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2 Samuel 9:1-13:
Es la historia de un príncipe de nombre Mefiboset, nieto del rey Saúl de Israel, nacido como
príncipe en un palacio con todas las comodidades y cuidados de su época. Así creció, hasta
cumplir sus cinco años de edad cuando por un descuido de su nodriza, sufrió un accidente
que lo dejó lisiado de ambos pies por el resto de su vida.
Su abuelo, el rey Saúl, fue ungido como rey sobre Israel por el profeta Samuel, pero fue un
rey insensato y obstinado que rechazó siempre el consejo divino, y por esa causa, Dios lo
desechó para ser rey sobre su pueblo. A pesar de ello, Saúl reinó cuarenta años sobre Israel
hasta que perdió la vida en guerra contra los filisteos, donde también murieron tres de sus
hijos, entre ellos Jonatán, el padre de Mefiboset.
Fue ante esta terrible tragedia, y en la desesperación por huir y esconder al niño de un
eventual asesinato por ser el heredero natural al trono, donde su nodriza que corría
llevándolo en sus brazos, por un descuido, lo dejó caer y quedó lisiado de por vida.
Fueron las malas decisiones de su abuelo Saúl, que Mefiboset quedó huérfano de abuelo, de
padre y de tíos, quedó despojado de sus tierras y bienes, de todos los privilegios del palacio,
de su salud, y para evitar ser asesinado por los enemigos de su familia, creció y vivió
refugiado en una ciudad extranjera, lejos de Jerusalén, llamada LODEBAR, donde fue
cuidado por la generosidad de un hombre llamado Maquir, hijo de Amiel.
LODEBAR, significa tierra árida, hostil y seca, donde no crece el pasto, ni produce fruto la
tierra. Era un lugar inhóspito donde se refugiaban los endeudados, los despojados, los
perseguidos, los abusados, los golpeados por la vida; que cayeron en desgracia como
Mefiboset, porque alguien, en algún descuido los dejó caer.
Amigo(a) y hermano(a):
MEFIBOSET, representa a muchos, que fueron abusados y violentados por otros, y que
por el descuido de quienes debían protegerlos, cargan profundas heridas, amargos
resentimientos, y frustraciones que los han impedido tener un proceso de desarrollo normal.
David, fue un rey conforme al corazón de Dios, que asumió el reino de Israel por mandato
divino a la muerte de Saúl, y representa el corazón de Dios frente a la realidad de
Mefiboset. David preguntó por Mefiboset y le mandó a buscar a Lodebar. Fueron
sorprendentes las palabras del rey a Mefiboset:
“No tengas temor, porque a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu
padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre, y tú comerás siempre a mi mesa,
como uno de los hijos del rey” (2 Samuel 9:7).
El rey le declaró: "Es por amor a tu padre Jonatán, por un pacto de amor y amistad
hecho en nuestra juventud, antes que tú nacieras y yo viera tu rostro, que te haré
misericordia"
Fue por ese pacto que David había decidido bendecir a Mefiboset, no por sus méritos, ni
por su dignidad, por ese pacto de amor cambiaría su destino, viviría en el palacio, se le
restituirían todas las tierras que habían pertenecido a su familia, se sentaría a la mesa del
rey, y comería como uno de sus hijos por el resto de su vida. ¡Aleluya!
David, representa a Jesucristo el verdadero REY, cuyo reino no tiene fin, y cuyo amor y
compasión lo llevó a morir en una cruz en un pacto de amor, para quitar toda maldición
sobre esta humanidad, para deshacer toda obra del diablo, y restituir toda bendición de Dios
sobre los hombres.
Jesucristo, es el verdadero Rey, quien se ha sentado en el trono de Dios para reinar con
poder y autoridad, para traer sobre esta tierra la verdadera libertad, y restaurar el reino de
Dios, su gloria y bendición sobre toda la humanidad.
Sobre esta tierra, que por causa del pecado se ha convertido para muchos en
un LODEBAR, donde muchos se han convertido en un MEFIBOSET, porque
alguien los dejó caer, sufriendo la discapacidad del alma, victimizados y atados a un pasado
doloroso que les impide vivir y servir con libertad.
Su actitud y obstinación solo multiplican el mal, su vida estará siempre llena de juicios,
resentimientos, críticas y condenación.
Amigo(a) y hermano(a);
Dios hizo un pacto de amor antes de que tú nacieras, antes que el mundo fuera, antes que te
dejaran caer, y hace más de dos mil años en una cruz lo consumó. Él decidió salvarte,
perdonarte y bendecirte. No porque lo merezcas, fue por un Pacto de amor.
Necesitas aceptar que tú nunca por ti mismo cambiarás tu LODEBAR. No habrá mérito ni
esfuerzo humano que te pueda librar. Es por fe, no es por obras para que nadie se gloríe, es
por creer y aceptar lo que el Rey te ha declarado:
“Vengan a mi TODOS los que están trabajados y cargados que YO LOS HARÉ
DESCANSAR, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón y hallarán
descanso para vuestras almas”
Debes salir de LODEBAR, debes venir al palacio del Rey con humildad, debes postrar tu
rostro ante sus pies y confesar que solo él es Rey.
Tu verdadera posición está en Cristo, en el palacio del Rey, sentado en lugares celestiales,
bendecido con toda bendición, como príncipe y heredero de todos sus dones, bienes y
beneficios, disfrutando de su perdón, de su consuelo y salvación.