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Los dones y frutos del espíritu santo son las destrezas que se le ha entregado al hombre para que pueda
desenvolverse como ciudadanos ejemplares en la vida cotidiana y ser del agrado de Dios, logrando su
alabanza y misericordia.
Los frutos del Espíritu Santo son todos aquellos obsequios divinos dados al hombre para llenarlo de
perfección, brindándole la oportunidad de disfrutar de la gloria eterna y poder alabar a Dios en su trono
gracias a sus acciones en la tierra.
1. Fruto de Caridad: es el que le permite a cada hombre ver la gracia de Dios sobre las
demás personas, llevándolo a ayudarlos desinteresadamente, a pesar de que represente un
sacrificio personal.
2. Fruto de Gozo: es el que resplandece el alma de cada hombre, llenándolo de amor y
motivación para ser felices y buscar transmitir esa sensación a las demás personas. Este fruto
impulsa a los hombres a ser agradables en su entorno, mejorando la comunicación con los
demás y con Dios.
3. Fruto de Paz: es el que le proporciona serenidad a los hombres, ayudándolos a mantener la
calma en los momentos adversos que puedan alterar la felicidad o perturbar el alma de la
persona, llenándola de alegría y firmeza ante todo momento.
4. Fruto de Paciencia: es el que le permite a los hombres mantener y controlar su estado de
ánimo y su carácter, moderando la tristeza y evitando los sentimientos de resentimiento o
venganza que se puedan generar ante circunstancias adversas. Este fruto promueve las
relaciones interpersonales y fomenta el sentido de perseverancia de los hombres, evitando
quejarse por las adversidades presentes y generando motivación para luchar por lo que tanto
desea.
5. Fruto de Longanimidad: es el que le permite a los hombres permanecer serenos ante las
adversidades presentadas en la vida, evitando quejase por los problemas y aceptarlos como una
prueba para continuar y preservar en la vida. Este fruto promueve el coraje de cada hombre ante
los sufrimientos o problemas, dándole la capacidad de mantener la calma y esperar por la
misericordia de Dios.
6. Fruto de Benignidad: es el que promueve la paciencia y gentileza en los hombres,
evitando discusiones sin sentido que puedan afectar las relaciones interpersonales. Este fruto le
da a los hombres la capacidad de comunicarse y debatir ideas sabiamente, sin ofender ni atacar
al prójimo ya que fomenta tolerancia y amabilidad, dejando a un lado todo rencor o
resentimiento.
7. Fruto de Bondad: es el que impulsa al hombre a ayudar a los demás e involucrarlos en
acciones buenas para mejorar sus vidas, evitando a condenar o criticar a las personas por sus
actos, sean buenos o no. Se considera el resultado de la benignidad pero con un mayor énfasis
en aquellos que necesiten ayuda para salvar su alma o atravesar malos momentos.
8. Fruto de Mansedumbre: es el que promueve la sumisión y humildad, ayudando a evitar o
moderar las acciones violentas y la cólera. Este fruto se opone a sentimientos de odio, rencor o
ira, ayudando a evitar los pensamientos vengativos o deseos de mal contra otra persona.
9. Fruto de Fe o Fidelidad: es el que le da impulso a defender las creencias en público sin
importarle los comentarios de otras personas porque no se siente avergonzado de Dios ni siente
miedo de presentarlo como su salvador. Este fruto ayuda a mejorar la fe y aceptar las acciones
divinas, afianzándose a ellos sin dudar de su veracidad aunque no pueda percibirlas.
10. Fruto de Modestia: es el que le permite al hombre ser discreto y evaluar sus acciones para
evitar caer en pecado u ofender a otra persona, evadiendo pensamientos o acciones indecentes
y vulgares que puedan afectar el alma y con esto la relación con Dios.
11. Fruto de Templanza o Continencia: es el que le permite al hombre evitar todas aquellas
acciones de lujuria o placer terrenal, como lo son comer, beber y divertirse en exceso. Este fruto
ayuda a mantener en orden las acciones del hombre, sin abusar de la libertad para disfrutar de
placeres terrenales que lleven a la lujuria.
12. Fruto de Castidad: es el que le permite al hombre ser casto y mantener su pureza en
cuanto a la sexualidad y los deseos terrenales de la carne y sus derivados. Este fruto permite
una relación íntima con Dios, garantizando un corazón limpio al reflejar un santuario vivo del
Espíritu Santo.
Rojo: Este color representa la sangre, el martirio y la fuerza del Espíritu Santo; en relación a la
virtud del amor de Dios. Es usado en las celebraciones de Santos Martirizados, domingo de Ramos,
Viernes Santo y Pentecostés. Este color también es usado en la administración del sacramento de
confirmación cuando las liturgias son dedicadas a los instrumentos de la pasión. También es usado en
las exequias de los cardenales o del sumo pontífice en la santa sede.
Negro: Este color representa el duelo y la tristeza, se utiliza para misa de difuntos y para
Miércoles de Ceniza, luego de la reforma litúrgica de Pablo VI, su uso es alternativo en lugar del
morado. Es utilizado los Viernes Santo y las misas de Réquiem o de los difuntos. En algunas
celebraciones católicas europeas y americanas es utilizado para conmemorar a la Virgen María de
los Dolores el 15 de septiembre.
Rosado: Este color representa la relajación del rigor penitencial, se utiliza en la misa de la tercera
semana de Adviento para indicar la proximidad a la Navidad y la cuarta semana de la Cuaresma para
indicar pausar la penitencia.
Azul: Este color representa la pureza y la virginidad. Es utilizado para las fiestas de la Virgen
María, especialmente para la Inmaculada Concepción y en las festividades marianas donde las
conferencias episcopales den autorización.
Dorado: Representa el triunfo y jubilo, es utilizado en las celebraciones en especial en las misas del
domingo de resurrección, la misa del gallo de la natividad del señor Jesucristo, también en la
celebración de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, fiestas de Cristo Rey y Jesús Maestro
Eucaristía. En ocasiones los ornamentos de fondo dorado y plateado se pueden sustituir de otro
color que no sean el morado ni el negro.
Los tiempos litúrgicos son (por orden de aparición en el año litúrgico, que comienza a fin de
noviembre, principio de diciembre):
-Adviento: cuatro semanas, su color original es el salmón, aunque se reemplaza normalmente por el
mismo morado de la Cuaresma.
-Navidad: hasta el domingo siguiente a Epifanía, unas tres semanas, no tiene un color propio del
tiempo, sino que en general predomina el blanco, de solemnidad, o el rojo, en las celebraciones de
mártires (inocentes, san Esteban).
-Tiempo ordinario: en total son unas 32 o 33 semanas, según el año, aunque siempre se numeran de 1
a 34, y las que se pierden quedan en medio. Su color propio es el verde, aunque en solemnidades o
fiestas tienen el color que corresponda a la celebración (blanco o rojo); los domingos, aunque son
solemnidad, se celebran con verde, para marcar cierta diferencia con los domingos pascuales.
-Cuaresma: interrumpe el Tiempo ordinario en alguna de las semanas de la 6 a la 11, depende en cada
año de cómo caiga la Pascua. Dura 40 días contados desde el miércoles de ceniza hasta el domingo
de Ramos, los dos inclusive, es decir, casi 6 semanas, más la semana santa. El color es el
morado/violeta, a salvo siempre las solemnidades, que se celebran en blanco en cualquier tiempo, o
rojo si son solemnidades de martirio.
-Pascua: siete semanas enteras, el color propio es el blanco. La primera semana tiene la peculiaridad
de que se celebra todos los días como si fueran el mismo domingo de Pascua. Termina en
Pentecostés, cuyo color es el rojo (que es el color del martirio y del Espíritu).
Terminado el Tiempo pascual se retoma el ordinario en la semana que corresponda, perdiendo una o
dos, según el año. El cálculo se hace tomando el inicio del siguiente Adviento y contando el domingo
anterior como domingo 34, de allí para atrás, hasta Pentecostés.