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Colección de ensayos
LOS TIEMPOS NUEVOS
edicíones
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I
LA ROSA BLINDADA
brovlorio de eslétko
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leotrol
erllr hrlrr", [A ROSA BLINDADA
r'.
Pnnlrrs:r
13
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viejo culinarisrno de insensatas delicias ofreciclas a los I{cíteramos pues, a despecho de muchos, nuestra in-
ojos y al alma, la bclla lógica dc la tabla i:itagór'ica. tcnción de no cmigrar del reino de lo "agradablc", y
El repudio dcsdeiioso clcl cultt¡ c1e io Lrello r¡r¿rrchaba afirmamos ahora, tal vez contra ia opinión general,
parejo cori la ¿rvcrsióu a aprcndcr y con e1 dcsprecio lruestra intención de establecernos eÍi este dominio.
( de lo útil, y h:rcía tiorrpo t¡rrr: rraila l¡eilo se lograLra ¡'Iratamos el teatro corno lugar de rccreación, desde
producir. Sc as¡rir':Llra l)uos ir rrn l.catlo cicntífico, y el punto de vista de una cstética, y examinamos cuál
cuando costaba rlcmasiada [atiga pcclir cn préstamo es el género cle recreación que nos agradal.
o robar dcl arscnal dr: Ios t:onccptos cstéticos, 1o su-
Iiciente par:r krer':rl cl rt's¡rr.to dc krs cstctas de profe- ,
14 15
-l
nristcrios no se apropió la misión litúrgica, sino el puro
§3
y simplc placcr que procuraban. Y la catarsis de que
lrabla Aristótclcs, 1a purificación a través del horror
y la picclacl, o por el horror y la piedad, es un iavado
I)esdc cltrc cl rlrturclo cs urrrrrclo, cl prol;ósito
del tea_ (luc n() srilo ocurría cle modo divertido, sino que se ha-
tro, como cl rlc todas l¿rs otras artcs, corxiste en diver- I cí¿r con cl prolúsito de divertir. Exigir más del tea-
tir a la Iistc pr.opósito lc confierc siempre su
-gcntc. es_ I tro, o conccdcrle rnás, es depreciar su verdadero fin,
pecial cligniclacl : no Ic cs ncccsaria otra función
que
la clc divcrtir; llcro cs risla Lrna <:onclición indispensa_ I
; que más
lrrobalrlenroitc sc- lo clt.r¡r.arlur,í1, r:omo lc ocirrrc cacia
vcz quo no sc loq.l.¿ l[rccr rltrc ]:r nroial clivierta,
di_
u5
vicrl.a justarnr.rntc ¿r lc¡s sr.nlicios _ cucslión
cle la que,
por cicrto_, Ia rnoral no Pur:ck: s¿rc¿tr vcntaja alguna.
Tarnbión scría cc¡rivocaclo irlironcrlc la obligación 'I'arnbión distinguiendo una manera elevada y una
de
enscirar, o bicn, cnseÍíar cosas rnás írtilcs que rnAncra vulgar cle divertir, se considera al arte desde
el saber
quc se nlueve agradablernente, tanto dei cuer.po rrn laclo impenctrable, porque éste quiere moverse ha-
como
clel espíritu. El teatro debe poder ser una cirr, arril¡a o hacia abajo según le plazca, y que Io de-
cosa clel todo
superflua, Io que quiere clecir, entiénda.se bien, jt'n ch paz cuando divicrte a la gente.
que
por lo superfluo también se vive. Menos q.r" ,-ri.rg.rna i
§6
16 17
§7
§e
Las diversiones de las clistintas épocas, natlrralmen-
te, fueron diversas, scgírn el modo dc convivencia Tarnbién es necesario tener presente que Ia diversión
de
los hombres. En el circo hclénico cl d.entos clominado en tan diversas representaciones poco tenía que ver
por los tiranos se recreaba de moclo clistinto que Ios con el grado de semejanza entre la representáción y
nobles de la corte de Luis xlv. EI teatro tuvo que la cosa representada. La inexactitud, o incluso la de-
pro-
veer otras imágenes de la convivencia cle los cidida inverosimilitud, poco preocupaban con tal que
hombres:
no sólo imágenes de una convivencia diferente, sino Io inexacto tuviera una cierta consistencia y lo inve-
además con otro género de imágenes. rosímil fuese coherente. Era suficiente que toda cla-
se de procedimientos poéticos y teatralás creasen la
ilusión de que Ia peripecia no podía ser de otro modo.
También nosotros incurrimos fácilmente en semejan_
tes inexactitudes cuando nos deleitamos con las catar-
sis espirituales de Sófocles, los holocaustos de Racine
§B o los frenesíes de Shakespeare, e intentamos apropiar-
nos de los hcrmosos sentimientos de los héroes de estas
historias.
Según la recreación posible y necesaria
en una u
otra forma de convivencia, los personajes carnbiaban
fe proporciones, Ias situaciones s. errcra.l.aban
en
otras perspcctivas, Muy diverso tuvo que
ser el modo
de nauación con qlle se entrctenía a los
helenos so_
metidos a esas leycs inexoral¡les cuya ignorancia
no
§ro
preservaba de Ia cólera de los dioses, q"e
.l modo de
entretener a los nol¡les franceses con la elegante
vic-
toria sobre sus propias pasiones, tal como el'cadigo Podrá quizá sorprender que tantos y tan variados
de
la corte imponía a los grandes de la tierra; modos de representar hechos humanos importantes,
otro fue
el caso de los ingleses de ia época isabelina desde los antiguos en adelante, se produjesen en el
con su
franco reconocirmiento del nuevo individuo teatro y divirtiesen, a pesar de sus inexactitudes e in_
abandona_
do al propio instinto desenfrenado. verosimilitudes, y que aun haya muchísimos de ellos
que todavía nos divierten a nosotros.
1B
19
§ rr
sirluiera las del gran Shakespeare, que en velclad no
son tan antiguas), es decir, no son capaces cle hacer
Pero si cornpr.obarrros llr_rcstra c:rpacicl:rd clc gozar vcrosímil la conexión de los hechos. y sin ernbargo,
con las reprcscntacionc's clc ópoc:rs t;rn clifcrcntcs, y secÍrn Aristóteles en
no dudamos quc los hijos clc cs:rs ó1;ocas trivieron la ól-, la trama es el-yalma esto estamos cle acuerdo con
del drarna. Siempre nos pre_
misma capacidacl, ¿no surqo naturalrncnte Ia sospecha ocupa en forma creciente el modo primitivo y descui_
de que nuestra ópoca licnc toclavía qrre clescubrir sus dado con que se representa la convivencia social, y
goces peculiarcs, Ia follra clc rccrcación que Ie no sólo en las obras antiguas, sino también en las mo_
es
propia? rlcrnas construidas con e,I viejo molde. Todo nuestro
urodo de gozar comienza a hacerse inactual.
§rz
§ r3
En consecuencia el goce que el teatro nos procura
debe de estar debilitado si se lo compara con el de
Lrrs irrr:orrqn¡r'rrt.ius urr Il lt:prcs(jlltacií_)n dc hcchos
los antiguos, aunque nucstra forma de convivencia es
Itrtlttanos sorr los l'¿u.tor.t's tluc Irar:cn clisrninuir nuestro
todavía bastante semejante ya que permite que aquel gocc clt c[ tc:rtlo. Y csto cs así polclue frcnte a los
goce se produzca. Nos apropiamos de las obras
det pa- lrcclros lcpr.cst:rr(aclos nucstra :rctitucl
no cs la ¡nisma
sado mecliante un proceso relativamente nuevo, o sea
tlrrc la do nucsLlos antcpasados.
el de ensimismarnicnto, al que en verdad mucho no
se prestan. Dc moclo que cn gran medida nuestro
goce
se alimenta de diversas fucntes, las que tan intensa-
mente debieron dominar a nuestros mayores. Nos afe-
ramos a las bellezas de la lengua, a Ia elegancia con
que se desenvuclve la historia y otros aspectos que esti-
§14
mulan nuestra imaginación; o sea, sobrl los accesorios
de las obras antiguas, sobre los artificios poéticos y tea_
trales destinados a ocultar las incongruencias de ia
Al investigar cuál cs Ia diversión inmecliata, el pla-
historia. Nuestros teatros no tienen yu ,ri tu capacidad,
ccr pleno y complcto que nuestro tealro poclrí, pro-
ni el gusto para contar cle modo claro esas histárias (ni
curarnos al repr:esentar la convivencia, tenemos que
considcrarnos a nosotros mismo hijos de una eclad
20
2l
científica. Las cienci¿rs dctclnrinan nuestra conviven-
carbón, el agua y el petróleo se transformaron en
cia social decil nuestra vida- en una medicla teso-
totalmente-vale
ros, El vapor fue utilizado para mover vehículos, unas
nueva.
lrcqtreñas chispas revelaron una fuerza natural capaz
de producir luz, de llevar el sonido más aliá de los con_
tincntes. Aquellas cosas que el hombre siernpre había
visto sin pensar en disfrutarlas ahora comenzó a mi.
rarlas con ojos nuevos para someterlas y hacerlas ser_
§ 15
vir a su comodidad. Sr_r ambiente se transformó de
dccenio en decenio, de año en año y luego casi cle
Iface algtrnos cicntos clc años, personas de diversos día en día. Yo escribo estas líneas .or, ,lrrJ máquina
países, pero no aisladaincntc, iniciaron experimentos que no existía cuando vino al mundo. Me traslaclo
con los cuales espcraban dcscubrirlc a Ia naturaleza con los nucvos vehícrrlos a una velocidad que mi
sus secretos. Pertenecían a una clase dc artesanos que abuelo ni siquiera podía imaginar. Entonces no había
vivían en las florecientes citrdadcs, y que transmitieron nada que se moviese con tanta rapidez. y yo puedo
sus invenciones a otras personas que las explotaron volar, cosa que mi padre no podía hacer, ya con mi
prácticamentc sin buscar en el desarrollo de las nue- paclrc ¡rrrclc hal¡lar clc un contincnte a otro, pero só1o
vas ciencias nada más que un lucro personal. Oficros con nri lri.io lrc visto las irnl'igcncs cn movimicnto de
que durante un milenio habían mantenido sus méto- l;t t'xIl,,,itirr tl,. J Jil.,,slrinla.
dos casi sin alteración conocieron entonces un desa-
rrollo extraordinario; reuniéndose en muchos lugares
por razones de concurrencia, se agruparon por doquier
glandes masas cle hombres que organizados en una
nueva forma iniciaron una proclueción en escala gi-
gantesca. Muy pronto la humanidad desplegó fuerzas
§rZ
tales como antes ni sirluiera hubiera podido soñar.
Si bien ias ciencias han hecho posibte un grandísi-
nro cambio y sol:re todo nna formidable ntutabiliclad.
de nuestro ambiente, no por eso se puede decir que
el espíritu científico nos anima de modo isualmente
§16 decisivo. La nueva manera de pensar y a" I"rrti.
no ha penetraclo verdaderamente en las grandes ma_ -*
Frre corno si la humanidad sólo entonces sc encon- sas, y la razón he de I¡uscarse en cl hecht
de que la
trase unida y conscicntc para hacer lial;ital¡lc el plancta burgr-resía see la clase que cletenta el poder_ im-
-ociencias que con
picle que las
donde vivía. f)iversos elementos cle la ticrra como cl tanta eficiencia se usan
para dominar ia naturaleza sean aplicadas a un campo
,,
nc
1J
que se mantiene en Ia sombra: el de las relaciones
§19
recíprocas que los hombres mantienen para explotar y
sorneter la naturaleza. Este proceso del que depen-
den todos los otros se cumple sin que los nuevos mé- D
I{oy los hombr:es se encuentran ante sus propias
todos del pensamiento, que Io habían condicionado, empresa.s como en los tiempos antiguos ante las im-
pongan también a la luz las relaciones de los hombres.
ponderables catástrofes de la naturaleza. La burguesía
El ojo nuevo dirigido a la naturaleza no se fijó de a Ia que la ciencia hizo posible imponer su
igual modo sobrc la socicdad. -clase
poder, haciéndose exclusiva beneficiaria- sabe bicn
gue ese poder tendría su fin si sus empresas fuesen
consideradas con ojo científico. Iface un centenar de
a.ños surgió Ia nueva ciencia cuyo objeto es el estudio
de la sociedacl, y surgió de la lucha de 1os oprimidos
.s l8 contra los opresores. Desde entonces a.lgo del espíritu
científico existe en el seno de Ia nueva clase de los
trabajadores cuyo ambiente vital está en la gran pro-
En realidad las relaciones de los hombres entre sí ducción: desde su punto de vista las grandes catás-
son hoy más impenetrables que antes. La común y gi- trofes se presentan como empresas de los poclerosos.
gantesca empresa en que están empeñados parece di-
vidirlos cada vez más. El aumento de la producción
provoca el aumento de la miseria, y sólo pocos hom-
bres sacan utilidad de la explotación de Ia natura-
leza: ¿cle qué modo? Explotando a otros hombres. Lo
que podría ser el progresó de todos se convierte en §zo
ventaja de pocos, y una parte cada vez rnayor de la
producción está dirigida a crear medios de destruc-
El arte y la ciencia coiuciden porqLre el propósito
ción para guerras teruibles. En esas guerras las madres
de ambas consiste en facilitar Ia vida de los hombres:
de toclos los países estrechan contra su pecho a sus
la ciencia cuidándose de su mantenimiento, el at,te de
niños, escrutando aterrorizadas el cielo donde rugen
su recreación. En la era que se anuncia el arte lograráL
las malignas invenciones de la ciencia.
el goce de Ia nueva productividad, la que es capaz
Ce mejorar en gran medida nuestro bienestar y podría
constituir en sí misrna. cuando no se Ia trabe, el de-
Icite más grancle.
I 1
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25
§¡+ un limitado cámpo histérico de las relaciones huma-
nas en que se desenvuelve \a acci6n, sino que aplique
y produzca aquellos pensamientos y sentimientos que
¿Durante cuánto tiempo todavía nuestras almas se tienen una función en el cambio de la sociedad misma.
verán obligadas, cótrpliccs de l¿L oscuridacl, a abando-
nar los 'Tláccidos',
palcoescéni.","."'X,',i'.:|á#::Til,,".,r,','HT:
aventuras que nos son ncgadas en la realidad?
¿y có-
mo se puede hablar clc lil¡cración si la conclusión de
todos estos dramas, fcliz sólo para cl espíritu de
§s6
Ios
tiempos (la providencia, el orden visenie), que nos
hace asistir a la ilusoria ejecución que castiga-las
pa_ Hay que caracterizar este campo en su relatividad
siones como si fuesen cxcesos? nn et Oaipo entraáos
pues de rodillas porque los tabíres aún existen y
histórica. Lo cual significa que hay que romper con
to- el hábito que iguala distintas estructuras del pasado
d.avia la ignorancia no se salva del castigo. En bruto
con la nuestra, y en consecuencia nuestra época ad-
todavia los celos dan que hacer y todo depende del
quiere el carácter de algo que siempre ha existido y
poseído; y en el Wallenstein, porque tenemos que ser
es eterno. Nosotros queremos destacar y mantener su
Iibres en la lucha por la concurrencia y también lea-
diversidad, y no perder de vista su carácter transi-
les. Estos hábitos de íncubos son favorácidos también
torio. (Para señalar este aspecto transitorio no bas-
por obras como Espectros y Los tejedores, donde to-
tan el follilore y cicrto colorisrno: nuestros teatros lo
davia la sociedad aparece, sumamente problemática,
usan más bicn para dar mayor rclieve a la identidad
al menos como "ambiente,,. pero dado que Ias sensa-
del comportamicnto humano en las diversas épocas.
ciones, las intuiciones, los impulsos de tts personajes
De los rnedios teatrales hablaremos más adelante.)
principales nos son impuestos, consecuentemente en lo
que se refiere a la sociedad no podemos obtener más
que lo que el ambiente nos da.
§sz
34 JJ
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36
o.l
§4, §+s
§4, §¿+
38 39
.¿
§+s
i*
sociedad en su movimientq considera las condiciones Para producir efectos de extrañación, el actor debe
sociales como procesos y los capta en sus contradic_ ,evitar todo Io que ha aprendido
con el fin de hacer
ciones; y según la eual todo existe sólo en cuanto se público se quede ensimismado con su personaje.
_q_ue-el
transforma, o sea, está en contradicción consigo mis- No buscando hipnotizar al públicq tampoco tiene el
mo. Esto también vale para los sentimientos, Ias opi- actor por qué hipnotizarse a sí mismo. No debe re-
niones, el comportamiento de los hombres, en los que citar con los músculos tensos: un gesto hecho con Ios
se expresa siempre el modo particular de su convi_ músculos_ tensos,por ejemplo, uru ur,t, u,,mágicamente,,
vencia social. Ias miradas y hasta las cabezas. de los espeJtadores, Io
que necesariamente empobrece toda conjetura, toda
emoción en función de ese gesto. La dicción del actor
debe librarse de cantinelas litúrgicas y de esas caden_
'¡
cias que tienen la virtud de acunar al oyente hacién_
dole perder el sentido de las pa{abrur. Éoo eso al re-
40
4t
presentar a un poseído el actor no tiene que posesio-
narse, pues en ese caso ¿cómo hará el espectador para ciones de Galileo, el actor rcaliza un modelo, único,
descubrir qué es lo que posee y quién el poseído?
y luego lo impone. Para evitar esta atrofia el
actor
debe lograr hacer artístico el mismo acto de mostrar.
fmaginemos un caso auxiliar. Para dar relieve a una
de las partes del acto, la de mostrar, podemos acorn-
pañarlo con un gesto; por ejemplo, hacemos fumar
al actor e imaginamos que antes de exponer otro
§+8 comportamiento del personaje inventado, é1 deja cada
vez su cigarrillo. Si nos imaginamos esta situación sin
precipitaciones, si en el descuido del gesto no vemos
Nunca ni por un instantc sc transforme el actor en- exageración, habremos imaginado un actor capaz de
teramcnte cn su pcrsonajc. "No representaba al rey hacernos tener presentes nuestras sus- reflexiones.
Lcar, era cl rcy Lcar", éstc,scría un juicio desastroso -y
sobrc un actor. É1 dcbc limitarsc a mostrar su perso-
najc, o dicho- no debc limitarse a vivirlo
-mejor
solamentc. Lo que no signilica que, teniendo que repre-
sentar personajcs pasionales, tenga que permanecer
impasible. Pero en principio sus sentimientos no de* §+q
ben ser los de su personaje: pues en caso contrario
también el espectador identificará por principio sus
propios sentimientos con los del personaje. En esto el
Otra modificación es necesaria al modo según el
cual el actor nos comunica lo que re,presenta, y esa
público debe quedar absolutamente libre.
condición contribuye a hacer el proceso más "profa-
El hecho de que el actor actúe en el escenario con
no". Así como no se debe inducir al público a creer
un doble aspecto Laughton y como Galileo-,
que en el escenario no actúa el actor sino el perso-
que el Laughton -como
que representa no desaparezca en el
naje inventado, tampoco se debe hacer suponer que
Galileo representado (lo que otorga a este tipo de re-
cuanto sucede en la escena no ha sido elaborado y
citado el nombre de "recitado épico"), significa que
que ocurre por vez primera. La distinción hecha por
el proceso real, profano, no queda más oculto: en el
Schiiler entre el rapsoda que trata su tema como ya
escenario está verdaderamente Laughton y muestra
acaecido y el mismo que 1o trata como del todo pre-
cómo representa a Galileo. Si el público simplemente
sente, en el sentido que apuntamos ya no tiene va-
admirase a Laughton, por cierto no lo olvidaria, aun-
lor. El intérprete debe mostrar sin más que sabe desde
que él se transformase completamente en el persona-
el comienzo cuál será el fin, y debe por eso "conser-
jc; no lo olviclaría pero sí se privaría de las opiniones
var una serena libertad". El actor cuenta, representa 1
y emociones del actor que se habrían disuelto en el la historia cle su personaje, sabe más que él y no le
personaje. Haciendo propias las opiniones y las emo-
impone el "ahora" y el "aquí" como ficciones auto-
42
43
raadas por las reglas del juego, sino que diferencia
el "ayef.'y el "lugar,,para que se haga así visible §5r
la conexión de los acontecimientos.
45
I
,;
§sz
§sd
El paso siguiente consistc cn t El actor cstudiar¿'r junto con los otros actores, cons-
, exa¡r*rinar cómo tornan_
truirá su pcrsonajc junto con los otros personajes.
do est¿r posició, et acror ricne
que i;;; ;; parte. Lo I
qlre importa es quc rlo se ,,aferrei Porque la más pequeña unidad social no es un ser hu-
ma. También encontr.ará pronto
¿"*"riua" al esque- i mano, sino dos seres hurnanos. También en la vida nos
,"*'1"e,
"f ,"'I."to, natural,
i,
4B 49
posición social, clecisiva) qlle él ha asumido para re- lrri t'rrfr'r'nrccladcso los gestos religiosos. En general
preserltar su pcrsonaje. EI patrón será el patrón que rsl.r ¡ rrifcs{aciones gestuales son bastante compli-
n:r
su siervo Ie permite ser y así sucesivarnente. r irtl;li y contradictorias, tanto que no pueden expre-
li:us(. (oll un¿r sola pzrlabra. El actor tenclrá que poner
:rlr,llcitirr crt no pcrder nada de todo esto no tanto en
lrl rcprcscntación, necesariamente acentuada, sino más
lrit'rt cn la accntuación de todo el conjunto.
§sq
§6o §62
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csta,historia se puede inter.pretar del siguiente modo:
Los tiempos son belicosos. El padre de Hamlet, rey §68
de f)inamarca, ha matado al rey de Noruega en una
gucrra de rapiña victoriosa. El hijo de este último,
Fortimbrás, se arma para una nueva guerra, pero el Todo progreso, todo paso en que se emancipa la
rcy de Dinamarca es igualmente suprimido por su her- prodLrcción de la naturaleza, conduce a una modifica-
mano. Los hermanos d,e los dos reyes muertos, con- ción de la sociedad; todas las tentativas que Ia huma-
vcrtidos en reyes a su vez, evitan la guerra mediante nidad emprende en una nueva clirección con el propó_
un acuerdo que permite a las tropas noruesas atra_ sito de mejorar la propia suerte, siempre nos procuran
vesar el territorio danés por una guerra de rapiña prueben o no las historias literarias- un senticlo
contra Polonia. Ocurre entonces que el joven Hamlet
-lo
de triunfo y de confianza y el placer qi-re consiste en
sc siente llamado por el espíritu de su belicoso paclre reconocer la mutabiliclad cle todas las ccsas. Esto es
para vengar la afrenta cometida contra é1. Indeciso lo que Galileo expresa diciendo: ,,En mi opinión Ia
durante cierto tiempo de responder con un homicidio tierra es algo muy noble y achnirablc si tantas tan
)¡
a un homicidio, se dispone a partir al exilio. Hamlet cliversas tlansformaciones y seneraciones cxisten incc-
se encuentra en Ia costa al joven Fortimbrás que avan- santes sobre e11a."
za hacia Polonia con sus tropas. Alcanzado por el
ejemplo del guerrero, Hamlet vnelve para vengar a
su tío, a su madre y a sí mismq abandonando Dina-
rnarca al noruego. Tales a.contecimientos nos mues-
tran cómo este hombre, joven pero vigoroso, aplica I
Irastante r::ral Io que con respecto a la nueva taz6n § 6!)
aprenclió en Ia universidad de Wittemberg. Sólo con-
sigue complicarse en las intrigas feudahy.a las que
rcsresó. Frente a una praxis irracional, la razón no 'Iarea espeiílica del teatro cs inter.ptrctar ia historia
cs justamente práctica. Y cle Ia contradicción entre y comunicarla al público nlediante extrañamientos
tal raciocinio y una acción tan diversa, cae como víc- apropiados. No se trata cle que el actor haga todo
tima trágica. Tal lectura del drama (que sin embargo aunqué nada debe hacerse,intervenir sin que se refic-
so puede leer de otras maneras) me parece que podría ra a é1. La "historia" es interprctacla, producida y ex-
iutcrcsar a nuestro público. puesta por el teatro en su conjunto: por los actorcs,
por los escenógrafos, por los tramoyistas, por especia-
Iistas en vestuario, por los músicos y por los cor,eó_
grafos. Cada uno aporta su propio arte a la empresa
común, sin renunciar con esto a su autonomía.
I
)at
I
59
§7o
§7,
6U 6t
ilrr,ll t:uanck¡ altcla las propolcioncs, sino cuanclo las
:rlt.r.r'a rL: l;rl rnodo que el pÍrblico, sirvióndose de sus rlc especial entrc nosótros alemanes, tan incli_
-modo
irrr;i¡-,¡'rrcsprrra alcarizar intuiciones e in:pulsos prác_ rr¿rdos a cieambular por Io incorpóreo y Io oculto, para
tit:os, f rrlla crr la vida. Es inciuclabl"rr.rri" necesar.io In)ncrnos luego a habiar de l4/eltanschatntng, dá vi-
<1ru: la cstilización porlga cl1 reiicvc lo ,,natural,, sión clel mundo, juslanrente cuandn el munclo
v no va nc
Io lraga clesaparecer, IJn teatro que extrae toao'a"t es rnás visible. I-Iasta el materialisrno entre
nosotros
"¡¡csto" no puede tampoco hacer a menos de Ia cs poco más que una idea. Nosotros transformamos
co_ las
lcografía. Ya la elegancia de un movimiento, Ia gra- alegrías de los sentidos en deberes conyugales;
some_
cia clc una clisposición escénica, tienen un efecto de temos el goce artístico a la instrucción, y-por
estuclio
extlañación, y Ia invención pantomímica es de gran no entendemos una conciencia pura siná irn olfatear
utilidad para Ia historia. con la nariz sobre las cosas. Nuestro ,,hacer,, no es
un alegre-ocuparse; y para demostrar nuestra capa-
cidad no hablamos del placer que nos pro"r'r.u ulgo
sino del sudor que nos ha costaáo.
§zs
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63
§26
Sobre el T eatro Popular
, Porque las representaciones cleben cecler el paso a
la cosa_represeritada, (Apostilla a Punti,la y su criado Matti)
a Ia convivcrUu ¿" io, hombres;
y el placer de verlas perfectas ,ro, .orfo.turá
en el
placer más especial cle ver que Ias normas
de esta con-
vivencia, puestas a ra ruz, fueron antes-consicreradas
provisionales e imperfectas. De ese
modo el teatro
puede conservar en el público su productividad,
ade-
más del mero hecho del espectácuü.
E, ,r"".rurio que
el-espectador pu,eda, en su teatro, gozar
como diver-
sión el tremendo e infinito trabajo"q,r"
t" fro" ura la
vida, y también el carácter terr"ible de
,,l'inc"sunte
transformarse. El teatro debe consentirle
autoprodu-
cirse del modo más sereno, ya que
de los variados mo-
dos de existencia nace el arte más sereno.-
64
L-.-