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Sklovski - Sobre-La-Prosa-Literaria (Arreglado Con OCR)
Sklovski - Sobre-La-Prosa-Literaria (Arreglado Con OCR)
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VÍCTOR SKLOVSKI
EDITORIAL PLANETA
•
ensayos/ planeta
OE LI NGOl$flCA Y CRITICA LITE.fWlllA
•
Tllulo original: POJ'l..u o prod
lr8dwcei6n d• earm... Laln OontiliN
Introducción 7
Ahora debo comenzar así: cada vez scm más breves los planes
que el autor hace, incluso se hacen nuf.s breves los itinerario• de sus
paseos.
A otees, en la calle, entona canciones que a los transeúntes les
pareun tan extrañas como la moldura de las cornisas de las casas
Piejas que un día de estos van a ser demolidas.
En su üstín de teléfonos figuran muchos nombres tachados, mien-
tras hubo una lpoca en que no cesaba de apuntar nuevos números.
Antes caminaba sin cansarse, ahora u cansa sin caminar.
Los rios se desbordan, igualando en un solo upejo los campos
con los barrancos. El rastro de humo, que se esfuma lenta=nte, de
los aviones a reacción, se refleja en los mares nuevos.
Han surgido nuevos bosques, nuevas orillas, un mundo nuevo.
Quiere decirse q11e hay que refluionar de nuevo sobre aquellas
palabras que fueron lanzadas precipitadamente por un joven alegre
e irreflexivo.
Empe.cé a escribir a principios de siglo, discutiendo con los .sim-
bolistas, insistiendo en la importancia del análisis directo de las poe-
sías y de la prosa, disputando la prioridad dt la segunda serie aso-
ciativa, luchando por la influencia directa del verso.
Discutla con Spencer, Mach y Avenarius, sin saber qué eran por
su sistema filosófico común. Discutia por no estar de acuerdo cori sus
of>iniones, que hablan penetrado incluso en los libros de texto: que
el arte se basa en la econamla de fuerzas, cosa que entonces gustaba
a muchos.
Pasó el tiempo, y he aqul que yo escribla: •El arte siempre ha
• Ylctor SklOYlkl
-
•
EL IDIOMA y EL ARTE
••
• 14 Vlc1or $.ltJOYskl
2. Charlas semanalts qu~ P~v l ov mantenía todos los miércola con sus cola ·
boradorcs. (N. de la t.)
S. Los n1iircoles de Pdvlov, t . 111, A. de C. de la U . R.S.S., P.foscd·Leningra.
do, 1949. p. ~20.
_ . la prou !Iterarla 15
2
18 Vlctor Sklonld
8. Ibidem, p. 186.
- la prosa llterarla 19
Pero noootros sabemos que 106 enigmas también pueden ser serios.
En la mitología griega, la esfinge aniquila a quienes no podían
descifrar el enigma.
Lo que el sabio Tircsias dice tambi~n son enigmas y su charla con
Edipo es un intercambio de trágicos enigmas.
La razón, al comprobar el enigma, parece aprender con ésce a
percibir el objeto. El en igma, al igual que la metáfora, es una corrcc·
ción de la percepción habitual del objeto, de la dispo6ición habitual
de 105 caracteres por 105 que se reconoce el fenómeno.
El docto del enigma es el reforzamiento de la .p crcepci6n ¡ como
rctUltado de la adivinación parece que revisamos, examinamos de
nuevo lo que ya conocemos.
Por esto están tan extendidos loo enigmas eróticos.
En loo enigmas eróticos salta a la vista fa suplantación de una
imagen indecorooa por una decente. AJ mi'llllo tiempo, la prime-
ra imagen no se destruye y ni siquiera se reprime, sino que se agudiza,
porque e.l objeto erótico no se nombra, se me1aforiza, es como si no
se reconociese.
En el folklore ruso una serie de argumentos se basa en esta falta
de reconocimiento. rui, en los Cuentos lntinws, el relato !.A señora
f1ngotlJ!;osa se basa totalmencc en el hecho de no nombrar los objete>"
por su nombre, como en un juego de ingenuidad.
2
En la poesía, donde tanta fuerza tiene cada linea, donde tanto
significa la relación de las expresiones, la teoria del tropo tuvo una
gran importancia.
En general, la pocsia tuvo más suerte que la prosa en lo que se
refiere a la teoria : muy pronto aparecieron Artes poéticas redacta-
das en verso.
La prosa existía sin nombrarla, sin dueño; dentro de ella la re-
_ , . 1• .,,.,.. IHerorl• 21
IOll los animales: Jos búfalos y los mamut$ son representad08 por el
hombre prehistórico con exactitud y de un modo caracteristico.
Llama la atención que los dibujos y cscuhuras de animales se
hayan conservado no sólo en las rocas, sino también en las cavernas.
Escas imágenes de las cavernas son posiblemente las más antiguas.
Las cavcrna.s C31An oscuras. Al parecer, las imágenes no siempre se
creaban para contemplarlas. El fenómeno está grabado en el cerebro,
ha sido reproducido, pero acaso representa un medio de asegurar la
buena suerte en la caceria, y no un medio de contemplación anlstica.
El hombre representado aquemáúcamcnte, es el protagonisla
de la ca«rla.
El cpaisaje> parece surgir más tarde.
En los cuent08 se menciona muchas veces, pero no se describe, el
bosque.
El paisaje-naturaleza ha penetrado en la lílcratura a travé8 de las
comparaciones; el paisaje surge como un paralelismo desarrollado.
Un modo más tardío de la entrada de fragmentos de pailaje es cl
paisaje que parece haber sido copiado de algún objeto de arte o, en
la literatura griega, de un cuadro.
Todos conocen la famosa descripción del escudo de Aquiles en
La llúula. H ay tantas escenas y tantos detalles, que el escudo tcndria
que estar cubierto de imágenes por fuera y por dentro, lo cual es
imposible, pues las prominencias de la pane interior del escudo al
producirse un golpe herirían cl brazo del guerrero que con él se pro-
tegía. El escudo fue forjado por Hefe&o; representa loo fenómenoo
cdt3tcs, que posiblemente, según la idea del poeta, adornaban el cen-
tro del escudo, y escenas de 1rabajos agrlcolas; como fondo de estas
imágenes se menciona también el paisaje.
La descripción se da en el canto XVIII de La 11/ada: se describe
detalladamente ce! campo mullido, tres veces arado ... >. Se relata
cómo el campo tras el labrador aparece negro ; todo esto resulta di·
ficil de imaginar, pues el color aqu! se tendria que reproducir con
el metal forjado. Pero el poeta sintió n ecesidad de mencionarlo.
La descripción ocupa desde el verso 480 hasta el 610 y son C06aS
que únicamente podrian plasmar en muchas páginas de un gran libro
llWJt:ado o en los fr=os de un gran edificio.
Ante nosotros tenemos un intento de mostrar el lugar de Ja acción:
28 Vlc1or Sklonkl
SoBRE EL PAISAJE
tual ele loo acontecimient08: niños hallados, casualidades que los se-
paran, su reconocimiento y matrimonio feliz.
Tornemos otra obra literaria: úucipe y C/ilofonte, de Aquiles
Tacio. Primero se da una descripción geográfica de la ciudad, ·una
inscripción al margen del mapa, cona como una leyenda:
cSidón es una ciudad en el mar, el mar de Asiria, esta ciudad es
la madre de los fcniCÍ<JI!, el pueblo padre de los tebanos; en el golfo
hay un gran pueno doble, que poco a poco cierra el espacio marino.
Por el otro lado, a la derecha, donde el golfo forma un entrante, ha
sido excavada una segunda desembocadura; alli también enu-a el
agua y dentro del pueno se forma otro pueno, de modo que los bu-
ques mercantes pueden invernar en él, donde el mar está silencioso
y tranquilo.. .>
La dCKripción podria ser pane de una guía, tal es la e.actitud
con que se pintan el golfo y la rada.
A continuación se describe con detalle el cuadro, pero Tacio no
lo sitúa en ningún lugar determinado, y éste mismo es dudooo que
sea p08ible por la cantidad de detalles. Por otro lado, es más fácil
representarlo como pintura mural colocada entre columnas, cubrien-
do como con frescos diferentes panes del edificio.
El a~a representa el rapto de Europa, a Ja que un toro lleva
por el mar hacia la isla de Creta.
El artista parece traducir la descripción del idioma de la pintura
al de la palabra. El paisaje se rcaliz.-i del siguiente modo:
cBJ agua del mar tiene un doble color: al lado mi.."'110 de la
tierra, rojizo, más lejos, azul oscuro.>
Aqui vemos que la asimilación de una cosa que al parecer es tan
sencilla como la descripción del campo y del agua, exige cultura y
experiencia artísticas, que al principio pueden ser tomadas de otro
arte.
El camino de la descripción del paisaje y del hombre no es sen-
cillo. L.-. hermooa Me lita se describe como una diosa; esta protago-
nista de Aquiles Tacio se parece tanto a una estatua, que la toman
por Afrodita revivida; ella misma, por ;uí decirlo, es la estatua, es
la encamación y rival de la diooa.
Fuera de fa caracteristica prác1ica o la des1;ripci6n del cuadro, en
la literatura griega el paisaje no existe. En la poesía la cosa fue más
"*91aproea lllormo SS
era tan ttdonda romo hecha a comp.ú ... La rodeaban seis a ho-
zanos, y en la cumbtt de cada uno se veía un palacio en forma
de castillete. Las laderas de las colinas descendían gradualmente
hacia la planicie, como se ven los grader!os en los teatros, siem-
ptt disminuyendo hacia la cúspide.
31 Ylctor SldCMld
pudo cruzar por el camino que pasa cerca de Y.ásnaia Poliana cuan-
do Tolstói, aún no muy viejo, vivía en la finca.
En Malva, de Gorki, para el campesino Yákov el mar es un
espacio vacío, un plano; el mar existe en la percepción de Malva
como cualidad estética y esto se contrapone a la percepción del cam-
pesino, quien ve únicamente un plano grande:
La frase «el mar sonreía» contiene sólo tres palabras. Pero sur-
gió, creció sobre unas raíces que se adentran en la profundidad del
pasado. El mar no soru-eia a todos. Para ver que el mar sonríe,
para alegrarse estéticamente de él, debieron pasar miles de años. Los
griegoo de Jenofonte, al atravesar el Cáueaso, no se alegraban esté-
ticamente al ver el mar; el mar era para ellos el camino a la patria.
Las diferentes visiones en el cuento de Gorki <las proporciona el
choque de distintas actitudes ante la vida.
El descubrimiento de la esencia de los fenómenos en el arte se
realiza al principio mediante la elección de objetos asombrosos.
El hombre nas obliga a contenemoo y como a retroceder ante lo
impasible, advirtiendo algo nuevo en lo conocido.
Los rasgos del mundo real no aparecen en el arte por si mismos,
sino como parte del sistema de una obra de arte, y por esto tampoco
existen independientemente, sino que transformándose en un sistema-
unión no reflejan la realidad como un espejo.
La descripción que Gógol hace del Dniéper, que empieza con
las palabras «Es maravilloso el Dniéper ... », es parte del cuento T e-
rrible ven.ganza, y allí esta descripción figura junto al retrato de los
caracteres de loo protagonistas y de su increíble destino.
Los fenómenos del parailelismo psicológico, la experiencia del
folklore existen en la obra de Gógol, pero existen en una forma
modificada. Hay también romanticismo en la percepción, pero está
justificado desde el punto de vista de la compooición.
Momentos anteriores de la conciencia, obras artísticas anteriores
se hacen comprensibles a la manera vieja o nueva cuando se hacen
indispensables a causa de nuevas actitudes ante Ja vida, de nuevas
....................,.. 39
En otro sitio:
recuerdo que hay una cortina en mi cama y los dos juntos nos
alegramos y nos asustamos de esto tan extraordinario que nos ha
sucedido. Yo me escondo debajo de la almohada, me e.1COndo
y miro hacia la puerta, desde donde espero algo nuevo y alegre.
Nos reimos, nos escondemos y esperamos. He aqui que se pre-
senta alguien con un pañuelo o una cofia, todo de un modo que
nunca habla visto, pero me doy cuenta de que e9 la que siempre
está conmigo (la niñera o la tia, no lo sé) y este alguien dice
con una voz ruda, que yo reconozco, algo de miedo sobre los
niños malos y la Yeri6mcvna. Yo chillo de miedo y alegria, y
parece que me horrorizo y me alegro, que tengo miedo y quiero
que la que me a.su5ta no sepa que la he conocido. Nos callamos,
pero después, otra vez, empezamos a propósito a hablar para que
vuelva la Yeriómcvna.
camiMs y los reiMs. No pocos detalles han sido 1omados de los Mi-
lagros de ltts creaciones de al-Kazvini (siglo xm) y de los Milagros
de la Jndia, una colección de cuentos sobre clivcl'S08 ponemos puestoo
en boca del marino Buzurga ibn-Shajriar, de Ramjurmusa (siglo x).
El famoso árabe realizó siete viajes y vio mucho, mejor dicho,
recordó las descripciones.
Cada '~aje es un relato de naufragios y mucnes.
Simbad es dado por mucno, las mercancías colocadas en su barco
son consideradas bienes mostrencos, pero él vuelve una y otra vez.
En una ocasión regresa incluso de la tumba, donde fue enterrado
vivo con su esposa.
Yo no creo que la novela griega haya proporcionado la base
para todas estas invenciones.
Sirve de bll$! la dificultad del viaje, que en los cuentoo árabes
se pre3Cnta como justificación de la riqueza.
Los lugares comunes, los tópicos, se repiten precis.~mcntc porque
expresan una verdad, pero al repetirse modifican su verdad.
De distinta manera, en distintos momentos surge el tema del
mucno que resucita. E.'lte terna convencional nos permite seguir los
objetivos de las construcciones argumentales tal como la espuma y
las astillas que f!Olan en la superficie del agua nos permjten ver las
relaciones entre los chomis de una misma corricn1e.
.El
panteón era el cenotafio tradicional, pero Andrei vuelve.
Al principio de la novela de C hcrn ishevski" iQué hacer? se re-
lata la muene del protagonista. f.'~te se pega un tiro y desaparece
entre las aguas. EUo es as! porque en el caso de una muene imagi-
naria <ti nee=rio hacer desaparecer el cadáver, explicar su ausencia.
S.S. Nikolai Ca"rClo"·icb Chtrnishc,~ki ( 1828·1889). Gran crhiro Uterario Tuso.
lo. t(¿ut' hOCtTf ermntaba a los •hOmbrct nut\'0$•> que aspiraban a mejorar Ja
toc:i.edad m que''''ª"·(¡.\'. d~ lo t.)
Victor ~ldovakl
j
&obre la pro.a llt1rarl1 67
!S9. Véase, pOr ejemplo, la 1eoria de Lomonó~v sobre Jos tres estilos carac·
terizados por el origen de su vocabulario.
Sobre 11 prou llterarll 81
8
82 Vlctor $1donkl
JlETÓRJCA·JUlCIO-PROSA
&te ctoma y leo fue creado por la propia técnica forense; aquí
ac: expresa el modo de presentar las pruebas cscri1a.9, que ante un
tribunal tenlan preferencia a las que aportaban los testigos.
Detengámonos en otros fenómenos. La técnica de la prosa de-
sarrollada con detalles incorporad06 regularmente o con una incor-
poración irregular calculada, es decir, la prtSCntación del protago-
nista, de la situación en la que se desenvuelve el protagonista, el
paisaje, el análisis psicológico, todo esto debla ser creado. En la n<>-
vela inicial el estilo del relato es irregn lar, unas veces es seco y otras
retóricamente extenso.
En Tacio la historia del personaje se inicia ª'¡: cSoy de Fenicia,
mi patria es Tiro, me llamo Clitofontc. .. »
Sólo la acción permite desarrollar de momento al personaje, pero
al principio este desarrollo se puede realizar con unos cuantos re-
cursos que a veces son llamados lugares comunes.
Pero lo que más se repite en la literatura es la búsqueda, cl aná-
lisis de Jo cercano y Jo lejano.
La asimilación de nuevos temas está relacionada con el ensan-
chamiento de la esfera de las relaciones humanas. El debate judicial,
la retórica y la novela griega no sólo van uno tras o<ro, sino que se
someten a una misma modificación de Ja realidad, que cllO!I expresan.
Vlclor Sklovakl
l
t2 YIClor Sklonkl
que aún no fue realizado, pero que o posible. A veces el tópico exis-
te durante largo tiempo como esquema de algo necesario y deseado y
roulta ser una profecía.
M. Gorki decía:
La fantasla de los narradores de cuentos conocía las calfom-
bras mágicau decenas de siglos antes de haber sido inventado el
avión, predijo las fantásticas velocidades para transportarse en
el espacio mucho ante• que la locomotora, el motor de gas y el
electromotor.
Pienso que precisamente la fantasia, la -cinvención> también
creó y educó una de las admirables cualidades del hombre: la
intuición, es decir, la csuposición>, que ayuda al investigador
de la naturaleza a llegar a una oonclusiór> práctica en el mo-
mento que su mente, midiendo y contando, se para ante lo
medido y GOntado sin poder relacionar sus oblllrvaciones. En-
tonces al investigador le ayuda la suposición: <¿Y si esto es
as1 ?:.•1
La encina es la venganza.
iEs así? Hamlet no es débil ni cobarde, no en vano Shakespeare
termina la tragedia con la apoteosis del príncipe como guerrero.
Fortimbrás dice:
7
98 Victor Sklovskl
LA )lETÁFORA y EL ARGUMENTO
8
114 Yfctor $klonkl
lo cuenta Dioneo como una anécdota atrevida que las siete j6venes
comprenden demasiado bien.
No todo fo que se con.serva tiene valor.
Schlegel compara la novela corta con una anécdota, es decir, con
la comunicación de un acontecimiento entretenido aún sin relatar:
cLa novela corta es una anécdota, una historia aún desconocida, que
sólo es interesante por si misma ... que da lugar a la ironía en cuan-
to surge a Ja Jun.'
La ironía se presenta aqui como SOlSaci6n de superioridad del
artista sobre Ja realidad, como elemento de la contemplación libre
del objeto.
La novela corta del tipo del relato de Apulcyo comienza como
una narración cotidiana y después presenta las inesperadas relacicr
nes de 106 personajes: la mujer sorprendida en el lugar del delito, no
sólo engaña al mando, sino que satisface su deseo en presencia de
éste.
Pero también había novelas-anécdotas que no contenlan elemen-
tos nuevos, sino que se utilizaban las contradicciones cx.istentcs den-
tro del propio objeto.
El personaje de Ja novela de Apuleyo compra ¡>C3Cado en el mer-
cado. Se encuentra a su amigo Pitio, que se ha convertido en el dic-
tador del mercado. El amigo se escandaliza porque el pescado ha
sido vendido demasiado caro . .En un acceso de ira, arranca la com-
pra de las manos de Lucio, tira el pescado al sucio, riñe al vendedor
y manda a su ayudante pisotear el pel!Cado.
El pescado habla sido pagado. La pérdida es de Lucio.
La contradicción entre las intenciones del cacique del mercado
y las consecuencias de estas intenciones, aunque completamente coti-
dianas crean una anécdota.
Las novelas cortas asombrosas .son las que mejor se consen-<m,
las co&umbrista.s dcsaparccian y voMan a aparecer.
Las novelas cortas asombrosas, relatos de casos extraordinariOIS,
posiblemente, .son caracteri.sticas, aunque tampoco son exclusivas del
comienzo de Ja historia de este género literario.
Spielhagen 6Cpara la novela corta de la novela, considera que la
primera trata de caracteres ya formados.
l. Enciclopedia Liternria, t. Vtrl, Moscú, 1934. p. 115.
Sobre l• pro.. lltererla 117
L
126 Vlctor Sklovakl
La conclusión a Ja que llega parece 3CI' que Dios, sin prestar aten-
ción a la ignorancia de los fieles, escucha )Ofi l'CZ()8 lin fijarse en w
falt33 que contienen, y no sólo el cura, sino inclll80 un santo pueden
ser pcnon33 inmora!C5 y has!a criminales.
El cuento de un canalla excepcional, que engaña a la gente ante
Ja muerte, se relata c-0mo si se tratara de Ja vida de un santo.
A una introducción solemne sigue una breve caracteri.stica del
difunto, de lo que ya hcmoo hablado.
El que la narración acerca de un canaUa se pl'C3Cnte en forma
de vida de santo renueva la sensación de diversidad, hace dudar de
que sean veraces otras «vidas>, y a causa de esto la confrontación
del relato acerca del canalla y las cvid33 de santOl'I> se rechaza, no
obstante ·la piadOl'la conversación, la idea misma de la intercesión del
sanco en favor de loo pecadores. A Ja agudeza del ingenio sigue el
intento de revelar la eSCncia de las supersticiones.
Se hacen ciertas salvedades, pero éstas, con toda su brevedad,
tampoco abandonan el tono de relato de vidM de san!Ol'I.
La tcrui6n argumental Ja mantiene la sensación de que el narra-
dOI' puede a cada momento decir más de lo que debe y de que quie-
re dar a entender algo totalmente inadmmble. Pero al acercarse al
llmite de lo inadmisible, de nuevo lo soluciona irónicamente con
Ja terminología de la religión oficial. Por ejemplo, se dice que el usu-
rero pudo arrepentirse en el último momento:
Los tres primeros cuentos, por así decirlo, religiosos han sido ce>-
focados premeditadamente al principio del libro, rechazando la reli-
gión como norma que proporciona a la gente determinados princi-
pios morales y reglas de conducta.
La fe vieja se quema como durante la peste se quemaba la ropa
para desinfectar la ciudad.
11. S. P.f. SoLOVIov, Historia de Rusia dude los tiempos más antiguos, libro
segundo, t . Vl·X, 2.• ed., San Petenburgo, 1896, p. 99.
Sobre 11 pro.a IHererla 151
11
162 Vfctor Sklovsld
Diógenes replica :
- Tenéis razón. Pero sus raptores eran los canallao más vir-
tuosos del mundo. No se atrevieron a tocarla.
Sobre 11 prooa lltorarla 185
Hay personas por las que el novelista siente simpatía, son trata-
das de un modo diferente: con amor, con detalles, que podríamos
llamar realistas.
La narración segunda de la sexta jornada trata de cómo ce! pa-
nadero Cisti, con unas palabras, hace retractarse a micer Geri Spina
de una desatinada pretensión».
El hecho ocurre en Florencia. La sede pontificia es ocupada por
el Papa Bonifacio, con quien micer Geri Spina gozaba de gran favor.
El Papa manda a Florencia nobles embajadores, que se a'lojaron en
casa de ~ri Spina.
Esto reafirma aún más la importancia del caballero. Los embaja-
dores y el caballero pasan todos los días a pie ante la casa del pana-
dero Cisti, hombre rico, que poseía muchas buenas cosas y los me-
jores vinos tintos y blancos.
Hacía calor. Los caballeros pasaban ante la tahona, velan cómo
el panadero bebia vino, ellos lo deseaban, pero su alcurnia les impe-
día dirigirse a un hombre que tanto se diferenciaba de ellos por su
posición.
Cisti bebia de un modo que daba envidia. La narración de cómo
se servía el vino es una de las descripciones más detalladas del De-
camero·n. Todos tos detalles son escogidos de modo que hacen resal-
SOl>r• 1• pro.. !Iterarla 167
tar la calidad del vino y la atención que merece. Cisti no sólo tiene
buen vino, sino que lo sabe beber. Parece burlarse de loo cabalk:ros:
... por a lgo usan este proverbio los hombres: De espuela menes-
ter buen o mal caballo, y mujer buena o mala ha de menester
palo ...
nas; el autor no sólo loo incorpora <le buen grado, sino que, al pare-
cer, suponía que iban a ser atentamente leídoo. A continuación, nos
detenemoo en uno de estos análisis para examinar Ja narración del
estudiante que castiga a una pérfida viuda.
Se babia -largamente, disfrutando de Ja lógica . A noootros nos
parece que este análisis, que se sale del tiempo de .Ja acción, que in-
cluso no corresponde a la posibilidad de loo protagonistas, es artísti-
camente incorrecto.
Pero cada época tiene su poética; la podemoo entender consi-
derando que lo que a nosotros nos parece en '1a obra secundario, para
otro autor, de otra época, era fundamental.
Lo <viejo~ se toma como pretexto para un análisis-refutación.
Los nombres romanos, la mención de Roma y Atenas crean la ilu-
sión de una tradición vieja para una nueva moral.
Lo nuevo se hace pasar por viejo, discutiendo con el ayer que no
ha muerto.
Lo nuevo, no obstante Ja retórica, a veces resulta viejo; tras el
retórico humanista asoma el retórico escolástico.
A noootros, por ejemplo, la relación entre loo acontecimicntoo del
relato y el carácter del protagonista noo parece haber existido eterna-
mente como algo que se sobrentiende.
En la narración séptima de la octava jornada se habla de un
joven estudiante que había permanecido mucho tiempo en París en-
tregado a sus libros, y al volver a Florencia se enamora de una viu-
da, que se burla y se rie de él. Con el pretexto de realizar un rito
mágico, aconseja a la mujer que~ suba en verano a 'lo alto de una
torre, y él retira ·l a escalera. El sol quema a Ja malvada. El estu-
diante se entretiene en serrnon~la o se retira a descansar.
Recordaré que se t rata de un hombre joven .
El discurso del estudiante está construido según todas las reglas
de la retórica y procura abarcar por completo y agotar el tema. Ocu-
pa más de siete páginas de texto impreso: cuanto más largo es el
discurso, peor es el castigo.
Es verdad que en este caso la duración del discurso tiene sus ra-
zones: la dama desnuda se está asando al sol, al subir engañada por
el estudiante a la terraza de la torre. Cuanto más dure el discurso,
tanto mayor será cl castigo. Citaré un curiooo fragmento del discurso:
Sol>,. I• prou !Iterarle 173
... si bien a los hombres añosos les han sido quitadas las fuer-
= que para los amoro!Os ejercicios se requieren, no por eso
están privados de la voluntad de ellos, ni del entendimiento de
lo que es digno de ser amado ...
Bajo esta piedra yacen lo. restos de Juan, su alma está ante
Dios adornada con los trabajos de la vida terrena. Su padre
fue Boccaccio, su patria Certaldo, su ocupación, la sagrada
poesía.
12
111. EL NACIMIENTO DE LA NOVELA NUEVA
más ladrones que Caco, y los doce pares, con el verdadero his-
toriador Turpin; y en verdad que estoy por condenarlos no
más que a destierro perpetuo, siqwera porque tienen parte de
Ja invención del famoso Mateo Boyardo, de donde también
tejió su tela el cristiano poeta Ludovico Ariosto; al cual, si
aqui le hallo, y que habla en otra lengua que la suya, no le
guardaré respeto alguno; pero si habla en su idioma le pondré
sobre mi cabeza.
hasta tal punto, que el propio viaje de Marco Polo, dcscrito por
una persona que conocía los primeros lib1"06 de cabailerias, se tomaba
por una novela.
Al final de la primera parte, tras la jaula en la que llevan a casa
al caballero <loco, con los acompañantes va el sabio canónigo; inicia
con el cura una conversación sobre la novela caballeresca, y e;to
parece la revisión de la actitud del propio Cervantes hacia el libro
de caballcrias. El canónigo lo defiende, aunque se rie de Ja locura de
don Quijote. Es verdad que dice:
... con todo cuanto mal habia dicho de ta les libros, hallaba en
ellos una cosa buena: que era el sujeto que ofrecian para que
un buen entendimiento pudiese mostrarse en ellos, porque da-
ban largo y espacioso campo por donde sin empacho alguno
pudiese correr la pluma, denibiendo naufragios, tormentas,
reencuentros y batallas. Ya puede mostrarse astrólogo, ya CO>-
mógrafo excelente, ya músico, ya inteligente en la materia de
citado, y tal Je vendrá Ja ocasión de rnoterarsc nigromante, si
quisiere ... Y siendo esto hecho con apacibilidad de estilo y con
ingeniosa invención, que tire lo más que fuere posible a la ~-er
dad, sin duda compondrá una tela de varios y hermosos lizos
tejida, que después de acabada, tal perfección y herm~ura mue>-
118 Vlclor Sklovskl
tre, que consiga el fin mejor que JC pretende en los ese.ritos, que
es enseñar y deleitar justamente, como ya tengo dicho. Porque
la escritura desatada de estos libros da lugar a que el autor pue-
da mostrarse épico, lírico, trágico, cómico con todas aquellaJ
partes que encierren en sí las dulcisimas y agradables ciencias
de la poesía y de la oratoria; que la épica tan bien puede escri-
bine en prosa como en verso.
La novela y la hist<nia
R ecurro a las citas porque no creo que sea fácil leer e interpretar
con exactitud la novela.
Más tarde presentaré las pruebas.
También se refleja en el libro el proceso de la modificación del
conocimiento del mundo por medjo del arte . .Ya hemos rucho que
en Don Quijote el caballero sabe que sobre él se ha escrito una
novela; esto, naturalmente, es muy convencional. El convenciona-
lismo aumenta con el hecho de que el propio Caballero de Ja Triste
Figura no ha lc!do la novela, la conoce sólo de oídas y no está muy
satisfecho de ella.
H ay una conversación entre don Qwjote, Sancho y el bachiller
Carrasco. Los tres citan casj literalmente a Aristóteles.
El bachiller manifiesta que hay lectores que opinan que se puede
188 Víctor Sklovsld
... por reseIVar su vino a salvo, antes lo tenia por el asa asido.
Mas no habla piedra imán que as! trajese a &! como yo con una
paja larga de centeno, que para aquel menester tenla hecha, la
cual metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo de-
jaba a buenas noches.
... y me hace Dios con ella mil mercedes y mis bien que yo
merezco. Que yo juraré sobre la hostia consagrada que es lan
buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo.
196 Vlctor ~kloY$ki
¿ Qué será esto, Sancho, que parece que se ablandan los cas-
cos, o se me derriten los sesos, o que sudo de Jos pies a la
cabeza?
más, y se hace aún más patente, al ver el caballero una jaula con
enonncs leones y quererlos atacar inmediata.mente. El hidalgo ve que
don Quijote está loco, pero Sancho, que acaba de engañar y rebajar
a don Q uijote, responde muy scrio: c:- No es loco... sino atrevido:..
Es una definición muy profunda.
Don Quijote ac encuentra ante un peligro verdadero; con una
espada, y no de las mejores, espera ame la jaula abierta ia aco-
metida del enonne león.
N050tros comprendemos que don Quijote también era atrevido
cuando luchaba con los molinos y los pellejos, porque para é'l eran
unos enemig06 temibles, un06 gigantes.
La sucesión de sabiduría y errores en el hombre atrevido noo
muestra la verdadera esencia de don Quijote.
Como ya hemos indicado, la primera parte está escrita según el
esquema de ia novela picaresca. Es verdad que los acontecimientos
no se relatan en primera pcr;ona, pero excepto el capitulo VI , en el
que se examina la biblioteca del caballero sin hallarse él presente, Ja
narración sigue fielmente al protagonista.
Al final del capitulo VIII leemos:
... los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las
estrellas os fortifican y os hacen merecedora del merecimiento
que merece Ja vuestra grandeza.
que el ciego alarga hacia delante, avisa del peligro o anuncia que el
camino c:s1á libre. Utili2ando fos antiguos argumentos y tópicos, mo-
dificándolos, el escritor puede agudizar la pcrccpción.
La consmicci6n argumental toma el acontecimiento y parece
abrirlo, anticipándolo y recordindolo de distintaa maneras. El argu-
mento actúa como el ceo. Como él, no sólo nos muestra cómo se ha
desintegrado el sonido y noo anuncia los obstáculos en el camino de la
onda sonora: también nos lo proporciona en fa rcaonancia de las
comparaciones.
Las comparaciones necesitan cierto patrón, algo c¡ue la compara-
ción no a ltere, que se repita para que se pueda ver lo que ha cam-
biado.
Voltairc se comporta como un publicista que en un solo artículo
puede agrupar cli!crentes dc:slinos según el rasgo escogido.
Parodiando la forma novelística, reúne en tomo a una me$! reyes
que perdieron el trono.
Para esto debe mejorar no1ablemente su suene, sacarlos de la
cárcel y, al mismo tiempo, mostrar el nuevo carácter típico de unos
ca.908 antes imposibles.
Las novelas de Stcme se cli!crcncian de las de Voltairc por la pro-
pia temirica. Trata de lo que nadie habla tratado; su destrucción de
la forma novclistica es más profunda que la ironía volteriana del
periodista.
Lo6 filósofos siguen mediante el análisis retórico de fa vida las
aventuras de los personajes de Voltairc y sus peregrinaciones por Jos
lugares comunes de la novela griega.
La vieja forma novelistica sigue siendo un pretexto para la ironía,
para el análisis; tras ella aparece ya una forma nueva.
En los libros antiguos los cuentos se escogían a menudo según el
principio de 1los desenlaces similares.
En el caplrulo 26 reúne Voltaire en un hotel a Cándido con seis
30bc:ranos dcrrocadoo. Todos ellos acababan de perder el trono, to-
dos cxist.icron realmente en ~oo tiempos de Voltairc o poco antes. El
l ván que se menciona en el libro, en 1a ~poca en que se cscribia
C4ndido C31aba recluido en Schlissdburg' y le castigaban con un
7. Fo rulc:ra y prisión rusa en una isla del lago La.doga . (.V . de lo t.)
218 Vlctor Sklowskl
SoBRE EL ASOMBRO
•
DE CÓMO FllU.Dl:NG EMPLEÓ EL REOONOCJ)((ENTO
PARA EL DESBl>'LACE DE SU NOVELA.
EN QUÉ SE DIFERENCIA ESTE REOONOCJMIENTO DEL
DE LA DRAJdATOJtGIA GRJl!OA
~-
230 Vlctor ¡¡klovskl
Si, la moderación
es el mejor dun de los dwses, y el que termina bi.n la vida
ése es verdaderamente feliz .
. ..ved esta encantadora figura, esta cara, este calle, estos ojos
en los que resplandece la inteligencia. ¿Es que puede el poseedor
de tanw gracias serles infiel? No, querida Sofia, esto no es
posible . ..
... ¿ Pero podéis creerme tan extra vagan le, u os habéis creldo
capaz de volvenne la cabeza hasta el punto de comprometenne
en haceros dueño de mis bienes para que después vos los hicie-
Eoei! servir, como sucedería sin duda, a \'Uestros placeres?
16
242 VICIO< Slcla.sld
Son las palabras del tío Tob, las palabras de un ·h ombre valiente,
que oomprende que se trata de la violencia y amenaza a Jos op~
res también con la violencia, no con el ca!Cigo divino.
244 Victo< Aldonid
Para Steme, los enemigos del ingenio son las «grandes pelucas»,
la ciencia oficial y el poder, a.si como «sus reverencias>, los clérigos.
El derecho a perseguir el ingenio es la cCarta Magna> de la
soberbia estupidez de estos aliados.
6. J. Locu, Un .....,,. iobre la razón humo,,., libro ll, Mota!, 1898,
p. U2.
Sob,. 11 PfOü lit.mla
SosRE LA DISCRECIÓN
17
258 Vlclot l klonkl
JO. Jb(dern .
11. 1\iusco de pintur3 n•'ª· en ~foscó. (1V. de la l.)
2f0 Viciar !:klov1ld
.& muy curiosa la escena del relato que el cabo hace de la muerte
del joven señor. Es sencillo, pero se ve acompañado de un gesto que
se analiza del modo más detallado según las reglas de la ya no vieja
retórica, que dominaba el análisis del modo de pronunciar y el gesto
del orador; aquí el análisis se lleva a cabo desde el punto de vista del
arte de la nueva prosa. Donde mejor expresó Sterne la importancia
del gesto, de la actitud, es en la digresión que ahora se leerá.
La extravagancia del modo de representar, la acentuada dificultad
de 1a forma desaparecerá, pero la traducción del lenguaje del gesto
al lenguaje de la )J6Ícología será un rasgo de la n ovela futura que
se profundizará más y más.
Desaparecerá asimismo el tono de broma de las digresiones de
Steme, el complicado estilo de las manías de sus personajes, aunque
el análisis de la falta de lógica de la conducta huma na quedará como
acceso al nuevo saber.
Sterne opone el gesto de Trim a las metáforas de la mitología y a
las alegorias del viejo clásico Shandy, que llora a $t1 hijo según las
leyes de Ja antigua retórica. Stcmc exige:
Es indudable que las digresiones son como la luz del sol; son
la vida y el alma de la lectura.
El III del segundo tomo habla del Llo T oby, a quien entusias-
maban los libros de fortificación y balística, y sirve de introducción
a una larga serie de capítulos que rcla1an la cxiravagancia del tío
Toby, quien, junto con su criado, se apoderaba de fortificacion es
construidas en una pequeña pradera. Toda esta historia tiene un final
inesperadamente erótico. El capítulo termina Mi :
18
274 Ylctor Sklonkl
LV
Pero ahora felicitemos su victoria
a mi querida TaJiana,
y dirii<Jmonos hacia otro Iodo
para no olvidar a quién eanto ...
A prop6siJo, dos palabras sobrt nto:
Canto a un joven amigo
y muchas de sus fantasías.
¡Bendice mi largo trabajo,
oh tú, musa de la épica !
Y entregándome un bastón leal,
no me dejes vagar de un sido a otro.
- 11 PfOU !Herarla 275
EL TIEMPO EN LA NOVELA
3
En el capitulo XIV del primer tomo Sterne habla del contrato
matrimonial y de loo retrasos imprevistos que surgen en el camino
del historiador:
...éste deberá
coordinar distintos infonnes,
descifrar inscripciones,
recoger anécdotas,
incorporar historias,
tamizar leyendas,
hacer visitas (a persona.t importantes),
pegar paneglricos en unas puertas y
pasquines en otras.
LA J AULA DE ST ER>IE
arte, hay que aumentar aún más el carácter paradójico de las aso-
ciaciones. El torrente del saber termina por ser reconstruido, pero sin
tomar conciencia de él, porque conocer es superación, la detención
ante el hecho, el trabajo alrededor de su transformación.
El otro camino es el de Ja creación del mundo.
El hombre aplica al mundo un trabajo y lo 1lcga a conocer trafl.Y
formándolo.
El esfuerzo creador permite el conocimiento del mundo.
Belinski escribe en la introducción a La fisiología de Petersburgo,
colección de trabajos de escritores rusos dirigida por Nekrásov:
El libro debía ser narrado por dos grupos de pcnonas, los scii~
res y los criados; entre lo,, primeros estaría Pickwick; entre los se-
gundos figurañan loo Wcllcr, padre e hijo.
He aqui cómo es dCllCrito Pickwick en el libro que no llegó a rea-
lizar.;e. Primero se entusiasma con u n antiguo reloj del dueño,
después:
EL RECONOCIMIENTO EN Thc~s
..
Sobre fa prosa IH1rarta 301
•
Sobre 1• prosa llttr•rta 303
•
304 Vlclor Sklonkl
20
Vlctor wo..ld
breza>, esto ya es ccm de los comcntarislas. Los comentarios son un
compromiso: en el Evangelio se dice que es más fácil que un camcllo
pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Jos
cielos.
Aquí empezaron los comentarios. Decían que el ojo de una aguja
es el nombre de una puerta en Jerusalén; decían que el camcllo no
era un camello, sino una cuerda gruesa. De todoo modos, por muy
atenuantes que sean los comentarios lo uno no puede pasar por lo
otro, como no sea que la cuerda pase a través de la puerta, lo que
~ muy fácil, pero careceria de sentido.
De Dickens se afirma que lo que relata son cuentos, y el cuento
comO' género explica lo del con.sucio. Pero los cuentos son crueles con
los malvados e incluso ingeniosos para los castigos. El folklore no es
nada bondadoeo.
Dickens abria las heridas, pero no sabía curarlas. Esto no es cul-
pa. suya, él es un hombre de su época, pero no digamoe que su época
fue feliz, no digamos que él vivió felizmente y que el realismo critico
es la última etapa. de las conquistas .artísticas de la humanidad.
Más bien se puede decir que ·las discUliiones sobre el realismo ~
cialista comenzaron antes que el nuevo método tuviese su nombre.
... Peggoty, con unos ojos tan 06Curos que 1>3reccn hacer
sombra en su cara, y con unas mejillas tan duras y tan colo-
radas que no entiendo por qué los pájaros no prefieren picotearla
en vez de hacerlo a las manzanas.
Me parece que veo a las dos, una junto a otra, me parecen
más pequeñas po1·que se agachan o eslán ari·odillndas; yo, con
pasos inseguros, voy de mi madre a Peggoty. E n mi memoria
perdura la impresión, no la puedo separar de los recuerdos pre-
cisos, de que toco el dedo índice de Peggoty, que ella solla
alargarme, y este dedo, todo pinchado por la aguja, está
áspero como el pequeño rallador de nuez moocada ...
¿ Qué m!s puedo recordar? Veremos.
Enino Ja neblina aparece nuestra casa, que para mí no es
nueva, sino muy conocida por recuerdos más tempranos. En el
piso de abajo está la cocina de Peggoty, que da al patio tra9Cro ;
en medio del patio hay una pértiga con un palomar sin pa-
lomas; en un rincón, una gran caseta de per1·0 sin perro y nu-
merosas gallinas, que me parecen terriblemente a ltas cuando se
pasean con un aire amenazador y feroz.
El irónico final se presenta en una sola fl'3$C: e:! marido vive con
Ja nueva mujer, que le es fiel, pero se siente dcrgraciado. Estas gentes
no pueden ser felices sin el engaño y la vergüenza.
En F ielding, el protagonista no se limita a aufrir una serie de
aventuras; tiene además su secreto, que no es aclarado hasia el final.
Pero la actirud de otras personas hacia Tom Jones el Expósito de-
pende del .secreto de su vida: la hcnnana del sciior Alworthy es cari-
ñ06a con el niño porque éste, realmente, es hijo suyo. Su segundo
hijo, ya legitimo, odia al expósito porque es su rival. El barbero le
sirve desinteresadamente porque lo cree hijo d e Alworthy, etc.
Las aventuras de Oliverio Twist se explican por el hecho de que
tiene un enemigo, un hermanastro, que le quiere conducir hasta el
crimen y de este modo asegurarse la herencia.
Hasta qué punto es sólida esta construcción, lo vemos en la pe-
licula india El vagabundo, que tanto éxito tuvo. El vagabundo se
convierte en picaro porque un enemigo de :1U padre Cllá interesa-
do en llevarlo a !a ruina y, comcientementc, gula al niño hacia el
crimen.
El vagabundo tuvo en nuestro pa!s un 6tito extraordinario. Vi
cómo esta pclicula de construcción tradicional reunía multitud de
espectadores en Moscú, en Ereván y en los pueblos de Tadzhikistán.
La película es tradicional hasta el fin: por ejemplo, el fiscal se
entera en pleno juicio de que el acusado es su propio hijo. Esto,
como ya he dicho, Jo realizó Dumas hace cien años en El crnuJe de
Monte Cristo.
El tópico del malvado que quiere pervertir a un niño se utiliza
ya en Olivnio Twist.
Adcmáll, no siempre es necesario un motivo para Ja intriga. El
hambre podla haber conducido al niño al robo .sin ninguna clase
de intriga, y la mejor escena de Ja pclicula son la.s palabras del va-
gabundo al recibir su ración de pan en la cárcel, de que ctodo co-
menzó por esta».
La sociedad hubiera debido Jl!l'Oporcionar pan al niño sin con-
ducirle al de.lito.
Lo que infunde vida a la pclicula es que un tópico tradicional,
ya ~do por haber intervenido en muclw novelas y al parecer
agocado, se renueva dentro de la sociedad de caata.9. El nacimiento
320 Vlctor !klonkl
21
322 Vlctor Sklovakl
prcn!jible por qué escogen unos lugares tan incómodos como vieja.~
casas o húmedos sótanos.
Mucho más tarde Osear Wildc también opuso a la aburrida
vida de un fantasma conservador la alegre travesura de unos chioo.s
americanos, que le disparan con sus tiradores.
Por Jo demás, los fantasmas acabaron por vencer a los america-
nos, ocupando dur:uuc muchos años las pantallas de los cines. Va-
gaban en alegres o sentimentales multitudes por las peliculas, refor-
zando los argumentos anticuados, lo mismo a como un fuerte forro
con.serva un traje ra.ldo, pero que su dueño no acaba de tirar.
Dickens 110 sólo desprecia los fantasmas, sino también los miste-
ri06 góticos, pues había visto cosas más terribles.
La compañía a Ja que se une Nicolás Nickleby monta una obra
que transcurre no se 1>3be en qué siglo ni en qué país. El autor ex-
plica irónicamente el contenido de esta obra: hay un castillo, un d~
terrado que aparece durante un banquete y pone en guardia no se
sabe por qué ni para qué a la mujer del desterrado, que quiere matar
a l patriarca que se apoderó del castillo, y una mujer enamorada que
saca a su amado del calabozo.
La misma inexactitud del tiempo, que indica Dickens, es intere-
sante para definir el género. En Ja novela gótica se indicaba la época,
pero era totalmente convencional: era algo que ocurría en cierto
Jugar en los montes, entre italian06 y españoles, en cierta época del
Medievo, que se indica con bastante c.xactitud, pero que se presenta
de un modo teatral, s iendo su característica las salas abovedadas.
Dickens empica ciertas cualidades de la novela de m isterio para
mostrar la época actual; sus misterios airvcn para unir las lineas ar-
gumentales y, al mismo tiempo, para analizar al protagonista.
En Bleak Htnlll (el.a casa lóbrega:>), la hermosa lady Dcdlock
tiene un i.ecreto; el secreto es que tuvo antes de casarse una hija con
su amante. El reconocimiento se presenta de un modo muy intere-
sante e inesperado: Ja mujer, que lleva los asuntos de su marido a
través de un apoderad~, reconoce Ja letra de su amante, el cual, al
arruinarse, se dedica a copiar papeles de negocios.
M, el apoderado se entera del secreto de la fady.
Loo; secrct06 unen a 106 pen;onajes de un modo diverso, pero quien
aparece con mayor fuerza en Ja novela de Dickens es un niño que
324 Vlctor $klovskl
no posee ningún secreto: el niño Jo, 1111 analfabeto del gran Londres.
Londres y toda Inglaterra son un secreto para Jo. El amame de Ja
lady, el capitán Howden, la única persona que le trataba bien, ha
muerto; el niii o barre la calzada junto al cementerio y muestra a la
lady con la punta de la escoba un.a sepultura de la que sale
una rata.
Silman, en su interesante libro Dickens, d ice que en las primitivas
variantes de la novela aparece el título El solitario Tom; además, el
nombre de Tom o Jo aparece ocho vec-es en doce versiones de títulos
de la novela.
iQué sabe Jo de si mismo?
El nombre, Jo. No sabe nada más. 1'o sabe que cada persona
tiene su nombre y su apellido. Nunca ha oído eso. No sabe que
Jo es el d iminutivo de un nombre más largo. Considera que este
nombre ya es lo suficientemente largo para él. No le encuentra
ningún defecto. ¿Escribirlo? No. Él no puede escribir. No tiene
padre-, no tiene madre, no tiene amigos. Nunca ha ido a la
escuela. ¿Qué significa domicilio? Sabe que una escoba es una
escoba y que no está bien mentir."
22
338 Víctor Sklonkl
EL MISTERIO DE MERDLE
...en este suelto era descrito yo, John Hannon, cuyo cadá-
ver desfigurado había aparecido en el Támesis en circunstancias
muy sospechosas; se describía mi traje, se enumeraban los pa-
peles que llevaba conmigo, se indicaba el lugar a donde me
llevaron para ser identificado. Olvidando toda prudencia, me la.n-
cé alli como un loco y a las alucinaciones, particulannente gra-
ves aquellos días, se añadió el horroroso semblante de la muerte
a la que habla escapado. Comprendi que alguien había mata-
do a Radfoot, codicioso del dinero a causa del cual él habla
querido tenninar conmigo, y que acaso no• habían echado a los
dos por una alcantarilla a las aguas oscuras del Támcsis, r.l.pi-
das y profundas al bajar la marea.
Por el Támesis van en una batea un viejo, que sigue con Ja vista
la corriente del ño, y una pálida joven. Son los Hcxan. El viejo
Hcxan pesca cadáveres en el Támcsi.s y Jos despoja. Tiene un envi-
dioso rival.
El cadáver del supuesto Harmon es sacado por Hexan . Su rival
Ridcrbood lo denuncia corno asesino de Harmon.
El amigo del abogado encargado del asunto de Harmoa, Eugenio
Wrayburn, se enamora de Luisa. También está enamorado de ella
el maestro de su hermano, Headstonc, quien intenta asesinar a Eu-
genio Wraybum. Riderbood hace victima de un chantaje a Heads-
tone; éste mata a Ridcrhood y mucre junto con él. Eugenio Wray-
bum, desfigurado por Headstone, es salvado por Luisa.
l!sta, que siempre vivió en el rio, es una excelente barquera. Al
final se conviene en la mujcr de Eugenio.
Me he limitado a referir unas cuanlás lineu de la novela. Las
relaciones entre ellas son muy convencionales, pero lo que se en-
cuentra dentro del marco de 106 misterios es a veces soberbio.
Se pone de manifiesto la contradicción entre la forma tradicional
de la novela y su relleno.
Entre tanto, Dickens de lo que más se enorgullecía era de la
construcción argumental de la obra, y escribe en el epilogo, que
titula e POST SCRIPTUM. A modo de prólogo>:
LA ESTILfSTICA DE LA SORPRESA
23
354 Vfctor ~klonld
go, donde incluso hay un capítulo del libro tercero que se titula cEl
coro social>; en el libro cuatto el último capítulo, que no va nume-
rado, lleva por IÍtulo <La voz de la sociedad>. En él las personas
ostentan nombttS convencionales: Conuacisla, Director de compa-
ñla, Genio. Estos seres convencionales conversan ron personajes no
convencionales de la novela, que figuraron en todo el relato y poseen
sus vidas particulares.
La vida de la señora General es una existencia inconsciente,
inútil, contraria a Dickens. Su carácter «no est~ terminado> porque
ella, dentro de la conexión de la novela, es necesaria como sombra
de mlster Dorritt, como la expresión de uno de los rasgoo fundamen-
tales de su naturaleza.
El antiguo preso quiere ser como todos, quiere ser impotente, no
sorprcndcne de nada, quiere pasear por un cómodo camino, escu-
chando el adormecedor ruido de los látigos.
Se puede decir que el carácter del viejo Dorritt se desarrolla en
el caracter de la señora General.
esta parece haber salido de la conciencia del propio Dorritt y se
habria convertido en su tsposa si la quiebra no lo hubiese sacado
nuevamente fuera del camino.
Oickcns destruye con mano fuene lo habitual. Hace chocar la
riqueza de Dorritt en los recuerdos d e su hija con la pobreza, las
puertas cerradas de la c~, el trabajo de costurera a domicilio, la
desagradable búsqueda de pan.
En el mundo de Podsnap y la señora General, Dickens derrota
a sus enemigos obligándoles a sorprenderse. Los muestra aburridoo y
ridiculos.
Quienes no se sorprenden son los enemigos suy06.
Vivir sin sorprenderse es vivir sin ver el mundo y hacerlo as.í
descansa en los fenómenos del convencionalismo.
En el sistema de imágenes de Dickens, la imagen hallada sigue
existiendo, utilizruidose para aclarar mú y mú nuevas imágenes.
La vida monótona, sin fin y perspectiva, de la cárcel de Marshal-
sca se convierte en una imagen permanente.
El viejo Dorritt no es el único en arrastrar tras de sí en la rique-
za la sombra de la cárcel; también en loe turistas ingleses ve la pe-
queña Dorritt a la «aristocracia de Ma'3halsca>.
Sobre 11 pro.. !Iterarte 357
2.S. \V. OlaWtJS, Charlt.J Di~Aens. Lciptig und Berlín, 1916. Cit~ tomada
de: Probltm4J de lo /Orma literaria, Ed. Acaden1ia, Uningrado, 1928, p. 1!6.
S-. la prosa lfteraria 359
2f
370 Vlctor 8klovslcl
VOLOMENES PUBLICADOS
Francisco R. Adrados:
Eotudlot do UngOlatlca general
Emilio Orozco Olaz:
El teatro y la t11tralkfad del Barroco
Angel Valbuena Pral:
El t11tro ••Pª"º' en 1u Siglo de Oro
Georgea Poulet:
loo comino• actuales de la critica (Prólogo de Antonio Prieto)
Mario Fublnl:
M6trlca y -lla
Guido Manclnl:
Doo estudio• do lltoratura eapaftolo (Palmerln de Ollvia y Leandro F. Mo·
ralln)
Manuel Alvar.
El Romancero: trodlclonalldod y pervfvonclo
M . Baquero Goyanes:
E1truct:ur11 de la novela actual
Cesare S.gre:
Critico bajo control
Guillermo Olaz·Plaja:
Al lllo del Novoclentos
F. L6pez Estrada:
Rub•n Darlo y la Edad Media
Joaé S. Lauo de la Vega:
01 S6focl11 • Brecht
Tzvetan Todorov:
literatura y 1lgnlflcacl6n
Vlctor liklovskl :
Sobro la prooa literaria
José Simón DJaz:
la Blbllograffa: conceptos y apUcaclonot
José M.• Valvarde:
Azorfn
EN PREPAAACION
Helmut Hatzfetd:
EttudlM d1 llter1tw11 rominlc11
Erich von Richthofen:
Tradtclonolllmo •plco-novtlHCO
Joaquín Arce·
TOHO J lo potolO Hpoflolo
Leo Pollmann:
la 6plco tn lu llttfalurH rom•nlcH
Atlrado Hermenegildo:
lo tragedia tn ti Rtnoclmltnto Hpoftol
Gabriela..V.akowiecka:
Luún y au P°"lca
Esteban Pujala:
PerspoctlV• de la pooola lngieaa dtl 11910 XX
Martín de Riquer:
Loe trovador••
Tulllo do Mauro:
lntroduccl6n • la aam•nttc•
Manuel Alvar:
LM camino• actual• • dt 11 llngOf1Uca
Maria del Piiar Palomo:
Perapectlva crttlc1 dtl comtnllrlo dt t1xto1
Saum·an
Probl1m11 1ctu1l11 de la UngOf1tlc1 e11ructur1I
Antonio Prieto:
Enuyoa dt vocación llttrarla
SebastlAn Mariné:
Problema• dt 1lntaxl1 y tonologfe
V. Eugenio Hernéndoz.Vlsta:
E1tudlo1 do t11lll11tca ntructural
A. Iglesias Laguna:
Europa y 11 novela 11paftol1 ectual
U. Weisstein:
Introducción a la llt1r1tur1 comp1rada
Helmut Halzfeld:
Ettudlo1 do t11lll1llc•
Elena Catana:
la IHoraluro robtldo dol 11910 XVIII
Benvenuto Terraclnl:
An•11111 u11tl11lco
Giuseppe Di Stefano:
EJabOracl6n en ti romancero tradlclon1I y otro• ttlTWI• de ltt.ratur• po-
pular
Angel Valbuena Briones:
C1Jder6n y la ucomedla nueva"
J . Fradejas Lebrero:
Cantare1 de gesta medievales
Rafael de Balbfn:
En1re cervan1e1 y los poetas contempor4neoa
G. Schróder:
El "Crtllcón" de Grac16n
Gregorio Salvador:
E1tlll1llca Htruc1ural
•