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La Los cristianos siempre han tratado de basar sus propias

mora decisiones éticas en los textos de la antigua y de la nueva


alianza. Pero es sobre todo el Nuevo Testamento, el
conjunto de los libros sagrados cristianos, lo que
constituye la fuente más autorizada dé la moral cristiana.
En los textos del Nuevo Testamento queda reflejada, por una parte, la radicalidad del
evangelio y la conciencia del cambio crítico inaugurado con Jesucristo; por otra, la
exigencia de traducir esta radicalidad en comportamientos y normas morales adecuadas a
la diversidad de situaciones históricas.

Tanto en el mensaje de Jesús como en las exhortaciones de Pablo, se repite la crítica frente
a los que colocaban el ideal de la santidad en el cumplimiento escrupuloso de la letra de la
Ley o de las tradiciones de los antiguos que se les habían añadido. La esquematización
teológica llevada a cabo por los escritos joánicos colocará en el centro de fidelidad a la
palabra de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo1.

La historia de la moral cristiana penetra sus raíces en la realidad fundacional del mismo
Cristianismo, es decir, en la moral del Nuevo Testamento. No es posible comprender el
desarrollo posterior de la reflexión moral, las aportaciones de los Padres y teólogos, ni sus
desviaciones y retornos, sino en referencia a esta fuente de la cual mana2.

¿Cuáles son las características propias del obrar moral según el Nuevo Testamento?
Podríamos intentar sintetizarlo diciendo que se plantea como el obrar que se sigue a una
renovación interior operada por el Espíritu Santo; renovación que es fruto de un amor
gratuito de Dios. Más aún, el mismo obrar del hombre renovado es efecto de la influencia
del Espíritu Santo; esa acción del Espíritu Santo tiende a hacer del hombre
“neotestamentario” “otro Cristo”, es decir producir una configuración con Jesucristo, tal
como éste de alguna manera se describe a Sí mismo en las Bienaventuranzas; finalmente
esta configuración es algo esencialmente interior y se da a través de la caridad y de las
exigencias de la cruz3.

Fe y moral van unidas en los Evangelios. Creencias y comportamientos, vienen fundidos en


el Nuevo Testamento y se presentan con distintas resonancias del judaísmo tardío, certado
en la Ley y en el Templo.

Tanto en el mensaje de Jesús como en las exhortaciones de Pablo, se repite la crítica frente
a los que colocaban el ideal de la santidad en el cumplimiento escrupuloso de la letra de la
Ley o de las tradiciones de los antiguos que se les habían añadido. La esquematización
teológica llevada a cabo por los escritos joánicos colocará en el centro de fidelidad a la
palabra de Dios que se ha hecho carne en Jesucristo4.
1
teología moral fundamental. José Román flecha. biblioteca de autores cristianos
Madrid • 2001
2
P. Miguel Ángel Fuentes. Los principios fundamentales de la doctrina moral católica. EVE san Rafael 2005, 21
3
Ibíd. 21
4
Teología moral fundamental. José Román flecha. biblioteca de autores cristianos
El Nuevo Testamento nos habla de aquella persona quien amáis sin verle, el mas digno de
ser amado de los hombres es el Hijo de Dios, en quien vemos al Padre y a través del cual
llegamos al Padre. Toda autentica moral cristiana es Trinitaria5.

1. Las exigencias morales de Jesús

Jesús no es un teórico ni un sistematizador. Podría tal vez ser considerado como un maestro
práctico y un educador moral. Pero fundamentalmente es un profeta —el Profeta— que
anuncia un mensaje religioso. Es el heraldo del Evangelio. En esa buena noticia se enraízan
sus exigencias morales. La certeza de que Dios ama a los hombres es tan desbordante que
necesariamente se concreta en actitudes absolutamente novedosas. Su ética es
religiosamente tradicional y excitantemente nueva, en cuanto que invita a bajar en
profundidad hasta las raíces mismas de la aceptación del señorío de Dios.

Es innegable la existencia de determinadas exigencias en el nuevo testamento, pero lo que


tenemos que ver es la peculiaridad y el carácter vinculante de dichas exigencias. En este
estudio, Bökle parte de la idea de que el núcleo del mensaje de Jesús es el anuncio del
Reino. Y añade que con esto Jesús no solo anuncia la salvación sino que también exhorta a
la conversión. Conversión cuyo fundamento es precisamente la llegada del Reino, ese reino
que Jesús anuncia y hace presente con su Persona6.

Nos encontramos también aquí con lo especifico de lo cristiano es la opción fundamental,


que Bökle la identifica esa conversión predicada por Jesucristo. Efectivamente la ética de
Jesús no difiere de la de un ethos mundano. No se trata de una serie de normas si no de una
opción por Dios que, como ya vimos al hablar del ethos israelita, influirá en el
establecimiento de dichas normas. Esta opción por Dios se concreta en una fe, que
constituye la exigencia fundamental del reino anunciado y hecho presente por Jesús. Una fe
en Dios que lleva también a un compromiso en favor del hombre7.

El Jesús evangélico propone la buena noticia del reino de una forma exhortativa, no
imperativa. Su moral es de buena noticia, algo liberador, en el sentido de que los aspectos
éticos del Evangelio reúnen las siguientes características:
-Fidelidad a la verdad (ortodoxia - ortopráxis). Resulta esencial a la fe la respuesta en
acción. La verdad cristiana es práctica.
-El centro de las preocupaciones éticas del Evangelio, es el hombre en totalidad (no solo el
espiritual), corporal y espiritual.
-En la ética evangélica (la que viene narrada en ellos), se da una tensión entre la realidad
constatada: pecado - conversión, hombre viejo - hombre nuevo. Tras cualquier realidad de
fracaso, se ofrece la posibilidad de perdón. La ética, por tanto, será una oferta permanente
de posibilidades nuevas; lo negativo es siempre el escalón penúltimo, ya que el último es la
oferta de penitencia.

Madrid • 2001, 95
5
Las fuentes de la moral. John M. Todd, Editorial Herder, Barcelona 1995
6
La moral autónoma, Francisco j. Marin-pogueres. Un acercamiento desde Franz Bökle.
7
Ibíd. 96
La predicación de Jesús no lleva consigo una normativa concreta. Es tarea del hombre ir
configurando el ethos mundano y orientarlo al Reino de Dios8. Podemos configurar todo
nuestro obrar, a la luz de la predicación de Jesús, al reino de Dios, para esto no hace falta
hacer grandes cosas sobrenaturales en el obrar cotidiano, sino solo actuar como nuestra
propia naturaleza lo da, rectamente.
2. La moral de San Pablo

El encuentro con Jesús cambió la vida de los que se decidieron a seguir su camino. La
aceptación de su mensaje se tradujo en una necesaria conversión. Pero este cambio sólo
alcanzó sus verdaderas dimensiones a la luz del misterio de la Pascua. El encuentro con el
Señor resucitado inflama los corazones de sus discípulos y los lleva a comprender las
Escrituras mientras van de camino y a reconocerlo en la fracción del pan9.

Una moral personal

Esta es la experiencia fundamental de Pablo de Tarso. Sus valores fundamentales han sido
sometidos a crisis por la experiencia de su encuentro con el Cristo vivo en la comunidad de
los creyentes. Por eso se puede decir que la suya es una moral profundamente personal.
Así pues, la moral de Pablo es personal en cuanto que se «despierta» en el encuentro con la
persona de Cristo, que somete a prueba sus seguridades anteriores y su «justicia» anterior
para ofrecerle una nueva justicia: la del que vive en Cristo Jesús.

Una moral de la libertad

Utilizando la imagen, tan expresiva en su época, del esclavo rescatado y manumitido, al


que ya no se puede reducir a la esclavitud, aunque sigue sirviendo fielmente a su nuevo
amo, Pablo repite constantemente que Cristo ha «redimido», «recomprado» y rescatado al
hombre de los poderes del mal para devolverlo a Dios 10. Al redescubrir en Cristo el sentido
de la alianza con Dios, el cristiano queda liberado del yugo de la Ley que lo esclavizaba: de
la fuerza que lo ataba y condenaba11.

Una moral de vida en el Espíritu

Gracias al favor divino, el cristiano, según Pablo, ha sido liberado de la ley del pecado y de
la muerte —del régimen sometido al pecado y a la muerte total 12. — por una nueva ley: la
del espíritu que da la vida en Cristo Jesús13. Con Cristo, nuevo Adán, comienza para el
hombre un mundo nuevo y una nueva creación, un nuevo modo de vivir la existencia. De
ahí la continúa contraposición entre vivir. El Espíritu recibido trae consigo la exigencia de
una vida moral renovada.
3. La moral de San Juan
8
La moral autónoma, Francisco j. Marin-pogueres. Un acercamiento desde Franz Bökle.
9
Teología moral fundamental. José Román flecha. biblioteca de autores cristianos
Madrid • 2001
10
Rom. 6,15- 23
11
Gal 5,1
12
Rom 5,12
13
Rom 8,2
El evangelio según Juan se abre con un acorde que, tras confesar la encarnación del Verbo,
contrapone la Ley dada por medio de Moisés con la gracia y la verdad que nos han llegado
por Jesucristo14. La expresión, referida directamente a la contraposición de dos economías
de salvación, tiene indudables repercusiones morales. La bondad ética habrá de remitirse
necesariamente a la normatividad de unos nuevos mandamientos para poder manifestarse
en una nueva vida.

Una moral del mandamiento

La moral de Juan parece centrada en la observancia no de la Ley, sino del mandamiento


(entolé) dado por Jesús a la comunidad creyente. El amor, pedido ya por la ley de Moisés,
se convierte ahora, de modo singular y específico, en el mandamiento del Señor.

El mandamiento recibido del Padre

El cristiano sabe que las palabras de Jesús son germen de vida eterna. Jesús mismo es
consciente de que esa vida es como el centro de su misión. No son sólo los creyentes los
que han recibido el mandamiento de su Señor; también Jesús ha recibido del Padre un
mandamiento: “Yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado, me
ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna”. La
obediencia al mandato de hablar viene ratificada por una obediencia aún más radical: la que
acepta voluntariamente la orden del Padre de entregar su vida como el siervo de Yahveh.

El mandamiento recibido de Jesús

Sin embargo, la estrecha y afectuosa relación filial —y de origen— que el Hijo vive con
respecto al Padre hace que Jesús hable con frecuencia de sus propios mandamientos: Si me
amáis, guardaréis mis mandamientos15. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en
mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor 16.
Es más, Jesús parece dejar a los suyos la herencia y exigencia de un mandamiento
particularmente suyo: Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como
yo os he amado17.

14
Jn 1,17
15
Jn 14,15
16
Jn 15,10
17
Teología moral fundamental. José Román flecha. biblioteca de autores cristianos
Madrid • 2001

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