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De la música como elemento de la educación

Política - libro quinto, capítulo IV


Aristóteles

COMENTARIO DE TEXTO Javier Janeiro Sánchez

Nos encontramos ante un texto que pertenece a La Política de Aristóteles, una gran obra
formada por ocho libros, siendo este extraído del quinto libro, capítulo IV. Este tratado se
localiza en el s. IV a.C. y se traduce literalmente como “las cosas de la polis”. Aristóteles
manifiesta en los diferentes libros su percepción de la política, que es una forma de entender la
sociedad ordenada con normas y reglas.

Aristóteles comienza este texto tratando de discernir los límites de la práctica musical,
debiendo realizarse siempre desde un punto de vista educativo, con el objetivo de enriquecer y
favorecer la creación de un hombre libre de pensamiento. Asimismo, refleja que esta práctica
debe detenerse cuando la misma se tuerce en ocio, ya que este es un estado que se puede
alcanzar únicamente al final la instrucción del ciudadano. A pesar de ello, Aristóteles acepta
también la música en su ejecución por el placer pero concluye que los ciudadanos libres se
tienen que detener a debatir y filosofar en torno a esta, nunca ejecutándola por si mismos; esta
quedará relegada a los hombres prácticos que se han consagrado a la música como profesión.
Otra idea que nos transmite de forma periódica a lo largo del texto alude directamente
a lo que hoy hemos conjugado en la teoría del ethos, cuya esencia es la relación que se establece
entre un modo o característica musical y una determinada emoción, que a su vez nos conduce
al proceso de la catarsis. Gracias a este concepto la música se torna en algo político, ensalzando
su valor educativo: la escucha consciente de una música determinada fue fundamental en la
educación de la polis.
Finalmente, cabe destacar la distinción que Aristóteles crea entre los instrumentos
válidos o no para este fin educativo. Proscribe la flauta y los instrumentos de viento porque
sólo son buenos para excitar pasiones, además de limitar la función educativa ya que impide el
habla mientras se ejecuta. Otros instrumentos propios de los artistas, como la cítara, también
se rechazaron en la instrucción musical.

Para poder entender la obra de Aristóteles debemos situarnos en la Grecia del s. IV a.C.,
el auge de esta gran civilización que ocupaba las islas del mar Egeo, la península de los
Balcanes, la costa de Asia Menor y Creta. Más tarde se fue extendiendo al sur de Italia, la costa
del Levante español y el sur de Francia. El s. IV a.C. en Grecia corresponde con su Época
clásica: las personas se agrupaban en ciudades estado, es decir, una polis. Estas eran muy
complejas, ya que representaban el centro político y cultural en la sociedad griega, donde
convivían diferentes ideas políticas y hombres libres con esclavos.
En este contexto, la primera persona que dejó una evidencia en su obra sobre la música
fue Platón, aunque fue recogiendo especulaciones anteriores y carente de originalidad. Es
fundamental el valor que fue adquiriendo la música, que pasó de ser algo más que objeto de
nuestros sentidos: se consideró como ciencia, siendo digna de ser objeto de estudio y
catalogándose como sophia (sabiduría). El desarrollo de la música en la polis griega, como
Fubini refleja en su libro, fue perpetuado por Aristóteles, quien retomó las ideas platónicas con
diversas instancias sobre el pensamiento hedonista.
A pesar de que el texto objeto de este análisis pertenece al quinto libro, el discurso
principal sobre la música en el pensamiento aristotélico se recoge en su séptimo libro.
Aristóteles consideraba la música como un placer, opuesto al trabajo, pero a lo largo del texto
diferencia esta práctica vulgar de su uso en el ámbito educativo. El filósofo relacionaba la
música y el mundo ético de forma directa; la relación de la música con el alma porque esta es
armonía. Por ello, cuando el alma se desvía, ciertas melodías y ritmos pueden reconducirla, así
como otros pueden desvirtuarla. En definitiva, la música tiene un gran poder educativo si se
trata desde la moderación y la prudencia, conociendo sus efectos sobre el espíritu humano.

En mi opinión, Aristóteles avanzó respecto a sus antecesores en cuanto a la música se


refiere: trató de comprenderla más a fondo y, finalmente, la consideró algo más que ocio y
placer para nuestros sentidos. En su forma más literal, la música aparece en los textos de
Aristóteles como otra herramienta para alcanzar su polis deseada, lo que creo que la convierte
en otro método más de adoctrinamiento y no algo de valor educativo. Durante gran parte de su
discurso sobre la música, Aristóteles trata de discernir cuáles son los límites de la música en la
educación, pero, ¿son realmente estos límites éticos, o los que Aristóteles consideraba correctos
para su polis?
Un punto en el que difiero totalmente es el de la idea relacionada a la teoría del ethos
que defiende Aristóteles. Es obvio que ciertos ritmos y melodías serán mejor en determinadas
situaciones, pero si el ciudadano de la polis se considera un hombre libre, este debería conocer
todo el abanico de posibilidades que ofrecen las diferentes armonías. Limitando su escucha a
las consideradas “correctas”, opino que se retrocede enormemente en el proceso educativo: el
ciudadano no conseguirá ser libre hasta el momento en el que este mismo consiga discernir los
valores positivos de los ociosos por sí mismo, y relevar estos para cuando acabe su formación.
Vemos muy lejano el s. IV a.C., pero seguimos perpetuando prácticas poco éticas que
ya se producían en esa época actualmente. Si bien es cierto que un niño de 5 años no posee una
capacidad de raciocinio completa, no deberían ser sus tutores quien le obligue a entrar en el
ámbito musical, deberían ser ellos mismos los que optasen por dedicar su tiempo o no al estudio
de la música. Me entristecía ver, principalmente en los primeros años de enseñanzas básicas y
profesionales, cómo muchos de mis compañeros desperdiciaban las clases e iban obligados al
conservatorio.

En conclusión, considero que Aristóteles tuvo gran importancia en la inserción de la


música en la sociedad, pero hoy en día debemos comenzar a juzgar por nosotros mismos qué
es una educación libre, siendo únicamente guías para las generaciones venideras, no
instructores.

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