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MISERICORDIA PARA EL AVERGONZADO

2 Samuel 4:4 y capítulo 9


Por Luis Fernando Zabaleta González
Introducción:
Todos hemos experimentado más de alguna vez el dolor
humano, el cual llega sin que lo esperemos. Se presenta sin
aviso, como una enfermedad, un engaño, una adicción, un
fracaso económico, un despido laboral, una ruptura matrimonial
y más. Nadie busca sufrir, porque el sufrimiento nos atemoriza,
nadie lo busca, pero llega.
La historia de tres niños puede ilustrar esta realidad: Su madre,
fue madre soltera; con esfuerzo y trabajo duro, sacó adelante a
sus tres hijos Francisco (8), Henry (6) y Boris (4). Después de
mucho trabajo, su madre logró adquirir un pequeño local en el
mercado de la ciudad y puso un comedor. Ahorró y ahorró
cada centavo, hasta que logró comprar un terreno y construir
una pequeña casa. Ahora, los tres niños estaban
experimentando el mejor momento de sus vidas, ya no tenían
que salir de la casa alquilada, ahora tenían algo propio… había
alimento en casa y una cama cálida para dormir cada noche.
Todo iba bien, hasta que…
De un momento a otro las cosas cambiaron, a la madre le
diagnosticaron una enfermedad terminal. Desde entonces todo
cambió; el dinero comenzó a faltar porque el negocio se estaba
descuidando… ahora había tratamientos que pagar; y, sobre
todo la inminente llegada de la muerte. Cada noche que había
culto en la iglesia, la madre iba con sus tres hijos, para buscar el
altar del Señor y presentar su petición: “No quiero morir… tengo
que seguir criando y cuidando a mis tres hijos… no los puedo
abandonar.” Después de seis meses, sucedió lo que temían:
murió. Dejando a sus tres hijos en la orfandad.
En ese tiempo, estábamos recién casados Flor y yo; y, siendo
estos tres niños nuestros amiguitos del barrio y nuestros alumnos
en la escuela bíblica de la iglesia, sentimos la responsabilidad
de hacer algo por ellos. Así que, los llevamos a un orfanatorio
cristiano, para que los cuidaran un tiempo.
A las pocas semanas de haberlos llevado allí, fui a visitarlos…
estuve con ellos en el culto del domingo, donde asistieron todos
los niños. En la fila de adelante estaban mis tres hermanitos. Yo
los observaba, para saber si estaban bien. El más pequeño,
Boris… en el tiempo de la alabanza, me conmovió. Con sus ojos
cerrados y manos alzadas al cielo cantaba: “Altísimo, milagroso
salvador… no hay nadie como tú, no hay nadie como tú”. Su
madre no estaba, pero él había entendido que ahora todo iba
a estar bien; porque Dios había hecho misericordia con él.
Eso fue hace casi 20 años. Unos años atrás, en la época de
Navidad y Año Nuevo, viajé a Reu con mi familia, para estar
con el resto de mi casa. La noche de Año Nuevo, fuimos a la
iglesia y mientras saludaba a mis hermanos, a los cuales hacía
muchos días que no veía, llegué a donde estaba un muchacho,
que me dijo: “¡Qué tal Fernando!” – Yo le respondí– “¿Qué tal?
Perdoná no te conozco, cuál es tu nombre” – él me respondió –
“Soy Boris, te acordás de mí”. Era Boris, de nuevo en casa.
Pensé en la grandeza de la misericordia del Señor; cómo Dios
mismo vino en la ayuda de aquellos huérfanos y tuvo
misericordia de ellos. La historia humana está cargada de
emociones, de historias trágicas. El drama humano a veces
puede ser muy triste. Pero Dios puede dar un giro completo a
nuestras historias sin esperanza. De eso se trata este mensaje:
DIOS QUIERE HACERNOS MISERICORDIA.
Hay una historia bíblica que deseo contarles, la cual se divide en
dos partes. La historia de un príncipe que de un rato para otro su
vida cambió. Aunque sufrió y no entendía por qué le llegó tanto
sufrimiento; desde el fondo donde se encontraba, Dios tuvo
misericordia de él. La historia se encuentra en 2 Samuel 4:4.
1. MEFI-BOSET, EL NÍÑO PRÍNCIPE (4:4)
Un niño que lo tenía todo. Él era un príncipe. Hijo del sucesor al
trono Jonatán, quien era hijo del rey Saúl. Mefi-boset, como
cualquier príncipe estaba acostumbrado a: Vivir en el palacio
real, comer cada día comida de reyes, vestir como ningún otro
podría hacerlo, tener siempre sirvientes que le atendieran en sus
necesidades, hasta las más simples. Mefi, era un niño feliz, que lo
tenía todo, su mundo era perfecto.
2. MEFI-BOSET, CONOCE LA TRAGEDIA HUMANA.
Se escuchó en el palacio, que había sucedido una tragedia.
Saúl, el rey, había muerto en el campo de la batalla; pero
también, su hijo Jonatán, el príncipe, había muerto en la misma
batalla con su padre Saúl. Todo mundo gritaba en el palacio,
todos corrían de un lado a otro, intentando escapar de la
muerte que venía para el palacio. El niño Mefi, no entendía qué
estaba sucediendo; oía que alguien había muerto, no sabía qué
significaba eso. Hasta que su nodriza, lo tomó con violencia
para escapar. Aquel niño de cinco años, nunca había
experimentado tanta tensión en el ambiente. Mientras huían, la
nodriza lo soltó y el niño calló. El golpe le dejó lisiados los pies.
3. MEFI-BOSET, SALE DEL PALACIO A LODEBAR.
No hubo preparación, no hubo tiempo para adaptarse. El niño,
ya no estaba en el palacio real, ya no había comida, ni ropa, ni
cama, ni nada. Ahora se encontraba escondido, en la
oscuridad, incómodo tirado en el suelo y, lo peor de todo, con
un dolor profundo que no le dejó dormir por varias noches. Sus
piernas, ya no servían, tenía que adaptarse para arrastrarse por
el suelo. Esa marca física y dolor, le acompañaría por el resto de
sus días. Ahora su nombre tendría sentido, todos le llamarían
Mefi-boset: EL AVERGONZADO. Ya no viviría más en el palacio
real; su nuevo hogar, ahora sería la tierra de LODEBAR: LA TIERRA
SIN PASTOS. La tragedia llegó y se llevó todo lo que significaba
alegría y bienestar.
Este es el drama humano. No es solo la historia de Mefi-boset,
también es nuestra historia. De niños teníamos grandes sueños,
soñábamos con ir a la luna, con ser bomberos, maestros o
doctores; pero a veces las cosas cambian en un segundo. Llega
la enfermedad, el engaño, la muerte, la bancarrota, el
desempleo, crisis económica; todo aquello a lo que le tememos,
irrumpe en nuestra casa, sin pedir permiso. Entonces todo
cambia, todo se vuelve oscuro, se acaban las sonrisas, las
lágrimas endurecen el corazón y todo pierde su sentido.
La historia de Mefi-boset, sería una tragedia como la de
muchos, si allí fuera el final. Pero la historia tendrá un giro
inesperado. Así mismo, muchos no llegan a contar la segunda
parte de sus historias de sufrimiento; pero Dios quiere que usted
escuche, que su tragedia puede tener un desenlace épico. No
importa lo que hoy esté viviendo, Dios quiere hacer misericordia
con usted. Vamos a ver el capítulo 9.
1. EL REY DECIDE HACER MISERICORDIA A MEFI-BOSET (9:1-4).
El Rey David, decidió hacer misericordia con algún pariente de
Jonatán, su amigo. Una mañana, el Rey David tomó la decisión
de hacer misericordia ¿Por qué? Porque así lo quiso él, el rey
puede hacer lo que le place. Se acordó de su buen amigo
Jonatán; y, preguntaba, ¿qué habría sucedido con la familia de
su amigo? Dijo a Siba: “¿Ha quedado alguno de la casa de
Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (9:1).
El único era uno que no merecía el favor del Rey, era un lisiado
de los pies. El problema estaba en que ningún lisiado de los pies,
podía llegar a la presencia del Rey, por decreto Real: “Ciego ni
cojo no entrará en la casa” (5:8). Esta era una ley que solo el rey
podía cambiar.
2. EL REY MANDÓ A LLAMAR A MEFI-BOSET (9:5-7)
La misericordia del Rey, hizo que mandaran a llamar a Mefi-
boset (el avergonzado). Allá venía el lisiado de los pies; sucio de
tanto arrastrarse, maloliente por las condiciones donde vivía,
desnutrido pues en Lodebar las cosas siempre estaban difíciles.
Su rostro decía, que sentía vergüenza de que lo vieran, tenía
temor, pues su abuelo Saúl, había sido enemigo de David;
también, recordaba que la ley decía que ningún cojo podía
venir al palacio. Pensaba: “¿Qué me harán? Me acostumbré al
dolor, ¿Qué más me puede pasar?”.
El rey tenía una sonrisa, cuando vio entrar a aquel pobre
hombre. Llegó arrastrándose por todo el piso del palacio. Sus
cabellos y barba casi cubrían su rostro. No parecía humano;
andrajoso y tembloroso se acercó hasta David, quien le dijo:
“No tengas temor, voy a hacerte misericordia por amor a tu
padre Jonatán… te devolveré todas las tierras de Saúl tu
abuelo; y tú, serás mi invitado siempre en mi mesa, serás como
uno de mis propios hijos” (v. 7). ¿Cómo hubiera reaccionado
usted?
3. EL REY SORPRENDIÓ A MEFIBOSET (9:8)
Lo primero que se le ocurrió es, “me está tomando el pelo…”
“¿Me está diciendo que no va a matarme o a hacerme más
mal del que ya tengo?”. Después de un momento de silencio,
por fin Mefi-boset habló y dijo: “No se burle de mí, Señor ¿quién
soy yo, acaso no ves que soy como un perro muerto, que no soy
digno de estar aquí, mucho menos que me mires o me hables?”.
Mefi-boset, tenía razón, su presencia contrastaba con el palacio
real y el Rey. Pero el Rey ya lo había decidido hacerle
misericordia. Los deseos del rey se cumplen.
4. EL REY HIZO MISERICORDIA A MEFI-BOSET (9:9-11)
Por supuesto que el Rey sabía que semejante noticia era
demasiado increíble. Así que, antes que Mefi-boset siguiera
hablando desde su autoconcepto, le interrumpió con las
acciones soberanas. El Rey dijo a su siervo Siba: Devuélvanle
todo lo que era del rey Saúl, a Mefi-boset, “to-do” (fincas,
palacios, casas, todo lo que fue del rey Saúl).
Siba, tu familia y tus siervos, van a ser los servidores de Mefi-
boset. Le van a labrar las tierras, van a cosecharle y traerle todos
los frutos de sus fincas y le trabajarán siempre en su casa, para
que no falte el pan.
Pero, cada día Mefi-boset vendrá a mi palacio para que
cenemos juntos, porque él es como uno de los hijos del Rey.
5. EL REY RECIBE A MEFI-BOSET EN CASA (9:12-13)
Así sucedió; Mefi-boset se trasladó a la propiedad de su abuelo
Saúl, junto a su descendencia, su hijo Micaía. Y cada noche,
Mefi, venía al palacio real, para estar en comunión con el Rey.
Las cosas cambiaron para bien; a veces, Mefi se recordaba, en
donde estaba hace unas horas o días. No lo podía creer, se
pellizcaba para saber si aquello era un sueño, del que no quería
despertar. Había llegado a creer que nunca vería el sol brillar.
Mientras se arreglaba para ir a cenar con el Rey, miraba sus
piernas lisiadas y decía: “en verdad no merezco estar aquí, pero
estoy porque el Rey tuvo misericordia de mí; y, Él decidió
devolverme todo lo que antes tuve”.
Así fueron los años del príncipe Mefi-boset, quien antes era EL
AVERGONZADO, pero ahora todos los recordarían como EL
PRÍNCIPE MEFI-BOSET, el hombre de quien el Rey tuvo
misericordia. Por supuesto, que casi nadie dirá que Mefi-boset
haya hecho algo extraordinario; pero, todos pueden ver al Rey
Soberano, que quiso hacer misericordia con ese desafortunado.
Conclusión:
¿Sabía usted que el Rey le mandó a llamar? Le está llamando
porque quiere hacerle misericordia. Su vida en Lodebar, no está
dando frutos; desde aquel día en que vino la tragedia a su vida,
las cosas no fueron igual… pero ahora el Señor dice: “vengan a
mí todos los que están trabajados y cargados, que yo los haré
descansar” (Mateo 11:28).
Quizá usted, así como Mefi-boset, no lo pueda creer; pero su
estado puede ser cambiado hoy, para comenzar a vivir en el
palacio real, donde usted debe estar. Para eso se sacrificó
Cristo, muriendo en una cruz; para darnos la oportunidad de
venir cada día y tener comunión con el Rey del universo, nuestro
buen Dios. Él quiere devolverle todos los sueños que quedaron
atrás, quiere darle mayor felicidad que la que antes tuvo; quiere
que usted viva en el palacio real y tratarle como a su propio
hijo. El Rey le llama hoy, quiere hacerle misericordia.

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