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Aprendizaje y memoria son mecanismos específicos que se activan por

estímulos ambientales y que son capaces de modificar las conductas.


El aprendizaje es un proceso por el cual adquirimos información que se traduce
en conocimiento.
La memoria, desde un punto de vista general, es la retención o
almacenamiento de información.

Tipos de aprendizaje.

Aprendizaje implícito
Este es generalmente no intencional y se obtiene como el resultado de la
ejecución de ciertas conductas automáticas, como al hablar, moverse, caminar.
Aunque no lo notemos, estamos todo el tiempo siendo receptivos a nuevos
conocimientos y este es el tipo de aprendizaje que ocurre sin que nos demos
cuenta.

Aprendizaje explícito
Aquí hay una intención y conciencia sobre el aprendizaje. Esta forma nos
permite adquirir nueva información relevante y requiere cierta atención y
selectividad sobre lo que se está aprendiendo. En este tipo de aprendizaje,
nuestro cerebro se ejercita mucho.

Aprendizaje asociativo
Es un tipo de aprendizaje muy común, mediante el cual un sujeto aprende por
la asociación entre dos estímulos o ideas. Nuestra mente asocia determinados
conceptos a otros, como también a ciertos estímulos externos o sucesos. El
aprendizaje asociativo requiere trabajo, pero es muy profundo y rico.

Aprendizaje no asociativo
Contrario al anterior, este tipo de aprendizaje es el que se da a través de un
estímulo que cambia nuestra respuesta por ser repetitivo y continuo. Es un tipo
de aprendizaje que se relaciona a nuestra sensibilidad y las costumbres
adquiridas.

Aprendizaje significativo
Es uno de los aprendizajes más enriquecedores, caracterizado por la
recolección de información, la selección, organización y el establecimiento de
relaciones de ciertos conceptos nuevos con otros anteriores, como una forma
de asociación.

Aprendizaje cooperativo
Muy utilizado en las aulas, este tipo de aprendizaje permite a cada estudiante
aprender de forma cooperativa, apoyándose tanto en su conocimiento, como
en el de los demás. Se genera en grupos de no más de 5 personas que toman
diferentes roles y funciones.

Aprendizaje emocional
Se ha hablado mucho de este tipo de aprendizaje, porque permite gestionar las
emociones de manera eficiente en el proceso de aprendizaje. Esta forma
aporta grandes beneficios a los estudiantes porque genera bienestar en ellos y
mejora su relacionamiento con los demás.

Aprendizaje observacional (o shadowing)


La observación también es una forma de aprendizaje, indicada para los
individuos más visuales. Este tipo se basa en una situación modelo donde
participa una persona que realiza una acción y da el ejemplo a otra, que
observa y aprende en el proceso.

Aprendizaje experiencial
Es una de las mejores maneras de aprender y se basa en la experiencia. Los
aprendices viven una situación o suceso y aprenden a través de ella, mediante
ensayo y error, guiándose por su percepción sobre lo sucedido y una reflexión
sobre la actitud tomada.

Aprendizaje por descubrimiento


Es también conocido como el aprendizaje activo, en donde las personas que
aprenden participando de manera constante, interactúan con quien les enseña
y se cuestionan, buscan información, relacionan las nuevas ideas con
conceptos ya aprendidos y organizan cada idea de acuerdo a su mundo.
Aprendizaje memorístico
Es el tipo de aprendizaje que fija conceptos en el cerebro. No es recomendado
para aprender ciertos temas que requieren reflexión, pero suele utilizarse para
memorizar cosas invariables como fechas y nombres, que pueden aprenderse
mediante la repetición.

Aprendizaje receptivo
Es contrario al aprendizaje por descubrimiento. Este tipo es el aprendizaje que
se comprende, se asimila y se reproduce. En el aula, los estudiantes son
receptores de forma pasiva y no participan en el proceso más que recibiendo
información desde el exterior.

Aprendizaje colaborativo
Este es similar al cooperativo, con la diferencia del grado de libertad que tienen
los aprendices en el proceso. Mientras en el aprendizaje cooperativo los
estudiantes eligen el tema, en el colaborativo el tema es dado por el docente a
cargo y los jóvenes eligen su propia metodología.

Aprendizaje inmersivo
Este tipo de aprendizaje elimina el modelo tradicional en el que los estudiantes
se limitaban a oír al docente y lo que este tenía para decir sobre un tema, para
pasar a experimentarlo por sus propios medios. Gracias al avance de la
tecnología, con una serie de programas, aplicaciones y recursos electrónicos
como gafas de realidad virtual o herramientas de impresión 3D, los estudiantes
pueden tener una experiencia más cercana con lo que aprenden.

Aprendizaje online o e-learning


Al igual que en el anterior punto, gracias a la tecnología surge también este
modelo de aprendizaje autodidacta: el aprendizaje online o e-learning. Aunque
no es del todo autodidacta, porque tienes a tu servicio una cantidad de
herramientas que hacen que sea más un aprendizaje colaborativo.
Generalmente tiene apoyos de profesionales, así como lugares donde realizar
consultas a otros personas.

Aprendizaje social
La “Teoría del Aprendizaje Social”, de Albert Bandura, propone que el aprendiz
no es un individuo que aprende por observar a los demás y repetir las acciones
(idea con la que está de acuerdo); sino que también participa de forma activa
en el proceso de aprendizaje. Por esto, su teoría incluye aspectos del
aprendizaje conductual (cómo influye el entorno) pero también del cognitivo, el
que plantea que los aspectos psicológicos influyen en las conductas.

Tipos de memoria.
Memoria según su contenido
La primera clasificación hace referencia a la naturaleza de la información que
almacenamos, es decir, de cómo sea el contenido a memorizar. Dependiendo
de ello, no solo se consigue la clasificación siguiente, sino que vemos por qué
algunas cosas son más fáciles de memorizar que otras.

Memoria semántica
La memoria semántica es lo que normalmente relacionamos con el concepto
general de “memoria”, pues este tipo es aquel que hace referencia a la
capacidad de almacenar conocimiento. En otras palabras, es aquella memoria
que potenciamos en nuestra vida académica, desde el colegio hasta la
universidad. Es lo que tradicionalmente entendemos como memorizar, pues
consiste en “guardar” información presente en libros de texto (u otros recursos
académicos) que no tienen implicación en nuestra vida personal pero que
debemos plasmar más tarde en un examen con la esperanza de que
permanezca para siempre en nuestro cerebro.

Memoria episódica
La memoria episódica representa un tipo de memoria que sucede sin que
tengamos la sensación de estar haciendo un trabajo de almacenamiento de
información. Y es que esta memoria es la que está vinculada a recordar
sucesos importantes de nuestra vida, pues es bien sabido que las emociones
fuertes (tanto positivas como negativas) activan los procesos neurológicos que
culminan con el almacenamiento de ese recuerdo en la memoria.

Memoria instrumental
¿Has oído alguna vez lo de “ir en bicicleta no se olvida”? Esto es
absolutamente cierto gracias a este tipo de memoria. La memoria instrumental
hace referencia al almacenamiento de información procedimental, es decir, de
forma inconsciente. Cuando nuestro cerebro aprende a hacer algo de forma
automática (sin pensar en cómo hacerlo de forma activa) es porque lo
necesario para realizar esta acción está bien anclada en nuestra memoria. Es
por esta razón que las cosas más rutinarias como caminar, conducir, patinar, ir
en bicicleta e incluso tocar instrumentos, a pesar de que en el fondo sean
funciones muy complejas, se convierten en algo automático que jamás se
olvida.

Memoria fotográfica
La memoria fotográfica, como su propio nombre indica, es aquella en la que la
información que almacenamos es de carácter visual. Cuando somos capaces
de proyectar en nuestra mente imágenes (a menudo con muchos detalles) o
sucesos que hemos vivido es porque está actuando este tipo de memoria.

Memoria topográfica
La memoria topográfica es una habilidad imprescindible para orientarnos en el
espacio. Y es que este tipo de memoria consiste en almacenar (y recuperar)
información acerca de caminos, lo que nos permite recordar rutas y, aunque
parezca algo obvio, saber siempre cómo volver a casa.

Memoria según su duración


Como bien sabemos, los recuerdos no permanecen siempre en nuestra
memoria durante el mismo tiempo. Hay sucesos o información que adquirimos
y que olvidamos al instante, otros que se mantienen durante un periodo más o
menos largo y, por último, otros que no se olvidan nunca. O casi nunca. En
este sentido, también podemos clasificar la memoria del siguiente modo.

Memoria sensorial
La memoria sensorial hace referencia, más que al hecho que sea información
que se capta a través de los sentidos, a que es la más breve. A cada segundo
que pasa recibimos una increíble cantidad de estímulos sensoriales: auditivos,
visuales, olfativos, gustativos y táctiles. Estos sirven para comunicarnos con el
medio que nos rodea y actuar de forma acorde a ello, pero es imposible para el
cerebro recordarlo todo. Por ello, a no ser que esta información sensorial
pasiva esté ligada a un suceso emocionalmente fuerte, estos mensajes de los
sentidos se desvanecen al poco tiempo. De hecho, la memoria sensorial es tan
breve que solemos olvidar la mayor parte de los estímulos que
experimentamos menos de un segundo después de sentirlos.
Memoria a corto plazo
La memoria a corto plazo es algo más compleja que la anterior, pero que no
dura mucho más. De hecho, la memoria a corto plazo es aquella que “guarda”
información hasta un minuto después de haberla captado. Y si es así, ¿para
qué sirve? Es muy importante ya que es el tipo de memoria que nos permite
analizar lo que estamos experimentando, desde una vivencia personal hasta un
parágrafo de un libro de biología. En este sentido, la memoria a corto plazo
requiere de poco esfuerzo, pero si queremos que la información pase a
almacenarse de forma prolongada, debemos hacer un trabajo consciente para
retenerla. La memoria a corto plazo nos da un estrecho (pero imprescindible)
margen de tiempo para que asociemos lo que ocurre a nuestro alrededor, lo
analicemos y lo llevemos al nivel de verdadera memoria: la de largo plazo.

Memoria a largo plazo


La memoria a largo plazo es lo que entendemos como “memoria” como tal. Y
es que este tipo de memoria, además de que es la que nos permite almacenar
información y recuerdos durante mucho tiempo (a veces incluso para toda la
vida, si lo vinculamos con emociones) y de no deteriorarse con el tiempo, a
diferencia de las anteriores, tiene una capacidad de almacenamiento ilimitada.
Cabe mencionar que el momento en el que los mensajes almacenados dan el
“salto” y se consolidan en la memoria a largo plazo es durante el sueño. De ahí
la importancia de dormir correctamente.

Memoria según el grado de consciencia


Como ya sabemos, hay recuerdos almacenados en nuestro cerebro que para
recuperarlos debemos hacer un esfuerzo, mientras que otros vuelven a nuestra
mente “sin querer”. Dependiendo precisamente de si hay intencionalidad o no
en la recuperación de la información, tenemos la siguiente clasificación.

Memoria implícita
La memoria implícita es aquel tipo de memoria en el que la recuperación de la
información se da de forma inconsciente, es decir, sin que haya una
intencionalidad. Aquí se engloban tanto las formas de memoria instrumental
(recordemos que era aquella que explicaba que nunca olvidemos a montar en
bici) como el recuerdo de sucesos emocionalmente impactantes, tanto
negativos como positivos. En otras palabras, la memoria implícita es aquella
que nos permite hacer acciones de forma automática (sin tener que hacer el
esfuerzo de recordar cómo se realizan) y la que nos hace visualizar recuerdos
o experiencias, aunque a veces sean dolorosas.

Memoria explícita
La memoria explícita es aquel tipo de memoria en el que la recuperación de la
información se da de forma consciente, es decir, aquí sí que hay una
intencionalidad y una voluntariedad de recordar algo en concreto. Siempre que
haya que hacer un esfuerzo para recuperar una información es porque estamos
ante este tipo de memoria. Esta necesidad de trabajar para recordar algo suele
ser debida a que el recuerdo ha sido almacenado sin vincularlo a ninguna
emoción, por lo que recuperarlo es más complicado. En el ámbito académico
es la forma de memoria que más entrenamos.

Memoria según su dirección el tiempo


Por último, la memoria puede clasificarse en función de su dirección temporal,
teniendo así la memoria retrospectiva y la prospectiva. Puede sonar
complicado, pero es más sencillo de lo que parece. Veámoslas.

Memoria retrospectiva
La memoria retrospectiva es, a grandes rasgos, la memoria en la que te
desplazas al pasado. Ya lo indica su propio nombre. Esto significa que incluye
todos aquellos procesos por los que recordamos el camino a un lugar, el
temario de un examen, el nombre de alguien que trabaja en nuestra empresa,
sucesos de nuestra vida… Toda aquella información que para recuperarla
debas “viajar al pasado” forma parte de la memoria retrospectiva.

Memoria prospectiva
La memoria prospectiva es, por lo tanto, aquella memoria en la que te
desplazas al futuro. Esto hace referencia a que cuando, en el presente, somos
conscientes de que deberemos recordar algo, por lo que hacemos un esfuerzo
para almacenar esa información en nuestra mente. Debemos “recordar que nos
tenemos que acordar” de algo. Mandar un email, solicitar una reunión con un
cliente, hacer la compra, recoger a los niños del colegio… Toda aquella
información que almacenas “viajando al futuro” forma parte de la memoria
prospectiva.

Importancia de aprendizaje y memoria.


El aprendizaje permanente o aprendizaje a lo largo de la vida permite el constante
desarrollo de las habilidades que una persona puede necesitar a lo largo de su vida,
tanto a nivel profesional como personal, para formar parte de una ciudadanía activa,
motivada e integrada.

La capacidad de memorizar es indispensable para un desarrollo físico y emocional


óptimo en los seres humanos. Si no se contara con la posibilidad de recordar, cada día
sería un nacimiento nuevo donde el individuo aprendería cosas que olvidaría al día
siguiente, siendo solo un ser humano que memoriza a corto plazo para subsistir en el
presente. Se podría decir entonces, que la memoria es el núcleo en la cotidianidad del
ser humano, porque puede ser vista como un mecanismo que permite la supervivencia
en las diferentes etapas de la vida. A su vez, es aliada del sistema nervioso ya que para
recordar, lo ideal es conectarse emocionalmente con las características de aquella
situación que se quiere tener presente.

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