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"de tomar el hombre nada que no le fuere dado del cielo" (Jn 3,27).
El religioso, como cualquier cristiano, como los Apóstoles de Jesús,
habrá de decir tras el esfuerzo de su vida: "somos siervos insigni-
ficantes, lo que teníamos que hacer, eso hicimos" (Le 17,10).
No debemos tener recelo en admitir, a la luz de las precedentes
advertencias bíblicas y del conocimiento de los ideales de la vida re-
2 Este texto de 1 Cor es oscuro, aunque está bien atestiguado en los manuscri-
tos, cf. A. LEGAULT, Beyond the Things which are written ( I Cor iv, 6) N T S 18
(1972) 227-231. Su contenido, tal como aparece, es bíblico y podemos legítimamente
invocarlo en este caso.
ligiosa, que éstos son aîgo espontáneo, connatural, dentro de la
diversidad de gracias que recibe la Iglesia (cf. 1 Cor 12,4 ss). No es
objeción el que la Iglesia primitiva no conociera u organizase co-
munidades religiosas de tipo monástico. Los ideales eran bien co-
nocidos, y —a su modo— vividos intensamente. Las circunstancias
no permitían improvisar estas instituciones. Además, la vida reli-
giosa, consagrada, es algo más que un monasterio y unos votos.
En la Escritura no se diseñarán las Instituciones religiosas de
siglos posteriores, sino unos ideales religiosos tan apasionantes, ex-
clusivizantes, definitivos y aproximantes a lo absoluto del Reino,
a la supremacía de lo escatológico, que harán necesaria, para muchos
espíritus sensibilizados por la gracia de Dios que es multiforme, la
puesta en marcha de un modo u otro de los demás elementos inte-
grantes de lo que hoy llamamos vida consagrada, desde los votos
y la vida común o solitaria, hasta la fuga mundi para la consecratio
mundi. Hasta tal punto esto parece ser así que, si una catástrofe
cósmica hiciera a los hombres olvidar su pasado y no quedara hue-
lla del monacato y hubiera que recomenzar el cristianismo sólo con
la guía de las Escrituras, aún sin las tradiciones apostólicas orales,
pronto los ideales religiosos cristianos llegarían a plasmarse en for-
mas de vida análogas a las que conoció la historia. No sería di-
ferente la esencia de la nueva vida religiosa, porque la palabra del
Señor permanece y su Espíritu está prometido para siempre. El am-
biente histórico influiría en la caracterización de las formas, pero
creo, se reconocerían hasta los matices de la diversa espiritualidad
del pasado, el cual, sin embargo, no ha explorado todas las posi-
bilidades, ni ha asimilado toda la multiforme gracia de Dios. En la
verificación de que la vida religiosa fluye de las Escrituras se toman
éstas en cuanto forman una revelación, una religión. Se acudirá a
textos concretos también; pero la convicción de que la vida religio-
sa tiene razón de ser la da la armonía del conjunto como anuncio
del Reino-Reinado de Dios llegado y que ha de llegar más aún. Nos
puede ayudar a concretar esta idea el saber que la profecía en la
Iglesia, el don más autónomo, polifacético y libre, don creador de
cristianismo, inventor de formas nuevas, diagnosticador de situacio-
nes, don de abrir caminos e intuir lo cristiano, este don ha de estar
de acuerdo con las Escrituras en su conjunto, en cuanto forman
la fe cristiana: "Todos tenemos carismas diferentes, según la gra-
cia que nos fue dada; ya sea la profecía, pero que sea según el con-
junto de la fe" (Rom 12,6). Los ideales de la vida religiosa partici-
pan del carisma profético y, como él, deben ser coherentes con el
conjunto de la fe. Una idea teológicamente semejante a Rom 12,6
leemos en la frase de Jesús sobre la actuación del Espíritu en la
Iglesia: "El (Espíritu) me glorificará porque tomará de lo mió y os
lo dará a conocer" (Jn 16,14). Los ideales de la vida religiosa son
algo que el Espíritu da a la Iglesia, un testimonio del Espíritu que
siempre se hace por medio del hombre, pero que el Espíritu toma de
lo de Jesús, de su palabra y su actitud. El Espíritu impregna la vida
cristiana tomando de lo de Jesús y haciéndolo visible en las diversas
maneras de vivir de cada cristiano. Solamente entre todos los cris-
tianos será vivido todo lo cristiano. Lo esencial es, ciertamente, muy
concreto, pero se vive de modo polifacético porque invade todos los
campos del vivir humano y conmueve todos sus resortes, compro-
metiendo completamente sus energías. Pero cada uno tiene su don
para responder a lo esencial desde su puesto, desde su carisma.
La esencia de la vida religiosa no está en radicalizar cosas mar-
ginales de la Escritura, o marginales a la esencia de lo cristiano, ni
es algo que la Escritura formule como opcional, como añadido, pe-
riférico o supererogatorio; sino en una pasión de tipo carismático
por los valores del Reino de Dios que hace posible y necesaria la
orientación de la existencia con exclusividad hacia ellos.
Las Instituciones religiosas tal como las ha conocido la historia
han dependido mucho de las circunstancias. La Orden de Nuestra
Señora de la Merced, Redención de Cautivos, era un ensayo de vida
religiosa para ayudar de diversas maneras a los cristianos prisio-
neros entre infieles. La reforma del Carmelo trató de remediar los
males de una Iglesia dividida y relajada en el siglo XVI. En ambos
casos se apela al Evangelio aunque son dos modos diversos de com-
prometerse. En las constituciones primitivas de la Orden de Nuestra
Señora de la Merced se lee: "Todos como hijos de verdadera obe-
diencia estén alegremente preparados a poner su vida, si fuera me-
nester, como Cristo la puso por nosotros". Santa Teresa sintió im-
pulsos de consagrarse al servicio del Reino y buscar espíritus que
pensaran así, para luchar en común. Cuando conoció la división de
la Iglesia, escribe: "Diome gran fatiga, y como si yo pudiera algo, o
fuera algo, lloraba con el Señor..., parecía que mil vidas pusiera yo
por remedio de un alma... y como me vi mujer e imposibilitada... de-
terminé hacer ese poquito que era en mí, que es seguir los consejos
evangélicos con toda la perfección que yo pudiese y procurar que
estas poquitas que están aquí hicieran lo mismo, confiada en la
gran bondad de Dios..." . Si bien estos dos ejemplos apelan al mo-
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"ha sido un precio más caro el que hemos pagado por ello", por su eliminación,
Das Wesen des Christentums (München 1964) 171.
6 Cf. FRANÇOIS BIOT, Comunidades Protestantes (Barcelona 1964) 83-193.
i Carta del 14 de enero de 1935. Gesammelte Schriften, III, 25. Citado por
E. Bethge, Dietrich Bonhoeffer Teólogo-Cristiano-Actual (Bilbao 1970) 628.
« El precio de la Gracia (Salamanca 1968) 22.
sia de Roma, se convirtió de forma paradójica en la justificación úl-
tima de la secularización de la Iglesia" . 9
o fundarse en algo. Aquí podríamos hablar de una síntesis de estos sentidos. Así
podemos pensar, viendo la gráfica descripción de este verbo, en este pasaje, según
W. BAUER: "Como una puerta de sus goznes, así pende todo el Antiguo Testa-
mento de estos dos mandamientos", Wôrterbuch z. N. T.... (Berlin 1963) 890.
13 "Aunque cada mandamiento es ardientemente recomendado por los rabinos,
cuanto nos es posible conocer, nadie, exceptuado Jesús, los ha presentado unidos
como los dos principios reguladores que resumen el deber del hombre", V. TAYLOR,
The Gospel According to St. Mark (Londres 1969) 488. En la obra judía Testa-
mento de los Doce Patriarcas (cf. Test, de Dan 5,3 ; Test, de Isacar 5,2 ; 7,6) hay
referencia al amor de Dios y de los hermanos, pero no en la forma de proclama-
ción que tiene en Me, en boca de Jesús. Las interpolaciones cristianas de esta
obra judía nos impiden también hablar de la época en que se unificaron estos dos
mandamientos en el judaismo y en qué sentido. También la Didajé 1,2 los pre-
senta unidos. Pero se trata de una obra cristiana de fines del siglo I y la hipótesis
de que su primera parte proviene de textos judíos anteriores no nos lleva nece-
sariamente a una fecha previa a Cristo. Por otra parte, todos estos paralelos lo
son sólo hasta cierto punto, pues la unión de los dos mandamientos es mera
yuxtaposición, sin el realce que alcanza en los Evangelios, ni la novedad que su-
pone decir que "el segundo es igual al primero" y que de ellos "pende toda la Ley
y los Profetas".
ellos se encuentra en Dt 6,4-5 , y el segundo, en Lev 19,18. Jesús
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"Y reinará Yahvé sobre la tierra toda y Yahvé será uno, y único
su nombre". La novedad que Jesús va a introducir en el shema', en
Dt 6,4-5, lo llevará a su plenitud. En primer lugar, porque procla-
ma que el Reinado de Yahvé como único Señor ya ha comenzado.
De algún modo toda la actividad de Jesús, tanto en su proclama-
ción primera del Evangelio de Dios, como en su enseñanza en pa-
ir Teología del Antiguo Testamento I (Salamanca 1972) 290, n. 2.
rábolas del Reino, y en sus milagros-signos del mismo Reino no
hacen otra cosa que manifestar, de modo original, la irrupción del
Reinado de Dios. La frase de Mt 1,14-15: "Vino Jesús a Galilea pro-
clamando el Evangelio de Dios y diciendo: Cumplido es el tiempo
oportuno y el Reino de Dios está acercado..." no es más que un
sumario de la actividad de todo el ministerio de Jesús . La proxi-
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ba B. Gerhardsson, en su obra citada The Testing of God's Son, 80, n. 29, piensa
que esta parábola, que para él es genuina tradición de Jesús, incluso en su expli-
cación actual, tiene en su trasfondo el esquema de Dt 6,4-5.
« Die Martha-Maria-Perikope : Lukas 10,38-42. Ihre Kerygmatische Aktualit'àt
für das Leben der Urkirche, Studia Theologica 13 (1959) 70-85.
ción y repetición del nombre de Marta encierra una grave adver-
tencia de riesgo: "Marta, Marta, te inquietas (/xept/xvâç) y te turbas
por muchas cosas" (Le 10,41). A Pedro le advierte del mismo modo
en la hora de la pasión cuando está muy seguro de si mismo: "Si-
món, Simón, Satanás os busca..." (Le 22,31). También según Lucas
en Act 9,4 avisa Jesús a Pablo de un gran peligro: "Saulo, Saulo,
¿Por qué me persigues?" Marta no ha comprendido el valor de
la palabra del Reino y, en su buena fe, se inquieta por muchas
cosas, en demasía, olvidándose de la instrucción que está dando
Jesús. Es como la inquietud absorbente (^ep^va) del siglo, riquezas y
vida que sofoca la palabra del Reino en Me 4,19 ; Mt 13,22 ; Le 8,14.
Jesús protege la actitud de María: "María ha escogido la mejor
parte, que no le será arrebatada" (Le 10,42). Estamos ante una de-
cisión judicial de Jesús. Lucas la presenta para toda la Iglesia para
que sepan valorar la palabra del Reino, no sofocarla con múltiples
cuidados y preocupaciones. Es interesante que Jesús ha dado dere-
cho de escuchar, como discípula, a la mujer. E. Laland ve en esto 44
« Ibid., p. 84.
45 "Las mujeres están dispensadas de recitar el shema' y de llevar las filacterias
porque el mandamiento (Dt 6,7 ; 11,19) dice tus hijos y no tus hijas. Los esclavos
están dispensados porque la fórmula del shema' presupone a uno que no tiene
más que a Dios por Señor", T. Pal. Berakot 6b (cf. BONSIRVEN, Textes..., n. 416).
Este pensamiento clasista precisamente en el shema' nos hace recelar sobre su
desarrollo espiritual en este punto y nos impide idealizar su ética. "Rab. preguntó
a Rabbí Hiia : ¿En qué pueden merecer las mujeres? En dirigir sus hijos hacia la
sinagoga; en inducir a sus maridos a que vayan a la casa de los rabinos (es-
cuela) y en esperarlos cuando ellos vuelvan de la casa de los rabinos", T. Babli.
Berakot (BONSIRVEN, Textesn. 411). Sin embargo, en el judaismo ortodoxo, la
mujer tenía un lugar reservado en la sinagoga; cf. E. L. SUKENIK, Ancient Syna-
gogues in Palestina and Greece (Schweich Lectures, Londres 1934) 47-48.
« De la Vida Contemplativa, 68.
LACTANTIUS, Institu. Div. I I I , 2 5 : "Quodsi natura hominis sapientiae capax
est, oportuit et opifices et rústicos et mulieres et omnes denique, qui humanam
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luntarios para seguir de un modo u otro con él. Pero es él quien es-
coge y exige condiciones. Aquí Lucas selecciona tres casos porque bajo
esta presentación también está el esquema del shema'.
51 Así interpreta J. DUPONT, en Renoncer à tous ses biens, NRTh 103 (1971),
principalmente p. 572-575.
5¿ Cf. J. MURPHY O'CONNOR, Religions Life as Witness. Suppl. to "Doctrine and
3. Con todos los recursos
a
55 j. DUPONT, en L'union entre les premiers chrétiens dans les Actes des Apô-
tres, NRTh 91 (1969) 898-915, no relaciona estos sumarios, ni aun el de 4,32 con
el shema', debido a su hipótesis de que la expresión "un alma", \¡/vyf¡ /¿La, perte-
necía al vocabulario de amistad entre los griegos, así como la fórmula "entre
amigos nada propia" (p. 901). Como Dupont trabaja con la hipótesis de que Lucas
escribe para griegos y de que los sumarios son suyos, al ver que aquí se antepone
la expresión "un corazón" y esto no es griego, piensa que se trata de una colora-
ción bíblica para que la descripción de la primera Comunidad no parezca tan
griega (p. 904). Es también su opinión en Etudes sur les Actes des Apotres (París
1967) 513, donde ya dijo que había influencia literaria bíblica e incluso apunta, de
paso, entre otros textos, el de Dt 6,5, que es, sin duda, el principal, aunque no le
preste atención. Más fácil que todo esto es descubrir que bajo esta descripción
comunitaria, subyace el shema', que, ahora, en versión cristiana, exige que para
el prójimo, a nivel comunitario, esté el corazón, el alma y los recursos dispuestos.
De nuevo B. GERHARDSSON, en Einige Bemerkungen zu Apostelgeschichte 4,32
"Studia Theologica" 24 (1970) 142-149, ha detectado el paso del shema* por este
sumario y concluye que su autor no es Lucas: "Eines kann ohne weiteres gesagt
werden: der Schlussredaktor (Lukas) hat sie nicht formuliert" (p. 146). Gerhard-
sson cree que estos sumarios provienen de fariseos conversos (cf. Act 15, 5), para
los que el shema' tenía tanta importancia. A esto hay únicamente que observar
que el sumario de 4,32 está redactado conforme al shema' cristiano, al escuchado
en Me 12,29-31 y Mt 22,37-40. Quien puso de relieve la fuerza radicalizante, a la
vez mística y "social" del Gran Mandamiento fue Jesús y esto quedó grabado en
sus discípulos, también en sus discípulos fariseos.
La evidencia de estos hechos ha llevado a decir a exégetas no ca-
tólicos como Vincent Taylor que "el comunismo de la Iglesia pri-
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mitiva (Act ii, 44; iv, 32-37) y el monacato han sido cumplimientos
parciales de lo que la vida de la Ecclesia ha de llegar a ser".
Es cierto que en la comunidad primitiva no existía la búsqueda
de la pobreza como tal, sino que los bienes en común eran un medio
de ayudar a los pobres. Sin embargo, el espíritu de pobreza existía
desde el momento en que se ponían los bienes a disposición de los
demás. Hay hipótesis que muestran como probable que el hambre
sufrida por la comunidad palestina y que originó la colecta entre las
comunidades de origen griego fue debida a un celo imprudente en la
distribución de los bienes en los primeros años.
Datos evangélicos
El celibato por el Reino conviene ser tratado después de la po-
breza por el Reino, de la que es como una prolongación. Nadie tiene
llamada para hacer pobre a su mujer y a sus hijos. En la llamada
a la pobreza hay una insinuación al despojo total, a la consagra-
ción sin condiciones a los valores del Reino. La llamada de Jesús es
personal, no complica a la familia: "Si alguno quiere..."; "cualquiera
que...". Cuando llamó al joven rico —Mt 19, 20.22 precisa que era un
joven— a vender su hacienda, darla a los pobres y, así, seguirle, ¿no
podemos ver una fuerte indicación a un compromiso total con Jesús
y su causa de modo que quede afectada hasta la formación de una
familia? En efecto, la venta de los bienes y la entrega a los pobres
es en orden al seguimiento. Es un seguimiento tal que hace super-
fluo y hasta sin sentido el término medio de arrendar los bienes o
dejarlos a la administración de otro, como sucede en las parábolas
del hombre que parte para un país lejano (Le 19,12ss; Mt 25,14ss),
o por largo tiempo (Le 20,9ss), pero que ha de volver un día a sus
posesiones. ¿Es que Jesús diría a un padre de familia: vende todo,
entrega el dinero de la venta a los pobres y sigúeme en la insegu-
ridad? Los discípulos que le piden, ir a despedirse de los de su casa,
0 a enterrar a su padre y que dicen están dispuestos a seguirle
adondequiera que vaya (Le 9,57-61; Mt 8,18-22) parece que dispo-
nen de sus personas plenamente: Jesús no separaría nunca "lo que
Dios ha unido" (Mt 19,6)
Tras el episodio del joven rico, Pedro advierte a Jesús: Pues nos-
63 El texto de 1 Cor 9,5 sobre el derecho que, como apóstoles del Señor, podían
exigir Pablo y Bernabé de llevar una hermana en las peregrinaciones, está en
un contexto de economía, medios de vida. El Señor les permite vivir del Evan-
gelio, pues se han consagrado al Evangelio. Las iglesias deberían procurarles las
atenciones necesarias. Así como en el ministerio de Jesús y sus discípulos en Pa-
lestina fueron ayudados por mujeres piadosas, Pablo insinúa que podrían exigir
lo mismo a las iglesias. No se trata en este contexto (véase todo el texto de
1 Cor 9,4-14) de si los apóstoles tuvieron de hecho o no esposa.
otros, dejando todo lo que teníamos, te hemos seguido, y Jesús res-
ponde, en la versión de Le 18,29-30: "En verdad os digo que nin-
guno que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el
Reino de Dios dejará de recibir...". Lucas es el único evangelista
que incluye aquí la renuncia a la mujer. Pero Lucas es el evange-
lista más favorable a la mujer. Además de los testimonios que tiene
en común con los otros evangelistas, Lucas tiene, en exclusiva, la
mención de Ana la profetisa (2,36-38), la viuda de Sarepta (4,26),
la viuda de Naín (7,12), la pecadora arrepentida (7,37-50), las mu-
jeres proveedoras de Jesús (8,2-3), el episodio de Marta y María (11,
38-42), la mujer anónima que alabó a la madre de Jesús (11,27), la
mujer encorvada curada en sábado a quien Jesús llama hija de Abra-
ham (13,11-16), la parábola de la mujer que encontró la dracma y
alegró a amigas y vecinas (15,8-10), las mujeres que se lamentan
por Jesús en el camino del calvario (23,27-29). Ningún otro evange-
lista tiene en solitario tantas referencias a la mujer, que es tratada
con simpatía. En el libro de los Hechos de los Apóstoles continúa
esta constante de tener en cuenta a las mujeres. Teniendo a Lucas
predispuesto en favor de la mujer, hemos de ver un dato histórico
en la mención de la mujer entre las cosas que algunos habrán de
renunciar por causa del Reino de Dios (18,29). Para Lucas, la his-
toria sigue; no se renuncia a la mujer por la inminencia del final,
de la parusía. Es precisamente Lucas quien más desarrolla la teolo-
gía de la historia de la salvación. Por otra parte, si bien el texto ha-
bla de renuncia a la mujer, porque está Jesús dirigiéndose a sus
discípulos, no podemos omitir textos bien ponderados como la men-
ción en Act 21,9 de las cuatro hijas vírgenes que profetizaban. Si
en Israel las jóvenes se casaban a muy temprana edad, como se sabe
por los documentos antiguos , y ya desde los esponsales vivían en
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casa del esposo, a una edad que podía ser de doce años como norma,
¿es que el evangelista Felipe tenía cuatro niñitas vírgenes que pro-
fetizaban? ¿No será más prudente pensar que san Lucas indica aquí,
al hablarnos de la virginidad de las hijas de Felipe y de la profecía,
algún tipo de consagración al Reino?
Se ha recurrido con frecuencia a las doctrinas rabínicas sobre la
que nacen así; los hay que han sido hechos por los hombres, ya
violentamente, ya se esté refiriendo a los grupos célibes que hubiera
en Qumrân que en algunas épocas exigieron el celibato a sus can-
didatos, y, finalmente, hay eunucos, célibes, que se hicieron a sí
mismo tales por causa del Reino de los Cielos. En este último caso
estaba Jesús y sus discípulos. Esto, ciertamente, no indica que Jesús
ordene el celibato en la misma medida que exige dejarlo todo, pero
es una constatación de una de las posibilidades de la tensión del
Reino. Por eso san Pablo no está en contradicción con este texto
si dice que no tiene mandato sobre la virginidad. Jesús no da
mandato porque será el Espíritu quien hable a cada uno, porque
no es ley general. Por eso concluye el tema sobre los eunucos di-
ciendo : "El que pueda entender, que entienda" (Mt 19,12d). Ni el
matrimonio cristiano ni el celibato por el Reino se entiende sin la
gracia, pero el matrimonio es vocación normal en el Reino y quien
se case tiene mandato de no separarse. Mateo ha unido estos
dos pasajes por una doble asociación de ideas: el tema matrimonio-
celibato, y el "no todos entienden esto, sino aquellos a quienes les
ha sido dado"; "El que pueda entender, que entienda". Beda Rigaux
ha criticado duramente la exégesis de Dupont y Quesnell en este
punto: "No creemos que se pueda reducir el sentido interpretando
'eunuco' como el marido que, separado de su mujer, comprende que
no puede casarse de nuevo. Esta exégesis, que ha sido recientemente
tomada por Q. Quesnell, reposa sobre un análisis literario deficiente.
Atribuye al redactor del primer Evangelio un cuidado de lógica y
de unidad que le falta. Es preciso contar con el hecho de que, pro-
bablemente, el logion de Jesús, antes de haber sido tomado por Ma-
teo, ha tenido una existencia independiente. En fin, es una exé-
gesis demasiado sutil... Es eunuco no el que renuncia a volver a
casarse, sino el que renuncia a toda mujer" . 72
y las reglas lo son también. Pero todos son servidores del Evangelio
y todo mandato debe de ser en el fondo una fervorosa obediencia.