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Fraude en Remates Licitaciones y Concursos Publicos
Fraude en Remates Licitaciones y Concursos Publicos
CURSO:
Derecho Penal Económico
DOCENTE:
DR.SABLICH HUANANI CHALES
TEMA:
Fraudes en remates, licitaciones y concursos públicos
CICLO:
VI
TURNO:
Noche,
INTEGRANTES:
GONZALES PALOMINO, KEYSI
LANDEO ACHARTE, YUDITH
MANRIQUE CHAVEZ ESTEFANI
PAUCAR SOTO, ROCIO
SANTANDER JHONG, MARTHA
SOTELO MAMANI, FIORELLA
YTA ESPINOZA, LOURDES
Ica-Perú
2011
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INTRODUCCION
El presente trabajo tiene como fin brindar información acerca de las conductas ilícitas
que se pueden dar respecto a remates, licitaciones y concursos públicos, así como las acciones
que pueden realizar los postores o empresas agraviadas en un proceso de selección del Estado,
los cuáles no pudieron participar o fueron descalificados antes de la evaluación técnica o
económica, pueden efectuar para y combatir la vulneración de normas de contrataciones del
Estado por parte de competidores y de las mismas Entidades que se encuentran coludidos.
Quienes pueden realizar acciones tanto en las diferentes vías internas que se tiene en nuestro
país.
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FRAUDES EN REMATES, LICITACIONES Y CONCURSOS PUBLICOS
CONCEPTO DE FRAUDE:
Proviene del latín fraus, un fraude es una acción que resulta contraria a la
verdad y a la rectitud. El fraude se comete en perjuicio contra otra persona o contra
una organización, como el Estado o una empresa.
Para el derecho, un fraude es un delito cometido por el encargado de vigilar la
ejecución de contratos, ya sean públicos o privados, para representar intereses
opuestos. El fraude, por lo tanto, está penado por la ley.
El concepto de fraude está asociado al de estafa, que es un delito contra el
patrimonio o la propiedad. Consiste en un engaño para obtener un bien patrimonial,
haciendo creer a la persona o la empresa que paga que obtendrá algo que, en
realidad, no existe.
Sera reprimidos con pena privativa de libertad no mayor de tres años o con ciento
ochenta a trescientos sesenticinco+ días – multa quienes practiquen las siguientes
acciones:
Comentario:
CONCEPTO DE REMATE:
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CONCEPTO DE LICITACIÓN Y CONCURSO PÚBLICO.
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El derecho de abuso de poder económico castiga de manera general las conductas
restrictivas de la libre competencia especialmente graves. Al igual, que la regulación
administrativa, se diferencian la modalidad de abuso de posición de dominio y las
practicas colusorias. La descripción contenida en el tipo penal resulta, sin embargo;
tan general que podría cuestionarse su compatibilidad con el mandato de
determinación o certeza. Para evitar precisamente este cuestionamiento, el tipo penal
se remite a la normativa de la materia para la determinación de ambas modalidades
del tipo penal, estableciéndose así una relación de accesoriedad administrativa
mediante una ley penal en blanco.
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Pese a la apertura de la nueva redacción del artículo 19, el castigo penal a las
conductas de efecto equivalente, no resulta conforme con el mandato de
determinación penal, el cual exige que la conducta delictiva esté precisada
previamente en la ley. Admitir la penalización de conductas de efectivo equivalente,
implicaría permitir de alguna manera, una determinación jurisprudencial mediante
analogía de nuevos supuestos de prácticas restrictivas de la libre competencia. Si
bien tanto la Comisión de Libre Competencia como la Sala de Defensa de
Competencia entienden que la tipificación administrativa de las conductas de “efecto
equivalente”, respecto al principio de legalidad en el ámbito administrativo, en tanto los
primeros párrafos de los artículos 5° y 6° del Decreto Legislativo N° 701, hacen ya una
descripción general del ilícito administrativo, un traslado de este razonamiento al
ámbito penal no parece ser un procedimiento correcto, pues el nivel de certeza que
exige el principio de legalidad penal resulta mucho más estricto que la determinación
de la infracción en el ámbito administrativo. La vaguedad de la descripción típica no
puede tolerar normas administrativas de concreción igualmente difusas.
a) Sujeto activo.
El sujeto activo del delito del artículo 232, solamente podrá ser una persona
natural, a diferencia del ámbito administrativo sancionador, en donde puede responder
también la persona jurídica (artículo 2 del D. L 701). En este sentido, habrá que
individualizar dentro de la organización empresarial quienes resultan competentes
originarios o secundarios por los hechos cometidos desde la persona jurídica. Para
este proceso de individualización de las competencias penalmente relevantes resulta
fundamental precisar si el tipo penal bajo análisis constituye un delito común o
especial. Una primera lectura del artículo 232, podría llevar a la conclusión de que se
trata de un delito común, pero un análisis más detallado nos mostrara que en realidad,
se trata de un delito especial.
El tipo penal en su modalidad de abuso de posición de dominio, exige que una
persona abuse de su posición de dominio. En este sentido, por ejemplo, el
administrador de la empresa que en posición de dominio se ruega injustificadamente a
contratar con otros, no abusara de su posición de dominio, sino de la posición de la
empresa. Por esta razón, la imposición de una sanción penal al administrador de la
empresa solamente podrá justificarse si se recurre al artículo 27 del Código Penal que
regula el instituto jurídico-penal del actuar en lugar de otro. La necesidad de contar con
el artículo 27 para no infringir el principio de legalidad, obliga, por otra parte, a limitar el
círculo de posibles autores del delito, ya que como se sabe, el artículo 27 asume la
teoría de la representación. En este sentido, solamente podrán responder penalmente
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los representantes de la persona jurídica que posee la posición de dominio en el
mercado.
La modalidad de prácticas colusorias constituye igualmente un delito especial,
ya que quien participa en las prácticas o acuerdos colusorios es la empresa y no,
por ejemplo, el administrador. Pero, a diferencia de la modalidad de abuso en las
practicas colusorias no resulta necesario acudir al artículo 27° del C.P sino que basta
para poder justificar la imputación penal al administrador o a cualquier miembro de la
empresa, una interpretación fáctica de los elementos del tipo penal. Desde esta
perspectiva, la participación en el acuerdo colusorio, como elemento del tipo penal,
dejaría de entenderse en un sentido jurídico y se haría, mas bien, en un sentido
factico, por lo que podría hacerse responsable sin mayores problemas a las personas
naturales que actuaron en lugar de la empresa. Se trata de los llamados supuestos de
actuar en lugar de otro impropios y que pueden perfectamente solventarse con la
perspectiva fáctica del análisis. Este proceder interpretativo permite ampliar el círculo
de autores a todos lo que posean el dominio social del hecho sin infringir el principio
de legalidad, al contrario de los casos que solamente pueden solucionarse con base
en el artículo 27 del C.P. En este sentido en la modalidad de prácticas colusorias
podrá hacerse responsable penalmente, a las diversas personas naturales que han
participado en el hecho mediante la infracción de competencias penalmente
relevantes, lo cual no podrá hacerse en la modalidad de abuso de posición de dominio.
Sin bien esta solución no parece muy justa, no cabe otra solución con la actual
regulación de la fórmula del actuar en lugar de otro.
b) Conducta típica.
La conducta típica del delito de abuso de poder económico está compuesta por
dos modalidades distintas: el abuso de posición de dominio y las prácticas colusorias.
En la medida que cada una de estas modalidades tiene sus propias particularidades,
resulta conveniente hacer un análisis diferenciado.
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colectivo desarrollado en la protección administrativa no podría ser de recibo en
sede penal, pues podría dar entrada de forma encubierta a una responsabilidad
penal por el hecho de otro sin un dominio funcional del riesgo. La única manera de
justificar una responsabilidad penal en estos casos seria aceptar una incriminación
de cada conducta individual como delito de acumulación, pero para ello sería
necesario que esta conducta este claramente tipificada en la ley penal, lo cual no
sucede en la actual regulación del delito de abuso de poder económico en su
modalidad de abuso de posición de dominio.
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En cuanto a la configuración de la conducta típica, debemos señalar que no toda
negativa a contratar se encuentra prohibida. Ante todo debe indicarse que la
negativa que se deriva de la imposibilidad de cubrir la demanda solicitada no
puede castigarse penalmente, ya que en estos casos no existe la capacidad
fáctica de cumplir con lo solicitado. Pero aun en los casos en los que existe una
posibilidad fáctica de cumplimiento, no toda negativa a contratar se encuentran
sancionadas. La propia normativa administrativa requiere que la negativa a
contratar sea injustificada, de manera que cabra ponderar si en el caso concreto
se presentan razones económicas que justifiquen dicha negativa. Por ejemplo, no
cabra sancionar el hecho si la negativa se fundamenta en la evitación de un
posible perjuicio económico para la empresa, como sería la insolvencia de la
empresa solicitante, o la falta de condiciones mínimas de un buen servicio de la
empresa oferente. Se sostiene incluso que un análisis puramente económico
sobre la eficiencia de la negativa podría excluir el carácter prohibido del hecho.
En estos casos habría que proceder como en la rule of reason de la ley antitrust
norteamericana para demostrar que la conducta que niega la venta o compra de
bienes o servicios ofrece finalmente una mayor eficiencia para el mercado.
b) La discriminación en las condiciones.
Se considera un supuesto de abuso de posición de dominio en el mercado la
aplicación en las relaciones comerciales de condiciones desiguales para
prestaciones equivalentes, que coloquen a unos competidores en situación
desventajosa frente a otros. Si bien la prohibición hace referencia a las
condiciones comerciales en general, lo usual es que la discriminación recaiga
sobre el precio. Lo primero que debe precisarse es que el trato diferenciado no
se deba a cuestiones referidas al costo del producto o servicio (diferenciación de
precios). En la discriminación de precios, la empresa en posición de dominio se
aprovecha de esta posición para poder sacar a los distintos sectores de
consumidores el máximo precio posible, lo que significa dejar de lado el precio
establecido por la oferta y la demanda.
Al exigir la normativa administrativa que la discriminación de condiciones en las
relaciones comerciales coloquen a unos competidores en situación desventajosa
frente a otros, cabe concluir que no estarán sujetos a sanción los casos de
discriminación de precios dirigidos a consumidores finales, ya que, en estos
casos, no se colocará a ningún competidor en situación desventajosa frente a
otros.
Pero incluso en relación con intermediarios puede que una discriminación de
condiciones no constituya un abuso de posición de dominio, siempre que el trato
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diferente por prestaciones equivalentes se sustente como lo reconoce el propio
literal b) del artículo 5 del D.L 701, en el otorgamiento de descuentos y
bonificaciones que correspondan a prácticas comerciales generalmente
aceptadas, que se concedan u otorguen por determinadas circunstancias
compensatorias, tales como pago anticipado, monto, volumen u otras y/o que se
otorguen con carácter general, en todos los casos en que existan iguales
condiciones.
Especialmente discutible es la cuestión de si puede incluirse los casos de
precios predatorios dentro del supuesto de discriminación de precios. Por precios
predatorios se entiende la práctica realizada por una empresa con posición de
dominio que reduce sus precios por debajo de sus costos con la intención de
generar perdidas a sus competidores y así eliminarlos del mercado. Parte de la
doctrina entiende, con razón, que esta inclusión no resulta posible en la medida
que no se ha comprendido dentro del supuesto de discriminación de precios los
casos de entorpecimiento u obstaculizaciones. La falta de contemplación
expresa de estos casos lleva a su exclusión del ámbito de lo penalmente
prohibido, aunque cabe señalar que ello no impide la sanción administrativa,
pues podría recurrirse perfectamente a la clausula de equivalencia del artículo 5,
literal f) del D.L 701, y sustentar desde allí su prohibición. De cualquier forma la
poca probabilidad de éxito de esta práctica y la posibilidad de desalentar con su
sanción políticas empresariales agresivas que favorecerían al consumidor, llevan
a tener que ser muy cuidadosos con la calificación de esta conducta como
prohibida.
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llamadas conductas de efecto equivalente, pues si bien administrativamente se cumple
los niveles de determinación, en el ámbito penal no cuentan con una determinación
suficiente de la conducta prohibida. En lo que sigue, vamos a señalar los aspectos
penalmente relevantes de las prácticas colusorias previstas en la normativa
administrativa.
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darse la concertación, aun cuando contuviese, por ejemplo, precios razonables para el
mercado. No obstante, a partir de la anteriormente citada Resolución 0224-2003/TDC-
INDECOPI se le ha negado a este supuesto colusorio el carácter de regla per se y se
ha admitido nuevamente que, en casos muy excepcionales, esta conducta podría
quedar exenta de reproche y sanción administrativas si trae consigo.
Como resulta lógico, en le ámbito penal no podemos seguir ciegamente los criterios
desarrollados en el derecho administrativo sancionador. Si bien existe una
accesoriedad administrativa de la ley penal, el juez penal no debe determinar la
responsabilidad penal a partir de las reglas de atribución utilizadas en el derecho
administrativo sancionador. La accesoriedad administrativa en Derecho penal
solamente exige una ausencia de contradicción entre ambos ámbitos jurídicos, perno
no una identidad de los criterios de imputación. Sostener lo contrario significaría
romper la idea de diferenciación funcional al interior del sistema jurídico. Por esta
razón, y atendiendo a las propias particularidades del Derecho penal, una concertación
de precios no puede ser una prohibición penal per se (algo que se niega incluso en el
propio ámbito administrativo), pues siempre resulta posible desvirtuar la antijuricidad
del hecho recurriendo a causas de justificación jurídico penales como, por ejemplo, un
estado de necesidad. Los rasgos particulares de la prohibición administrativa podrán
influir en le elementos típicos de la conducta, perno adelantar un juicio sobre el injusto
jurídico-penal. La antinormatividad penal de la conducta se puede levantar por razones
propias de la regulación administrativa (eficiencia) o por razones propiamente penales
(competencia por hecho) (162).
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mayoristas, menoristas) y se conviene que casa participante contrate con miembros de
una de estas categorías con exclusión de los competidores. Por ultimo, la división
técnica se produce cuando concede a cada uno de los concurrentes un producto
diferenciado.
En nuestra realidad nacional, conviene resaltar que el reparto del mercado ha venido
(168)
teniendo lugar desde ciertos organismos estales como los gobiernos municipales .
No obstante, y aunque se trate de hechos que afectan igualmente la competencia,
parece ser que el decreto legislativo 701 no los incluye dentro de su ámbito de
aplicación, pues su articulo 2 establece que “la presente ley es de aplicación a todas
las personas naturales o jurídicas, sean de derecho publico o privado, que realicen
actividades económicas” (el subrayado en nuestro)(169). En este sentido, la actual
conformación de una Comisión de Acceso al Mercado encargada de controlar las
barreras burocráticas que impidan u obstaculicen el acceso o permanencia en el
(170)
mercado de los agentes económicos , resultaría el lugar mas adecuando para
cuestionar los repartos de mercado que puedan imponer determinadas instituciones
publicas (171). En el ámbito penal cabra la posibilidad de plantear si la autoridad publica,
al encenderse de sus funciones, ha cometido o no delito de abuso de autoridad
conforme al artículo 376 del código penal.
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El reparto de cuotas de producción, previsto como practica colusoria en el articulo 6
literal c), presupone un control de la oferta y, por tanto, una alteración anticompetitiva
(172)
de los precios . En el ámbito administrativo parecería tratarse de una prohibición
per se (173).
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e) discriminación concertada en las condiciones:
Los supuestos de excepción en esta practica colusoria son los mismos que en el
abuso de posición de dominio, en tanto se establece que “no constituye practica
restrictiva de la libre competencia el otorgamiento de descuentos y bonificaciones que
correspondan a practicar comerciales generalmente aceptadas, que se concedan u
otorguen por determinadas circunstancias compensatorias, tales como pago
anticipado, monto, volumen u otras y/o que se otorguen con carácter general, en todos
los casos en que existan iguales condiciones”. Solo la discriminación configura esta
(179)
modalidad del delito de abuso de poder económico. En principio, la misma . No
obstante, una interpretación sistemática debe llevar a concluir que en los casos de
imposición concertada no debe exigirse que el autor tenga una posición de dominio en
el mercado, sino solamente la existencia de una practica concertada por varias
(180)
empresas con la finalidad de distorsionar la libre competencia . Esta diferencia tiene
especiales repercusiones en el ámbito administrativo, en la medida que, como lo
sostiene cierta línea jurisprudencial en los Estados Unidos, la imposición de clausulas
de atadura solamente resulta una prohibición per se en los casos en los que existe una
(181)
posición de dominio en el mercado . Por el contrario, en los supuestos de
imposición concertada habrá que determinar si la conducta concreta ha podido
distorsionar desfavorablemente la competencia. Si bien esta configuración de las
infracciones administrativas tiene repercusión en el tipo penal, tal situación no debe
llevar a aceptar prohibiciones penales per se que renuncien a un juicio sobre
antijuridicidad de hecho.
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En estos casos, el perjuicio producido a aquellos a los que se les ha negado
injustificadamente a contratar, no se debe al monopolio que una empresa tiene sobre
determinados bienes o servicios, sino al efecto limitador de la competencia que tiene
un acuerdo entre varias empresas para negarse a comerciar injustificadamente con
otra empresa .
Se trata de una forma de boicot cometido por varias empresas que acuerdan
conjuntamente no comerciar con determinada compañía. Fara la configuración del
delito, no basta con la llamada a boicotear, sino que es necesario que el boicot tenga
éxito. Pero hay que recordar que no toda negativa a contratar resulta prohibida, pues,
al igual que la regulación del supuesto de abuso de posición de dominio, cabrán
supuestos en los que la negativa de varias empresas se sustente en razones
económicas plausibles.
Un caso bastante sonado de boicot colectivo se produjo en los Estados Unidos cuando
la Asociación de diseñadores textiles (National Designers Guiad) en forma concertada
declaró públicamente que no venderían sus diseños a aquellas tiendas de ropa que
vendieran sus vestidos a precios de descuento o realización. En el Perú, puede citarse
el caso de la Federación Nacional de Vendedores de Diarios, Revistas, y Loterías del
Perú que acordaron no aceptar vender el diario "La Mañana", ya que este diario había
decidido comercializar parte de su tiraje por otra vía de distribución.
g) La limitación o control concertados de la producción, la distribución, el
desarrollo técnico o las inversiones.
Este nuevo supuesto de práctica colusoria ha sido agregado al Decreto Legislativo 701
por la reforma de 1996 (Decreto Legislativo 807). La razón de esta inclusión se debe a
que la regulación del supuesto de reparto de cuotas de producción no incluía los
supuestos de control concertado sobre las cuotas de producción, como se hace en
otros países. No obstante, la nueva regulación no se ha limitado al aspecto dé la
'producción.;, sino que ha incluido otros aspectos igualmente importantes para el
aumento y mejoramiento de la oferta de bienes y servicios tales como la distribución,
el desarrollo técnico y las inversiones.
h) Licitaciones colusorias
El artículo 6 literal i) del Decreto Legislativo 701 considera como una práctica
colusoria el establecimiento, la concertación o la coordinación de las ofertas o de la
abstención de presentar ofertas en las licitaciones, los concursos, los remates o las
subastas públicas. Sobre la ilicitud de esta conducta no cabe la menor duda, ya que
niega la competencia en los procesos de selección para contrataciones y ad-
quisiciones del Estado, así como en las ofertas o subastas públicas' 190'. No obstante,
su tratamiento dentro del delito de abuso de poder económico presenta serias
dificultades, en la medida que el artículo 241 inciso 3 del Código penal contempla
expresamente este supuesto. Ante esta duplicidad regulativa, deberá precisarse el tipo
penal que resulte más adecuado para reprimir las licitaciones colusorias. En nuestra
opinión, el artículo 241 inciso 3 del Código penal resulta aplicable sólo en los casos en
los que la colusión haya quedado en el plano del acuerdo sobre el precio. Ahora bien,
si el acuerdo colusorio en la licitación, concurso o remate públicos se ejecuta,
produciendo una afectación a la libertad de otros postores (exclusión) o a la entidad
convocante (libertad de elección), el tipo penal aplicable será el articulo 232 del CP, ya
que este tipo penal contempla el desvalor del resultado de este supuesto,
consumiendo la conducta prevista en el artículo 241 inciso 3 del CP.
c. Tipo subjetivo
El delito previsto en el artículo 232 del Código penal requiere, en concordancia con
el artículo 12, el dolo del autor. En este sentido, debe imputársele al autor el
conocimiento de que ha abusado de su posición de dominio en el mercado o que
participado en acuerdos y prácticas restrictivas de la libre competencia. Ciertas
dificultades se presentan en esta imputación de conocimiento en lo que se refiere a los
aspectos establecidos por la regulación administrativa de las prácticas contra la libre
competencia, cuya relevancia en el tipo penal se encontraría sustentada en la
exigencia de que la conducta típica haya infringido la lev de la materia, esto es, el
Decreto Legislativo 701. Para decidir esta cuestión hay que tener presente que un
conocimiento pormenorizado de aspectos como el porcentaje exacto de participación
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en el mercado de la empresa o la determinación del mercado relevante no tiene que
exigirse en la imputación del dolo. Conviene recordar que la normativa administrativa a
la que se remite la lev penal en blanco no establece aspectos complementarios de la
conducta prohibida, sino que se ocupa solamente de precisar los elementos va
establecidos en el tipo penal. En este sentido, la imputación de conocimiento que
fundamenta el dolo no requiere entrar en los aspectos concretamente regulados por la
normativa administrativa, sino que desde la regulación general del tipo penal cabe
realizar va la imputación de conocimiento con base en las competencias de
conocimiento del autor y sus concretas circunstancias personales'191'-
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cuyo objeto es restringir la competencia y acuerdos que producen efectos
restrictivos 1195 '. Los acuerdos que tienen por objeto restringir la competencia
son aquéllos en los que la finalidad principalmente perseguida por las partes al
celebrarlo es eliminar o reducir la rivalidad que existiría, en otro caso, entre
ellos <196) . Si se sigue esta lógica, podría concluirse que una práctica colusoria
solamente podría ser delictiva si tiene por objeto (dolo de primer grado) la
restricción de la libre competencia. Con lo dicho, la modalidad de abuso de
posición de dominio podrá cometerse mediante cualquier forma de dolo,
mientras que en el caso de las prácticas colusorias resultará necesario que el
objeto del acuerdo haya sido restringir la competencia.
d. Resultado típico
e. Consumación y tentativa
Autoría y participación
g. Penalidad
La pena contemplada para el delito de abuso de poder económi co es múltiple,
en la medida que se establece la imposición conjunta de una pena privativa de
libertad (de dos a seis años), multa (de 180 a 365 días-multa) e inhabilitación
para el ejercicio de profesión, comercio, arte o industria (de seis meses a
cinco años). No cabe duda que en conjunto la penalidad prevista resulta
severa, pero si atendemos a las posibilidades de manejo individual podría
restringirse su efecto disuasorio. Por ejemplo, la pena privativa de libertad
podría manejarse con una suspensión condicional de su ejecución' 203 ', mien-
tras que la multa podría ser asumida perfectamente por la empresa (una multa
que, dicho sea de paso, no se determina con base en los ingresos de la
empresa, sino de los ingresos del sujeto individual condenado), la que tomaría
en cuenta esta cantidad entre sus "cos tos" y se la trasladaría finalmente al
consumidor. Quizá la pena de inhabilitación pueda ser la más difícil de capean
aunque siempre cabe utilizar en los negocios a un testaferro u hombre de paja
para poder seguir en labores de administración a pesar de sufrir una in -
habilitación en virtud de una sentencia condenatoria. Por todo ello, quizá
resultaría más adecuada la propuesta discutida en los años sesenta en
Alemania de hacer efectivas las penas privativas de liber tad cortas en los
delitos económicos o, en cualquier caso, elevar la penalidad de manera tal que
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se limiten las posibilidades de una sus pensión condicional de la ejecución de
la pena. Esta última solución corre el riesgo, sin embargo, de generar cierta
situación de desproporcionalidad en la reacción penal frente a delitos que
protegen bienes jurídicos más relevantes.
El tipo penal que regula los cárteles de licitación sanciona los atentados
contra la libre competencia en el ámbito concreto de las licitaciones y
concursos públicos en la contratación y adquisición .
No obstante, respecto a la empresa a la que el autor representa no podría afirmarse el
carácter de pena, pues rompería con ello el principio del societas delinquere non
potest, aun vigente en nuestro país. Por otro lado, imponer esta “pena” a la empresa
en la condena de su representante implicaría aceptar de alguna manera un especie de
responsabilidad por el hecho de tercero, lo cual, como es sabido, se encuentra
proscrito en nuestro ordenamiento penal (articulo VII del Titulo preliminar del Código
Penal). Por esta razón, solo cabe entender la medida que se impone a la empresa
como una consecuencia accesoria, es decir, como una medida de carácter
administrativo que se toma en sede penal para evitar un doble procedimiento (hay que
recordar que la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado contempla esta
suspensión del derecho a contratar para empresas que realizan practicas restrictivas
de la libre competencia en procesos de selección).
f. Concursos.
En la media que es la Administración Publica la que convoca los procesos de
selección y, por lo general, los remates públicos, existe la posibilidad de
participación de funcionarios públicos en el delito del articulo 241. En este sentido,
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el funcionario público puede aparecer no solo como participe en el delito contra la
Administración Publica. El abuso del cargo de funcionario público puede llevar a la
realización conjunta de otros ilícitos como el abuso de autoridad, la negoción
incompatible o el cohecho. Por el contrario, conviene destacar que el funcionario
público que participe en el cartel de licitación no realizara el pipo de colusión ilegal
del artículo 384, sino que deberá ser castigado como participe en el delito de
carteles de licitación. La razón de la inaplicación del delito de colusión ilegal se
encuentra en la descripción típica de este delito se ubica en etapas posteriores al
proceso de selección de proveedores y no en la etapa anterior al mismo.
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MEDIDAS PARA COMBATIR UN MAL DIRECCIONAMIENTO EN EL PROCESO DE
SELECCIÓN EN LAS CONTRATACIONES DEL ESTADO
Se pueden realizar las siguientes acciones, las cuales pude separar en el ámbito
administrativo y en sede judicial:
b.- Observaciones.
Por medio de las observaciones a las bases, de acuerdo al artículo 28 de la Ley de
Contrataciones del Estado, y el artículo 56 del Reglamento de la Ley de
Contrataciones del Estado, se cuestionan las mismas en lo relativo al incumplimiento
de las condiciones mínimas o de cualquier disposición en materia de contrataciones
del Estado u otras normas complementarias o conexas que tengan relación con el
proceso de selección. El plazo para presentarlas se encuentran establecidas en el
artículo 57 del Reglamento mencionado. Para el caso en concreto, las observaciones
se presentan frente al Comité Especial.
Al respecto, cabe presentar observaciones en cuanto las bases muestren indicios
suficientes de que el proceso está siendo dirigido hacia un postor o postores, ya que
ésta actitud por parte de las Entidades se encuentran prohibidas por ley.
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realizadas por el Organismo Supervisor del O.S.C.E. Pero quien tiene la única
exclusividad para sancionar es el Tribunal del O.S.C.E.
De comprobarse las infracciones cometidas, se sancionará a la empresa proveedora o
postora con la inhabilitación temporal, inhabilitación definitiva y/o sanción económica.
3.- Fuera del proceso de selección.
Fiscalización posterior.
En el presente caso, se puede aplicar supletoriamente lo establecido por la Ley de
Procedimiento Administrativo General, Ley No. 27444, en su artículo 32, la cual se
basa en presentar un petitorio a la Entidad, ante la que se ha realizado un
procedimiento administrativo, para que dentro de sus obligaciones la Entidad verifique
la autenticidad y legalidad de medios presentados en un proceso de selección. Donde
de encontrar indicios suficientes podrá recurrir a la infracción administrativa y/o vía
judicial penal.
Se tiene que tener en cuenta, que esta facultad de fiscalización posterior se da luego
de haberse terminado el proceso de selección, y generalmente las Entidades lo hacen
dos veces al año.
II.- En sede judicial.
1.- En la vía penal.
Se tiene como primera opción la vía penal, al existir un acuerdo previo entre Entidad y
postor cabe aplicar los siguientes artículos del Decreto Legislativo No. 635, Código
Penal.
En este caso, cuando ya el actuar de la Entidad, con el proveedor que ganó la buena
pro, es irremediable, es decir, éstos mantienen su actitud ilegal, cabe la posibilidad de
denunciarlos penalmente ante el Ministerio Público, ya que al ser delitos de acción
pública cualquier tercero tiene facultades para poner en conocimiento de las
autoridades pertinentes de la comisión de un delito, los cual serían:
1.1- Frente a la Entidad y los postores.
Artículo 241.- Fraude en remates, licitaciones y concursos públicos.
Serán reprimidos con pena privativa de libertad no mayor de tres años o con ciento
ochenta a trescientos sesenticinco días-multa quienes practiquen las siguientes
acciones:
1. Solicitan o aceptan dádivas o promesas para no tomar parte en un remate público,
en una licitación pública o en un concurso público de precios.
2. Intentan alejar a los postores por medio de amenazas, dádivas, promesas o
cualquier otro artificio.
Si se tratare de concurso público de precios o de licitación pública, se impondrá
además al agente o a la empresa o persona por él representada, la suspensión del
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derecho a contratar con el Estado por un período no menor de tres ni mayor de cinco
años.”
Para el presente caso, es de aplicación el inciso 2 de éste artículo, ya que, las bases
al tener un direccionamiento, se llegaría a probar en instancia judicial que se trató de
alejar a postores por artificios ilegales, por lo que la Entidad convocante hubiera
incurrido en delito, tanto como el postor, es por ello que éste último era el único que
podía entregar el bien descrito en las bases, y no otros postores.
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Artículo 4.- Actuaciones impugnables Conforme a las previsiones de la presente Ley y
cumpliendo los requisitos expresamente aplicables a cada caso, procede la demanda
contra toda actuación realizada en ejercicio de potestades administrativas.(…)
4. La actuación material de ejecución de actos administrativos que transgrede
principios o normas del ordenamiento jurídico.(…)”
Por lo que, para el presente caso, al haber sido la naturaleza del otorgamiento de la
buena pro contrario a las normas de contrataciones del Estado, es recurrible en la vía
contenciosa administrativa.
A pesar de que una demanda de este tipo no suspende los efectos del
otorgamiento de la buena pro, ésta se puede suspender al demandar previamente una
medida cautelar innovativa que solicite la suspensión de los efectos del otorgamiento
de la buena pro.
Se podrá solicitar entonces ante esta vía: La declaración de nulidad, total o
parcial o ineficacia de actos administrativos, y/o el reconocimiento o restablecimiento
del derecho o interés jurídicamente tutelado y la adopción de las medidas o actos
necesarios para tales fines.
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También tenemos, que se podría recurrir a la comisión de Defensa de la Libre
Competencia, que es un órgano con autonomía técnica y funcional encargado del
cumplimiento del Decreto Legislativo No. 1034, Ley de Represión de Conductas
Anticompetitivas.
Son atribuciones de la Comisión, de acuerdo con el Decreto Legislativo No. 1034:
- Declarar la existencia de una conducta anticompetitiva e imponer la sanción
correspondiente.
- Dictar medidas cautelares.
- Dictar medidas correctivas respecto de las conductas anticompetitivas.
- Expedir Lineamientos que orienten a los agentes del mercado sobre la correcta
interpretación de las normas de la presente Ley.
Sugerir a la Presidencia del Consejo Directivo del INDECOPI, emitir opinión,
exhortar o recomendar a las autoridades legislativas, políticas o administrativas sobre
la implementación de medidas que restablezcan o promuevan la libre competencia,
tales como la eliminación de barreras a la entrada, la aplicación de regulación
económica a un mercado donde la competencia no es posible, entre otros.
Al respecto, en este caso nos encontramos en una situación donde pueda
haber colusión entre privados, es decir, dos o más proveedores (generalmente
vinculados entre si), se coluden para hacer ganar a su empresa matriz, pues en este
caso recurriremos ante esta comisión. También podrían darse otros supuestos, donde
esta comisión tenga radio de acción efectiva.
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CONCLUSIONES
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La corrupción afecta negativamente la eficiencia del Estado, y, ambas, la
corrupción y la ineficiencia, están negativamente correlacionadas con la
inversión y el crecimiento económico, reduciendo la credibilidad en los
sistemas administrativos y políticos.
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BIBLIOGRAFIA
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