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¿Niños a
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Una cálida respuesta a las angustias
más comunes de los niños
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SERIE
D r. John Pearce
1. Comer: manías y caprichos
2. Ansiedades y miedos
3. Berrinches, enfados y pataletas
4. Parientes y amigos
5. Peleas y provocaciones
(>. Buenos luífyitos y malos hábitos
Frangoise Dolto
¿Niños agresivos
o niños agredidos?
PA Í D O S
RftTCHkUlft
B uofM l Atrwi
Título original: Lorsque l'enfant paraít, tome 7
Publicado en francés por Éditíons du Senil, París
Q uedar rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita di» los titularos del
«Copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de
esta obra por cualquier método o procedimiento, comprendidos la reproiíreífa y el
tratamiento Informático, y la distribución do ejemplares de ella mediante jk ju ile r o préstamo
públicos.
ISBN: 84-7509-549-6
Depósito legal: B-48.906/1998
Indice
Prefacio ...................................................................................... 9
1. Siempre hay una razón ...................................................... 20
2. El hombre lo sabe todo desde pequeñito......................... 26
3. Ya ves, te esperábamos ...................................................... 31
4. Cuando el padre se ausenta .............................................. 39
5. ¿Qué es lo justo? ................................................................ 42
6. Retener y hacer .................................................................. 50
7. ¿Quién abandona a q u ié n ? ............................................... 53
8. Cada niño es diferente para d o rm ir................................. 61
9. Querer “bien” y am ar “ con deseo” ................................. 68
10. G ritar para hacerse oír ...................................................... 74
11. Separación, angustias ........................................................ 80
12. Preguntas indirectas .......................................................... 84
13. ¿Hay madres fatigadas? .................................................... 94
14. El mayor es un poquito la cabeza, y el
menor, las p ie rn a s.................................................... 99
15. ¿Qué es una cosa verdadera? ........................................... 106
16. Morimos porque vivim os.................................................... 109
17. El bebé hace a la mamá .................................................... 115
18. Un poco más de tiempo en la c a s a ................................... 119
19. Algo sobre: “ debe hablar a esta edad” ........................... 123
20. Será a r lis ia .......................................................................... 128
21. Preguntas mudas ................................................................ 134
22. A lo hecho pecho ................................................................ 139
23. Comprender otra lengua. Adoptar nuevos p a d r e s ........ 143
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lices son aún éstos comparados con los que quedan segrega
dos, separados de sus padres para ser objeto de curas sani
tarias o para pasar largas temporadas en instituciones que, en
definitiva, casi siempre los convierten en ciudadanos aparte.
Lo cierto es que habría que hacer algo mucho antes, desde
el momento en que el niño plantea problemas a la madre en
la vida de relación o durante su crianza. Pero, ¿qué hacer?
En numerosos casos, los padres son lúcidos y quisieran
comprender el fracaso de sus esfuerzos de crianza; pero aquí
se trata de problemas de educación general y los padres lo
intentan “todo” , como dicen, y se angustian al no obtener
resultados, en tanto que el niño pierde la alegría de vivir a
causa de que no logra hacerse entender, pues sus trastornos
de desarrollo son llamadas de ayuda dirigidas a aquellos de
quienes por naturaleza el hijo lo espera todo. Al provocar
la angustia de los padres, el propio niño se angustia aún más.
¿No será posible ayudar a los padres que se encuentran
en dificultades a expresarse, a reflexionar acerca del sentido
de las dificultades de sus hijos? ¿No será posible ayudarlos
a comprender a sus hijos y a socorrerlos en lugar de hacerlos
callar o ignorar los signos de sufrimiento infantil? Habría que
informar sobre la m anera en que es posible devolver la segu
ridad a un niño, permitirle que se desarrolle, hacer que re
cobre su confianza en sí mismo, después de haber pasado
pruebas o adversidades como, por ejemplo, una enfermedad
grave, una deficiencia física, mental o afectiva. Para los
padres no hay mayor prueba que la de comprobar su propia
impotencia frente a los sufrimientos físicos o morales de su
hijo, ni hay mayor prueba para un niño que la de perder el
sentimiento de seguridad existencial, el sentimiento de con
fianza natural que le inspira el adulto. Se impone pues infor
m ar a los padres, responder a sus demandas de ayuda. Hay
que quitar el elemento dramático de las situaciones bloqueadas.
Hay que eliminar el sentimiento de culpa de unos y otros a fin
de despertar las facultades de reflexión; es preciso prestar
13
apoyo a padres y madres para que conciban de m anera dife
rente sus papeles de auxiliares en el desarrollo perturbado de
su hijo; ayudarlos a veces a comprenderse ellos mismos, a tra
vés de las dificultades que exhibe ese único hijo perturbado,
causa-aparente—a veces real— del desasosiego de los padres,
de dificultades que a menudo, sin ellos saberlo, son una
reacción a sus propias torpezas que traban la evolución del
hijo hacia la adquisición de autonomía, hijo al que dan, según
la edad y la naturaleza, demasiada libertad o no la suficiente
libertad. ¿Era posible hacer esto? ¿No habría por lo menos
que intentarlo?
¿No existía aquí el peligro de que la gente creyera en la
existencia de soluciones ya hechas, en fórmulas educativas efi
caces, siendo que a menudo se trata de problemas emocio
nales complejos que reconocen sus raíces en los adultos, con
vertidos en padres, quienes repiten comportamientos de sus
propios padres... o, por el contrario, se oponen al hecho de
ser genitores, comprometidos demasiado jóvenes con las car
gas familiares que no consiguen afrontar cuando al mismo
tiempo continúan su propia adolescencia prolongada, com
prometidos demasiado pronto en una vida responsable? Desde
luego, no cabía esperar gran cosa de este tipo de transmisión,
pero, ¿era ésa una razón para desentenderse? Por supuesto
que el programa suscitaría multitud de objeciones; pero ¿era
ésa una razón para no intentarlo? Por cierto que muchas
situaciones familiares son demasiado delicadas, entran en
juego demasiados procesos inconscientes en las pérdidas de
comunicación dentro de una familia, para que los padres pue
dan volver a encontrar la serenidad necesaria para este tipo de
reflexión; tanto más cuanto que los padres en dificultades es
peran de sus hijos y de sus éxitos el consuelo a sus propios fra
casos personales. [Cuántos padres hay que, heridos en su in
fancia, decepcionados en su vida afectiva de pareja y decep
cionados de sus semejantes, desalentados profesionalmente,
cifran todas sus esperanzas en sus hijos, cuyo menor fracaso
los desespera y a los que abruman con una responsabilidad
M
cartas que yo elijo, lo cual nos permite optar por los temas
dominantes del día; a los sacrificados técnicos y secretarios
de la cabina 5348,116, avenida Président-Kennedy, París XVI*.
1. Siempre hay u n a razón
(Cuando el niño aparece)
Cada uno debe tomar su propio ritmo. Pero, ¿por qué “en
su cuarto” ? Un niño se duerme donde estamos todos. Cuando
tiene sueño, se duerme en cualquier parte, y eso es mucho
mejor. Cuando oye hablar alrededor de él, se dormirá más
fácilmente. El bebé tiene necesidad de dormir mucho, pero
para eso, no es necesario ponerlo aparte y dejarlo en un desierto.
Cuando dormía en el vientre de la madre, el ruido no lo moles
taba; luego, se despertaba, pues en el vientre de su madre, el
bebé ya duerme y se despierta.
¿Lo ideal? Bueno, como usted dice, eso sería válido hasta la
edad en que el niño anda definitivamente; según los niños, la
m archa confirmada, que es el comienzo de las acrobacias, se
sitúa alrededor de los dieciocho meses, pues un niño comienza
a andar entre los doce y los catorce meses. Lo ideal sería —a fin
de que las madres tengan momentos de descanso— que se arre
glaran entre dos o tres que tuvieran hijos de más o menos
la misma edad para que se turnaran en el cuidado de los niños,
por las tardes... De esa manera, cada tres días, por ejemplo, la
misma señora cuidaría a los niños. Al cabo de cierto tiempo
éstos se acostumbrarían a ese ritmo. Como se sabe, los niños
se crían mejor con otros de su misma edad que solos.
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¿ Y es eso grave?
Una señora nos dice: “Tengo una niña de cinco años cuyas
reacciones me dejan a veces perpleja. ¿Qué actitud asumir con
una pequeña que me pega o hace ademán de darme un golpe
cuando le ordeno hacer algo o m e niego a darle algo? Claro está
que estas cosas sólo ocurren cuando está de mal hum or”.
Esta señora agrega que lo ha “intentado todo”: la indiferencia,
la ironía, el furor...
La corresponsal no lo dice.
l,d ironía,
La ironía... Me parece que, en última instancia, esas dos
personas han entrado en una especie de juego: ¿Quién será la
que mande a la otra? Debe tratarse de una chiquilla muy inte
ligente, pues no es lo mismo pegar realmente, que hacer ademán
de pegar. Hacer ese ademán significa: “ ¡Cuidado! ¡Cuidado!
¡La que m anda soy yo, no tú!” Cuando la niña pega de veras,
lo hace sin duda porque está nerviosa. Creo que, cuando procede
de esta manera, la madre debe decirle: “Oye, te digo cosas
que no te gustan, pero hago lo que puedo; si no estás contenta,
no tienes que venir a verme. Puedes permanecer en tu rincón, en
tu cuarto. Pero si te acercas a mí, te diré lo que pienso” .
Creo que hay que hablar con esa niña y no fingir que está uno
enojado o ofendido con ella o cualquier otra cosa. También
creo que hay que bromear y reír con la chica: “ ¡Ah! ¿Tu
mano quiere pegarme? ¿Y tú qué dices?...” . Porque la niña
puede tener reacciones de sus manos y pies, que a ella misma
se le escapan. Esto parecerá curioso, pero hay que decirle:
“Vaya, ¿por qué quiere pegarme esa mano? ¿Porque te dije
algo que no te gustó? Pero tú, también me dices cosas que a mí
no me gustan. ¿Y acaso te pego yo?” O si tienes un osito:
“Aquí tienes el chirlo que me diste, se la devuelvo a tu osito,
¿y qué dice el osito?...” . Hay que convertirlo todo en una especie
de juego: tengo la impresión de que esa chiquilla quiere, sobre
todo que su abuela (o su madre) se ocupe de ella y sólo de ella.
Desgraciadamente, en la carta no se nos dice si esas escenas
ocurren en público o en la intimidad.
¿ Y las palizas?
Depende...
¿Piensa usted, de una manera general, que kay actitudes
que merecen un par de bofetadas?
Las madres, cuando eran pequeñas, recibieron a veces al
gunos azotes que les parecieron bien... ¿Por qué entonces abste
nerse de dárselas a los hijos? De esta manera hacen lo que
hicieron por ellas. Hay chicos que son muy sensibles a los azotes:
si de vez en cuando no se les da una paliza, creen que no se
los quiere. Todo depende del modo de ser de la mamá. No se
puede decir de una manera absoluta si los azotes son buenos
o malos. Las palizas suponen un conjunto de cosas...
No. Pero creo que, si se puede, hay que evitar todo lo que
entraña humillación para el niño. No hay que humillarlo nunca.
La humillación, ya se infiera por burla, ya se lo haga por enojo,
es destructora. Además, aunque en el momento calme al adulto
y a veces también al niño, la paliza puede ser perjudicial a
la larga (y la educación tiene miras de largo plazo). En todo
caso, si el padre o la madre quieren obrar con rigor, que nunca
i
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castiguen a su hijo en público. Será conveniente que lo lleven
a su habitación y que allí le den la reprimenda del caso. Si la
mamá es presa de cierto nerviosismo y se le van las manos...
¿qué quiere usted? no se le puede impedir. Eso no quiere decir
que sea una mala madre. Hay madres que jamás tocan a sus
hijos y que sin embargo en sus palabras y en su comportamiento
son mucho más agresivas y sádicas que las madres que dan
paliza.
Lo que se nos escribe precisamente aquí revela un signo de
debilidad de parte de ios mayores, debilidad y falta de control
de uno mismo. De manera que aquí el adulto da un mal ejemplo.
Un adulto que habla con violencia y agresividad, que obra de
manera irascible y se abandona a explosiones de cólera ante su
hijo, no debe asombrarse de que a los pocos meses o años
ese hijo hable y obre de la misma manera con los que son
más débiles que él. Repito que un niño pequeño ve “bien” todo
lo que hace el adulto; .diría yo que hay aquí cierto encegue-
cimiento. Y tarde o temprano, el niño lo imitará, tanto en su
conducta frente al propio adulto como en su conducta con los
demás niños.
En todo caso, y para volver a referirnos a los azotes, cuando,
por falta de dominio de sí mismo, el adulto no puede abste
nerse de dar unos azotes, que no se dé la excusa fácil de que
obra así con un fin educativo, porque eso es falso. Y por lo
menos, que la paliza nunca sea una cosa pospuesta: esta noche
o el sábado te daré “la” paliza. Porque aquí, puede darse
una actitud perversa, gozosa del adulto, que pervierte también
al niño y que resulta humillante para los dos, además de ser
antieducativa; si el niño teme al adulto, pierde su estimación
por él en seguida y lo juzga como lo que es: un ser débil, incapaz
de dominarse, o aún algo peor, un ser sádico en frío.
6. Retener y hacer
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53
54
Justamente.
¡Vaya! Es curioso.
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Por otro lado, ¿hay una edad límite que no habría que sobre
pasar? No hay que conservar demasiado tiempo a un niño en
la casa, ¿no es cierto?
¿Por qué volver a los pañales?, ¿qué relación tiene eso con
lo demás?
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Aparentemente sí.
c]uc es una niña muy bonita y que con el tiempo llegará a ser
una hermosa muchacha y luego una mujer como su madre.
Pero también puede ocurrir que esta niña de tres años duerma
todavía encerrada en una cuna de barrotes y no pueda salir
de ella sola para hacer pipí. Habría que quitar esos barrotes
o cambiar de cama.
Diré también unas palabras sobre los calmantes.
El médico tiene toda la razón del mundo: los calmantes
sólo arreglan la situación de la madre. Pero lo que también
arreglaría la situación de la madre sin perjudicar a la hija sería
que ésta fuera de vez en cuando a dormir a otra parte, por
ejemplo, en casa de una amiguita. Si la chica fuera a dormir
a la casa de una prima o de una amiga, en ocho días termi
naría este problema. Lo que ocurre es que esta niña está sola
y que, según pienso, a los tres años siente celos de las dos
personas que se acuestan juntas en la misma cama.
En todo caso, no se trata aquí de regañar ni de aplicar
calmantes; lo que hay que hacer es tratar de que la niña com
prenda lo que pasa en ella en ese momento de mutación de los
lies años: el crecimiento del cuerpo en un lecho estrecho que
la infantiliza y con el cual choca a cada momento y el desarrollo
de su inteligencia que le hace observar los “pipis” , es decir,
la ditérencia sexual sobre la cual no recibió tranquilizadoras
palabras de información por parte de la madre. Drogar a una
niña que no duerme no es una solución. Hay que comprender
que la pequeña crece en cuanto al tamaño y en cuanto al
conocimiento. De manera que hay que obrar de conformidad
con estos hechos y hablar con la niña.
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Sí, eso es. Cuando la madre le pide tan sólo que vaya a la
varse las manos antes de sentarse a la mesa, el chico se niega
a hacerlo. Cuando la madre quiere continuar hablando, el hijo
vocifera: “Basta, basta, deja de hablar... ". E n la carta leemos:
“Y esos gritos escapan a todo intento de explicación'. Para que
el cuadro sea completo, digamos algo sobre el carácter del niño:
es sensible, afectuoso, mimoso; juega a menudo con el herma-
nito a quien visiblemente quiere. La carta termina con una
especie de autocrítica: “M e parece que a veces pedimos dema
siado a este chico. L e pedimos que sea muy juicioso, muy bien
educado, que nos preste pequeños servicios. Quisiéramos en
contrar el justo equilibrio entre nuestro deseo de tener un hijo
feliz y nuestros propios problemas de enervamiento; cuando
nos enojamos no lo hacemos en el momento oportuno; no
estamos a la altura de nuestros principios". Esta madre, le pide
a usted algunos consejos sobre la actitud que convendría adop
tar para que ese chico no se encierre tanto en sí mismo y sea
menos agresivo.
para un nido pacha y madre carnales. Creo que los niños muy pe
queños tienen necesidad de saber quiénes son sus progenitores
y también si este hombre, el compañero elegido ahora por la
madre, es decir, su “papá” actual, es o no es su padre. Ahora
son comunes esas situaciones ilegales, de concubinato. Si los
padres asumen la situación deben explicar al niño el sentido
que tiene su vida, el sentido que tuvo para ellos su concepción
y la vida misma del niño; si ahora los padres viven separados,
cada cual lo ama y los dos se sienten responsables del hijo
hasta el momento en que él sea capaz de ser responsable
de sí mismo. Creo que un niño necesita saber que aquel otro
chico es su hermanastro por parte de padre y aquella chica
su herm anastra por parte de madre, etc. Debe explicársele el
apellido que lleva y mostrarle que ése es el punto que lo re
laciona con la ley, que rige el estado civil para todos; esto
no siempre ocurre de conformidad con los sentimientos de
filiación o de conformidad con la concepción misma.
Es cierto.
Seis meses.
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Bonita idea...
¿Por qué no? Es decir, cuando los padres pasen esa pe
lícula... bueno, la niña puede estar presente, sin que por ello
se la obligue tampoco a mirarla.
prende, tanto peor para 61. Pero sí los padres advierten que
el hijo asistió a su coito, tendrán que decirle: ‘‘Bueno, eso
es lo que yo te habla explicado. Eso es lo que acabas de
ver” . A mi juicio ese señor se engaña pensando que su hijo
debe asistir a las relaciones sexuales de sus padres. La expe
riencia sería traumatizante, pues la genitalidad de un ser
humano está construida en el pudor, en el respeto de los
demás y en la castidad de los adultos ante los niños; es más
aún, hay que tener en cuenta las sensaciones de los niños
en relación con una sensibilidad en vías de desarrollo. No,
no, nada de trabajos prácticos incestuosos con la complicidad
de los padres. Es una experiencia que pervierte al niño.
13. ¿Hay m adres fatigadas?
94
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Por supuesto.
Exactamente.
que mucre. May que hablarle del corazón que ama y decirle
que él no mucre mientras hay personas que se acuerdan de él
y que lo aman. Esa es la única manera de responder a
un niño.
Sería conveniente que en noviembre, en el día de todos
los difuntos, las familias hicieran un paseo por los cemente
rios, tan hermosos en ese momento, y que allí se respondiera
a todas las preguntas de los niños que se pondrían a descifrar
los nombres y las fechas sobre las lápidas de las tumbas.
Todo eso les parecerá muy remoto y dará motivo a muchas
reflexiones, pero después todo debe ser muy alegre; que se
les dé luego una buena merienda mientras se les dice: “Bueno,
por el momento estamos bien vivos” .
Por completo.
No sé, tal vez sea cierto, pero esto estaría de acuerdo con el
hecho de que todavía no hable. Cuando los niños no hablan
tienen tendencia a hacer con los brazos y la boca contacto
con los demás, es decir, abrazarlos y besarlos. Es probable
que este niño haya sido un poco demasiado mimado, mano
seado, besado... Hago notar a las mamás, que si bien para
ellas puede ser muy agradable abrazar y besar la carne del
bebé — jes tan dulcel—, los pequeños antes de los dos años
o de los dos años y medio, confunden el beso, un poco, con
el canibalismo. Y, en lugar de am ar hablando y cooperando
en los actos de los padres, en el juego con objetos, aman
mediante el contacto corporal. Creo que este pequeño se en
cuentra en este momento en tal situación. Me parece que,
cuando se encuentre en presencia del otro pequeño hay que
decirle: “Ya ves que es muy chiquito; creerá que quieres co
merlo. Tal vez tú mismo creas que tu abuela, tu tía y yo
misma vamos a comerte cuando te abrazamos y besamos...
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i
Es cierto.
¿Y por qué no? Era una chica inuy despierta. Eso es per
fectamente natural. De todas maneras debo agregar algo más:
si un niño de alrededor de dos años —cuando está apren
diendo bien una lengua— es trasladado a otro país, hay que
ayudarlo; generalmente, cuando deja de hablar su primera
lengua hay que tratar de volver a hablarle en ella, volver a
cantarle las canciones de cuando era pequeño e introducirlo
poco a poco, apelando a medios muy sencillos (los nombres
de los objetos, por ejemplo), en la nueva lengua: “Aquí esto
se dice así” . Conviene que continúe hablando con sus padres
como lo hacía antes. Aprenderá la nueva lengua con los otros
niños, con sus amiguitos.
24. Los niños tienen necesidad de vida
(Esparcimientos)
Eso es. A los niños les gusta también ver crecer plantas.
En realidad, tienen necesidad de vida.
Creo que la niña de la que estamos hablando compren
derá que no puede tener en su casa un perro. Quizá tenga
ganas de hacer como alguna amiguita que posee un jardín.
Puede mencionársele el ejemplo de un perro desgraciado por
que vive en una casa estrecha que la niña conoce; hay que
hablar con ella. No debe creer que los padres le niegan el
perro porque quieren contrariarla.
Pero ocurre que cuando los varones y las niñas están juntos,
ellos mismos quieren distinguirse los unos de las oirás, quie
ren diferenciarse. Eso ocurre cuando los niños son pequeños.
Les gusta diferenciarse los unos de los otros, hasta el punto
de que los varones se sienten atraídos por los juegos de movi
miento y las niñas por los juegos sedentarios y conservadores.
Esto forma parte del genio natural de cada sexo. A partir
de los tres o cuatro años, a los niños les gusta jugar entre sí;
si hay uno de carácter dominante, ya sea una niña, ya sea un
varón, que elige los juegos, pues el otro jugará a lo que él
disponga porque le gusta su compañía. Ello no impide que
los varones jueguen con muñecas, sólo que juegan de manera
diferente de como lo hacen las niñas; ni que las niñas jueguen
con autitos, aunque lo hagan de una manera diferente de la
de los varones.
25. Cuando se toca el cuerpo del niño
(Las operaciones)
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101
"... tres o cuatro horas por día cada vez. Las condiciones
de recepción eran excelentes. Pero a la hora de la comida
y de cambiar a los bebés ocurría lo siguiente: en ese momento
las puericultoras se ponían un guardapolvo blanco y tomaban
a los niños; ¡os míos se ponían inmediatamente a llorar a
gritos; comenzaban a hacerlo apenas se les acercaban los
guardapolvos blancos y continuaban llorando mientras du
raban los cuidados... Pensé entonces que mis hijos asimilaban
las puericultoras de guardapolvo blanco con las enfermeras
que habían conocido en los servicios para niños nacidos pre
maturamente; de manera que para infundir confianza a los
mellizos, para mostrarles que los guardapolvos blancos no
significaban una separación de la mamá, yo misma m e puse
un guardapolvo blanco para bañarlos o darles el biberón en
casa. A partir de aquel momento ya no se registró ninguna
reacción de miedo o d e s a g r a d o A l cabo de varios días.
cuando esta madre volvió a llevar a sus hijos a la guardería,
tampoco se produjo ninguna reacción ante los guardapolvos
blancos de las puericulturas.
Naturalmente.
28. Decir “no” p ara hacer “ sí”
(La obediencia)
¿Cómo es eso?
*
I
183
«
31. ¿Quién es “uno” ?
(Papá y mamá)
padre que oye tales cosas tenga el valor de ponerles fin dicien
do: “Oye, es mi marido (y no tu padre) o es mi mujer (y no
tu madre). Si no te gusta, vete a otra parte. Pero no será
a mí a quien vengas a decir semejante cosa. Si tienes algo
que decir a tu madre (o a tu padre), díselo a él directamente.
No tengo ninguna necesidad de saber lo que pasa entre us
tedes” .
Es importante que los padres sepan hablar así, aunque
tan sólo fuera para que el hijo sienta que se respetan el uno
al otro y no se vigilan recíprocamente.
Pero hay que tener en cuenta también que a ycccs un niño
trata de entablar conversación con su padre o su madre to
mando la excusa de hablar del otro; pero después de una res
puesta como la que acabo de indicar, todo puede arreglarse
de manera satisfactoria: “Vaya, no^ tenemos con frecuencia
ocasión de hablar los dos solos; ¿qué te parece si me hablaras
de ti?”, etc. O bien “ Hablemos un rato los dos” . Digo esto,
porque a menudo, los niños no saben cómo entablar la con
versación y creen que el padre o la madre los escuchará si se
queja de alguno de ellos, cuando lo que buscan en realidad
es un coloquio con uno de los padres.
insulten a otro del cual están celosos. Claro está, que hay
también niños que deben sufrir a causa de un chico “sádico"
en la escuela. En ese caso, las madres y los padres no deben
dirigirse ni a la maestra ni a los padres del niño que insultó
al suyo. Pueden ayudar a su hijo yendo ellos mismos a la es
cuela y hablando al que injurió al chico: “ ¿Qué le has dicho
a mi hija? Está muy mal eso que has hecho”, etc. Que los
padres den esta lección al niño que lia hecho un mal moral
real a su hija y que lo reprendan. Esta reconvención por parte
de un adulto basta. Y después hay que suavizar las cosas
y decir: “Sin embargo, eres un chico muy mono. ¿Por qué
eres tan malo con mi hija? ¿Qué te hizo ella? ¿Nada? ¿En
tonces por qué? La has apenado mucho. Vamos, ahora haced
las paces” .
Vea usted, a menudo un niño que injuria a otro lo hace
porque sufre y porque detesta a ese otro, que le parece más
feliz o más querido que él mismo; lo envidia y quisiera ser
su amigo.
También hay muchos chicos que no saben responder a
tonterías triviales y hacen de ellas todo un drama. En ese caso,
los padres podrían reflexionar en la casa e imaginar posibles
respuestas. Hay muchas cosas con las que se puede responder,
por ejemplo, a eso de “batata podrida”. En familia pueden
hallarse réplicas muy divertidas que el niño aprenda y sepa
decir. Aquí se trata de lides verbales y sentido de la broma.
También está el caso de niños a quienes otros castigan
constantemente. Esto ya es diferente. Si las circunstancias pa
recen serias, el padre debe ir a ver lo que pasa. A menudo,
es un pequeño el que ataca a uno mayor: el grande tiene
miedo de sus propias fuerzas y no quiere golpear al pequeño
porque, por ejemplo, en su familia esas cosas no se hacen.
También está el caso de los niños que — no se sabe por qué—
se dejan pegar y hasta provocan a los demás a que les peguen,
pero esto no ocurre sólo en la escuela. No podemos aquí entrar
en los detalles, sin embargo, en el caso de estos pequeños
masoquistas en germen, de estos niños miedosos de todo, exis-
213
Indice analítico
obediencia: 170.
operaciones: 155.
oposición: 170, 174, 191, 198.
ordenar: 171.