Está en la página 1de 3

Pensar para existir

Vivimos en una sociedad podrida, contaminada con el hedor de constantes controversias,


dilemas de difícil solución por no haber un horizonte cómodo, constante y asequible a todo el
mundo.
Cada persona tiene en su cerebro un modelo distinto de sociedad en el que, como es natural,
ella es la principal beneficiaria.
A su vez vive influenciada por mensajes propagandísticos que la obligan a estar
constantemente intentando mantener el equilibrio entre una tendencia y otra, entre un forma
de actuar y su contraria, entre una clase política, que le ofrece el cielo, y otra en donde el azul
tiene un tono distinto.
Entretanto los ciudadanos de a pie andamos perdidos, intentando conservar ese deseado
bienestar con el que nos tienen entretenidos.
Seguramente, o eso quiero creer, llegará el día en el que cuando alguien entre en casa, no se
encamine de forma automática a apretar el botoncito que le mantiene conectado a la matrix, a
ese centro desde el que mueven los hilos que dirigen nuestro baile. Quiero creer que habrá
algún valiente que ose pasar de largo de la pantalla hipnótica, se siente en su sillón relax y
"piense".

¡OH, PELIGROSA PALABRA! ¿PENSAR? ¡PENSAR ESTÁ PROHIBIDO!

¿Qué pasaría si los ciudadanos aprendiéramos a pensar libremente?


Empresa harto difícil por la falta de costumbre. Algo para lo que, supuestamente, estamos
hechos - Descartes concedía al pensamiento la clave de la existencia- , y que, sin embargo,
tanto nos cuesta ejercer por nuestra cuenta.
La física moderna ha averiguado el enorme poder que tiene el pensamiento, elevándolo a la
nominación de "pensamiento creador".
Por lo visto los MAXIMOS líderes que rigen el mundo, deben de estar al tanto de semejante
¿descubrimiento?. Intentan a toda costa mantenernos dormidos con toda clase de
entretenimientos que nos hagan más agradable la vida, una vida que ladinamente han
esclavizado para su beneficio.
No dejan de ofrecernos, a través de la pantalla hipnótica, toda clase de inventos, utensilios
imprescindibles sin los que la vida nos resultaría imposible, coches ultimísimo modelo mucho
más bonitos que los de nuestro vecino, ¡faltaría más!, ¡no podemos apearnos de nuestro
status!.
Nuestros hijos tienen que saber inglés, jugar al tenis, ganar campeonatos de natación, baile,
etc,etc,etc. Hay que entretener a esas mentes vírgenes tan peligrosas, que pudieran hacernos
despertar.
Y nosotros a seguirles la corriente y darles el placer de vernos, angustiados, luchando por ser
los primeros en todo y presumiento de tener los hijos más listos y preparados.
Nos levantamos por la mañana muertos de sueño, como robots, siempre corriendo para llegar
al trabajo, pasar nuestra tarjeta por el control,también como robots, salir corriendo para ir a
por nuestros hijos y llevarlos desde el colegio al taller correspondiente, volver a recogerlos,
regañarles porque no obedecen a nuestras expectativas y porque no tenemos humor para
acariciales, que, al fín y al cabo, resultaría más enriquecedor que las duras horas de disciplina.
Nos han inculcado miedos con los que nos tienen dominados y a sus expensas, miedo a los
virus y bacterias (que forman parte de nuestro organismo), miedo a que nos roben lo que no
nos sirve para nada, miedo a la muerte, parte natural e incomprendida de nuestra existencia,
miedo al qué dirán, iduciéndonos a "decir" de los demás.
En fín, creo que tantos miedos, que pueden acobardarnos y dejarnos sin herramientas para
subsistir dignamente, pueden también hacernos despertar y preguntarnos: ¿para qué? ¿en
realidad, merece la pena esta vida sin sentido?¿de verdad que no podemos rebelarnos?.
Yo creo que sí. Podemos hacer una rebelión pacífica, sin estruendo ni aglomeraciones,
simplemente aprendiendo a ser nosotros mismos, aprendiendo a pensar de forma autónoma.
Aprendiendo a disfrutar de lo que la vida nos da de forma gratuita: una mañana de
primavera, la sonrisa de esperanza de un amigo, una ensalada compartida en armonía, un
abrazo limpio a través del que se alcance el infinito. Todo eso no cuesta dinero y llena
tanto.......
Puedo parecer ridícula, de hecho estamos adiestrados para considerar ridícula cada
propuesta de libertad. Pero en lo más hondo de nosotros todavía somos libres, sólo tenemos
que bucear hasta encontrar un resquicio de esa luz que todos llevamos dentro.
¿El futuro? ¡El futuro es nuestro! Tanto si le echamos valor como si agachamos la cabeza,
nuestro futuro será una consecuencia de nuestro presente, sólo eso. Lo estamos creando
minuto a minuto y será nuestra obra de arte particular. Pero no hay que olvidar el gran
secreto: "Todo lo que nuestra mente pueda soñar habrá de manifestarse".
Como dijo un gran maestro: "Todo lo que pidaís (al Padre) creyendo que lo tenéis, eso
recibiréis". Palabras, aparentemente beatas, que alguien pronunció mucho antes de que los
hombres descubrieran el poder del pensamiento.

Mª Ángeles Baquero

También podría gustarte