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Algunos sufrimientos nos vienen no por decisión propia; es allí, donde solo la misericordia de Dios puede cambiar nuestra realidad y responder nuestras preguntas.
Algunos sufrimientos nos vienen no por decisión propia; es allí, donde solo la misericordia de Dios puede cambiar nuestra realidad y responder nuestras preguntas.
Algunos sufrimientos nos vienen no por decisión propia; es allí, donde solo la misericordia de Dios puede cambiar nuestra realidad y responder nuestras preguntas.
Por Luis Fernando Zabaleta González Introducción: Todos hemos experimentado más de alguna vez el dolor humano, el cual llega sin que lo esperemos. Se presenta sin aviso, como una enfermedad, un engaño, una adicción, un fracaso económico, un despido laboral, una ruptura matrimonial y más. Nadie busca sufrir, porque el sufrimiento nos atemoriza, nadie lo busca, pero llega. La historia de tres niños puede ilustrar esta realidad: Su madre, fue madre soltera; con esfuerzo y trabajo duro, sacó adelante a sus tres hijos Francisco (8), Henry (6) y Boris (4). Después de mucho trabajo, su madre logró adquirir un pequeño local en el mercado de la ciudad y puso un comedor. Ahorró y ahorró cada centavo, hasta que logró comprar un terreno y construir una pequeña casa. Ahora, los tres niños estaban experimentando el mejor momento de sus vidas, ya no tenían que salir de la casa alquilada, ahora tenían algo propio… había alimento en casa y una cama cálida para dormir cada noche. Todo iba bien, hasta que… De un momento a otro las cosas cambiaron, a la madre le diagnosticaron una enfermedad terminal. Desde entonces todo cambió; el dinero comenzó a faltar porque el negocio se estaba descuidando… ahora había tratamientos que pagar; y, sobre todo la inminente llegada de la muerte. Cada noche que había culto en la iglesia, la madre iba con sus tres hijos, para buscar el altar del Señor y presentar su petición: “No quiero morir… tengo que seguir criando y cuidando a mis tres hijos… no los puedo abandonar.” Después de seis meses, sucedió lo que temían: murió. Dejando a sus tres hijos en la orfandad. En ese tiempo, estábamos recién casados Flor y yo; y, siendo estos tres niños nuestros amiguitos del barrio y nuestros alumnos en la escuela bíblica de la iglesia, sentimos la responsabilidad de hacer algo por ellos. Así que, los llevamos a un orfanatorio cristiano, para que los cuidaran un tiempo. A las pocas semanas de haberlos llevado allí, fui a visitarlos… estuve con ellos en el culto del domingo, donde asistieron todos los niños. En la fila de adelante estaban mis tres hermanitos. Yo los observaba, para saber si estaban bien. El más pequeño, Boris… en el tiempo de la alabanza, me conmovió. Con sus ojos cerrados y manos alzadas al cielo cantaba: “Altísimo, milagroso salvador… no hay nadie como tú, no hay nadie como tú”. Su madre no estaba, pero él había entendido que ahora todo iba a estar bien; porque Dios había hecho misericordia con él. Eso fue hace casi 20 años. Unos años atrás, en la época de Navidad y Año Nuevo, viajé a Reu con mi familia, para estar con el resto de mi casa. La noche de Año Nuevo, fuimos a la iglesia y mientras saludaba a mis hermanos, a los cuales hacía muchos días que no veía, llegué a donde estaba un muchacho, que me dijo: “¡Qué tal Fernando!” – Yo le respondí– “¿Qué tal? Perdoná no te conozco, cuál es tu nombre” – él me respondió – “Soy Boris, te acordás de mí”. Era Boris, de nuevo en casa. Pensé en la grandeza de la misericordia del Señor; cómo Dios mismo vino en la ayuda de aquellos huérfanos y tuvo misericordia de ellos. La historia humana está cargada de emociones, de historias trágicas. El drama humano a veces puede ser muy triste. Pero Dios puede dar un giro completo a nuestras historias sin esperanza. De eso se trata este mensaje: DIOS QUIERE HACERNOS MISERICORDIA. Hay una historia bíblica que deseo contarles, la cual se divide en dos partes. La historia de un príncipe que de un rato para otro su vida cambió. Aunque sufrió y no entendía por qué le llegó tanto sufrimiento; desde el fondo donde se encontraba, Dios tuvo misericordia de él. La historia se encuentra en 2 Samuel 4:4. 1. MEFI-BOSET, EL NÍÑO PRÍNCIPE (4:4) Un niño que lo tenía todo. Él era un príncipe. Hijo del sucesor al trono Jonatán, quien era hijo del rey Saúl. Mefi-boset, como cualquier príncipe estaba acostumbrado a: Vivir en el palacio real, comer cada día comida de reyes, vestir como ningún otro podría hacerlo, tener siempre sirvientes que le atendieran en sus necesidades, hasta las más simples. Mefi, era un niño feliz, que lo tenía todo, su mundo era perfecto. 2. MEFI-BOSET, CONOCE LA TRAGEDIA HUMANA. Se escuchó en el palacio, que había sucedido una tragedia. Saúl, el rey, había muerto en el campo de la batalla; pero también, su hijo Jonatán, el príncipe, había muerto en la misma batalla con su padre Saúl. Todo mundo gritaba en el palacio, todos corrían de un lado a otro, intentando escapar de la muerte que venía para el palacio. El niño Mefi, no entendía qué estaba sucediendo; oía que alguien había muerto, no sabía qué significaba eso. Hasta que su nodriza, lo tomó con violencia para escapar. Aquel niño de cinco años, nunca había experimentado tanta tensión en el ambiente. Mientras huían, la nodriza lo soltó y el niño calló. El golpe le dejó lisiados los pies. 3. MEFI-BOSET, SALE DEL PALACIO A LODEBAR. No hubo preparación, no hubo tiempo para adaptarse. El niño, ya no estaba en el palacio real, ya no había comida, ni ropa, ni cama, ni nada. Ahora se encontraba escondido, en la oscuridad, incómodo tirado en el suelo y, lo peor de todo, con un dolor profundo que no le dejó dormir por varias noches. Sus piernas, ya no servían, tenía que adaptarse para arrastrarse por el suelo. Esa marca física y dolor, le acompañaría por el resto de sus días. Ahora su nombre tendría sentido, todos le llamarían Mefi-boset: EL AVERGONZADO. Ya no viviría más en el palacio real; su nuevo hogar, ahora sería la tierra de LODEBAR: LA TIERRA SIN PASTOS. La tragedia llegó y se llevó todo lo que significaba alegría y bienestar. Este es el drama humano. No es solo la historia de Mefi-boset, también es nuestra historia. De niños teníamos grandes sueños, soñábamos con ir a la luna, con ser bomberos, maestros o doctores; pero a veces las cosas cambian en un segundo. Llega la enfermedad, el engaño, la muerte, la bancarrota, el desempleo, crisis económica; todo aquello a lo que le tememos, irrumpe en nuestra casa, sin pedir permiso. Entonces todo cambia, todo se vuelve oscuro, se acaban las sonrisas, las lágrimas endurecen el corazón y todo pierde su sentido. La historia de Mefi-boset, sería una tragedia como la de muchos, si allí fuera el final. Pero la historia tendrá un giro inesperado. Así mismo, muchos no llegan a contar la segunda parte de sus historias de sufrimiento; pero Dios quiere que usted escuche, que su tragedia puede tener un desenlace épico. No importa lo que hoy esté viviendo, Dios quiere hacer misericordia con usted. Vamos a ver el capítulo 9. 1. EL REY DECIDE HACER MISERICORDIA A MEFI-BOSET (9:1-4). El Rey David, decidió hacer misericordia con algún pariente de Jonatán, su amigo. Una mañana, el Rey David tomó la decisión de hacer misericordia ¿Por qué? Porque así lo quiso él, el rey puede hacer lo que le place. Se acordó de su buen amigo Jonatán; y, preguntaba, ¿qué habría sucedido con la familia de su amigo? Dijo a Siba: “¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (9:1). El único era uno que no merecía el favor del Rey, era un lisiado de los pies. El problema estaba en que ningún lisiado de los pies, podía llegar a la presencia del Rey, por decreto Real: “Ciego ni cojo no entrará en la casa” (5:8). Esta era una ley que solo el rey podía cambiar. 2. EL REY MANDÓ A LLAMAR A MEFI-BOSET (9:5-7) La misericordia del Rey, hizo que mandaran a llamar a Mefi- boset (el avergonzado). Allá venía el lisiado de los pies; sucio de tanto arrastrarse, maloliente por las condiciones donde vivía, desnutrido pues en Lodebar las cosas siempre estaban difíciles. Su rostro decía, que sentía vergüenza de que lo vieran, tenía temor, pues su abuelo Saúl, había sido enemigo de David; también, recordaba que la ley decía que ningún cojo podía venir al palacio. Pensaba: “¿Qué me harán? Me acostumbré al dolor, ¿Qué más me puede pasar?”. El rey tenía una sonrisa, cuando vio entrar a aquel pobre hombre. Llegó arrastrándose por todo el piso del palacio. Sus cabellos y barba casi cubrían su rostro. No parecía humano; andrajoso y tembloroso se acercó hasta David, quien le dijo: “No tengas temor, voy a hacerte misericordia por amor a tu padre Jonatán… te devolveré todas las tierras de Saúl tu abuelo; y tú, serás mi invitado siempre en mi mesa, serás como uno de mis propios hijos” (v. 7). ¿Cómo hubiera reaccionado usted? 3. EL REY SORPRENDIÓ A MEFIBOSET (9:8) Lo primero que se le ocurrió es, “me está tomando el pelo…” “¿Me está diciendo que no va a matarme o a hacerme más mal del que ya tengo?”. Después de un momento de silencio, por fin Mefi-boset habló y dijo: “No se burle de mí, Señor ¿quién soy yo, acaso no ves que soy como un perro muerto, que no soy digno de estar aquí, mucho menos que me mires o me hables?”. Mefi-boset, tenía razón, su presencia contrastaba con el palacio real y el Rey. Pero el Rey ya lo había decidido hacerle misericordia. Los deseos del rey se cumplen. 4. EL REY HIZO MISERICORDIA A MEFI-BOSET (9:9-11) Por supuesto que el Rey sabía que semejante noticia era demasiado increíble. Así que, antes que Mefi-boset siguiera hablando desde su autoconcepto, le interrumpió con las acciones soberanas. El Rey dijo a su siervo Siba: Devuélvanle todo lo que era del rey Saúl, a Mefi-boset, “to-do” (fincas, palacios, casas, todo lo que fue del rey Saúl). Siba, tu familia y tus siervos, van a ser los servidores de Mefi- boset. Le van a labrar las tierras, van a cosecharle y traerle todos los frutos de sus fincas y le trabajarán siempre en su casa, para que no falte el pan. Pero, cada día Mefi-boset vendrá a mi palacio para que cenemos juntos, porque él es como uno de los hijos del Rey. 5. EL REY RECIBE A MEFI-BOSET EN CASA (9:12-13) Así sucedió; Mefi-boset se trasladó a la propiedad de su abuelo Saúl, junto a su descendencia, su hijo Micaía. Y cada noche, Mefi, venía al palacio real, para estar en comunión con el Rey. Las cosas cambiaron para bien; a veces, Mefi se recordaba, en donde estaba hace unas horas o días. No lo podía creer, se pellizcaba para saber si aquello era un sueño, del que no quería despertar. Había llegado a creer que nunca vería el sol brillar. Mientras se arreglaba para ir a cenar con el Rey, miraba sus piernas lisiadas y decía: “en verdad no merezco estar aquí, pero estoy porque el Rey tuvo misericordia de mí; y, Él decidió devolverme todo lo que antes tuve”. Así fueron los años del príncipe Mefi-boset, quien antes era EL AVERGONZADO, pero ahora todos los recordarían como EL PRÍNCIPE MEFI-BOSET, el hombre de quien el Rey tuvo misericordia. Por supuesto, que casi nadie dirá que Mefi-boset haya hecho algo extraordinario; pero, todos pueden ver al Rey Soberano, que quiso hacer misericordia con ese desafortunado. Conclusión: ¿Sabía usted que el Rey le mandó a llamar? Le está llamando porque quiere hacerle misericordia. Su vida en Lodebar, no está dando frutos; desde aquel día en que vino la tragedia a su vida, las cosas no fueron igual… pero ahora el Señor dice: “vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, que yo los haré descansar” (Mateo 11:28). Quizá usted, así como Mefi-boset, no lo pueda creer; pero su estado puede ser cambiado hoy, para comenzar a vivir en el palacio real, donde usted debe estar. Para eso se sacrificó Cristo, muriendo en una cruz; para darnos la oportunidad de venir cada día y tener comunión con el Rey del universo, nuestro buen Dios. Él quiere devolverle todos los sueños que quedaron atrás, quiere darle mayor felicidad que la que antes tuvo; quiere que usted viva en el palacio real y tratarle como a su propio hijo. El Rey le llama hoy, quiere hacerle misericordia.