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Que sea un sujeto activo y que tome conciencia de sus propias maneras de aprender,
comprender y reflexionar, y que identifique los factores que explican los resultados obtenidos en
cualquier actividad, sean positivos o negativos.
Que regule, controle y domine las actividades que realiza y desarrolla durante su proceso de
aprendizaje. Esto implica planificarlas para involucrarse de mejor manera con los objetos de
estudio y los procesos cognitivos, así como orientar las actividades intelectuales y la evaluación de
los resultados.
Existe una clasificación de estilos de aprendizajes determinada por la aproximación que hace una
persona a los objetos de estudio en términos perceptuales (vista, oído, etc). Si bien las personas
poseemos cinco sentidos, normalmente se reconocen tres estilos de aprendizaje asociados a ellos
y los/las siguientes tipos de estudiantes:
Los visuales: Son aquellos que con solo ver (o centrándose en los estímulos visuales) internalizan
los detalles y las propiedades del objeto de estudio, lo que les permite explicitar sus
particularidades.
Los auditivos: Son aquellos que al oír (o centrarse en los estímulos auditivos) internalizan y
comprenden las particularidades del objeto de estudio.
Los kinestésicos: Son aquellos que para comprender las particularidades del objeto de estudio,
deben involucrarse de manera tangible e interactiva con él.
Otra forma de clasificar los estilos de aprendizaje, es caracterizándolos a partir de las distintas
fases o etapas que tiene todo proceso de aprendizaje, las que, según algunos autores, serían
básicamente cuatro: la fase activa, la fase reflexiva, la fase teórica y la fase pragmática.
Sabías que… Honey y Mumford llegaron a la conclusión de que existen cuatro estilos de
aprendizaje, que responden a las cuatro fases de un proceso cíclico de aprendizaje: Activo,
Reflexivo, Teórico y Pragmático (Alonso y otros, 1994)
Estos estilos de aprendizaje perfilan los siguientes cuatro tipos de estudiantes:
Reflexivos: Adoptan la posición de un observador que reflexiona y analiza sus experiencias desde
muchas miradas y perspectivas diferentes. Estudian, buscan datos y los analizan
concienzudamente antes de adoptar una posición y extraer una conclusión. Lo importante es
analizar para luego concluir. Son previsores y se fijan en todas las implicancias de las acciones
estudiadas o planificadas antes de ejecutar tareas. Observan, escuchan, analizan y solo hablan
cuando es debido. Su interrogante permanente en el proceso de aprendizaje es ¿por qué?
Teóricos: Vinculan sus observaciones concretas con teorías complejas, lógicamente ordenadas.
Son organizados y razonan metódica y secuencialmente, articulando situaciones dispares o
aparentemente inconexas en teorías coherentes. Analizan y sintetizan la información, ocupando
su sistema de valores, fundado en la lógica y en la racionalidad. Buscan acercarse a la objetividad y
les desagradan las actividades faltas de una lógica clara. Responden en el aprendizaje al ¿qué?
Pragmáticos: Son osados y les agrada probar ideas, teorías y técnicas nuevas para demostrar su
funcionamiento concreto. Buscan ideas y desean colocarlas en práctica inmediatamente. Se alejan
de las extensas elucubraciones y discusiones que no se concretan. Son prácticos, concretos,
realistas, toman decisiones y resuelven situaciones. Su esencia está en resolver desafíos, buscando
la mejor manera de hacer las cosas. Responden en el aprendizaje a ¿qué pasaría si...?
Concepto importante
Teórico: Las personas teóricas tienen facilidad para identificar hechos y secuencias, y para
explicar el qué y el porqué. En grupo promueven las explicaciones sobre el tema.
Hacer uso de estrategias metacognitivas es de mucha utilidad para cualquier estudiante, ya que
implica ser consciente de cada etapa del proceso de aprendizaje y permite implementar cambios
cada vez que sea necesario.
Permite conocer los objetivos que se quieren alcanzar, con los recursos y el estilo de aprendizaje
propios.
Permite y facilita la elección de las estrategias más apropiadas para conseguir los objetivos
estipulados.
El aprender a aprender sirve como herramienta para enfrentar los distintos desafíos a los cuales
se enfrenta una persona, pues permite ejecutar y llevar a cabo experiencias de aprendizaje
adecuadas.
La toma de conciencia de las propias capacidades intelectuales, del proceso y de las estrategias
empleadas para desarrollarlas.
Ser consciente de lo que puede hacer por sí mismo y de lo que puede hacer con ayuda de los
demás.
Aclarando conceptos
Recursos: Herramientas y elementos que son una ayuda para cumplir el objetivo trazado. Las
estrategias, los métodos y las actividades son recursos que están al servicio del mismo fin: el
aprendizaje del estudiante.
Método: Procedimiento que permite realizar las acciones necesarias para lograr los objetivos
fijados. Son específicos, es decir, son formas particulares de llevar a cabo determinadas acciones.
Actividad: Acciones concretas desarrolladas para conseguir los resultados esperados o los
objetivos fijados.
Métodos asociados:
Estudio individual.
Elaboración de ensayos.
Tareas individuales.
Proyectos.
Investigaciones.
Otros.
Ejemplo:
Métodos asociados:
Exposición docente.
Conferencia de un experto.
Entrevistas.
Visita a terreno.
Seminarios.
Debates.
Otros.
Métodos asociados:
Método de casos.
Método de proyecto.
Discusión y debates.
Otros.
Autorregulación
La estructuración de un futuro mejor y de una ruta que conduzca al éxito académico y profesional,
requiere aprender a planificar no solo las herramientas disciplinares (las materias de cada
asignatura en lo académico o las actividades laborales), sino también el tiempo, para cumplir
nuestras metas en el menor tiempo posible. Para ello es necesario tomar conciencia del uso
efectivo y concreto de este recurso para emplearlo a nuestro favor, transformándolo en un aliado
y no en un elemento hostil.
Generalmente nos convencemos de “no tener tiempo”, usando expresiones como “me falta
tiempo”, “el tiempo pasa corriendo” o “el día debería contener más horas”. Sin embargo, en vez
de desviar nuestra atención con tales afirmaciones conviene hacer un esfuerzo por organizar
nuestro tiempo, para utilizarlo de la mejor manera posible (es decir, para optimizarlo). Administrar
nuestro tiempo significa organizarnos a nosotros mismos, siendo eficientes, eficaces y óptimos
para lograr el rendimiento deseado, y teniendo en cuenta que debe primar el ocupar el tiempo
para cumplir los objetivos y no simplemente para “estar ocupados”.
IMPORTANTE Organizar el tiempo, desde el día anterior, permite atender las actividades y
su distribución y desarrollarlas efectiva y conscientemente. Para ello, se sugiere dedicar los
primeros y últimos minutos del día para planear, retroalimentar y pensar en lo realizado y
por realizar (sus rutinas, entre otras cosas) y, de esa forma, mejorar periódicamente.
Un método sencillo y práctico para organizar nuestro tiempo, es clasificar las tareas en una tabla
que considera y relaciona dos aspectos diferentes: urgencia e importancia. Si nos preguntamos
¿qué tan urgentes son determinadas tareas o acciones?, responderemos que hay algunas que sí lo
son y otras que no tanto. Del mismo modo, si nos preguntamos ¿qué tan importantes son
determinadas tareas o acciones?, responderemos, seguramente, que hay ciertas tareas que son
importantes y otras que no lo son. Considerando ambos aspectos podremos construir una tabla
como la que se muestra a continuación, en la que se visualizan cuatro cuadrantes diferentes:
tareas urgentes e importantes, tareas urgentes no importantes, tareas no urgentes pero
importantes y tareas no urgentes ni importantes.
En una tabla como esta, podemos clasificar cada una de las tareas y acciones que debemos o
queremos realizar. Una vez que lo hayamos hecho, debemos definir a cuáles tareas o acciones le
daremos mayor o menor prioridad, teniendo en cuenta que siempre conviene privilegiar lo
importante por sobre lo urgente (sin descuidar esto último). Se recomienda comenzar siempre por
el cuadrante de lo importante y lo urgente. Una vez que hemos clasificado satisfactoriamente
nuestras tareas y actividades, el segundo paso es organizarlas en una Carta Gantt (la conocimos en
la unidad anterior, a propósito de los proyectos de vida. Se recomienda volver a revisar su
definición).
Un factor amenazante: la Procrastinación
IMPORTANTE El procrastinador tiene una gran fuerza de voluntad para actuar en el futuro,
pero una débil voluntad para ejecutar en el presente
Tipos de Procrastinación
Por concentración: Se manifiesta cuando decidimos ocuparnos solo de una tarea y aplazar otras
(cuando decido, por ejemplo, solo vincularme con las asignaturas o áreas que son de mi agrado).
Por miedo a lo desconocido: Se deja para después, de manera regular, una situación, acción o
tarea que nos genera nerviosismo por ser desconocida.
Involuntaria: Se deja de hacer una actividad que no figura en la lista de nuestros quehaceres,
pero que debería estar considerada.
Sistemática: Se posterga la ejecución de una tarea que jamás aparece en los listados como
importante o necesaria y que, por lo tanto, no recibe nunca atención.
En definitiva, normalmente se evita enfrentar y ejecutar ciertas acciones o tareas que nos
despiertan emociones negativas. Por ende, conscientemente huimos. Sin embargo, se debe tener
presente que la huida no soluciona el problema, solo lo posterga, ya que tarde o temprano
aparecerá nuevamente. Solo hay una manera de solucionar una situación de este tipo: enfrentar
esas tareas o acciones y las sensaciones que nos producen, para dejar de verlas como una
amenaza y comenzar a verlas como una oportunidad.
Ejemplo: Un ejemplo de esto es dejar de auto engañarse con expresiones como: “mañana
lo hago sin falta”
Método de casos.
Método de proyectos.
Discusión y debates.
Otros.
Es necesario insistir y destacar un poco más la dimensión colaborativa del aprendizaje, ya que por
muy autónomos y capaces que seamos, todo proceso educativo implica, necesariamente, la
colaboración con otras personas. Los procesos de enseñanza y aprendizaje son procesos
intrínsecamente sociales, así como la educación es un proceso de socialización. En el siguiente
esquema se pueden ver los distintos componentes de un proceso de aprendizaje, y cómo el
aprendizaje colaborativo surge espontánea y necesariamente de la interacción entre ellos
Esquema: Es una síntesis lógica y gráfica que señala relaciones y dependencias entre ideas
principales y secundarias. Facilita la visión de la estructura textual en “un golpe de vista”. Se lee de
izquierda a derecha
Mapa conceptual: Es un organizador gráfico que revela la forma en que se relacionan los
conceptos. Va de lo general a lo particular y se lee de arriba hacia abajo. Son muy importantes los
conectores que le dan sentido a la lectura del mapa.
Mapa mental: Un mapa mental se desarrolla alrededor de una palabra o de un texto situado en el
centro, del cual se derivan ideas, palabras y conceptos para establecer relaciones libres entre ellos.