Está en la página 1de 20

LA ACCION SITUADA EN EL DESARROLLO DE LA ACTIVIDAD1

Pascal Beguin2 e Yves Clot3

Resumen

Luego de dar cuenta brevemente de las diferentes corrientes de la acción situada y de la


cognición distribuida, se examinan sus aportes desde el punto de vista de las teorías de la

OM
actividad, y particularmente desde las relaciones entre funcionamiento y desarrollo de la
actividad. Se argumenta que la acción situada, en la búsqueda de retornar al sujeto a la
situación y reencarnarlo socialmente, plantea un límite a la psicología cognitiva. Aún
cuando situemos las invariantes de la acción al exterior del sujeto, son las características
de la situación las que explican la actividad. Este balance epistemológico, discutido por H.
Wallon, no permite dar cuenta del desarrollo de la actividad, ni de la relación entre lo que

actores.

.C
es dado en la situación de trabajo y aquello que es generado en la situación por los

Palabras clave: acción situada, actividad, invariantes de la acción, funcionamiento,


DD
desarrollo

¿Cuál es el aporte de las teorías de la acción situada a las teorías de la actividad? En


principio, cabe señalar que un debate como este fue sostenido en la literatura
internacional (podríamos por ejemplo referirnos a Nardi, 1996, o incluso a Engestrom,
LA

1999). Además, el debate debe desarrollarse también a partir de una problematización de


las relaciones entre funcionamiento y desarrollo de la actividad, cuestión que también fue
objeto de análisis anteriores (Clot, 2004). No obstante, se la observará aquí desde otro
punto de vista: el de la acción situada. Tal aproximación nos parece interesante en dos
sentidos. Por una parte, permite conducir la discusión a partir de una cuestión común a las
FI

teorías soviéticas de la actividad (tal como fueron inicialmente desarrolladas por Vygotski,
Leontiev o Bajtin), y de la aproximación en lengua francesa, en psicología (Wallon, Piaget,
etc.) y en ergonomía (en donde la noción de actividad es casi sinónimo de inventiva). Por
otra parte, resulta prioritario esclarecer las relaciones entre lo dado y lo creado en la


actividad, tanto en psicología del trabajo (Clot, 1999; Clot y Faita, 2000) como en
ergonomía (Beguin y Cerf, 2004)4

1
Revista Electrónica Activités, Volumen 1 Número 2, Paris. Traducción del francés de Andrea Pujol
para la Cátedra de Psicología Laboral. Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Córdoba.
Noviembre de 2008.
2
CNAM. Laboratorio de Ergonomía.
3
CNAM. Laboratorio de Psicología del Trabajo y de la Acción.
4
Notemos que las teorías de la acción situada también interesan a la sociología. No se tratará ese
aspecto en este texto, pero se puede referenciar a Havelange (1991) o a Joas (1999).

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


En primer término, se señalarán estas relaciones, de manera sucinta, en las teorías de la
cognición y de la acción situada. En efecto, estas aportaciones constituyen un laberinto,
puesto que refieren a la filosofía (pragmática, fenomenológica), a la sociología (Escuela de
Chicago y etnometodología, fenomenología social), a la antropología (y particularmente a
la antropología cognitiva), a la psicología o a las ciencias de la ingeniería (incluida la
inteligencia artificial).

1. ¿Dónde situar la organización de la acción?

OM
El objetivo de las corrientes de la cognición y de la acción situada consiste en proveer una
teoría de la organización de la acción y no de caracterizar un tipo particular de acción5.
Más específicamente, los debates se despliegan sobre las relaciones de determinación
entre el sujeto y la situación, entre lo interno y lo externo: ¿dónde es necesario situar la
organización de la acción? Conein y Jacopin (1994) argumentan que en las corrientes de la
acción situada, “la organización de la acción es entendida como un sistema emergente in

.C
situ de la dinámica de las interacciones” (p. 476). ¿Qué debemos entender por “dinámica
de interacciones”? ¿Qué quiere decir “emergente”? De manera concreta es posible señalar
diferentes respuestas, e incluso diferentes tradiciones. Distinguiremos aquí al menos tres6.
Una primera que calificaremos de “interaccionista”, encuentra sobre todo sus orígenes en
DD
la sociología. Una segunda, calificada aquí como “ecológica”, está más directamente
anclada en la psicología. Una tercera, “cultural”, que refiere a la antropología cognitiva.

1.1. La aproximación interaccionista


LA

Con frecuencia, al evocar la importancia que tiene la situación en la organización de la


acción, se hace referencia a Goffman, quien sostiene que “no se puede tratar a la
situación como a una prima de provincia”. El uso de una palabra, sin embargo, no es
suficiente para plantear un problema con precisión. Es más exactamente la definición de la
situación por la vía de las interacciones (e incluso de las interacciones cara a cara) lo que
FI

le interesa a Goffman. En efecto, puesto que los participantes se encuentran en presencia


física los unos de los otros, contribuyen en conjunto a una misma definición global de la
situación (Goffman, 1959, p. 18). Esta acepción de la noción de situación, heredada del
interaccionismo simbólico no es habitual ni en el ergónomo ni en el psicólogo: ¿porqué
definir a la situación como dependiendo de la “interacción”?


La respuesta debe buscarse en la historia de la sociología, en particular en el debate que


opone a la sociología funcionalista (Durkheim o Parsons) y a la sociología interpretativa a
la que refiere el interaccionismo simbólico (cuyo padre es H. G. Mead). Entonces, mientras
la sociología funcionalista argumenta que las estructuras sociales pesan sobre el

5
Este punto es aún objeto de debate y es posible referirse por ejemplo a Vera y Simon (1993) para
quienes la racionalidad situacional es un tipo de racionalidad.
6
Notemos que son posibles otras clasificaciones. Es posible referenciar por ejemplo a Lave (1993)
o a Salembier (1996).

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


comportamiento a través del rol restrictivo de las normas, la sociología interpretativa
insiste sobre la producción de lo social a través del comportamiento de los agentes.

Para el interaccionismo simbólico en particular, “la sociedad es algo vivo, aquí y ahora, y
resulta de las interacciones que ligan a las personas unas con otras (…). Es un fenómeno
emergente” (Denzin, 1992). Las estructuras sociales son sometidas a interpretación, y el
orden social es el producto de una improvisación reglada (Mead, 1934). Los individuos
crean el mundo en que viven a través de sus interacciones (Blumer, 1969). La
etnometodología profundizó esta posición interaccionista. La hipótesis de la sociología

OM
positivista, según la cual actuamos en respuesta a un mundo social dado objetivamente,
es reemplazada por la hipótesis según la cual nuestras prácticas sociales cotidianas hacen
el mundo mutuamente inteligible: para dar sentido al mundo cotidiano, los sujetos
disponen de métodos. Son dichos métodos los que constituyen el objeto de la
etnometodología, y es, según nuestro entender, Suchman (1987) quién propondrá el
término de “acción situada” por primera vez.

.C
1.1.1. Del plan a la realización de la acción

Si la aproximación interaccionista de Suchman se sitúa ante todo en el campo de la


DD
sociología, el interés de su trabajo viene justamente del hecho de que no se limita a ello.
Por el contrario, Suchman traza una paralela entre las normas de la sociología
funcionalista y los planes de la psicología cognitiva computacional. Tanto una como la otra
supondrían la existencia de un conjunto potencialmente inconmensurable de afirmaciones
y de presupuestos en segundo plano, a los cuales nuestras actitudes y nuestras acciones
LA

constituyen respuestas. Sin embargo, afirma Suchman, ninguna de las dos logra dar
cuenta de la efectuación o realización de la acción.

En efecto, cuando se producen situaciones experimentales durante las cuales se pide a los
sujetos proveer o producir estas afirmaciones o supuestos, se constata que no se
FI

encuentran disponibles, y que, por el contrario, deben ser producidos. Suchman, deduce
entonces que el plan es engendrado en el campo racional para dar cuenta de la acción,
pero que no es necesario para su realización. Aún cuando el agente tenga a bien
planificarlo todo, ponderar las alternativas entre las cuales elegir en cada etapa, el
cumplimiento de la acción no resultará en la simple ejecución de un plan. Será necesario


ajustarse a las circunstancias, abordar las contingencias, actuar en el momento oportuno


considerando las oportunidades favorables. Suchman escribe: “Introduzco la expresión
acción situada para subrayar que todo curso de acción depende de manera esencial de
sus circunstancias materiales y sociales. Más que intentar abstraer la acción de sus
circunstancias y de representarla como un plan racional, resulta mejor estudiar cómo las
personas utilizan las circunstancias para efectuar una acción inteligente” (Suchman, 1987,
p.50).

En síntesis, el plan es un recurso (cuando es producido antes de la acción), y juega un rol


en la orientación de la acción (toma el ejemplo de un remero que prevé realizar

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


determinada acción para llegar a determinado punto de referencia), o un producto a
posteriori de la acción, una reconstrucción sui géneris que toma a la acción como objeto
de reflexión luego de su realización7. Pero, en ninguno de los casos, da cuenta de la
acción efectiva, ya que esta emerge de las circunstancias.

1.1.2. De la efectuación de la acción a su construcción en situación

Si no se puede dar cuenta de la efectuación de la acción a partir de saberes preexistentes


(los planes de la psicología cognitiva computacional o las normas de la sociología

OM
funcionalista) ¿qué es lo que permite dar cuenta de ella?

Retomando las posiciones de Schutz, según quien “nuestra comprensión compartida de las
situaciones se debe, en gran medida, a la eficacia del lenguaje que es el medio de
contextualización por excelencia”, Suchman investiga en la comunicación verbal el
prototipo de una aproximación contextual de la acción. Dos dimensiones darían cuenta de

.C
la contextualización de la acción por el lenguaje: la indexicalidad y la reflexividad.

La indexicalidad reenvía al hecho de que la significación de una expresión adquiere sentido


en las circunstancias, en lo que se presupone (una expresión tal como “big apple” significa
DD
New York si se lo enuncia en Manhattan) en lo que es percibido, indicado (como es el caso
del uso de los deícticos –pronombres personales, adverbios de tiempo y de lugar o
demostrativos-). La indexicalidad reenvía entonces al hecho de que el lenguaje presenta
una fuerte dependencia contextual que los sujetos aprovechan8. La reflexividad significa
que el lenguaje define el marco de la acción. El lenguaje no está solamente inscripto en
LA

las situaciones, pero en gran parte las determina. En contraste con el paradigma
normativo (en donde se considera que el lenguaje canaliza las convenciones sociales) el
lenguaje crea y acompaña una comprensión compartida de las situaciones singulares.

Para Suchman, decir que la acción emerge de las circunstancias significa entonces dos
cosas: por una parte que la acción depende de las circunstancias (la indexicalidad) y por
FI

otra parte que el hecho de actuar define el contexto de la acción (la reflexividad). De aquí
que la dinámica de interacciones sea esencialmente lingüística9. Es la enunciación lo que
permite el anclaje en la situación, y es igualmente la enunciación lo que define el marco
de la acción. Si hablar contextualiza y sitúa la acción en la situación, queda saber dónde


las teorías de la acción situada ubican la organización de la acción cuando las


interacciones verbales juegan un rol menor en su puesta en marcha efectiva.

1.2. La aproximación ecológica: el pensamiento práctico

7
El estatuto otorgado al plan no estaba tan claro en las formulaciones iniciales de Suchman. Es
posible retomar como referencia la lectura crítica de Visetti (1989) para una discusión sobre este
punto.
8
Este aprovechamiento puede ser infructuoso. Hay entonces mecanismos de reparación (Schegloff,
1984), es decir intercambios que tienden a restablecer un contexto compartido.
9
N. del T. en el original “langagière”

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


La posición de Suchman puede ser considerada fenomenológica en tanto trata es de
identificar las propiedades de la acción antes que haya sido convertida en objeto en el
campo racional. No obstante, esta aproximación no cubre el conjunto del campo de la
acción situada. Otras corrientes se inscriben en una perspectiva que podríamos denominar
ecológica, en la medida en que una parte de las tareas (en particular de las tareas
cognitivas, lo que puede conducir a hablar no solo de acción situada sino de cognición
situada (Conein y Jacopin, 1994)) está relacionada con el entorno.

La aproximación ecológica es el resultante de un conjunto de dudas sobre la validez de las

OM
situaciones experimentales para dar cuenta del pensamiento en las situaciones de la vida
cotidiana. Aún así, ha sido posible distinguir un modo de pensamiento académico o teórico
(ver Neisser, 1976, quien califica medio en serio y medio en broma a la Inteligencia
Artificial de “Inteligencia Académica”), y un modo de pensamiento práctico (Scribner,
1986), cuya especificidad reside en el hecho de que tiene finalidad o se orienta a fines10.

.C
Utilizaremos un análisis del trabajo realizado por Beach (1993) para ejemplificar la
aproximación ecológica. El autor se interesa en las estrategias utilizadas por los mozos de
café para memorizar los pedidos de los clientes. Los mozos utilizan el emplazamiento de
vasos (vacíos o llenos) sobre la barra, o de las mesas de los clientes (la posición de los
DD
posavasos o su estado) para memorizar ciertos elementos de los pedidos hechos por los
clientes. No obstante, esta integración del entorno al sistema de resolución de problemas
no es inmediata. Beach constata en efecto que los operadores utilizan en primer lugar
índices verbales. Y a medida que desarrollan su expertez, utilizan cada vez las
informaciones disponibles en el entorno. Scribner indicó como interpretación de dichos
LA

resultados que “si los expertos utilizan más el entorno y más eficazmente que los novatos,
es posible pensar que volverse competente en un dominio práctico puede corresponder a
un cambio en dirección opuesta a la que propone la teoría psicológica clásica del
aprendizaje” (Scribner, 1986, p.25). Volverse experto implica explotar los recursos del
entorno.
FI

En la aproximación ecológica, “situada” significa que una parte de la organización de la


acción es asumida por el entorno. No obstante, existen al respecto numerosas versiones.
Es posible buscar en el entorno los elementos que orientan y estructuran la acción del


sujeto, o en contrapartida, investigar cómo el entorno es explotado por el sujeto.

1.2.1. El anclaje de la acción

Cuando habla del “anclaje de la acción” (Grounding), la primera perspectiva ecológica


argumenta que las representaciones se encuentran disponibles en el mundo físico. Esta
corriente se apoya fuertemente en la psicología ecológica de Gibson (1979). La idea
central es que percibimos directamente el valor funcional de los objetos, su significación
práctica: aquello que conviene hacer, los riesgos o los obstáculos. Es la noción de
10
En oposición a una forma de pensamiento utilizada para tareas aisladas o sin significación,
ejecutadas como un fin en sí mismas.

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


“affordance”, la que da cuenta de la percepción y postula mecanismos económicos de
tratamiento de la información (la noción de affordance fue desarrollada en primera
instancia por Lewin y la Gestalt). Las affordances se caracterizan por:

• Por una parte, por el hecho de que el objeto es significante, esta significación está
ligada a la experiencia perceptual (y en particular a los trazos dejados por las
experiencias anteriores).

• Por otra parte, por su valor de praxis: un objeto es inmediatamente asociado a una

OM
significación para la acción.

Así, Brooks (1991), por ejemplo, argumenta que los expertos no planifican prácticamente
nada, utilizan habilidades, reglas de acción, que reposan sobre la capacidad de distinguir
índices perceptuales. Es posible entonces hablar de rutinas. La rutina es situada, en tanto
con ella se hace un uso extensivo de lo que está a mano. Más que razonar sobre las

.C
representaciones del mundo, se accede al mundo directamente por la percepción y la
manipulación. “La rutina emerge de las actividades concretas” (Chapman y Agre, 1987).

Subrayemos una diferencia que se ha señalado con frecuencia como fundamental en el


DD
marco de los debates que oponen a los partidarios de la acción situada y de la psicología
cognitiva computacional. Esta última postula que la cognición puede ser definida como
una manipulación formal de las representaciones simbólicas. En la aproximación ecológica,
y muy particularmente en la que está más focalizada en la noción de affordance, el
acoplamiento se efectúa por la vía de la percepción o de la efectuación de la acción. La
LA

noción de tratamiento simbólico pierde aquí en gran medida su interés heurístico.

Haremos dos señalamientos suplementarios. En la hipótesis computacional, el anclaje de


la acción postula una economía de los mecanismos de tratamiento de la información:
éstos son llevados al entorno. Por esta razón esta aproximación interesa a numerosos
sectores, que van desde los estudios sobre la carga cognitiva del trabajo (Kirsh, 2001)
FI

hasta las aproximaciones situadas en inteligencia artificial (donde se habla de “autómatas


situados”, Maes, 1990). Segundo señalamiento: esta aproximación pudo ser calificada de
espacial (Conein y Jacopin, 1994), en la medida en que el anclaje de la acción se efectúa
gracias a las representaciones disponibles en el espacio (físico o social). No obstante, la


variable temporal no puede ser subestimada en la medida en que el desarrollo de la


acción (la rutina) emerge de la interacción con el entorno (Chapman y Agre, 1987).

1.2.2. La construcción de la situación

El anclaje de la acción es objeto de debate al interior de la aproximación ecológica. Kirsh


(1995), por ejemplo, también parte de la idea de que los expertos no planifican. Pero
agrega otra idea: los expertos “dominan” su entorno. Dominar el entorno es una manera
de prepararlo y de estructurarlo. Cuanto más preparado está el entorno, más fácil será el
cumplimiento de la tarea. Tal esquema postula de hecho una cierta heterogeneidad de la
acción; una parte de la acción consiste en alcanzar el fin, en tanto que otra parte organiza

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


el entorno para adaptarlo a la acción. El “dominio”, que Hammond, Converse y Grass
(1992) denominan estabilización del entorno, constituye una dimensión “activa” más que
“reactiva” de la acción. Se trata de una posición bien distinta de la anterior, justamente
por el hecho de considerar esta parte activa de la acción. Más que aprovechar los recursos
disponibles en el entorno, el sujeto crea los recursos de su propia acción. Los trabajos de
Scribner (1986) y de Lave (1988) servirán aquí de ejemplo.

Para dar cuenta de la distinción entre lo dado y lo creado, Lave propone distinguir dos
elementos en la situación: (i) la “arena”, que es el entorno espacial objetivo, es la

OM
situación “dada”, (ii) el setting11, es decir la situación construida desde el punto de vista
de la actividad del sujeto. En un supermercado, por ejemplo, la arena es definida por la
ubicación de los artículos en las góndolas, y por la organización de las góndolas tal como
fueron decididas por los responsables de marketing. En contrapartida, el setting es
definido por el espacio realmente explorado por un cliente (que lo hace objeto de
estrategias ya que no todas las góndolas son visitadas), por el ordenamiento de los

.C
productos en el carro (que Lave muestra que puede funcionar como un soporte mnémico),
y por la lista de compras, etc. En este ejemplo, una parte de la organización de la acción
es efectivamente delegada a la caracterización de la situación, pero también una parte de
DD
la situación es creada a partir de la actividad del sujeto.

Scribner (1986) argumenta que las propiedades del entorno juegan un rol en la resolución
de problemas prácticos. Así, en el caso de los despachantes de botellas de leche, en
Inglaterra, el estado físico de las botellas de leche (vacías o llenas) o sus posiciones
espaciales –la organización su ubicación- juega un rol funcional: estas variables permiten
LA

resolver problemas complejos de recuento y cálculo. Pero el estado del entorno no está
dado en el trabajo. La autora lo subraya: “Las propiedades de la situación asumen un rol
funcional por la iniciativa y por las actividades constructivas de la persona que resuelve el
problema”. En “la actividad constructiva”, la situación es sometida a adecuación y
configurada por el sujeto de acuerdo a las necesidades de su acción.
FI

1.3. Artefactos y cultura

La aproximación cultural, que ilustraremos esencialmente con el trabajo de Hutchins12,


comparte un cierto número de aspectos con la aproximación ecológica, en particular la


noción de “affordance” y de herramienta cognitiva desarrollada por Norman.

De la “affordance”, Norman (1994) retiene la idea de que los objetos tienen una función
de control de la acción (se vuelven hacia los sujetos). Los “artefactos cognitivos” precisan
esta función de los objetos. Algunos tienen una función de representación de la acción (se

11
En español, “ajuste”.
12
Esta aproximación implica igualmente la perspectiva histórico-cultural de Vygotski, que constituye
un espacio de debate un espacio de debate entre los partidarios de las teorías situadas de la
cognición y de la acción y las teorías de la actividad (Cole y Engestrom, 1993; Kaptelinin, 1996;
Rizzo y Martí, 2000).

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


orientan a facilitar la manipulación y la ejecución), otras sirven de soporte informacional
para la acción (ellos facilitan la memoria y el tratamiento de símbolos).13

Los trabajos de Hutchins se inscriben en la misma filiación, con al menos dos diferencias.
Por una parte, los artefactos cognitivos no pueden ser desconectados de variables
culturales, por otra parte, generaliza la aproximación a los grupos. Es la corriente de la
cognición distribuida. En principio, es posible hacer una doble lectura de esta corriente (a
la que el autor mismo contribuye): cognitiva o cultural.

OM
En la aproximación cognitiva, la cognición es aprehendida como un sistema funcional,
compuesto de hombres y artefactos y sus relaciones. Los componentes de un sistema de
estas características se definen por su capacidad de vehiculizar estados
representacionales. Así, Hutchins y Klausen (1992) analizan la cabina de pilotaje de un
avión como un “sistema cognitivo”, en donde la representación de los conocimientos está
de manera simultánea en la “cabeza de los sujetos” y en los artefactos, y donde los

.C
estados representacionales se propagan a través de diferentes medios. Flor y Hutchins
(1991) señalan que “estudiando los fenómenos cognitivos de esta manera, se espera
aprehender los procesos cognitivos a nivel del sistema, por distinción con el nivel cognitivo
individual” (Flor y Hutchins, p.37). Este cambio de unidad de análisis es posiblemente
DD
necesario. Pero para hacerlo, la cognición distribuida ubica sobre el mismo plano a los
artefactos cognitivos y a los sujetos, entendiéndolos a ambos como soportes de
procesamiento de la información. De ahí una crítica con frecuencia dirigida a la cognición
distribuida: postula una equivalencia entre sujeto y objeto (Nardi, 1996). Compartimos
esta crítica: tal reduccionismo nos parece poco heurístico y difícil de sostener en una
LA

perspectiva investigativa.

La segunda lectura, desarrollada en Cognition in the Wild (Hutchins, 1995), es cultural.


Dos aspectos nos parecen centrales:
FI

- Primer punto: las capacidades cognitivas humanas no pueden ser desconectadas


de su medio natural, que es en realidad -en sentido amplio- artificial y en gran
medida cultural e históricamente determinado. En segundo lugar, una gran parte
de estos entornos culturales dependen conocimientos prácticos, poco accesibles al
lenguaje. Se retoma aquí la idea de que la cognición no puede separarse de las


producciones culturales. Tal posición, que es también por ejemplo la de Olson


(1980), no elimina a priori la importancia de la cognición humana. Pero considera
que la cognición es requerida de manera diferente según las tecnologías
disponibles. Por ejemplo, la memoria es requerida de manera diferente de acuerdo
a la existencia o no de un sistema de escritura. Por otro lado, Hutchins subraya
que las tecnologías cognitivas forman un sistema (los artefactos son coherentes

13
Es necesario notar que esta distinción no corresponde a la que hace Vygotski entre herramientas
técnicas y herramientas psicológicas.

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


entre ellos, y las tareas cognitivas impuestas a los sujetos son coherentes con los
sistemas y artefactos).

- Segundo punto: “el poder de la cognición reside en nuestra capacidad de construir


de manera flexible, sistemas funcionales que cumplan nuestros fines asegurando la
coordinación de algunas estructuras” (Hutchins, 1995, p. 316). ¿Qué quiere decir
Hutchins? En principio, que existe una división de las tareas: cada uno es
responsable de un procesamiento local que no puede ser comprendido sin
referencia al conjunto. Pero sobretodo, esta división de tareas no es rígida: existen

OM
arquitecturas diferentes. “El grupo –escribe- puede ser percibido como una
arquitectura computacional”. Por consecuencia, diferentes arquitecturas tendrán
efectos diferentes. Así, ciertas estructuras intentan reducir la producción de
interpretaciones alternativas (facilitan los procesos de toma de decisión), en tanto
que otras, por el contrario, son excesivamente productivas y tornan imposible la
toma de decisión.

.C
¿Qué quiere decir “situado” en esta aproximación cultural de la cognición distribuida?
No es apropiado decir que la “situación” controla la acción. Para Hutchins, existen en
efecto características objetivas de las situaciones que no están cultural e
DD
históricamente “situadas” (es por ejemplo el caso de la navegación en el mar, que
Hutchins denomina nivel computacional retomando a Marr).

No obstante, la situación está doblemente situada:


LA

- En el plano de la ejecución de la acción (y en particular en el plano del tratamiento


de la información), desde el punto de vista de la distribución a través de los
medios informacionales que son los artefactos cognitivos;

- En el plano del control de la acción (es decir de la definición de la finalidad), en el


sentido en que la definición de los fines individuales dependen de la arquitectura
FI

del grupo.

2. Lo dado y lo creado

Resulta ahora necesario intentar evaluar el vuelco propuesto por las aproximaciones de la


acción situada. En muchos aspectos, constituyen una alternativa a la psicología cognitiva


computacional: insistencia en análisis en situaciones reales, limitación del rol funcional de
los planes, revisión del lugar que ocupa la manipulación formal de representación
simbólica, etc. Pero, por sobre todas las cosas, estas aproximaciones insisten sobre la
determinación de la acción por las variables situacionales de las cuales hacen un
inventario. Haciendo esto tienden a reemplazar una psicología del sujeto por una
psicología de la situación. Se trata, para decirlo a la manera de de Fornel y Quéré, de
“resituar en el entorno aquello que había sido indebidamente retirado al atribuirlo a la
mente o al sujeto” (1999, p.29).

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Y en efecto, si seguimos a Hutchins, siempre en Cognition in the Wild, una gran parte de
la organización de la conducta es sustraída al agente, y tomada por la estructura del
objeto o del sistema con el cual se coordina. Tal es así el sentido del término “coordinar”:
“posicionarse uno mismo de tal manera que las restricciones a la propia conducta sean
dadas por otro sistema” (1995, p.200). En estas condiciones, De Fornel y Quéré tienen
razón al plantear que en la cognición distribuida “el control de la acción situada es el
resultado de una instancia exterior, que toma el lugar del piloto mental de los modelos
racionalistas” (1999, p.28).

OM
Como acabamos de ver, no todas las teorías de la acción situada se remiten a la cognición
distribuida. Pero podemos encontrar un denominador común: “lo que hace posible el
pensamiento individual es la existencia de un entorno estable de pensamientos,
concepciones, representaciones y significaciones que no son las de nadie en particular,
sino de una mente objetiva cuyos soportes son las prácticas, los usos y costumbres y las
instituciones de una sociedad” (de Fornel y Quéré, 1999, p.28). Y en esta perspectiva se

.C
insiste, mucho después de Gibson (1979), acerca de la funcionalidad de las affordances
por las cuales un sujeto detecta las invariantes estructurales correspondientes a las
propiedades permanentes del entorno. La extracción de estas invariantes “socialmente
DD
apuntaladas” puede incluso estar dada de manera automática: “quienquiera que se
familiarice con maneras de ser y de pensar de una cultura, con sus usos y costumbres,
objetos y dispositivos que dicha cultura utiliza, con sus técnicas y sus métodos, percibe
inmediatamente y directamente las affordances de los objetos” (Quéré, 1999, p.318-319).
No existe ninguna necesidad entonces en la perspectiva ecológica de adoptar la hipótesis
LA

de una interfaz mental entre el sujeto y el mundo. Existen “ambientes de


comportamiento”, en los cuales se depositan “costumbres en común, pues tienen sentido
las reglas sociales que las personas se dan a sí mismas y aceptan seguir” (p.334). En
pocas palabras, este “acoplamiento entre entorno y comportamiento, situación y
conducta”, contribuye a “reducir la influencia de la metafísica de la subjetividad sobre la
FI

investigación social” (de Fornel y Quéré, 1999, p. 29). Finalmente, las affordances, los
artefactos o la estructura de los grupos sociales, toman la forma de invariante de la acción
situada. Son invariantes situacionales que organizan la conducta y la actividad del sujeto.

Se trata entonces de un desplazamiento importante con respecto a una concepción




endógena y planificada de la acción. Para quien se interesa, como es nuestro caso, por la
dimensión histórico cultural de las actividades y de sus recursos, los desarrollos teóricos
de “la acción situada” no carecen de interés. Por el contrario, es posible pensar que
retoman fuertemente nuestros propios análisis. Se reconocerá en particular, al tomar en
cuenta los contextos materiales y sociales, no sólo una condición de la acción sino también
un elemento constitutivo de ella.

Por lo tanto, nos preguntaremos qué relación establecer entre estas formas estables,
dadas de antemano o preorganizadas como operaciones de la acción, y aquello que
designamos con el concepto de actividad. ¿Toda actividad no está justamente situada

10

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


entre lo dado y lo creado? El análisis del trabajo nos ha familiarizado con la fuerza de lo ya
decidido, de lo dado, de lo “cristalizado” en las estructuras. Pero nos ha permitido
comprender también que la actividad no puede ser reducida a procedimientos de
ejecución puestos en práctica más o menos pasivamente. Igualmente, nos ha permitido
comprender que hasta el gesto más repetitivo del trabajador en la cadena es siempre
único. De golpe es posible comprender porqué Vergnaud y Récopé, en una perspectiva
piagetiana plantearon con justicia que el esquema no es un estereotipo: “lo que es
invariante, es la organización de la actividad pero no la actividad” (Vergnaud y Récopé,

OM
2000, p.45).

Esta distinción nos parece esencial: la actividad asume parte de las invariantes pero no se
reduce a ellas. Con frecuencia, las teorías situadas de la acción buscan las invariantes en
la situación, más que en el sujeto -como lo hace la psicología cognitiva-. Pero
simultáneamente, argumentando que las invariantes de las situaciones explican la
actividad algunas de estas perspectivas abandonan la distinción entre lo invariante, lo ya

.C
dado y lo creado en la actividad. En principio, es posible pensar que se trata más de un
desplazamiento que de una posición inversa a la de la psicología cognitiva tradicional.

Sin ninguna duda, es posible hallar ejemplos de esto en el dominio de la acción situada
DD
como los análisis de D. Laborde sobre la improvisación (1999), o los de Scribner (1986) y
en menor medida de Lave (1988), antes planteados. Pero la tendencia a aprisionar a la
acción dentro de la situación en que se desarrolla, a buscar el control de la acción, tanto
en su contenido como en su realización, es característica de “la acción situada”.
LA

Preferimos pensar que es la actividad, cada vez singular, la que debe medirse con las
situaciones, en sus componentes materiales y sociales. Las invariantes estructurales de la
acción situada son seguramente organizadores de la actividad en situación. Pero no son la
actividad misma. Bajo este ángulo es posible pensar que las teorías de la acción situada,
del mismo modo que las aproximaciones más cognitivas sobre la acción no están lo
FI

suficientemente atentas a los beneficios que podrían sacarse de la distinción entre, por un
lado el funcionamiento expresado por lo invariante lo ya construido o lo dado, y por otro
lado el desarrollo de invariantes en la actividad misma.

3. Funcionamiento y desarrollo


En la búsqueda de retornar al sujeto a la situación, de reencarnarlo socialmente, las


aproximaciones situadas de la cognición y de la acción logran identificar claramente uno
de los límites de la psicología cognitiva, incluidos quienes que se interesan explícitamente
en el desarrollo, como es el caso de Piaget. Pastré (2000) por ejemplo subrayó: si para
Piaget el desarrollo es capital, es endógeno. El medio no tiene más que un impacto
secundario en el desarrollo de un sujeto epistémico alejado de los “contenidos específicos”
de la acción y que “se desarrollaría sólo” (Pastré, 2000, p.48). Sólo cabe preguntarse si,
para escapar a las abstracciones del sujeto psicológico, las aproximaciones situadas no
están, simplemente, exportando las invariantes a la situación misma para

11

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


despsicologizarlas. En tal caso sólo las han transferido, socializado, “distribuido” al exterior
del sujeto, con el riesgo de hacer desaparecer la actividad del sujeto. Abriendo entonces la
puerta a una pura “lógica de las situaciones” en el sentido que toma este término en
Popper: un método que “consiste en analizar suficientemente la situación del sujeto
actuando para poder explicar su acción a partir de la situación” (Popper, 1979, p. 88).

Así, tendríamos por una parte el desarrollo endógeno del sujeto, pero no se advierte qué
papel juegan las situaciones; y por otra parte, el desarrollo exógeno de la situación, en
donde no se ve con claridad el rol de los sujetos. Se plantea la hipótesis de que las teorías

OM
de la acción situada traspasan a las situaciones las aporías que la psicología cognitiva
situaba en el sujeto. En tal caso, incluso si se considerara a la actividad como
estrictamente individual y se redujera pura y simplemente la subjetividad a la
intersubjetividad (Valsiner,1997; Grossen, 2001), se estaría operando más un movimiento
de compensación que evidenciando una solución alternativa efectiva al problema.

.C
Esto no es completamente nuevo en la historia de la psicología. En efecto, no es posible
no sentirse impactado por la proximidad entre las perspectivas de la acción situada y las
de la Gestalt Théorie, vueltas célebres por W. Köhler y K. Lewin. Grossen (2001, p.61) lo
ha anotado. De Fornel y Quéré, por su parte, insisten mucho en ello para ir aún más lejos
DD
en esa dirección (de Fornel y Quéré, 1999, pp. 14 y 25; Quéré, 1999, pp. 305 y 330).
Incluso la crítica de este movimiento de balance epistemológico había sido ya planteada
por Wallon desde 1942.

3.1. Sujeto y situación: un tema de historia


LA

Los dos primeros capítulos de la mayor obra de H. Wallon, De l´acte á la pensé, se


consagraron a la comparación entre las “psicologías de la conciencia” y “la psicología de
las situaciones”. En las primeras incluye la psicología de Piaget, cuyo radio de acción tiene
por límites al individuo (1970, p. 46). Al respecto, dice: “en desmérito del rigor hacia el
FI

cual se esfuerza, la concepción de Piaget resulta aun ecléctica. Después de haber


planteado los esquemas motores y sus actividades individuales como lo esencial -operando
bajo el control de la experiencia-, como los únicos factores en el inicio de la evolución
psíquica no puede luego hacer otra cosa que agregar allí una acción de conjunto” (p.35).
El desarrollo es comprendido como el juego de una tendencia vital a la asimilación. De


golpe, “el punto de vista del sujeto y del conjunto tendría prioridad sobre aquel de los
elementos constitutivos. Pero es contrario al sistema de explicación propuesto. El principio
que había sido eliminado en las premisas se reintroduce en líneas de explicación” (p. 36).
Y en efecto, si “los esquemas motores son dotados de actividad autónoma”, ¿cómo
“captar el instante donde el sujeto surgirá finalmente de los esquemas?” ¿no es
“finalmente descubierto porque había sido presupuesto”? (pp. 28-30).

Wallon examina entonces otra posibilidad: “el objeto de la psicología puede ser, en lugar
del individuo, una situación”. En este caso, “el acto es considerado desde fuera, sin ningún
postulado de conciencia o de persona” (p. 50). Wallon examina la Gestalt Théorie que,

12

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


según él, tiene el gran mérito de retomar “la distinción entre sujeto y objeto” (p. 78) y
sostiene que sí podemos acordar con esta teoría en que no hay entre sujeto y objeto
“dualismo primitivo”, no es posible aceptar luego la mutilación de lo real que propone
finalmente. Porque hay, a fin de cuentas, un “desdoblamiento evolutivo”, una evolución,
un desarrollo “que es una seguidilla de dificultades o de conflictos resueltos” (p. 78) y, en
lugar de ello, la gestalt reúne objeto y sujeto en un conjunto constituido a cada instante
por las circunstancias exteriores e internas que “se eligen recíprocamente” (1949, pp. 57-
58). La teoría las reúne en un campo de fuerzas que es un “principio de estructura”, eficaz

OM
por coincidencia, en lo repentino de la coyuntura. A este respecto, podemos hablar de un
genetismo instantáneo del que resulta un estado de equilibrio estable donde todo lo que
pueda devenir llegará (Simondon, 1989, pp. 46-49).

En síntesis, para Wallon, la teoría de la forma –que parece interesar mucho a ciertas
corrientes de la acción situada ansiosas de “aligerar” el énfasis en el sujeto- “es una
psicología en donde sólo cuentan los éxitos y éstos se bastan a sí mismos. Los ensayos

.C
que preceden a la acción no tendrían nada que ver con ella; los ensayos que fracasan
serían inexistentes” (p. 77). Según Wallon, en este marco, “los ensayos, de por sí
infructuosos, no tienen más que un valor negativo”. Para estos teóricos, se persigue la
DD
fase aguda del acto, aquella donde el fracaso agrava el conflicto entre la necesidad, el
deseo, la necesidad afectiva o vital y el obstáculo: a partir de ahí se reorganiza el acto, se
terminan las reacciones gobernadas por la costumbre y las antiguas estructuras y se
produce un reagrupamiento en estructuras nuevas (p. 77). En síntesis, la gestalt “pone a
la invención como protagonista, como un hecho original y creador, pero hace de ella un
LA

absoluto -milagro o predestinación- que se aísla de la vida, del devenir psíquico y no


encuentra allí su explicación” (p. 78).

A fin de cuentas, para Wallon, psicología del individuo y psicología de la situación quedan
atrapadas en el “cara a cara” de las categorías sujeto/objeto. Sin embargo “cuando la
contradicción se impone, es necesario resolverla. Hacer todo lo contrario de evitarla o
FI

eludirla. Una escapatoria es asimilar los dos términos entre ellos, y otra es suprimir uno de
los dos” (p. 78). Es sabido que para Wallon, es solamente la actividad lo que asemeja o u
opone estos términos. Y es allí, y sólo allí, que se realiza el vínculo ente lo dado y lo
creado, funcionamiento y desarrollo. La formación de la estructura no está debajo, como


en la teoría de la forma, ni de un solo lado como con Piaget, sino en los conflictos de la
actividad frente al obstáculo. El desarrollo surge de estos conflictos. Lo invariante tiene
una historia de la que el sujeto puede disponer y se libera de ella cuando es necesario y
posible, no negándola pero sí por la vía del desarrollo de la actividad.

3.2. El desarrollo: repetición sin repetición

Este funcionamiento del desarrollo no entra fácilmente en los marcos de las teorías
situadas de la acción que ponen en escena una alternancia –e incluso un antagonismo-
entre rutinas estabilizadas de la vida ordinaria, por un lado, y creación inédita y sin
historia por el otro. Por una parte, la repetición, que deviene rutina, es tomada al pie de la

13

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


letra. Por otra parte, la creación es mirada como una ruptura, que toma las formas
diversas del “creacionismo”14.

En efecto, podríamos comprender la diferencia entre las aproximaciones interaccionistas


de la acción situada y aquellas que privilegian las affordances y la cognición distribuida.
Cuando las últimas privilegian la invarianza de las situaciones, de los artefactos o del
grupo, las primeras insisten sobre la creación de contextos a través de un acontecimiento
focal en el curso de la interacción, en el nivel de la dinámica intersubjetiva (Grosen, 2001,
p. 66).

OM
Ciertamente, la realización de toda acción supone la presencia de invariantes, externos e
internos. Pero para decirlo a la manera de Leontiev, la formación de una acción no se
remite exclusivamente a la formación de invariantes, y con más razón no se limita a ser
una resultante de ellos. Es más bien lo contrario: se trata del producto de acciones
repetidas en el curso de actividades no reiterables (Leontiev, 1958, p. 176)15. En principio,

.C
las invariantes no engendran la actividad, no la explican16, sino que es ésta la que se
explica con ellas. En este sentido, el proceso de repetición es una repetición sin repetición
(Bernstein, 1996; Fernández, 2001). Por una parte porque no hay invariante puesta en
juego sin una historia singular de la actividad. Por otra parte porque cada actividad
DD
(singular) afecta, sea bajo la forma de una consolidación o de un desarrollo, el repertorio
de funcionalidades de lo invariante (Clot, 2003, 2004).

3.3. Actividad e interactividad


LA

Si no hay actividad sin pre-organización, tampoco hay intercambios sin significaciones


compartidas de antemano. Desde este punto de vista, se podría retomar la idea clásica del
interaccionismo planteado por Schütz, según el cual las significaciones compartidas,
previamente dadas por cada uno, son requeridas para comunicarse. Pero bajo una
condición: la de comprender la comunicación como la transformación y el desarrollo real
FI

de esas significaciones requeridas. Como lo indicaba Vygotski “los hombres no se


comunican unos con otros sino en proporción al desarrollo de dichas significaciones”
(Leontiev, 2002, p. 319).

Entonces, es comprensible comprender mejor porqué la obra de Bajtin pudo ser leída


como una alternativa del interaccionismo en un importante artículo de Bender (Bender,


1998, p. 193): “el diálogo no es sólo posible sino necesario precisamente cuando los

14
Como lo ha destacado Maurice Gandillac a propósito del adjetivo “genético”, contrariamente a lo
que creemos con frecuencia, “génesis no es la trascripción del griego génésis, de génesthai
(devenir), sino del griego génnèsis, de génnao (engendrar)” (1965, p.338).
15
Sobre este punto es posible remitir al lector a los comentarios de Piaget sobre la intervención de
Leontiev en ese mismo simposio (Piaget, 1958, p. 199).
16
Desde este punto de vista no estaríamos siguiendo a fondo los planteos de Vergnaud y Récopé,
para quienes más allá de la organización de la actividad la invariante parece poseer la función de
engendrarla (Vergnaud y Récopé, 2000, p. 46). No vemos entonces el rol –reconocido sin embargo
por ellos-, de la “contingencia” fundante de esta misma actividad en la formación de las invariantes.

14

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


hombres no comparten las mismas significaciones, lo que compartimos no es tan
interesante como lo que no compartimos”.

De esta manera la acción supone la conciencia compartida, no solamente de una


comunidad de significaciones sino también de la diferencia de sentidos con los cuales cada
uno inviste esas significaciones. La conciencia de esta diferencia también es requerida
para la comunicación. Esta es incluso motriz. Vygotski lo hacía notar: “la significación no
coincide con la significación “lógica” (lo que no tiene sentido tiene significación)”
(Leontiev, 2002, p. 310; Vygotski, 2003). En principio es posible pensar que la diversidad

OM
de posiciones en el seno de grupos heterogéneos de actores, constituye un motor de
desarrollo de sus actividades (Beguín, 2004). Se aprende de lo que es diferente no de lo
que se comparte.

Para Bajtin (1993) el sujeto –con frecuencia con ayuda de datos compartidos- participa de
los acontecimientos desde una posición particular que es la suya y que no puede ser

.C
reemplazada por ninguna otra persona. Contrariamente a Blumer, por ejemplo, para quien
la comunicación afectada de incomprensión es inefectiva y bloquea la formación de la
acción conjunta (1969), Bajtin considera que la incomprensión constituye la fuente real y
el conflicto motor del desarrollo de la comunicación. La fuente real incluso de la
DD
comprensión misma. Pero es cierto entonces que es necesario tomar en serio la diferencia
entre intersubjetividad y subjetividad, entre interacción y acción, entre actividad e
interactividad.

Sino -una vez más- se confía a lo invariante de los intercambios la responsabilidad de


LA

engendrarlos, con los riesgos de volver incomprensible su desarrollo. Corremos entonces


el riesgo, para decirlo como Wallon, de transformar el desarrollo en “milagro”, o de
remitirse a la magia de una subjetividad sin actividad. Preferiremos de un modo más
prosaico, considerar al desarrollo como una repetición impulsada más allá de la repetición
al ser franqueada por contextos que renuevan la dirección de la actividad (Clot, 1999):
FI

una repetición sin repetición. En este marco, la “buena forma” no sería tanto la de la
gestalt théorie sino aquella que encierra una tensión elevada y “se mide por la cantidad de
obstáculos que logra vencer”, para utilizar una formulación de Simondon (1989, p. 53).

Es posible concluir con un señalamiento de Shotter y Billig: “para poner en foco aquello


que es repetible, invariante, hablamos de nosotros mismos como si analizáramos


acontecimientos que se producen independientemente de nosotros” (1999, p. 25). Nunca
es así. Lo repetitivo es paradojalmente siempre único. A fin de cuentas se hace necesario
quizá situar la acción en el desarrollo de la actividad para conservar las virtudes de
creatividad e inventiva que el análisis del trabajo francófono le reconoce.

BIBLIOGRAFIA

15

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Bakhtin, M. (1993). Toward a philosophy of the act. Ed. M. Holquist. Austin, TX: Texas
University Press- (Traduction française, 2003, Pour une philosophie de l’acte. Lausanne:
L’Âge d’Homme).

Beach, K. (1993). Becomming a bartender: the role of external memory cues in a work
oriented educational activity. Applied Cognitive Psychology, 7, 191-204.

Béguin, P. (2004). Dialogisme et conception des systèmes de travail. Psychologie de


l’interaction, (sous presse).

OM
Béguin, P, & Cerf, M. (2004). Essai sur la diversité des formes et des enjeux de l’analyse
de l’activité pour la conception des systèmes de travail.

Bender, C. (1998). Bakhtinian perspectives on "everyday life" sociology. In M. M. Bell, &


M. Gardiner (Eds). Bajtin and the Human Sciences. London: Sage Publications, pp. 181-
195.

.C
Bernstein, N. A. (1996). On dexterity ans its development. In M.L. Latash, & M.T. Turvey,
(Eds). (1996). Dextirity and Its Development. Mahwah New Jersey: Lawrence Erlbaum.
Associates, Publischers.
DD
Blumer, H. (1969). Symbolic interactionism. Englewoods Cliffs, N.J.: Prentice Hall.

Brooks, R. (1991). Intelligence without representation. Artificial Intelligence, 47, 139-160.

Chapman, D., & Agre, P. (1987). Abstract resoning as emerging from concrete activity. In
LA

M.P. Georgeff & A. Lansky (Eds), Reasonning about abstract and plans. Los altos, CA:
Morgan Kauffman Publisher, pp. 411-424.

Clot, Y. (1999). La fonction psychologique du travail. Paris: PUF.


FI

Clot, Y. (2003). La catachrèse entre réel et réalisé. Contribution d’un psychologue du


travail. In Y. Clot, & R.

Gori (Eds), Catachrèse : éloge du détournement. Nancy: PUN, pp. 11-27.




Clot, Y. (2004). Le travail entre fonctionnement et développement. Bulletin de


Psychologie, 57 (1), 469, 5-12.

Clot, Y., & Faïta, D. (2000). Genres et styles en analyse du travail. Concepts et méthodes.
Travailler, 4, 7-42.

Cole, M., & Engeström, Y. (1993). A cultural-historical approach to distributed cognition. In


Salomon, G.

(Ed.). Distributed cognitions. Psychological and educational considerations. Cambridge:


University Press, pp 1-46

16

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Conein, B, & Jacopin, E. (1994) . Action située et cognition. Le savoir en place. Sociologie
du travail, n° 4/94, 475-500.

Denzin, N. K. (1992). Symbolic interactionism and cultural studies. The politics pf


interpretation. Oxford UK & Cambridge USA: Blackwell.

Engeström, Y. (1999). Activity theory and individual and social transformation. In Y.


Engeström, R. Miettinen, & R.L. Punamäki (Eds), Perspectives on Activity Theory.
Cambridge, New York: Cambridge University Press, pp. 19-38.

OM
Fernandez, G. (2001). Le corps, le collectif et le développement du métier. Etude clinique
d'un geste de métier à la SNCF. Éducation permanente, 146, 27-35.

Flor, N., & Hutchins, E. (1991). Analysing distributed cognition in software teams: a case
study of team programming during perfective software maintenance. In J. Koenemann-
Belliveau et al. (Eds), Proceedings of the fourth annual workshop on empirical studies of

.C
programmers. Norwood, N.J.: Ablex Publishing, pp 36-59.

Fornel de, M., & Quéré, L. (1999). Présentation. Raison pratique. M. de Fornel, & L. Quéré
(Eds). La logique des situations. Nouveaux regards sur l’écologie des activités sociales.
DD
Paris: Edition de l’EHESS, pp 7-32.

Gandillac de, M. (1965). Genèse et structure. Entretiens de Cerisy. Paris: Seuil.

Gibson, J. J. (1979). The ecological approach to visual perception. London: Lawrence


Erlbaum associates, 1986 (2nde édition).
LA

Goffman, E. (1959). The presentation of self in every day life. Doubleday, New York:
Doubleday (Traduction française, 1973, Paris: Éditions Minuit).

Grossen, M. (2001). La notion de contexte : quelle définition pour quelle psychologie ? Un


FI

essai de mise au point. In J. P. Bernié (Ed.), Apprentissage, développement et


significations. Bordeaux: PUB, pp. 59-77.

Hammond, K., Converse, T., & Grass, J. (1992). The Stabilization of Environments.
Artificial Intelligence, 72(1-2), 305-327.


Havelange, V. (1991). Structures sociales et action cognitive : de la complexité en


sociologie. In F. Fogelman Soulié (Ed.), Les théories de la complexité. Paris: Seuil, Coll. La
couleur des idées, pp. 368-393.

Hutchins, . (1995). Cognition in the wild. Cambridge, M.A.: MIT Press.

Hutchins, E., & Klausen, T. (1992). Distributed cognition in an airline cockpit. In Middleton,
D., Engeström, Y. (Eds), Communication and cognition at work. Berverly Hills CA: Sage
books, pp 15-34.

17

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Joas, H., (1999). La créativité de l’agir. Paris: Les Éditions du Cerf.

Kaptelinin, V. (1996). Distribution of cognition between Minds and artifacts: augmentation


or mediation ? AI & Society, 10(1), 15-25.

Kirsh, D. (1995). The intelligent use of space. Artificial Intelligence, 73 (1-2), 31-68.

Kirsch, D. (2001). A few thoughts on cognitive overlaod. Intellectica, 2000/1, 19-51.

Laborde, D. (1999). Enquête sur l’improvisation. Dans Raison Pratique. M. de Fornel et L.

OM
Quéré (Eds), La logique des situations. Nouveaux regards sur l’écologie des activités
sociales. Paris: Édition de l’EHESS, pp 261-339.

Lave, J. (1988). Cognition in practice. Cambridge: Cambridge University Press.

Lave J. (1993). Situated learning in a communities of practice. In L.B. Resnick, J.M.

.C
Levine, &, D.S. Teasley (Eds), Perspectives on socially shared cognition. Washington DC:
American Psychological Association, pp 63-82.

Leontiev, A. (1958). Réflexes conditionnés, apprentissage et conscience. In Le


DD
conditionnement et l’apprentissage, Symposium de l’Association de psychologie
scientifique de langue française. Paris: PUF, pp. 169-188.

Leontiev, A. (2002). Le problème de la conscience. Notes sur le rapport de L. Vygotski. In


Y. Clot (Ed.), Avec Vygotski. Paris: La Dispute.
LA

Maes, P. (Ed.) (1990). Designing autonomous agents. Cambridge, M.A.: MIT Press.

Mead, G.H. (1934). Mind, self and society. Chicago: University of Chicago Press.

Nardi, B. (Ed.) (1996). Context and conciousness. Activity theory and Human Computer
Interaction.
FI

Cambridge: The MIT Press.

Neisser, U. (1976). The multiplicity of thought. In P.C. Wason &, P.N. Johnson Laird (Eds).
Thinking and reasonning. Baltimore: Penguin, pp. 307-323.


Norman, D. (1994). Les artefacts cognitifs. Raisons Pratiques, « objets dans l’action »,
n°4, 15-34.

Olson, D.R. (1980). Some social aspects of meaning in oral and written language. In D.R.
Olson, (Ed.). The social foundation for language and thought. New York: W.W. Norton.

Pastré, P. (2000). Conceptualisation et herméneutique : à propos d'une sémantique de


l'action. In J. M. Barbier, & O. Galatanu (Eds), Signification, sens, formation. Paris: PUF.

18

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Piaget, J. (1958). Discussion sur la communication de A. Leontiev. In Le conditionnement
et l’apprentissage, Symposium de l’Association de psychologie scientifique de langue
française. Paris: PUF, pp. 199-201.

Popper, K. (1979). La logique des sciences sociales. In T. Adorno, & K. Popper (Eds), De
Vienne à Francfort, la querelle allemande des sciences sociales. Bruxelles: Édition
complexe, pp. 75-90.

Quéré, L. (1999). Action située et perception du sens. Raison Pratique. In M. de Fornel, &

OM
L. Quéré (Eds), La logique des situations. Nouveaux regards sur l’écologie des activités
sociales. Paris: Édition de l’EHESS, pp. 301-338.

Rizzo, A., &, Marti, P. (2000). Distributed cognition and artifacts. http://www-
sv.cict.fr/cotcos/pjs/ TheoreticalApproaches/DistributedCog/DistCognitionpaperRizzo.htm

Salembier, P. (1996). Cognition(s) : située, distribuée, socialement paragée, etc. Bulletin

.C
du LCPE, n°1, Paris: École normale supérieure.

Schegloff, E.A. (1984). On some questions in ambiguities in conversation. In J.M.


Atckinson, & J. Heritage (Eds) Structures of social action. Cambridge: Cambridge
DD
University Press, pp. 25-52.

Scribner, S. (1986). Thinking in action: some characteristics of practical thought. In R.J.


Sternberg , & R.K. Wagner, Practical intelligence. Cambridge: Cambridge University Press,
pp. 13-30.
LA

Shotter, J., & Billig, M. (1999). A backhtinian psychology: from out of the heads of
individuals and into the dialogues between them. In M. Mayerfeld, & M. Gardiner (Eds),
Bajtin and the Human Sciences. London: Sage Publications, pp. 13-29.

Simondon, G. (1989). L’individuation psychique et collective. Paris: Aubier.


FI

Suchman, L. (1987). Plans and situated actions: the problem of human machine
interaction. Cambridge: Cambridge University Press.

Valsiner, J. (1997). Subjective construction of intersubjectivity. Semiotic mediation as a




process of preadaptation. In M. Grossen, & B. Py (Eds), Pratiques sociales et médiations


symboliques. Berne: Peter Lang, pp. 46-60.

Vera, A., & Simon, H. (1993). Situated action: a symbolic interpretation. Cognitive science,
17, 7-48.

Vergnaud, G., & Récopé, M. (2000). De Renault d’Allonnes à une théorie du schème
aujourd’hui. Psychologie Française, 45-1, 35-50.

Visetti Y.M. (1989). Compte rendu de Plans and situated actions de L. Suchman.
Intellectica, 1/7, 67-96.

19

Este archivo fue descargado de https://filadd.com


Vygotski, L. (2003). Conscience, inconscient, émotions. Paris: La Dispute.

Wallon, H. (1942/1970). De l’acte à la pensée. Paris: Flammarion, Nouvelle Bibliothèque


Scientifique.

REFERENCIAS

Béguin, P., & Clot, Y. (2004). L’action située dans le développement de l’activité, @ctivités,
1 (2), 27-49. http://www.activites.org/v1n2/beguin.fr.pdf

OM
.C
DD
LA
FI


20

Este archivo fue descargado de https://filadd.com

También podría gustarte