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LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO

NOTA: Son nueve (9) frutos en las biblias actuales y doce (12) frutos en la
Vulgata Latina

“Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto. El que
nos ha injertado en la Vid verdadera hará que demos "el fruto del Espíritu, que es
caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre,
templanza" (Ga 5, 22-23).

"El Espíritu es nuestra Vida": cuanto más renunciamos a nosotros mismos (cf. Mt
16, 24-26), más "obramos también según el Espíritu" (Ga 5, 25):

«Por el Espíritu Santo se nos concede de nuevo la entrada en el paraíso, la posesión


del reino de los cielos, la recuperación de la adopción de hijos: se nos da la
confianza de invocar a Dios como Padre, la participación de la gracia de Cristo, el
podernos llamar hijos de la luz, el compartir la gloria eterna» (San Basilio Magno,
Liber de Spiritu Sancto, 15, 36: PG 32, 132).”

Los nueve (9) frutos del Espíritu santo (Biblias actuales)


• Caridad. Es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por
Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

• Alegría. La alegría verdadera nace del bien que hacemos y del bien que recibimos.
Nunca podrá faltarnos la alegría si somos conscientes de la presencia de Dios en
nosotros. Nos alegramos, nos alegramos siempre en el Señor (Flp 4,4).
«Alegráos siempre en el Señor; de nuevo os digo, alegráos» (Flp 4,4). El cristiano
que se alegra en la alabanza de Dios se alegra siempre, sean las circunstancias
hostiles o favorables. Y se alegra siempre en el Señor, de modo que nada ni nadie
podrá quitarle su alegría (Jn 16,22). Es la alegría de aquel cuyos ojos fueron abiertos
por la fe para contemplar al Invisible en el mundo visible (2 Cor 4,18; Heb 11,3)

• Paz. Es la posibilidad de experimentar la misericordia, el perdón y la benevolencia


de Dios que nos vuelve capaces, a la vez, de vivir en relación con los demás
donándonos a nosotros mismos a través del ejercicio de la caridad y el rechazo a
cualquier forma de opresión

La misericordia entrañable de nuestro Dios guía nuestros pasos por el camino de la


paz (+Lc 1,78-79). Nuestro «Dios no es un Dios de confusión, sino de paz» (1 Cor
14,38). Cristo «es nuestra paz» (Ef 2,14).

• Paciencia. Según San Agustín, es «la virtud por la que soportamos con ánimo
sereno los males». Y añadía: «no sea que por perder la serenidad del alma
abandonemos bienes que nos han de llevar a conseguir otros mayores»

• Afabilidad. Saber tratar bien a los hombres. Es aquella cualidad que consiste en
ser de un acceso fácil para sus inferiores y en escucharlos con benevolencia

• Bondad. Es la cualidad de bueno. Es la inclinación a hacer el bien, comportamiento


virtuoso.

• Fidelidad. La fidelidad en el hombre consiste en una respuesta permanente a un


compromiso dado, a una alianza, a un pacto

• Mansedumbre es el beneficio espiritual de la comunión con Dios. Mansedumbre es la


virtud que modera la ira y sus efectos desordenados. Es una forma de templanza que
evita todo movimiento desordenado de resentimiento por el comportamiento de otro.

• La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura


el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre
los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona
moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción
y no se deja arrastrar ―para seguir la pasión de su corazón‖ (cf. Si 5,2; 37, 27-31).
La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ―No vayas detrás
de tus pasiones, tus deseos refrenan ‖ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es
llamada ―moderación‖ o ―sobriedad‖. Debemos ―vivir con moderación, justicia y
piedad en el siglo presente‖ (Tt 2, 12).

Los doce frutos del Espíritu Santo (Vulgata Latina)


Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer
que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo para
poder actuar con ellos.

1º AMOR Es el primero de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y raíz de todos
los demás. Siendo El, la infinita caridad, o sea, el Amor Infinito, es lógico que
comunique al alma su llama, haciéndole amar a Dios con todo el corazón, con todas
las fuerzas y con toda la mente y al prójimo por amor a Dios. Donde falta este amor
no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural, ningún mérito para la vida
eterna, ninguna verdadera y completa felicidad. Es lógico, también, que la caridad
sea un dulcísimo fruto, porque el amor de Dios, es alcanzar el propio fin en la tierra
y es el principio de esta unión en la eternidad.
2º ALEGRÍA Es el fruto que emana espontáneamente de la caridad, como el
perfume de la flor, la luz del sol, el calor del fuego, da al alma un gozo profundo,
producto de la satisfacción que se tiene de la victoria lograda sobre sí mismo, y del
haber hecho el bien. Esta alegría no se apaga en las tribulaciones crece por medio
de ellas. Es alegría desbordada.

3º P A Z La verdadera alegría lleva en sí la paz que es su perfección, porque supone


y garantiza el tranquilo goce del objeto amado. El objeto amado, por excelencia, no
puede ser otro sino Dios, y de ahí, la paz es la tranquila seguridad de poseerlo y
estar en su gracia. Esta es la paz del Señor, que supera todo sentido, como dice
San Pablo (Fil. 4,7) pues es una alegría que supera todo goce fundado en la carne
o en las cosas materiales, y para obtenerla debemos inmolar todo a Dios.

4º PACIENCIA Siendo la vida una permanente lucha contra enemigos, visibles e


invisibles y contra las fuerzas del mundo y del infierno, es necesaria mucha
paciencia para superar las turbaciones que estas luchas producen en nosotros, y
para encontrarnos en armonía con las criaturas con que tratamos, de diferente
carácter, educación, aspiraciones y a menudo dominadas por ideas fijas de todo
tipo.

5º LONGAMINIDAD Este fruto del Espíritu Santo, confiere al alma una amplitud de
vista y de generosidad, por las cuales, ésta saber esperar la hora de la Divina
Providencia, cuando ve que se retrasa el cumplimiento de sus designios y sabe
tener bondad y paciencia con el prójimo, sin cansarse por su resistencia y su
oposición. Longanimidad es lo mismo que gran coraje, y gran ánimo en las
dificultades que se oponen al bien, es un ánimo sobrenaturalmente grande en
concebir y ejecutar las obras de la verdad.

6º BENIGNIDAD Es disposición constante a la indulgencia y a la fabilidad en el


hablar, en el responder y en el actuar. Se puede ser bueno sin ser benigno teniendo
un trato rudo y áspero con los demás; la benignidad vuelve sociable y dulce en las
palabras y en el trato, a pesar de la rudeza y aspereza de los demás. Es una gran
señal de la santidad de un alma y de la acción en ella del Espíritu Santo.

7º BONDAD Es el afecto que se tiene en beneficiar al prójimo. Es como el fruto de


la benignidad para quien sufre y necesita ayuda. La bondad, efecto de la unión del
alma con Dios, bondad infinita, infunde el espíritu cristiano sobre el prójimo,
haciendo el bien y sanando a imitación de Jesucristo.

8º MANSEDUMBRE La mansedumbre se opone a la ira y al rencor, se opone a la


ira que quiere imponerse a los demás; se opone al rencor que quiere vengarse por
las ofensas recibidas. La mansedumbre hace al cristiano paloma sin hiel, cordero
sin ira, dulzura en las palabras y en el trato frente a la prepotencia de los demás.

9º FIDELIDAD Mantener la palabra dada, ser puntuales en los compromisos y


horarios, es virtud que glorifica a Dios que es verdad. Quién promete sin cumplir,
quien fija hora para un encuentro y llega tarde, quien es cortés delante de una
persona y luego la desprecia a sus espaldas, falta a la sencillez de la paloma,
sugerida por Jesucristo e induce a los demás a la incertidumbre en las relaciones
sociales.

10º MODESTIA La modestia, como lo dice su nombre, pone el modo, es decir,


regula la manera apropiada y conveniente, en el vestir, en el hablar, en el caminar,
en el reír, en el jugar. Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros ojos para
que no se fijen en cosas vulgares e indecorosas, reflejando en ellos la pureza del
alma, armoniza nuestros labios uniendo a la sonrisa la simplicidad y la caridad,
excluyendo de todo ello lo áspero y mal educado.

11º CONTINENCIA La continencia mantiene el orden en el interior del hombre, y


como indica su nombre, contiene en los justos límites la concupiscencia, no sólo en
lo que atañe a los placeres sensuales, sino también en lo que concierne al comer,
al beber, al dormir, al divertirse y en los otros placeres de la vida material. La
satisfacción de todos estos instintos que asemejan al hombre a los animales, es
ordenada por la continencia que tiene como fin energía, el amor a Dios.

12º CASTIDAD La castidad es la victoria conseguida sobre la carne y que hace del
cristiano templo vivo del Espíritu Santo. El alma casta, ya sea virgen o casada
[porque también existe la castidad conyugal, en el perfecto orden y empleo del
matrimonio] reina sobre su cuerpo, en gran paz y siente en ella, la inefable alegría
de la íntima amistad de Dios, habiendo dicho Jesús: Felices los limpios de corazón,
porque verán a Dios. Con la gracia de Dios.

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