Está en la página 1de 18

PARTE 1

La Ingeniería

La industria de ingeniería se encuentra cada día más poderosa y exigente, que las
universidades que ofrecen formaciones de ingeniería no tienen otra opción que desarrollar
nuevos planes para educar los futuros ingenieros. Esto se hace en muchos países, sobre todo
en Europa y Estados Unidos, con el objetivo de crear ingenieros que son capaces de tomar
decisiones como líderes, aparte de tener conocimiento en la ingeniería tradicional.

Se plantea la intervención de la actividad profesional del ingeniero con la ciencia, la tecnología,


las políticas de desarrollo, la cultura y la educación, destacando la importancia de los métodos
de estudio y de trabajo interdisciplinario, así como de la cultura tecnológica.

Se explica la importancia de la tecnología en el mundo actual. Analizando el impacto y las


transformaciones producidas por la tecnología en la sociedad y el medio ambiente.

Breve historia de la Ingeniería

Aunque ha sido solamente dentro de los dos siglos pasados, que la ingeniería se ha esforzado
para llegar al estatus profesional, esas actividades serian clasificadas como ingeniería datan de
la pre-historia escrita. Desde el año 5.000 A.C., los sistemas de suministro de agua y riego de
cultivos fueron empleados para mantener centros civilizados. Por el año 4.500 A.C., los
primeros ingenieros metalúrgicos aprendieron como mezclar latón con cobre para formar
bronce. El periodo desde el año 3.000 A.C., hasta el año 2.500 A.C., fue la gran era de
construcción en piedra de Egipto. La gran pirámide de Keops, la más grande obra de albañilería
jamás construida, es una evidencia del trabajo de los primeros ingenieros en construcción. El
desarrollo de la tecnología del bronce ocurrió en China alrededor del año 2.000 A.C. En el año
1.000 A.C., la construcción de barcos era una tecnología floreciente de los griegos y fenicios. Al
rededor del año 700 A.C., la fundición y moldeado de hierro era una tecnología desarrollada en
China. Al mismo tiempo los griegos se convirtieron en expertos en planeación de ciudades,
construcción e ingeniería de suministro de agua. En el año 600 A.C., nace la ingeniería de
máquinas herramientas en Grecia. Alrededor del año 500 A.C., la ingeniería de carreteras era
una tecnología necesaria para los persas cuyas necesidades se basaban en el comercio. La
Ingeniería en obras públicas floreció en Roma en el año 400 A.C., la mejor evidencia que queda
de sus logros son los acueductos. Dos siglos después, empezó la construcción de la Gran
Muralla China y al mismo tiempo los chinos construyeron el primer canal. En el año 80 A.C., los
griegos construyeron un calendario mecánico computarizado hecho de bronce. En el año 100
D.C., la tecnología militar fue altamente desarrollada en Roma. En el año 500 D.C., con el
imperio Bizantino empezó la gran era de la Ingeniería en arquitectura.

Con el renacimiento vino la construcción de grandes catedrales, nuevas máquinas increíbles y


avances significativos en la tecnología armamentista. El siglo XVIII vio el inicio de las
construcciones de hierro en Gran Bretaña y los principios de la revolución científica. El siglo XIX
nos trajo la Revolución Industrial y el inicio de la revolución del transporte. Con la llegada del
siglo XX vino la unión de la ciencia con las artes industriales, lo cual, lanzó la era moderna de la
tecnología. Se introdujo la producción en masa. Los progresos revolucionarios de la ingeniería
dieron origen a sistemas que utilizan las asombrosas propiedades de los electrones y fotones.
Los frutos de estas labores fueron el desarrollo de la energía eléctrica, la electrónica, los
sistemas de control, las comunicaciones y las computadoras.

Una gran parte de la tecnología que se conoce hoy en el mundo fue desarrollada en Europa
desde finales de la Edad Media y posteriormente durante la Revolución Industrial, en los siglos
XVIII, XIX y XX. Para corroborar esta afirmación, basta recordar cuándo y dónde surgieron y
crecieron la tecnología del trabajo y el uso de la madera, las primeras máquinas elementales
como el cabrestante y el torno, la tecnología minera, la metalurgia química y física, la
hidráulica, la siderurgia, el vapor, los ferrocarriles, la arquitectura naval, los motores de
combustión interna, la electricidad, el automóvil, la tecnología química pesada, etc. Fue en
Inglaterra, Alemania y Francia donde primero se configuró y se reconoció la profesión de
ingeniero como la persona dedicada al estudio y al manejo de los ingenios, es decir de las
máquinas de todo tipo, a las cuales se les hizo extensivo el nombre de ingenínni con que los
romanos habían designado sus grandes máquinas de guerra.

Entrado ya el siglo XIX los Estados Unidos se incorporaron al gran proceso de la Revolución
Industrial y comenzaron a hacer aportes sustantivos a la tecnología moderna, como ocurrió en
la industria textil, las máquinas herramientas, el armamento, los puentes de acero, los grandes
edificios, la aviación y otros campos. A lo largo de este período la ingeniería, que en la Europa
del siglo XVIII se concebía sólo como ingeniería civil por oposición a la ingeniería militar, se fue
extendiendo en especialidades y aplicaciones cada vez más numerosas. Sucesivamente fueron
apareciendo escuelas, universidades e instituciones que preparaban y ofrecían campo de
aplicación a ingenieros de ferrocarriles, ingenieros mecánicos, ingenieros de minas, ingenieros
navales, ingenieros industriales, ingenieros electricistas, ingenieros químicos, etcétera.

Probablemente este crecimiento y esta diversificación muy acelerada hicieron que sólo muy
tardíamente (es decir, hace muy poco tiempo) los estudiosos de la tecnología hubieran
comenzado a ocuparse del examen sistemático de la historia de esta tecnología tan
extraordinariamente dinámica, compleja y fructífera.

La perspectiva histórica invita inmediatamente a la reflexión sobre las implicancias sociales de


la ingeniería. Esto es crucial cuando consideramos la radical transformación social de los
últimos 50 años, recorriendo desde la era atómica nuclear hasta la era del espacio y de la
computadora y hasta hoy día en una era de control, comunicaciones e inteligencia.
Los
avances de la ingeniería entre 1500 y 17501

En esta época, la ingeniería civil se separa de la militar. Se fortalece la ingeniería mecánica, la


construcción de instrumentos para la navegación, surge el telescopio de galileo, la bomba
neumática, la imprenta comercial y la construcción de instrumentos de medición. Crece la
ingeniería naval con los viajes interoceánicos.

La ciencia empieza a ser, aún más, considerada en la ingeniería. En el siglo XV surge el


Renacimiento en Italia, renacen los clásicos y la revivificación del aprendizaje de lo que ellos
legaron, y lleva a una revolución a los conceptos científicos de la Antigüedad, que previo a esta
época, estaban apagados por el predominio de la religión.

El desarrollo de la imprenta fue fundamental en la expansión del conocimiento ingenieril. En


esa época, los ingenieros eran reconocidos por la sociedad y bien remunerados
económicamente.

Uno de los grandes hombres de ese periodo fue Leonardo De Vinci, a quien se le conoce,
esencialmente, por sus logros artísticos, también fue un estudioso de las matemáticas, la física,
la astronomía, la aeronáutica y la botánica.

Otro gran genio fue Galileo Galilei, quien descubrió la ley de la caída de los cuerpos y estudió el
comportamiento armónico del péndulo. En 1594 Galileo patentiza un dispositivo para elevar el
agua.

La ingeniería mecánica también tuvo un gran avance. Simón Stevin, en Holanda, descubrió el
triángulo de fuerzas que permitió a los ingenieros manejar las fuerzas resultantes que
actuaban sobre miembros estructurales y llevó a cabo trabajos que desarrollaron el sistema
métrico. En 1640, Fermat y Descartes descubren la Geometría Analítica.

En 1675, Jean Baptiste, ministro en el Gobierno de Luis XIV, creó la primera escuela de
ingeniería en Francia.

1
Stincer Gomez Jorge, Introducción a la Ingeniería Industrial, p. 27
Se establecieron las primeras bases científicas en las ciencias agrícolas por Gorgius Agrícola.
Este último, en 1556, recopiló y organizó sus conocimientos sobre metalurgia y minería, para
posteriormente documentarlos en su obra maestra.

Galileo Galilei tuvo grandes avances en la astronomía, y mucho de sus descubrimientos dieron
paso a la época de la Revolución Industrial, la cual será analizada en el siguiente subtema

Avances de la ingeniería entre 1750 y 19002

A esta etapa se le llamó “la revolución industrial”. Fue un periodo de cambios fundamentales
en todas las ramas de la ingeniería. Se descubrió la manera de transformar la energía calorífica
en energía mecánica. Para llegar a este descubrimiento hubo que realizar otros, como el de
Evangelista Torricelli, quien inventó el Barómetro. Posteriormente, con la colaboración de
Galileo, “descubrieron” la atmósfera, Blaise Pascal descubrió la presión atmosférica. En 1672
Otto Von Guericke desarrolló un cilindro con un pistón móvil, el cual daría paso al motor de
combustión interna.

A principios de siglo XVIII, Thomas New Comen construyó la primera máquina de vapor
funcional de la historia, y años después James Watt mejoró en gran medida tal máquina,
dando paso a la Revolución Industrial.

En 1825 aparecen las primeras locomotoras, comenzaron a instalarse fábricas, se usó el carbón
como principal combustible para transformarlo en calor en la fundición de metales,
principalmente el hierro.

Durante esta etapa aumentó la explotación de la mano de obra, no obstante debe admitirse
que el desarrollo de la tecnología provocó un gran avance en la productividad y humanizó el
trabajo; por lo que a la vez aumentó la cantidad de productos y mejoró notablemente el nivel
de vida de las naciones industrializadas.

De este modo, se utilizaban técnicas eficaces. Aunque el uso indiscriminado de los recursos y la
tecnología, dio lugar a la contaminación del ambiente, que tanto afecta en la actualidad, y aún
no se puede superar este problema.

El desarrollo de las nuevas tecnologías dio lugar a la superación profesional de la mano de


obra, y hubo un aumento de la especialización laboral y del nivel cultural de la masa
trabajadora.

En el siglo XIX aparece el primer motor de combustión interna, que patentó Alphonse Beau de
Roches en Francia, y Nikolaus August Otto igual lo produjo en Alemania en 1875, aunque no lo
patentó.

Michael Faraday formuló un principio fundamental, la capacidad de inducir corriente eléctrica.


En 1836 se inventa el telégrafo por Samuel F. B. Morse, lo que dio lugar a la ingeniería de las
telecomunicaciones, y surgen en esta época los primeros motores eléctricos. Tomas. A. Edison
desarrolla el foco, la creación de este invento dio lugar al alumbrado y disparó la demanda de

2
Stincer Gomez Jorge, Introducción a la Ingeniería Industrial, p. 28
energía eléctrica. En 1890 ya existían generadores eficientes, los cuales eran capaces de
alimentar de energía a la industria. La electricidad pasa a ser la principal fuente de energía de
la industria en todas sus ramas.

En esta etapa también se crearon asociaciones de ingenieros, como George Simon, Alejandro
Volta, Charles Coulomb y Andre Ampere, todos ellos ingenieros eléctricos destacados.

Como se ha visto durante el desarrollo del tema, los grandes avances de este periodo dieron
lugar a los magnos avances del siglo XX, los cuales serán temas de estudio que se analizarán a
continuación.

La Ingeniería como Profesión

A través de su larga y profunda influencia histórica, la ingeniería ha experimentado una


evolución de re definición, re dirección y una expansión primaveral de disciplinas
independientes que dista mucho de su significado original. La palabra “ingeniero” tiene sus
raíces en el Latín ingenium, que significa producto de genios. Este término fue acuñado por
uno de los primeros padres de la Iglesia, Tertuliano, alrededor del año 200 D.C. para describir
los progresos en nuevos dispositivos desarrollados para los militares. Una variación, ingeniator,
fue introducida alrededor del año 1.200 D.C. para describir a la persona que diseña, construye
y opera dispositivos tales como catapultas, arietes, y otras armas militares. No fue hasta el año
1750 cuando John Smeaton, el diseñador del Faro de Eddystone utilizó por primera vez el
término “ingeniero civil” con el fin de distinguir su trabajo del de los ingenieros militares.

Con respecto a la asociación entre la ingeniería y lo militar, cabe mencionar que incluso el
estudiante ocasional de la historia de la ingeniería no puede dejar de notar la estrecha relación
entre la ingeniería y lo militar. Desde la primera punta de flecha de hierro hasta los misiles MX,
la tecnología ha contribuido al desarrollo de las armas. Varias escuelas de ingenieros fueron
fundadas por militares. De hecho las primeras instituciones en otorgar grados de ingeniería
estuvieron directamente asociadas con militares, por ejemplo con la Academia Militar de
EE.UU., en West Point. En correspondencia, la necesidad de desarrollar armas ofensivas y
defensivas ha llevado a innumerables progresos técnicos que van desde la catapulta hasta el
radar, más toda la tecnología que ha beneficiado a la humanidad en sus actividades no
hostiles.

Aun cuando el concepto de la Ingeniería ha experimentado un considerable perfeccionamiento


con el paso de los años, hoy en día no existe una definición universalmente aceptada. Algunos
han definido más generalmente la Ingeniería, como el uso de los recursos naturales, de
energía, materiales y comportamiento físico en el diseño, producción y operación de objetos
físicos específicos que satisfacen las necesidades de la humanidad. Otros han enfatizado en el
aspecto cultural de la Ingeniería, definiéndola como el arte de dirigir las grandes fuentes de
energía de la naturaleza para el uso y conveniencia de los seres humanos. En cualquier caso,
todos están de acuerdo que la ingeniería está claramente distinguida de la ciencia porque,
primordialmente tiene que ver con cómo dirigir los fenómenos de la naturaleza, que los
científicos descubren y formulan en teorías aceptadas para fines útiles. Así la Ingeniería
requiere de creatividad e imaginación para innovar en aplicaciones útiles de los recursos
naturales. Pragmáticamente, el trabajo de la ingeniería busca nuevas, más económicas y la
manera más eficiente de utilizar los recursos naturales de energía, y materiales para mejorar la
calidad de vida y disminuir el trabajo engorroso.

Reconocer que la última meta humana de la ingeniería es la de mejora de sociedad, es


reconocer la situación del ingeniero en términos de su responsabilidad social dinámica. Esto,
luego trae la discusión directamente a la consideración de la ingeniería como una profesión.

El camino de la ingeniería al profesionalismo, ha sido largo y sinuoso, como se verá, su


dimensión ética data de fechas tan posteriores como el código de Hammurabi. Socialmente, la
historia de la ingeniería hacia el profesionalismo, data desde la Inglaterra del siglo XVIII. John
Smeaton, quien fue el primero en introducir el término “ingeniero civil” para identificar y
distinguir su trabajo de los proyectos militares, y quien estuvo también relacionado con la
ingeniería mecánica, típicamente buscada organizar grupos personas del mismo parecer para
discutir su trabajo. En Londres, en marzo del 1771, él organizó la primera sociedad de
ingeniería. Esta estaba compuesta mayoritariamente de ingenieros civiles y fue originalmente
conocida como la Sociedad Smeatoniana. Por el año 1818 esta sociedad, había crecido hasta
“The Institution of Civil Engineers of Great Bretain” (La Institución de Ingenieros Civiles de Gran
Bretaña). Esta sociedad solicitó a Thomas Tredgold preparar una definición de la palabra
“engineering” (ingeniería). El describió la disciplina como “el arte de dirigir los grandes
recursos de energía en la naturaleza para el uso y conveniencia del hombre”, y como “la
aplicación práctica de los más importantes principios en la filosofía natural”. Esta organización
de profesionales, y estos intentos de definir su naturaleza, sus responsabilidades y sus
objetivos fue el primer paso a su estatus profesional.

Influenciado por la fundación de la Institución de Ingenieros Civiles de Gran Bretaña, las


sociedades más importantes de ingeniería en los Estados Unidos, fueron fundadas durante la
mitad posterior del siglo XIX. La Sociedad Americana de Ingenieros Civiles (ASCE) fue fundada
en 1852; la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos en 1880, y el Instituto Americano de
Ingenieros Eléctricos en 1884. Siendo la ASCE la primera sociedad nacional, originalmente
representó a todos los ingenieros (excepto los militares). Estos mantienen altos estándares de
membresía, publicaciones y ética. Pero eso también refleja la tensión entre los intereses a
menudo en conflicto, entre los negocios y el profesionalismo científicos, una tensión que
continua hasta el día de hoy.

Tempranamente en el siglo XX, ocurrió un segundo paso importante hacia el profesionalismo.


Las sociedades de Ingeniería, toman ellas mismas la obligación de proveer estándares de
conducta los cuales describen las responsabilidades de sus miembros. Tales estándares o
“Códigos de Ética” como fueron llamados, son preparados para la guía de los miembros de una
profesión que tienen la intención de ser impuestos por la profesión misma; ellos no son
obligaciones legales.

La Institución de Ingenieros Civiles de Gran Bretaña, adoptó un Código de Ética en 1910.


Pronto de ahí en adelante, las sociedades en los Estados Unidos, adoptaron códigos
modelados según del Código británico el cual, enfatizo la responsabilidad al cliente. Como la
ingeniería y la sociedad cambiaron con los años, también lo hicieron los códigos. La mayoría de
las sociedades más importantes siguieron esta dirección. En 1974, el código del Consejo de
Ingenieros para el desarrollo Profesional, ECPD se modificó de forma importante, al declarar
que “Los ingenieros considerarán como lo más importante, la seguridad, la salud y el bienestar
del público” ASCE, ASME y AICHE adoptaron este código, IEEE, sin embargo, no lo hizo. En su
código, IEEE prefirió no usar la palabra “lo más importante”.

La evolución de estos códigos refleja la percepción propia de la profesión de ingeniería, de su


responsabilidad por el bienestar de la población. La preocupación por el interés público, varió
desde la nula realización de prueba alguna, en los inicios del código, hasta la prueba suprema,
en los códigos actuales. Con esta evolución de responsabilidad, la ingeniería continuó su
avance hacia el estado de una verdadera profesión.

Pese a los siete milenios de historia y a los más de dos siglos de sociedades profesionales con
sus códigos de ética, se está aún debatiendo hoy entre los ingenieros teóricos y prácticos si la
ingeniería es una profesión. No hay una definición universalmente aceptada de su estatus
profesional, sin embargo, se han propuesto numerosas definiciones. Para muchos ingenieros,
una profesión es una vocación. En este caso, el término es usualmente aplicado a aquellas
ocupaciones tales como leyes, medicina, el ministerio religioso y la ingeniería, para las cuales
algún tipo de especialización específica, conocimiento y habilidad creativa son esenciales. Así,
una profesión es distinguida de las habilidades manuales. Un profesional es “uno que profesa,
o dice poseer, tal conocimiento especializado”.

Los ingenieros Philip Alger, N. Chirstensen y Sterling Olmsted argumentan lo siguiente con
respecto al profesionalismo:

“Es generalmente reconocido que una persona quien ha adquirido este conocimiento
especializado, obtenido de la acumulación de experiencias pasadas trasmitido por los
miembros de la profesión de generaciones anteriores, ha incurrido en una deuda con la
sociedad, la cual puede ser saldada solo a través del uso de ese conocimiento para el
beneficio y bienestar de la sociedad en la cual él vive.”

Desde este punto de vista, la Sociedad Americana de Ingenieros Civiles, define una profesión
como “La aplicación de un arte aprendido en el espíritu del servicio público.” La necesaria
inclusión del mandato que ordene que la ingeniería sea realizada en un espíritu (actitud) de
servicio público, es una expresión de la responsabilidad social como una dimensión
fundamental de la motivación de la ingeniería y por lo tanto, entra al campo de la ética.

Similarmente, el decano de Dean, E. Easton definió a los profesionales como “un grupo de
personas quienes se han dedicado ellos mismos al servicio generoso de la humanidad, a través
de la aplicación del conocimiento y destreza poseída solo por el grupo.”
PARTE 2
Lectura
INSTRUCCIONES:

 Lea detenidamente el siguiente artículo


 Prepare un resumen

CARTA A UN ASPIRANTE A INGENIERO 3

Apreciado amigo:

Eres muy afortunado al haber llegado al inicio del siglo XXI, cuando estamos comenzando a
liberamos de una plaga de los últimos siglos.

Por mucho tiempo, en Occidente hemos creído que antes de actuar debemos tener un plan,
basado en la verdad obtenida por la acumulación de conocimientos. Este enfoque comenzó a
tomar fuerza en el siglo XVII, cuyos habitantes creyeron que todos los problemas humanos
podrían resolverse con racionalidad y fidelidad a las leyes de la naturaleza. Las tradiciones de
la ingeniería, a la que tú aspiras, están profundamente enraizadas en este enfoque.

En esta parte del siglo XXI, estamos dándonos cuenta que muchos aspectos de la condición
humana, como la pobreza, carencia de hogar y devastación ambiental, no pueden ser resueltos
mediante la racionalidad y la tecnología únicamente. Requieren aprecio, confianza,
compromiso y respeto por la dignidad de los demás. Se necesita un respeto práctico por la vida
y el mundo que nos ha sido entregado.

Estás considerando embarcarte en el currículo de nuestra Facultad de Ingeniería. Para ser un


ingeniero competente debes dominar los hechos esenciales, los procedimientos, los modelos y
los procesos de la ingeniería, y tienes que demostrar su uso imaginativo en la práctica. La
mayor parte del tiempo que permanezcamos juntos la dedicaremos a alcanzar esto.

Mientras seas parte de nuestra facultad, armonizaremos con tu propia individualidad,


conociéndote bien y ajustando el currículo a tus intereses personales, antecedentes y
velocidad de aprendizaje. Contamos con que tomes total responsabilidad por tu aprendizaje:
asistas a todas las clases, realices todas las tareas, cumplas todos los trabajos; reúnete
regularmente con tus profesores. Esperamos que seas un miembro pleno y contribuyas al
bienestar de la facultad mediante organizaciones estudiantiles y proyectos que ayuden a otros,
y des muestras de respeto hacia éstos.

A lo largo del trayecto que te convertirá en un creativo y competente ingeniero en nuestra


facultad, sus profesores, su director de carrera y su decano serán tus guías. Ellos te ayudarán a
escoger tus asignaturas a medida que se construyen tus habilidades para la vida.

Las habilidades de la ingeniería solamente no son suficientes para garantizarte una vida de
satisfacción y logros; también:

1. Aprenderás retórica: la capacidad de seducción e invención con otros.

3
Grech Pablo, Introducción a la Ingeniería. Un enfoque a través del diseño. P. 21
2. Aprenderás a ser escritor de ficción y poesía, y te darás cuenta de que todo lo que
decimos sobre la vida es una narración con limitaciones de responsabilidad. Aún el
estudio de la naturaleza es un estudio de los efectos, construido por la habilidosa
manipulación de los humanos.
3. Aprenderás música: comprenderás la manifestación pura de la historia y del estado de
ánimo.
4. Aprenderás danza o artes marciales: comprenderás la belleza de la manifestación del
espíritu en el cuerpo.
5. Aprenderás ciencias: no como una descripción de las realidades, sino como una
hermana de la tecnología y del conocimiento biológico y como testimonio de 1 a
cuidadosa ponderación de la evidencia.
6. Aprenderás historia y filosofía: de modo que te puedas ubicar en las discusiones que
ha sostenido la humanidad, apreciar la historicidad que te rodea e impregna, realzar tu
capacidad para la reinvención, y abarcar las dimensiones éticas y espirituales de la
vida. La historia no es un registro del pasado: es una narración que nosotros tejemos,
una iluminación del presente por el pasado que nos trae una nueva perspectiva.

También necesitarás asumir responsabilidad para las situaciones y discusiones en que la


humanidad se hallará en los años venideros, y a las que se espera que tú contribuyas:

 Está emergiendo una nueva concepción de empresa, impulsada por una penetrante
tecnología de la información en continua reducción de costos. La fuerza de trabajo se ha
convertido en un artículo mundial. Las corporaciones globales compiten con las
instituciones políticas.
 Los límites geográficos están perdiendo su significado y las instituciones políticas están
siendo destrozadas por conflictos culturales y étnicos. Los papeles de las naciones y de los
organismos mundiales están reformulándose. La vieja idea de Estado del siglo XIX, con sus
paternales pretensiones, está cayendo.
 La estabilidad de la ecología y de las fuentes de energía del planeta es incierta.
 Hay una lucha por definir la moralidad y la realidad social que está limitando y no
realzando nuestro individualismo y nuestras familias, y que está aumentando las
tensiones sociales.

Aún en medio de esta inestabilidad, dispones de sólidos cimientos. No deberías olvidar tu


habilidad como creador y oyente del mundo. Si puedes acordarte de esto, la atmósfera social
que contiene males como la desesperación, resignación y resentimiento se desplazará a un
estado de alegre desafío, respeto mutuo, responsabilidad, admiración y una nueva
espiritualidad.
PARTE 3
Lectura
INSTRUCCIONES:

 Lea detenidamente el siguiente artículo


 Prepare un resumen

EL INGENIERO EN EL PRESENTE: VISION Y PERFIL

Autor: Ing. Horacio C. Reggini

La palabra "ingeniero" tiene su raíz en el latín: "ingenium". Por "ingenium" se entiende las
disposiciones naturales de un ser humano o las cualidades innatas de una cosa. A esta primera
acepción siguen "inteligencia", "talento", "genio". Sólo en la quinta acepción, "ingenium"
designa tanto "invención" como "inspiración". De "ingenium" deriva "ingeniosus": el que tiene
talento. A mediados del siglo XVI, "ingenioso" se aplicará a quien tiene habilidad para la
invención o la construcción. En realidad, esta última extensión está implícita en la palabra
originaria "ingenium", formada por la partícula in más el verbo gigno o geno que quiere decir
engendrar.

De ahí que "ingeniero" nombre al que fabrica, diseña o inventa; que el ingeniero sea un
inventor (siglo XVI). Que, históricamente, en un primer momento se aplique al que diseña o
construye maquinaria militar y, a partir del siglo XVIII, también al que diseña o construye obras
de utilidad pública, para después hacerse común a las diversas especializaciones.

En primer lugar me ocuparé de la acepción tardía de la raíz "ingenium", que da "ingeniero", es


decir, de la palabra que aparece a fines de la Edad Media y con más fuerza en el Renacimiento
para referirse a los responsables de la construcción de fortificaciones, armas, caminos y
puentes militares. Más adelante me detendré en el significado primigenio.

En general, "ingeniero" está asociado con "máquina" que, según el origen latino "machina"
designa un artefacto fabricado con arte. El verbo "machinor" quiere decir combinar, ejecutar,
imaginar. Como apunta el diccionario Gaffiot, de alguna manera "machina" podría referirse a
una cosa ingeniosa (sic). Por lo tanto, la asociación se establece con la quinta acepción de
"ingenium".

Esto queda muy a la vista en inglés, idioma en que se habla de engineer (ingeniero) y engine
(máquina), siendo la data de engineering (el arte de construir empleando el arte de un
inventor) el año 1681 según el diccionario Oxford. Claro que también machine (máquina) es
una palabra usual en inglés, pero si bien las afinidades con "ingenium" las entretejen, hay un
matiz indiscutible porque "máquina" da "maquinar" y aquí, dejando en suspenso las
connotaciones filosóficas y literarias, nos encontramos con una veta política que atraviesa el
término.

Me he detenido en este umbral que constituye el origen y los usos de nuestro nombre de
"ingenieros", no por alarde de erudición ya que los diccionarios me han llevado de la mano,
sino para cumplir cabalmente con lo que entiendo que nos atañe, como iré consignando en
estas líneas. Tenemos, creo, el deber de cobrar viva conciencia de que las palabras no son
signos y sonidos huecos; las palabras tienen historia y se modifican según las épocas y las
circunstancias. No se piensa primero y se habla después: se habla a medida que se va
pensando. Como seres humanos somos ante todo lenguaje. Un lenguaje precario, dado que
encarnado, pero que tiene un sello: "En el principio está el Verbo".

De lo dicho hasta ahora se desprende, por lo menos, que la trama de la que estamos hechos
los ingenieros no es nada simple. Y añado, si bien esto lo dejaré para el final, que los ingenieros
en primer lugar somos seres humanos, mujeres y hombres, y por lo tanto compartimos con el
resto de los mortales un ingrediente que no debería olvidarse en nuestro cálculo de materiales
y que Shakespeare destacó y expresó de modo sublime: "Estamos hechos de la misma materia
de los sueños".

Pasaré a continuación a considerar -si cabe la abstracción en vista del análisis- diversos perfiles
del tema que he presentado; o sea, intentaré desenredar los hilos de la trama ingenieril para
examinarlos con cierta autonomía, comenzando, como ya lo adelanté, por la acepción tardía
de "ingeniero", que lo asocia a "máquina".

La idea de máquina

El concepto de máquina en sí misma y las áreas que cubre se han modificado de manera
singular en los últimos años. Es interesante advertir que la tecnología y la cultura "hablan entre
sí": existe en efecto un vaivén visible de los objetos creados por la primera a las ideas
corporizadas en esos objetos y viceversa, puesto que dichas ideas devienen modalidades
culturales dominantes.

Hubo una época, cuando de niños y adolescentes nos entretenía desarmar aparatos mecánicos
como podían ser los relojes antiguos o los molinillos de café. Inconscientemente, estábamos
aprendiendo a pensar en partes e interconexiones. Todavía nos encontrábamos bajo los
efectos de la mecánica de Newton que, válida para las distancias finitas, se proyectaba en una
cosmovisión donde el todo semejaba un rompecabezas cuyas piezas -engranajes, palancas,
levas- finalmente se articulaban en forma limpia y simple con gran precisión. La mecánica de
Newton cambió radicalmente la relación entre el mundo de las ideas y el mundo natural y
gravitó con fuerza en el pensamiento filosófico del siglo XVIII y sus epígonos.

Pero las cosas han cambiado desde entonces y muy diversas son las repercusiones de la física
posterior con su asunción de lo infinito. Sin saber nada de ella, hace tiempo que los niños
juegan o se interesan en objetos en los que el ingrediente mecánico tal vez ni existe. Y, en
general, a nuestros ojos los artefactos electrónicos -especialmente computadoras- se
presentan como una clase radicalmente distinta de máquinas, tanto que si las escudriñamos
por dentro no alcanzamos a distinguir casi nada: no hay manera de explicar su
comportamiento mediante "mecanismos".

Tan abrupto resulta el cambio que tendemos a no pensar en las computadoras sirviéndonos de
conceptos físicos y mecánicos sino, más bien, de funciones psicológicas, como son memoria y
saber, con su connotación afectiva. El movimiento y el mecanismo han dado paso a la emoción
y otras manifestaciones de la psique a fuerza de modos de "apropiarse" de estas tecnologías
nuevas para comprenderlas. El mundo como sistema de información sucede al mundo como
mecanismo de relojería.
De acuerdo con lo que venimos diciendo, es evidente que la idea clásica de "máquina" quedó
desactualizada, ya que la palabra "máquina", impregnada por la concepción newtoniana, nos
hacía pensar en la suma de mecanismos sencillos. Enim Natura simplex est (Es un hecho que la
Naturaleza es simple) fue la máxima metodológica de Newton. Marvin Minsky, creador de la
idea de inteligencia artificial, piensa que todavía nos encontramos en una era primitiva de las
máquinas. En sus intentos por construir máquinas pensantes, dice que las computadoras
cuentan ahora con millones de partes o "agentes", pero que están comenzando a construirse
algunas con miles de millones de partes, razón por la cual se vuelve imprescindible adaptar
nuestras actitudes a estos aparatos que operan en escalas nunca antes concebibles. Según
Minsky, los muy limitados robots de estos años son meras versiones paleolíticas de lo que
vendrá. Vemos entonces que, si en la Naturaleza de Newton lo simple era el fundamento, en el
mundo artificial de Minsky el énfasis está puesto en la composición del conjunto, en cómo las
partes se afectan entre sí y no en lo que son en sí.

El papel del ingeniero

Es indudable entonces que si las máquinas -asunto que incumbe a los ingenieros según la
quinta acepción de "ingenium" y su afinidad o entretejimiento con el término "machina"- han
cambiado, el papel de los ingenieros de hoy está cambiando también y difiere del de los de
ayer. La ingeniería se transforma y depende mucho más que antes de actividades diversas. En
épocas perimidas las señales del desarrollo tecnológico pasaban por el humo de las chimeneas,
el balanceo de las cigüeñas petroleras, el rugir de los altos hornos, el repiqueteo de los telares,
el crujido de las prensas.

Hoy día la situación es otra: el desarrollo sigue caminos alternativos y es valorado –a veces
exageradamente- por las industrias de servicios, la utilización masiva de aparatos electrónicos
y las comunicaciones vertiginosas por satélites y cables de fibra óptica que en extraño silencio
transmiten enormes caudales de información.

Quisiera señalar, de paso, que la sobrevaloración afiebrada del "bit" por los "fans" de las
tecnologías sofisticadas no debe inducir a los nuevos ingenieros a ignorar cuestiones concretas
que les conciernen de antaño, por ejemplo, la necesidad de construir plantas industriales u
obras de infraestructura que se encuentran demoradas y que nuestro país exige para su
efectivo despegue. La realidad no sólo está compuesta de "bits".

Claro que ante todo, cuando me refiero al papel del ingeniero en la actualidad, pretendo
subrayar su inserción en el contexto cultural. Es cierto que, no sin su cuota de razón, se alzan
voces de protesta contra los productos de las nuevas tecnologías a causa de los posibles
efectos de avidez que desatan en la gente, convirtiendo con frecuencia a una persona en mero
consumidor frenético. Esas voces arguyen que los métodos, el lenguaje y hasta el sentido de la
tecnología, de la cual cada día depende más la vida corriente, son incompatibles con el arte y
las creaciones del espíritu. Reconozco la parcial validez de esos argumentos, pero no que sean
universalmente ciertos. Y en este punto pienso que cobra singular importancia la acción del
ingeniero en la sociedad y su deuda con la antigua raíz "ingenium" que le reclama inspiración y
talento. Es un deber y, al mismo tiempo, una necesidad vital que la ingeniería se ubique en el
contexto de la cultura. Los ingenieros contribuirán -y es su mandato- a la introducción
armoniosa y plena de sentido de las nuevas tecnologías, previniendo fragmentaciones que
conducen a estilos de vida indeseables.

Insisto en la capacidad de engendrar del "ingenium", como primera medida para aspirar a
buen ingeniero, desde que éste se define por el "hacer". No se demorará el ingeniero en
abstracciones, llevará adelante proyectos que tienen comienzo y término. Claro que esto
implica un "saber", conditio sine cua non de la acción, que comprende las teorías, los
procedimientos y los métodos que, de estudiante, adquiere en la Universidad.
Concomitantemente, el ingeniero debe mirar lejos e "inventar" el futuro. Para ello, en cierta
forma, necesita también "soñar".

Dinámica del aprendizaje

¿Cómo proceder a fin de que el ingeniero no esté determinado a priori por un molde que lo
aprisiona y aísla dentro de un enjambre de fórmulas? La cuestión se decide en el aula
universitaria. En general, los planes de estudio tienden a la multiplicación de material
académico y de técnicas, pero los alumnos aprenden poco y nada sobre cómo inventar y
diseñar futuros, cómo persuadir y conducir a la gente en un proyecto, cómo alcanzar liderazgo
en una empresa, cómo analizar las consecuencias morales de su acción. Y no hablemos del
ingrediente "soñar" que es la sustancia de la inspiración, del empuje, del dar aliento a una obra
y del actuar con pasión. Más que nunca, tengo el convencimiento de que los ingenieros tienen
que jugar un papel protagónico en la sociedad actual, integrando su actividad técnica con el
despliegue de capacidades éticas, sociales e innovadoras.

Por otra parte, esta integración es justamente algo natural y deviene de las características de
la realidad de hoy en la que se han disuelto, prácticamente, los límites entre pura actividad
intelectual, acción política y trabajo. Esta nueva estructura del mundo puede ser causa -y lo es-
de muchos rasgos nefastos de la sociedad actual, como lo son la visión nihilista con sus
consecuencias de cinismo y oportunismo. Sin embargo, es menester sacar fuerzas de flaqueza
y apostar a la esperanza. Para ello, en nuestro caso específico, se vuelve vital comprender que
la ingeniería no actúa como un agente externo sino que forma parte de la urdimbre social y
cultural. Tanto el ingeniero profesional como el estudiante de ingeniería deben tener
conciencia de esa inserción en el todo y del llamado a desarrollar su inventiva y sus
capacidades humanas para ayudar a construir una sociedad mejor. En la actualidad, entre
otras cosas, la cultura política no está a la altura de los avances científico-técnicos en los que el
ingeniero es avezado.

La ingeniería no es fría y deshumanizante -como creen algunos que se equivocan- y para


demostrarlo, en primer lugar tenemos que hacer entender que las innovaciones técnicas no
nacen en el vacío, independientes de los valores y las metas de la hora; y, en segundo lugar,
que se debe diferenciar entre la calidad de muchas aplicaciones tecnológicas notables y la
vileza de aquellas cuya base de sustentación es la mera frivolidad.

El pensador George Steiner, Premio Príncipe de Asturias 2001 en Humanidades y


Comunicación, que ha denunciado sistemáticamente durante décadas este mundo
desacralizado y nihilista, vislumbra una salida por el lado de las ciencias y dice: "Creo que en
las ciencias se puede encontrar una moral de la verdad, una poética del mañana, un sentido
del porvenir, que podrían ser los gérmenes de ciertos criterios de excelencia humana".

En la conciencia activa del ingeniero tienen que balancearse las fuerzas aparentemente
antagónicas que tensan el espectro de su hacer entre el polo de las necesidades productivas y
el de las apetencias sociales. No es tarea fácil si se tiene en cuenta que el "tiempo" de ambas
exige ser armonizado por profesionales tan completos que ni incurran en demoras
academicistas ni se dejen marear por las urgencias del mercado de frivolidad.

Aquí también está en juego el tema de la especialización excluyente. Centrados por entero en
su especialidad, los ingenieros corren el riesgo de descuidar aspectos comunes a todas las
ramas de la ingeniería. Y, si a ello se suma falta de destreza en áreas de gestión o un acervo
cultural deficiente, la posición del ingeniero en una discusión general -que así son las de hoy-
queda notablemente debilitada. A mediados del siglo XVIII, Pascal distinguió l'ésprit de
géométrie y l'ésprit de finesse. Lo bueno y lo difícil es ser dueño de ambos espíritus; muchos
optan por uno de ellos contra el otro y mutilan su humanidad, cosa que no le pasó a Pascal que
fue capaz de conciliar genialmente filosofía y ciencia.

En suma, para que los ingenieros participen de hecho en la construcción del mundo actual y el
porvenir, su aprendizaje incluirá -siempre con el respectivo trasfondo histórico social- junto al
desarrollo de cada materia, la reflexión sobre la repercusión de las máquinas en los individuos
y la previsión de sus efectos sociales y culturales, y también la reflexión sobre la
transformación de los países técnicamente más atrasados, los cambios de las relaciones
comerciales, la creación de nuevas industrias, etc.

La afirmación según la cual "Al árbol del conocimiento le ampliamos las ramas pero le
descuidamos las raíces", sería extensiva a la proliferación de carreras diversas y múltiples en la
ingeniería: "Al árbol de la ingeniería le ampliamos las ramas pero le descuidamos las raíces".
Literalmente, estaríamos descuidando la raíz de "ingeniero" -el vocablo "ingenium"- que, como
asentamos al comenzar, significa para los clásicos "invención" e "inspiración".

La lección del maestro

¿Qué características debería reunir la persona que tiene en sus manos la tarea de desplegar el
"ingenium"? O sea, ¿quién es de veras profesor? No por cierto el que ejerce una autoridad
abstracta y distante, impartiendo desde el estrado "órdenes" en forma de ecuaciones o de
teoremas perfectos para incrustarlos en el "blanco" que representa su juvenil auditorio.

Ser profesor entraña algo más complejo que esa impersonal emisión de conocimientos. Un
profesor debe producir cambios efectivos en quienes lo atienden. Educar es formar para la
vida, en busca del desarrollo integral de la persona. En cierto sentido y apelando a una
terminología ingenieril, el profesor debe ser un transmisor de energía. Si el que enseña es un
ser vibrante y dinámico, tiene la posibilidad de transferir su energía a los alumnos y brindarles
plenitud de vida. Lo importante no es la transferencia de conocimiento abstracto, es la
transferencia de energía.
El profesor que tiene esta capacidad es, ni más ni menos, un maestro. Si se mira bien, hay
muchos profesores y pocos maestros. Maestro por antonomasia fue Sócrates. En la enorme
obra sobre los pensadores griegos del gran historiador de la Filosofía Eduard Zeller es posible
descontextualizar sin cometer traiciones estas pocas líneas sobre Sócrates: “(...) no quería
enseñar, sino aprender junto a otros, no pretendía imponerles sus convicciones, sino examinar
las que ellos tenían, ni poner en circulación la verdad acabada como si fuera una moneda
acuñada, antes bien despertar el sentido para la verdad y la virtud, mostrar el camino que
había que seguir para ello, destruir el saber aparente y buscar el verdadero".

En la Apología, Platón hace decir a Sócrates frente a sus acusadores estas palabras
inolvidables: "Por lo tanto, atenienses, estoy ahora muy lejos de defenderme en interés mío,
como podría creerse; lo hago en interés vuestro, para evitar que, condenándome, cometáis un
yerro en relación con lo que el dios os ha dado, porque, si me matáis, no encontraréis
fácilmente otro hombre como yo, un hombre, por así decirlo, aunque el símil sea un tanto
irrisorio, a quien el dios ha puesto al cuidado de la ciudad, como si ésta fuera un caballo
grande y de buena raza, pero tardo a causa de su elevada talla y falto de ser aguijoneado por
una especie de tábano, papel que con respecto a la ciudad, me parece, el dios me ha asignado
a mí, que no ceso durante el día entero de aguijonearos, tratar de convenceros y haceros
reproches, sentándome a conversar con vosotros dondequiera que sea".

Lejos de Atenas, en nuestras coordenadas espaciotemporales, creo sin embargo que Sócrates
sabe, como pocos, iluminar nuestro camino. Una educación válida requiere del desarrollo del
pensamiento crítico, inventivo e independiente de los jóvenes, necesidad siempre obstruida
por el exceso de materias. Este exceso conlleva la falta de una cultura integradora. La ansiedad
por cumplir objetivos conspira contra la dedicación del docente en el sentido socrático de
compartir: un ir y venir de dar y recibir. Enseñar es aprender y viceversa. Sócrates se llamaba a
sí mismo "partero de pensamientos", ya que no introducía nada sustancialmente ajeno en el
otro sino que lo estimulaba para que sacara de sí lo mejor y pudieran ambos acercarse a la
verdad. Tarea básicamente ética, dado que a la pregunta clave de la filosofía socrática: "¿Qué
es el Bien?", la respuesta sólo podía acercarla el conocimiento de lo verdadero.

También el filósofo griego nos ha legado la importancia del aprendizaje grupal y su estímulo de
la amistad, la solidaridad y la interrelación, ausentes hoy cuando uno tiende a estar solo frente
a la pantalla. Es en un lugar no virtual -los espacios de la Universidad- donde los alumnos
aprenden a integrarse y ser personas de una comunidad civilizada.

La lección del maestro sigue vigente, en cuanto impulsa a transformar los valores en acción
concreta y exige compromiso. La nueva educación no debería reducirse a nueva tecnología y
nuevos cursos a distancia; debería ser una suerte de contrarrevolución en la que sobrevolara
aquella escala de la moral socrática definiendo el futuro. Por eso, sé que sin contradecirme
puedo afirmar que aspiro a que la ciencia y la tecnología tengan un papel cada vez más
descollante, significativo y valioso en el entramado cultural de la sociedad de nuestros días.
También aspiro a contribuir al afianzamiento y a la revitalización de la ingeniería en la
totalidad de sus aspectos, y a mejorar la preparación de los estudiantes de hoy, puesto que
ellos deberán proyectar y construir las múltiples obras que exige la reconstrucción de nuestro
país.

También podría gustarte