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Son los frutos que produce el Espíritu Santo en la vida del cristiano a lo largo de su vida
después de recibir sus 7 dones, dones que son recibidos, junto a las virtudes teologales, en el
sacramento del bautismo; dones que son aumentados con el sacramento de la confirmación
(Catecismo, 1302), dados en plenitud.
El cristiano es como los árboles: cuando está maduro dará sus frutos; por sus frutos os conocerán (Mt
12, 33).
Cuando los árboles están maduros, darán unos frutos que no son agrios, sino dulces y buenos a la
vista.
Los santos son quienes han sabido dar todos estos frutos y han sabido practicar las virtudes
cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza). Ojo, que no hay que confundir estos frutos con
la vivencia de los valores humanos.
1. AMOR O CARIDAD
• Quien da este fruto hace ver a Cristo en su vida; es quien permite actuar a
Cristo en su vida (Ga2, 20). Si falta el amor no puede encontrarse acción
sobrenatural, ni mérito para la vida eterna, ni tampoco verdadera y
completa felicidad.
• Es el primero de los frutos del Espíritu Santo, fundamento y raíz de todos los
demás. Siendo El, la infinita caridad, o sea, el Amor Infinito, es lógico que
comunique al alma su llama, haciéndole amar a Dios con todo el corazón,
con todas las fuerzas y con toda la mente y al prójimo por amor a Dios.
Donde falta este amor no puede encontrarse ninguna acción sobrenatural,
ningún mérito para la vida eterna, ninguna verdadera y completa felicidad.
Es lógico, también, que la caridad sea un dulcísimo fruto, porque el amor de
Dios, es alcanzar el propio fin en la tierra y es el principio de esta unión en la
eternidad.
2. ALEGRÍA O GOZO
• Es el fruto que emana naturalmente del amor; es como la luz del sol, o el
perfume de la flor, o el calor del fuego. Esta alegría no se apaga en medio
de los problemas; todo lo contrario, crece y se robustece en medio de ellos
pues se hace más necesaria que nunca. Cuando se está en comunión con
Dios amor, la persona es feliz; y busca también hacer felices a los demás. Es
una alegría que supera todo goce fundado en la carne o en las cosas
materiales.
• Es el fruto que emana espontáneamente de la caridad, como el perfume
de la flor, la luz del sol, el calor del fuego, da al alma un gozo profundo,
producto de la satisfacción que se tiene de la victoria lograda sobre sí
mismo, y del haber hecho el bien. Esta alegría no se apaga en las
tribulaciones crece por medio de ellas. Es alegría desbordada.
3. PAZ
• Quien da este fruto excluye todo lo que sea áspero y mal educado; este
fruto se le nota al cristiano en el vestir, en el hablar, en su comportamiento,
etc.. Ayuda para que nuestros sentidos no se fijen en cosas indecorosas y
vulgares. Ayuda a ser discreto y cuidadoso con el cuerpo, evitando ser
ocasión de pecado para los demás; así como también a preparar y
mantener nuestro cuerpo para ser, en medio de nuestra debilidad, digna
morada de Dios.
• La modestia, como lo dice su nombre, pone el modo, es decir, regula la
manera apropiada y conveniente, en el vestir, en el hablar, en el caminar,
en el reír, en el jugar. Como reflejo de la calma interior, mantiene nuestros
ojos para que no se fijen en cosas vulgares e indecorosas, reflejando en ellos
la pureza del alma, armoniza nuestros labios uniendo a la sonrisa la
simplicidad y la caridad, excluyendo de todo ello lo áspero y mal educado.
11. CONTINENCIA