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Materia: Filosofía de la inteligencia

Título: ¿Somos los más inteligentes?

Autor: Beatriz Moragues

Email: jartum5@hotmail.com

Fecha publicación: 14/8/2006

"Cuando el sabio señala la luna, el estúpido se fija en el dedo" (Proverbio chino).

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El ser humano vive en este planeta y se siente el dueño y señor de todo lo que
le rodea, sobre todo de lo que considera inferior a él. Esquilma la naturaleza,
extermina a los animales sin ninguna necesidad, muchas veces por pura
diversión (animales que son diferentes a los seres humanos, menos complejos,
pero no inferiores, ya que cada cual tiene su lugar en el universo y todos son
importantes para el equilibrio de dicho universo); abarrota el mundo de
máquinas que, en lugar de liberarnos, nos esclavizan cada día más; las
diferencias entre pobres y ricos se acentúan a cada momento; las guerras son el
pan nuestro de cada día... y después de todas esas lindezas, todavía nos
atrevemos a decir no sólo que somos inteligentes, sino los más inteligentes.
¿Será un signo de inteligencia la capacidad de masacrarnos unos a otros?, ¿o
quizá que en los países ricos pasemos a mejor vida por comer demasiado y en
los pobres se mueran por no tener que llevarse a la boca... los pobres? ¿Será un
rasgo de inteligencia el que cada vez nos comuniquemos peor entre nosotros?,
¿o tal vez que sigamos las modas fielmente? ¿Será que somos muy inteligentes,
o más bien que disfrazamos nuestro miedo, inseguridad y falta de comprensión
hacia lo que nos rodea de mil bonitas maneras? ¿Cuál es el motivo de que
hipotequemos nuestra vida por dinero, perdiendo el contacto con nosotros
mismos y con lo que realmente deseamos, con los sueños que nos alentaron en
nuestros años jóvenes? ¿Cuánta gente hay que ya no sabe lo que quiere
realmente, ni quién es..., que interpreta diariamente un papel que ya ni
recuerda quién escribió para él? ¿Por que necesitamos tanto las drogas, las
sectas, el poder..., el escaparate? ¿Qué es la vida? ¿Qué es vivir? ¿Qué hacemos
aquí?

La realidad es que ignoramos el motivo de la vida o, al menos, no podemos


tener la seguridad absoluta de que nuestra intuición sea certera. Empero,
seguimos jugando al juego de la verdad y para defender nuestras ideas
(creencias) somos capaces hasta de matar, sin darnos cuenta que nuestras ideas
no son nuestras en gran medida, no son más que el resultado de la educación
que hemos recibido, la cultura en la que hemos nacido... Por lo tanto, las ideas
son perfectamente movibles, dejemos ya de funcionar como si tuviéramos en el
cerebro un bloque de hormigón armado incapaz de desplazarse un milímetro
hacía ningún lado.

¿No es hora ya de qué nos planteemos con seriedad y rigor las creencias, de
todo tipo, que tenemos? ¿No es hora ya de qué nos preguntemos el motivo y
reflexionemos sobre cientos de situaciones y circunstancias, sobre cientos de
esquemas mentales que tenemos en nuestra estupenda cabecita?
Probablemente nos resulta más ventajoso, y más cómodo, seguir funcionando
con las pautas que aprendimos en la infancia, de modo que la responsabilidad
siempre es de "papá y mamá" que me educaron de tal o cual manera, de la
sociedad, de la religión, etc. Y en última instancia también se puede echar mano
de la tan socorrida frase, y excusa perfecta para casi todo: es que "yo soy así". Y
con estos pensamientos llevados al papel no quiero negar lo innegable, es decir,
que la educación nos marca y nos condiciona a todos, pero eso es una cosa y
andar toda la vida con las mismas cuatro ideas en el cerebro y no evolucionar un
ápice es otra.

En resumen, la pregunta del millón sería: ¿estamos dispuestos a creerlo casi


todo por simple comodidad? Yo creo que sí, que nuestra visión de la vida es
tubular y no queremos cambiarla, ya que ampliarla nos llevaría a plantearnos
quizás algunas cosas que no deseamos cuestionarnos, tal vez porque nuestra
vida está basada en ellas y es complicado aceptar que las bases de nuestra
existencia no son más que una sarta de memeces y burdas mentiras.

Seguramente, continuaremos confundiendo nuestra percepción e interpretación


de los hechos con la realidad, la única realidad o, siendo optimistas, con la mejor
de las realidades posibles. Seguiremos dispuestos a cualquier cosa por defender
nuestras ideas, por muy estúpidas que sean, desde las actitudes menos cruentas
(como discutir con quien sea por ellas), hasta las más sangrientas. Al fin y al
cabo, para eso somos los más inteligentes ... ¿o no?

BREVE RECORRIDO POR EL OJO Y EL CEREBRO

El ojo es nuestro órgano visual, una estructura esférica de aproximadamente 2,5


cm de diámetro, con cerca de 800.000 capilares que lo atraviesan, donde se
forma la imagen que se transmite al cerebro, que es quien va a interpretar. No
vemos los acontecimientos con los ojos, sino con el cerebro que es quien filtra y
define lo que estamos viendo. Ya lo dice la frase: "No vemos las cosas como son,
las vemos como somos". ¿Cómo es posible entonces que sigamos sin
percatarnos de ello?

El Ser Humano llega a este mundo con alrededor de un tercio del cerebro que va
a poseer de adulto. Esta víscera crece muy rápidamente durante el primer año
de vida, se desarrolla porque absorbe nutrientes e información, y gran parte de
esa información es de tipo afectivo-emocional. Entre los 5 y los 8 años el cerebro
del niño termina de madurar, y cualquier cosa que se le enseñe en ese tiempo le
quedará grabada a fuego. El aprendizaje es muy importante en ese periodo.
Todos sabemos que los niños pequeños actúan por mimetismo, es decir, que si
un niño viviera entre animales crecería andando a gatas y sin hablar. Los
pequeños que se crían en orfelinatos se desarrollan en menor medida que los de
una familia normal, hasta el punto de que un bebé de ocho meses puede
responder a los estímulos externos como si tuviera sólo dos meses. Están en
mejores condiciones los hijos de mujeres que permanecen en prisión con sus
madres.

El cerebro de una persona adulta pesa 1,3 kg y es una masa de tejido gris-
rosaceo, protegido por el cráneo, compuesto por unos 100.000 millones de
células nerviosas. Pues bien, de este órgano va a depender nuestra manera de
ver el mundo.

PERCIBIR O NO PERCIBIR

Los seres humanos oímos y vemos en una determinada franja, tanto de sonido
como de luz, por debajo o por encima de esta banda no distinguimos nada. Hay
muchos animales más evolucionados que nosotros en ese sentido: los perros
pueden oír en un espectro de sonido superior al nuestro, las abejas ven el
ultravioleta, los delfines por medio de ultrasonidos son capaces de saber a qué
distancia está un objeto, el tamaño que tiene, y además ver en su interior.

Nosotros sólo somos capaces de reconocer en los demás aquello que, de alguna
manera y en mayor o menor grado, también forma parte de nosotros. Es decir,
sabemos reconocer la sensibilidad, inteligencia, bondad... de otra persona si
esas características también forman parte de nuestra personalidad. De otra
forma, no las percibiremos, pero seguirán estando ahí, porque las circunstancias
y las personas son como son, independientemente de que nosotros seamos
capaces de percatarnos de ello o no.

CREENCIAS

Las creencias en la India siguen condenando, en el siglo XXI, a la casta de los


Intocables al más cruel de los destinos: la miseria absoluta y la falta de
esperanza.

Hace unos siglos se pensaba que el ser humano nunca podría construir máquinas
para volar: "Si Dios hubiese querido que las personas volasen, las hubiera
creado con alas".

Los griegos pensaban que el poder y la esclavitud los dictaba Zeus y, por tanto,
no había nada que hacer para escapar al destino.
En 1941, un matemático quiso demostrar que para que un cohete llegase a la
Luna tendría que pesar aproximadamente un millón de toneladas. Obviamente,
en 1969 ya no se pensaba lo mismo.

Hace unos años se creía que los norteamericanos más inteligentes eran los
asesores fiscales, y los más estúpidos los artistas.

Y huelga hacer hincapié en algo tristemente de moda, como son los malos tratos
a las mujeres. Aparte de un profundo desequilibrio psicológico y emocional, ¿qué
creencias tienen esos individuos respecto al género femenino? ¿Tienen esas
ideas porque nacieron con ellas, o alguien se las inculcó en la infancia? ¿Es
natural o cultural su actitud? Que cada cual obtenga sus propias respuestas.

Se podrían poner muchos ejemplos de creencias equivocadas o simplemente


absurdas, pero sirvan estos pocos como muestra para que, al menos, nos
tomemos la molestia de reflexionar un poquito más y filtrar lo que se nos dice o
se nos intenta imponer, aunque sea con todo tipo de florituras. Si bien no
podemos elegir la cultura y la educación en la que va a transcurrir nuestra
infancia, sí podemos asumir la responsabilidad de autoeducarnos cuando ya
somos adultos. Quizá de esta manera seamos menos esclavos de las opiniones
que parecen mostrar la realidad, porque las creencias pueden acercarse a la
verdad, pero también pueden encontrarse a años luz de ella. No se trata
tampoco de afirmar que todas las creencias son malas y falsas per se, lo absurdo
es que ni siquiera nos planteemos esa posibilidad. No deberíamos olvidar que el
autoengaño es mucho más peligroso que el intento de algunos personajes por
embaucarnos, y que todo puede tener el sentido que nosotros queramos
concederle. Hace unos días veía en televisión una entrevista a la modelo Laura
Ponte, que decía que ella pensaba que la gente "se lo traga todo", posiblemente
refiriéndose a las noticias que salen sobre su persona en las revistas del corazón.

Curiosamente todo el mundo sabe que esas noticias no son creíbles en muchos
casos, que es lo mismo que decir que hay un intento claro de engañar a los
lectores, pero la gente sigue comprando esas revistas. Tal vez, es que nos gusta
tragar con todo, quizá es que nos agrada que nos engañen...

PERCEPCIÓN Y CONSCIENCIA

De todos es sabido, que dos personas viendo la misma película, leyendo el


mismo libro, escuchando idéntica música..., no tendrán las mismas percepciones
ni las mismas emociones, a veces ni siquiera parecidas. Cada cual reaccionará
de acuerdo a su carácter, ya que el ojo no es una cámara fotográfica, sino el
transmisor de la información al cerebro que, como ya se ha comentado, la
reconstruye y la interpreta.

La Consciencia nos ayuda a percibir mejor, porque la consciencia es "darse


cuenta de", y cuando alguien se da cuenta de... percibe e interpreta la realidad
de otro modo, de un modo consciente. La Consciencia es una de las
características que mejor diferencia al ser humano de los animales, pero
¿cuántas personas la ejercitamos? ¿Cuántas personas somos conscientes de
nuestra vida, de nuestra manera de ser, de nuestro trato con los demás, de los
mensajes no verbales que mandamos continuamente, etc.? Y lo que es más
importante: ¿cuántas personas queremos ser conscientes, queremos darnos
cuenta de...?

El grado de libertad de una personas está íntimamente ligado al grado de


consciencia. Pongamos un ejemplo un poco tonto: si alguien tiene toda una
bonita ciudad para pasear pero sólo es consciente de dos calles, nunca irá más
allá, jamás conocerá la hermosa avenida repleta de luces, la plaza rebosante de
árboles y flores, ni el parque donde juegan los niños cada día. La Libertad es
Conocimiento, que es lo mismo que decir que el Conocimiento proporciona
Libertad. Es Consciencia, es darse cuenta de...

De todos modos, es complicado pretender que una persona que ve el mundo a


través de un cristal oscuro, se percate de ello y comprenda que lo vería de otra
manera si desplazara el cristal hacia un lado o sencillamente, si se hiciese
consciente de su existencia.

Lamentablemente, no mucha gente conoce las plazas y avenidas de su interior,


se contenta con transitar por las dos calles únicas que conformarán toda su
existencia, aunque viva cien años. La vida es un camino, a veces fantástico,
otras doloroso y difícil, pero un sendero en el que debería primar el aprendizaje
y la evolución, nunca el estancamiento y la falta de inquietudes.
Desgraciadamente, la educación que reciben los niños no ayuda demasiado, ya
que lo que prevalecen son los datos, pero nadie les enseña a manejar sus
emociones, a comunicarse adecuadamente, a no vivir en un perpetuo conflicto
consigo mismos y con los demás, a buscar más dentro de sí mismos y menos
fuera, a tener una visión de la vida más profunda, etc. ¿Alguien piensa que
estamos creando futuros adultos felices o, al menos, satisfechos y equilibrados?
Que cada cual se responda con la mano en el corazón.

Beatriz Moragues
www.laotrainformacion.com

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