Está en la página 1de 145

Latidos.

(CAMREN)
by Sidwaay

Camila es la cardióloga del Hospital General de Chicago, donde su vida se verá llena
de cambios desde que llega la nueva cirujana cardiovascular, Lauren.
¿Qué podría resultar de una combinación tan potente?

Historia original, escrita por Sidwaay.


Queda prohibido la adaptación.
Todos los derechos reservados.

Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=Fw_ExdR-sa0 ; creado por @5H-1D-JB-


DL-1997 Muchas gracias!
Capítulo 1.

- Camila! Despierta! Llegaremos tarde a la reunión, venga,


despierta.
La chica morena apretó los párpados frente a la molesta voz que la
sacaba de su fugaz descanso de 3 horas, pero que le hizo volver a la realidad luego
de mover su cuerpo perezosamente.
- Gracias por despertarme, vamos.
Arregló un poco su cabello caminando a través del pasillo hasta la sala
de reuniones de la tercera planta. Deseó internamente que las 12 horas de turnos no
se le notaran en el rostro, y que su perfume aún lograra notarse.
- Ey, ¿Uniforme nuevo? – Dijo entre risas el alto joven de
cabello negro y tez nívea.
- Haha sí, ya sabes, sería imposible quedarme con la ropa
formal corriendo de un lado a otro en urgencias, además, así puedo llevar los tenis sin
problemas.
Andrew abrió el pomo de la puerta metálica escuchando ya algunas
voces tras la puerta.
- Dr. Hamilton, disculpe nuestro retraso. – Mencionó la morena.
El hombre con canas sólo hizo un gesto afirmativo, y así Camila y
Andrew tomaron asiento en la sala que se componía de una larga mesa central con
varios asientos a su alrededor.
- Buenos días, espero que sea una excelente semana para
todos... Como sabéis, hoy a nuestro servicio de cirugía se unen dos grandes
profesionales, los cuales espero podáis recibir con gratitud y trabajar por y para el
bien de nuestros pacientes. –
Camila miró de soslayo a Andrew quien sólo levantó levemente una de
sus cejas color negro.
- En fin, ellos llegarán en 1 hora al hospital, por lo cual, sólo me
queda decirles que el día viernes tendremos una pequeña cena y recepción para ellos,
estáis todos invitados, con un acompañante... Siempre y cuando no les toque turno
de residencia o de urgencias.
La emoción y desacuerdo de quienes estaban ahí se hizo notar con
leves murmullos los cuales se silenciaron sólo con la mirada seria del jefe del servicio.
- Podéis volver a sus servicios, buenos días doctores, que sea un
excelente día para salvar vidas.
Andrew miró de forma graciosa a Camila quien sacó rápidamente del
bolsillo de su bata su móvil para revisar si tendría la noche del viernes libres o la
mañana del sábado, a lo cuál sonrió con victoria.
- Podré ir! – Mencionó con una sonrisa.
- Que injusto, tengo guardia todo el fin de semana... - Andrew
hizo un puchero.
- Pues celebraré por ti haha, incluso, debo decir que estoy
ansiosa por conocer a los nuevos cirujanos. – Se mordió levemente su labio inferior.
- Anda, anda, tira, que te lías.
Ambos salieron de la sala de reunión, Andrew sugirió tomar un rápido
desayuno en la cafetería del primer piso antes de comenzar con sus respectivas
rondas a las 8.00 am. Ya cuando se encontraron terminando las tostadas el chico de
cabello negro comenzó a revisar su móvil.
- Sabes que odio que hagas éso. – Frunció el ceño la chica.
- Pareces mi novia regañándome, y te recuerdo que no lo eres.
- Lo sé, pero no deberías hacerlo, a las chicas no les gusta éso.
- Podrías darme tú más concejos de ésos ¿No crees?
Camila rió, Andrew le parecía hasta casi tierno, tenía aquella
apariencia de un chico tranquilo, los ojos del mismo color de ella, y unas manos que
parecían de mármol, y estaba segura que algún día se convertiría en el mejor
neurocirujano de la ciudad.
- Por cierto, ya me ha llegado la interconsulta de tu paciente
que necesita una evaluación pre operatoria. – Mencionó la chica.
- Sí, la verdad es que está bastante mal, no creo que las
secuelas sean pocas.
La morena arregló un mechón de su cabello atrás de la oreja, y miró el
reloj que se encontraba en la pared.
- Debemos ir, espero tener libre el almuerzo. – Camila se
levantó, y pasó una mano por los cabellos de su amigo.
- Hasta ahora.
Se colocó fuera de las puertas del elevador mientras revisaba el correo
en su móvil, cuando sintió que otra persona se colocaba a su lado.
- Buenos días, ¿Cuál es la planta del servicio de cirugía? –
Mencionó calmadamente la otra persona.
- Quinta. – Respondió sin quitar los ojos de la pantalla, sin
importancia.
- Gracias...
Cuando las puertas se abrieron Camila entró primero aún sin
despegarse de su misión de revisar todos los correos antes de comenzar las rondas.
- No pensé que haría tanto frío aquí en Chicago. – Rompió el
silencio la voz.
- Pues hasta ahora créeme que está soportable. – Dijo Camila
mientras se mordía el labio al ver un correo sobre el seguro de su carro.
- ¿Sabías que la vida es más que estar mirando la pantalla de tu
móvil todo el tiempo?
La morena alzó la mirada y al momento quedó completamente
hipnotizada por los ojos color esmeralda que la observaban con detalle. Aquella chica
era hermosa, sus cabellos negros caían de forma desordenada sobre sus hombros,
llevaba sólo un poco de maquillaje y una cazadora de cuero negro.
- Además tienes una lindo rostro. – Sonrió levemente la chica.
Camila sintió un leve rubor en sus mejillas, por lo cual apartó sus ojos
por una milésima de segundos, pero volvió a observar con detalle el rostro de su
acompañante.
Las puertas se abrieron en la cuarta planta, en la cual Camila debía
bajar, cuando se dispuso hacerlo la chica le sonrió e interrumpió el extraño momento.

- Lauren Jauregui, la nueva cirujana cardiovascular. – Extendió


la mano.
- Camila Cabello, cardióloga residente. – Devolvió el saludo.
Lauren hizo una sonrisa con sólo una de sus comisuras.
- Creo que ya me gusta trabajar aquí.
Camila sólo se dio media vuelta y comenzó a caminar con una sonrisa
en el rostro.
Capítulo 2.

Camila dejó de sonreír sólo cuando entró a la habitación de los


pacientes donde debía comenzar sus rondas junto a los otros 2 cardiólogos que casi le
doblaban la edad.
- Dra. Cabello, ¿Nos presenta al paciente? – Sentenció el
hombre rubio.
- Buenos días Dr. Jones... Paciente sexo masculino 60 años, es
ingresado anoche...
Así pasó la mañana, Camila tenía una gran cantidad de pacientes a su
cargo compartido con los otros dos doctores, los cuales si bien eran rigurosos con
ella, sabía que lo hacían para su educación continua y el bien de los pacientes.
- Hola guapa! – Una voz la sacó del papeleo enorme que tenía
en su escritorio.
- Hola Dinah, buenos días, qué tal todo por dermatología, por
cierto, que raro verte por aquí.
- Sí bueno, he venido a visitar a un paciente que han ingresado,
nada de dermatología, pero bueno, le hará bien una visita conocida. – Sonrió
levemente la chica.
Camila estiró levemente sus brazos y soltó un leve suspiro de
cansancio.
- ¿Turno de noche? – Interrogó Dinah.
- Sí, y la verdad ha estado bastante movido, sólo quiero llegar a
mi piso para tomar una ducha, el pijama y dormir.
- Y no estaría mal un poco de sexo.
La morena entreabrió los ojos de forma divertida, y se mordió el labio
al recordar la sexy sonrisa de Lauren, para luego volver a sentir el rubor en sus
mejillas, no era posible, acababa de conocer a la chica y ya podía asociarla a la
palabra sexo.
- ¿Ya has conocido a los nuevos cirujanos? Me han dicho que es
un guapo cirujano plástico y una guapa cardiovascular. – Levantó una ceja
entretenida.
- Pues... Me he encontrado con ella en el elevador. – Afirmó con
un pequeño guiño de su ojo izquierdo.
Dinah intentó sofocar una carcajada, y luego hacer un gesto negativo
a su amiga.
- No tienes remedio Camila Cabello, espero que su amigo
también sea muy guapo... ¿Irás al a cena del viernes?
- Sí, debo buscar algún vestido, Andrew no podrá ir. ¿Irán Ally y
Normani?
- Nosotras ya tenemos nuestros vestidos!
Camila sólo miró con falso odio a su amiga, la verdad era que desde
que había dejado la casa de su familia el intentar llevar sus cosas de forma
independiente más sus responsabilidades y turnos como residente le estaba pasando
un poco la cuenta, pero estaba decidida que a sus 25 años ya era imposible quedarse
en casa, aunque cada noche extrañaba especialmente a su hermana Sofía de 15
años.
- Nos veremos el viernes, cuídate, y espero que logres tu
cometido. – Sonrió Dinah ya alejándose por el pabellón.
...
- Chris, debemos llamar a nuestro contador para cerrar el
contrato del piso.
- ¿Te ha gustado el piso? – Hizo una mueca el cirujano plástico.
- La verdad, creo que tiene una buena ubicación y vista.
Chris le sonrió a su prima mientras escribía con su mano izquierda en
el cronograma de las cirugías del día siguiente.
- Tienes un bypass mañana a las 8.00, sin embargo, aún debes
realizar el pre operatorio, he preguntado y me han dicho que debes llamar
directamente al servicio de medicina.

Lauren afirmó levemente con la cabeza y se dirigió al escritorio donde comenzó a


ordenar el papeleo.
Habló con una enfermera para realizar la interconsulta y luego
comenzó a organizar su día.
...
- Dra. Cabello, tiene una interconsulta desde cirugía, en lo
posible que sea pronto. – La enfermera le dejó el documento y se fue.
Suspiró fuertemente, las horas de turnos ya le estaban cansando, se
sentía irritada, y por su mente cruzó el pequeño pensamiento de que incluso en ése
estado podría cruzarse con la guapa cirujana.
...
- ¿Has llamado a tu padre? – Habló Chris sin apartar sus ojos
del ordenador.
- Ya sabe que he vuelto a USA Chris, es lo importante.
Lauren se removió en su asiento, si bien Chris era su primo, no le
gustaba hablar sobre su familia, era por algo que ella había pasado los últimos 4 años
viviendo en Londres, y había cruzado el país para estudiar medicina lejos de sus
padres.
- Hola, buenas, me han llamado para una interconsulta.
La chica de ojos verdes dejó todos sus pensamientos para tomar
atención a la chica que había conocido en el elevador. Sonrió levemente.
- Dra. Cabello, que bien que nos visite tan temprano.
Chris observó divertido la escena, se acercó un poco y extendió una
mano.
- Dr. Chris Griffin, cirugía plástica. – Sonrió.
- Camila Cabello, cardióloga.
Lauren sonrió levemente, intentando descifrar si su primo se habría
sentido igual de atraído frente al rostro y sonrisa de Camila.
- Vamos a ver, Dra Cabello, necesito que me den el pase del pre
operatorio para preparan al paciente para la operación a primera hora mañana.
La morena tomo un bolígrafo y lo dejó levemente apoyado en una de
las comisuras de sus labios mientras revisaba todo el papeleo que tenía el folio.
- Le haré el examen físico y ya hablamos. – Se alejó hacia la
sala donde se encontraba el paciente.
- Te acompaño.
Luego de estar casi 15 minutos ahí Camila mencionó que sólo faltaban
las pruebas de coagulación y ella firmaría la evaluación para dejar todo listo.
- Mi turno hoy terminar antes, tengo que arreglar los papeles de
mi piso y tal. – Frunció el ceño Lauren.
- Oh... No te preocupes, llamaré a laboratorio para que me
tengan los resultados pronto y así los firmaré antes de irme.
Lauren observó cómo la chica se arregló un mechón de cabello atrás
de la oreja, para luego tomar el folio y sujetarlo contra su pecho con los brazos
entrecruzados.
- Gracias, espero verte pronto otra vez por el servicio.
La morena sonrió y sólo salió de la habitación.
...
- ¿Los has conocidos? ¿Y qué tal? Me he pasado la mañana en
pabellón y no he logrado encontrarme con ellos. – Sonrió con pesar Andrew.
- Chris Griffin cirujano plástico y Lauren Jauregui
cardiovascular... Y sí, son tan guapos que te cagas. – Sentenció Camila.
Andrew sólo rodó los ojos mientras terminaba de beber el zumo de
naranja.
- Sólo espero que el viernes te comportes... - El chico empujó
levemente a su amiga.
- Oh cállate, sabes que liarse entre colegas no es lo más sano.
El chico quiso responder pero el móvil de Camila sonó.
- ¿Si?
- Dra. Cabello la llamamos desde laboratorio, hemos tenido un
problema con la muestra del paciente que nos ha solicitado, no creemos poder
tenerlos resultados para hoy.
- ¿Qué? – Respondió enojada. - ¿Cómo es posible? El paciente
está en tabla para ser operado mañana mismo! Necesito ésos resultados, no es mi
culpa que vosotros seáis así de irresponsables.
- Lo sentimos, pero por la hora ya es imposible tomar otra
muestra...
- Mierda, mierda... - Cortó la llamada.- Gilipollas.

Se tomó la cabeza entre las manos, qué iba hacer, no había sido ni su
culpa y ya tenía un gran problema que resolver lo antes posible.
Capítulo 3.

Lauren llegó temprano aquel día, bajó de su coche deportivo color


negro e intentó esquivar el frío con su bufanda color burdeo, no lo entendía, había
vivido en Londres por años y nunca había tenido problemas para acostumbrarse al
frío, parecía que aquí sería diferente.
Luego de tener que ordenar las cosas en el piso, hacer la compra, y
revisar su correo había dormido tranquilamente, su filosofía era ésa, una buena noche
lograba siempre tener en calma su mente y sus manos para lograr una buena cirugía.
Las puertas se abrieron en la quinta planta y rápidamente una
enfermera se le acercó.
- Dra. Jauregui, tenemos un problema. – Mencionó apenada.
- ¿Qué sucede?
- No está firmada la evaluación pre operatoria, al parecer, la Dra
Cabello ayer se marchó sin volver a subir aquí.
Su ceño frunció, odiaba que la irresponsabilidad de los demás hiciera
que su trabajo se pusiera en peligro o desprestigio.
- Comunícame rápidamente con ella. – Dijo cortante la cirujana.
Se acercó al marco de la habitación del paciente donde éste dormitaba
ajeno a todo.
Chris se acercó y puso una mano en su hombro.
- Ey, no te enfades así, seguro aún logras resolverlo antes de
que se atrase mucho el cronograma.
- No es eso, no es la manera de comenzar nuestro trabajo
aquí... No vine a éste Hospital por cosas mediocres, tenía otras 5 ofertas, y he venido
aquí porque éste me parecía el mejor lugar para desenvolver mi trabajo.
- Lauren, calma, aún tienes 30 minutos para solucionarlo...
Miró la hora en su móvil, mientras esperaba que volviera la enfermera.
- Dra. Jaregui, la Dra Cabello en la línea. – Tomó en sus manos
el móvil.
- Te quiero aquí en 5 minutos. – Habló fríamente Lauren.
- Sé que estás molesta, estaré allá en 10, con éste tráfico se me
hace imposible...
- No me hagas reportarte por ésto. – Cortó la llamada.
Chris la miró asombrado, para luego simplemente soltar un suspiro.
- No la cagues Lauren, aquí aún eres nueva... Debo preparar mi
cirugía, espero puedas resolver todo. – Se acercó y le dio una pequeña palmada en el
hombro.
...
Camila terminó de peinar su cabello en el elevador y salió casi
corriendo cuando las puertas se abrieron en la quinta planta.
Casi tropieza con Lauren quien la estaba esperando fuera de la
habitación del paciente.
- Lauren, disculpa... No ha sido mi culpa... El laboratorio... La
muestra... Se me ha... - Le faltó el aire.
Los ojos esmeraldas sólo esperaron que ella lograra retomar la
respiración.
- Dra. Jauregui... Ayer unas horas antes de terminar mi turno
me llamaron de laboratorio debido a que no lograrían tener los resultados de las
pruebas de coagulación debido a que la muestra que tomaron se dañó, y para
aquellas horas el laboratorio ya no podía repetir el examen.
Lauren apretó la mandíbula cuando volvió a mirar el reloj.
- Tienes 30 minutos para resolverlo, si es necesario tú misma
tomarás la muestra y correrás al laboratorio y amenazarás al técnico para que te
tenga los resultados en el momento.

La morena se molestó con el tono de la chica, ella ya era una estudiante para que
alguien le hablara de aquel modo, incluso, la cirujana era nueva en el hospital, y ni
siquiera estaba sobre su jerarquía, ella pertenecía al servicio de medicina y no a
cirugía.
- Dra. Jauregui, sé que esto tiene que ver sobre su paciente, la
culpa no ha sido mía, no puede pretender que esté corriendo de un lado a otro sólo
por un problema en el laboratorio.
Lauren se irguió, lo que hizo notar la pequeña diferencia de altura
entre ellas, Camila sintió que se estaba por intimidar, pero como respuesta cruzó los
brazos en su pecho.
- Prometiste que dejarías todo listo. – Dijo en tono más suave.
- Lo sé, pero no ha sido mi culpa, y no he podido lograr
solucionarlo ayer, hoy he intentado llegar antes, pero tampoco lo logré.
- No puedo perder más tiempo discutiendo contigo, haré que
alguien más firme la evaluación cuando vuelva con los resultados... Que tenga un
buen día Dra. Cabello.
Camila quiso responder pero Lauren ya había dado media vuelta y
caminado rápidamente hablar con la enfermera.
Se sintió molesta, incluso con ganas de llorar, hacía mucho que nadie
le regañaba por su trabajo, dentro de todo, Camila intentaba ser una buena doctora,
pero sobre todo una buena persona.
...
Andrew la observaba sin decir una sola palabra, la morena estaba
teniendo un día realmente difícil, luego de aquella discusión su concentración no
mejoró, lo cual fue percibido por los otros cardiólogos, las cuales luego de las rondas
como lección le dejaron un montón de papeleo.
- Joder, que no ha sido mi culpa! – Frunció el ceño la morena.
- Venga ya, olvídalo, si sabes que no ha sido tu culpa, ella
debería entenderlo, esto es un Hospital público, no una Clínica privada donde tener
los exámenes las 24 horas.
Tenía razón, pero seguramente Lauren no lo pensaba así, miró el reloj
de la pared, para aquel momento Lauren ya debía haber salido de pabellón, se vio
tentada a llamar a la quinta planta, pero desistió.
...
Lauren se recostó con sólo la luz que entraba por la persiana a su
habitación, se sentía ofuscada, si bien la cirugía había sido todo un éxito, la discusión
de la mañana aun rondaba por su mente.
- Camila Cabello... - Fue lo último que dijo al caer dormida.
..
- Dra. Cabello, el Dr. Hamilton desea verla en su oficina.
Camila sintió un balde de agua fría caer sobre su cabeza, sabía que
éso no podía ser bueno. Se armó de valor y fue donde su jefe.
Golpeó y entró cuando sintió la voz de su jefe.
- Dra. Cabello... Buenos días... Asiento.
La morena cuadró la mandíbula mientras dejó ambas manos en su
regazo.
- Camila, me he enterado sobre el incidente del paciente de la
Dra. Jauregui, ¿Me puedes explicar?
Luego de dar todos los detalles el hombre mayor sólo quedó en
silencio mientras observaba a la morena.
- No tengo duda de tus habilidades y destrezas Camila, pero en
cirugía las cosas son un poco más... ¿Agresivas? ... Una simple prueba de coagulación
puede destruir todo el cronograma de un día, y para el servicio no es bueno.

Quiso replicar, pero luego de contar 5 segundos, entendió que sería inútil.
- No habrán medidas, pero que quede claro que la próxima vez
cuando prometas hacer algo, más si es a otro doctor, lo harás.
Camila afirmó con una leve vergüenza al sentirse como una pequeña
reprochada por su maestro.
..
- Eeeeey Mila ¿Cómo estás? – Saludó su amiga casi saltando
sobre ella.
- ¡Ey Ally! Que alegría verte aquí. – Sonrió.
Camila abrazó a su amiga, llevaba 2 días horribles, asi que una charla
con su amiga padiatra estaría genial.
- ¿Qué tal los pequeños humanos? – Rio Camila.
- Ay, ya sabes, un mundo mágico.
Así pasó algunos minutos con su amiga para coordinar un almuerzo en
la cafetería, esperaba que todos sus amigos pudieran ir, así era la vida en el hospital,
la vida social se resumía a los amigos que se ganaban en el trabajo.
...
Lauren terminaba de escribir el protocolo del cambio valvular mitral
que había realizado durante la mañana, mientras se mordía el labio inferior
intentando saber cómo lograría adaptarse rápidamente a Chicago.
- ¿Almuerzas? – Preguntó Chris.
La chica afirmó, terminó el documento y ambos bajaron a la cafetería.
...
La mesa donde se encontraba Camila y sus amigos se lograba apreciar
por las risas y los golpes en la mesa, ahí estaban: Andrew, Dinah, Ally, Normani y
ella.
- Y le ha dicho: "Tienes unas manos hermosas jovencito." – Rio
Camila recordando aquella anécdota de Andrew con una paciente mayor.
El chico sólo lanzó una carcajada mientras Ally casi no podía beber su
zumo por reír.
- Ey. – Susurró Andrew. – Mirad, son los cirujanos nuevos,
apreciad... Hahaha
Todas las chicas giraron sus cabezas, excepto Camila, quién reprendió.
- Ey, que pareced chicas del instituto, venga ya, fin. – Sentenció
con un pequeño golpe en la mesa.
- Joder Camila, tenías razón, la cirujana está para tener una
noche eterna de sexo ¿No?
Camila se sonrojó y sólo negó con la cabeza al intentar que Lauren no
lograra ver ni oír aquella conversación.
A la distancia Chris logró cruzar la mirada con Andrew, el cual percibió
aquello y sólo sonrió para luego beber de su zumo y mirar a Camila como cómplice.
- No te atrevas, de verdad. – Dijo la morena.
- Vamos... Es guapo, y cirujano, seguro se lo monta bien.
Normani volvió a mirar de forma descarada hacia donde estaban ellos.
- Ay Lauren Jauragui, por favor, hazme el amor toda la noche. –
Dijo imitando la voz y los gestos de Camila.
El grupo estalló en una carcajada, menos Camila que sintió arder su
cara.
- Venga ya! Dejad de hablar chorradas! – Dijo Camila perdiendo
el enojo terminando riendo.
...
Chris rio divertido por el grupo de la otra mesa mientras intentaba
volver a cruzar miradas con aquel chico pálido de cabello negro.
- Deja de babear. – Dijo Lauren.
- ¿Cuál es Camila?
Lauren miró de reojo, observó y volvió la mirada a su comida.
- La que lleva el lazo pequeño color azul y la camisa blanca.
El chico rubio observó detalladamente y guardó silencio hasta terminar
la comida.
- Es guapa... Deberían salir.
...
Ya era hora que pasara Dinah a buscarla a su piso, estaba casi
terminando de arreglar su maquillaje, y sentía que los zapatos le apretaban un poco.
El sonido de su móvil le hizo reaccionar y bajar rápidamente.
- Camila! Tenías prohibido verte más guapa que yo hoy.- Sonrió
Dinah.
- Lo siento, es que, bueno, ya sabes, ¿Me veo bien? ¿Segura?
Ambas llegaron al restaurant donde sería la cena y recepción, donde
se juntaron con Ally y Normani.
- ¿Crees que el cirujano plástico sea gay? – Preguntó curiosa
Dinah.
- Pues Andrew me ha mencionado que él ha estado mirándolo
cuando se cruzan por el hospital. – Rio complice Camila.
- Vaya... Bueno, al menos tenemos una gran cantidad de alcohol
para hoy.
...
Lauren manejaba tranquilamente el deportivo mientras Chris volvía a
revisar su peinado con la cámara de su móvil.
- Para, si lo vuelves a tocar la cagarás. – Dijo la chica.
- Gracias... Por cierto, me encanta como se te ve ése maquillaje
y vestido.
La chica solo aceleró un poco más, esperaba que fuera una buena
noche, incluso, quizás pudiera volver a intentar conversar con Camila.
Capítulo 4

Camila se removió en su asiento, habían separado las mesas por


servicio, y obviamente ella estaba en la mesa de medicina, junto a sus jefes, sin
Andrew, y un poco ofuscada al querer terminar rápido la comida para luego estar con
sus amigas, tal chica del instituto.
Había logrado ver a Lauren y Chris llegar, ambos iban vestido casi de
portada de revista, no podía negar lo sexy que se veía la chica de ojos verdes con
aquel vestido color negro y el cabello atado tan perfectamente.
Sacó su móvil mientras esperaba la comida y le envió un whastapp a
Andrew junto a una selfie con cara de aburrida.
- "Ven aquí! Estoy en la mesa del parque jurásico, lo prometo...
:( "
No logró leer la respuesta de su amigo ya que la cena había
comenzado.
...
Así había pasado la cena, Lauren agradeció que Chris estuviera en la
misma mesa, a los otros cirujanos los admiraba, sin dudas, pero no encontraba
interés en entablar amistades con ellos, al final, el trabajo era trabajo.
Mordió sus labios, la mesa de camila estaba frente a ellos, pero la
morena estaba de espaldas, y vaya espalda... Tragó saliva lentamente, Camila
llevaba un vestido que mostraba generosamente su piel bronceada para alguien quien
vivía en Chicago, y el final estaba cerca de la curva de su cintura.
- Deja de mirar así. – Susurró Chris a su oído.
Lauren lo miró de soslayo y terminó su comida.
En alguna parte del salón el Dr. Hamilton se levantó para dar algunas
palabras.
- Bueno, que soy malo para éste tipo de cosas, y no quiero
darles lata por la noche... Sólo espero que estéis disfrutando, que es muy grato
trabajar con todos vosotros, y que tengáis una buena noche.
...
Camila se encontraba bebiendo una copa de champagne mientras
conversaba animada con las chicas, hasta que logró percibir que Lauren la miraba
desde el otro lado del salón. Los nervios se apoderadon de ella por lo cual comenzó a
beber más rápido y le dio la espalda.
- Si le das la espalda con ése vestido, no esperes más que una
larga noche de sexo Camila. – Dijo Normani.
Las chicas rieron y siguieron comentado los vestidos de sus otras
compañeras o sobre los otros médicos.
La morena volvió a girarse y confirmó que Lauren estaba mirándola
con una mirada penetrante, incluso sintió cómo el calor se apoderaba de su rostro.
- Es una lástima que sea una pesada. – Mencionó Dinah.
Camila rodó los ojos, aquella noche sería interesante.
...
- Invítale a tomar algo contigo. – Habló Chris mientras se
aflojaba un poco la corbata.
- ¿Si? Seguro aun está enojada conmigo, hasta el jefe ha
hablado con ella.
- Si no lo haces tú, le diré que te mueres por besarla.
Lauren miró casi sin sonreír a su amigo, terminó su copa de vino y se
encaminó donde las chicas.
...
Ally abrió los ojos y la boca al percibir que Lauren se encaminaba
donde ellas.
- Camila, Camila... No vas a creerlo, pero Lauren viene.

La morena no tuvo tiempo de responder cuando sintió un leve toque en uno de sus
hombros.
- Dra. Cabello... - Pronunció Lauren.
Camila tragó saliva, y sus ojos rápidamente vieron cada detalle de
Lauren, aquel vestido le quedaba excelente, el maquillaje hacia resaltar sus ojos aún
más, y el peinado le otorgaba algo sexy.
- Dra. Jauregui...
Ally y las chicas se desplazaron para dejarlas solas.
- Te ves muy guapa. – Dijo Lauren mientras intentó mirar otra
vez la espalda de Camila.
- Igualmente.
- ¿Nos bebemos algo?
- Claro!
- ¿Vino?
- Que sea champagne mejor.
Lauren intentó guardar su sonrisa, pero no lo consiguió del todo, a lo
cual Camila respondió mordiendo su labio inferior.
- No me has presentado a tus amigas. – Dijo Lauren mientras se
encaminaban al bar.
- Oh... Lo siento, han desaparecido así, pero si aún lo quieres
podemos buscarlas.
- Con tu compañía me basta y sobra.
La morena sintió su estómago tensarse, y quiso casi gemir al sentir
como Lauren miraba sus labios.
- ¿Eres de Chicago? – Preguntó la cirujana.
- Sí, toda la vida, mi familia vive aquí, ¿Y tú?
- Nací y me crié en California, pero me formé como médico en
Nueva York y luego en Londres.
Camila tragó saliva, vaya, parecía que Lauren sería mucho más
interesante de lo que ella quería admitir.
- ¿Y tu amigo? – Dijo Lauren.
- De guardia, tendrá un año completo para quejarse. – Rio.
- Ya veo.
Lauren no estaba siendo nada discreta, miraba sus labios sin tapujos,
su cuello e incluso sus pechos.
- Dime que por lo menos no tienes a otra chica esperándote en
tu piso. – Dijo casi susurrando Camila.
- No... Pero podría tener una chica que me acompañe ésta
noche a mi piso. – Se lo dijo mirando directamente a sus ojos.
Camila se mordió los labios, miró el salón intentando encontrar a sus
amigas, las cuales se encontraban hablando con otros médicos, y para su sorpresa
junto a Chris.
- ¿No vives con él? – Dijo Camila.
- No te preocupes, es posible que hoy no vuelva.
Lauren se bebió lo que quedaba en su copa de vino y esperó en
silencio la decisión de Camila.
- Vamonos. – Sentenció Camila saliendo del salón,
sorprendiendo a la cirujana.
...
Entraron a la habitación de Lauren aun sin tener ningún tipo de
contacto físico entre ellas, sin embargo la morena se vio sorprendida cuando Lauren
la atrapó contra su cuerpo y la puerta dejando su rostro peligrosamente cerca del
suyo.
- Tus ojos son increíbles. – Dijo sin pensarlo.
- Shh...
Lauren besó lentamente el rostro de la morena, luego bajando a su
cuello, lo cual hizo reaccionar a Camila haciendo que su cabeza cayera hacia atrás
para dejar que Lauren pudiera besar más.
- Ayúdame a quitarte el vestido. – Dijo con voz ronca Lauren.
Camila sintió cómo el fuego subía por su cuerpo, quiso gemir al sentir
las manos de la chica en su espalda, pese a que sólo entraba la luz de la ciudad por la
persiana de aquel doceavo piso, sintió que Lauren podía ver todos los detalles de su
cuerpo.
- No sabes lo sexy que estás con éste vestido, he podido mirar
tu espalda toda la noche. – Murmuró Lauren ayudando a Camila a desvestirla hasta
dejarla sólo con la ropa de lencería.
- ¿De verdad? – Intentó provocar la morena.
- Sí... Joder, te has vestido así a propósito.
La morena no respondió y sólo se acercó más al cuerpo de Lauren
para comenzar a desvestirla. Así ambas sólo quedaron en ropa interior.
- Ven aquí. – Dijo Lauren antes de darle un fuerte beso en la
boca.
La morena gimió levemente, eso había sido inesperado, rápido, y
sensual, e incluso, sabía que toda la noche sería así...

- Oh dios mio... - Suspiró Camila al sentir las ambas manos de


Lauren agarrando fuertemente sus nalgas.
Capítulo 5.

Camila despertó sintiendo el peso de un brazo sobre su espalda


desnuda, abrió los parpados con pereza y se encontró con el rostro de Lauren
durmiendo pacíficamente. Intentó desarmar el nudo de brazos y piernas y se sentó en
el borde de la cama.
Buscó su móvil y vio que eran las 9 AM... Le dolía todo el cuerpo, pero
con solo recordar el origen de aquello una sonrisa se le dibujó y sus mejillas se
ruborizaron... Vaya noche, vaya chica Lauren, había perdido la cuenta de cuántos
orgasmos había tenido luego del quinto.
Se mordió el labio inferior pensando qué sería lo mejor, ambas sabían
que sólo había sido una noche de sexo, un grandioso sexo, pero ambas se seguirían
viendo en el hospital.
...
La cirujana despertó con el alboroto que Chris hizo al entrar a su
habitación.
- Me debes contar todo! – Gritó el rubio.
Lauren rodó los ojos, mientras intentaba cubrir su cuerpo desnudo con
las sabanas.
- Deja darme una ducha, has café y te lo contaré.
...
- Lo sabía!! Lo sabía! – Gritó Andrew del otro lado de la línea.
- Venga ya, cuando termines el turno ven a mi piso, haré algo
para comer.
Camila se apoyó en la puerta de su habitación aun con la toalla
amarrada a su cuerpo... Estaba volviendo a repasar mentalmente el camino que
marcaron las manos de Lauren en su cuerpo... Y el camino de sus manos en el cuerpo
de la chica.
- Lauren... - Se mordió los labios.
...
Lunes, ninguna de las dos tenía el móvil de la otra, por lo cual, sólo
existía la posibilidad de encontrarse en el hospital.
La cirujana salió del deportivo intentando esconder sus manos en los
bolsillos de su gran abrigo mientras pequeños copos de nieve chocaban en su rostro.
- Ey! – Escuchó una voz que no conocía.
- Oh... Buenos días Dr. Smith. – Dijo Lauren.
- Llámame Andrew por favor. – Sonrió el pelinegro.
Lauren sólo sonrió mientras se encaminó a la entrada. Andrew siguió
sus pasos.
- Disculpa Lauren... Crees que, podrías darme un consejo? Es
que, quisiera conocer al Dr. Griffin y... - Dijo cortado.
- Vaya, no eres nada tímido.
El chico sonrió casi con vergüenza, pero a Lauren le causó gracia.
- Hablaré con él, sutilmente, que tengas un buen día.
La pelinegra desapareció de la vista.
...
Camila se encontraba ya a mitad de la mañana revisando los nuevos
ingresos, y dejando terapias y evoluciones médicas.
- Dra. Cabello, tiene una interconsulta desde cirugía, la han
pedido personalmente a usted. – Dijo la enfermera.
- En 30 minutos subiré.
La morena frunció el ceño, cómo sería posible que pidieran
personalmente a la doctora más joven del servicio, casi fugazmente pudo concluir que
aquella había sido Lauren, pero intentó descartar aquella opción.
...
- ¿Me llamaste? – Dijo casi asustando a Lauren quien se
encontraba concentrada revisando el ecógrafo torácico.

- Sí... Necesito tu opinión para interpretar un ecocardio de una paciente que al


parecer tiene un mixoma, ¿Me ayudas?
Camila frunció el ceño, aquello era casi totalmente de cirugía
cardiovascular y no tan de cardiología, pero sonrió, al final y al cabo no siempre
lograba ella realizar las ecotomografía cardiológicas debido a que era la más joven del
servicio.
- ¿Cuántos años tienes? – Preguntó sin pensar la morena.
- 28 y tú? – Dijo la cirujana.
- 25
Lauren miró de soslayo sin dejar de poner atención a la máquina,
estaba pensando en que Camila sería más interesante de lo que ella imaginaba.
- Iré a buscar a la paciente y vuelvo, ahí en el folio está la
historia clínica, te puede guiar un poco más.
..
Una chica entró a la habitación, no debía tener más de 20 años dedujo
Camila, era rubia, ojos azules, y un cuerpo delgado, sin embargo, se podía apreciar
que la falta de aliento dificultaba sus movimientos.
- Buenos días. – Sonrió levemente.
- Buenos días, ¿Alice?
La muchacha afirmó con la cabeza y se sentó al borde de la camilla.
- Bueno Alice, ella es la Dr. Camila Cabello, cardióloga, juntas te
haremos la ecocardio, ya sabes, así podremos tener la información casi exacta de lo
que podría estar afectando tu corazón.
Alice se recostó levemente en la camilla, y ambas médicas notaron
como el ahogo empezaba a aumentar.
- Alice, sé que te sientes incómoda, y ahogada, pero necesito
que estés tranquila, sólo serán unos minutos, y esto es lo que ayudará a tu futura
cirugía.
Camila miró como Lauren programaba la máquina, vaya, sí que se
manejaba.
- Necesito que te quedes solo con el sujetador.
Alice se sonrojó pero sonrió casi de forma coqueta, Lauren no lo notó
por estar viendo las maquinas, pero Camila incluso sintió un poco de celos por aquella
reacción.
- Te pondré el gel, está un poco helado. – Dijo casi
disculpándose la cirujana.
- Aquí vamos. – Suspiró Alice.
Estuvieron unos 10 minutos viendo el eco, varios ángulos, los flujos, y
discutiendo la ubicación del mixoma y el compromiso en el funcionamiento del
corazón.
- Me estáis asustando, ¿Poded hablar en español? – Dijo
asustada Alice.
Lauren terminó de capturar las últimas imágenes y sacó el gel del
pecho de Alice.
- Pues hemos confirmado lo que te he dicho, es un mixoma, un
tumor en el corazón, el cual la mayoría de las veces es benigno, pero necesita cirugía
o tu corazón comenzará a funcionar peor de lo que ya está.
Alice reprimió unas lágrimas mientras con sus brazos intentaba cubrir
sus pechos
- Alice, sé que suena muy peligroso, y créeme que estás en tu
derecho de sentir miedo, pero ahora, debes intentar entender que tu mejor opción es
la cirugía, y luego esto sólo serán controles y un mal recuerdo... Además, el equipo
de cirugía cardiovascular del hospital es excelente.
Lauren miró de soslayo y sonrió levemente.
- Lo sé, es sólo que, me he venido a estudiar aquí y mis padres
están lejos, tengo miedo.
- Estoy segura que encontrarás la fortaleza que necesitas, y
nosotros también te ayudaremos en todos tus asuntos médicos.
Alice sonrió y miró descaradamente los labios de Lauren.
- Bueno, ya puedes vestirte. – Dijo de frontón Camila.
La cirujana miró divertidamente a la morena, ¿Eso eran celos?
...
Ambas se quedaron solas en la sala, mientras Lauren dejaba ordenada
las cosas.
- Sabes hacer muy bien un ecocardio... No necesitabas mi
ayuda. – Dijo la morena.
- Puede ser... Pero la verdad es que ha sido una excelente
compañía.
Lauren le sonrió ampliamente mientras se acercaba peligrosamente a
su boca.
- Aquí no... - Dijo Camila.
- ¿Por qué?
- Mi madre está casada con el Dr. Hamilton.

La cirujana se separó y frunció el ceño sin entender nada.


Capítulo 6.

Lauren miró el nombre escrito en la bata de Camila: Dra. Camila


Cabello E. – Cardiología, y la morena logró entender a lo que se refería.
- Él no es mi padre, mi padre falleció hace unos años por una
cardiomiopatía dilatada. – Dijo Camila tranquilamente.
- Oh, lo siento... De verdad.
Camila se apoyó en el borde de la camilla.
- Fue muy rápido, hizo una insuficiencia cardiaca aguda, y fue
imposible incluso intentar ponerle algún equipo de soporte para esperar un
trasplante.
Lauren se acercó pero no se sentó a su lado.
- Yo aún no terminaba la facultad, fue horrible, pero aquella fue
la razón por la cual comencé a querer ser cardióloga.
La cirujana sólo escuchó en silencio mirando como Camila se apretaba
las manos nerviosamente.
- Un día estaba haciendo ya mi residencia aquí y mi madre vino
a visitarme, ahí conoció al Dr. Hamilton, y bueno, ya te lo imaginas.
La pelinegra intentó no sonreír, pero no sabía qué hablar.
- Es por eso, sólo mis amigos saben lo de mi madre y él, fue
todo muy tranquilo, y no quiero que se piense que tengo privilegios aquí gracias a
él... Mi carrera aún es muy corta, y no necesito aquel tipo de rumores... Y no quiero
que te veas en él... También eres nueva aquí.
La cirujana miró con ojos incluso de cariño a la morena, apenas se
conocían unos días y ella ya se preocupaba de que pudiera caer en una situación de la
cual sería difícil salir.
- No le diré a nadie, por supuesto. – Dijo Lauren
tranquilamente.
Camila sonrió mientras soltaba sus nerviosas manos.
- Me gustaría conocerte... Sé que la hemos pasado genial la otra
noche, pero bueno... Me pareces muy interesante.
La morena sintió un leve rubor, y se mordió el labio.
- No hagas éso, o harás que te bese, y no quiero meterte en
problemas.
La cirujana le pidió el número de su móvil mientras sacaba el suyo de
su bolsillo.
...
- Le he contado a Lauren lo de Hamilton. – Dijo la morena
mientras revisaba su correo en su móvil al terminar la comida.
- ¿Y eso? ¿Por qué? – Dijo Andrew.
- Porque ha estado a punto de besarme en una sala del servicio
de cirugía.
Andrew alzó ambas cejas y sólo rio a lo bajo. Hacía mucho tiempo que
su amiga no salía con alguna chica, incluso, Camila se había encerrado tanto en sus
obligaciones que rara vez podía conocer alguna nueva persona.
- ¿Y tú querías besarla?
- ... Claro. – Sonrió.
Camila logró observar como Chris se acercaba a la mesa de ellos, sin
embargo intentó guardar silencio fracasando ya que Andrew adivinó que algo
pasaba.
- Hola... Dr. Smith.
- Hola, Dr. Griffin.
La morena frunció el ceño, estaba segura que ambos no se conocían, y
sin más Chris se sentó en aquella mesa.
- Sé que habéis acabo de comer, pero, ¿Me podéis hacer
compañía? Lauren aún no sale de pabellón, y sinceramente creo que tendrá para
algunas horas más.
Camila frunció el ceño, para ninguna persona era bueno saltarse las
horas de comida, pero sabía que las cirugías solían ser así.
- ¿Qué tipo de sándwich y soda le gusta a Lauren? – Sonrió casi
infantilmente.
- El de queso caliente y la coca cola.
...
Sus ojos esmeralda se reflejaron en el espejo, tenía el rostro con
signos de cansancio, y un hambre que se hizo presente al sonar su estómago.
Salió de la zona de pabellón y se encontró con un pequeño paquete de
comida con su nombre sobre su escritorio.
- Se lo ha dejado la Dra. Cabello. – Sonrió la enfermera.
Lauren buscó a la morena por el pasillo pero no la encontró, asi que se
sentó sola para comer tranquilamente.
- Dra. Jauregui... .-
- Dr. Smith, por fin coincidimos en planta.
- Sí, extraño para ambos cirujanos.
Andrew observó imperceptiblemente como Lauren devoraba con ganas
el sándwich y la coca cola.
- ¿Qué flores le gustan a Camila? – Dijo Lauren.
...
El sonido de su móvil llamó la atención cuando ya se encontraba en el
carro camino a casa, durante la luz roja visualizó el mensaje.
- Número desconocido: "Gracias por la comida! Interesante que
supiera qué era mi favorito :)"
Sonrió ampliamente, pero se prometió sólo responder al llegar a casa.
- "No deberías consumir coca cola, ya sabes, no quieres tener
diabetes pronto"
- "Lo sé, es sólo un placer culpable... Seguro también tienes
uno"
- "Puede ser."
- "¿Te gusta la pizza?"
Camila rio nerviosamente, le encantaba la pizza, pero solía no comer
mucho ya que tiempo para hacer ejercicio no era el mayor que tenía.
- "Claro! Doble queso"
- "Que te parece si el viernes comemos, ya sabes, en plan
cita..."
- "¿Me estás pidiendo una cita por Whatsapp? ¿Y además para
comer pizza?... Lo del romanticismo del siglo XXI lo llevas muy en serio..."
- "Hahaha, te llevaré flores, lo prometo."
- "Está bien, tu piso o el mío?"
- "¿Puede ser el tuyo? Tuve que conseguirle una cita a Andrew
para sacarle datos :P asi que creo que estará ocupado mi piso ;) "
Camila tapó su boca con una de sus manos, lo sabía! Andrew estaría
con Chris, esto era mejor que el instituto.
- "Vale, ya te enviaré la dirección. Buenas noches."
...
Chris miró a su amiga a través de la cocina.
- Pareces una adolescente enviando mensajitos de amor con tu
novia.
- Calla, celoso.

El rubio suspiró y volvió a su misión de hacer la cena aquella noche.


Capítulo 7.

Camila se encontraba nerviosa revisando su peinado esperando la llamada que


avisara que Lauren estaba subiendo a su piso, la cual se produjo dentro de aquellos
minutos hasta escuchar directamente cómo llamaban a su piso.

- Hola... - Saludó la morena.


- Hola... Te ves muy bien.
Lauren miró con detalle los pantalones negros de corte alto y la
camisa burdeo que caía sobre éstos, y unas converse negras.
- Haha estoy segura que debo tener casi 10 pares de converse
negras.- Afirmó la cirujana.
Camila rió, también miró los pantalones mezclillas gastados de Lauren,
llevaba una sudadera de "Nirvana" negra, su cazadora negra y unos tenis deportivos
negros.
- Pasa, que la pizza se va enfriar. – Le sacó la lengua de forma
infantil.
Ambas llegaron hacia la cocina, donde Camila tenía una barra
americana con unos platos y vasos.
- Disculpa, mi departamento es muy de "soltera" y la verdad
prefiero tener un sofá y un televisor y no un comedor. – Se disculpó la morena.
- No te preocupes, es muy agradable, además, hace mucho que
no veía una de éstas.
Comieron hablando sobre cosas triviales durante un tiempo, hasta que
Lauren se levantó rápidamente del asiento, asustando a Camila.
- Joder, me he olvidado algo en el carro... Ya vuelvo. – Salió
recordando el camino la cirujana.
Camila rio para sí, mientras ordenaba el lugar donde habían comido,
hasta volver sentir que llamaban al piso.
- Lo haré otra vez... Hola... Te ves tan guapa que hace unos
momentos has logrado que por los nervios olvidara completamente que tenía unas
flores para ti. – Dijo solemnemente Lauren.
Aquel ramo de lirios amarillos logró dibujar una sonrisa gigante en su
rostro, y se quedó casi un minuto admirándola sin aún dejar que Lauren pudiera
cruzar el umbral de la puerta, aunque ésta sin embargo no se preocupaba de aquello
con semejante cuadro que era ver a Camila sonriendo así.
- Son hermosas! Gracias! ... ¿Cómo has sabido que eran mis
favoritas? – Preguntó aún sabiendo la respuesta.
- Ah, Andrew es muy fácil de sobornar.
La morena se mordió el labio inferior, y tomó del brazo a la cirujana
hasta cerrar la puerta tras de ella.
- Bésame... - Pidió Camila.
Lauren no esperó a que la morena cerrara los ojos, y presionó sin
cuidado sus labios contra los de ella, con ambas manos buscó la cintura y Camila
colocó sus brazos enroscados en su cuello posterior de haber dejado el ramo de flores
en una mesita del pasillo.
Los pies de Camila guiaron de los de Lauren hasta llegar a su
habitación, que a pesar de no ser tan grande tenía una cama en que ambas quedarían
perfectamente.
- Desvísteme, rápido, por favor. – Gimió la morena.
La cirujana fue casi precisa en sacar aquella camisa, las converse y el
pantalón, para sólo dejarla en ropa de encaje negro, lo que hizo detener su mirada en
el abdomen plano de la morena y sus cinturas bien marcadas.
Camila interrumpió lo que veía intentando sacar su sudadera y el
pantalón de mezclilla.
En pocos segundos Lauren logró empujar el cuerpo de Camila y caer
sobre él sin romper el beso, la morena por su parte sentía cada vez más cómo
aumentaba la humedad en su centro, y Lauren gimió casi imperceptiblemente al
sentir los senos de la chica contra los suyos.

Aquellos ojos esmeraldas brillaron en la oscuridad leve de la habitación cuando las


manos de la chica de ojos cafés comenzaron a deshacer las últimas prendas de
ambos cuerpos.
- No te muevas... - Susurró Lauren.
Su cuerpo se tensó cuando entendió las intenciones de la cirujana, ella
delicadamente abrió sus piernas y sintió cómo Lauren formaba un camino de besos
desde el borde de sus senos hasta el centro de ella.
- Lauren... - Jadeó Camila.
Y volvió a sentir como Lauren comenzaba a besar y lamer su centro,
Camila se aferró con ambas manos a los cabellos de Lauren, intentando que el rostro
de ésta no se apartara de la placentera acción.
Sintió aquella lengua aumentar de ritmo, y casi gritó al sentir cómo la
lengua de la chica entró en ella.
- Joder, Lauren... - Susurró mordiendo sus labios.
De aquel momento en adelante sus gemidos ya no se detuvieron, ella
misma comenzó a mover su pelvis para aumentar aquel placer, apretaba con fuerza
la cabeza de Lauren, y cerraba los parpados fuertemente.
- Me voy a correr. – Avisó
Y así lo hizo, sintió cómo algo explotaba dentro de ella y su boca lanzó
sin timidez un gran orgasmo, el cual Lauren saboreó con todos sus sentidos.
...
Lauren intentó moverse bajo el delicado cuerpo de Camila luego de
apreciar que ya era de día, pero sólo logró sonreír tiernamente al ver cómo la morena
dormía tranquilamente apoyada sobre ella, su cabello estaba desordenado, y tenía
corrido el maquillaje, pero no le importó.
Así se quedó unos minutos, mientras su mente comenzó la travesía de
intentar responder qué significan aquellas noches junto a la morena, le interesaba,
era obvio, incluso había ido donde ella en plan cita, aunque no fuera la más romántica
del mundo.
El sonido de su móvil la devolvió a la realidad, y justo al mover su
cuerpo recibió un pequeño reclamo inconsciente de Camila, rio bajito logrando salir
del peso de la morena.
- "No quiero interrumpir nada, pero recuerda que tu turno
comienza en 1 hora!. – Decía el mensaje de su primo.
- Mierda... - Susurró.
Buscó su ropa dispersa por la habitación, entró al baño de la
habitación donde lavó rápidamente su rostro y se acercó a la cama donde aún dormía
Camila.
Se detuvo sin saber qué hacer, no quería despertarla, seguramente
era el día libre de la chica, y merecía descansar, no encontró dónde dejar una nota,
asi que optó que lo haría con su móvil, nada romántico, otra vez.
Antes de salir le dejó un pequeño beso en la mejilla. Cuando iba por el
pasillo descubrió aún el ramo de flores ahí, por lo cual fue con él a la cocina y buscó
dónde dejarlo con un poco de agua.
...
La morena estiró sus brazos en búsqueda del otro cuerpo en la cama,
pero no lo encontró, y sin querer reconocerlo sintió un poco de tristeza por aquello,
por lo cual abrió los ojos y percibió que todo el rastro de Lauren ya no estaba en el
cuarto.
Se mordió los labios y entró rápidamente a la ducha para intentar
amenizar el lío mental en el que estaba entrando en aquellos momentos... ¿Qué
estaba pasando? ¿Sólo era sexo, no? ¿Pero y eso en plan cita?
Salió y se amarró una toalla blanca mientras buscaba la ropa del día,
tenía libre, pero estaba decidida a salir hacer la compra y conseguir algo de ropa
nueva para su guardaropa de invierno.

Cuando se encontraba lista y dispuesta para intentar hacerse algo de desayuno


encontró los lirios en un florero sobre la barra americana, automáticamente una
sonrisa se dibujó en su rostro e hizo olvidar el sentimiento extraño que tenía desde
que despertó sin Lauren en la cama.
...
- ¿Cómo ha ido? - Preguntó curioso Chris.
Su amiga sólo pudo recordar de forma audaz sentir cómo Camila
llegaba al orgasmo en sus manos, pero a los segundos aquel calor se transformó en
un sentimiento cálido al recordar como la morena dormía en paz en sus brazos.
- ¿Cómo te ha ido a ti? – Preguntó como respuesta Lauren.
- Pues... Genial, Andrew es muy tierno.
Lauren hizo una mueca, "¿Tierno?", nunca imaginaría que su amigo
pudiera definir con aquella palabra la noche de sexo que tuvieron en su piso,
esperaba que no en su cama.
- No todo es sexo primita, recuerda, tú misma le llevaste flores
a Camila. – Le picó el rubio.
La chica sólo rodó los ojos, le quedaban aún 10 horas de turno, casi
imposibles de soportar un día sábado y sin posibilidades de encontrase con Camila
por el pasillo.
- Por cierto, Andrew me ha dicho que quizás algún día
podríamos salir plan cita doble.
Frunció el ceño, a sus 28 años era imposible intentar volver a la
adolescencia con aquel tipo de planes, pero estaba segura que quizás Camila sí
aceptaría algo así.
...
Se encontraba guardando las bolsas de compras en su coche cuando
un mensaje sonó en su móvil, esperó entrar en él para sacar el aparato.
- "Cuando tengas libres podrías venir a visitarme, te extraño! :(
" – Decían las palabras de su hermana menor.
Miró la hora e hizo una llamada a su madre, quizás aún podría cenar
con ellos.
Condujo sin rapidez a su ex hogar, donde había vivido toda su vida y
que debido a sus responsabilidades y horarios poco iba a visitar.
Cuando estacionó observó cómo su hermana salía casi corriendo a su
encuentro, lo que la hizo sonreír y dejarse embarcar por aquel nostálgico sentimiento
que significaba estar en familia.
- ¡Hija! Por fin en casa, que bueno es verte, mira, estás tan
flaca, deberías comer mejor, seguro te la pases sólo en la cafetería... - Dijo su madre
con un reproche típico al que ya se había acostumbrado desde que había dejado la
casa.
Sólo rio y abrazó tiernamente a su hermana, la cual aún no era más
alta que ella, pero quizás sí lo sería algún día.
- Camila, que gusto tenerte en casa.
- Hola Dr. Hamilton. – Sonrió la morena.
- Charlie, Camila, que me digas Charlie.
No respondió mientras se quedó atrapada en los recuerdos de aquella
casa, los recuerdos con su padre, la forma en que él la elevaba del suelo cada vez
que la abrazaba, incluso recordaba el día en que ella le había mencionado que a ella
le gustaban las chicas.
La morena se encontraba apoyada sobre la almohada llorando
intentando pasar desapercibida aquel viernes por la noche, ella tenía 15 años, y la
chica que le gustaba la había dejado plantada en el cine luego de esperarla casi 2
horas y sin saber qué había pasado, pero luego al llegar a su casa ésta llamó para
simplemente decirle que lo sentía, pero no podía arriesgarse a que sus padres se
enteraran.

Sintió cómo su padre entraba a la habitación luego de golpear la puerta, intentó


limpiarse las lágrimas y ahogar el pequeño hipo que tenía debido al llanto.
- Hija, ¿Qué pasa? – Dijo su padre colocando una mano sobre su
hombro.
Camila negó, no quería hablar, si lo hacía sólo terminaría llorando
más, y ella aún no sabía cómo sus padres reaccionarían a saber que ella era lesbiana.
Alejandro observó cuidadosamente como su hija se apoyó en su pecho
y siguió intentando ocultar el llanto.
- ¿Ha sido la chica que llamó? – Dijo calmadamente el hombre.
La morena abrió los ojos lo más grande que podía y sólo hizo una
mueca para no llorar.
- La he visto el otro día cuando vino a dejarte a casa luego del
instituto, no me gusta que lleve tanta ropa negra, y el cabello con ése tinte tan raro.
Su hija sólo rio en sus brazos, quiso decirle algo, pero las palabras no
salieron.
- Hagas lo que hagas hija, siempre estaré contigo, no me
importa si te gusta el helado de chocolate o el de vainilla, mientras seas feliz con él.
Camila abrazó más fuerte a su padre, y quiso quedarse así, sin crecer,
ser la pequeña de su padre, y olvidar ésa espantosa etapa de la adolescencia y el
instituto.
- Pero debes decírselo tú a tu madre, ella creerá que es alguna
de mis bromas si se lo menciono.
Todos ya estaban cenando, le gustaba aquel ambiente, aunque aún a
pesar de haber pasado algunos años, aún se sentía incomoda por la presencia del Dr.
Hamilton, siempre fue su jefe, y luego al estar en una relación con su madre las cosas
se volvieron un poco tensas, sin embargo, tenía que reconocer que el hombre hacía
feliz a su madre, y era muy buena persona con su hermana y con ella.
- ¿Qué tal ido tu relación con Lauren Jauregui, ya solucionaron
su discusión del otro día? – Dijo el hombre.
Camila casi se atraganta con la comida, intentando pasar
desapercibida, cosa que no logró ya que su hermana sólo la miró curiosamente.
- Ah... Si... Bueno, ya hemos solucionado eso, de hecho, el otro
día me ha pedido que la asistiera en una ecocardio.
- Me alegro, al ser ella de cardiovascular es lógico que pasarás
buen tiempo compartiendo casos.
La cena prosiguió tranquilamente, hasta que luego de terminar subió
con su hermana hasta la habitación de ésta.
- Cuéntamelo todo. – Amenazó su hermana.
- Sofía... ¿Qué quieres que te cuente?
La morena se dejó caer en la cama con sábanas y edredón color rosa.
- De aquella tal Lauren. – Picó su hermana.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, y luego de tomar una bocanada
miró con detalle a su hermana.
- Ya no eres una niña pequeña, sabrás entender si te digo que
mi relación con ella sólo ha sido un par de noches de sexo.
Sofía se ruborizó al escuchar aquellas palabras, tenía 15 años, aún al
escuchar palabras como sexo, genitales y cosas así le causaba una pequeña
vergüenza natural de la adolescencia.
- ¿Y ella te gusta? ¿Le gustas? – Preguntó la menor de los
Cabellos.
- Me ha dicho que le intereso, y anoche hemos tenido algo en
plan cita, pero vamos, ha sido una pizza, unas flores y ya... Y pues a mí... Me
interesa, pero, Sofía, a mi edad ya aprendí a entender cuando una chica sólo desea
pasarlo bien, y yo también lo deseo... No quiero que me vuelvan a romper el corazón
así.
Y así había sido, durante la universidad había tenido algún par de
relaciones serias, pero ninguna duradera, por algún tiempo pensó que era ella el
problema, pero luego desistió pensando que sólo debía disfrutar su juventud y su
vida. Y ahora que ya estaba como residente el único contacto que solía tener eran
algunos ligues en fiestas cuando salía con Andrew, algunas par de veces cada algún
mes.
- Me agradaría que tuvieras una novia, siento que tu trabajo te
deja muy solitaria. – Mencionó su hermana.
- No es así, tengo mis amigos, te tengo a ti, a mamá, no es que
llore cada noche por no tener con quien dormir.
- Te has ido a vivir sola, sólo me gustaría saber que tienes a
quién llamar cuando quieras sólo ver una película un domingo por la tarde.

La morena sonrió y abrazó levemente a su hermana, entendía el


punto, pero no tenía por qué ser de aquellas chicas desesperadas por tener una
relación, al final, ella estaba en su zona de confort... Lo cual estaba bien, ¿No?
Capítulo 8.

Lauren estaba segura que aquella debía ser la décima vez que leía
aquel correo en la pantalla de su móvil.
"Ya sabemos que estás en Chicago, por favor, comunícate con
nosotros, tu madre extraña hablar contigo.
Atte:
Dr. Michael Jauregui C.
Cirujano cardiovascular.
Director Hospital Norte San Francisco – California."
Tensó su mandíbula, hacía años que no veía a sus padres, solía sólo
mandar un correo para el cumpleaños de su madre y para navidad.
- ¿Qué harás sobre Camila? – Interrumpió Chris quien comía
una manzana esperando que le llamaran de urgencias.
- ¿En qué sentido? – Respondió observando a su primo.
- No lo sé... Tienes 28 años, nunca te he conocido una novia, ni
siquiera cuando me quedé una temporada contigo en Londres.
La cirujana frunció el ceño, por qué su primo le comentaba aquello,
sabía que ella nunca había sido una chica de relaciones serias, porque no se sentía
cómoda en ellas, pero por qué ahora las cosas deberían cambiar, llevaba menos de 1
semana en la ciudad y su primo ya intentaba que ella estuviera en una relación con
aquella chica, que si bien le interesaba, no conocía casi nada.
- No lo sé Chris, no voy a forzar las cosas, además, la veo casi a
diario aquí.
El rubio miró con detección el rostro de su prima, pero guardó silencio.
- Sólo 2 horas y seremos libres.
...
Camila pasó sin saber nada de Lauren hasta que estacionó su coche
aquel día lunes frío, observó cómo la cirujana bajaba de aquel deportivo negro y sus
miradas se cruzaron. La cirujana le dedicó una sonrisa cálida y se acercó hacia ella.
- Debes decirme que no hará más frío que éste. – Se quejó la
ojiverde.
- Créeme que aún se pondrá peor. – Rio entre dientes.
Ambas se encaminaron a su trabajo, sin decir una sola palabra, Camila
se preguntaba qué debía decir, pero al parecer Lauren estaba en su propio mundo por
lo cual sólo se mantuvieron en silencio hasta subir al elevador.
- Camila... - Dijo Lauren agarrando su brazo.
La morena no alcanzó a girarse cuando ya sintió los labios de Lauren
en su boca, intentó no perder el equilibrio pero ambas terminaron apoyadas en una
de las paredes metálicas.
- Lauren... - Dijo entre besos. – Nos... Pueden ver. – No terminó
de besarla.
- Lo sé, pero. – Besó levemente. – Quedan 2 plantas aún.
Lauren intentó colar sus manos bajo el abrigo de Camila pero le fue
imposible cuando sintió el sonido de aviso para abrir las puertas en la cuarta planta.
- Buenos días Dra. Jauregui. – Dijo coquetamente Camila al
salir.
...
- Dra. Cabello, la llaman de urgencias.
Se encaminó rápidamente al elevador y bajó a la primera planta,
cuando llegó al box que le mencionaron se encontró con Lauren realizando maniobra
de reanimación en un hombre de aproximadamente 50 años.
Se colocó rápidamente los guantes, mientras comenzaba a leer el
electro que se encontraba cerca del paciente.
- Infarto masivo. – Le dijo a Lauren.

La cirujana siguió realizando los movimientos de reanimación con una cantidad de


sudor en su frente y cuello.
- ¿Cuánto lleva así? – Preguntó la morena a la enfermera.
- 40 minutos.
Camila revisó por última vez el electro, los pulsos y los reflejos
oculares.
- Lauren... Se ha ido... - Dijo Camila.
Pero la cirujana no escuchó sus palabras, mientras todo el personal
observaba como ella seguía realizando la maniobra.
- Lauren, basta! – Replicó Camila.
La morena se acercó aún más intentando con un brazo llamar la
atención de la cirujana.
- Dra. Jauregui pare inmediatamente! – Dijo con tono firme.
Y así Lauren salió de su concentración, detuvo la maniobra y volvió a
verificar el monitor, nada, asistolía.
- Decláralo. – Dijo Camila sacándose los guantes.
- Hora de la muerte, 10.26 AM. – Dijo con pesar Lauren.
Ambas salieron del box, Lauren se apoyó en la pared con ambos
brazos apoyados en sus rodillas, estaba agotada mental y físicamente.
- ¿Estás bien? – Se preocupó la cardióloga.
- Sí... Es sólo, que aún es difícil aceptar que éstas cosas pasan.
- No podías hacer más.
La ojiverde afirmó con la cabeza y se quedó mirando a Camila.
- ¿Qué haces hoy en la noche?
La morena lanzó un pequeño suspiro y metió sus manos en los
bolsillos de su bata.
- Tengo guardia, 18 horas.
La ojiverde sonrió de lado, y se logró recuperar hasta hacer notar la
pequeña diferencia de tamaño entre ella y la morena.
- Lástima... Hubiera sido genial ver una película contigo.
Camila quiso sonreír, pero algo dentro de ella le hizo dudar, miró con
detalle como Lauren aún tenía un poco de sudor en la frente, y la respiración un poco
agitada.
- ¿Esto es sólo sexo Lauren?
Los ojos esmeraldas se quedaron observando los suyos cafés, la
morena sintió que pasaba una eternidad antes de que ella recibiera una respuesta.
- No lo sé. – Dijo Lauren. – No puedo prometer que quiero una
relación contigo, llevamos sólo unos días conociéndonos, y sinceramente no soy una
chica de tener relaciones serias.
...
Sentía cómo corría el agua caliente por su cuerpo, aún tenía un poco
la mente aturdida luego de aquel lunes, no había entrado en pabellón, estuvo de
turno en urgencias y al encontrarse con Camila y tener aquella plática había causado
un pequeño caos en su mente.
Se recriminó a ella misma, ella no era así, ella era una persona
organizada, calmada, observadora, independiente, pero el recordar cómo Camila la
miró luego de decir que ella no tenía relaciones serias y verla irse por el pasillo sin
volver a verla durante todo el día le había dejado un sabor amargo en la boca.
Se colocó el pijama, mientras oía hacerla cena a Chris, y sus manos
tomaron el móvil para observar la foto de perfil en Whatsapp de Camila, salía
abrazando a Andrew con un hermoso fondo de la playa

- Está listo! – Gritó Chris.


...
- Que necesito que venga un cardiovascular ahora mismo! –
Gritó por el teléfono la morena.
- Dra. Cabello, el único que se encuentra de guardia está en
pabellón y no saldrá de ahí en 3 horas más.
- Pues entonces conseguidme otro! – Dijo desesperada.
- Lo siento, no podemos hacer eso.
Cortó la llamada, tendría que hacerlo ella personalmente, aun cuando
temía escuchar la voz de Lauren por el móvil. Luego de tres tonos obtuvo respuesta.
- Camila...
- Dra. Jauregui, necesito saber si puede venir de urgencia a
operar un aneurisma aórtico complicado, el único cardiovascular de guarda se
encuentra en pabellón, y el paciente necesita ingresar a pabellón ahora. – Dijo
fríamente.
- Estaré allá en 30 minutos, prepara todo para llevar al paciente
a pabellón.
Se sintió frustrada, no quería tener aquel tono con la cirujana, no
cuando llevaba soñando con ella todos aquellas noches, pero no podía, no dejaría que
Lauren fuera una de aquellas chicas que sólo buscaban sexo y luego las veía con otras
más guapas.
...
La ojiverde salía de pabellón luego de estar 5 horas reparado a la
perfección la aorta del paciente, salió de la zona de pabellón y encontró a Camila
dormitando en una de las sillas del pasillo, se acercó con cuidado de no despertarla de
sorpresa y colocó una mano sobre la de ella.
- Ya ha terminado. – Dijo Lauren.
La morena abrió los ojos y quiso sonreír al ver los de Lauren, pero
pronto volvió a la realidad se levantó rápidamente y sacudió su bata blanca.
- Gracias por venir, iré hablar con la familia. – Se encaminó la
cardióloga.
- Lo haré yo, anda a descansar 1 hora, cubriré tu turno en
urgencia.
- No, no puedes hacerlo, que yo sepa, eres cirujana y no
cardióloga.
Lauren frunció el ceño, aquel tono había sido casi de ataque, y ella
sólo intentaba ayudar a la chica que se veía realmente cansada. Vio como Camila se
encaminaba a los elevadores y ella sólo se quedó 5 minutos descansando antes de
volver a casa.
...
Se sentía idiota, la cabeza le iba explotar, sólo 1 hora y su turno
terminaba y ella podría ir a dormir a su cama, y olvidar el movido día que había
tenido.
- Buenos días guapa. – Dijo Andrew besando ambas mejillas. –
Te ves horrible.
La morena rodó los ojos, no tenía las fuerzas para replicar, sólo estaba
ahí sentada frente al ordenador revisando por última vez el AngioTAC del paciente
operado por Lauren.
- ¿De verdad has llamado a Lauren para eso? – Preguntó curioso
el chico pálido.
- Ha sido sólo una llamada profesional.
El chico notó el tono de molestia en la voz cansada de su amiga, tuvo
curiosidad, pero entendió que su amiga no gastaría fuerzas para explicar nada.
Por fin, no sabía de dónde pero había sacado las fuerzas para no
dormirse mientras conducía a su piso, abrió la puerta, llegó a su habitación, se sacó
los zapatos y se durmió con ropa.
...
- Dra. Jauregui, buenos días. – Saludó con la mano al Dr.
Hamilton.
- Buenos días Dr. Hamilton.
La oficina de aquel hombre era una de las tantas donde había estado,
nada llamativo, muy formal.
- El Dr. Michael Jauregui se ha comunicado hoy conmigo. – Dijo
tranquilamente su jefe.
Lauren abrió los ojos, pero se mantuvo en silencio mientras cruzaba
una de sus piernas.
- Lauren, no quiero tener problemas con tu padre, él es un
renombrado cirujano, y no quiero estar entre temas familiares por haber decido
contratarte aquí.
- Dr. Hamilton, no debe preocuparse de nada, hoy mismo
hablaré con mi padre para que dejemos éste asunto tranquilo.
El rostro del hombre dibujó una pequeña sonrisa.
- Además, me alegro de que haya solucionado el mal entendido
con la Dra. Cabello. –
- Sí, ya hemos olvidado eso.
Lauren intentó sonreír, pero el sonido de la voz fría de Camila volvió a
sus recuerdos.
...
Había pasado 1 semana desde aquella cirugía, y Camila intentaba por
todos los medios no cruzarse con Lauren directamente, obviamente la había visto en
la cafetería o en el estacionamiento, pero la morena siempre se hacía la ocupada con
el móvil en el oído o con los audífonos.
Ahora se encontraba haciéndole examen físico a un chico de 18 años
que había tenido varios episodios de síncopes por lo cual estaba hospitalizado para el
estudio.
- Dra. Cabello, interconsulta desde cirugía, la han solicitado a
usted.
Rodó los ojos, y esperó que no fuera Lauren. Terminó de estar con su
paciente intentando animar al muchacho que estaba un poco asustado con todo.
- ¿Quién necesita la interconsulta? – Dijo acercándose al mesón
de las enfermeras de la quinta planta.
- Aquí! – Dijo animado Chris.
- ¿Cirugía plástica? – Dijo curiosa Camila.
Chris le explicó el caso a Camila, se trataba de una mujer de 55 años
que había sufrido varias quemaduras en el rostro por un accidente movilístico,
necesitaba el pase de cardiología para poder realizar la reconstrucción y poner los
injertos.
Camila estuvo casi 20 minutos hablando y examinando a la paciente,
intentando mantener la calma ante tal grado de quemaduras y cicatrices.
- Aquí tienes el informe, todo listo, que tengas una buena
cirugía. – Sonrió la morena.
- Camila... No sé qué ha pasado entre tú y Lauren, pero, ¿Te
gustaría salir a comer algo hoy? ¿Con Andrew y ella? – Dijo el rubio.
Estuvo por negarse, pero la sonrisa del rubio no se iba en ningún
momento, y la verdad salir un poco le haría bien, aunque fuera con la presencia de la
cirujana, la cual, se moría de ganas oír nuevamente.

- Claro, dile a Andrew y allá estaremos.


Capítulo 9.

Se sentía frustrada al no saber qué llevar aquella noche, y no podía


creerlo, en general no tenía problemas en elegir un pantalón de mezclillas y alguna
camisa o sudadera y un abrigo de invierno, si se trataba de una situación informal,
pero aquella noche volvería a ver a Camila luego de casi 1 semana, bueno, volver a
hablar con ella en verdad.
- Apúrate. – Entró el rubio a su habitación. - Sólo lleva ése
jersey plomo y los pantalones negros gastados, andará bien con tu cazadora negra.
Sonrió, su primo lo había visto más simple que ella. Se colocó aquello
más unas botas militares negras.
...
Andrew se sentía nervioso al ver la hora, los cirujanos estaban
atrasados, y él ansioso de volver a estar un rato con Chris, le gustaba, se gustaban,
pero llevaban las cosas con calmas, sin embargo, Andrew se sentía incómodo al no
conocer mucho a Chris.
La morena ya había pedido una copa de vino blanco, mientras
revisaba su Twitter.
- Ése labial te queda muy sexy. – La sacó de su concentración
su amigo.
- Gracias, y a ti ése corte de cabello también. – Dijo con
sinceridad.
El chico pálido logró visualizar entrar al pub a Chris y Lauren, ambos
con un andar tranquilo, sin embargo notó como en el rostro de ambos había un
pequeño sonrojo debido al frío nocturno de Chicago.
- Ey! Hola. – Dijo sonriendo el rubio.
- Hola! – Respondieron Camila y Andrew.
Lauren saludó con dos besos al chico y luego a Camila, la cual se
removió en su asiento por sentir el frío en las mejillas de la cirujana y por la cercanía
de sus rostros.
- ¿Ya habéis comenzado? – Preguntó Lauren.
- Sólo Camila, ha pedido vino blanco.
Pasaron algunos minutos hablando de cosas triviales hasta que
Andrew mencionó que debía ir al baño a lo cual Chris también se sumó.
Ambas se quedaron en silencio, Camila se vio tentada en sacar su
móvil, pero recordó que a Lauren le molestaba aquello.
- No hemos hablado en algunos días. – Objetivó la cirujana.
- Lo sé... Me he pasado el otro día, sé que sólo querías ayudar,
pero te digo, no necesito que nadie cubra mis responsabilidades.
La cirujana se acercó y le dejó un suave beso en los labios, lo cual la
morena no lo detuvo.
- Tengo miedo. – Admitió Camila.
- ¿De qué? – Preguntó Lauren mirando a sus ojos.
- Hace mucho que no me gustaba alguien así, además...
- ¿Además? – Interrumpió Lauren.
- Quisiera que me hicieras el amor todas las noches...
Camila se mordió los labios y quiso ocultar su rostro entre sus manos,
aquella había sido una pequeña confesión de amor, y conocía a la cirujana sólo casi 2
semanas, una locura.
- No quiero dañarte. – Dijo Lauren mirando el vaso donde
estaba su whisky.- Nunca he tenido una relación así, nunca he convivido con otra
chica, ni me he definido fiel a ninguna.
La morena notó como Lauren movía su vaso logrando que los hielos
chocaran entre ellos y el licor.
- Si aún deseas que nos conozcamos más, sería lo único que
puedo ofrecerte. – Dijo mirando sus ojos.

- Lo siento, no quiero parecer una chica desesperada por tener una relación
contigo, es sólo que me gustas. – Se mordió el labio inferior.
Lauren volvió a besarla calmadamente, y así se quedaron hasta que
escucharon como alguien aclaraba su voz.
- Vaya, no han perdido el tiempo. – Rió Chris.
Ambas se separaron con un poco de vergüenza, sin embargo se
devolvieron una sonrisa.
La noche continuó calma, con anécdotas, cosas banales y una
complicidad entre ambas parejas, Lauren había asegurado una de las manos de la
cardióloga, la cual se dejó estar por lo bien que se sentía aquella sensación.
El fin de la salida llegaba, los 4 debían trabajar al día siguiente, por lo
cual, encontraron sensato que todos se fueran a sus pisos definitivos, ninguno estaba
demasiado ebrio para no poder ir en coche, asi que así se despidieron.
...
Estaba intentando dormir cuando el móvil sonó, sin abrir los ojos
respondió automáticamente.
- Ey, espero no haberte despertado. – Susurró Lauren.
- No, aún no dormía, ¿Pasa algo?
- Nada, sólo quería volver a escuchar tu voz... Me agrada tanto.
- Y a mí la tuya Lauren.
La escuchó reír levemente al otro lado de la línea.
- ¿Te parece mañana llegas un poco más temprano y
desayunamos juntas en la cafetería? – Dijo la cirujana.
- ¿Más temprano? ¿Quieres hacerme morir de sueño? – Reclamó
la morena.
- Oh vamos, sólo un día.
Suspiró mientras volvía a tapar su cuerpo con el edredón.
- Estaré allá a las 6.30 AM. Buenas noches.
- Buenas noches Camila.
...
La ojiverde observó cómo Camila entraba a paso lento a la cafetería,
estaba topando un bostezo con una de sus manos en el rostro y la otra escondida en
uno de los bolsillos de su bata, y en el otro bolsillo su fonendoscopio color frambuesa.
- Buenos días. – Dijo la morena al dejarse caer en el asiento de
la mesa donde Lauren ya tenía dos tazas de café, zumo de naranja, unas tostadas,
dos plátanos y un poco de frutillas.
- Veo que no eres muy de madrugar, lo tomaré en cuenta para
la próxima. – Sonrió arreglando uno de los cabellos de la morena. – Buenos días.
Desayunaron en tranquilidad, habían pocos funcionaron en la
cafetería, y el murmullo de las noticias en el televisor se escuchaban a la lejanía.
- ¿Por qué Chicago? – Preguntó Camila.
Lauren terminó de beber el sorbo de café mientras limpiaba las
últimas migas de tostadas en sus manos.
- Viví los últimos 3 años en Londres, quería volver a USA, allá
todo es excelente, es un sistema interesante, las tecnologías maravillosas, pero la
verdad sólo quería volver.
- Pero hubieras ido a Nueva York, seguro tienes un montón de
colegas y ex chicas allí. – Miró de soslayo Camila.
- Haha no soy muy de tener amigos, los que hice en la facultad
son pocos, y aún menos en la residencia... Chris ha sido el único con el que me he
mantenido en contacto desde que me fui del país.

- Son familia... - Dijo obviando Camila.


- Pues será el único integrante de mi familia con el que
mantengo contacto. – Dijo sin reparar.
Pudo sentir la expresión de asombro en el rostro de Camila, la joven
abrió levemente su boca para decir algo, pero dudó para finalmente quedar en
silencio.
- Si te interesa, algún día te lo contaré, pero en una mejor
situación. – Sonrió casi automáticamente Lauren.
- Espero que así sea, me gusta conocerte. – Murmuró la
morena.
Quiso besarla tranquilamente, pero recordó que estaban en el
hospital, lo que le hizo fruncir levemente el ceño, pero lo olvidó rápidamente para no
incomodar a su compañía.
- ¿Muchas cirugías hoy? – Dijo curiosa la chica.
- Sólo 2, pero tengo un almuerzo con el Dr. Hamilton. – Hizo
una mueca la cirujana.
- ¿Y eso? – Dijo con asombro.
- No lo sé, anoche me ha llegado un correo de eso, espero que
no sea para despedirme. – Dijo con pesadumbre.
- No lo creo, y si fuera así, hablaría directamente con él.
- Creí que no querías mezclar las cosas. – Lauren miró los ojos
de Camila.
- Lo sé, sería sólo una llamada profesional.
Sonrió ampliamente, estaba claro que de aquello que Camila llamaba
profesional un 50% tendría que ver que ella gustaba de la cirujana, pero no dijo
nada, ¿Qué pasaba si realmente era 100% profesional? No estaba mal, por supuesto,
pero esperó que no fuera así.
- Debo subir antes de hacer las rondas. – Dijo la morena. – Me
ha encantado desayunar contigo, sólo que para la próxima, no me hagas madrugar
tanto luego de salir a beber contigo.
- Haha, te ves muy tierna con aquella expresión de sueño.
- Pues el jefe de medicina no opinará lo mismo. – Hizo un
puchero.
- Nos vemos luego, gracias por la compañía.
El pulgar de la cirujana hizo un cariño sobre el dorso de la mano de
Camila, lo cual hizo que ambas sintieran un escalofrío.
...
Camila pasó toda la mañana con la curiosidad de qué iba el almuerzo
entre el director del hospital y la cirujana, se vio tentada de ir personalmente a su
oficina y decir algo como: "No puede despedir a Lauren!", pero luego volvía a la
realidad de lo poco profesional que sonaba eso, y además, estaba segura que aquello
no pasaría.
- Deja de pensar en los besos de Lauren. – Susurró a su oído
Andrew por la espalda.
- Joder, que me has asustado. – Abrió los ojos la cardióloga.
- Hahah, se te nota a kilómetros.
Ambos se encontraban almorzando en la cafetería, pero el pelinegro
comprendió que su amiga se encontraba preocupada por algo, sin embargo no
mencionó nada.
- Lauren tenía un almuerzo con el Dr. Hamilton.
- ¿Sabes por qué? – Dijo Andrew calmadamente.
- No.
Dejó caer su tronco en el cuerpo de su amigo, el cual entendió y sólo
la abrazó con un brazo mientras terminaba de beber el zumo de manzana.

...
Lauren llevaba 10 minutos esperando sola en la oficina del Dr.
Hamilton, le parecía tan impersonal, el hombre no tenía ni siquiera una foto de algún
miembro de su familia, aunque luego lo entendió, seguramente había sido la misma
Camila quien le pidió aquello.
Las puertas se abrieron luego de 5 minutos más los cuales esperó
sentada frente al escritorio.
- Oh, Dra. Jauregui, disculpa la molestia, es sólo que el tráfico
del aeropuerto hasta aquí estaba horrible. – Dijo el hombre.
Lauren se giró con el ceño fruncido, no podía ser, no podía aquel
hombre estar a menos de 3 metros de ella, en el mismo lugar físico, sintió como sus
manos se cerraron en puños y la garganta se le secó.
- ¿Qué haces aquí? – Espetó rápidamente la cirujana.
- Hija... - Dijo calmadamente su padre.
- Dra. Jauregui, su padre se ha comunicado ayer por la noche
antes de realizar su viaje.
- ¡Tienes una orden judicial de alejamiento conmigo! – Repicó
Lauren furiosa.
- Hija... Aquí no, por favor, vamos a comer y explicarte por qué
estoy aquí.
La ojiverde con un manotazo esquivó los brazos de su padre,
intentando mantener la calma frente a su jefe, que sólo podía mirar sorprendido la
situación.
- Disculpe Dr. Hamilton, créame que esto se ve totalmente poco
profesional, y he intentado mantener los asuntos familiares fuera de mi trabajo, pero
ya ve que mi padre, no lo ha entendido.
El director del hospital sólo frunció el ceño, pero nada dijo, esperaba
que la situación no se les fuera de las manos, pero tampoco podía quedar mal con el
mejor cardiovascular de toda la costa oeste de USA.
- Dra. Jauregui, tiene el día libre, pero mañana la quiero
completamente reintegrada a sus obligaciones.
Lauren suspiró fuertemente, lo último que deseaba era lidiar con su
padre durante todo el día, ya lo había dicho, él tenía una orden de alejamiento, que
obviamente se estaba rompiendo en aquel momento.
Fue la primera en salir de la oficina, dirigiendo sus pasos hacia el
estacionamiento, no le importaba nada, su mente corría a 100 km/hr, todos los
recuerdos de su infancia y adolescencia se agolpaban furiosos en sus ojos, no, no
debía llorar, sabía que su padre iba a sus espaldas, sólo con un bolso ejecutivo en sus
manos.
Cuando llegó a la puerta de su deportivo vio como su padre esperaba
en la puerta del copiloto, quiso estrangularlo ahí mismo, pero esperó 2 minutos en los
cuales ninguno cedió, abrió el coche y ahí se encontraron los dos sentados a escasa
distancia.
- Si no quieres que llame a la policía sólo tienes 5 minutos para
explicarme qué mierda haces aquí. – Dijo la cirujana.
- Vamos a comer y te lo explico bien, no debes preocuparte, mi
vuelo para volver a San Francisco sale hoy a las 2 AM.
...
La jornada laboral de Camila había terminado, y ella ya iba en el
elevador de su edificio, no había visto a Lauren en todo lo que había pasado del día, y
no había tenido ningún mensaje de ella, se sentía indecisa, no sabía si llamar para
saber de qué había ido la reunión con el director del hospital, pero si Lauren no había
llamado, quizás significaba algo también.
Cuando las purtas del elevador se abrieron con la mirada encontró a
Lauren sentada apoyada en la puerta de su piso, con el rostro escondido entre los
brazos y las rodillas.
- Lauren! – Se acercó rápidamente y se arrodilló a su lado. -
¿Qué ha pasado? – Dijo asustada.
- ¿Puedo quedarme aquí hoy? – Dijo susurrando sin mirarle.
Ayudó a la cirujana a ponerse de pie, e intentó con su cuerpo apoyar a
Lauren, había un poco de halito alcohólica en la ojivere.
- ¿Has estado bebiendo? – Dijo suavemente Camila, no quería
reprocharla sin saber si existía una explicación para eso.
- Sólo un poco, no es nada, disculpa.
La morena dirigió al baño a Lauren, donde la sentó en el wáter y le
ayudó a sacarse los tenis del trabajo.
- Debes ducharte. – Mencionó la morena.
- No tengo ropa de cambio, mañana debo trabajar.
Camila no dijo nada mientras salía a buscar unas toallas limpias,
cuando volvió encontró a Lauren llorando en silencio.
- No llores por favor, calma, déjame ayudarte, toma una ducha,
haré algo para cenar, y te quedarás a dormir aquí.

La cirujana asistió como una niña pequeña, e hizo exactamente lo que


Camila le dijo.
Capítulo 10.

Los brazos de la morena hicieron que finalmente ella lograra calmarse, no había
comido mucho de lo que ella le había preparado, y el pijama que le había dejado le
quedaba un poco pequeño, pero se sentía segura ahí.

- Ha venido mi padre hasta Chicago, el Dr. Hamilton lo fue a


buscar al aeropuerto y lo ha traído hasta el hospital.
Camila no entendió nada, pero guardó silencio mientras seguía
dibujando cosas inexplicables en la espalda de la cirujana y mirando a los ojos
esmeraldas que se veían tan oscuros.
- Mi padre tiene una orden de alejamiento. – Dijo Lauren con
una voz ronca. – Mi padre era alcohólico, y cuando llegaba a casa luego de terminarse
2 botellas de whisky se encabronaba por cualquier cosa, le gritaba a mi madre y más
de alguna vez incluso intentó golpearla.
Sintió su cuerpo tensarse al recordar todo aquello, recordaba cómo
odiaba los viernes al ver a su madre llorando al teléfono cuando su padre le
informaba que se iba a beber, odiaba recordar los gritos en las peleas entre ambos,
odiaba recordar que se escondía en su habitación tapando sus oídos para no escuchar
aquellas peleas.
- Un día cuando yo tenía 18 años lo enfrenté, estaba aburrida de
ver a mi madre así, y de también verme en toda ésa mierda.
Su madre lloraba amargamente mientras escuchaba a su padre hablar
sobre lo hermosa que eran las enfermeras que trabajan con él, obviamente en un
gran estado de ebriedad.
- Clara! Deberías vestirme más provocativa para mí, mírate,
hasta el color de tu pelo me da asco.
Cuando vio que su padre intentó agarrar con fuerza del cabello de su
madre ella bajó los últimos escalones de la escalera que la ocultaban.
- No la toques! – Gritó Lauren.
- Vete a tu cuarto! Maldita lesbiana, no creas que no lo sé, me
han llamado de tu instituto para decirme que te han encontrado besándote a otra
chica en los baños.
Su rostro se colocó rojo, sin embargo sus pies se acercaron aún más a
su padre.
- ¡No le toques un pelo a mamá! – Intentó zafar las manos del cabello
de su madre quien sólo lloraba.
- ¡Vete a la mierda!
Y ahí lo sintió, un puñetazo en su rostro, y al caer al suelo un par de
patadas en su estómago.
Luego de contarle todo aquello a Camila, Lauren sintió que algo se
abría en su pecho, muy pocas personas sabían de aquello, incluso, cuando pasó todo
aquello nadie en su familia le creyó y su madre sólo guardó silencio cuando por unos
días tuvo que quedarse en casa intentando mejorarse de los golpes. Aunque uno de
ésos días fue ella misma quien fue a la policía y logró comenzar el papeleo para lograr
la orden de alejamiento, aquel mismo año cuando terminó el instituto logró que su
padre para amenizar las cosas accediera a pagarle sus estudios en la facultad de
Medicina en la Universidad de Nueva York.
- ¿Quieres dormir? – Dijo suavemente Camila.
Lauren agradecía que la morena no preguntara más, y que reafirmara
la confianza que había depositado en ella. Afirmó con la cabeza y ambas se abrazaron
en la cama, con el edredón hasta el cuello.
...
La morena despertó con la alarma de su móvil, y sintió Lauren
removiéndose entre las sabanas, sonrió levemente, que agradable se sentía despertar
con el calor de su cuerpo a su lado.
- Voy a tomar una ducha, ¿Puedes hacer el desayuno o tienes
mucha resaca? – Dijo suavemente Camila.
- ¿Café con leche? – Preguntó aun dormitando Lauren.

- Sí, café con leche, ya vuelvo.


Cogió la ropa que usaría aquel día, unas toallas y desapareció de la
habitación. Luego de unos minutos al salir hacia la cocina sintió todo su piso con
aquel agradable aroma a café recién preparado de la máquina. Se sentó en un lugar
de la barra americana mientras observaba como Lauren terminaba de cocinar unos
huevos.
- Espero te gusten. – Dijo arrugando un poco la nariz la
cirujana.
- Espero que sí. – Le sacó la lengua de forma infantil.
Comieron casi en silencio, Camila observando aún como Lauren seguía
en pijama y con el cabello despeinado.
- Dime que no has conducido hasta aquí, realmente apestabas a
whisky anoche. – Dijo con una mueca la morena.
- No, he tomado un taxi desde aquel bar, ¿Puedo irme contigo al
hospital? Tengo un cambio de uniforme allí, aunque hoy sólo debo estar en el
laboratorio de investigación.
Ambas iban en el coche de Camila, escuchando las noticias por la
radio, mientras Lauren intentaba peinar su cabello por última vez.
- Gracias. – Dijo de la nada la ojiverde.
Camila no quitó la mirada del camino, pero sintió como la cirujana
aseguraba su mano, la que llevaba en el cambio.
- No quiero que me tengas pena... No quiero que me veas como
una niña desprotegida, por favor. – Dijo casi suplicando Lauren.
- No lo hago, y no lo haré... Gracias por tener aquella confianza
en mí, estaré feliz de ayudarte siempre que lo necesites, aun cuando no lo pidas.
- ¿Aun así no me dejarás cubrirte 1 hora de tu turno para que
puedas dormir? – Quiso reír Lauren.
- No, lo siento, sería muy sospechoso.
Luz roja, giró su rostro y Lauren dejó un largo beso en sus labios, al
cual sólo respondió casi sonriendo entre besos.
...
Lauren seguía mirando a través del microscopio óptico aquellas células
cardiacas que no parecían cambiar con la sustancia química que había utilizado para
confirmar si aún tenían motilidad o no. Su muestra había fracasado otra vez, lo cual
le hizo lanzar un suspiro de frustración, si bien aún tenía tiempo hasta tener que
presentar su trabajo de investigación para el próximo congreso de cirugía
cardiovascular se sentía nerviosa, quizás su decisión de ir donde Camila en aquel
momento de fragilidad había sido muy precipitado y quizás cambiaran el rumbo de las
cosas entre ellas, no lo sabía.
El sonido de móvil la sacó de su concentración, luego de sacarse los
guantes respondió.
- Ven a comer, estamos en la cafetería. – Dijo Chris.
- ¿Estamos?
- Andrew, Camila y yo.
...
- ¿Queso caliente y coca cola? – Dijo casi riendo Lauren.
- Te lo merecías. – Respondió Camila.
Andrew miró de soslayo a Camila quien le devolvió una sonrisa casi
infantil.
- Pareciera que el único momento en que estamos todos es para
comer. – Mencionó Chris.
- Pues es la verdad, a menos que quieras invitarnos a todos a
uno de tus cirugías plástica. – Picó Andrew.
- No gracias. – Dijo con cara de horror Lauren.

Camila observó cómo Andrew sonreía como bobo mirando a Chris, vaya, su amigo
realmente gustaba del cirujano plástico, y eso le hizo sonreír también a ella.
- Pues entonces juntémonos a estudiar, como en la facultad. –
Explotó riendo Andrew.
Las risas no se hicieron esperar, mientras Lauren se tapaba la boca
con una mano Camila dio un manotazo en el brazo del chico pálido.
- ¿Qué os parece salir a bailar un poco éste sábado? ¿Todos
libramos? Sería una excelente coincidencia. – Mencionó Chris.
- Yo libro. – Dijo Andrew.
- Yo también. – Respondió Camila.
- ... Pues lo siento, me toca guardia. – Dijo con un falso puchero
la cirujana.
La morena hizo otro puchero, tenía ganas de salir con Lauren, pero al
parecer sólo sería ella y los chicos.
- Bueno, te mandaremos una selfie grupal. – Picó Chris.
...
La cirujana estaba lavando la loza de la cena de aquella noche, Chris
se encontraba viendo una película en el sofá azul oscuro que tenían en el pequeño
salón del piso, sin embargo parecía más entretenido mandando mensajes por su
móvil.
Se dejó caer al lado de su primo, quien sólo le dirigió una sonrisa, ella
rodó los ojos y le dio las buenas noches.
Sacó su móvil, y se acostó preguntándose si debía llamar a Camila o
no, pero una llamada entrante le ganó, era ella, era la cardióloga.
- Ey, ¿Todo bien? – Dijo divertida Lauren.
- Haha sí, sólo quería escucharte.
- ¿De verdad? ... No sabes las ganas que tenía de salir a bailar
contigo.
- Y yo... De todos modos, ¿Qué te parece si el sábado antes de
irte de guardia vienes almorzar conmigo?
- Me parece genial, ¿Cocinarás?
- Claro, nos vemos mañana en el trabajo, un beso.
- Que seas varios para ti, buenas noches.
La llamada se cortó y ella se quedó con una sonrisa que duró todo el
sueño.
...
Llevaba todo el día sin verla, y su turno en urgencias iba más tranquilo
de lo normal, precaución, eso nunca era bueno, y casi al instante su cuerpo se tensó
al escuchar el sonido de varias sirenas de ambulancias llegando.
- Trauma múltiple. – Advirtió la enferma a cargo.
Camila se colocó los guantes y una pechera de plástico para cubrirse,
cuando esperando que entraran los paramédicos sintió como Lauren estaba a su lado
igualmente vestida.
- Me han llamado, creo que trabajaremos juntas en ésto. – Le
miró directo a los ojos.
- Es bueno oír eso Dra. Jauregui.
8 víctimas en total, accidente automovilístico, 2 graves y 6 con heridas
que no necesitaban intervención quirúrgica, Lauren se encontraba en pabellón
intentando salvar un trauma torácico, y ella se encontraba terminando de chequear
por última vez el estado de los otros pacientes.
- Vaya dúo. – Dijo Ally a su espalda.
- ¡Ey, no te había visto! – Respondió su amiga.
- Descuida, acabo de llegar a mi turno, pero las enfermeras no
dejan de mencionar lo bien que sincronizan tú y Lauren.
- Será porque ella es cirujana cardiovascular y yo cardióloga,
¿No crees?
Su amiga la miró con los ojos un poco entrecerrados, no creyendo la
excusa, pero sólo terminó por comenzar hablar otras trivialidades con su amiga que
casi y nunca lograba encontrar en el hospital.
...
Lauren golpeó nerviosa la puerta del piso de Camila, de donde se
escuchaba sonar las canciones de "The 1975" lo que le hizo sonreír al saber que
ambas gustaban de la misma banda.
- Pasa, estoy haciendo algo al horno, disculpa hacerte esperar.
La cirujana entró al piso con un nuevo ramo de lirios amarillos en una
de sus manos y en la otra un postre de chocolate.
- Ey, gracias! – Sonrió Camila sintiendo el aroma de las flores.
- Gracias por la invitación.
Ambas se sentaron a comer.
- Va ser verdad que sólo pasamos el tiempo juntas comiendo. –
Rio Camila.
- Bueno, siempre podemos hacer otras cosas en tu cama. – Dijo
Lauren sonriendo.
- Oh... No estaría mal. – Se mordió los labios.
- Primero comamos.
La cirujana estaba limpiando la loza mientras escuchaba a Camila
discutir qué película ver, aquella sensación era como tener algo cálido dentro del
pecho, Lauren se preguntó si aquello era lo que la gente hacía llamar "hogar", porque
si era aquello, ella quería mucho más.
Ambas se encontraban sentadas en el sofá rojo de Camila, Lauren
estaba un poco nerviosa, no sabía cómo comportarse, quería besarla, pero quería
conocerla más.
- ¿Eres hija única? – Mencionó la cirujana.
- No, tengo una hermana menor, tiene 15 años, se llama
Sofía... ¿Tú?
- Hija única... ¿Color favorito?
- Mmm frambuesa. – Dijo riendo viendo el ceño fruncido de
Lauren. - ¿El tuyo?
- Azul... ¿Cuándo es tu cumpleaños?
- 3 de marzo, ¿El tuyo?
- 27 de junio.
Lauren sintió como Camila se apoyaba más sobre su cuerpo, lo cual no
le molestó, incluso se acomodó para que la morena quedara entre sus brazos.
- ¿Qué te gusta de mí? – Dijo Lauren dejando un beso en los
cabellos de la chica.
- Tus ojos, me encantan, lo suave de tu piel, lo preocupada que
llegas a ser, que quieras escucharme por las noches, y la forma en que me besas.
- A mí me encanta besarte y escucharte.
- ¿De verdad?

- Creo que podría enamorarme de ti...


Capítulo 11.

No habían hablado luego de aquellas palabras que dijo Lauren, porque


la cirujana había cerrado el momento con un apasionado beso, que terminó con
ambas desnudas en el sofá, para luego caer en cuenta que ella debía estar en menos
de 30 minutos comenzando su guardia en el hospital.
- Dra. Jauregui, tenemos una emergencia. – Dijo la enfermera.
- ¿Qué pasa? – Dijo Lauren dejando de escribir en aquel folio.
- Han llamado los bomberos, necesitan un par de cirujanos en la
escena, ha colapsado un edificio por un incendio, hay múltiple heridos y necesitan
gente para hacer el triage y procedimientos de urgencia.
- Llama al cirujano de trauma, me iré primera en la ambulancia
con otro enfermero.
Hacía mucho que no salía en una situación así, los últimos 3 años en
Londres no hacía muchos turnos ni guardias en urgencia, solía ser una cirujana de
planta fija, tener pacientes calendarizado durante meses sin grandes cambios. Pero
sentía la adrenalina en su cuerpo, lo extrañaba, extrañaba eso que le hacía recordar
sus años de residencia en Nueva York.
Cuando dejó la ambulancia entendió la gravedad del incendio, todo era
un caos, y la noche hacía aún más peligrosa la escena.
- Dra Jauregui, necesito que se lleve una radio con usted, así
nos podremos comunicar directamente. – Dijo uno de los bomberos.
- Entendido.
Comenzó su trabajo, vio varios pacientes en los cuales fue dejando la
etiqueta de colores según el triage, mientras intentó mantener la calma debido a lo
abrumador del ambiente.
- ¡Ayuda! Por favor ¡Que alguien ayude a mi esposa! – Escuchó
los gritos no tan lejos.
Se acercó a pasos rápidos esquivando los escombros hasta encontrar a
un chico de aproximadamente 30 años que tenía una gran herida en el cuero
cabelludo.
- ¿Estás bien? ¿Dónde está tu esposa? – Preguntó casi gritando
Lauren debido a que cerca de ahí el fuego aún seguía al vivo.
- No ha podido salir, por favor, ¡Ayúdenos!
Lauren intentó comunicarse por el radio, pero no funcionaba, genial,
debía haber confirmado que aquel artefacto estuviera en buen estado antes de haber
llegado tan lejos de las ambulancias y los carros de los bomberos.
- ¡Por favor, haga algo! – Dijo el chico que con ambas manos
intentaba parar la hemorragia de su cabeza.
No llevaba la ropa adecuada para entrar al incendio, ni siquiera algún
tipo de herramienta para hacerse paso, sólo llevaba su bolso de equipamiento de
emergencia y unos guantes de protección.
- ¿Cómo se llama tu esposa?
- Rachel.
Era una locura, y se arriesgaba a perder su trabajo al hacerlo, pero no
sabía si la adrenalina o finalmente la vocación de salvar vidas la llevó a ingresar cerca
de las llamas del fuego.
El calor de aquellas llamas le hizo cerrar los ojos e instintivamente
llevarse los brazos protegiendo su rostro.
- ¡Rachel! ¿Me escuchas? – Gritó hacia la zona en que menos
había fuego, donde aún lograba ver el piso.
No obtuvo respuesta, de forma insegura dio dos pasos en frente y
volvió a gritar en busca de la chica.
- ¡Ayuda!. – Escuchó un agonizante grito de lo que parecía un
cuerpo bajo una mesa cerca de donde ella estaba.

- ¿Rachel? – Gritó.
- Sí, ¡Aquí!
Se acercó con cuidado intentando mirar el techo, veía como las llamas
comenzaban a devorar aquella estructura, por lo cual corrió hasta quedar bajo de la
mesa junto a la chica que estaba buscando.
- ¿Puedes caminar? – Examinó la cirujana.
- Creo que no del todo, me he doblado un tobillo.
Lauren se sintió tranquila al ver que la chica lograba respirar casi
normalmente y no tenía ninguna herida mayor que pusiera en riesgo su vida.
- Venga, intentemos salir por aquí, me he quedado sin el radio.
La chica le miró con expresión de miedo, y ambas cerraron los ojos al
sentir un gran estallido cerca de donde estaban.
- Ven, debemos salir ahora.
Lauren tomó de los hombros a Rachel, y apoyando el cuerpo de la
chica sobre el de ella comenzaron a caminar, sintiendo que el calor aumentaba, y que
la notable cojera de la chica hacia más difícil el salir de ahí.
Faltaba poco para salir de ahí, pero escucharon otro estallido aún más
cerca, lo que hizo caer ambas de bruces al suelo.
- ¿Rachel? - Preguntó perdida Lauren.
- Aquí...
Abrió los ojos y encontró a la muchacha casi cerca de la salida de
aquel lugar, sin embargo, algo pasó, sintió un gran golpe a su espalda, y luego todo
se volvió a negro.
...
Camila se encontraba en la barra de aquel antro mirando
detenidamente cómo Chris sujetaba de la cintura a su amigo, ambos reían, hacían
una linda pareja. Sin embargo hacia un par de minutos se sentía algo nerviosa, y no
sabía la razón.
Vio a lo lejos como Chris sacaba el móvil de su bolsillo, intentando oír
algo pese a todo el ruido que había por la música, sin embargo logró percibir que algo
andaba mal.
Sus pies fueron rápido donde ellos, viendo que Chris aun no
descolgaba la llamada y en sus ojos miedo, mucho miedo. Al colgar, tomó a ambos de
los brazos y rápidamente llegaron a la salida del antro.
- Lauren fue ingresa a urgencias. – Dijo el rubio casi llorando. -
Ha tenido un accidente en un incendio cuando estaba de servicio.
Andrew observó nervioso la situación, sin embargo miró rápidamente
a Camila, la cual comenzó a sollozar.
- Iremos al hospital en mi coche, luego me preocuparé de traer
el de cada uno. – Mencionó el chico pálido.
...
Chris se movía de un lado de forma nerviosa, el equipo de trauma no
había permitido que ninguno de ellos entrara al box, sólo le habían mencionado que
Lauren no estaba en riesgo vital, pero sí debían descartar otras lesiones que pudieran
ser graves.
- ¿Me pueden explicar nuevamente qué pasó? – Dijo Andrew a
la enfermera que entraba y salía del box.
- La Dra. Jauregui fue llamada a la zona del incendio junto al
cirujano de trauma, sin embargo aún no se sabe por qué ella entró directamente en
donde seguía el fuego, además, su radio no funcionaba
Camila limpió las últimas lágrimas que habían salido de sus ojos, no
servía llorar, no sabía qué hacer, se sentía inútil, e intentó mil veces entender por qué
Lauren había hecho algo tan descabellado, sin tomar en cuenta lo peligroso de la
situación.

Así esperaron 2 horas más, cuando vieron a uno de los cirujanos de trauma salir.
- Dr. Griffin, ¿Es usted primo de la Dra. Jauregui, no?
El rubio asintió rápidamente con la cabeza, al parecer tenía un nudo
en la garganta que no le dejaba hablar.
- ¿Cómo está? – Fue Andrew el que preguntó.
- Bueno, tiene varias contusiones en la espalda, pero hemos
descartado lesiones internas y a nivel de la médula espinal, sólo ha perdido el
conocimiento por el dolor del golpe y todo el humo que estuvo inhalando cuando
entró a aquel lugar.
- ¿Quedará hospitalizada? – Dijo Chirs al fin.
- Se quedará 12 horas para observación, la dejaremos aquí
mismo en urgencias, en otro box, pero no creo que sea más necesario que eso, le
dejaremos analgésicos potentes, un poco de oxigenoterapia y control ambulatorio en
algunos días.
El hombre de corte militar le dio por última vez la mano a Chris y una
sonrisa leve a Andrew y a Camila.
- Lo que ha hecho fue una locura, ¿Crees que puedan
suspenderla? – Preguntó Andrew a la morena.
- Yo... Yo... Espero que no. – Dijo exhausta la cardióloga.
- Camila, déjame entrar 5 minutos para ver cómo está, luego
puedes entrar tú, ¿Te parece? – Dijo el rubio.
Afirmó con los ojos y sacó su móvil de su bolsillo, no estaba segura de
hacer aquella llamada, pero la situación de urgencia lo ameritaba.
- ¿Camila?.
- Dr. Hamilton... No sé si ya sabrá que...
- Sí, ¿Lo de la Dra. Jauregui?, Voy en camino, tengo que hacer
un gran papeleo para que esto no termine en acciones legales.
- ¿Suspenderá a Lauren?
- Bueno, lo que hizo fue totalmente irresponsable, y nos deja
mal como Hospital...
- ¿Se está preocupando por la imagen del hospital y no por uno
de los miembros de éste? – Dijo cabreada.
- Camila, no, no he dicho eso, espérame llegar allá y te explico,
pero descuida, es imposible despedir a Lauren, su carrera es mucho mayor que un
pequeño incidente.
Cortó la llamada molesta, tenía los nervios a flor de piel, sólo estaría
tranquila al ver y escuchar a Lauren, aquella noche se hacía eterna, se acercó donde
su amigo y apoyó su cabeza en el hombro de éste.
- Cuando llegue Hamilton, intenta hablar con él y obtener toda
la información, ¿Lo harías por mí? – Dijo en un tono cansado.
- Claro, descuida.
Su amigo la abrazó levemente, y le susurró que estaría todo bien y en
aquel momento Chris salió de la habitación, con una expresión de alivio, y una
pequeña sonrisa.
- Anda Camila, nosotros esperamos aquí.
Entró al box lentamente, no quería asustar a Lauren, pero ahí la
encontró boca abajo, dejando ver el gran hematoma que tenía en la espalda, el
monitor controlando sus signos vitales, y un gotero con seguramente la analgesia.
Se acercó hacia donde el rostro de Lauren se encontraba con una
mascarilla de alto flujo de oxígeno, Lauren al parecer estaba despierta.
- Ey, hola. – Dijo casi susurrando la morena.
- Ey... - Dijo corriéndose un poco la mascarilla y abriendo los
ojos la cirujana.
- Vaya susto nos has dado.
- Lo sé... Perdón.
La morena negó levemente y con una mano comenzó a acariciar los
cabellos de la ojiverde.
- Estaba asustada. – Confesó la morena.
Lauren pestañó levemente y dio un amago de sonrisa.
- No es como en las películas. – Dijo susurrando bajo lo poco de
la mascarilla que tapaba su boca.
- ¿Por qué? – Dijo conteniendo las lágrimas mientras sonreía.
- No estoy con un ventilador, o con un brazo fracturado, ni
tampoco perdí la memoria y aún recuerdo quién eres.
Camila rió, así de simple, no entendía cómo Lauren podía bromear en
aquella situación, pero así lo hacía.
- No te preocupes, el susto fue el mismo. – Dijo viendo como
Lauren cerraba los ojos y reía levemente. – Además, estas drogada por los
analgésicos.
La cirujana rió a lo bajo y con una mano buscó la de Camila, la cual
apretó con pequeña fuerza.
- Ey, es hora de descansar, ¿Vale? Te quedarás unas horas más,
y luego te darán el alta.
Con la mano libre la morena dibujó una de las cejas de Lauren, tenía
el rostro con rastros del incendio, y aquello le asustaba, sólo recordarlo, le asustaba.
- Dejaré que duermas un poco, estaré ahí afuera, Chris y
Andrew también lo están... Estaremos cuidándote.

Al decir eso estaba segura que Lauren ya dormía, quizás por la


sedación, quizás por el cansancio, pero ya estaba ahí, un poco golpeada, pero viva.
Capítulo 12.

Corrió a responder su móvil aquella mañana de domingo, quiso hablar pero los casi
gritos de su amiga al otro lado de la línea le hicieron imposible hablar.

- ¡Cómo que estás viviendo con Lauren! ¿De verdad la estas


cuidando? ¿Doctora personal 24 horas? – Dijo casi gritando Ally.
- Ally, buenos días. – Rió Camila.
- Ay, buenos días linda.
- No estoy viviendo con Lauren, sólo estoy cuidándola éstos días
que está con licencia médica, ya sabes, su primo Chris tiene horarios parecidos a los
nuestros, recuerdas, asi que, cuando él no está y puedo intento venir donde ella.
- ¿Entonces, sois novias? – Preguntó curiosa la pediatra.
- No. – Se mordió los labios.
- Pues suena a que lo son, bueno, espero que tu mujer se
mejore pronto, y aún espero aquella salida a bailar.
- Lo sé, lo sé, he estado liada.
- Liada con aquella cirujana, haha, besos linda, hasta ahora.
Entró a la habitación de Lauren donde ésta estaba acostada junto a
una gran cantidad de almohadas, comiendo el desayuno.
- Vaya, tu amiga sí sabe hablar fuerte. – Dijo con un trozo de
manzana en la boca.
- ¿Has escuchado mi conversación telefónica? – Dijo picando la
morena.
- Oh.. No... Lo siento, es sólo, que incluso desde aquí se
escuchaban sus gritos.
- Lo sé, Ally es así.
Camila se dejó caer al lado de Lauren intentando robar un poco de
manzana.
- ¡Ey! Manitos fueras, es mi desayuno. – Dijo infantilmente la
ojiverde.
- Jooo. – Dijo con puchero Camila.
Ambas rieron, y Camila deseó que el tiempo se parara, que fuera así
para siempre, le gustaba la cirujana, y mucho, le encantaba poder cuidarla aquellos
días, hacerle compañía, darle ánimos, poder reír a su lado y besarla.
- Gracias. – Dijo Lauren.
- Para... Ya te he dicho que no me debes agradecer, soy feliz
con poder estar a tu lado en éstos momentos.
Camila se acercó y dejó un suave besos en los labios de la cirujana, un
beso que se extendió y que parecía durar una eternidad, y ella sentir que todas
aquellas almohadas eran como nubes.
...
Estaba sola, aburrida de todos los capítulos de Grey's Anatomy que ya
había visto en la televisión, y de comer helado de vainilla, iba a engordar, lo sabía, rió
internamente al pensar en aquello.
Cuando estaba ordenando un poco de su ropa escuchó a Chris llegar
junto con Andrew al piso.
- ¡Ey! ¿Cómo va nuestra super héroe? – Picó el rubio.
- Aburrida, y se ha acabado el helado de vainilla. – Respondió
con un puchero.
Chris rió divertido sacándose el abrigo mientras caminaba a la cocina
para poner a calentar agua.
- Te ves mejor, ¿Qué tal los dolores? – Preguntó Andrew.
- Mejor, gracias, ¿Cómo estás?
- Bien, soportando a Camila día a día, está actuando como una
madre que ha dado a luz a un recién nacido prematuro – Haciendo alusión a la
cirujana.

La chica rió, y era verdad, sentía que Camila cuidaba cada uno de los pasos que daba
en su piso, e incluso no la deja salir mucho de la cama.
...
Y así pasaron 12 días que duraron la licencia de Lauren, Camila iba a
su piso cuando salía del trabajo, la cuidaba, se quedaba a dormir y luego debía irse a
su piso para coger ropa limpia para ir al trabajo.
- ¿Estás feliz de volver mañana al trabajo? – Dijo la morena,
ambas se encontraban en el sofá mirando las noticas de la noche.
- ¿La verdad? Me muero por volver a tener un bisturí en mis
manos. – Sonrió graciosamente.
- Me alegro... - Dijo Camila borrando su sonrisa. - ... Lauren.
- ¿Mm?
- Voy a extrañar ésto...
Lauren con una de sus manos comenzó a acariciar los cabellos de la
morena, sin decir una palabra, mientras miraba a sus ojos.
- Sé que tú no quieres nada conmigo. – Sentenció la cardióloga.
Se mordió los labios, ella también extrañaría aquella compañía,
aquella rutina, esperarla cuando volviera del trabajo y hablar de su día, decirle lo
guapa que estaba, cenar juntas, despertar con ella.
- Lauren podrías decir algo, ¿Por favor?
Pero no sabía qué responder, tenía miedo, estar en una relación podía
arruinar todo, o así ella lo veía, y no quería perder a la chica que llevaba conociendo
casi 1 mes, pero no podía ser egoísta, no podía darle a Camila esperanzas de algo
que ella no tenía coraje de realizar.
- Lo siento. – Dijo casi murmurando.
Y la vio llorar, vio como sus párpados se cerraban y unas pequeñas
lágrimas corrieron por sus mejillas.
- Camila, no llores, por favor. – Dijo limpiando las lágrimas de la
morena.
- Para... Para, déjame.
Camila se levantó rápidamente del sofá buscando su abrigo y las
llaves de su coche, mientras Lauren se incorporaba sin lograr poder decir nada.
- ¿Lo he entendido, vale? – Dijo con la voz quebrada. – Me he
pasado éstos días, imaginando, quizás, que ibas a cambiar de opinión, pero veo que
no... Déjame tranquila, ¿Vale?
La cirujana quiso abrazarla pero la morena con los brazos la detuvo.
- Cuídate, y no intentes matarte para la próxima. – Espetó.
- Camila, ¿Quieres calmarte? Déjame explicarte... Yo... - Se
quedó muda.
- ¿Qué Lauren, qué? ... - Se cruzó de brazos
Pero nada salió de su boca, y sintió cómo el silencio caía sobre los
hombros de ambas, podía sentir el murmullo de la televisión al final del pasillo y el
ruido de la ciudad, pero no podía escuchar su propio corazón.
- No me busques por favor, no hagas que nuestro trabajo se
vuelva incómodo. Cuídate, hasta luego. – Terminó de hablar Camila girándose hacia
la puerta y salir del piso.
Quiso correr tras ella, pero para qué, ¿Para darle más esperanzas? Si
ella misma sentía como sus pies pesaban plomo, quiso gritar, para espantar el miedo,
pero llevaba aquello en el pecho desde pequeña, y tenía miedo de que por abrirse a la
morena, ella nunca volviera a ser la misma.
...
Sentía las manos de Dinah intentando tranquilizarla, y las voces de
Ally y Normani en el mismo lugar, estaban en el piso de Ally quien no había tenido
problema en recibirla en aquel estado un domingo por la noche, y cuando se dio
cuenta sus otras 2 amigas ya estaban ahí.

- Cálmate bonita, no estás sola. – Dijo Dinah sin saber realmente qué más
decir.
- Camila, si al final Lauren no vale la pena. – Dijo Normani con
una taza de té entre las manos.
- Ven cariño, toma algo, te vas a morir deshidratada.
Camila intentó reír, pero sólo logró llorar aún más, mientras sus
amigas estaban mirándola.
- ¿Qué ha pasado? – Fue Ally la que preguntó.
- Pues... Pues, pues, que Lauren no quiere nada conmigo, y yo,
yo... Pues que a mí me gusta mucho. – Desató el llanto.
Normani abrazó a su amiga, mientras ésta se calmaba, quedando
todas en silencio.
- Perdón, sé que no tengo 15 años, es sólo que... Hacía mucho
que no me pasaba. – Intentó reír Camila.
Ally salió desapareció por un momento mientras Dinah regularizó la
calefacción del piso.
- No te preocupes, no nos debes explicar nada, somos tus
amigas. – Dijo Normani.
Escuchó el timbre pero no se preocupó, sólo quería dormir, mañana
tenía guardia, y sabía que sería un día horrible.
- ¿Quieres que la mate? – Dijo Andrew sentándose a su lado
luego de entrar al piso rápidamente.
- Tu primo tendría que dejarte. – Respondió con una mueca.
Y así se quedó, con sus amigos, sin hablar más del tema, y esperando
que desde aquel día el color esmeralda de los ojos de Lauren dejaran de ser su color
favorito cuando éste había superado el color frambuesa.
...
Chris observaba detenidamente a su amiga durante el almuerzo en la
cafetería, era más tarde de lo común ya que ambos habían tenido pabellón durante la
mañana.
- ¿Quieres dejar de acosarme? – Replicó molesta la cirujana.
- ¿Qué ha pasado entre tú y... -
- ¿Vamos a dejar el tema?, Primero, eso es asunto mío con
Camila, si hubiera pedido tu opinión ya lo habrías sabido. Segundo, intento tener un
momento de tranquilidad comiendo, y tercero, no te hagas el que no lo sabes porque
seguro tu novio ya te lo ha mencionado. – Espetó.
- Ey, ey, que te has pasado 2 pueblos, soy tu primo, por si no lo
recuerdas, sólo me preocupo por ti, joder.
Vio como el rubio se levantó con la bandeja y salió enojado de allí.
- Mierda...
Quiso seguirlo, pero su buscador la llamaba desde urgencia, genial,
dónde estaban sus días de laboratorio cuando más los necesitaba.
Llegó rápidamente cuando la enfermera le señaló el box donde tenía
que ir.
- Politraumatizado, mediastino ancho, posible ruptura en aorta,
¿Lo evalúas? – Dijo Andrew mientras con una linterna volvía a comprobar los reflejos
oculares.
Se colocó los guantes mientras miraba rápidamente la radiografía,
descolgándose su fonendoscopio azul del cuello para auscultar al paciente. Para luego
revisar el monitor, que mostraba que dentro de todo el hombre estaba estable.
- Necesito un AngioTAC de tórax, y luego llevarlo a pabellón,
veré si puedo repararlo con endovascular. – Le dijo a Andrew mientras escribía en el
folio. – Buen trabajo.
- Me gustaría decir lo mismo. – Dijo entre dientes Andrew.
- ¿Qué has dicho? – Dijo molesta Lauren.
- Ya me has escuchado.
Quiso darle un guantazo, pero luego de respirar 5 segundos se pilló
ella misma errando, no podía hacer eso, ni con Andrew ni con ninguna persona, por
más molesta que estuviera.
Se sacó los guantes con rabia y salió al pasillo de urgencia, cuando a
su espalda escuchó como Andrew les daba las indicaciones a los enfermeros.
Se apoyó en la pared, y cerró los ojos, no podía perder el control así,
su temperamento nunca había sido así.
- Ey. – Escuchó a Andrew a su lado.
- ¿Mm?
- Que te quede claro que no dejaré que le hagas daño a Camila.
- Andrew, estamos en el trabajo, dejemos esto para después.
- ¿Para después? No tienes ni puta idea, te has pasado 12 días
con Camila haciéndole creer que te ibas enserio con ella y luego no has sido capaz de
aclararte tú.
Andrew le dio un leve empujón, que hizo que ella se golpeara en los
hematomas que aún tenía en su espalda.
- No me provoques chaval. – Masculló la cirujana.
- ¿Qué vas hacer? Si no te han suspendido fue porque Camila
habló con Hamilton, ¿Sabías? – Dijo irónicamente el pelinegro.
- Sé cuidarme sola. – Entrecerró los ojos.
- ¿Ah sí? Pues no lo parecía aquella noche que Camila se quedó
12 horas en urgencias contigo.
- Vale Andrew, basta. – Intentó cerrar la conversación.
Se dio media vuelta y sus pies se encaminaron en la dirección
contraria de Andrew, pero las palabras de éste sonaron.
- Seguramente sabes cuidarte sola porque nadie en tu puta
familia te quiere. – Dijo enojado Andrew.
Se giró y todo fue confuso, sólo recordó cómo había golpeado a
Andrew en el rostro y se había agarrado a las solapas de la bata de éste, mientras los
enfermeros salían del box para separarlos.
- ¡Te vas arrepentir de lo que has dicho!
Sintió su respiración agitada, mientras uno de los enfermeros la tenía
atrapada entre sus brazos, al igual que otro con Andrew.
- ¡Lauren, qué haces!

Y la escuchó, giró su cabeza y ahí estaba, Camila, con el uniforme que


solía usar para sus turnos de guardias, unos tenis blancos y con una verdadera
expresión de rabia en el rostro.
Capítulo 13.

Se había soltado de los brazos del enfermo que la sujeta con una
fuerza que no recordaba, y sólo se dirigió hacia la salida donde solían llegar las
ambulancias, hacía un frío horrible, por lo cual comenzó a temblar, aunque no sabía si
aquello también sería reflejo de lo enojada que estaba, se sentía humillada, y peor
aún, sentía cómo toda la confianza que había tenido con Camila se había destruido,
era bastante obvio que la morena le había comentado todo aquello a Andrew, lo de
sus padres, la violencia intrafamiliar, todo.
Tenía apoyada la cabeza contra la pared cuando escuchó los pasos de
alguien llegar.
- Dra. Jauregui, el Dr. Hamilton la llama a su oficina de forma
inmediata. – Dijo la enfermera de cabellos rubios.
Afirmó con la cabeza y se llevó ambas manos a la cabeza, lo que
faltaba, ahora sí le iban a meter una gran bronca, y ella sólo tendría que callar para
no tener que hablar de los verdaderos motivos de aquella pelea.
Cuando llegó a la oficina Andrew ya estaba ahí, con el labio partido, y
con una clara expresión de vergüenza por lo cual no dijo nada.
- ¿Me quieren explicar cómo es posible que 2 de los futuros
mejores cirujanos de éste hospital se lían a golpes en el servicio de urgencias de mi
hospital? – Dijo seriamente el Dr. Hamilton.
Nadie habló, ella sólo apretó los labios, y Andrew bajó la mirada.
- Quedáis suspendidos ambos, 5 días, sin sueldo, y con guardia
doble cuando volved, para que aprendáis a trabajar juntos.
...
Vio salir primero a Andrew, quien se sacó su bata caminando hasta
ella donde lo esperaba en el pasillo, la respiración se le agitó al ver cómo su amigo se
quedaba junto a ella.
- Me ha suspendido por 5 días, pero no ha exigido explicaciones.
– Dijo cansando el chico.
- Pues tú te has pasado 100 pueblos Andrew, bajo ninguna
situación fue correcto haberle dicho éso a Lauren, además, aquello de su familia sólo
lo sabe muy pocas personas y si tú... - Pero dejó de hablar cuando vió a Lauren salir
de la oficina.
Cruzaron miradas, y vió como Lauren con determinación se acercó
hasta donde ellos.
- Necesito hablar contigo. – Le dijo seriamente, ignorando
completamente a Andrew.
- Ya he terminado mi turno... - Dijo incómoda la cardióloga.
- Espérame en el estacionamiento, necesito volver a agendar
todas mis cirugías, estaré ahí en 15 minutos.
Y no dijo más, para verla desaparecer por el pasillo. Andrew la miró
casi sin expresión, pero también se fue de ahí.
...
Cuando su cuerpo salió por la salida hacia el estacionamiento, volvió a
sentir cómo el frío se colaba por sus ropas y hacía su cuerpo tensarse y temblar un
poco, se cruzó de brazos y buscó el auto de la cardióloga, la que le encendió las
luces, y se subió en la parte del copiloto.
- ¿De qué quieres hablar? Le has partido la cara a mi mejor
amigo. – Dijo algo molesta Camila.
- Y él me ha humillado. – Respondió enojada la cirujana.
Camila intentó decir algo pero se asustó al ver cómo los ojos de
Lauren estaban más oscuros de lo que ella podía imaginar.
- ¡Le has contado algo íntimo que te lo he contado a ti porque
confiaba en ti! – Dijo de golpe la cirujana.

Sería mentira si Camila hubiera negado que aquello le había dolido, y por dos
motivos, primero, porque Lauren estaba casi cegada por aquello y en segundo
instante la cirujana había casi dejado en claro que la confianza entre ambas ya no
existía.
- ¡¿Por qué crees que yo he sido quien le contó aquello a
Andrew?! – Dijo ofendida. – Te he dicho que podías confiar en mí, ¿No?, joder.
- ¿Y quién más podría haber sido? – Dijo ofuscada Lauren.
- ¡No he sido yo!
La cirujana negó, y se aprontó para abrir la puerta y salir.
- Espera... Sé que ya no confías en mí, pero te digo la verdad,
no he sido yo... Lo último que quería era que las cosas se complicaran más... - Dijo
deteniendo a Lauren.
- Sólo tú y Chris saben de esto aquí en Chicago. – Dijo sin
calmarse aún.
- ... ¿No has pensado que quizás Chris le contó a Andrew, ya
que son novios? – Dijo confusa Camila.
Ahora sí, su cuerpo volvió a tensarse y sintió que su mente se volvía
un caos y se sintió más confusa que una pequeña perdida.
- No quiero volver hablar contigo nunca más. - Dijo finalmente
Lauren.
Y salió dando un portazo en el coche, caminando rápido al suyo,
saliendo a una gran velocidad que sólo terminó por hacer sentir fatal a la morena que
estaba llorando.
...
No sabía qué hacer, no sabía dónde ir, quizás ir donde Andrew sería
una buena idea, no creía que el pelinegro fuera capaz de ir al piso de Chris donde
obviamente podría encontrase con Lauren.
- ¿Andrew? ¿Estás en tu piso? – Dijo limpiándose las últimas
lágrimas.
- Sí... ¿Ha pasado algo? – Dijo preocupado.
- ¿Puedo quedarme a dormir allá?
- Claro, cuídate, nos vemos.
...
Lauren entró rápidamente al piso, buscando a su primo, al cual
encontró en la habitación de éste, arreglando su ropa.
- Dime que no has sido tú quien le contó las cosas con mis
padres a Andrew. – Dijo casi con la voz quebrada.
- Lauren... - Dijo acercándose e intentando dejar una mano
sobre su hombro.
- ¡No me toques! Y dime que no has sido tú... Joder, Chris, eres
mi primo, eres la única familia que he tenido por años, no vengas a joder nuestra
confianza por un chico...
- No es sólo un chico... - Quiso excusarse.
- No me vengas con gilipolleses, no vengas a decirme que vas a
entregarle todo a un chico que sólo conoces hace 1 mes! – Dijo enojada.
- ¿Y tú no se lo habías dicho a Camila? – Enfrentó.
- Es distinto, ella me vió cuando vino mi padre... Además yo
decido a quién se lo cuento, no puedes decidir por mi... - Dijo nerviosa.
- Sí, se lo he contado a Andrew, sólo que nunca imaginé que te
diría algo así... Lo siento. – Dijo su primo intentando tomar una de sus manos. –
Joder, Lauren, lo siento, vale, lo siento.
Quiso enojarse con su primo, quiso golpearle en el pecho y luego llorar
ahí mientras los brazos de él la cuidaran, pero no pudo, Chris era el único que había
estado con ella todo el tiempo, la escuchaba, la cuidaba, se escapaban juntos en la
adolescencia, estudiaron en la misma Universidad, y luego se había ido algunos
meses con ella a Londres, no podía, no iba a arruinar su relación sólo por unas
palabras de Andrew, aunque le hubieran lastimado como dagas en el pecho.
- Estoy suspendida por 5 días, me iré a Nueva York, veré si
puedo volver a operar con el Dr. Green. – Dijo intentando cambiar de asunto.
- ¿Aún opera el viejo? – Dijo asombrado Chris.
- Ey, respétalo, él si es el mejor cardiovascular del país. – Dijo
intentando reír.
...
- ¿De verdad Lauren ha golpeado a Andrew? – Dijo curiosa
Dinah.
- Pues Andrew se lo ha ganado, ha humillado a Lauren con un
tema que es muy personal. – Dijo sin tomar mucha atención a su amiga, escribiendo
en el folio.
- Vaya... Sí que te gusta ésa chica, aunque le rompa la cara a tu
mejor amigo.
- No es eso Dinah, no puedo apoyar lo que hizo Andrew, tengo
que ser consecuente.
Dinah la miró, pero sólo quedó en silencio.
- Al menos tendrás 5 días para poder aclararte...
- ¿Yo? – Dijo asombrada la morena.
- Bueno... Quizás, si realmente quieres, puedes intentar hablar
con ella cuando las cosas se calmen.
- Me ha dicho que no le vuelva hablar en la vida. – Dijo
intentando ocultar lo doloroso que era recordar aquello.
- Ah... Pues entonces creo que mejor es dejarlo estar. – Dijo
con una mueca su amiga.
Quiso seguir la conversación pero el Dr. Hamilton venía acercándose
por el pasillo, por lo cual Dinah se despidió rápidamente y se fue.
- Camila, ¿Podemos hablar en la cafetería o prefieres mi oficina?
- La verdad me falta un poco de café. – Dijo intentando sonreír.
Cuando ya ambos estaban sentados en una pequeña mesa del lugar,
el Dr. Hamilton sacó de su bolsillo lo que parecía ser una pequeña agenda personal.
- Me han pedido que mande a uno de mis cardiólogos a una
conferencia en Nueva York. – Dijo tranquilo el hombre.
- Pero... - Se expresó asombrada.
- No quiero que vayan los otros, ya saben cómo son, muy a la
antigua, necesito que vaya alguien joven, algo para renovar, ¿Entiendes?
- Sí, pero Dr. Hamilton, ellos están sobre mí. – Dijo con alusión
a los cardiólogos mayores.
- No te preocupes, ya he hablado con ellos, está todo
solucionado, ellos han opinado lo mismo, te tienen mucho cariño Camila, aunque tú
no lo creas, eres como una hija para ellos y para mí. – El hombre sólo sonrió
levemente.
- Yo... Gracias, por confiar en mis habilidades, de verdad. – Dijo
intentando quitar lo último dicho.
- He tenido un problema con los horarios de los vuelos, asi que,
tu vuelo sale hoy mismo. – Dijo con una mueca.
- ¡¿Hoy?! Pero si salgo de turno en 5 horas más. – Se sintió
frustrada.
- Tranquila, tienes libre desde ahora. Buen viaje. – Respondióel
hombre con una amplia sonrisa.
Capítulo 14.

Pasajeros del vuelo NY199-C con destino a Nueva York, por favor
acercase a la puerta de embargue, tengan sus documentos a la mano.
Terminó su café y tomó su pequeño bolso de mano donde llevaba su
portátil, algunos documentos impresos y la billetera. Ése era su vuelo, y esperaba que
aquellos 5 días en Nueva York lograran calmar su caótica mente, se acomodó la
camisa y el delgado suéter que llevaba en aquellos momentos.
- Buenas noches. – Dijo el asistente de vuelo de ojos azules.
- Buenas noches. – Respondió.
- Que tenga un buen viaje.
Sólo sonrió y se fue caminando hasta llegar a la puerta del avión y
buscar su asiento, al pasillo, como solía gustarle, ya era bastante tarde, no había
logrado conseguir un billete más temprano, por lo cual esperaba dormir lo poco que
duraba el vuelo, y con ansias llegar a la cama del hotel.
...
Llegó un poco tarde a la puerta de embargue, pero lo había logrado,
buscó sus documentos y se los extendió al chico de ojos azules que la veía
entretenido.
- Buenas noches, que tengas un buen vuelo. – Sonrió el
asistente de vuelo.
- Gracias, buenas noches. – Le devolvió la sonrisa.
Estaba cansada, luego de que se pasara la tarde haciendo la maleta,
confirmando el hotel, y buscando información sobre la conferencia lo único que
esperaba era lograr llegar rápidamente a su hotel para lograr dormir algunas horas.
Entró al avión y comenzó a buscar su asiento, intentando concentrarse
en la numeración y no golpear a nadie mientras iba en ello.
...
Lauren estaba concentrada revisando su correo, había logrado
comunicarse con el hospital donde estaba trabajando su antiguo mentor, el gran Dr.
Jhonn Green, lo cual le hizo sonreír para luego guardar el aparato en el bolsillo de su
pantalón negro.
Se volvió acomodar, mirando con curiosidad la gran cantidad de
asientos vacíos que tenía el avión, sin embargo lo asumió por ser día lunes y además
tarde.
Y fue cuando su mente creyó estar jugándole una mala pasada, ahí
venía Camila, mirando la numeración de los asientos, con unos mezclillas ceñidos,
botas café, camisa rosa palo y un abrigo ligero.
Intentó ocupar su vista con algo, sacando nuevamente su móvil,
parecía ridículo, pero repasó mentalmente las posibilidades de que eso estuviera
sucediendo, partiendo del punto de que Camila debería estar trabajando y no
tomando un vuelo a Nueva York.
...
Ahogó un pequeño grito cuando vio aquella chica parecida con Lauren
sentada y con toda la atención en su móvil, y cuando se acercó más, despejando
todas sus dudas, realmente se trataba de la cirujana. Sin embargo aquellas palabras
volvieron a su mente, "No quiero volver hablar contigo nunca más" y toda las ganas
de saludar, o de incluso ver si lograba tener al asiento al lado de ella se esfumaron,
dio gracias que su asiento estuviera aún más atrás que el de Lauren, por lo cual al
pasar al lado de ella sólo se tensó pero intentó no mirarla.
El vuelo fue tranquilo, pero no logró dormir debido a lo nerviosa que
se sentía al tener mil preguntas de por qué Lauren iba en aquel avión, había llegado a
tener 3 teorías principales, la primera era que Lauren como cardiovascular iba a la
jornada de cardiología, lo cual, no sonaba tan descabellado, pero seguramente Lauren
se lo habría mencionado con anterioridad, la segunda era que Lauren iba a tomar
unos días de descanso debido a la suspensión, y la última y la que más le pesaba era
que quizás Lauren viajaba para buscar una nueva plaza en algún hospital de Nueva
York para trabajar e irse de Chicago.

Cuando el avión ya se encontraba aterrizando no se sintió más tranquila, aterrizar


significaba que se quedaría sola en aquella gigante ciudad, que no conocía, y que aún
tendría 7 días más para intentar calmarse.
...
Cuando la cirujana logró salir del avión luego del pequeño tráfico de
pasajeros, sus pies ya conocían bastante bien aquel aeropuerto que no había
cambiado mucho en los últimos años, por lo cual se fue con pies decidido a buscar su
maleta y salir lo más antes posible de ahí, para no encontrase con Camila.
La cinta pasaba con las maletas, y por un momento pensó que haber
llevado una maleta negra había sido una mala idea, la gran mayoría eran de ése
color, para la próxima se compraría una azul.
Como estaba al comienzo de la cinta esperando, lograba ver cómo el
resto de los pasajeros llegaban y esperaban en otros lugares, y a los minutos
encontró a Camila acercándose un poco perdida. Quiso sonreír, se veía tan tierna,
como si fuera el primer viaje de la cardióloga, pero intentó no hacer contacto visual, y
su maleta por fin salió por la cinta.
...
Camila luego de unos minutos logró captar su maleta, casi de las
últimas, seguramente por el retraso que había tenido para llegar al aeropuerto en
Chicago, pero ya se sentía más tranquila al saber que Lauren se había adelantado casi
10 minutos en salir del aeropuerto.
Se acercó a la salida donde cogería un taxi hasta el hotel y pudo
percibir que una gran lluvia caía sobre la ciudad, genial, no se lo esperaba, pero al
menos el aeropuerto la iba a proteger hasta llegar al hotel.
Fue leyendo calmadamente las salidas hasta lograr encontrar la que
sabía estarían los taxis esperando. Y antes de llegar a la salida un hombre de buen
aspecto se le acercó.
- ¿Taxi? – Dijo amablemente el hombre de cabello negro.
- Por favor, voy al Hotel Central Park. – Respondió sonriendo.
- Por supuesto, ¿No le importaría compartir el trayecto? Tengo a
otra chica esperando, y por el temporal me parece que será imposible que aparezca
otro taxi rápido. – Dijo un poco apenado el hombre.
- Oh no, no tengo prisas.
...
Se sentía enojada, todo estaba siendo más difícil de lo que ella creía,
en primer lugar el hotel en el que había reservado la estadía le había llamado para
decirle que problemas con la lluvia sería imposible entregarle una habitación, por lo
cual lo sentían mucho... Y además el taxista llevaba 10 minutos haciéndola esperar, al
menos en el auto tenía calefacción y música.
Como estaba absorta en su móvil, no se dio cuenta de nada hasta que
la puerta del copiloto se abrió, dejando entrar una agitada Camila Cabello.
Sus miradas se encontraron, pero el silencio reinó, sólo el murmullo de
la radio del auto estaba ambientando el momento.
Repasó mentalmente, nuevamente, las posibilidades de que aquello
volviera a suceder, de todos los taxis del aeropuerto, de todos los taxis de Nueva
York, y de todos los taxis de USA.
- Yo... No sabía que éste era tu taxi. – Dijo excusándose Camila.
Pero Lauren no respondió, y quitó la mirada para dejarla en lo que se
lograba ver por la ventana.
- Lauren, yo... - Rompió el silencio.
Se giró y apretó la mandíbula, quiso pedirle disculpas, porque ya sabía
que había sido Chris quien le contó todo a Andrew, pero se sintió nerviosa, se debatió
unos segundos más hasta ver que Camila desistió de mantener la mirada y se
concentró en mirar por la ventana también.
- Lo siento, sé que fue Chris quien le dijo todo a Andrew, y no
tú. – Dijo mirando a la dirección de la morena.
Pero ésta no logró responder porque en aquel momento justo el
taxista subió al auto, con una sonrisa mirando por el retrovisor a Lauren y luego
directamente a Camila.
- Bueno, usted va al Hotel Central Park. – Dirigiéndose a la
cardióloga. – ¿Y usted, logró conseguir una nueva reserva? – Miró por el retrovisor.
- No la verdad, no sé qué hacer... - Dijo apretando los labios.
- Creo que tengo el número de algunos, mientras dejamos a la
señorita en el Central Park puede intentarlo. – Dijo tranquilo el hombre
- Gracias...
Pero cuando el hombre le fue a entregar las tarjetas de informaciones
la voz de Camila interrumpió.
- Lauren, puedes preguntar en el Central Park, hoy cuando
llamé tenían varias habitaciones disponibles. Tengo el número, ¿Lo quieres?
Meditó 3 segundos, en los cuales no pudo responder si eso era una
buena o mala idea, tener a Camila tan cerca, en la inmensidad de aquella ciudad era
mucha coincidencia, que hasta el momento se estaba dando perfectamente, mismo
vuelo, mismo taxi.
- Gracias, llamaré ahora mismo.

--
Disculpad la demora, entre la facultad y los turnos me he quedado sin
mucho tiempo para poder actualizar!
Muchas gracias a todos los que seguid la historia :) !
Capítulo 15.

Cuando el taxista bajó las maletas y ambas entraron a la recepción del


hotel Lauren volvió a sentirse nerviosa, si bien no había cruzado más palabras con
Camila, la sola presencia de ella a su lado volvía a tensar todo su cuerpo.
- Pensé que conocías Nueva York... - Quiso amenizar la
situación la morena.
- Ya no vivo aquí hace casi 5 años, nunca compré un piso aquí.
– Dijo elevando los hombros levemente.
- Sí bueno... - No supo que responder.
Ambas hicieron el ingreso al hotel, Camila tenía una habitación en la
tercera planta y ella en la sexta, lo cual la hizo sentir aliviada, si tenía impulsos de
verla durante la noche, era más difícil, y quizás se diera la cabeza contra el metal en
el elevador antes de llegar a llamar a la puerta de la morena.
La situación en el elevador no mejoró, el silencio fue incómodo, y
Lauren no sabía hacia dónde mirar, por lo cual optó sólo en mirar fijamente la puerta
del elevador, cuando ésta se abrió en la tercera planta, sintió a Camila sujetar la
maleta para salir.
- Gracias, me has salvado para tener donde dormir. – Dijo con
una leve sonrisa la cirujana.
- De nada, yo... Buenas noches.
- Buenas noches.
...
Camila estaba secando su cabello luego de aquella ducha con agua
caliente que tanto había necesitado, el día siguiente lo tenía libre, por lo cual le
apetecía salir a conocer un poco la ciudad, y ya luego desde el miércoles comenzaba
con la conferencia que sería en el Park Hospital.
Aún llovía fuerte afuera, pero la calefacción funcionaba a la perfección,
y con la cena que había tomado antes del vuelo se sentía bastante a gusto... Sin
embargo los ojos de la cirujana volvieron a sus recuerdos, y ella se encogió un poco
en la cama matrimonial de su habitación, parecía que todo había ido tan rápido,
parecía increíble que aun siguiera siendo, casi técnicamente, el mismo día en que
Lauren le había dicho que ya no quería hablar con ella nunca más, sin embargo, ahí
estaban, en el mismo hotel, a unas plantas de diferencias.
Cuando estaba casi cayendo en el sueño profundo pudo sentir como
alguien llamaba a su puerta, el cansancio le impidió abrir rápidamente los ojos, y le
costó enfocar para darse cuenta que eran casi las 2 AM, se colocó un abrigo, las
converse y abrió la puerta.
...
Al parecer su cabeza no había golpeado demasiado el metal del
elevador para impedir que sus pies llegaran finalmente a la habitación de Camila, ella
estaba con el pijama, aquel abrigo y las mejillas rosadas seguramente por la
calefacción.
- Lauren... - Dijo confusa Camila.
Pero ella no habló, solo tomo una de sus manos e hizo que ambas
pudieran entrar a la habitación.
- ¿Estás bien? – Volvió hablar la morena.
Y Lauren volvió a no responder, para dejar ambas manos a ambos
lados de la cara de la cardióloga.
- Lo siento, lo siento... - Dijo lentamente. – Siento haberme
comportado como la mierda contigo, siento haber dudado de ti y de nuestra
confianza, siento haberte dicho que ya no quería hablar contigo nunca más... Y siento
no haber sido valiente para tener algo contigo. – Miró directamente hasta el fondo de
los ojos de la morena.
Ninguna habló, Camila intentó retener una lágrima que deseaba salir,
y sintió sus manos temblar buscando los hombros de la cirujana.
- Quédate ésta noche conmigo. – Dijo la morena cerrando los
ojos al contacto entre ambas.
- Mañana tengo una cirugía temprano, pero me puedo ir
temprano sin despertarte. – Dijo Lauren calmadamente.
Camila frunció el ceño, ¿Una cirugía? ¿Lauren había viajado para hacer
una cirugía?...
- Camila, después te explico, ¿Puedes simplemente besarme? –
Dijo Lauren llamando su atención.
Sonrió, no importaba que mañana al despertar doliera que Lauren no
estuviera a su lado, no importaba que Lauren no hubiera dicho que ahora iba a luchar
por ambas, no importaba que aquella chica estuviera volviendo su mundo al revés,
pero mierda, que bien se sentía cuando la besaba, que bien se sentía su cuerpo
contra el de ella, que bien se sentía cuando las manos de la cirujana tocaban su
cuerpo.
Lauren fue quien la besó, sin mucha delicadeza, como solían ser el
comienzo de casi todos sus besos, pero le encantaba aquello, no era rudeza, no era
que la cirujana lo hiciera a propósito, era simplemente la urgencia del tacto, las
ganas.
El beso se alargó lo suficiente hasta que ambas cayeron enredadas a
la cama, Lauren había arrancado rápidamente su abrigo y la parte de arriba del
pijama, dejando a la vista la desnudez de la morena, mientras ella conseguía sacar al
sueter de la ojiverde y la camisa junto al sujetador.
- Eres hermosa, hermosa, hermosa. – Dijo susurrando Lauren
antes de besar uno de sus pechos.
Camila gimió levemente, y con los brazos intentó que Lauren se
sacara los pantalones, pero la cirujana estaba tan concentrada dándole atenciones a
sus pechos que parecía imposible lograr que la cirujana quedara desnuda.
- Lauren, quítate la ropa, por favor, quiero sentir tu piel. – Dijo
Camila mientras con una mano intentaba obtener la atención de la cirujana.
Lauren salió de la cama, y se sacó sin prisas las botas, el cinturón, los
pantalones, y el bóxer negro. Camila se mordió los labios detallando la acción, con la
lluvia fuerte de fondo y viendo como Lauren tenía la respiración agitada y el pelo
desordenado.
- Quiero que me lo hagas toda la noche. – Dijo Camila.
- Todo lo que tú quieras. – Respondió Lauren al colocarse
nuevamente sobre ella en la cama.
Camila sintió como Lauren encajaba su cadera con la de ella, y pudo
sentir directamente su sexo contra el de Lauren, lo cual hizo que sus uñas se
enterraran en la espalda de la ojiverde.
- Estás tan húmeda, joder... - Objetivó Lauren.
Su respuesta fue comenzar aquella fricción entre ambos cuerpos, lo
cual hizo que Lauren soltara un gran gemido que intentó sofocar con besos en el
cuello de la morena.
Se sentía tan bien, tan placentero, el cuerpo de ella sobre el suyo, las
embestidas de Lauren, y los besos de ella en su cuello.
Todo se puso aún mejor cuando sintió como la cirujana entraba en ella
con dos dedos firmes, lo cual hizo que su boca se abriera buscando los labios de la
ojiverde.
La velocidad aumentó, y sus uñas se enterraron aún más en la nívea
espalda de la cirujana, los gemidos de ambas aumentaron en frecuencia y Camila
dejó su frente apoyada en la de Lauren, intentando que ambas miradas se
conectaran.
- No cierres los ojos, quiero verte acabar. – Dijo Lauren con
dificultad.
Intentó lograrlo, pero faltaba poco para que ella llegara al orgasmo, y
sus parpados se cerraban tan fuertes como las embestidas de Lauren y su espalda se
tensaba, su piel estaba a la misma temperatura que la de Lauren.
- Lauren... - Apretó sus manos contra la piel de cirujana.
Y lo sintió, llegó al orgasmo, su espalda estaba arqueada, y sintió
como las piernas se destensaban, la respiración agitada de ambas, y como Lauren en
solo unos segundos también llegó el orgasmo contra la piel de su cuello.
Lauren se apartó para poder regularizar su respiración, y subió el
edredón para ambas.
- ¿Toda la noche? – Susurró Lauren en el oído de la morena.

----
Hey muchas gracias a todos los que leen la historia, que dejan votos y
comentarios.
Espero que sigan disfrutando la historia, tanto como yo disfruto en
compartirla con ustedes :)
Capítulo 16.

A la mañana siguiente al estirar su cuerpo para romper con la pereza


fue cuando volvió a la realidad, como si un gran balde de agua fría cayera sobre ella,
Lauren no estaba a su lado, de hecho, su lado estaba tan frío que seguramente hacía
horas que ya no estaba ahí.
Cerró los ojos recordando lo placentero que se sentía el cuerpo de la
cirujana sobre el de ella, como había tocado el cielo, y luego lo segura que había
dormido en los brazos de Lauren.
Reprimió un llanto, qué podía hacer, ella sabía que sería así al
despertar, lo sabía, así que no podía hacer nada al respecto, o al menos por el
momento.
Con el cuerpo envuelto en las sabanas se dirigió para darse una
ducha, pero cuando estaba por entrar al baño encontró lo que parecía una carta sobre
una de las mesitas de noche de la habitación, estaba segura, que aquello no estaba
antes.
Tomó la carta en sus manos y se sentó en el borde de la cama aun
con las sabanas cubriendo su desnudo cuerpo. Ya no llovía, sólo el ruido de la ciudad
estaba ahí, antes de desdoblar el papel con una mano intentó ordenar el cabello que
le caía por el rostro, respiró profundo e hizo visible aquella carta.
"Camila, seguramente te preguntarás por qué estoy escribiendo esto
en uno de los papeles que encontré en uno de tus folios de información.
Llevo casi una hora mirándote dormir, aun cuando ha sido casi
imposible salir de tu agarre para lograr salir de la cama.
La lluvia cae, y tienes los labios entre abiertos mientras duermes con
el cabello desordenado, y yo sólo puedo pensar en todo lo que ha pasado éstos días,
y la verdad, las casi imposibles coincidencias que han ocurrido hoy.
Podría decir mil cosas, pero intentaré ser concreta, y hablarte con una
sinceridad que quizás yo no me atreva hacer si es que me miras con ésos hermosos
ojos que tienes, y escuchar tu sonora voz en mis días.
He llegado a la conclusión de que soy idiota y además tengo miedo, sí,
una idiota totalmente, porque por años me he encerrado en mi misma luchando con
fantasmas que me han persigo prácticamente toda mi vida, y yo que me consideraba
una persona que vivía el presente y veía al futuro me vi simplemente incapaz de vivir
lo que realmente he anhelado vivir por tantos años... El amor, del aquel que habita en
tus ojos, en tu voz, y en tus manos.
Llámame a la hora del almuerzo, seguramente ya habré salido de
quirófano.
Mis besos, para ti.
Lauren."
Camila volvió a releer la carta unas cuatro veces, abrumada por la
emoción de las palabras que estaban ahí, a pesar de todo, se sentía confusa, qué
significaba aquello, que Lauren les daría una oportunidad a ambas para tener algo, o
que las cosas seguían igual, pero por qué Lauren además estaba en Nueva York
operando, realmente sería que ella estuviera considerando mudarse de ciudad, y
entonces, qué pasaría con ambas.
...
La cirujana se retiraba el gorro y la mascarilla quirúrgica cuando iba
saliendo de la zona de pabellón mientras los ojos de su mentor la examinaban.
- Veo cuánto has mejorado allí adentro. – Refiriéndose al
quirófano.
- Gracias Dr. Green. – Dijo humildemente.
- Me alegra no haberme equivocado al escogerte, aunque,
siento que tú también me escogiste.
Lauren se detuvo en el cabello blanco del hombre y los ojos azules
oscuros que tenía, se sentía tranquila, su mentor siempre lograba eso, no habían sido
sólo técnicas quirúrgicas, medicina y tratamientos lo que le había enseñado, casi al
contrario, él siempre decía que eso iba más por ella, y él aportaba la sabiduría, la
paciencia, la determinación, y el empujón que siempre necesitaba la joven cirujana en
sus primeros pasos.

- Y déjame decir, que fue una gran decisión haberte ido de mi lado, veo que
has crecido como cirujana... Y persona. – Dijo el hombre dejando sus manos en sus
hombros.
- Me costó verlo así en un principio, pero ahora también se lo
agradezco.
El hombre dejó que sus ojos azules observaran todo el rostro de
Lauren, y con una pequeña sonrisa comenzó a reír levemente.
- No pienses volver, no te voy a recibir, siempre es bueno
recordar viejos tiempos, pero aun te falta mucho por caminar para volar.
No supo que responder, asi que también rió levemente.
- Ven a cenar ésta noche, Katy estará feliz de verte.
- Oh, bueno, la verdad, no estoy sola en la ciudad... - Dijo la
cirujana un poco tímida.
- Pues trae a tu novia contigo. – Sonrió el hombre.
Abrió la boca para mencionar que ella no tenía novia, pero por un
segundo quiso estar equivocada. Jhonn Green le hizo un gesto con la mano y
desapareció por el pasillo sin decir nada más, y antes de que ella dar un sólo paso su
móvil se removió en el bolsillo de su uniforme clínico.
- Ey, ¿Te pillo en buen momento? – Dijo curiosa Camila.
- Haha sí, ya he terminado aquí, ¿Sigues en el hotel?
- La verdad sí, aunque he ido a dar una vuelta al Central Park
durante la mañana, ya sabes, turista y todo.
- Ah, pues, te enviaré la dirección para que vayamos a comer
ahora, te demorarás unos 30 minutos desde el hotel, yo estaré esperándote allí, ¿Si?
- Claro, entonces no vemos.
- Hasta ahora guapa.
...
Camila salió del taxi casi corriendo, la lluvia había vuelto, y ella sin
paraguas, pero con su abrigo intentó cubrir su cabeza mientras corría para entrar al
restaurant que estaba incrustado en aquel paisaje de ciudad con grandes edificios, se
veía pequeño por fuera, no esperaba un almuerzo de lujo, por lo contrario, sólo
esperaba tiempo para compartir con la cirujana.
Sonrió cuando al entrar entendió que el restaurant tenía un poco de
temática italiana, y Lauren estaba concentrada en sus pasos.
- Hola. – Lauren se levantó de su asiento y le dejó un leve beso
en sus labios.
- Hola, ¿Todo bien? ¿Qué tal la cirugía? – Dijo sonriendo tras el
beso.
- ¿De verdad quieres hablar de un triple bypass coronario? – Rió
la ojiverde.
- Podemos hablar de lo que quieras, con poder pasar tiempo
contigo ya me basta.
Se sentaron y rápidamente llegó el chico que tomó el pedido y ahí se
quedaron mientras Camila intentaba detallar cada centímetro del lugar.
- ¿Te gusta? Solía venir aquí luego de aprobar algún examen en
la facultad, o cuando había salido de alguna cirugía importante durante el internado y
la residencia.
- ¿Sí? Me encanta la verdad, es bastante íntimo, y me encanta
la comida italiana...
- Bueno, yo sólo pensé que te gustaba la pizza doble queso. –
Dijo riendo Lauren.
- Haha claro, claro... ¿Crees que te hubieras fijado en mi si aún
ambas estuviéramos en la facultad?
- Bueno Camila, tú sólo has dejado la facultad hace tan poco
que... - Sacó la lengua en forma infantil la cirujana.
- Oh, vamos, tú sólo tienes 3 años más que yo.
- Lo sé, pero bueno, si lo pones así... Yo creo que sí, debo
admitir que desde que te vi en el elevador del hospital no he podido dejar de
admitirme lo guapa que eres, y luego, pude descubrir lo inteligente que eres, y lo
cuidadosa que puedes llegar a ser, y tus miradas tiernas, y muchas cosas más. – Dijo
sonrojándose debido a la confesión.
La morena no pudo reprimir su sonrisa, estaban volviendo las
mariposas en el estómago, el nudo en la garganta por los nervios, y quiso saltar para
besar a la chica que la estaba mirando sonriendo y aun con las mejillas rosadas.
- ¿Puedo preguntarte algo? – Dijo calmadamente Camila.
- Claro.
- ¿Cómo es, que nunca has tenido una relación? ¿Nunca has
tenido una novia o cómo lo defines tú?
- Mmm. – Dijo Lauren acomodándose en el asiento y
acercándose un poco a la morena. – Bueno, no es que no haya tenido novias, claro,
pasaba algún tiempo con las chicas que me interesaban, me gustaban, pero cuando
ya la situación se volvía demasiado intima en general tendía alejarme, ya lo sabes,
hay bastantes cosas de las que no me gusta hablar, mi familia, mi inseguridad, mi
temperamento... Y bueno, en el instituto por supuesto era mucho más difícil, mi
padre... Mi padre nunca quiso que yo tuviera una libertad para ello, y luego en la
facultad solo me dediqué a disfrutar lo que no viví mucho en la adolescencia, fiestas,
alcohol, viajes, chicas... - Dijo frunciendo el ceño.
Camila sintió una punzada en el pecho, apretó los labios, no podía
admitirlo, pero era una pequeña sensación de celos, no quiso adivinar el número de
chicas a las que se refería Lauren, pero estaba segura que no eran pocas, y al parecer
Lauren no tenía problemas con ello, lo cual, la hizo sentirse insegura.
- ¿Camila, estás bien? – Dijo Lauren preocupada al observar la
expresión de la morena.
- Yo... Yo... Nada, disculpa. – Dijo Camila intentando esquivar la
mirada.
- ¿He dicho algo malo? – Preguntó con voz de preocupación.
- No... Es que... Bueno.
- Camila, mira, si queremos que las cosas funcionen, debemos
ser sinceras, necesito saber qué es lo que te molesta, al mismo tiempo que tú lo vas
a necesitar saber. – Dijo tomando su mano sobre la mesa.
"Si queremos que las cosas funcionen" fue casi lo último que escuchó
de la frase, y su sonrisa había dejado de lado aquella sensación en su pecho, y la
forma en que la cirujana tomaba su mano en aquellos momentos había sido como un
hermoso trueno hubiera iluminado todo de forma espontánea.
- Vuelve a decirlo... - Dijo suavemente Camila.
- ¿El qué? – Lauren miró fijamente a los ojos marrones.
- ¿Quieres que las cosas funcionen para nosotras? – Dijo
acariciando los dedos de la cirujana.
- Camila... Nunca he tenido algo tan serio como estoy segura
que lo deseas. – Hizo un leve gesto con el rostro para impedir que Camila la
interrumpiera. – No puedo prometer que esto será un camino de rosas, porque la
verdad, ahora mismo, estoy muerta de miedo, porque no quiero dañarte, no quiero
perderte rápido, y no quiero que me dañes... - Los ojos esmeralda parecían más
claros de lo normal.
- Lauren, yo no necesito una relación perfecta, yo sólo quiero
que estés a mi lado, que estemos juntas, que sientas conmigo, que ya no te cierres
en ti, porque ahora he llegado yo a ti.

La cirujana la miró y Camila entendió que en ésos momentos Lauren le


estaba entregando la más sincera de todas sus sonrisas, y su corazón dio los latidos
más fuertes que ella pudiera recordar.

---
Gracias a todos los que seguid la historia! :)
Capítulo 17.

- Lauren, ¿Estás segura que debería haber venido? – Dijo


nerviosa la morena.
- No creía que fueras tímida. – Lauren atrapó una de sus manos
mientras esperaban que alguien abriera la puerta de la casa de pintura blanca.
- Es solo que, aun me parece extraño que vaya a cenar con el
autor de muchas de las investigaciones que he tenido que leer durante toda mi
carrera. – Dijo frunciendo el ceño.
- Puede, incluso, que alguna de aquellas hasta haya sido yo
quien las escribiera. – Le respondió con un guiño.
Quiso responder pero la puerta se abrió dejando ver al hombre de
cabellos blanco y ojos azules, que vestía de forma casual, para invitarlas a pasar.
- Bienvenidas, entrad, ¡Susan! – El hombre se dirigió a la cocina
junto a ambas chicas.
- ¡Lauren! Por dios, hija, mírate, ya casi estás una mujer, pero
qué guapa estás. – Dijo la mujer al ser sorprendida.
La mujer rubia y de ojos verdes abrazó tiernamente a la cirujana, la
cual respondió el abrazo sin problemas, para luego volver a quedar al lado de
cardióloga.
- Dr. Green, Susan, ella es Camila Cabello... ella, bueno,
trabajamos juntas, ella es cardióloga, y seguramente será la mejor de Chicago en
algún par de años. – Dijo casi solemnemente.
Camila sintió su rostro ruborizarse, si bien había sido incómodo el
momento de la presentación, no tuvo problemas en que Lauren se refiriera como su
compañera de trabajo, estaba segura que eso cambiaría pronto, pero no podía
apresurar las cosas, ahora sólo quería seguir compartiendo el tiempo con ella y
conociendo más de la vida de la cirujana.
- ¿Cardiología? – Miró el hombre con interés.
- Camila, un gusto, bienvenida a nuestro hogar, espero que te
sientas cómoda. – Dijo la mujer rubia.
- Gracias, por supuesto, el gusto también es mío. – Sonrió casi
tímidamente.
Luego de una pequeña charla las cuatro personas se sentaron en el
comedor, fue cuando Camila notó que existía otro lugar arreglado para la cena, sin
embargo aún no veía a quién era el quinto invitado.
- ¿Katy vendrá a cenar, no? – Preguntó finalmente Lauren.
¿Katy? ¿Quién sería? Esperó que no fuera la hija del matrimonio y que
no fuera una chica guapa rubia y de ojos verdes o azules, sus pensamientos se vieron
interrumpidos cuando sintió abrirse la puerta de la casa y al momento aparecer, como
lo temió, una guapa chica rubia de ojos verdes estaba entrando por el comedor, sin
embargo, lo que más llamaba la atención era el bebé de casi 1 año que traía en
brazos, un hermoso bebé de ojos azules y sólo un poco de cabellos rubios.
- ¡Oh por dios! ¿Por qué nadie me ha dicho que teníamos a
Lauren de visita? – Dijo riendo la muchacha observando a todos.
- Quise darle una sorpresa a ambas. – Sonrió el hombre.
- Pues vaya sorpresa, ¡Pero mira que niño guapo has tenido
Katy! Por fin puedo conocer a Theo. – Rió la cirujana.
Camila observó cómo Lauren se levantó y fue a saludar a la chica la
cual inmediatamente le entregó el bebé para que la cirujana lo tomara en brazos,
aunque en un principio pareció que el bebé lloraría al alejarse de su madre, Lauren le
hizo sonidos y el bebé quedó con una mirada impresionada mirando los ojos de la
cirujana.
- ¡Has traído una novia! – Dijo apuntando a la morena.
- Katy... Hahah, ella es Camila, estamos en la ciudad por
algunos días. – Lauren mencionó aquellas palabras dirigiendo su mirada hacia la
cardióloga.

- Venga, venga, vamos hablar luego de cenar, que se va enfriar. – Sentenció el


hombre.
...
Lauren volvía a tener aquel sentimiento, aquel calor en el pecho, lo
que la gente llama tener un hogar, sentirse en uno, tener a cuatro personas más
comiendo en la misma mesa, e incluso un bebé también, le hacía sentirse nerviosa
pero en el sentido que deseaba que aquello durara más de lo que podría admitir
querer.
- Bueno, me vas a decir ¿Cómo es que te dieron 5 días libres
para poder operar conmigo? – Habló el cirujano.
- La verdad es... Me han suspendido. – Dijo Lauren sin soltar el
tenedor que tenía en su mano derecha.
- ¿Suspendida? Oh Lauren, no hice mi trabajo para que te
convirtieras en una cirujana suspendida... ¿Qué ha pasado?
Se acomodó en su asiento al ver cómo todos los ojos estaban dándole
la atención, sin embargo, luego de un leve suspiró volvió a su antigua posición
corporal.
- Me he agarrado a golpes con uno de los neurocirujano en la
urgencia del hospital. – Dijo calmadamente.
- Pero hija, ¿No ves que podrías poner tu trabajo en peligro?
Que eres cirujana, no puedes dañarte las manos así. – Objetivó Susan.
- Lo sé, lo sé, sólo que me había dicho algo que realmente no
debió haber salido de su boca.
Todos mantuvieron silencio, y en aquellos segundo Lauren miró tanto
a su mentor como a Camila que se encontraba a su lado.
- Yo no te hubiera suspendido para que te hubieras ido del
estado y lograras hacer cirugías que te gustan. – Dijo el hombre. – Recuerda que
cuando eras aprendiz mía y tenía que darte algún tipo de disciplina lo hacía cargando
más tus horarios y solo dejándote entrar las cirugías que no te gustaban.
Lauren recordó con nostalgia aquellos días, era más joven, no solo los
años, si no en experiencia de su trabajo, intentaba tener un perfil de una cirujana
correcta e inquebrantable, sabia responder con argumentos e incluso su mentor era el
único al cual lo hablaba todo además de Chris.
- Sólo recuerda cuidar tus manos hermanita. – Dijo Katy de
forma natural.
- Lo sé, lo sé. – Respondió sin apartar los ojos de la mirada de
su tutor.
...
Su cabeza estaba sobre el hombro de Lauren, ambas estaban
acostadas aun con ropa en la cama de su habitación, Lauren había traído su maleta y
cancelado su habitación, para así quedarse juntas los días que aún les quedaban,
llevaban un par de minutos en silencio hasta que se aventuró a romperlo.
- ¿Qué piensas? – Preguntó casi susurrando.
- En muchas cosas la verdad, me gustaría poder ordenarme
mentalmente la verdad. – Terminó la frase con una sonrisa verdadera.
- ¿Nostalgia?
- No, no... Es sólo que, bueno, ya sabes, yo nunca tuve un
hogar, es decir, tenía una casa, tuve padres, tuve viajes, juguetes, educación, nunca
pasé hambre, ni frío, pero... Nunca tuve cariño, amor, charlas entre madre e hija, o
padre e hija... Nunca me preguntaron cómo me sentía, no lo sé...
Sus manos dejaban pequeñas caricias en los brazos de la cirujana
mientras la lluvia volvía a escucharse en el ambiente.
- Lo sé, digo, no puedo decir que lo entienda, porque yo sí tenía
un hogar, es decir, cuando mi padre... Cuando mi padre falleció, las cosas cambiaron,
pero sigue ahí, la misma casa, mi madre, mi hermana. – Dijo tranquilamente la
morena.
Camila sintió como Lauren apretó aún más su cuerpo contra el de ella,
como para hacerla sentir aún más cómoda.
- Sí... Bueno, estar aquí, me ha traído recuerdos, el Dr. Green
en parte, incluso fue en muchos momentos el padre que no tuve presente en mi vida,
es una locura, porque ambos tienen el mismo trabajo, pero son tan distintos...
Giró su rostro para quedar directamente mirando al de la cirujana, no
vio tristeza, o angustia, sólo unos rasgos tranquilos, al cual le dirigió una pequeña
sonrisa.
- Lauren, no tenemos que hablar de todo esto ahora, yo sé
que...
- Tranquila, lo estamos hablando porque así lo quiero, son tan
pocas las personas que me conocen así, que, no podría explicarte lo feliz que me
encuentro de tenerte ahora a mi lado.
Camila sintió como la cirujana cortaba ladistancia entre sus labios y
depositaba un dulce beso, uno tranquilo, calmado,muy diferente a los que ella
conocía, y ahí sus latidos volvieron a serfuertes, deseó que todo no fuera un sueño,
porque su corazón ya sólo quería estarcerca del corazón de Lauren.

--
Disculpad la demora, y muchas gracias a todos quienes seguid la
historia :)
Capítulo 18.

- Despierta, dormilona. – Sintió las palabras con un dulce tono.


- Camila, que la que va a la conferencia eres tú. – Dijo sin aun
abrir los ojos.
- Venga, ven a desayunar conmigo, luego puedes volver a
dormir si lo deseas. – Le dejó un beso en la frente.
- Mmm, déjame pensarlo. – Se volvió a acomodar en la cama.
- Venga ya, no puedo creerlo, eres demasiado amante de dormir
para trabajar tanto, no puedo imaginar cuando tienes turnos y guardias, no me lo
esperaba. – Dijo la morena cruzándose los brazos.
- El café hace milagros, lo sabes. – Dijo rindiéndose.
Luego de desayunar en el hotel, Camila tuvo que irse rápidamente al
hospital donde sería la conferencia de cardiología, Lauren tenía la mañana libre, pero
luego tendría 2 cirugías durante la tarde, por lo cual no podrían verse hasta la hora de
la cena, lo cual si bien fue un poco frustrante ambas sabían que un poco de espacio
no estaría mal.
Lauren se encontraba leyendo sus documentos de investigación en
una pequeña cafetería cerca del hotel, cuando viendo la hora decidió hacerle una
llamada a Chris.
- Ey, por fin das señales de vida, ¿Cómo estás? – Contestó feliz
el rubio.
- Bien, te gustará saber que el clima no ha cambiado mucho por
aquí, ¿Qué tal tú?
- Saliendo de una fisura labiopalatina, y en general, todo bien...
Te extraño prima.
- Yo también Chris... Por cierto, ¿Sabías que Camila está aquí en
Nueva York?
- Oh, Andrew me ha dicho que se fue el lunes por la noche, no
quise avisarte, sería casi ridículo que te la encuentres en una ciudad tan grande, ¿No?
No reprimió la risa, y volvió a recordar cómo se había pasado el vuelo
de ida sacando las cuentas matemáticas para saber las posibilidades de encontrarse a
la chica que te trae de cabeza en el mismo avión que tú.
- Bueno, algo ha sucedió, quizás los planetas se alinearon y yo
no lo sabía, pero Camila iba en el mismo vuelo que yo.
- ¿Estás de broma? – Preguntó sorprendido el chico.
- No, incluso, se pone mejor, Camila estaba en el mismo taxi
que yo.
- ¿Lauren? Venga ya mujer, deja de bromear.
- Sería bueno bromear que hasta incluso estamos compartiendo
habitación en el hotel.
- ¡Qué! – Dijo con total sorpresa el rubio.
...
- "Al parecer te has olvidado de tu mejor amigo :( sigo
suspendido, ¿Lo recuerdas?" – Leyó en la pantalla de su móvil.
- "Pues merecido te lo tienes, y no me he olvidado de ti, sólo he
estado un poco ocupada"
- "¿La conferencia? ¿Qué tal? ¿No te aburres de ver
electrocardiogramas todo el día? :P"
- "Ha-Ha, no, la conferencia genial, es sólo que me he
encontrado novia aquí en Nueva York."
Se mordió el labio inferior, si bien la relación que tenía con la cirujana
no era aún oficial, le gustaba sentir que las cosas iban así, y que lo más importante
era que Lauren se estaba abriendo con ella, y que iban a la tranquilidad de ambas.

- "¿Te has ligado alguien allí? :o Pensé que lo de Lauren aun te tenía afectada."
- "Si bueno, creo que no lo mencioné, pero ésta chica que me
estoy ligando aquí se llama Lauren, tiene ojos esmeralda, y es cirujana
cardiovascular."
- "¡Qué!!!!!!!!"
...
Lauren observaba como Camila venía llegando a la puerta del hotel,
no habían coordinado nada para aquella noche, pero la cirujana aun recordaba
buenos lugares para cenar y luego pasear en Nueva York, por lo cual le dirigió una
gran sonrisa a la morena que venía intentando esquivar el viento frío gracias a su
gran abrigo de invierno de color marrón pálido.
- Hola guapa, ¿Qué tal? - Le dijo sonriendo a la morena.
La cardióloga no esperó y se amarró en un abrazo más que necesario,
Lauren rió ante la sorpresa, pero cerró bien el abrazo y dejó su mentón sobre la
cabeza de la morena.
- Te he extrañado. – Dijo la morena acomodándose entre sus
brazos.
- Y yo.
La ojiverde buscó el rostro de la chica y se fundieron en un beso,
tranquilo, de aquellos que se esperan durante todo el día, y luego de unos minutos se
separó con una sonrisa divertida.
- ¡Tienes la nariz congelada! – Se rió la cirujana.
- Ay, lo sé, ¿Me llevas a cenar? – Dijo elevando las cejas.
- Claro, vamos.
Entrelazó una de sus manos con la cardióloga y ella también intentó
esquivar el viento frío con su abrigo de invierno negro mientras caminaban por las
calles de Nueva York.
...
- ¿Times Square? – Rió la morena.
- ¿Qué? No podías venir a Nueva York y no venir aquí. – Dijo
besando a la chica suavemente.
Camila volvió a apretar la mano y sintió como Lauren la abrazaba por
la espalda.
- Te quedarás en Chicago, ¿Cierto? – Dijo con temor la morena.
- ¿Por qué crees que me iría?
- Porque has vuelto aquí, pensé que... - No terminó la frase.
- Tranquila, no pienso volver, o no eventualmente, me gusta
Chicago, aunque deberías hacerme un tour turístico como éste. – Dijo graciosamente
la cirujana.
- Oh, cuando volvamos, podemos ir a patinar en el hielo.
Noviembre ya estaba cerca, y las temperaturas bajarían aún más,
comenzaría la nieve, y Camila sin duda quería pasar todo aquello junto a Lauren.
Siguieron caminando por las calles mientras Lauren le sacaba fotos a
Camila, Camila a ella, o ambas juntas, riendo, besándose, siendo ellas, las dos.
- Debemos volver, mañana madrugas otra vez. – Dijo Lauren
arreglando un mechón de cabello de la morena.
- ¿No nos podemos quedar un poco más? – Se abrazó a la
cirujana.
- Te vas a congelar más la nariz cariño.
Camila sonrió con el rostro pegado al pecho de la cirujana, se sentía
increíble, sus mejillas estaban rojas, y el frío no era el único causante de éso.
- Gracias. – Dijo rompiendo el silencio la ojiverde.
- ¿Por qué?
- Por mostrarme que mis sentimientos son más grandes que mis
miedos... Gracias, por quedarte a mi lado, por dejarme estar a tu lado, por hacerme
sentir tanto, y por ésa hermosa sonrisa que tienes.
La morena con una mano le hizo cariño en la mejilla a Lauren, la
cirujana parecía no notarlo, pero sólo en unos días ella ya quería que sólo unos días
se convirtieran en muchos días.
- No tengo lirios amarillos, y tampoco soy una especialista en
esto, pero... Dra. Camila Cabello, ¿Quieres ser mi novia?
Rió nerviosamente, y se puso una mano en la boca mientras la
cirujana la observaba divertida.
- Esperaba por lo menos un escenario tipo Torre Eiffel... - Dijo la
morena levantando las cejas.
- Oh... - Lauren elevó las cejas también.
- Dra. Lauren Jauregui, por supuesto que quiero.
Lauren la abrazó riendo y la levantó del piso, mientras ella rodeaba
sus brazos en el cuello de la ojiverde, ambas riendo, ambas sintiendo, ambas con los
latidos fuertes.
...
Dos días habían pasado, por lo cual ya era viernes y Lauren debía
volver a Chicago, y ahí estaban, la ojiverde terminando su maleta para tomar el taxi
al aeropuerto y Camila pensando que se le haría una eternidad para volver a ver a la
cirujana el próximo martes.
- Avísame todo por favor, estaré preocupada. – Dijo la morena
con un puchero.
- Lo haré... No sabes cuánto voy a extrañarte.
Lauren se acercó a Camila para abrazarla y ambas cayeron riendo a la
cama.
- Voy extrañar a mi novia. – Le dijo recorriendo el puente de la
nariz de la morena con un dedo suavemente.
- Espérame en Chicago...– La morena intentó ordenar los
cabellos que caían por el rostro de la cirujana.
- Sólo si me llevas a patinar por el hielo.

La morena sofocó una risa entre los brazos de la ojiverde, y con besos
esperaron hasta la hora en que el taxi pasaría a buscar a Lauren.

---
Capítulo 19.

Dos semanas pasaron desde el viaje, en las cuales ambas compartían


tanto en el trabajo, como en el tiempo libre. Lauren volvió a incorporarse junto a
Andrew y luego de algunas horas de turnos volvieron hablar con normalidad. No había
tenido más noticias de sus padres, y esperaba que todo estuviera en calma para
poder disfrutar de la compañía que significaba la cardióloga en su vida.
- Mañana se cumplen 5 años desde que falleció mi padre. –
Mencionó la morena mientras se colocaba el pijama en el dormitorio.
La cirujana volvió a acomodar el edredón esperando a Camila, no
sabía qué decir, asi que con una mano le hizo señales para que se acostara luego, la
calefacción funcionaba perfectamente, pero aun así el frío se sentía.
- Alejandro. – Dijo Camila acomodándose en los brazos de la
ojiverde.
- ¿Alejandro se llama tu padre?
- Sí... Estoy segura que le hubieras agradado, aunque no le
hubiera gustado que lleves tanto negro a veces.
Ambas rieron levemente, Lauren no sabía qué decir, lo cual le ponía
nerviosa, ella no se consideraba una persona especialmente correcta para dar
consejos, opiniones o cosas así sobre familias y padres.
- Buenas noches linda. – Dijo Lauren abrazándose a Camila.
- Buenas noches. – La morena acomodó su rostro entre el
hombro y el cuello de la cirujana.
...
- Lo sé mamá, lo sé, estaré allá a las 18.00 – Hablaba la morena
por el móvil caminando por la pequeña cocina.
Sentía la mirada atenta de aquellos ojos esmeralda, si no se apuraban
llegarían tarde al trabajo, y estaba segura que Lauren volvería a reclamar por el
tiempo que ella usaba para arreglarse antes de salir.
- Nos vemos mamá, hasta ahora. – Cortó la llamada
- ¿Todo bien? – Dijo curiosa la cirujana.
- Sí, mi madre me quiere en la casa a las 18.00.
- ¿Una cena?
- No lo sé, supongo que es sólo para estar juntas.
La morena observó cómo Lauren terminaba su café y luego limpiaba la
taza sin decir nada, lo que la molestó, Lauren siempre solía guardar silencio cuando
ella mencionaba algo con respecto a su familia, aunque intentaba entender, no estaba
segura si iba aceptar aquella actitud por mucho tiempo.
- Lauren...
- ¿Mmm?
- No me has preguntado si puedes ir conmigo... - Dijo
calmadamente
- Yo... Bueno... - Frunció el ceño.
Esperó que terminara la frase, pero la ojiverde no dijo nada más.
- Olvídalo, vale... Estamos atrasadas.
Desapareció por el pasillo para tomar las llaves de su coche, mientras
escuchaba a Lauren tomar el abrigo y buscar el maletín, para luego acercarse
dejándole un beso en los labios.
- Camila...
- No, Lauren, no quiero pelear ahora, no hoy, sólo olvídalo,
podemos almorzar juntas si quieres.
Lauren frunció más el ceño, pero aun así no habló nada y se quedó
sólo mirando a la morena.
- Yo... No es que no quiera, es sólo que...

- Vamos a dejarlo Lauren, no hoy. Te espero en el coche.


...
- ¿Pasa algo? No has hablado en todo el día. – Dijo Andrew
haciendo una mueca.
Ambos estaban de turno en urgencias, Lauren no había recibido
ningún mensaje de Camila en todo el día, y ya se acercaba la hora de comer, sin
embargo, no sabía qué hacer, no quería dejar a la chica sola, pero tampoco quería
pelear, y ella entendía totalmente lo sensible que andaba la cardióloga aquel día.
- Camila me ha invitado ir a conocer a su familia... Y yo me he
muerto de miedo.
Andrew entrelazó sus manos en su regazo y apretó un poco los labios
pero esperó que Lauren siguiera hablando.
- No es que no quiera... Por supuesto que quiero, pero verás
Andrew, ya que lo sabes, a mí lo del tema familiar... No se me da muy bien. – Dijo
Lauren intentando arreglarse un mechón de pelo.
- ¿Y le has dicho eso a Camila?
- Pues no... Hoy está sensible, y no quiero que mis problemas le
líen más la mente.
- A mí me parece que la que se está liando mentalmente eres
tú, ¿Camila es tu novia, no?
- Sí...
- Pues entonces deberías confiar en ella, como ella lo hace, y
deberías decirle lo que realmente sucede.
La cirujana frunció el ceño para luego ver la hora en su móvil.
- Voy almorzar, espero que Camila me responda. – Se levantó
apuntando la pantalla de su móvil.
Cuando se fue acercando a la cafetería vio cómo Camila también se
acercaba, tenía un semblante triste, por lo cual al estar más próximas ella intentó
tomarle de la muñeca.
- Lauren, aquí no... - Dijo la chica sin pensarlo.
- Camila, ¿Podemos hablar lo de hoy en la mañana?
- Tengo hambre, vamos coger una mesa antes de que nos
quedemos sin comida.
La cirujana rodó los ojos, pero luego de pedir la comida, se sentaron
las dos solas en una pequeña mesa de la cafetería.
- Quiero ir contigo... Es sólo que... No sé qué decir en éstos
casos, no sé cómo interactuar, y me da miedo cagarla, quiero conocer a tu madre, a
tu hermana, pero no sé qué decir... - Dijo la ojiverde con un poco de vergüenza.
Lauren pudo captar como las expresiones del rostro de Camila volvían
a calmarse y darle una pequeña sonrisa.
- Debes decirme ésas cosas... Si no, pensaré que simplemente
no quieres acompañarme.
- Lo sé, disculpa, créeme que lo único que deseo ahora mismo
es abrazarte y besarte.
Camila rió a lo bajo mientras se ruborizada.
- El Dr. Hamilton estará allí, ¿No? – Preguntó curiosa Lauren.
- Sí...
- Pensé que no querías que nadie supiera...
- Lo sé, pero estoy segura que él no le dirá a nadie, y te
considera una excelente cirujana sobre todo, no deberían cambiar las cosas.
...
Camila observaba como Lauren volvía a arreglarse el último botón de
su camisa celeste en el cuello, para luego volver a sacarlo, indecisa de qué modo
quedaba mejor.
- Me vas a dejar nerviosa, se ve mejor cerrado. – Dijo la morena
sin desviar la mirada del camino.
- Perdona, es que nunca he conocido a la familia de la única
novia que he tenido. – Hizo una mueca graciosa.
- Tranquila, sólo no menciones las relaciones sexuales pre
matrimoniales. – Mencionó casi casualmente la morena.
Estalló en una carcajada al ver cómo Lauren se ruborizaba y abría los
ojos lo más que podía, para luego sentir un nudo en la garganta... No era quizás la
mejor situación para que Lauren conociera a su familia, aquel día, extrañaba a su
padre, no importaba cuántos días, meses o años pasaran, seguía deseando sus
abrazos, sus risas, su cariño.
No lo notó pero las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, no
fue un llanto sonoro, estaba llorando pero sólo las lágrimas fueron las que la alertaron
a ella misma y a Lauren.
- Ey, ey, calma. – Dijo Lauren asegurando su mano izquierda
que estaba en el cambio del coche.
- Lo siento, es que lo extraño tanto. – Dijo respirando
fuertemente.
- ¿Falta mucho para llegar, quieres que maneje yo?
- No, ya estamos por llegar.
Continuaron el camino en silencio, hasta llegar a la casa, donde ya en
la puerta estaba su madre esperándolas.
...
- ¡Por Dios, pero mira los ojos que tiene! – Dijo la mujer
apuntando a sus ojos.
- Mamá, no me dejes en vergüenza por favor. – Reclamó
Camila.
Hizo el mejor intento de sonrisa que se le ocurrió, la madre de Camila
parecía saber que ella era la novia de su hija, por lo cual la había recibido con una
gran sonrisa y ahora hablaban tranquilamente en el salón de la casa.
- Tu hermana debería estar casi por llegar, pero está
emocionada de poder verte. – Objetivó la mujer sin poder despegar los ojos de la
novia de su hija. – Asi que, ¿Cirujana?
- Cardiovascular. – Sonrió apenada la ojiverde.
- Hija, definitivamente debes casarte con ella.
Lauren observó cómo Camila sofocaba una risa en una de sus manos,
mientras ella no sabía que responder, estaba ruborizada, y el sonido de la puerta
abriéndose le salvó.
- ¡Hermana! – Sofía se acercó abrazar a su hermana.
Vió entrar a la que supuso era Sofía, y al Dr. Hamilton. Sofía y Camila
se fundieron en un abrazo casi cayendo al sofá del salón, Lauren percató el brillo que
tenía la mirada la madre de las hermanas, y ella sonrió sinceramente al poder
presenciar todo aquello.
- Sofía, ella es Lauren, mi novia.
La cirujana extendió una mano para saludar, pero recibió un abrazo
como respuesta.
- Un gusto... Camila, ¡Sus ojos! – Dijo la menor.
Bueno, parecía que las 3 mujeres de la familia habían notado el
peculiar color de sus ojos, lo cual le hizo reír.

Iba ser una noche interesante, pero al ver cómo Camila no dejaba de
mirarle y sonreír, supo que nada podría ir mal.

---
Y como siempre, gracias a todos los que seguid la historia :)!
Capítulo 20.

Noche buena sería en 2 días, y ella volvía a revisar la distribución de


turnos y guardias que le tocaban para diciembre, no habían tenido suerte, a la
cirujana le tocaba guardia para noche buena y a la cardióloga le tocaba guardia para
noche vieja.
- ¿Pasarás la noche buena con Andrew? – Preguntó Lauren
acomodándose en la silla frente al ordenador mientras terminaba un protocolo de
fístula arteriovenosa.
- Sí, ya sabes, Andrew no es de Chicago, y como tú estarás de
guardia, lo he invitado a cenar en nuestro piso. – Sonrió el rubio.
- Que envidia, a Camila y a mí nos ha tocado guardia separadas
para las fiestas. – Hizo un pequeño puchero.
- Algo se les ocurrirá. – Finalizó la conversación con un amago
de sonrisa.
Había pasado un poco más de 1 mes desde que llevaba una relación
seria con la morena, y si bien ambas sabían que cada una tenía su piso la mayoría de
las veces terminaban juntas en el piso de la cardióloga, lo cual le gustaba más de lo
que podía admitir, al final, la relación en términos serios no había sido tan complica
como ella lo había pensado, a veces, incluso, iban juntas a cenar donde la familia de
Camila, o salían en plan doble cita junto a su primo y al pelinegro neurocirujano.
Su móvil se removió en el bolsillo, un mensaje, su sonrisa se dibujó
rápidamente.
- "Me he olvidado decirte que nos hemos quedado sin café y
varias cosas, ¿Puedes hacer una pequeña compra y luego vas a mi piso? :)
- "Claro, nos vemos allá a la noche, te extraño, besos cariño ;) "
Volvió a fruncir el ceño, se sentía una niña pequeña, ella quería pasar
noche buena con su chica, quería tener una cena, reír mirando las luces de la ciudad,
la decoración navideña, sentir su cuerpo sobre el de ella, su risa, todo, pero el destino
había sido caprichoso.
...
- Necesito que me ayudes, no sé qué regalarle a Lauren para la
navidad. – Mencionó la morena mordiéndose el labio inferior mirando a su amiga.
- Ay Camila, la que la conoces eres tú... - Dijo Ally sin despegar
sus ojos del folio que escribía.
- Venga, pero dame ideas... - Rodó los ojos.
- Mmm... Ropa, libros, joyas... Ay no sé, no sé. – Dijo Ally un
poco ofuscada.
- ¿No sabes o simplemente no quieres que esté con Lauren? –
Preguntó curiosa la cardióloga.
- No, no es eso... Amiga, es sólo que hacía mucho que no te
veía afectada por una chica, y vamos, me da un poco de miedo lo que pueda pasar. –
Hizo una mueca la pediatra.
Camila pestañó rápidamente nerviosa, no podía negarlo, a ella
también a veces le daba miedo lo que pudiera pasar luego de que su relación con la
cardiovascular pudiera terminar, se estaba acostumbrando mucho a tener a Lauren
en su vida, no podía dejar de pensar en ella, en buscar sus ojos esmeraldas, en amar
despertar con ella, o la forma en que Lauren cuidaba de ella sin palabras... No, no
podía dejar que el miedo volviera a ponerse entre ellas, no valía la pena temerle a un
futuro, debían poner sus fuerzas en el presente, día a día.
- No te preocupes Ally, las cosas han cambiado, y espero sólo
disfrutar el día a día junto a ella. – Objetivó la cardióloga.
Ally le acarició una de las mejillas, y le sonrió sinceramente.

- Veo que estás muy enamorada chica. – Dijo rompiendo el momento tenso.
La sonrisa de la más alta se agrandó, pero no hubo respuesta verbal,
sólo le dejó un beso en la mejilla a su amiga y salió del lugar.
...
Golpeó esperando que la cardióloga abriera la puerta del piso, y desde
afuera se podía oír los acordes y voz de Ed Sheeran. Sonrió mientras volvía a
observar la compra que Camila le había pedido hacer.
- Ey, aquí estás. – Le sonrió Camila tras la puerta abierta.
Entró sonriendo y dejándole un par de besos en los labios a su novia.
- Mientras venía en el coche me he acordado que no tenía
llaves, pero estaba segura que ya habrías llegado del trabajo. – Dijo alegremente la
ojiverde.
Lauren observó cómo Camila arrugaba un poco la nariz, lo que le
pareció tierno y sólo le dejó otro beso más en los labios.
- ¿Qué tal tu día cariño? – Sonrió Lauren dejando su mano libre
acariciar los cabellos de la morena.
...
- Es una lástima que Lauren no haya podido venir. – Mencionó
su madre terminando de colocar las cosas en la mesa para la cena de noche buena.
- Sí, le ha tocado guardia, pero mandó muchos saludos, y me ha
dicho que ya les hará llegar los regalos de navidad. – Dijo sonriendo para cerrar la
frase.
Vio a su hermana sonreír y acercarse a ella, para luego darle un
pequeño abrazo.
- Siempre es genial tenerte en casa hermana. – Objetivó Sofía.
- Y a mí me encanta poder pasar con ustedes las fiestas, aunque
para noche vieja estaré de guardia.
Camila observó cómo el Dr. Hamilton entraba al comedor, llevaba una
vestimenta casi casual, mientras se quitaba los lentes ópticos.
- ¿Empezamos la cena? – Dijo el hombre sonriendo.
Se sentó junto a su madre, aunque quiso mantener su mente allí, se
preguntó qué estaría haciendo la cirujana, esperaba que urgencias no estuviera tan al
borde aquella noche, esperó que Lauren lograra cenar algo, y que no estuviera
pasando frío. Sonrió levemente, quizás sería bueno llamarla luego de cenar.
...
- Lo siento mucho. – Terminó la frase la cirujana.
Observó cómo el hombre se llevaba las manos al rostro para ocultar
su llanto, aquel era el esposo del paciente que habían intentado reanimar cuando
hace unos minutos había llegado luego de haber sido herido con un arma en un
asalto.
- Puede pasar a verlo, puede tener todo el tiempo que necesite.
El hombre asintió en silencio entrando al box, ella observó apoyada en
el marco de la puerta, pero luego decidió dejarlos solos.
Nunca fue fácil, y menos cuando eran fechas así, siempre le había
costado saber cuándo dejar de reanimar a sus pacientes, era una decisión complicada
para cualquiera, pero aunque ella no quería dejarlo en evidencia, aquello siempre
solía dejarle un sabor amargo, era profesional, pero también una persona.
Apoyó su espalda en el asiento, y respiró hondamente, eran casi la
medianoche, por lo cual pensó que llamar a la cardióloga sería inoportuno, sabía que
estaba en la casa de su familia, y no quería romper el momento, la extrañaba, incluso
los pequeños detalles, el brillo de sus ojos, el lunar que tenía en el cuello, el modo
que reía simulando un enojo cuando ella le hacía cosquillas, el cabello desordenado al
despertar. Suspiró, quería más, más, más de Camila, más de ambas, se estaba
enamorando, realmente.
- ¿No pensaste en llamar? – Dijo la voz a su espalda.
Giró sobre su asiento y sonrió ampliamente, no podía creerlo, ahí
estaba su chica, con un hermoso abrigo color rojo oscuro, pantalones negros y una
camisa blanca, con un pequeño regalo en las manos y el bolso colgando en uno de
sus codos.
- ¡Ey! ¡Qué haces aquí cariño! – Se levantó feliz y rápidamente
envolvió a la cardióloga en un abrazo.
- No iba a dejar a mi novia sola en navidad. – Dijo riendo y
ocultando su rostro en el pecho de la cirujana.
- Ahora todos sabrán que te mueres por mis besos. – Susurró
Lauren.
- Oh, siempre podemos negarlo.
Lauren no aflojó el abrazo mientras negaba tiernamente con la
cabeza, no le importaba, pero tenía que respetar la decisión de su novia, de todos
modos, estaba segura que la última preocupación de las enfermeras y médicos que
rondaban por urgencias era el cotilleo, era noche buena, nadie sospecharía de un
abrazo y un regalo.
- Me he dejado tu regalo en mi piso, pero cuando termine aquí
puedo ir a buscarte y nos vamos para allá. – Mencionó Lauren mientras volvía a su
asiento y acercaba otro para Camila.
- No te preocupes, he traído el tuyo porque no podía
aguantarme. – Picó la morena.
Sonrió mirando como Camila le sacaba la lengua de forma muy
infantil, observó el reloj de la pared y vio que ya era más de media noche.
- Feliz navidad cariño. – Le dijo acariciando una de las mejillas
heladas de Camila.
- Feliz navidad.
Sintió un leve beso en la palma de su mano que aun descansaba sobre
la mejilla de la morena.
- Venga, abre tu regalo.
Camila dejó el pequeño regalo en su regazo, lo cual le hizo reír, no
sabía que esperar, pero si era un detalle de la cardióloga ya le hacía sonreír y sentirse
especial.
Abrió cuidadosamente el envoltorio, observando cómo entre varios
papeles se encontraba una llave con un llavero en forma de corazón con un rojo
bastante chillón.
Observó el objeto con detención y luego dirigió su mirada hacia su
novia.
- El otro día te preocupaste por no tener cómo entrar mi piso
para dejar la compra... Y he pensado, que quería que tuvieras una copia, así no
tienes que preocuparte por no tener cómo entrar o cerrar...
- Yo... Gracias, de verdad, me alegro que me quieras más
tiempo ahí. – Dijo sinceramente.
- Y yo te quiero ahí también. – Le respondió agregando una
sonrisa.
- ¿Y el llavero? – Lo apuntó volviendo a reír levemente.
- Bueno, eres cirujana cardiovascular, ¿No? ... Y yo cardióloga,
creo que algo tenemos con los corazones. – Dijo haciendo un gesto involuntario con
ambos manos.
- Pues, si me preguntaran, yo creo que el corazón que más
quiero guardar entre mis manos es el tuyo.
Pudo ver cómo el brillo de los ojos de Camila se volvía más intenso,
parecía que iba a llorar, se asustó, pero luego vió cómo la sonrisa de su chica no
podía ser más grande.
- No sabes lo tierna y romántica que puedes llegar a ser. –
Camila le tomó una mano y entrelazó sus dedos.
- Sigo enfadada porque no me has llevado a patinar en el hielo.
- Reclamó la cirujana.

----
Ey, disculpad, como siempre haha, la demora, y muchas gracias para
todos los que seguid la historia :)!
Capítulo 21.

- Oh, no me digas que le harás la misma sorpresa a Camila,


eres tan predecible. – Dijo Chris acomodándose la corbata gris mirándose en el
espejo del pasillo de entrada del piso.
- ¿Qué más puedo hacer? Ella está de guardia, no es que pueda
llevarle un vestido, secuestrarla, llevar una botella de champán y terminar cenando
en un lujoso restaurant.
Su primo rió rodando los ojos, él sí había tenido suerte aquella noche,
Andrew y el habían librado ambas noches, por lo cual hoy también saldrían a cenar y
luego bailar por ahí celebrando el año nuevo.
- Recuerda que siempre pueden tener sexo ardiente en alguna
de los despachos de la planta de urgencia. – Dijo riendo entre dientes el rubio.
Golpeó levemente el hombro de su primo, si bien la idea era
tentadora, no podían arriesgarse, Camila había sido clara, no quería que nadie aun lo
supiera ahí en el hospital, incluso Lauren se sorprendía cómo el Dr. Hamilton había
accedido a no mencionar el parentesco que tenían entre ellos ya con varios años.
- Cuídate, te llamaré luego. – Se despidió de Chris.
Se acomodó el sofá mientras veía a Chris abandonar el piso, sacó su
móvil y revisó su correo, ahí estaba, otra vez, como todos los años, un correo de sus
padres deseándole un gran nuevo año, frunció el ceño, si sólo su madre la llamara
directamente todo sería distinto, pero bueno, había sido así por años, por qué tendría
que cambiar ahora.
Recuerdos se agolparon en su mente, podía verse a ella misma de 6 ó
7 años, sus padres solían dar grandes cenas y fiestas en casa para la víspera de año
nuevo, ella lo odiaba, odiaba todos aquellos extraños hablando fuerte, bebiendo,
riendo, y ella casi siempre era la única menor de todos ahí, su madre solía
reprenderla por la forma en que llevaba sus vestidos, o que no quisiera comerse todo,
o que preguntara cuánto faltaba, o cómo interrumpía la charla de sus padres para
pedirles ir a dormir... Una sensación algo amarga se alojó en su garganta, no quería
recordar ésas cosas ahora, no podía dejar sus fantasmas salir a dar una vuelta, debía
alejar todo éso, y disfrutar que ahora se estaba dando una nueva oportunidad para
darle significado a la palabra compañía, amor, cuidado y más.
...
- Entonces le he dicho a Troy que primero esperaba un anillo de
compromiso y luego habláramos de tener hijos. – Objetivó Ally señalando sus dedos.
- Bueno, al parecer sí van muy enserio. – Rodó los ojos la
cardióloga.
- Lo sé, pero seguro nos la pasamos mejor en la despedida de
soltera.
Ambas rieron, el turno iba más ligero de lo que imaginaron para ser
noche vieja, lo cual era bueno, si bien Camila ya llevaba un par de años
acostumbrándose a aquellos turnos no logró de rondar los recuerdos de estar a la
mesa cenando con su familia, o incluso la idea de poder estar con Lauren... Ése año
no les fue bien con el azar, quizás el próximo sería mejor... El próximo, y los otros, y
otros... Una sonrisa se instaló en su rostro mientras veía como Ally le hacía una señal
para salir hablar con su móvil.
Cuando se levantó del asiento girando su cuerpo vió cómo Lauren
estaba ahí con las mejillas sonrojadas, seguramente por el frío que hacía afuera, la
alegría rebotó dentro de ella.
- ¡Te lo tenías planeado! – Dijo la morena acercándose.
Se dieron un abrazo en el cual Camila escondió su rostro en el cuello
de la cirujana, estaba helada, por lo cual dio un respingo haciendo reír a Lauren.
- Te he traído la cena. – Mencionó Lauren.
La cirujana le señaló lo que había dentro de una de las bolsas que
traía, comida china y en la otra, unas velas y unas copas.

- No he podido traer champagne al trabajo cariño, pero seguro que con un poco
de zumo nos apañamos. – Dijo la ojiverde sonriendo.
Camila se la quiso comer a besos ahí mismo, se mordió la lengua para
aguantarse las ganas, y como respuesta le tomó de la muñeca y dejó sus delgados
dedos acariciar la piel nívea de la cirujana.
- Le diré a Ally que me tomaré 1 hora para cenar contigo, así
luego ella podrá cenar también.
Lauren afirmó con la cabeza y ambas se quedaron hablando hasta que
la pediatra volvió al lugar.
- Ey Lauren, buenas noches. – Saludó Ally.
- Buenas noches Ally.
- Ally, Lauren me ha traído la cena de noche vieja, ¿Te molesta
que nos tomemos 1 hora para cenar, y luego ya vas tú?
- Claro chicas, id, te llamaré si te necesitamos aquí, 1 hora, que
a mí también me da hambre.
...
- Me estaba muriendo de hambre. – Dijo Camila cerrando los
ojos saboreando la comida.
- Prometo llevarte a cenar a un lugar más sofisticado la próxima
vez. – Mencionó Lauren también disfrutando la comida.
La ojiverde pudo observar como Camila negó suavemente con la
cabeza mientras seguía comiendo y bebiendo en la copa un poco de zumo de
manzana.
- Con esto me sobra y me basta. – Señaló la cardióloga con una
mano la cena.
- Para mí también, gracias, hace mucho que no pasaba una
noche vieja tan bien acompañada. – Sonrió la cirujana.
Luego de terminar de comer la ojiverde observó la hora en su móvil,
aun les quedaban 30 minutos para compartir, aunque aún fueran casi las 22.15, no
podía quedarse más e interrumpir el trabajo de Camila, pero sonrió al sentir que su
chica se sentaba sobre ella a horcajadas en aquel sofá de la sala de descanso del
personal.
- ¿Sabes que alguien podría entrar y vernos así? – Alzó las cejas
Lauren.
- Lo sé, pero, es que llevo muchas horas sin besarte.
La cercanía de sus rostros fue la cual hizo que su cerebro dejara de
procesar palabras y sólo pudiera cerrar aquella distancia, su boca en la boca de
Camila, sus manos en la cintura de la morena, y las manos de la cardióloga entre sus
cabellos.
- Lo digo enserio cariño, nos pueden... - Fue interrumpida por
Camila.
- He cerrado con seguro. – Dijo Camila sonriendo pícaramente.
- Oh... - Se hizo la sorprendida.
No hubo más palabras, Lauren hizo una maniobra y todo su cuerpo ya
estaba sobre el de Camila, la cual gimió frente al cambio de actitud de la cirujana.
Los labios de la cirujana comenzaron a dibujar senderos de besos y
leves mordidas por el cuello de la morena, podía sentir cómo temblaba bajo su
cuerpo, y con una de sus manos atrapó uno de los pechos de la chica. Escuchó cómo
suspiraba, por lo cual volvió a dirigir su boca a la boca de ella, apretando su agarre.
Besó más fuerte la boca de Camila, y con sus manos se quitó ella
misma el jersey que traía, para quedar sólo en sujetador frente la mirada intensa de
su novia que imitó la misma acción, ambas volvieron a caer al sofá, donde las manos
de la cirujana liberaron a la morena de sus tenis deportivos, el pantalón del uniforme
y el sujetador.
Dejó caer su peso sobre ella, escuchando un gran gemido salir de la
boca de su chica, y un gemido salió de su boca al sentir cómo una de las manos de
Camila entraba en sus bragas.
- Me encanta lograr hacer esto. – Camila se refirió a la humedad
de Lauren entre sus dedos.
- Shhh. – La calló con un beso.
Cuando luego de una cantidad de besos incontable, gemidos y toques
ambas llegaron al orgasmo con los cuerpos agitados y las mejillas rojas.
- No me lo puedo creer. – Ahogó un pequeño grito la cardióloga.
- ¿Qué? ¿No te ha gustado? – Dijo abriendo los ojos Lauren.
- Sabes que me ha gustado... Sólo que no me lo creo que nos lo
hemos montado aquí en el hospital. – Dijo riendo escondiendo su rostro en el cuello
de la cirujana.
- Fue tu idea... Venga, debemos vestirnos.
...
- Nos vemos en tu piso. No te diré feliz año hasta entonces – Se
despidió con un puchero la cirujana.
- Prometo que mañana nos quedamos en la cama todo el día y
veremos muchas películas. – Le dio un fugaz beso en la mejilla y vió cómo Lauren
desaparecía por el pasillo.
¿Estaba actuando bien? Se preguntó, no sabía hasta qué punto podría
soportar no besar a Lauren en el trabajo, ni tomarle de la mano, o ir a esperarla salir
de pabellón, o actuar simplemente como una pareja. ¿Estaría bien mezclar las cosas?
No lo sabía, incluso, quizás se estaba liando la cabeza más de lo necesario, ¿Cuál
sería el real problema si todos supieran? Al final, con que sus amigas supieran y
pudieran compartir entre ellas y su pareja todo estaría bien, ¿No?
Parecía que el nuevo año le traía muchas preguntas por responder.

---
Como siempre, muchas gracias a todos los que seguid la historia y
disfrutáis de ella :)
Capítulo 22.

- Tenemos ésta paciente, sexo femenino, 55 años, insuficiencia


mitral post infarto hace 2 años, por lo cual se ha mantenido con una insuficiencia
cardiaca en tratamiento casi adecuadamente, pero ya ha llegado el tiempo para hacer
la cirugía de recambio valvular. – Explicaba Lauren frente al Dr. McHill, cardiólogo, al
Dr. Jones también de cirugía cardiovascular y a Camila.
- Sin embargo Dr. Jauregui, ya sabe que con la Dra. Cabello
estamos preocupados por los exámenes de pre operatorio. – Mencionó el Dr. McHill.
- Lo sé, es por eso que aun la paciente no está en tabla
quirúrgica, pero me temo, que si no actuamos ahora luego podríamos tener más
riesgos, ¿No? – Objetivó la ojiverde.
- ¿Beneficios versus riesgos? – Preguntó Camila.
La cardióloga observó cómo Lauren se acomodaba un poco la bata
frunciendo el ceño.
- Estamos preocupados que por esperar la insuficiencia cardiaca
pueda empeorar, no queremos llegar al punto en que la paciente haga un edema
pulmonar y esté totalmente inestable para entrar a pabellón. – Objetivó Lauren. - De
parte de cardiovascular creemos que lo mejor es correr el beneficio sobre los riesgos.
- No. – Dijo seriamente el Dr. McHill. – La paciente ha sido muy
explícita con nosotros, no se hará cirugía a menos que la cirugía sea segura.
Camila parpadeó sorprendida frente al tono del hombre, él era mucho
mayor que ella, llevaba años en el hospital, siempre había sido un médico correcto,
algo a la antigua, pero siempre respetando sobre todo la opinión de sus pacientes.
- Dr. McHill, aquí es cuestión de tiempo. – Intentó suavizar el
ambiente el Dr. Jones.
- Dra. Cabello. – El hombre se giró hacia ella. - Hará una orden
para nuevos exámenes, y nos volveremos a reunir mañana para evaluar y tomar una
decisión final. – Dijo cerrando el asunto el Dr. McHill.
Todos se levantaron de sus asientos y dejaron la pequeña sala de
reuniones, vaya lunes, eran apenas las 9.00 y estaba segura que el asunto no
abandonaría su cabeza hasta que mañana se tuviera una solución.
- Dra. Cabello, una consulta por favor. – Mencionó Lauren en
tono neutral por la presencia de los otros médicos.
- Por supuesto.
Ambas fueron caminando hasta esperar el elevador.
- ¿Qué opinas? – Preguntó sincera Lauren.
- No lo sé Lauren, sabes que no me gusta mezclar el trabajo con
nosotras. – Dijo algo agobiada.
- Cariño, trabajamos juntas, y cabe a destacar que eres de
cardiología y yo de cardiovascular.
La morena sonrió contrariada, mientras escondía sus manos en ambos
bolsillos de su bata.
- Cuando tenga los resultados del laboratorio te los haré saber.
– Le respondió con un tono suave.
Ambas se miraron con complicidad entrando al elevador, Lauren tenía
una cirugía y Camila mucho papeleo de sus pacientes en el servicio de medicina.
- Buena cirugía cariño, hasta ahora. – Dijo saliendo del
elevador.
Si todo resultaba bien, pensó, quizás luego de éste caso hablaría con
Lauren para poder dejar aquello de andar secretamente juntas en el trabajo, quizás
ambas sí lo podían afrontar de una buena forma, eran profesionales, sabrían
comportarse y no mezclar las cosas.

...
La cirujana se bebía lo poco que quedaba de su café bajando por el
elevador, la cirugía le había dejado más cansada de lo que imaginó, aunque sonrió,
cómo amaba su trabajo, no había mejor sensación que tener un bisturí en la mano y
ver un corazón latiendo en el tórax abierto del paciente.
Había decido conocer a la paciente del caso, al final, si es que iba a
cirugía seguramente la mujer se sentiría más segura al ya conocer a los cirujanos.
Buscó inconsciente si Camila se encontraba por algún lugar, pero no la vio, asi que
luego de deshacerse del vaso de su café entró a la habitación donde estaba la mujer.
- Buenos días, soy la Dra. Lauren Jauregui, ¿Qué tal todo hoy? –
Se acercó un poco a la cama.
- Oh, buenos días, un gusto. – Dijo la mujer dejando el libro que
tenía entre las manos en la cama.
- Soy de cirugía cardiovascular, seguramente el Dr. McHill o la
Dra. Cabello le explicaron que estamos viendo su caso.
- Oh sí, sí. – Dijo un poco nerviosa.
Lauren le sonrió con sinceridad, buscando el folio que se encontraba al
pie de la cama, "Elizabeth Ross". Frunció el ceño, por qué le parecía conocido aquel
nombre, volvió a detallar el rostro de la mujer pero no logró hacer ninguna conexión.
- Bueno, señora Ross, sólo quiero que sepa, que ambos equipos
estamos intentando tomar la mejor decisión y darle la mejor atención. – Dijo
sinceramente.
- Claro, claro. – Sonrió levemente la mujer.
Y lo recordó, Elizabeth Ross, la madre de Alexa Ross, una chica que
estudiaba con ella en el instituto, con la cual no mantuvo el contacto una vez
terminados aquellos años, que extraño, qué haría aquella mujer tan lejos de su
ciudad de origen, pero ahora sí, recordaba cómo vio en algún par de ocasiones a la
mujer.
- ¿Alexa Ross es su hija, no? – Dijo curiosa la cirujana.
- ¡Oh sí! ¿Conoces a Alexa?
- Oh, bueno, algo así, soy de California, su hija estudiaba
conmigo en la secundaria. – Dijo un poco apenada al recordar que nunca fue tan
cercana con Alexa. - ¿Cómo está ella?
- La verdad, no lo sé, hace muchos años que perdimos el
contacto... - Dijo triste. – Larga historia.
Frunció el ceño, pero luego suavizó sus gestos, aquello le recordaba
un poco a su madre y a ella, sin embargo pudo ver la real tristeza en los ojos de
aquella mujer.
- ¿Alexa sabe que usted está enferma?
- No, ella no quiere saber nada de mí.
Alzó las cejas levemente, pero guardó silencio, una alerta se quedó en
su mente, no podía involucrase más, por lo cual dejando el folio nuevamente en la
cama se despidió amablemente de la mujer hasta el otro día.
...
- ¿Qué te tiene preocupada? – Mencionó la morena apoyada en
su cuerpo mirando fijamente los ojos esmeraldas.
- Conozco a la paciente... Bueno, algo así. – Frunció el ceño.
- ¿Cómo? – Dijo sorprendida Camila.
- Bueno, ella es la madre de una chica que estudiaba conmigo
en el instituto, pero al parecer, ellas no tienen contacto hace mucho tiempo, Alexa, su
hija, no tiene idea de que está enferma.
Se removió sobre el cuerpo de su novia, bajo la inmensidad del
edredón, observando con detención las expresiones de Lauren, el brillo de sus ojos, y
sintiendo las manos de ella sobre su cintura.
- ¿Te hace recordar a tu madre? – Preguntó cuidadosamente
Camila.
- Algo así... - Lauren giró su rostro y desconectó las miradas.
- Lo siento. – Lo dijo sinceramente.
- Está todo bien... Vamos a dormir.
Camila sintió los labios de su chica de forma dulce, y ella se acomodó
dejando su rostro en el cuello de la cirujana.
...
- ¿Qué pasó? – Alzó la voz agitada la cirujana entrando
rápidamente a la habitación.
- Ha comenzado a tener extrasistolías ventriculares. – Objetivó
el Dr. McHill.
- Dr. McHill, la paciente se está poniendo inestable, firme y
entraremos inmediatamente a pabellón. – Dijo seriamente Lauren.
- No, no así, deme unas horas y podremos volver a discutir el
asunto. – Dijo el hombre mirándole a los ojos.
- Dr. McHill, la paciente necesita ir a pabellón. – Apretó la
mandíbula.
- Dra. Jauregui, déjenos estabilizar a la paciente, es la mejor
opción para ella. – Enfrentó Camila.
- Llamaré al Dr. Jones. – Espetó Lauren.
La cirujana salió ofuscada de la habitación, mientras por el teléfono
del servicio llamaba a cirugía, algo iba mal, lo podía sentir, estaba segura que las
medidas que había sugerido la cardióloga eran la mejor opción, pero el tiempo se
agotaba.
- Habla la Dra. Jauregui, necesito al Dr. Jones en el servicio de
medicina, ahora mismo. – Habló y cortó.
Cuando se giró pudo observar desde el marco de la puerta cómo
Camila y el Dr. McHill ponían medicamentos y no despegaban la mirada del monitor
cardiaco. Elizabeth Ross aún estaba consciente, agitada, pero consciente.
- Esperen. – Dijo la mujer.
Todos se miraron entre ellos, y Lauren apretó aún más su mandíbula.
- Necesito que recuerden, que tengo una orden de no reanimar,
por favor, necesito que la respeten si algo llega a suceder.

---
En primer lugar, muchas muchas gracias, con el capítulo anterior la
historia llegó al 1K de lecturas, y 100 estrellas... Gracias a todos los que seguid la
historia :) y disculpad siempre la demora.
Capítulo 23.

*ADVERTENCIA: Vuelvo a recordar que ésto es una historia, por ende, todo
comentario o criterio reflejado en los personajes es mera ficción, una vez ésto
aclarado, aquí el capítulo.
--------------------------

- Debemos entrar a pabellón. – Discutió el Dr. Jones frunciendo


el ceño.
- Dr. McHill, firme los papeles. – Objetivó Lauren.
- Vosotros dos, si pensáis que intimidándome a mí y la Dra.
Cabello lograrás salir bien de ésto estáis muy equivocados. – Dijo el hombre con tono
molesto.
- La paciente está demasiado inestable, esperemos unas horas y
lo volveremos hablar, no podemos obviar que la paciente además tiene una orden de
no reanimar. – Finalizó Camila.
Lauren suspiró fuertemente saliendo del lugar dirigiéndose a la
habitación de Elizabeth Ross, cuando entró la encontró dormitando, pero debido al
ruido de su presencia la mujer abrió los ojos sonriendo levemente.
- Sra. Ross ¿Cómo se encuentra?
Habían pasado cerca de 30 minutos desde que había entrado a un
estado inestable, y aun su estado podía caer rápidamente a uno crítico.
- Algo más tranquila. – Dijo la mujer.
- Sra. Ross, disculpe si soy inoportuna, pero, ¿No desearía que
Alexa estuviera al tanto de la situación?
- No, ella no tiene que saberlo, tampoco le ha de importar, aun
así, ni con un vuelo express llegaría aquí pronto.
Lauren se cruzó de brazos al pecho, alerta, no involucrarse más, sin
embargo se acercó aún más a la mujer.
- Debería darse una oportunidad de que ella le perdone y usted
a ella. – Dijo con un tono calmado.
- No, las oportunidades ya se han acabado.
Un par de lágrimas rodaron por más mejillas de la mujer, haciendo
que Lauren se removiera en su lugar, iba hablar más cuando notó la presencia de
Camila en el marco de la puerta.
- Si me permite, volveré en una hora para chequear su estado.
– Se despidió saliendo de la habitación evitando a la cardióloga la cual la siguió por el
pasillo hasta atrapar una de sus muñecas.
- ¡Lauren! ¿Me puedes decir qué te pasa? – Dijo abrumada la
morena.
- Ustedes, están limitando sus opciones. – Espetó la cirujana.
La ojiverde vio la expresión de asombro y enfado en el rostro de su
novia, y sintió que el momento era tan tenso que una simple palabra podría cortar
todo.
- Bajaré en una hora. – Dijo la cirujana.
Se dio media vuelta hacia el elevador.
...
Camila estaba contrariada, por una parte como cardióloga estaba
convencida que la decisión del Dr. McHill había sido la correcta, pero por otro sentía
tristeza del modo en que la cirujana le había hablado pero a la vez preocupación de
cómo Lauren se estaba involucrando en la situación.
- Dra. Cabello la paciente está desaturando. – Avisó la
enfermera rápidamente.
Llegó casi corriendo para encontrar al Dr. McHill mirando el monitor y
colocando una mascarilla de alto flujo de oxígeno en el rostro de Elizabeth Ross.
- ¿Dobutamina? – Mencionó la cardióloga.
- No reanimar Dra. Cabello. – Objetivó el Dr. McHill.

Sus manos temblaron un poco mientras observaba el monitor, la mujer estaba


entrando en un estado crítico, y ellos no podían hacer nada más.
- Iré a buscar en la información si dejó algún número para
avisarle a los familiares. – Dijo el hombre saliendo del cuarto.
Camila asintió sin palabras, mirando como la mujer se agitaba un poco
en la cama. Girando el rostro pudo ver como Lauren salía corriendo desde el elevador
hasta el cuarto.
- ¿Qué ha pasado? – Dijo agitada la ojiverde.
- Ha comenzado a desaturar y ahora está con hipotensión. –
Dijo suavemente la cardióloga.
- ¿Ya le habéis puesto drogas vasoactivas? ¿Dobutamina?
- Es no reanimar Lauren.
La morena pudo ver la turbulencia en los ojos de su novia, la mueca
de dolor en su rostro, y cómo la cirujana apretó los puños.
- ¿Vais a dejar que simplemente muera? – Espetó la ojiverde.
- Lauren, es su voluntad. – Intentó amenizar el tono.
- No, vosotros, les estáis quitando las oportunidades... Os
advertimos, si ayer hubiera entrado a pabellón nada de ésto estaría ocurriendo. – Dijo
cegada por el momento.
Camila sintió ganas de llorar, no podía creer que Lauren estuviera
diciendo aquellas cosas, le había dolido, porque ambas sabían que dentro de todo las
dos se esforzaban para dar lo máximo en sus trabajos. Quiso darle una bofetada en
aquel momento, pero volvió a sentir dolor en su pecho al imaginarse haciendo eso,
jamás, jamás, imaginaría tener ésos pensamientos contra Lauren.
Esquivó la mirada de la cirujana para notar como Elizabeth Ross
entraba en fibrilación ventricular y lo más posible, dentro de los segundos, en un paro
cardiorrespiratorio.
- ¡Código azul! – Gritó Lauren entrando al cuarto, buscando el
carrito de reanimación.
- ¡Lauren, NO! – Camila entró al cuarto dirigiéndose a la
cirujana.
- Suéltame, déjame hacer mi trabajo. – Dijo Lauren tomando
una inyección de adrenalina poniéndola en una de las vías de la paciente.
- Lauren, no, por favor! – Dijo asustada la morena.
Pero Lauren no dijo nada más, encendió el desfibrilador, despejó las
ropas de la paciente, dejando los parches, y cargó el equipo.
- Lauren, no dejaré que hagas una locura. – Gritó desesperada
la cardióloga intentando sujetar a Lauren desde la espalda.
- Dra. Cabello, despeje.
Camila no pudo contra el cuerpo de Lauren, agitándose unos pasos
atrás mientras Lauren colocaba las paletas sobre el cuerpo de Elizabeth Ross para
darle la primera descarga.
Luego todo fue muy confuso, el Dr. McHill entró corriendo al cuarto
para intentar detener a Lauren que ya llevaba 3 descargas de reanimación y ahora
estaba haciendo reanimación manual.
- ¡Doctora Jauregui deténgase ahora mismo! – Gritó el hombre.
Pero Lauren no lo hizo, siguió con la técnica manual de reanimación
mirando el monitor, cuando parecía que se iba a rendir el monitor volvió a marcar
parámetros mínimos, inestables, pero mínimos.
La morena observó cómo Lauren se detuvo, y como los parámetros de
Elizabeth Ross comenzaban a estabilizarse... La reanimación había servido, la mujer
había vuelto.
...
- Dra. Jauregui está consciente que habrá medidas debido a lo
ocurrido. – Dijo la áspera voz de aquel hombre, el jefe del departamento de ética del
hospital.
Afirmó en silencio, mirando a todos los que estaban ahí, el Dr.
Hamilton, el jefe del departamento ética, el Dr. McHill, el Dr. Jones y Camila.
- Desde hoy mismo queda suspendida de realizar cirugías y ver
paciente hasta que el departamento de ética decida su readmisión, sólo podrá tener
sus actividades de investigación y simulación. – Volvió hablar el hombre de la voz
áspera.
Se removió en su asiento y apretó la mandíbula.
- Si la señora Ross no nos pone una denuncia oficial contra la
ley será lo mejor que pueda pasarte Jauregui. – Dijo McHill enojado.
- Vosotros lo habéis provocado. – Dijo enojada Lauren.
- ¡Parad! – Interrumpió Hamilton.
Observó cómo Camila guardaba silencio, y eso le dolía, le dolía porque
la morena no le había dirigido la mirada en ningún momento y joder, ella se estaba
muriendo de tristeza por cómo le había gritado, pero no se arrepentía de haber
reanimado a Elizabeth Ross. Estaba segura que la mujer merecía otra oportunidad.
- Queda totalmente fuera del caso de Elizabeth Ross, ni tampoco
podrá acceder a la información de la paciente, y acercarse a ella durante su
hospitalización. – Sentenció el hombre de ética.
Volvió afirmar en silencio, sin despegar los ojos de aquel hombre, y
sintiendo como Hamilton suspiraba.
- Además, será sometida a evaluación para determinar si está
en condiciones para mantenerse en nuestro hospital.
Frunció el ceño y se removió impaciente en el asiento.
- ¿Qué tipo de evaluación? – Dijo intranquila.
- Psicológica y ética. – Dijo el hombre
- ¿Qué? – Espetó.
- Dra. Jauregui, aquí ambos médicos presentes en el momento
de lo ocurrido han dejado muy en claro que usted no se encontraba en su total
cabales, ni atendió a órdenes de los médicos que sí eran tratantes de la señora Ross.
Su rostro se endureció, se lo esperaba de McHilll... ¿Pero Camila
también? ¿Camila había sugerido que ella no era capaz de hacer su trabajo? Aquello
fue el dolor más fuerte que había sentido en todo el día, con los ojos buscó los de
Camila la cual no levantaba su rostro del suelo.
- Puede retirarse. – Dijo el hombre.

Se levantó de su asiento intentado así llamar la atención de Camila,


pero no la obtuvo, y aquello dolió un poco más, sintió cómo las lágrimas se agolpaban
en sus ojos, pero se giró rápidamente y salió de aquella oficina.

---
Muchas gracias a todos por leed :)!
Capítulo 24.

Camila estaba desesperada, llevaba una semana sin saber de Lauren,


ella no le cogía las llamadas, no contestaba los mensajes, nunca estaba en su piso, y
Chris le había dicho que Lauren iba al piso cuando él no estaba, lo sabía, porque
podía notar como Lauren iba por algo de ropa y luego se marchaba. La cirujana no
había vuelto al hospital, sumando horas ausentes en investigación y simulación, por
lo cual en última instancia se plantó fuera de la oficina del Dr. Hamilton.
- Necesito saber si sabes algo de Lauren. – Dijo con un tono
apagado.
- Camila, lo siento tanto... Lauren está siendo evaluada como se
le dijo, sólo que no dentro del hospital, un psicólogo y el jefe del departamento de
ética están teniendo sesiones con ellas hasta que se pueda volver a reincorporar.
- No he podido verle desde hace una semana, no sé dónde está,
es casi imposible encontrarla.
La morena sintió cómo el hombre le miraba preocupado, sin embargo
no hubo más palabras, ella salió abatida de la oficina y subió a la planta de cirugía
para encontrar a Andrew observando un scanner cerebral en la oficina de
neurocirugía.
- Estoy desesperada Andrew, ¿Chris no te ha dicho nada? –
Preguntó abrumada.
- No, lo siento.
Su amigo se acercó y le abrazó lentamente, Camila tenía un aspecto
de no haber dormido bien, llevaba unas ojeras de días, e incluso los ojos un poco
hinchados.
- Ni siquiera he podido explicarle, ella cree que yo hablé mal,
pero no fue así.
- Camila, sé que es difícil de entender, pero quizás deberías
ponerte un poco en los zapatos de Lauren, no lo sé, el tema con sus padres, el ser
nueva aquí, en sólo tenerte a ti y a Chris... Y bueno, ella se siente traicionada.
- ¡Yo no la he traicionado! Fue ella la que pasó por alto una
orden de no reanimación, somos médicos Andrew, respetamos las decisiones de
nuestros pacientes, sobre todo.
En aquel momento se abrió la puerta y entró Chris con sus ojos fijos
en su móvil, para luego darse cuenta que Camila y Andrew estaban ahí.
- ¿Sabes algo de Lauren? – Dijo la cardióloga.
- Nada... Lo siento. – Hizo una pequeña mueca el rubio.
Se quedaron mirando entre ellos, Camila se despidió en silencio y salió
del lugar aun sintiéndose impotente, necesitaba hablar con la cirujana, pero al
parecer iba ser más difícil de lo que parecía, e incluso, le preocupaba aún más que
Lauren no estuviera cumpliendo con sus horas en el hospital, si la directiva decidía
que ella no podía volver a reintegrarse lo más posible sería que Lauren perdiera su
trabajo en el Hospital General de Chicago, y eso, le daba miedo, porque sabía que a
la cirujana no le faltaban ofertas de trabajo, y no sólo en USA, y no podía soportar
que Lauren decidiera finalmente dejar la ciudad.
...
- Te lo advertí. – Las palabras de Ally salieron con un tono
áspero.
- ¿A qué te refieres? – Dijo limpiándose unas pequeñas
lágrimas.
Ambas estaban en la habitación del piso de Ally, ambas estaban libre
aquel sábado por la noche, y a Camila se le escapaba la vida cada día que seguía
pasando, llevaba 12 días sin saber de Lauren.
- Lauren te hace mal. – Dijo su amiga con un rostro de
preocupación.
- No, no lo hace. – Dijo con un tono firme.

- Lo único que ha hecho desde que te conoció ha sido apartarte de su vida y tú


sigues esperando que ella esté ahí abriéndose contigo.
Camila abandonó la cama, se sentía enfadada, Ally no tenía ni una
mínima idea de cómo era Lauren, de todo lo que ella y su novia habían compartido, y
cómo Lauren pese a todos sus miedos le había entregado días y días de alegría,
cariño y amor.
- No lo hagas. – Dijo firme la cardióloga.
- ¿El qué? – Dijo confundida su amiga.
- Hacerme elegir, somos amigas desde la facultad Ally... Pero
Lauren... Lauren. – No pudo evitar volver a sollozar.
- Camila, sólo llevas unos meses con ella, y mira cómo ha vuelto
hacer lo mismo.
Guardó silencio, su amiga podía estar en lo cierto, pero cuando se
trataba de Lauren nada parecía tener una lógica, ella sabía que la cirujana la volvía a
alejar, y estaba segura que ella no merecía aquella actitud, incluso le desesperaba
recordar cómo había sido más fácil encontrar a Lauren en Nueva York que ahí mismo
en Chicago.
...
Se removió sin querer despertar, el sonido de su móvil parecía
quebrar el silencio de la sala de descanso donde estaba intentando dormir aquel
martes luego de su guardia, cuando abrió los ojos se sintió desorientada sin embargo
cogió el aparato.
- ¡Camila! Hija vamos con tu hermana al hospital, no sabemos
qué le pasa, por favor... - Dijo angustiada la voz de su madre.
- ¡Que! ¿Qué le ha pasado a Sofi? – Dijo asustada levantándose
de la cama.
- No lo sabemos, Charlie ha decido que debemos llevarla al
hospital ¿Aún estás ahí?
- Sí, sí, estaré en urgencias esperándolos.
- Te llamaré.
La llamada se cortó, y el silencio volvió para hacer retumbar los oídos
de la cardióloga, el miedo se apoderó de su pecho, qué ocurría, pestañó rápidamente
mientras se colocaba su bata blanca, buscando que tuviera todo en sus bolsillos para
bajar rápidamente a urgencias.
No había ninguno de sus amigos de turno, estaba angustiada, su
madre no había dado mucha información, quizás era una gripe mal cuidada, quizás
Sofía estaba con un dolor de cabeza, simplemente no lo podía saber.
Se movía de un lado a otro mientras esperaba en la entrada de las
ambulancias hasta que vio el coche del Dr. Hamilton, quedándose sin aliento.
- ¡Camila, diles que traigan una camilla! – Dijo el hombre por la
ventanilla del auto y saliendo de éste.
La cardióloga se giró para ver cómo un par de enfermeros ya estaban
con una camilla, sus ojos se agolparon de lágrimas al ver cómo el Dr. Hamilton
sacaba en brazos a su hermana del auto, estaba agitada, ahogada, y sin fuerzas.
- ¿Mamá qué ha pasado? – El miedo se apoderó de ella.
- No lo sé hija, Sofía ha comenzado a sentir ahogada desde la
cena, pero le quitó la importancia, y ahora durante la noche ya no ha podido respirar
bien y le duele el pecho.
Mientras los enfermeros entraban con Sofía en camilla y ella junto al
Dr. Hamilton iban por el pasillo hasta llegar a uno de los box de urgencias miles de
pensamientos se cruzaron por su mente.
- Necesito una Rx de tórax, un electrocardiograma, hemograma,
dimero D, examen de orina y una analítica completa. – Dijo la cardióloga poniéndose
los guantes y sacando su fonendoscopio de unos de sus bolsillos.
- Camila, no puedes estar aquí, eres familiar directo de Sofía...
Deja que yo me encargue. – Dijo el Dr. Hamilton.
- ¡No! La residente de cardiología soy yo, no hay tiempo para
llamar al Dr. McHill o alguien más de cardiología. – Dijo nerviosa.
- Necesito todos los exámenes pedidos por la Dra. Cabello,
rápido. – Dijo el hombre hablándole a las enfermeras.
Camila se apartó del hombre y se acercó a su hermana que aún seguía
despierta.
- Ey, ey, ¿Qué ha pasado? – Dijo con un tono esperando sonar
tranquilo.
- Me he comenzado a ahogar, no... No ... No puedo respirar
bien. – Intentó decir Sofía.
Entonces lo recordó, su padre, el diagnostico, y cómo habían ocurrido
aquella noche hacía ya más de 5 años... Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero apartó
el rostro para que su hermana no lo notara, no podía asustarla, no más de lo que la
adolescente ya estaba.
- Necesito hacerle un ecocardiograma urgente. – Le mencionó al
Dr. Hamilton.
- Camila, el Dr. McHill ya viene en camino, por favor,
intentemos que Sofía siga estable, tranquila, y ya veremos las pruebas.
Tapó su rostro con ambas manos, temblando de pies a cabezas, temió
lo peor, y saltando el gran muro del miedo miró al Dr. Hamilton y su boca mencionó
aquellas palabras.
- Insuficiencia cardiaca aguda por cardiomiopatía dilatada.
Pudo ver cómo la expresión del Dr. Hamilton se volvía sombría, él
sabía la historia, aun se estaban precipitando, pero la morena sabía que la
probabilidad del diagnóstico era altísima.
- McHill estará aquí en unos minutos, harás el ecocardiograma
con él si así lo deseas.
Afirmó en silencio, limpiándose las lágrimas y saliendo del box para
poder respirar.
...
Cuando llegó McHill el hombre tocándole el hombro le hizo entrar con
ella para hacer el ecocardio. Sofía estaba dormitando, con una mascarilla de alto flujo
de oxígeno en la cara y un monitor cardiaco continuo.
- Dra. Cabello, ¿Su hermana nunca había tenido síntomas
anteriormente?
- No, no que ella lo haya mencionado.
Ambos encendieron el equipo y pasaron casi diez minutos observando
lo que se veía a la ecografía, el Dr. McHill en silencio anotó algunos datos en el folio y
luego de terminar el procedimiento miró a Camila a los ojos.
- Bueno, los otros exámenes han descartado los diagnósticos
diferenciales, y teniendo el antecedente de lo que pasó con vuestro padre... Sofía
tiene una insuficiencia aguda por cardiomiopatía dilatada.
Las lágrimas se agolparon en sus ojos, sólo esperaba que Sofía tuviera
más tiempo del que había tenido su padre.
- Debemos activar el protocolo de trasplante cardiaco, poner a
Sofía en lista de prioridad y esperar que todo salga bien. – Objetivó el Dr. McHill.
Camila no supo qué responder pero sintió cómo el Dr. Hamilton se
acercaba donde ambos.
- Desde ahora está activado, sólo debo hacer una llamada a
cardiovascular.
La morena sintió todo su cuerpo tensarse, sus ojos se abrieron
mirando con asombro al hombre.
- La Dra. Jauregui es la encargada del protocolo de trasplante
cardiaco en el hospital. – Objetivó el hombre.

---
Hola, como siempre, gracias a todos los que seguid la historia :) !
Capítulo 25.

El sonido del monitor cardiaco que registraba los latidos de su


hermana era el único sonido en aquella habitación, Sofía estaba estable, esperando
un corazón para salir de la crítica situación. Camila sentía cómo sus ojos se cerraban
involuntariamente de vez en cuando, había pasado toda la noche al lado de su
hermana, incluso observando cómo las luces del amanecer se habían colado entre las
persianas.
Aun se sentía perdida, todo había sido muy repentino, y quería sólo
concentrarse en que las cosas saldrían bien... Y tenía miedo de que Lauren no
apareciera, porque seguramente el departamento de ética tendría que aprobar
rápidamente su reintegración al hospital, aunque podría afirmar que el Dr. Hamilton
ya se habría preocupado de éso durante la noche, o ahora a primera hora de la
mañana.
La morena sonrió con un sabor amargo, ella había leído todos los
artículos de internet sobre su novia, una carrera en cirugía cardiovascular impecable,
casi impresionante para la edad de ella, y sabía que Lauren había operado una gran
cantidad de trasplantes cuando vivió en Londres, confiaba completamente en sus
habilidades, eso no era lo que le preocupaba... Lo que le preocupaba era volver a
verla, y saber que la ojiverde aún pensaba que ella la había traicionado frente a sus
superiores.
En algún momento sus ojos se cerraron, y el ruido de alguien entrando
a la habitación la sobresaltó. Sus ojos se abrieron totalmente al ver cómo Lauren se
colocaba a los pies de la cama de su hermana.
- Lauren... - Dijo casi susurrando.
Pero ella no le respondió, podía ver el dolor en sus ojos, pudo notar
cómo los rasgos del rostro de la cirujana estaban más marcados, había perdido peso,
lo podía notar, sin embargo pudo notar cómo Lauren le quitaba la mirada.
- Necesito que vuelvan a pedirle todos los exámenes para hoy, y
no olvides las pruebas de coagulación para poder entrar a pabellón. – Dijo en tono
neutro la ojiverde.
Afirmó en silencio, quiso sonreír al recordar lo de las pruebas de
coagulación, como el día en que se habían conocido, pero no lo hizo, notando la
frialdad de las palabras de su novia.
- Mi equipo se encargará que todo salga bien. – Mencionó
Lauren acercándose a auscultar el corazón de Sofía quien seguía durmiendo por el
efecto de los medicamentos.
- Lo sé...
- Todo pareciera indicar que de llegar pronto el corazón ella se
recuperará rápidamente.
Los ojos marrones observaron cómo Lauren guardaba su
fonendoscopio en uno de los bolsillos de la bata y se giraba para salir de la
habitación.
- Lauren yo... - Interrumpió Camila.
- No, Camila, por favor. – Negó con la cabeza la cirujana.
- Déjame explicarte lo que pasó... - Se acercó hacia ella.
- No ahora, necesito estar concentrada en la cirugía de tu
hermana... Y tú estar tranquila esperando lo mejor, y estar con tu familia. – Quitó la
mirada.
Lauren se giró sobre sus pies, pero el sollozo de la morena la detuvo
volviendo a girarse.
- Lo que yo necesito es que me des un abrazo, por favor. – Dijo casi
susurrando la cardióloga.
Y sintió como los brazos de su novia la envolvían, en silencio, Lauren
apoyó su mentón sobre los cabellos de la morena, y la cardióloga lloró, lloró
amargamente por lo que el destino hacía con su familia, lloró por miedo de perder a
su hermana, lloró, pero se sentía segura entre los brazos de la cirujana, quien no la
soltó durante todos aquellos minutos.

...
- Camila, necesitas irte a tu piso y dormir un poco. – Dijo
preocupado Andrew hablando con ella fuera de la habitación donde estaba
hospitalizada Sofía.
- No, no puedo, en cualquier momento puede surgir la cirugía y
necesito estar aquí.
Su amigo apretó la mandíbula pero le regaló una pequeña sonrisa.
- Chris me ha dicho que Lauren también se quedará aquí en la
sala de descanso de cirugía, ya tiene todo listo, el departamento de ética ya ha dado
el pase para que Lauren vuelva a poder operar y tener pacientes.
Quería sonreír totalmente, pero recordó cómo luego de aquel abrazo
Lauren no le había dicho nada y se había retirado en silencio dejándola en la
habitación en la cual luego entró su madre.
- No tenéis que solucionar las cosas ahora, créeme, será mejor
que lo hablen luego de todo esto. – El neurocirujano le dejó un pequeño apretón en
uno de sus hombros.
La morena apoyó su cuerpo sobre el hombro del pelinegro, quien le
volvió a sonreír.
- Déjame las llaves y te traeré algo de ropa, pero debes dormir,
por favor.
Sacó las llaves de su bolso y sintió cómo las lágrimas volvían a sus
ojos cuando miró detalladamente las llaves recordando el llavero que le había
regalado a la cirujana, extrañaba a Lauren, la necesitaba ahí, hablándole, calmándola,
besándola, pero no quería liar más las cosas.
...
- Dra. Cabello, despierte, tenemos buenas noticias. – Escuchó la
voz de alguien despertándola en la sala de descanso en la planta de medicina.
- ¿Qué? – Dijo levantándose rápidamente.
- Han encontrado un corazón para su hermana. – Le sonrió la
enfermera.
Se levantó saliendo rápidamente del lugar mientras se arreglaba el
peinado y la bata, no esperó el elevador y subió corriendo hasta la habitación de
Sofía. Cuando llegó pudo ver por el marco de la habitación cómo Lauren hablaba con
Sofía la cual le miraba y sonreía levemente.
- ¡Camila! – Dijo su hermana llamándola para acercarse.
- Ey pequeña, ¿Sabes que todo va salir bien, cierto? – Mencionó
dejándole un beso en la frente.
- Estoy muy nerviosa. – Dijo casi llorando.
- Sofi, calma, no sentirás nada, y te cuidaremos mucho, ¿Vale?
– Lauren llamó la atención de la adolescente.
- Lo sé... Kaki, por favor, dime que estarán cuando despierte. –
Dijo finalmente llorando Sofía.
- Lo estaremos pequeña, lo estaremos. – Dijo la cardióloga
limpiando las lágrimas de su hermana.
- Te llevarán al pabellón, estaré ahí luego, tengo que hablar con
tu madre y tu hermana, ¿Vale?
Camila observó cómo los enfermeros se llevaron la camilla y los
monitores junto a Sofía hacia la zona de pabellón, mientras la madre de ella se
despedía de su hermana con lágrimas y besos.
- Todo saldrá bien. – Las palabras de Lauren la devolvieron a la
realidad.
La respuesta fue un abrazo, el cual Lauren correspondió sin
problemas, ella suspiró fuertemente para evitar el llanto y Lauren le acarició una de
sus mejillas.
- Nos vemos en unas horas. – Susurró la cirujana.
Vió como Lauren salía de la habitación y luego de hablar unos
momentos con la madre de las chicas volvía a desaparecer entrando a la zona de
pabellón.
...
Lauren observó la última sutura en el pecho de Sofía para luego fijar
su mirada el monitor esperando que el Anestesista le confirmara que todo iba bien,
cuando vió el gesto positivo del hombre se alejó finalmente y sonrió tras la mascarilla
quirúrgica.
- Felicitaciones equipo, muchas gracias a todos. – Dijo
finalmente saliendo del pabellón.
Dio un largo suspiro y mientras se quitaba la mascarilla y el gorro
sonrió cansada, le había tomado totalmente de sorpresa la situación, hacía unos días
estaba suspendida y ahora había logrado una cirugía exitosa, que significaba mucho
para ella, para Camila y la familia de la cardióloga.
Apretó la mandíbula, no podía arreglar las cosas ahora con Camila, no
podía ser inoportuna, y a pesar de que sabía que su readmisión había sido por una
emergencia llevaba días sintiendo que estaba capacitada para hablar civilizadamente
con su novia.
Salió de la zona de pabellón y vio cómo Camila estaba abrazada de su
madre y el Dr. Hamilton estaba sentado cerca con un café en la mano.
La cardióloga notó su presencia por lo cual casi corrió junto a su
madre hacia la cirujana.
- Ha salido todo bien, Sofía se está recuperando de la anestesia,
las siguientes horas son bastantes importantes, y como siempre, hay riesgos de
hemorragias, complicaciones respiratorias y todo eso, sólo me queda decirles que con
mi equipo hicimos todo, ahora sólo será batalla de ella. – Dijo serenamente.
Vió cómo una sonrisa se dibujaba en el rostro de aquellas tres
personas y cómo la madre de su novia lloraba emocionada.
- Gracias, gracias Lauren. – Articuló la mujer.
- Gracias Lauren, de verdad. – Sonrió el Dr. Hamilton.
Ambos se alejaron para volver a sentarse donde habían más personas
esperando por otros pacientes salir de cirugía, sus ojos se centraron finalmente en los
ojos marrones de su novia.
- No tengo palabras. – Dijo Camila riendo bajito mientras se
limpiaba las lágrimas.
- Lo sé, lo sé, todo estará bien. – Susurró la cirujana.
- Debes estar cansada, ¿Te llevo a tu piso? – Dijo la morena con
un tono suave.
- Vamos a tu piso, podemos comprar algo para comer allá,
podría asegurar que no has probado bocado en todo el día... De todos modos no
podrás ver a Sofía hasta mañana. – Dijo acariciando una de las muñecas de la
cardióloga.
- Vamos. – Dijo apoyándose en el hombro derecho de Lauren.

---
Como siempre, muchas gracias a todos los que seguid la historia.
Contar que sólo quedan 5 capítulos más y el epílogo para terminar, asi que,
disfrutemos el tramo final :)
Capítulo 26.

La mano de la cirujana acariciaba los mechones de los cabellos de la


cardióloga que yacía durmiendo en el sofá, Camila se había quedado dormida a los 10
segundos en que se sentó ahí, ni siquiera había alcanzado a comer algo. Lauren
sonrió para sí.
Sabía que debían hablar, ella necesitaba que Camila se explicara, y
seguramente la morena le daría una gran discusión luego de preguntarle por qué
había desaparecido por tantos días, suspiró fuertemente, lo cual hizo sobresaltar el
cuerpo de su novia, volvió a sonreír para sí.
¿Qué hubiera pasado si en lugar de Sofía quien hubiera hecho la
insuficiencia cardiaca hubiera sido Camila? Se removió en su lugar mirando con miedo
hacia el rostro tranquilo de la cardióloga, lo más seguro es que ella se hubiera negado
a operar a su novia, no podía, estaba totalmente prohibido y ella no se hubiera
sentido capaz de siquiera soportar la idea de ver a Camila en unas de las camillas del
servicio de urgencias.
Con leves besos en el rostro de la cardióloga Lauren consiguió
despertar a la morena.
- Necesitas comer, y sinceramente, yo también. – Le dijo con un
tono suave.
El cuerpo de Camila se removió desperezándose, mientras sonreía
levemente.
- No hemos comprado coca cola. – Dijo riendo la morena.
- Oh, lo sé, puedo superarlo. – Le sonrió ampliamente.
Camila se acercó y le dejó un leve beso en los labios, para luego
mirarla a los ojos.
- Debemos comer primero. – Objetivó Lauren.
La ojiverde observó cómo Camila se dirigió a la cocina, para tener una
tranquila comida sólo hablando de la cirugía de Sofía.
- Estoy esperando una explicación... Estoy muy enfadada
contigo Lauren. – Dijo finalmente Camila.
- Pues yo también lo estoy contigo. – Dijo intentando sonar
tranquila.
- No fui yo la que desapareció por casi dos semanas. – Objetivó
la morena.
- Y no fui yo la que habló mal de ti en el trabajo.
La cirujana se levantó de la mesa llevándose los platos sucios. Ahí
iban, iban a comenzar una pelea y quiso recriminarse todas las situaciones hipotéticas
que se había imaginado en aquellos días para poder enfrentar a su novia.
- Lauren, te has saltado una orden de no reanimación, joder,
que está de más decirte que ha sido totalmente incorrecto. – Dijo exasperada la
morena.
- Y tú has ido donde el tío de ética a decirle que no sé hacer mi
trabajo. – Espetó la cirujana.
- ¡No ha sido así! Al menos podrías haberme preguntado cómo
fueron las cosas.
- ¿Sí? ¿Cuándo? ¿Cuándo no podías siquiera mirarme a los ojos
cuando estábamos en la oficina? – Apretó la mandíbula.
- Y tú podrías no haber desaparecido de la nada, ¡Joder!
Se volteó para abrir el agua del fregadero para así no continuar
mirando a su novia, estaba tan enfadada, no sólo con su novia, sino que con ella
misma, seguía pensando que había sido lo correcto reanimar a la paciente, y a pesar
de todas aquellas sesiones que había tenido con la psicóloga no podía ver su error, y
aquello le amargaba.
- ¿Podrías dejar de fregar los platos? Estoy hablando contigo. –
Dijo la cardióloga molesta.
- No quiero pelear. – Dijo cansada la cirujana.

- Pues vamos hablar aunque no quieras, si no hablas tú, hablaré yo entonces.


Una mano de Camila cerró el agua e hizo girar el cuerpo de Lauren.
- Me he pasado 2 semanas sin dormir por no saber nada de ti,
no has cogido ninguna de mis llamadas, y he quedado de estúpida con mis amigos,
que la verdad, no me importa en lo más mínimo, porque ahora sólo me importa que
podamos solucionar ésto... Te extraño, por Dios, Lauren, te extraño tanto. – Dijo
ahogando en su propia voz.
La cirujana vio cómo Camila comenzaba a sollozar, por lo cual luego
de limpiarse la espuma del detergente se acercó para con sus brazos rodear a la
chica.
- Yo también te he extrañado, y sé que me he equivocado, no
sólo en lo que ha pasado en el trabajo, sino también en alejarme de ti, y alejarte de
mí. – Dijo Lauren murmurando.
La morena se abrazó más fuerte al tenso cuerpo de Lauren, limpiando
sus lágrimas en la camisa azul de la cirujana.
- No he hablado mal de ti, yo sólo hablé lo que había pasado, es
mi trabajo también, y creo que ser tu novia también me hace una persona que quiere
hacerte crecer y ayudarte con tus errores. – Dijo finalmente Camila.
Lauren limpió las lágrimas de los ojos de la morena, aun apretando la
mandíbula, sabía que el asunto no acabaría ahí, pero todo aquello con respecto a la
orden de no reanimación tendría que ser trabajo de ella y la psicóloga, aunque estaba
convencida de que no podía alejar a su novia, y menos alejarse de la morena.
- Lo siento, nunca debí haberme escondido y haberte alejado
así, sé que te dañé. – Dijo sin mirar a la cardióloga.
- Lo has hecho Lauren. – Objetivó la morena.
La situación se volvió tensa, Lauren sintió un nudo en la garganta,
quería llorar, pero nada ganaría, se había equivocado, y quiso explicar que ella
también se había sentido traicionada y dañada aquel día.
Sintió sus ojos arden, pero los dedos de su novia entrelazándose con
sus dedos la devolvieron a la realidad.
- Sé que has pensado que había hablado mal de ti... Sé que
estabas abrumada, perdida, e incluso sé que estabas pensando en tu madre cuando
viste a aquella paciente, y que todo eso aún no lo sabes sacar de ti. – Dijo Camila
apuntando el pecho de la cirujana.
- Camila... - Dijo con un tono suplicando que ella no hablara de
aquel asunto.
- No, Lauren, tienes 28 años, creo que ha llegado el momento
en tu vida en que debas solucionar todos tus fantasmas... - Dijo con tono suave la
morena.
- No... Por favor. – Dijo Lauren dejando rodar las lágrimas por
su rostro.
- Y yo estaré ahí contigo para tomar tu mano, abrazarte, oírte, y
cuidarte.
Se volvieron a abrazar y Lauren lloró fuertemente, sentía cómo
algunas de sus paredes se derrumbaban, se sentía vulnerable, algo perdida, y
queriendo volver a aquellos días en que el sol entraba por la habitación que ella
ocupaba cuando era una pequeña y su madre entraba con el desayuno a la
habitación, tostadas con mermelada de naranja y una leche de chocolate.
- Sólo no me alejes así, quédate conmigo, yo... Te quiero. –
Habló Camila.
Lauren volvió más fuerte el abrazo cuando aquellas palabras salieron
de la boca de su novia, no, no sólo de la boca, sino también del corazón de Camila,
sonrió casi derritiéndose entre los brazos de la morena, lo podía sentir, era real, y
daría todo para poder seguir sintiendo eso el resto de su vida.
- Escúchame. – Dijo Lauren tomando el rostro de Camila entre
sus manos. – No me quiero ir nunca más, daré todo de mí para dejar de fallarte así...
Yo también me quiero quedar contigo, porque... Porque tienes mi corazón, ahí, junto
al tuyo. – Dijo sonriendo al sentir cómo había algo de rubor en su rostro. – Te quiero
Camila.
La ojiverde tomó en brazos a Camila mientras caminaban a la
habitación, haciendo reír a la morena, la cual soltó un pequeño grito al caer a la cama
bajo el cuerpo de la cirujana.
- Mmm... ¿Asi que me has extrañado? – Dijo con un tono
juguetón Lauren.
- Sí... Bueno, sólo un poquito, tampoco te lo creas. – Dijo riendo
la morena.
- Oh... Entonces nada de hacer el amor hoy, ¿No? – Los ojos
verdes miraron seriamente a los marrones.
Lauren sintió cómo Camila giraba sus cuerpos haciendo que la
cardióloga quedara a horcajadas sobre ella.
- ¿Sabes lo que quiero? – Dijo Camila acercándose al rostro de
la cirujana.
- ¿Qué? – Dijo Lauren intentando sujetar ambos brazos de
Camila a sus costados.
- Esto... - Susurró Camila cerca del oído izquierdo de la cirujana.
Arqueó las cejas esperando a lo que se refería su novia cuando sintió
cómo la morena comenzaba lentamente a mover su cadera sobre la suya.
- No me queda muy claro... - Dijo inocentemente Lauren.
Camila rió para luego morderse el labio inferior y comenzar a
desabotonar su camisa color burdeo dejando entrever el sujetador negro.
- Creo que deberías ser más explícita. – Dijo mordazmente la
cirujana.
Con ambas manos atrapó el trasero de su novia haciendo que ésta
soltara un leve gemido mientras hacía volar el sujetador lejos de la cama.
- Venga ya, hazme el amor. – Dijo Camila antes de besarla.

--
Muchas gracias a todos los que leed y seguid la historia :)!
Capítulo 27.

El golpe de alguien llamando a la puerta de la oficina de cardiovascular


le hizo dejar el folio a un lado aquella mañana de día lunes.
- Adelante. – Dijo Lauren.
Vió entrar a Andrew con dos vasos de café, y una pinta de no haber
pegado ojo en toda la noche.
- ¿Post guardia? – Dijo levemente riendo la cirujana.
- Ey, que te he traído café. – Dijo fingiendo enfado el pelinegro.
Ayudó al chico para luego sentarse junto a él frente al escritorio.
Cómo habían cambiado las cosas, ya casi no podía recordar a Andrew gritándole en el
servicio de urgencia y ella rompiéndole la boca para hacerlo callar.
- ¿Qué tal todo? – Dijo curiosa la ojiverde.
- Bien... Bueno, llevo unos días pensando en algo, sé que quizás
tú también lo has pensado, pero... - Dudó en seguir.
- ¿Mm?
- ¿No crees que Camila debería hacerse un estudio? Ya sabes, la
cardiomiopatía, su padre, su hermana... - Dijo finalmente Andrew.
Lauren apretó su mandíbula, era verdad, llevaba algunos días dándole
vuelta, pero no quería saturar a su novia con todo, Camila había sido testaruda,
seguía trabajando todas sus horas, y además se preocupada de luego ir a ver a Sofía
hasta tarde en la noche y luego ir a dormir.
- Lo sé, es sólo que, bueno, ha estado tan preocupada por Sofía
y ya sabes, nosotras... No ha sido muy fácil para ella...
- Y será más difícil si es que algo llega a pasar con ella. – Espetó
con miedo el pelinegro.
La cirujana afirmó en silencio, y un sabor amargo se instaló en su
boca, no sabía cómo hablarlo con su novia, pero debía hacerlo, y pronto.
- Se lo diré hoy Andrew, te lo prometo. – Objetivó Lauren.
- Pero el estudio no lo harás tú. – Dijo casi afirmando el
pelinegro.
- No, claro que no. – Dijo Lauren levantándose del asiento.
- ¿Quieres que hable con Hamilton o McHill?
- No, déjame hablar primero con Camila, luego podemos hablar
con ellos.
Andrew sonrió levemente a Lauren y también se levantó.
- Lauren, sé que tienes miedo, yo también lo tengo.
La cirujana respiró hondamente para luego afirmar en silencio.
- Hasta ahora. – Se despidió el pelinegro saliendo de la oficina.
...
Camila observaba detenidamente cómo la cirujana no quitaba ojo del
plato de comida durante la cena, era raro, Lauren siempre intentaba hablar con ella
todo lo que en el día había pasado, incluso ahora que no pasaban tantas horas juntas
debido a que ella se iba de visita algunas horas luego del trabajo donde Sofía y su
madre.
- ¿Cariño? – Dijo suavemente Camila llamando la atención de la
ojiverde.
- ¿Mm? – Fue el sonido inentendible de la boca de Lauren con
comida.
- ¿Ha pasado algo? Te ves preocupada. – Dijo curiosa la
morena.
La cirujana dejó de comer y movió uno de sus pies de forma inquieta,
intentando buscar respuestas en sus propias manos.

- Bueno... La verdad, es que quería hablar contigo de algo... - Dijo casi


susurrando.
- ¿Lauren? ¿Qué ha pasado? Por Dios, no me asustes...
Vió cómo Lauren dibujaba una pequeña sonrisa y luego atrapaba una
de sus mejillas para dejarle una leve caricia.
- Tú sabes que si a ti te pasara algo... Bueno... Yo, yo no sabría
si podría soportarlo... Ya... Ya sabes... Estaba pensando... - No puedo terminar la
frase para caer en un silencio que parecía eterno.
Su cuerpo se removió mirando cómo Lauren apretaba los labios y no
podía dirigirle la mirada fijamente.
- ¿No has pensado que debes hacerte los exámenes físicos y
genéticos para ver si tú... Si tú tienes la cardiomiopatía? – Dijo Lauren intentando
mantener tono neutro.
Aquello le hizo sentir una presión en el pecho e identificar cómo las
lágrimas se asomaban por sus ojos, se levantó rápidamente para abandonar la cocina
y dirigirse a su habitación, no se sentía lo suficiente fuerte para afrontar algo así, no
tan luego, ¿Y qué pasaba si los resultados salían positivos? ¿Qué pasaba, si incluso,
mañana mismo era ella la que volvía estar en una camilla esperando un corazón para
sobrevivir?
Se abrazó a sí misma para impedirse llorar, se sentía frustrada,
enojada, triste, e incapaz de articular una sola palabra, sintió que se ahogaba, pero el
ruido de Lauren entrando en la habitación la sacó levemente de su fuerte llanto.
- Amor... - Escuchó la voz casi susurrando de Lauren.
Los fuertes brazos de Lauren la rodearon sin aviso y ella lo agradeció,
la cirujana no había querido lastimarla, de hecho, estaba siendo muy sensata, podían
estar corriendo contra el tiempo, y ambas lo sabían muy bien.
- Disculpa, disculpa, yo no quería hacer que te sintieras así. –
Dijo Lauren aun susurrando cerca de su oído.
No hubo respuesta, su cuerpo seguía temblando bajo los brazos de su
novia, y se sentía como una pequeña perdida en algún lugar, quería volver a sus días
tranquilos, a no tener aquellas preocupaciones... No tener miedo...
- Te diría que podría ser después, pero creo, que no podemos
esperar. – La cirujana afirmó intentando mirar el rostro de la morena.
- Yo... Yo... - Dijo sollozando fuertemente.
Sintió cómo los dedos de la ojiverde limpiaban las lágrimas de su
rostro, y pudo notar cómo Lauren también lloraba en silencio, sintiendo que su propio
llanto volvía.
- Amor, vamos a dormir, cuando tú quieras hablaremos de esto.
– Murmuró Lauren.
Afirmó en silencio, dejando que su novia la guiara de la mano hasta
sentarla en el borde de la cama.
- Te pondré le pijama, ¿Vale? – Dijo Lauren buscando en el
guarda ropa.
Sonrió levemente limpiándose ella misma las lágrimas y viendo cómo
Lauren comenzaba a desvestirla, con cariño, despacio, observando cada detalle, sin
prisas.
- Te quiero, te quiero, te quiero. – Susurró lentamente Camila.
...
- No puedes obligarla... - Dijo la voz al otro lado de la línea.
- Lo sé, lo sé... Sólo quería saber cómo manejarlo. – Dijo un
poco abrumada Lauren.
- Bueno, espero me tengas informado, y ya sabes, de necesitar
un cirujano cardiovascular estaré dispuesto a viajar a Chicago. – Afirmó el hombre.
- Gracias, de verdad... Yo... Yo no puedo imaginar si algo llega a
pasar... - Su voz se cortó por la tristeza antes de terminar la frase.
- Lauren...
- No confiaría en nadie más que usted Dr. Green, de verdad... -
Dijo sonriendo levemente contra el móvil.
- Y a mí me alegra que confíes en mí así... Cuídate, y espero
que todo salga bien para ambas, mándale mis saludos y los de mi familia a Camila.
- Lo haré, igualmente para todos ustedes allá, hasta ahora.
- Hasta ahora. – Se despidió el hombre.
El silencio volvió a caer sobre ella, y por primera vez lograba
identificar levemente sus sentimientos con respecto a la situación de Camila, se
sentía enfadada, muy enfadada, porque no era justo, no era justo que la cardióloga
viviera con miedo de tener que enfrentar unos exámenes y hasta quizás una
enfermedad e incluso una cirugía de alta complejidad.
- ¡Mierda, mierda! – Gritó enfadada.
Se tapó el rostro con ambas manos mientras su respiración aún
permanecía agitada. Se reprochó a sí misma por su actuar, no podía ser así, no podía
ser débil, ella debía ser fuerte, debía estar ahí para contener a su novia, por lo cual,
se acomodó su bata blanca respirando lentamente para salir de la oficina.
Vió cómo su novia estaba caminando cerca del elevador de la planta
de cirugía por lo cual decidió seguir sus pasos y así entrar ambas.
- ¿Cómo va el día guapa? – Dijo animadamente Lauren.
- Hubiera preferido quedarme en la cama en pijama contigo
viendo películas. – Sonrió la cardióloga.
- Sí bueno, ya sabes, debemos llevar el pan para comer a casa.
– Dijo riendo levemente.
- Oh, y la coca cola.
Ambas rieron de buenas ganas para ver cómo se abrían las puertas en
la planta del servicio de urgencia.
- Necesito hablar contigo, en privado. – Dijo Camila mientras
caminaba por el pasillo en dirección de la sala de descanso.
Quiso hacer una broma sobre aquello, pero estaba segura que lo que
venía sería una situación incómoda sobre lo que habían hablado por la noche. Por lo
cual sólo afirmó en silencio.
Cuando la puerta se cerró tras la espalda de Camila pudo observar el
terror en los ojos de la cardióloga.
- Me haré los exámenes, mañana, he hablado con el Dr. McHill y
Hamilton... - Dijo tan rápido que tomó por sorpresa a Lauren.
- Entiendo... Eh... Eh... Veré si mañana puedo pedir el día libre
para poder estar contigo. – Afirmó Lauren acariciando el cabello de la morena.
- Yo...
- Calma, no necesitamos hablar más, enfrentaremos lo que
venga... Juntas. – Los ojos verdes se concentraron en los marrones.
El llanto de su novia rompió el silencio, sus palabras no salieron de su
boca y sólo logró besar cuidadosamente el rostro de la morena para volver a envolver
entre sus brazos el delicado cuerpo de Camila.
- Lauren, no me quiero morir... - Dijo asustada la cardióloga
entre lágrimas.

---
Como siempre, muchas gracias a todos los que leen y votan la historia
:) !
Capítulo 28.

Volvió a mirar el anillo que tenía en aquella cajita de terciopelo azul,


sintiendo nuevamente cómo el nerviosismo se encajaba en su cuerpo. En qué
momento había pasado eso... En la parte en que los primeros exámenes de Camila
habían salido negativos para la cardiomiopatía y hoy, luego de 2 semanas, tendrían
los resultados de los exámenes genéticos, los que podrían decir si su novia tenía
riesgo o no de hacer la enfermedad en el transcurso de los años, aunque por el
momento no hubieran signos de que el corazón de la cardióloga estuviera en peligro.
- ¿Qué haces? ¿Intentas morir de una hipotermia? – Dijo Chris
sentándose junto a ella en una banca fuera de la puerta de las ambulancias en
urgencias.
- Sí, ya sabes, me ha parecido una interesante idea. – Rodó los
ojos Lauren.
- ¿Hoy saben los resultados, no? – Preguntó curioso el rubio.
Afirmó levemente, aun mirando la cajita entre sus manos. Había
decido que independiente de los resultados le daría aquel anillo a Camila, lo cual le
hizo revolverse en el lugar.
- ¿Qué pasará con ése anillo si es que te dice que no? – Dijo
riendo levemente el cirujano plástico.
Lauren rió levemente mirando con asombro a su primo, la nieve a
veces chocaba con el rostro de ambos y definitivamente hacía mucho frío.
- ¿No se supone que deberías ser una especie de apoyo y no
decir chorradas de ése estilo? – Dijo divertida la cirujana.
- Bueno prima, es sólo que aún no me lo puedo creer. – Dijo
apuntando el anillo. – Pero sinceramente, creo que Camila estará encantada.
Sintió cómo Chris le dio unas palmadas en la espalda de forma
cariñosa para luego dejar la banca.
- Venga, entra, no quieres morir de una neumonía antes de
casarte. – Dijo divertido el rubio desapareciendo del lugar.
...
- ¿Y Lauren? – Dijo Andrew.
- Está de turno en el servicio de urgencias... Yo simplemente no
me siento capaz de abrir la carta. – Habló Camila.
Ambos miraron la carta que estaba sobre la mesa, ahí estaban los
resultados del estudio genético, el pelinegro apretó la mandíbula sintiendo ganas de
abrirlo pero era obvio que aquella acción debía finalmente realizarla Camila.
- Llámame cuando lo sepan, por favor. – Dijo Andrew
entregándole una sonrisa.
- Lo haré. – Dijo Camila un poco confundida.
El neurocirujano se levantó del asiento y se fue por el pasillo dejando
a una pensativa Camila mirando la carta, sin embargo, la tomó y la guardó en unos
de sus bolsillos de la bata, volviendo a los folios donde debía hacer evoluciones y
dejar tratamientos a sus pacientes.
Luego de cerca de media hora decidió sacar su móvil y dejarle un
mensaje a su madre y hermana diciéndoles que en la noche les llamaría para contarle
sobre qué habían dicho los exámenes. Suspiró fuerte al sentirse asustada, pero logró
calmarse mientras miraba las fotos que tenía con Lauren, su novia había intentado
con todos los medios posibles lograr mantenerla tranquila aquellos días, y su sonrisa
se agrandó al ver cómo la ojiverde ya no había dado señales de huir nuevamente.
...
La cirujana respiró hondamente mirando la carta que ahora estaba
sobre la mesa del comedor de su piso, sintiendo los dedos entrelazados de su novia
apretando fuertemente su mano, llevaban casi media hora mirando la carta sin
hablar, si fuera por ella ya lo hubiera abierto, pero entendía lo transcendental que
significaba lo que estaba ahí para Camila, para su novia significaba que su vida podría
cambiar de uno momento a otro, podía enfermar de un momento a otro y las cosas
podían complicarse.

- Amor... - Dijo cuidadosamente Lauren acercándose al hombro derecho de la


morena.
- ¿Lo puedes abrir por mí? – Dijo abrumada la morena.
- No, debes hacerlo tú. – Dijo cuidadosamente la cirujana.
Vió cómo Camila apretaba los labios soltando sus manos para tomar la
carta con determinación, fueron los segundos más largos de su vida, sintió cómo los
latidos de su corazón retumbaban en sus oídos y las piernas hacerse algodón, pero no
perdió detalles del rostro de su novia.
El corazón le dio un vuelco cuando Camila se levantó de golpe del
asiento y se puso a llorar con una sonrisa, volviendo a leer al menos 10 veces el
papel.
- ¡Han salido negativos! ¡Han salido negativos mi amor! – Dijo
Camila abrazando fuerte a la cirujana.
La ojiverde apretó aún más el abrazo logrando levantar los pies de su
novia del piso, e incluso logró hacer girar a ambas sin romper el abrazo, se sentía
eufórica, se sentía capaz de poder amar por toda la vida a aquella mujer que tenía
entre sus brazos, y sin darse cuenta las lágrimas también cayeron rodando por sus
mejillas.
- Por Dios, por Dios... - Dijo ahogada Camila.
- ¡Amor! ¡Por Dios! Estoy tan feliz... Te quiero... Debes llamar a tu
madre. – Dijo rápidamente la cirujana.
Camila rió de buena manera frente a todas las palabras que salieron
rápidamente de la boca de su novia, aun mirando el papel que ahora estaba un poco
arrugado y con algunas manchas de lágrimas le hizo un gesto afirmativo a la cirujana,
sin embargo dejó caer el papel para tomar el rostro de Lauren con ambas manos
juntando sus labios, y luego apoyar su frente con la de Lauren.
- Gracias por estar aquí. – Dijo susurrando la cardióloga.
- Yo ya no me quiero ir. – Dijo firmemente Lauren.
- Lo sé.
Volvieron a besarse ahora más calmadamente, sólo interrumpidas por
el sonido del móvil de Camila que vibraba en uno de los bolsillos de ésta.
- Disculpa. – Dijo riendo Camila mirando la pantalla de mi móvil.
– Es mi madre, dame 5 minutos.
Camila abandonó el comedor para desaparecer por el pasillo de la
entrada, Lauren podía escuchar el murmullo de las palabras de su novia que tenía una
voz alegre, podía imaginar cómo al otro lado de la línea también habría alegría, lo
cual le hizo volver a sentir aquel calor dentro de su pecho, lo que la gente llamaba
hogar, eso era, Camila era su hogar, o ambas eran un hogar, y ambas cuidaban y
cuidarían de él. Sonrió al buscar en el bolsillo de su chaqueta la cajita del anillo, la
cual apretó con fuerzas esperando que la cardióloga volviera al lugar.
...
La cardióloga luego de cortar la llamada dejó escapar un largo suspiro,
limpiando los últimos rastros de lágrimas que estaban en su rostro, su corazón
retumbaba fuerte en su pecho, y se llevó ambas manos para apoyarlas ahí, cerró los
ojos, pensando en que hubiera deseado lo mismo para su padre y para su hermana,
pero ella misma se convenció que la mejor forma de agradecer todo aquello era vivir
cada día y aprovechar todo lo que la vida le había entregado y entregaba.
Sus pies fueron hacia el salón donde Lauren se encontraba sentada en
el sofá mirando caer la nieve junto a las luces de la ciudad, sonrió al contemplar cómo
el rostro de Lauren parecía brillar aún más de lo normal, y se sintió increíblemente
feliz al saber que tendría días y días para seguir amando a aquella mujer, sí, amando,
porque la cardióloga sabía que se había enamorado completamente de la cirujana. No
podría responder cuál fue el momento preciso, porque Camila no solía tener reglas ni
protocolos para el amor, se había enamorado totalmente, se había entregado
totalmente, y no había ningún miedo de que Lauren volviera a escapar, no ahora.
"Siempre estará" susurró para sólo escucharse ella misma.

- ¿Quieres salir a cenar? – Sonrió la ojiverde.


- ¿Queso caliente con coca cola? – Dijo divertida Camila.
- ¿Qué tal algo más romántico?, ¿Comida italiana? - Dijo Lauren
acercándose a su novia.
- Vale.
Luego de besarse varios minutos ambas tomaron sus abrigos y
salieron camino al restaurant, hacía bastante frío, y la nieve parecía no dar tregua,
caminaron rápidamente unas manzanas lejos del piso de Lauren, para entrar riendo al
lugar.
- Estoy segura que si mañana nos quedamos en la cama y
faltamos al trabajo Hamilton no nos dirá nada. – Picó Lauren.
- ¿Sí? ¿En la cama haciendo qué? – Dijo levantando las cejas la
morena.
- Mmm... Lo que tú quieras.
Ambas se besaron lentamente hasta que sintieron cómo el mesero se
aclaraba la garganta para devolverlas a la realidad.
...
La cena había sido agradable, podía sentir cómo su rostro estaba
ruborizado de tanto reír, por el frío y de sentirse nerviosa unos metros antes de llegar
al edificio. Camila reía a su lado limpiándose los restos de nieve que ella había
logrado dejar impregnados en su abrigo luego de tirarle una pequeña bola de nieve.
Cuando percibió que su novia volvía a encaminarse le agarró de una muñeca para
acercarla a su cuerpo.
- Amor... - Le llamó mirándole a los ojos.
- ¿Mm? – Fue el sonido que percibió antes de que Camila la
besara.
- Te quiero. – Dijo arreglando un mechón de cabello de su
novia.
- Yo también, mucho. – La cardióloga dejó apoyada su cabeza
en la mano de la cirujana.
- Hay algo que quiero preguntarte. – Dijo murmurando
levemente.
Camila se apartó levemente y levantó las cejas, seguramente
recordando lo que había pasado en Nueva York, lo cual hizo que Lauren se sintiese
más nerviosa y el rubor se quedara en sus mejillas.
- Pero no me interrumpas hasta que termine, ¿Vale? – Dijo
nerviosa Lauren.
- No lo haré. – Dijo riendo nerviosa la morena.
- Cuando te conocí no tenía idea que serías tú la que cambiaría
todo, porque lo has cambiado Camila... Me has enseñado que los miedos, nos apartan
de lo que deseamos. Me has enseñado que hay cenas románticas de pizza y lirios
amarillos. – Ambas rieron levemente. – Me has enseñado que existen probabilidades
matemáticas de encontrarte en otro estado, en el mismo avión y en el mismo taxi.
Observó cómo su novia reía llevándose una mano al rostro intentando
contener unas pequeñas lágrimas mientras la nieve seguía cayendo levemente.
- Te amo... Y yo no sé cómo se hacen éstas cosas, y
seguramente estoy hablando más de lo necesario, y podría entender que no quisieras,
porque bueno, todo ha sido un poco rápido, pero... Pero, pero yo no podría perderte,
te quiero a mi lado, todos los días... Porque Camila, tú, tú eres mi hogar... O ambas
somos un hogar.
Sus manos buscaron en el abrigo logrando sacar levemente la cajita
de terciopelo azul. La abrió y dejó ver el anillo. Sus ojos se concentraron en el rostro
de su novia, no supo descifrar exactamente los gestos de la cardióloga pero pudo
percibir cómo sus ojos marrones brillaban y una sonrisa no se borraba del rostro de la
mujer que se había vuelto lo que más deseaba en la vida.
- ¿Quieres casarte conmigo? – Dijo finalmente Lauren.
Camila comenzó a reír sin apartar la mano que tapaba su boca,
haciendo que Lauren la mirara con los ojos abiertos y asustada, la cirujana frunció el
ceño al no obtener una respuesta, pero al ver que la morena se acercaba y la
abrazaba comenzó a reír a su par.
- ¿Camila?
Su novia tomó su rostro entre ambas manos y Lauren apoyó su frente
junto a la de ella.
- Sí... Sí... Sí, que sí, que me quiero casar contigo. – Afirmó
eufórica la cardióloga.
Lauren rió abrazando más fuerte a su novia, dejando escapar una
sonora risa.
- Pensé que me iba a dar un infarto cardiaco. – Aseguró la
ojiverde.
- No seas ridícula. – Rió Camila.
La cirujana deshizo el abrazo buscando las manos de la cardióloga
para sacar el anillo de la cajita y dejarlo finalmente en el anular izquierdo de Camila.
- Si mañana estamos con una neumonía será tu culpa. – Dijo
riendo la cardióloga.
- No te preocupes, soy doctora. – Le guiñó un ojo.
- ¿Ah sí? ... Creo que podría casarme contigo entonces. -
Susurró Camila con una mirada tierna.

---
Y como siempre, muchas gracias a todos los que leen y votan la
historia :) Muy feliz de compartir con vosotros.
Capítulo 29.

- ¡No me lo puedo creer! – Normani tapó su boca con una mano.


- ¡Yo seré el padrino! No necesitas una madrina Camila. – Dijo
alucinando Andrew.
La cardióloga observó cómo Andrew discutía con Normani y Dinah, sin
embargo sus ojos se fijaron concretamente en Ally quien seguía mirando el anillo sin
decir nada.
- ¿Ally? – Llamó cuidadosamente a su amiga.
La pediatra le devolvió una sonrisa y finalmente tomó sus manos
fuertemente.
- Seré la primera en patear el culo de Lauren cuando te haga
llorar. – Dijo con orgullo.
Todos rieron de buena manera y Camila se sintió afortunada de tener
a todas aquellas personas cuidando de ella y dándole alegría a sus días.
- Bueno, de todos modos, tendrán que ser pacientes, Lauren y
yo no hemos escogido aun la fecha, y queremos que Sofi pueda recuperarse del todo
antes. – Dijo sonriendo finalmente.
...
Lauren sintió la mirada del Dr. Jones al otro lado del quirófano
mientras ella soltaba las pizas y miraba el monitor del paciente.
- Hora de la muerte, 13.26 pm. – Dijo finalmente.
Salió del quirófano intentando destensar su cuello, ahora venía la
parte en que debía hablar con la familia del paciente, sus manos estaban tensas luego
de casi 4 horas intentando solucionar un taponamiento cardiaco post trauma torácico,
pero pese a todo, sus pies se dirigieron firme hasta donde estaba la familia del joven.
- Lo siento mucho, hemos intentado todo para poder salvarlo,
pero las lesiones eran demasiado graves... - Terminó la frase apretando la mandíbula.
Luego de abandonar la sala de espera e ir por el pasillo para bajar a la
cafetería sintió cómo alguien le abrazaba por detrás, pudo reconocer quién era sólo
con el perfume que llegaba a sus sentidos y las manos que rodeaban su abdomen.
- ¿Cómo ha ido? – Habló la cardióloga.
- No hemos podido salvarle. – Dijo sonriendo amargamente.
- Oh... Lo siento.
La cirujana acarició el rostro de Camila mientras bajaban por las
escaleras hacia la primera planta.
- Sabes, he pensado, que como nos vamos a casar, ya no me
importaría que todos aquí sepan que estás loca de amor por mí. – Dijo Camila
abriendo la puerta para caminar por el pasillo.
- ¿Yo loca de amor por ti? – La cirujana levantó las cejas.
- Claro, no sabes lo hermosa que te veías pidiéndome
matrimonio. – Le picó la morena.
Lauren negó con la cabeza para luego pasar un brazo por la cintura de
Camila, quien apoyó su cabeza en el hombro de la cirujana caminando retomando el
camino a la cafetería.
Sin embargo cuando llegaron al lugar sus ojos esmeraldas no pudieron
despegarse de la mujer que estaba allí en una pequeña mesa tomando un café
mientras miraba hacia la nada. Soltó suavemente a Camila y se acercó hacia la mesa.
- ¿Mamá? – Dijo la cirujana sin creérselo.
La mujer le sonrió y luego se levantó para acercarse.
- Por Dios, mírate, eres ya toda una mujer... - Dijo sin lograr
contener las lágrimas.
- ¿Qué haces aquí? – Murmuró sin lograr salir del asombro.

Se hizo un incómodo silencio donde la cirujana detalló el rostro de la mujer, la cual


luego de suspirar pudo hablar.
- Tu padre... Tu padre está enfermo Lauren. – Usó un tono
serio.
- ¿Has cruzado el país para venir a decirme esto? – Un leve tono
de enfado matizó sus palabras.
- Sé que no hemos sido los mejores padres del mundo, pero tu
padre se ha infartado hace unas semanas, y bueno, supongo que lo entenderás. –
Dijo finalmente la mujer.
¿Unas semanas? No sabía cómo sentirse, por un momento se sintió
ignorada por no haberlo sabido al momento, pero luego intentó volver a la calma
intentado descifrar si realmente le interesaba lo que pasaba con sus padres... Le
interesaba.
- Yo no...
La cirujana no alcanzó a terminar la frase cuando notó que Camila
había llegado a su lado junto a dos vasos con café y una pequeña sonrisa.
- Mamá... Ella es Camila, mi prometida. – Dijo sonriéndole a la
morena con confianza.
- Mucho gusto Sra. Jauregui... - Camila le tendió una mano a la
mujer.
La madre de la cirujana abrió los ojos rápidamente y se acercó para
detallar a la cardióloga y responder el saludo con la mano.
- Puedes llamarme Clara. – Dijo sinceramente.
Lauren detalló el rostro de su madre, era increíble cómo los años
habían pasado, la última vez que había visto a su madre había sido cuando ella había
terminado la facultad, pero aquella vez sólo fue una rápida cena que terminó
finalmente en una pelea sobre su padre.
...
- ¿Viven aquí juntas? – Dijo curiosa la madre de Lauren
entrando al piso que la cirujana compartía con su primo.
- Oh no, Lauren vive aquí con Chris. – Sonrió.
- Yo pensé que, bueno, como estáis comprometidas.
- Sólo han pasado unos días desde eso haha, pero supongo que
pronto buscaremos un lugar para ambas, tengo un piso, pero es muy pequeño la
verdad.
- ¿Y una casa? – Preguntó animada la mujer.
Alzó las cejas mirando a la mujer, tenía unos ojos más oscuros que los
de Lauren, el cabello castaño claro y unas pocas arrugas se podían observar en el
reborde de los ojos.
- Puede ser, tenemos muchas cosas que planificar, ni siquiera
tenemos fecha para la boda. – Dijo finalmente la morena.
Se sintió observaba por Clara, por lo cual intentando romper la tensión
y el nerviosismo entró a la cocina para hacer algo de cenar.
- ¿Puedo hacer la cena? – Resonó la voz de la mujer en la
cocina.
- ¿Sí? ... Claro, digo. – Rió nerviosamente.
La mujer comenzó a explorar la cocina y la despensa mientras Camila
se apoyaba en la encimera para observar. Mirando el reloj de la pared recordó que
Lauren tenía turno de guardia aquel día, asi que le había pedido llevar a su madre al
piso, al parecer a la cirujana no le parecía una buena idea que su madre se quedara
en un hotel.
- No he logrado ver a Christopher en el hospital. – Dijo con una
sonrisa nostálgica.
- Seguramente estaba en cirugía. – Respondió Camila
mirándose las manos.
- Eres muy guapa. – Sonrió con sinceridad Clara.
- Yo... Gracias. – Dijo avergonzada la morena.

Camila pensó que la mujer era agradable, sin embargo algo en su pecho hacía
mantener la distancia, aquella mujer era la misma que había dejado que el padre de
Lauren la hubiera golpeado y luego mantener todo en silencio.
- Camila, sé que Lauren te habrá contado todo sobre nuestra
familia... - Comenzó la frase. – Y créeme que me gustaría decirte que las cosas no
fueron así, sin embargo, fueron así, pero yo amo al padre de Lauren tanto como amo
a mi hija.
- No tiene que darme explicaciones... - Dijo con la boca seca. –
La única que merece explicaciones es Lauren, y... Yo he intentado que ella pueda
manejar sus fantasmas, pero sinceramente, déjeme decirle que no sé qué espera al
cruzar el país sólo para decirle que su padre ahora está enfermo.
La mujer quitó la mirada mientras comenzaba a cocinar y Camila
comenzó a sentirse nerviosa, sólo deseaba que Chris llegara pronto al piso y ella
pudiera excusarse para irse, no sabía cómo manejar la situación, no quería hablar
demás.
...
- ¿Cómo que la tía Clara está en el piso? – Dijo asombrado Chris
mientras caminaba por el aparcamiento del hospital junto a Lauren.
- Sí, no podía dejar que se fuera a un hotel... Además... ¿Sabías
que a mi padre le ha dado un infarto hace unas semanas? – Frunció el ceño.
- No... Mis padres no me han dicho nada. – Dijo con tono
sincero.
- Vaya familia, todos somos médicos y cuando alguien se
enferma nadie lo sabe. – Hizo una mueca.
Chris soltó una pequeña risa mientras negaba la cabeza al abrir la
puerta de su coche.
- Camila se ha ido con ella, seguramente estarán haciendo la
cena, no lo sé.
- ¿Has dejado sola a Camila con su suegra? – Dijo abriendo los
ojos.
- Mi madre es inofensiva, estoy casi segura que le agrada
Camila.
- Tú te lo tomas todo muy rápido, ¿No? Pobre chica, hace sólo
unos días se ha comprometido contigo y ahora de sorpresa ha tenido que conocer a
su suegra que vive al otro lado del país, ¿Será que mañana Camila ya estará
embaraza? – Dijo riendo el rubio.
Lauren sonrió ampliamente mirando con complicidad a su primo, no
era la primera vez que lo pensaba, nunca se había planteado tener una familia, ella
misma podía admitir que aquella palabra no tenía mucho significado... Pero las cosas
habían cambiado, y quería eventualmente tener hijos con la morena, pero sabía que
su futura esposa aún estaba comenzando su carrera como cardióloga por lo cual
imaginaba que ambas necesitaban un poco más de estabilidad antes de tomar un
paso tan importante.
- Supongo que tendré que llamar a Andrew para que no vaya,
no quiero espantar a la tía Clara con los sonidos y gritos del sexo homosexual. – Dijo
rodando los ojos el rubio.
La cirujana rió de buena gana cruzándose de brazos viendo cómo su
primo finalmente abandonaba el aparcamiento en el coche.
Mientras caminaba hacia el servicio de urgencias comenzó a barajar
todas las opciones de qué hacer con su madre, la mujer no había dicho cuánto tiempo
se quedaría... Realmente la extrañaba, pero a la vez se había acostumbrado a no
tenerla en su vida... Y aún más complicado, qué se suponía que debía hacer con su
padre, cruzar el país para ir a verlo y decirle que lo sentía cuando realmente no lo
sentía o no. Frunció el ceño dejando soltar un suspiro de frustración.
...
Camila caminó por el pasillo de la planta de cirugía luego de haber
estado revisando unos exámenes junto a Andrew, lo que no esperó fue ver a Lauren
sentada ahí con un rostro de confusión total.
- ¿Amor? – Llamó la atención de la cirujana.
- Ey, hola cariño. – Dijo Lauren dejándole un leve beso en los
labios.
- ¿Todo bien? ¿Qué pasa?
- Mi madre me ha vuelto a llamar preguntando cuándo iré a San
Francisco a ver a mi padre. – Dijo abrumada.
La madre de Lauren tal como llegó se fue, sólo estuvo aquel día y
luego de que Lauren llegara de su turno la mujer le informó que su vuelo saldría en
tres horas, por lo cual la cirujana fue a dejarla al aeropuerto para despedirse con un
simple "Te llamaré"... Habían pasado ya dos semanas desde aquello.
- Mi padre es un cabrón, no me necesita ahí, ni yo ir a verlo. –
Espetó la cirujana.
- ... ¿No tienes ningún recuerdo bueno con él? De pequeña... No
lo sé, ¿Algo? – Dijo cuidadosamente la morena.
- Lo admiraba mucho cuando pequeña... Solía imaginar que era
una clase de superhéroe, salvaba vidas, ya sabes, operaba corazones, llegaba a flipar
imaginándolo... Supongo que finalmente por eso también terminé como cirujana
cardiovascular.
La cardióloga sonrió embobada imaginando a una pequeña e infantil
Lauren soñando con salvar vidas y ser una gran cirujana, al final, sus sueños se
habían logrado concretar.
- Él nunca fue muy cariñoso, pero supongo que de todos modos
deseaba lo mejor para mí. – Dijo la cirujana alzando levemente los hombros.
- Yo creo que sí... Los padres son difíciles de entender... Mi
padre también a veces solía ser un poco despreocupado, y mi madre montaba la
pelea del siglo. Una vez olvidó ir a buscarnos después de la escuela a mí y a Sofi, mi
madre no le habló en una semana... Yo sé que no se parece nada a lo tuyo, pero...
Ellos, ellos no son perfectos. Nadie lo es.
- Sí... Supongo. – Dijo sonriendo levemente.
- Sé que es una decisión tuya, pero quizás, deberías ir a verlo.
Sintió cómo la mirada de Lauren se centraba en sus ojos marrones
mientras la cirujana jugaba con el anillo que resaltaba la mano izquierda de la
cardióloga.
- ¿Crees que a tu padre le hubiera gustado que te cases
conmigo? – Sonrió levemente.
- Por supuesto... - Dijo con confianza.- Seguramente te hubiera
hecho una despedida de soltera y te hubieran embriagado con whisky para sacar tus
más oscuros secretos y atormentarte toda la vida.
Ambas rieron mientras Lauren entrelazó con fuerzas una de sus manos
con una de su novia.
- No me había detenido a pensar hasta ahora, que la única
persona de mi familia en estar en la boda será Chris... Aunque, por supuesto el Dr.
Green y su familia también estarán ahí, pero, no es lo mismo técnicamente. – Dijo
sonriendo levemente.
- ¿Es lo que quieres? – Murmuró la cardióloga.
- ¿Me preguntas si quiero que estén ahí mis padres? – Dijo
mirando directamente los ojos de Camila.
Detalló cómo Lauren miraba hacia sus manos y volvía a sonreír al ver
el anillo otra vez.
- No lo sé... - Susurró finalmente Lauren.

---
Y como siempre, muchas gracias a todos los que siguen la historia! :)
Capítulo 30. (FINAL)

Lauren detalló la puerta de la casa donde había vivido la mayoría de


su infancia, adolescencia y de la cual huyó finalmente al salir del instituto, sus padres
aún vivían en aquella casa estilo americana en la zona norte de San Francisco, el
antiguo Mercedes Benz de su padre se encontraba fuera de la casa recibiendo los
débiles rayos de sol de aquel día.
Sus manos con una capa de sudor por los nervios volvieron a delatar
que quizás había tomado una precipitada decisión al tomar un repentino vuelo
cruzando el país sin avisar. Camila se había despertado asustada aquella noche
cuando ella había comenzado armar una ligera maleta. Su chica había dado su
aprobación con una pequeña sonrisa y al despedirse decirle que se cuidara y no
olvidara de llamarle.
Tocó el timbre mientras se arreglaba la bufanda color terracota que le
había regalado su novia en uno de sus aniversarios. Se volvió a preguntar si se había
demorado mucho en tomar una decisión, habían pasado dos meses desde que su
madre se había presentado en Chicago, y además de algunas llamadas escuetas ella
no había vuelto a saber de su familia.
"Ya voy" resonó atrás de la puerta, esa era la voz de su padre, podría
reconocerla aunque pasaran 100 años, apretó la mandíbula mientras volvía a detallar
la vieja pintura de la puerta.
La imagen su padre apareció bajo el marco de la puerta, estaba más
flaco que cuando le había visto el año pasado en Chicago cuando ella había vuelto a
USA. Llevaba una barba descuidada y una vestimenta casual que le hizo desconocer
un poco al hombre, vaya, parecía que Michael Jauregui el mejor cirujano
cardiovascular de la Costa Oeste finalmente se tomaba unas vacaciones.
- Hola padre. – Saludó con un tono firme.
- Lauren... - Respondió el hombre con asombro.
Su madre apareció tras las espaldas del hombre, ella sólo le dirigió
una sonrisa luego de dar un sonoro "Entra".
Sus pies reconocieron el piso de madera caoba de la casa, y se sintió
igual que una adolescente luego de un largo viaje de verano a punto de ser
reprendidas por sus padres por no haber llamado todos los días.
...
- No usaré un vestido blanco chicas, no. – Dijo Camila
mirándose al espejo por milésima vez en el día.
- Pero Camila, ¡Uno sólo se casa una vez! – Recriminó Normani.
- ¿Y por qué debería ir con un vestido blanco? Estamos en el
siglo XXI, un vestido blanco no me hará más digna del amor de Lauren, y créanme
que mi madre ya sabe que no llego con mi virginidad al matrimonio.
Todas rieron mientras Andrew rodaba los ojos, él entre todos era el
que estaba más entusiasmado ya que finalmente Camila le había encargado la tan
importante acción de llevar a su mejor amiga frente a Lauren cuando fuera la boda.
Camila volvió a negar mirándose en aquel vestido blanco, no harían
una boda en una iglesia, ni aunque hubiese sido posible, la cardióloga hacía años que
había dejado de tener una religión y Lauren se había mostrado totalmente de acuerdo
de hacer la ceremonia en un hermoso lugar retirado de la ciudad que contaba con un
hermoso jardín, salón de baile y una piscina.
- ¡Además se me ve un trasero enorme! – Hizo una mueca.
- Claro que no chica... Seguramente Lauren podría opinar
mucho sobre ello. – Dijo mordazmente Dinah.
Giró los ojos mientras volvía a buscar otro vestido, quizás un vestido
celeste iba mejor o uno rosa palo, no podía creer que se estuviera comiendo la cabeza
con aquello, pero al final, se iba a casar con Lauren, con la cirujana de la cual se
había enamorado perdidamente.

- Siempre puedes ir con tu uniforme clínico y la bata blanca. – Picó Andrew


riendo.
...
Tiró el folio con información sobre el escritorio de la oficina de su
padre, le había sorprendido que su padre hubiera tenido que ser operado con un triple
bypass luego de unas semanas de su infarto.
- Ya veo que nunca dejaste el tabaco, el whisky y la buena
comida. – Dijo la ojiverde cruzándose de brazos caminando por el lugar.
- Hay algunos malos hábitos de los que te encariñas. – Habló
Michael ordenando el folio que había tirado su hija.
Frunció el ceño intentando re armar la imagen de su padre bajo esa
horrible camisa hawaiana color naranja.
- Entonces, ¿Has visto la muerte tan cercana que ahora quieres
ser un buen padre? – Espetó Lauren.
El hombre le devolvió una sonrisa tensa, pero se acercó a una caja de
puros que tenía en una de las estanterías de la oficina.
- ¿Quieres? – Le ofreció el hombre.
- Por Dios, hace sólo unos meses te has infartado y no has
aprendido nada. – Dijo con enfado la cirujana.
Michael guardó los puros sin sacar ninguno de ahí, y se volvió a sentar
frente a su hija. Lauren hizo una mueca al sentir que el horrible color naranja le
dañaba la vista.
- Sé que han pasado muchos años, y no hay ninguna razón
válida para defender lo que yo te hice... - Dijo finalmente Michael. – Incluso cuando
me gustaría poder darte una...
Lauren lo miró con dureza, el cabello de su padre ya no tenía el color
que ella recordaba, las canas luchaban con el poco pelo negro que le quedaba al
hombre, aquel detalle no lo había observado el año pasado, el ver repentinamente a
su padre aquel día había sobrepasado su capacidad de mantener la calma.
- No puedo pedirte que me perdones... Porque ni yo mismo lo
he podido lograr. – Dijo firmemente el cirujano.
- Lo sé. – Espetó Lauren sin esperar una respuesta.
¿Lo sabía? Se recriminó ella misma, ¿Sabía que le hombre aún no
lograba perdonarse a sí mismo? ¿Por qué? Quizás ella misma sabía la respuesta,
Lauren solía tener aquella misma actitud, le costaba mucho perdonar sus propios
errores, o hablar de ellos, y aunque su padre nunca hubiese hablado, el silencio era
una clara señal de que el tema padre-hija no salía nunca a relucir porque Michael
Jauregui evitaba hacerlo.
- Me voy a casar. – Dijo Lauren acomodándose en la silla.
...
- Que no lo sé mamá, sólo conocí a su madre hace dos meses,
pero Lauren no me ha dicho si sus padres irán a la boda. Sólo sé que la familia del Dr.
Green y Chris serán la única familiar de ella que estará ahí. – Dijo abrumada la
cardióloga saliendo de la cocina de la casa de sus padres.
Sofía rodó los ojos en señal de apoyo a su hermana mientras la madre
de ambas seguía hablando cosas inentendibles entrando a la cocina.
- Estoy feliz de no ser la primera en casarme. – Dijo riendo Sofía
apuntando a su madre.
- Oh no tienes idea. – Camila dejó caerse exhausta al sofá.
- Entonces, ¿Nada de familia Jauregui? – Preguntó con
curiosidad la adolescente.
- No lo sé Sofi, Lauren ahora está en San Francisco con sus
padres, pero ha sido un viaje express, el lunes ya estará aquí, prometo contártelo.

- ¿Y quién es el Dr. Green?


- Ah, es el cirujano mentor de Lauren, vendrá con su esposa,
hija y nieto, son lo más cercano a una familia que tuvo Lauren mientras vivió en
Nueva York. – Sonrió levemente.
Ambas se quedaron en silencio, pero la cardióloga notó cómo Sofía se
debatía entre hablar o callar algo, por lo cual mirando tiernamente a su hermana
esperó que la menor dejara salir sus palabras.
- Creo que a papá le hubiera gustado Lauren. – Dijo finalmente
Sofía sonriendo.
- ¿Lo crees? – Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de la
cardióloga.
- A papá le gustaba mucho hacerte reír, recuerdo que siempre
hacía el tonto para hacerte sonreír... Lauren lo hace también.
- Ella realmente lo hace... Sí, papá hubiera amado a Lauren. – Dijo
con un poco de nostalgia.
...
- Nadie es perfecto... Yo sólo necesito tiempo, ambos debemos
perdonarnos muchas cosas, aunque sinceramente, me agrada saber que ahora tu
vida no va sólo del trabajo y de mujeres. – Dijo Lauren mirando por la ventana del
Mercedes Benz que ahora se dirigía al aeropuerto.
- Tuvieron que pasar casi 10 años y un infarto para poder
saberlo. – Murmuró Michael.
Negó con la cabeza para luego mirar al hombre... Quizás las cosas
podían cambiar, quizás debería darle una oportunidad y ella misma darse una de
tener a sus padres en su vida. Las cosas cambiabas, las personas cambiaban, y no
siempre para mal, muchas veces para bien.
- Voy a retirar la orden de alejamiento. – Dijo finalmente la
cirujana mirándose las manos.
Se giró y vio cómo el hombre tenía una expresión de asombro, e
incluso se sintió ella misma confundida cuando notó que cómo su padre comenzaba a
llorar apretando las manos en el volante.
- Ey, si no nos quieres matar aquí en la autopista deberías
dejarme conducir a mí. – Dijo con auténtico pánico la cirujana.
Michael se limpió las lágrimas y subió el volumen de la radio del auto
para despistar las atenciones, Lauren suspiró fuertemente y se volvió a preguntar si
aquel hombre era realmente su padre, los años parecían haberle llegado como una
gran carga de plomo, parecía un niño ilusionado por la nueva oportunidad que le daba
su hija.
- Sólo te pido tiempo, no he tenido un padre por muchos años, y
tenerlo de la noche a la mañana me parecerá muy raro.
Se aclaró su garganta al sentir que la emoción también llegaba a ella,
al final sólo le había dicho que iba a quitar la orden de alejamiento.
- Y más te vale dejar de fumar y comer como un puerco, así
como vas te morirás pronto y no verás que seré mejor cirujana que tú. – Espetó
finalmente la ojiverde.
...
Saltó a los brazos de la cirujana que venía entrando por la puerta del
aparcamiento del hospital, el perfume de Lauren volvió a calmar su inquieto corazón
que había estado esperando con ansias la vuelta de la cirujana.
- Hola, te extrañé. – Susurró Lauren contra sus labios.
- Yo más. – Dijo enroscando sus brazos en el cuello de la
cirujana.
- La gente podría vernos, ¿Sabes? – Lauren achicó los ojos en
forma divertida.
- Sí... ¿Te imaginas? Todos sabrían que has cogido al mejor pez
de cardiología. – Dijo soltando el abrazo y entrando rápidamente al hospital.
La risa de Lauren detrás de ella hizo que sus pies volvieran a girar
sobre ella, detallando cómo aquellos ojos esmeraldas la miraban con todo el amor
que ella deseaba.
- Tú sí que te has cogido el mejor pez de cardiovascular. – Dijo
Lauren abrazándola y jugando con un mechón de su cabello.
- ¿Segura? Algo me dice que el Dr. Jones podría comprarme una
casa grande con todo el dinero que gana con esas consultas privadas que hace fuera
de horario. – Alzó las cejas.
Camila rió al ver el asombro en el rostro de su novia, aquello había
sido una indirecta, lo que ella no notó fue cómo sus dientes estaban mordiendo su
propio labio inferior.
- ¿Una casa grande? ¿Y por qué quieres una casa grande? – Dijo
con un tono juguetón la cirujana.
- Pues porque quiero que tengamos cinco hijos. – Mencionó
acariciando el cuello de la ojiverde.
- ¿¡Cinco!?
- Pero todavía no, que soy muy joven. – Picó la morena.
- Tú lo que quieres es que luego ellos nos mantengan cuando
nos jubilemos. – Dijo riendo Lauren.
- Cariño, alguien deberá pagar tu prótesis dental si es que
sigues bebiendo coca cola. – Espetó Camila.
- Oh por Dios estás más loca de lo que imaginaba, ¿Quién eres
tú y por qué me voy a casar contigo? – Dijo dramatizando un pequeño brote de
desesperación.
Camila negó con la cabeza y se acercó para dejar más besos en la
boca de su novia.
- Te amaré toda la vida... A ti y a nuestros cinco hijos... -
Susurró la cirujana mirando tiernamente a su novia.
- Y yo a ti, aunque te quedes sin dientes a los 50. – Murmuró
Camila dejándole un tierno beso en la mejilla.
- Eso espero Dra. Cabello.

---
Y bueno, llegamos al final, sin embargo, subiré el epílogo éste mismo
día para cerrar totalmente la historia.
Muchas gracias a todos los que siguieron, desde el principio o durante
el camino.
Ésta historia siempre será importante para mí ya que es la primera
que me animo a compartir con vosotros.
Es posible que dentro del día además suba una nueva historia en la
cual estoy trabajando con cariño.
Gracias por todo :)
Epílogo.

6 meses después.
- ¿Camila dónde estás? – Dijo desesperado Andrew al otro lado
de la línea.
- ¡En un tráfico horrible! No tenía que haber ido al hospital hoy
en la mañana. – Suspiró exasperada la cardióloga.
- ¡Por Dios Camila! Hamilton te había dado el día libre pero tú
has decido ir de todos modos al hospital. Joder... Ya todos están aquí, ni siquiera he
ido a ver a Lauren que debe estar subiéndose por las paredes. – Susurró Andrew para
que nadie más escuchara la conversación.
Miró con odio a Chris quien estaba riendo al volante, el rubio llevaba
un elegante esmoquin color gris con una camisa y corbata ambas negras.
- ¡Pues tu novio podría conducir más rápido! – Gritó Camila
enojada.
Escuchó a Andrew reír nervioso al otro lado de la línea mientras Chris
intentaba adelantar a un carro en la autopista. Lauren iba a matarla, la cirujana le
había prohibido ir al trabajo aquel día, pero Camila Cabello había dejado una
interconsulta de pre operatorio sin complementar porque el laboratorio había dañado
su muestra para las pruebas de coagulación... Sí, otra vez.
- Te dejo, dile a Lauren que voy de camino. – Dijo finalmente
cortando la llamada.
...
Lauren volvió a sentir que los zapatos le quedaban pequeños, pero no
lograba mencionar una sola palabra impresionada de cómo Sinu llevaba fácilmente 1
hora hablando sin parar, sus ojos pidieron piedad en dirección a Sofía quien estaba en
la misma habitación donde la cirujana se había estado vistiendo para la ceremonia.
- Mamá... - Llamó finalmente Sofía.
- ¿Qué? – Dijo Sinu nerviosamente.
- Será mejor dejar unos minutos a Lauren, la estás poniendo
nerviosa. – Hizo una divertida mueca.
La mujer asintió y luego de volver a recalcar cuánto le gustaba el
peinado de Lauren salió del lugar.
Respiró hondamente mirándose al espejo, estaba segura que el
vestido celeste había sido la mejor opción. Miró nerviosamente la hora en su móvil,
Chris todavía no llegaba, y ella se preguntó si dentro de los siguientes 5 minutos
tendría que buscarse un nuevo padrino, pero no podía, Chris tenía los anillos... Iba a
matar a su primo.
La puerta se abrió de sorpresa dándole un susto a la cirujana, Chris
entraba con una sonrisa de espectáculo, llevaba el cabello desordenado y los zapatos
desabrochados.
- Joder Chris ¿Dónde mierda estabas? – Dijo enojada la
cirujana.
- Ey prima, calma, calma, está todo bien.
El rubio se peinó al espejo y luego de asegurar sus zapatos le ofreció
un brazo a Lauren para que ésta se sujetara y salieran a donde sería la ceremonia.
- Como no hayas traído los anillos podrás olvidarte de tu
hermoso rostro que estaré gustosa de arruinar y ni el mejor cirujano plástico del país
podrá arreglar.– Dijo mordazmente la ojiverde.
- Veo que estamos nerviosa. – Rió el rubio.
- ¿Nerviosa? Pfff... En primer lugar, no sabía si mi padrino iba a
llegar, en segundo lugar, no sabía si los anillos llegarían, en tercero, Camila tiene 3
madrinas, y en último lugar ¡Mi padre ha venido con ésa estúpida y horrible camisa
hawaiana color naranja a mi boda!

...
La cardióloga detalló los Lirios amarillos que tenía en sus manos
recordando aquel día en que Lauren había aparecido en su piso junto a la pizza y un
montón de besos.
Sonrió a su reflejo en el espejo, al final un hermoso vestido color
crema con detalles sencillos había sido su vestido ideal, le llegaba hasta un poco
arriba de las rodillas, y los zapatos blancos hacían juego con sus aros de perlas que
su madre había usado en su propia boda.
Andrew le ofreció la mano, la piel nívea del chico resaltaba con aquel
esmoquin negro de camisa blanca y corbata gris, fue en aquel momento en que sus
pies se quedaron congelados al piso.
- ¿Camila? – Dijo asustado el pelinegro.
- Andrew, ¿Realmente me voy a casar con aquella hermosa
cirujana? – Dijo nerviosa Camila.
- Oh chica, claro que lo harás, sólo no le hagas esperar más.
Volvió a revisar el peinado con trenzas que tenía, y luego de un gran
suspiro tomó la mano de su mejor amigo.
Sus pies caminaron nerviosos por el jardín que tenía sillas blancas
donde estaban los invitados, familiares, amigos, colegas del trabajo. Quiso sostenerle
la mirada a Lauren pero la emoción le ganó, asi que nerviosa buscó entre todos a su
madre, a su hermana y a sus tres madrinas: Dinah, Normani y Ally. Pudo encontrar
sus ojos también al Dr. Green y su familia, sonriendo al ver cómo Katy le saludaba
efusivamente con Theo en sus brazos... Sin embargo lo que más le causó sorpresa
fue detallar que estaban los padres de Lauren.
Andrew se aclaró la garganta cuando ya estaban a pocos metros de
Lauren, Camila volvió a centrar su mirada en la cirujana.
- Pensé que ya no llegarías. – Susurró Lauren tomando la mano
de la cardióloga.
- Unas pruebas de coagulación. – Dijo rápidamente Camila.
- ¿Qué? – Frunció el ceño la cirujana.
El hombre que iba a realizar la ceremonia aclaró su garganta llamando
la atención de ambas haciendo reír a todos los presentes.
- ¿Ya puedo besarla? – Dijo divertidamente Lauren.
Camila rió de buenas ganas golpeando levemente con los Lirios a su
novia. Atrás había quedado aquella Lauren introspectiva, aquella que le había
reprendido en el día que se habían conocido, atrás había quedado aquella Lauren que
le había dicho que no quería que nunca más le hablara. Ahora sólo podía ver a aquella
Lauren que estaba a punto de prometerle un amor eterno.
...
Los gritos y aplausos hicieron que ella cortara el tierno beso que había
estado teniendo con Camila luego de que el hombre hubiera terminado la ceremonia
para terminar con un "Os declaro unidas en matrimonio" con los anillos reluciendo.
- Te amo. – Dijo Camila.
- Yo también cariño. – Rodeó uno de sus brazos en la cintura de
la cardióloga.
Caminaron con todos hasta el salón donde sería la fiesta y la comida,
no soltó la cintura de la que ahora era su esposa y mirando con curiosidad vio cómo
sus familiares se acercaban para felicitarlas.
- Mi niña, por Dios, he llorado toda la ceremonia. – Dijo Sinu
abrazando a Camila.
- Mamá... - Sonó emocionada.
- Lauren, sé que vosotras seréis muy felices. Os deseo lo mejor.
– Finalizó la mujer.
Afirmó con la cabeza mientras la mujer la rodeaba con sus brazos,
Lauren sonrió divertida a Camila la que miró encantada la escena.

- ¡Hija! – Llamó la atención Clara.


Sus ojos miraron con complicidad a Camila quien no sabía que sus
suegros estarían en la boda, había sido una pequeña sorpresa, finalmente su esposa
tenía mucho que ver que tanto la madre como el padre de la cirujana estuvieran ahí.
- Felicitaciones para ambas. – Dijo Michael sonriéndole
ampliamente.
Lauren frunció el ceño detallando la camisa de su padre, lanzando un
sonido divertido mientras abrazaba a su madre.
- Estoy muy feliz de que estéis aquí. – Dijo sinceramente Camila
entrelazando una mano con la cirujana.
- Yo también. – Susurró Lauren.
...
El final de la fiesta se veía lejano, pero Camila tenía otros planes,
luego del primer baile de casadas y de haber soportado a un Andrew ebrio, a Dinah
discutiendo con Normani sobre quién llevaba el mejor vestido y a una emocionada
Katy llorando porque su "hermana" Lauren había sentado cabeza estaba segura que
era la hora de escapar junto a Lauren.
- Amor. – Llamó la atención de Lauren quien sostenía un vaso
de whisky.
- ¿Mmm? – Sonrió.
- Dime que no estás ebria. – Reprochó la morena.
- No, no... - Dijo calmadamente Lauren. – Sólo necesitaba
relajarme un poco.
- Y yo... - Lanzó una pequeña risa tomando el último sorbo de
su copa con vino blanco.
Chris besaba con devoción a Andrew en una de las mesas cercanas a
ellas, lo que hizo reír a la cardióloga llamando la atención de Lauren que miró en la
misma dirección.
- Mis padres deben estar horrorizados. – Dijo divertida la
cirujana.
- A mí lo que me tiene horrorizada la camisa de tu padre. – Hizo
una mueca divertida.
- Hahah, lo sé, a mí también. – Rió Lauren jugando con un
cabello suelto del peinado un poco desarmado de la cardióloga.
Camila buscó el pequeño bolso que tenía en la mesa, sacando dos
billetes de avión haciendo que su esposa le mirara con curiosidad.
- Hamilton nos ha dado 2 semanas para la luna de miel. – Dijo
sonriendo la morena.
- ¿Sí? Y ya has decidido sin mí. – Murmuró Lauren mirando los
ojos marrones.
- ¿Sabes dónde sí podrías comer una pizza genial y un pan con
queso caliente y coca cola? – Dijo jugando la cardióloga.
- Mmm... ¿Italia? – Dijo asombrada Lauren.
- Ahá...
Camila observó cómo su esposa se levantaba rápido del asiento y
tomando su mano salían con pasos rápidos del lugar, la cardióloga quiso apurar el
ritmo pero un quejido de Lauren le hizo detener.
- Los zapatos. – Dijo acusando Lauren. – Me quedan chicos. –
Hizo un puchero con gracia.
La morena rió mientras volvían a caminar lentamente hasta el
deportivo negro de su esposa.
- Manejaré yo. – Rió Camila tomando las llaves.
...
La cirujana estiró los brazos buscando el cuerpo de su esposa en la
cama, pero no lo encontró, así que luego de intentar quitarse la pereza del cuerpo
lentamente buscó con la mirada a la morena en la habitación del hotel, pero no la
encontró. Fue hasta que escuchó el sonido de alguien en el baño que se levantó.
Cuando entró al baño pudo ver cómo Camila estaba sumergida en el
agua de una gran bañera blanca de patas de bronce con el cabello desordenado y una
sonrisa coqueta.
- Esto es mejor que servicio a la habitación. – Dijo sonriendo la
cirujana
- Ven aquí. – Estiró una mano Camila.
Lauren se despojó de las sábanas y entró con cuidado a la bañera,
sintiendo cómo el agua caliente le hacía soltar un suspiro.
- Podríamos quedarnos aquí y nunca volver... Sabes, eso de
operar corazones está sobrevalorado. – Murmuró Lauren riendo.
- Oh, podría simplemente renunciar para quedarme aquí. –
Sonrió Camila con el rostro pegado al pecho de la cirujana.
- No te preocupes, seguramente el hospital encontrará una
cardióloga que sí sepa pedir bien unas pruebas de coagulación.
- ¡Oye! – Camila fingió enojo luego de golpear bajo el agua uno
de los muslos de Lauren.
- ¿Sabes? Aquella interconsulta me cambió la vida. – Dijo
sonriendo la ojiverde.
Los ojos marrones detallaron con amor cada rasgo del rostro de
Lauren, la cirujana sintió cómo su corazón se agolpaba con fuerza contra su pecho, y
sus latidos resonaron en sus oídos al ver cómo Camila cerraba la distancia entre
ambas.
- Te amo Dra. Jauregui, con cada uno de mis latidos. – Fue lo
último que salió de los labios de Camila antes de comenzar una larga tanda de besos.

Fin.

---
Muchas gracias a todos los que leyeron ésta historia.
Hasta la próxima :)

También podría gustarte