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La educación inclusiva

La educación inclusiva tiene como finalidad asegurar el derecho universal para que todas las
personas sean tratadas con igualdad y equidad, reconociendo su diversidad. En el ámbito de la
escolarización conduce sus esfuerzos para atender a los alumnos en riesgo de exclusión, ya sea
por discapacidad, condición de género, origen étnico, diversidad sexual o condición migratoria. A
partir de esta encomienda busca que las escuelas modifiquen sus prácticas y discursos para que se
conviertan en espacios incluyentes que den cobijo a cualquier alumno y promuevan sus
capacidades y competencias que le permitan desarrollarse plenamente tanto en el ámbito personal,
social, económico, tecnológico y cultural.

Asegurar una educación inclusiva, sugiere construir estrategias específicas que contribuyan a
ampliar las oportunidades de estos alumnos. Mientras este cambio ocurre, es necesaria la inclusión
educativa, un punto intermedio que permita delinear el campo de acción y práctica profesional de un
actor que sea convergente con la educación inclusiva.

En el Plan de Estudios, la inclusión educativa no es un fin en sí mismo, es una estrategia para


lograr el objetivo que nadie se quede sin una educación de calidad, ni aquellos que cuenten con
alguna discapacidad, dificultades severas de aprendizaje, de conducta y comunicación, por ser
sobresaliente o talentoso.

Los debates y propuestas derivados de la Educación para Todos (ONU, 1990); las Normas
Uniformes (UNESCO, 1994); Las Acciones de la Declaración Mundial de Salamanca (UNESCO,
1994) dan sustento a la Educación Inclusiva en tanto apuntalan una perspectiva que se encamina a
resguardar y procurar el derecho de todos los seres humanos a recibir educación y a ser tratados
sin discriminación.

El enfoque de la educación inclusiva sugiere que se tenga una visión global e integral que aborde a
toda población e individuo en riesgo de exclusión para que permanezca, se mantenga y finalice con
éxito los diversos niveles educativos. Esta labor deberá realizarse desde los centros escolares.

La Agenda de los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS, 2030-UNU, 2015) es convergente con
los planteamientos anteriores y tiene una visión de amplio espectro, por lo que además de referirse
a la preservación y cuidado del medio ambiente procura que el desarrollo no vaya en contra de los
seres humanos. Por ello, entre los 17 objetivos está la Educación Inclusiva. De este modo, la
inclusión educativa, para la que serán formados los profesionales de la educación, presupone la
existencia y acción en curso de la educación inclusiva. Se trata de una inclusión educativa en el
marco de la educación inclusiva.

Los ODS 2030 también promueven la igualdad de las mujeres, por lo que la educación inclusiva
debe combatir los mitos existentes acerca de las niñas y las adolescentes. Por ejemplo, que ellas
no son, ni serán competentes para las matemáticas, que este conocimiento es propio para los
varones. Éstas son actitudes discriminatorias, entre otras muchas que la educación inclusiva deberá
combatir.

La inclusión educativa, por tanto, se ocupa de los niños que por tener discapacidad son excluidos,
de aquéllos que tienen dificultades severas de aprendizaje sin discapacidad, los que por tener
capacidades sobresalientes tienen dificultades y los niños con dificultades de conducta y
comunicación -entre ellos los trastornos del espectro autista y los de déficit de atención con o sin
hiperactividad (TDA-H)-. Todos estos niños tienen derecho a aprender junto con los demás en el
aula y a que se les destinen recursos adicionales en la escuela a la que acuden.
Para materializar este derecho, es indispensable la función que realiza el docente en los servicios
de educación especial en la educación básica, en tanto se constituye en el principal mediador entre
la política educativa tendiente a favorecer la inclusión y equidad, el currículum de la educación
obligatoria y el alumno que enfrenta algún tipo de barreras para el aprendizaje. Se trata de un
profesional de la inclusión educativa, que tendrá los conocimientos y competencias necesarias para
apoyar al maestro de grupo, para asistirlo, orientarlo y asesorarlo. Proponiendo secuencias
didácticas para que todos aprendan juntos, realizando adecuaciones curriculares para que todos los
alumnos puedan adquirir, sin ser excluidos o estigmatizados, los mismos conocimientos básicos
que el resto de sus compañeros pares. O bien, para hacerse cargo de su escolarización en
condiciones similares.

En este sentido, la inclusión educativa se circunscribe al ámbito de la discapacidad, no como una


enfermedad o patología, sino como una forma peculiar de normalidad. Una más de entre otras
poblaciones discriminadas, como las mujeres, los migrantes, los niños de y en la calle, los
indígenas, y la diversidad en la orientación sexual, que la escuela no debe rechazar. No se pretende
hacer pasar la cobertura de la inclusión educativa por la de la educación inclusiva. Pero sin ella, la
educación inclusiva difícilmente podrá concretarse.

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