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LO FANTÁSTICO Y LO PREHISPÁNICO EN “LA FIESTA BRAVA” Y “LUNA DECAPITADA” DE JOSÉ

EMILIO PACHECO

JOSÉ EDUARDO LIMA ÁGUILA

Si este silencio hablara

sus palabras se harían de piedra.

“Tulum”, JEP

En el presente trabajo se analizarán “La fiesta brava” y “La luna decapitada”, dos cuentos de

corte fantástico escritos por José Emilio Pacheco y publicados en El principio del placer y

El viento distante, respectivamente. Se observará la presencia de la historia como un

elemento que lleva a cuestionarse realidades y contextos sociales, un cuestionamiento que

está presente a lo largo de toda su obra, y cómo la irrupción de esta historia se dará a partir

de un suceso fantástico que, a su vez, está expresado en la raíz prehispánico de México, el

“sustrato prehispánico”, como es definido en “El principio del placer”.

EL PAPEL DE LA HISTORIA

A lo largo de su extensa carrera literaria, José Emilio Pacheco trató múltiples temas en sus

textos. El más importante de todos fue el tiempo y, dentro del mismo, la historia adquiere un

papel especial. El tiempo del género humano, minúsculo en comparación con el tiempo

geológico o astronómico, adquiere significado al ser registrado y concientizado por los

individuos y las colectividades. Al significar el tiempo, se estructuran los actos humanos y

se reflexiona acerca de ellos, para poder llegar a cuestionamientos profundos. Pacheco, al


tratar la cuestión histórica, se encamina a un cuestionamiento, una reflexión crítica del actuar

humano, en tanto éste persiste como un ejercicio de dominación y violencia sobre los otros.

Pacheco se ocupa, en su mayoría de los acontecimientos de la historia de México, con

ciertas excepciones como la novela Morirás lejos (1967), situada en los tiempos de la

destrucción de Jerusalén, la diáspora judía y el Holocausto, acontecimientos muy poco

tratados por la literatura nacional. Dentro de la historia nacional, la Revolución mexicana

atrae a su literatura de manera particular. Nacido a finales de los años 30, cuando el país

entraba al modelo del desarrollo estabilizador, que significó un crecimiento económico

importante, impulsado en parte por la Segunda Guerra Mundial, contrastante con los terribles

años de la Revolución, Pacheco sentía próximos los años del conflicto armado en México.

En una entrevista dada unos años antes de su fallecimiento, el autor comentó que se

encontraba escribiendo un libro cuyo posible título era “Río de la Piedad”, en referencia al

antiguo alfuyente que circulaba por la Ciudad de México, y que trataba “sobre las cosas que

se contaban en mi casa de todas las personas que habían participado en la revolución, lo que

podríamos decir la visión de los vencidos” (Berlanga, 2011). La visión de los vencidos, en

referencia al texto clásico de las relaciones indígenas de la Conquista, para hablar de la

Revolución, uniendo ambos periodos de la historia del país.

Es posible hablar en la literatura de Pacheco de un uso reflexivo y crítico de la historia,

sin llegar a ser moralizante. De acuerdo con Rubén Lozano Herrera, al hablar de la historia

en Las batallas en el desierto, el “acercamiento al pasado nos fuerza a los lectores, de varias

maneras, a ver éste con actitud crítica” (140), y al ejercer esta actitud crítica con respecto al

pasado también se hace con el presente. Esta crítica hacia el pasado reflejada en el presente

puede encontrarse en su poema “Próceres”, de La arena errante (1999):


Hicieron mal la guerra,

mal la guerra,

mal el país que nos forjó malhechos. (45)

Hubo algo en el génesis mismo del país que terminó afectando su porvenir, semejante a cierta

idea del pecado original judeocristiano o como señala T.S. Eliot en uno de sus Cuatro

Cuartetos: “Y cada instante, una nueva y estremecedora/ Valoración de cuanto hemos sido”

(31), en la propia traducción de Pacheco.

En “La fiesta brava” existen dos relatos, el primero de ellos es una ficción dentro del

propio texto, un cuento escrito por Andrés Quintana, personaje principal, y al final, la

separación entre el paradigma de realidad del cuento con la ficción del relato de Quintana es

rota, aunque nunca explicitada. El cuento inicia con una ficha de búsqueda de Quintana y

prosigue al cuento que él escribe una revista próxima a publicarse. En la primera edición del

libro y la última impresión hecha, esta parte del cuento tiene una tipografía distinta, a la

manera de una máquina de escribir, acentuando el carácter de ficción dentro de la ficción. En

este cuento, el capitán Keller, un veterano de la guerra de Vietnam, visita México, se

horroriza ante la violencia de las corridas de toros y un vendedor de helados le invita a un

recorrido que deberá hacer el viernes 13 de agosto al subirse al último vagón del último metro

del día en la estación Insurgentes. El capitán se presenta en la hora y lugar indicados y es

llevado a un lugar bajo la tierra, por medio de galerías subterráneas, para ver la Piedra

Pintada. Al final llega a una galería donde es sacrificado. Entonces empieza el otro relato, el

de la vida de Andrés Quintana. Se encuentra realizando una traducción, cuando recibe una

llamada de Ricardo Arbeláez, antiguo compañero suyo de la universidad y el medio literario


y le invita a escribir un cuento para una revista que lanzará próximamente. Quintana acepta.

En seguida, es presentada una especie de biografía de Quintana y el ambiente de fracaso

general de su vida y la dubitación respecto a su carrera como escritor. En ese momento es

cuando recibe la llamada de Arbeláez. Escribe el cuento en una sola noche y al día siguiente,

13 de agosto, acude a las oficinas de su ex compañero para entregarlo. Arbeláez y un socio

leen en privado el cuento de Quintana que termina por ser rechazado. Luego de discutir,

Quintana abandona las oficinas y se dirige al metro. En un momento advierte a un individuo

americano, el capitán Keller, e intenta huir, pero es atrapado por tres hombres que lo

acechaban.

La estructura de “La luna decapitada” es más sencilla. Comienza con la imagen de

Florencio Ortega atacando a Aureliano Blanquet y su tropa; éste último es un personaje

histórico real de la Revolución. Ortega encuentra en el hecho de que Blanquet fue aliado de

Victoriano Huerta en el derrocamiento de Francisco I. Madero, un aliciente personal de

venganza. Blanquet cae en una barranca con su caballo. En la siguiente escena, Ortega le

entrega al general Francisco L. Urquizo, otro personaje histórico, la cabeza de Blanquet, ante

la cual se horroriza por su aspecto y olor, y le reprende por su acto cometido. En otra escena,

Urquizo señala la decapitación como salvajismo, ante lo cual Ortega explica que, luego haber

ingerido alcohol recordó una leyenda popular que contaba que había ocasiones en que la luna

era decapitada por su hermano, al ella intentar matar a su madre. Urquizo, individuo letrado

y representante en el cuento de lo “civilizado”, le señala que conoce la historia de la

Coyolxauhqui, pues la aprendió en la escuela o leyéndola en algún libro, ante lo cual Ortega

responde que no sabe leer. Después de otra batalla, Ortega entrega nuevamente una cabeza

decapitada y recibe un ultimátum. La siguiente escena es un diálogo, a mediados de los 40,


entre dos veteranos de la Revolución, quienes comentan la suerte de Ortega y su fallido

intento de escalar en el poder, en parte por sus excesos y en parte por su condición de

analfabeto. Terminan en la incertidumbre sobre su final, así como la esperanza de que su

participación en la Revolución se vea recompensada con la llegada de Maximino Ávila

Camacho al poder. En la escena final, Florencio Ortega se encuentra un sitio yermo, a la

entrada de una hacienda calcinada, y se duerme. Al despertar, ya de noche, se levanta y

tropieza. En el reflejo de un charco, ve la cabeza decapitada de Blanquet, en lugar de su

rostro. Intenta arrancársela sin éxito y escucha el trotar de caballos que lo persiguen. Entiende

que está en el Mictlán, condenado a que soldados muertos lo decapiten.

LO FANTÁSTICO Y LO PREHISPÁNICO

De acuerdo a Ana María Barrenechea, los textos de literatura fantástica son aquellos en los

cuales se pone “el centro de interés en la violación del orden terreno, natural o lógico, y por

lo tanto en la confrontación de uno y otro orden dentro del texto, en forma explícita o

implícita” (61). Así, podemos encontrar en estos dos cuentos un ejemplo de textos

fantásticos, pues en ambos el orden lógico que nos ofrece el texto es roto.

Tanto en “La fiesta brava” como en “La luna decapitada” nos es presentado un

paradigma de realidad. Este paradigma es reforzado a través de la lógica misma de los actos

que realizan sus protagonistas, como por las múltiples referencias históricas que Pacheco

inserta a lo largo de sus textos. En “La fiesta brava”, el contexto histórico y social de

principios de los setenta, en el que está inscrito el personaje de Andrés Quintana, es expresado

por la canción que se escucha mientras realiza su traducción, “Chirpy Chirpy Cheep Cheep”
de la banda Middle of the Road. El juego borgeano de inventar libros con datos que les dan

un aire verosímil y los diferentes guiños intertextuales, también son parte de esta

construcción de un paradigma de realidad, así como la rigurosa referencialidad a sitios de la

Ciudad de México.

En “La luna decapitada”, la construcción del paradigma de realidad del texto obedece

más a una reconstrucción histórica de la época. En primer lugar, Aureliano Blanquet y

Francisco L. Urquizo, dos de los protagonistas, existieron en realidad y participaron en el

conflicto revolucionario mexicano; del primero constan, inclusive, fotografías de su cabeza

decapitada. Se menciona a protagonistas de este periodo como Álvaro Obregón, Venustiano

Carranza y Félix Díaz y en un fragmento, Ortega se encuentra leyendo en un periódico la

noticia sobre la muerte de Emiliano Zapata, acaecida en abril de 1919. Aquí existen

disonancias en las fechas, pues algunas biografías de Blanquet señalan 1918 como año de su

muerte, sin embargo, consta el testimonio de Rodolfo Calderón Vivar, académico de la

Universidad Veracruzana, el cual afirma que su abuelo, Sabino Calderón Vivar, decapitó a

Aureliano Blanquet el 15 de abril de 1919 y que posteriormente “llevaron su cabeza a

Veracruz, donde se exhibió por varios días”. De esta manera, el margen temporal con

respecto a la muerte de Zapata quedaría completamente acorde.

Al final de ambos cuentos, se produce un suceso insólito que rompe con la estructura

lógica de la realidad presentada en ambos cuentos. Este suceso es la fragmentación misma

de los límites entre la ficción y la realidad, pues la primera entra al “mundo real”; el capitán

Keller, que estaba circunscrito a la ficción de Andrés Quintana, irrumpe en su propia realidad.

Mientras que en “La luna decapitada”, Ortega termina en el Mictlán siendo perseguido por

muertos que buscan cercenar su cabeza, cuando en su paradigma de realidad, este no era más
que un lugar inscrito en la ficción de la literatura oral, como la conoció él a través de las

historias populares, o escrita, tal como Urquizo las leyó.

En ambos relatos, el rompimiento del paradigma está signado por lo que Arbeláez

llama el “sustrato prehispánico”. El elemento fantástico de las narraciones viene de la raíz

precolombina de México, y más específicamente la de la Ciudad de México, pues los

elementos prehispánicos que tienen ambos cuentos (la Tenochtitlan subterránea, el Templo

Mayor, la diosa Coyolxauhqui y su hermano Huitzilopochtli, etc.) están más emparentados

con los pueblos nahuas que habitaron en lo que es hoy la Ciudad de México y alrededores,

que con otras colectividades precolombinas del resto del país. Quintana, así como el capitán

Keller de su cuento, desaparece el 13 de agosto, el día que marca la caída definitiva de

México-Tenochtitlan. Y Ortega es mandado al inframundo mismo de los mexicas.

Anteriormente se ha mencionado el uso reflexivo y crítico que Pacheco hace de la

historia. En ambos cuentos, la irrupción fantástica de la raíz prehispánica de la historia

nacional, cuestiona el presente del cuento. En “La luna decapitada”, pareciera que la condena

Ortega es aplicada a quienes ejercen la violencia más despiadada contra sus víctimas, si bien

esta noción del castigo en el Inframundo parece estar más relacionada con la concepción

judeocristiana del mismo, mientras que en “La fiesta brava” la irrupción está precedida por

una crítica a las represiones sangrientas llevadas a cabo por el Estado mexicano; cabe

destacar que al momento de la publicación del cuento dichos acontecimientos se hallaban

muy cercanos. La relación que se hace entre el sacrificio prehispánico con dichas masacres

resulta estremecedora: México ha vivido siempre bajo el derramamiento de sangre.


Referencias

Barrenchea, Ana María. “Ensayo de una tipología de la literatura fantástica (A propósito de


la literatura latinoamericana)”. En Teorías hispanoamericanas de la literatura fantástica.
José Miguel Sardiñas (ed.). La Habana: Fondo Editorial Casa las Américas; Editorial Arte y
Literatura. 2007. 59-69. Digital.

Berlanga, Ángel. “México en la piel”. Página/12. 8 mayo 2011. (Web).


https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4260-2011-05-
08.html?fbclid=IwAR1iXblnWSep5K3BRTFiYaVMZawKISI8MVUSG4wRpSEAPcQmtF
UYpjYmh2I

Calderón Vivar, Rodolfo. “Recuerdos de la Revolución Mexicana: De cómo mi abuelo,


Sabino Calderón, le cortó la cabeza a Aureliano Blanquet”. EfACICO. Sitio de Egresados de
la Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación.18 nov 2011. (Web).
https://efacico.com/2011/11/18/recuerdos-de-la-revolucion-mexicana-de-como-mi-abuelo-
sabino-calderon-le-corto-la-cabeza-a-aureliano-blanquet/

Eliot, T.S. Cuarto cuartetos. Trad. José Emilio Pacheco. Ciudad de México: Ediciones Era;
El Colegio Nacional. 2017. Impreso.

Lozano Herrera, Rubén. “Memoria, novela e historia: Las batallas en el desierto y algunas
posibilidades de acercamiento al pasado”. En José Emilio Pacheco: perspectivas críticas.
Popovic Karic, Pol y Chávez Pérez (coord.). México: Siglo XXI; ITESM. 2006. 138-153.
Impreso.

Pacheco, José Emilio. El principio del placer. México, D.F.: Ediciones Era. 1997. Impreso.

---. El viento distante. México, D.F.: Ediciones Era. 2000. Impreso.

---. Islas a la deriva. México, D.F.: Ediciones Era. 2006. Impreso.

---. La arena errante. México, D.F.: Ediciones Era. 1999. Impreso.

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