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II Ensayo
II Ensayo
II ENSAYO.
II CUATRIMESTRE
Es interesante las características que utiliza Felipe Azofeifa en su ensayo “La isla
que somos” para describir al costarricense de la época: “campesino egoísta, pero
bondadoso… ni guerrero, ni sumiso… un pueblo sin héroes, y si los tiene, los olvida…”, lo
que demuestra que el pueblo costarricense es y no es, cambia, pero no progresa, quiere
ser algo que jamás alcanzara, desea ser de la “realeza” europea, pero no puede
cambiar su esencia de campesino.
Lo que nos lleva a otras actitudes pedantes de los que en los años setenta eran los
encargados de mover Costa Rica, la oligarquía cafetalera. Esta probó las mieles de la
educación europea, pero seguían en un país que apenas estaba empezando su
desarrollo y un ejemplo de ello es el Teatro Nacional, si analizamos su alrededor parece
otro mundo, como si no se estuviese en una zona roja, pero las cabezas dominantes de
ese momento decidieron demostrar su poder económico y traer un pedacito de su
continente ideal y plantar aquí, lo que demuestra un “narcisismo idiota, la
autocontemplación vacía” (pág. 3) de lo que querían lograr.
Tal vez el conocer un “nuevo mundo”, ya desarrollado, con situaciones únicas los
hizo apartar lo valioso de nuestra región y darles paso a costumbres extrañas; el
problema de es que se quiso realizar un cambio de caparazón, superficial, pero sin
cambiar internamente, el pensamiento porque aunque la mona de seda se vista, mona
queda. Y eso fue lo que le sucedió a nuestra Costa Rica, la quisieron vestir de princesa,
con oro y diamantes preciosos, pero no quitaron la esencia del costarricense.