yo... fui al baño. El de mi módulo estaba atorad-...- Un fuerte golpe llegó a mi mejilla, notando yo
cómo me ardía la piel de esta zona.

-Desnúdate.

Yo, sin rechistar y con tristes lágrimas cayendo por mi rostro, comencé a quitarme las dos piezas
de ropa que llevaba, básicamente porque la ropa interior de Lauren no me quedaba bien. Solté un
sollozo mezclado con un quejido cuando él me volvió a golpear, esta vez en la otra mejilla,
haciéndome caer al escritorio que había, dándome en mi cintura con el filo de esta. Escuché su
cinturón desabrocharse y solo me quedaba cerrar los ojos ante lo que venía. Los minutos
pasaban y se me hacían eternos, porque, aunque hubiera perdido la cuenta de cuántas veces me
había agredido sexualmente, me sentía como la primera, me sentía como una completa mierda,
me sentía sucia, me sentía dominada por él, débil, la cosa más insignificante del jodido mundo.
Cada vez que él entraba en mí, mi respiración se atoraba y soltaba un quejido rasgado, me dolía,
me dolía muchísimo. Seguramente mañana tendría que ponerme paños de agua fría, pero ahora
sentía que mi sexo se lubricaba y no precisamente por excitación, sino por la sangre al estar tan
contraída y asustada.

Había buscado información sobre aquello cuando empecé a pensar que la culpa la tenía yo, pero
al parecer su mente estaba hecha una mierda, porque con aquello solo buscaba sentirse superior
a mí. Las bofetadas llegaban de un lado, de otro, agarrones de pelo, agarrones de mis pequeños
senos, y a mí ya me dolía todo, no podía parar de llorar. Si tan solo no me hubiera comportado
tan estúpida con Lauren, podría haber evitado que esto estuviera ocurriendo, porque no habría
salido ni habría topado con mi padre trabajando a las tantas de la noche.

Terminó, y como siempre, lo hizo fuera, a lo que suspiré aliviada por no sentir aquel dolor
inmenso en mi entrepierna, ahora venían las punzadas. Me vestí entre sollozos, notando algo de
sangre gotear por mis pantorrillas, pero no quería prestar mucha atención a esto, tan solo quería
morirme.

-Eres como tu madre.- Dijo con suficiencia y salió de allí, como si no hubiera pasado, dejándome
tan inmensamente devastada, que casi no podía dar un paso sin temer a caerme al suelo.

** ** ** ** ** **

A la mañana siguiente, tenía que entrenar, lo que se me hacía bastante complicado con el fuerte
dolor que tenía en mi entrepierna. Mis mejillas aún estaban algo sonrojadas de todas las
bofetadas que recibí hace tan solo unas horas y bajo mis ojos había unos surcos negros casi
imborrables, porque después de lo que pasó, no pude tan siquiera coger el sueño.

Intentaba que mi dolor no se notara y hacía las pruebas de los circuitos. Notaba mis músculos
resentidos, en especial los de las piernas, ya que aún estaban temblando. Lauren enseguida lo
notó y se puso a mi lado, gritándome.

-¡¿A caso no puedes con esto, Cabello?! ¡Quizá no deberías estar aquí! ¡Alto todo el mundo!-
Todo el mundo y yo miré al suelo, no quería mirarla a los ojos, porque en cualquier momento me
iba a romper. –Cabello, sentadillas. Cincuenta.

No podía creérmelo, me estaba castigando con sentadillas. Iba a doler, doler de verdad, pero no
quería decir nada, así que comencé a flexionar mis rodillas, haciendo sentadillas. Sentía las
punzadas latentes en mi entrepierna resentida aún, no podía hacer más que cerrar los ojos y
apretar mi quijada.

-¡MÁS RÁPIDO, CABELLO, NO TENGO TODO EL DÍA! Eres una completa mierda. No sirves
para estar aquí.- Yo no podía más, simplemente mis piernas ya no respondían a las órdenes de
mi cerebro, así que lágrimas comenzaron a salir de mis ojos. En ese mismo momento, noté que
se acercaba a mí con un arnés. No, ahora no podía escalar el muro, no iba a soportar aquello.

-No.

-¿Qué?

-Que no.- Negué mirando el arnés, pero ella no me escuchó, así que me lo puso ante la atenta
mirada de todos mis compañeros. Sentí cómo lo apretaba con todas sus fuerzas y solté un alarido
de dolor, golpeando incluso su hombro con rabia. Me lo quité, sin esperar sus órdenes y salí
corriendo de allí con lágrimas en los ojos.

Mis piernas temblaban más que las últimas horas, porque aquello había dolido demasiado. Al
mirar hacia atrás y no ver a nadie siguiéndome me sentí en cierto modo aliviada, pero noté un
fuerte golpe en mi frente que me hizo caer hacia atrás, viendo que me había chocado con alguien
y ese chico estaba en la misma condición que yo, sentado en el suelo al haber caído. Me ayudó a
levantarme con una gentil sonrisa y yo me sonrojé rápidamente.

-Yo... lo siento, no vi por dónde iba, ¿sabes? Y... Bueno... Lo siento, discúlpame...

-Disculpas aceptadas... Eres nueva, ¿no? Me llamo Shawn.- Extendió su mano hacia mí con una
amable sonrisa y yo sonreí como respuesta, estrechando su mano.

-Me... me llamo Camila.

-Camila... ¿Qué te parece si te acompaño a por hielo? Eso de ahí se te va a hinchar.- Señaló mi
frente con preocupación y yo asentí, yéndome de allí. Me sentí observada, así que cuando giré el
rostro pude ver a Lauren con la mirada fija en mí, incluso me atrevía a decir que tenía un atisbo
de arrepentimiento en su expresión, pero yo solo giré mi rostro de nuevo y continué mi camino.
Capítulo 8

MARATÓN: 2/3

Lauren's POV

No vi aparecer a Camila en ningún entrenamiento conjunto más desde que se fue con Mendes, el
soldado Mendes. A veces, cuando me tocaba ir de un módulo a otro, la veía en los circuitos,
practicando sola, y en algunas ocasiones incluso juraría de escuchar sus sollozos mientras
entrenaba, pero yo ya no podía hacer nada. Las palabras de Keana en mi sueño se me clavaron
en la mente, de forma que cada vez que mi mirada se cruzaba con aquellos ojos chocolate, volvía
a repetirse la pesadilla.

Llegó el día en el que partíamos y en el cuartel hicieron un acto para desearnos suerte a los que
nos íbamos, mientras subíamos al avión con la marcha de The Army Goes Rolling Along, la oficial
de la U.S. Army. Estuvimos jurando la bandera estadounidense, y a los reclutas se les entregó el
uniforme de soldado. Notaba la mirada de Camila clavarse en mí, pero no quería mirarla, no
después de que ella se fuera de aquella forma tan repentina y luego de eso no me dirigiera la
palabra. De acuerdo que quizá fui un poco brusca, pero... es mi forma de ser.

En el avión, yo temblaba. Podría haber superado cualquier cosa, podría considerarme la mujer
más fuerte del mundo, pero el miedo a las alturas seguía latente en mí. No presté atención a nada
a mi alrededor, solo cerraba los ojos mientras sentía las cosquillas en mi estómago, claro síntoma
de que el avión estaba despegando. De pronto, sentí una suave mano agarrar la mía, y no fue
hasta que abrí los ojos curiosa por saber quién era, que vi a Camila sentada a mi lado. ¡Venga ya!
Puto destino, ¿encima la ponen a mi lado?

-¿Te encuentras bien? Estás muy pálida.

-Camila, soy más blanca que la leche, normal que esté pálida.- Dije sarcástica negando
rápidamente, miré por la ventana y mi respiración se entrecortó al ver que íbamos ascendiendo.

-También tienes un poquito de miedo a las alturas, ¿no?- Soltó una pequeña risita y yo no pude
evitar sonreír dándole un golpe en su hombro con el mío.

-Camz, cállate.- Dije mirándola a los ojos con una sonrisa en el rostro, y el tiempo se detuvo,
porque nos quedamos mirándonos fijamente en lo que hubiera podido jurar que eran minutos,
mientras, notaba sus dedos acariciar los míos lentamente, y entonces entrelacé los míos con los
de ella. Nos estábamos inclinando mutuamente cuando algo me hizo sobresaltarme, y es que
Lucy se asomó por su asiento, delante de mí.

-¡Jauregui, mira qué alto!- Dijo en un grito y consiguió que diera un salto en mi asiento por haber
interrumpido mi tranquilidad. La miré entrecerrando los ojos, hasta que vi otra chica asomarse a
su lado.

-Sargento Jauregui, tienes una amiga muy guapa.-Dijo aquella chica, entre ellas dos se miraron, y
si no conociera a Lucy, diría que no pasa, pero aquella mirada significaba que ya al menos se
habían comido la boca.

-¿Y tú quién eres, si se puede saber?- Dije en mi tono frío, notando el apretón en mi mano por
parte de Camila.

-Me llamo Verónica Iglesias, pero puedes llamarme Vero.- Me guiñó un ojo bromeando, y Lucy
soltó una carcajada bobalicona, y entonces se sentó de nuevo, mientras la tal Vero se sentaba
también.

-Vale, eso ha sido muy raro.- Dije en un susurro para que me escuchara Camila, pero ella no me
respondía. -¿Camz?- Dije mirándola y vi que se había quedado dormida con la boca abierta, noté
hasta que estaba a punto de roncar, ¿cómo podía tener esa facilidad de dormirse tan rápido?
Puse mi mano en su mejilla para que recostara la cabeza en mi hombro, y me tomé la libertad de
acariciar su mejilla, apartando un mechón de pelo que caía por esta, llevándolo atrás de su oreja.
Di un beso en su frente dejando mis labios apoyados en su piel cerrando los ojos con un suspiro
leve, entonces susurré rozando su piel con los labios. –Ojalá pudiera estar ella aquí para
impedirme estar sintiendo cosas por ti.- Aproveché que ella dormía para hacerle esa confesión
que yo llevaba pensando varios días.

Las horas de viaje fueron largas, las cuales me las pasé o durmiendo, o comiendo, o hablando
con Lucy o simplemente jugando a las palabras encadenadas con Camz cuando despertó. No
jugaba a aquello desde que era una niña, y me puso feliz volver a recordar mi niñez, porque yo
siempre era muy terca con mi madre para jugar a eso, así que... ¿por qué no?

Por fin, después de 15 horas de vuelo directo, llegamos a Siria. Ni siquiera tuvimos que ir hacia el
aeropuerto, porque en nuestra base nos habían preparado uno improvisado, así que solo fue
aterrizar y estar alerta a todo nuestro alrededor. El silencio que hubo me dio un escalofrío incluso.
Guie a mi pelotón hacia el almacén del avión que nos llevaba para entregar a cada uno sus
chapas, cascos, mochilas con provisiones y armas.

Después de aquello, nos equipamos con todo. Antes de salir, entre todo el revoltijo del grupo vi a
Camila nerviosa, jugando con sus dedos, y podía ver perfectamente la inseguridad que tenía,
viéndome totalmente reflejada en cuando tuve mi primera misión. Una mano cogió la mía, siendo
Lucy, luego me dio un abrazo y me susurró en el oído.

-Estamos juntas en esto, Jauregui... Me tienes aquí.- Respondí a su abrazo tragando saliva
suspirando. Aún recuerdo perfectamente el día en el que casi la pierdo, y no soportaría que ella
pasase por esa sensación conmigo. Asentí y le di un beso en la cabeza.

-Nos veremos en el campamento, Lucía, y... pase lo que pase, recuerda nuestra promesa.- Alcé
el dedo meñique delante de ella con una media sonrisa. Lo estrechó y asintió besando nuestros
dedos. Con eso, la compuerta del avión se abrió, pudiéndose ver que estábamos en mitad del
desierto. Esto iba a ser duro.

Cuando vi que Camila se posicionaba para salir, me acerqué a ella y le sonreí, totalmente sincera.
Sin pensarlo mucho la abracé, estrechándola en mis brazos. El hielo de mi alma se derretía con el
chocolate de sus ojos.

-Confía en ti misma. Yo confío en ti... Sé que puedes hacerlo.- Ella asintió abrazada a mí y luego
me separé de ella, poniéndome frente al pelotón para que me siguieran. Mis botas fueron las
primeras en pisar la arena dura del desierto seco, no era como cuando caminábamos por las
dunas y se nos hundían los pies, esta arena era dura.
Coloqué mi casco dejándome guiar por la brújula de mi reloj con el fusil colgado, preparado por si
se presentaba algún contratiempo. Nos desplazábamos a pie porque en cualquier momento
podrían descubrirnos con los vehículos y esta era una operación en cubierto. El silencio que
había entre nosotros se podía cortar por la tensión que había. Todos mirábamos hacia todos
lados, no queríamos ningún ataque sorpresa. Caminamos y caminamos, perdiendo incluso al
avión que nos trajo de vista. Estuvimos horas caminando, hasta que con la brújula pude encontrar
el campamento con la bandera estadounidense, lo que me hizo sonreír.

La noche estaba empezando a caer sobre nosotros y era lo peor, ya que por mucho calor que
hiciera por el día, en la noche residía el peor de los inviernos. Cada uno montamos nuestros
sacos de dormir, el cual estaba provisto de una tela que conservaba nuestro calor corporal. Una
vez montado nuestra improvisada acampada en la sala común del campamento, todo nos
metimos en estos. Nadie hablaba, nadie decía absolutamente nada, hasta que una bomba se
escuchó a lo lejos, levantándose los murmullos entre los soldados. Suspiré y me levanté
rápidamente para ir hacia el surco de la pared que hacía de ventana, pudiendo ver que en la
ciudad, muy a lo lejos, empezaban a sobrevolarlas unas avionetas portadoras de las bombas que
caían sin cesar. Al menos 5 conté. Tragué saliva y cogí mi walkie.

-Sargento Jauregui al mando, ¿me recibe alguien? Cambio y corto.- Dejé de pulsar el botón ante
la atenta mirada de mi pelotón. Pensé en Lucy, ya que ella se había quedado en el avión junto a
los demás médicos para montar su enfermería improvisada, lejos de nosotros.

-Jauregui, joder, estamos en la ciudad. Soy el comandante Blake, ¿me recibes?- Se escucharon
algunos disparos a través de la línea que enseguida se cortó.

-Le recibo, comandante. Mi pelotón y yo estamos en el campamento, ¿necesitáis refuerzos?


Cambio. –Solté el botón mirando hacia los soldados a mis espaldas que empezaban a
prepararse, volviendo a armarse, uniformándose.

-Te mando las coordenadas a través de la PDA, Jauregui, necesitamos soldados, trae a tu
pelotón, porque esto es una jodida masacre. Cambio y corto.- Se escuchaban de fondo los gritos
procedentes de distintas personas y supe que algo horrible se acercaba.

Mientras nos preparábamos, pude escuchar perfectamente un par de avionetas sobrevolarnos, y


se me cortó la respiración. Inmediatamente negué con mi cabeza viendo que ellos se empezaban
a asustar.

-¡Me cago en la puta, salíd de aquí!- Y todos corrimos a salir de la sala común, corrimos todo lo
posible, y sin darme cuenta, le cogí la mano por inercia a alguien. Camila. Una vez estuvimos
fuera escuché las compuertas de una de las avionetas abrirse y caer la bomba. -¡CUERPO A
TIERRA!- Grité a pleno pulmón mientras me tiraba al suelo y me protegía la cabeza con mi casco
y mis oídos con los silenciadores. Todo tembló a mi alrededor, pero yo puse a Camila debajo de
mi cuerpo, notando cómo temblaba ella también. Al tener los silenciadores ni siquiera escuché la
bomba caer, y cuando todo dejó de temblar, no noté ningún dolor en ninguna parte de mi cuerpo,
cosa que me alivió en cierto modo. Al abrir mis ojos una capa de tierra y humo me impedía la
visión, así que solo pude abrazarme al cuerpo tembloroso de Camila. No quería quitarme los
silenciadores, porque sabía que iban a haber heridos. Cuando todo el humo y polvo se despejó,
no pude creer lo que mis ojos vieron.

Habían fallado y no nos habían tocado.

¿Les está gustando? :3


Capítulo 9

MARATÓN 3/3. Gracias por apoyar la historia. &#x1F499;

Aquella noche tuvimos que acampar en el desierto, pero Camila no dejaba de temblar y mirar
hacia todos lados. Cuando todo el mundo dormía, yo salí de mi saco de dormir colocándome una
manta por los hombros, yendo directa al saco de Camila con la claridad que dejaba mi preciosa
Luna. Puse las rodillas en el suelo y sonreí al ver el brillo de sus ojos dirigirse a mí. No pude más,
no aguanté y me agaché, de forma de que mis labios encajaron perfectamente con los suyos,
notando cómo estos temblaban un poco, pero a medida que el beso se iba haciendo más
duradero, noté que Camila comenzó a tranquilizarse. Justo cuando iba a tocar con mi lengua sus
labios, ella se separó mirándome con una sonrisa amplia, luego abrió un poco su saco, dejando
intención de que yo durmiera con ella.
Entré en su saco de dormir, cerrándolo. Estábamos cómodas porque los sacos eran bastante
grandes y calentitos, así que no tendríamos problema. Continuamos con nuestra sesión de besos,
notando cómo Camila subía el saco, cubriéndonos hasta la cabeza. El beso esta vez lo
profundizó ella, y mi respiración se aceleró, porque hacía años que no sentía aquél revoltijo de
sentimientos en mi estómago, y como si ella me hubiera leído la mente, levantó un poco mi
camiseta para acariciar la zona de mi abdomen, notando que sonreía en el beso cuando sus
dedos repasaron mis abdominales algo marcados. Sin pensarlo, me coloqué encima de ella,
dejando una de mis piernas entre las de ella. Lamí sus labios de forma lasciva, lamiendo ahora
hasta su cuello, donde comencé a dejar un camino de besos bastante provocativos, moviéndome
lentamente encima de ella, presionando a veces su centro con mi muslo.
Su mano se perdió en mi cabello, el cual había soltado para dormir, y la mía se perdió en su ropa,
porque antes de darme cuenta, había desabrochado la chaqueta de su uniforme y mis dedos
comenzaron a bajar por sus pantalones. Camila soltó un gemido frustrado y yo coloqué mi frente
contra la de ella con una amplia sonrisa en mi rostro. Una duda me surgió al notarla tan nerviosa
bajo mi cuerpo.
-¿Es tu primera vez?- Di un beso esta vez más corto en sus labios, viendo que se estaba
pensando la respuesta, ¿cómo podía pensarse aquella respuesta que era tan clara?
-Hm... No.- Carraspeó algo incómoda, y entonces me miró directamente a los ojos, sonriéndome
tristemente.
-¿Qué ocurre?- Pregunté curiosa ante su cambio de actitud, pero ella solo volvió a besarme,
penetrando mi boca con su lengua de inmediato, la cual empezó a hacer maravillas con la mía.
Besaba de ensueño. Dios, no podía parar de imaginarme lo que esa lengua podía hacer en mi...
Mis pensamientos se fueron a la mierda, porque ella bajó la mano a mi centro y lo presionó
encima de la ropa, saliendo de mi garganta un gemido casi gutural que ella acalló con su lengua.
No podía aguantarlo más, así que le desabroché los pantalones y mi mano fue a parar directa
bajo su ropa interior, comenzando a acariciar su clítoris muy lentamente, dando pequeñas
puntadas con las yemas de mis dedos, notando cómo ella abría más sus piernas, exponiéndose
por completo a mí. Entonces comencé a estimular aquel punto de una forma delicada, pero
excitante, porque ella no podía parar de acallarse sus propios gemidos mordiéndose el labio.
No pasaron unos minutos cuando uno de mis dedos se hundió en ella de una forma bastante
lenta, notando cómo ella se apretaba, la miré a los ojos buscando alguna explicación a su
intranquilidad con respecto a eso y lo encontré. Tenía miedo.
-¿Te... te duele?- Pregunté tímida y ella negó rápidamente con la cabeza, tragó saliva y sonrió
tímidamente.
-Sigue... Por favor, Lauren, ya estoy tranquila.- Dio un corto beso en mis labios con una media
sonrisa casi forzada y yo moví mi dedo en su interior sintiendo cómo se destensaba ahora. En
unos momentos en los que ya estaba tranquila, introduje otro dedo más en su interior,
moviéndome ahora con mucha más rapidez.
Los gemidos en susurros de Camila eran música para mis oídos, incluso cuando me mordía el
cuello, haciéndome un poco de daño. Sabía que aquello iba a dejar marca.
La sentí temblar debajo de mí, como si tuviera una guerra interna, qué irónico, ¿no? Traté de
tranquilizarla con besos, y ahora fue cuando su cuerpo se tensó totalmente, su vena del cuello se
marcaba y se mordía el labio con todas sus fuerzas porque estaba llegando al orgasmo. Saqué
mis dedos de su interior con una amplia sonrisa y supe que aquella no era una decisión de la que
me iba a arrepentir.
-No quiero que pienses que soy una hija de puta.
-No lo eres...- Dijo con la voz algo tomada por el reciente orgasmo.
-Lo soy cuando no estoy segura de algo...- Carraspeé un poco y ella se abrazó a mi cuerpo.
-¿Puedo pedirte algo, Lolo?
-Claro, Camz.
-Confía en mí. No te fallaré.- Dijo con tanta certeza que mis bellos se pusieron en pie, en señal de
que me había dado un escalofrío. No le respondí, al menos no con palabras, porque volvía
besarla con tanta ternura y cariño que me recordó a aquellos besos que solo le daba a una
persona, y su chapa llegaba a quemarme en el bolsillo. Sabía que esto no estaba bien, pero... La
vida está hecha para errar, no para hacer lo correcto.
Pasamos un rato más entre besos y arrumacos hasta que le ordené que se durmiera porque el
día siguiente iba a ser duro, íbamos a tener que presenciar muchas cosas que no son de agrado
de nadie.
Camila's POV
Me dolía, me dolía aquella zona, pero ella consiguió encontrar el placer en mí, y no quería
volverme vulnerable, al menos no con Lauren. Ella no sabe lo que pasa conmigo, lo que pasa en
mi vida, ojalá pudiera simplemente "no existir" y desaparecer, esfumarme, como el humo de una
hoguera que se lleva el viento.
Nunca había hablado con nadie de los maltratos que recibía por parte de mi padre, aunque a
veces me tuviera que morder la lengua, pero yo nunca decía nada, no quería sentir la mirada
cargada de lástima de alguien sobre mí.
Cuando amaneció yo estaba despierta, observando a Lauren dormir, sonreí y le acaricié el
cabello lentamente, hasta que algo me asustó, y es que su walkie comenzó a sonar.
-"Comandante Blake a Sargento Jauregui, ¿me recibes?"- Sabía que aquello no estaba bien, pero
me daba igual, iba a hacerme valer. Cogí su walkie y pulsé el botón para hablar.
-Le recibo, comandante. Cambio.-Dije esperando una respuesta.
-Te necesito en la ciudad lo antes posible. No traigas a tu pelotón, porque es muy arriesgado,
solo... ven tú.
-Estaré allí en una hora como máximo. Cambio y corto.- Hablé en susurros y me resultó hasta
raro que Lauren no se despertara. "Para ascender, tienes que ser valiente" me decía Shawn, el
chico que conocí hace unos días en una conversación que tuvimos.
Sin pensarlo mucho, dejé una nota a Lauren en el saco y me alisté para salir hacia la ciudad,
caminando, mirando la brújula de mi reloj, viendo la ciudad a lo lejos. Estuve a punto de salir
corriendo cuando escuché disparos, pero solo apreté el fusil que tenía en mi pecho y seguí
caminando con paso más decidido.

"Lolo, lo siento, pero he tenido que ir a la ciudad. Hay que ser valiente, ¿no? Te sentirás orgullosa
de mí. Buenos días, planeta de ojos verdes. –CAMZ ♥"
Capítulo 10

Capítulo 10

Camila's POV

Mis piernas dolían, pero mis botas pisaban fuerte en la arena, aunque estuviera temblando al no
saber lo que iba a pasar. A lo lejos pude ver la ciudad, la cual estaba en un silencio aterrador,
pero no paré, simplemente seguí caminando.
Al adentrarme en la ciudad, sentí un mal presentimiento de mí, el cual se hizo verdad cuando vi a
un rebelde correr hacia mí con un machete en la mano, gritando cosas en otros idiomas. Mis
manos no respondían, simplemente me congelé y cuando intenté coger el fusil, mis manos
temblaron sin saber si lo iba a poder conseguir.
Apunté y ni siquiera sabía dónde estaba mirando, pero escuché un fuerte disparo a mis espaldas,
cosa que me hizo cerrar los ojos con fuerza y poner cuerpo a tierra para que ninguna bala del
tiroteo me diera. En cuanto abrí los ojos, el hombre que estaba frente a mí con el machete, estaba
con la cabeza reventada completamente, con la bala en su cabeza aún humeante, miré hacia
atrás no pude creer lo que vi. Lauren estaba con un rifle francotirador en sus manos y lo volvía a
cargar, con el pelotón contemplando la escena a sus espaldas. Su quijada estaba apretada,
obviamente estaba enfadada.

Un rato antes...

Lauren's POV

Desperté de golpe con un mal estar en mi corazón que me hundía el pecho, y no supe lo que fue
hasta que miré a mi lado y Camila no estaba, solo había una nota. Al leerla, por poco el corazón
se me sale por la boca del miedo que sentí en ese momento. Ir a la ciudad en ese momento era
un completo suicidio, y yo no iba a dejar que le pasara nada, pero tampoco quería dejar a mi
pelotón sin un líder, así que me alisté rápidamente los fui despertando uno a uno, nos
preparamos y nos pusimos en camino hacia el sitio donde el día anterior me indicó Blake. Llegué
al sitio indicado, sintiendo un nudo en mi garganta al ver la silueta de Camila totalmente
paralizada mientras se le acercaba rápidamente un rebelde con un machete en la mano gritando.
No me lo pensé, y fui hacia el francotirador de nuestro pelotón, arrebatándole su rifle, apunté y di
en el blanco. Un disparo, una baja. Algo me decía que había más que ese, así que alisté de
nuevo el rifle para mirar alrededor con la mira telescópica.
Mi pelotón se reposicionó, Camila corrió hacia mí y yo la rechacé, estaba muy enfadada con ella,
¿cómo se le ocurría cometer una locura como esa?
-Ve con ellos.
-No... no te voy a dejar sola.
-He dicho que te vayas con ellos.- Dije fría mirándola a los ojos, ella suspiró y triste se fue con sus
compañeros, yo apunté a un ventanal, viendo a alguien asomar la cabeza, y sin dudar, disparé,
con lo que no conté es con que al caer por el balcón, viera el escudo de los Estados Unidos en su
chaqueta. Negué para mí misma y corrí sin pensar hacia su posición mientras mi pelotón se
marchaba, ¿qué cojones podía hacer? Si había matado a un camarada, iba a ir directa a la
expulsión, pero... El cuerpo se me congeló cuando al acercarme vi que el disparo no lo tenía en la
cabeza, donde yo había apuntado, sino que lo tenía en su espalda.
-¿Qué coj...?- Alcancé a decir, porque tan pronto como hablé, los disparos comenzaron, y yo cogí
la chapa rápidamente de mi difunto compañero para correr lo más rápido que podía con mi
pelotón.

Una vez con ellos, di instrucciones de que nos cubriéramos con paredes o coches, y en cuanto
tuviéramos oportunidad, disparáramos. Así lo hicimos, pero con lo que no contaba yo es con que
tenían lanzallamas, y apuntaron directamente al coche donde se refugiaban unos cuantos de mi
pelotón.
-¡CORRED, ME CAGO EN LA PUTA!- Alcancé a decir, pero una fuerte explosión por parte del
coche recorrió el lugar. Cerré mis ojos cubriéndome en el muro, y al hacer aquello, la imagen de
alguien se me vino a la cabeza. ¿Y Camila? Asustada, miré a mi alrededor y no veía a nadie con
sus características. Un nudo se formó en mi garganta, porque nos estaban acorralando y
estábamos muy dispersos.
Con mi ametralladora ligera, comencé a disparar, acertando varias veces a nuestros
contrincantes en aquel tiroteo, pero mientras, las lágrimas recorrían mis mejillas, porque aunque
hubieran pasado unos años, que alguien de mi bando muriera, me seguía afectando como el
primer día, y solo pude escuchar gritos a mis espaldas, pude ver gente quemada por la explosión
del coche, gente disfrutando al matar. Mi cabeza estaba comenzando a dar vueltas, tanto que
tuve que sentarme tras el muro para intentar recomponerme.
-¿Estás bien?- Preguntó una conocida voz para mí, y no pude creer lo que vi cuando miré a mi
lado, porque estaba Camila, apuntando con su arma tan decidida que parecía que llevaba años.
Quedé casi traspuesta mirándola.
-¡SARGENTO JAUREGUI, VENGA AQUÍ!- Escuché decir a uno de mis soldados, lo miré y corrí
hacia él intentando evitar disparos a mi cuerpo. Pude ver cómo sostenía el cuerpo de alguien, y
ese alguien era Vero, que me miraba pálida cuando llegué. Tenía un disparo en el muslo.
-Eh, eh, eh. Iglesias, mírame.- Dije arrodillándome a su lado palmeando un poco su mejilla,
notándola sudada.
-Jauregui...- Dijo con una media sonrisa. Miré al frente viendo cómo los rebeldes cada vez nos
acorralaban más.
-¡RETIRADA, VAMOS, VAMOS, VAMOS! OS QUIERO CORRIENDO ECHANDO HOSTIAS DE
AQUÍ HASTA EL AVIÓN.- Dije decidida, sin pensar, me quité el cinturón y le hice un torniquete en
la pierna a Vero. Estaba segura de que Lucy no me perdonaría que le pasara algo a su "amiga
especial". La cargué a mi hombro, cogiendo con todas mis fuerzas y voluntad su peso y salí
corriendo la última de mis soldados, tan solo para protegerlos. A veces, en la carrera, miraba
hacia atrás para ver cómo los rebeldes celebraban que nos habíamos retirado. Con eso me hirvió
la sangre.
Corrimos un buen rato, estaba segura de que en aquellos momentos mis soldados me agradecían
haber tenido aquellos entrenamientos de resistencia tan duros, porque ahora a ninguno se les
veía con el mínimo síntoma de fatiga por cansancio.
Al tenerlos bastante lejos ya, decidí que era momento de parar y acampar, porque iba a ser una
noche bastante dura. Vero no era la única herida, y la única que tenía mínimos conocimientos de
medicina era yo, y por haber tenido que curarme tantas heridas, dueñas de las cicatrices que
tengo ahora en el cuerpo. Hice que los heridos se colocaran a un lado para poder ayudarlos
mejor.
Fueron los minutos más angustiantes de mi vida los que utilicé para curarles, arrebatarles alguna
que otra bala de su cuerpo, ayudarles a sobrevivir, porque aunque nadie lo creyera... yo era puro
hielo, pero las cosas de mi alrededor me afectaban. Aunque yo fuera una mierda demostrando
sentimientos.
Cada uno de nosotros, cuidamos durante toda la noche a nuestros compañeros, que no perdieran
demasiada sangre, mientras yo le había dado nuestras coordenadas al equipo médico. Yo, por
consiguiente, me quedé cuidando a Verónica.
Me cubrí con una manta observando cómo dormía, poniendo mi dedo bajo su nariz para
comprobar que respiraba, rezando para que los torniquetes y las curas que había puesto en las
heridas duraran lo suficiente hasta que llegara el equipo médico. Miré hacia arriba, contemplando
todo el cielo totalmente libre de la contaminación lumínica, y por esto, estaba cubierto de un
manto impresionante de estrellas con la Luna como testigo. Sonreí por inercia al recordar las
veces que dibujé a mi Luna, la que me llevaba a otra dimensión después de que estuviera
llorando por horas a causa de las palizas que sufría...
...no solo por parte de mi padre.
Sentí unos brazos rodearme y unas piernas abordarme por los lados, sabiendo exactamente de
quién se trataba ya, porque me dio un beso tras una de mis orejas que quedaban descubiertas
por mi pelo recogido. Sonreí y giré mi rostro, pudiendo ver a través de la luz que dejaba la Luna
los ojos brillantes de Camila, que me miraban con admiración. Sabía lo importante que era para
ella que estuviera aquí, sabía que quería hacer sentir orgulloso a su padre, aunque lo cierto es
que cuando me suplicó venir a Siria me parecía que quería huir de algo, lo pude ver en su mirada,
pero inmediatamente aparté esos pensamientos, porque sentí unos suaves labios presionarse
con los míos, llevé una de mis manos a su mejilla, siguiendo aquel beso tan malditamente lento
que llegaba a impacientarme en cierto modo.
Poco a poco comencé a darme la vuelta y quedé sobre su cuerpo con la manta tapándonos. Rocé
mi muslo con su centro y noté cómo se llegaba a tensar debajo de mí, cosa que no comprendía.
¿Por qué me tenía miedo en ese aspecto? Mis besos bajaron a su cuello, el cual traté con toda la
paciencia y cariño que se podía tener. Sus dedos se enredaron en mi pelo, buscando mi nuca
para acariciarla con suaves roces de las yemas de estos. Alcé mi rostro para rozar la nariz con la
de ella cerrando mis ojos, pudiendo aspirar el dulce aroma que emanaba la morena.
-No sabes lo orgullosa que estoy de ti.- Dije en un murmullo, ella me abrazó escondiendo su
rostro en mi cuello y yo inmediatamente la cobijé lo mejor que pude entre mis brazos. –Sh... estoy
aquí, Camz.- Dije, noté unas lágrimas mojar mi cuello y el cuerpo de Camila rebotar debajo de mí
por un sollozo. Entonces comprendí que esas lágrimas reflejaban dolor que tenía dentro de ella,
comprendí que debía cuidarla, no dejar que le pasara nada de lo que yo había pasado, comprendí
que no podía dejarla ir.

Pero no todo lo que se comprende, es cierto, porque muchas cosas pueden cambiar en un
momento.
Capítulo 11

En serio, os amo tantísimo por la aceptación que está teniendo Army en general que os como la
cara. Ahora, necesito un poquito de ayuda... Tengo pensado hacer una lista en Spotify con
canciones que me recuerden a Army, pero no solo cuento yo, sino que vosotros también, y es por
eso que necesito que me digáis títulos de canciones que os recuerden al fic. De esta forma
también se vuelve más interactivo entre vosotros y yo.

SE ACERCA MARATÓN, ¿ESTÁIS LISTOS?

Camila's POV

Me dormí abrazada a Lauren, pero sentada. Si fuera otra persona seguro que me habría quejado
del dolor de espalda por la posición a la mañana siguiente, pero lo primero que hice al abrir los
ojos era ver que Lauren no estaba abrazándome, sino que estaba mirando la herida de Vero,
quien estaba con los ojos cerrados, casi traspuesta, con las gotas de sudor perladas notorias en
su frente, e incluso juré que podía notar el calor que emanaba su cuerpo, pues se veía febril. Me
extrañó ver a Lauren sin su chaqueta militar, pero tan solo sonreí al darme cuenta que ella me
había tumbado para que durmiera mejor y me había puesto su chaqueta por encima.
Con los primeros rayos de la mañana, Lauren llevaba unas gafas de sol las cuales levantó al ver
que yo estaba despierta. Me quedé mirando los surcos oscuros bajo sus orbes, en señal de que
aquella noche no había pegado ojo. ¿Se habría quedado despierta para cuidar a los heridos?
Viniendo de Lauren no me extrañaría nada. Una mujer de hielo que tan pronto te puede mandar a
la mierda como abrazarte y decirte que está orgullosa de ti. ¿Bipolar? Para nada.
Me estiré sobre el duro suelo del desierto, le volví a dar su chaqueta y cuando me dirigí a sus
labios para darle un beso, ella apartó la cara con cierta molestia.
-¿Qué pasa?- Murmuré con voz de dormida y ella tan solo sonrió.
-Estamos de servicio, soldado. Lo que quiera que pase por su mente hacer, más vale que espere
al momento en el que no lo estemos.- Me guiñó su ojo e incluso pude notar una expresión algo
lasciva en su rostro. Bipolar y sexy, ¿algo más?
Solté una risita que creo que me delató, porque nada más darme la vuelta, Lauren me dio un
agarrón en una de mis nalgas, yo rápidamente me volteé de nuevo mirándola a los ojos
directamente.
-Estamos de servicio, Sargento Jauregui.- Pasé la punta de mi lengua por mis labios, únicamente
para provocarla, y lo conseguí, porque su mirada se dirigió directamente a estos, mientras ella se
mordía el suyo inferior. Coloqué mi pulgar en su barbilla, haciendo que liberara su labio de entre
los dientes, di un guiño juguetón y me coloqué bien la ropa para preparar mi equipo.
En cuanto tuve listas mis pertenencias, me eché la mochila a la espalda, cogí el fusil y me
acerqué de nuevo a Lauren.
-¿Va bien?- Dije refiriéndome a la herida de Vero.
-No.- Dijo Lauren totalmente seria, lo que me preocupó, porque Verónica se veía como sin
consciencia de lo que pasaba a su alrededor. –Si no vienen pronto, la herida le hará correr mucho
peligro.
-¿Quieres que vaya a por ellos? Me sé el camin-...
-No.
-Pero Lau-...
-He dicho que no.- Dijo esta vez mirándome a los ojos fijamente, y si las miradas matasen, yo ya
estaría muerta con esta.
-Lauren, deja que haga cosas, joder. No te preocupes demasiado por mí, estoy bien.- "Estoy
bien", no sabía cuántas veces dije aquella maldita frase en mi vida y había mentido, pero ahora
era totalmente verdad.

-¡Soldado!- Dijo refiriéndose a uno de mis compañeros, el cual se acercó rápidamente. –Vaya
usted con la soldado Cabello a buscar al equipo médico y dirigirlos inmediatamente hacia aquí.
No quiero arriesgarme a perder la mitad de mi pelotón con un ataque tan insignificante como el de
ayer.
El muchacho asintió y sin más, nos pusimos a caminar, no sin antes asegurarnos de que esa era
la dirección correcta. Con el paso de los minutos, me di cuenta de que aquel chico me estaba
mirando demasiado, y creía que no me daba cuenta porque lo hacía de reojo. Con mis pulgares
en las asas de mi mochila, seguí caminando, a un ritmo un poco más acelerado, por eso me
adelanté.
-¿Cómo te llam...- Dije dándome la vuelta, dándome cuenta de que aquel chico levantaba la
mirada rápidamente. -¿Me estabas mirando el culo?- Dije sin rodeos.
-Eh... n-no. Quiero decir... Era... Tu mochila. Es bonita.
-Es como la tuya.- Alcé ambas cejas mientras me cruzaba de brazos frente a él.
-Bueno, está bien, tienes buen culo.- Dijo con una media risa, y creyó que a mí me había hecho
gracia, porque me miró buscando que le siguiera la risa.
-No me trates como a un pedazo de carne y podremos llevarnos bien.- Solté sin pensar y negué
suspirando, dándome la vuelta. –Hombres...- Murmuré para mí misma con cierto asco.
Desde que mi padre abusaba de mí de aquella forma, no había conseguido entablar alguna
amistad con ese género, pues mi cerebro inmediatamente los detectaba como a un peligro. No
quería recordar la cara que se le quedó al pobre Shawn cuando le crucé la cara mientras me dijo
que tenía unos ojos bonitos. Aquel chico, Mendes, era una buena compañía en los días en los
que estaba sola en el cuartel, y al estar con él, evitaba por cualquier medio encontrarme con mi
padre, mientras que si estaba con Lauren, al vivir en el mismo módulo que él, tenía altas
posibilidades de que me viera.
Él era el único chico al que había permitido entrar en cierto modo a mi vida, pues en la semana
anterior de viajar, nos hicimos casi íntimos, hasta el punto de que le conté la relación casi secreta
que mantenía yo con Lauren. Dinah, mi mejor amiga desde siempre, ni se creería que he podido
ser amiga de un chico. "Bueno chica, te estás beneficiando a un alto cargo, ¿qué más quieres?"
casi podía imaginarme su voz en mi cabeza cuando le contara todo lo sucedido.
Aquel chico y yo no nos volvimos a dirigir la palabra hasta que pudimos encontrar al equipo
médico en mitad del camino. Estaban subidos en un Jeep verde caqui, el cual paró a nuestra
altura. Alcancé a ver a Lucy, con un notable rostro de preocupación.
-Dime que está bien.- Dijo mirándome a los ojos, ella sabía lo que yo tenía con Lauren, así que
llegó a la conclusión de que yo sabía algo de su chica.
-Solo te puedo decir, que cuanto antes lleguemos, mucho mejor.- Suspiré al terminar la frase y el
soldado y yo nos subimos al remolque que traía el Jeep con todas las provisiones médicas. Los
especialistas hablaban entre ellos mientras yo seguía notando la mirada del soldado en mí. Le
miré a los ojos y él me sonrió con cierta dulzura, pero yo no le respondí a aquello, simplemente
miré hacia las dunas que quedaban lejos de nuestra posición. Parecía increíble que pudiera sacar
carácter con un chico que no conocía de nada y no con mi padre.
Salí de mis pensamientos totalmente cuando noté una mano sobre mi muslo, agrandé mis ojos y
seguí la trayectoria del brazo para encontrarme con aquel chico raro mirándome de una forma
muy extraña, a lo que fruncí el ceño. Mi mano fue directa a su mejilla, impactando de una forma
casi estruendosa, e hice que quitara la mano de mi pierna.
-Ponte la mano en la polla y déjame en paz.- Dije alzando la voz.
-¿Qué pasa aquí?- Escuché una voz ronca que conocía muy bien, la cual no me extrañó escuchar
cuando me di cuenta de que habíamos parado y que estaban socorriendo a los heridos.
-Lauren, no es nada...
-Sargento Jauregui, soldado.- Dijo ella con determinación, e incluso apretó su mandíbula.
¿Estaba celosa? Suspiré de nuevo mirando hacia mis botas algo manchadas.
-¿Por qué tienes tan buena relación con ella que la llamas por su nombre?- El chico dijo con una
sonrisa bobalicona, notándose el surco rojizo en su mejilla que había ocupado el impacto de mi
mano.
-Porque mi padre, en un solo momento, podría ponerte a ti frente al pelotón de fusilamiento de los
rebeldes, gilipollas.- Dije cogiendo mi mochila mientras me levantaba y trataba de saltar del
remolque, pero su mano cogió mi muñeca.
-Me encanta que te resistas tanto.- Achicó sus ojos mirándome, y entonces se acercó a mí con
intención de besarme, y yo simplemente llevé mi mano al cinturón que sostenía mis pantalones
para sacar la pistola, ponerla en su quijada y cargarla mirándole fijamente a los ojos, fría.
-Acercate un centímetro más y te vuelo la cabeza. Y te aseguro que seguiré tan normal en el
ejército sin ningún cargo de haber matado a un compañero. Tan solo... boom.- Apreté el gatillo,
pero solo se escuchó el sonido de la pistola que no estaba cargada. Casi solté una carcajada al
notar lo asustado que estuvo que hasta soltó mi mano.
Volví a guardar mi pistola en el cinturón y salí del remolque de un salto. La gente que me conocía
de fuera, cuando les dije que iba a entrar en el ejército, casi ni se lo creyeron al saber que era
mixto en algunas ocasiones y que iba a estar cerca de chicos. Yo, era la más dulce, ingeniosa y
divertida cuando estaba con mis amigas, pero si se acercaba un chico, se encendía la llama del
recuerdo en mi interior y tan solo de pensar que podían llegar a hacerme lo que me hace mi
padre, me daba arcadas. Pisé firme hacia los médicos, dirigiéndome directamente hacia Vero,
quien era atendida por Lucy casi impacientemente.
-¿Puedo ayudar?- Ella negó casi sin levantar la cabeza y cuando yo levanté la mía, vi la silueta de
Lauren a lo lejos sentada en una piedra mediana que había en el camino.
Cuando me acerqué, vi que ella tenía su vista al frente con la quijada apretada y sin casi querer
mirarme, yo solo solté una risa.
-Lauren... ¿Te vas a enfadar? Es un pesado y me puso las manos encima, yo las quité.
-Déjame.- Dijo totalmente seria y cortante. Me arrodillé entre sus piernas y cogí sus manos con
dulzura.
-No te dejo... ¿Qué piensas?
-¿Te gusta ese?
-No, ¿me ves cara de que él me guste?- Alcé ambas cejas algo incrédula.
-Cualquier persona de este mundo puede llegar a gustarte, y no es difícil pensar que estás liada
conmigo solo por querer más favoritismo.- Auch, aquello dolió de verdad. Suspiré y me levanté
sacudiendo mis pantalones.
-Ah... ¿Sí? Vale, pues olvídame.- Dije casi sin pensar, girándome, dispuesta a dirigirme de nuevo
con el pelotón, pero ella agarró mi brazo.
-Camila, no quise decir es-...
-Ya, no quisiste decir eso, pero lo has dicho. ¿No crees que tengo suficiente con que piensen que
soy la favorita porque mi padre es Teniente Coronel?- Solté en tono enfadado, zafándome de su
agarre.
-Camila.
-Que me dejes. Ahora, si me permite, necesito reunirme con el pelotón, Sargento. Que tenga un
buen día.- Que yo la hubiera tratado de nuevo formalmente parece que hasta le molestó, pero no
dijo nada cuando yo me marché de su lugar. ¿Había sido la opción correcta haberme dejado
llevar tanto por el efecto que tenía Lauren en mí?

Quizá, y solo quizá, el ejército no era lugar para mí.


Capítulo 12

MARATOOOOOOOOOOOOOOOOOOOON 1/5

Me hace mucha ilusión cada vez que comentáis la historia y que no sea siempre lo de "actualiza
ya", que sea sobre la historia, lo que os parece, o felicitándome. De verdad, cada día me hacéis
más feliz con esas pequeñas cosas y os quería agradecer todo, porque sin vosotras esto no sería
nada, principalmente porque cada vez que veo comentarios o votos, me entran muchísimas más
ganas de continuar la historia. La playlist de Spotify está lista, la pondré en la biografía de mi
twitter @KeepWithCamren, y cada vez que se os ocurra alguna canción, solo tenéis que
comentarla y yo la añadiré. OS QUIERO, XO. <3

Miedo. Eso fue lo que sentí cuando al volver hacia nuestro pelotón, vi unos furgones acercarse, y
no eran furgones del Army, eran... rebeldes. Tan rápido como pudimos, nos posicionamos
cubiertos entre algunas piedras que había y muros de lo que algún día pudo ser una casa o un
refugio, pero en ese momento, la verdad es que no me importaba demasiado.
Tan rápido como pude, terminé por alistar mi arma, y vi a Lauren a lo lejos cubrirse en la piedra
donde estaba sentada, unos momentos más tarde, se puso en posición defensiva con un
francotirador en sus manos. Casi me mordí el labio de lo sexy que podía llegar a ser en esa
posición. ¡NO, CAMILA! Concéntrate.
Pasamos un rato bastante angustiante, pero para nuestra suerte, ya se habían llevado a los
heridos antes de que esos desgraciados llegaran. Jamás había sentido tanto el odio hacia mi
persona cuando los rebeldes nos ponían el ojo encima.
Un dolor agudo me hizo reaccionar, porque cuando me miré el brazo, mi hombro sangraba. Solté
un grito desgarrador de dolor, me apoyé en la pared donde me estaba cubriendo con la mano en
mi hombro entre sollozos. Aquello dolía como la mierda, y en realidad no estaba segura si era por
una bala o un roce de esta misma. Al abrir mis ojos, vi el amago de Lauren de venir hacia mí con
un rostro más que preocupado.
-¡¿ERES GILIPOLLAS?! QUÉDATE AHÍ.- Grité entre lágrimas mientras mi mano presionaba la
herida de mi hombro, y realmente no sabía qué hacer ahora, pero no me iba a rendir tan fácil.
Me armé de todo el valor que pude y me quité la chaqueta del uniforme para mirar la herida
mejor, viendo que efectivamente, la bala había entrado en mi hombro, y tendría suerte si no había
llegado al hueso. Saqué un trapo de mi mochila, lo enrollé y lo acabé mordiendo, porque lo que
venía a continuación, iba a doler demasiado.
Con agua de la cantimplora, lavé mis dedos de la mano derecha, listos para entrar en la herida.
Primero fue el dedo índice, y grité de dolor, de tal forma que me dolía la cabeza, estaba muy
mareada, pero debía continuar. Los disparos se seguían escuchando a mi alrededor. En el
proceso de intentar sacar la bala, uno de los rebeldes llegó a mi posición, puso la pistola en mi
sien, diciéndome en un inglés bastante malo que me rindiera. No me dio tiempo a responder
cuando la cabeza de aquél hombre, reventó contra la pared por una bala. Inmediatamente miré a
Lauren que seguía apuntando a mi posición, me dio una mirada que seguramente decía "te
cubro", luego me dedicó una media sonrisa y volvió a apuntar hacia el centro del tiroteo.
Continué con mi labor de buscar la bala en mi interior, pero seguía mareada, lo cual lo hacía más
difícil, porque el dolor era casi insoportable. Entre sollozos, por fin encontré la bala en mi interior,
saqué unas pinzas de mi mochila acabando por mancharlo todo de sangre de mis manos, pero en
ese momento no me importó demasiado, porque tenía que sacar aquel plomo de mi organismo
como fuera.
Después de un rato de dolor insoportable, pude sacar la bala, que afortunadamente no se había
desintegrado al tocar mi piel, estaba entera, así que decidí guardarla en mi bolsillo, para ahora el
pañuelo que llevaba mordiendo un rato, hacerlo una especie de mini-rollo e introducirlo en la
herida con la misión de taponarla. Me seguía doliendo demasiado, pero en ningún momento paré,
porque volví a cargarme con el fusil y volví al tiroteo que se llevó a cabo.
Después de un rato, nuestra resistencia era demasiado buena, así que acabaron por retirarse
finalmente, subiéndose a sus furgones y arrancando para irse de allí. Todos salimos nuestros
escondites para gritar y abrazarnos entre todos, pero yo, cuando corrí al tumulto que se estaba
formando, sentí que mi cabeza bombeaba, sin ser capaz de mantener mis piernas quietas,
temblaban. Miré al frente, viendo a Lauren correr hacia mí con gesto preocupado, yo quise hacer
como que no pasaba nada, así que corrí hacia ella, pero en el camino, acabé desmallándome.

Lauren's POV

Nada más ver a Camila con los ojos en blanco y cayendo al suelo, me apresuré a cogerla antes
de que eso ocurriera. Su ropa estaba toda llena de su propia sangre, y estaba segura de que
había perdido mucha de esta. Mi respiración se aceleró cuando pensé en que algo malo podría
ocurrirle, así que, con ella a cuestas, me apresuré a coger mi walkie.
-Enfermera Lucy, ¿me recibes? Al habla Sargento Jauregui, cambio y corto.- Dije rápidamente
con la esperanza de que me cogiera la comunicación, pero pasados minutos, no lo hacía.
Tumbé a Camila en el suelo, poniendo presión en su herida con mi mano. Uno de mis soldados le
colocó un paño con agua en la frente para que su presión sanguínea bajara un poco.
Afortunadamente, ninguno de ellos había salido heridos, y mejor, porque al ser pocos, más
heridos nos causarían algo de torpeza en nuestros movimientos. Desafortunadamente, si Camila
no se ponía mejor en unas horas, tendría que mandarla de vuelta a Estados Unidos, y estaba
segura de que eso a ella no le gustaría nada.
En cuanto abrió sus ojos color chocolate, algo desorientados se posaron en mi mirada, sonreí de
lado y le coloqué un mechón de su pelo tras su oreja, tal y como ella hacía conmigo cuando
estábamos a solas.
-Lauren... Quiero decir... Sargento... ¿Es grave?
-Depende... No sabemos si se ha infectado o no, y los recursos médicos ya los gastamos ayer...
no nos han traído nuevos aún...- Dije con la voz medio apagada. La última vez que tuve a alguien
así en mi regazo apoyada, fue a Keana, y recordar aquello me invadió de miedo.
-Puedo seguir...- Hizo el amago de levantarse pero yo la paré.
-No seas terca. Intentarán que te cures, sino...
-¿Sino qué?
-Tendrás que viajar de vuelta.- Sus ojos se agrandaron y como si le aterrara volver, se levantó de
golpe negando rápidamente con la cabeza, obviamente se mareó y tuvo que ponerse de rodillas.
-Estoy bien... ¡ESTOY BIEN!- Gritó, y yo en ese momento no sabía qué pasaba. ¿Por qué no
quería volver al cuartel?
-Eh, Camz, tranquila.- Dije en un susurro mientras me ponía de rodillas frente a ella intentando
que me mirara.
-No quiero volver, Lauren... Por favor, no hagas que vuelva.
-Es por tu bien...- Dije mirándola a los ojos, y afortunadamente los demás estaban ajenos a
nosotras dos, estaban recolocando sus cosas y preparándose por si había un nuevo asalto.
-No, Lauren, no...- Dijo entre lágrimas ahora y entonces se abrazó a mí, escondiendo su cara en
mi hombro. Era la segunda vez que la notaba así de asustada, y eso me intranquilizaba porque
no sabía lo que ocurría para que ella tuviera ese pánico a volver.
-Solo quiero esto por tu bien, Camila, ¿y si la herida se infecta? Está en un sitio muy delicado, y
cualquier polvo que haya aquí y te entre en su cuerpo, será muy malo para tu salud.- En ese
momento ella me empujó con rabia, haciendo que yo cayera hacia atrás. Abrí mis ojos de
sorpresa cuando hizo aquello y la vi alejarse, caminando temblorosa. Me levanté y me puse tras
ella, cogiendo su mano.
-Déjame en paz, Lauren... ¡Déjame en paz!- Gritó dándome un manotazo para que la soltara.
-¡¿No comprendes que lo que quiero es que estés a salvo?! ¡Santa mierda!
-¡¿No comprendes que estoy a salvo contigo?!- Alzó más la voz y yo me quedé muda ante esas
palabras, mi rostro se suavizó y entonces suspiré, cogiendo sus manos haciendo que se acercara
a mí para rodearla con mis brazos.
-Estoy aquí para ti.
Capítulo 13

MARATÓN 2/5

N/A: ¿ESTÁIS LISTAS PARA SUFRIR?

Nos teníamos que mover como fuera, porque ya sabían nuestra posición y era bastante fácil que
volvieran a asaltarnos de la forma anterior, así que, recogimos, yo cogí a Camila en brazos, ya
que hace pocas horas había empezado a tener una fiebre, en señal de que su herida se estaba
infectando y el dolor que sentía era demasiado. Su organismo estaba combatiendo contra el polvo
que seguramente se había introducido en la herida, y a eso se le sumaba que esta estaba en un
sitio bastante complicado, el hombro.
Ella se acurrucaba en mí mientras yo la cargaba, y es que no pesaba nada, pero al cabo de un
buen rato, mis brazos comenzaron a dar calambres, porque tenía cansancio acumulado de no
haber descansado bien.
-Camz... eh... mírame...- Ella abrió los ojos suavemente mirándome, y estos se veían
cristalizados, fruto de la fiebre que tenía. Paré mis pasos solo para dedicarle una sonrisa
tranquilizadora. -¿Crees que podrías ponerte en mi espalda?
-¿Peso mucho...?- Preguntó con un atisbo de inseguridad y yo negué.
-No, pero no he descansado mucho y mis brazos están un poco... agarrotados... Sería mejor
llevarte en mi espalda...
Ella accedió, así que mi equipaje lo llevaba otro del pelotón mientras Camila se acomodó en mi
espalda, agarrada como un pequeño koala, lo cual le hacía bastante adorable a mi parecer. En
ese momento no me preocupaba tanto su herida, lo que más me preocupaba es la expresión de
terror que tenía cada vez que le mencionaba algo sobre volver al cuartel.
Y a veces nos equivocamos del orden de prioridad que le debemos dar a algunos asuntos,
porque llegó un momento que no sentí que Camila se agarraba a mí, sino que se caía hacia los
lados.
-Camila... Eh, Camz.- Ella no decía nada, ni siquiera cuando giré mi rostro para mirarla abría los
ojos, por lo que me empecé a asustar. -¡Camz!- Dije alzando la voz y ella dio un bote sobre mí, un
sobresalto, y entonces solté un suspiro de alivio al saber ya que se había dormido.
Todo el camino lo tomamos en silencio, no porque no quisiéramos hablar, sino porque después
de tantos disparos que habían llegado a nuestros oídos, el silencio era algo que se agradecía.
-Te estoy hablando.- Dijo Camila a mis espaldas dándome un golpe suave en el hombro.
-¿Qué? No he escuchado nada.- Fruncí mi ceño al mirarla de reojo pero entonces recordé algo y
me reí por lo bajo negando con la cabeza.
-¿Qué pasa?
-Intenta no hablarme por el oído izquierdo.
-¿Por qué?- Me encogí de hombros mirando al frente.
-Perdí la audición total de ese oído.- Sentí que ella acariciaba lentamente mi cuello, lo que me
hacía estremecerme.
-Ow... Está bien. Oído derecho siempre.- Hizo una pausa de hablar, la noté suspirar y luego volví
a escucharla. -¿Crees que saldremos vivas?
-No lo sé.- No le iba a mentir, la situación era complicada, y a no ser que los superiores nos
hicieran retirarnos para meter a un pelotón más preparado, íbamos a quedarnos allí hasta morir o
hasta estar medio muertos.
-Menudo positivismo.
-Soy realista.
-¿A cuánta gente has perdido?- Aquella pregunta dolió, porque parecía que la chapa de Keana
quemaba en mi bolsillo cada vez que la recordaba. Yo no respondí, quedé en silencio apretando
mi mandíbula mientras miraba al frente. -¿Lauren?

-¿Podemos no hablar de eso?- Dije fríamente.


-Lo siento, solo... quería saber un poco más de ti.- Dijo con un deje de decepción en su hablar.
-No vas a saber más de mí de lo que sabes. Por lo que me dijiste cuando te di la bofetada en el
pasillo, supongo que habrás leído mis informes psicológicos, ¿no?- Me había hecho esas
suposiciones desde que me dijo la frase de que yo también había sido maltratada, pero nunca se
lo había dicho.
-Lauren, sé que estaba mal per-...
-No me interesa.- Volví a decir fríamente, y no volvimos a hablar hasta que llegamos al puesto
médico improvisado.
Dejé a Camila sin dar más explicaciones y me fui, quería estar sola, necesitaba estar sola. Tan
solo cogí uno de mis fusiles y mi pistola, porque de allí no podías fiarte aunque estuvieras en un
sitio médico. Caminé hasta que me senté en el suelo mirando hacia el atardecer. Entre mis
manos estaba el fusil y lo acariciaba con mis dedos. En un momento cerré los ojos suspirando al
recordar la primera vez que escuché un disparo en la vida real.

FLASHBACK (VAIS A SUFRIR CON ESTO, AVISO)

SIN POV

La pequeña Lauren iba por la calle agarrada de su mano feliz, porque hacía poco que había
cumplido los 8 años de edad, y estaba en cierto modo orgullosa porque ya era más mayor que la
mayoría de sus amigas, e incluso podría cumplir la promesa que le hizo a su madre de no dormir
con ella cuando su padre saliera a "festejar" los logros en su trabajo.
La manita de la pequeña balanceaba a la de su madre, Kristie, quien estaba más que contenta
después de haber cenado en el pequeño McDonald's que había en el barrio.
-Mami, ¿cuándo será la próxima vez que vayamos? Hacía bastante que no tenía un juguetito del
McDonald's... Y están muy chulos. ¿Sabes que Normani tiene uno todas las semanas? A veces
jugamos juntas a eso, pero no es lo mismo...
-Ya mismo iremos un poco más a menudo a recoger algún que otro juguete para la niña con los
ojos más bonitos del mundo.- Kristie sonrió a la pequeña, incluso con el dedo índice le dio un
toque en su pequeña y respingona nariz.
-Pues Marie, la del cole, tiene los ojos azules como su papi... ¿Por qué papi no tiene los ojos más
bonitos del mundo?- Preguntó extrañada, y Kristie, cada vez que salía ese tema, un nudo se
hacía en su garganta al saber que algún día le tendría que contar a su pequeña el gran secreto
que guardaba para ella. Un secreto que solo ella sabía, y nadie más.
-Porque tú eres especial, Lo... ¿No te gusta ser especial?- La niña asintió contenta de aquello
mientras daba pequeños saltitos, contenta de tener su pequeño juguete de "Mulan, la leyenda
continúa" que venía en el menú infantil en su mano.
Algo hizo a la niña alterarse, y es que se escuchaban unos ruidos muy fuertes al final de la calle,
y aquello pareció alterar a la madre también, porque al ver a lo lejos a un hombre tirado en el
suelo y a nadie más, rápidamente se agachó al lado de Lauren.
-Pequeña... Escúchame, vas a hacerme caso, ¿verdad?- Lauren asintió mirando a su madre.
-Sí, mami...
-Escóndete detrás de aquel basurero, ¿vale? Mamá ya viene a por ti...- Dijo en un susurro, le dio
un beso en la frente y la niña corrió a donde le había dicho su madre. –Te quiero, Lauren...-
Susurró sin posibilidad de que la pequeña ya le escuchara.
La joven madre corrió calle abajo y se agachó intentando ayudar a un hombre herido de bala que
había en el suelo, pero pronto sintió el frío cañón de una pistola posarse en su frente. Al mirar
hacia arriba, vio a un hombre bastante corpulento y fuerte frente a ella apuntarla con el arma.
-Por favor... Soy enfermera, puedo ayudarle. Va a perder mucha sangre si no se le hace un
torniquete en la pierna... No me haga nada, tengo familia. Le... le daré lo que quiera.- Dijo ella con
las manos en alto, pero el hombre negó. Ella vio cómo el muchacho en el suelo estaba perdiendo
la consciencia, y su moral no le permitía dejarle allí sin haber intentado nada antes.
La mujer se agachó rápidamente y cuando fue a mirar la herida, había tomado demasiados
riesgos, porque el hombre del arma, para nada estaba jugando en aquella situación.
Se escuchó un disparo que hizo que toda la calle temblara, un disparo que llegó al corazón
directamente de Kristie, e indirectamente al corazón de una pequeña niña que no había hecho
caso a su madre, y asomó la cabeza para ver lo que ocurría, viendo justo el momento en el que
su madre perdía la vida ante ella.

FIN DEL FLASHBACK

Lauren's POV
Me sequé las lágrimas al recordar aquella noche. Seguramente había sido mi culpa... Jamás debí
pedir ir a aquel restaurante de comida rápida solo porque estaban los juguetes de mi princesa
Disney favorita, así mi madre no hubiera perdido la vida, y así mi padre no se habría convertido
en un borracho sin remedio. Otra lágrima cayó por mi mejilla mientras miraba al fusil que sostenía
en mi regazo, luego llevé mi mano a mi nuca, donde había un tatuaje de una libélula en señal de
toda la gente que perdí, todos aquellos espíritus ahora libres que seguramente habían cogido su
lugar.
Unos pasos me sacaron de mi ensoñación, a decir verdad, estos pasos se acercaban rápido,
como si estuvieran corriendo, me volteé y vi que era Lucy con una cara de bastante
preocupación.
-Jauregui, tenemos que hablar. Es Camila.- Y en aquel momento, mi corazón se apretó dentro de
mi pecho al no saber qué pasaba, porque me temía lo peor.
ADELANTO CAPITULO 14

ADELANTO MARATON 3/5


Mis piernas no se sostenían por si solas cuando Lucy me dijo aquello porque no supe ni
reaccionar ante eso. Suspiré rezando porque no le hubiera pasado nada, y menos cuando
habíamos peleado antes.

-Lucy... Suelta ya, de qué se trata.

-Camila... La hemos tenido que desnudar entera para lavarla y que no cogiera más infección su
cuerpo y...

-¡Sueltalo ya, maldita sea!- Grité.

-Camila tiene signos de violación. Tiene marcas por su cuerpo, tiene magulladuras en sus
caderas, en sus nalgas, en las piernas...- Negué para mis adentros porque no podía ser, ¿quién
iba a hacerle eso en el cuartel? Rapidamente mi cabeza recordó la mirada que aquel maldito
soldado le echó a Camila en la camioneta cuando estaban de vuelta de ir a por el pelotón médico.
Sin pensar, caminé con pasos rápidos, queriendo llegar cuanto antes a donde ese hijo de puta y
reventarle la cara, quería venganza, quería hacerle sentir como podría sentirse una mujer violada.
-¡Lauren, espera!
Yo no paré, porque estaba más que segura de que había sido él. ¿Quién más sino?
-Fue su padre.- Escuché la voz de Lucy a mis espaldas y creí que me fallaban más las piernas
que al principio. No podía ser.
-No. Sé quién ha podido ser.- Dije dándome la vuelta para mirar directamente a Lucy a los ojos.
-Ella misma me lo ha confesado en secreto. No quiere decírtelo, porque...
-Aquí Sargento Jauregui. Mi pelotón y yo abandonamos la misión con lo que supone no tener
reconocimiento por ello. Somos insuficientes para poder seguir nuestro plan. Cambio y corto.- Dije
con el dedo apretado en el walkie, al terminar de hablar, lo solté y dejé a una Lucy que no daba
crédito a mis palabras.
Con cada paso que daba, estaba más segura de que aquello era lo correcto, y ahora mismo no
me importaba tener que enfrentarme a un superior, pero todas las vejaciones que he podido sufrir
yo por el machismo inminente que hay en el cuartel, no la va a sufrir nadie más. Y menos, Camila.
Mi Camz.

Siento no poder subir el capítulo completo, pero como recompensa, mañana tendréis dos
seguidos. He tenido problemas con el ordenador y esto lo estoy escribiendo desde el móvil, pero
no quería dejaros sin el capítulo del maratón hoy. Mil disculpas, de verdad. :(
CAPÍTULO 14

MARATON 3/5

SE ACEPTAN SUPOSICIONES EN LA CAJITA DE COMENTARIOS.

Mis piernas no se sostenían por si solas cuando Lucy me dijo aquello porque no supe ni
reaccionar ante eso. Suspiré rezando porque no le hubiera pasado nada, y menos cuando
habíamos peleado antes.
-Lucy... Suelta ya, de qué se trata.
-Camila... La hemos tenido que desnudar entera para lavarla y que no cogiera más infección su
cuerpo y...
-¡Sueltalo ya, maldita sea!- Grité.
-Camila tiene signos de violación. Tiene marcas por su cuerpo, tiene magulladuras en sus
caderas, en sus nalgas, en las piernas...- Negué para mis adentros porque no podía ser, ¿quién
iba a hacerle eso en el cuartel? Rapidamente mi cabeza recordó la mirada que aquel maldito
soldado le echó a Camila en la camioneta cuando estaban de vuelta de ir a por el pelotón médico.
Sin pensar, caminé con pasos rápidos, queriendo llegar cuanto antes a donde ese hijo de puta y
reventarle la cara, quería venganza, quería hacerle sentir como podría sentirse una mujer violada.
-¡Lauren, espera!
Yo no paré, porque estaba más que segura de que había sido él. ¿Quién más sino?
-Fue su padre.- Escuché la voz de Lucy a mis espaldas y creí que me fallaban más las piernas
que al principio. No podía ser.
-No. Sé quién ha podido ser.- Dije dándome la vuelta para mirar directamente a Lucy a los ojos.
-Ella misma me lo ha confesado en secreto. No quiere decírtelo, porque...
-Aquí Sargento Jauregui. Mi pelotón y yo abandonamos la misión con lo que supone no tener
reconocimiento por ello. Somos insuficientes para poder seguir nuestro plan. Cambio y corto.- Dije
con el dedo apretado en el walkie, al terminar de hablar, lo solté y dejé a una Lucy que no daba
crédito a mis palabras.
Con cada paso que daba, estaba más segura de que aquello era lo correcto, y ahora mismo no
me importaba tener que enfrentarme a un superior, pero todas las vejaciones que he podido sufrir
yo por el machismo inminente que hay en el cuartel, no la va a sufrir nadie más. Y menos, Camila.
Mi Camz.
******************************

Camila's POV

Nada más dejar mi reposo y vestirme, me decidí a contarle a Lauren por mí misma lo de mi padre,
porque ahora lo sabía Lucy, y no sería bueno que la ojiverde lo supiera sin una explicación mía,
del por qué yo dejaba que hiciera esas cosas.
En cuanto me vestí, salí al exterior, y uno de los soldados vino a mí con una sonrisa.
-¡Camila! Nos vamos, ¡nos vamos de vuelta al cuartel!- Dijo emocionado mientras ponía una
mano en mi hombro sano, yo fruncí el ceño sin entender. ¿Cómo que nos íbamos?
-¿Lo ha dicho Jauregui?
-Bueno, ella directamente no lo ha dicho porque no está, per-...
-¡¿Cómo que no está?!- Grité sin darme cuenta, e inmediatamente, dejé al chico con la palabra en
la boca y me dispuse a buscarla.

La respiración me faltaba al no encontrarla por ninguna parte, y sucesivamente me di cuenta de


algo. Lucy se lo había dicho, Lucy le había contado mi problema, porque ahora ella estaba
llevando la carpeta que solía llevar Lauren en la mochila con nuestras estrategias de combate. Me
acerqué a ella y la empujé directamente, la sangre me hervía.
-¡TÚ! ¡¿Dónde está?!
-Camila, tranquilízat-...- Le di otro empujón más, ahora con lágrimas en mis ojos contenidas.
-¡¿DÓNDE ESTÁ?!- Grité esperando una respuesta coherente mientras ella había bajado la
cabeza.
-Está... Camino al cuartel. Cogió un vuelo extraordinario al nuestro y...- Mi mano fue directa a
parar a su mejilla, con una fuerza inmensa, dejando que el sonido del choque resonara en el
ambiente.
-Se lo has contado, y le has dejado irse. Lucy, ella podría...
-Sé de lo que es capaz.- Dijo con el tono de voz dolido, sin querer mirarme a los ojos.
Gruñí de rabia, sin saber lo que podría hacer ahora, pero ahora sentí que las lágrimas bajaban
por mis mejillas. Lauren era muy impulsiva, y no quería pensar lo que iba a hacer nada más llegar
a allí. Me senté en el suelo con las piernas entrelazadas y mis manos se fueron directamente a mi
pelo recogido. Mi hombro daba punzadas, pero mi cabeza también.
Sentí que alguien se sentaba frente a mí y me asusté en cierto modo, porque ahora yo era
vulnerable y no tenía ánimos para pelear con nadie. Alcé mi rostro para encontrarme con aquel
muchacho que había visto varias veces en las prácticas, pero nunca habíamos compartido
ninguna palabra. Tenía el pelo casi rapado, lunares en su rostro y una sonrisa que me dejó
totalmente callada.
-Eh... ¿por qué lloras?- Colocó una mano en mi mejilla que yo inmediatamente aparté entre algún
que otro sollozo que me quedaba. Que un hombre me pusiera una mano encima, me daba
auténtico pánico.
-No te importa...- Dije no muy segura de mis palabras. Él soltó una leve risa y yo sonreí
instintivamente entre lágrimas, porque su sonrisa era bastante contagiosa.
-Mi nombre es Nick. Soldado Jonas.- Arrugó la nariz ladeando la cabeza un poco y yo le di un
suave empujón. –Auch...- Volvió a reír y a mí casi se me olvida que estábamos en mitad de toda
la gente sentados como si no pasara nada.
-Yo... me llamo... me llamo Camila.- Aclaré mi voz porque se escuchaba ronca de haber llorado.
–Camila... Cabello.- Casi tartamudeé y parece que él se dio cuenta, porque su sonrisa se volvió
tranquilizadora. Me tendió la mano asintiendo y yo la estreché casi temblando.
-Encantado, Camila. ¿Te importaría sentarte conmigo en el avión?- Dijo bastante seguro de sí
mismo y yo algo insegura asentí sin saber muy bien qué hacer. ¿Y si me negaba y me hacía lo
mismo que mi padre?
Al rato, nos subimos al avión, y una vez dentro noté la mirada oscura de Nick clavada en mí, la
paseó por todo mi cuerpo y yo me sentí intimidada en cierto modo, pero mi cabeza seguía
pensando en Lauren, pero algo me sacó de mis pensamientos, porque cuando llevábamos un
rato en el avión, Nick me cogió la mano y la acarició con su pulgar. Yo temblé instintivamente.
-Tranquila... Estás nerviosa.- Yo asentí sin querer decir nada. Nunca sabía la reacción que tenía
con los chicos, o era de enfado o simplemente me daba miedo. En este caso, el miedo se había
apoderado de mí, pero ya no podía hacer nada.
Pronto, el aire comenzó a faltar en mis pulmones y tuve que respirar más fuerte y pesado,
comencé a sudar fríamente, quité mi mano de la de él y las puse en mi cara. Temblaba sin control
y oía en eco voces a mi alrededor pero no identificaba lo que decían. Mi corazón botaba en mi
pecho y no era capaz de controlar mis manos, mis propios movimientos. Sentía que me ahogaba,
que me iba a morir allí mismo, por eso mi respiración fue más fuerte, rápida y sonora. Mi
estómago comenzó a revolverse, y me daban escalofríos. Intenté abrir mis ojos, pero realmente
tenía la vista nublada, tenía mucho miedo a morir en ese momento. Sentía que me tocaban,
sentía que me recostaban en el asiento, pero no podía controlarme. De repente, unas manos me
sujetaron el rostro y pude enfocar hacia la persona que lo estaba haciendo, y era Lucy.
-Camila, tranquila. Tranquilízate... Oye bien mi voz, ¿está bien?- Dijo con voz totalmente
tranquila, lo que me ayudó a tomar un poco de su tranquilidad. –No te va a pasar nada si te
tranquilizas, pero tienes que hacerlo, ¿está bien? Puedes hacerlo.- Sonrió mirándome a los ojos y
yo suspiré notando cómo mi cuerpo se relajaba poco a poco. –Repite conmigo... Alto.
-Alto...- Dije en un murmuro.
-Muy bien... Ahora más segura de ti misma.
-Alto.
-Así... ¿Te encuentras mejor?- Yo asentí levemente suspirando de nuevo. –Has tenido un ataque
de pánico...
-Qué es eso...- Pregunté totalmente destrozada, me sentía muy cansada.
-Es... Algo más fuerte que el ataque de ansiedad.- Dijo acariciando mi cabello con cariño. –Te
acompañaré en el viaje para asegurarme de que llegas bien.
-¿Y... Y Nick?- Seguro que ya, con esa perfecta actuación de bicho raro, le había asustado, pero
ahora mismo no podía importarme menos.
-He dicho que estaré yo, ¿de acuerdo?- Asentí y entonces sentí que me cogía la mano,
llenándome de una sensación familiar para mí, y es que Lauren tenía la misma forma de acariciar
mi piel como ella lo hacía.
-Lucy...
-¿Qué?
-¿Lauren tiene ataques de ansiedad?- Recordé la noche que me quedé a dormir en la habitación
de ella y cómo se despertó.
-No estoy autorizada a hablar del historial médico de mis pacientes.
-O sea, que sí.- Dije con una media sonrisa y ella la correspondió.
-Eres muy inteligente, ¿no, Cabello?
-Leí... El informe psicológico de Lauren. ¿Cuándo vais a decirle que-...?
-Nunca, ¿está bien?- Me interrumpió de inmediato en cuanto iba a pronunciar lo siguiente, como
si no quisiera escucharlo.
-Debería saberlo como lo saben sus médicos y... yo.
-Porque eres una entrometida. Ahora descansa.- Dijo mirando hacia otro lado, seguí la dirección
de su mirada y me encontré a Vero dormida en su asiento, sonreí inconscientemente asintiendo.
-Está bien...
CAPÍTULO 15

MARATÓN 4/5, QUEDA SOLO UN CAPÍTULO PARA QUE EL MARATÓN QUE FUE A
VUESTRA PETICIÓN FINALICEEEE.

Como dije antes, se aceptan las suposiciones que sean, me encanta leer lo que pasa por
vuestras mentes. :3 XO. <3

P.D. ¿Os gusta la cover?

Me pasé el viaje dormida, y es que tenía demasiadas horas de sueño acumuladas de todas estas
noches en el campamento, pero estas horas las estaba aprovechando bien.
En cuanto bajamos del avión después de un largo vuelo, no me podía creer lo que vi a
continuación, y es que a lo lejos, estaba Lauren sentada en un banco, y digo lejos porque
estábamos justo en el aeropuerto del cuartel. Tenía el pelo suelo, algo que me extrañó, porque
aparte de ser algo inusual en ella, le tapaba el rostro con su cabeza gacha. En cuanto me fui
acercando a pasos rápidos, visualicé que de su rostro goteaba sangre que caía directamente al
suelo, y justo en ese momento, comencé a correr hacia ella, haciendo que levantara su mirada
hacia mí.
Me dio algo de miedo su aspecto, porque sus dos ojos estaban morados e hinchados, su nariz
sangraba y también estaba morada e hinchada, su labio inferior estaba roto por la parte del medio
y caían lágrimas de sus ojos.
-Lauren... ¿Qué has hecho?
-Dejarle claro que no tiene que ponerte más la mano encima.- Dijo en un tono de voz bastante
apagado para lo que solía ser ella, y yo no pude más que abrazarla, pero en un movimiento
inesperado, ella me apartó de su cuerpo, negó con su cabeza después de levantarse y se fue,
dejándome allí totalmente descolocada. En ese momento, se acercó Shawn con una inmensa
sonrisa que se borró al ver mi rostro de tristeza.
-¡Eh, Mila! ¿Qué ha ocurrido?- Yo me encogí de hombros suspirando mientras agachaba la
cabeza. –Escucha... No sé si tendría que ser yo quien debería decirte esto, pero... La han
degradado.
-¡¿Qué?! ¡¿En diez putas horas que no he estado aquí, la ha liado tanto para que...?
-Tu padre está en el hospital. Hace poco vino la ambulancia a por él. Lo ha... dejado
inconsciente.- Me quedé atónita ante sus palabras, y sin pensar, salí a correr en la dirección que
había ido Lauren, encontrándola en otro banco sentada. Me senté a su lado y vi cómo acariciaba
con suma delicadeza una foto. En ella se veían dos chicas aparte de Lauren en un coche y
parecía que iban a salir. Me senté a su lado en silencio contemplando la foto como ella estaba
haciendo, y a los minutos, ella habló.

-Esta era Keana...- Dijo con una voz tan baja que escuché de milagro.
-¿Keana? ¿Era del ejército?- Asintió débilmente. -¿Y dónde está ella?
-Murió.- Dijo sin más, como si hubiera dado esa respuesta mil veces.
-Oh... Y... ¿Era tu amiga?- Ella negó con la cabeza suspirando de nuevo.
-Era mi novia. Nos... nos íbamos a casar cuando saliéramos de esta mierda. Estuve mis dos
primeros años de ejército en una relación con ella.- Dijo como si le costara pronunciar esas
palabras, luego levantó la mirada y me miró con aquellos ojos verdes inyectados en sangre que
me dolía mirar. –Y ahora has llegado tú.
-¿Cómo que he llegado yo?
-No quiero sustituirla.- Dijo bajando un poco la mirada y negué poniendo mis dedos en su barbilla
haciendo que me mirase a los ojos.
-No estás sustituyéndola, Lauren. Todos somos distintos, porque aunque tengamos dos ojos, dos
orejas, una nariz y una boca, lo que hay aquí –puse la mano sobre su corazón.- no lo cambia
nadie, nunca. Y tú eres... maravillosa, ¿entiendes?
-¿Maravillosa? Soy un saco de mierda con un título de Sargento. Aunque ya ni eso...- Dijo
desviando la mirada hacia otro lado con un suspiro.
-Vamos a que te curen eso y ahora hablamos de ese tema, ¿está bien?- Acaricié un poco su pelo
suelto, y la verdad es que era precioso. Negro azabache, ondulado y salvaje, pero a la misma vez
le quedaba demasiado bien. El negro le acentuaba el verde de sus ojos.
-Solo una pregunta...
-Dime, Lolo.
-¿Dónde estaba la enfermería?- Yo sonreí tristemente ante esa pregunta, suspiré y me levanté
cogiendo su mano para comenzar a caminar junto a ella, enseñándole el camino.
Después de que estuviéramos un rato para que le curasen a Lauren las heridas que tenían, ella
misma se levantó y agarró mi mano para caminar por su propia cuenta hacia la habitación. A
veces veía cómo se llevaba su mano libre a la cabeza y se masajeaba sus sienes, lo que a mí me
provocaba un terrible mal estar.
-¿Te duele?
-¿Hm?
-La cabeza.- Señalé con mi barbilla hacia arriba.
-¿Eh? No, es solo... Ha sido un día muy largo.- Sé que no era así, y me apenaba saberlo.
Cuando llegamos a la habitación, vi que ella casi no podía tener los ojos abiertos del dolor
probable de cabeza que tenía, pero yo me mantuve ahí para ayudarla. La senté en la cama
comenzando a quitarle las botas, acabando con estas tiradas por el suelo. Intenté quitarle la
camiseta pero ella negó rápidamente.
-No me quites la ropa. No... estoy lista.
-¿Por qué? ¿Qué tiene de malo, Lolo?- Dije con cierta ternura para calmarla.
-Tengo... Muchas cicatrices. Y eso no es bonito.- Arrugué la nariz con una media sonrisa y
entonces me bajé la camiseta por mi hombro, desprendiendo un poco el esparadrapo que
sostenía la gasa sobre mi gran herida.
-Bueno, esto no creo que deje una buena cicatriz...- Dije con una sonrisa y conseguí que sonriera
mínimamente, así que por fin conseguí quitarle la ropa, dejándola en su ropa interior para luego
comenzar a ponerle su pijama. Cuando le puse la camiseta, me fijé en una gran cicatriz que tenía
en su abdomen, la cual aún estaba rojiza debido a la frescura de esta, pues seguramente no
tendría más de 4 meses. Probablemente, esa sería la causante de todo.
Cuando finalmente le puse el pijama, ella agarró mi mano suavemente, la miré y ella lanzó su
mirada directamente a mis ojos.
-No te vayas.- Murmuró con un hilo de voz, yo sonreí suspirando y asentí.
-Me quedaré a dormir contigo si es lo que quieres.
Acabamos las dos tumbadas en la cama de ella, yo acariciando su pelo y ella acariciando mi
espalda. Ninguna de las dos se dormía, porque las caricias en ningún momento cesaron. Ella no
podía dormir por su dolor de cabeza, y yo no podía dormir para asegurarme de que ella
descansaba.
-Hoy... he tenido un ataque de pánico en el avión.- Dije susurrando mirando a la nada en la
oscuridad de la noche.
-¿De pánico?
-Hm... Sí.
-¿Tu padre te maltrata?- Me quedé en total silencio por su pregunta tan clara y directa, solo pude
respirar y apretarme un poco más a su cuerpo.
-¿No crees que preguntar eso ya es un poco tarde cuando lo has mandado al hospital?
-Da igual, me cae mal.- Yo reí levemente y le di un beso en la mejilla.
En ese momento, cuando ella me miró a través de la oscuridad, lo supe, y aún lo aclaré más
cuando su nariz acarició la mía; "Las verdaderas batallas, se libran en el interior."
CAPÍTULO 16

MARATÓN 5/5 MUCHAS GRACIAS POR APOYAR LA HISTORIA.

SIETE AÑOS ATRÁS

26 de Septiembre de 2009

Querido Diario:
¡Por fin me habían comprado el cochecito de las Barbies que yo quería! Y mamá también me trajo
el bate de softball que pedí. Nunca lo he practicado, porque yo soy muy patosa para los
deportes... ¡Todo hay que reconocerlo! Solo hay que mirar páginas atrás, cuando te conté que me
caí en clase de natación y todos se rieron de mí... Pero eso me da igual, ¿sabes, diario? Porque
hay una chica que es mi mejor amiga del mundo mundial, y ella me ayuda siempre, y cuando
todos se ríen de mí, ¡ella me defiende! Se llama Hailee y es muy bonita, la quiero mucho. Luego,
hay una chica con la que siempre me siento en el comedor, ¡se llama Dinah! ¿Y a que no sabes
qué? ¡TIENE 7 HERMANITOS! Ojalá yo tuviera más... A ver, que tener a Sofi no está mal,
¿sabes? Pero es un bebé y solo suelta babas. Aunque me hace mucha gracia cuando hace
burbujitas con las babas...
Hoy mamá me ha presentado a un señor, y no la había visto tan feliz desde la última vez que
estuvo papá con nosotros. ¡Pero mami dice que las buenas personas van al cielo! Y seguro que
mi papá está allí. Yo cuido de mamá y de Sofi mientras él no está...
Ese hombre se llama Alejandro, y es muy raro... Porque me mira mucho, de una forma muy
extraña y me pone muy nerviosa, porque nunca me habían mirado así, ¿sabes, diario? Pero
mamá le quiere, y además es guay, porque lleva los uniformes militares que aparecen en las
pelis.
¡OW, MAMÁ ME ESTÁ LLAMANDO PARA MERENDAR! Te tengo que dejar, diario, espero no
tardar en escribir. ¡ADIOSITO!

1 de Octubre de 2009

Querido Diario:
Siento haber tardado tanto en escribir, pero es que he estado ocupada. Oye... ¿Sabes si a las
chicas nos pueden gustar las chicas como a los chicos? Porque vi una película muy bonita, y las
protagonistas se daban besitos. ¡Me gustaría hacer eso con Hailee! Es muy mona y siempre me
trae una florecita del jardín del cole, aunque yo le digo que no las arranque porque las mata, y no
me gusta matar nada...
El hombre que trae mamá me sigue pareciendo muy extraño, y últimamente me riñe mucho, dice
que soy una malcriada, y yo no pienso eso, pero tan pronto como se le pasa el enfado, viene y
me pide permiso para acariciar mi cabello. No me gusta que me toque el pelo, porque se siente
realmente extraño... Pero mamá le quiere, y es lo que importa. Sofi sigue haciendo pompitas con
la baba, pero ya le he enseñado a hacer pedorretas con los labios y es tan graciosa.
¡MAMÁ ME ESTÁ LLAMANDO PARA CENAR Y NO ME GUSTA DESOBEDECER A LAS
ÓRDENES DE COMIDA, ADIOSITO, DIARIO!
P.D. Te dibujo un corazoncito por si tardo mucho en volver a escribirte.

18 de Octubre de 2009

Querido Diario:
Hola, Diario. Hoy... estoy triste. El señor Cabello me ha dado una cachetada porque sin querer se
me ha colado la pelota en el jardín del vecino... Aunque luego me ha dado un caramelo de
plátano y me ha dicho que no le diga nada a mamá, porque había sido mala y no era bueno si ella
se enteraba.

Sofi está malita y le duele la tripita cuando come, pero es normal, ¿verdad? Aunque mamá está
mucho en el médico para que le curen la tripita. Es bastante asqueroso que cuando le duela, eche
la pota... Pero no me gusta quedarme sola con Alejandro, porque me sigue mirando raro.
Te dejo ya, Diario, porque... No tengo mucho sobre lo que escribir. Adiosito...

25 de Octubre de 2009

Querido Diario:
Hoy Hailee se ha enfadado conmigo porque dice que los niños le han dicho que ella me gusta, ¡y
eso no es verdad! Yo solo quiero ser su amiga...
A Sofi le han tenido que curar la tripita con una operación y mamá casi no viene a casa. Alejandro
me da miedo, porque cuando estoy "dormida", empieza a tocarme el cuerpo de una forma muy
extraña, y no me gusta, no me gusta que me toque.
No tengo más que contar. Hasta pronto.

29 de Octubre de 2009
Mamá siempre me ha dicho que cuando me pase algo malo, llame a las emergencias, pero no
quiero, estoy asustada, muy asustada. Hoy le he dicho a Alejandro si era normal que me
gustasen las chicas y me ha dicho que él podía enseñarme lo que me gustaba.
Ha sido todo... Muy rápido, pero me duele el cuerpo... Me duele ahí abajo porque me ha hecho
cosas muy malas, pero dice que si le digo algo a mamá, me contará todo lo mal que me he
portado estas semanas que ella no ha estado... Pero duele. Duele mucho.
Dinah dice que puedo irme a dormir con ella hasta que mamá vuelva, pero eso a Alejandro no le
gustará... Hoy me ha dicho que le llame papá, pero un papá no le haría estas cosas a su hijita, ¿a
que no? Porque cuando yo me caía y me hacía una pupa en la rodilla, papá me curaba y me
consolaba, Alejandro me riñe por ser tan torpe...
Hasta pronto, Diario.

** ** ** ** ** ** ** **

No había visto a Lauren en unos días, casi me atrevería a decir que había pasado una semana.
Cada vez que pegaba en la puerta de su habitación, ella no estaba, o quería ir a visitarla a las
prácticas, tampoco estaba. Le pregunté a Lucy si sabía de su paradero, pero no quiso decirme
nada. Pregunté al Capitán si la habían expulsado definitivamente y me dijo que no, que la habían
degradado a Soldado.
Estaba bastante preocupada por ella desde que leí el maldito informe médico, pero no podía
contárselo a nadie. Le había jurado a Lucy que no iba a decir nada, pero debía decírselo a
Lauren, ella debía saber lo que estaba pasando, así que ese día me armé de valor y fui hacia las
oficinas de los archivos. Abrí la puerta, decidida a coger su informe y buscarla por donde fuera
para entregárselo, pero me quedé helada cuando sentí unos ojos verdes ascender a mi mirada al
abrir la puerta.
No podía ser verdad, Lauren estaba allí, y se veía bastante mal. Apostaba que no había comido
en días, porque se veía pálida y un poco más delgada que antes. Sus mejillas de inmediato se
encendieron de furia y estrelló la carpeta que ponía "LAUREN MICHELLE" en la portada sobre la
mesa.
-¡¿CUÁNDO PENSABAS DECÍRMELO?!- Dijo alzando bastante la voz. Yo cerré la puerta de
inmediato y negué con rapidez acercándome a ella.
-No es lo que piensas, Lauren... Venía a por esta carpeta para entregártela y que la leyeras...
-¡No te creo, Camila! ¡Simplemente no te creo!- Gritó acercándose mucho más a mí, bastante
amenazante, como si me fuera a golpear en cualquier momento. Yo negué rápidamente con la
cabeza, dando pasos hacia atrás hasta que mi espalda dio con la pared. El aire me empezaba a
faltar.
-Lauren... Escúchame... Por favor...
-No te voy a escuchar, porque no mereces que te escuche.- Recogió la carpeta con lágrimas en
los ojos y yo me pasé las manos por el pelo intentando tranquilizarme. Entonces recordé los
consejos que me daba Lucy en el avión cuando comencé a tener un ataque.
-¡ALTO!- Dije en un grito que hizo a Lauren pararse, yo caminé hacia ella y la empujé hacia la
pared, tiré el informe a un lado y cogí sus muñecas y las coloqué contra esta mirándola fijamente
a los ojos.
-Suéltame.
-No lo voy a hacer hasta que me escuches.- Dije directamente y sin andarme con rodeos.
-Habla.- Dijo con frialdad y suspiré.
-Sé lo que es ser maltratada sexualmente, ¿sabes? Lo sé más que nadie, y por eso pensé que si
te lo decía, iba a ser lo peor que te iba a pasar mientras estábamos en esa maldita guerra.
¿Crees que hubiera sido bueno que te dijera que eres fruto de una violación en medio de todos
aquellos disparos.- La vi tragar saliva y sus ojos se cristalizaron aún más, hasta el punto que
empezó a llorar, yo la solté e inmediatamente se abrazó a mí. Era la primera vez que la veía así
de desolada. Lo peor, es que quien había violado a su madre, tenía apellido Jauregui, y era su
padre biológico, quien la maltrataba. Quien tenía los ojos más verdes del universo según había
visto en el libro de familia de Lauren. Ella era un calco de su padre, pelo negro, piel pálida y ojos
verdes.
-No te vayas.- Dijo en un susurro mientras yo negaba y le daba un beso en su sien, acariciando
su espalda intentando darle el consuelo que nunca nadie le había dado.
CAPÍTULO 17

¡SORPRESA!
La vi tan sumamente vulnerable, que no pude más que abrazarla para hacerle saber que si
estaba conmigo, todo iba a ir bien, todo lo que yo pudiera hacer, lo haría por ella. Su mano
temblorosa, se alzó a mi mejilla, la acarició por un momento dudosa del siguiente movimiento,
pero esta vez fui yo la que di el siguiente paso. Adelanté mi rostro hacia el de ella, y con una
breve sonrisa antes, mis labios atraparon los suyos en un suave y cariñoso beso, lleno de afecto.
Parece que a ella le gustó, porque las comisuras de sus labios se alzaron un poco.

-No me voy a ir de tu lado, Lolo.- Dije en un susurro mientras cerraba mis ojos y sentía cómo ella
capturaba por primera vez mis labios. El beso era suave, tierno, nos queríamos demostrar todo lo
que sentíamos con tan solo el contacto húmedo de nuestros labios.

Poco a poco, nuestros labios parecieron hambrientos entre sí, hasta noté la húmeda lengua de
Lauren repasar mi inferior, así que obviamente le di paso a mi boca, que exploró con sumo
cuidado hasta que encontró la mía para entrelazarlas en el beso. Mis brazos rodearon el cuello de
Lauren, de forma que mis manos se enredaban en el cabello ondulado de Lauren, la que tenía las
manos en mis caderas. Notaba que estaba tentada a bajarlas, pero suponía que no quería
sobrepasar ciertos límites ahora que sabía lo que pasaba con respecto a mí. Reí en medio del
beso y me separé mirándola a los ojos, pudiendo observar sus mejillas bastante sonrojadas.
Tomé sus manos con las mías y las bajé a mis nalgas, rocé su nariz y murmuré rozando ahora
sus labios.

-No te contengas, ¿vale? Todo... está bien.- Ella sonrió brevemente y negó con la cabeza
dándome un beso rápido y un casto apretón en mis nalgas que me hizo sobresaltar.

-Todo no está bien, pero vamos a hacer como si lo estuviera. Simplemente... Haces que me
olvide de mi alrededor, y eso se siente como el cielo, Camz.- Su voz ronca me cautivó más que
nunca.

De pronto, como si fuésemos dos imanes que se atraen entre sí, comenzamos a besarnos de
nuevo, devorándonos, con nuestros cuerpos completamente pegados, de forma que casi nos
sobraba la ropa. Casi jadeaba por la pasión que ponía Lauren en los besos que me estaba dando,
y aquello ciertamente lo agradecía, pero me avergonzaba que me excitara casi sin haber tocado
zona íntima. De pronto, escuché una carpeta caer a nuestras espaldas y abrí los ojos
separándome de Lauren casi de inmediato, dándome cuenta que Vero estaba de brazos cruzados
con una ceja alzada y Lucy recogiendo la carpeta con la que nos había asustado.
-Fuera de este sitio, perras, que este es nuestro.- Dijo Vero con cierto tono de broma y yo no
pude aguantar la risa mientras mis mejillas ardían de la vergüenza.

-Estábamos antes, perras.- Dijo Lauren siguiendo la broma, pero ella, por el contario, sabía poner
el gesto más serio que hubiera visto yo en la vida, así que cogí su mano tirando un poco de esta.

-Tengo algo que proponerte.- Murmuré casi en su oído, pero lo escucharon Vero y Lucy también.

-Jauregui, aprovecha, pero usa protección con esos dedos mágicos que tienes.- Dijo Vero, a la
que observamos mientras salíamos y mientras, Lucy comenzaba a besarle el cuello. Lauren cerró
la puerta y me miró con una expresión divertida.

-¿Qué miras?- Dije bromeando mientras relamía mis labios.

-Que te has puesto como un tomate.- Arrugó su nariz y yo me crucé de brazos frunciendo el ceño
un poco. –No te hagas la enfadada y cuéntame tu misteriosa propuesta, venga. No tengo todo el
día.- Dijo intentando sacarme de mis casillas.

-¿Te gustaría tener una cita?- Dije sin andarme con rodeos mirándola a los ojos.

-Eh... Nunca he tenido una, pero, vale.

-¿Nunca has tenido una cita?- Alcé una ceja con el rostro ladeado.

-Bueno, Keana no era demasiado romántica. No en ese sentido, al menos.

-¿Puedes dejar de mencionarla al menos cuando estás conmigo? No me gusta que me compares
con ella... Somos dos personas distintas, y yo, ahora mismo, soy tu presente.- Dije mirándola a
los ojos para asegurarme de que no le molestaba el comentario que había soltado, y no lo hizo en
absoluto, porque sonrió mínimamente y asintió.
-¿Dónde vas a llevarme?

-Eso es una completa sorpresa, Señorita Jauregui.- Guiñé un ojo juguetonamente y me di la


vuelta para ir hacia mi habitación, ya que ese no era mi módulo.

-¡¿Dónde te espero?!

-¡Te paso a recoger!

** ** ** ** **

Cuando toqué la puerta de la habitación de Lauren, esta abrió y llevaba puesta una camiseta que
le llegaba por las rodillas con unas botas militares, ¿en serio iba a ir así? Yo, por el contrario, me
había puesto un vestido que me llegaba hasta poco más debajo de las rodillas, muy ajustado a mi
cuerpo. El poder de la licra.

-¡Lauren! ¡¿Aún no te has vestido?!- Entré a su habitación cerrando detrás de mí y ella se miró
desde arriba.

-Sí... Voy así, ¿no te gusta? Adoro que las ropas me queden grandes.

-Lauren... Se dice "adoro que la ropa me quede grande".

-No, es las ropas, porque es un contexto general. Incluye muchas cosas, es... ¡como una familia!-
Dijo muy segura de sí misma y yo alcé una de mis cejas con una risa leve y negué.
-Pero es que no puedes decirlo así, Lolo.

-¿Sabes qué? Voy a buscarlo.- Cogió su portátil rápidamente y a mí me causo gracia cómo se
ponía por esas cosas. "Lauren, la reina de la gramática".

-¿Sabes qué? Yo lo buscaré más rápido.- Saqué mi móvil del bolsillo comenzando la búsqueda.

-He dicho que adoro que las ropas me queden grandes.- Dijo mirando su laptop.

-Pero eso no tiene sentido...

-¡Siempre lo he dicho así!

-No es la gramática correcta. Lo hago por tu bien, ¿vale?- Le acaricié el brazo riéndome de ella
en cierto modo.

-¡Puedes besar mi trasero porque lo que digo es cierto!- Dijo ya más alterada y yo me reí
mirándola fijamente, ella no paraba de buscar y obviamente no iba a encontrar nada, porque no
era la forma correcta, así que sin andarme con rodeos, le quité el laptop y puse mi dedo índice
sobre su barbilla para que me mirara.

-No me retes, porque en vez de besarte el trasero, me gusta más morder. Ahora, ¿puedes
cambiarte "tus ropas" de una vez o tengo que elegirte yo la ropa que vas a ponerte en una cita
conmigo?- Ella gruñó cogiendo algo de su armario y se fue directa al baño.

Al cabo de unos minutos, salió y creo que se me cayó todo al suelo cuando la vi. Aquella falda
blanca larga que acentuaba sus curvas con ese crop-top negro, dejando a mi vista sus
abdominales definidos y la gran cicatriz de su abdomen. Casi se me secó la ropa cuando vi aquel
impresionante cuerpo que nunca le había visto con toda la ropa ancha del uniforme.
-¿Voy bien?- Dijo y me sacó de aquellos malos y sucios pensamientos que estaba teniendo para
mirarla a los ojos.

-Estás increíble.

-Tú también, Camilita Culo-bello.- Guiñó un ojo mientras se acercaba y me daba un apretón en
una nalga, yo le aparté la mano con un golpe frunciendo el ceño.

-No toques.

-¡No te entiendo! Antes me dices que puedo, y ahora me dices que no. ¡¿Alguien entiende a
Camila?!- Preguntó al aire lo que me hizo reír.

-Ven aquí, tonta...- Dije en un suave tono de voz, ahuecando su cara entre mis manos dándole un
suave beso en sus labios. Ella pareció querer más, porque se quedó con los ojos cerrados y los
labios entreabiertos mientras yo me separaba finalmente de ella. –Se nos ha colado un pez en la
habitación...- Abrió los ojos viendo que me había alejado y frunció el ceño.

-No me hagas esas cosas, eres mala.- Yo acaricié con mi dedo índice sus abdominales surcados
por la cicatriz y le guiñé el ojo, dándome la vuelta y saliendo directamente de su habitación,
esperando que ella me siguiera.

Os voy a dar unos capítulitos de tregua de trama, lo prometo, no seré demasiado mala. OS
QUIERO. XO. <3

PD: Me he mirado como 20 tutoriales de internet para hacerle la cicatriz a Lauren en la foto, junto
a mi pc reiniciándose cada rato. APRECIADLO, POR FAVOR. VENGA. Y NO OS OLVIDÉIS DE
VOTAR.
Capítulo 18 PARTE I

Capítulo 18 PARTE I

Caminábamos por el exterior del recinto donde estábamos todo el cuartel hospedado, por un lindo
césped, parecido al de un campus de universidad. De reojo, observaba a Lauren mirar al cielo
hasta que seguí su mirada, topándome directamente con la Luna. Sonreí al verla creciente y le di
un pequeño toque con el codo.
-Está bonita, ¿eh?- Dije en un susurro, para no estropear nuestra tranquilidad. Ella me miró y
asintió lentamente. Entonces, volvió a mirar al cielo y me cogió la mano, sintiendo yo tal corriente
de electricidad en mi piel que por un momento la respiración se quedó atorada en mi garganta.
Seguí caminando junto a ella en total silencio hasta que ella paró de repente, la miré a los ojos y
ella me sonrió de lado, como si estuviera a punto de decir algo, yo recé para que lo dijera, y así lo
hizo.
-¿Qué querías estudiar antes de todo esto?- Metió un mechón de mi pelo lentamente tras mi oreja
mientras acariciaba mi mano sujeta a la de ella.
-Yo... Bueno, me apasionaba la música. De hecho... Me apasiona, yo tocaba la guitarra y el piano,
pero... Aquí no hay nada de eso, ¿sabes? Así que, me toca aguantarme.- Suspiré un poco
mirando hacia el suelo, hasta que sentí los dedos de ella en mi barbilla, que tiraron levemente de
mí hasta que besó suavemente mis labios.
-¿Y cantas?
-Mh... ¿Qué querías estudiar tú antes de todo esto?- Repetí su pregunta para intentar evitar su
pregunta, y funcionó realmente.
-Bueno, realmente... Yo ya estaba en la universidad, estudiaba arquitectura pero se me daba de
pena, ¿sabes?- Soltó una leve risa encogiéndose de hombros. -Me apasionaba dibujar, y me
apasionaba pensar cómo sería si alguna vez pudiera... Mirar la Luna de cerca, sentir cómo floto
en el Espacio exterior, olvidarme de toda la mierda que hay en la Tierra. Olvidarme la poca
humanidad que hay aquí.- Su voz sonaba ciertamente rota, así que le sonreí intentando
tranquilizarla.
-Te hubieras visto muy sexy en un traje de astronauta, ¿sabes? Sería como el uniforme de aquí,
pero en naranja y... Con todas tus conmemoraciones aquí.- Toqué el lugar donde se situaba su
corazón. No me di cuenta la cercanía que habíamos tomado con aquella conversación, y lo noté
cuando al levantar mi mirada, nuestras narices se rozaron.
-¿No me veo sexy con el uniforme militar?- Dijo en un tono pícaro mientras se mordía su labio
inferior.
-¿Si te digo que me replantearía volver a ir a una guerra contigo porque me desconcentras hasta
en mitad de un tiroteo de lo sexy que te ves?- Le guiñé un ojo y ella soltó una suave risa que sonó
hermosa a mis oídos.
Mi mano se deslizó lentamente por su mandíbula hasta su nuca y noté que nos inclinábamos por
inercia la una a la otra. Sus labios atraparon algo dominantes los míos, de forma húmeda y cálida.
Enredé mis dedos en su pelo y sus manos fueron a parar a la parte baja de mi espalda, haciendo
presión para que nuestros cuerpos estuvieran juntos. El beso, no pasó a más, pero sí que nos
separamos y noté en sus ojos un brillo especial que no había visto antes, porque no era un brillo
triste, era un brillo de emoción que acompañaba su hermosa sonrisa.
No me pude contener y la abracé, escondiendo mi rostro en su cuello mientras sentía unas ganas
de llorar inundándome por lo que iba a decir a continuación.
-Tengo miedo de que él vuelva...- Dije con un hilo de voz. -No quiero que me separe de ti, Lauren.
No quiero... Nunca había sentido esto.- Sentí su mano colarse por mi blusa para acariciar mi
espalda piel con piel.

-Te voy a proteger, no voy a consentir que vuelva a ponerte un dedo más encima, Camz.- Dijo
mientras daba un beso cariñoso en mi cuello. Sonreí separándome del abrazo lentamente
mientras me secaba el resquicio de lágrimas que había en mis ojos.
-Quedan dos semanas para el descanso... ¿Cuántos días te van a dar a ti? Puede que yo tenga
un mes de estar fuera de aquí...- Dije intentando ignorar mi debilidad con respecto al tema de mi
padre.
-Yo... Nunca me fijo en eso. Llevo 4 años metida aquí y no he salido con más intención de la de ir
a por armas al almacén. No quería arriesgarme a encontrarme con mi padre.- Miró al suelo y yo di
un beso rápido en su mejilla.
-Ven conmigo a Miami.- Dije rápidamente y sonreí para que ella confiara en mí.
-¿Qué?
-Que vengas a pasar las vacaciones a Miami. Eres de Massachussets, ¿no? Seguro que te
vendrá bien algo de sol y playa... Además, quiero que conozcas a Sofi.
-¿Sofi?- Preguntó algo desubicada.
-Mi hermanita.- Arrugué mi nariz mientras repasaba una de sus hermosas cejas con mi dedo
índice debido a la cercanía que teníamos.
-Lo pensaré, ¿está bien? Es nuestra primera cita.- Alzó una de sus cejas, contestando de una
manera juguetona, y yo reí leve.
-¿Algún día me contarás sobre tu familia?- Su rostro cambió por completo y me arrepentí al
momento de esa pregunta que me salió sin pensar. Ella carraspeó y suspiró después
encogiéndose de hombros.
-¿Podemos hablar de otra cosa? No sé, me resulta bastante incómodo este tema...

** ** ** ** **
Decidimos tumbarnos sobre una toalla sobre el césped a mirar a las estrellas, libres de toda la
contaminación lumínica de la ciudad. Yo tenía frío, y precisamente cuando Lauren me notó
temblar, me abrazó, y aún me sorprendía cómo ella, teniendo más piel descubierta que yo, no
parecía sentir el frío. Estuvimos alrededor de media hora en completo silencio, acariciándonos la
una a la otra, hasta que la escuché hablar.
-Como habrás leído, mi madre... Murió en un tiroteo cuando yo tan solo tenía 8 años recién
cumplidos. Mi padre... El de verdad, no estaba con mi madre, y ella nunca me dijo el motivo,
¿cómo ibas a decirle a tu hija de 8 años que tenía otro padre, el biológico, que había pasado de
ella desde que nació? En cambio, mi madre se emparejó con otro hombre, no sé cuándo, porque
cuando yo ya tenía uso de razón, él ya estaba y yo lo trataba como a un padre porque no sabía la
verdad. Se llamaba Michael. Realmente... no sé dónde está, porque cuando ella murió, mi
custodia pasó automáticamente a mi padre biológico, y Michael no pudo hacer nada, porque mi
madre y él no estaban casados, así que no había ningún papel que pudiera decir que yo era su
hija "adoptiva". Mi padre, siempre me dijo que mi mamá y él no habían congeniado, pero que me
quería, aunque eso último nunca me lo demostró. Era un borracho y me maltrataba día sí y día
también, ni siquiera sé cómo pude estudiar para que me dieran la beca y entrar en la universidad.
Hoy en día... no sé dónde está Michael, y mi padre, está muerto, está en el infierno.- Estuve
escuchando atentamente su historia mirándola a los ojos mientras con uno de mis brazos me
apoyaba en su pecho.
-¿Cómo has sabido eso?
-Antes de que nos encontráramos en la oficina, estuve... investigando. Yo ya sabía algo, ¿sabes?
Porque para mí, alguien como mi padre, nunca fue mi familia. Mi familia la formaban mi mamá,
Michael, Chris y Taytay.- Una sonrisa se asomó en sus labios, pero yo no sé de lo que estaba
hablando.
-¿Quiénes son?
-Mis hermanitos. Aunque ya supongo que tendrán la mayoría de edad ambos, porque cuando yo
me fui de casa con los servicios sociales, no me dejaron quedarme con ellos. Me mentalicé tanto
de que yo no pertenecía a este mundo, que incluso con los años me mentalicé que no tenía
familia, y llamaba a mi padre, "papá" por obligación. Es más... recuerdo que cuando me alisté, me
preguntaron si tenía familia, y yo dije que era huérfana, aunque luego me descubrieron y me lo
pasaron por alto.- Casi me quedé boquiabierta por todos los datos que me estaba
proporcionando. Ahora todo estaba encajando en mi mente, todo tenía sentido. -Y todo esto, toda
esta información, la he conseguido con mis recuerdos y mis investigaciones durante esta última
semana. Sabía que algo pasaba, aunque los dolores de cabeza no me han dejado dormir
demasiado.
-Eres tan... valiente. Ojalá yo tuviera la fortaleza que tú tienes por haber sufrido tanto. Lo mío a tu
lado es... Leí lo que le contabas a la psicóloga cuando llegaste, y realmente no sé cómo hiciste
para salir viva.
FLASHBACK LAUREN'S POV

Entré a aquella fría consulta aún con mi uniforme de cadete. Me habían mandado allí después de
las pruebas psicológicas, porque al ver mi potencial físico, querían arreglar el desastre de mi
cabeza, y no se daban cuenta de que eso nunca iba a arreglarse. Me senté frente a la mesa
mirando mis huesudas y desnutridas manos, pero una voz me sacó de mi cabeza.
-Lauren Jauregui, ¿cierto?- Dijo aquella muchacha joven y yo asentí tímidamente.
-Sí... Sí señora.- Dije con un hilo de voz.
-Está bien... Nos conocimos hace algunos días, ¿recuerdas? Te hice el examen, y... Necesito
saber qué hay en esa cabecita, Lauren.- Dijo en un tono algo dulce. Yo negué levemente con la
cabeza sin dejar de mirarme las manos.
-No... No quiero hablar. Solo quiero que me traten como a una más...
-Necesito saber sobre ti, Lauren.- La mujer se apoyó en la mesa sobre sus codos mientas estaba
sentada en esos grandes sillones de cuero de oficina.
-No hay mucho que contar...
-Sufres anorexia, ¿no es cierto?- Auch, esa pregunta dolió, porque mi desnutrición no era porque
yo quisiera, sino porque me obligaban, así que negué.
-No, señora.
-¿No? ¿Me explicas por qué no?
-Porque... Según tengo entendido, las personas anoréxicas, adelgazan por no verse bien y... yo
me veía perfectamente, lo único es que mi papá tomaba todo lo que yo traía para comer a casa.
Me decía que estaba gorda. Y eso no es cierto, sé que no, pero no puedo comer si me arrebatan
el alimento de las manos.- Dije en un tono moderado, pero sin nunca mirar a los ojos penetrantes
de aquella mujer.
-Lauren...
-¿Hm?
-Mírame a los ojos. Es una falta de respeto no mirar a los ojos cuando hablas con alguien,
¿sabes?- Dijo y yo sonreí, alzando mi mirada hacia la de ella durante unos segundos, pero luego
la quité rápidamente.
-No puedo, señora...
-Tienes unos ojos hermosos, Lauren, pero están llenos de secretos. ¿Te encuentras bien o
quieres continuar más tarde?
-Prefiero tomarme un descanso, señora... Si... Si me lo permite.- Dije suavemente, sin mirarla a
los ojos de nuevo.
FIN DEL FLASHBACK
CAPÍTULO 18 PARTE II

¿A QUE NO SABÉIS QUIÉN TIENE EL PC ARREGLADO?

Me he abierto ask, y podéis preguntarme lo que queráis. Lo responderé todo y con mucho amor,
linduritas. www.ask.fm/KeepWithCamren

Lauren's POV
Camila me miraba a los ojos directamente mientras yo seguía contándole mis miedos,
incertidumbres, y de verdad que nunca me he sentido tan escuchada. Mientras todo esto, ella
estaba apoyada con medio cuerpo sobre el mío y su mano reposaba en la base de mi cuello.
-No quiero aburrirte...- Dije en mitad de la conversación desviando mi mirada hacia un lado,
entonces sentí un suave beso en la comisura de mis labios.
-No hay cosa que me guste más que escucharte... Bueno. Besarte, pero eso es otro campo.- Dijo
con una media risita que se me contagió.
-Eres una boba.- La miré de nuevo a los ojos y ella arrugó su pequeña nariz respingona, le di un
toque en esta con mi dedo índice y sin pensar, me lancé a sus labios, hambrienta de estos, pero
ella se separó sonriendo.
Fue tan solo un intervalo de tiempo el que nos estuvimos mirando fijamente a los ojos, pero luego
fuimos las dos las que nos lanzamos a los labios de la otra, casi devorándonos. Rodamos sobre
el césped en el que estábamos tumbadas, de tal forma que yo quedé encima de ella. Nuestras
caderas se movían instintivamente la una con la otra, estábamos deseosas, pero de repente,
hubo algo que pasó por mi cabeza; Keana. ¿Por qué tenía que pasarme esto ahora mismo. Paré
de besarla suspirando pegando la frente a la de ella cerrando mis ojos.
-¿Qué pasa, Lauren?- Preguntó Camila con incertidumbre ante mi parada repentina.
-Keana.- Dije simplemente mientras me levantaba y miré hacia la luna una vez de pie, con mis
ojos algo cristalinos. Mi respiración era irregular, porque por un momento, me parecía que estaba
besando a Keana en vez de a Camila. Noté que unos delgados brazos me rodeaban desde atrás.
-Lauren... Hace ya mucho tiempo de eso, lo sabes, ¿verdad?- Dijo su inocente voz desde mis
espaldas y yo asentí bajando la cabeza mientras mis dedos peinaban mi cabello hacia atrás.
–Creo que esto no es sano... No sé si podré sacártela de la cabeza, porque eres tú la que no
quieres, Lo...- Dijo mientras retiraba los brazos de mi alrededor y yo suspiré casi ahogada en
recuerdos que se me venían. Me di la vuelta para mirar a Camila a los ojos y vi el dolor en ellos,
el dolor porque yo no podía corresponderla de la forma en la que ella quería.
-Lo siento. Soy una mierda...- Dije en voz baja mientras una lágrima caía por mi mejilla, que
rápidamente el pulgar de ella secó. La miré a los ojos y ella mínimamente sonrió negando.
-Yo también tuve un primer amor, ¿sabes? Y no fue la vida quien me la quitó, fue mi padre... Se
llamaba Hailee, y me gustaba desde el colegio.- Dijo y yo al momento quise escuchar más sobre
ella. Cogí sus manos y las acaricié intentando que el mal rato que habíamos pasado, se
esfumara.
-¿Y qué pasó?- Se encogió de hombros mientras suspiraba.
-Ella decía que yo era un monstruo por ser lesbiana, dejó de ser mi amiga, y yo estaba
enamorada de ella hasta las trancas. Un día... Se presentó en la puerta de mi casa y simplemente
me besó. Creo que ha sido de los mejores besos de mi vida. Estuvimos saliendo a escondidas de
nuestras familias casi 2 años, y un día, estábamos en mi habitación, yo creía que no había nadie
en mi casa, así que estábamos... Haciendo las cosas normales que hacen los adolescentes con
una casa sola, ¿no?- Se rió con cierto rubor en sus mejillas. –El caso es que... La casa no estaba
sola, estaba mi padre. Nos pilló, la echó de casa y a mí me metió en un internado al día siguiente,
con la promesa de que cuando cumpliera la mayoría de edad, entrara en el ejército.
-Si yo tuviera una hija nunca la mandaría a un sitio como este.
-Pero yo no soy su hija.- Dijo cortante y a mí me extrañó su respuesta.
-¿Cómo?
-Mi padre murió cuando yo tenía apenas 6 años, pero ya no quiero hablar de eso. Simplemente...
él no es mi padre, aunque lo llame así.- Miró al suelo y yo acaricié su mejilla lentamente para
hacer que volviera a mirarme. –Mi padre me metió a este sitio porque decía que un "machote"
como yo, debería hacerme de provecho, y que mientras, él se encargaría de hacerme una
señorita...- Su voz se rompió y vi las lágrimas salir de sus ojos, dolorosas, y yo la abracé contra
mi pecho, acariciando su aterciopelado cabello con mis dedos.
-Te voy a proteger, Camz...- Dije antes de darle un beso en su cabeza, sintiendo sus sollozos.
-No hay quien pueda hacerlo... Simplemente, cuando él vuelva... Lo hará peor, porque tiene rabia
después de lo que le hiciste.
-¿Te das cuenta?- Dije en un murmuro y ella se separó con los ojos algo hinchados.
-¿De qué?
-Somos dos almas rotas.- Dije suspirando mientras juntaba la frente con la de ella y ella
acariciaba mi brazo hacia arriba.
-Pues... Eres el alma rota más hermosa que he visto en mi vida.- Me miró a los ojos fijamente
suspirando.
** ** ** ** **
Al llegar de entrenar, abrí la puerta de mi habitación, y hubo algo que me llamó la atención; una
nota doblada en el suelo. Sin pensar mucho, la cogí entre mis dedos, abriéndola para solo sonreír
ante lo que estaba leyendo.

"Como he visto que eres un poco debilucha, te reto a una batalla en el ring que hay en el
gimnasio del módulo 6, te espero a las 19:00 allí, y espero que no te hagas caquita cuando leas la
nota...
...bueno, va, te pongo corazoncitos porque estoy de buen humor. ♥♥♥♥♥ Camz.
PD: Chincha, vas a perder."

Solté una leve risa al terminar de leer su nota, y aprovechando que me había duchado en el
vestuario, con el pelo aun goteando, cerré la puerta y caminé animadamente hacia la dirección
que me había propinado en la nota, viendo antes que estaban a punto de dar las 7 de la tarde en
el reloj del patio.
Al llegar, vi a Camila apoyada en la pared blanca de fuera del gimnasio, esperando a que yo
llegara. Mi mandíbula casi roza el suelo cuando la vi, porque aunque su atuendo era militar, no
tenía nada que ver con el que siempre llevaba, pues llevaba unos pantalones militares que se
ajustaban perfectamente a sus curvas, una camiseta negra que le llegaba por el ombligo. Las
botas militares apretadas adornaban sus pies, y dos trenzas caían por sus hombros. Con mis ojos
la repasé completamente, y ella tuvo que moverse para poder llamar mi atención y que saliera de
mi impresión.
-¿Lauren? ¿Estás ahí?
-Uh... Sí, claro. ¿Qué pasa?- Sacudí un poco mi cabeza carraspeando mientras a ella se le
dibujaba una sonrisa en su rostro.
-Te decía que si estabas lista para perder.
-Sí. Digo... No, sí, yo qué sé. ¿Perder a qué?- Dije totalmente divagando.
-¿Has leído la nota?
-Oh, la nota, claro...- Miré al suelo porque si la miraba, era imposible concentrarme en lo que
estaba diciendo. Escuché su leve risa y vi que sus botas se movieron, y es que ella estaba
caminando al interior del gimnasio, encendiendo las luces. Obviamente, nadie estaba allí, porque
era la hora en la que abrían el comedor para cenar y nadie se ponía a entrenar en aquellos
momentos.
Cuando iba caminando delante de mí, la mirada se me cayó directamente a su trasero y me
mordí el labio, pero algo me hizo sobresaltarme, y es que ella se reía. ¿Por qué?
-¿De qué te ríes?- Dije moviéndome al fin de mi posición para coger los guantes de boxear.
-De que no paras de mirarme el culo. Es bueno saber que tengo ese efecto en ti.- Alcé una ceja
mirándola ajustándome los guantes a mis muñecas con una media sonrisa.
-No creas que esa es ventaja para ganarme, perdedora.
Estuvimos peleando tontamente durante un rato, nos reíamos, nos divertíamos la una con la otra,
hasta el punto que se me olvidó dónde estaba, en un cuartel militar de la U.S. Army. Hubo un
momento en el que me lo tomé más en serio. Con mi pierna, barrí las suyas, haciendo que cayera
al suelo acolchado, colocándome a horcajadas sobre ella mirándola con una sonrisa permanente
en mis labios, al igual que la que tenía ella en su rostro. Se incorporó y con sus guantes, acercó
su rostro al mío, comenzando a besarme de una forma casi ansiosa. Nuestras lenguas se
buscaron de una forma necesitada, acariciándose entre ellas, yo me inclinaba cada vez más,
haciendo que al final Camila se tumbara debajo de mí. Con los guantes, busqué sus muñecas y
las sostuve por encima de su cabeza. Ella soltó un suspiro jadeante cuando comencé a besar su
cuello, dando con un punto sensible en ella, bajo su oreja. Chupé, lamí y mordí aquella zona, de
forma que ella perdiera el control.
De una forma casi desesperada, se deshizo de mis manos para quitarse los guantes,
quitándomelos yo también, pero ella fue más rápida, porque nos volteó, haciendo que yo quedara
debajo de su cuerpo, entrelazó sus dedos con mi cabello y volvió a besarme de una forma casi
necesitada, me sentía deseada por la forma en la que ella me tocaba, sentía que yo la necesitaba
a ella por la forma en que mis manos buscaban su piel.
Casi se retorció del gusto cuando acaricié su espalda hacia arriba, provocando que su corta
camiseta se subiera un poco, y ahí fue cuando paró el beso.
-Lauren... Estamos en el gimnasi-oh...- Jadeó al terminar la frase cuando mordí y atrapé entre mis
labios el lóbulo de su oreja. –Lauren...- Una de mis manos fue a parar a su muslo, apretándolo
con mis dedos por la cara interior sin hacer caso de sus palabras. –A la mierda.- Dijo de forma
casi determinante y con sus manos, levantó mi camiseta, ayudando yo a que me la quitase.
Nuestras camisetas volaron y acabaron en algún sitio del suelo acolchado donde estábamos
comiéndonos a besos, y no fue hasta que oímos un ruido, que nos quedamos paralizadas,
mirándonos a los ojos a unos centímetros. Aquello de que nos pudieran pillar en cualquier
momento me daba un morbo increíble, y fue por eso que me sonrojé y solté una suave risa.
-Lauren, vamos a mi habitación...- Dijo con una media sonrisa rozándose sus labios con mi
mejilla.
Al cabo de un rato, habíamos ido hacia la habitación de Camila, y nada más entrar, ella me pegó
a la pared, atacando mis labios, cosa que me sorprendió gratamente, porque no sabía lo excitante
que podía ser que ella tomara las riendas en momentos como ese, pero no quise que ella tuviera
todo, por eso fue que eché un vistazo rápido a la habitación, ubicando la cama. Caí que nunca
había visitado aquel sitio. La empujé para que dejara de besarme mirándola a los ojos llena de
lujuria, intentando transmitírsela toda a ella, saltó y rodeó con sus piernas mi cintura, yo besaba
su cuello mientras ella iba quitándose la camiseta antes de caer a la cama conmigo encima.

Me separé un poco de besar su piel para contemplar su torso tonificado al haber estado
entrenando tanto conmigo en este último tiempo, me mordí el labio sonriendo, ella tocó mi barbilla
haciendo que la mirase a los ojos con una sonrisa casi inocente en su rostro. Sacó mi camiseta
de tirantes blanca, aterrizando ésta en el mismo sitio que la suya, en el suelo.
-Lauren... ¿Puedes hacerme un favor?- Dijo suavemente mientras jugaba con los cordones de mi
pantalón de chándal.
-Dime.
-Yo... Confío en ti, pero... ve despacio, ¿vale? Es la primera vez que hago esto con... mi
consentimiento.- Aquellas últimas palabras me dolieron demasiado, pero el corazón se me hinchó
al saber que ella confiaba en mi de aquel modo.
-No te haré daño, pequeña.- Dije casi en un susurro mientras besaba cada parte de su torso,
desabrochando sus pantalones, vacilando un poco en estos hasta que ella levantó sus caderas
para acabar bajando estos. Descubrí que bajo aquella prenda, escondía un tanga rosa que me
hizo reír levemente, alzando la mirada a sus ojos.
-Primero te sacas una bala con tus propias manos en mitad de un tiroteo, y luego tienes esta ropa
interior cursi... Eres única, Cabello.- Sonreí y ella me correspondió, pero ahora dio un paso más,
porque sentí que bajaba mis pantalones, acariciando después mis nalgas con sus manos, cosa
que casi me corta la respiración en aquel mismo instante.
-Y seguro que nadie hace esto contigo...- Dijo refiriéndose a mi respiración ciertamente irregular.
Al cabo de unos minutos, estábamos completamente desnudas, nuestra piel cálida se rozaba, y
entonces fue cuando Camila se agachó un poco para coger las sábanas y cubrirnos por completo,
cosa que me hizo reír.
-No nos va a ver nadie...
-Pero quiero esta intimidad contigo.- Sonrió mirándome a través de la poca luz que dejaba pasar
la sábana encima de nosotras. Nos volvimos a besar, y yo coloqué una pierna entre las de ella,
presionando mi muslo con su centro lentamente, y esta vez, sentí que ella se rozaba con este,
jadeando poco a poco. Notaba su humedad rozando con mi piel acalorada, y yo estaba al borde
del precipicio con ella, con mis sentimientos a flor de piel.
Chupé la piel de su cuello, pasando la punta de mi lengua por su clavícula lentamente, sintiendo
sus suspiros breves entrecortados provocados por mis besos, agarré con mi mano su muslo
sintiendo que ella se rozaba cada vez más, ambas movíamos nuestras caderas. Estaba
avergonzada, porque ella ni siquiera me había tocado íntimamente y ya me sentía de lo más
excitada.
-Estoy lista.- Dijo en un pequeño susurro avergonzada, y yo sonreí besando lentamente sus
labios.
Sentí sus nervios en la torpeza de sus movimientos en el beso, y yo llevé mi mano a su húmedo
centro, acariciándolo de arriba abajo, poniendo mi pulgar justo en el botón de nervios ya algo
estimulado con los roces previos. Estimulé un poco más esta zona mientras la besaba, y cuando
sentí que era el momento, con mi dedo índice comencé a introducirme en ella, sintiendo toda la
tensión de su cuerpo. Habíamos hecho esto antes, pero no se había sentido especial, porque no
sabíamos la una de la otra, y ahora yo sabía que ella confiaba en mí como para entregarme esta
intimidad tan especial.
Ella soltó un gemido ahogado que tembló en sus labios, provocando que así dejara de besarme
para concentrarse en lo que yo le estaba haciendo.
-Eres hermosa, ¿sabías?- Dije con una media sonrisa que ella correspondió y negó con la
cabeza. –Sí... Lo eres.- Moví lentamente mi dedo en su interior junto con mi pulgar en su clítoris,
lentamente, casi agonizante.
En unos instantes la noté tan excitada y relajada, que me atreví a introducir un segundo dedo en
su interior, haciendo que ella gimiera incluso de la sorpresa que tuvo. Mis movimientos eran
lentos, pero cada vez iban cogiendo más vicio, más velocidad y firmeza, haciendo que de sus
labios salieran gemidos continuos. Di besos lentos por su pecho, descendiendo hasta dejar mi
boca frente a su centro, sin sacar mis dedos de su interior aún. Mis labios besaron su clítoris con
ternura, y mi lengua rodeó su entrada, ocupada por mis dedos en movimiento. Mi lengua se
colaba entre sus pliegues lentamente, produciéndole un mayor placer, ya que agarró mi cabello y
su espalda incluso se arqueó. Los gemidos llenaron toda la habitación, e incluso ella tuvo que
apartar la sábana para poder respirar correctamente.
Finalmente, ella alcanzó el orgasmo, y creo que fue el primero de su vida, porque la sonrisa de
satisfacción que tenía en su rostro, no la había visto yo nunca desde que la conocía. Subí a
abrazarla y apoyó la cabeza sobre mi pecho mientras acariciaba los mechones de su cabello.
Sentía sus tenues besos en mis pechos, pero pronto pararon, y es que me di cuenta que se
quedó dormida. Me quedé mirándola durante un buen rato y sonreí por mis pensamientos, que no
dudé en decir en alto, con cuidado de no despertarla para que no me oyera.
-Te quiero.
Capítulo 19

Camila's POV

Mi cuerpo se sentía exhausto aquella mañana, y es que cuando noté un cuerpo cálido debajo de
mí, recordé todo lo que pasó la noche anterior. Tenía a Lauren durmiendo tranquilamente en mi
cama, nunca había visto su rostro tan tranquilo y sereno como lo estaba ahora. Repasé con mi
dedo índice sus facciones, lentamente, rozando mi yema con su piel, ella gruñó al notar mi tacto y
es porque quería dormir más, puesto se acurrucó más en mi cuerpo. Sonreí aún más y con mis
mejillas ruborizadas, decidí a dar un siguiente paso aunque me sintiera avergonzada, aunque no
lo hubiera hecho nunca.

La yema de mi dedo índice fue bajando por entre sus pechos, comenzando a tener entre mis
dedos su piel resaltada y sensible, que poco a poco se iba poniendo más dura. Pasé al otro
pecho, y el que acababa de dejar, comencé a besarlo con ternura, pero de una cierta forma
lasciva también. Sentí su mano en mi cabello, y era señal de que se había despertado por fin.
Sonreí al instante de levantar la vista y encontrarme con aquellos ilusionados ojos verdes. Pasé la
punta de mi lengua por su protuberancia y luego me dirigí a sus labios para dejar un beso corto
en estos, quedando rozando su nariz mientras mi mano iba bajando, rodeando mis dedos su
ombligo. Su respiración se iba haciendo irregular cuando notaba que mi mano iba tomando
dirección hasta el punto más sensible de su cuerpo. Sus piernas se abrieron, dando permiso a mi
mano para acariciar aquella zona, pero decidí hacerla sufrir un poco. Fui dando toquecitos con
mis dedos por la cara interior de su muslo izquierdo. La miré a los ojos y ella tenía una expresión
casi suplicante, porque solo le hacía falta gemir, y estaba a punto de hacerlo porque su
respiración se entrecortaba cada vez más.

Por fin mi mano tocó su intimidad totalmente húmeda, acaricié sus pliegues lentamente mirándola
a los ojos con una media sonrisa. Ella comenzó a gemir y yo besé su barbilla mientras introducía
un dedo en su interior, sin saber muy bien cómo hacerlo, era la primera vez que lo hacía. Moví mi
dedo lentamente, sintiéndola apretarse alrededor de este mientras me miraba con sus ojos
cristalizados, su cuerpo acalorado y su voz sonando por toda mi habitación.
Nos perdimos completamente la una con la otra, porque más tarde me encontré con los dedos de
Lauren entrando en mí. Gemíamos al unísono, dándonos placer mutuamente, nuestras caderas
se movían casi de forma sincronizada mientras nuestras respiraciones se mezclaban con el calor
que había entre nosotras, entre nuestros roces de cuerpo, entre nuestro cariño.

Sin esperarlo, mi cuerpo convulsionó en un orgasmo, junto al de Lauren. Las dos caímos
derrotadas, acurrucadas en el calor de nuestros cuerpos, sintiendo una fina capa de sudor en
estos. Pronto, las dos nos asustamos porque se escucharon unos fuertes golpes en la puerta.
Miré a Lauren a los ojos, pudiendo ver algo de miedo en estos, y es que en realidad yo también lo
tenía.

-¡¿Quién es?!- Alcé la voz para que quien estuviera golpeando la puerta, respondiera.

-¡ABRE!- Escuché la grave voz de mi padre y mi estómago se encogió. Tuve ganas de llorar al
instante, porque solo faltaban horas para irnos de allí, horas para llevar a Lauren a conocer mi
ciudad y despejarnos de este sitio.

Me levanté rápidamente y comencé a colocarme la ropa ante la mirada atónita de Lauren.

-¿Vas a abrirle?- Murmuró para que él no pudiese escucharla.

-Tengo que hacerlo... Vístete, corre. Puedo manejarlo.- Di un beso en sus labios y cuando estaba
vestida e iba a abrir la puerta, comenzaron a sonar de nuevo los fuertes golpes en esta. -Por la
ventana. No puede verte.

Lauren, sin mi consentimiento, cogió la bolsa que yo ya tenía preparada para irnos ese mismo
día, y abrió la puerta, encontrándose con el semblante serio de mi padre.

-Así que estabas con esta ramera.- Dijo en un perfecto español, y en ese momento agradecí que
Lauren no pudiese entender aquél insulto hacia ella por ser en otro idioma.
-Puedo explicarlo, tan solo déjame hacerl-...

-Bueno, primero, no soy una ramera porque no me acuesto con cualquiera. Segundo, si quieres
llamarme de alguna forma, puedes decirme "lesbiana", que de eso sí que soy un rato, ¿sabe?
Aunque tampoco lo considero un insulto, pero su cerebro enano seguro que no lo entiende.- Me
quedé más que impresionada al escuchar a Lauren hablar en español, tanto que ni me di cuenta
que se puso entre él y yo. -Y déjeme decirle, señor Cabello, que si usted vuelve a ponerle un
dedo encima a Camila, no serán mis manos golpeando su asqueroso rostro, sino una denuncia
que pondré directamente para que la justicia norteamericana haga lo que pueda con un maldito
violador, pedófilo y maltratador. ¿Me he explicado, o se lo tengo que volver a decir todo en inglés,
HIJO DE PUTA?- Marcó bien las sílabas en la última parte de su pequeño discurso y yo solo
quería abrazarla por protegerme de aquel modo. Mi padre, gruñó de impotencia y tan solo se fue,
Lauren me miró a los ojos con una media sonrisa cogiendo mi mano acariciándola con sus dedos.

-Eso ha sido... wow.- Dije.- ¿Desde cuándo sabes español?- Simplemente se encogió de
hombros con una hermosa risita.

-Soy cubana-americana.- Asentí y me abracé a su cuerpo suspirando de alivio por estar sana y
salva en sus brazos.

-Gracias...

-No tienes que darlas, ¿sabes por qué?- Dijo en un susurro mientras sostenía mi rostro entre sus
manos. -Porque ahora tienes a alguien que va a dar la cara por ti, alguien que no te va a dejar
sola, porque tengo que decir algo, y es que te q-...

-¡VERCY LLEGÓ, NENAS!- Se escuchó la voz de Vero a nuestras espaldas y las dos nos
sobresaltamos porque no esperábamos por nada del mundo que llegaran ellas dos. Me quedé
con la curiosidad de saber lo que Lauren iba a decirme, pero en seguida dirigió la atención a su
mejor amiga, Lucy. Sentí la mirada de Vero en mi cuerpo y me extrañé, porque no me estaba
mirando de una forma normal... Era extraño, porque cuando Lucy se separó de Lauren, ella
inmediatamente dejó de mirarme de aquella forma.

-Cuídamela, ¿vale? Que la imbécil no ha salido de aquí en 4 años y seguro que no sabe ni lo que
son las calles ya...- Dijo Lucy realmente conmocionada mirándome a mí, sonreí y asentí.
-La cuidaré, no va a estar sola.

** ** ** ** **

Gracias a dios, las horas de vuelo, Lauren se las pasó durmiendo, porque cuando despegamos
solo le faltaba subirse a mi regazo y llorar de lo asustada a las alturas que estaba, pero eso sí, mi
mano en ningún momento la soltó, y cuando intentaba separarla, gruñía y la agarraba con más
fuerza, así que tuve que aguantarme y pelar mi banana con una mano para matar el hambre
durante el viaje.

Cuando el avión aterrizó, Lauren se despertó algo alterada y yo sonreí para tranquilizarla,
acariciando el dorso de su mano.

-Ya hemos llegado, linda.- Dije mientras le quitaba los mechones de pelo de su rostro.

-Uhm... Ojalá no hubiéramos ido en avión. Oye, hace mucho calor.- Dijo mientras soltaba mi
mano y se quitaba la chaqueta, yo asentí.

-Porque ya estamos en Miami. Prepárate para el calor asfixiante, ¿hm?- Mientras, ya nos daban
permiso para levantarnos cuando el avión paró, y eso hicimos, salimos de allí y como solo
traíamos una maleta de mano, no teníamos que pasar a recoger equipaje por la cinta.

Al traspasar la puerta y ver toda la gente que esperaba aquel avión, pude divisar una pequeña
figura correr hacia mí.

-¡Pequeña!- Dije mientras lágrimas caían de mis ojos, me arrodillé y abracé a mi hermana que, si
los cálculos no me fallaban, estaba a punto de cumplir los doce años.

-Te hemos echado de menos, Kaki...- Dijo mi hermana abrazada a mí mientras sollozaba. Miré
hacia arriba y pude ver a una Lauren nerviosa, mirándose las manos e incluso cierto atisbo de
tristeza en su mirada, y en ese momento recordé. Ella tenía una hermana más o menos como
Sofi, y no la había conocido. Me levanté cogiendo a la pequeña de la mano y sonreí a Lauren
para luego volver a bajar la mirada a Sofi.

-Mira, ella es Lauren. Es una amiga muy especial, así que hay que darle una buena bienvenida en
casa, ¿vale?- La pequeña asintió con una gran sonrisa mirando a Lauren.

-¡Hala! ¡Qué ojos tan bonitos! Son... ¿verdes o azules? Ven, ven, que los vea bien.- Dijo y
consiguió hacer reír a Lauren, que se agachó, siendo sorprendida con un abrazo de parte de mi
pequeña hermana.

-¿Y ni preguntas por tu madre, niña?- Alcé la vista viendo a Sinuhé, mi madre, y no pude hacer
más que correr hacia ella y abrazarme a su cuerpo. Ahí sí que lloré, porque siempre que le
mostraba el cariño a mi madre, recordaba todo lo que no podía contarle, todo lo que ella no debía
saber. No quería desestabilizar su vida, porque ella realmente quería a Alejandro, y él no se había
portado nunca mal con ella.

-Os he echado de menos, mamá...

-Lo sé, mija...- Dijo en español.

Después de unos cuantos abrazos más, Sofi siguió hablando con Lauren de algo que creí que era
sobre dibujar, pero no lo tenía muy claro, porque yo le estaba contando a mi madre todo lo que
me había pasado mientras había estado fuera.

-... ¿sabes, mamá? Y entonces, ¡BOOM! Cayó una bomba, y Lauren se tiró encima de mí para
que no me pasara nada. ¡Pero fallaron! Y, y, y, al día siguiente, hubo un tiroteo en la ciudad,
fuimos, nos tuvimos que retirar, porque le dieron a una de nuestras compañeras, Vero.

-¿La novia de Lucy?- Ya le había contado a mi madre esa parte, pero ella me escuchaba
atentamente.

-¡Esa! Bueno, no sé si son novias, pero bueno, ¡algo son!-Alcé las manos con una sonrisa pícara
en los labios.

-¿Y tú y Lauren?- Me dijo en español, yo sonreí tontamente mirando al suelo y me encogí de


hombros suspirando. No podía contarle aún a mi familia lo de Lauren y yo, porque entonces mi
padre iba a cogerme más odio del que me tenía.

-Mamá, Lauren y yo somos amigas... Amigas especiales, pero no hay nada.- Recé para que ella
no hubiera escuchado nada de esa conversación, porque podría dolerle mis palabras.

Al salir del aeropuerto, vi venir a una alta rubia hacía mí en una carrera rápida, yo, de inmediato
sonreí ampliamente corriendo hacia su encuentro.

-¡DINAH!- Grité y salté, rodeando su cintura con mis piernas y la abrazaba como un pequeño
koala.

-Un poco más y no te veo, chica. Estas cosas se avisan, que ha tenido que avisarme tu madre y...

-¡Ay, ya, cállate!- Dije mientas repartía besos por toda su cara con una sonrisa permanente en mi
rostro.

Después de un buen rato de molestarla, decidimos ir hacia el coche, pero Lauren no habló en
todo momento, ni siquiera cuando le presenté a Dinah, que esbozó una leve sonrisa. Sus ojos
estaban tristes, y yo no sabía qué pasaba.

Una vez en el coche, Dinah se sentó a mi lado y sacó su móvil. Un momento después, me llegó
un mensaje al mío, y supuse que fue de ella.

Dinah Chee Chee: Tenemos que hablar sobre Hailee.

Nada más ver el mensaje, abrí los ojos más de la cuenta y me aseguré de que Lauren no
estuviera leyendo, y efectivamente estaba mirando por la ventana del auto.
Camila Chancho: Dime.

Dinah Chee Chee: Ha estado buscándote, de hecho casi coge un vuelo para Massachussets,
pero no quisieron darle dinero sus padres. Desde que se enteró que has salido del internado,
ahora no quiere hacer otra cosa que no sea hablar contigo.

Camila Chancho: Dime que es una broma.

Dinah Chee Chee: No lo es. De hecho, mira lo que subió a Instagram hace poco.
-¿Quién es Hailee?- Dijo la voz ronca que pertenecía a Lauren a mi lado. Levanté la vista y vi que
estaba viendo aquella foto que Dinah me pasó.

Y AQUÍ ESTÁ EL NUEVO CAPÍTULO. El próximo tardaré un poco en subirlo, pero es pero que lo
menos posible, porque tengo una gran sorpresa para vosotros y quiero dárosla en el siguiente
capítulo, así que estad muy atentos a las actualizaciones porque estoy segura de que os va a
encantar. OS QUIERO. EN SERIO. LA FAMILIA DE ARMY ESTÁ CRECIENDO CADA DÍA MÁS
Y NO SABÉIS LO FELIZ QUE SOY CON ESO. <3

Si queréis contactar conmigo, para lo que sea, hacedlo por twitter: @KeepWithCamren, respondo
los MDs y los tengo abiertos para los que no sigo.

XO. <3
Capítulo 20

-Es... Mi ex novia.- La miré a los ojos intentando descifrar su expresión, pero no podía, porque
simplemente bajó un poco la mirada. La verdad es que yo también me pondría así, porque yo no
terminé con Hailee, terminó mi padre por mí.

No quería que ella supiera que iba a estar yo en la ciudad, porque verla sería un tanto incómodo.
Yo no era nada determinado con Lauren, y sin embargo, Hailee era mi exnovia.

-Le he dicho que podemos vernos las tres esta misma tarde, como los viejos tiempos.- Dijo Dinah,
y yo casi me ahogo con mi propia saliva, la miré y suspiré con una ceja alzada.

Durante el viaje, Lauren no dijo ni una palabra, solo tenía la mirada fija en sus manos y eso me
hizo extrañarme bastante, porque no era de quedarse callada, pero al llegar a mi casa, me habló.

-¿Puedes decirme una hora a la que venir? Me gustaría ir a correr por la playa. Nunca he ido,
prometo no perderme.- Dijo con una media leve sonrisa y yo asentí feliz de que ella pudiera ir a la
playa, así que en cuanto le dije eso, corrió a cambiarse para poder salir lo antes posible.

Dinah y yo entramos en mi casa, puesto que mi madre y Sofi querían comprar algo especial para
hacer de cenar. Quise ir a mi habitación a soltar el equipaje, pero Dinah me agarró de la mano e
hizo que la mirara mientras alzaba una de sus cejas.

-¿Me puedes explicar lo que pasa con esa tal Lauren?- Dijo con el mentón alzado y yo suspiré
encogiéndome de hombros.

-Somos amigas. Bueno... Quizá algo más que amigas, pero no tenemos nada hablado de ese
tema.
-Hailee te ha estado esperando desde que te fuiste sin dar ninguna explicación, Mila... Deberías
hablar con ella.- Dijo la rubia exhalando un suspiro de entre sus labios.

-Dinah, ahora estoy tomándome mi tiempo... Y creo que en un futuro, podría estar con Lauren,
pero... -Apoyé mi cabeza en las palmas de mis manos suspirando sintiendo las lágrimas en mis
ojos.

-Eh, eh, eh, no llores.- Dijo mientras sentí que sus brazos me rodeaban. –Te voy a apoyar, sea lo
que sea, aunque no conozca a Lauren. Pero debes empezar de cero, y con Hailee aquí no
puedes... Debes hablarlo con ella. Enfréntate a eso, ¿vale? Sigues siendo la misma niña fuerte a
la que le daba igual que se burlasen de ella por su condición.- La miré y ella me sonrió con
ternura, lo que correspondí mínimamente, asentí y me separé poco a poco de ella.

** ** ** ** ** **

Me encontraba hasta con ganas de vomitar, porque realmente no sabía qué hacer, pero allí
estaba, en la puerta de mi casa esperando a que Hailee apareciera. Después de hablar con Dinah
me decidí a llamarla, y en realidad su voz se notaba bastante ilusionada de hablar conmigo,
precisamente por eso me daba miedo enfrentarme a esto. Yo no quería que nadie sufriera, ni
Haile, ni Lauren. Hailee tenía una vida casi perfecta y aun así le haría daño. Lauren era un alma
rota que estaba intentando curarse conmigo, y le haría muchísimo daño. Mientras todos estos
pensamientos llegaban a mi mente, escuché la bocina de un coche, miré al frente y vi a una
sonriente Hailee saludarme y yo, tímidamente, la saludé a ella.

Caminé un poco hasta llegar a la altura de su auto, abrí la puerta y me subí dando un último
suspiro antes de sonreír para que ella no se preocupara.

-Vaya, estás más... ¿Madura?- La escuché reír a mi lado y entonces fue cuando la miré a los ojos
y vi toda aquella ilusión que me había transmitido en la llamada.
-Bueno, hace un par de años que no me veías y-...- Mi voz se cortó porque sentí sus labios
estrellarse en mi mejilla, e inmediatamente me sonrojé. Mierda, Camila, ¿qué haces
sonrojándote? La miré con una media sonrisa y reí leve.

-Quiero llevarte a un lugar.

-Tenemos que habl-...

-Hablaremos cuando lleguemos, ¿vale?- Dijo con una voz casi seductora y suspiré mirando por la
ventanilla, por los espejos, asegurándome de que Lauren no venía, y así era.

El viaje fue un silencio casi sepulcral, si no llega a ser por la radio que estaba puesta y amenizaba
un poco esos largos minutos que pasé pensando en lo que tenía que decirle a Hailee.

No podía creer que me estuviera llevando a donde yo creía, y es que era una cala a la que ella y
yo solíamos ir cuando queríamos escondernos de todo el mundo, donde yo lloraba en su hombro,
ella me preguntaba que qué pasaba y yo me mordía la lengua para no decirle lo que mi padre
hacía conmigo. Nada más parar el coche, yo me desabroché el cinturón , y justo cuando iba a
salir, noté su mano agarrar mi muñeca, la miré y bajé la sonrisa a sus labios, los cuales tenían
una sonrisa dibujada. Volví a subir la mirada inmediatamente suspirando.

-Haile...

-¿Qué? ¿Te gusta el lugar?

-Sí, pero... debemos hablar. Esto... no es como antes. Ha pasado tiempo.- Suspiré casi ofuscada
y salí del coche mirando el atardecer a lo lejos que se escondía por el mar. Adelanté al coche
para apoyarme sobre el capó suavemente, cruzándome de brazos. Noté la presencia de la
morena a mi lado haciendo lo mismo que yo.

-Quiero luchar por ti. Funcionábamos, Camila.


-Tú lo has dicho, funcionábamos, pero yo estoy... conociendo a otra persona.- Me atreví a mirar
hacia sus ojos y en ellos se veía el dolor que podía estar sintiendo con las palabras que yo decía.

-Camila...

-Podemos ser amigas, ¿no?

-No puedo ser tu amiga, ¿no lo entiendes? Yo te amo.- Dijo mientras se incorporaba y se
colocaba delante de mí. Mojó y mordió su labio inferior, yo volví a bajar la mirada a estos y
suspiré desviando el punto de vista a otro lugar.

-No puedo ofrecerte más que eso...- Y en cuanto dije aquellas palabras, sentí sus manos sujetar
mi rostro, aquellas suaves manos que hacía mucho que no sentía. Su frente se pegó a la mía, y
su mirada bajó a mis labios. Me estaba derritiendo por dentro, y en mi corazón se desataba una
fuerte lucha entre dos personas, mientras que mi cabeza tenía una decisión clara.

No sé cómo pasó realmente, pero cuando quise darme cuenta, sus labios estaban atrapando los
míos, ansiosos de un beso, y yo volví a recordar su sabor, la forma que tenía de besarme, tan
especial, tan única. Un suspiro proveniente de mis labios, chocó con los suyos, y mis manos
fueron a parar a las de ella, para quitarlas de mis mejillas.

Lauren.

Lauren apareció en mi mente.

Casi a trompicones me separé de sus labios, y por consiguiente, de su cuerpo también. Caminé
hasta la arena de la playa y mis dedos se pasearon por mi propio pelo, no sabía qué estaba
haciendo, pero no quería que nadie sufriera.

-Mila...- Escuché su voz a mis espaldas y me sentí tan desesperada que me giré con rabia.
-¡Te he dicho que no puedo, Hailee!

-Sube, te llevo a tu casa.- Dijo casi enfadada, y no sabía si era conmigo o consigo misma.

El viaje en coche fue aún más incómodo de lo que lo fue antes, mi cabeza estaba hecha un lío y
mi corazón también, no sabía a dónde ir, no sabía qué hacer.

En unos momentos, estaba en la puerta de mi casa, casi ni me despedí de Hailee, porque no


podía casi ni mirarla a los ojos, y sospechaba que me iba a pasar lo mismo con Lauren. Al entrar
en la casa, escuché unas carcajadas de mi hermana provenientes del salón. Fue una grata
sorpresa encontrar a Lauren tirada en el sofá con Sofi mientras se hacían cosquillas mutuamente.
Me sentía más que culpable por haber dejado que por unos instantes, Hailee me besara, porque
viendo aquella escena, tenía claro que eso era todo lo que quería.

Lauren levantó su verde mirada hacia la mía y sonrió ampliamente, razón por la que creí que
estaba mucho mejor que la última vez que nos vimos.

-Estás muy guapa, ¿te lo has pasado bien?- Dijo mientras se daba una tregua con Sofi, yo fingí
una sonrisa y asentí suspirando.

-Creo que voy a ducharme, necesito... despejarme.

Lauren's POV

Camila se veía rara, extraña, como si algo no le dejara pensar con claridad, ¿tanto le había
afectado ver a sus antiguas amigas? Sinu me dijo al llegar que Camila necesitaba despejarse y
salió, y de camino, me enseñó la habitación donde iba a pasar aquellas noches.

Cuando Camila se fue a la ducha, yo dejé a Sofi en el salón viendo unos dibujos animados en la
televisión. Necesitaba evadirme, así que fui a la habitación que la familia Cabello me estaba
prestando, cerré la puerta sin el seguro y me tumbé en la cama. Los pensamientos fluían en mi
cabeza mientras miraba al blanco techo y mis manos descansaban en mi abdomen. Levanté mi
camiseta y acaricié la reciente cicatriz que tenía en este, pero en ese momento, me vino un fuerte
dolor de cabeza, tan fuerte que no pude evitar no cerrar los ojos. Me incorporé y apreté con mis
manos mi frente, quería que ese dolor parase, me daban punzadas, tenía que parar, iba a
volverme loca.

Solté un grito desgarrador desde mi garganta, no podía soportarlo más, escuché a Camila abrir la
puerta, la miré, miré su expresión asustada y no sabía por qué.

-Lauren, tu nariz...- Dijo, mis dedos fueron a parar a mis orificios nasales, viendo ahora mis
huellas manchadas de sangre. Qué atónita al ver aquello, pero no me dio mucho tiempo, porque
perdí la consciencia por completo.

Lo siguiente que supe al abrir mis ojos fue que estaba en un lugar mi blanco, que mis ojos no
conseguían enfocar demasiado bien a mi alrededor, pero sentía una mano acariciar la mía. La
misma punzaba atormentaba a mi cabeza y arrugué la nariz negando. Intenté hablar, pero las
palabras no me salían.

Alguien me abrió los ojos y noté una fuerte luz enfocar a mi pupila, lo que me dolió bastante,
porque por el dolor de cabeza, los ojos me apretaban.

-Está consciente por fin... Le pido que por favor, tenga paciencia. Por lo que ella padece, necesita
descansar y estará desorientada las siguientes horas. Intente que cene algo, y sobretodo, no se
preocupe.

PERDÓN por no haber subido estos días, pero la verdad es que estoy muy liada, con el trabajo y
que también hago un poquito de vida social. :3 Sigo preparando esa sorpresa que os prometí,
pero todo a su debido tiempo. <3 GRACIAS A 27WORTHREGUI POR HACERME ESTE
PRECIOSO COVER.
Capítulo 21

Camila's POV

Estaba asustada, aterrada, y sinceramente estaba como en una nube, ausente de todo. La
imagen de Lauren con los ojos en blanco mientras se caía de la cama desmayada con sangre en
su cara no se borraba de mi mente, realmente me asustaba aquella situación, me asustaba a lo
que podía llegar todo.

Lauren se encontraba en una batalla luchando constantemente, estaba luchando por su día a día,
y desgraciadamente, no era por culpa del ejército.

Yo, me encontraba en una batalla conmigo misma. ¿Lauren o Hailee? La verdad es que no quería
elegir, porque Lauren me hacía sentir protegida, me hacía sentir bien, pero los sentimientos que
tenía por Hailee se están poniendo a flor de piel por aquel beso que me dio sin que yo lo
esperaba.

Me dolía el alma de esperar en la puerta de Cuidados Intensivos, donde se quedaba Lauren


aquella noche, y yo, desgraciadamente, no podía estar. "Ya hay una persona que se ha ofrecido a
pasar la noche vigilándola", ¿quién podía ser? En una rápida idea, se me pasó por la cabeza que
fuese su padre biológico, aquel que la mataba a palizas, pero aquello no era posible, porque el
muy imbécil había muerto.

-¿Estás ahí o tengo que pegarte en la cabeza para que reacciones?- Sonó una voz a mi lado y
realmente me asusté, porque creía que estaba sola. Una sonrisa se asomó por mi rostro al ver
aquellos ojos marrones en esos rasgos polinésicos.

-Estoy aquí. ¿Quién te ha dicho que-...?


-Tu madre, no puede guardarme secretos, ¿recuerdas?- Alzó las cejas mirándome y sonrió como
yo, mirando ahora al frente. -¿Qué le pasa?

-Realmente, no lo sé.- Mentí. -Pero esperó que pronto se ponga bien, me duele verla de ese
modo.- Suspiré mirando al suelo, cerrando los ojos, porque no quería que mis últimas pesadillas
se hiciesen realidad. Sabía que Lauren, al leer su historial, no iba a poder leer más después de
leer lo de su padre, así que antes de salir del cuartel, me aseguré de que la última página de su
historial médico, estaba guardado bajo llave como me recomendó Lucy.

Lucy conocía a Lauren, como si fuesen hermanas, y ella me dijo que estaba segura de que a
Lauren no le haría ninguna gracia enterarse de lo que tiene, y que, como ya había hecho
anteriormente cuando murió Keana, se dedicara a arriesgar su vida en el campo de batalla, que
no valorara su tiempo, y con lo que tenía, debíamos estar seguras de la salud mental de Lauren,
estar seguras de que no se expondrá tanto como para que le quiten la vida.

Un golpe en la cabeza me hizo reaccionar, me llevé la mano a esa zona arrugando la nariz.

-No me has dejado otra opción...- Dijo Dinah a mi lado y yo me reí por lo bajo mirándola aún con
la mano en la cabeza. -He traído algo de cenar, tu madre me ha dado dos sándwiches, y me dijo
que no comiera el tuyo que-...- No le di más tiempo a hablar, tomé la bolsa que ella traía para
conseguir mi sándwich, porque sabía perfectamente de lo que hablaba.

-¡Jalea y mantequilla de cacahuete con plátano!- Alcé mis brazos con mi cena en las manos ya
descubierta.

-¿Qué mierdas es eso, Mila?

-¿Esto? Es un trozo de cielo, ¿lo has probado?- Dinah negó con la cabeza y yo reí encogiéndome
de hombros. -Una lástima, tampoco te daré del mío para que lo pruebes.- le guiñé un ojo
empezando a comerme aquella delicia de sándwich que me preparó mi madre.

Estuvimos cenando y hablando por horas, hasta que DInah se quedó dormida en mi hombro, y yo
solo quería que dieran las 8 de la mañana para poder saber de la mujer de ojos verdes que
estaba en la habitación. Me las arreglé para colocar a Dinah apoyada en una silla en vez de en mi
hombro y me levanté para caminar, necesitaba moverme, estaba demasiado nerviosa.

La puerta de cuidados intensivos se abrió de repente, apareciendo un hombre alto, cabello color
miel y bastante bien vestido. Iba enfadado, se notaba en sus gestos, pero solo fue salir de allí y
ese hombre se desmoronó, porque las lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Cuando se dio
cuenta de que yo le estaba mirando, se focalizó hacia mí, logrando que yo apartara rápidamente
la mirada. Hasta que no escuché sus pasos alejarse, no me levanté, mirando a ambos lados. La
puerta estaba abierta, y no iba a desaprovechar oportunidad. Caminé de puntillas para que nadie
me escuchase. Todas las puertas estaban cerradas, pero en cada puerta estaba la ficha de cada
paciente alojado en esa habitación. Busqué la de Lauren y, me extrañó, porque no la encontraba
y solo había una puerta abierta, la puerta de la habitación donde descansaba Lauren.

Entré en esta sin querer hacer mucho ruido y la vi llorar, con una vía puesta en su brazo, y ella
intentaba cubrirse su rostro lleno de lágrimas con la sábana de aquel frío hospital. No pude más y
fui hacia ella, rodeándola con mis brazos. No sabía por qué lloraba, pero me daba miedo de que
se hubiese enterado de la verdad.

-Camz...

-Dime, estoy aquí, contigo...- Besé su sien cerrando mis ojos en aquel abrazo, aunque noté que
ella separaba un poco su brazo derecho, donde tenía la vía.

-Era mi padre... Era mi padre, mi padre, el novio de mi madre, él... yo... le he echado...- Sollozó
un poco más mientras apartaba poco a poco su rostro de mi pecho para mirarme directamente.

-¿Y por qué has hecho eso?

-Él no luchó por mí después de que me mandaran con Michael...

-Tendría sus razones, Lauren, no puedes apartar a la gente de tu vida de esa forma siempre,
¿sabes? Vales mucho como para que estés llorando de esta forma. Además, no sabes lo horrible
que estás con los ojos hinchados, llorona.- Le guiñé un ojo con una sonrisa en mis labios mientras
con mis pulgares intentaba secar la mayor parte de sus lágrimas en las mejillas. Ella finalmente
mostró una tenue sonrisa, y con eso me bastó. Agaché un poco mi rostro para darle un suave
beso en los labios, quedándome con los míos rozando estos y mi rostro ligeramente ladeado.

-Camz... ¿Qué me pasa?- Se me cortó la respiración al escuchar aquella pregunta y tragué saliva,
sabiendo que lo que iba a decir a continuación, era decisivo para nuestro futuro juntas.

-No lo sé, tiene que venir el doctor por la mañana, Lolo.- Mentí lo mejor que pude acerca de que
no lo sabía.

-Hm... Seguramente sea una tontería. ¿Puedes... quedarte conmigo esta noche?

-A ver, realmente, lo que es poder poder, no puedo, pero quiero, y voy a quedarme.- Arrugué un
poco la nariz con una ligera risilla, ella me hizo un sitio a su lado, y yo me tumbé con cuidado a su
lado.

Ella me cobijó entre sus brazos y yo me acurruqué sobre su pecho, acariciando su cuerpo encima
de aquel horrendo camisón de hospital que tenía. Sentí su respiración relajarse lentamente, y
cuando supuse que estaba dormida, fui yo la que cerré mis ojos, pero entonces escuché su voz.

-Oye... ¿Qué tal te fue con Hailee?- Se volvió a atorar mi respiración al principio de mi garganta,
tragué saliva y suspiré, tratando de que mi voz sonara impasible.

-Fue... Bien. Estuvimos hablando, de cómo nos va.- Aquella respuesta pareció convencerle,
porque con un beso en mi frente, entonces se quedó dormida por fin.

** ** ** ** ** ** **

En medio del sueño, noté un líquido mojarme la cara, pero yo no quería abrir mis ojos, estaba
demasiado cansada como para eso. Supuse que era Lauren quien era tan graciosa de poder
despertarme echándome agua a la cara, y entonces me revolví un poco con una media risa.
-Lauren, para...- Dije aún con una sonrisa en mis labios, alzando mi cuerpo para quedar frente a
su rostro y coloqué una mano en su mejilla.

De inmediato la aparté cuando noté la rigidez de su piel y la frialdad que esta tenía, abrí mis ojos
de par en par, encontrándome con una Lauren pálida, sin color en los labios y la cara llena de
sangre proveniente de sus labios y su nariz, a la cual moví rápidamente horrorizada. No. Aquello
no me podía estar pasando a mí. Repetía su nombre, repetía que se despertase, pero no obtenía
ninguna respuesta, comencé a llorar de forma casi histérica mientras intentaba tantearle el pulso
y comprobar si respiraba, pero estaba totalmente inerte. Negué unas veces más con mi cabeza
mientras me levantaba casi tropezándome en el intento para salir al pasillo y gritar.

-POR FAVOR, NECESITO QUE VENGA UN MÉDICO, POR FAVOR, QUE VENGA ALGUIEN.-
Rápidamente unas enfermeras se acercaron junto con una doctora, que entraron directamente a
la habitación de Lauren. Sentí unos toques en mi hombro, me di rápidamente la vuelta
encontrándome con alguien que no quería ver.

-Te lo mereces.- Dijo mi padre con una voz que me hizo temblar.

-¡CAMZ!- Escuché en un eco, miré a mi alrededor, pero abrí los ojos llorando aún para
encontrarme con aquellos ojos verdes mirándome con una expresión totalmente preocupada. -
¿Qué ocurre?

-No... No ha sido nada, Lauren... Ha sido un mal sueño...- Dije casi temblando, me abracé a ella y
escondí mi rostro en su cuello, porque no podía creer que la hubiera visto de aquella forma tan
inerte en mi sueño, no podía perderla.

-Camz...

-Tengo que contarte algo.- Dije incorporándome un poco para mirarla a los ojo, tenía miedo, y ella
no sabía lo que iba a decirle.

-Me mata la duda... Venga, dime.


-Estás... teniendo microinfartos cerebrales.
Capítulo 22

Lauren's POV

El mundo se me vino encima tan solo al escuchar lo que ella me dijo. En cuestión de segundos se
me pasaron tantas emociones por mi mente que me saturé, ira, enfado, frustración, impaciencia,
un cúmulo de sensaciones que no podía gestionar demasiado bien. Noté unas cálidas manos
sostener mi descolocado rostro y la miré a los ojos casi hiperventilando.

-Lauren, estoy contigo en esto... Tranquila.

-¿Desde cuándo sabías esto, Camila?- Escupí las palabras con rabia, intentando deshacerme de
sus manos.

-Eso no importa, lo que importa es que no vas a estar sola, ¿vale?

-¡¿Cómo que no importa, eh?! ¡Mi puto cerebro se está muriendo por momentos!- Intenté
deshacerme de las vías que estaban en mi brazo, pero solo sentí sus cálidos brazos rodearme, y
no pude más, todo se me hacía grande, tan solo cerré los ojos y exploté en un llanto que hacía
tiempo que no tenía.

-Voy a estar aquí contigo, en cada decisión que tomes, en cada error, en cada acierto, te quiero
Lauren, te quiero muchísimo y no voy a dejarte ir así como así.- Aquellas palabras en susurros
me llegaron directamente al alma, haciendo que mi llanto se hiciera más fuerte incluso.

-¿Voy a morir?- Pregunté con un hilo de voz y ella se separó un poco para mirarme directamente
a los ojos. Su sonrisa era forzada, triste, y casi no necesitaba ya una respuesta de sus labios.
-Tienen que someterte a una operación. En tu informe... ponía que en tu cicatriz del estómago
hubo complicaciones, tus arterias no funcionan como antes, porque se rompen con facilidad con
un mínimo golpe, lo que... provoca obstrucciones sanguíneas o hemorragias...

-¿Qué?

-Que la sangre no llega con facilidad a tu cerebro.- Besó mi frente, pero yo aún no asimilaba lo
que me estaba diciendo. ¿Cómo podrían darme pequeños ictus cerebrales por una maldita
cicatriz? Recuerdo haber estado hospitalizada por la gravedad de la herida, pero nunca
mencionaron nada de mis arterias.

Tantos pensamientos se me pasaron en seguida por mi cabeza que me llegué a saturar, porque
no podía más, pero el ver esos ojos cafés tan centrados en mí, me hizo darme cuenta que tenía
que esforzarme, sacar fuerza, y luchar.

-¿Por qué no me lo dijisteis?- Dije mientras ella secaba las lágrimas que aún caían con menor
asiduidad por mis mejillas. Era difícil verme llorar, y era difícil que me mostrara así ante ella.

-Lucy me dijo que temía que fueras una suicida y que en cualquier misión arriesgaras más de la
cuenta tu vida...

El suspiro de Lauren fue audible en toda la habitación, mientras, cogió mi mano y jugó con mis
dedos, lentamente, repasándolos con las yemas de sus dedos.

-Voy a tomarme un descanso.- Levantó la mirada hacia la mía, cristalizada, a punto de llorar. -Y
ya veremos si ese descanso es temporal o para siempre.- Obviamente, sabía a lo que se refería,
pero prefería no pensar en lo peor.

** ** ** ** ** ** ** **
Lucy's POV

Era madrugada, y Vero se había colado en mi habitación hace unas horas, y ahora nos
encontrábamos desnudas ambas en mi cama, bajo las sábanas. Ella dormía plácidamente en mi
pecho, pero yo no podía cerrar mis ojos y descansar. Tenía un mal presentimiento dentro de mí, y
no quería pensar en el estado de Lauren.

Quería a Lauren con mi misma vida, incluso si tuviera que dar mi mano derecha por ella, lo haría.
Ha habido tantísimos momentos en los que hemos estado juntas, tantos momentos en los que
ella ha llorado en mi hombro, en el que hemos reído como locas, en el que me trataba mal porque
tenía un día de mierda, pero así era ella, y yo no iba a hacerla cambiar de alguna forma, porque
su forma de ser era así, así era Lauren Jauregui.

Temía el día en el que se enterara de lo que padece, porque una cosa sabía segura, que yo no
iba a poder evitar que se enterara eternamente. En ese momento, Vero se removió encima de mí,
y una mano la puso en uno de mis pechos, a lo que solté una leve risa, la achuché hacia mí con
una sonrisa en mi rostro. Verónica llevaba poco en mi vida, pero estaba consiguiendo que cayera
por ella, estaba consiguiendo que recuperara la confianza en la gente. En la oscuridad, pude ver
un moratón en mi brazo y sonreí al recordar el por qué de este.

"Venga, joder, Lucy, enséñame a sacar sangre. Que no voy a hacerte daño, enséñame, venga,
venga, venga, por favor."

Después de haberla amenazado de que si me hacía daño no tendría sexo con ella en una
semana, lo hizo, pero es que no podía resistirme a ella.

Alguien tocó mi puerta y fruncí el ceño, porque a esas horas de la madrugada, no sabía quién
podía estar molestándome. Intenté deshacerme de las manos de Vero, pudiendo al final y me
puse una bata para cubrir mi desnudez. Abrí un poco la puerta y me extrañé al ver el rostro de
aquella chica.
-¿Y tú quién eres?- Dije algo a la defensiva.

-Yo... Me dijeron que podía preguntar por Lauren en esta habitación. Siento estas horas, yo...
vengo de California y... Y... Allí es otra hora.

-¿Lauren?

-Sí, eh... Lauren Jauregui.

-Lauren ya no está aquí.- Dije y vi cómo el rostro de aquella chica se ensombrecía al momento, y
supe que mis palabras no fueron las adecuadas. Sacudí mi cabeza y carraspeé. -Quiero decir,
que está de descanso. ¿Quién viene a verla desde tan lejos?

-Ahm, yo... Solo... Quería verla. N-no la conozco, y me gustaría ver su rostro. ¿Puedes
enseñármela? Por favor, ¿tienes alguna foto de ella?- Dijo con su rostro tan apenado que quise
abrazarla, pero no lo hice.

-Dame un minuto, me vestiré.- Y cerré la puerta, suponiendo que cuando abriera de nuevo,
volvería a encontrarme con aquellos ojos tan penetrantes. Me bastaron unos minutos para estar
lista, y al abrir, me la encontré sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared, pero se
puso de pie rápidamente al verme, yo reí porque casi se cae. Cerré la puerta con cuidado para no
despertar a la personita que descansaba en la cama.

-¿Tienes... tienes una foto?- Y yo asentí, metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y le enseñé
una que nos hicimos, pero ella no quiso porque salía con mucha luz y casi no se nos distinguía,
pero a mí me pareció graciosa y la conservé.
-Ella es Lauren. Disculpa, ¿puedes decirme tu nombre?- Ella mantuvo la foto entre sus dedos.
Silencio. No me dijo su nombre, no dijo nada, parecía hipnotizada con aquella foto. -¿Puedes...

-Yo solo tengo esta foto de ella.- Me enseñó una foto con la cual me sorprendí al encontrar
aquella carita tan feliz, aquellos ojitos verdes tan felices, y a esa madre tan orgullosa de su hija.
Sabía quién era la mujer de la fotografía, era la madre de Lauren, pues ella me había enseñado
una sola foto que conservaba de ella.
-Es ella de pequeña... ¿Cómo tienes esta foto?- Silencio. No respondía a mis preguntas, y me
llegaba a desquiciar aquello. Salimos al porche, donde pude ver que fuera estaba lloviendo.

-¿Ella es buena?- Me miró directamente a los ojos y cuando yo asentí, ella mostró una media
sonrisa donde pude ver los hoyuelos que se formaron en sus mejillas.

Nos quedamos un buen rato en silencio, en el que ella comparaba la Lauren de las dos
fotografías, como si no se creyera que fuera ella. Yo estaba absorta, concentrada en mirar la
lluvia caer a través de los cristales, pero salí de mi trance al escuchar sus sollozos. En cuanto la
miré, ella se levantó.
-Un placer haberte conocido, yo... gracias por dejarme verla en esta foto.- Me tendió la foto con
una sonrisa triste en su rostro.

-No es nada. Me llamo Lucy, ¿y tú?- Guardé la foto en el bolsillo trasero de mi pantalón y cuando
levanté la vista, ella seguía mirando la fotografía de Lauren-baby. -Disculpa.

-Oh, lo siento, l-lo siento, solo... me distraigo con facilidad. ¿Qué decías?

-¿Cuál es tu nombre?- La miré a los ojos, había algo familiar en estos, pero no sabía el qué.

-Mi nombre es...

** ** ** ** ** ** **

Camila's POV (Dos semanas después)

Aquellos catorce días fueron una verdadera montaña rusa. El padre de Lauren no volvió a
aparecer por el hospital, pero algo me decía que me había mentido en cuestión a su parentesco
con aquel hombre. Recordé que anteriormente me había dicho que era un hombre de pelo negro
y ojos oscuros, y casi de su misma estatura, en cambio, este era alto y castaño claro, pero algo
tenía en mente, y es que no iba a presionarla a decirme lo que no quería decir.

Hace unos días, le di una gran sorpresa y es que iba a llevarla de viaje, quería que disfrutase, que
no se encerrase en lo que le pasaba, que se despejase.
FLASHBACK, UNOS DÍAS ATRÁS.

Aquel día tenía algo de tristeza en mi estado de ánimo, porque Lolo despertó enfadada, le dolía la
cabeza y me advirtió el médico que iba a tener algo de bipolaridad en la posible recuperación que
iba a tener, pero en mi bolsillo tenía algo importante, un regalo para ella, y verdaderamente no
sabía cómo iba a tomárselo. Podría ser:

1)"¿Realmente te crees que estoy en la puta condición de ir a un maldito viaje contigo, Camila?"

2) "Santa mierta... deseaba este viaje como nada en el mundo."

Y precisamente por eso mis manos temblaban al llegar a la salita donde ella estaba sentada
viendo la tele con la mirada algo perdida. No sabía si iba a enfadarse conmigo o no, así que, me
senté a su lado y carraspeé.

-¿Qué?- Dijo fríamente mirándome cuando yo hice aquel sonido con la garganta.

-Es solo...

-¿Puedes decirlo y ya está?- Habló enfadada, y noté que apretaba sus labios. Le estaba doliendo
y no decía nada.

-¿Me puedes dejar hablar? Comprendo que estés enfadada, pero-...

-No puedes comprenderlo, joder.- Dijo volviendo a mirar a la televisión, suspiré mirando al suelo,
me levanté y entonces saqué el sobre, dejándolo en su regazo. Lo miró, pero yo ya estaba en
camino de la puerta al escuchar que abría el sobre. Salí de la casa lo más rápido que pude,
secándome una lágrima que caía sin querer por mi mejilla, que me tratara así me dolía, aunque
fuese fruto de su padecimiento, pero dolía, como el infierno.
Tras caminar un rato, acabé en la playa casi sin darme cuenta. Los acordes de una guitarra
llegaron a mi oído y entonces sonreí, me encantaba el sonido de una guitarra. Busqué con mi
mirada y encontré a una chica morena, con rastas rubias recogidas encima de su cabeza, gafas
de sol y una guitarra de madera clara en sus manos. Fui hacia ella, y en ningún momento dejó de
tocar, yo simplemente la escuchaba, y cuando acabó, me miró con una amplia sonrisa que me
trajo tan buena vibración que me estremecí.

-¿Te gusta?

-Mucho.

-Me llamo Ashlee.- Extendió su mano, con la púa entre sus dedos, yo la estreché con una media
sonrisa.

-Yo me llamo Camila.

** ** ** ** **

Le insistí a Ashlee que no tenía que llevarme a casa, pero ella insistió más que yo y al final cedí.
Me reía con ella a carcajadas, era muy graciosa, y me hizo despejarme de lo que me rodeaba por
unas horas. Al llegar a mi casa, me despedí con un abrazo de la persona que me acompañó
durante toda la tarde, y entonces, al subir los escalones hacia mi puerta, me encontré esta
abierta, y Lauren sentada en el umbral de la puerta, al verme, se levantó rápidamente, pude ver
que el sobre estaba abierto entre sus manos, se acercó a mí, sosteniendo mi cara entre sus
manos y me besó, de esos besos que te llegan al alma, de esos besos que te dicen "te quiero" en
silencio.

-Rumbo al Amazonas.- Dijo en un susurro sobre mis labios. Yo asentí con una sonrisa, cogí las
solapas de la camisa que llevaba medio desabrochada comenzando a besarla, atrayéndola
conmigo al interior de la casa.

FIN DEL FLASHBACK

Estábamos embarcando en el avión, después de las tantas vacunas que tuvimos que tener para
viajar al Amazonas, pero a Lauren le seguían dando miedo las alturas, en cambio, al llegar allí,
tenía una actividad para que superara su miedo.

Una vez estuvimos sentadas, me agarró la mano disimuladamente y yo reí por lo bajo al notar su
miedo, la miré a los ojos e hice un mohín con los labios que le causó gracia.

-Quiero que te despejes en este viaje, que no recuerdes nada malo. Solo somos tú y yo, en medio
de la naturaleza, ¿está bien?

-Te lo prometo.- Sonrió, pero esa sonrisa se borró cuando el avión comenzó a avanzar, y su
mano libre se agarró al reposabrazos, yo reí ante su pequeño miedo, bajé la cortina de la
ventanilla y le besé la sien.

-Estoy aquí contigo.


Capítulo 23

SI LLEGAMOS A LOS 100 COMENTARIOS, TENÉIS OTRO CAPÍTULO HOY MISMO. QUIERO
SABER QUÉ OS PARECE ARMY, VUESTRAS EXPECTATIVAS, SOSPECHAS,
PREDICCIONES. EL FINAL PUEDE ESTAR CERCA.

(Siete años antes...) LAUREN'S POV

Frío. Tenía frío.

Estábamos en mitad de Enero, mi estómago rugía como nunca, y mi asqueroso padre no hacía
más que gastarse el dinero en alcohol y más alcohol. Estaba desesperada, porque lo máximo que
comía era lo que podía conseguir en el comedor del colegio, el menú para gente necesitada.
Estudiaba solo para sobrevivir de esa comida, pero todo empeoró un día, un día en el que yo
tenía pensado seguir con mi vida tal y como era, pero empeoró.

Me encontraba en gimnasia, y mis músculos se resentían al no tener las suficientes proteínas


como para mantenerme en pie después de tanto esfuerzo. Vi algo que me llamó la atención, y era
que una pequeña niña estaba escondida tras una columna del patio, temblando, y un grupo de
gamberros desesperados por encontrar algo, mirando hacia todos lados. Mi ceño se frunció al
momento y entonces la niña hizo contacto visual conmigo.

-¡Jauregui, no pares!- Me gritó el profesor al notar que mi velocidad en el calentamiento de correr


aminoraba, pero me paré, hice oídos sordos.

-Necesito ir al baño, profesor.- Dije mirándole mientras mis compañeros seguían.

-¿Por qué?
-Soy una chica, es una urgencia.- Alcé mis cejas y entonces me dejó, porque ese truco era
infalible siempre en clases.

Subí las gradas que conectaban con el patio superior del colegio, y pude ver más claramente a la
niña escondida. Caminé hacia ella con una sonrisa dulce en mi rostro, asegurándome de que
aquellos gamberros no se dieran cuenta de que la estaba viendo.

-Eh, pequeña, ¿qué ocurre?

-Esos niños quieren pegarme porque dicen que les empujé en el receso...- Dijo con una tímida
voz y yo arrugué la nariz acariciándole el brazo.

-¿Qué curso eres?

-Soy de cuarto grado...- Se pasó la mano por debajo de la nariz y entonces escuché una voz.

-¡Eh!- Se escuchó una voz masculina a mis espaldas y yo me giré en pie mientras sentí a la
pequeña esconderse en mí.

-¿"Eh" qué? ¿Son formas esas de hablar?- Aquel chico era de un curso menos que yo, le
reconocía, siempre estaba molestando a los demás, pero nunca me dirigió la palabra, quizá
porque yo era tan poca cosa que no era digna de una mirada de alguien.

-Quítate de ahí, latina de mierda.- Escupió, metiéndose con mi procedencia. Apreté mis puños
suspirando y me puse firme, en señal de que no iba a quitarme de ahí. De pronto, él tomó con
fuerza mi largo pelo y me arrastró fuera de la niña, yo pegué puñetazos en su pecho, pero de
nada servía, porque tan pronto como reaccioné un poco, me dio una bofetada con el dorso de su
mano que me hizo daño, especialmente porque un pequeño hilo de sangre recorrió mi barbilla
procedente de mi labio inferior.

-¡¿Qué está pasando ahí?!- Dijo un profesor que pasó por ahí. -Tú, te quiero ahora mismo en la
sala del director.- Le dijo al chico y mientras, la niña tiraba de mi camiseta para que me agachara,
yo lo hice mientras intentaba parar un poco la sangre de mi labio.

-Te ha golpeado...- Yo reí ante aquella frase de evidencia que ella dijo.

-Sí, pero no es nada...

Desde aquel día, la pandilla de aquel chico, me visitaba a la hora de comer y tiraban mi comida a
la basura. Daba igual si buscaba algún escondite bueno, porque terminaban encontrándome.
Duró una semana aquella tortura, porque encontré un rápido remedio.

Caminaba por el supermercado como de costumbre, mirando si podía comprar algo con los
cuatro centavos que tenía en mi bolsillo, pero entonces, al llegar a la zona donde estaban los
sándwiches precocinados, mi estómago rugió una vez más. Me sentía verdaderamente débil al
ver la comida y no poder cogerla. Una idea pasó por mi mente, miré a un lado, miré a otro, y cogí
el sándwich metiéndolo bajo la vieja chaqueta deportiva que conseguí en un contenedor de ropa.

Mis pasos eran rápidos hacia la salida, con la cabeza gacha y esperando que no pasara nada,
pero justo en la puerta, se me cayó el sándwich al suelo, el plástico hizo ruido y al mirar hacia
atrás vi al dependiente salir de su caja.

-¡Ladrona!- Gritó y yo recogí el sándwich para empezar a correr, el dependiente corría tras de mí
y mis lágrimas afloraban por mis mejillas, esto era demasiado triste, ¿por qué no podía ser una
niña normal?

La policía pasó y el hombre seguía gritándome sin aminorar su marcha, pero con mi debilidad de
no haber comido en días, casi no podía seguir moviendo mis piernas. Los agentes comenzaron a
correr detrás de mí, y eso fue adrenalina para mi cuerpo, porque no sé de dónde encontré la
fuerza para seguir.

Conseguí despistarlos, pero fue un error aquello, porque me metí en un callejón donde había una
verja metálica. No pude hacer nada cuando los vi al final de la calle, era ahora o nunca. Me senté
mirando hacia la verja y abrí el sándwich, intentando comer algo, fruto de la desesperación que
sentía. Mi llanto no cesaba, conseguí darle un mordisco al pan antes de que me cogieran los
brazos con una fuerza brutal y no pudiera evitar que aquel sándwich cayera al suelo.
Aquel fue el primer día que robé, el primer día que me arrestaron, el primer día que vi a mi padre
completamente sobrio recogerme de la comisaría, y sobre todo, el primer día en el que sufrí una
paliza brutal de sus manos.

FIN DEL FLASHBACK

-¿Lauren?- Salí de mi trance al recordar aquellas cosas, estábamos paradas enfrente de un


supermercado donde acabábamos de comprar cosas para comer allí en Brasil. Veía a un niño sin
camiseta correr calle abajo mientras el dependiente corría también tras él. Lo que tenía robado
era una barra de pan, y entonces, sin pensarlo nada en absoluto, cogí la bolsa que sostenía
Camila con lo que habíamos comprado y corrí tras ellos.

Me causó tanta empatía lo que veía ante mis ojos que no dude en querer ofrecerle mi comida.
Finalmente, los alcancé, cogí al niño por el brazo y se veía realmente asustado, me paré frente al
dependiente y saqué un poco de dinero del bolsillo. Por señas, pagué la barra de pan, y entonces
me puse de rodillas frente al niño con una media sonrisa, peiné su negro pelo hacia atrás y
entonces puse la bolsa entre nosotros dos.

-¿Entiendes un poquito de inglés?- Su cara de confusión me mostró todo, y entonces sonreí ante
la ternura de su rostro. -¿Ahora un poquitico mejor?- Dije en español, una sonrisa asomó por su
rostro, algo me entendía.

-Eu... Senhora, eu... (Yo... Señora, yo...)- Dijo con un hilo de voz.

-Esto es para ti, "teu", o para tu familia, ¿vale?- Él asintió poco convencido de que yo le estuviera
ofreciendo comida. Sus pequeños brazos rodearon mi cuello y le abracé con una sonrisa en mi
rostro.

Pronto nos separamos, yo me quité una chaqueta que tenía puesta remangada y se la puse
también en la bolsa que terminó cargando calle abajo con la barra de pan asomando. Me puse de
pie sin dejar de mirar aquella escena, no sentí la lágrima caer por mi mejilla hasta que una mano
se posó en mi hombro, miré y era Camila mostrándome una sonrisa tierna. Había estado viendo
todo. Me di la vuelta y sus brazos me envolvieron en un cálido y sentido abrazo. Cuando nos
separamos ella me secó las lágrimas de mi rostro.

-Supongo que tendremos que comprar más comida, ¿no?

** ** ** ** ** ** ** **

Estábamos quedándonos en un pequeño pueblo de Brasil llamado Manaos, y me encantaba


aquel ambiente tan hogareño. Por la noche, Camila y yo terminamos de ducharnos después de
haber hecho un poco de turismo, jugamos un poco a las cartas, que dicho así suena bastante
inocente, pero cada vez que ella perdía, se quitaba una prenda. Yo casi nunca perdía, pues me
habían tocado muchas guardias en el cuartel jugando a esta mierda. Estuvimos jugueteando un
rato con cosquillas hasta que caímos en la cama, ella acarició mi pelo y puso un mechón de este
tras mi oreja, besé la palma de su mano y suspiré.

-No quiero perderte, Lauren.- Murmuró sin dejar de mirarme a los ojos.

-Volveré contigo al ejército... no vas a perderme.

-No, no puedes... Lauren, es peligroso. ¿Y si te desmallas en una misión? ¿Y si...?- Coloqué mi


dedo índice en sus labios con una media sonrisa.

-Puede que ahora... No sepa hablar demasiado bien siempre, con palabras precisas y... eso. Ya
sabes, pero... voy a recuperarme, ¿sabes? He salido de muchas.- Besé la comisura de sus labios
y ella suspiró.

-Lauren... Te puede dar un ataque y quedarte parada, sin poder moverte, ¿y si estás en un blanco
fácil?

-Entonces tendré a mi chica... protegiéndome.- Murmuré con cariño mirándola mientras sus
piernas rodeaban las mías. Una sonrisa asomó por su rostro al escucharme decir eso.
-¿Tu chica?

-Sé mi novia, Camz.- Dije en un ronco susurro, y escuché su respiración pararse por un momento,
asintió y sus labios se presionaron en los míos, suavemente, con cariño.

-Seré tu novia, Lolo.- Dijo casi sobre mis labios lo que me causó algo de gracia, así que me quedé
abrazándola unos minutos hasta que escuché su voz de nuevo. -Debo contarte algo si quiero
empezar algo serio contigo.

-¿El qué?- Mi voz sonó más preocupada de lo que tenía pensado.

-Me... me besé con Hailee.- Wow. Eso sin duda dolió, y más cuando ella no sabía decir las cosas
sin cuidado.

-¿Te... te... tú...?- Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta y suspiré quitándome de
encima de ella con molestia.

-Lauren, no fue nada, solo fue un beso... Además, no estábamos juntas, ¿recuerdas?- Mi mente
no procesaba bien la información, empezaron los molestos pinchazos en la parte trasera de mi
cabeza y suspiré llevando una mano ahí.

-Para...

-Solo no pensé lo que hacía...

-Camila, basta.- Dije en un tono bastante serio y me levanté, apoyando mi frente con la fría pared,
dolía como el infierno, lo de Camila y mi cabeza.

-Lolo...- Dijo levantándose, dando pasos pausados hacia mí, me tenía miedo, porque no era la
primera vez que sufría un ataque de ira frente a ella, pero el médico me dio unas pautas para
canalizar mejor mis emociones sin procesar por mi cerebro. Respiraba pausadamente, con mis
ojos cerrados, sintiendo un poco de alivio por la pared fría en mi piel porque podía jurar que en
aquel momento tenía fiebre alta, lo que era tan solo una sensación.

-¿Soy suficiente para ti?- Pregunté girándome para mirarla fijamente a los ojos y sus ojos estaban
ciertamente cristalizados.

-Lauren, yo...

-¡Dilo!- Dije en un grito que a ella misma asustó.

-Lauren, yo te amo. No pienses que eres insuficiente para mí.- Dijo en un hilo de voz, con miedo
evidente en sus acciones. Mis músculos se relajaron cuando escuché su confesión, mi respiración
se tranquilizó luego de unos segundos y suspiré.

-Camz...- Levantó la mirada hacia mis ojos y entonces, mis labios chocaron con los suyos con
pasión, amor y cariño, rodeando su cuerpo semi-desnudo con mis brazos, pegándola a mí.

MENOS DE UN MES PARA VER A LAS CHICAS EN BARCELONA. Ante todo, muchas gracias
por colaborar en ayudarme a vender mi entrada sobrante, muchísimas gracias de verdad. Y SHIT,
HA SALIDO EL VÍDEO DE THAT'S MY GIRL. SHIT. SHIT.

Lo segundo, quiero veros en Barcelona a las que vais, así que si me mandáis un MD a
@KeepWithCamren estaré muy a gusto en responderos y poder veros por allí. :3

Lo tercero, va acercándose el final de ARMY, como dije, tengo planeado terminarla para antes de
que termine octubre, por lo que habrán bastantes capítulos en semana (no quiero decir que sean
maratones porque sé que me comprometo a subir uno por día y luego po' una mierda pa' mí),
pero sí que puedo decir que voy a actualizar con más frecuencia.
OS QUIERO MUCHO. XO. <3
Capítulo 24

Venga, he sido buena, que no he esperado a los 100 comentarios para otro capítulo. ¿Me queréis
ahora? :3

Lauren's POV

Me desperté exhausta a la mañana siguiente, e inmediatamente supe el por qué cuando sentí el
cuerpo de Camila completamente desnudo removerse a mi lado. Sonreí casi al momento,
abriendo a medias mis ojos y, efectivamente, allí estaba, tan preciosa como siempre. Acaricié su
enmarañado pelo desde la raíz, entrelazando mis dedos con este lentamente, queriendo
protegerla de todo lo malo. ¿Qué pasará cuando me muera? Probablemente sea pronto, y no
puedo evitar imaginarme a Camila totalmente desolada junto a Lucy, mis dos pilares, las dos
únicas personas a las que les importo por ahora.

Una lágrima escapa por mi mejilla, porque incluso en mi pensamientos, no puedo hablar
claramente, hay veces que me quedo en blanco, me quedo embobada, y creen que no me doy
cuenta de eso, pero mi cerebro poco a poco se va debilitando, hasta tal punto, que he llegado a
despertarme sin reconocer el rostro de la mujer que duerme a mi lado, pudiendo recordarla
segundos después.

Nadie sabe lo duro que es que tu cerebro esté reiniciándose constantemente, como si fuera un
ordenador estropeado, que no permite estar más de cinco minutos encendido sin que se reinicie
solo. Saqué una pequeña libreta del bolsillo de mi pantalón tirado en el suelo y comencé a leer.

"¿Cómo te llamas?"

-Lauren Michelle... Jauregui Morgado.- Susurro para que Camila no escuche.

"¿Cuál es tu color favorito?"

-Negro... negro, ¿era negro? Sí... Negro.

"¿Qué día es tu cumpleaños?"

-27 de junio...

"¿Cuál es tu libro favorito?"

-Espera, era... algo de un ruiseñor. Mierda. Matar a un ruiseñor, eso.


"Cuenta hasta diez."

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, siet... seis, siete, ocho, nueve, diez.- En ese momento, escucho a
Camila respirar de una forma poco pausada, lo que me indica que ya no está dormida. Miro hacia
mi lado y sonrío al encontrarme con sus ojos observándome.

-¿Ejercitando la mente?

-Hm... sí.- Mi sonrisa no se borra de mi rostro.

-Al menos hoy has recordado el libro y tu color favorito, es un logro, ¿no?- Se acercó a darme un
tierno beso en los labios. Todo lo que lograba, ella lo celebraba, lo que me hacía sentir
ciertamente orgullosa de los pequeños pasos que iba dando.

-No quiero hacer estos ejercicios todas las mañanas...- Susurré acurrucando mi cabeza en su
cuello.

-Escuchaste al médico... es para que tu mente no se atrofie, tienes una mente demasiado
hermosa para que se estropee, ¿sabes?- Dijo susurrando en mi oído mientras yo acariciaba
lentamente su espalda.

-Pero...

-Nada de peros, venga, ve a ducharte y te vistes, que hoy tengo algo planeado.- Me dio unas
palmaditas en el hombro y se separó de mí mientras se ponía la ropa interior.

La forma que tenía Camila de ayudarme a seguir me sacaba de mis casillas de una forma buena.
Por una parte, deseaba recuperarme para poder incorporarme al ejército de nuevo, pero por otra,
no quería que Camila volviera a sufrir maltratos del asqueroso cerdo de su padre.
** ** ** ** **

Camila's POV

No pude creer que Lauren hubiera aceptado mi propuesta de ir a escalar muros de la selva del
Amazonas, pero se encontraba muy dispuesta aquél día, más activa que los demás, hiperactiva
me atrevería a decir. No paraba de hablar (aunque a veces se trababa un poco en algunas
palabras), no paraba de reír, de agarrarme, y realmente yo estaba feliz de verla así.

Hicimos dos especies de amigas que venían también de Estados Unidos e iban a hacer turismo al
Amazonas, por lo que nos pusieron en el mismo grupo. Parece que cuando íbamos en el furgón,
Lauren se pensó mejor aquello de las alturas escalando, porque no dejaba de mirar por la
ventanilla, acariciando mi mano, con la mirada vacía, embobada. A veces, aquella mirada me
daba miedo porque no sabía lo que podía estar pasando por su cabeza. Una mueca de dolor en
su gesto me hizo ponerme alerta.

-¿Estás bien?- Murmuré dando un beso en su hombro, ella asintió sin mirarme y sus ojos estaban
algo cristalizados.

-Solo duele un poco.- Alzó un poco la comisura de su labio intentando tranquilizarme con aquel
intento de sonrisa.

-Respira profundo.- Y entonces la oía respirar sonoramente, su pecho subía y bajaba, y a veces
su mano apretaba la mía. Parecía que desde que ella supo de su padecimiento, estaba más
receptiva al dolor, o simplemente antes lo ignoraba.

Por fin llegamos a aquella selva, y el guía nos advirtió de los peligros que corríamos, que
cualquier animal extraño lo evitaramos en la medida de lo posible, que le siguiéramos en todo
momento, y sobre todo, que lo pasáramos bien.
Lauren era curiosa, miraba hacia todos lados, y yo miraba hacia ella, incluso me atreví a mirar su
abdomen bien marcado y descubierto por el top que llevaba puesto. Para aquel tiempo estaba
cayendo una especie de llovizna proveniente de la densa humedad que había en la selva, hacía
demasiado calor, pero nadie parecía notarlo. Me quedé un poco atrasada del grupo y entonces
tuve plena vista del cuerpo de Lauren. Su trasero se marcaba de muerte con esos pantalones, no
podía dejar de mirar aquello, tanto, que al final, con ese despiste, mi pie se enredó en una rama y
acabé en el suelo.

-¡Camz!- Dijo Lauren y yo me reí, porque no era remediable lo torpe que yo podía llegar a ser.

-Estoy bien...- Me levanté con su ayuda y seguimos la marcha, viendo que mi brazo sangraba un
poco, lo que me recordó las palabras que Lauren me dijo casi al principio de conocerla.

"-Sargento, tiene... sangre en el brazo.

-Ojalá todas las heridas que veas sean como esta."

Al rato, después de estar atravesando troncos con equilibrio, cruzar pequeños riachuelos y tener
que cortar algunas ramas para pasar, llegamos a la zona de escalada. Yo me decidí por
quedarme haciendo fotos con la cámara de deporte que trajimos, porque quería ver la ilusión de
Lauren al hacer aquello.

Antes de ponerse el arnés, nuestras dos compañeras y ella se subieron a un tronco, les dieron
botellas de agua y justo ahí, apreté el botón de la cámara. Se veía tan bien, con su pelo mojado y
aquella ropa improvisada de deporte, que me quería morir allí mismo. Su verde mirada se dirigió
hacia mí directamente cuando notó que hacía la foto, yo sonreí y ella me guiñó un ojo. Vale,
ahora sí estoy muerta.
** ** ** ** ** ** **

-¡Sí, Lu! Y luego conseguí subir hasta lo alto, sin marearme, te lo juro, pero tampoco miré mucho
hacia abajo, porque cuando lo hice la primera vez estaba muy cerca del suelo. ¡Me sentía la puta
reina del mundo!- Lauren estaba hablando por teléfono en la terraza de la pequeña habitación
mientras yo me encontraba en la cama leyendo un libro, o bueno, "leyendo", porque estaba más
atenta a ella que a otra cosa. -¿Cómo que llegó una chica preguntando por mí? ¿Es una broma?-
Rió leve. –Pero si por mí no tiene que preguntar nadie, Lucy.- Su mano fue a parar a su nuca,
rascándose con cierto nerviosismo. –Pues no tengo ni idea.- Algo me hacía pensar que sí tenía
idea, porque no paraba de moverse nerviosa.

En cuanto colgó, vino a tumbarse a mi lado, estaba algo temblorosa, y justo cuando se tumbó, su
brazo se enredó alrededor de mi cuerpo.

-Eh... ¿estás bien?- Cogí su rostro entre mis manos, notando lo fría que estaba. Suspiré y pegué
mi frente con la de ella.

-S-sí...- Dijo tartamudeando.

-Dime tu nombre.

-Lauren... Michelle Jauregui Morgado...

-Dime tu color favorito...

-No lo sé... el... el... joder, no lo sé.

-Dime tu fecha de nacimiento.

-No lo sé...- Comenzó a llorar, nerviosa, casi temblando, entonces la abracé, incapaz de seguir
con la ronda de preguntas habitual en su rutina, besé su sien repetidas veces y ella se aferró a mi
cuerpo. Estaba llorando desconsoladamente, y la llamada de Lucy tenía algo que ver en esto.
Alguien estaba por venir, y yo no iba a quedarme sin saberlo. Poco a poco, noté el cuerpo de
Lauren relajarse, y su respiración se volvió pausada y profunda. Normalmente, cuando se atasca
en una de las preguntas de la rutina, comienza a entrar en un estado de nervios que solo puede
salir si ella misma trata de tranquilizarse, así que un día más, conseguí que a pesar de no
acordarse de su color favorito, o su fecha de nacimiento o su libro favorito, consiguiera
tranquilizarse, porque yo siempre iba a estar para calmarla, siempre que pudiera, estaría.

-Te amo, Lauren. Siempre voy a hacerlo.- Le susurré a la dormida ojiverde antes de apagar la luz
y relajarme junto a ella.
Capítulo 25

POR CIERTO. Tengo algo que deciros, y es que me gustaría recomendaros dos novelas de las
que estoy tremendamente enamorada y no tienen las visitas que, a mi parecer, se merecen. Una
es PROVÓCAME, de Mereeia, y la otra es COLORS de Paulanieda. Espero que las apoyéis y
comentéis, porque de verdad les doy mis dies. :3 De paso, quien quiera, puede dejarme el título
de su novela porque estoy abierta a leer de todo, siempre que sea original!

Ahora, a leer.

(Dos semanas después...) Camila's POV


Estaba orgullosa de Lauren, porque estaba consiguiendo cosas con su fuerza de voluntad, pero
me daba la impresión que estaba triste por algo, y no quería decirme el qué. Traté de ponerme en
contacto con Lucy, pero nunca me cogía el teléfono. Habíamos vuelto a ir al médico y le añadió
algunas preguntas más a la lista rutinaria de Lauren, la lista que tenía que repetir cada vez que
entrara en estado de nerviosismo y la que tenía que contestar cuando se despertase todas las
mañanas. Por otra parte, el regresar a Miami con mi familia, parecía hacerle bien a Lauren,
porque se entretenía jugando con Sofi, paseando por la playa, cosa que siempre hacía ella sola,
necesitaba su espacio y no quería quitárselo.

Una mañana, yo estaba aún dormida y entonces noté movimiento al otro lado del colchón. Al abrir
un ojo, observé a Lauren sentada, con los codos apoyados en sus rodillas, la cara en sus manos
y respiraba más rápido de lo habitual.

-Eh, ¿qué ocurre?

-No pasa nada.- Dijo de mala gana, en cuanto me toqué su hombro, se revolvió de una forma que
no pude ver venir, porque en cuestión de segundos, me tenía acorralada en el colchón, cogiendo
con fuerza mis muñecas.

-Lauren, intento ayudarte... cálmate.

-No me toques.

-Lauren...- Forcejeé un poco, sin poder remediarlo yo también estaba nerviosa, porque nunca le
había dado un ataque de agresividad cuando estábamos a solas.

-¡CÁLLATE!- alzó la voz mientras sus manos iban directamente a mi cuello, me estaba haciendo
daño, sus pulgares apretaban con fuerza mi traquea. Quería toser porque no me llegaba oxígeno
a los pulmones, negué levemente con la cabeza, sus dedos se hundían en mi piel, llegando a
arañarme en la parte de mi nuca.

No sé de dónde saqué la fuerza que en esos momentos me faltaba por la falta de oxígeno, pero,
al intentar sacar sus manos de mi cuello y no poder, mi rodilla impactó con fuerza en su
estómago, tratando de sacármela de encima. Ella inmediatamente se puso de pie, doblada con
los brazos en su abdomen. Se quejaba sin cesar, y aún me encontraba en shock por lo que había
sucedido, incluso noté la sangre gotear un poco en mi nuca. Cayó de rodillas sin dejar de
quejarse, y en ese momento recordé, porque donde yo le había dado tenía la cicatriz.

-Lauren, Lauren, ¿Estás bien?- Irónico, ¿eh? Había estado a punto de asfixiarme y yo no podía
hacer otra cosa que preocuparme por ella.

Me estaba cansando de verdad de aquella situación, porque no iba a permitir que me llegara a
poner las manos encima de aquella forma, así que en el momento que ella me dijo que estaba
bien, me levanté con lágrimas en los ojos, me cambié de forma rápida y después de coger un
panecillo de la despensa para ir desayunando por el camino.

Realmente no sé cuánto tiempo caminé, pero sentía las miradas de la gente al ver que yo estaba
llorando. Finalmente, encontré un parque lo suficientemente alejado como para que nadie me
encontrara ni molestara, y allí, me senté en un banco, acabando por abrazar mis piernas y
esconder mi rostro en las rodillas, llorando ahora tranquilamente, desahogándome.

-Qué sorpresa.- Escuché una voz a mi lado demasiado familiar, entonces levanté la mirada,
viendo a Hailee allí parada. Llevaba una chaqueta de cuero abrochada y las manos metidas en
los bolsillos de esta. –Hacía bastante que no nos veíamos, ¿no crees?

-Lo creo. Ahora, ¿puedes dejarme sola?- Dije intentando que no me saliera un sollozo y perder la
fuerza de mi voz. Ella medio sonrió y se sentó a mi lado. Genial. Por lo que se ve no iba a
quedarme sola.

-Camilita, Camilita... siempre queriendo la soledad cuando estás mal. ¿Sabes? Por esto no supe
lo de tu padre hasta que no te fuiste al internado. Fui tu novia, nos amábamos, y jamás me
contabas de tu vida.- Dijo con cierto remordimiento en su voz, mirando al frente.

-No podía contártelo, sino me iba a matar...

-No iba a matarte si estaba yo a tu lado, Mila.- Me miró ahora a los ojos y se podía ver amor en
estos, al contrario que cuando Lauren me miraba esta mañana con las manos en mi cuello.

-Bueno, realmente, si te interponías, iba a matarte a ti, así que...

-¿Lauren lo sabe?

-Sí.- Dije con firmeza, no quería hablar de ella.

-¿Dónde está?

-Me da igual. –Dije esta vez mirando al frente, apoyando la barbilla en mis rodillas. En ese
momento, Hailee se levantó, se puso frente a mí y cogió mis manos con una extrema suavidad
propia de ella, para acabar levantándome. Quedamos frente a frente, nos mirábamos a los ojos, y
entonces ella sonrió, deslizando sus manos por mis costados para abrazarme con ternura,
reconfortándome en cierta forma.

-No te aísles. Ya sabemos lo que pasa cuando eso sucede, ¿cierto?- Dijo en un susurro cerca de
mi oído mientras mis manos rodeaban su cuello.

-Cierto...- Cerré mis ojos escondiendo mi rostro en su cabello.

-Entonces no lo hagas.- Dio un beso en mi sien y entonces nos separamos, yo acaricié su mejilla
lentamente con una media sonrisa en mi rostro.

-¿Haces esto por mí para que te bese?

-Hago esto por ti porque antes de ser novias, fuimos amigas, y no me gusta verte mal... ¿Quieres
venir con las chicas a comer?

Yo acepté, y de verdad que aquella tarde la pasé mejor que nunca, recordando cosas con mis
anteriores amigas, quienes me acogieron como si no me hubiera alejado nunca. Por la cabeza no
se me pasaron ni siquiera los problemas que me rodeaban, ni lo que había pasado aquella
mañana. Pero a la vuelta a la casa, me iba llegando la preocupación. Había dejado a Lauren en
un estado de agresividad incapaz de controlar por ella misma con mi madre y mi hermana en la
misma casa, ¿cómo había sido tan idiota?

Abrí la puerta de casa con rapidez y todo estaba a oscuras, no había señal de haber nadie en mi
casa, y aquello me hizo alterarme bastante, por lo que me recorrí todas las estancias de la casa,
mi habitación donde había dormido con Lauren estaba completamente desordenada como de
costumbre. Las lágrimas llegaron a mis ojos al pasarse por mi cabeza lo peor. Saqué mi teléfono
y tenía más de catorce llamadas perdidas de Lauren y ningún mensaje.

Sin pensar demasiado, marqué el número del hospital más cercano, tenía que encontrarla, y me
temía lo peor.

-¿Sí? Mire, necesito saber si tienen a un paciente allí. Lauren, Lauren Jauregui. Quiero decir,
Lauren Michelle. Sí. ¿No? ¿No hay nada? Gracias.- Colgué sin poder detener las lágrimas que
salían de mis ojos, porque al llamarla a ella, no me lo cogía.

Salí a la calle y me encaminé a la playa, era su sitio favorito de Miami, y tenía la esperanza de
encontrarla allí. La oscuridad me hizo difícil la tarea de encontrar algún cuerpo que me indicara
que fuera ella, pero caminando escuché un llanto demasiado familiar para mí, un llanto que me
dolía en el corazón escuchar. Caminé hacia este y la vi, sentada en la orilla de la playa. Al fin
pude respirar tranquila, porque estaba allí y no había ocurrido nada.

-¿Lauren?- El llanto paró, pero yo ya sabía dónde estaba, así que caminé hacia ella, y algo me
pareció extraño, porque justo cuando me puse tras ella, su cabello castaño claro se iluminó con la
luna, la chica alzó su rostro, y sus oscuros ojos conectaron con los míos. No era Lauren.

-¿Conoces a Lauren?- Dijo la chica la cual rápidamente se levantó y yo asentí dando algunos
pasos hacia atrás. ¿Cómo podía haber confundido el llanto de Lauren?

-S-sí... Sí, claro que la conozco, es mi novia.

-¿Lauren Michelle?
-Jauregui Morgado.- Continué.

-Necesito que me digas dónde está, por favor. Lo necesito.- Sus manos se apretaron en mis
hombros y me zarandearon un poco.

-¿Quién eres?

-Soy Taylor.- Dijo haciendo una pausa algo dolorosa, lo pude ver en su rostro. –Soy su hermana.

ADMITO QUE HA SIDO CORTITO, pero necesito tener estos acontecimientos en una sola parte,
porque va a haber un gran cambio a partir de ahora, así que preparad los pañuelitos, muy a mi
pesar, porque, muy prontito, se va a conocer toda la historia al completo de Lolo.

OS QUIERO. XO. <3


Capítulo 26

Comentad, porque habrá una sorpresa si hay muchos comentarios. :3

Camila's POV

Atónita me quedé cuando escuché a esa chica decir aquello, y creo que se notó en mi expresión
porque solo pude separar mis labios para poder decir algo, pero las palabras no me salían.

-¿Puedes hablar? Me estás poniendo bastante... nerviosa.- Alzó la vista hacia mis ojos mientras
sus dedos se movían nerviosos en sus propias manos.

-No sé dónde está. Creía que eras...

-¿Que era ella?

-Sí. -Contesté firmemente.

-Lucy m-me dijo que... q-que estaba contigo. Quiero ver a mi hermana... ¡Quiero verla! ¿Ella está
bien? Por favor, necesito saber si está bien.- Dijo casi en un tono de súplica mirándome a los
ojos.

-Ella...- Dudé si decírselo a la adolescente que tenía frente a mí, y al final, me decidí. –Ella está
bien.- Mi móvil comenzó a sonar en mi bolsillo, y rápidamente lo saqué, hasta tal punto de que
casi se me cae de las manos. Contesté sin mirar quién era. -¿Sí?

-Camz...- Escuché su voz ronca en forma de susurro.


-Lauren, Dios, ¿dónde estás? Llevo intentando encontrarte todo el dí-...

-Silencio. Por favor.- Sonó casi autoritaria hasta que dijo "por favor", como si se arrepintiese de
haberme mandado a callar.

-Lauren...

-Volvemos al cuartel. Así que... prepara tu equipaje. Quiero... yo... quiero volver.- Sus palabras
hicieron que mi garganta se llegase a secar en un momento, dado que tuve que tragar saliva.

-No, no podemos volver, Lauren, hay alguien que quier-...- Y colgó. Me quedé mirando el teléfono
embobada en cuanto sentó la llamada cortar, mientras Taylor tenía la mirada clavada en ella con
una sonrisa.

-¡Era Lauren, era Lauren! ¿Va a venir? Quiero verla, quiero verla, por favor.- Se mostraba
verdaderamente nerviosa, y aquello podía exasperarme en cierto modo.

-Acompáñame a mi casa, creo que estará allí.

Por todo el camino, cuando miraba de reojo a aquella niña que parecía tener alrededor de cinco
años menos que yo, me impacientaba por la reacción de la ojiverde. Sonó tan seria en la llamada
que dolía, y si decía la verdad, no quería que dañara a Taylor, su hermana, porque parecía frágil
y estaba emocionada por reencontrarse con ella.

Realmente pensaba que mi cabeza no iba a dar más con tanto mal que Lauren tenía, y de verdad
que daría lo que fuese para que estuviese bien, para que no estuviésemos temiendo por su vida
cada vez que amanecía, para que viviera su vida, sin ataduras, sin miedos y con salud.

¿Quién sabe? Quizá se hacía realidad.


Lauren's POV

No podía más.

Estaba sentada en el sofá de la casa de Camila, abrazada a mis piernas. Tanto Sinu como Sofi
habían querido consolar mis lágrimas, que ahora habían cesado un poco, pero el dolor de mi
alma no paraba, porque no, no soportaba la idea de perder todo lo que tengo, de perder mi vida
como la concibo. Hace unos meses nada ni nadie podía pararme, y ahora yo parecía tan
vulnerable que me odiaba, odiaba parecerme a la Lauren del pasado, a la que dejaba que le
pegasen, que dejaba que le quitasen su única comida en el día.

Estuve durante todo el día en el parque de atracciones del muelle acompañando a Sofi, la cual se
vio bastante emocionada por pasar tiempo conmigo. No había contado nada sobre mi ataque de
pánico, del que casi no recuerdo nada, aunque una cosa tenía clara y es que le había hecho daño
a Camila.

Mis dedos tamborileaban en mis piernas mientras esperaba a que ella regresase, teníamos que
hablar, porque yo misma era un peligro para su vida, ¿quién decía que mañana por la mañana no
iba a despertar de la misma forma? No soportaría ver el miedo en los ojos chocolate de los que
estaba enamorada.

Amor; nombre masculino. 1. Sentimiento de vivo afecto e inclinación hacia una persona o cosa a
la que se le desea todo lo bueno.

Levanté la vista cuando escuché que una llave abría la puerta principal, y casi tropezándome, me
levanté para correr hacia esta y encontrarme con Camila mirándome medio temerosa, porque su
sonrisa temblaba en cierto modo. Avanzó, dejando la puerta entreabierta, ¿por qué no la cerraba
directamente?

Una lágrima cayó por mi mejilla lentamente suspirando mientras me acercaba a ella, cogiendo
sus manos. Siempre me había sorprendido lo suaves que eran, por eso siempre las tocaba, pero
esta vez ella soltó mis manos, ahuecando estas para llegar a mi rostro y limpiar mis mejillas
húmedas con sus pulgares. Cerré mis ojos cuando hizo esto, acariciando sus muñecas, dando un
beso en el dorso de una de estas.
-¿Estás bien, mi amor?- Dijo ella mientras dejaba un beso en mi nariz y yo asentí sin dudar.

-Siento haberte hecho daño... -Abrí mis ojos para bajar la mirada a su cuello viendo unas marcas
poco notorias de mis manos, volví a mirarla a los ojos y di un rápido beso en sus labios.

-No vuelvas a hacerlo, ¿vale? Sé que es difícil controlarlo, pero sabes que si vuelve a ocurrir y
alguien se entera, los médicos serán severos...

-Está bien...- Miré hacia abajo.

-¿Tomaste las pastillas?- Asentí, porque era verdad, Sofi me había obligado a tomarlas, sino no
iba a dejarme tranquila. –Entonces tengo una sorpresa para ti.

-¿Una sorpresa?- Levanté la mirada con una ceja alzada.

-Sí, pero prométeme que no vas a desplomarte, ¿vale?- Rió ante su broma y yo sonreí asintiendo.
Camz se quedó esperando mientras miraba a la puerta, ¿qué pasaba?
-¿Qué pasa?
-Nada, nada, solo que... ¡espera un momento!- Dijo mientras se asomaba a la puerta y la escuché
decir: -¡Te dije que cuando dijera lo de la sorpresa entraras!

-Ow, se me olvidó, lo siento, lo siento, ¿se puede repetir?- Dijo una voz femenina al otro lado y
aún me extrañé más, porque no esperaba a nadie.

-No, venga... Pasa.- Entonces Camila abrió del todo la puerta, dejándome ver a una chica
adolescente de pelo castaño con los ojos marrones, y una sonrisa inmensa. Su cara me era
bastante familiar, y algo hizo "click" en mi cabeza, porque entonces la recordé.

-Taytay...- Murmuré mirándola fijamente, y entonces vi la ilusión en sus ojos.


-Uf, menos mal, creía que no ibas a recordarme... Yo era muy pequeña, ¿sabes? Y, y, y...

-Ven aquí.- Dije abriendo mis brazos en su dirección con una inmensa sonrisa en mi rostro, la
abracé, la sostuve entre mis brazos a pesar de que ella era ligeramente más alta que yo. Cerré
mis ojos y la sonrisa no desaparecía de mis labios.

-Chris también quería verte...

-¿Y por qué no vino?- Me separé un poco para mirarla y ella se encogió un poco de hombros.

-Me escapé.- Dijo con tanta simpleza que me sorprendí. ¿Desde dónde se suponía que venía?

-Oh, dios, Taylor, papá debe estar preocupado.- Dije en un susurro mientras miraba a Camila que
estaba igual de preocupada que yo.

-Pero papá me dijo que tú estabas en el hospital y quise buscarte corriendo... ¡Primero estuvimos
en Massachussets! Y tu amiga Lucy me dijo que no estabas, entonces me escapé cuando
llegamos a casa.- Lo contaba con tanta normalidad que me llegué a sorprender en cierto modo.
La verdad es que yo sabía lo de Lucy, ¿pero cómo había viajado ella sola hasta Miami siendo
menor de edad?

-Taylor... esto es muy raro. Vamos a llamar a papá para que te consiga un billete de avión de
vuelta, ¿vale?- Dije mientas acariciaba un mechón de pelo de mi hermana pequeña.

-¿Un avión?- Dijo extrañada, y yo asentí. -¿Hay que coger un avión para ir dos calles más abajo?-
Mis ojos se agrandaron y negué con simpleza mientras iba separándome poco a poco de ella.

-Lauren, ¿estás bien?- Escuché a Camila decir, y yo asentí.

-Solo... No quiero ver a Michael. Yo...


-¿Por qué no quieres verle? Papá está un poco más viejo de cuando te fuiste, pero es simpático,
¿sabes? Es papá.- Que dijera cosas tan obvias me hizo extrañarme, y más cuando me di cuenta
de la forma tan extraña que tenía de moverse todo el rato.

-Taytay, ¿por qué estás tan nerviosa?

-Ah... No, no, solo a veces me pongo así. Pero papá me da un té y se me pasa.- Sonrió
mirándome mientras sentía que Camila estaba igual de extrañada que yo.

-Vamos a llevarte a casa, deben estar preocupados por ti. Es tarde.

Después de poder convencer a Taylor de que debía irse a casa, nos dispusimos a acompañarla,
pero cuanto más me acercaba a la que era la supuesta casa "Jauregui", mis nervios iban en
aumento. Camila cogió mi mano y le dio un apretón con cariño, la miré y alcé una de las
comisuras de mis labios para tranquilizarla en cuanto a mi estado.

-¡Es aquí!- Dijo Taylor que caminaba delante de nosotras, mirándonos, pero su mirada cayó
directamente a nuestras manos unidas. Arrugó un poco su rostro y sacudió un poco su cabeza.
–Vamos, Lo, papá tendrá ganas de verte, ¡corre!

-No, Tay... yo no voy a ver a nadie.- Suspiré mirándola y pude ver la decepción en su rostro
cuando su sonrisa se borró.

-¿Por qué no?

-Porque... Yo ya no soy de esa casa, hace mucho tiempo de eso, aún eras casi una bebé,
¿recuerdas?

-Y jugabas conmigo y con Chris... y nos dabas besitos cuando nos caíamos...- Y era verdad,
desde pequeña yo siempre había sido esa hermana protectora, hasta que me arrebataron de mi
familia. –Por favor, entra...
-No... yo... no...- Dije susurrando mientras bajaba la mirada, entonces Camila se puso delante de
mí, alzando mi rostro con sus dedos en mi barbilla.

-¿Por qué no lo intentas?- Me mostró una de sus mejores sonrisas que llegaban a tranquilizarme.

-Porque si me hubieran querido, hubiesen luchado por mí... Y no lo hicieron, Camz.

-¿Quién sabe? Quizá sí lucharon, pero nunca te enteraste...- Colocó una de sus manos encima
de mi corazón acariciando esa parte. –Sé que la pequeña Lauren que está aquí se muere de
ganas por tener una familia, una de verdad, y se muere de ganas de ver a sus hermanos y su
padre por fin. ¿Me equivoco?- Negué con mi cabeza lentamente y sonreí leve casi
involuntariamente.

-Pero...

-Pero nada. Hazte un bien a tu vida, Lauren, no seas cabezona. El "no" siempre lo tienes,
¿sabes? Hasta que te arriesgas y descubres que realmente es un "sí".

-Te quiero, lo sabes, ¿verdad?- Y como si tuviese pesar en esas dos palabras, ella asintió,
acercando mi rostro al de ella para darle un suave beso en sus labios.

Acabé por separarme de ella, cogiendo su mano para dirigirme hacia donde estaba Taylor la cual
estaba sonriendo al ver que me acercaba. Todo o nada, ahí estaba, y en aquel momento me sentí
bien, me sentí insegura por arriesgar, pero bien por lo que podía ganar si me explicaban bien las
cosas. Taylor dio toques en la puerta con sus nudillos hasta que Michael abrió, quien frunció el
ceño al ver a Taylor.

-Taylor, te he dicho muchas veces que debes avisarme antes de salir, esto es muy irrespon-...-
Alzó la mirada para encontrarse conmigo, y sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas.

-¡He traído a Lolo!- Dijo una alegre Taylor apartándose, porque Michael estaba dando pasos
hacia mí, y sus ojos se llenaban de lágrimas como los míos.
-Michelle... - Dijo en un susurro, y aquel apelativo me trajo tantos recuerdos que casi me fallan las
piernas, porque mamá siempre me llamaba así, y él también.

-Hola, papá...- me dolía tanto aquello, tantísimo, porque era todo o nada, era que me hubiesen
buscado o que me hubiesen olvidado durante aquel tiempo, pero sus brazos se pusieron a mi
alrededor. Me sentí en casa, me sentí en el lugar donde pertenecía, me sentí feliz, sin peros.
Tardé en procesar la información que estaba sucediendo, y por eso tardé unos pocos segundos
en devolverle el abrazo.

-Bienvenida a casa...
Capítulo 27

LA CANCIÓN ES MUY IMPORTANTE.

Lauren's POV

Sí, se sentía como en casa cuando estaba entre los brazos de mi padre, pero pronto me separé
porque me ponía bastante nerviosa aquel contacto repentino. No supe qué decir, mis palabras no
salían de mi boca porque se quedaban atravesadas en mi garganta, pero sí note las lágrimas
cayendo por mis mejillas.

-No llores...- Con sus pulgares secó mis lágrimas y entonces miré a Camila, la cual también
estaba llorando mientras contemplaba aquella escena. Dolió recordar que Alejandro no tenía este
contacto con ella, sino uno más repugnante. Entonces me acerqué a ella y agarré su mano,
entrelazando nuestros dedos. Di un beso en su frente y con mi brazo libre la atraje a mí para
abrazarla, ella me rodeó con su brazo, como si yo fuera su tabla salvavidas.

Cuando aquel abrazo terminó, miré a mi padre que seguía allí, clavado, como si sus pies no
respondieran, porque al mirarme se quedaba paralizado.

-Lauren, yo...- Negué mirando al suelo para volver después a mirarle a los ojos.
-No pasa nada, es... es pasado. Lo hecho, hecho está, y... te perdono, ¿Sabes?- Le perdonaba,
sí, por el hecho de que en unos escasos minutos me había hecho sentir de nuevo como si
perteneciera a algún lugar, como que tenía familia, pero no puedo olvidar todos los años de
sufrimiento que me dio mi padre biológico. –Papá.

-Dime.- Dijo con una sonrisa leve al haber escuchado de mis labios aquellas palabras.

-Esta... Es Camila, mi novia.- Dije apretando un poco la mano de ella, la cual me acarició el dorso
de la mía y apreté mis labios.

-¿Novia? ¿Eres...? Oh.- Se mostró sorprendido, y por un momento creía que iba a rechazar
aquella idea, pero pronto apareció una sonrisa en sus labios y extendió la mano hacia Camila.
–Es un placer conocerte, yo soy Michael.- Se estrecharon las manos, y un cosquilleo recorrió mi
estómago, una señal de que lo estaba haciendo bien.

Mi padre nos ofreció algo de beber pero las dos nos negamos, yo tenía el estómago
especialmente cerrado por tantas emociones, pero estaba tan eufórica que en aquel momento
juré saber cómo se moriría alguien de alegría. Me extrañaba que Christopher no estuviera en
casa, o que al menos no saliera a saludar.

-Y dime, ¿por qué el ejército, Michelle?- Dijo con un atisbo de tristeza y entonces suspiré con
pesadez.

-El ejército es mi pasión, es lo que me ha dado la vida, lo que me ha hecho nacer por segunda
vez, y por mucho que me digan que es peligroso, es mi salvavidas.- Miré a sus ojos sintiendo un
leve pinchazo en la parte izquierda de mi cerebro, el cual me hizo fruncir un poco el ceño.

-¿Qué pasó después de todo? Intentamos buscarte, lo juro... Lo intentamos por todos los medios
legales, pero fue imposible.

-Sufrí desnutrición de grado I creciente porque él no me daba dinero para comer.- Hasta yo me
sorprendí de la fluidez con la que estaba hablando de ese tema, pero entonces, la puerta de la
casa se abrió.

-¡¿Pero has visto cómo he marcado?! Debes sentirte orgullosa de tu hijo, ¿eh? Chris Jauregui, el
mejor goleador de la liga.- Entró un muchacho con la voz alzada y una resplandeciente sonrisa
blanca, la cual se desvaneció cuando miró hacia el salón y me miró.

-Michael, cariñ-... oh. ¿Estás ocupado?- Dijo la mujer desde la entrada.

-No, Clara, ven aquí. Ella es especial, es...

-Es Lauren.- Dijo Chris aún sin moverse del sitio y yo me puse de pie rápidamente para
saludarles, pero mi hermano dio un paso hacia atrás. –No.

-¿Qué...?

-Estamos bien sin ti.- Dijo con rencor en su voz.

-¡Chrsitopher! No le hables así a tu hermana.- Michael alzó la voz y yo sentí que mis ojos se
llenaban de lágrimas, las cuales no iba a darme el lujo de soltar.

-Creo que es hora de irse, ¿no es así, Camz?- Cogí la mano de Camila, la cual estaba tan
desubicada que se le notaba en la mirada, pero entonces la mano de Michael agarró mi muñeca
con suavidad, pero antes de que hablara, apareció Tay en el salón, ya estábamos todos.

-¡Es nuestra hermana!- Gritó la niña mirando a Chris fijamente, entonces volvió a mirarme y
sonrió. –Él no tiene tanto "swag" como nosotras, está celoso.- Dijo entrecerrando sus pestañas.

-Cállate, estás loca.- Dijo mi hermano, y entonces comenzó a subir las escaleras.

** ** ** ** **
Después de una larga charla y ponernos más o menos al día, decidí irme con Camila de allí, mi
cabeza no soportaba ya tanto ajetreo. Por la calle, no hablamos, nos limitamos a cogernos la
mano y darnos tiernas caricias. Al llegar, todo estaba tranquilo, Sinu y Sofi estaban viendo la
televisión, y cuando la pequeña se dio cuenta de que yo estaba en casa, se levantó corriendo, me
cogió la mano y tiró de esta. Se me dibujó una sonrisa, porque yo ya sabía lo que quería.

-A ver... tienes que tomarte según el papelito... la azulita, la rosa y la amarilla. ¡Pero la amarilla
primero que es el color que más le gusta a Kaki!- me puso las cápsulas en la mano y sonreí
mirando a Camila la cual estaba apoyada en el marco de la puerta de la cocina donde estábamos.

-¿Y si me tomo la rosa antes?

-Primero la amarilla. ¡Y punto!- Reprimí una pequeña carcajada y entonces volví a mirar a Camila.

-Tiene tu carácter.- Dije antes de tomar las cápsulas según el orden que había dictaminado la
pequeña Sofía.

** ** ** ** ** **

Por fin en la cama, estaba esperando a que Camz me acompañara, y cuando terminó de lavarse
los dientes, nos abrazamos sobre el colchón.

-Lo...

-¿Hm?

-Las preguntas... ¿Quieres que...?

-Sí.- Di un beso en su sien acariciando su pelo lentamente con la yema de mis dedos.
-Dime tu nombre.

-Lauren Michelle Jauregui Morgado.- Respondí sin ninguna duda.

-¿Cuál es tu color favorito?

-El... negro.

-¿Qué día cumples años?

-27 de junio.

¿Cuál es tu libro favorito?

-Matar a un ruiseñor.

-Cuenta hasta diez.

-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, sie... seis, siete, ocho, nueve, diez.

-Muy bien, Lolo.- Dijo con una sonrisa mientras se acercaba y dejaba un tímido beso en mis
labios.

-Quiero volver al ejército...- Suspiré con pesadez mientras escondía mi rostro en el hueco de su
cuello.

-Cuando volvamos, veremos lo que podemos hacer, ¿está bien? Ahora hay que esperar para ver
si la pastilla que hace que tu sangre sea más líquida, surge efecto, y después hay que tratar esta
fea cicatriz.- Acarició con la yema de sus dedos mi vientre y sonreí leve.
-¿Y por qué no puedo ir directamente a entrenar?

-Lauren, ya hablamos de esto, sabes que si tu sangre es más líquida, una herida abierta podría
ser un asunto más complicado aunque sea solo un simple arañazo.- Asentí cerrando mis ojos.
¿Cómo sería vivir con Camila sin ningún problema de por medio? ¿Cómo sería nuestra relación
ahora si no estuviera enferma? Hubo un rato de silencio, su respiración se volvió lenta y pausada.

-¿Camz?

-¿Qué?

-No me dejes.- Dije con un hilo de voz.

-No lo haré.
MARATÓN DE FIN DE SEMANA

Holiwis :3
Se me ha ocurrido algo, y es... que este fin de semana habrá un maratón, aún no sé de cuántos
capítulos, pero como mínimo el sábado tendréis dos seguidos jiji
Ante la afirmación de que alguien va a morir al final del fic pues... puede que sí, puede que no, no
lo sé, depende de cómo vaya la historia! Pero por ahora tengo dos finales alternativos.
MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO EL APOYO QUE LE DAIS A LA HISTORIA, VUESTROS
COMENTARIOS ME ALEGRAN EL DÍA.
Pd: Estoy tratando de hacer un trailer de Army pero soy nefasta con la edición de vídeo, ¿alguien
me ayuda? e_e'
Capítulo 28

Antes que nada, quería disculparme porque no han sido unos días fáciles para mí anímicamente,
y obviamente, no quería que esto afectara a la historia en la forma en la que fluye todo. Mil
perdones. Comentad la historia, me hace muchísima ilusión leer vuestros comentarios.

HOY ES MI CUMPLEAÑOS.

Maratón 1/3

Camila's POV

Me desperté por un movimiento brusco a mi lado, y es que cuando abrí los ojos me encontré a
Lauren con el ceño fruncido y los ojos aún cerrados, estaba teniendo otra de sus pesadillas.
Suspiré, rezando porque de una vez pudiera estar bien y la rodeé con mis brazos dando
pequeños besos en su sien.
-Lolo, es una pesadilla, despierta...- Y entonces, la cortina que son sus pestañas, dejaron ver sus
hermosos ojos verdes los cuales tenían algo de lágrimas. –Estoy contigo.

-Camz...- Dijo en un susurro y mostró una sonrisa, esa que llevaba días sin ver. Yo sonreí por
puro instinto, solo me acerqué y deposité un tierno beso en la comisura de sus labios.

-Venga, debemos prepararnos, hoy tienes tu revisión, lo sabes, ¿no?- Dije mientras me levantaba
de la cama y sentía la mirada de la ojiverde recorrer mi desnudo cuerpo, reí internamente y fui
hacia el armario para coger algo de ropa.

Ella, por el contrario se puso boca abajo con sus brazos bajo la almohada mirándome. Al girarme
me di cuenta de ese detalle y lo hermosa que se veía con su pelo cayendo en la almohada,
dejando a ver su desnuda espalda.

-Levanta, venga. Cuando salga de la ducha te quiero ver arreglada ya, ¿está bien?- Dije con un
tono autoritario y ella soltó una risita. –Lauren, no estoy bromeando, como lleguemos tarde te
mato.- Me di la vuelta cogiendo mi ropa y unas toallas cuando sentí un brazo rodear mis piernas y
es que me estaba llevando otra vez a la cama.

-¿Te acompaño a la ducha?- Dijo con sus labios rozando la parte baja de mi espalda y me levanté
rápido.

-¡Lauren Michelle, te he dicho que te levantes y muevas tu culo a prepararte!- Dije con el ceño
fruncido, ella ahora parecía un cachorrillo mientras se levantaba de la cama y no pude reprimir
una sonrisa en mis labios. –Esa es mi chica.

** ** ** ** ** **
-Lauren, que no es nada, solo son unos minutos.- Dije mientras ella suspiraba mirando a la puerta
mientras yo observaba lo solitaria que estaba la sala de espera.

-Déjame.- Dijo en un susurro.

-Lauren Michelle Jaure-...

-Aquí.- Dijo ella mientras se levantaba y soltaba mi mano.

Cuando la vi cruzar aquella puerta los nervios se apoderaron de mí, ¿y si le daba un ataque de
pánico dentro del scanner cerebral? ¿Y si los resultados eran totalmente negativos para su salud?
Y lo peor es que si hubiera la posibilidad de que Lauren pudiese mejorar, la operación no es nada
fácil, me encargué de buscar en internet información sobre todo el tema, porque sinceramente, al
principio no sabía nada sobre los posibles trombos que tiene Lauren, los cuales pueden llegar a
colapsar en su cerebro.

-¿Camz?- Vi a la ojiverde para frente a mí, y ni siquiera me di cuenta de que salió al haber estado
tan sumida en mis pensamientos.

-Eh, amor, ¿qué tal ha ido?- Me levanté del asiento para ahuecar su rostro en mis manos y darle
un suave beso en los labios.

-Bueno, es como si me hubiesen enterrado viva, pero estuvo bien. Pusieron música suave.-
Sonrió y un atisbo de ilusión se creó en su mirada, pero no sabía por qué.

-¿Sabes algo de los resultados?- Pregunté con un atisbo de esperanza en mi interior.

-No, pero se siente bien al saber que ya me he hecho la maldita prueba.

-¿Lauren Jauregui?- Preguntó la enfermera, de inmediato, me tensé, porque sabía lo que venía.
-Sí, aquí.- Respondió ella con decisión mientras, con un roce, me cogía la mano finalmente.

-Deben pasar a la consulta del doctor Knight.- Dijo con una amable sonrisa, y entonces, Lauren
casi me arrastró para llevarme con ella a donde estaba el doctor. Seguimos a la enfermera por los
pasillos y antes de entrar besé la mejilla de Lauren, quien se veía notablemente nerviosa.

-Todo va a salir bien, mi amor.- Dije en un susurro, me miró y lo que vi en esos ojos verdes me
asustó de las sensaciones tan bonitas que me causó en mi interior. Aquellas palabras eran más
para mi tranquilidad que para la suya, para autoconvencerme.

Al entrar en aquella consulta, una fría sensación recorrió toda mi columna, tan fría como el blanco
de aquellas paredes, pero esa fría sensación se quitó de mi cuerpo al ver que el doctor nos
recibía con una sonrisa.

-Tomen asiento, por favor.- Dijo con su perfecta sonrisa blanca, obedecimos a lo que dijo y
Lauren carraspeó.

-¿Tiene los resultados?- Lauren se mostraba impaciente, su mano cogida a la mía temblaba.

-Sí, claro que sí. Ya les he estado echando un vistazo.

-¿Y bien?

-Después de estar leyendo todo con detenimiento, Lauren, debo decirte que...- Se aclaró la
garganta mirando los folios que tenía delante, en los que se podía leer fácilmente en la parte
superior "Lauren Michelle Jauregui". –Verás, las pruebas muestran que el estado de tu cerebro
aún es favorable.- La miró a los ojos y ella aún no estaba creyéndose del todo la situación. –Pero,
debo decirles que no va a ser una recuperación fácil. Diciéndolo en palabras entendibles...
tenemos que operar esa cicatriz, reparar la "basura" que lleva tu sangre. Esa cicatriz está
afectando a que tus riñones no funcionen como es debido, y la sangre no quede totalmente
limpia, y al subir a tu cabeza, haya colapsos.
-Perdone... ¿Cuándo será la operación?- Los labios del médico pasaron de una recta línea a estar
torcidos.

-Será... la semana que viene. No voy a mentirles, aunque el cerebro de Lauren sea compatible
con la operación, hay un 20% de que esta salga bien, de que su sangre vuelva a fluir
debidamente, y esto lo vamos a observar después de retirar la medicación que tiene impuesta. Lo
que quiere decir es que si después de retirar la medicación, continua colapsando... No hay nada
que hacer.

Miré a mi lado para encontrarme con una Lauren sonriendo mientras una triste lágrima caía por
su mejilla. Con el dedo pulgar, la sequé, y seguidamente di un beso por el rastro de la lágrima que
había dejado en su rostro.

Aquel día, Lauren estaba radiante. ¿Cómo podía estar así? La conocía, y siempre se había
aferrado a lo negativo, y más en su estado. Me propuso salir a hacer footing y por supuesto que
acepté, me contó que quería estar en forma para cuando volviésemos al ejército, ya que nos
habían dado a las dos una excedencia del puesto, y tomaron el ataque de Lauren a mi padre
como un "colapso", por lo que seguiría manteniendo su puesto de Sargento.

Estaba atardeciendo, y yo me paré en una de las rocas de una pequeña cala de Miami. Ni
siquiera sabía cómo habíamos llegado hasta allí, pero mientras miraba el Sol ponerse, sentí unos
cálidos brazos rodearme desde atrás.

-Lauren, quita, estoy sudada...- Dije en tono de broma y ella soltó una pequeña risa. Me volteé
para mirarla a los ojos y me colgué con mis manos de su cuello, me extrañó, porque ella en vez
de acercarse a besarme, se alejó, como contemplando algo. -¿Ocurre algo?

-Había visto cosas bonitas, pero nunca te había visto a ti con una puesta de Sol tan maravillosa
como esta detrás. Eres preciosa.- Yo sonreí tontamente negando y di varios besitos cortos en sus
labios.

-¿Estás feliz?

-¿Y tú?
-Pregunté primero, listilla.- Arrugué mi nariz un poco y ella sonrió.

-Estoy muy feliz, ¿sabes por qué? Porque... voy a vivir.- Rozó la punta de su nariz con la suya
con cariño.

-Lauren... Es un 20% de posibilidades...- Ante todo, yo no quería ilusionarla y que luego nos la
pegásemos, quería ser realista en aquella situación.

-Si solo hay un 20% de posibilidades, eso es más de lo que nunca pensé que tendría.

En un ratito, tenéis el siguiente. :3


Capítulo 29

Gracias por todas las felicitaciones por mi cumpleaños, sois los mejores, en serio. Me alegráis el
día. :3

Maratón 2/3

Camila's POV

Juro que nunca me sentí tan nerviosa como lo estaba ahora. Sí, estábamos en la habitación que
habían asignado a Lauren, sí, estábamos esperando a que la llamaran mientras ella no paraba de
quejarse de que hacía demasiado frío en aquel hospital, y sí, hoy, por fin, acabaría su infierno por
el momento o empezaría uno nuevo. Me encontraba en un sillón con la mirada perdida. ¿Y si no
salía bien? ¿Y si no salía de aquel quirófano? ¿Y si salía viva pero no había oportunidad para su
vida?

-Eh, Camz.- Se puso delante de mí con las rodillas flexionadas para ahuecar mi rostro en sus
manos. –Estás ausente.
-Estoy nerviosa...- Dije con la voz algo temblorosa y entonces de sus labios salió una hermosa
risa parecida a la de un bebé, lo que me hizo sonreír.

-Saldré de esta. He estado en peores.- Se inclinó a darme un beso en la frente y se escuchó un


grito desde el pasillo, no un grito de dolor, más bien de que estaban armando escándalo. Lauren
rodó los ojos.- Increíble la gente.- Solté una pequeña risita y ella sonrió por eso, la rodeé con mis
brazos y murmuré entonces.

-No me dejes sola, Lauren... Lucha, ¿vale? Sé que puedes.- Se separó del abrazo y entonces la
vi sacarse su colgante, donde tintineaban las chapas que llevábamos todo el personal del Army.
Lo colgó en mi cuello y le dio un beso a su chapa, viendo yo que colgaba otra que no pertenecía a
ella.

-Cuídamelo, ¿vale?- Fue entonces cuando miré el nombre de las dos chapas. En una ponía su
nombre completo, grupo sanguíneo, ninguna alergia y la fecha de nacimiento. En la otra, ponía
otro nombre bastante desgastado, lo vi al trasluz y se podía leer "Keana". Alcé la mirada hacia
Lauren y ella estaba con los ojos cristalizados.

-Te amo, Lauren.- Me levanté del sillón y cogí su rostro entre mis manos para dejar un tierno y
lento beso en sus labios. –Te amo más de lo que imaginas.

-Yo también te amo, Camz. Si no fuera por ti, yo no estaría aquí. Lo sabes, ¿verdad? Quiero vivir
por ti.- Lágrimas se acumularon en mis ojos y la abracé de nuevo, quería sentirla, porque sabía
que en unos minutos ya se la llevarían al quirófano.

-Esto no es romántico... tienes el culo fuera, Lauren.- Frunció las cejas cuando nos separamos del
abrazo y yo reí mirando la bata verde que le habían dado, teniendo que despojarse de toda su
ropa. Cuando digo toda, es toda, por lo que, al estar la bata abierta por detrás, se le veía todo.

-Como si no te gustara mi culo.- Alzó las cejas ahora en tono divertido y yo reí de nuevo, pero mi
sonrisa se borró al ver que dos enfermeras entraban en la habitación.

-Señorita Jauregui, debe acostarse en la camilla, ya tenemos todo listo en el pabellón donde está
su quirófano.- Mi novia asintió y las dos nos pusimos extremadamente nerviosas. Me dio un fuerte
abrazo antes de tumbarse en aquella camilla, y cuando la estaban sacando de la habitación, me
miró y leí en sus labios un "Volveré".

Habían pasado horas desde que se la habían llevado, horas en las que yo no podía parar quieta,
mis pies caminaban sin rumbo, fui como unas quince veces a la planta baja, también me compré
un té en la cafetería, y luego volví a la habitación.

-¿Señorita Cabello?- Dijo alguien que entró a la sala y me levanté rápidamente. Había estado tan
metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que alguien estaba allí. Por su
bata blanca supe que era el doctor Knight.

-Sí, sí, dígame.- Pasé mi mano por mi propio pelo, intentando no verme tan nerviosa.

-La operación de Lauren ha sido un completo éxito. Deberá guardar reposo y tiene que venir a
diálisis todos los días hasta dentro de dos semanas. En dos semanas, le quitaremos la
medicación y veremos la mejora que tiene o si ha quedado igual.- Justo en ese momento, la
puerta se abrió y pude ver que traían a Lauren en la misma camilla en la que se la llevaron, una
lágrima cayó de mis ojos al ver que estaba bien, somnolienta, pero bien al fin y al cabo.

Tras aceptar todo lo que el médico había dicho, me acerqué a donde estaba medio dormida mi
chica, en su boca pude ver que se dibujó una sonrisa leve y yo sonreí también. Quité uno de sus
mechones de pelo de la cara para ponerlo tras su oreja y le di un beso en la sien.

-¿Estoy muerta? ¿Este es el cielo?- Habló medio drogada y yo reí negando mientras me sentaba
con sumo cuidado al lado de ella en la camilla.

-No, mi amor, sigues viva y te va a tocar aguantarme por mucho, ¿eh? Dicen que la operación, a
pesar de ser complicada no ha ten-...

-Shh... no hables tanto, cotorrita...- Me dijo haciendo un mohín con sus labios para que le diera un
beso, solté otra leve risa y di un corto beso en estos.
-Descansa, yo no me moveré de aquí...

-Eh, ¿puedes traerme un KitKat?

-El doctor ha dicho que no puedes comer nada aún...- Dije y su rostro se volvió algo triste, parecía
una bebé tierna.

-Porfa...

-Lauren...- Dije a modo de advertencia y entonces asintió, dándose por vencida y cerrando sus
preciosos ojos.

Me senté en el sillón de la sala, cogí mi libro y empecé a leer con suma tranquilidad mientras
escuchaba algún que otro ronquido de Lauren, cosa que me hacía reír bastante. Nunca la había
visto dormir tan tranquila, tan profundo. Recordé su petición, su pequeño antojo cuando despertó
y estuvo hablando conmigo, así que fui en silencio hacia la máquina expendedora del pasillo a
comprarle los malditos KitKats. Todo estaba medio oscuro, estaba bastante entrada la noche y un
escalofrío recorrió mi cuerpo cuando miré aquel pasillo tan solitario. Ni de coña iba a quedarme
allí.

Volví a la habitación y me encontré a Lauren despertándose, lo que me extrañó un poco. Cerré la


puerta y cuando fui hacia ella me miró suplicante.

-Tengo nauseas. Creo que voy a vomitar...

-Oh, Dios, espera, espera. Aguanta, ¿vale? Voy a por un cubo o algo.- Caminé rápidamente hacia
el baño, encontrando uno por suerte, fui hacia ella, la ayudé a medio incorporarse y con mis
manos aguanté su cuerpo para que los puntos frescos de su abdomen no sufrieran. Ella sujetaba
el cubo entre sus piernas mirándolo, un suspiro salió de sus labios y me miró con una sonrisa
adormilada.

-Ya pasó...- Dijo divertida. Al yo estar aguantándola en mi pecho con las manos, posó su sien en
este, y yo acaricié su pelo.

-Lauren, si ha pasado, vuelve a tumbarte... No es buena esta posición en estos momentos.- Di un


beso en su cabeza mientras la soltaba cuidadosamente en la cama, ella se hizo a un lado con
precaución y me miró.

-Ven.

-Oh no, ya hablamos de esto en casa, yo voy a dormir en el sillón y tú aquí.

-¡Ven!

-¡Lauren, te puedo hacer daño!- Ella adelantó su labio inferior haciendo pucheros y suspiré.

-Porfa.

-Es la segunda y última vez que soy la gobernada de esta relación hoy.- Me tumbé a su lado con
cuidado de no hacerle daño y ella rió leve.

-¿Y la primera?

-He ido a por tu antojo de embarazada. Tienes tus KitKats en la mesilla.- Pude ver que se le
dibujó una sonrisa torpe cuando vio lo que yo le estaba diciendo. Pasó un rato en silencio, de
hecho, creía que se había dormido, pero para nada.

-¿Camz?

-Duérmete...

-¿Vas a dejar el ejército?- Dijo con un hilo de voz y fruncí el ceño.


-¿Por qué preguntas eso? Ya sabes que... yo no puedo irme, mi padre... Mi padre quiere tenerme
allí.- Un nudo en mi estómago se hizo al mencionar a semejante imbécil.

-¿Y si pedimos traslado?

-¿Qué?

-Hay cuarteles en Alabama y Carolina del Sur, estaríamos cerca de Florida, más que si
estuviéramos en Massachussets, y... tendrías cerca a Sofi, a tu madre...

-...Y a tu familia, ¿verdad?- Dije con una media sonrisa en mis labios cuando la vi asentir.

-Lo pensaremos, Lauren. Lo pensaremos...- "Es algo de un futuro que no sabremos ni si vamos a
tener" pensé.
Capítulo 30

SHIT. ¿HABÉIS VISTO LA PEGATINA DE LOS WATTYS2016 EN LA PORTADA? Sí, sí y sí,


hemos ganado una categoría en los Wattys de este año, lo hemos conseguido con Army y os
estoy eternamente agradecida. ¡Lo hemos hecho todos juntos! TANTO ESO COMO LAS 100K
QUE LLEVAMOS YA. O sea, flipando con vosotros, me hallo flipando.

¿Qué os parece si empezamos una cuenta atrás? Faltan 5 capítulos para el final, chicos.
Saboread cada palabra, porque pronto será ya el final de este fic que tanto me ha gustado seguir
junto a vosotros, leer cada opinión vuestra, cada like, cada visita.

Os lo digo mucho, pero me da igual, OS QUIERO, TENÉIS UN PEDACITO DE MI CORAZÓN. <3

Maratón 3/3

Camila's POV

Pasó una semana desde la operación y Lauren ya podía caminar sin mucha dificultad pero con
mucho cuidado si hacía movimientos bruscos, corría peligro de que la cicatriz pudiese abrirse.
Ella aún tenía pequeñas pérdidas de memoria, pero nada de mucha importancia, solo lo típico de
"¿Dónde están las llaves?" o "¿Dónde estaba el azúcar?".

Un día, ella dijo que iba a preparar la comida, aprovechando que mi madre comía fuera con Sofi,
y yo me fui a hacer footing, por lo que volví a casa casi exhausta de haber entrenado también con
mi cuerpo, estaba toda empapada en sudor, entré a la cocina y fui directa a la botella de agua,
pero sentí la mirada de Lauren clavada en mí. Sonreí y la miré a los ojos subiéndome un poco la
camiseta para que me diera el aire.

-Misericordia.- Dijo ella en apenas un susurro mirando mi cuerpo de arriba abajo, solté una
pequeña risita al ver que se acercaba a mí lentamente.

-Eh, eh, eh, para...- Dije al ver que se acercaba como un tigre a su presa, silenciosa y sin
quitarme el ojo de encima.
-Venga, llevamos mucho sin...

-¡Lauren! Que no, que no vamos a tener sexo porque te puedes dañar.- Dejé la botella de agua
en la mesa, me di la vuelta para salir de la cocina, pero seguía sintiéndome observada, y
efectivamente cuando me di la vuelta estaba ella, que subía su mirada rápidamente.

-Yo... Ha sido un accidente.

-Deja de mirarme el culo, es ofensivo, ¿sabes?- Alcé una ceja mientras me cruzaba de brazos.

-¿Cómo vas a ofenderte teniendo ese culo? Camilita Culobello...- Arrugó la nariz y yo reí.

-Cuando volvamos les voy a contar a todos esos que dicen que eres de hielo que me llamas
"Camilita Culobello", a ver qué te dicen.

-Ni se te ocurra.- Frunció el ceño y yo le saqué la lengua mientras me daba la vuelta de nuevo,
quitándome la camiseta, para que viera mi espalda completamente desnuda al no llevar
sujetador.

Unos minutos después ya estaba duchada, me coloqué una camiseta grande que me quedaba
como un vestido y la ropa interior a excepción de mi sujetador. Mi pelo aún goteaba, pero me
daba igual, hacía bastante calor para secarlo. Cuando bajé las escaleras un olor a arroz con
frijoles inundó mis fosas nasales y me sentí completa. Con cuidado, me acerqué a Lauren por
detrás, consiguiendo rodearla por la cintura y sonriendo cuando le di un beso en su hombro ya
que éramos casi igual de altas, por unos centímetros mínimos ella lo era más que yo.

-Mi chica está preparando comida latina y no sabe lo feliz que me hace con eso... ¿Cómo llevas la
herida, amor?- Pregunté mientras ella se daba la vuelta para posar sus manos en mi cintura con
una sonrisa de lado.

-Va bien, hoy no me duele tanto como otros días... ¿Sabes? Tengo el presentimiento de que voy
a salir de esta. Va a estar todo bien.- Rozó su nariz con la mía mientras yo dejaba un casto beso
en sus labios.

-Menos mal, porque sabes que si nos mudamos de cuartel, vamos a construir una vida juntas,
¿no?- Asintió y yo reí suavemente.

-Te amo.- Me dijo mientras se abrazaba a mí y yo le correspondía.

-Yo también te amo, Lauren.

En ese momento sonó el timbre de la sala lo cual me extrañó, porque mi madre dijo que no iban a
volver hasta más tarde. Lauren me dio un beso en la sien y se adelantó a abrir ella, ya que yo
estaba medio desnuda. Robé un poco de comida de la sartén, consiguiendo quemarme la punta
de la lengua por idiota e impaciente, fruncí el ceño mientras tenía la lengua fuera intentando
enfriármela con agua.

-Quema, quema, quema...- Dije casi en susurros inentendibles al tener la lengua fuera.

-Camila, es para ti.- Me extrañó tanto que me llamase por mi nombre y no por el sobrenombre
cariñoso que ella tenía para mí que me quedé mirándola aún con la lengua fuera. La metí de
nuevo en mi boca viendo a una Lauren enfadada, asomé mi cabeza y vi a Hailee en la entrada de
mi casa, y entonces salí para recibirla.

-¡Hey! ¿Cómo tú por aquí?- Dije con una sonrisa mientras le daba un abrazo y ella lo
correspondía, sus manos estaban un poco más debajo de la parte baja de mi espalda y menos
mal que Lauren no estaba viendo esto porque sabía que era capaz de quitarle las manos de ahí y
no amistosamente precisamente.

-Quería verte, oye, ¿crees que estaría bien que comiéramos juntas?

-Oh, yo... Ya voy a comer con Lauren aquí, Hailee... Lo siento.

-¿Y no podéis guardar la comida?- Frunció un poco el ceño y noté cómo su mirada bajaba a mis
labios. No me gustaban sus intenciones.

-No, Hai. Voy a comer con ella...

-Pero...

-¿No la has oído o qué?- Escuché su ronca voz a mis espaldas, me giré para verla y estaba con
los brazos cruzados mirando fijamente la situación. Hailee bufó y rodó los ojos.

-Bueno, Mila, nos veremos otro día cuando la posesiva y celosa de tu novia deje de estar
insegura de que vengas conmigo.- Sabía perfectamente que esas palabras iban a hacer daño,
por eso yo suspiré.

-Hasta otra.- Y le cerré la puerta ante la atenta mirada de Lauren.

-¿En serio crees que soy posesiva y soy insegura?

-Lauren...

-Vale, no digas nada.- Dijo mientras subía las escaleras.

-¿No vas a comer? Tienes que hacerlo.- Dije mirándola, y no recibí una respuesta. "Perfecto"
pensé.

Aquel día comí sola, pero más tarde hablé con Lauren, aclaramos las cosas y tuvimos un
maravilloso sexo de reconciliación que creo que hasta los vecinos fueron testigos, porque nunca
me había hecho gemir así, yo, por el contrario, no podía tocarla por su herida, cosa que me
fastidiaba, pero quería que se curase rápido de aquello.
** ** ** ** **

Me estaba preparando para ir al médico con Lauren, para ver cómo seguía después de que le
quitaran la medicina y las diálisis. Al final, ella ya se había acostumbrado a que agujas
atravesasen su piel en busca de una vena, pero a cambio, su brazo derecho estaba lleno de
moretones por algunos días que pinchaban mal.

Ahora, siempre que la veía, tenía una media sonrisa en su rostro, y no me podía imaginar lo que
pasaría si las pruebas que le hicieran hoy daban con que su problema se había quedado igual y
no había desaparecido para nada. Me estaba esperando en el coche, hoy conducía ella, y cuando
subí a este, me incliné para dejar un beso en su mejilla.

-¿Hablaste con Tay?

-¡Sí! Y con mi padre, bueno, con todos en general. Chris sigue igual, pero de verdad que no sé
qué le ocurre... No le hice nada, es más, cuando me arrebataron de ellos, estábamos jugando a
los cochecitos. ¿Sabes qué? Mike me ha contado una cosa.

-¿Qué?- Me puse el cinturón, puesto que Lauren había arrancado y nos disponíamos a ir por fin al
hospital.

-¿Recuerdas lo nerviosa que es mi hermana? Bueno, y maniática y...

-¡No divagues!- Le dije mientras reía y acariciaba su brazo derecho, puesto que su mano estaba
en la palanca de cambios.

-Pues mi padre dice que tiene un poco de TOC, y que bueno... a veces se pone muy...

-¿Muy?
-¿Agresiva? No sé, a veces las cosas no salen como ella las planea y...

-Entiendo.- Paré de acariciar su brazo y me acerqué a darle un beso en su mejilla.

-Cuando volvamos al cuartel, me encargaré de pasarles parte de mi sueldo para que le traten
eso. Quiero que sepa que su hermana, aunque no pueda estar con ella todo el rato, la cuida.- Dijo
con una sonrisa sin quitar la vista de la carretera.

-Me parece perfecto, Lolo.

-Hacía tiempo que no me llamabas así, ¿eh?- Arrugó la nariz y tuve unas ganas inmensas de
decirle que parase y comérmela a besos.

En un rato, llegamos al hospital, y en unos minutos más, llamaron a Lauren para las pruebas. Ya
no se mostraba tan miedosa como la primera vez, tenía más confianza en ella misma y aquello
me encantaba. Cuando salió, tuvimos que esperar un rato más, y después nos hicieron pasar a la
consulta del doctor Knight. Nos resultó bastante raro, porque el doctor no estaba en su sitio, pero
la enfermera dijo que había salido un minuto y que ahora volvía.

Cuando lo vimos aparecer, el miedo me corrió por todo el cuerpo, porque si llevaba todo el día
pensando en que iba a salir bien, siempre, en el último momento, me daba el ataque de
negatividad que me hacía ponerme bastante nerviosa. Noté los dedos de Lauren acariciar mi
mano y entonces, el doctor comenzó a hablar.

-He estado revisando tus pruebas, Lauren. Tu cerebro está... bien, quiero decir, no hay puntos
afectados directamente y... En cuestión de unos días más, vas a estar recuperada, Lauren.
Pero...

-¿Pero...?- Dijo Lauren quien había empezado a apretar mi mano de emoción.

-Hay algunos tejidos cerebrales e intravenosos que han quedado afectados. Me dijiste que eras
militar, ¿no es así?
-Sí...

-Pues no podrás tener tanta actividad física como antes, al menos hasta que pasen unos meses y
todos los tejidos se vuelvan a regenerar satisfactoriamente.- Dijo con una sonrisa y entonces
escuché un sollozo, miré hacia el lado y mi chica estaba llorando con una sonrisa en su rostro.

-Muchísimas gracias, doctor... Muchísimas gracias por hacer todo esto por mí...- Dijo en un
susurro roto por las lágrimas, cuando salimos de la consulta después de que Lauren abrazara a
su doctor, ella se abrazó a mí como si yo fuera su tabla salvavidas, se me rompió en los labios, a
veces reía entre lágrimas y yo lloraba también sonriendo, pero mi cabeza estaba en otro sitio en
ese momento...

No quería volver. No quería volver al cuartel donde estaba mi padre, quería que siempre nos
quedásemos Lauren y yo viviendo en Miami, con la playa, el sol y los días enteros junto a ella. No
quería volver a sufrir.
Capítulo 31

No, no estás alucinando porque tus interacciones están locas. Son 4 capítulos seguidos. ¡Mañana
tenéis el final de Army! Espero que lo disfrutéis tanto como yo lo estoy haciendo. Comentad con
el HT #ARMYCamren en Twitter mientras esperáis para el final. :3

Lucy's POV

Habían sido unos meses horribles en parte y buenos en otra. Me pasaba el día esperando a que
Lauren me mandase algún mensaje sobre su estado, y eso me mataba de angustia, y bueno
porque tenía a Vero siempre a mi lado. Me encantaba la forma que tenía de cuidarme, de cómo
llegaba a la enfermería a traerme la cena cuanto tenía que quedarme en urgencias cuidando a los
heridos de guerra, la forma en la que dormía conmigo mientras me acariciaba la tripa para que
estuviese relajada.

La visita de aquella muchacha preguntando por Lauren me pareció un tanto rara hasta que supe
que era su hermana, y después lo feliz que se notaba la voz de la ojiverde cuando hablábamos de
su familia redescubierta.
Me llegaban papeles administrativos todos los días, nuevos reclutas aprendices de enfermeros o
simplemente soldados que daban cursos de primeros auxilios. La situación en Siria con los
rebeldes era cada vez más difícil de llevar, y cada vez venían más heridos.

Ahora estaba esperando en el aeropuerto de Massachusets con un abrigo, bufanda y gorro. El


ambiente estaba más que frío allí, e incluso me extrañaba que todavía no hubiese nevado. De
lejos, visualicé a dos mujeres, y eran Camila y Lauren. Corrí tanto como dieron mis pies para
abrazarme por fin a mi mejor amiga. La sentí llorar contra mi cuerpo y yo también lloré.

-Ni se te ocurra volver a dejarme así, Jauregui.- Dije en apenas un susurro mientras llenaba su
mejilla de besos.

-¿Cómo mierdas iba a dejarte, imbécil? Joder, te he echado de menos.- Me revolvió el pelo
mientras llorábamos las dos como idiotas y reíamos a la vez. Miré a Camila la que miraba la
escena con una sonrisa, me atrevería a decir que su sonrisa era triste, pero lo eché a mi
conciencia. Le di también un abrazo a ella, apretándola más que a Lauren, ya que esta tenía aún
la herida en su abdomen.

-Gracias por cuidarla... Te estoy eternamente agradecida...- Dije también en un susurro.

Pronto estábamos caminando hacia el Jeep. Me ajusté más el abrigo militar que llevaba pues se
me estaban congelando hasta las ideas. Una vez en el Jeep, conduje hasta el cuartel. Le conté a
Lauren varias anécdotas que habían pasado en su ausencia, pero seguía notando a Camila algo
callada. ¿Qué ocurría? ¿Se habían peleado? Pero Lauren estaba demasiado normal como para
que se hubiesen enfadado.

Al llegar al cuartel, Camila le dijo algo a Lauren y desapareció, fruncí el ceño y nada más no notar
su presencia, me dirigí a mi mejor amiga.

-¿Qué le ocurre?

-¿Hm? No lo sé, lleva así de rara todo el día... Dice que va a saludar a sus amigos de aquí.- Y en
ese momento noté unos brazos rodearme por detrás, siendo Vero. Conocía perfectamente su
aroma, así que sonreír.
-¡Hola Lauren!- Dijo con alegría y Lauren puso el rostro serio.

-Soldado Iglesias, ¿cómo le habla así a un superior?- Se puso las manos atrás mirándola
inquisitivamente.

-Oh, mierda, yo... Lo siento, lo siento.- Dijo rápidamente nerviosa mientras se separaba de mí y
se cuadraba ante Lauren, quien ahora empezaba a reírse.

-Te la creíste...- Alargó la última letra guiñándole el ojo, ahora cogió del brazo a mi chica y le dio
un abrazo. –A mis brazos, cuñada.

Durante toda la tarde salimos, reímos, nos gastamos bromas, y Vero no cayó solo una vez en la
broma de "Soldado Iglesias", sino una tras otra, y cada vez nos reíamos más. Cuando cayó la
noche, fuimos a cenar al comedor del cuartel. Lauren se fue a su habitación pues debía ponerse
el uniforme ahora.

Cuando Vero y yo nos sentamos en la mesa, vimos a Camila sentada con Shawn, un soldado, y
parecía que estaba divirtiéndose, pues no paraba de reír. Supongo que haber estado tanto tiempo
juntas, Lauren y ella, las había saturado y necesitaban estar algo separadas.

-¿Qué pasa por ese cerebro de guisante?- La voz de Vero me hizo dejar de mirar a Camila y
sonreí.

-Como un guisante va a ser tu posibilidad de fajar esta noche como sigas así, Verónica.- A ella le
costó tragar después de aquella frase y soltó una leve risa.

-Mira, como sigas así, no voy a vestirme de Mamá Noel cuando vayamos a visitar a tu padre y tus
hermanos.

-¡No te lo estaba pidiendo! Además, con ese vestido vas a pasar mucho frío.
-¿Qué va a pensar Carlos Vives de que la novia de su hija aparezca con ese trajecito?- Alzó y
bajó las cejas repetidamente y le di un empujón en el hombro riendo.

-Eres imbécil, Vero.

Lauren's POV

Echaba de menos la calidez que emanaba mi habitación en aquel frío ambiente. Saqué todo mi
uniforme, poniéndolo encima de la cama extendido primero y sonreí. Saqué las botas militares
que tanto echaba de menos en mis pies y comencé a vestirme. Me puse la camiseta blanca
interior, luego los pantalones los que me quedaban algo holgados, después la casaca de invierno
militar y por último, las botas militares, por las cuales metí los pantalones y apreté fuertemente los
cordones.

Al mirarme al espejo sonreí, alisando con mis manos la casaca, luego me hice una coleta y metí
la casaca por mis pantalones.

-Woah, Jauregui, ahora te toca ponerte en forma.- Como había hablado con mi superior más
inmediato, iba a tomarme unos meses solo de entrenamiento para recuperar mi forma física
anterior, y no puedo lo ansiosa que estaba de hacer eso.

Ahora, caminé hacia el comedor y busqué a Camila con la mirada, no la encontré, lo cual me llevó
a fruncir el ceño y sentarme con la bandeja de comida al lado de Vercy.

-¿Habéis visto a Camila?

-Sí, estaba allí sentada con Shawn pero se ha ido algo apresurada...- Dijo Lucy mientras se metía
un poco de puré de patatas en la boca.

-Esto es extraño de cojones...- Susurré con un hilo de voz. No sabía qué le podía ocurrir, solo
sabía que desde que bajamos del avión tenía esa actitud de mierda. ¿Hice algo? Si es así,
tendría que hablarlo conmigo, no evitarme...

Comí mi verdura con puré de patatas y filete de pollo tranquilamente, sumida en mis
pensamientos. Ni siquiera escuchaba la conversación que se traían Vero y Lucy, que
seguramente me haría vomitar la comida si hablaban del sexo que tendrían aquella noche.

Esa noche ni me esforcé en buscarla, ella vendría si me echaba de menos y de verdad que iba a
echarme de menos, porque con esa actitud no podríamos hacer nada. ¡Siempre hablábamos las
cosas! ¿Por qué ahora no hablaba conmigo sobre lo que le pasaba? Estuve toda la noche
dándole vueltas a la cabeza, de verdad que no sabía lo que pasaba, y cada vez pesaba más en
mi cabeza ese pensamiento.

Camila's POV

Estaba destrozada. No podía parar de llorar, y daba gracias a que no había nadie por los pasillos
a esas horas. Fui directamente a mi habitación, al cerrar la puerta me despojé de toda mi ropa
casi con asco, no quería seguir en esta piel, quería ser libre.

Cuando estuve completamente desnuda me metí en la ducha y lloré, lloré como nunca antes, y
daba gracias a que aún me quedaba un poco de dignidad dado que en la ducha no se distinguían
la cantidad de lágrimas que salía de mis ojos.

Me puse a pensar en todo, todo lo que había pasado hoy y mi espalda se apoyó en las frías losas
de la pared, deslizándose hasta que quedé sentada abrazada a mis piernas con la cabeza
escondida en mis rodillas. Negaba para mí misma, porque era irreal aquella situación, de verdad
que lo era.

Cuando salí de la ducha contuve un poco mi llanto, me sequé el pelo y el cuerpo para más tarde
ponerme mi pijama y meterme bajo las mantas de la cama. Una vez allí, comencé a llorar. Lloré
por lo imbécil que estaba siendo, lloré por no poderle contar nada a Lauren, lloré por no poder
abrazarla aquella noche y sobre todo, lloré por mi vida.
Capítulo 32

Camila's POV

Sonó el despertador.

Otro día más.

Otra pesadilla más.

Llevé los pies al suelo y cuando pisé sentía que tenía unos zapatos de buzo puestos. Me pesaba
todo lo que llevaba dentro, y esto iba a salir por algún lado. ¿Lo malo? Que no sabía por dónde
iba a salir.

Cuando me puse el uniforme y apreté fuertemente las botas militares, bajé a desayunar lo más
temprano posible. No quería encontrarme con Lauren. No quería besarla, no con estos labios
compartidos. No quería mancharla a ella también con mis cosas.

FLASHBACK: La noche anterior.

Alejandro me había traído a su despacho una vez más, yo intenté zafarme de sus asquerosas
manos, tenía el valor para negarle lo que él buscaba. En cuanto intentó quitarme la camiseta me
aparté y negué. Esta fue la primera vez que me negué a él y no podía describir el odio que tenía
su mirada.

-No vas a ponerme más las manos encima.- Dije con odio y desprecio, fui a la puerta a abrirla y
estaba con la llave echada.
-¿Buscas esto?- Dijo mientras hacía tintinear las llaves en su mano y luego las metió en un cajón
de su mesa. –Escúchame bien. Parece que al haberte dejado ir, tu noviecita te ha cambiado la
idea que tenías, pero escucha. Como no me complazcas como siempre, ella va a sufrir lo mismo
que tú. Y después de eso, voy a reventarle la puta cabeza, sabes que soy capaz, Camila, sabes
que si aparece muerta por mis manos, van a encubrirme siempre.- Con cada palabra se iba
acercando más a mí y yo negaba internamente.

*Aviso: Esta parte de la historia puede herir tu sensibilidad, es tu elección leerla o no.*

-Por favor, no lo hagas... por favor...- Una primera lágrima se deslizó por mi mejilla mientras mi
espalda daba con la puerta de su maldito despacho, pero entonces me cogió de los brazos con
fuerza y casi me arrancó la camiseta y el sujetador. Los tiró a un lugar que no vi pues en el
momento en el que estuve rodeada por sus brazos, cerré los ojos.

-No sabes lo que te he echado de menos, no sabes lo bien que me haces sentir, mi pequeña puta
sumisa.- Dijo y tuve unas ganas enormes de vomitarle en la cara, pero solo me vino una pequeña
arcada.

Sentí su barba rasparse en mis pechos y una seguida lágrimas corrió por mi mejilla, no quería
eso, quería sentir las manos de Lauren tocándome, no sus rudas y ásperas manos. Di un
pequeño grito de dolor cuando mordió uno de mis pezones para ponerlo erecto, y casi le doy una
bofetada, pero eso no pasó. Dio una bofetada en mi otro pecho y yo sabía que aquello lo hacía
para que pareciera que yo estaba excitada.

-¿Me has echado de menos?- Me dijo mientras agarraba una de mis manos y la ponía encima de
la dureza de su pantalón, la que ni siquiera moví. Me daba mucho asco.

-No.- Dije decidida y entonces el dorso de su mano cruzó mi mejilla, estaba segura de que aquello
me dejaría una marca.

-Voy a repetirlo solo una vez más. ¿Me has echado de menos?- Su tono fue firme y autoritario.

-Sí. Te he echado de menos.- Una asquerosa sonrisa apareció en sus labios y entonces tomó mi
rostro para darme un beso bastante bruto en los labios.

-Eres una zorra.- Dijo mientras me empujaba hacia su mesa, apartó todo lo que había ahí encima
de un manotazo y mis pechos se presionaron contra la fría madera. Sentí sus manos bajarme los
pantalones junto a mi ropa interior y me dio un azote en una de mis nalgas que dolió como el
infierno.

Estaba desesperada, no podía hacer nada, con mis manos apreté mi cabello y rompí en llanto
cuando escuché la hebilla de su cinturón tintinear en señal de que se estaba bajando los
pantalones, y después escuché el plástico de un preservativo que se estaba poniendo.

No me dio tiempo a decir nada cuando él ni se molestó en abrir mis piernas, sino que las aguantó
cerradas con sus propias rodillas. Entró en mí de una forma tan bruta que el agudo dolor que
sentí en mi centro hizo que gritara. Cogió mi cabello de un puñado y tiró, incluso creí que me
había arrancado algún mechón.

-No hagas tanto ruido o te castigaré.- Dijo mientras entraba de nuevo en mí, yo seguía igual de
cerrada y pequeños quejidos salían de mis labios. Sentía cómo con cada embestida me
desgarraba más por dentro. Sentí un líquido caliente correr por mis piernas, sabía que era sangre,
lo sabía porque cada vez que él hacia esto en mí, me hería de una forma tan interna que luego
necesitaba varios días para moverme con normalidad.

Sus manos se apretaron en mi cintura dejando unas horribles marcas, era amable cuando las
marcas siempre me las hacía en sitios donde la ropa cubría, pero no las podría cubrir para
Lauren.

-Papá, para... Para, por favor, me duele mucho...- Dije suplicante, pero él no cesaba en sus
movimientos, hasta que una vez se metió por completo dentro de mí para decir algo.

-Me encanta que seas una zorra a la que le gustan las mujeres, ¿sabes? Si tuvieras novio y te
metiera la polla, no estarías tan apretadita, ¿hm?- Soltó una ronca risa y apreté mis puños.
Quería golpearle, quería matarle, quería que desapareciera.

Sentí que acabó porque algo caliente llenó el plástico con el que cubría su miembro, pero yo no
dejaba de llorar, mis piernas fallaban, era algo que no podía controlar. Cuando acabó, el silencio
apareció en la habitación, ya no se escuchaba el crujido que él provocaba en la mesa cuando me
embestía, no se escuchaban mis gemidos ni su respiración de cerdo acelerada.

Subí mis pantalones y me coloqué mi sujetador con la camiseta después, no quería mirarle, no
quería sentir más repulsión de la que ya tenía en el cuerpo. Él abrió la puerta con su maldita llave
y dio un beso en mi cabeza.

-Te amo, flaca.- Dijo y solo tuve ganas de vomitar, las náuseas me venían mientras iba hacia mi
habitación, y no pude controlarme, en un macetero que había por allí me arrodillé y comencé a
vomitar, me aguanté sola el pelo porque no tenía a nadie más, en aquel asunto yo estaba sola.

Vomité toda la cena, quedándome con una horrible sensación en mi cuerpo. Me limpié la boca
con el filo de mi camiseta desgarrada por aquel bastardo y volví a mi habitación.

FIN DEL FLASHBACK

Después de recordar todo aquello, ni tuve ganas de desayunar. Solo revolvía el desayuno en mi
plato con el tenedor y apretaba el pequeño pan en mi mano mientras miraba el agua de mi vaso.
El estar en aquel banco tan duro me dolía en mis partes más íntimas y no podía concentrarme en
otra cosa que no fuese aquello.

Me estaba matando lentamente, porque yo ya no quería existir más, no quería que me hiciera
más daño, pero sobre todo, estaba haciendo esto para que a Lauren no le hiciese nada. Si no
estaba Lauren a mi lado, estaba perdida.

-Hey, Camz. Buenos días.- Sonó a mi lado y quise cerrar los ojos y desaparecer, pero solo los
cerré un segundo para volver a abrirlos y sonreí mirándola ahora.

-Hola...- Dije con la mejor de mis sonrisas fingidas.

-Eh... ¿qué pasó aquí?- Pasó su dedo pulgar por mi pómulo y me retiré de sus manos
rápidamente porque dolía.
-Nada, solo... me di un golpe con la puerta del armario. Estaba todo oscuro.- Mentí.

-Camz... ¿Has visto a tu padre? Me han dicho que estaba buscándote como un loco ayer.

-Yo... no.- Negué con la cabeza mientras me metía un trozo de bacon en la boca, ella se sentó a
mi lado y desayunamos en silencio las dos, yo no quería hablar, y ella parece que se dio por
vencida en ello por las mentiras que le estaba soltando.

N/A: En serio que casi vomito al ponerme en la situación de Camila. Vuelvo a dejar esto por aquí
por si acaso:
Capítulo 33

Lauren's POV

Camila se creía que yo era imbécil y que iba a creerme sus mentiras así porque sí, pero estaba
muy equivocada. No me había tragado ninguna, pero me hice la tonta. Seguí sonriéndole durante
todo el desayuno y cuando terminamos, dejamos la bandeja en el lugar del office y al salir del
comedor cogí su brazo para meternos por un pasillo sin salida, ella se quejó. Me fijé en que
llevaba las mangas bajadas, pero seguramente aquel hijo de puta le había dañado ahí también.

-¿Pasa algo, Camz? Estás rara...- Dije en un tono normal, pero en realidad estaba más que
preocupada. Los ojos de Camila estaban hinchados e inyectados en sangre.

-No, solo he tenido una mala noche... Dormir sin ti es un calvario.- Me dedicó una falsa media
sonrisa y yo hice igual con ella.

-Te amo, ¿vale?- Y esta vez quería que lo recordase más que nunca. Agarré su barbilla y di un
beso cariñoso en sus labios.- Voy a entrenar hoy, ¿estarás bien?

-Claro, ve tranquila, amor... Nos veremos esta tarde o esta noche, ¿no?- Asentí con una sonrisa
en los labios. Con una mano acaricié su mejilla contraria al golpe y la atraje hacia mi cuerpo para
darle un abrazo.

Me dolió dejarla sola, pero entonces se me ocurrió una cosa. Había una persona que me debía un
favor, y entonces caminé a pasos rápidos. Aquella chica de tez morena se había percatado de
que iba hacia ella, entonces, dejó el tenedor de su desayuno.

-Mira, si es Jauregui.- Dijo con una sonrisa en su rostro y suspiré.


-Normani, escúchame... ¿recuerdas cuando te cubrí frente a tus superiores para que no te
excedieran del cargo?

-Claro que me acuerdo, y me acuerdo que te dije que eres tan zorra que seguro que me
guardabas el favor.- Me guiñó el ojo. Ella siempre hablaba así y me hacía gracia, como cuando
Lucy me llamaba "perra".

-Escucha. Sabes quién es la soldado Cabello, ¿no?

-Hija del teniente coronel Cabello y amiga del soldado Mendes, ¿no?

-Mierda, Mani, ¿puedes dejar de ser así? Das puto miedo.- Dije soltando una leve risa a la par
que ella. –Necesito que hoy dejes todos tus entrenamientos, tengo que salir del cuartel durante
todo el día, y necesito que te pegues como una lapa a ella. Hazte su amiga, me da igual si te cae
bien o no, pero no te despegues de ella hasta que por la noche, después de cenar, la dejes en su
habitación, ¿entendido?

-A sus órdenes, pero si dejo de entrenar...

-Yo te cubro. Diré que te he llevado a que me ayudes a hacer inventario de armas del cuartel. Tú
solo haz lo que digo.- Mi voz sonó más autoritaria de lo que quería, pero me daba igual.

"Alejandro Cabello, no has visto aún a Lauren Jauregui enfadada, y créeme que es peor cuando
guardo toda mi venganza hacia ti, porque en este momento, te juro por mi madre que si hace
falta, no saldremos vivos ninguno de los dos." Pensé internamente.

Lucy's POV

El día se sentía bastante raro y no encontraba a Lauren por ningún lado. Anoche me dijo que iba
a estar entrenando, pero no la vi por el gimnasio ni por la pista. Al final, me di por vencida y volví
a la enfermería puesto que debía hacer mi turno aquel día, el cual duraba hasta después de
comer. ¿Apostamos algo a que mi novia me trae algo de comer? A veces la quiero tanto, sobre
todo cuando me da caprichos de comer... Joder, Lucy, para de pensar en la comida.

Estaba revisando a enfermos, sus signos vitales, sus heridas las cuales habían sido curadas esta
mañana temprano por las enfermeras. El frío no ayudaba a que aquellos heridos reaccionaran
bien a las curas, puesto que la mayoría venían con las heridas infectadas, y con un simple
resfriado podría ponerse la cosa mucho más seria de lo que verdaderamente es.

Cuando entré por primera vez a enfermera, una de las gobernantas del sitio me dijo que una
herida no era tan peligrosa si había sobrevivido a cruzar todo el océano hasta llegar a América,
que lo peligroso se hallaba en el frente de batalla, ahí es donde todo el mundo se jugaba la vida a
un "sí" o "no". Más de una vez me había tocado decirle a alguien que no iba a salir de esta. Más
de una vez me había tocado cerrarle los ojos a alguien después de morir.

Cuando entras al ejército en un rango bajo, estás dispuesto a que, si te encariñas con alguien,
pueda morir en el momento que menos esperas mientras estáis de misión, y eso lo aprendí de
Lauren, era su típica frase. A ella más que nunca tuve que ayudarla a salir adelante cuando
perdió a Keana, cosa que nos dolió a las dos, puesto que era mi amiga y era su novia.

Todavía recuerdo cuando el pelotón entró en aquella mugrienta casa hecha ruinas con algunos
del equipo médico en los que entraba yo, buscamos a los rehenes, había en total unos once. La
mayoría estaban muertos, y cuando entré en la habitación donde tenían a Lauren me la encontré
abrazada a un cuerpo que distinguí como el de Keana. Tenía una herida en su estómago y sabía
que esa herida no se la habían hecho aquí porque no había rastro de sangre por ningún lado.

Que Lauren se recuperase de aquella muerte cercana nos costó la paciencia más de una vez.
Pero un día, como si alguien le hubiese dado a un interruptor en su cabeza, ella reaccionó y
comenzó a entrenar más que a llorar, se refugiaba en eso, en la potencia física. A veces, durante
sus entrenamientos la escuchaba quejarse porque su cuerpo no podía dar todo lo que ella exigía.

Ella había sido una afortunada entre once. Fue la única superviviente de aquel ataque, y a día de
hoy, ella aún no me ha contado qué hizo para mantenerse viva y que no la mataran como a los
otros.

Después de que mi turno acabara y comer con Vero, salí al patio y vi uno de los garajes a medio
abrir. ¿Qué coño? Me acerqué y escuché a Lana del Rey sonar. Venga, en la apuesta anterior
tuve razón, Vero me trajo de comer, ¿nos apostamos algo a que era Lauren-frikifan-de-
LanadelRey?

Cuando abrí el garaje me encontré con Lauren y reí internamente, ella me miró raro.
Definitivamente tenía que dejar de hablar mentalmente conmigo misma. Estaba con algunas
manchas de grasa negra en la cara, la casaca estaba colgada en una silla y estaba inclinada
sobre el capó abierto de un coche. Sonrió y entonces volví a cerrar el garaje como antes pero
conmigo dentro. Bajé un poco el volumen de la minicadena que tenía allí.

-¿Qué haces?- Pregunté apoyándome en la mesa.

-Esta chatarra, le fallaba algo en el motor y he tenido que ponerle unas piezas.- Cogió una de las
múltiples llaves inglesas que tenía en el suelo y se inclinó de nuevo en el Jeep. Yo escuchaba
algo sonar, pero no tenía ni idea sobre mecánica, y ella sí, había aprendido sola. Supongo que
haber seguido estudiando varias cosas mientras estaba aquí le servía, porque tenía
conocimientos de varias cosas que yo no. Era una mente inquieta.

-¿Has salido con el coche esta mañana? ¿Cómo sabes que le falla eso?- Se quedó pensativa por
un momento y luego sonrió de nuevo.

-No, no he salido, solo que he venido a revisar mi Jeep y algún maldito ladrón le ha quitado las
piezas que le faltan al motor. No es tan raro, ¿no?- Dijo tratando de convencerse a ella misma
también. Reí y negué lentamente.

-Bueno, pues cuando termines con esa mierda me llamas y salimos de estos muros para
tomarnos algo caliente en la ciudad. Ya mismo es navidad y quiero comprarle algo a mis padres y
mis hermanos para cuando vaya a Colombia.

-¡Hecho!- Dijo mientas se metía otra vez en las entrañas de aquel coche.
Capítulo 34

Camila's POV

Cuando aquella mañana me puse de nuevo las chapas que me distinguían de los demás, me
acordé de que aún tenía puesta las de Lauren, sonreí internamente al recordar que ella había
salido de aquella operación y eso me hinchaba el corazón de alegría, alegría de verdad.

Entonces, se me ocurrió algo. Saqué mi joyero, puesto que allí no nos dejaban más que tener las
chapas. Saqué un anillo que yo siempre llevaba y lo miré con detenimiento, me lo había regalado
mi madre cuando cumplí los 15 y no me lo quité hasta que entré aquí, ese anillo significaba
mucho para mí, y quería que fuera como una promesa entre Lauren y yo. Con una gran sonrisa,
metí el anillo en la cadena de ella y guardé estas cosas en mi bolsillo, cuando la viera se lo daría.
Me moría de ganas por ver la cara de imbécil que se le iba a quedar al ver el anillo. Sabía que ella
no quería casarse porque habíamos hablado de eso, dijo que si tenía que estar conmigo toda la
vida, no le harían falta unos papeles donde pusiera aquello.

Aquella mañana tuve entrenamiento, y gracias a dios, conocía a Shawn que estaba en el mismo
grupo. Él se había encariñado mucho conmigo porque decía que yo le recordaba a su hermana
pequeña, y siempre me hacía reír con cosas como: ¿Cómo va a estar Lauren celosa de mí?
Cuando le contaba que ella había mostrado celos alguna vez por él.

El entrenamiento fue duro, y el punzante dolor en mi centro me recordaba cada momento en la


horrible situación en la que estaba. Los músculos de mis piernas palpitaban por la carrera de
resistencia que estábamos haciendo, luego hicimos abdominales, después flexiones con las
manos a la altura del pecho y después con las manos más allá de nuestros hombros.

Nuestro sargento nos llevó a un circuito de entrenamiento que estaba cerca de los garajes.
Mientras hacía mi turno, vi a Lauren salir de uno de los garajes a paso apresurado, mirando a
todos lados. Su mirada se pausó en la mía y casi me caigo de bruces hasta que alguien llegó a mi
altura en el circuito.

-Eh, hola. ¿Cabello?- Dijo una chica de tez morena a mi lado, la miré mientras terminaba el
circuito y ella también.

-Sí. Camila Cabello. ¿Y tú?- Miré de reojo hacia donde había visto a Lauren y ya no estaba.

-Soy Normani. Normani Kordei.- Extendió la mano hacia mí y yo la estreché con algo de confusión
por no saber cómo Lauren había desaparecido tan rápido.

-¿Eres nueva en el grupo?

-No, solo quería hacer esta sesión, es lo que hay si tienes algo de experiencia, Te dan un poco de
libertad, ¿sabes?-Sonrió y sinceramente pensé que era buena chica.

Estuvimos todo el entrenamiento hablando de vez en cuando, incluso me invitó a sentarme con
ella a comer. Busqué a Lauren y no la encontraba por ningún lado, es como si hubiese
desaparecido y no entendía el por qué. Suspiré una vez más y me fui a mi habitación para darme
una ducha y cambiarme el uniforme de entrenamientos por el que siempre llevábamos durante el
día.

Mientras me acomodaba en la cama con el portátil para ver una película, sonaron toques leves en
mi puerta. Por un momento sentí miedo, pero después me alivió pensar en que si hubiese sido mi
padre, los golpes hubiesen sido más fuertes. Fui hacia la puerta y pregunté.

-¿Quién?

-Tu maravillosa novia.- Dijo detrás de la puerta, cuando le abrí ella mostró una amplia sonrisa, la
cogí de la camiseta e hice que entrara para cerrar y comenzar a darle besos rápidos en los labios
riendo también como ella.

-¿Dónde te has metido todo el día? Me habías preocupado, imbécil...- Dije en tono bajo mientras
ella me rodeaba con sus brazos sonriendo.
-Estuve ocupada haciendo cosas... ¿Qué hacías?

-Iba a ver una película, ¿te unes?- Le hice ojitos pestañeando un par de veces y asintió, la sonrisa
no se borraba de sus labios.

-Pues claro que me uno, boba...- Dijo en un tono dulce poco propio de ella.

Estuvimos un buen rato tumbadas en la cama mirando a la pantalla, su mano subía y bajaba por
mi brazo. Al principio eran toques inocentes, pero pasó a algo más cuando nos miramos y sentí
de nuevo la conexión que teníamos. Sonreí y rocé sus labios.

-Tengo una sorpresa...

-Hm... ¿sí? Muéstrame...

-Es... esto.- Saqué de mi bolsillo las chapas junto al anillo que había colocado. En su cara se
mostró una sonrisa pero pronto se borró al ver el anillo.

-Camz... ya hablamos sobre esto, yo...

-Es una promesa. No vamos a casarnos, pero a cambio, quiero prometerte que siempre estaré
contigo. En lo bueno y en lo malo, siempre, porque estoy completamente enamorada de ti.-
Aquellas palabras fueron breves pero salieron directamente de mi corazón lo cual hizo que sus
ojos se llenasen de lágrimas, sonrió amplio y sacó algo de su bolsillo. Era otro anillo, y ahora lo
estaba colocando junto al mío en la cadena. Después, se la puso en su cuello mirándome con
una lágrima corriendo por su cara.
-Yo... sé que soy una mierda expresando lo que siento, pero quiero que sepas que en mi cabeza
tengo mil manos para contar las razones por las cuales te elijo una y otra vez a ti... te amo, te
amo más de lo que nunca he amado a nadie, y quiero que estas palabras las recuerdes siempre,
porque, que sepas, que estaría dispuesta a morir por ti una y cien veces más.

(Si podéis, poneos la canción de 1000 hands de fondo, os ayudará a llorar más.)

Tras esas palabras nos fundimos en un beso, un beso tan lento que hasta me hizo creer que el
tiempo se detenía. Poco a poco, Lauren fue poniéndose sobre mí, su cuerpo presionado con el
mío hacía que cada marca de mi cuerpo doliera un poco menos. Fui desabrochando lentamente
su casaca hasta que se la quité por completo y cayó al suelo. Ella hizo lo mismo conmigo, sus
besos en mi cuello acallaban mis pensamientos de que iba a descubrir mis marcas, pero ahora
mismo no podía darme más igual.
Nos quitamos las camisetas y bajó a mis pechos, los cuales aún estaban cubiertos con el
sujetador, ella me miró como pidiendo permiso y yo asentí con un suspiro. Se quitó el suyo y
después me quitó el mío, nos estaba poniendo en situaciones igualitarias y lo sabía, siempre lo
hacía. Mientras daba besos en mis dolidos pechos, solo acariciaba su cabello lentamente, sus
mechones negros recorrían el espacio entre mis dedos.

Acuné su rostro en mis manos ahora y comencé a besarla de nuevo, esta vez con mucho más
ímpetu que antes, algo pasional, pero no dejaba de respirarse el amor en aquella habitación.

Me trataba con tantísima delicadeza... yo sabía que había visto mi cuerpo maltratado con feas
marcas ya, pero no hizo más que besar cada uno de los moretones que recorrían mi piel. Sus
dedos desabrocharon mis pantalones y los bajó con mi ayuda hasta que acabaron en los pies de
la cama. Yo hice lo mismo con sus pantalones, hasta que estuvimos completamente desnudas.
Subí mis manos por su espalda, tocando su suave piel mientras ella se ponía con los labios
rozando mi oído.

-I just wanna feel a thousand hands from you, only you...- Cantó una canción que yo no había
escuchado nunca en mi oído, pero su voz... joder, su voz se escuchaba realmente hermosa. -
¿Está bien si hago esto?- Sus dedos se colaron entre mis pliegues y yo tragué un poco de saliva,
me dolía aún un poco, pero confiaba en que ella iba a tener el suficiente tacto conmigo como para
no dañarme.

-Está bien...

Un único dedo de ella se fundió en mi interior y yo solté un gemido que sonaba a quejido, pero
ella solo se dedicó a besar mi mentón lentamente, mis dedos se hundieron en su cabello, el cual
acaricié lentamente. No sabía por qué, pero esto me sonaba a una despedida, porque sus toques
eran tan cariñosos, tan cuidadosos... Movía su dedo lentamente, dejando que yo comenzara a
sentir la sensación de placer mientras que con su dedo pulgar masajeaba mi clítoris. No era
mentira si decía que Lauren me hacía tocar el cielo varias veces con un toque, porque me sentía
en las nubes con ella, me sentía capaz de todo si ella estaba a mi lado.

Mi mano bajó a su sexo y la acaricié por sus pliegues húmedos, quería hacerla sentir igual de
querida que ella a mí, y ahora que su cicatriz estaba casi curada, no iba a quedarme sin hacerlo.
Dos de mis dedos se hundieron lentamente en su interior y escuché un suspiro mientras abría
más sus piernas.
Pronto, lo que fueron unos toques cariñosos ahora eran magníficos. Ambas sabíamos dónde
teníamos que tocarnos, dónde teníamos que besarnos, y es que ya nos conocíamos casi por
completo al haber pasado tanto tiempo juntas, y también su enfermedad nos unió muchísimo
más.

Me coloqué ahora encima de ella haciendo que rodásemos en la cama, moví mi cadera sobre su
mano mientras no dejaba de hacer cosas en su interior con mis dedos. Solo se escuchaban
nuestros gemidos de placer y nuestras respiraciones intranquilas.

Estábamos rozando el climax ambas con la punta de nuestros dedos, y solo bastó que hiciera
presión con mis dedos en la curvatura de su interior para que ella llegase. Segundos más tarde,
Lauren puso insistencia en que yo también lo hiciera, y así fue.

Nos quedamos dormidas abrazadas, buscando nuestro calor corporal mientras la película seguía
sonando de fondo y nuestros corazones latían casi al mismo tiempo.

¿Qué os ha parecido el penúltimo capítulo? ¿Queréis que el final lo suba hoy? Tan solo necesito
que comentéis con #ARMYCamren en twitter, si puede ser mencionándome en KeepWithCamren,
y vuestros deseos serán órdenes para mí, pero solo os digo... Preparad clinex y psicólogos.
CLINEX Y PSICÓLOGOS.
Capítulo 35 FINAL

Camila's POV

Cuando desperté, Lauren no estaba en mi cama. ¿Dónde se había metido? Su ropa ya no estaba
por el suelo y la mía estaba doblada sobre el escritorio de la habitación. Suspiré al pensar que
ella se había ido a entrenar sin siquiera avisarme.

Me vestí con mucho pesar en mi cuerpo ya aún me dolía todo. Cuando estaba abrochándome la
casaca, me asomé al espejo del cuarto de baño y vi las ojeras bajo mis ojos. Entonces, comencé
a hacerme una coleta, dejando que algunos mechones de mi cabello se soltaran sin remedio al
haberme lavado el pelo recientemente.

Cuando salí, hacía un frío descomunal, pero hoy estaba el día distinto, más frío más de lo normal,
o era que a mí me estaba calando más. Llegué al comedor y me senté al lado de Shawn, quien
me hizo varias bromas para que riera, pero yo estaba triste, no sabía por qué, pero las sonrisas
que había en mi rostro eran forzadas.

La ventana del comedor daba al patio de los garajes, y no pude creer lo que vieron mis ojos. Era
Lauren. Era Lauren con mi padre. Charlaban animadamente y reían juntos, ¿qué coño estaba
pasando? ¡¿Qué estaba pasando?!

Sin previo aviso, yo me levanté de mi sitio, dejando la bandeja sobre la mesa, ni siquiera me
apetecía ser limpia ahora, porque quería golpear a alguien. ¿Lauren estaba aliada con mi padre?
¿Lauren había sido su cómplice todo este tiempo? Y yo como una gilipollas, había caído en todo
lo que ella me había dicho. Mientras caminaba por los pasillos que daban al patio, mis ojos se
llenaban de lágrimas, mis puños se apretaban cada vez más, y cuando abrí la puerta para salir, el
frío viento golpeó mi cara. Solo vi un coche salir del garaje de Lauren, y es que ella estaba subida
en él con mi padre de copiloto. ¡¿Qué mierdas?!

Pasó a toda velocidad por frente a mí, pero ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba allí. Me
merecía una explicación, me merecía que ella me mirase a los ojos y me dijese que de verdad no
me amaba tanto como decía, que solo era el paño de lágrimas del juguete de su jefe.

Cuando llegué a donde estaban las motocicletas, intenté descifrar dónde podrían haber ido, tan
solo una pista... tan solo... Algo se clavó en mi muslo, toqué y era algo duro, así que lo saqué de
allí. No, no me lo podía creer... Eran las chapas de Lauren junto a nuestros anillos.

Lauren's POV

Mi plan estaba saliendo a la perfección. Por fin conseguí sacar a Alejando de su mugriento
despacho donde tantas veces estuvo con Camila, haciéndole lo peor que una persona puede
hacerle a otra, violar su confianza y su cuerpo.

Lo había convencido para planear algo en contra de Camila y me había creído el muy gilipollas,
hice una actuación de diez también, pero ahora mismo tan solo la ira hablaba por mí. Íbamos de
camino al campo de tiro que estaba a las afueras de la ciudad, un campo de tiro al aire libre,
rodeado de campo, campo y más campo. Un lugar más que idóneo.

Pensé en formas de acabar con el sufrimiento de mi chica, de acabar con todo, porque cuando
hablé con Alejandro me dijo en tono de broma que había convencido a Camila para manipularla
porque sino me haría daño a mí, pero lo que no sabía era algo: Nadie se mete con Camila
mientras yo esté presente. Nadie la va a menospreciar, nadie va a hacer de su vida un imposible,
nadie, porque la amo y lo que estoy a punto de hacer, lo haría todas las veces que hicieran falta si
eso deriva en ver su sonrisa sin ningún pesar en su pensamiento, en que viva, que viva con o sin
mí, pero sin nadie que la coalicione siempre que intenta ser libre, sin nadie que la maltrate hasta
ese punto de abusar de ella.

-Alejandro...

-Dime, Lauren.- Dijo con una asquerosa sonrisa en su rostro.


-Saca unas cervezas de la bolsa, vamos a brindar.- Paré en mitad de la carretera desierta.

-Oh, venga...- Sacó las cervezas y entonces cogí la que tenía una marca, dándosela a él. Con
una perfecta sonrisa, abrí la mía, él abrió la suya y efectivamente, el metano que llevaba su
cerveza no olía. Brindamos en mitad de la carretera y murmuré.

-Por una bonita amistad con mi suegro.

-Salud...- Pegué mis labios a la lata sin beber siquiera, pero él sí lo hizo, lo vi tragar, y entonces
coloqué la lata en el soporte para ello.

-¿Alejandro?

-¿Sí?

-No sabes lo que has hecho, ¿verdad?- Miré de reojo hacia él que ahora se encontraba algo
confuso, pero seguía bebiendo su propio veneno. Yo comencé a acelerar más.

-¿Qué?

-Nadie se mete con Lauren Jauregui, y sobre todo, nadie se mete con lo que amo con mi vida.-
Miré al frente, apretando mis manos en el volante, aún no había girado ni una sola vez con el
coche desde que salimos, era todo un camino recto.

-¿Qué quieres decir?- Yo solté una risa irónica, era obvio que con la gilipollez que manejaba, no
iba a saber de qué hablaba.

-Di tus putas últimas palabras.

-Lauren, ¿de qué hablas?

-Nos vemos en el infierno, desgraciado. Sayonara, baby.- Dije con una media sonrisa en mi rostro
cuando di un fuerte volantazo. Al día anterior, cuando Lucy irrumpió mi garaje, estaba
desconectando la dirección de mi coche, por lo que, con nada que guitara el volante, al coche se
le abría la dirección, las ruedas delanteras se volvían locas por decirlo de algún modo.

Antes de dar el volantazo, miré por el retrovisor y crucé mi mirada con Camila, quien iba a unos
largos metros de nosotros con una motocicleta. Lo que vino después fue muy confuso, pues
cuando giré el volante, el coche se desvió de tal modo que dio varias vueltas de campana. Los
air-bags salieron disparados, uno de ellos me dio en la cara. Sentí todo tipo de golpes en mi
cabeza, mi cuello, mi espalda, latigazos musculares, sentí que se abrían heridas, pero solo cerré
los ojos.

Intenté abrirlos.

Sentía algo caliente recorrer mi cara.

Todo estaba negro.

No podía moverme.

Dejé de escuchar la respiración del monstruo que viajaba a mi lado, y fue un momento tan feliz
para mí que todo mi cuerpo se relajó. Sentía que me movían la cara, sentía que mi cuerpo estaba
completamente lacio. ¿Esto es lo que viene después de la muerte?

Se oía una voz lejana, una voz femenina que casi no podía reconocer, se oían ambulancias, se
oía la camilla abriéndose y golpeándose en el asfalto, se oía cómo intentaban abrir mi puerta. Me
despisté un momento de todo lo que sucedía en mis oídos cuando a través de mis párpados
cerrados se veía claridad.

Una mano aguantó la mía, parecía la mano de un ángel, parecía que ya me iba del mundo con el
que había estado tan enfadada durante toda mi vida. Paz... y luz.

Camila's POV

No podía creerme de verdad lo que pasaba frente a mis ojos, no quería recordar cómo vi el coche
volar por los aires, no quería recordar la imagen de mi padre muerto, ahora quería que Lauren
saliera viva.

Se había dado varios golpes en la cabeza, su cuello estaba bastante dañado, por eso le pusieron
un collarín en cuanto pudieron. El oxígeno estaba en los labios y había una máquina que dictaba
su pulso constantemente.

Pi, pi, pi...

Rezaba porque siguiera sonando ese molesto pitido mientras rezaba todo lo que sabía en
susurros, la mano de Lauren entre las mías, besaba sus nudillos de vez en cuando.

-No me dejes, Lauren... por favor, no me dejes, no seas idiota... tenemos que construir nuestra
vida, ¿recuerdas? ¿Recuerdas nuestra promesa, mi amor? Vamos a cumplirla... Pero por favor,
no me dejes... Eres mi pilar, mi salvavidas...
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...

El pitido se volvió continuo y el miedo llegó a mi cuerpo. La enfermera entró rápidamente en el


cubículo de la ambulancia.

-¡Ha entrado en parada!- Gritó mientras me apartaba a un lado, cogió unas planchas eléctricas y
las frotó, otra enfermera le rompió la camiseta a Lauren, también rompió su sujetador. Se
escuchaba aún el molesto pitido, pero yo no podía moverme en el sitio. Estaba en shock. Ella
cada vez estaba más pálida.

-Descarga a 150, ¡ya!- La enfermera que sujetaba las planchas del desfribilador las puso
rápidamente sobre el cuerpo de Lauren, el cual saltó de la camilla, pero su pulso no daba señales
de vida.

-La perdemos. Dale más potencia, joder, ¡la perdemos!

-¡Descarga a 200, ya!- Frotó las planchas y volvió a ponerlas en el pecho de Lauren, el cuerpo dio
otro salto y rápidamente soltó las placas para darle un masaje cardiovascular, sus manos se
apretaban continuamente en el pecho de Lauren.

-Vamos, vuelve, vuelve, vuelve, maldita sea.- Dijo la enfermera. La otra estaba mirando ya su
reloj, preparada para dar la hora de la muerte, pero entonces, ocurrió algo que nadie se esperaba.

Su pulso reaccionó. Su corazón volvió a latir, y justo en ese momento, abrieron la puerta de la
ambulancia, ya estábamos en el hospital. La sacaron de allí rápidamente, corrían hacia el hospital
y yo tras ellos, no quería perderla, no quería dejarla sola.

-¡Mujer, de 23 años, no tiene alergias, ha tenido una parada, lesiones graves en la cabeza y
cuello!- Dijo el doctor que iba corriendo también por los pasillos del hospital, y cuando entraron en
una habitación, me cerraron en la cara. No podía ser, no podía... No podía sin ella, ¿cómo había
sido tan imbécil de hacer eso?

Mi espalda se apoyó en la pared y me deslicé por esta hasta quedar allí sentada. ¿Cómo iba a
avisar a Lucy, cómo iba a avisar a su familia? Lágrimas salían solas de mis ojos teniendo mi móvil
entre mis manos, pero no podía, simplemente se me caía de entre mis dedos. Temblaba a la vez
que lloraba, nunca creí en mi vida tener tanto miedo como ahora.

"Tienes que estar preparada para perder a quien más quieres." Las palabras que me dijo Lauren
al principio de estar saliendo salieron mágicamente en mi mente y no podía dejar de escucharlas.

Quería escuchar un "Te amo" más de ella, quería estar con ella el resto de mi vida.
Las siguientes horas fueron tan confusas que cuando recobré el sentido, vi que Lucy estaba allí
esperando junto a Lucy y Shawn se encontraba a mi lado arropándome con una manta que había
traído. Me rodeó con sus brazos y escondí el rostro en su pecho, deshaciéndome completamente
en lágrimas.

-No quiero que se vaya, Shawn...

-No va a pasar nada de eso, pequeña... Todos estamos esperando a que despierte para llevarla a
casa.

-No la has visto... su cuello estaba como... roto... estaba... su cara estaba llena de sangre... ella...-
Rompí otra vez en llanto y él me apretó más en su cuerpo.

-Tranquila...- Acarició mi espalda lentamente mientras escuché a Lucy llorar.

-Yo la vi en el garaje... no pensaba que... que iba a hacer esa estúpidez...- Dijo mientras lloraba, y
supuse que Vero estaba cuidándola.

Los siguientes días estuvieron borrosos para mí. Lauren estaba en estado terminal, solo podía
pasar su familia a verle, ni siquiera me dejaban pasar a mí. Un día, decidieron dejarnos pasar a
verla. Cuando mis ojos se enfocaron en ella, me costó la vida respirar. Estaba pálida, sus labios
estaban morados, parecía que no vivía, si no fuera por la máquina que marcaba su pulso, juraría
que lo estaba.

Pasaron días, semanas, yo ya vivía en su habitación. En la mesita había flores de la familia de


Lauren y Lucy, en la esquina de la habitación estaban todos mis libros, en el armario mi ropa y
generalmente me aseaba en aquel cuarto de baño.

Cada día le leía un poco, así hasta que terminamos al menos tres libros juntas, pero ella no se
movía, ni yo tampoco quería moverme de aquella habitación.

Siempre dormía en el sillón, y había días que ni siquiera podía moverme del dolor de espalda que
manejaba, pero nunca la dejaba sola. Las palabras del padre de Lauren de "Descansa, esta
noche me quedo yo" no me tranquilizaban. Lauren estaba así por mi culpa, fue mi padre quien me
hizo eso y ella fue la que quiso vengarse por lo que me habían hecho ha mí.

Me pasaba tardes y noches en vela hablándole, contándole sobre las novedades que me hacía
llegar Lucy a veces, contándole los planes de futuro que tenía con ella, a veces me ponía a llorar
y le suplicaba que no me dejara sola en aquel mundo.

Un día, me encontraba con la música puesta en la habitación, limpiando un poco, pues acababa
de comer, a Lauren le acababan de poner el suero y estábamos casi listas para que viniera su
padre a visitarla. Me encargué de limpiarla bien y luego ponerle un pijama bien calentito para que
no cogiera frío. La mesita de Lauren se había convertido en un santuario, porque estaba llena de
flores y tarjetas escritas para que ella las leyera si despertaba. Iba a despertar, lo sabía. Me daba
igual si los médicos no confiaban en eso, yo confiaba en ella.

Cuando terminé, me senté de nuevo y con una sonrisa me puse a ojear mi móvil.

-Agua...- Escuché y levanté la mirada, miré a Lauren y sus ojos no estaban abiertos, pero sí sus
labios.

-¿Lauren?

-Agua...- Repitió y yo me levanté, tirando el móvil a la silla, me daba igual ya.

-Lauren, mi vida, ¿me escuchas?- Le di al botón para llamar al médico mientras seguía intentando
guardar la calma.

-Sí... quiero agua...- Y entonces un grupo de médicos entró a la habitación, una de las enfermeras
me sacó de allí y yo no podía estar más feliz, ¡había despertado!

Pasó un largo rato en el que me encargué que desde el hospital llamasen a la familia de Lauren y
a Lucy cuando salieron los médicos y yo los miré expectantes. El doctor me miró con una sonrisa.

-Quiere verte.- Y no hizo falta más para que yo entrara a su habitación y aquellos ojos verdes
volvieran a darme la vida.

La abracé con cuidado sonriendo mientras ella me apretaba en señal de que no le dolía si yo le
apretaba un poco más.

-Lauren... creí que te perdía...-Lágrimas caían de mis ojos, pero esta vez eran lágrimas de
alegría, de tenerla de vuelta conmigo.

-Ya te dije una vez que no voy a dejarte sola nunca, y yo las promesas las cumplo...

-Idiota...- Le dije mientras daba varios besos en sus labios que estaban algo húmedos, supongo
que le dieron un poco de beber, pero sus manos se movían bastante torpes en mi espalda, y para
nada movía el resto de su cuerpo.
-¿Murió?

-En el acto.

-Yey...- Dijo sonriendo mientras me daba otro beso en los labios.

Y justo en ese beso, cuando me sentí completamente libre de quien fuera y como fuera,
comprendí totalmente, que las verdaderas batallas, se libran en el interior.

FIN.

Oh my god, que esto se ha acabado, chicos... muchas gracias por leerme, por todo el apoyo que
me habéis dado día a día con esta historia. Me siento orgullosa del bebé que tenemos entre todos
y me siento orgullosa sobre todo de mis lectores, os amo, y me habéis dado una de las
experiencias más bonitas de mi vida, que es leer lo que expreso, lo que siento, y recibirlo con los
brazos abiertos.

EPAAAAA, no cierres todavía. Hay un epílogo el cual subiré en cuanto lo tenga listo. DE NUEVO,
GRACIAS.

ATT. Tri.

Twitter: Keepwithcamren
Epílogo.

Hoy, por fin, era la Nochebuena. Tanto Lauren como yo habíamos decorado nuestra casa acorde
con la situación y no podía gustarme más, cada bolita que colgamos en los muebles, creando un
camino hacia el árbol de Navidad se iluminaba con la gran lámpara de comedor del salón.

Miré hacia la chimenea encendida y suspiré, puesto que encima de la compuerta para esta de
mármol, estaba un portarretrato en el que había una foto nuestra. Nos veíamos genial frente al
puente de San Francisco tomando un helado en mitad de una ola de frío. A Lauren no se le
ocurrió otra cosa que cuando salimos del hospital, irnos a visitar el mundo, y en medio de aquella
ola de frío, pedir unos helados para las dos. Parecía mentira eso de que ya hacía unos meses
más de siete años...

Pronto la casa iba a empezar a llenarse con nuestras familias, habíamos conseguido un billete
para cada miembro de la familia nuestra, llevábamos cinco años sin pasar estos días tan
especiales juntos, y tanto Lauren como yo, trabajamos muy duro para que esto pasara.

Después de nuestro paso por el ejército, unos cuantos inconvenientes nos impidieron volver al
cuartel, pero de todas formas, a Lauren le dieron las condecoraciones suficientes como para ser
veterana de guerra. Ahora, tanto ella como yo nos habíamos licenciado, yo estaba licenciada en
derecho y ella estaba licenciada en arquitectura, aunque hizo también el máster de la carrera.

El timbre sonó y yo corrí a abrir la puerta para encontrarme al fin con mi madre y mi hermana, las
abracé fuertemente mientras pasaban al igual que Michael, Clara, Chris y Taylor, que también se
llevaron un abrazo mío.

-¿Y Lauren?- Preguntó Chris con una gran sonrisa, parecía mentira cuánto quería a Lauren y al
principio la odiaba.

-Está en la habitación, aún no ha terminado, así que no podremos hacer mucho ruido...- Sonreí al
pensar en la imagen de mi chica.
Todos fuimos preparando las cosas para cenar, y me sobresalté al escuchar un juguete en el
suelo pisado, un pitido, me di la vuelta y miré a Lauren con una sonrisa. Había pisado un juguete
de nuestro pequeño con la silla de ruedas. Traía a nuestro pequeño Aiden en su pecho,
sujetándolo con un brazo mientras entraba a la sala con una amplia sonrisa.

-Amor, ya le cambié el pañal a Aiden y lo duché. Mira cómo le queda el gorrito de Papá Noel...-
Miré a nuestro hijo encogido en el pecho de su madre con los pequeños puños apretados
mientras dormía. Aiden no tenía más que dos o tres meses, pero ya se podía distinguir el color de
sus ojos marrones tan penetrantes como los míos según decía Lauren.
-Ve a saludar a tu familia...- Cogí a nuestro pequeño en brazos el cual solo gimió un poco al sentir
que era cambiado de brazos. Me sentía tan orgullosa de él, me sentía tan orgullosa de la familia
que poco a poco estábamos creando... Al principio Lauren y yo hablábamos sobre tener hijos,
sobre la estabilidad total en una familia, que el bebé viviera bien, que nunca le faltase nada... Y
hoy, casi ocho años después, teníamos a nuestro pequeño bebé, ese el cual nos costó
demasiado tener, porque tuvimos que ahorrar muchísimo, hubo muchos intentos de inseminación
tanto en ella como en mí, y al final, por fin resultó.

¿Qué por qué Lauren está en silla de ruedas? Cuando ella salió del coma, su riego sanguíneo
comenzó a circular como antes y sus piernas quedaron tan extremadamente dañadas que,
cuando empezaron a gangrenarse, decidimos que la operación de amputar era lo mejor. Al
principio a Lauren le costó, pero hoy en día lo vive normal, siempre va a sus sesiones de
rehabilitación, y aún estábamos ahorrando para unas prótesis que ella quería llevar para caminar
a veces.

Juro que si me dijeran que escogiera a una persona a la que admirar durante toda mi vida, seria a
Lauren. Es un ejemplo de valor, constancia y superación. Es valiente, graciosa y enfadica, pero
no dejé de amarla en ningún momento de nuestra relación.

La cena trascurrió normal, reíamos entre nosotros y entre Lauren y yo siempre estábamos
vigilando a que Aiden no hiciera trastadas en su trona. Tocaron en la puerta después de cenar,
Lauren fue a abrir y entonces pude ver cómo Lucy entraba en la casa junto a Vero, las dos tenían
los anillos de compromiso en su dedo anular. Ahora sí estábamos todos.

Llegó el momento de los regalos, todos abrían regalos que les pertenecían, pero cuando fui a
darle mi regalo a Lauren, me di cuenta de que no estaba en el salón.
-¡¿Estáis todos atentos?!- Se escuchaba desde el pasillo y cuando iba a responder, escuché unos
pasos. Espera, ¿unos pasos? Mi respiración se cortó cuando vi a Lauren aparecer en la puerta de
pie, sobre las prótesis que tanto estábamos deseando, llevé ambas manos a mis mejillas mientras
mis ojos comenzaban a lagrimear. La vi venir hacia mí casi tambaleándose y fui hacia ella
abrazándola con fuerza.

-¿Te ha gustado mi regalo?- Me susurró al oído con una sonrisa y entonces asentí, sorbiendo un
poco por mi nariz.

-Estoy demasiado feliz en este momento...- Acaricié su espalda, añoraba tanto tenerla a mi
altura... Pero cuando Lauren se acercó a Aiden quien tenía los ojitos muy abiertos atento,
comenzó a hacer pucheros, yo sabía que él no reconocía a su madre sin la silla, y por eso a todos
nos dio ternura.

Para llegar a tu meta, quizá tienes que pasar por cosas duras, cosas que ni querría vivir nunca,
cosas que van a hacerte más fuerte psicológicamente. Me dejé llevar, me enamoré en el lugar
donde menos tenía pensado hacerlo, me enamoré de una persona que no tenía fácil su vida, una
persona rota, con cicatrices, como yo, y entre nosotras nos encargamos de sanar todas nuestras
heridas mal cerradas, nos encargamos de hacernos tan felices que, aunque quisiésemos
intentarlo, no podríamos vivir la una sin la otra.

Fuimos felices, pero no comimos perdices, comimos helados en mitad de olas de frío frente al
puente de San Francisco.

FIN.

N/A:

Espero que os haya gustado la historia, he invertido muchísimo tiempo y ganas en ella y nada me
hace más feliz que vosotros salgáis de Wattpad pensando en Army. Gracias tanto a los que estáis
desde el principio, como los que os habéis apuntado después como a los que tienen que llegar
aún, no sabéis lo feliz que me hacéis cada día.

Os voy a echar un montón de menos, pero... ¡sorpresa! Cuando vuelva, no va a ser con las
manos vacías. Estoy preparando muchos proyectos próximos de fics y entre estos está el nuevo
fic que tengo en mente. Será en un ambiente totalmente distinto y será una historia totalmente
distinta, pero os aseguro que os va a gustar, ¿confiáis en mí?

GRACIAS.

OS AMO. <3

P.D. Yo ya llevo un cachito de ARMY conmigo.


Una última cosa...

Hace tiempo os dije que tenía una sorpresa, ¡y esa sorpresa es el trailer de Army! Por favor, pido
que agradezcáis de todo corazón a @AndyLerma6 en twitter por la dedicación que ha tenido al
hacer este fantástico trailer con el cual me he emocionado hasta yo.
En segundo lugar... Voy a daros otra sorpresa, y es que como dije, tengo muchísimos proyectos e
ideas en la cabeza, pero uno de ellos está tomando ya forma, y es que un nuevo fic va a unirse a
nuestra pequeña familia, este fic es Aurora. Este fic no va a tener nada que ver con Army, se
desarrolla en un ambiente totalmente distinto, Lauren y Camila son distintas, su familia es distinta,
pero igualmente os recomiendo que vayáis a mi perfil, clickeis en la historia y leáis el prólogo que,
en cuanto yo suba esto, estará ya para todos vosotros.

Tardaré en subir el primer capítulo, porque como ya he dicho, es distinto a Army, y la dinámica
también va a ser distinta. Me he propuesto tener más o menos casi hasta el final del fic para
cuando empiece a subirlo y así, no desesperaros con el tiempo que tarde entre capítulo y
capítulo...

Una vez más, gracias, de nada, y nos vemos en Aurora. <3


No sé cómo llamar a esto
¡Hola! Bueno, antes que nada... perdón, no, no es un nuevo capítulo, estoy preparando un
maratón y lleva algo de tiempo, pero tranquilos, pronto lo tendréis, así que si solo estáis
interesados en la historia, esto no os interesará, pero es algo que necesito soltar, y qué mejor que
en Año Nuevo que es donde todo el mundo está sentimental.

Habéis sido lo mejor de este 2016 con diferencia, empecé con Just Happened en Abril, luego
vinieron The Price of the Fame y Ocean cogidas de la mano (historias las cuales estoy editando
en privado), después vino Army, que poco a poco se está haciendo más y más grande, de verdad
que Army ha sido como un premio que me ha venido, una historia que siempre recordaré, pero
ahora está Aurora, ahora es Aurora la que está creciendo poquito a poquito, ladrillo a ladrillo, lo
estamos haciendo, juntos, y eso me gusta.

Desde pequeña siempre he tenido una libreta donde apuntar lo primero que se me viniera a la
cabeza: cuentos, prosa, poesía, desahogos... Pero por circunstancias de la vida dejé de escribir.
Han sido años los que he estado sin hacerlo, y de verdad que no recordaba lo bien que se siente
al plasmar las ideas en palabras, en algo físico, algo tangible que al fin y al cabo pasa a lo
intangible cuando está en la imaginación de otra persona. Quizá en Army para ti, Lauren tuviese
el pelo más largo o más corto, quizá Camila en Aurora para ti, no es tan bonita como la describe
Lauren, ¿pero sabéis qué? Eso es lo maravilloso de la imaginación.

Tenemos el poder de crear y destruir tan solo con pensamientos. Para mí las historias que leo, ya
sean fics o no, son personajes que cobran vida en mi imaginación. Hay personajes que marcan
mucho, otros que simplemente pasan como una racha de viento y luego no queda nada, pero
cuando he decidido compartir mis historias me he dado cuenta que, aunque los personajes me
marquen a mí, quienes más me marcáis sois vosotros.
Nunca dejéis de hacer lo que queráis o podáis solo porque alguien os lo impida, sois dueños de
vosotros mismos, de vuestras vida. Solo vosotros tenéis la decisión de lo que os pueda ocurrir en
un futuro, de elegir el camino, y por favor, hacedme caso, yo no tuve a alguien que me dijese que
lo que hacía era maravilloso y dejé de hacerlo, pero por suerte me di cuenta que lo que yo hacía
era hermoso para mí, y me llena de tal forma que a veces hasta me quita el sueño.

Siendo sincera, quiero que este año que viene lo que hay malo en vuestra vida lo apartéis, sea
como sea, no necesitáis esa cosa mala para vivir, hacedme caso, de todo se sale. Mostrad
vuestra sonrisa al mundo, al fin y al cabo es lo que más vale, pero una sonrisa verdadera, una
que salga de tu alma. Demuestra a todo el mundo que puedes con eso y mucho más, demuestra
que eres fuerte, que eres valiente, y que si hay días malos sabes hacerlos buenos con lo que más
te llene.

Sé que no es mucho, pero si alguien que lee esto está pasando por alguna situación complicada,
estoy aquí para vosotros, os debo mucho, porque después de todo me habéis devuelto la ilusión
de tomar el hobbie que hace tiempo dejé.

Muchísimas gracias si has leído hasta aquí, muchísimas gracias si formas parte de esto,
muchísimas gracias, de verdad.

Os deseo todo lo mejor para este 2017 que va a empezar, nunca te des por vencido, lucha,
porque sencillamente tú eres maravilloso solo por existir.

Att: Triana.

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