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Estudios muestran que para aprender algo es necesario emocionarse

No debería ser una gran revelación, pero una serie de estudios recientes de neuroimagen
parecen confirmar que las emociones juegan un papel central en la memoria y el
aprendizaje. Esto es algo evidente: aprendemos y recordamos los que nos gusta, lo que
nos apasiona.

Hace unos años, investigadores del MIT midieron la actividad eléctrica de un estudiante
durante 24 horas y la compararon en diferentes actividades, como escuchando una clase
magistral y viendo televisión. Notaron que en esos dos casos no había mucha diferencia.
De aquí siguieron para determinar que un método pedagógico basado en la recepción
pasiva no funciona realmente, o al menos no es muy efectivo. Según el neurpsicólogo
Jose Ramón Gamo en un artículo de El País: "El cerebro necesita emocionarse para
aprender". Con el uso de técnicas de medición de la neurociencia se ha podido determinar
que los procesos de aprendizaje requieren de una cierta motivación e involucramiento.
Esto refuerza la noción de que la clave que hace a un buen profesor es estimular e
interesar a sus alumnos.
A partir de esta información se han desarrollado cosas como la neurodidática, una
disciplina incipiente, que incorpora la ciencia del procesamiento neural de la información a
la metodología escolar. Lo que se deduce de estas aplicaciones es que el llamado
lenguaje no verbal es importante, así como también la enseñanza interactiva, en la que
los alumnos no sólo escuchan y toman notas sino que hacen o ponen en práctica.
Esto es confirmado con exactitud por el savant Daniel Tammet, quien cuenta cómo
aprendió islandés en apenas unos días. Ciertamente, esto parece imposible para la
mayoría de nosotros. Tammet habla 10 idiomas y tiene una memoria fotográfica casi
perfecta. Pero explica que también para él habría sido imposible aprender islandés si no
se hubiera enamorado del idioma. "El islandés es un efecto secundario de haberme
enamorado de Islandia... El francés es un efecto secundario de haberme enamorado de
un francés", dice. Esta es la clave para realmente aprender un idioma (y en general,
cualquier cosa difícil): debe haber una chispa de amor o alegría, un interés verdadero, y
eso es lo que produce maravillas.

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