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Impreso en la República Dominicana

Printed in Dominican Republic


Imprimé en la Republique Dominicaine
HISTORIA
DE CABO ROJO
POR EL
DR. R. IBERN FLEYTAS

EDITORA M O N T A L V O
CíuJaJ Trujillo, R. D.
1 960
A LOS NIÑOS DE CABO ROJO
Y A MI PUEBLO
PRÓLOGO

Hacía muchos años que conocía yo el interés del Dr.


Ramón Ibern Fleytas en publicar un libro sobre los oríge-
nes, los acontecimientos notables y la vida social, política y
cultural de Cabo Rojo, el pueblo de sus antepasados. Y es-
peraba con ansiedad, lo confieso, que lograra su propósito;
primero por la satisfacción de ver su esfuerzo coronado por
el éxito y, en segundo lugar, por razones familiares que no
vienen a cuento explicar. Por lo tanto, cuando una noche
reciente me llamó él a su casa para entregarme una copia
del original de su obra experimenté verdadero gozo. Cabo
Rojo, pensé, tiene ya su historia escrita, y este amigo in-
fatigable, que tanto tiempo le ha dedicado, debe ahora de
sentirse satisfecho y feliz.
Y debe él de sentir a cabalidad esa satisfacción y esa
dicha porque su HISTORIA DE CABO ROJO es una obra
excelente, digna de figurar en las bibliotecas de Puerto Ri-
co y de ser leída por todos los que sienten preocupación por
la colonización del país; una colonización de tan alta cali-
dad y con una historia que ya la quisieran para si otros
pueblos de América. La llevan a cabo, sobre todo la del sur-
oeste de la Isla, elementos castellanos selectos, segundones
de familias españolas que gozaban en Castilla de preemi-
nencia social y política pero que debido a la secular insti-
tución del mayorazgo, que daba al hijo mayor todos los pri-
vilegios y beneficios del patrimonio familiar y a los segun-
dos y terceros demasiado poco, se lanzan sobre las Indias
en busca de gloria, y de fortuna, nutriendo así las numero-
sas expediciones conquistadoras y colonizadoras. Ots Cap-
dequí considera que el mayorazgo tuvo influjo principal y
poderoso en la Conquista y la Colonización de las tierras
de América. Y en cuanto a los elementos que de España se
trasladan al Nuevo Mundo, para poblarlo y desarrollar sus
riquezas, Maurice Legendre opina que superan en todos sen-
tidos a los de la colonización anglosajona.
En el comienzo de la conquista del país aparecen con
don Juan Ponce de León estos castellanos de condición.
Mas, eran doce o quince hidalgos que llegaron con propó-
sitos de conquista, entre ellos Cristóbal de Sotomayor, he-
redero del conde Caiminan, y quien muere a manos de los
indios en la Aguada, pueblo que él fundara en la costa oc-
cidental de Puerto Rico. La verdadera colonización de la
Isla se inicia en grande escala en el suroeste con la llegado,
de numerosos encomenderos al Partido de San Germán.
Este núcleo primigenio de nuestra colonización es la matriz
de todos aquellos pueblos de la región.
En su libro, el Dr. Ibern Fleytas expone con claridad
cómo se fué formando Cabo Rojo liasta que, por la actitud
arrogante y voluntariosa de sus pobladores, se convierte
en municipio independiente de San Germán. Interesantes
y sugestivos son en verdad aquellos comienzos y aquellas
actitudes de la coloniza,ción caborrojeña. Más tarde sus ele-
mentos se cultivan y forman una sociedad elevada y ejem-
plar de la que salen muchos nombres ilustres y realizan
hechos memorables. Aquella parte del país fué siempre so-
berbia y libre en sus ideas y sus sentimientos. Se rebeló
contra todas las arbitrariedades a todo lo largo de nues-
tra historia, desde sus comienzos hasta fines del régimen
español. En su carácter independiente vemos la razón del
propósito de separarse de San Germán para crear su pro-
pio pueblo, como mucho antes se habían rebelado contra-
lus disposiciones de los gobernantes de San Juan, acudiendo
en sus derechos a la Audiencia de Santo Domingo.
¡Qué muchos datos y documentos lia tenido que con-
seguir el atitor de esta Historia de Cabo Rojo para formar
su libro! Ha sido la suya, sin la menor duda, una búsqueda
larga y agobiante. Pero, al fin, saldrá pronto a la luz y to-
dos tendremos en su obra una literatura interesante y cau-
tivadora.
Se que ha de gustar. Siempre atrajo a todo hombre su-
perior la historia de sn lar nativo, sobre todo si ella tiene
heroísmos y belleza.

William H. Montalvo.

Noviembre de 1057.
CAPITULACIÓN
Historia de Cabo Rojo

(Por el Dr. Ramón Ibern Fleytas)

Capitulo I Tierra Nueva


(Colón Desembarca por Boquerón)
" II Tierra Adentro
(Agricultura Virgen)
" III Los Indios de Borinquén
(Defenderse, Indios, Que Vienen los Blancos)
" IV Ciudad Primada de América
(San Miguel Arcángel de Cabo Rojo)
" V Fundemos a Nuestro Pueblo
" VI Defensas con Hachas, La Razón de la Fuerza,
Ataques a Cabo Rojo
" VII Contrabando
(Cofresí)
" VIII Literatura e Intelectualidad
(Campi, Brau, etc.)
IX El Águila
" X Incidentes Menores a Fin de Siglo
XI Betances
" XII Masonería
XIII Cosas Típicas del Pueblo
XIV Hijos de mi Lar
XV Guerra
(Ciclones e Incendios)
" XVI Juan Ezequiel Comas Pagan
y José Morales
XVII Hombres Ilustres de los Siglos XIX-XX
XVIII Otros
(Incluye al Ledo. Ricardo del Toro Soler,
Ledo. Emilio del Toro Cuevas, Da. Margarita
Montalvo, Coronel Antonio R. Silva, etc.)
XIX Otros
" XX Descripción Geográfica y Topográfica de Cabo Rojo
INTRODUCCIÓN

Sobre Cabo Rojo existe el merecido concepto de haber-


le destacado en todo sentido, tanto en el desarrollo de la
cultura como en las luchas cívicas sostenidas por obtener
los derechos patrios y la libertad o emancipación de los es-
clavos. Es laborioso e industrial.
Hemos probado que estamos a la vanguardia de todo
movimiento que tienda al progreso cultural y material, ha-
biendo realizado nuestras mayores batallas en bien general
de nuestra querida isla.
Actualmente estamos pasando un período de transi-
ción y triunfaremos, no hay duda. Creemos que esto se de-
be a cierta decadencia producida por la crisis mundial y
sus diversos credos políticos.
En lo material, nuestro pueblecito ha progresado mu-
cho hasta el 1928; intelectualmente puede decirse que está
debilitado porque ha perdido a varios de sus mejores hom-
bres como José A. Fleytas Colberg, D. Gregorio Ramírez
Vélez, Juan E. Comas Pagan, Pedro F. Colberg y otros.
A veces, en la vida- de un pueblo, como que se estaciona
algún parásito, algo ignoto para obstaculizarlo, pero esto
es pasajero y cuando observamos detenidamente vemos el
obstáculo como uno de tantos casos que se presentan perio-
dic %mente durante el largo curso de la evolución de la co-
rn unidad. Esta es la vida, si no hay evolución y renovación,
no hay progreso.
La vida de los pueblos, como la de todo, se funde y se
refunde, se confunde y se difunde en la Naturaleza.
Somos regionales hasta la médula, orgullosos de ser
caborrojeños y por idiosincrasia nos adaptamos a todo lo
digno y provechoso, rechazando con altivez y civismo lo-
que no conviene ni a la religión ni al terruño.
Es lástima que otro caborrojeño mejor preparado no
acometiera esta ardua labor de trazar la historia de su.
pueblo desde su estado embrionario.
He tenido el dilema de presentar o no, este trabajo tan
difícil para mi poca preparación, pero he resuelto hacerlo
mal o bien, por la razón de que ninguno de mis compuebla-
nos se ha decidido a llenar ese vacío tan grande en un pue-
blo tan lleno de hechos gloriosos y de altas tradiciones.
Me criticarán que lo he hecho muy mal, que debo con-
tinuar sacando muelas (Zapatero a tus zapatos). Bien, ¿y
qué? Al menos tengo la satisfacción de haber tratado de
emplear el tiempo en algo provechoso y sin miras de lucro.
Mi único deseo es que mis compatriotas y especialmente
nuestros niños, tengan una idea aproximada de su pueblo
natal.
Conocerán los ilustres hombres que dieron brillo a es-
ta comunidad para que les recuerden con cariño y los vene-
ren, y estudiarán la historia de la población desde sus co-
mienzos hasta nuestros duxs.
Los datos que expondré seguramente interesarán por-
que son poco sabidos y porque tratan sobre lo nuestro.
Esta obra es manifestación de mi vivo anhelo de que
se informe a todos ustedes lo que por lo común no se cuen-
ta, ni se sabe, ni se enseña y que por consecuencia estimula-
rá el sentimiento regional, el isleño, y el nacional. Es de-
cir: conociendo nuestro origen, nuestro adelanto, tenemos-
que pensar en el mejoramiento a toda costa, porque estos
ejemplos de nuestros antepasados y los conocimientos que
se adquieren, inyectarán en nuestro ánimo el estímulo va-
ra no perder lo adquirido y conservarlo para que nos sirva
<lc base para el mejoramiento colectivo.
Y como aclaración, he de hacer constar que una parte
de esta obra fué extractada de los diferentes datos y deta-
lles que dan las varias historias de Puerto Rico que se han
publicado nacidas al calor de los archivos históricos, etc.,
narraciones de una a otra generación por ancianos serios
que tuvieron la fortuna de resistir ochenta y más años de
edad, como Don Juan B. Acarón, Don Antonio Bonilla, Don
José A. Fleytas Suárez y por último Don Antonio Acarón
Correa, mi querido profesor, que era un sabio y fanático
escudriñador en cuestiones históricas y científicas.
Aclarado el punto principal, dejaré demostrada la ve-
racidad de lo desconocido, pues de igual o parecida forma
todas las historias se nutren de los hechos que se narran.
Se echaba de menos el público conocimiento de lo que es
Cabo Rojo desde la época colombina y aquí está. Que venga
otra historia mejor, con mayor acopio de datos y detalles,
más pulida y que sirva ésta de acicate para que se conti-
núe conociendo la vida de nuestros antepasados.
¡Cuanto mejor!
CAPITULO I

TIERRA NUEVA
| Tierra ! —gritaba el marinero Rodrigo de Triana des-
do lu cubierta de la carabela "La Pinta", como a las dos
<I« lu madrugada del 12 de octubre del año 1492.
[Tierra! —repetía el eco en las tenebrosidades de aque-
llu nocho y en la grandeza del Mar Caribe rompiendo el
Hitando imponente del aislamiento.
Al Continente Colombino se le había rasgado el velo
(lu lo Incognoscible al ser descubierto en todo el esplendor
y belleza de una aurora tropical de una pequeña isla. Los
nlóllitOH ojos de los valientes navegantes que acompañaban
It Colón on las tres carabelas, la "Santa María", la "Niña",
y llk "Pinta", contemplaban emocionados la isla llamada por
Milu nativos "Guanahaní" y bautizada por el descubridor
coll d nombre de "San Salvador", tomando posesión for-
inulimnitü de ella en nombre de Fernando e Isabel, Reyes
(ílllólli'OH do España.
10n ol Bcgundo viaje de Cristóbal Colón, el 19 de no-
viembre del año 1493, descubrió otra isla, "Boriquén", per-
teneciente al grupo de las Antillas Mayores, de forma rec-
lunjíiiliir, con 3,435 millas cuadradas de extensión a la que
d «run navegante llamó "San Juan Bautista".
Navegó por la costa Sur sin detenerse, doblando por el
Cabo Rojo, e "hizo lenguas" e "hizo aguas" en el "mirade-
ro", Hitio quo acostumbraban tener los indios como embar-
cadero y para suplir otras necesidades, es decir, se aprovi-
sionó de agua y se informó de nuevas rutas que conducían
18 DR. R. IBERN FLEYTAS

a las islas vecinas, pero sin bojear la Isla, o sea, sin ir hacia
el Norte de la misma y sí, con rumbo hacia el norte de Santo
Domingo, pasando muy cerca de La Mona, lugar muy po-
blado de indios y que tenía gran importancia según el con-
cepto de los descubridores.
Hay diversas opiniones en cuanto al lugar en que Co-
lón desembarcó en Puerto Rico. José Julián Acosta y Fray
Iñigo Abbad están de acuerdo con que el Descubridor arri-
bó por Mayagüez; el historiador español Navarrete opina
lo mismo; Brau y Coll y Tosté, en las discusiones de 1892,
llegaron a la convicción de que se efectuó a orillas del Cu-
lebrinas en Aguadilla. Los hermanos Perea y Montalvo Gue-
nard opinan que fué por Cabo Rojo.
Estamos de acuerdo con los que opinan que el Gran
Almirante arribó por Cabo Rojo. Veamos: El Dr. Chanca
manifiesta: "Andovimos por esta costa lo mas deste día,
hasta otro día en la tarde que llegamos a vista de otra isla
llamada Burenque, cuya costa corrimos todo un día: Juz-
gábase que tenía por aquella banda 30 leguas : en un puerto
desta isla estovimos dos días".
Fray Iñigo relata: "Luego que vio las costas de ésta,
le dio el nombre de San Juan Bautista y fondeó en una ba-
hía de ella al poniente".
Don Juan Bautista Muñoz: "Costeó la isla por el lado
meridional extendido desde Oeste cosa de 40 leguas y sur-
gió al de Poniente en una cala abundante de pesca".
Se ha comprobado que la pesca era abundante, más
que en otros sitios de la Isla, en las costas de Cabo Rojo.
Don Pedro Mártir de Anglería dice: "Por no detener-
se pasaron de largo esta isla Boriquén; pero en su último
ángulo de Occidente bajaron a tierra unos pocos sólo para
tomar agua, donde encontraron una casa grande".
¿Cuál es el último ángulo occidental de la Isla, si la
costeamos de Este a Oeste a todo lo largo por el Sur? Ló-
gicamente, el ángulo de Boquerón.
Fernando Colón menciona: "Una canal de occidente";
vale decir, el Canal de la Mona.
HISTORIA DE CABO ROJO 10
Hay que aclarar que Rafael W. Ramírez, en su obra
"'Fuentes Históricas de Puerto Rico", dice que puede co-
lumbrarse la isla de la Mona desde algún punto en las cos-
tiiH del Oeste de la isla de Puerto Rico. El autor de esta
obra dice: "Para verla surgir del mar, hay que ir en día
•claro, por la mañana temprano alrededor de ocho o diez mi-
lla» mar afuera de las costas de Cabo Rojo". Lo que se ve
a todas horas y en noches de luna, es el Desecho, desde las
costas de Cabo Rojo, Mayagüez, Añasco, Aguada y Agua-
jí 11 la. De manera que Colón nunca pudo ver la Mona desde
CHOS sitios mencionados y navegó hacia ella por informa-
ción. Dése cuenta el lector de la forma distinta en que cada
uno aprecia lo que ve o interpreta lo que lee o lo que le in-
forman.
El Dr. J. L. Montalvo Guenard ha estudiado profunda-
mente la cuestión con ayuda de las matemáticas, y reali-
zando viajes para comprobar distintos asertos. Utiliza las
manifestaciones de Mártir de Anglería. Cree que el desem-
barco se efectuó por Boquerón.
Y para hacer más luz, apunto unos párrafos recientes
que dedica el Dr. Montalvo Guenard al Rev. Rodríguez de
Aguada: "Por otro lado, Don Cristóbal Colón nunca probó
el agua de las ciénagas o charcas que otros llaman indebi-
damente "Pozos de la Aguada". Ningún cronista o histo-
riador primitivo hizo mención de semejante hecho. Usted,
•que está tan cerca de esas ciénagas de la Aguada, vaya a
verlas para que se convenza de su gran error. Cuando us-
ted vea el agua limosa de dichos pantanos, donde se des-
arrollan exuberantemente las sanguijuelas, usted no podrá
•creer que el gran ligur-galaico-catalán se aventurara a pro-
bar dichas agua3 estancadas, existiendo como existen va-
rios ríos con aguas cristalinas en las cercanías de éstas ya
legendarias charcas".
"Precisamente con razones así de vagas fué que se fa-
bricó la teoría del descubrimiento de Boriquén por las cos-
tas aguadeñas; tanto Iñigo Abbad como Montojo, Stahl,
20 DR. R. IBERN FLEYTAS

Brau y otros, opinaron caprichosamente sobre este asunto,,


dejándose llevar en alas de la fantasía".
"Lo único que consignan los historiadores antiguos, es.
que: "Por todo un día recorrieron una sola costa de Bori-
quén, la que juzgábase tenía 30 leguas de largo" y que des-
pués de esta navegación por dicha costa, que era la del Sur,.
llegaron a su ULTIMO ANGULO DE OCCIDENTE, para
luego anclar al Oeste, en una ensenada o cala muy abun-
dante de pesca.
"Dígame ahora el señor Rodríguez, si no habiendo he-
cho la Armada otro bojeo por otra costa, de diez a once le-
guas de largo, se puede deducir que el. desembarco se hu-
biera realizado por las costas de la Aguada en el Noroeste
de Puerto Rico".
Y para continuar aclarando esta cuestión, aprovecha-
mos las manifestaciones del historiador D. Mariano Abril,
publicadas el día 19 de noviembre de 1931 en el periódico-
"El Mundo", contestando al Alcalde de Aguada; dice inge-
nuamente que ese pleito ha debido llevarse a la Academia,
de la Historia. Hay que advertir que el señor Abril es de
los que opinan que el desembarco fué por Guayaniya, pero
ve tan complicado el asunto que apela por la Academia.
Escribe el Sr. Abril: "Correspondo a su carta en que.
me pide datos sobre Aguada y el sitio en que anclaron las.
carabelas de Colón. Sobre este punto, usted no ignora el
pleito que se entabló en 1892 con motivo del monumento
que había de levantarse en dicho sitio.
Los historiadores Brau y Coll y Tosté afirmaban que
había sido a orillas del Río Culebrinas, en Aguadilla.
El Dr. José J. de Domínguez y el.poeta Manuel Ma.
Sama, basándose en la opinión de los historiadores Fray
Iñigo Abbad y José Julián Acosta, discutían que el sitio ha-
bía sido Mayagüez.
El Padre Nazario y el Dr. Zeno Gandía, apoyándose
en la carta del Dr. Chanca, cronista oficial de la expedición,,
reclamaban ese honor para el puerto de Guayaniya.
HISTORIA DE CABO ROJO 21

Hay que convenir que tanto unos como otros aporta-


ban sólidos argumentos en defensa de su tesis. El pleito
debió someterse al fallo de la Academia de la Historia de
Madrid; pero el gobernador Don Antonio Daban, se incli-
nó al criterio de los señores Brau y Coll y Tosté y el monu-
mento se levantó a orillas del Culebrinas".
Ahora, es de suma importancia considerar el ya men-
cionado viaje que el Dr. Montalvo Guenárd hizo por la mis-
ma ruta de Colón. Por lógica, llegó a conclusiones sobre
distancias, tiempo, (lluvioso, seco, vientos más o menos
fuertes, nublado y claro) condiciones, circunstancias, etc.,
para basar así sus estudios en lo técnico y en lo práctico.
Y estos conocimientos prácticos no los ha tenido ningún
otro historiador, ni puertorriqueño ni extranjero. El ha
llegado, repetimos, a la conclusión de que el Almirante arri-
bó a nuestras playas por Cabo Rojo, en un lugar de "El
Boquerón", contiguo al barrio Guaniquilla. Estos parajes
«on famosos por la existencia de abundantes manantiales
de agua cristalina, potable en grado excelente. Abunda allí
la pesca, como escribe D. Juan Bautista Muñoz, y la caza,
.sin igual, en sus costas de admirable belleza.
Guaniquiya, y no Guaniquilla; el idioma indo-antillano
no pronunciaba la "11"; "gua", significa "he aquí"; "ni",
agua; "qui", que; "ya" (apócope de "yara"), sitio o lugar.
Guaniquiya llamaban los nativos indígenas a los sitios
donde había agua abundante; de ahí el nombre prehistóri-
co e imperecedero de nuestro barrio, famoso por sus aguas,
pesca y caza. Este barrio forma parte de la ensenada de
Boquerón.
Me permito también intercalar algunos párrafos de la
conferencia pronunciada en Ponce por el Dr. Salvador Pe-
rea, que corrobora la tesis de Montalvo Guenard y otros
más, que aportan sólidos argumentos para probar sus ase-
veraciones. El Dr. Perea ha demostrado con sus diversos
trabajos, ser un historiador consciente, que profundiza, que
estudia las cuestiones en su fondo y las medita antes de dar-
las a conocer.
22 DR. R. IBERN FLEYTAS

Veamos, pues, que no es una sola persona la que sostie-


ne que el arribo fué por Cabo Rojo. Hay un grupo de histo-
riadores que sostienen que las historias oficiales de Puerto
Rico tienen un cúmulo de errores, los cuales hay que subsa-
nar, estudiando y revisando los archivos, y principalmente,,
entre esos, el libro de bitácora de la flota Colombina, única,
fuente sana donde se puede saciar el deseo de traer a luz
la verdad. (Desde luego, hay que echar los prejuicios a un.
lado).
Veamos lo que dice el Dr. Salvador Perea en su confe-
rencia, leída por él en el acto de conmemoración del Día de
la Raza, celebrado en Ponce recientemente por el Partida
Nacionalista de Puerto Rico.
Señores :
Siempre ha sido un tema de especial interés y peculiar
atracción para nuestro mundo intelectual el esclarecimien-
to de las circunstancias que precedieron al descubrimiento-
de Puerto Rico; pero un día como hoy, en que la humani-
dad celebra el cuadrigentésimo octavo aniversario de la.
aparición de la tierra americana, ante los ojos atónitos del
marino inmortal, frente a la inmensidad de un océano in-
sondable y tenebroso, según la prístina leyenda de las eda-
des más antiguas, suben de punto aquel interés y esta atrac-
ción por conocer, a la luz y al amparo de la Historia, la
génesis y el origen de nuestra primera vinculación con la
cultura europea, el primer contacto de la protohistórica
Boriquén, con los argonautas de los Reyes Católicos, el
nacimiento, en suma, de la Patria de los puertorriqueños
a la vida de la civilización y del Cristianismo.
Señores: la historia se está rectificando continuamen-
te, y el verdadero historiador debe estar presto a confesar
sus errores y a aprovecharse de las nuevas investigaciones.
Líbreme Dios de ser un iconoclasta sistemático, pero entien-
do que ya es tiempo de que no nos conformemos, al recons-
truir nuestros anales, con libros o estudios de segunda ma-
no, repeticiones por boca de ganso de lo que han dicho otros-
HISTORIA DE CABO ROJO 23

que a su vez tampoco podían dar fe de la solidez de sus


afirmaciones, centones interminables en que se trasladan,
nin orden ni método alguno, fragmentos documentales to-
mados al azar; sino que, escudriñemos nuestro pasado be-
biendo directamente en las fuentes mismas de la informa-
ción coetánea, entrando por propia cuenta en el laberinto
de memoriales, cartas, relaciones, procesos, cédulas y re-
sidencias, cuya abundancia agobia al historiógrafo apenas
pretende iniciarse en los secretos rudimentarios de la co-
lonización de América. Así y sólo así, fundaremos una
erudición nacional digna de tal nombre y nos elevaremos
A la altura y nivel de la ciencia juiciosa contemporánea".
"A tres rectificaciones principales voy a contraerme
en la presente disertación, a saber: 1—Colón había des-
cubierto a Puerto Rico desde su primer viaje; 2.—El pun-
to de desembarco del Almirante en nuestro litoral, duran-
te el segundo viaje, fué la ensenada de Boquerón; 3.—La
fecha exacta del anclaje de Colón en Puerto Rico no fué
como se ha venido suponiendo, la del 19 de noviembre de
1493, sino la del 17 de dicho mes y año".
"Tres meses hacía vagaba el Almirante, perplejo an-
te el desenlace de su empresa, bojeando antilla tras anti-
11a, y cautivado al fin por la esplendidez y la exuberancia
de la Española donde determinó fijarse y asentar la pri-
mera colonia ibérica en el Nuevo Mundo, cuando ya para
dar la vuelta a España, el 12 de enero de 1493, al entrar
en la bahía de Samaná columbró a lo lejos hacia el nacien-
te, las costas de una isla que luego se comprobó era la de
San Juan. La visión de la selvática Boriquén, entre las
brumas ecuóreas, no pasó inadvertida para el Primer Al-
mirante, sino que, henchido de curiosidad, indagó noti-
cias sobre esta tierra y registró el hallazgo en su libro
de bitácora, cuyos extractos han llegado hasta nosotros,
escritos por la pluma liberal del Padre Las Casas, quien,
a mayor abundamiento, en su Historia. General de las In-
dias, confirma plenamente la versión de la cual resulta
que la fecha del descubrimiento, desde el punto de vista
24 DR. R. IBERN FLEYTAS

puramente histórico, es la fecha del 12 de octubre de 1493.


Celebra, pues, nuestro país, en ese día glorioso su epifanía,
es decir, la manifestación de su existencia y la primera
ostentación de su vida ante los embajadores de la cultura
del Viejo Mundo, que a su vez le brindaron desde lejos
su saludo de bienvenida en el concierto de la familia hu-
mana".
"Por alto han pasado los logrósafos nativos esta su-
gestiva y verídica efemérides, guiados como lo estaban sin
duda, por el criterio de que el descubrimiento de Puerto
Rico ha de computarse tan sólo a partir del instante mis-
mo en que se largó en nuestras orillas el ancla del europeo,
episodio este último que ya corresponde en verdad al se-
gundo viaje de Colón, pero que tampoco ha sido narrado
con rigurosa fidelidad científica por los historiadores an-
teriores y que paso sucintamente a puntualizar".
"Estamos enfrente al intrincado enigma secular que
ha ocupado siempre la atención de nuestros analistas y
cuya solución por fin, parece que está en vísperas de que-
dar dilucidada definitivamente mediante el convencimien-
to unánime de todos los especialistas en los orígenes puer-
torriqueños. Me reciero a la fijación del sitio del desem-
barco de la armada Colombina, tópico que será objeto de
la segunda rectificación que me he propuesto".
"No fué por la Aguada, ni por Mayagüez, ni por Gua-
yaniya, ni por Rincón, sino por la ensenada de Boquerón
que fondeó la lucidísima flota del segundo viaje del Des-
cubridor. Esta tesis, aunque nueva, es sin embargo la más
ajustada a la verdad histórica y la que mejor armoniza
las fuentes documentales que se conservan y tienen impor-
tancia para la resolución de esta controversia".
"Es constante que la segunda expedición de Colón zar-
pó de Cádiz a 25 de setiembre de 1493 y llegó a la isla Do-
minica el 3 de noviembre; el día 14 arribó a Aya, que fué
denominada Santa Cruz y el 16, al atardecer, (y en esto
están contestes todos los escritores) vislumbraban los va-
lerosos tripulantes los contornos de la tierra borinqueña".
HISTORIA DE CABO ROJO 25

"Ahora comienzan las discrepancias. Fray Iñigo Abbad


lanzó la opinión de que el crucero bordeó la isla por el nor-
te, y un siglo después el eminente etnólogo Dr. Agustín
Stuhal, se convirtió en corifeo de este parecer. Ignoramos
en qué pueda fundarse esta creencia, cuando al contrario
existe prueba apodíctica de que el recorrido de la costa bo-
rlnqueña se efectuó por el sur, y así lo ha reconocido con
ntzón la gran mayoría de los expositores nacionales y ex-
tranjeros. A ellos le servían de pauta y principales auto-
ridades para defender la ruta por el austro, las relacio-
nes, que conoce todo el mundo, de Fernando Colón en la His-
toria de su padre, el Almirante Don Cristóbal y de Pedro
Mártir de Anglería en su obra "De Orbe Novo Cecadss Oc-
io", a las cuales deben agregarse en primer término y con
recomendación especialísima las Instrucciones que el Des-
cubridor dio a los capitanes de los tres navios que en el ter-
cer viaje despachó desde la Gomera para la Española an-
tes que el grueso de la flota. Esas instrucciones ordenaban
que al llegar a la Dominica navegase al noroeste hasta to-
mar la isla de San Juan y que entonces siguiesen por la
parte sur de ella porque aquel era el camino para ir a la
Esabela Nueva, hoy ciudad de Santo Domingo".
'"De arte, señores, que debemos rechazar de plano la
hipótesis de que Colón fué por el norte y no por el sur. Aho-
ra bien: ¿Qué parte del litoral bordearon las carabelas y
en qué circunstancias? Sobre ese particular poseemos afor-
tunadamente pruebas documentales directas que nos han
sido trasmitidas por un testigo ocular de los acontecimien-
tos : el Dr. Diego Alvarez de Chanca, físico, autor de varias
obras singulares, hombre de la confianza de la Corte y a
quien había sido encomendada especialmente la tarea de
redactar la periégesis o relación de las peripecias del se-
gundo deslumbrante viaje. El testimonio de la carta de
Chanca no puede ser desechado a humo de pajas sino antes
al contrario debemos admitir si no hemos de rebelarnos
contra los principios fundamentales de la metodología cien-
tífica, la veracidad histórica de su contenido y en particu-
26 DR. R. IBERN FLEYTAS

lar, para el tema que nos ocupa de las siguientes afirma-


ciones concretas: 1.—Los barcos de Colón recorrieron una
sola banda de la isla, vale decir, la del sur; 2.—Dicha ban-
da la recorrieron en toda su extensión de unas treinta le-
guas ; y 3.—Este bajeo duró el espacio de todo un día".
"Caen, por consiguiente, derribadas al suelo como es-
tatuas privadas de su pedestal los viejos mitos propalados,
en torno al fondeadero de Colón sin que hasta esta fecha sea
parte de resucitarlos la buena fe de sus respectivos propa-
gandistas".
"La rada de Guayaniya hay que excluirla desde luego
porque la margen sur la navegaron en su totalidad en un
día, por lo cual no pudo ser aquel el puerto donde anclaron,
las naos y permanecieron dos días. El litoral del sur fué
costeado absolutamente en toda su extensión antes de efec-
tuarse el desembarco".
"Asimismo y a fortiori hay que descartar, en globo,
las bahías de Aguada, Aguadilla, Rincón y Mayagüez, ciu-
dades todas que se disputan la gloria insigne de haber al-
bergado en sus comarcas al Gran Genovés, como los pueblos
griegos la de haber mecido la cuna de Homero".
"Las palabras de Chanca nos persuaden terminante-
mente de que fué una sola la banda recorrida y pretender
que la armada llegó hasta la altura de Mayagüez, o Rincón,,
o Aguada o Aguadilla, equivale a sostener que recorrió dos,
contra la aseveración del médico sevillano. Es menester til-
dar de desesperado y arbitrario todo recurso que a la faz
del único testimonio coetáneo que poseemos, se aparte de
la aserción de Chanca, hombre ecuánime, y autorizado para
aventurarse, sin justificación ni motivo, a conjeturar que
la flota repasó dos costas cuando el Dr. lo niega y dice que
bojearon una sola. Señores, puede tomarse por cierto que
la adopción de cualquiera de las anteriores tesis que se han
venido sustentando, implica, por más que se pretenda ocul-
tarlo un reto gratuito a la criteriología o la insensata im-
putación de que el informe de Chanca al Cabildo de Sevi-
lla es mendaz".
HISTORIA DE CABO ROJO 27

"Pero como la veracidad de la ameritada epístola no


puede ponerse en duda, sino antes al contrario debe tomar-
Ho como norma en esta disquisición es menester convenir
en que el fondeadero ha debido estar en un puerto ya a oc-
cidente pero inmediato al término de la banda sur, para así
milvar la afirmación de Chanca de que dicha banda meri-
dional fué barajeada en toda su extensión y no incurrir, por
otra parte en la suplantación de que fueron dos las costas
recorridas".
"Este puerto no fué otro que la ensenada de Boquerón
donde anclaron los bajeles tan pronto dejaron surcado en
toda su longitud el litoral del Sur".
"Corroboran esta interpretación la manifestación del
Padre Las Casas de que el puerto de desembarco estaba
situado al poniente y sobre todo la autoridad irrefragable
de Pedro Mártir de Anglería quien tuvo a la vista la rela-
ción del peritísimo piloto Antonio de Torres. El famoso
italiano de la Corte de los Reyes Católicos localiza el si-
tio de desembarco con la célebre frase "último ángulo de
occidente", cuya recta interpretación ha dado lugar a tan-
tas disputas. En mi sentir, al contrario, las palabras de
Anglería apenas necesitan comentario. Dice así en tres lí-
neas : "Por no detenerse pasaron de largo esta isla, pero en
.su último ángulo de occidente bajaron a tierra unos pocos
para tomar agua". De manera, pues, que Anglería coincide
con Chanca en decir que la isla se bordeó por una sola ban-
da, ya que según acabamos de verlo, la pasaron de largo,
y por consiguiente, el ángulo de occidente donde desembar-
caron los españoles tuvo que ser contiguo al término de la
costa sur. Por eso dice Anglería, "último", es decir, el án-
gulo más al sur de la costa del oeste, o sea último en el sen-
tido de más remoto o apartado, punto final donde terminó
el bojeo de la isla".
"Yerran los que han pretendido entender por último
ángulo de occidente" el ángulo donde se acaba el lado oc-
cidental de Puerto Rico viniendo del Sur, pues no han po-
dido los expedicionarios tener conocimiento de que la costa
'¿H DR. R. IBERN FLEYTAS

Ultimo ángulo de occidente en la jurisdicción de Cabo Rojo.

de poniente terminaba en el ángulo de la bahía de Aguada,


sin haber registrado la isla siquiera hasta Quebradilla o
Camuy, y ya sabemos que la pasaron de largo".
"Por lo demás se hace inverosímil que unos bajeles que
por primera vez navegaron en aguas puertorriqueñas, bus-
cando el norte de Santo Domingo, bordeen a Puerto Rico
HISTORIA DE CABO ROJO 29

por el sur y el oeste hasta el extremo occidental del cabo


do San Francisco, y al llegar allí en lugar de continuar al
noroeste para echar anchis en la Aguada".
"Creo, pues, que si se analizan sin prejuicios todas las
fuentes documentales que existen sobre este problema, ha
do llegarse a la conclusión de que los marinos descubrido-
res saltaron a tierra en Boquerón. Esta nueva opinión está
más acorde con la realidad histórica que todas las ante-
riores hipótesis de Aguada, Aguadilla, Rincón, Mayagüez
y Guayaniya".
"Allí en Boquerón, señores, para que no se eche de me-
nos ninguna de las señas del paraje apuntadas por los pri-
meros cronistas, están la espaciosa rada circundada por la
simétrica herradura de exuberante frondosidad tropical; el
agua tranquila y transparente sobre arena tan blanca y
limpia que lastima la vista; y la profusa abundancia de
pesca, sábalos, sardinas y lisas que cuenta Las Casas en su
general Historia; y hasta la ciencia arqueológica ha venido
en auxilio de esta nueva orientación por órgano del Dr. J.
L. Montalvo Guenard, para esclarecer que en la región ca-
borrojeña es donde con mayor verosimilitud está radicado
el prehistórico poblejo que llamó la atención de los ínclitos
mareantes".
"En esas playas tan sagradas de Boquerón, señores,
i>a levantará en su día, como símbolo y expresión perenne
de gratitud nacional el soberbio monumento de la Repúbli-
ca de Puerto Rico a Cristóbal Colón que señalará a las fu-
turas generaciones, que han de ser, a no dudarlo, auténtica-
mente puertorriqueñas, el sitio de nuestro litoral en que se
hizo alto en su prodigiosa odisea el inventor de América,
J
el 17 de noviembre de 1493".
"Esta última aserción constituye precisamente la ter-
cera rectificación que ofrece a los estudiosos de estas disci-
plinas académicas. No fué el 19, según se ha venido repi-
tiendo, nomine discrepante, sino el 17 de noviembre de
1493, como acabo de afirmarlo, que echaron anclas en aguas
borinqueñas los buques de Colón. Esto resulta de las pro-
30 DR. R. IBERN FLEYTAS

pias declaraciones de Chanca y del apoyo que les brinda la


relación de Anglería. El médico de la flota escribe que bor-
dearon a Puerto Rico por espacio de sólo un día ; y como lo
avistaron por vez primera el día 16 al atardecer, claro es
que el bojeo ocupó esa noche y el día siguiente, y terminó
con el anclaje el 17, a la caída del sol".
"Siendo estos testimonios tan potentes y concordantes,
¿cómo es que se ha arraigado en la conciencia de nuestros
historiógrafos la fabula inverterada y engañosa a la par,
de asignar la fecha del descubrimiento o sea la del fondeo,
especie tan caprichosa como la que supone que fué en la
Aguada donde desembarcó Colón?"
"El error que señalo arranca del empeño de querer
establecer la certeza histórica por medio de deducciones
ingeniosas en apariencia, pero fragilísimas en el fondo, ta-
rea peligrosa e infructífera cuando, como acontece a cada
paso, y de ello dan pruebas lujosísimas nuestros historiado-
res, se pretende aprisionar por medio de deducciones, en-
vueltas en un ambiente esotérico, datos y hechos que cons-
tan paladinamente en piezas documentales y nos salen a ca-
da paso al encuentro al poco escarbar. Solamente a falta
de prueba directa debe recurrirse a la indirecta".
"Pues bien: la fecha del 19 de noviembre que se ha
venido asignando al descubrimiento de Puerto Rico, se de-
dujo de la afirmación del Padre Las Casas, aprovechada
también por Navarrete, de que el Almirante tomó la pri-
mera tierra de la isla española el 22 de noviembre; y co-
mo según el Dr. Chanca la Costa de Santo Domingo se di-
visó el mismo día en cuya madrugada había zarpado la
flota de Borinquen, donde se detuvo dos días, en seguida se
saltó a la conclusión de que sus dos días han debido ser el
20 y el 21, y que por consiguiente el fondeo ocurrió el 19 al
anochecer".
"A ojos vista, holgaba todo este circunloquio ; la fecha
del descubrimiento de Puerto Rico, acaecido el 17 de no-
viembre, resulta evidentemente de la simple relación de
Chanca; y si se quiere precisar la hora del anclaje, basta
HISTORIA DE CABO ROJO 31

remitirse a la descripción de Anglería. Pero nuestros ex-


positores se afanaron en buscar la fecha del descubrimien-
to en algo recóndito, algo que trascendiese a cálculos com-
plicados y no fuera dato escueto, mondo y lirondo y se asie-
ron de la frase del Obispo de Chiapa de que los expedicio-
narios tomaron tierra en la Española el 22 de noviembre,
para desde luego despeñarse. En efecto, nuestros intérpre-
tes entendieron que tomar tierra era ver las costas, cuando
el diccionario de la Lengua enseña que es "aportar", "arri-
bar la nave", "desembarcar", saltar a tierra las personas",
y esto fué lo que según Las Casas sucedió el 22 de noviem-
bre por la banda del norte de la banda del norte de la Es-
pañola".
"En sana hermenéutica, esa cita de Fray Bartolomé
en nada empaña ni le resta vigor, antes bien robustece, el
hecho de que la fecha del anclaje es la del 17, habiendo de-
morado la escuadra en Boquerón los días 18 y 19, dándose
a la vela al rayar el alba del 20 y columbrándose el mismo
día los contornos de Santo Domingo, hacia donde se acer-
caban por el sur, (conviniendo el propio Navarrete en que
se aproximaron a la Española por el cabo del Engaño) pa-
ra emplear el día 21 en proseguir su ruta y tomar tierra
efectivamente el 22 por la banda septentrional".
"Tales son las tres rectificaciones que me propuse ilus-
trar. Están expresadas con concisión, pero sin digresiones,
porque las divagaciones están reñidas con el método cientí;
fico que todos debemos tratar de observar. (Para mayores
pormenores y referencias precisas a las fuentes puede leer-
se la "'Historia del Adelantado Juan Jonce de León" (Orí-
genes Puertorriqueños), de los Dres. Juan Augusto Perea y
Salvador Perea, Caracas, 1928").
"Señores : la historia no se escribe para la gente frivo-
la y casquivana, sino para quien en serio sienta la avidez
intelectual de conocer sus orígenes. Ella es la maestra y mo-
deladora de las nacionalidades y si se prescinde su concur-
•so (como por desgracia se ha intentado hacerlo entre nos-
• otros) se cae en la más terrible de las desorientaciones y
32 DR. R. IBERN PLEYTAS

en tendencias e inclinaciones incompatibles de todo punta


con la santa caridad de la patria. Cada pueblo tiene su par-
ticular destino en la historia y a cada uno corresponde a
especial providencia de Dios. La misión del nuestro fué in-
dicada y escrita por el Rey de España Felipe III en cédu-
la al Gobernador Don Diego de Aguilera y Gamboa, hace
casi 300 años en estos términos categóricos: "Puerto Rico
es frente y vanguardia de todas mis Indias Occidentales,
(es decir de todo el imperio español en América) y respecto
de sus consecuencias la más importante de ellas y codicia-
da de sus enemigos". Esa, es, pues, la misión soberana de
esta Antilla; servir de centinela y de atalaya de la cultura,
y el poderío de la progenie hispánica en este hemisferio;
pero para desempeñar tan delicado encargo es menester
que los atalayeros conozcan y aquilaten en su debido valor
toda la magnitud de los tesoros cuya guarda y amparo le
han sido confiados, es indispensable que asimilen en su pri-
mitiva pureza y sin adulteraciones bastardas su quinta-
esencia más honda, a fin de que jamás ni los entreguen ni
los rindan, seducidos por los primeros relumbrones del ver-
bo de los falsos profetas".
"Pero Puerto Rico, señores, tan dócil siempre, que se.
ha prestado a tanto capricho, se ha prestado también a que
se le tergiverse hasta su destino histórico sobre el plane-
ta, descendiendo desde la excelsa función de vigía en Amé-
rica de la integridad de las tradiciones iberas y la heren-
cia latina, al deleznable papel de campo de amalgama y ex-
perimentación, por demás superficial y anticientífica, de
todos los delirios que han cruzado por todas las imagina-
ciones enfermas, de cuantos traspantojos salen de la boca
de los pseudo-sabios de la época moderna, de cuanta incon-
gruencia se le ocurre poner en práctica, con miras intere-
sadas, a cualquier dulce civilizador improvisado".
¿Por qué ha de servir Puerto Rico de laboratorio uni-
versal de tantas'alquimias y de tantos absurdos? En otras
partes se hacen experimentos tentativos, en escala reduci-
da, sobre casos aislados que no afectan a la vida y seguri-
HISTORIA DE CABO ROJO 33

dud de aquellas comunidades, pero aquí se ha pretendido


experimentar al por mayor, es decir, jugar con la existen-
cia y el alma de todo un pueblo, maniobrar con sus creen-
cias y tradiciones, profanar con estudios descabezados y
métodos ya viejos y desacreditados, su índole y su idiosin-
crasia, para preparar el ambiente y la conciencia pública
a fin de hacer más tarde, no lo dudéis, ponceños, entre son-
risas sarcásticas y sacrilegas la autopsia definitiva da nues-
tro espíritu colectivo".
"Puerto Rico ofrece, pues, el espectáculo de un anfi-
teatro, cuyo funcionamiento sufraga con su propio peculio
ya exhausto, levantando para hacer ensayos y más ensayos
que jamás se concluyen, de formas y de finanzas, de hipó-
tesis de educación y de bilingüismo, de normas de vida cí-
vica, moral y religiosa y hasta de mensuras y calicatas de
la capacidad y mentalidad general de un pueblo, de este
pueblo donde encontró el Barón de Humboldt, hace más de
cien años, a los alumnos más inteligentes de todo el conti-
nente. Lo más grave y por otra parte grotesco en extremo,
es que esa fabricación a la gruesa de monstruos humanos y
de productos teratológicos es para arrojarlos, señores, co-
mo aludes de progreso, sobre la desprevenida América La-
tina, que según la frase de José Martí, está envenenada ya
con tanto injerto".
Hasta aquí parte de la conferencia de los hermanos
l'erea.
También está de acuerdo con el hecho del desembarco
de Colón por Boquerón de Cabo Rojo el historiador Don
Pablo Morales Cabrera, en un artículo suyo publicado por
"El Imparcial" el 25 de julio de 1928, poco antes de pu-
blicar los hermanos Perea la "Historia del Adelantado".
Al lector dejo como juez después que estudie este asun-
to, pero hago estas aclaraciones históricas para demostrar
la importancia de Cabo Rojo.
CAPITULO II

TIERRA ADENTRO

Pasaré ahora a enunciar sucintamente los produc-


tos de nuestro Cabo Rojo. No debe dejarse pasar inadver-
tidamente la caña de azúcar, precisamente porque este pue-
blo ocupa uno de los primeros puestos entre los pueblos ca-
ñeros. Hay magníficos llanos de cultivo y terrenos altos
que con la selección de semilla, la limpieza del cañaveral y
la ayuda del abono químico, da un tonelaje por cuerda bas-
tante alto y un promedio bastante rico en sucrosa.
Colón introdujo la caña en su segundo viaje a Santo
Domingo y de ésta hermana Antilla pasó a Puerto Rico.
El azúcar se obtiene principalmente de la caña que es
lu mayor producción. La remolacha, la palmera, el arce y
lu colza también producen azúcar, pero nunca han sido cul-
tivadas al nivel de la producción cañera.
Poco más o menos, un siglo después del descubrimien-
to Diego de Lorenzo trajo de las islas de Cabo Verde la pal-
ma de coco y las gallinas de Guinea. La producción de co-
cos dio al país el aceite. Toda la costa de Cabo Rojo está cu-
bierta con sus palmeras y su producción se exporta en su
mayor parte.
Hacia el 1754, el Gobernador Felipe Ramírez de Este-
nos (a quien se le adjudica el honor de haber fundado a Yau-
co, a pesar de que ya existía dicha aldea con más de cien
habitantes) indujo a los puertorriqueños a cultivar el café,
importado seis años antes por un Contador Mayor. Este pro-
ducto se generalizó y todos los pueblos de altura como Yau-
36 DR. R. IBERN FLEYTAS

co por ejemplo, tuvieron una alta producción y calidad so-


bresaliente como el "caracolillo de Yauco" conocido en to-
do el mundo. Así el país tuvo fama por su calidad iniguala-
ble. Se asegura que la planta del café viene de Arabia,
otros dicen que de Etiopía y que un pastor descubrió sus
propiedades por haber notado que sus cabras adquirían gran
vivacidad después que comían hojas de ese arbusto. Cabo
Rojo apenas producía para su consumo local. Los turcos
enseñaron al europeo a tomar café en el siglo XV y en el
XVII el arbusto fué traído a América para el cultivo. (En
el idioma turco se llama "cah vé").
La producción de frutos menores tales como cereales,
vegetales, verduras, maíz, habichuelas, frijoles, lentejas,
etc. era suficiente lo que producía este pueblo, pues siem-
pre tenía margen para vender a los pueblos de Mayagüez
y San Germán, abriéndose mercado ya para San Juan. En
frutas es un productor mediano. En leche y carne produce
para el consumo propio y mucho para otros pueblos inclu-
yendo San Juan. Y en general toda !a jurisdicción satis-
face en gran parte la necesidad de la alimentación.
Cabo Rojo nace con honor y gloria a la civilización des-
de el punto mismo en que la aventura de Colón culminó en
el inicio de una conquista, única en la historia universal.
Aquí, en este rincón puertorriqueño empieza precisamente
la historia de nuestra islita. Puede decirse que el Almiran-
te creó en el sudoeste de Puerto Rico debido a la casuali-
dad o accidente divino, el iniciamiento de los primitivos
pueblos blancos de América, porque de cualquier manera,
durante el trayecto de los Morrillos de Cabo Rojo hasta
cerca de Mayagüez, las tripulaciones de aquellas carabelas
quedaron maravillados ante la belleza panorámica de esos
parajes y la riqueza en caza, pesca y agua.
No se intenta decir que el propio Colón dejara coloni-
zadores como hizo en la costa dominicana, pero sí impri-
mió con su estada o presencia pasajera la atención a este
lugar y perfiló el interés que más tarde se demostró por el
HISTORIA DE CABO ROJO 37

mismo, que sin nombre propio aún, ya era imprescindible


mencionar el nombre "Cabo Rojo".
Por supuesto, que lo expuesto por los doctores Juan
Augusto y Salvador Perea en las páginas 15 a 16, 108 a
114, en su "Historia del Adelantado Juan Ponce de León"
Orígenes Puertorriqueños, Caracas, 1929 y por el Dr. Mon-
tai vo Guenard en sus "Rectificaciones Históricas, El Des-
cubrimiento de Boriquén". Ponce, 1933, no es la causa o
base de que el ambiente caborrojeño haya sustentado siem-
pre el ideal de que en las playas de la ensenada Boquerón de
Cabo Rojo estuviese por primera vez el navegante descu-
bridor. Esto se ha creído mucho antes, es legendario y ha
sido comentado, es tradicional. Únicamente que el Dr. ma-
yagüezano con sus pruebas y datos incontrovertibles, ha
renovado los recuerdos de los relatos tradicionales y pun-
tualizado los errores de apreciación de algunos historia-
dores.
El desembarco de Colón y la fundación de Cabo Rojo
están basados en argumentos sin base, iguales a los que ase-
guran el nombre y residencia de la "Escuela Correccional ds
Mayagüez" o "Escuela Industrial Reformatoria", que está
enclavada dentro de la jurisdicción del municipio de Cabo
Rojo porque está en el barrio Guanajibo, jurisdicción ca-
borrojeña y continúan llamando "Escuela Industrial de Ma-
yagüez".
CAPITULO III

LOS INDIOS DE BORINQUEN

Prosigamos. El jefe máximo de todo Boriquén, o sea


el cacique principal Agueybana, —el Gran Sol— que tenía
su caserío en Yauco, cerca del Río Coayuco, gozaba de una
vida placentera y dulce, atendiendo a la labor de la pesca

Bohío indio de Puerto Rico en los tiempos de la


precolonización.

y la caza y dedicando algún tiempo a la agricultura con li-


bertad absoluta de dominio sobre sus tribus sintiéndose
próspero y feliz. Usaba un medallón grande de oro que lla-
maba "guanín", insignia del jefe supremo. Entre las clases
sociales, además del cacique, había un subjefe o nitayno;
el bohique, que era el médico-sacerdote, y los naborías, el
pueblo. Los caciques regionales formaban el estado mayor
40 DR. R. IBERN FLEYTAS

del principal. Disfrutaban los indios en realidad, de una


vida al aire libre, tranquila, sin preocupaciones. Hasta que
un día, después de varios años, se acabó la dicha, pues la
civilización europea les echó abajo sus chozas, destruyó sus
aldeas, los redujo a esclavos y los mataban cuando defen-
dían sus tierras y sus hogares.
La mayoría de los aborígenes acostumbraban vivir des-
nudos, hombres, mujeres y niños. La vestimenta que algu-
nos (especialmente las mujeres casadas) usaban, era un
taparrabos hecho de hierbas toscamente tejido, mejor, en-
redadas.
En general tenían buen aspecto. Las mujeres eran her-
mosas y agraciadas, sus niños muy vivos de genio y bien
formados, muy amigos del juego. Se pintaban la cara y el
cuerpo de rojo y negro, agregando las plumas en la cabe-
za para la guerra.
Ejercitaban su memoria, que era muy buena, por me-
dio de la narración de las hazañas de sus antepasados y
contaban hasta veinte ; valiéndose de los dedos de las manos
hacían mayor contaje y sus cálculos.
El juego de pelota, el baile, la música y los areytos
constituían sus diversiones. Estaban más adelantados que
los indios de las islas vecinas. Eran limpios y se bañaban
con frecuencia.
Brevemente se da al lector una idea de cómo era el
indio borincano y copiamos a continuación lo que nos dice
el eminente historiador Dr. Montalvo Guenard sobre el par-
ticular, según sus estudios de antropometría, arqueología,
historia, etc. y que concuerdan con Oviedo y otros.
Oigamos al Doctor: "El indio borincano, según los
cronistas e historiadores primitivos que gozaron de mayor
prestigio y autoridad, era de tamaño mediano, de menos
talla que el tipo premedial español, y más o menos igual a
los otros indios de las islas vecinas, como Santo Domingo,
Cuba y Las Lucayas".
HISTORIA DE CABO ROJO 41

^ ^ ^^^F

Concepción de la India de Borinqucn del Dr. Ibern

"A juzgar por la medida del fémur y de los otros hue-


sos largos, según el cuadro de Orfila, nuestro indio debió
tener aproximadamente una estatura de 1.54 m. para los
hombres y de 1.46 m. para las mujeres. No obstante, pudo
encontrarse también entre ellos algún otro indígena de es-
tatura corpulenta".
"Regularmente, los indios de Puerto Rico eran bien
proporcionados en su figura y mostraban buen desarrollo
físico; sus manos eran pequeñas, pero sus pies, debido a
que andaban descalzos, mostraban una superficie plantar
Humamente ancha y de gran dureza, lo mismo que se obser-
va ahora en nuestros actuales campesinos. Su cabeza, pro-
42 DR. R. IBERN FLEYTAS

porcionada a su cuerpo, era más bien de pequeñas dimen-


siones y asimismo su cuello, que era mejor corto que lar-
go".
"El color del indio borincano era bastante amulatado,
mostrando cierto tinte amarillento, o sea un color canela-
aceitunado, razón por la cual Oviedo y otros historiadores
dijeron que su color era "loro".
"El rostro de nuestro indio era abrupto y por regla
general de apariencia poco bella. Su cabeza era achatada
de adelante hacia atrrás. Su cabello era negro, lacio, lar-
go, bastante acrinado y algo escaso. Era costumbre entre
nuestros indígenas recortarse el cabello a una altura más
abajo del mentón. Carecían de barba y de sistema piloso en
todo el cuerpo, a excepción del cuero cabelludo, las cejas y
las pestañas".
"La frente del indio borincano era sumamente incli-
nada hacia atrás y su entrecejo o "Glabela" excesivamente
pronunciado, mostrando marcado levantamiento del arco
supraorbital; su rostro era ancho y corto, con pómulos
salientes y nariz aquilina, la que, aunque de tipo mesorri-
nia, no tenía amplias fosas nasales. Sus ojos eran alargados
y lijeramente oblicuos, mostrando una pupila más bien pe-
queña y de color obscuro. La boca era grande, sus labios
gruesos y de mentón retraído. Sus dientes, por naturaleza,
eran débiles, manchados, de color terroso y generalmente
cariados". Hasta aquí el Doctor.
Tal era el tipo del hombre precolombino en nuestra
isla.
No hay mejor descripción, ni con más lujo de detalles que la
hecha por Montalvo Guenard. Estas características fisonómicas
de nuestro aborigen han sido obtenidas por el constante estudio
de este médico ilustre, quien ha empleado muchos años estu-
diando orígenes y opiniones y confrontando dimensiones, datos,
mapas, historias, archivos, fechas y otras consultas en la geo-
logía, geometría, geografía, matemáticas en general, viajes, y
en todo cuanto humanamente es posible y necesario para el acer-
camiento a la realidad histórica y a la verdad.
HISTORIA DE CABO ROJO 43

El gran Cacique Agueybana murió y fué sustituido por


Guaybaná, valiente defensor de su raza y su patria. Derro-
tó a Sotomayor y logró su deseo de matarlo. Guarionex, el
más terrible de los caciques de Otoao (Utuado), reunió tres
mil guerreros de su temple y raza y asaltó al pobladito de
Sotomayor en Aguada, quemándolo totalmente y matando
como a ochenta colonizadores. Este cacique fué terrible por
nu arrojo.

Indio borinquén.
Concepción de
I'ou, Historia
Montalvo Gue-
nnrd. Copia del
Dr. Ibern Fleytas

"~%-;^->-**

Después que Guaybaná murió, dos caciques, Caguax, y


con nombre cristiano de Don Alfonso el otro, se sometieron
a Ponce de León, quien fué el primer español que llegó al
continente de Norte América, como también el primer Go-
bernador español que tuvo Puerto Rico.
Cocimar y Yaureibo fueron entre otros muchos, caci-
ques del este de Puerto Rico. El primero murió en un en-
44 DR. R. IBERN FLEYTAS

cuentro con los españoles y el segundo se preparó en Vie-


ques para vengarlo, siendo muerto también en una fiera
lucha. Arasibo, Guamaní, Canóbana, Arocobix, y Jumacao,
fueron caciques de mucho valor, sobresalientes en su raza y
han dejado imperecederos sus nombres en distintos pueblos,
distritos, ríos y otros lugares de su bellísima isla de Borin-
quén.
El idioma indio (Borinquén) deja su recuerdo también
en los nombres de Turabo, Guaynabo, Kyauaney, Toa y
otros muchos sitios. En la denominación de árboles, frutas,
aves, peces, en todos los sitios y cosas, usamos palabras de
este sencillo y apenas conocido idioma; ejemplos: ceiba,
maga, cupey, burén, guanábana, yuca, mamey, maní, ma-
ricao, guama, maraca, hamaca, canoa, batey, con un sin
número más que se perpetuarán en nuestras generaciones
venideras.
Cabo Rojo fué uno de los sitios más habitados por
aquellos valientes antecesores. Hemos localizado montículos
de caracoles en los barrios de Monte Grande, cuatro; en la
Tuna, cinco; en barrio Costa, dos; Guaniquiya, cinco cerca
de Puerto Real y cuatro en dirección a Boquerón; Mirade-
ro, siete ; Guanajibo, dos ; a lo largo de la orilla del mar un
poco al centro, una infinidad ; más los diseminados en toda
esta jurisdicción ya muy al centro hasta cerca de San Ger-
mán y Lajas" y aún pueden ser visitados al presente. En las
excavaciones se encuentran cemíes, máscaras, fragmentos
de ollas, escudillas, collares de piedra en una sola pieza y
cuentecitas de piedra perforadas en su centro de diversos
tamaños y formas caprichosas y algo geométricas; hachas
de piedra llamadas por los campesinos "piedras de rayo";
grandes platones de barro donde amasaban la harina de la
yuca, o "yuca", como ellos la denominaban, para confeccio-
nar las tortas de casabe o "casabí" ; pipas de barro para fu-
mar e infinidad de fragmentos e implementos de todas cla-
ses que ellos usaban en su vida diaria.
Sus alimentos principales eran la yuca o yuca, la caza,
la pesca y las frutas. Por los montículos de conchas y cara-
HISTORIA DE CABO ROJO 45

El indio nativo de Puerto Rico. Concepción del autor.


Indio borinquén.
46 DR. R. IBERN FLEYTAS

coles que se encuentran en las costas y centro de la isla se


demuestra que los productos de mar constituían su mayor
alimentación. Los indios aquí, pueden ser considerados den-
tro del grupo de los ictiófagos, porque consumían el pesca-
do en grado sumo y con predilección a los demás productos,
no tanto como los habitantes de ciertas regiones boreales
que no cuentan apenas con otra cosa y se comen el pescado
crudo, como en muchas islas de la Polinesia, pero mostra-
ban una predilección definida por las ostras, pescado y toda
clase de mariscos. No eran antropófagos o caníbales como al-
gunas tribus de las islas del Mar Caribe, del centro y sud-
americano y otras tribus africanas y otros continentes que
devoran la carne humana ligeramente cocida o asada ; tam-
poco eran geófagos o comedores de tierra (arcilla amasa-
da) como los amaipuras, otomacos y maniquitares, que ha-
bitan por Orinoco, muy al centro de la selva y son comple-
tamente salvajes.
Eran en general buena gente; dóciles, fieles, pacíficos,
de mucho valor y sin miedo al peligro y vengativos. Gusta-
ban mucho del ejercicio físico.
Muchos extranjeros han venido a esta isla y han excavado
en los sitios que el campesino les ha indicado, tanto en la costa
como en el centro sacando a la superficie magníficas coleccio-
nes arqueológicas en piedra, barro, hueso, madera, etc. para
enriquecer colecciones de museos, universidades y particulares
y también como negocio en países extranjeros. La apatía de
nuestro gobierno y la indiferencia ha dado lugar a que en nues-
tro país no tengamos en la actualidad un museo de los mejores
de nuestra arqueología indígena.
Hasta catos momentos han extraído esa riqueza y la están
embarcando en el momento mismo en que el nativo despierta
para lamentarse de la riqueza histórica que se ha perdido. Es
el mismo caso, repetido, al destruirse la antigua y preciosa joya
de la Ermita de San José de Cabo Rojo construida por Pagan
para en su lugar colocar lo que llaman un Hospital Municipal.

El único y verdadero defensor que tuvieron los indios


fué el Padre Bartolomé de Las Casas que acompañó a Co-
lón en su tercer viaje, pero a pesar de él, el desastre para
los nativos indígenas fué inevitable.
CAPITULO IV

CIUDAD PRIMADA DE AMERICA


Los sueños dorados del aventurero español apuraron
ln avalancha de los que ansiaban minas y ricas tierras en
el suelo virgen americano y ese desbordamiento de trabaja-
dores españoles ansiosos de riquezas, apuró el desplaza-
miento que se sucedía con el transcurso del tiempo en que
IOH exóticos blancos creaban núcleos de poblaciones en to-
das direcciones, venciendo la resistencia nativa y a la natu-
raleza misma de los bosques ; venciendo la falta de caminos
y un sinnúmero de dificultades que se iban creando de día
on día; los tenaces ataques de los caribes, las invasiones
persistentes e intrigas de los ingleses, de los holandeses,
íoM franceses, los corsarios y la piratería; todo era una lu-
cha sin cuartel contra los españoles que vinieron decididos
u poseer tierras y riquezas a esta isla de Boriquén y que
con la misma tenacidad se defendieron y pelearon hasta
quo al fin, la perseverancia y valentía fueron dominando y
creando buenos sembrados y nuevas poblaciones como
Caparra en el año 1508
Aguada en el año 1510
San Juan en el año 1521
Cabo Rojo en el año 1559
San Germán en el año 1571

La explotación industrial de las salinas marítimas de


Cabo Rojo, empezó en 1511, según Brau en su Testimonio
Procesal Auténtico, cuando precisamente los indios destruían
48 DR. R. IBERN FLEYTAS

la población de Sotomayor en Aguada. Un año después, en


1512, se levanta San Germán en las orillas del río Goarabo.
por la playa de Añasco; fué saqueada y destruida en 1528
por corsarios franceses, coincidiendo con esta misma fecha
el hundimiento de una carabela española, en el Cabo Rojo
por corsarios de la misma nacionalidad. Los sangermeños
se establecieron luego en Guayanilla, cerca de Guánica, y
de aquí, se trasladaron a las "Lomas de Santa Marta", con
el nombre de la "Nueva Villa de Salamanca" en el año 1571,
año de que datan las ruinas del Convento "Porta Coelis"
y el actual San Germán. Este pueblo fué construido con
los restos de Santa María de Guadianilla y del anterior San
Germán, por Francisco de Solís.
Aquí se comprueba y más adelante se confirma que Cab»
Rojo es más antiguo que San Germán.
Salvador Brau, uno de nuestros mejores historiadores de
las Antillas informa en un documento oficial, que en el 1511 se
estaban explotando las minas salineras de este pueblo.
Esto comprueba la existencia del desarrollo que iba toman-
do esta pequeña población.

Al estampar la fecha de fundación de Cabo Rojo en


cuarto lugar, o sea en el año 1559, se presume la sorpresa de
algunos lectores. Esperamos la crítica sistemática por esta
afirmación, pero será contrarrestada por la meditación y
estudio del que recurra a orientarse dentro de la lógica y
sentido común.
Más adelante se inserta la "Petición", parte del "Tes-
timonio Procesal Auténtico", de cómo se formó "San Mi-
guel de Cabo Rojo" en el sitio donde está actualmente, pues
antes del 1559 donde se estableció esa población fué en los
altos de la "Bocoya", en la Hacienda denominada mucho
después "La Monserrate", de Puerto Real, propiedad hoy
de los hijos del patriota Don Celedonio Carbonell, en el li-
toral de Guaniquilla, barrio de Pedernales, de Cabo Rojo.
Hasta hace poco se notaban vestigios de las antiguas
construcciones, más prueba palpable aún del cementerio.
HISTORIA DE CABO ROJO 49

Demie este punto se domina la bahía de Puerto Real por-


que las olas baten a sus pies. Se notan los escombros, en-
terrados ya en la tierra por el arado y el tiempo que los de-
teriora, del fortín "El Vigía", que hizo las veces de faro y
quo dio siempre la alarma de los barcos piratas, ingleses y
fruneeses. Los pocos caborrojeños que quedan, muy viejos
ya, dan fe de este aserto. Con curiosidad y un poco de tra-
bajo se aprecian actualmente las antiguas construcciones
y u menudo el arado extrae restos humanos del antiguo ce-
menterio.
Este sitio fué abandonado por el temor a las diversas
Incursiones de que eran objeto las costas, pues una de ellas,
notable por los desastrosos resultados en vidas y propie-
dades, ocurrió en el 1528, cuando unos barcos franceses
hundieron una carabela española frente al Cabo Rojo y lue-
KO Haquearon y quemaron por completo a San Germán, es-
tablecido en diferentes parajes por escoger sitio de seguri-
dad para sus habitantes. Y a pesar de la precaución de los
caborrojeños, éstos no escaparon al saqueo de los ingleses
también. Además, la proximidad al mar, las condiciones
Insalubres y las plagas de mosquitos, influyeron en el cam-
bio.
Hay que notar que la tramitación de expedientes de
petición, auto, diligencia, etc., para crear a "San Miguel
do Cabo Rojo" en el 1771, se refiere a la "Parroquia de
San Miguel Arcángel de Cabo Rojo" y al reconocimiento
lojfal o judicial como pueblo, pero no a la fundación del
miHmo, porque la población estaba ya establecida, fundada ;
(»1 hecho de que en esa petición diga : "Erigir un nuevo pue-
blo con su Iglesia en dicho sitio, en el paraje donde hoy se
halla edificada una ermita", es un error que el historiador
puede rectificar.
Dicha ermita la construyeron los españoles que ya es-
taban establecidos en esa comarca. Y naturalmente, si el
lutíar estaba poblado, hay que concluir que no es posible
fundar un nuevo pueblo donde ya hay uno desde antes, una
50 DR. R. IBERN FLEYTAS

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HISTORIA DE CABO ROJO 51

ermita en que se oficia y una población que concurre a sus


ceremonias religiosas. Dicha ermita había tenido que ser
reparada por daños que le causara el comején, en fecha an-
terior a 1771.
Terminado el expediente, se edificó la dicha iglesia pa-
tronal en el sitio donde se encuentra y se reconoció oficial-
mente dicha parroquia en el año 1777 por el coronel Don
Mltfiíel de Muesas, Gobernador Militar, en cuyo honor fué
bautizada con su nombre.
La evidencia de que la fundación del pueblo de Cabo
Hojo no fué en el 1771, ni en 1777, está en el hecho de que
nljrún núcleo, comunidad o población existía para que antes
del 1559 estuviese construida dicha ermita, para poder ha-
ber sido reparada en 1559 por daños que le causara el co-
mején. Esto es lógico y diáfano. Además, para ser atacada
y hundida una carabela española por unos barcos franceses
frente a las costas de Cabo Rojo, en el año 1528, para algún
nltlo iba o venía, salía o entraba a puerto; algo buscaba, al-
jfün negocio tenía con alguien que vivía en estas aguas de
Cabo Rojo, ya sea en "La Bocoya", o donde está actualmen-
te situado el pueblo histórico de los "mata con jacha", con su
Puerto Real, bahía de las mejores y puerto abierto en aque-
llos tiempos.
Si para la fecha expresada no existía población o gente
blanca por estas riberas del Caribe, exceptuando un viaje
de placer, cosa difícil en aquellos tiempos, no había moti-
vos para una embarcación española tener un encuentro
con barcos extraños, en sitios desiertos y de ausencia co-
mercial ; luego hay indicios de que la colonización se había
Iniciado y formalizado desde muchos años.
Luego si esto es así, se. puede deducir, què Cabo Rojo
ne I undó en los altos de la "Bocoya" antes del 1559, y desde
entonces, al 1559, se dividieron los habitantes en dos gru-
pos : el pueblo, donde está actualmente y la playa, su puer-
toi Puerto Real, el que se cerró para rehabilitar a Mayagüez
que había sido destruido por un incendio. El otro grupo,
52 DR. R. IBERN FLEYTAS

construyó una ermita para el culto y fué deteriorada por


el comején, siendo reparada en el 1559, y de nuevo, años
después. En el 1773 se empezó la iglesia de San Miguel y ya
tenía 1200 habitantes residentes y se terminó la obra en
el 1763, quedando bendecida el 29 de septiembre de ese año.

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HISTORIA DE CABO ROJO 53

Don Miguel de Muesas ya no residía en el país en la fecha


(la 111 bendición.
"Durante los diez años que duró la construcción de la
lylexln, prestó servicio la ermita San José, enterrándose
JOU muertos en su atrio, donde aún quedaban algunas tum-
l)HH derruidas en 1859, cuando el general Cotoner hizo re-
ÇOllMtruir dicha ermita". (De Diligencia Final).
llanta el 1889 se celebraban en la ermita las novenas
y filíalas de San José, pero ya en mal estado, se trasladaron
fil nwnto y los últimos religiosos a la iglesia del patrón San
Mlifucl Arcángel, reconocida oficialmente en el 1777.
Do paso hago notar que en este mismo año de 1777 en-
tri» ron ni puerto de Mayagüez los barcos americanos "En-
dftWock" y "Henry", huyendo de la persecución del barco
lia jfuorrn inglés "Glasgow", y los mayagüezanos, para sar-
VltrloH, le izaron la bandera española en ambos, dando lu-
gitr a que se retirara el inglés y salvándose los norteame-
flcnnoH de un seguro naufragio o apresamiento.
11 (irnos de observar, como otra prueba no menos con-
tjlliyonte, de que el gobierno de España tenía conocimiento
(Iwl núcleo de población caborrojeña, al ver la comunica-
clon dol Obispo Sebastián Lorenzo Pizarro en el año 1759,
fílemelo gobernador militar el capitán D. José Antonio de
Mtmdizábal, informándole al Rey Felipe V que halló ermi-
tflM construidas en los pueblos de Cabo Rojo, Cangrejos
(Bmiturce), Rincón, Las Piedras, Caguas, etc. La de Cabo
Unjo ora la ermita San José.
Las ruinas de ese monumento serían testigos fieles y
«litínticos, pero la ignorancia de la Administración Muni-
cipal (1924), cometió el crimen de destruirla en el año
11)24 pura en su lugar construir un Hospital Municipal que
piído haberse levantado en otro sitio.
lista aberración privó al pueblo, al país y a la América
dt» conservar una de las más bellas reliquias histórico-
rolltflosas que muchos pueblos gustarían poseer; hoy lamen-
tnmos mucho la irreparable pérdida de tan preciosa joya.
54 DR. R. 1BERN FLEYTAS

Hospital Municipal

Retrocediendo hacia "La Bocoya" y regresando antes


del 1559, vamos a ver el desarrollo que toma el nuevo Cabo
Rojo.
Por las razones expuestas del peligro y las molestias
que sufrían los vecinos de "La Bocoya", se recuerda a un
tal Javier o Xavier el Yito, un verdadero jayán, vigoroso,
y valiente, una especie de líder de aquellos tiempos; rudo,
bueno y querido por los de la comarca; decidió con varios
más trasladarse a los alrededores de lo que forma hoy la es-
quina de las calles Baldorioty y Barbosa. La calle Baldorio-
ty conducía directamente, cruzando la "Quebrada Grande"
(Mendoza), a Puerto Real, y la denominaron camino de
Santo Domingo; luego calle Santo Domingo cuando se va-
rió el camino más al sur y hoy lleva el nombre de uno de
nuestros hombres ilustres, Baldorioty.
HISTORIA DE CABO ROJO 55
A medida que se extendía el incipiente poblado, iba as-
cendiendo por la parte alta que llamaron "Cantera", al es-
te, y el otro núcleo de personas que iban llegando se esta-
blecían en la calle Carbonell, antes Serrano, a la salida de
Muyagüez y San Germán, en el paraje donde estaba la er-
mita de San José, por el nordeste. Hubo esos dos grupos,
porque el terreno era una laguna pantanosa por algunas
partes de la plaza principal, que el tiempo se encargó de
Kocar.
Ya establecida la colonia de nuevo, su ambición fué
la ermita de San José, que construyeron y que más tarde,
en el 1559, tuvieron que hacerle reparaciones por el dete-
rioro que le causara el comején, y vuelta a reconstruir en
ul 1859, suprimiendo los oficios religiosos en el ya expre-
«ado año de 1889. Hasta el 1774 se enterró en el atrio de
la ermita de San José.
CAPITULO V

FUNDEMOS A NUESTRO PUEBLO

Hasta el 1846 se usó el atrio de la iglesia San Miguel


como cementerio, siendo par esta fecha párroco por oposi-
ción D Juan Vicente Martínez Valdés, hijo de la Capital.
Ilízose necesario un cementerio porque el auge del pueblo
y el comercio así lo exigían y al fin se fundó lo que llama-
mos hoy el Cementerio Viejo, al cual se iba por la calle
Rius Rivera, por el puente antiguo de la "Quebrada Gran-
de" que hoy no existe; luego se hizo el puente de la calle
Carbonell, antes Serrano.
En el 1876 se construyó la torre de la iglesia, la más
alta de la Isla; para tal fin hubo una junta compuesta por
el Obispo D. Juan Antonio Puig, el párroco D. Justo Fan-
lo; D. Alejandro Cabassa, quien dirigió la obra; ü. José
Antonio Fleytas Suárez, tesorero ; D. Eduardo Texidor, que
hizo los planos.
El progreso del pueblo se manifestaba al contar con
hi ermita de San José y en proyecto un mejor centro reli-
gioso ; así el 2 de noviembre de 1771 los señores D. Cristó-
bal Camacho, D. Antonio de Alicea y D. José Alvino cedie-
ron gustosa y gratuitamente todos los terrenos entre las
quebradas "Grande" y "El Duque", hoy "Pileta", para que
la población que aumentaba se acomodase mejor. Después
He hizo bajo un acta, la que se copia a continuación, exacta
y completa, publicada por el semanario católico "La Ver-
dad", como colaboración de Brau.
58 DR. R. IBERN FLEYTAS

SECCIÓN HISTÓRICA
SAN MIGUEL DE CABO ROJO
COMO SE FUNDO

TESTIMONIO PROCESAL AUTENTICO

A los RR. PP. Franciscanos Capuchinos, Editores y re-


dactores de LA VERDAD.
Respetables padres y amigos míos : Al hallarme, en su
ilustrada revista semanal, una interesante sección destina-
da a recopilar datos ciertos acerca de la fundación de algu-
nas iglesias y poblaciones —demostrando con ello la impor-
tancia que conceden a la historia local en el desarrollo de
nuestra insular cultura— he creído oportuno ofrecer a Uds.
por si gustan darle publicidad, el documento que va a con-
tinuación de estas líneas, o séase el testimonio fehaciente
de los Autos o diligencias procesales tramitados en la Es-
cribanía Real y del Gobierno de Don Martín de Campo de
Ros, por los años de 1771 a 1772, para construir el pueblo
de Cabo Rojo, segregando su territorio del de la Villa de
San Germán y colocando su parroquia bajo la advocación
del glorioso Arcángel San.Miguel.
Tengo por muy valioso ese documento, y confieso que,
en punto a fundación de nuestras poblaciones antiguas, nin-
guno hallé, como éste, que ofreciese en un conjunto de tra-
mitación oficial, desde la solicitud peticional de los vecinos
hasta el deslinde territorial, demarcando la superficie del
distrito y sus límites divisorios, con pormenores que entra-
ñan enseñanza histórica de utilidad indiscutible.
Los documentos referentes a la instalación oficial de
nuestros viejos centros urbanos ofrecen, por lo general, da-
tos inconexos o cortados por lagunas que la tradición oral
o la inducción han de llenar con peligro de incurrir en ana-
cronismos, cuando no en confusiones y exageraciones acer-
ca del régimen administrativo insular.
HISTORIA DE CABO ROJO 59

Por estos autor, que no breve diligencia logró poner


on mis manos, se demuestra, de modo irrefutable, que en
el año del Señor de 1771 la fundación de un PARTIDO UR-
BANO, o séase DISTRITO MUNICIPAL, como hoy deci-
mos, no dependía en Puerto Rico, del capricho sino de una
reglamentación metódica, de trámites inevitables y en la
que se atendía, por igual, a los intereses corporales y espi-
rituales oyendo la opinión de Corporaciones e individuos y
estableciendo preceptos para asegurar así el ejercicio de las
prácticas religiosas, como la salud pública; siendo de no-
tar, en punto a previsión higiénica el requerimiento del
poblado sobre un suelo en declive, apartado de pantanos pa-
lúdicos, beneficiado por la dirección de los vientos alisios,
asegurado el volumen y la potabilidad del agua para con-
sumo, con otras exigencias asesoradas por el estudio prác-
tico, y la observación exp2rimental.
Y es de ver y admitir también la actividad desplegada
en esa tramitación procesal que, iniciada el 14 de noviem-
bre de 1771, terminada quedaba el 17 de enero de 1772, en
que el nuevo organismo municipal comenzó a mover su má-
quina, confiada a la dirección del hidalgo vecino Don Ni-
colás Ramírez de Arellano, cuya tesonera eficacia fué im-
portantísimo factor en el empeño.
Este Don Nicolás Ramírez que a la Capital se trasla-
dara personalmente el 1771, afrontando las molestias de
un viaje que sólo a caballo podía practicarse— vadeando
ríos peligrosos, cruzando marismas extensas y trepando ce-
rros vírgenes de caminos y de montes, para encontrarse
luego sin hospedaje, porque no había fondas ni mesones si-
quiera en San Juan, demuestra una firmeza de carácter,
que de haberse mostrado con igual energía en alguno de
.nus antecesores, hubiera vencido las dificultades que se opu-
nieron a los caborrojeños para constituirse partido indepen-
diente de San Germán desde 1759.
Cabo Rojo, o sea la extremidad suroeste de nuestra is-
la fué llamada así por los marinos descubridores en 1493,
60 DR. E. IBERN FLEYTAS

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HISTORIA DE CABO ROJO 61

a consecuencia de la abundante salina marítima puesta en


explotación industrial desde 1511.
Atrajo a aquel punto concurrencia de vecinos, impo-
niéndose el nombre del cabo a toda la comarca del litoral,
desde la banda del río Guanajibo hasta más allá de la costa
de Peñones.
En 1528 la primera depredación de los hugonotes pi-
ratas, se cometió en las salinas de Cabo Rojo, y por las me-
didas adoptadas por causa del suceso, se sabe que en el
PUERTO DE CABO ROJO (que hoy llamamos Puerto
Real) había ya vecinos mercaderes.
Trasladada la villa de San Germán en 1572 al sitio
que sigue ocupando, Cabo Rojo une uno de sus puertos, y,
según testimonio del Padre Domingo Morillas, que denun-
ció al consejo de Indias, la grave y malsana influencia del
comercio con luteranos extranjeros, que perjudicaba a am-
bas Majestades, era Cabo Rojo el centro predilecto para
los negocios con Jamaica y Curazao. Y se explica, por la
cercanía de la villa que sólo distaba legua y media de Puer-
to Real, por la firme y recta ladera del Monte Grande, si-
guiendo, directamente desde la PILETA al MIRADERO.
Las relaciones sociales entre caborrojeños y sangerme-
ños, estrechadas por el parentesco, pues que unas mismas
eran las familias matrices, no sufrieron rozamientos fun-
damentales de discordia hasta 1759, por causa de la per-
turbación en que se vio envuelto el país por la revisión de
títulos territoriales de propiedad. Aún acortada la transac-
ción combinada por el general O'Reilly, no se apaciguaron
las rencores : la división del gran HATO del GUANAJIBO
los acrecentó, y la idea de abandonar la Villa histórica pa-
ra constituir a Cabo Rojo en pueblo propio, sumó muchos
prosélitos. Pero una vez iniciada la rebelión, no se pudo
prever a dónde sería conducida. La familia Montalvo, in-
fluyente y con arraigo en el MIRADERO, pretendió insta-
lar el pueblo en aquel barrio, cercano al puerto y donde
existe el manantial inagotable de agua riquísima necesario
62 DR. R. IBERN FLEYTAS

a la vecindad. La familia Pagan intentó hacer prevalecer


la existencia de la pequeña ermita, que incapaz era para
servir de parroquia, y dividido el vecindario en banderías,
cuidadosa la Villa de espolearlos, para evitar la desmen-
bración territorial y la erección del nuevo pueblo se ador-
meció.
Fué necesario que viniese a gobernar la isla el Coro-
nel Don Miguel de Muesas y que descendiese la Real Orden
de Carlos III ordenando la creación de nuevos pueblos, para
que Don Nicolás Ramírez de Arellano, secundando el regio
mandato, procediese a reavivar el proyecto adormecido du-
rante diez años.
Procedía Ramírez de una de las principales familias
sangermeñas y en el Cabildo Secular ocupaba la dignidad
de Alférez Real, portaestandarte de la comunidad, pero te-
nía su propiedad agraria en el barrio caborrojeño, y tan
inmediata a la ERMITA DE SAN JOSE que hasta los mis-
mos aledaños eclesiásticos llegaban a sus terrenos; quiere
decir que no le convenía instalar el poblado en el MIRA-
DERO y de aquí la indicación repetida constantemente en
los Autos de que se fundara el pueblo en paraje cercano a
la vieja ermita deteriorada abandonándose la tutela del
Santo Patriarca para adoptar la de San Miguel, en honor del
gobernador que patrocinaba la instalación.
Al observarse, en toda esta tramitación fundamental
del Partido Caborrojeño, que no se opone la menor dificul-
tad por las Oficinas civiles o eclesiásticas, ni surge protes-
ta alguna del Ayuntamiento sangermeño contra las gestio-
nes del Sr. Ramírez de Arellano, bien se descubre tras este
factor popular un prestigio, más alto, amparándole. El Ca-
pitán General, cumpliendo regias Ordenes, quería fundar
el pueblo, (yo diría reconocer) y lejos de contradecirse esa
voluntad, se tenía a gala el secundarla. Pero esto no merma
los méritos de Ramírez, quien tuvo que aplicar actividad,
tesón y diplomacia, para poner de acuerdo a sus conveci-
nos, venciendo la discordia sobre sitio, que estorbaba el in-
tento fundador, obteniendo gratuitamente el solar urbano»
HISTORIA DE CABO ROJO 63

unificando ias voluntades para soportar en común el cre-


cido gasto que la construcción de la iglesia y CASA del
REY exigían y abandonando él mismo sus intereses para
trasladarse a vivir en la ciudad, Ínterin terminaban las ac-
tuaciones, obteniendo por todo premio el título de Tenien-
te a Guerra, delegado del Gobernador, por toda su vida y un
asiento privilegiado en la iglesia asiento que en 1852 goza-
ba aún uno de sus descendientes directos.
Quiere decir que si la historia reconoce en Don Mi-
guel de Muesas, el fundador de siete poblaciones, también
ha de celebrar la participación en esa obra de cooperadores
tan eficaces como Don Nicolás Ramírez de Arellano, digno
de la veneración de los caborrojeños.
Véase la prueba de su labor:
TESTIMONIO
DE LOS AUTOS OBRADOS SOBRE LA FUNDACIÓN DEL
PUEBLO DE SAN MIGUEL DE CABO ROJO

PODER
En ests pueblo de Cabo Rojo, jurisdicción de la Villa
de San Germán, a los dos de noviembre de mil setecientos
setenta y un años, ante mí el escribano y testigos, parecie-
ron presentes D. Juan del Toro, D. Miguel del Toro, D. Mi-
guel López, Capitán D. Juan Cegarra, Rodrigo Rodríguez,
Juan Ramírez, D. Juan Antonio de Alce, Agustín Rodrí-
guez, Antonio Rodríguez, Juan García, Luis Beltran, D.
Miguel Cegarra, D. Manuel Antonio Cegarra, José Avilés,
Juan de Guzmán, Manuel de Acosta, Juan Antonio de Mon-
talvo, Lorenzo Rodríguez, Germán y Manuel de Acosta, Vi-
cente Vázquez, Gregorio de Rivera, Luis de Mercado, Félix
de Mercado, Luis de Acosta, Melitón de Matos, D. Marcos
de Cegarra, el anciano Baltasar de Matos, Pablo Lozada,
Dámaso Lorenzo de Matos, Franco Lorenzo de Matos, D.
Antonio de la Rosa, D. Manuel de Montalvo, D. Gerónimo
Montalvo, Santiago Alvarez, Juan de los Santos, Lorenzo
64 DR. R. IBERN PLEYTAS

Camacho, Ignacio Lozada, Bruno de Acosta, Juan Grego-


rio Lozada, Andrés de Quiñones, Antonio Vclez, la viuda
Ana Rodríguez, Julián Rodríguez de Padilla, Francisco
Rosa, Antonio Troche, Esteban. Olivos, la viuda Da. Agus-
tina Cegarra, Juan de Soto, José Cintren, Antonio de Mer-
cado, Juan de Ortega, Pantaleón Troche, el mozo Jacinto
de Montalvo, la viuda María Colón, Pablo del Rosario, Mar-
tín Lozada, Gerardo de Flores, Narciso Rodríguez, Manuel
Colón de Padilla, Gregorio-Acosta, José del Rosario, Anto-
nio Alicea, José Albino, Juan de Acosta, el anciano Miguel
de Acosta, el Capitán Juan de Acosta, Luis de Mercado,
Cristóbal Montalvo, José Ramos, Manuel del Rosario, Bar-
tolomé Colón, Sebastián de Bonilla, Feliciano de Matos,
Luis Casillas, Manuel del Rosario, José Rodríguez de Pa-
dilla, Juan José de Soto, Cristóbal de Mercado, Cristóbal
Camacho, Juan de Mercado, Manuel Luciano, León Cama-
cho, Juan Agustín de Vargas, Antonio de Matos, Pedro
Carlos, Alejandro Quiñones, Ana Negrón, Juan Ventura
de Matos, Juan de Miranda, Enrique Padilla, Francisco
Lamboy, D. Remigio Cegarra, Diego de Montalvo, Pablo
Vélez, Manuel Francisco José Pereles, Cristóbal Luciano de
Fuentes, José del Rosario, el mozo José Luciano, Antonio
de Matos, el viejo Lorenzo de Torres, Juan del Toro, el mo-
zo Manuel Pagan, Raymundo Martin, Francisco Esteban
Cegarra, Pedro de Acosta, José de Montalvo, Pablo Acosta,
Francisco Antonio Martínez, D. Marcos Ramírez, Fulgencio
de Montalvo, D. Lorenzo de Torres, Antonio Ramírez, Fe-
lipe Acosta, Juan García, Miguel de Torres, todos (128)
vecinos de Villa y habitantes en el Partido de Cabo Rojo,
a quienes doy fe conozco y dijeron que daban todo su poder
cumplido, cuanto por derecho se requiere y necesario sea,
el Alférez Rl. Don Nicolás Ramírez de Arellano, a Don
Juan Antonio de Arce, a Don Juan Ramírez de Arellano,
y a Rodrigo Rodríguez, a todos juntos y cada uno de por
sí ET INSOLIDUM, especial para que, en sus nombres, y
representando sus propias personas, pasen a la ciudad de
Puerto Rico y se presenten ante su señoría el Sor. Gobdor.
HISTORIA DE CABO ROJO 65

y Capn. Gral. Coronel Don Miguel de Muesas, a pedir se


les conceda licencia para erigir y construir Pueblo en el
Citado Partido, y, como Vice Patrono Real, para levantar
Iglesia, exponiendo las muchas y fuertes razones que le es-
timulan a este deseo, y, necesario siendo, harán constar lo
fragoso de los caminos, la crecida distancia a la villa de
San Germán, y las fatales consecuencias que esto se origi-
nan, como se nota y verifica de morir muchas personas con
el desconsuelo inexplicable de no recibir los Santos Sacra-
mentos, pues en tiempos de lluvia no se exponen al peligro
los Sacerdotes; y en esta razón presentan escritos, escritu-
ras, testigos, y probanzas, hagan pedimentos, requerimien-
tos, y protestas, oigan y sigan autos interlocutorios y defi-
nitivos, admitan en lo favorable, y apelen en lo contrario,
para donde y ante con derecho puedan y deban, hagan y
practiquen todas las diligencias que tengan por convenien-
te, que para lo dicho, incidente y dependiente, se les da el
citado poder, con facultad, de lo sustituir y revocar uno y
nombrar otros que a todos releven en forma y a la seguri-
dad y saneamiento de lo que en virtud de este se obrare, obli-
garon sus personas y bienes, muebles y raíces, presentes y
futuros, con cláusula guarentigia, contrato executorio y po-
derío a Justicia de S. M. para que a su cumplimiento les co-
pelen y apremien, por todo vigor de derecho y vía más eje-
cutiva, sobre que renunciaron todas las leyes, fueros, dere-
chos y acciones de su favor, con la general en forma, y lo
firmó el que supo, y por los otros uno de los testigos que
lo fueron Don Manuel de Morales, D. Germán Pagan y
Francisco de Lugo, vecinos, de que doy fe—Diego Martí-
nez—Estevan Olivos—Manuel Montalvo—Miguel Cegarra
—Miguel López—A ruego de los demás y como testigo—
Manuel de Morales—Ante mí—José Enríquez, Esno. ppco.
y de Cabdo
PETICIÓN
Señor Gobdor. y Capn. Gral., D. Nicolás Ramírez de
Arellano y D. Juan Antonio de Arce, Alférez Real el prime-
6G DR. R. IBERN FLEYTAS

ro y ambos vecinos de la Villa de San Germán, por nosotros


y a nombre de todos los vecinos, estantes y habitantes en
los sitios de Cabo Rojo, jurisdicción de dicha Villa, como
mejor proceda en derecho ante V. S. parecemos, presentan-
do con toda solemnidad el poder que nos legitima y decimos :
que nuestras partes desean, a costa propia, erigir un nuevo
pueblo con su Iglesia en dichos sitios en el paraje donde
hoy se halla edificada una ermita, algo deteriorada, a honra
y gloria del Señor San Miguel Arcángel viviendo con un
grande desconsuelo a causa de lo muy retirado que están
de dicha Villa de San Germán, para poder concurrir como
deben a la misa y demás ejercicios de cristiandad, juntas de
vecinos y otras cosas que se ofrecen como precisas, en ser-
vicio del Rey y beneficio del público, de que le resultan no
pocos inconvenientes, tanto por no participar muy frecuen-
temente del pasto espiritual, como por ignorar las órdenes
y bandos que se publican de superior mandato : Porque aun-
que quieran y alguna vez sean avisados aquellos vecinos,
no pueden dejar sus casas, por lo dilatado del camino o lo
fragoso de éste, que en la mayor parte del año por las llu-
vias les imposibilita salida y si la emprenden, los expone a
diferentes atrasos que se han experimentado de caídas, pér-
dida de animales, ropa, &: Siendo la más lamentable el que
por estos motivos, amueren muchos sin recibir los Santos
Sacramentos, pues el Cura no puede ponerse en camino pa-
ra administrarlos, o de sus respectivas casas no alcanzan a
facilitarse el irlo a buscar: Llegando muy de ordinario a
ocurrir uno y otro, que todo los que tienen tan condolidos
que, más bien quieren costearse nueva población e iglesia
que vivir tan desamparados como se ven, y en caso necesa-
rio justificaremos; a que debe alegarse, como objeto muy
principal, el gran servicio del Rey a que están dispuestos
los vecinos de Cabo Rojo en estas fundaciones de pueblos:
por que se logra que los individuos estén mejor subordinados,
y quitados de la vida solitaria que les amenaza distintas
miras, espirituales y corporales, como es de considerar y
HISTORIA DE CABO ROJO 67

lo ponderarán muy bien ia alta prudencia de V. S. y su no-


ble consideración ; y así ocurrimos, en virtud del poder pre-
sentado al Tribunal, para que, como Gobernador y Capn.
Gral., y en quien residen todas las facultades de Vice-Pa-
trono Real, conceda la licencia competente para la erección
del Pueblo e Iglesia que proponemos, mandando dividir la
jurisdicción y que ésta quede distinta y separada de la po-
blación de dha. Villa de San Germán, dentro de su legua co-
rrespondiente, a los cuatro vientos, así como lo están otros
pueblos nuevamente fundados y divididos, según s? practi-
ca con las nuevas poblaciones y es prevenido por Reales dis-
posiciones, que nosotros y nuestras partes desde luego nos
obligamos a aquellas pensiones regulares y que tienen desde
sus principios todos los pueblos, y a satisfacer los costos
precedidos de las diligencias que se hicieran sobre lo que
V. S. conferirá su comisión y dará las demás providencias
que tuviere por convenientes, a fin de que se consiga tan
importante obra, como es lo que se desea, tan del servicio
de ambas Majestades y beneficio de los vasallos del Rey cu-
yo mayor alivio se desea por el mismo Soberano y por V. S.
como tan celoso ministro. Y en esta atención.—A. V. S. su-
plicamos se sirva proveer y determinar, como llevamos pe-
dido, que es merced que con justicia, esperamos y juramos
no ser de malicia y en lo necesario & Diepa-Nicllás Ra-
mírez de Arellano.

AUTO
Por presentado con el Poder. Pase esta instancia al
Ilustre Ayuntamiento de la Villa de San Germán, para que
informe, sobre la pretensión de estas partes, lo que juzgue
más conveniente al mejor servicio del Rey y cumplimiento
de sus Reales novísimas órdenes, para que se fomente y au-
xilien nuevas poblaciones en esta Isla, exponiendo si el pa-
raje que se destina para formar el pueblo es a propósito y
llena todos los requisitos de la Ley, y fecho, se pasarán es-
tas diligencias al Sor. Vice. Cura Rector de la misma Villa,
68 DR. R. IBERN FLEYTAS

para que lo que respecta a lo espiritual, diga lo que se le


ofrece ; y evacuado todo, devolverá las diligencias en la for-
ma ordinaria, citados los vecinos colindantes al terreno de
la enunciada nueva población, para que, si tienen que con-
tradecir, ocurran, por sí o por sus poderes, a ejecutarlo en
este Gral.—Dn. Miguel de Muesas—Dn. Franc. Mani. de
Acosta Riaza—Lo mandó su señoría Gobdr. y Capn. Gral.,
de esa Isla, que lo firmó, con el Sor. Asesor, en Puerto Rico
a catorce de noviembre de mil setecientos setenta y uno. An-
te mí—Martín Camp, de Ros escribano Real ppco. y de
Gobno.

DILIGENCIA
En la Villa de San Germán a los veinte y tres de no-
viembre de mil setecientos setenta y un año el muy Ilustre
Cabildo, justicia y regimiento, mandó estando junto y con-
gregado la mayor parte del vecindario (o casi todo) que por
mí el Escribano se le hiciese presente la pretensión del Re-
gidor Don Nicolás Ramírez de Arellano, por sí y a nombre
de sus partes, y lo dispuesto por su Señoría el Sor. Gobdor.
y Capn. Gral., y habiéndolo executado con toda claridad en
su inteligencia, dixeron todos, que se conformaban y se con-
formaron en que se hiciese la citada Población, que nada se
les ofrece que contradecir antes sí se presentaron Antonio
de Alicea, José Albino y Cristóbal Camacho que respecto
a que SUS ESTANCIAS SE HALLAN EN LA SITUA-
CIÓN QUE SE PRETENDE ESTABLECER EL PUEBLO,
desde luego cedían graciosamente sin interés sus terrenos,
dejándolos a beneficio de S. M. (Dios le gue.) para que se
destinen en su real servicio; en cuyo estado pasó Su Seño-
ría Ilustre a reconocer los citados terrenos, extensión de la-
titud y longitud, aguas permanentes, y demás circunstan-
cias que se deben tener presentes, y examinando con toda
prolijidad el asunto, es de sentir; que conviene al servicio
de S. M. dicha población pues teniendo éstas tres cuartos
do legua escasos a dar al mar, se pueden encontrar estas
HISTORIA DE CABO ROJO 69

costas con más facilidad defendidas del enemigo, teniendo


a la vista el Juez o Teniente que lo comandase sus Puestos
y Caletas, no experimentando estos vecindarios los aflictos
que expresa el Apoderado en el pedimento : La situación del
terreno previeron que es llana, hermosa a la vista, con aguas
permanentes en sus inmediaciones, que no hay experiencia
de que estas hayan faltado en las más dilatadas secas y fal-
tas de lluvias, sin contar otras muy distintas que se encuen-
tran permanentes en el vecindario. La copia de vecinos in-
teresados a esta pretensión es muy suficiente a cuanto ofre-
cen. La legua que se pida por el Apoderado que se le conceda
a cada viento, es muy conforme, sin perjuicio de la que se
le debe dar a la Villa de San Germán, pues en caso de no
complementarse por este viento la citada legua se puede
hacer el entero por el contra viento, y si por éste no, por
los colaterales, pues, según se patentiza, se encuentran muy
dilatados terrenos: es cuanto puede decir, según los asuntos
del informe que se le pide: En cuya suposición mandó por
mí el Esno. que pasen estas diligencias al Sor. Cura y Vi-
cario de la expresada Villa para que a continuación expon-
ga sobre lo espiritual lo que tenga por conveniente, y eva-
cuado todo las remitirá cerradas en la forma ordinaria.—
Así lo mandó y firmó de que doy fe—Florencio Pabón Dá-
vila—Ante mí—José Enrique—Esno. ppco. y de Cabildo.

INFORME DEL VICARIO


Don Francisco Luciano Miguca, Cura Vicario y Juez
Eclesiástico de la Villa de San Germán y su jurisdicción
política—&—Inteligenciado en la vista que se me ha comu-
nicado de orden de su señoría el Sor. Gobernador y Capitán
Gral., de la pretensión que hacen los vecinos de Cabo Rojo
para establecer y fundar en aquel partido, un Pueblo con
la adoración del Señor San Miguel, soy de sentir que este
conviene al servicio de S. M. y aquellos vecinos tendrán el
consuelo de tener los socorros espirituales inmediatos, y el
Cura Párroco que fuere de la feligresía no pasará los tra-
70 DR. R. IBERN FLEYTAS

bajos y peligros que hasta el presente hemos pasado para


asistir los enfermos de aquel departamento a causa de lo
fragoso del camino y su distancia. Es cuanto puedo decir.
San Germán y noviembre veinte y siete de mil setecientos
setenta y un años—Francisco Luciano Mugica.

DILIGENCIA
Luego yo el Escribano, habiéndose devuelto estas dili-
gencias por el Sor. Vicario Don Francisco Luciano, las re-
mití cerrados como se previene al Gral. de su señoría el
Sor. Gobernador y Capitán Gral.: Doy fe—Enrique.

DECRETO
Puerto Rico cinco de diciembre de mil setecientos se-
tenta y uno—Por remitidas a mi Asesor—Rubricado—Vis-
ta a Don Nicolás Ramírez—Rubricado Lo mandó su Sría.
el Sor. Gobernador y Capitán Gral. de esta Isla, que lo Ru-
brica con el Sr. Asesor en Puerto Rico a seis de diciembre
de mil setecientos setenta y uno—Ante mí Martín Camp de
Ros—Escribano ppco. y de gobernación.

PETICIÓN
Sor. Gobernador y Capitán Gral.—Don Nicolás Ramí-
rez de Arellano Alférez Real del Ilustre Cabildo de San
Germán, residente en esta ciudad y apoderado de los veci-
nos de los sitios de Cabo Rojo para la pretensión de un nue-
vo Pueblo que se pretente erigir, con su Iglesia (en el pa-
raje donde hoy se halla una Hermita deteriorada) dedicán-
dola al glorioso San Miguel Arcángel, bajo cuyo patrocinio
se pretende la población con lo demás a que me remito, co-
mo mejor proceda de derecho ante V. S. parezco, y exacuan-
do la vista que se me ha dado de los informes del Cabildo
de dicha Villa y del Cura y del Vicario foráneo D. Fran-
cisco Luciano y Mugica; digo: que no puede estar claro lo
útil y necesario que es la erección del pretendido nuevo
HISTORIA DE CABO ROJO 71

Pueblo, el fervor y buena intención de mis partes y la nin-


guna contradicción que hay para que se deje de conceder
Licencia: por estar tan iguales en sus dictámenes aquellos
caballeros capitulares, el Sor. Cura Rector Vicario foráneo
y Juez eclesiástico y los vecinos pretendientes negando a
tanto que Antonio de Alicea, José Alvino y Cristóbal Cama-
cho desde luego ofrecen (como consta del informe del Ca-
bildo) graciosamente el terreno de sus estancias necesario
para la formación del Pueblo de donde sólo resta la compe-
tente ucencia de V. S. que solicito para poder dar principio
a empresa de tan importante servicio a ambas Magestades,
y así suplico, a nombre de mis partes, se sirva concederla
dando la competente comisión a la persona que por bien se
tuviere para que haga la mensura y demarcaciones de la
jurisdicción dividiéndola de la citada Villa con señalamien-
to del lugar del Pueblo, y situación donde ha de quedar la
Iglesia, y que el terreno que hubiese de ocupar ésta también
se demarque el que pedimos a V. S. también se sirva, usan-
do de las facultades con que se halla, de deducirle del Real
patrimonio y condonarlo a la Iglesia para su edificación y
que pueda mejor el Juez eclesiástico cooperar con su res-
pectiva licencia, como tan preciosa, la que desde luego soli-
citaré por los medios más conformes, profidencias al arbi-
trio de V. S. lo más que tenga por conforme sobre el nom-
bramiento de Teniente y Comisarios de erección y fábrica,
obligaciones que se han de escriturar para que de una vsz
quede todo corriente, y por tanto a V. S. suplico se sirva
proveer y determinar como lleva pedido que es merced que
con justicia espero y para ello juro en lo necesario—«fe—
Diepa—Nicolás Ramírez de Arellano.

AUTO
Compúlsese testimonio de la Real cédula de veintinueve
de febrero de mió setecientos cincuenta y seis por la que
S. M. (Dios le gue.) aprobando la erección de Nuestra Se-
ñora del Rosario de Yauco, ordena que en los mismos tér-
72 DR. R. IBERN FLEYTAS

minos se fomenten los demás Pueblos que se pueda y del


mismo modo se compulsará la otra Real cédula a que es re-
lativa de diez y ocho de octubre de setecientos y treinta y
tres, por lo que se aprobó la fundación del Pueblo de Añas-
co y fho. Autos—Muezas—Dor. Acosta. Lo mandó su Seño-
ría el Sor. Gobernador y Capitán Gral. de esta Isla que lo
firmó con el Sor. Asesor en Puerto Rico a doce de diciem-
bre de mil setecientos y treinta y tres, por lo que Martín
Camp de Ros Escribano ppco. y de Gobernación.

REAL CÉDULA DE FUNDACIÓN DE AÑASCO


El Rey, Mi Gobernador y Capitán Gral. de la Isla de
San Juan de Puerto Rico: Don José Antonio Mendizábal,
vuestro antecesor, con carta de treinta y uno de mayo del
año pasado de mil setecientos veinte y nueve y testimonio de
Autos, dio cuenta de la licencia que le había pedido Don
José de Santiago, en su nombre y el de otros ochenta y tres,
vecinos de la Villa de San Germán, para fundar un pueblo-
entre ella y el de San Francisco de la Aguada y en el sitio
y territorio de Añasco, proponiendo a propósito para su.
iglesia la Hermita que había en el de San Antonio Abad,,
donde el Capellán que se nombrara se obligaban a pagar
la limosna o salario correspondiente a su manutención y le-
vantar iglesia Parroquial luego que se les señalase el terre-
no y límites que habían de tener para sus Estancias, procu-
rando de este modo el remedio que, por la distancia del Pue-
blo, la mayor parte de los vecinos se quedaran sin misa en
tiempos de aguas ; que en su vista y de los informes de con-
veniencia que le hicieron los Tenientes y Capitanes a Gue-
rra de la referida Villa, y Pueblo de la Aguada, concedió
la licencia con calidad de darme cuenta, y con eso sus Cu-
ras y los principales pobladores concurrieron al paraje de
la fundación, se midió el sitio, señalaron las tierras ponién-
doles en posesión de ellos: se formaron dos Compañías.de
infantería Milicianas, se hizo y otorgó la escritura de dar
al Cura doscientos pesos, y veinte al Sacristán y el Obispo-
HISTORIA DE CABO ROJO 73

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7*1 DR. R. IBERN FLEYTAS

con esta noticia de Capellán interino: que asimismo el Sar-


gento Mayor D. José de Santiago como principal poblador
otorgó la fianza al cumplimiento de lo ofrecido y en corres-
pondencia se le dio el título de Teniente del Pueblo trasmi-
tiéndolo por vida a la de un hijo heredero, uno y otro con-
forme a las Leyes seis y once del título quinto, libro cuar-
to de la compilación informó lo conveniente que es fomen-
tar otras poblaciones y como en su consecuencia quedaba
esperando aprobación de lo que hasta entonces había exe-
cutado. Visto en mi Consejo de Indias, con lo que sobre el
asunto, y providencia de Capellán interino informó el Go-
bernador de esta Isla, en carta de veinte y nueve, y consul-
tándome sobre ello en 18 de marzo de mil setecientos y
treinta, atendiendo a que ha sido esta fundación arreglada
a las Leyes y órdenes, que tratan de ellas: He venido en
condescender a su instancia, aprobando (como lo hago) to-
do lo executado en esta erección; y manifestar por ello mi
Real gratitud; y por ser tan útil al servicio de Dios y mío
el que se prosigan estas fundaciones en esa Isla—Os man-
do que, con arreglo en todo a lo dispuesto por las leyes, con
igual esfuerzo que se hizo en ésta, fomenten las demás que
concerniere aumentar y elijan para ello los parajes que
fueren más a propósito: En inteligencia de que por despa-
chos de este día doy las gracias al Sargento Mayor D. José
de Santiago por esta fundación y le ordeno procure con vos
el aumento de las demás, y encargo al Obispo concurra por
su parte a dar las providencias convenientes para la erec-
ción de la Iglesia Parroquial del nuevo Pueblo de Añasco.
Fecha en San Lorenzo el Real a diez y ocho de octubre de
mil setecientos y treinta y tres—Yo el Rey—Por mando del
Rey Ntro. Sor. Juan Ventura de Maturana—Siguen tres
rúbricas—Al Gobernador de Puerto Rico, aprobando lo que
executó su antecesor en la fundación del nuevo pueblo de
Añasco, y ordenando que en los mismos términos fomente
todas las que puedan de conveniencia en aquella isla.
HISTORIA DE CABO ROJO 75

OTRA REAL CÉDULA SOBRE FUNDACIÓN


DE YAUCO
El Rey, Mi Gobernador y Capitán Gral. de la Isla de
San Juan de Puerto Rico, en carta de treinta y uno de ene-
ro del año próximo pasado disteis cuenta, con testimonio
de haber en esa Isla una población de más de cisn vecinos,
entre la Villa de San Germán y el Pueblo de Ponce, esta-
blecida debajo del nombre de nuestra señora de Yauco, a
cuya imagen tienen edificada una Hermita en que mantie-
nen un Capellán que les suministre el pasto espiritual pero
que estando la referida Población distante como seis leguas
de la expresada Villa de San Germán y siéndoles a sus ve-
cinos muy incómodo el venir a ella y para asistir a las fun-
ciones de iglesia y demás precisiones de su obligación, de-
seando lograr este beneficio con más facilidad, determina-
ron reducirlo a Pueblo, a cuyo fin dieron poder a D. Fer-
nando Pacheco, para que en su nombre, y como vecino de
los más distinguidos de ella solicitare le concediesen la li-
cencia correspondiente ; y enterado del sitio y terreno de la
citada Población y de lo importante del referido Pueblo pa-
r a la defensa de esas costas y Puertos, teniendo también
presente lo prevenido por las Leyes, y cédulas expedidas el
año de mil setecientos y treinta y tres en que se aprobó al
Gobernador que entonces era de esa Isla, la del Pueblo de
Añasco y se encargó el fomento y aumento de población en
ella, condescendisteis a la expresada pretensión, dando li-
cencia para establecer el Pueblo en el mencionado sitio de
Yauco, debajo de las reglas prevenidas por Reales leyes,
en cuya observancia, luego que estuvo deslindada la juris-
dicción, otorgadas las fianzas por el Apoderado, y señalan-
do el terreno para el Pueblo, su Iglesia, Plaza y Calles, for-
masteis dos Compañías Milicianas con los correspondientes
Oficiales a quienes despachasteis sus títulos, y atendiendo
a las vuestras circunstancias, del mencionado D. Fernando
Pacheco y al mérito que hizo en comisión, nombrasteis Pri-
mer Teniente a Guerra del citado Pueblo, así para que alen-
76 DR. R. IBERN FLEYTAS

tase a los vecinos, en esta fundación como para que los di-
rigiese, gobernase y administrase mediante la distancia
que hay a la Villa de San Germán, donde reside un Cabildo
secular con dos Alcaldes, según todo consta del testimonio
de autos que acompañan, pidiendo mi Real aprobación. Y
habiéndose visto en mi Consejo de las Indias la expresada
carta y testimonio con lo que en su inteligencia expuso mi
Fiscal, y consultándome sobre ello, ha resuelto aprobar

Iglesia Evangélica construida a principios del siglo actual.

(como lo executo) la mencionada erección y manifestaros


mi Real gratitud, por ser tan útil al servicio de Dios y mío
el que se prosigan estas fundaciones en esas islas; os man-
do que arreglados en todo a lo dispuesto por las Leyes, fo-
menten con igual esfuerzo que se hizo en ésta las demás
fundaciones que conviniere aumentar, y elijan para ellos
los parajes que fueren más a propósito, en inteligencia de
que, por despachos de este día, doy gracias a D. Fernando
HISTORIA DE CABO ROJO 77

Pacheco por lo que se ha dedicado a esta fundación, y le


ordeno procure con vos ei aumento de las demás, y encargo
al Obispo y Cabildo Eclesiástico, en SEDE VACANTE de
esa Iglesia, concurran por su parte a dar las providencias
convenientes para la erección de la Iglesia Parroquial del
citado Nuevo Pueblo ds Nuestra Señora del Rosario de
Yauco. Fecho en el Buen Retiro a veinte y nueve de febrero
de mil setecientos cincuenta y seis—Yo el -Rey—Por man-
dato del Rey Nuestro Señor—José Ignacio de Goyeneche—
Siguen tres rúbricas—Al Gobernador de Puerto Rico apro-
bándole lo -executado en la erección del Pueblo de Nuestra
Señora de Yauco, y ordenándole que en los mismos térmi-
nos fomenten las que se puedan y participándole lo demás
que expresa—Corresponden con las dos Reales Cédulas ori-
ginales de su contenido con las que corregí este traslado
que va cierto. Y en fe de ello, en virtud de lo mandado, doy
el presente en Puerto Rico a diez y seis de diciembre de mil
setecientos setenta y un años—En testimonio de verdad—
Martín Campderrós—Escribano Real y de Gobernación.

RECLAMACIÓN DE FIANZA
En la ciudad de San Juan de Puerto Rico a diez y sie-
te días del mes de diciembre de mil setecientos setenta y
un años, su Sría. el Sor. D. Miguel de Muesas, Coronel de los
Reales Ejércitos Gobernador y Capitán Gral. de esta Isla
consulta del Sor. su sucesor Dor. Francisco Manuel de Acos-
ta Riaza, Abogado de los Reales Consejos y del Distrito,
Regidor Alcalde Provincial y ordinario de esta Ciudad. Ha-
biendo visto estos autos obrados a instancias del Regidor
Alférez Real D. Nicolás Ramírez de Arellano y D. Juan
de Arce, moradores en el territorio de Cabo Rojo, juris-
dicción de la Villa de San Germán, por sí y a nombre de los
demás residentes en dicho Cabo Rojo sus poderdantes, pa-
ra fundar Pueblo en él, y construir, erigir y fabricar Igle-
sia Parroquial, constituyéndose aquellas personas regula-
res que tienen sus principios los Pueblos: teniendo presen-
78 DR. R. IBERN FLEYTAS

te el informe y diligencia del Ilustre Ayuntamiento de la


Villa y el del Cura rector, y Vicario de ella D. Francisco
Luciano, y las reales cédulas acumuladas al testimonio,
con todo lo demás que ha debido considerarse sobre lo útil
y conveniente que puede ser el servicio de ambas Majesta-
des la enunciada Población, y el alivio y consuelo que de
ella recibirán aquellos moradores; dijo su Sría. que debía
conceder y concedió, a nombre de su Majestad (Dios le
Gue.) y en virtud de lo prevenido en las preinsertas men-
ciones Reales Cédulas la licencia que solicitan estas partes
para que se erija y funde el nuevo Pueblo que se desea es-
tablecer en el precitado territorio de Cabo Rojo, con el tí-
tulo y advocación de San Miguel, bajo de las prevenciones
siguientes: que ante todas las cosas deberán los Apodera-
dos otorgar, por sí y a nombre de los pretendientes, fianza
abonada hasta en cantidad de mil pesos de oro para los
fines que previenen las Leyes de estos Reinos que deberán
acordarse con la Justicia y Regimiento de dicha Villa, so-
bre la jurisdicción, límite que ha de gozar la nueva Pobla-
ción, estableciendo guardarrayas o amojonamientos per-
petuos, no sólo por la parte de dicha Villa, si también con
los demás Partidos con quienes colindase para lo cual con-
curran los respectivos Tenientes a Guerra en la Junta que
a este fin dispondrá el Ilustre Ayuntamiento, que deberán
abrir caminos, reales y públicos, con las posibles comodi-
dades, para el tránsito de los moradores de esta Ciudad;
que han de quedar constituidos a contribuir las pesas que
se repartan para el abasto y subsistencia de este Presidio;
que han de reducirse a forma de Pueblo, delineando pla-
zas y calles y levantando casas e Iglesia decente y habita-
da de ornamentos y demás utensilios y adhérentes nece-
sarios el mejor Culto Divino, en el terreno que se eligiere
por el Eclesiástico, el cual:
Desde ahora para cuando llegue el caso, lo cedo su
Sría. en nombre de S. M. a favor de la Iglesia para que se
convierta en Patrimonio y bienes espirituales.
HISTORIA DE CABO ROJO 79

Que el dicho Pueblo se ha de fundar en terreno que


tenga buenas entradas y salidas de buenos caminos, y pro-
duzca frutos y matenimientos buenos y abundantes, a pro-
pósito para sembrar y coger, y que el cielo sea de buena y
feliz constelación, claro y benigno, el aire puro y suave sin
impedimentos ni alteraciones, el temple sin exceso de calor
y las aguas muchas y buenas para beber y regar. Que para
que haya Cura Párroco que administre los Santos Sacra-
mentos deberán asegurarle su renta, según la práctica de
las demás Poblaciones, a cuyo efecto ocurrirán al Tribunal
que compete; reservándose, a su caso y tiempo, lo demás
que corresponda. Y para que todo lo acordado por este Au-
to tenga su puntual y debido cumplimiento, los Apodera-
dos deberán ante todas cosas probar que han verificado la
fianza prevenida, y el convenio sobre la renta del Párroco
con Cura animarán previo nombramiento del Patronato
Real, según corresponde y queda anunciado, en su vista se
procederá al del Comisionado y demás concernientes, y por
éste que Su Sra. proveyó con el Sor. su Asesor. Así lo man-
dó y firmaron de que doy fe—D. Miguel de Muesas—Dor.
Francisco Manuel de Acosta Riaza—Ante mí Martín Camp-
derrós—ppco. y de Gobernación.

NOTIFICACIÓN
En dicho día notifiqué el Auto antecedente a D. Nico-
lás Ramírez doy fe—Campderrós.

PETICIÓN
Señor Gobernador y Capitán General D. Nicolás
Ramírez de Arellano, Alférez Real de la Villa de San
Germán y Apoderado de los vecinos de los sitios de Cabo
Rojo para la pretensión de fundar un nuevo Pueblo, en
honra de San Miguel Arcángel, en el paraje donde hoy se
halla una Hermita ruinosa, con lo demás que consta de los
Autos a que me remito, como mejor proceda de derecho
80 DR. R. IBERN FLEYTAS

ante V. S. parezco, e inteligenciado en el Auto en que se


concede la licencia digo: que desde luego estoy llano, por
mi y a nombre de mis partes, a otorgar la Escritura de
Fianza como me corresponde y se me manda en el Auto,
obligándose todos a la fundación del Pueblo en el sitio que
se demarcare y fuere a propósito (como está dicho lo que
es el lugar de dha. Hermita) y edificar una iglesia decente
y capaz que sirva de Parroquia donde se nos administre
el pasto espiritual y cumplir lo demás que previene el di-
cho Auto, y todo en el preciso término de dos años, bajo la
multa que se nos impone, la que se satisfará en caso de con-
travención si no hubiere causa suficiente para ello. La cual
fianza pido se formalice a continuación, por el presente
Escribano y evacuada que se libre el despacho que tengo
pedido en mi escrito de siete del corriente y al mismo tiem-
po se me entreguen las diligencias para ocurrir con ello al
Sor. Juez Eclesiástico, en solicitud de la licencia que por
lo que respecta a su jurisdicción corresponde y otorgar
también aquella fianza necesaria y acostumbrada: todo !o
que finalizado manifestaré a V. S. para su inteligencia. Y
en esta atención—A. V. S.—Suplico se sirva proveer y de-
terminar como lleve pedido que es justicia y para ello juro
lo necesario—Diepa—Nicolás Ramírez de Arellano.

FIANZA
En la ciudad de San Juan de Puerto Rico a diez y ocha
de diciembre de mil setecientos setenta y uno, ante mí el
Escribano y testigos el Caballero Regidor y Alférez Real
D. Nicolás Ramírez, que lo es de la Villa de San Germán y
morador en Cabo Rojo, por sí y a nombre de los demás veci-
nos sus Poderdantes para fundar Pueblo dicho sitio de Cabo
Rojo, dixo: Que por cuanto Su Sría. el Sor. Gobernador y
Capitán Gral. por Auto de este día manda que para conce-
der licencia para la fundación de dicho Pueblo había de dar
fianza a satisfacción a que en el término de dos años, que
deberán contarse desde hoy día de la fecha, esté entera-
HISTORIA DE CABO ROJO 81

mente construido dicho Pueblo, con el título del Arcángel


Sor. San Miguel y fabricar enteramente iglesia en que se
celebre el culto Divino, con apercibimiento que pasado di-
cho tiempo y no verificándose haber cumplido con este
mandato, concurre el otorgante y demás vecinos en la pena
de mil pesos de oro, con lo demás que en dicho Auto se re-
laciona a que se remite, por tanto, y siendo cierto, y sabe-
dor de su derecho y el de sus partes que en ello les corres-
ponde; otorga, por la presente carta que se constituye y se
constituyó incurso él y sus causantes en dicha pena que
exigirán, siempre que no se verifique haber cumplido con lo
prevenido en dicho Auto expresado al precitado término de
dos años; para lo que quiere ser compelido el otorgante y
sus partes, por todo rigor de derecho, y vía más executiva,
y como por sentencia en autoridad de cosas juzgadas, sobre
que renuncia las leyes, fueros y derechos de su favor y de
sus causantes, con la general de ellas y obliga su persona y
bienes, muebles y raíces, presentes y futuros, con poderío
competente a los Jueces y Justicia de S. M. en cuyo testi-
monio así los testigos D. Manuel de Acosta, D. Antonio Dra-
peo y D. Gregorio Duran vecinos—Nicolás Ramírez de Are-
llano—Ante mí—Martín Campderrós—Escribano RI. y
ppco. y de Gobernación.

AUTO
Notifíquese a D. Nicolás Ramírez que haga constar su
presentación al Tribunal Eclesiástico, y que en él ha eva-
cuado las diligencias que corresponden sobre nombramiento
de Cura, extensión de terreno, fijamiento de su renta con
lo demás concerniente al asunto, y fecha se proveerá sobre
lo deméiS que está pendiente—Muezas—Dr. Acosta—Lo
mandó su Sría. el Sor Gobernador y Capitán Gral. que lo
firmó con el Asesor en Puerto Rico a diez y nueve de di-
ciembre de mil setecientos setenta y uno—Ante mí—Mar-
tín Campderrós—Escribano RI. ppco. y de Gobernación.
82 DR. R. IBERN FLEYTAS

PETICIÓN
Sor. Provr. y Vicario Gral.—D. Nicolás Ramírez de
Arellano Regidor y Alférez Rl. de la Villa de San Germán,,
por mi y como Apoderado de los demás moradores del te-
rritorio de Cabo Rojo, jurisdicción de dha. Villa por quie-
nes presto voz y caución de rato grato, ante V. S. en la me-
jor forma de derecho parezco y digo: Que por ser tan del
agrado y servicio de ambas Majestades y resultar en co-
nocido beneficio espiritual de mis partes y mío hemos de-
terminado fundar Pueblo en dicho sitio de Cabo Rojo, y en
él erigir, construir y levantar Iglesia que nos sirva de Pa-
rroquia al ejemplar de los demás Pueblos de esta Isla, pa-
ra en ella recibir el beneficio espiritual de propio Cura Pá-
rroco, cuya fundación nos ha sido concedida por el Superior
Gobierno y Capitanía General de esta Isla, como consta del
despacho que solemnemente presento y pido que, visto, se
me devuelva por el propio cumplimiento, y esto mediante—
A. V. S.—Suplico se sirva conceder su licencia en forma
para, en dicho Pueblo, construir y levantar dicha Iglesia en
el término que reza el dicho despacho y previenen las Rea-
les Leyes a estas Indias, y para que tenga efecto se sirva así
mismo V. S. librar su comisión necesaria al Padre Cura
Vicario de la referida Villa Don Francisco Luciano, para
que proceda a la demarcación, señalamiento y bendición
del terreno de la referida Iglesia que desde luego estamos-
prontos a construir al Padre Cura el competente salario,
sin perjuicio de sus convensiones o derechos lo que cumpli-
remos todos los años, uno en pos de otro, perpetuamente, lo
que a su tiempo la disposición del Tribunal otorgue en la
escritura correspondiente incluyendo en ella lo que se ten-
ga que pagar al Sacristán, que sirva a la dicha Iglesia y
ayude la celebración de los Divinos Oficios y asista a las
demás funciones eclesiásticas y ministerio de su oficio, to-
do conforme a la costumbre que se observa y guarda en los.
demás Pueblos en cuanto a su renta y salario, con lo perte-
neciente a su obligación de dicho Sacristán, que así es h a -
HISTORIA DE CABO ROJO 83

cer en justicia, que imploro y juro en ánima y de mis par-


tes y la mía lo necesario.—Otro sí. Por cuanto los perjuicios
que se me están originando con las demoras que he tenido
en esta Ciudad son insoportables y mucho más se me acre-
centarán con la vacante que conceden los Tribunales y se
aproxima ya, la justificación de V. S. habida consideración
se ha de servir habilitarme los días Sábado y Domingo con
cuya habilitación espero evacuar estas diligencias y cesa-
rán los perjuicios en parte que se me están originando, pi-
do, y juro ut supra—Nicolás Ramírez de Arellano.

AUTO
Por presentado con los documentos que acompaña en
lo principal, vista de todo el Promotor Fiscal, y al otro sí,
como lo pide—Maysonet—Dor. Coronado. Lo mandó su Se-
ñoría el Sor. Provisor y Vicario Gral. Gobernador de este
Obispado sede vacante Don José Maysonet, que lo formó
con su Asesor D. Pedro Coronado, en Puerto Rico a diez y
nueve de diciembre de mil setecientos setenta y uno de que
doy fe—ante mí—Pedro José Ramírez de Arellano—Nota-
rio ppco.

PETICIÓN
Señor Gobernador y Capitán Gral. : el Promotor Fiscal
en inteligencia de la petición del Regidor y Alférez de la
Villa de San Germán Don Nicolás Ramírez de Arellano, a
su nombre y como Apoderado de los moradores del territo-
rio de Cabo Rojo, feligreses de la Parroquia de dicha Villa
de que se le ha comunicado vista con los documentos que le
acompañan dice: que resultando de éstos según manifiesta
ser muy loable y justificado y que cede en servicio de am-
bas Majestades divina y humana a beneficio de aquellos mo-
radores, por las espirituales y temporales importancias que
de conseguirlo experimentarán, y en atención a lo que S.
M. previene en sus Reales cédulas que obrando por testi-
84 DR. R. IBERN FLEYTAS

monio y a la licencia concedida en su virtud por Su Sría.


el Sor. D. Miguel de Muesas Coronel de los Reales Ejérci-
tos Gobernador y Capitán Gral. de esta Ciudad e Isla, como
Vice-Patrono Real, con lo demás determinado y mandado
por el Auto de diez y siete del corriente V. S. en su conse-
cuencia usando de la facultad que le compete, se ha de ser-
vir contribuir por su parte con las providencias que son co-
rrespondientes a su Tribunal, concediendo por ahora licen-
cia para que en el terreno que cede el expresado Sor. Go-
bernador en nombre de S. M. a favor de la Iglesia, se pueda
construir y edificar Iglesia que sea suficiente para erigirla
en Parroquial en el sitio que se señalare apto y a propósito,
comisionando esta diligencia al Parroquial Cura y Vicario
de la expresada Villa de San Germán, con facultad para
bendecir el terreno, procediendo en todo con las solemnida-
des acostumbradas, reservando las demás providencias para
cuando sea su tiempo, verificándose construida con toda su
perfección, y proveída de todo el necesario para su erección
en Parroquial, y que la provisión del Cura Parroquial, que
en ella administre, proceda el otorgamiento de escritura,
de obligación de salario o renta que anualmente se le ha de
contribuir, incluyéndole en esta lo que se le asignare al Sa-
cristán por su asistencia, al exemplar de la otorgada para
la fundación del Pueblo de Añasco y de las otras que han
sido posteriores y se han establecido y formalizado con la
Real aprobación de S. M. previniendo al Apoderado que
otorgue dicha escritura de obligación en los términos que
corresponda.—Puerto Rico veinte de diciembre de mil se-
tecientos setenta y uno—Dor. Miguel de Mena.

AUTO

Autos y Vistos notifíquesele a Don Nicolás Ramírez


de Arellano que, por sí y causantes, otorgue obligación en
forma de edificar la Iglesia que pretende, y mantenerla de-
centemente con todos sus ornamentos y menesteres y de re-
pararla siempre que padezca alguna ruina, o saa necesario,
HISTORIA DE CABO ROJO 85

y de contribuirle al Párroco Cura que administrase, tres-


cientos pesos de salario, al sacristán treinta, y veinte por
la oblata de pan, vino y cera; Ínterin la Iglesia tenga de
donde soportar el gasto de dicha oblata, fecho se proveerá
lo que corresponda; así lo mandó su Sría. el Sor. D. José
Maysonet Chantre, Gobernador de este Obispado, sede Va-
cante, que lo firmó con su Asesor el Presbítero D. Pedro
Coronado, en Puerto Rico a veinte de diciembre de mil se-
tecientos setenta y uno, de que doy fe—José Maysonet—
Dor. Pedro Coronado—Ante mí—Pedro José Ramírez ue
Arellano—Notario ppco.

ESCRITURA DE OBLIGACIÓN

Sepan cuantos esta escritura de obligación vieren, como


yo Don Nicolás Ramírez de Arellano, Regidor y Alférez
Real de la Villa de San Germán y morador en el sitio de
Cabo Rojo por mí y como Apoderado de los habitantes de
aquel territorio, feligreses de la mencionada Parroquial de
aquella Villa de San Germán, para la solicitud de fundar
Pueblo en el predicho sitio de Cabo Rojo, bajo el título del
Sr. San Miguel Arcángel, con la obligación de construir en
él Iglesia en que se celebre el Culto Divino, según que todo
consta de las diligencias obradas a mi instancia en el Tri-
bunal de Gobierno, con las que he ocurrido a la curia ecle-
siástica para que en ella se nos provea de Cura, y por e!
Sor. Provisor y Vicario Gral., sede vacante, se ha manda-
do por auto de este día, que para conceder a lo por mí pe-
dido haya de haber obligación de dar al Párroco Cura que
se nombrase trescientos pesos de salario anuales, al Sacris-
tán treinta, y veinte para la oblata de pan, vino y cera, Ín-
terin dicha Iglesia tenga de donde soportar el gasto de la
referida oblata a lo que me he convenido, por conseguir el
fin a que anhelo, yo y mis causantes; por tanto, y a nom-
bre de ellos, siendo cierto y sabedor de nuestro derecho
y del que en este caso nos corresponde, por la presente otor-
go que me constituyo, obligado, yo y mis partes, a satisfà-
80 DR. R. IBERN FLEYTAS

cer al Cura que sea o en adelante fuere de la Iglesia que se


fundare en dicho Pueblo trescientos pesos anuales, treinta
al Sacristán y veinte para la oblata de pan, vino y cera, Ín-
terin dicha Iglesia tenga que soportar este gasto, para lo
cual obligo mis bienes y las personas y bienes de mis cau-
santes, para que a su cumplimiento nos compelan, y apre-
mien, por todo rigor de derecho, y vía más executiva y como
por sentencia pagada en autoridad de cosa juzgada, sobre
que doy el poder competente a los Jueces y Justicia de S.
M. con sumisión y renunciación de leyes a nuestro favor y
a General del derecho en forma, en cuyo testimonio así lo
otorgo ante el presente Escribano, y testigos, en Puerto Ri-
co a veinte de diciembre de mil setecientos setenta y uno
(y el Señor otorgante a quien yo el Escribano doy fe, co-
nozco) así lo otorgó y firmó, siendo testigos Manuel Fi-
gueyra, Manuel de Acosta y Antonio Drapeos, Procurado-
res del número ds que doy fe—Nicolás Ramírez de Arella-
no—Ante mí—Martín Campderrós—Escribano RI. ppco. y
de Gobernación—Corresponde con la escritura original de
su contenido que ante mí pasó, y en mi oficio y registro
queda, a que me remito. Y en fe de ello doy el presente en
Puerto Rico, día de su otorgamiento, signado y firmado
como acostumbro—En testimonio de verdad—Martín Camp-
derrós—Escribano Real y ppco. y de Gobernación.

PETICIÓN

Sor. Provisor y Vicario Gral.: D. Nicolás Ramírez


de Arellano vecino de la Villa de San Germán, Regidor y
Alférez Rl. en ella Apoderado de moradores en el sitio de
Cabo Rojo para la fundación de Pueblo en él, en cumpli-
miento de lo mandado por el Auto de veinte del corriente
ante V. S. parezco, haciendo solemne presentación de la
Escritura otorgada, por mí y a nombre de mis partes en los
términos y condiciones que en dicho Auto se expresan, co-
mo mejor proceda en derecho. Digo que V. S. se ha de ser-
vir mandar librar comisión en forma, para que se practi-
HISTORIA DE CABO ROJO 87

-que todo lo concerniente a este Tribunal, y que se me en-


tregue original, con los documentos presentados; por tanto
a V. S. suplico se sirva proveer y mandar hacer como llevo
pedido, que es justicia que imploro, y en lo necesario—Ni-
colás Ramírez de Arellano.

AUTO CONSTITUYENDO EL PATRIMONIO


ECLESIÁSTICO
Vista la presentación de Dn. Nicolás Ramírez de Are-
llano morador en el territorio de Cabo Rojo, jurisdicción
de la Villa de San Germán, por sí, y a nombre de los demás
vecinos sus poderdantes, para fundar Pueblo en el sitio
más proporcionado de dicho territorio, y en él construir,
erigir y fabricar Iglesia Parroquial, ofreciendo adornarla
con toda decencia, ornamentos y utensilios necesarios y así
mismo contribuir perpetuamente al Padre Cura que sirvie-
se dicha Iglesia, y al Sacristán que le auxilie los salarios
que le asignasen sin perjuicio de las obvensiones, a cuyo
fin, para impetrar la licencia que pretende, para construir
y levantar Iglesia, hizo presente en este Tribunal las dili-
gencias que en estos asuntos tiene practicadas en el Tribu-
nal del Sor. Gobernador y Capitán Gral. por las que consta
habérseles concedido la nueva Población en el referido te-
rritorio y han cedido y franqueado éste, en nombre de S.
M. (que Dios gue.) el que corresponda a la Iglesia, para
que se convierta en patrimonio y bienes espirituales lo que
reflexionado con lo expuesto por el Promotor Fiscal de es-
ta Curia, y la escritura en el que dicho D. Nicolás con sus
causantes se obliga a contribuir anualmente al respectivo
Cura la cantidad de trescientos pesos y treinta al Sacristán,
con más veinte para la oblata de pan, vino y cera, Ínterin
dicha Iglesia tenga con que soportor este gasto, y lo demás
que haya sido digno de verse y considerarse, dijo su Sría. :
Que siendo santa y loable la pretensión de los moradores
de Cabo Rojo, y precisos probablemente, los buenos efectos
que se esperan, así en servicio de ambas Majestades como
88 DR. R. IBERN PLEYTAS

en beneficio, y utilidad de aquel vecindario que por la mu-


cha distancia e incomodidades para concurrir a la Parro-
quial de la Villa de San Germán, se considera necesitado de
pasto espiritual, deseando, de su parte, contribuir al ma-
yor aumento del Culto Divino y bien de las almas, debía
mandar y mandó: que se libre la licencia pretendida para
que en el mencionado territorio se erija la Iglesia que se
pretende con las formalidades referidas; a cuyo efecto Su
Sría., daba y dio la comisión que por derecho se requiere,
y sea necesaria, al Padre Cura y Vicario de la Villa de San
Germán, D. Francisco Luciano Mujica, para que pueda pa-
sar y pase al mencionado terreno y, en el sitio que sea más
a propósito para la erección de la Iglesia señale su atrio,
fixe una cruz, y ponga la primera piedra, que su Sría. des-
de luego separe y convierte en el mencionado sitio de bienes
temporales en espirituales, y lo agregue al patrimonio de
dicha Iglesia como cedido a su favor en nombre de S. M.
Y así mismo dio facultad al supra dho. Padre Cura
y Vicario para que deslinde la jurisdicción y términos de
la nueva Parroquia que se pretende, con consideración al
que el Sor. Gobernador, con informe del Iltmo. Cabildo de
dicha Villa, tiene determinado por lo que toca a la jurisdic-
ción Rl. en que procura llenar la conformidad posible por
considerarse resultante en la utilidad de la nueva feligre-
sía y su vecindario, citando para que esta diligencia a los
Curas circunvecinos y confinantes, por si tuviesen que de-
ducir en favor de sus parroquias. Y concluida y perfeccio-
nada la dicha Iglesia, y provista de adornos y demás adhé-
rentes, lo hará constar en este Tribunal el expresado D.
Nicolás Ramírez de Arellano, para proveer a su bendición,
colocación y Párroco; y para que lo determinado tenga su
debido efecto, líbrese el despacho correspondiente al cita-
do Vicario con inserción de este Auto y del informe del
Ilustre Cabildo de dicha Villa para el fin prevenido de la
demarcación de la jurisdicción, y quedando testimonio de
los instrumentos presentados, se le devolverán a la parte.
HISTORIA DE CABO ROJO 89

Y por este auto que Su Sría. el Sor. D. José Maysonet


Chtre., Dignidad de esta Santa Iglesia Catedral, Juez Pro-
visor y Vicario Gral. Gobernador de este Obispado, sede
vacante, proveyó en Puerto Rico a veinte y uno de diciem-
bre de mil setecientos setenta y uno, así lo determinó, man-
dó y firmó con su Asesor el Presbto. Dor. D. Pedro Coro-
nado, Abogado de la Rl. Audiencia del Distrito de que doy
fe—José May¡sonet—Dor. Podro Coronado—Ante Pedro
José Ramírez de Arellano—Notario.

PETICIÓN

Sor. Gobernador y Capitán Gral.: D. Nicolás Ramírez


de Arellano, vecino de dicha Villa de San Germán, Regidor
y Alférez Rl. en ella, apoderado de los moradores de Cabo
Rojo para la pretensión del Pueblo en dicho sitio que V. S.
tienen concedido en eclesiástico, evacuadas todas las dili-
gencias a él concernientes y en este mandar, ante V. S. co-
mo mejor proceda en derecho, digo : Que respecto a que he
verificado todo lo mandado por V. S. en el asunto, como
consta de los Documentos que lo acreditan y solemnemente
presento, se ha de servir mandar se libre su licencia y co-
misión en forma según que antecedentemente tengo pedi-
do, para que se proceda a todo lo concerniente de mi pre-
tensión, y por mis causantes. En cuya atención a V. S. su-
plico se sirva proveer y mandar hacer según dejo pedido,
con lo de más favorable que reproduzco, que es justicia que
imploro, y con lo necesario juro no ser de malicia.—Nico-
lás Ramírez de Arellano.

AUTO DE CONCESIÓN
Vistos; mediante a que esta parte ha hecho constar
que ha cumplido con lo prevenido por decretos anteriores,
dando la fianza que se le mandó para que tenga efecto la
nueva Población de San Miguel de Cabo Rojo, dijo Su Sría.
que para que desde luego se le dé principio a su fundación
90 DR. R. IBERN FLEYTAS

y a la construcción de Iglesia y de casa, cercando cada uno


de Palizada el solar que se le demarcare, de manera que
queden perfectamente divididas unas de otras casas por
sus costados y fondos : Debía dar, y dio comisión en bastan-
te forma a D. Florencio Pabón Dávila, sujeto en quien con-
curren las circunstancias necesarias de inteligencia y co-
nocimiento, quien procederá a la elección de terreno, demar-
cación y delincación de solares, y cárcel pública y división
y amojonamiento de la jurisdicción que ha de gozar dicha
Población con arreglo a lo prevenido por Auto de diez y
siete del corriente, de que se le proveerá testimonio, y de
éste, para que a su consecuencia estén las diligencias que
fuere necesario, y a su tiempo se acumulen al proceso ori-
ginal, y para que desde luego tengan aquellos moradores
sujeto que les gobierne, administre justicia, y ejecute y haga
cumplir y ejecutar las órdenes y comisiones de esta Capi-
tanía Gral., dele y vigile el más exacto servicio de Dios y
del Rey, especialmente sobre el trato ilícito, impidiendo el
arrimo de embarcaciones extranjeras que intenten hacerlo
por los surgideros de su distrito; usando Su Sría. de las
facultades que son anexas a este Gobierno, creaba y creó,
a nombre de S. M. (Dios le gue.) el empleo de Teniente a
Guerra con el goce de las pertinencias y prerrogativas que
deben gozar los Tenientes a Guerra de las demás Poblacio-
nes de esta Isla. Y atendiendo a que D. Nicolás Ramírez
de Arellano, Rexidor actual, alférez RI. y Apoderado del
vecindario de la enunciada nueva Población, que promue-
ve, concurren las buenas cualidades y prerrequisitos nece-
sarios para el desempeño de las obligaciones que este em-
pleo, confiado Su Sra. que ha de dedicarse con todo ardor y
eficacia a perfeccionar la obra que ha comenzado, le nom-
braba y nombró por tal Capitán Teniente a Guerra del enun-
ciado nuevo Pueblo de San Miguel de Cabo Rojo, y mando
se le despache el título correspondiente para que, hecho el
juramento prescrito, le ponga en posesión el comisionado
y lo de a conocer a aquellos moradores por su Teniente a
HISTORIA DE CABO ROJO í)l

Guerra, para que en todo lo presten el obsequio, subordina-


ción y respeto que es debido a las justicias de S. M. e igual-
mente nombro para Sargento Mayor de las dos Compañías
Urbanas que se han de establecer en dicho partido a Don
Antonio de Arce, a quien, en la propia conformidad, le po-
Kesionará el comisionado de su empleo, dándole, a recono-
cer, en el mismo acto que el Teniente a Guerra, a los veci-
nos que para este fin estarán juntos en el paraje que se
destine, con reserva de nombrar los demás oficiales subal-
ternos, según las propuestas que hiciere el precitado D. Ni-
colás Ramírez, a quien ya el comisionado les hará saber es-
te auto, para su debido cumplimiento: Tásense las costas,
y satisfáganse por los Apoderados, inclusos sesenta y ocho
reales de honorarios—Miguel de Muesas—Dor. Francisco
Manuel de Acosta Riaza—Lo mandó Su Sría. el Sor. Gober-
nador y Capitán Gral., que lo firmó con consulta del Ase-
sor, en Puerto Rico a veinte y dos de diciembre de mil sete-
cientos setenta y uno—Ante mí Martín Campderrós, Escri-
bano RI. y ppco. y de Gobernación.

INSTRUCCIÓN
Instrucción a que se ha de arreglar Don Florencio Pa-
bón Dávila en la comisión que se le ha conferido para la
plantificación del nuevo Pueblo de Cabo Rojo, además de
lo que se le ha prevenido en el auto de erección.
1.—Que siendo la Población en la Costa del Mar sea
el sitio levantado, sano, y fuerte, teniendo consideración al
ubrigo, fondo y defensa del Puerto, y siendo posible no ten-
ga el mar al medio día, ni al poniente.
2.—La planta del lugar se hará repartiéndola por sus
plazas, calles y solares, a cordel y regla, comenzando desde
la Plaza Mayor, y sacando desde ella las calles a los cami-
nos principales y dejando tanto capaz abierto que, aunque
la Población vaya en gran crecimiento, se pueda siempre
proseguir, y dilatar en la misma forma.
92 DR. R. IBERN FLEYTAS

3.—Que el agua esté cerca y se pueda conducir al Pue-


blo y heredades, derivándola si fuere posible, para mejor
aprovecharse de ella y los materiales necesarios para edi-
ficios, tierras de labor, y patios.
4.—El sitio para la Población no ha de ser muy alto ni
muy bajo sino medianamente levantado, que goce descu-
biertos los vientos del Norte y Medio día.
5.—Que las sierras y cuestas queden por la parte del
levante a poniente.
6.—En caso de edificar a la ribera de algún río, se dis-
pondrá la Población de manera que saliendo el Sol, dé pri-
mero en el Pueblo que en el agua.
7.—En todas estas prevenciones se observará a que
convenga a la salud y accidentes que se pueden ofrecer.
8.—El terreno y cercanía que se ha de poblar se elegi-
rá, en todo lo posible, el más fértil, abundante de pastos,
leñas, maderas, materiales, aguas dulces, acarreo con entra-
das y salidas que no tengan lagunas y pantanos en que críen
animales venenosos, ni haya corrupción de aire y aguas.
9.—Deberá ante todas cosas (una vez electo el terre-
no) sacar lo que fuere menester para los solares del Pueblo
y para un éxito competente a la circunvalación del mismo
Pueblo, de suerte que, siempre quede bastante espacio pa-
ra que la gente se pueda recrear y salir los ganados sin
hacerse daño.
10.—Que la Iglesia Parroquial no se fabrique en la Pla-
za, sino algo distante de ella, y deberá estar separada de
ella de otro cualquier edificio, que no pertenezca a su comu-
nidad y ornato, procurando que su sitio o suelo esté levan-
tado, de forma que se haya de entrar por cuadras.
11.—La plaza se colocará en medio de la población (res-
pecto a que ha de ser retirada de la costa) su forma en
cuadro prolongado una mitad más de largo que de ancho,
HISTORIA DE CABO ROJO 93

su grandeza proporcionada al número de vecinos y consi-


deración a que puede ir en aumento; las calles anchas.
12.—Deberá tener presente que la Iglesia que ss ha de
erigir se ha de titular Parroquia sujeta a las leyes del Pa-
tronato Rl.
Puerto Rico y diciembre veinte y cuatro de mil sete-
cientos setenta y uno.

DILIGENCIA PARA DESIGNAR EL PERÍMETRO


URBANO
En Cabo Rojo apartamento de la Villa de San Germán,
Isla de San Juan de Puerto Rico, a los quince de enero de
mil setecientos setenta y dos años Don Florencio Pabón
Dávila, Teniente reformado comisionado por Su Sría. el
Sor. Gobernador y Capitán Gral. de dh. Isla para elegir el
terreno en que debe establecerse la población pretendida
con la advocación de San Miguel, demarcación de sus calles
y solares y cárcel pública con lo más accesorio y concer-
niente a ella, dixo : Que aceptaba y aceptó en debida forma
dha. comisión y en su consecuencia (precedida a su presen-
tación al litre. Cabildo de dha Villa) pasó al sitio previsto,
acompañado de los Apoderados y del mayor número de par-
tes, y hallando todo aquel campo limpio, aseado, espacioso
y deleitable a la vista, se reconoció ser su situación de una
altura proporcionada, parte llana, de labor y pastos en sus
cercanías, con materiales para las obras, que conducen a
la población bañada de los vientos del Norte y Medio día:
y la plaza principal en medio de la Población, su forma en
cuadro con una mitad más de largo y sus tamaños propor-
cionados al vecindario presente, y con atención al futuro;
«o delinearon a cordel sus calles, se destinó sitio para cons-
truir la cárcel pública y ss dejó para sus exidos y exten-
nión, todo el terreno que se encuentra entre las dos quebra-
das nombrada LA GRANDE y LA PILETA ; aguas perma-
nentes que están a uno y otro lado de la Población, y com-
prendidas en este terreno las estancias de Cristóbal Cama-
94 DR. R. IBERN FLEYTAS

cho y Antonio de Alicea, en cuyo estado por ser tarde se


suspendió esta diligencia la que firmó el Sr. Juez comisio-
nado de que doy fe—Floi-encio Pabón Dávila—Ante mí—
José Enrique—Escribano ppco. y de Cabildo.

DILIGENCIA PARA SEÑALAR LIMITES


JURISDICCIONALES
En diez y seis del corriente el Sor Juez comisionado
pasó a delinear y demarcar la jurisdicción que corresponde
a la Población de San Miguel de Cabo Rojo, con atención al
Auto de Su Sría. el Sor. Gobdor. y Capitán Gral. de diez y
siete de diciembre próximo pasado y al oficio que se pasó al
litre. Ayuntamiento de dicha Villa cuyo tenor a la letra, es
el siguiente: Sor. Juez comisionado Don Florencio Pabón
Dávila por Auto del diez y siete del próximo pasado se sir-
vió Su Sría. el Sor. Gobernador y Capitán Gral. disponer
que este Cabildo acordase los límites y guardarrayas que
debe gozar la Población de San Miguel de Cabo Rojo en
lo que para su formación tiene U. la comisión necesaria, y
en acuerdo de este día, con asistencia del Teniente a Gue-
rra, Don Miguel de Quiñones y el Beneficiado Don Fran-
cisco Luciano Mugica, Cura y Vicario de esta Villa, a quien
se convocó para la mejor armonía y acierto de este encargo,
en común dictamen demarcaron lo siguiente: De una pal-
ma que está en la barranca del Río del Estero en la boca de
Guanajibo, a un capá que está en la del Caño, por derecho
a otra palma; de ésta a un guaraguao que está en el cami-
no real, y de éste, por derecho, a una moca que está por de-
trás de la casa de Dn. Félix Dávila, quedando ésta por la
parte de la Villa : de aquí por derecho, a la boca de la QUE-
BRADA de la Tuna hasta arriba a su nacimiento por de-
recho a un algarrobo; de ésta, línea recta, a la QUEBRA-
DA de los LLANOS ; de ésta, bajando a un úcar ; de ésta a
su nacimiento ; de éste a la QUEBRADA DE UCARILLO,
hasta abajo el mar, siguiendo toda la costa hasta la BOCA
DE GUANAJIBO río abajo, hasta dar en la palma donde
HISTORIA DE CABO ROJO %

se principió. Lo que pasamos a la noticia de U. para su go-


bierno en el giro de la comisión en que está entendiendo.
Nuestro Sor. gue. a U. muchos años. Sala Capitular de San
Germán y enero trece de mil setecientos setenta y dos—Be-
san las manos de U. sus servidores—Juan Cancel—José
Antonio de Rivera—Juan Pavón Dávila.

DILIGENCIA DE MENSURA
En cuya inteligencia se principió, acompañado de los
citados Apoderados, según como se expresa en el antece-
dente oficio, por los mismos demarcamentos, y dando prin-
cipio a medir la latitud y longitud del terreno asignado, se
encontraron por el viento del este de la plaza principal de
la Población a la QUEBRADA DE LA TUNA, cincuenta
y siete cordeles y por el contraviento se hallaron de dicha
Plaza a las aguas del mar cincuenta y uno : y por ser tarde
se suspendió esta diligencia, la que firmó el Sor. comisiona-
do de que doy fe—Florencio Pavón Dávila—Ante mí José
Enrique—Escribano ppco. y de Cabildo.
En diez y siete del corriente, siguiendo Su Merced el
Sor. Juez comisionado la diligencia que antecede, salió de
la ante citada plaza, midiendo el terreno del Norte y llega-
ron al río del Estero, donde hace punto con sesenta y cua-
tro cordeles, y por el Sud se halla legua y cuarto del caño
nombrado LAS CUBANAS, donde se demarcó una de este
nombre, siendo claridad de que los terrenos que se encuen-
tran por este viento hasta el mar son estériles, faltos de
agua por lo que no se han medido: Con lo que se concluyó
esta diligencia, y Su Merced el Sor. Juez comisionado, es-
tando presente en la citada plaza el vecindario, dio a reco-
nocer por el Teniente a Guerra de esta nueva Población a
Dn. Nicolás Ramírez de Arellano, en virtud de despacho y
orden separadas de Su Sría. el Sor. Gobernador y Capitán
Gral., y les hice saber el respeto y subordinación que de-
ben prestarle como su inmediato Jefe: e igualmente se dio
n reconocer por el Teniente a Guerra de esta nueva pobla-
96 DR. R. IBERN FLEYTAS

La Santa Iglesia de San Miguel Arcángel de Cabo Rojo,


reconstruida.

ción a Dn. Nicolás Ramírez de Arellano, en virtud de des-


pacho y orden separadas de Su Sría. el Sor. Gobernador y
Capitán GraL, y les hice saber el respeto y subordinación
que deben prestarle como su inmediato Jefe: e igualmente
se dio a reconocer por Sargento Mayor de estas Urbanas
Compañías a D. Juan de Arce, y uno y a otro, con general
y común beneplácito, se recibieron: en cuyo estado el Sr.
Juez comisionado entregó al expresado Teniente a Guerra
la jurisdicción de su cargo, por los demás autos nominales,
quien la dio por recibida en la forma ordinaria, quedando
contento y satisfecho a su voluntad y mandó Su Merced el
Sor. Juez se remitan estas diligencias a Su Sría. el Sor. Go-
bernador y Capitán Gral. por mano del expresado Tenien-
HISTORIA DE CABO ROJO 07

te.—Firmado de que doy fe—Florencio Pabón Dávila—An-


te mí—José Enríquez—Escribano ppco. y de Cabildo.

DILIGENCIA FINAL
En dicho día se remitieron estas diligencias, cerradas
en la forma ordinaria, a Su Sría. el Sor. Gobernador y Ca-
pitán Gral. doy fe—Enríquez. ES CONFORME a los Au-
tos originales de fundación del Pueblo de Cabo Rojo, ori-
ginales de su contenido a que me remito, y en fe de ello lo
signo y firmo en Puerto Rico a diez y siete de julio de mil
setecientos setenta y cinco—En testimonio de verdad—Mar-
tín Campderrós—Escribano RI. y de Gobernación.

"Despréndese del anterior documento oficial que el


pueblo de Cabo Rojo quedó instalado el 17 de enero de
1772 pero la iglesia no se terminó hasta 1783, bendiciéndo-
se el 29 de setiembre de dicho año, con grandes fiestas. Ya
D. Miguel de Muesas no residía en la Isla.
Durante los diez años que duró la construcción de la
iglesia prestó servicio la ermita de San José, enterrándose
los muertos en su atrio, donde aún quedaban algunas tum-
bas derruidas en 1859, cuando el general Cotoner hizo re-
construir dicha ermita.
La iglesia primitiva, que, sin alteración en su forma
exterior, se mantuvo hasta 1876, formaba un hastial de cal
y canto, con techumbre de tejas de barro, sosteniéndose el
caballete por dos hileras de soberbios postes, llamados vul-
garmente ESTANTES, de magnífica madera del país, divi-
diéndose así en tres naves espaciosas las dos cúspides an-
teriores. La piedra para los muros se extrajo de la cantera
que limita, precisamente, al sur-este, uno de los ángulos del
ejido urbano; y hace pocos años que, cercana a dicha can-
tera y junto al camino que conducía a la Tuna, se conserva-
ba un pequeño taller de alfarería, que recordaba el sitio en
98 DR. R. IBERN FLEYTAS

donde se fabricaban las tejas y ladrillos para la iglesia pa-


rroquial.
Las molduras que remataban los arcos de las tres puer-
tas, los adornos de las cuatro pilastras que decoraban la
fachada, unas a todo de ménsulas colocadas en las vertien-
tes del tejado, y el pedestal de la cruz que remataba el án-
gulo superior del hastial, estaban labradas en piedra ma-
rina arenisca, fácil de modelar a mano; piedra igual a la
que procedente de uno de los islotes cercanos a Fajardo, se
utilizara, con el mismo objeto, al construirse los templos
antiguos de San Juan; siendo de admirar, cuando hace
treinta y cinco años se destruyó la fachada antigua, la so-
lidez de la argamasa empleada en la obra caborrojeña, que,
en punto a la lucidez externa, podría tacharse de defectuosa,
pero que en su cimentación no admite repulsa, y ahí está pa-
ra demostrarlo el arco del presbiterio, que hace honor a sus
desconocidos constructores.
La iglesia, a pesar del largo tiempo consumido en su>
fábrica, quedó sin campanario, sustituyéndose éste por dos
postes, con un traversaño en la extremidad superior, apa-
rato de horca de donde pendían los esquilones a merced del
vulgo, lo cual daba motivo a los desórdenes nocturnos, atri-
buyéndose a las ANIMAS—pues entonces el atrio servía de
cementerio—las campanas que era obra de noctámbulos des-
vergonzados.
Esto continuó hasta 1825, año en que se construyó la
torrecilla de madera que prestó servicio durante media cen-
turia. Para esa época se suprimieron los enterramientos
en el atrio y se empedró y cercó éste con una tapia que en
1870 se hizo desaparecer.
En 1846, como cura beneficiado, pasó a ocupar la pa-
rroquia, que por oposición ganara, el presbítero Don Juan
Vicente Martínez Valdez, hijo de la Capital, sacerdote que
ya había acreditado su competencia en la parroquia de Ve-
ga Baja y que en el nuevo curato, donde debía permanecer
hasta el año de 1871, dejó imborrable estela de caridad y
fué espejo de cristianas virtudes.
HISTORIA DE CABO ROJO 9!)

Con el Padre Valdez, como le llamaban todos, comenzó


una serie de transformaciones que mejoraron lo interior del
templo.
El pueblo, con el producto de funciones dramáticas or-
ganizadas por aficionados—adquirió para casa parroquial
una espaciosa finca urbana inmediata a la iglesia, y el pa-
dre, en cambio, dedicaba a la iglesia lo que ésta le produ-
cía. Gracias a ese interés del digno sacerdote, tuvo cielo
raso la nave central; se convirtieron en arcadas los postes
que sostenían el tejado; se adquirió en Francia un órgano
y en Italia una pila bautismal artística, se pavimentó con
mármol el presbiterio, se trajeron de Barcelona ornamen-
tos y de Santomas alfombras, arañas y candelabros y las
ceremonias y el culto adquirieron resonancia por su so-
lemnidad.
Algo hay que cargarle sin embargo en cuenta al celoso
párroco, y fué la destrucción de los seis altares laterales,
obra maestra de pintura, que constituyó por los tableros in-
expresivos que subsisten y la mutilación del altar mayor, re-
tablo de madera, muestra acabada del género que tomó
nombre del famoso Churriguera, y que por un artista ita-
liano fué ejecutado en el propio Cabo Rojo así en su parte
arquitectónica y pictórica, como en el tallado de cinco imá-
genes que comprendían sus hornacinas.
Ya se sabe que Churriguera, corrompiendo el estilo
plateresco cayó en extravagancias que hicieron más ridícu-
los aún sus plagiarios, pero las proporciones que esa revolu-
ción alcanzó no permiten ocultar su influencia en la histo-
ria del arte. No hay templo en España donde no se conser-
ven ejemplares de esa arquitectura singular, que no sé por
qué se ha hecho desaparecer casi en absoluto de nuestra is-
la, peor que eso, se ha corrompido con adiciones injustifi-
cadas. Bien está, si no parecía serio o no agradaba aquel
orden arquitectónico enmarañado, que se sustituyese por
otro, pero introducir columnas salomónicas y pilastras co-
rintias estriadas en un retablo churrigueresco; abrir junto
100 DR. R. IBERN FLEYTAS

a bien proporcionadas ornaciones nichos encajonados; des-


truir a serruchazos las pinturas y cresterías simbólicas que
contribuían al conjunto de la ornamentación, interrumpien-
do su armonía, es convertir en adefesio ridículo una obra
de arte, que, remontándose a la segunda mitad del siglo
XVIII, encierra para el progreso puertorriqueño docente
revelación.
Cuando se recuerdan los tonos calientes de aquel reta-
blo caborrojeño, mutilado en 1855; la firmeza de los dora-
dos a la sisa, que representaban mieses y vides simbólicas;
la perfección del tallado de las imágenes del Santo Patrón
y de los arcángeles San Gabriel y San Rafael, y la origina-
lidad de aquellas columnas y molduras y cresterías cuyo
dorado al temple ha resistido la acción destructora del tiem-
po, preciso es reconocer cómo la influencia religiosa obró
en nuestra cultura espiritual por distintos medios...
Fué el Arte cristiano, el prestigio del culto católico lo
que trajo a nuestra isla, en siglos remotos esos decorados,
pintores y escultores, que sin tal aliciente no se hubiesen
conocido aquí, pues que sólo en la iglesia encontraba apli-
cación su trabajo.
Y cuando se ha admirado aquel altar plateresco de la
parroquia caborrojeña y el retablo de ánimas y el cuadro
del Baptisterio que representan el bautizo de Jesús en el
Jordán, o pinturas que también datan de la fundación del
templo, en 1783, no ha de extrañarse la aparición de un
José Campeche en 1797. Si a la isla acudían tales maestros,
no es extraño que en ella se formaran tan cabales discí-
pulos.
También retardóse por causa del Padre Valdez la re-
paración de la iglesia en su exterior pues era su deseo cons-
truirla de nueva planta en el centro de la plaza, siendo así
que esto era contrario a los preceptos que constan en los
autos reproducidos.
Por fin en 1876 una Junta, patrocinada por el Obispo
D. Juan Ant. Puig, logró iniciar esa obra reparadora. La
HISTORIA DE CABO ROJO 101

parte personalísima que en esa organización tomé me obli-


ga a hacer aquí punto, no sin recordar los nombres del
Pbro. Ldo. D. Justo Fanlo, rector parroquial, persona dig-
nísima y de mis amigos, D. Alejandro Cabassa, que asumió
la administración de los trabajos, D. José Antonio Fleytas
Suárez, tesorero de los fondos que voluntariamente se re-
cogieron y de D. Eduardo Texidor que me ayudó a trazar
los planos que aprobó el Señor Obispo".
CAPITULO VI

DEFENSAS CON HACHAS, LA RAZÓN DE LA


FUERZA, ATAQUES A CABO ROJO

Reciente el nuevo giro que tomaron la mayor parte de


los vecinos de "La Bocoya" al establecerse más al interior
como para guarecerse de los peligros de la vida de la playa
marítima, pero conservando su puerto abierto para darle

Cabo Rojo en sus comienzos.


104 DR. R. IBERN FLEYTAS

vida a su reciente pobladito de Cabo Rojo, una partida de


(aguayos) guajones trataron de apoderarse de las ricas,
minas salineras que tenían los caborrojeños allá entre los
años 1769 al 1770 y desde luego, estas minas estaban con-
sideradas como un gran factor de la vida por medio de la
explotación y el negocio de intercambio de productos ali-
menticios y los caborrojeños se dispusieron a defender su
derecho de explotación que lo creían exclusivo de ellos. Los.
deseos de los guajones no se realizaron por una indiscre-
ción, pues un negociante de esta población se encontraba,
en Aguada, en solicitud precisamente de cerdos a cambio de
sal, y se enteró de que unos barcos de vela surtos en el
puerto, se disponían a salir para las salinas con la decisión
de tomar sal sin costo alguno y apoderarse de los depósitos,
mineros; el negociante, al oír los comentarios de semejan-
tes propósitos, vio el peligro, la pérdida de sus pingües ga-
nancias y aceleró la marcha en su inmediato regreso a Ca-
bo Rojo, haciendo el viaje en una jornada para poner en co-
nocimiento a sus cornpueblanos la amenaza que se cernía
sobre sus riquezas. Advirtió a las autoridades locales la
ruina de la comarca y lo pintó como sabe hacerlo el cam-
pesino cuando está interesado en algo y se da cuenta de
que los demás también lo apoyarían. Esa noticia produjo
pánico a la buena gente de estos lugares. En horas llegó el
aviso a Puerto Real y de ambos sitios se reclutaron volun-
tariamente los hombres disponibles del poblado y puerto
para salir esa misma noche a pié para las salinas y los otros
en botes desde Puerto Real. La consternación en sus hoga-
res era general porque padres, hijos y hermanos salieron
precipitadamente sin saber la suerte de sus riquezas y ni
la de ellos mismos.
Al día siguiente, al despuntar el alba, cansados, pero
no desanimados, dispuestos a no ceder su inagotable rique-
za, desde detrás de los uveros e hicacos, a lo largo de la ori-
lla del mar, atisbaban el horizonte en donde se destacaban
tres pequeñas embarcaciones navegando con buen viento
HISTORIA DE CABO ROJO ior>

favorable hacia el puertecito de las salinas. Entre cactus,


hicacos, uveros y pajuiles se encontraban los defensores ace-
chando como el tigre: estudiando la fortaleza física de los
hombres, (en aquellos tiempos contaba mucho la fortaleza
física) el número de hombres, en fin, todos esos detalles
que conocían aquella gente para la lucha sin cuartel por la
vida. Los invasores fueron desembarcando sin ninguna pre-
caución puesto que toda esa zona parecía en calma y sin
un alma. Ya en tierra fueron de inmediato atacados y sor-
prendidos sin dejarlos reaccionar siendo la mayor parte de
ellos cogidos prisioneros. Aún habían algunos que no ha-
bían salido de entre los arbustos y matorrales. Fué un ata-
que relámpago con dagas, hachuelas, machetes y cuchillos.
Tomaron las embarcaciones, repartieron los prisioneros he-
chos, y todos por mar regresaron a Puerto Real. La lucha
fué breve, corta ; cuando los prisioneros de dos embarcacio-
nes estaban en tierra, fueron atacados y sometidos casi de
momento y los del tercer barco, aunque desembarcaron
muy pocos, que fueron muertos y tomados prisioneros, con
los restantes se hicieron a la mar y se alejaron. Algunos he-
ridos y la mayor parte prisioneros fueron conducidos a Ca-
bo Rojo desde Puerto Real, y en medio de una alegría indes-
criptible, gritos y lágrimas, entraron los vencedores y ven-
cidos al pueblo por la calle Comercio,- hoy calle Brau. Las
campanas de la ermita de San José tocaban sin cesar; el
ruido de latas, cencerros y toda la gente, hombres, mujeres
y niños en las calles celebrando la victoria.
Un suceso de esta naturaleza tenía gran importancia
en aquellos tiempos cuando mandaba la razón de la fuerza.
Por la noche se celebraron bailes en todas partes.
Después de este episodio se le dio el sobrenombre de
"mata con jacha" a los caborrojeños.
Al siguiente día prepararon los prisioneros para salir
para Aguada acompañados de los hombres disponibles de
Cabo Rojo y se lanzaron para la conquista de Aguada en
donde dominaron por un tiempo y nombrando un alcalde
y demás autoridades de esos milicianos caborrojeños im-
]0() DR. R. IBERN FLEYTAS

provisados quienes requisaron gran cantidad de cerdos y


otros productos que fueron enviando para Cabo Rojo, has-
ta que enterado el gobierno de la Capital, ordenó que di-
chos invasores se retiraran para su pueblo y dejaran a
Aguada libre.
Colón dio a esta comarca el nombre de Cabo Rojo de-
bido a unas aves marinas, rojas, llamadas flamencos, ya
extinguidos, que posaban por millares desde los Morrillos
de Cabo Rojo, los cayos de Guaniquilla hasta Guanajibo.
Como es sabido, al coronel Don Miguel de Muesas se
le debe la fundación de Cabo Rojo, Rincón, Moca, La Ve-

Cabo Rojo en su segunda etapa.


HISTORIA DE CABO ROJO 107

ga, Cayey y la terminación del fuerte de San Cristóbal en


San Juan; pero afortunadamente las mismas historias des-
autorizan tal atribución al notarse, en primer lugar, las
fechas en que ya el poblado, aldea o pueblo de Cabo Rojo
y su Puerto Real funcionaban normalmente y segundo por-
que los sucesos de ese pueblo eran ya conocidos en el campo
de los negocios y en las esferas del gobierno de la Capital.
El señor de Muesas solamente intervino con respecto a es-
ta comunidad en el reconocimiento oficial de la Parroquia
de San Miguel Arcángel de Cabo Rojo, según real decreto
del Rey Carlos III.
Se relata también que alrededor de esta fecha, los san-
germeños resentidos por la segregación oficial y la crecien-
te rivalidad por el éxito alcanzado en el campo comercial
de este pueblo y su puerto, atacaron frente a la ermita de
San José con una partida de irresponsables a la población
de Cabo Rojo, pero fueron derrotados.
Las historias sólo nos demuestran hechos que cree los
más importantes, pero no detalles locales, pero insistimos
que estos últimos no son menos importantes porque la ma-
yor de las ocurrencias marcan una época, y es así porque
era muy común también que entre dos poblaciones surgían
luchas y enemistades por límites y hasta por disgustos fami-
liares. Otros narran esta ocurrencia en el 1799 cuando Ca-
bo Rojo rechazó un desembarco de fuerzas inglesas de una
fragata que fondeó en sus aguas, y los residentes sin contar
con militares lucharon cuerpo a cuerpo con los invasores,
los que volvieron a sus barcos no sin dejar unos muertos.
El Gobernador que regía los destinos isleños en esta época
era el Brigadier Ramón de Castro, durante el reinado de
Carlos IV, Rey de España, quien había heredado el trono
a la muerte de su padre Carlos III en 1788.
CAPITULO V

CONTRABANDO

Por varios puertos, entre ellos Cabo Rojo y Mayagüez,


el contrabando era un gran negocio para las naciones ex-
tranjeras, en perjuicio del comercio español, pues solamen-
te San Juan era el único puerto abierto.
Ya en el 1804 se habilitaron los puertos menores de
Cabo Rojo, Mayagüez, Ponce, Aguadilla y Fajardo, pero
el contrabando continuaba.
En el año 1810, cuando Ramón Power fué electo para
la Junta Suprema del Gobierno español, no llegó a tomar
posesión por ser sustituida esa Junta por el Consejo de
Regencia en el mismo año, pero en una nueva elección fué
nombrado primer diputado puertorriqueño a Corte de Cá-
diz en el año 1812.
Este joven, por su inteligencia, rectitud, carácter y pa-
triotismo, obtuvo grandes reformas para su isla, entre ellas
la supresión de las "Facultades Omnímodas", y una real
orden para qus los puertos de Cabo Rojo, Mayagüez, Pon-
ce, Aguadilla y Fajardo fuesen puertos libres y francos al
comercio nacional y extranjero. A Don Alejandro Ramírez
le cupo el honor de ocupar el puesto de primer intendente
en 1813 para organizar la hacienda pública en Puerto Ri-
co, y este hombre ejecutó oficialmente la orden real sobre
la apertura de los puertos, con lo que venció al contrabando
en su mayor parte.
110 DR. R. IBERN FLEYTAS

En 1817, con motivo de los corsarios que casi domina-


ban las costas con sus frecuentes ataques y saqueos a em-
barcaciones y poblaciones cercanas al mar, el gobierno, pa-
ra contrarrestar este mal, instaló comandancias militares
en Cabo Rojo, Mayagüez, Aguadilla, Ponce, Humacao y Fa-
jardo; pero los ataques a los buques mercantes eran más
comunes y se hizo corriente el que los barcos que trafica-
ban con las Antillas se previniesen para los ataques de que
eran objeto y en efecto, muchos combates se sostuvieron en-
tre unos y otros.
En el transcurso de estos tiempos, topamos con Cofre-
sí, el hombre problema para las naciones extranjeras y por
consecuencia para España. Aunque escritores nativos muy
mal documentados, y otros indiferentes o mal intenciona-
dos, han hecho de la vida de Roberto Couphersein y Ramí-
rez de Arellano una leyenda nutrida al calor de novelescas
aventuras, presentándolo como un ogro temible y cruel pi-
rata que en el primer tercio del siglo XIX fué el terror de
los navegantes, distan tales leyendas de pintar en parte
el célebre caborrojeño con sus verídicos hechos, tanto mo-
rales como materiales, dando margen a la fantasía popu-
lar para mostrarlos con hechos inverosímiles y extrava-
gantes.
Por aquello de que el hombre propone y Dios dispone,
ignorándose la causa, el primero de esta familia de noble
estirpe que llegó incidentalmente a Puerto Rico, proceden-
te de Austria, (Trieste) se llamó Don Francisco Coupher-
seil, quien se estableció en una finca del barrio Pedernales,
sitio conocido por "Guaniquilla", de Cabo Rojo, que colin-
daba al lado oeste con el mar. Este señor contrajo matri-
monio en la parroquia de Cabo Rojo con la joven María
Ramírez de Arellano y procreó cuatro hijos : Ignacio, Juan,
Roberto y Francisco.
La certificación siguiente demuestra cuándo y dónde
nació y se bautizó Roberto:
HISTORIA DE CABO ROJO 111

PARROQUIA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL


Padres Agustinos
Cabo Rojo, P. R.

Yo, Fr. Maximino Alvarez, Párroco de esta Parroquia de


San Miguel de Cabo Rojo, Puerto Rico:
CERTIFICO: Que en el libro cuarto de Bautizos de esta
Parroquia, y en su folio treintiuno hay una partida, que literal-
mente copiada, dice así:
"En esta Yga. parroql. de San Miguel de Cavorroxo alos
Veinte y Siete Días del mes de junio de mil set. novta. i un año
yo D. José de Roxas Cura Párroco de ella bapticó solemnemen-
te puso oleo y crista aun niño de quince días de nacido ap-. puse
por nombre Ruberto h. L. de D. Franco. Cofresí i de Da. María
Ramírez. Ps. Juan Ant. Ramírez, y María Ramírez aq-. advertí
el parentesco iobligs. tgos. Ramón Hernz. y Estevan Olivos doi
fee.—José de Roxas".

Es copia fiel y exacta del original a que me remito, y para


que conste, expido la presente que firmo y sello en Cabo Rojo,
P . R., a 15 de enero de 1934.
MAXIMINO ALVAREZ.

Hacia el 1815 murieron sus padres, teniendo la edad de


veinte y cuatro años al heredar su parte de la hacienda.
Su inclinación al mar le subyugaba y se manifestó de
manera muy notable desde su niñez; su carácter inflexible
y una voluntad firme y resuelta, con un valor extraordina-
rio, le ganaron respeto y simpatías desde su tierna infan-
cia. A menudo salía para la escuela, colgaba su gabán en
los palos de los viveros, se metía en su botecito "El Mos-
quito", y se iba a pescar.
Su desarrollo prematuro y su carácter le hacían apare-
cer de más edad, siendo un mancebo. Era fuerte y ágil. Su
estatura regular, un poco más alto que bajo; pelo rubio,
blanco, ojos vivos y azules, buen mozo. Durante las charlas
nocturnas de los marinos, en la fresca playa, bajo los cla-
ros reflejos de la luna, nuestro incipiente marino se recrea-
ba oyendo los cuentos y episodios de los viejos lobos de mar.
Era este su mayor deleite; participaba de esas pláticas, que
112 DR. R. IBERN FLEYTAS

crispan los pelos y ponen los nervios en tensión, hasta cerca


de media noche en que él era uno de los últimos en retirar-
se a dormir. A esa hora nuestro héroe se metía en su "Mos-
quito" y cruzaba la bahía de Puerto Real hasta los cocote-
ros de su playa. Así pasaba su niñez: entre el canto de las
olas, los cuentos y consejos de los hombres de experiencia
y la escuela que estaba cerca de donde él vivía. Pero aquel
día, en que por primera vez se siente hombre siendo aún
adolescente, se dirige desde la playa hacia un bergantín
fondeado por la calma con varias frutas y pescado. Sube Ro-
berto a bordo creyendo hacer su agosto con la venta de las
frutas y el pescado; los marinos extranjeros no entienden
el idioma del muchacho y se mofaban de él haciéndole ba-
jar de mala manera, al extremo de sufrir éste una caída.
Esta ofensa la guardó en su corazón en el debut de su ca-
rrera.
Su ambición al trabajo en el mar era en extremo apa-
sionada. Sus cortos años no fueron obstáculo para que se
dejara ir hasta Mayagüez costeando y probar de nuevo su
comercio de frutas y pescado con los barcos surtos en el
puerto.
Otra desilusión sufre en el momento en que con ma-
yores esperanzas cree ser útil y ganarse la amistad y con-
fianza del Jefe de Aduanas. Un velero extranjero dejaba
el puerto y sobre el escritorio del Jefe de Aduanas queda-
ban algunos documentos olvidados por el Capitán del bar-
co que se alejaba. El aduanero encargó a Roberto de hacer
llegar dichos papeles a manos del velero. Este, en su "Mos-
quito" a toda vela, logra darle alcance y por señas le tiran
la escala y sube a bordo.
Cumplida su misión al haberle entregado al Capitán lo
encomendado, pasa cerca de unos barriles de azúcar que
llevaba el barco inglés y tomó un terrón del dulce; uno de
los marineros que pasaba en esos momentos junto a él, le
increpó duramente llegando a acometer a Roberto. Se igno-
ra si éste contestó a la agresión, pero esto trajo tal indig-
nación en su ánimo y en tal forma se sublevó el instinto de
HISTORIA DE CABO ROJO 113

Cabo Rojo en pleno progreso.

venganza, que desde esa fecha se tornó taciturno, preocu-


pado, encontrándose asimismo en forma que apenas habla-
ba. Especie de aislamiento voluntario fué su vida desde ese
instante. Se le veía vagar cabizbajo y pensativo por la ori-
lla del mar, con los brazos cruzados atrás, reflexionando
posiblemente sobre algún plan que resolvería el porvenir
114 DR. R. IBERN FLEYTAS

de su vida. Se reprochaba a sí mismo por la mala suerte,


acariciando la idea de la venganza contra todo barco ame-
ricano o inglés, por las ofensas recibidas en barcos de ta-
les nacionalidades.
Como si su mala suerte fuera poca, días después na-
vegaba en su "Mosquito" con rumbo hacia su casa, cuando
un gran bergantín inglés a todo trapo lo arrolla, a pesar de
los gritos y señales que hizo, teniendo que salir a nado a la
playa de Pinas, de Cabo Rojo; había quedado sorprendido
y absorto al oír las risotadas y voces de los marinos que
celebraban su criminal hazaña, mientras él luchaba con
la muerte. Esto le hizo perder por completo la paciencia y
la fe. —¡Qué ingratitud!— se dijo. Su decisión fué defi-
nitiva. Había de vengarse y para ello lo pensó poco tiempo.
Alguien dijo que la venganza es el néctar de los dioses.
Adquirió una goleta mayor que "El Mosquito" y la lla-
mó "Relámpago". Con esta embarcación hizo sus últimos
viajes de negocios. Vendió su parte de hacienda a D. Ger-
mán Colberg, casado con su hermana Juana Couphersein.
Las súplicas de sus familiares no fueron suficientes para
disuadirlo de su resolución irrevocable. Un día hizo rumbo
hacia el horizonte y por un tiempo se ignoró su paradero.
Ante las costas caborrojeñas, una de esas tardes color na-
ranja, con un mar tranquilo, aparece como surgida de las
profundidades del mar una bonita balandra, blanca como
una gaviota, surcando las olas con rumbo a Puerto Real,
donde fondeó graciosamente ante la curiosidad de los ve-
cinos. Treinta y dos años cumplía el capitán que aparecía
en el puente.
"Camina como una bala. Esa es mi Ana". Tal fué el
saludo, al desembarcar Roberto, a sus compañeros y ami-
gos. "Ana" fué el último barco de Roberto. Lo compró en
1832 a Toribio Centeno en el puerto de Humacao y fué cons-
truido aquel mismo año en Fajardo; pagó el doble de su
precio y tenía dinero para ello porque había heredado y
vendido sus propiedades; después tuvo grandes cantidades
de dinero, prendas de valor y víveres ; éstos últimos los re-
HISTORIA DE CABO ROJO 115

partía a las familias pobres, especialmente a los pescado-


res ; de ahí la razón de que estos moradores de la costa nun-
ca lo delataran.
Su punto de parada eran las costas de Cabo Rojo. Cuan-
do efectuaba el apresamiento de algún barco de importan-
cia, si el tiempo y oportunidad le eran propicios, traía su
presa a la isla de la Mona para repartir el botín entre sus
compañeros.
La primera orden al llegar al islote era enviar la Ana
a Guaniquiya o Morillos de Cabo Rojo donde Cofresí tenía
familiares ; a veces la nave se quedaba costeando hasta que
regresaba el Jefe y tomaba el mando.
Cuando en 1824 fué atacado en esa pequeña isla, perdió
la presa, murieron dos compañeros, Cartagena y Portu-
gués; el primero era un mulato caborrojeño. Mientras los
atacantes apresaban a cuatro, Cofresí se internó en la isla
con Campechano y embarcó en una canoa pasando innume-
rables vicisitudes, hambre, sed y la titánica lucha que sos-
tuvo por no zozobrar durante el temporal de setiembre que
después le favoreció echándolo a las costas dominicanas
donde lo encarcelaron para cumplir seis años de presidio,
pero logró escaparse en compañía de otro preso llamado
Portalatín, y varios días después se le unió el fugitivo Ma-
nuel Aponte (Monteverde), compraron un botecito en Ma-
corís y recalaron en el puerto de Lima. Aquí Portalatín
se separó de ellos, quienes regresaron a Cabo Rojo. A los
pocos días se hicieron de un cañoncito en el puerto de Hu-
macao en donde se construía un barco para montarle el ya
expresado artefacto; recogieron a varios hombres que ha-
bían dejado en Vieques, y ahora había una tripulación de
quince.
Demás está explicar la imposibilidad de apresarlo vivo
o muerto, por cuya razón Madrid extendió una Real Orden
el 7 de julio de 1825 aprobando ciertas provisiones o dis-
posiciones, las cuales fueron extendiéndose hasta el extre-
mo de ordenar la destrucción de bohíos y casas en las pla-
no DR. R. IBERN FLEYTAS

yas, o su traslado al interior, dando a los Alcaldes mayor


autoridad con este respecte También se aprobaron otras
disposiciones para los barcos. Todas estas precauciones y
órdenes fueron especialmente notificadas a Cabo Rojo, Ma-
yagüez, Aguadilla, Fajardo, Humacao, Patillas, Guayama
y Ponce.
En cierta ocasión acertó atacar uno de los barcos que
tan mal le habían tratado, y le acometió con tal furia que
hombres y barco fueron a los abismos del mar sin compa-
sión alguna.
Desde el principio de su carrera ya había declarado
guerra a muerte a todos los barcos de nacionalidades sajo-
nas; atacó alguno que otro danés, francés o dominicano,
pero más por temor a ser descubierto en su ruta que por
otro motivo; su odio reconcentrado era contra los ingleses
y americanos.
En sus rutas de Vieques a St. Thomas se apoderó de
un sinnúmero de goletas y bergantines. Apresó una goleta
danesa en Vieques, otras inglesas, americanas y dominica-
nas; un balandro dominicano con ganado para Arroyo; otro
bastante grande, americano, lo abordó y se apoderó de un
cargamento por valor de más de ocho mil pesos, haciendo
rumbo a Peñones de Cabo Rojo en donde las autoridades
de este pueblo y Mayagüez le hicieron una persecución te-
naz, pero logró incendiar el barco tomado y evadió con rum-
bo desconocido. Un bergantín fondeado en Patillas, en ple-
no día, lo abordó, se llevó la carga y ochocientos pesos; en
Vieques apresó otra vez una balandra francesa y un guairo
de St. Thomas; en las costas de Mayagüez acometió con
intrepidez y sangre fría a barcos que sus tripulaciones y
tamaño no soñaban ser vencidas.
El valor, arrojo y destreza de Roberto y sus hombres
eran el terror constante de los mares antillanos y de las au-
toridades. Era tal su popularidad y fama, que creó en la
imaginación popular una serie de cuentos sobre aventuras
inciertas, las cuales, aunque basadas en hechos reales, la
HISTORIA DE CABO ROJO 117

admiración y temor al mismo tiempo, los llevaba a extremos


fantásticos.
Todas estas circunstancias agravaban la situación de
los gobiernos americano y francés; quejas de los ingleses
y dominicanos, en fin, las complicaciones internacionales,
tomaban un cariz alarmante, pero Roberto continuaba im-
pertérrito con sus ataques a los barcos con bandera extran-
jera con gran éxito porque contaba con peritos en su tri-
pulación, valerosos jóvenes, fuertes y viejos expertos en
el mar.
La tripulación de su barco era la siguiente : Piliche, el
grumete, y Galache, el timonel, eran de Yauco; no se han
podido identificar, pero por escritos se conocen esos nom-
bres y su procedencia.
Tin —Agustín Soto— soltero, de 27 años, natural de
San Germán, hijo legítimo (?) de Bernardo y Ana Gon-
zález.
Venado —José Manuel Fuentes— soltero, de 26 años, na-
tural de Habana, Cuba, hijo natural de Juan y Josefa Ro-
dríguez ;
Pinto —Vicente Jiménez— soltero, de 19 años, natu-
ral de Cumaná, Venezuela, hijo de crianza de Juan David
y Águeda González;
Carlos Torres, soltero, de 26 años, natural de Fajardo ;
sus padres, Teodoro Asencio y Juana Francisca de Torres.
(En Cabo Rojo hay Asencios, oriundos de Venezuela).
Antonio Delgado, soltero, de 27 años, natural de Hu-
macao, hijo de Lino y Marcelina Figueroa;
José Rodríguez, soltero, de 25 años, natural de Cura-
zao, hijo de José María y Juana María Soto;
Carlos Díaz, soltero, de 28 años, natural de Trinidad,
hijo de José Jorge y María de la Concepción;
Victoreano Saldaña, casado con María del Carmen Ga-
ray, de 30 años, él era natural de Juncos, hijo de Juan y
Juana de Sierra;
118 DR. R. IBERN FLEYTAS

Vicente del Valle Carvajal, soltero, de 23 años, nacido


en el mar, entre Punta Espada y Tiburón, de Santo Domin-
go, bautizado en la Catedral de Santiago de Cuba; hijo de
Vicente y Catalina Carvajal.
Campechano, también llamado "Balines", aún hay ac-
tualmente descendientes en Cabo Rojo, de edad avanzada,
hombre de gran confianza, el brazo derecho como suele de-
cirse, del Capitán de la "Ana". Campechano andaba tanto
por tierra como por mar. Cuando Cofresí salía en su barco
e intentaba hacer escala en Ponce, Fajardo o cualquier pun-
to de la isla, Campechano lo sabía con anticipación y salía
por tierra o mar, según el caso, para el sitio en donde es-
peraba a su joven jefe en las afueras del puerto, rada o pa-
raje cercano y conveniente para informarle de todo y darle
seguridad a la embarcación y a sus hombres. De estas in-
formaciones dependía si Campechano se quedaba a bordo,
entraba a puerto o ponían proa con rumbo determinado o
incierto. Se dice que Campechano era Joaquín Hernández,
nacido en 1741, que había servido a un inglés cuando la to-
ma de la Bastilla; que fué el ayudante de cámara del he-
roico pirata, y vivía en Samaná a la edad de 153 años. Se-
gún familiares y ancianos, el Campechano logró llegar a
Cabo Rojo sin haberse encontrado en la refriega y captu-
ra de Cofresí, embarcando para Santo Domingo en seguida
que tuvo noticias de la suerte de sus compañeros. Descen-
diente de Campechano fué Ulpiano Balines, hijo de Julián
Balines y matador del guardia civil Antonio Adeva por
asuntos familiares e intereses. Este hecho ocurrió en Gua-
niquiya, en una finca de cuatro cuerdas propiedad de D.
Pedro Seda y D. Fruto Toro, yerno de D. Pedro, conocido
con el nombre de Tujao en el barrio de Pedernales de este
pueblo y está como a un kilómetro y un tercio del mar, muy
cerca de Puerto Real. Alrededor de los días de fiesta de
San Miguel, en el mes de septiembre de 1826. Adeva, ca-
sado o no con una mujer ricacha llamada Luisa Lajara, tu-
vo una disputa con Julián, quien le apuntó con una escope-
HISTORIA DE CABO ROJO 119

ta fallándole el tiro, pero ambos, grandes, fuertes y de va-


lor, fuéronse a las manos sosteniendo larga lucha sin nin-
guna de ellos ceder, dando tiempo al hijo mayor, Ulpiano
Balines, de llegar inesperadamente y armarse de un perri-
llo para cercenarle la cabeza al guardia de un solo tajo, a
modo de guillotina. Consumado el crimen, cortáronle los
brazos y las pier Mas, lo metieron en un saco y se hicieron a
la mar en su bote y lo echaron al agua mientras ellos con-
tinuaban'viaje en rápida huida hacia Santo Domingo. El
hijo menor fué procesado y absuelto cuando quedaron las
autoridades plenamente convencidas de que éste no había
tomado parte en los hechos.
Continuemos con el pirata. Sus órdenes se cumplían
estrictamente. Obraba con nobleza y era espléndido en sus
donativos. Muchas familias eran ayudadas por él en todas
las costas y en algunos sitios del interior. Enriqueció a va«
rias de ellas. Juan de Matas y "Fano", en Mayagüez y Gua-
niquiya, a quienes visitaba a menudo, cuando estaba en tie-
rra. Iba en un hermoso caballo alazán. Acostumbraba ves-
tir siempre de blanco con espada al cinto. Muy atento y fi-
no con todos y galante en extremo con las damas, mostrá-
base muy rudo con el sajón. Visitaba la familia de Pilichi.
En una de sus correrías trajo una niña de corta edad
y la dejó en la casa del cura Piereti, en Yauco, cubriendo
sus gastos y educación hasta que por su cuenta la envió a
sus familiares. Se asegura también que en el Guanajibo de
Mayagüez mandó uno de los suyos acompañando a una se-
ñora y una señorita advirtiéndole que su vida respondería
del honor y vida de sus recomendadas. Pero tiempo después,
en Ponce, fué muerto Carlos Torres de la goleta "Ana"
por uno de los correvediles que tenía Cofresí en tierra.
En una de las visitas a sus familiares en las salinas
de Cabo Rojo, donde tenía a su esposa Juana Colberg, de
•luien tuvo varios hijos y entre ellos una hija, Bernardina,
tuvo lugar lo que se cuenta en esta anécdota. La niña era
muy zalamera con sus padres y cuando Roberto regresaba
120 DR. R. IBERN FLEYTAS

de sus aventuras, esta vez con sus camaradas, salía ella a


recibirle al camino. El compañero del pirata que tenía un
cofresito con prendas de valor, sacó de ellas unas panta-
llitas con esmeraldas y se las regaló a Bernardina. Horas
después de haberse ido el "Pinto", que así llamaban a di-
cho compañero, notó Roberto las pantallitas en Bernardina
y arrugando el ceño se las quitó de las orejas y le dijo : "Hi-
ja mía, esto ño puedes tú usarlo, pues no cuadra a la jerar-
quía tuya". Estas pantallas de esmeraldas legítimas las con-
serva aún la señora Cándida Montalvo Colberg, familiar
de Roberto.
En los días que se activaba la persecución del pirata,
el Gobernador Don Miguel de la Torre por medio de Don
Tomás de Renovales, el Capitán Don José de Torres, Co-
mandante Militar del Departamento Sud y Alcalde de Pon-
ce, solicitó la cooperación del Comandante John Sloat de
la goleta americana de guerra "Grampus" que estaba an-
clada en la bahía de Ponce para la captura de Cofresí.
Después de un cambio general de impresiones se dis-
puso que el Comandante Sloat tripulara la balandra "San
José y las Animas" propiedad de Don Juan Bautista Pie-
reti (se dice que era hermano del Padre Piereti) que ha-
bía sido armado con un cañón de 6 mm. cedido por el Ca-
pitán Blanco para que Piereti inspeccionara toda aquella
costa y apresara a Cofresí. Al efecto, ordenó el Comandan-
te del "Grampus" que se trasladaran a la balandra españo-
la los oficiales Garred S. Pendergast, George A. Magrades
y Francis Store, actuando como capitán de los expediciona-
rios el primero de los oficiales con veinte y tres marinos
armados y el Dr. Samuel Biddle que fué como médico.
El 4 de marzo de 1825 la tripulación de los barcos, bien
preparada hizo funcionar los molinetes, levaron anclas ha-
ciéndose a la mar al medio día. Los gritos de las órdenes
de mando hacíanse oír difícilmente por el ruido del vela-
men en sus despliegues según iban hinchándose. Los balan-
dros de guerra surcaban las olas majestuosamente en busca
HISTORIA DE CABO ROJO 121

•del rey de los mares ; la tarde y toda la noche hasta el día


siguiente estuvieron a la expectativa. En este día divisaron
una pequeñc embarcación pintada de blanco frente a Boca
del Infierno en Guánica, la cual, por la pericia de sus tri-
pulantes, valientemente hizo proa hacia los contrarios en
actitud de combate.
Las naves se enfrentaron y cuando estuvieron a tiro,
los barcos de guerra rompieron el fuego con fusilería y ca-
ñón, siendo contestado el mismo por el pirata y sus hom-
bres. A la media hora la batalla arreciaba, se hacía más
terrible haciendo nacer el temor de la derrota en ambas
partes. Pescadores y campesinos residentes en los alrede-
dores de esa zona costera presenciaban sorprendidos el des-
igual combate que duró poco más de una hora. Uno con
armamentos superiores en número, calidad y hombres y los
otros, quince hombres, que como muy dice el Dr. Coll y
Tosté : "quince hombres de la piel del diablo, eran el terror
de estos mares antillanos" aunque con inferioridad notable,
deficientes y escasas armas y municiones, sostuvieron el
duelo a muerte sin retroceder hasta lo humanamente posi-
ble, pero el agotamiento de municiones los obligó a lo úl-
timo a la retirada, sorprendiendo a los barcos de guerra
la habilidad demostrada cuando personalmente Cofresí to-
mó el timón y rápidamente embarrancó cerca de Boca del
Infierno ganando tierra a nado, dejando algunos muertos
flotando en el mar ; Juan de Mata muerto en la playa cerca
de Cangrejos y los otros dispuestos a vender cara sus vi-
das. Preso el barco pirata sólo tenía un cañón de 6 mm.,
seis fusiles, documentos en español y en inglés, repuestos
de velamen y cáñamos, enseres de cocina y no menos los
otros que tuvieron que pelear con un lobo perito de mar y
la valentía de su pequeña tripulación.
En resumen: Los barcos de guerra no hubieran podi-
do efectuar la captura a no ser por la superioridad numéri-
ca de hombres, en armas y eficiencia en muchas ventajas
<que tuvieron contra el agotamiento de municiones, falta de
122 DR. R. J.BERN FLEYTAS

hombres y las pocas armas con que contaban sus contra-


rios.
En esta singular refriega demostró el pirata sus cua-
lidades de arrojo, valentía e intrepidez, más su perspicacia
y práctica en la ciencia de la navegación.
Ya en tierra, seguidamente Cof resí dividió en dos gru-
pos su bando para por distintos caminos encontrarse en
Guaniquiya, pero tuvieron que batirse también en tierra
cuerpo a cuerpo con armas blancas por carecer de las de
fuego que habían perdido con su barco. Las milicias disci-
plinadas de entonces estaban ya a tiro de los hombres de
Cofresí quienes ya casi exhaustos y agotados físicamente,
bajo un nutrido fuego de fusilería de los milicianos avan-
zaban indomables con sus armas blancas tratando de salir
de los alrededores de Guánica para ganar a Cabo Rojo, pero
diseminados en pequeños grupos fueron acorralados por la
caballería y hechos prisioneros.
Su Jefe, el terror de los mares antillanos Roberto Cou-
phersein y Ramírez de Arellano nunca se rindió a pesar de
estar desarmado ; el capitán de milicianos Don Manuel Sán-
chez lo tuvo que reducir a la fuerza todo cubierto de heri-
das de trabucos y armas blancas a las diez de la noche del
5 de marzo de 1825.
Este marino pirata tuvo oportunidad de huirse y eva-
dir la acción de la justicia en tierra, pero no quiso abando-
nar a sus camaradas.
Monteverde, Tin, Pinto, Juan Rodríguez y Antonio Del-
gado, Carlos Díaz y Victoriano Saldaña fueron hechos pri-
sioneros ese día: Carlos Torres y Vicente del Valle fueron
cogidos después ; días más tarde cayó el Venado ; estos tres
últimos fueron apresados en las inmediaciones de Patillas.
Cofresí llevado en unión de sus diez compañeros al
Castillo del Morro en San Juan fué fusilado entre ocho y
nueve de la mañana del 29 de marzo de 1825.
Se repite mucho la frase de Cofresí quien no admitió
que se le vendara y dijo momentos antes : "Quiero ver a los
HISTORIA DE CABO ROJO 123

cobardes que me matan, cuando yo sólo luchaba en número


desigual y siempre vencía a mis enemigos". Para esta fe-
cha cumplía treinta y cuatro años. La sentencia de muerte
fué ejecutada por un destacamento del Regimiento de In-
fantería de Granada.
Los once cadáveres fueron sepultados en el cementerio
de Santa María Magdalena de la Capital. La partida de de-
función del valeroso joven caborrojeño que. fué lanzado a
la piratería por los atropellos y abusos que los humanos a
veces causan por la fuerza del número o por las circunstan-
cias del momento, reza en el Lo. 25, folio 86 vuelto, de de-
funciones de la parroquia de Nuestra Señora de los Reme-
dios en el Sagrario de la Catedral de San Juan Bautista de
Puerto Rico, así:
"A los veinte y nueve días del mes de marzo de mil ocho-
cientos veinte y cinco años, fué sepultado en el Sementerio de
Santa María Magdalena de Pazzis in litore de esta muy noble
y muy leal Ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico, el cuer-
po difunto de Roberto Cofresí, que murió en público patíbulo, a
las ocho de la mañana, natural de Cavoroxo, uno de los pueblos
de esta Ysla, hijo leiítimo de Francisco y María Germana Ra-
mírez de Arellano, casado que fué con Juana Creitoff, que falle-
ció a los treinta y tres años, recibió los Santos Sacramentos, de
que doy fe.—Basilio Rodríguez. (Al margen) Roberto Cofresí".

Se hace notar y constar, que el apellido se ha espa-


ñolizado, pero que en la lápida de mármol en el cementerio
primitivo de Cabo Rojo, está su sobrino enterrado y dice
así : "Gabriel Colberg Couphersein".
También se objeta el apellido en la partida de defun-
ción. Aquí está de dos maneras aunque no hay duda de que
se trata de Roberto el pirata. Hay que aclarar que no es
Juana Cofresí y sí Juana Colberg su esposa con quien pro-
creó cuatro hijos. De la primera esposa, Juana Creitoff,
quedó viudo.
Los tesoros o "entierros de Cofresí", como suele decir
el jíbaro, son buscados por muchas personas en todo Puer-
124 DR. R. IBERN FLEYTAS

to Rico, principalmente en las costas y con preferencia en


Cabo Rojo y más de una docena de personas han excavado
la tierra, especialmente en Guaniquilla y lian sacado cofres
de prendas y monedas de oro y plata y otras baratijas.
Cada vez que alguno con suerte excava y da con pren-
das o monedas vuelve a renacer la esperanza y los buscado-
res empiezan de nuevo en sus actividades para conseguir un
"entierro de Cofresí". Los supersticiosos, los que creen eu
brujas y ritos de esta índole, se pasan las noches con velas,
rosarios y frascos de brujería queriendo atraer los espíri-
tus malos y buenos para que les indiquen el sitio seguro
donde puedan encontrar una fortuna.
Desde la colindancia de Lajas, los cayos de la Marga-
rita a lo largo de la costa por las salinas, Boquerón, Gua-
niquilla, Puerto Real, Joyuda y Guanajibo no cesan las ex-
cavaciones y las rogativas de mujeres y hombres de más
edad que están continuamente pendientes de las "botijuelas"
de monedas de oro y de los cofres de prendas.
En 1914 en Joyuda se encontraron unos restos huma-
nos en la orilla del mar poco más afuera de donde baten las
olas y esto dio lugar a que la imaginación de muchas perso-
nas creara nuevos cuentos e historias sobre el pirata y otros
ricachos que habían enterrado su riqueza antes de morir.
La tradición y la documentación familiar han dado mu-
cho de gran valor histórico para conocer la vida de Cofresí
y los sucesos antiguos de este pueblo ; datos preciosos y pre-
cisos enterrados en el fondo de un baúl, de una caja, de un
barril; bajo una casa, bajo un rancho de paja sirviéndole
de guarida a la polilla, cucarachas y ratones. Muy pocos tu-
vimos la suerte de ver esos tesoros de la forma del vivir an-
tiguo de este y de todos los pueblos de la isla. Menos tuvie-
ron la curiosidad de recopilar y guardar toda esa parte de
la vida de los pueblos. Faltó la visión y la previsión. Esos
pocos como Don Jacinto Texidor, Alejandro Cabasa, padre
e hijo, Antonio Acarón Correa, Don Pío Martínez, los Ca-
rrau de Puerto Real, los Domínguez de Joyuda, los Creitof f
HISTORIA DE CABO ROJO 125

de Guaniquiya, los Wiscowich, Ledo. Fleytas Suárez, los


Font, los Rodríguez, etc., mucho antes que Brau, Carbonell,
Betances, etc., fueron los que tenían pequeños archivos que
apenas se podían leer y se han perdido unos por la acción
de los años, los fuegos, las mudanzas, las muertes y la ig-
norancia de los que les sucedieron. Todas estas cosas, con-
secuencia de la evolución y progreso han sido los causantes
de la pérdida de esta riqueza histórica.
Don Rodolfo Colberg, Dña. Emilia Ramírez, Don Lu-
percio Colberg y su esposa Providencia, amantes de conser-
var datos históricos, recuerdos de los fundadores del pue-
blo, escrituras y prendas que ya ellos viejos ni se acuerdan
de lo que tienen y que estará todo hecho polvo.
Todo lo poco que ha quedado ha debido estar ya en ma-
nos del gobierno y conservado en un museo genuinamente
boricua.
¿Estimularán estos apuntes históricos a los estudian-
tes puertorriqueños para que influyan y hagan que el go-
bierno insular tome las medidas pertinentes? Cabo Rojo de-
sea ser el primero en la idea y aquí se expone. Demuéstrese
el patriotismo en tan hermoso ideal "que ha de beneficiar en
todos sentidos a todo Puerto Rico.
Pues bien: así transcurría el tiempo, lleno de emocio-
nes y pletórico de acontecimientos que más tarde llenarán
las páginas de otros libros mejores.
Para el año 1828 el gobierno español comprendía la
necesidad de fortificaciones en la isla, que estaba por cierto
&in defensa en su mayor parte y después de cálculos y estU'
dios de los sitios en que ya habíanse librado luchas con los
invasores, se construyeron fuertes en Ponce, Fajardo, Are-
cibo, Aguadilla y el Castillejo de San Miguel de Cabo Ro-
jo en un pintoresco y estratégico sitio llamado "La Mela"
propiedad hoy de Don Ignacio Vidal, viejo luchador de las
libertades patrias, al sudoeste del pobladito de Puerto Real.
Desde este pequeño cerro se domina perfectamente la bahía
y está resguardado de la vista desde el mar por la exube-
126 DR. R. IBERN FLEYTAS

rancia de la floresta ; está cerca de la playa y de "La Boco-


ya", el primitivo y antiguo pueblo.
La costa occidental daba prueba de progreso por su
constante aumento en población y comercio. Cabo Rojo em-
pezaba a dominar definitivamente a Mayagüez porque el
comercio local se extendía de día en día por las jurisdiccio-
nes de los pueblos limítrofes.
CAPITULO VIII

LITERATURA E INTELECTUALIDAD

En medio do la lucha comercial, a principios del segun-


do tercio del siglo XIX, poco más o menos en el 1835, na-
ció en Cabo Rojo Josefa A. Campi, una poetisa que desde
su tierna edad vino a endulzar y suavizar el ambiente.
En el 1851, en el alborear de su vida, cantó a Cabo Ro-
jo con sentimiento y sutileza henchida de amor patrio.
Escribió las poesías "A Borinquén", en 1865 ; "Al Tem-
plo de San José", en 1886 ; "La Inspiración", en 1886 ; "Una
Lágrima", (dedicada a sus padres); "A Colón", en 1893;
"El Pensamiento" ; "Tu Lira", dedicada a Da. Angelina de
la Fuente; y un sinnúmero más, inéditas, conservadas en
un álbum familiar.

A COLON
Colón, ¡genio inmortal! Sol sin ocaso,
irradia aún tu lumbre por el mundo
como al dar en tu marcha el primer paso.
El esplendor de tu brillante gloria
que los siglos aclaman, sin segundo,
el más grande entre los héroes de la historia.
Luchaste, sí, con el sublime aliento
que abarca el heroísmo, y la victoria
abrió campo a tu vasto pensamiento.
DR. R. IBERN FLEYTAS

La inspiración que .en tu cerebro ardía


inflamó de entusiasmo el sentimiento
de los que secundaron tu osadía.
Vislumbrando otro mundo en lontananza,
de tu fe sacra se avivaba el fuego
alentando de nuevo tu esperanza
Y con tu audacia y tu valor potente
sin temer de la suerte la mudanza,
pisaste los umbrales de occidente.
El mundo que soñaste, aparecía
a tus ojos,, magnífico, esplendente,
cual lo creó tu ardiente fantasía
De tu férvido labio brotó en tanto
una plegaria- que hasta Dios subía
entre el incienso del amor más santo.
Seguro de tu triunfo no pensaste
en los rudos azares y el quebranto
y la amarga ansiedad con que luchaste.

Sólo tu mente el pensamiento crea


de ofrecer el hallazgo que admiraste
a la nación que secundó tu idea.

Y como engarce a la corona hispana


dispones tan espléndida presea
a los pies de tu augusta soberana.

Después... ¿a envidia ruin, el egoísmo


y la aleve calumnia cruel e insana,
te hundieron de la suerte en el abismo.

Mas... no eclipsó el astro de tu gloria;


tu hidalgo corazón y tu heroísmo
engrandecen los fastos de la historia.
HISTORIA DE CABO ROJO 129

Si, ¡Colón inmortal! fuiste tan grande


que los siglos veneran tu memoria:
y al recordarte, el corazón se expande
añadiendo un laurel a tu victoria.

Se cuenta de la facilidad asombrosa para la improvi-


sación, de su genio apacible y dulce. Según se me informó,
este poema lo escribió cuando tenía diecisiete años. Escri-
bió también obras dramáticas, entre ellas "El Triunfo de
la Inocencia" estrenada en el teatro nuevo de aquella época.
La primer farmacia que se fundó fué la del Ledo. Jo-
sé Antonio Fleytas Suárez y abrió sus puertas al pueblo el
19 de marzo del año 1840.
El barbero era el practicante con la ayuda del Ledo.
Fleytas y del señor Alcalde.
En fin, Cabo Rojo estuvo en todo su apogeo desde que
se fundó, contando en su seno con toda aquella gente de
inspiración y elocuencia. En esta época convivía con los ca-
borrojeños Da. Angelina Martínez de la Fuente, dama es-
pañola intelectual que pulsaba con gentileza y gran genio la
lira poética. La mayor parte de su vida la pasó aquí, donde
murió.
Mientras se notaba la supremacía de Cabo Rojo inte-
lectualmente, en 1841 triunfaba ya en su lucha comercial
con sus rivales cercanos, San Germán y Mayagüez. El mo-
vimiento marítimo de Puerto Real iba desarrollando bien,
pero en este mismo año la desgracia de un incendio que des-
truyó por completo a Mayagüez, fué también la desgracia
de Cabo Rojo. El mal de aquél, inevitablemente produjo
en Cabo Rojo un notorio movimiento comercial tanto ma-
rítimo como terrestre. ¿Cuál no sería el asombro que el en-
grandecimiento que se esperaba con ese suceso y el incre-
mento que en buena lid había obtenido el pequeño rival
desde antes, fuese detenido de un plumazo por el Goberna-
dor Santiago Méndez Vigo, quien no vaciló en clausurar el
130 DR.-MÍ. IBERN FLEYTAS

muy frecuentado puerto caborrojeño, obligando a los bar-


cos mercantes, nacionales y extranjeros a tocar en Maya-
güez, perjudicando grandemente a todos en general y arrui-
nando el comercio exterior de Cabo Rojo, establecido hacía
mucho tiempo, para dar vida al otro; forma ésta de poco
sentido común, despótica y abusiva al mismo tiempo, al re-
solver un problema de esta naturaleza con semej anta arbi-
trariedad? Como homenaje de simpatía y agradecimiento
diósele el nombre de "Méndez Vigo" a la calle principal de
la bella ciudad de Mayagüez.
En esta época había arribado a Cabo
Rojo Don Bartolomé Brau, descendiente
noble, catalán, decorador y pintor; salió
de Barcelona para San Tomas de donde
vino a Cabo Rojo. Después de quedar viu-
do unióse en matrimonio a Dña. Luisa
Asencio quien había venido desde niña pro- ™
cedente de Venezuela, dedicándose él al co- «*&
mercio y ella a su hogar en la misma calle •»*
que lleva su apellido en honor a Don Sal- . Salvador Brau.
vador. De este vínculo matrimonial nació Historiador, Poe-
el hombre público, periodista, poeta, dra- ta, Dramaturgo y
maturgo, historiador y abolicionista Don Periodista. El
Salvador Brau y Asencio el 11 de enero ™s P r e c i a d ° D ^"
de 1824, en esa "cuna hecha con robles de ^^concedió ™
España" como dice Coll y Tosté en su bio- nuestro pueblo,
grafía de Brau. Según Coll y Tosté, Brau
completó sus estiidios en el arte de la lectura en las produc-
ciones de Bretón de los Herreros del siglo XIX y otras obras
que le facilitó el Dr. Félix García de la Torre quien le en-
señó el francés. Así fué como el hogar de Brau se constitu-
yó en el templo de los intelectuales de aquella época en Ca-
bo Rojo y gran parte de la isla.
A la vez que desempeñaba el cargo de secretario de la
Junta de Instrucción en el 1865 cuando contrajo matrimo-
nio, conducía la nave de los negocios de la importante casa
comercial de Cabassa & Cía. que operaba en Mayagüez y
HISTORIA DE CABO ROJO 131

Cabo Rojo, con Madrid, Londres, Nueva York y otros cen-


tros mercantiles importantes.
En 1871 colaboró en el periódico "El Eco de Cabo Ro-
jo" que se había fundado en 1869. Por el mes de junio de
aquel año escribió varias biografías de hombres ilustres ta-
les como Dr. Félix García de la Torre, Alejandro Tapia y
Rivera y José Pablo Morales.
Posteriormente, en el 1873, Brau fundó el semanario
local "El Coyuco", donde empezó una campaña por la au-
tonomía y la reclamación a que tenía merecido derecho el
país. Con esta dirección y la colaboración de otros escrito-
res puertorriqueños, llegó "El Coyuco" a una popularidad
sin igual en Puerto Rico a pesar de ser una publicación de
un pueblo tan pequeño.
El 25 de septiembre de 1873, fecha en que ya Cabo Ro-
jo tenía telégrafo, se instalaron los Ayuntamientos en Puer-
to Rico y en celebración del grande acontecimiento ésta y
otras trascendentales concesiones, se efectuó una gran ma-
nifestación y se le dio lectura a la poesía da Brau titulada
"Nueva Aurora".
Este pueblo fué liberal siempre, y tanto, que aún con los
atropellos de Gómez Pulido en 1872, no logró imponerse el go-
bierno al pueblo.

Al instaurarse este nuevo gobierno en Cabo Rojo, fué


electo síndico y renominado después en 1876. Desempeñó
el cargo de cajero durante diez años y tuvo que residir en
San Juan muy a gusto de él, pues eran sus deseos educar a
sus hijos que eran seis entonces. Fué también electo Dipu-
tado Provincial por el Distrito de Mayagüez del 1889 al
1893 y ocupó el cargo de Secretario del Partido Autono-
mista concedídole por la Asamblea de Mayagüez.
Colaboró en todos los periódicos de su época en Espa-
ña y Puerto Rico, siendo reproducidos muchos de sus ar-
tículos en la prensa española y antillana, bajo las domina-
ciones española y americana. Sus escritos y opiniones tanto
132 DR. R. IBERN FLEYTAS

literarios como históricos eran muy solicitados por la pren-


sa y el público.
Publicó diversas obras, tales como :
"Héroe y Mártir", drama, en 1870;
"El Fantasma del Puente", leyenda, en 1870;
"De la Superficie del Fondo", comedia, en 1873;
"La Vuelta al Hogar", drama, en 1876;
"La Invasión de Filibusteros", episodio, en 1881;
"Las Clases Jornaleras de Puerto Rico", en 1881 ;
"Un Tesoro Escondido", episodio, en 1883 ;
"Los Horrores del Triunfo", drama, en 1886;
"Biografía del Maestro Rafael", en 1889;
"La Danza Puertorriqueña", en 1890;
"La Pecadora", episodio, en 1891;
"La Campesina", en 1891;
"La Herencia Devota", en 1891;
"Cartas al Ministro de Ultramar", en 1892;
"Puerto Rico y su Historia", en 1904;
"Historia de Puerto Rico", en 1907;
"La Colonización de Puerto Rico", en 1907.
"Hojas Caídas", en 1909.
Sería prolijo detallar la interesante labor de Brau,
además de inútil, después de la Biografía escrita por el his-
toriador Coll y Tosté, que tan brillantemente relata todos
los años de la vida de Don Salvador hasta cerca del 1912
en que murió. De "Hojas Caídas" copiamos el siguiente
poema :

MI CAMPO SANTO

"Audi me Job: tace, et


docebo te sapientiam".

¡Lo he vuelto a ver! La tapia carcomida


que hiende al arraigar la parietaria;
del portalón la verja corroída;
HISTORIA DE CABO ROJO 133

la cruz entre las hierbas, solitaria;


las hondas grietas del osario inmundo
donde la iguana suspicaz rastrea,
acechando al insecto vagabundo
que en los húmedos cráneos merodea;
de los almendros el ramaje erguido
que arropa los sepulcros con su sombra;
los surcos del terreno removidos,
velados de la grama por la, alfombra;
los rudos panteones
de aristas y contornos desiguales,
con sus cifras, emblemas e inscripciones
injuria de las lluvias torrenciales,
y las fauces abiertas, pavorosas,
de los nichos murales,
alvéolos donde larvas orgullosos
pretenden eludir, en hora extrema,
de la transformación la ley suprema.

Todo lo he vuelto a ver, con la divina


fulguración de la risueña infancia:
dulce visión guardada en mi retina,
de la edad a despecho y la distancia.

¡Todo lo hallé! La misma loma


de corruptos cadáveres ahita:
la misma fuerza que la vida doma
y en que la vida en gérmenes palpita.

¿Quién allí me condujo? Ansia vehemente


cual la que acosa al infeliz viajero
que, tras jornada inútil, diligente
del olvidado hogar torna al sendero,
Mas ¿qué importa volver al viejo nido
si el maternal calor ya no le orea?
¡Ha largo tiempo que en mi hogar querido
de esa lumbre el fulgor no centellea!
DR. R. IBERN FLEYTAS

¡Ha largo, largo tiempo que, trazadas


de un muro entre las páginas abiertas,
dos líneas, del curioso a las miradas,
revelan donde yacen apiladas
de aquella lumbre las cenizas yertas!
Esas cenizas de mi hogar primario
son L· postrera, venerada ruina.
¡Eso queda no más de aquel santuario
cuya apagada luz aún me ilumina!
Besar de ese santuario los despojos,
reavivar el calor de su fe santa,
y al rescoldo acogido, los enojos
de la angustia olvidar que me quebranta,
he aquí de mi ambición la pesadumbre...
¡Ambición mentidora! ¡Desvarío!
¡Por entre él hielo de la andina cumbre
estalla el cráter del volcán bravio!
Verdad que al pie del descarnado muro,
de la tarde en la vaga somnolencia,
vi surgir, como al eco de un conjuro,
la alborada gentil de mi existencia.
Y todo, todo a la ilusión brindaba.
El aura, henchida de fragante esencia,
que mi cálida frente acariciaba,
los besos maternales me fingía,
y el rumor de lu tarde vagabundo,
remedaba a lo lejos, en la umbría,
el canto de la esclava, gemebundo,
que mis sueños y sus penas adormía.
D il espacio los cárdenos vapores
que recortan del sol tinta bermeja,
simulaban los trasgos bullidores
de la nocturna, familiar conseja,
y la llama del Véspero, incipiente,
que en fondo de zafiro se divisa,
como el primer destello de mi mente
irradiaba fantástica, indecisa.
HISTORIA DE CABO ROJO 135

Y luz y sombra, y cielo y tierra unidos,


con su mudo lenguaje,
como hermanos queridos
evocaban recuerdos bendecidos
para alegrar la vuelta de mi viaje.
Mas nada a encadenar hasta la ardiente
movilidad del pensamiento mío:
la estela del meteoro refulgente
y el nocturno crespón veló sombrío.
Y entre las astillas de mugrientos,
escombros de sepulcros derribados,
jirones de sudarios harapientos,
cruces rolas y huesos descarnados,
brotó del suelo caprichosa nube,
vaho impuro de hoguera comprimida,
y en la inquieta espiral que al éter sube,
unos de otros en pos, en breve huida,
ricos vi de verdad y de colores
los gnomos de la incauta adolescencia,
de ingrata juventud las mustias flores,
de ambición soñadora la impotencia
y el supremo desdén de mis amores.
Todo en ligamen íntimo surgía,
todo a impulsos del vértigo giraba
y en el espacio, al fin, se disolvía,
mientras ronda frenética danzaba
larga turba de helados esqueletos
que, con la mofa en sus pupilas hueras
y la mueca en los máxilos escuetos,
insultaban mis candidas quimeras.
¡Oh, qué horrible visión! A sus enojos
el pecho asalta sensación cobarde,
y asomándose el ánima a los ojos,
va a refugiarse en los cendales rojos
que tiende en stis crepúsculos la tarde.
Panorama bullente
bajo aquellos cendales se divisa.
DR. R. I.BERN FLEYTAS

Allí perdida en un rincón de Oriente


ansiando de la aurora una sonrisa,
la colmena viviente,
que en ropajes de espléndida verdura
esconden su esperanza y su amargura.

Allá, a lo lejos, la empinada sierra,


que rico él iris de matiz recama:
rebelde esclava que él temor destierra
y horizontes sin límites reclama.

Y el valle al pie: magnífico, ostentoso,


dando abrigo, en agreste melodía,
al rumor de las cañas vagaroso
y al rugir de la inquieta factoría.
Allí la vida: allá el combate rudo,
De un lado la ilusión, de otro la pena,
y en medio a entrambos él osario mudo
inflexible eslabón de la cadena.

¿A qué, pues, ese afán; a qué ese anhelo


que en tenaz ambición el alma enciende,
si al cabo esa ambición rueda en el suelo
cual hoja que del árbol se desprende?
¿ Qué importa un nombre en mármol esculpido,
postumo alarde de grandeza vana,
si detrás de ese mármol corroído
ni polvo acaso quedará mañana?
Gloria, saber, riquezas, hermosura,
Rey o vasallo, ser o muchedumbre,
el crisol de la yerta sepultura
disuelve en asquerosa podredumbre.
¡Almacenad en urnas cinceladas
vuestras momias menguadas,
HISTORIA DE CABO ROJO

los que leyes dictáis a la fortuna!


¡Cuidad que vuestros féretros lujosos
no mancillen la fosa en que se aduna
el juego de mendigos y leprosos!
¡Alzad sobre opulentos panteones
la soberbia hinchazón de vana gloria;
el tiempo con sus fieras convulsiones
vuestra esperanza tornará ilusoria,
y acaso en cenotafio solariego
abrevarán rebaños corderiles,
mientras la corva reja del labriego
dará surco a los granos,
de los esclavos con cenizas viles
escorias revolviendo de tiranos!

¡Aspiración suprema de la vida!


Ansia de lo infinito fatigosa!
Si en ese abismo te has de hundir, rendida,
¿qué. vale tu potencia vigorosa?
¿A qué nacer, si es ley la sepultura?
¿A qué obligar al hombre a la existencia,
para enclavarlo a un potro de tortura
y anonadarlo con brutal sentencia?

¿Crimen es el vivir? ¿Ya quién afea;


al que ese don sin voluntad recibe
o al que lo intenso de su mal concibe
y, el infierno al abrir, reprobos crea?

La piedra que, al azar, lanza el hondero


y en proyección fatal se precipita,
¿la fuerza engendra de su choque fiero
o el móvil que la impulsa solicita ?...

Destino ruin el de la humana raza;


no pide el germen ser, y ser adquiere;
138 DR. R. IBERN FLEYTAS

se agita y la impotencia le ataraza;


aspira al bien y la maldad le hiere.
La ambición con su empuje le convida,
con sus efluvios el placer le pasma,
y el goce encubre llaga corrompida,
y alienta la ambición vago fantasma.

El vértigo sintiendo del abismo,


de equidad y justicia aprende el nombre;
mas aprende también que el egoísmo
de la bestia feroz medra en el hombre.

Bajo la pesadumbre de su arcano


lucha o se envuelve en cieno despreciable,
y tinieblas o luz funde el tirano,
la eternidad abriendo inexorable.

¡Y aún hay que agradecer ese suplicio,


bendiciendo la mano que lo impone!...
¿Se torna la crueldad en beneficio
porque el capricho del Creador la abone?

¿Bondad se llama la que al ser produce


e impávida en su llanto se recrea,
y a la nada, implacable, le reduce,
y alcázar nuevo de dolores crea
sobre la ruina que en fraguar se goza?

¿Qué fin en esa voluntad domina;


amor que engendra o saña que destroza?
Borre sol de verdad, niebla asesina
y no humille al mortal un don precario:
ante el ara la víctima se inclina,
mas no bendice nunca al victimario.
Si ese enigma creador es imposible
que descifre en su inercia a la criatura;
si, abandonada en muladar horrible,
HISTORIA DE CABO ROJO 139

la Uaga ha de sufrir de lepra impura,


aunque himnos vierta el labio, de amor lleno,
la mente, por la rabia consumida,
clamando seguirá dentro del cieno:
"¡Perezca él día en que cobré la vida!
¡Maldito el ser que me llevó en su seno!"

Así, al medir la mezquindad humana,


del despecho aguzaba él paroxismo
dardo impotente en la blasfemia insana,
cuando el ritmo de tenue melodía,
apagando la sed de mi organismo,
a otra región alzó la fantasía.

Era la esquila áe la vieja torre


que la oración crepuscular pedía.
En lentas ondas su gemido corre
de valles y cañadas por los huecos;
sus acentos repiten,
como un sollozo, los lejanos ecos;
el pájaro que trina en la espesura,
la res que muge en el verdoso prado,
el aire que en los árboles murmura,
el arroyo que bulle despeñado,
parecen responder con sus clamores
a L·s preces que el bronce solicita,
y sonidos, perfumes y colores
en que invisible espíritu palpita,
juntan en un suspiro sus primores,
perdiéndose en la atmósfera infinita.
¡Acorde misterioso! Su embeleso
mueve del corazón la fibra eterna,
con el arrullo angelical del beso
que ofrece el niño a la bondad paterna.
140 DR. R. IBERN FLEYTAS

Y en vano, en vano, gladiador rendido,


nueva duda el pensar aleve esgrime:
aquel himno, en la atmósfera perdido,
que en la conciencia la verdad imprime,
"¡Torpe —me dice —que lo instable lloras,
a lo infinito tu razón levanta!
Si de la vida la ruindad deploras,
¿por qué el silencio sepulcral te espanta?...

La mies bajo la hoz se multiplica,


tras la agostada flor el grano crece,
con la segur el árbol fructifica,
nuevo retoño suple al que envejece,
y en el detritus que la tierra abona,
la palma regia de la hirviente zona
nutre el próvido tallo y resplandece.

Miope la vanidad del egoísmo,


el tránsito vital de horrores viste;
en la armazón del cósmico organismo
la nada es una fuerza que no existe.

Gravitación, impulso, movimiento,


onda, destello, ráfaga, perfume,
átomo, ser, inercia, pensamiento,
toda la ley universal resume.
Todo a un conjunto armónico se aplica;
•nada flota o se pierde a la ventura;
la inmensidad al límite avasalla,
un germen a otro germen amplifica,
y al órgano gastado, cuando estalla,
recoge, funde, extiende, alza, y depura,
en génesis perenne, la natura.

¡Obrero rudo! ¡Altivo Prometeo,


que del buitre los ímpetus conllevas,
HISTORIA DE CABO ROJO 141

y en él empuje audaz de tu deseo


hasta el Supremo Artífice te elevas,
deja en paz la materia corrompida
que la embrionaria gestación afronta,
y de su esencia productora cuida,
que a buscar en el éter se remonta
el espíritu eterno de la vida!
Guarda esa esencia., fruto sazonado
que la humana labor al hombre lega.

¡Vuelve al taller, obrero descarriado!


¡El cincel cobra, voluntad despliega,
y al rendir afanoso tu jornada,
si oyes de la natura, el puro acento,
tiende a la humanidad una mirada
y a Dios bendice, que te dio su aliento!

Calla el rumor, y mi despecho cierra.


Doblo la frente, postróme de hinojos,
e imprimiendo mis labios en la tierra
consagrada del hombre con despojos,
del santuario me lanzo a la pelea,
de la vida más fiero en la demanda.
Que aquel himno de amor habló a mi idea
como la voz de Cristo en la Judea:
"¡Lázaro! ¡surge!: resucita y anda!
CAPITULO IX

EL ÁGUILA

En el 1848, poco antes de que el Gobernador Don Juan


Prim publicara su bando conocido por "Código Negro" que
hacía someter a la acción rápida de un consejo de guerra
toda falta o delito cometido por la gente de color contra per-
sonas de raza blanca, desautorizando así a los tribunales
civiles, dicho Gobernador dio un viaje de inspección por
los pueblos más importantes incluyendo a Cabo Rojo.
Desembarcó en Puerto Real y entró a la población por
la calle "Comercio", a la que se llamó en su honor "Prim"
y actualmente "Brau", pero aún las personas de alguna
edad siguen llamando "Calle de Prim" y la juventud que
se levanta la mayor parte llaman "Brau". Este Goberna-
dor fué muy agasajado por el pueblo y las autoridades lo-
cales y sintiéndose satisfecho por las atenciones y recibi-
miento, pidió al pueblo y al comercio que le sometieran al-
guna solicitud la que con sumo gusto procuraría atenderla.
Aprovechando esta circunstancia y el momento, la colonia
catalana, una de las más progresistas de Puerto Rico, le
formuló la petición para que rehabilitara de nuevo al puer-
to. En este mismo año accedió a lo solicitado y oficialmente
empezó de nuevo el puerto a recibir los barcos nacionales
y extranjeros anulando así el despojo sometido por Méndez
Vigo.
Como es natural, Prim fué obsequiado con productos
de la industria caborrojeña y se llegó a familiarizar tanto
con el pueblo, hasta el punto de que al hacer una visita al
144 DR. R. IBERN FLEYTAS

presidio de San Germán encontró un joven llamado Igna-


cio Avila, apodado el "Águila Blanca". Era un hombre al-
to, blanco, rubio, fuerte y bello tipo de hombre. Se hacía
atractivo con su palabra y maneras y era un hombre de
valor. Al enterarse el General de que era de Cabo Rojo, lo
llamó para preguntarle el motivo de encontrarse en ese lu-
HISTORIA DE CABO ROJO 145

gar. El "Águila" contestó sinceramente, sin preámbulos,


que le gustaba robar caballos, gallinas y acabar con los bai-
les. La franqueza, el talento y la disposición del muchacho
se ganaron a Prim quien le ofreció la libertad inmediata a
cambio de que le garantizara no volver a robar caballos ni
gallinas. Este, sin inmutarse díjole que no robaría más y
que si lo hacía, lo fusilaran en el mismo sitio donde lo co-
gieran.
Poco tiempo después, hallándose Prim en San Germán,
de los caballos uno bayo, y negro el otro que llevaba, se
desapareció el último. El Gobernador continuó su ruta
y al llegar a Ponce, le comunicaron que habían cogido al
"Águila Blanca" con su caballo negro en Guánica y orde-
nó su fusilamiento en el mismo sitio. Este fusilamiento fué
uno de los varios y más graves cargos formulados contra
Prim ante el gobierno de la Metrópoli.
CAPITULO X

INCIDENTES MENORES A FIN DE SIGLO

Como Puerto Real es una de las mejores bahías o ra-


das de las Antillas, tanto por su extensión como por la se-
guridad para las embarcaciones, además de su belleza sin
igual, se previo inmediatamente el porvenir de los puertos
vecinos teniendo uno tan excelente de rival. La alegría cau-
sada por la reapertura que ordenó Prim no fué poca, pero
quedó ahogada al siguiente año cuando el Gobernador Te-
niente Juan de la Pezuela Ceballos ordenó cerrar nueva-
mente dicho puerto de una manera sistemática en beneficio
de los mayagüezanos.
Bajo la gobernación de Don Enrique de España y Ta-
berner, en agosto 5 de 1851, nació en este pueblo Don Ro-
dolfo Dávila y Ramírez, uno de los hombres de quien muy
pocos conocen la historia repleta de hechos y sacrificios que
muchos desearían para sí ; Don Rodolfo fué uno de los hom-
bres más radicales en sus ideas, sufriendo consecuencias
tanto en el régimen español como americano. Su ideal era
una independencia política absoluta, constituyendo esto ca-
si una manía. Su instrucción primaria la hizo en San Ger-
mán, en escuelas públicas y privadas. Terminados sus es-
tudios de Bachiller en el 1871, su padre lo embarcó para
los Estados Unidos a estudiar medicina, pero tuvo poca for-
tuna al enfermarse y tener que regresar a Puerto Rico en
1874 por indicación médica del Dr. Nicolás Rodríguez, do-
minicano. En este mismo año se le nombró uno de los co-
misionados para liquidar los bonos de los esclavos a los ha-
148 DR. R. IBERN FLEYTAS

cendados en la ciudad de Ponce. Un año después aparece


en la casa comercial "Latimer & Cía.", de Mayagüez, como
contable ; después trabajó en San Germán. En 1876 contrajo
matrimonio con la señorita María Dolores López Ramírez,
descendiente de españoles y residente en Cabo Rojo. En
esta misma época se inició en el periodismo y fundó el pe-
riódico "El Deber", mezclándose de lleno en la vorágine
política dentro del partido Liberal Autonomista. Libró una
fuerte campaña contra el régimen imperante, siendo en-
carcelado veinte veces y defendido por los abogados, Guz-
man Benítez, Rosendo Matienzo Cintren, Hernández López
y Herminio Díaz Navarro. En uno de los procesos fué sen-
tenciado a veinte años de presidio, pero después de ardua
lucha abogadil consiguió su libertad sin llegar a ser encar-
celado. A causa de enfer-
mar otra vez, suspendió
el periódico en 1884 y se
retiró a sus posesiones
de la Bajura de Cabo Ro-
jo por tres años, desde
donde a menudo escribía
fuertes artículos políti-
cos en contra del gobier-
no, y una de las veces, en
el 1887, tuvo la no agra-
dable visita, en aquel
tiempo, de la Guardia
Civil, a quien recibió con
dos negros armados de
machetes y desafiándo-
los a bajar de sus caba-
llos.
Escribía en la "Co-
rrespondencia" y en "La
Antiguo Teatro de Cabo Rojo. Re- Democracia" sobre pla-
formado después. Teatro Paraíso. n é s y e s t u d i o s d e Cultivo.
HISTORIA DE CABO ROJO 149

En 1902 publicó un reglamento para fundar la Liga


Agraria. Dio conferencias en Cabo Rojo, Mayagüez y San
Germán, pero no encontró cooperación. El citado reglamen-
to fué impreso en la imprenta de D. Pablo Roig.
El Leda. Luis Montalvo Guenard fué uno de sus com-
pañeros conferencistas. En 1917 hizo reaparecer "El De-
ber" en Cabo Rojo, con una fuerte campaña en favor de la
ciudadanía puertorriqueña, culminando en su radicalismo
cuando renunció la ciudadanía americana dentro de los seis
meses que daba el "Bill Jones". Por esta campaña fué dete-
nido y lo procesaron en la Corte de Distrito de Mayagüez
y salió libre de culpa.
Últimamente se enclaustró en su finca, dedicándose
a la agricultura y no saliendo más de ella hasta el 15 de oc-
tubre de 1919, fecha en que murió este hombre irreduc-
tible.
En el año 1864 era Gobernador el Teniente General
D. Félix María de Messina, y ocurrió un hecho lamentable
para este pueblo. Un incendio destruyó por completo el tea-
tro situado en la esquina de las calles Máximo Gómez, al
tíste, y Rius Rivera, al sur, donde tenía la fachada.
El hogar de D. Salvador Brau y la farmacia Fleytas
eran los puntos centrales de reuniones de los intelectuales
y se organizó una junta para construir un nuevo teatro.
Tardó años, hasta que al fin, en el 1871, se inauguró; pero
antes se había acordado que la fabricación y todo fuese he-
cho con elementos de Cabo Rojo, y "pues para que todo se
quede en casa, escribiré la obra para el estreno", dijo Brau.
Planos, materiales, director de obra, artistas, autor y obra
"Héroe y Mártir", escrita expresamente por Brau, fueron
genuinamente caborrojeños. Está situado frente a la "Lo-
gia Cuna de Betances" y ha sido totalmente reparado lla-
mándose hoy Teatro "Paraíso". En este viejo teatro de la
intelectualidad caborrojeña debutaron las mejores compa-
ñías dramáticas que visitaron el país en el siglo pasado, y
de ellas se recuerdan a la italiana, dirigida por el Signor
150 DR. R. IBERN FLEYTAS

Luigi Roncoroni en 1892; Paulino Delgado en 1890 y años


más tarde Luisa Martínez Casado.
Los intelectuales de esta región pretendieron más tar-
de construir otro mayor y mejor dándosele principio; pero
era en tamaño y lujo superior al esfuerzo monetario y se
abandonó la obra hasta cuando el Ledo. José A. Fleytas
Colberg, Alcalde del pueblo, utilizó las murallas y constru-
yó la actual Plaza de Mercado en 1908. Puede servir hasta
el año 2000.
En la tercera década de este siglo fué fabricado un se-
gundo teatro en esta población con el nombre de "Teatro
Libertad", por Don Manuel Montalvo Colberg; Don Enri-
que López Delgado lo adquirió por compra y le cambió el
nombre por el de "Popular".

Teatro Popular.
El 19 de noviembre de 1893 se llevó a efecto en este
pueblo, una grandiosa fiesta conmemorativa al descubrí-
HISTORIA DE CABO ROJO 151

miento de Puerto Rico por Cristóbal Colón. Considerando


el número de los habitantes y los medios de transportación
y comunicación con caminos casi intransitables, no se regis-
tra precedente en cuanto a la multitud de personas de am-
bos sexos, incluso niños, que hicieron acto de presencia en
este pueblo ese día. La avalancha que desde la víspera lle-
gaba al pueblo a intervalos cortos, por todos los caminos
jurisdiccionales y de pueblos vecinos, en carros de bueyes,
caballos, coches y a pié, causó sensación en los primeros
momentos por cuanto no se explicaban donde pudieron hos-
pedarse, pues toda la noche y mañana siguiente continua-
ban llegando por todos los caminos vecinales desde todos
los campos. En el atrio de la iglesia, bajo los balcones y en
la Casa Consistorial se albergaban sin permiso alguno ; otros
se iban a casa de familiares de la población, en portales
y en todos los sitios. Acabaron con el pan, el queso, el sal-
chichón, las sardinas, las gallinas, frituras, harina de maíz,
pollos, gallinas, todo lo que era suficiente para una semana
de los habitantes del pueblo lo consumieron en horas los
campesinos que vinieron a la fiesta del centenario. Aquel
ron de caña y de pina, el aguardiente español, el vino tinto,
todos los vinos, no fué suficiente para saciar la sed a tanto
campesino y vieja que le gustaba un "sumaco" de cuando
en cuando. El tabaco de mascar, las colillas, el papel de liar,
y todo ese desperdicio demostraban el consumo excesivo
nunca visto antes. Las bateas de dulces, los friquitines y el
mabí y guarapo de caña, antes de obscurecer ya se habían
terminado. También habían salido de Mayagüez algunas
carretas de bueyes con provisiones.
Una mañana espléndida fué la mañana del 19 de no-
viembre llena de sol.
Después de los largos oficios religiosos de cantos y
oraciones que duraron hasta las once de la mañana, el gen-
tío dentro y fuera del templo fué desapareciendo durante
los minutos que estuvieron, no almorzando, sino merendan-
do con la prisa de ser los primeros en la calle por donde
desfilarían las caravelas de Colón.
152 DR. R. IBERN FLEYTAS

Eran las dos de la tarde y se vio pasar una compañía


completa de soldados y otra más a tambor batiente que par-
tía del cuartel que estaba en los bajos de la alcaldía, esqui-
na Brau y Betances. La Guardia Civil desfiló a los costados,
de la caravela en sus hermosísimos caballos árabes, la guar-
dia municipal poco más atrás, y el barco-carroza balanceán-
dose graciosamente hacia los lados, de propia a popa. Las.
voces de mando de la tripulación... Colón... todo era impre-
sionante. En segundo término una banda militar y la carro-
za de los Reyes Católicos de España. Isabel Jiménez Belli-
do representaba a Isabel la Católica y el laureado poeta Juan
Ezequiel Comas al Rey Fernando. Don Antonio Acarón Co-
rrea representaba al Descubridor... ¿italiano... gallego? Los
que representaban a los marinos iban y venían a las voces,
de mando, disparando cañonazos por las calles desde las
caravelas o carrozas entre las ovaciones, gritos y música
que debido al gentío enorme y a los gritos no se oía más que
un ruido ensordecedor.Sin embargo, iban cinco bandas que
con gran entusiasmo tocaban sin cesar rememorando el
acontecimiento de cuatro siglos atrás. Por la noche fuegos
artificiales e infinidad de luces en farolitos japoneses en
colores en las calles y plaza; una magnífica retreta con
tres bandas; la militar, la particular privada del pueblo y
Mayagüez que mandó la suya durando la retreta hasta más
de las doce de media noche. Habían coros también que en
intervalos acompañaban la banda con cantos, letra y músi-
ca expresamente compuesta para los actos que se sucedían.
En la plaza, durante la retreta se vieron paseando con
las muchachas a varios de los que fueron en las carrozas
vestidos de marinos; ellos eran Ulises Pabón, Ulises Ma-
rini, profesor y residente actualmente en México, José Ne-
grón, residente en Ponce, Nan Negrón, Pelegrín Matos, Ave-
lino Yrizarry, quien representó al marino Rodrigo de Tria-
na gritando desde lo alto del palo mayor ¡ Tierra ! ¡ Tierra !
Y con ese entusiasmo la fiesta del cuarto centenario de
Cristóbal Colón terminó. A las nueve de la mañana de ese
amanecer se veían las gentes en grupos distintos hacia las
HISTORIA DE CABO ROJO 153

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154 DR. R. IBERN FLEYTAS

salidas de los cuatro caminos vecinales para sus respecti-


vos hogares, los campesinos y visitantes de los pueblos limí-
trofes.
El Ayuntamiento tuvo que contratar un grupo de hom-
bres para barrer y limpiar calles y plazas con seis carros
de bueyes. Varios días estuvieron limpiando de papeles, co-
lillas de cigarros y cigarrillos, botellas, trapos, colchone-
tas viejas etc.
Los periódicos locales e insulares tuvieron frases y ar-
tículos que encumbraron a Cabo Rojo como uno de los pue-
blos más patrióticos y progresistas.
CAPITULO XI

BETANCES

El General Don Miguel de la Vega Inclán, marqués de


la Vega Inclán, vino a la Isla como otro de los gobernado-
res que se sucedieron después que Pezuela; la colonia ca-
talana, el comercio y las autoridades le solicitaron que res-
tituyese el viejo puerto de Cabo Rojo. En efecto, uno de los
asuntos que llevaba con preferencia para tratar en la Corte
era tal petición, pero tuvo la desgracia que en viaje hacia
la península contrajo la fiebre amarilla y murió sin llegar
a Madrid.
Con esta última decepción se perdió la posibilidad de
momento, pero la esperanza aún subsiste porque estamos en
la plena convicción de que en la vida de los pueblos nunca
es tarde ; un siglo es nada comparado con la eternidad y el
día llegará muy pronto cuando nuestro gobierno nacional
estudie la rada o bahía y se cerciore de las ventajas natu-
rales que ningún otro puerto o paraje le presta para el es-
tablecimiento de una base permanente, ya sea militar o pa-
r a el servicio de la población y sus vecinos y esto de por sí
marcará una época.
Los años avanzaban en medio de continuos cambios
políticos y el gobierno de la metrópoli ordenaba cambios y
más cambios buscando la mejor forma de gobernar esta po-
sesión que la estimaba con preferencia debido a su belleza,
posición geográfica, comercial y la lealtad que había demos-
trado. Unos gobiernos buenos otros malos, buscaban siem-
pre una fórmula, un remedio, pero los gobernadores que
156 DR. R. IBERN PLEYTAS

M «
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o
HISTORIA DE CABO ROJO 157

ofrecían estabilidad y progreso eran sustituidos por aque-


llos que venían prejuiciados desde el momento mismo en
que salían de España para las Indias; sus reformas políti-
cas traían por consecuencia desbalances en la economía de
todo el país. El progreso se estancaba debido a las dilata-
das consultas con la nación colonizadora y cuando llegaba
un buen gobernante éste no tenía tiempo para corregir los
entuertos, porque en meses que estaba aquí y era sustituido
por otro era imposible.
A pesar de una de las situaciones más críticas que se
creó por el General Don Ramón Gómez Pulido se vislumbró
un porvenir risueño, por el decir de que a río revuelto, ga-
nancias de pescadores y efectivamente así sucedió cuando
las instituciones libertarias en toda la isla.y Nueva York
arreciaron sus campañas y propaganda a favor de la aboli-
ción de la esclavitud hasta culminar en la libertad de la
raza esclava.
Durante este período, el gobierno, la guardia civil y los
alcaldes se tomaron tanto interés e intervinieron tan direc-
tamente en el período electoral que por su forma abusiva
en las elecciones, únicamente en tres distritos pudieron ele-
girse los candidatos. Ellos fueron Cabo Rojo, Ponce y Vega
Baja; la lucha de todo el gobierno contra los liberales fué
continua, persistente, para evitar el triunfo de éstos, lo que
dio base y motivo para que el partido Liberal Reformista
le formulara cargos ante las esferas del gobierno de Ma-
drid, hasta que lograron su derribo, sustituyéndole el Ge-
neral Simón de la Torre, que duró poco tiempo debido a que
el partido Conservador lo hizo llamar a Madrid. Entonces,
para el 22 de marzo de 1873, triunfó uno de los diez manda-
mientos del ilustre patriota caborrojeño, Dr. Ramón Eme-
tcrio Betances, por voto unánime de la asamblea nacional
y se abolió la esclavitud en Puerto Rico. Después de una lu-
cha verdaderamente titánica de varios ilustres puertorri-
queños con Betances a la cabeza, de un discurso del gran
tribuno Emilio Castelar ante las Cortes en 1870, se obtuvo
158 DR. R. IBERN PLEYTAS

el decreto de la Asamblea Nacional de la naciente Repúbli-


ca Española aboliendo por completo la esclavitud de la raza
de color puertorriqueña.
El 11 de febrero de 1873, España se constituyó en re-
pública, pero esta nueva forma de gobierno duró tan poco
que al siguiente año 1874 era restaurada la monarquía de
nuevo.
Betances nació el 8 de abril del año 1827 en el sitio o
solar Oeste de la Logia Masónica "Cuna de Betances" y en
la calle que lleva su nombre ahora, antes calle de Mirasol,
que empieza en la Pileta y termina en la calle de Prim, hoy
Brau. Su instrucción primaria la hizo en su pueblo natal, la
secundaria en Mayagüez y la profesional de médico ciruja-
no en París, Francia. La partida de Bautismo del Doctor
es la siguiente:

PARROQUIA DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL


Padres Agustinos
Cabo Rojo, P. R.

En el libro sexto de bautismos de Pardos, perteneciente ¡t


este Archivo Parroquial y al folio setenta (vuelto) se halla la
Partida de Ramón Emeterio Betances que copiada literalmente
dice así:
"En el año del Sr. de mil ochocientos veintisiete, día vein-
tiuno del mes de abril, Yo el infrascrito Cura Teniente de esta
Santa Iglesia Parroquial del Arcángel San Miguel del Pueblo
de Cabo Rojo; Bauticé solemnemente en dicha Santa Iglesia un-
giéndole con los Santos Óleos de catecúmenos y Crisma, según,
las rúbricas y ceremonias del ritual romano a un niño que nació,
el día ocho del presente mes; al que puse por nombre Ramón.
Emeterio hijo legítimo de Felipe Betances, y de María del Car-
men Alacán. Fueron sus Padrinos Francisco Betances y Ana
Betances; a quienes advertí el parentesco Espiritual, y demás,
obligaciones contraídas de que doy fe.

JUSTO JIMENEZ.
HISTORIA DE CABO ROJO 159

Esta Partida ha sido copiada del original por el P. Benito


Sánchez, el día veinticuatro de enero de mil novecientos treinta
y cuatro, Párroco de esta Iglesia de San Miguel Arcángel.

FR. BENITO SANCHEZ


O. S. A.

De muchacho no salía de la Quebrada "El Duque" que


en esos tiempos llamaban ya "La Pileta" porque tenía cin-
co piedras planas, pulidas, de unos cuatro, cinco y seis pies
cuadrados por sobre las que corría una corriente de agua
cristalina y la empezaron a usar el vecindario para lavar
ropa y de ahí le llamaron "La Pileta".
Los muchachos pescaban camarones y pececillos de co-
lores muy pequeños, variados, que se han extinguido y de
la corriente de agua apenas si quedan cuatro pulgadas. Los
viajes a pié a "Juyua" (Joyuda) y Puerto Real constituían
la mayor y más atractiva diversión de los niños de aquella
época y la razón era y es aún, la delicia de ir comiendo por
el camino frutas de la estación; hicacos, pajuiles, uvas de
mar, higos chumbos y después, ya en la orilla del mar, os-
tiones para comer y llevar a sus casas. Con caramelos, me-
lao o azúcar moscabada que les regalaban en los molinos de
azúcar cercanos; hacían sus refrescos para calmar la sed
con los tamarindos que había por cientos en los árboles del
camino; sábados y domingos era una colmena de niños ha-
cia esos lugares.
Toda esta impresionante y apasionada vida, casi ro-
mántica, del Dr. Betances, constituían para él un delirio. Su
satisfacción era grande y sentíase lleno de placer cuando
le recordaban la Pileta, la Charca de Rodil, Juyua, Puerto
Real, el Cerro y el Campo Santo. En casi todas sus misi-
vas a familiares y amigos hacía recordar esos nombres con
cariño. En una de sus cartas a Dña. Clara, su hermana, de-
cía : "Lo único que quiero en la vida es vivir en un bohío de
los de la Pileta y que mis restos descansaran al lado de los
amigos de Carmelita".
160 DR. R. IBERN FLEYTAS

Cuando fué a cursar sus estudios de medicina a París


tenía dieciocho años y a los veinte y seis años de edad re-
gresó a su pueblo en donde había dejado parte de sus fa-
miliares entre ellos una sobrina muy joven llamada Carme-
lita, hija de un francés de apellido Henri y de Dña. Clara
Betances, además de un hijo llamado Benjamín.
En «1 transcurso de estos últimos años Dña. Clara de-
cidió cambiar su residencia a Mayagüez temporalmente pa-
r a preparar a su hija para el matrimonio con el Dr. Be-
tances.
El velo de azahares, traje, zapatos y todo el ajuar de
boda se preparaba más que rápidamente, volando, porque
el Dr., como dicen documentos deteriorados y auténticos de
intimidad familiar, "estaba loco de atar".
Pero las ilusiones y planes del irreductible patriota en
cierne, cambiaron de manera brutal, sin piedad y se torna-
ron repentinamente, inesperadamente, con el matiz trágico
de la muerte causada por el tifus que destruyó ensueños,
alegrías, esperanzas y glorias a pesar de los esfuerzos de
la ciencia médica. Los mismos preparativos de azahares,
velo y traje que habían de servir a la desposada, sirvieron
para desposarse con la muerte. Decepcionado Betances y
emocionado aún por su perdida felicidad regresa a París,
pero al poco tiempo reconfortado por la distancia de su
país.ideal, trajo consigo un cofre pequeño y guardó en él
los restos de Carmelita que estaba enterrada en Mayagüez
y los trajo al viejo "Campo Santo del pueblecito de mis
amores", palabras textuales de él.
Es el deber del autor no dejar fuera de esta historia
dato alguno de los viejos documentos que pasan por mis
manos y al efecto, anoto esta anécdota del Padre del pa-
tricio que reza así : En los bajos de la casa de madera don-
de residía el honorable y viejo profesor de escuela Don An-
tonio Camacho, quien dicho sea de paso, dedicó su vida en-
tera al magisterio y fué el instructor elemental de muchos
grandes hombres, había un café donde se jugaba billar, aje-
HISTORIA DE CABO ROJO 161

drez, dominó, damas y se servían licores y butifarras, mor-


cillas y papas fritas; pues bien, una tarde jugaban caram-
bolas Don Gabriel Colberg Couphersein, Don Armand Bar-
bot, Don Benito Texidor y Don Felipe Betancss. Por la ca-
lidad de los clientes del café eran famosas las partidas de
carambola y los juegos de ajedrez.
Esa tarde pasó apoyándose sobre los setos de la casa
un tal Martínez completamente ebrio como era su costum-
bre día y noche, y el señor Betances untándole tiza al taco
lo vio y le dijo : "Martínez, Martínez, borracho, borrachón".
El borracho, dando traspiés, le contestó : "Betances, Betan-
zón, negro, negrón".
El Sr. Betances aquel mismo día preparó el viaje pa-
ra Santo Domingo, y trajo, semanas después, el árbol ge-
nealógico para mostrárselo a los mismos señores que ha-
bían presenciado lo ocurrido. A pesar de esto, existe la
certeza de que por sus venas corría una parte de sangre
africana que nunca quiso ocultar el doctor y la ostentaba
con orgullo, como lo demostró en varias oportunidades,
siendo una de ellas en una carta a Dña. Clara y que con-
servaba recopilada entre otras el Dr. Guzman hijo, en su
valioso archivo histórico.
Ese legajo histórico lo tuvo en su poder la Sra. Pro-
videncia Colberg, esposa del que ha sido reelecto varias ve-
ces Presidente de la Asociación de Industriales de Puerto
Rico, Don Lupercio Colberg, para mostrárselo al Ledo. Pe-
dro F. Colberg y al Dr. Pasarell ; pero lo reintegró al archi-
vo familiar de Betances, y fué destruido por un fuego. Igual
suerte corrió un hermoso paisaje tropical hecho con pelo
de la madre y hermana del Dr. Betances y en igual forma
desapareció casi toda la documentación valiosa del pa-
tricio.
En otra carta, hay otra exposición del Doctor, que co-
mo histórica y reciente a la invasión americana, se repro-
duce y reza así: "Es igual yugo por yugo. Se han quitado
uno y se han puesto otro. Uno era de caoba; éste es de al-
garrobo que pesa igual".
162 DR. R. IBERN FLEYTAS

Hasta que la invasión de Norteamérica se efectuó en


Puerto Rico, funcionó en New York el Directorio Revolu-
cionario Puertorriqueño, en que dirigía los diferentes co-
mités que existían en varios países y Puerto Rico.
El Directorio lo componían el Dr. Ramón Emeterio Be-
tances, Presidente; Dr. J. J. Henna, Vicepresidente; voca-
les: Juan de M. Torreforte, Manuel Besosa y Sotero Figue-
roa; Secretario de Actas, Gumersindo Rivas.
Así es que, durante los últimos años de gobernación es-
pañola en la Isla, dicho Directorio trabajaba tenazmente
por libertar a Puerto Rico del Viejo León de Castilla y tu-
telas extrañas. La actividad desplegada era asombrosa, y
las comunicaciones que se cruzaban por diferentes medios
demostraban el momento crítico de la situación.
El Sr. Aurelio Martínez desde Samaná (Santo Domin-
go), comunicaba en mayo 12 de 1895 a los jefes residentes
en la Isla que el Hon. Juan Rius Rivera había sido nombra-
do General en Jefe del Ejército Libertador. Este comuni-
cado llegó a Cabo Rojo para el compueblano Celedonio Car-
bonell, quien comandaría los revolucionarios de este pue-
blo. Cayetano Soler, residente en New York era miembro
asistente del Directorio y vendría a la isla en su oportuni-
dad; era caborrojeño.
Los fondos que se recolectaban para los gastos de la
campaña en Las Marías, Añasco, Cabo Rojo y Mayagüez
los giraban por medio de la casa Bravo & Cía.
El desembarco de puertorriqueños y cubanos, algunos
venezolanos, haitianos y dominicanos se efectuaría en el
litoral comprendido entre Cabo Rojo y Ponce porque las
guarniciones militares españolas en Cabo Rojo, San Ger-
mán y Yauco, tenían cada una 125 hombres; Guayanilla
75 hombres y Ponce 300 hombres, y por el noroeste, entre
Arecibo y Aguadilla.
Con la reunión de dicha Junta el día 13 del mes de se-
tiembre de 1896 en la residencia del Dr. J. J. Henna, calle
40, West, y No. 8 de Nueva York, se recibió una carta del
HISTORIA DE CABO ROJO 163

Dr. Betances en la que comunicaba que lo habían amenazado


con expulsarlo de París si continuaba su fructuosa campa-
ña contra la dominación española en América. La asam-
blea prorrumpió en un entrañable aplauso y acordó se le
manifestara "Que el hogar de todos los puertorriqueños en
Nueva York, era su hogar".
El Sr. Mattei de Yauco, informó al Directorio en su
Trigésima Primera reunión, que si desembarcaban los ex-
pedicionarios por Cabo Rojo, aseguraba que más de mil
hombres se sumarían al movimiento al momento ; pero todo
este castillo de naipes vino al suelo con la entrada de las
tropas americanas en Puerto Rico y Betances se mantuvo
desanimado y alejado de su país hasta el fin de sus días.
Residió en Cabo Rojo como médico. Se trasladó a Ma-
yagüez. En estos dos sitios rescató con su peculio propio,
muchos negros en el acto del bautismo, dándole libertad.
El General Pezuela fijó veinte y cinco dólares por li-
bertar cada esclavo en la pila bautismal.
En ese transcurso de tiempo, de perdones y acusacio-
nes, de persecuciones y todos aquellos cambios bruscos, con
valentía y perseverancia, fundó Betances una sociedad abo-
licionista, y con su ejemplo y prestigio, ganó su causa mu-
chos adeptos y se generalizó por todo el país y en España.
Ruiz Belvis, de Hormigueros, laboró junto a él y mantuvo
sus mismas ideas.
Betances hizo su programa de reformas para Puerto
Rico, y él mismo lo llamó "Los Diez Mandamientos de los
Hombres Libres".
Basora, Hostos y Henna se destacaron siempre como
grandes adeptos de los ideales de Betances. En toda la isla
tuvieron adeptos íntegros e incondicionales y se generali-
zaron sus doctrinas.
164 DR. R. IBERN FLEYTAS

"LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LOS HOMBRES


LIBRES"

1. Abolición de la esclavitud.
2. Derecho de votar todos los impuestos.
3. Libertad de cultos.
4. Libertad de palabra.
'> *'; 5. Libertad de imprenta.
• .' 6. Libertad de comercio.
7. Libertad de reunión.
8. Derecho de poseer armas.
Dr. Ramón Eme-
terio Detances. 9. Inviolabilidad del ciudadano.
10. Derecho de elegir nuestras autoridades.

Esto equivalía a una independencia y como principio


él exigía la independencia absoluta. También luchó por la
independencia cubana y la de la República Dominicana.
Este hombre fué considerado el primero entre los po-
líticos e intelectuales ; fué temido por el gobierno hasta que
terminó la dominación española en Puerto Rico y entraron
los americanos por Guánica el 25 de julio de 1898. Fué pe-
riodista y poeta.
El 23 de setiembre del año 1868, a las diez de la noche,
entró el ejército libertador puertorriqueño a Lares, toman-
do posesión el gobierno provisional de la República de Puer-
tp Rico, que se constituyó así:
Presidente, D. Francisco Ramírez;
Ministro de Hacienda, D. Federico Valencia;
Ministro de Gobernación, D. Aurelio Méndez;
Ministro de Gracia y Justicia, D. Clemente Millán;
Ministro de Estado, D. Manuel Ramírez;
HISTORIA DE CABO ROJO 165

Secretario del Ministerio de Gobierno, D. Bernabé Pol ;


General en Gefe de la Isla, D. Manuel Rojas.
La precipitación y lo prematuro del movimiento revo-
lucionario hizo abortar el plan que se incubaba desde ha-
cía años. Esto causó sangre, sacrificios y decepciones.
Este estado de cosas, empeoró la situación. En el 1880
empezaron a surgir sociedades secretas en toda la isla con
el fin de laborar por una autonomía amplia que pudiera en-
cauzar la independencia.
Se organizó el "Lazo Rojo", todo de jóvenes imberbes
de la mejor sociedad y miembros fundadores del "Casino
Club Unitario de Cabo Rojo". Algunos de sus miembros
por el 1865 al 1886, eran Enrique Ramírez Ronda, Antonio
Acarón Correa, Juan Ezequiel Comas Pagan, Pedro F. Col-
berg, José Antonio Fleytas Colberg, Gregorio Ramírez Vé-
lez, Rodrigo Ramírez Vigo, Manuel Montalvo Colberg, Ri-
cardo del Toro Soler, y otros.
Con motivo de un baile de etiqueta, una noche acorda-
ron los "Lazos Rojos" venir con un lacito rojo en el ojal
de la chaqueta ; esto terminó con un motín dentro del salón
y la detención de la revolucionaria juventud, a pesar de que
en diversas ocasiones anteriores José Paradís, en el mismo
casino de Cabo Rojo, comunicaba noticias y daba órdenes
casi públicamente como si estuviera en el campo de batalla.
El ánimo exaltado de aquella juventud, la pasión por
el ideal del jefe Betances y la plenitud de esperanzas, hacía
que los caborrojeños no temiesen a traiciones, de ahí que
casi públicamente trabajaban sin ser delatados por ningún
compueblano.
La sociedad "Lazo Rojo" se reunía en la casa de D.
Higinio Pabón, situada en la esquina Sud de las calles Brau
y Quiñones.
Esta sociedad fué tomando incremento y seriedad y se
convirtió en el 1887 en la famosa "Torre del Viejo", cons-
tituyéndose, además, con los señores Juan Colberg, Andrés
166 DR. R. IBERN FLEYTAS

Colón, Miguel del Toro, Lucas Muñiz, Manuel Montalvo


Colberg, quien fué su presidente, y otros. Se reunían cuan-
do tenían oportunidad en cualquier sitio, donde no fuesen
vistos por la guardia civil. Este grupo de patriotas tenía
conexión con las demás sociedades de la Isla y eran dis-
cípulos aprovechados de los tres Salvadores caborrojeños,
Salvador Brau, Dr. Salvador Carbonell y el Dr. Salvador
Mestre, nacidos en la Tiro puertorriqueña.
Estas asociaciones de carácter secreto eran nuevos ra-
males del viejo y arraigado tronco revolucionario del 1868
que dio vida a los famosos clubes del "Lanzador del Norte",
"Lanzador del Este", y otros con diversos nombres como
el "Capá Prieto" extendidos rápidamente en la isla con una
organización perfecta en código, claves, santo y seña y co-
municación regulada con las Antillas hermanas, dominan-
do paulatinamente en todas partes.
Ampliando esto, insertamos de un libro incompleto y
deteriorado de la Biblioteca Municipal de Mayagüez lo si-
guiente :
"Las cartas de D. Ramón Emeterio Betances llegadas
a los Clubes desde San Thomas y Santo Domingo, anuncia-
ban la venida de buques, tres mil negros armados y tres
mil o más rifles, para finès de septiembre o principios de
octubre".
"De las Juntas salían comisionados para las hacien-
das o ingenios a fin de seducir las negradas que no desoían
las brillantes promesas que se les hacía: en varias hacien-
das había mayordomos puestos por las asociaciones, salían
también numerosos emisarios a recoger firmas de adhesión
por todas las poblaciones. A cada individuo se le hablaba
en su lenguaje y se le ofrecía el colmo de sus aspiraciones
para que firmara en unas listas dobladas de tal modo que
ningún firmante podía ver las firmas precedentes".
"Si los adhérentes trataban de excusarse de asistir a
la Junta para prestar juramento y hacer las formalidades
de que hemos hablado, se le hacía entender que ya pertene-
HISTORIA DE CABO ROJO 167

cía a los afiliados y que si retrocedía, la asociación lo ha-


ría matar por traidor. Y no eran simples amenazas, no ; era
cierto que los conjurados asesinaban (castigaban con pe-
nas de muerte aplicadas). En Mayagüez, en la persona de
un tal D. Tomás Turull, fué comunicado a todos los Clubes,
según testimonio de los hermanos del "Lanzador del Nor-
te" como un castigo que las sociedades imponían a un es-
pía (traidor)".
"D. Ulises Cancela, miembro de la Sociedad "Lanza-
dor Norte" ha declarado sobre el (antes dicho) asesinato
en los siguientes términos : "Unos diez o doce días antes de
la reunión del 20 del finado septiembre, tenida en la casa
de D. Cecilio López, supo el que depone por D. Marcelino
Vega, secretario del "Lanzador" que había estado en Lares
y. en Mayagüez, que dicha muerte (la de Turull) se había
efectuado a consecuencia de que, habiendo estado D. Fran-
cisco de Paula Vázquez en unión de D. Tomás Turull a vi-
sitar al Capitán General en la Capital hablando del estado
general de la Isla, Vázquez le ofreció su caja y persona, ha-
ciendo lo propio Turull ; y como era éste uno ds los que per-
tenecían a la Sociedad "Capa Prieto", acordó la (misma) de
Mayagüez y Cabo Rojo quitarle del medio de la manera que
explicó (de un trabucazo), sorteando al que había de ha-
cerlo y tocó a uno de los asociados de Cabo Rojo.
Se dice que.un señor de apellido Aldama, mató al Sr.
Turull.
Otro párrafo de los muchos en que se menciona a Ca-
bo Rojo en todo movimiento trascendental de las transfor-
maciones que se operaban en la isla de San Juan Bautista
de Puerto Rico, es el que se lee a continuación :
"Capa Prieto No: 1, situado en Mayagüez, barrio de
Buenavista, la de más importancia de la parte Oeste de la
Isla; su maestro o presidente norteamericano Mr. Ma-
tías Brockman; vicepresidente Sr. Juan M. Torreporte; se-
cretario D. Baldomero Baurem (a) Guagubín; hermano
instructor D. Francisco Beauchamp, tesorero D. Pablo
1G8 DR. R. IBERN FLEYTAS

Beauchamp. Esta fué la sociedad que decretó la muerte de


Turull".
Era el 19 ds septiembre de 1868. Todas las sociedades
representadas en Mayagüez, en la casa de D. Pablo Beau-
champ para acordar el día del levantamiento y después de
varias sesiones consecutivas, se acordó dar el grito de re-
beldía en todas partes de la Isla, la noche que mediaría en-
tre el 29 y el 30 de septiembre, porque el 29 era un gran
día de asueto para los esclavos y en Cabo Rojo debía cele-
brarse una gran fiesta o romería a la que asisten infinidad
de personas de los pueblos cercanos".
El 29 de septiembre es día del Patrón de Cabo Rojo,
San Miguel Arcángel ; Betances era el hombre que activaba
la liberación de su país; es fácil comprender por qué las
fechas memorables, actuaciones, casos, cosas y la juventud
que se levantaba en Cabo Rojo, estuviesen de acuerdo y re-
lacionadas siempre con lo que concernía a la Isla.
Todas estas instituciones tenían a Betances y sus com-
pañeros como consejeros y como era de esperarse, la deten-
ción del líder máximo era inminente.
El gobierno peninsular le persiguió, pero él embarcó
hacia New York y de aquí se trasladó a París donde ejer-
ció su profesión y trabajó por la independencia de su país.
En el 1884 se cursaron varios telegramas entre el Alcalde
de Juana Díaz y el Gobernador General D. Luis Daván Ra-
mírez de Arellano referentes al paradero del Doctor, pues
se corrió la voz de su regreso para impulsar una nueva re-
volución. Formó juntas revolucionarias y con Hostos, de
Mayagüez, fué decidido defensor de la Confederación An-
tillana, y de ahí el nombre "El Antillano".
En 1889, cayó en manos del Dr. Betances un ejemplar
del poema "Patria", del gran literato caborrojeño Salvador
Brau y éste recibe una felicitación expresiva del preciare-
libertador en una misiva, de la cual son los párrafos si-
guientes: ..."Sí, tiene usted razón; la patria es el lugar
en que se nace, el rincón del mundo consagrado por el ca-
HISTORIA DE CABO ROJO 1G9

riño de nuestras madres y donde germinaron nuestras pri-


meras ideas. Mi patria es Puerto Rico, cuyo recuerdo me
obsesiona, y crea Ud. que no me resigno a morir sin volver
a aquel Cabo Rojo inolvidable para ver de nuevo "Los Gua-
yabos" donde correteaba cuando niño y remojarme en las
aguas de "La Pileta" y rejuvenecer tal vez mi espíritu, co-
mo el "Dr. Fausto", oyendo los repiques de campanas que
alegraban al pueblo, llamando a misa los domingos..."
París fué su campo de acción y su última residencia;
allí murió. Los restos descansaban en París en el Cemen-
terio del Padre La Chaise y desde entonces varias gestio-
nes se hicieron para traer sus restos a su Puerto Rico.
CAPITULO XII

MASONERÍA

La Logia "Cuna de
Betances" hacía esfuer-
zos porque el gobierno
de Puerto Rico se hicie-
r a cargo del traslado de
estas venerables cenizas
hasta Cabo Rojo, donde
debían permanecer para
siempre, cumpliéndose la
voluntad del ilustre ca-
borrojeño así como tam-
bién el deber de su país.
Don Pedro Guisty,
francés de nacimiento
pero puertorriqueño de
sentimiento y hechos por
haber convivido con los
puertorriqueños por es- •I
pacio de 35 años, en uno
de sus viajes de compras La Logia Cuna de Betances.
a París para su estable-
cimiento en San Juan, se informó en aquellos días de que
el arrendamiento del lugar de la tumba del patriota había
terminado y que iban a echar las cenizas a la fosa común.
El señor Cuisty seguramente tuvo una expresión de dolor,
de amargura, y por su cuenta pagó un nuevo arriendo del
panteón hasta que Puerto Rico resolviera.
172 DR. R. IBERN FLEYTAS

A su llegada a San Juan, dicho señor se comunicó con


la "Logia Cuna de Betances" y dióle cuenta de lo que él
había hecho en París, incluso el peligro a que es expusie-
ron los restos de ser lanzados al osario común y de perder-
se para siempre.
La prensa del país publicó estas noticias y un grupo de
buenos puertorriqueños residentes en La Habana, Cuba,
tuvieron conocimiento de estos hechos. Nombraron un co-
mité compuesto de puertorriqueños para gestionar del Pre-
sidente de Cuba, entonces el General Mario Menocal, que
Cuba, por su cuenta, ordenara a uno de sus guarda-costas
traer los restos de Betances y depositarlos en un mausoleo
que al efecto se proponían erigirle en La Habana.
Cuando esto sucedía, la "Logia Cuna de Betances" re-
doblaba sus esfuerzos supremos porque nuestro gobierno
insular se hiciese cargo de dicha patriótica obra. Nada po-
día conseguirse; nada podía hacerse. Las esperanzas se
desvanecían y los esfuerzos se estrellaban contra las duras
rocas de la apática actitud de aquel entonces, por parte de
algunos dirigentes del gobierno.
La coincidencia de que en aquellos días se inauguraba
el nuevo gobierno civil en virtud de la nueva carta orgánica,
o sea el "Bill Jones", para el cual ya se habían verificado
las elecciones generales, resolvió la situación. La Logia Ma-
sónica "Logia Cuna de Betances", en su constante laborar
y con el empeño de que fuese Puerto Rico quien trajera por
su cuenta dichos restos hasta Cabo Rojo, se aprovechó de
la oportunidad de la celebración de una jira que celebraba
esta Logia en el poblado histórico de Boquerón, con objeto
de confraternizar sus hermanos, y al efecto, su Venerable
Maestro D. Rodolfo Colberg, aprovechando el momento
psicológico de la instalación del nuevo gobierno insular y
la presencia de otros fraternos en el momento del banque-
te, propuso se dirigiese por esta Logia una comunicación
oficial a todos los Representantes y Senadores electos, ins-
HISTORIA DE CABO ROJO
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174 DR. R. IBERN FLEYTAS

tándolos a que como ejemplo patriótico y digno de los puer-


torriqueños, el primer proyecto de ley que pasara nuestra
Cámara Legislativa, fuese autorizando al Gobierno de Puer-
to Rico para el traslado de los restos de Betances desde
París hasta Cabo Rojo.
Esta proposición, aprobada por unanimidad en la Lo-
gia, puso en práctica el acuerdo.
Enviaron circulares a todos los Representantes y Se-
nadores, expresándoles la idea que fué muy bien acogida.
El primero que contestó a vuelta de correo fué el Repre-
sentante Ledo. Alfonso Lastra Charriez, que vivía en Pon-
ce, ofreciendo como caballero, bajo palabra de honor y co-
mo masón, presentar el Proyecto de Ley. Así lo cumplió.
Poco después embarcaba el mismo Lastra con rumbo a Pa-
rís, nombrado por la Legislatura, para ir a buscar los res-
tos.
Al fin llegaron a San Juan los restos y se recibe en
Cabo Rojo el siguiente telegrama:

San Juan, P. R., Agosto 5, 1920.

Dr. Ibern Fleytas


Cabo Rojo, P. R.

Recibimiento acto Senado y Cámara imponentes. Des-


de San Juan a ésa, restos serán llevados auto especial. Ho-
ra llegada Cabo Rojo de 9 a 10 sábado por la mañana.

Fleytas Colberg.

Ajustándome a la verdad y nada más que a la verdad, hago


constar que en el solar o sitio donde está la Logia Cuna de Be-
tances, estaba la casa de dos plantas de madera de Da. Juana
Antonia Betances y Da. Mariana Betances (ésta última que fué
maestra mía). Y conocí a las dos: Juana Antonia, negra; Ma-
HISTORIA DE CABO ROJO 175

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176 DR- R- IBERN FLEYTAS

riana, bastante mulata) y en el sitio o solar donde está la casa


del Ledo. Osear Guillani, había otra casa de madera de dos plan-
tas donde nació el Dr. Betances que también era de Juana An-
tonia. Estaban a cuatro metros de distancia una de otra y posi-
blemente menos.

Mientras se levantó el monumento, fueron depositados


en la Alcaldía.
En los cuatro lados del pedestal que sostiene su busto,
figuran cuatro lápidas de mármol con las siguientes dedi-
catorias y descripciones:

Norte
El pueblo cubano ofrenda esta lápida de
mármol al insigne varón Dr. Ramón Emeterio
Betances, que en los tiempos amargos en
que luchaba en las maniguas por obtener la
independencia y la soberanía, él fué nuestro
representante oficial en la capital de Francia.
Homenaje al defensor de la Confederación
Antillana.

Sud
El Dr. Betances inició con algunos amigos
en 1858, en el atrio de la iglesia de
Mayagüez, libertar los domingos niños
esclavos en la pila bautismal, cuando costaban
25 pesos. Después de cristianizados valían
50 pesos. En 1867 el Dr. Betances fué el alma
mater del grito de Lares, que trajo grandes
reformas para esta Antilla.
Año de 1926.
Este
Homenaje al Dr. Ramón Emeterio Betances,
Abolicionista entusiasta de la esclavitud
HISTORIA DE CABO ROJO 177

de los negros, y decidido libertador de la


servidumbre colonial de los blancos.
Nació en Cabo Rojo, en abril de 1827 y
falleció en París en septiembre de 1898.
El pueblo puertorriqueño dedica este monumento
a su venerada memoria por suscripción popular.
Año de 1926.

Oeste
El. pueblo dominicano ofrenda esta lápida al
Dr. Ramón Emeterio Betances, por su adhesión
activa a la independencia de la República
Dominicana.
El la invistió con su representación diplomática.
Lo ha reconocido siempre como el primero en la
Legión Trinitaria de la Unión Antillana.
Como procer de ese ideal fué por antonomasia
El Antillano.

El siguiente es el telegrama avisando la llegada a este


pueblo :
Dr. Ramón Ibern,
Cabo Rojo, P. R.

Restos Betances llegarán mañana. Convenido Fleytas


hacer discurso masónico frente sitio donde nació.
Actívense. Atiendan comisiones.

Rodolfo Colberg.

Fueron entregados oficialmente al Municipio instan-


tes después en que el Ledo. José Antonio Fleytas Colberg
pronunciara el discurso de bienvenida a nombre de la Lo-
gia.
La Logia "Cuna de Betances" edificando en aquellos
días el nuevo templo que se levanta a la derecha (con fren-
178 DR. R. IBERN FLEYTAS

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HISTORIA DE CABO ROJO 179

te hacia el norte) del sitio donde nació Betances, en la ca-


lle que lleva su nombre, solicitó del Municipio estas cenizas
para depositarlas en un Mausoleo que levantarían con ese
fin frente a su templo ; pero el Municipio se negó alegando
que correspondían al pueblo y era natural que descansaran
en la plaza pública donde están actualmente.
El recibimiento de los restos del veterano caborrojeño
no tiene precedente. Comisiones del Gobierno, del Senado,
de la Cámara; Comisiones de todas las Logias de la Isla,
representaciones de Católicos y Protestantes, Espiritistas
de Puerto Rico, especialmente el Centro Espiritista "Ramón
Emeterio Betances", de Aguadilla, y pueblos limítrofes y
distantes se desbordaron con entusiasmo hacia la meca ca-
borrojeña.
El origen de esta Logia y de la Masonería caborroje-
ña data desde cerca de 1884, en que empezaron a iniciarse
en esos misterios por distintos puntos de la isla los políti-
cos e intelectuales más o menos ilustres opuestos al colo-
niaje.
Se constituían en Logias ambulantes, trabajando clan-
destinamente fuera de los ojos del gobierno y el clero, por
motivo de la persecución de que eran objeto todas las socie-
dades secretas.
En este mismo año de 1884, la Gran Logia de Cuba
resolvió la petición de las cartas patentes por las cuales se
habían de fundar los siguientes Talleres: "Constancia" de
Cabo Rojo ; "Adelf ia" y "Conciliación", de Mayagüez ; "Ta-
namá", de Arecibo; "Estrella de Luquillo", de San Juan;
"Prudencia", de San Germán; "Esperanza", de Añasco:
"Aurora", de Ponce; "Porvenir de la Vega", de Vega Ba-
ja y "Amparo", de Caguas. El 20 de septiembre de 1885
recibieron sus cartas, después de la revolución de 1884 y
fué elegido en Puerto Rico con la misma fecha, el gran
Maestro D. Santiago R. Palmer.
De manera que la primera Logia que se inauguró en
Cabo Rojo fué la "Constancia", bajo los auspicios de la
"Gran Logia Unión de Colón e Isla de Cuba", en la casa
180 DR. R. IBERN FLEYTAS

de D. José Ramón Carbonell, hoy de D. Enrique López Del-


gado, calle Prim entonces, hoy Salvador Brau.
Varios de los miembros activos entonces eran: el Dr.
Angel Franco, grado 32 y Venerable Maestro ; Juan Gerar-
do Martí, Primer Vigilante; Lino Cabrera, Segundo Vigi-
lante; Fernando Rivera, Loreto J. Montalvo, Sergio Ramí-
rez, José Ramón Carbonell, Enrique Soler, Conrado Pinedo,
Alberto Toro, Wenceslao Font, Lucas E. Muñiz, y otros.
Cuando el componte, en 1887, el gobierno español or-
denó el cierre de todas las Logias de Puerto Rico (y Espa-
ña), pero a pesar de las prohibiciones, la de Cabo Rojo se
reorganizó más tarde y trabajaba en la casa de D. Lucas
E. Muñiz, donde poco tiempo después cesaron sus trabajos
por los peligros que sobre los masones se cernían.
El segundo taller se instaló en los altos de la casa de
la Vda. de Vigñals, hoy de la Vda. de Santiago Morales,
calle Cantera antes, hoy Muñoz Rivera, en el año 1892, ba-
jo los auspicios del "Gran Oriente Español". El Venerable
Maestro era el peninsular Dr. Alfredo Fernández Blanco,
hermano del General Fernández Blanco, ayudante militar
del Rey Alfonso XIII. Aquí se iniciaron los señores Gavino
Guillani, Leopoldo Lugo, Enrique Ramírez Ronda, Grego-
rio Ramírez Vélez y Pedro F. Colberg.
Este Taller "batió columnas" (término masónico al
cerrar sus puertas) por orden del gobierno al iniciarse la
revolución cubana.
La tercera Logia se organizó bajo la "Gran Logia So-
berana de Puerto Rico" con el nombre de "Estrella de Orien-
te", en los altos de la casa de Da. Prudencia Rodríguez,
donde está actualmente la Corte Municipal, calle Conde de
Caspe, hoy Ruis Belvis, siendo sus fundadores los señores
Loreto J. Montalvo Venerable Maestro; Miguel del Toro,
José Ramón Carbonell, José Antonio Flsytas Colberg que
había sido iniciado en Mayagüez bajo el mallete del Vene-
rable Maestro, Dr. Pons Picarís por el año 1885; Elias
Montalvo Colberg, Gavino Guülani, Gonzalo García y Gre-
gorio Ramírez Vélez, su último Venerable Maestro de esta
HISTORIA DE CABO ROJO 181

época. Iniciaron al señor Rodolfo Colberg, que fué duran-


te siete años Venerable Maestro del Taller "Logia Cuna de
Betances".
La cuarta era masónica caborrojeña se debió al señor
Ramón Guanill, quien gestionó con los demás antiguos miem-
bros de la "Estrella de Occidente" la compra de la casa a
D. Ramón Torres, en la calle Máximo Gómez.
D. Loreto Montalvo fué su primer Venerable Maestro.
Esta "Logia Cuna de Betances" es la que ha perdurado has-
ta la fecha sin interrupción alguna, y posee un hermoso
templo.
CAPITULO XIII

COSAS TÍPICAS DEL PUEBLO

En aquellos tiempos del pasado se trabajaba gozando,


riendo; se vivía lleno de goces, sin ambición material des-
medida, con anhelos de saber y divertirse; el bullicio, la
alegría y el verdadero encanto del vivir tradicional de las
Navidades, Reyes, Semana Santa, Corpus Christi, Patrón
de San Miguel Arcángel, Carnaval, han ido desaparecien-
do; extinguiéndose, como la vida del moribundo, como la
vela en el cirial ; lentamente, en igual proporción a las nue-
vas costumbres y leyes que iban imponiéndose con el nue-
vo gobierno en el siglo XX.
El pueblo todo, pletórico de júbilo, aquella Noche Bue-
na, iba y venía, como un oleaje, visitando los "Nacimientos"
en las Navidades de D. Ulises Ramírez y Doña Sola Zivico,
que eran los más famosos por el primor y arte con que los
formaban, repartiendo también dulces, el rico vino espa-
ñol, la ginebra de Curazao y la cerveza "Palma Real" ; o el
del Templo Católico, con el despuntar del alba de un gran
día que daba al mundo su Salvador, con una semejanza no-
table al auténtico del Niño de Jerusalén, hacía del autor
Pancho Zivico que también lo preparaba, el hombre del día,
sin menoscabar la reputación en ese arte de los otros com-
pañeros.
La Solemne Misa del Gallo, las de Aguinaldo, los pas-
torcillos, en fin, el concierto del incienso, la música y la luz
reflejaban alborozo en los corazones del pueblo católico, y
luego Año Nuevo, Misa de Tedeum dando gracias al Todo-
184 DR. R. IBERN FLEYTAS

poderoso por el bien recibido durante el año que se aleja-


ba. Los bailes de bomba, las parrandas de la alta sociedad
y la de artesanos sorprendiendo a las familias con sus danT
zas puertorriqueñas, valses, mazurcas, danzones cubanos,
polkas y "seis chorreao", acompañados de arroz con dulce,
almojábanas y majarete, salpicados con:
"Si me dan pasteles
dénmenlos calientes
que pasteles fríos
empachan a la gente".

Se comía, se bailaba y se bebía hasta el amanecer.


Inspiraba confianza y recogimiento un Domingo de
Ramos, un Jueves Santo, un v Viernes Santo, Las Tinieblas,
Corpus, La Resurrección, un Sábado de Gloria; la sociedad
de Cabo Rojo acudía con devoción, rigurosamente de eti-
queta, a la Santa Madre Iglesia de sus antepasados.
Los fuegos artificiales del pirotécnico Pancho Zivico
durante los nueve días de fiesta del Patrón, con las concu-
rridas y regias novenas y retretas; las mascaradas, bailes
de varias entidades sociales, papelillos y serpentinas, ca-
rrozas artísticas, que atraían concurrencia de los pueblos
limítrofes; serenatas que resultaban verdaderos conciertos
e infinidad de juegos populares; carreras de saco, de caba-
llos y bicicletas ; todo era una continua diversión y regocijo,
sin otro interés que el de la cooperación de la comunidad
para cumplir con su Iglesia, la única que se conoció hasta
el 1901.
En el verano, los carros de bueyes adornados con flores
de flamboyán, repletos de señoritas rebosantes de juven-
tud y belleza ya alabada por la Isla, atronando a los veci-
nos del camino de Juyúa con sus ocurrencias, gritos y can-
tares para después de un baño en el mar saborear el exqui-
sito lechón asado; las cabalgatas y bailes con tiple, cuatro,
bombo y guitarras; todo este conjunto de incontables diver-
siones constituían la vida de esta población en el pasado
HISTORIA DE CABO ROJO 185

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186 DR. R. IBERN FLEYTAS

que no vuelve, dejando un recuerdo casi imperceptible de


aquellos gratos tiempos.
Efectivamente, todo era cantidad y calidad superior.
Hablando de los intelectuales, era una constelación el grupo
de soles caborrojeños, los que brillaron y perduran aún en
la literatura, ciencias, artes, política y judicatura puerto-
rriqueñas, traspasando sus nombres, y llevando consigo el
de su país, los océanos que circundan la isla.
Confirmando lo anterior, existe la aseveración general
de los ancianos que han pasado por los noventa y cien años
de edad, que crea dudas en cuanto al sitio donde naciera
otro de los patriotas puertorriqueños.
Varios de esos encanecidos caballeros aseguran que
Don Rius Rivera nació en el Guanajibo de Cabo Rojo, ba-
rrio contiguo al Gananajibo de Mayagüez y Hormigueros;
en la casa de la finca que fué luego de su propiedad y más
tarde de Don Manuel de Jesús Rivera, su familiar, quien
murió hace pocos años sobreviviéndole sus hijos y nietos.
Por la distancia y mal estado de los caminos, prefirie-
ron inscribirlo y bautizarlo como natural de Hormigueros.
No es de extrañar ese hecho por ser de todos conocido
que esta cuna, ha mecido a numerosos preclaros personajes
que hoy ocupan un sitio preferente en muchas páginas de
leyendas e historias boricuas.
Consta también que Román Baldorioty de Castro, naci-
do en Guaynabo, fué reconocido en 29 de enero de 1837 co-
mo hijo natural, por Don Juan de Castro, de Cabo Rojo, se-
gún consta en el siguiente documento del archivo Parro-
quial de la Iglesia de Guaynabo.
Partida de Bautismo del patriota Ramón Baldorioty
de Castro.:
"Yo, José García Alvarez, encargado del Archivo Parroquial
de la Iglesia de San Pedro Mártir de Guaynabo, certifico: Que
al folio 122, vuelto, del tomo 5? de Bautismos, de este Archivo
de mi cargo, existe la siguiente inscripción, que copiada literal-
mente dice así:
En este pueblo de San Pedro Mártir de Guaynabo, a catorce
de marzo de mil ochocientos veinte y dos años:
HISTORIA DE CABO ROJO 187

Yo, el Beneficiado don Joaquín Ramón Rodriguen, Cura


Rector de El, bauticé solemnemente, puse Oleo Crisma, y el nom-
bre de Román, a un niño de quince días de nacido, H. N. <ie doña
María Baldorioty, parroquiana, blanca; padrino don Ramón Fer-
mín García, a quien advertí sus obligaciones y espiritual paren-
tesco, de que doy fe—Joaquín Ramón Rodríguez—Rubricado.
Hay una nota marginal que dice: Que según el adjunto docu-
mento, en 29 de enero de 1837, fué este niño reconocido por hijo
natural, por Don Juan de Castro, actual vecino de Cabo Rojo.—
Rodríguez.
Guaynabo—José García Alvarez—Rubricado.
Hay un sello que dice así: Parroquia de San Pedro Mártir—
Guaynabo".

Nació el 28 de febrero, y a los quince días, o sea el 14


de marzo se bautizó.
Es lógico que si Don Juan da Castro lo reconoció, fué
porque era su hijo.
Una vez reconocido debió firmarse Román de Castro
Baldorioty, pero prefirió usar el apellido materno en pri-
mer lugar.
Ya en su mayoría de edad Don Román fue administra-
dor de las minas salineras de Cabo Rojo, pertenecientes en
esa época a la familia Colberg; esto consta en las antiguas
escrituras y documentos de dichas propiedades, residiendo
por esta circunstancia varios años en este pueblo de donde
salió para Ponce que era su propicio ambiente para des-
arrollar su campaña patriótica inspirada, incubada e ini-
ciada, en la planicie contigua de los Morrillos de Cabo Rojo.
Aunque serio y de gran carácter, tenía ocurrencias de
corte andaluz. Una de ellas, cuando se lamentaba de su ma-
la suerte, era la siguiente:
"Si yo hubiera nacido barbero, los hombres nacían sin
cabezas".
Murió en Ponce el 30 de septiembre de 1889.
Pero, probablemente, el hombre más jocoso que ha te-
nido el distrito, entre todas las celebridades, fué Belisario
del Valle, nacido en Mayagüez, pero que residió muchos
años en este pueblo; en "mi ambiente" como decía él. Sus
188 DR. R. IBERN FLEYTAS

chistes, incontables por su número e ingeniosos; su vida y


su porte aristocrático, son dignos de tratarse en una obra
aparte, con la seguridad de que habría suficiente material
bueno para aparecer como el segundo Quevedo. La rapidez
en producir con magistral naturalidad, era bastante para
llamarle el Quevedo america.no.
Una vez, a uno de los sitios más frecuentados por per-
sonas de alta alcurnia, donde se charlaba todas las noches,
llegó él de los primeros, a la tertulia. El resto de los asiduos
concurrentes no se hicieron esperar mucho, animándose co-
mo siempre el empezar los cuentos, a veces como aperitivo
para las discusiones que se formaban, bien de política, de
los temas científicos, etc., del diario comento.
Todos estaban abstraídos en comentarios que se ha-
cían con respecto a la preparación de los cubanos para una
segunda revolución, cuando se presenta un joven amigo,
trajeado con el uniforme de voluntario español, y sin ape-
nas terminar éste el saludo ni sentarse, Belisario le propi-
nó la siguiente cuarteta:
"Si Bolívar resucita
y voluntario te vé,
te levanta la levita
y te pega un puntapié".

Y esto constituyó el tema de la noche, que, a no ser


por la intervención de los amigos, hubiera habido causa
para un desafío.
CAPITULO XIV

HIJOS DE MI LAR

Contemporáneo de Belisario del Valle era Don Anto-


nio Rosell y Carbonell, que se suma al campo de la litera-
tura, ciencias y artes de este privilegiado pueblo. Empezó
su triunfal carrera dándose a conocer como fundador y ca-
tedrático del Liceo de Mayagüez en el año 1896, pasando al
Instituto de San Juan en el 1897, hasta el 1898, en que pu-
blicó una hoja suelta censurando muy enérgicamente la con-
ducta del sistema americano implantado en Puerto Rico.
Por ese motivo tuvo que embarcarse y llegó a La Habana,
desempeñando en la Universidad de Cuba, las Cátedras de
Física y Química. El nuevo "yuguito de oro americano"
llamó el jíbaro caborrojeño al nuevo gobierno, cuando em-
pezó a mostrar su intransigencia ante el nuevo sistema co-
lonial. Era graduado de La Sorbona, de París, de Doctor
en Ciencias Físico-Matemáticas. Contrajo matrimonio con
una intelectual francesa graduada también en la Universi-
dad parisiense. Murió en La Habana a los 45 años.
El Rev. Dr. Justo Jiménez, nació a mediados del siglo
XVIII. Por el año 1842, era un constante visitador de la
Plaza del Mercado, especialmente los domingos, para com-
prar todos los ruiseñores y otros pájaros que traían para
vender con sus jaulitas. Luego que llegaba a su casa, les
daba la libertad. Esa filosofía que encierra la acción de dar
libertad a los pajaritos enjaulados, deleite de muchos ho-
gares, a primera vista tendría un solo aspecto ; pero vivien-
do aquellos dorados siglos de religión, honestidad y traba-
190 DR. R.'IBERN FLEYTAS

jo, aspirando de continuo a la libertad, puede suponerse


el otro aspecto filosófico de dar la libertad a estas peque-
ñas aves que alegran las mañanitas en las campiñas y los
montes de nuestro país.
La caridad era una obsesión para este magnánimo ca-
borrojeño, que empleaba todas sus entradas en ayudar a
los pobres y atenderlos personalmente cuando enfermaban,
tal como si fuera una hermanita de la Caridad.
Allá, para el 1824 recibió una pequeña herencia. Su
alegría no tuvo límites. Esperaban los vecinos que se pin-
tara la pequeña casa de cuatro paredes con techo de tejas
que estaba situada en la calle Cantera (Muñoz Rivera hoy),
contigua a Don Ventura Mora y Sucre, donde reside actual-
mente Don Isidro Ignacio Toro. También los nuevos mue-
bles no habrían de tardar. Pero nada de esto ocurrió. Se-
manas más tarde, un grupo de lecheros concurría todos
los sábados a cobrar los litros de leche que el sacerdote ha-
bía regalado a diferentes casas de pobres y enfermos. De-
pendientes de tiendas cobraban mercancías y provisiones,
según las solicitaba e iba repartiendo. Y así terminó el di-
nero sin echarlo de menos, pues sin alterar su ya planeado
medio de vivir, continuó como antes y como era, un bene-
factor de los necesitados.
Fué un santo hombre; no se conformó con predicar,
si que también ejemplarizó la caridad.
Con esta forma de proceder, se hizo notorio y fué lla-
mado a San Juan con intención, seguramente, de preparar-
le para algún puesto superior; pero prefirió continuar su
labor en su pueblecito donde viejo y enfermo, murió, antes
de ver premiada su labor, allá para el año 1828.
El Rev. Padre Manuel Camacho, fué hijo del vie-
jo profesor de escuelas D. Antonio Camacho, modelo de
virtud, maestro y educador de la mayor parte de estos gran-
des hombres en su instrucción elemental.
El Padre Camacho heredó las buenas cualidades de su
padre y se consagró al estricto cumplimiento de su misión.
HISTORIA DE CABO ROJO 191

Era caritativo en extremo, especialmente con los pobres,


muy instruido y religioso. Murió en Sabana Grande.
En la entonces aldea de Torres de Embarra, provincia
de Barcelona, España, nació en el año 1798 D. Juan Comas
Roig hijo de un Comandante de Infantería que murió heroi-
camente en el famoso y épico sitio de Zaragoza. Por su des-
arrollo físico, carácter, instrucción y juventud, fué envia-
do como voluntario a Santo Domingo con las tropas espa-
ñolas. Le fué algo duro someterse a las exigencias de la fé-
rrea disciplina militar de aquellos tiempos, pero, cumplien-
do su término, tomó un velero hacia Puerto Rico y fijó su
residencia en Cabo Rojo. Dedicóse al comercio, industria y
agricultura. Introdujo los primeros telares para tejidos de
seda, trabajó en beneficio de la comunidad. Hombre de
gran actividad, dinámico, solicitó del gobierno autorización
para explotar las minas de sal (cloruro de sodio) propie-
dad del Estado, cerca de Los Morrillos de Cabo Rojo. Em-
pezadas las faenas de la explotación de sal, vio la necesi-
dad de mejoras por la gran demanda que tuvo el producto
al demostrar la calidad; funcionaron las salinas entonces
bajo la dirección y firma de los señores Comas y Colberg.
Poco después, se constituyó una compañía con más accio-
nistas para aumentar la producción; la formaron con los
señores Cortada, Montalvo, Fleytas, Ibern, Ramírez y otros;
en la actualidad son los señores Carreras.
Fué Comas también de los iniciadores en el país del
cultivo del algodón.
Como justo premio a sus actividades y demostraciones
en exposiciones y ferias, se le adjudicaron medallas de oro
y bronce; una de ellas, de gran tamaño, de oro, concedida
por el Rey Fernando VII, después de recuperar éste su po-
der absoluto en 1823.
En todos sentidos prestó servicios a su patria y al país,
dejando una fortuna a sus tres hijos, Francisco, Carola y
Gervasio.
El primogénito Francisco Comas Ritter nació en oc-
tubre 21 de 1837. Fueron sus padres D. Juan Comas Roig,
192 DR. R. IBERN FLEYTAS

catalán, y Da. María Ritter, irlandesa. Estudió su instruc-


ción primaria en su pueblo, Cabo Rojo y pasó a un colegio
privado en San Germán. Desde joven escribió versos. A
los diecinueve años publicó su primera obra en verso titu-
lada "Preludios del Arpa". "Ensayos Poéticos" en 1858,
Tipografía de José María Serra, Mayagüez. En el año 1938,
D. Eugenio Astol publicó varios datos y versos de Comas en
el Puerto Rico Ilustrado. Nunca quiso retratarse. Copié lo
siguiente de un libro, Eugenio María de Hostos (Romeo y
Julieta) Editorial: Publicaciones Caguax, Río Piedras, P.
R. 1939. En el prólogo de dicho ensayo, página 13, dice el
Ledo. Cruz Monclova, Catedrático de la Universidad de
Puerto Rico lo siguiente: "Considerando el contenido sus-
tancial resulta evidente que el concepto crítico que inspi-
ra uno y otro ensayos es idéntico y que él corresponde con
la peregrina posición que ocupa en la genealogía de la críti-
ca nativa. Si en este orden Comas Ritter representa la crí-
tica formalista, retórica y gramatical; Luis Bonafoux, la
impresionista y personal; Manuel Fernández Juncos, la
preceptiva y académica ; y Antonio Cortón la universalista
y colectiva; Hostos, por su parte, es el representante de la
crítica psicológica y ética". (Este párrafo entre comillas
fueron hojas sueltas de un libro).
Era un estudiante fervoroso de la Naturaleza; biólo-
go, hizo colecciones admirables en este ramo destruida por
la acción de los tiempos. Y este literato científico fué el
padre del poeta Juan Ezequiel Comas Pagan. En realidad
era un sabio ignorado por su modestia; juzgó secundarios
sus intereses por dar preferencias a sus investigaciones y
practicar con generosa largueza la caridad. Murió pobre
y viejecito en octubre 14 de 1903 en su pueblo.
HISTORIA DE CABO ROJO

A CABO ROJO
(Fragmento)
Por
Juan Francisco Comas Ritter.
¿Quién al verte, Cabo Rojo,
Galán dormido entre flores,
Alcázar de los amores,
No te da su corazón?
¿Quién en tu suelo sus plantas
Posó sin idolatrarte?
¿Quién jamás pudo dejarte
Sin sufrir fiera aflicción?
En ti derrama el Eterno
A torrentes la ventura,
Sin que nunca la amargura
Te acose del padecer:
Jamás, jamás los tormentos
Tus sueños de oro turbaron,
Que a ti sólo te crearon
Los ángeles del placer.
En ti encuentra el desgraciado
Bálsamo a su cruda herida,
Volviendo el alma oprimida
A respirar con quietud:
Consuelo que en vano busca
En tumultuosas ciudades,
Do reinan sólo maldades,
Mentiras, ingratitud.
Tú, en danzas voluptuosas
Y en festines bulliciosos
Pasas tus días venturosos,
Pasas tu blando vivir;
DR. R. IBERN FLEYTAS

Y cercado de ilusiones
Que te halagan dulcemente,
Gozas feliz del presente,
Sonriéndote el porvenir.

Mas no olvidas, no, por eso


Los deberes del cristiano;
Que con fervor sobrehumano
Acatas la religión.

Y a paso majestuoso
Te encaminas diariamente
A un templo do reverente
Alzas tu casta oblación.

Allí a los místicos tonos


Del sacerdote que reza,
Inclinada la cabeza,
Al pie del divino altar,

Con santo recogimiento


Levantas tus oraciones,
Que a las celestes regiones
Van después a resonar.

Allí referir esaichas


Con pesar el más profundo,
Del Libertador del mundo
Los dolores que sufrió.

Cuando de una tribu infame


Bárbaramente ultrajado,
Por librarnos del pecado,
En el Gólgota murió.

Entonces tristes recuerdos


Agólpanse en tu memoria
HISTORIA DE CABO ROJO i9r>

De esa dolorosa historia


Que el tiempo respetará;

Y derramando tus ojos


Acerbo, abundoso llanto,
Bien demuestras el quebranto
Que el recordarla te dá.

Don Domingo del Toro, otro de los prohombres desco-


nocidos fué propulsor de la industria puertorriqueña. Acer-
ca de este notable caborrojeño, nuestro ilustre Don Salva-
dor Brau escribió un artículo titulado "Un Hombre Util",
que reprodujo en el año 1886, al editar "Ecos de la Bata-
lla". Como en ese trabajo aparecen los rasgos caracterís-
ticos del señor del Toro, mejor de lo que nosotros podría-
mos hacerlo, entresacamos de él los siguientes párrafos:
"En Cabo Rojo acaba de fallecer, repetinamente, nues-
tro buen amigo y consecuente correligionario, el respeta-
ble señor don Domingo del Toro, de cuyos afanes indus-
triales se ha ocupado la prensa muchas veces, tributándo-
le elogios merecidos".
"El señor Toro, nacido en Cabo Rojo y descendiente
de una de las más antiguas familias que constituyen aque-
lla población, era un animoso y digno hijo del trabajo, al
cual ha rendido fervoroso culto toda su vida, y con el cual
ha debido contar, exclusivamente, no ya para llenar sus in-
dividuales necesidades, si que para constituir como cabo-
rrojeño lugar distinguido por sus condiciones sociales".
"Sin otra instrucción escolástica que aquella que en
una población secundaria de Puerto Rico podía recibirse
hace setenta años, el señor Toro, ya que no consiguiera rea-
lizar hechos industriales de gran trascendencia, logró de-
mostrar prácticamente que la perseverancia, el espíritu de
observación y el estudió constante son palancas auxiliares
y perfeccionadoras de la actividad intelectual en todas sus
manifestaciones.
196 DR. R. IBERN FLEYTAS

"La cera blanqueada por un procedimiento del señor


Toro, merced a aparatos que él mismo ideara y construye-
ra con sus habilidosas manos, ha sido premiada, dentro y
fuera de Puerto Rico, en cuantas exposiciones y concursos
se ha presentado, ya labrada para iluminación, o bien en
simples marquetas para el comercio, compitiendo bajo esta
•última forma en precio y calidad con la mejor que de Ale-
mania y los Estados Unidos se importa en el país".
"No podemos enumerar en estos momentos las distin-
tas obras del señor Toro, ya en ebanistería, ya en aparatos
mecánicos, ya en ensayos fabriles, en los que rara vez deja-
ba de conseguir el objeto que se proponía; pero sí haremos
constar su último, y sin disputa, más fecundo esfuerzo; la
introducción y aclimatación en Puerto Rico de esa ortiga
blanca, conocida en Europa con el nombre de la ramie,
planta más rica que el lino y el cáñamo en productos texti-
les y como ellas susceptibles de combinarse en infinidad de
tejidos de todas clases, de los cuales hemos tenido muestras
muy variadas y vistosas en nuestras manos".
Interrumpimos aquí la transcripción del artículo del
señor Brau, por no extendernos demasiado. Y para termi-
nar consignamos aquí un hecho doloroso: el mismo día en
que el señor Toro falleció, tal vez en el instante en que ex-
halara su último suspiro, desaparecía, sin explicárselo na-
die, de su taller, el libro en que él había explicado las fór-
mulas de sus productos ; el fruto de sus desvelos y experien-
cias; el resumen, en fin, de las labores de su larga y útil
vida.
D. Máximo Avilés, nació en 18 de noviembre de 1855,
en el sitio donde tres siglos antes fundó su hogar Xavier
el Yito.

La casa fué construida con maderas rústicas del país, pro-


ducidas abundantemente en los bosques y montañas. Estaba si-
tuada en la esquina de las calles Baldorioty y Barbosa. (Xavier
el Yito, líder de la comarca, fué probablemente el primer mo-
rador del Cabo Rojo actual, según hemos ya afirmado).
HISTORIA DE CABO ROJO 197

Su inclinación a la música se notó desde sus tiernos


años mientras aprendía a leer y escribir; D. Antonio Ca-
macho le enseñó el "Fleury" y la "Doctrina", lo que era el
límite de instrucción que podía tener la juventud de en-
tonces.
No perdía ocasión de oír el concierto o tocata de una
banda militar que de cuando en cuando venía a la pobla-
ción, pues lo corriente eran la guitarra, cuatro, tiple, bom-
bo o guícharo.
Una vez llegó D. Felipe Acosta, director de la Banda
de Artillería española de San Juan, a instruir unos solda-
dos en ese arte para organizar la banda de la compañía de
soldados destacados en
Cabo Rojo y tal fué la
asidua asistencia y la
atención que prestaba
Máximo, que el Sr. Acos-
ta le hizo entrar y tomar
lecciones. Tuvo una dis-
posición poco común.
Poco tiempo duraron
las clases por el trasla-
do del Sr. Acosta, pero
Avilés continuó solo, es-
tudiando hasta que logró
formar parte de la Ban-
da de Voluntarios de
Mayagüez, bajo la direc-
ción de D. Fernando Ca-
llejo.
Regresó el joven Avi-
les a Cabo Rojo, enseñó
Estaca de los enamorados. a varios jóvenes y fundó
la primera banda genui-
namente caborrojeña que llamó "La Filarmónica", con
veinte músicos, cuando apenas contaba treinta años.
198 DR. R. IBERN FLEYTAS

Compuso "Damas de Noche", "Triste Recuerdo", vals;


"Un Capricho", opertura ; danzas, polkas, mazurcas ; le pu-
so música al "Himno de Puerto Rico", escrito por el poeta
Juan Ezequiel Comas Pagan, himno que fué estrenado en
una velada en honor a Betances.
Vivió en la misma casa donde naciera, hasta los seten-
ta y ocho años, viejo retirado ya, añorando aquellos triun-
fos en que Brau,. Comas y otros recibían su colaboración
musical para veladas, bailes, fiestas, etc., y con una vaga
imagen del tiempo en que se utilizaba la "estaca" de los ena-
morados, para solicitar la mano de la mujer amada.
Dicha estaca es un trípode. (Vea la lámina). Abre y cierra.
Uno de los tres apoyos es más largo en su parte superior y sir-
ve de mango, aunque no es ése el objeto. Dicho mango sobresa-
liente se ponía inclinado hacia la puerta donde se situaba la es-
taca para solicitar la entrada a la casa, y la mano de la joven;
si los padres lo colocaban a la inversa (hacia la calle) era una
negativa al joven; pero si al amanecer continuaba en la forma
puesta por el joven, la entrada quedaba expedita para que el
galán visitase a su predilecta y el compromiso amoroso se con-
sideraba definitivo.

Para completar esta obra, se requiere incluir todo lo


que concierne al pueblo ; queremos hacer mención a los con-
notados Pachiquito, Antonio el Loco, Putupún, Dr. La Bru-
ja, Macalilo, Cojoyo, Juan de Mata, Juan Vega, Don Vila
y el Gato, quienes fueron los prototipos populares; tipos
típicos que han tenido, más o menos, todas las poblaciones
en todas las épocas, por la originalidad en sus especialida-
des y que al igual que las costumbres viejas, van extin-
guiéndose como el humo, por acción de la ya desacreditada
modernidad. Pues bien, estos individuos fueron la nota jo-
cosa del público como el payaso al circo*
En brazos del Dios Baco, al que rendían ardiente cul-
to, pero sin malas mañas, con la más natural ingenuidad
en sus chistes, acciones, piropos y versos, se ganaban las
simpatías y compasión de sus compueblanos, al extremo
que hay que reconocerles ingenio, para que sin trabajar
HISTORIA DE CAB« ROJO 199

porque eran la mayor parte inútiles aunque serviciales, co-


miesen y bebiesen a su antojo, donde les cogía la hora y
tuviesen el honor de ser presentados a personalidades de
alta alcurnia cuando visitaban Cabo ..Rojo.
Pachiquito, Putupún, Cojoyo y Juan de Mata, de co-
lor, eran eternos admiradores del sexo bello; profundamen-
te enamorados, filosofando, con bríos juveniles, decían
que "lo mejor del mundo es tener la fruta al lado y no
comérsela". Putupún, el precursor de la moda de no usar
sombrero que se nota ahora en los jóvenes y aún en los vie-
jos, con gabán y pantalón corto, ambulaba por las calles,
contemplaba cuanta mujer pasaba por su lado y, como for-
tificándose en el ambiente perfumado, se frotaba las ma-
nos, sonreía y alguna que otra vez repetía su frase "¡quién
fuera grande!" interrumpiéndole ese éxtasis sublime, el
grito de un chiquillo llamándole loco, al que solía obsequiar
con unas cuantas pedradas. ¿Eran o no filósofos? Según
Epicteto, la filosofía está comprendida en dos palabras:
sufrir y abstenerse.
Juan de Mata, en cambio, tenía la improvisación de
una copla o décima a veces cantada, para cualquier opor-
tunidad. Siempre fué elogiado y a las reuniones donde se
acercaba, algún "trago" o "palo" como se dice hoy, le tira-
ban para que sus coplas alegraran el momento. Otras ve-
ces, como suele decirse, le salía el tiro por la culata; la im-
prudente copla que cantó al Padre Carlos, a quien vio en
el balcón leyendo un día de Semana Santa, mientras unos
carros de caña del mismo pasaban para un trapiche, le
valió una azotaina; y luego de soplarle el polvo de las cos-
tillas con el cinturón, le regaló una copa de vino, un bizco-
cho y medio duro para que se friccionara con árnica. Al
salir a la calle y verse poseedor de ¡medio duro! le gritó
al cura " a . . . a . . . árnica pal estómago".
Los versos decían así:

Horroriza y causa espanto,


si no miente la Escritura,
200 DR. R. IBERN FLEYTAS

ver las carretas del cura


Cargar caña el Viernes Santo.

Juan ds Mata hablaba español, francés e inglés. Mu-


chas pesetas llegaron a sus bolsillos, y más de una indiges-
tión le causaron con su generosidad los soldados america-
nos cuando la guerra hispano-americana, al ser solicitado
como intérprete en las tiendas y calles.
Su colega "Cojoyo", no miraba más allá de los tobillos
de las mujeres, por el traje largo de entonces. Ese era su
afán : ver las pantorrillas ; y cantando el estribillo de "ata.
con jella", sacaba su sucio pañuelo para limpiarse la bo-
c a . . . que se le hacía agua.
La manía de Antonio el Loco, era andar de Cabo Ro-
bo Rojo a San Germán y viceversa. El saco con que anda-
ba siempre contenía los utensilios más necesarios para un
zapatero; abría el saco en medio de la calle, se sentaba en
el suelo y se ponía a remendar zapatos viejos de los que
siempre llevaba buena porción. Mientras trabajaba can-
taba coplas y terminaba invariablemente con este estribi-
llo: "Yo soy el zapatero honrado que nunca ha parido".
"Macalilo" que andaba en cuatro pies por una le-
sión en la espina dorsal, era el amigo de los muchachos y
atraía la compasión de todos. Era muy amigo de dar con-
sejos, pero no de tomarlos él. Único vicio : comer. Este hom-
bre sufrió la amputación de un pedazo del intestino debido
a úlceras, por el Dr. Fernández Blanco. A pesar del inefi-
ciente instrumental de cirugía, la ausencia total de asep-
cia y desinfección, etc., de aquellos tiempos, sobrevivió va-
rios años siendo dicha operación, probablemente, una de
las primeras efectuadas en la Isla del Encanto.
Juan Vaca, un negro viejo, imitaba casi perfectamente
a un burro, un cabro, un caballo, un buey; a algunos pája-
ros como la reinita y el bienteveo; al tren y a otras cosas
por el estilo; con eso se ganaba la vida.
Muy popular también era el "Dr. La Bruja". Vendía y
recetaba yerbas medicinales, en un surtido completo. Pim-
HISTORIA DE CABO ROJO 201

poyos de café para calenturas de fuego y de frío; flores


cariaquillo para "guarapos soloríficos" ; matagallina, pa-
letada y yerba de culebra para el dolor de lomos, ríñones ;
escorzonera para el "gluglú" del estómago y para mujeres
de parto; hojas de clamor para el dolor de cabeza; caña
fístula para purgante; polvos de tablas de Palma Real y
romero para el ombligo; hojas de naranjo, guanábana y
corazón para los vómitos; zaraguazo para baños, túa túa,
malva y salvia para estreñimiento y refrescantes; baños,
guarapos y tizanas para diferentes usos, y sacar hechizos;
hojas de almendro, cebo, aceite de coco y tabaco de mascar,
tomillo, flores de saúco y una infinidad más de "plantas me-
dicinales", lo convertían en un herbolario ambulante. Por
su tipo, alto, delgado, blanco con espejuelos, y el sombrero
de paja de lado, y su bastón, los muchachos le dieron el
nombre más apropiado, pues sólo le faltaba suplir el bas-
tón por una escoba.
Joaquín Mercado, conocido por "Don Vila el Conde",
"Conde de Machichí", "Vizconde de la Morroya", Marqués
de Horca y Cuchillo" y "Rey de Mar y Tierra", muy viejo,
tenía aparentemente un carácter irreductible, pero en el
fondo era un bohemio maniático con ribetes de "viejo cho-
cho". Los muchachos le decían "Zambuyo" y la cólera era
terrible al considerar que se le deprimía moralmente y él
pensaba ser un pro-hombre de sangre azul y alta jerarquía.
Lo notablemente gracioso en el viejo "Don Vila" no estriba-
ba en haber procreado una prole compuesta de cuatro hi-
jos varones y dos hembras; precisamente lo jocoso está en
que les puso el mismo nombre a todos. Al predilecto le pu-
so Juan de los Santos, al que le seguía Juan Secundino,
al más inteligente Juan Pablo y al más obediente Juan Te-
lesforo. A las hembras las llamó: Juana María a la pri-
mera y Juana Librada a la segunda, para librarse sí de se-
guir multiplicando sin ver el producto. Un grupo de jóve-
nes lo coronaron Rey, con medallones, espada toledana mo-
hosa, música y parada, celebrando así la terminación de las
202 DR. R. IBERN PLKYTAS

fiestas de Carnaval de aquella época y tomándolo el viejo


en serio, no abdicó hasta morir a una avanzada edad.
"Gato" murió a mediados del 1944 ; estaba ya muy vie-
jo, y corría a los muchachos con piedras cuando le grita-
ban: "gato, miau".
Todos han muerto. Estos fueron jirones legendarios
que se extinguieron poco a poco y que solamente dejan el
recuerdo vago de una vida romántica del pasado siglo.
De página aparte es acreedora Margarita Cartagena,
por su corazón noble, su magnanimidad y desinterés. Esta
modesta hija del pueblo, aunque de color y sin instruc-
ción, tenía alma blanca, sana; tenía educación natural y
se hizo acreedora a alternar en todas partes con las gentes
de mayor cultura, siendo ello debido a sus sentimientos y
trato. Siempre estaba dispuesta a prestar su ayuda perso-
nal, sin mirar el peligro, a los enfermos o necesitados, a
pesar de no tener otro medio de vida que su trabajo y ha-
ber procreado numerosa prole.
Actuaba como si fuese una hermana de la caridad y
en esta obra se le rinde el homenaje merecido.
No menos obligados nos creemos al deber que nos im-
pone la gratitud, a rendirle un tributo de homenaje y res-
peto a los que, sin ser caborrojeños, convivieron con éstos
hasta el extremo que sentían las tristezas y desgracias de
la comunidad con la misma entereza de carácter que goza-
ban de los triunfos y alegrías, demostrándolo no sólo de pa-
labras, sino con hechos y sin miras mercenarias.
Intimaron y confraternizaron sintiéndose caborroje-
ños, manifestándose puertorriqueños en su pequeña patria
adoptiva, sin echar de menos el lar nativo que recordaban
con cariño por haber disfrutado en su niñez las delicias del
hogar, el afecto de sus padres; satisfechos, esperaban de-
jar cumplida su misión en esta vida, para que la tierra Bo-
rinquense fuese la que cubriese sus venerables restos.
Mallorquines, catalanes, andaluces, gallegos, castella-
nos y de todas esas nobles provincias que forman nuestra
genuina madre patria —hidalga conquistadora y fundado-
HISTORIA DE CABO ROJO 20»

ra de naciones, alma mater de las Americas— tenían re-


presentación en la sociedad caborrojeña.
El Rev. Sacerdote, D. Carlos Joffre, mallorquín, ejer-
citó su sagrado ministerio por casi medio siglo, sin intran-
sigencias para nadie. Su sacerdocio se basaba en los más
sagrados principios de honor, sin permitir desafueros en
su ministerio; acudía a las francachelas de sus muchos
amigos con la franca sencillez de su alma generosa.
No menos querido era el Dr. Alfredo Fernández Blan-
co, de proceder y sentimientos parecidos. Como cirujano,
podía figurar su nombre entre los Murphy y los Fray y
Senn, famosos cirujanos del siglo XIX; hacía admirables
operaciones en suturas intestinales; ejecutó con gran éxito
la extirpación de un pedazo de intestino pútrido del infe-
liz Cacalilo, siendo un triunfo en aquellos tiempos. Sus
operaciones de mastoiditis, piedra en la vejiga y otras,
comprueban sus conocimientos poco comunes en aquel en-
tonces.
Sacerdote y médico eran dotados de excelentes virtu-
des, siempre dispuestos con la espiritualidad del alma pura
y el socorro de su bolsillo, a mitigar la sed del alma y la
necesidad de la materia donde existía el dolor. Con perso-
nalidad, energía y carácter varonil de hombres de honor,
eran los primeros ante los peligros de huracanes, fuegos e
inundaciones en prestar auxilio a sus semejantes; el sacer-
dote montaba gallardamente su caballo Almanzor, despo-
jándose de su hábito, el segundo cabalgaba sobre su briosa
jaca negra.
Merece nuestra atención un joven oficial de la Guar-
dia Civil padre del autor de estos apuntes históricos; sus
hechos son dignos de recordarse por ser tan notables con su
secuela de sacrificios.
(El deber y deseo de hacer conocer lo pasado, obliga
a narrarlo todo, modestia a un lado).
El oficial, Nemesio Ybern Cuesta, hacía unos meses
había contraído matrimonio con la señorita Josefa Fleytas
Colberg y gozando la luna de miel, apuró la copa de la
204 DR. R. IBERN FLEYTAS

amargura cuando encontró en la carretera de Yauco a Sa-


bana Grande con dirección a San Germán, a unos señores
conducidos por la Guardia Civil. No conocía personalmen-
te a las personas, pero por los apellidos imaginó que se
trataba de personas de valer y por el porte se convenció.
Eran los caballeros Amill y Malaret, de Yauco. Preguntó
a la pareja de guardias la causa de trasladar a media noche
y en esa forma a esos caballeros y no obtuvo una respuesta
razonable por ello. Ordenó que se volvieran los militares y
montó en su coche a los detenidos restituyéndolos a sus ho-
gares en Yauco, donde encontró unas familias llenas de
consternación y espanto. Esto le valió la adquisición de
magníficas amistades que no perdió nunca con las familias
Amill, Malaret y otras, más las simpatías de la sociedad
yaucana y el honor de una nota de crítica y amonestación
en su hoja de servicios por no actuar de acuerdo con aque-
lla tiranía establecida a espaldas del pueblo español por
un gobierno irresponsable. En San Germán evitó el atrope-
llo a otros caballeros.
En Cabo Rojo se constituyó en jefe dictatorial sin ser
éste su puesto designado. De Guayama lo reclamaban para
el cumplimiento de su deber y fué procesado por una Corte
Marcial por abandono de servicio. No atendió a súplicas
de su esposa, suegros ni amigos... "De Cabo Rojo no me
voy. No permitiré atropellos en este pueblo". Y no se fué.
Y no se atropello a los caborrojeños. Al Dr. Franco lo apre-
saron a las diez de una noche y lo sacó del cuartel de la
Guardia Civil acompañándolo a su casa, evitando que lo
compontearan.
Tuvo disgustos personales con algunos colegas penin-
sulares; trataron de procesarlo por traición, pero al fin,
después del traslado del célebre Palacios, toda esa ola de
malestar en la Isla vino a su nivel normal y este oficial se
ganó el corazón del pueblo hasta el extremo de que a su
muerte en Cabo Rojo, ocurrida en el mes de octubre de
1908, el Consejo Municipal aprobó unánimemente el acta
que a continuación se inserta y que demuestra los hechos
HISTORIA DE CABO ROJO 205

<îe otro de tantos que, como se decía en aquellos tiempos,


"vino por tierra".
El Sr. Ybern poseía la "Cruz de Beneficencia", que. es-
timó siempre como el más alto honor; la "Gran Cruz Roja
•del Mérito Militar", el trato de "Su Excelencia" y la cruz
•de "Caballero Cruz y Placa de San Hermenegildo".
El acta del Consejo Municipal reza así:
MUNICIPIO DE CABO ROJO, P. R.
Oficina del Secretario-Auditor

Yo, Abigail Crespo, Secretario-Auditor del Municipio de


Cabo Rojo, Puerto Rico,
Certifico: Que en uno de los libros de actas, del Consejo
Municipal de este pueblo, archivado en esta oficina y bajo los
folios 210 y 211 de dicho libro, se encuentra un acuerdo que
copiado literalmente dice así:
"Cabo Rojo, Octubre 23 de 1903.—Hon. Consejo Municipal
de Cabo Rojo, P. R.—Señores—En fecha 22 de octubre del co-
rriente año, murió en este pueblo el hidalgo y pundonoroso es-
pañol D. Nemesio Ibern y Cuesta, hijo nativo de la Real Ciu-
dad de Valladolid, España.—A este caballero debe Cabo Rojo
un beneficio inmenso; no haberse enlutado nuestros hogares,
cuando se realizaron en Puerto Rico, los inauditos atropellos
del año 1887.—Es, pues, este Hon. Sr., entonces Capitán de la
Guardia Civil Española, un verdadero benefactor del pueblo de
Cabo Rojo.—Su muerte ha sido sentida profundamente y su
recuerdo imperecedero para los corazones que gozan del puro
y sublime sentimiento de la gratitud.—En su consecuencia, tu-
ve el honor de dedicarle una corona mortuoria, a nombre de es-
te Municipio, brevísimo homenaje postumo al que, en vida, fue-
ra correctísimo hijo de la nación Española, con alma y corazón,
Puertorriqueños.—Creo, pues, muy justo, que este Concejo de-
dique al dignísimo ciudadano una página de grato recuerdo,
unido a la consideración y al respeto que este pueblo guarda
a los deudos del finado, hijos todos de este rincón bendito de
la patria.—Atentamente—firmado—J. E. Comas Pagan—Se-
cretario".—El Concejo unánimemente hace suyo propio el men-
saje de duelo transcrito, y acordó: que una copia de este par-
ticular sea endosado al primogénito de la familia Ibern Fleytas,
bajo la firma de los señores concejales concurrentes al acto;
uniéndose a sus deudos en el profundo y justísimo dolor que
les.aflige.: Asimismo fué acuerdo.que los gastos ocasionados en
206 DR. R. IBERN FLEYTAS

la compra de la corona, sean satisfechos por el Sr. Contador,


con cargo a la partida de "Imprevistos", consignada en el Pre-
supuesto en ejercicio, a cuyo efecto se le pasará copia certifica-
da de este particular".
QUE la transcripción que antecede es una copia fiel y
exacta de su original, cuyo acuerdo fué tomado unánimemente
por el Consejo Municipal de este pueblo, sesión ordinaria, ce-
lebrada el día 4 de noviembre de 1908, y a solicitud del Dr. Ra-
món Ibern Fleytas, expido la presente copia que firmo y sello
en Cabo Rojo, P. R., hoy, día 28 de diciembre de 1933.

ABIGAIL CRESPO
Secretario Auditor.

Estos caballeros que he mencionado y otros más que


no se recuerdan, obraron honrando a su patria. A su vez,
Cabo Rojo prestó a la nación española la ayuda material
y moral en momentos críticos según se sabe. Esos caballe-
ros no aprobaron nada contrario a Puerto Rico; segura-
mente, esperaban oportunidad para borrar de los corazones
puertorriqueños el sentimiento que pudiese desarrollarse
en contra de España.
La recompensa que dio Puerto Rico a estos hombres,
además del afecto y gratitud eterna, consta en la Bibliote-
ca de Mayagüez en un Album color verde, bordado en oro ;
contiene la lista de los pueblos de la Isla con los nombres
de los que contribuyeron económicamente para la guerra
de Africa; el libro está dedicado a Isabel Segunda. Cabo
Rojo figura con la aportación más alta en relación con su&
habitantes, incluso las cabeceras de distrito, con excepción
de Mayagüez y la Capital.
Con estos hechos de unos y otros, los españoles sintié-
ronse caborrojeños y éstos españoles.
Analfabetos e intelectuales creados bajo la domina-
ción norteamericana la mayor parte, se encuentran depri-
midos al pensar que son oriundos de España. Estas narra-
ciones históricas eliminarán ese complejo de inferioridad.
España fué creadora de naciones, de continentes, que
civilizó, trayéndolos a una vida cristiana para ser útil a la
HISTORIA DE CABO ROJO 207

humanidad. Los españoles son el producto de la mezcla de


diversas razas y pertenece a la caucásica o indoeuropea re-
presentada por los elementos iberos, latinos, griegos y go-
dos, mezclada con la semítica, representada por el elemen-
to árabe.
Se hablan tres idiomas derivados del latín; el gallego
con los dialectos asturiano y portugués, en el Oeste ; el cas-
tellano, en el centro, y el limosín, con los dialectos catalán,
valenciano y mayorquín. Además se habla en algunas pro-
vincias Vascongadas y Navarra otro idioma completamen-
te distinto, el vascuence o éuscaro. El idioma oficial en la
nación es el castellano. La religión del Estado es la Católi-
ca con tolerancia de cultos.
España fué por largo tiempo la primera potencia co-
lonial del Mundo. Antiguamente recibió los nombres de
Iberia, Hesperia e Hispània.
Fué invadida por los fenicios, griegos y romanos; por
godos, suevos y vándalos ; por árabes, berberiscos, norman-
dos y franceses en el 1808.
Fué la región más rica y poblada del Imperio Roma-
no; sobresalió en la Edad Media con el Califato de Córdo-
ba; descubrió la América y en tiempos de Carlos I y Feli-
pe II, llegó a ser la nación más poderosa de Europa y casi
totalmente del mundo. Y de la hidalga, valiente y noble
España, son oriundos los puertorriqueños que hoy forman
parte de la nación más libre y democrática del mundo, Es-
tados Unidos de América y que hoy gozan unidos a la gran
nación americana de ese gran privilegio.
En época anterior, gloriosa fué también la estada del
mayagüezano Dr. García de la Torre, durante treinta y
dos años.
Se destacó como un filántropo ejemplar, sin preceden-
te, al tratar con estoicidad admirable a los que cayeron
presa del cólera morbo que desde el Ganges hizo su apari-
ción en 1856 en la Isla. También combatió con igual denue-
do a la viruela africana que sucedió en su corto tiempo a
la plaga asiática.
208 DR. R. IBERN FLEYTAS

La autorizada palabra de D. Salvador Brau era sufi-


ciente para reconocer el alcance intelectual de un hombre,
y Brau solía decir que hacía falta una estatua en la plaza
de Cabo Rojo y que esa tenía que ser la de Felipe Benigno,
a quien consideraba una maravilla a pesar de no saber leer
ni escribir; trovador caborrojeño conceptuado como el me-
jor del Oeste de la Isla, era imprescindible que el pueblo
premiara sus dotes de improvisador. Este hombre, con fa-
cilidad asombrosa y por tiempo indefinido, hablaba, recita-
ba o cantaba décimas sobre el tema que se le impusiera.
Murió en el 1885.
En el año 1918 murió en este pueblo Juan Ramón Cres-
po a los 64 años. Difícilmente se puede describir el valor
y entereza de carácter a la vez que la filantropía de este
hombre. Resignado y valiente; estoicamente soportó la en-
fermedad que lo llevó a la tumba. No le preocupó nunca y
su vida normal la continuó hasta expirar su último suspi-
ro. Era de inteligencia privilegiada ; patriota, sincero y sen-
cillo. En una palabra, un hombre completo, que se hizo
acreedor a la reputación que se creó. Manejando la pluma
en la prosa o el verso demostró sus conocimientos y senti-
mientos.
Allá por los años de 1893 al 1895 bajo la gobernación
del General Don Antonio Daban, visitó varios pueblos de
la Isla y entre ellos a Cabo Rojo, el político y periodista
puertorriqueño Don Antonio Cortón; y con motivo de la
excitación política en que se encontraba aún el país por los
desaciertos de Palacios, el señor Crespo, improvisó y escri-
bió unos versos patrióticos y se los entregó a Cortón.
En la Primera Guerra Mundial, recibió una carta de
su hijo Juventino en la que le comunicaba que, como solda-
do del Ejército Americano estaba en Francia peleando en
Verdum, Chateau Thierre, Saint Michael y otros puntos y
D. Juan Ramón le contestó con estos versos el 8 de diciem-
bre de 1918:
HISTORIA DE CABO ROJO 209

A MI HIJO JUVENTINO

Felicitación en el Año Nuevo.

Me has dicho que eres soldado


de esa noble y gran nación,
que hizo libre Washington,
por su esfuerzo denodado.
No me siento acongojado
por ello, y cifro mi empeño
en decirte: nunca el ceño
arrugues al porvenir,
y muere si hay que morir
como un valiente rojeño.

Tú sabes, hijo querido,


que incurable enfermedad,
sin compasión ni piedad
mi salud ha destruido.
Pero ante el dolor erguido
alentado por mi fe,
mis penas soportaré
tranquilo y con valor fuerte,
hasta que la dulce muerte
su paz eterna me dé.

Pronto irás a las arenas


de la guerra a combatir;
al embarcar y partir
no sientas miedo ni penas.
Recuerdo, que hay en tus venas
gran dosis de sangre hispana,
una poca de italiana,
y, en grado alto, una ola,
roja como la amapola
de h sangre borincana.
210 DR. R. IBERN FLEYTAS

Cierro mi pobre cantar,


y cumpliendo ley de antaño,
te felicito en el Año
Nuevo ya próximo a entrar.
Que una ventura sin par
haga tu vida notoria,
y que el Dios de la victoria
corone tu pura frente
con el laurel refulgente
de la fama y de la gloria.

CAPITULO XV

GUERRA
El 25 de abril de 1898 el Congreso Americano declaró
que existía un estado de guerra con España. Al mes siguien-
te el primer barco de guerra americano pasa por las costas
de Cabo Rojo. Se llama "Yale", apodado por los habitantes,
costaneros el "Tres Chimeneas".
Poco más tarde desembarcan las tropas invasoras ame-
ricanas en Guánica en las primeras horas de la mañana del.
25 de julio de 1898.
El diez de agosto, la columna de 1447 hombres al man-
do del General Schwan sostiene un combate con dos com-
pañías del batallón Alfonso Xïl y una compañía al manda
del valiente capitán José Torrecillas, en los alrededores de
la conjunción de las carreteras Cabo Rojo-San Germán-
Mayagüez, sitio llamado "Vuelta Acacia", dentro de las-
jurisdicciones de Hormigueros y Cabo Rojo. El combate du-
ró tres horas, de las dos a las cinco de la tarde. Los ameri-
canos tuvieron cinco muertos y diecisiete heridos; los es-
pañoles tres muertos, seis heridos y dos ahogados en el río-
Estero, que estaba crecido. El 12 de agosto por la mañana-
entraron dos compañías americanas a Cabo Rojo y como.
a las dos de la tarde otra de caballería.
HISTORIA DE CABO ROJO 211

La Cruz Roja se había organizado en Cabo Rojo por


los elementos de valer de la población, tales como el Ledo.
Ricardo del Toro Soler, Don Antonio Cofresí, Ledo. Fleytas
Colberg, Don Enrique Ramírez Ronda, quienes hablaban
inglés; el Dr. Alfredo Fernández Blanco que dirigía, y Don
Lucas C. Muñiz, practicante.
Se dirigieron a la vuelta de la Acacia para ayudar al
cuidado de los heridos, pero todos estos habían sido reco-
gidos por sus tropas respectivas, y no hubo oportunidad
de traerlos a Cabo Rojo.
Cabo Rojo mostró valiente indiferencia a la llegada de
las tropas americanas. Las tropas confraternizaron con la
población, empezando de esta manera el nuevo régimen en
este pueblo.
Las autoridades municipales fueron sustituidas por
algún tiempo por un sargento y un soldado del ejército ame-
ricano.
El 8 de agosto del 1899 el ciclón San Ciríaco arruinó
la isla y Cabo Rojo recibió ayuda inmediata del gobierno
americano, así como los demás pueblos de la isla.
El General Davis dispuso celebrar unas elecciones y
quedaron disueltos los partidos Puro y Liberal; fueron a
las urnas los Federales y Republicanos. Cien días duraron
las elecciones. Se efectuó una elección diariamente en cada
pueblo. Los Federales triunfaron en 44 municipios y los
Republicanos en 22.
Después de los incendios de la casa esquina de las ca-
lles Carbonell y Muñoz Rivera al Sudoeste, del Teatro men-
cionado ya; de la casa de dos plantas, esquina Barbosa y
Rius Belvis al noroeste; de la casa comercial entre las ca-
lles Muñoz Rivera, Rius Rivera y Maceo, por la parte nor-
te, el embellecimiento de Cabo Rojo se iba manifestando
para el año 1900 y con los nuevos incendios ocurridos el
primero en el 1902 con la destrucción de catorce casas, in-
cluyendo la Alcaldía, casas comerciales y residenciales a
ambos lados de los bloques de la calle Mirasol, hoy Betan-
ces, comprendidas entre Cantera y Prim, hoy Muñoz Rive-
212 DR. R. IBERN FLEYTAS

ra y Brau, respectivamente, y una casa en la contigua calle


Prim, en que murió el obrero Jacinto Ramírez y hubo al-
gunos heridos, cuyo desastre provocó la ayuda de los he-
roicos bomberos mayagüezanos y en el que se destruyó
una gran parte del archivo de Cabo Rojo; de cinco casas,
incluyendo la Corte Municipal en el bloque de Rius Belvis,
comprendidas entre Barbosa y Muñoz Rivera ; de siete más
en la calle Serrano, entre Brau y el Puente, por su lado
sur; de otras dos de dos plantas y un par terreras entre
Barbosa, Rius Belvis y Brau, en su parte norte, y otros
varios incendios más de poca importancia, ha ido así des-
apareciendo el viejo caserío, siendo sustituido por moder-
nas construcciones.
CAPITULO XVI

JUAN EZEQUIEL COMAS PAGAN Y JOSE MORALES

Juan Ezequiel Comas Pagan, digno biznieto del defen-


sor de Zaragoza, fué laureado con lira de oro en los Juegos

pP*5 ' •"

w (•pf'j

Juan Ezequiel Comas Pagan

Florales de Mayagüez por su poema "La Poesía", dedicada


a las Ninfas del Yagüez, en el 1897 y premiado otra vez
con Margarita de Plata en los Juegos Florales de Cabo Rojo
214 DR. R. IBERN FLEYTAS

por su poesía "Al Mar", dedicada al bello sexo caborroje-


ño en el 1896.

AL M A R
La contemplación y el estudio de
la naturaleza acortan la distan-
cia entre el pensamiento y Dios.
El Autor.

¡Cuántas veces en mi la amarga pena


y el afán redimiste, oh mar! A solas,
sobre la blanca arena,
los rumores escucho de tus olas,
que en confuso tropel se precipitan,
y raudas se agigantan,
retroceden, y vuelven y se agitan
con insaciable brío,
y en graníticos diques se quebrantan,
llenando el corazón de espanto y frío.

El hombre, un día no en vano,


volando tras fantásticas visiones,
se detuvo ante ti, gran océano:
contempló tus regiones,
ansioso de cruzar tu amplio hemisferio,
y le mostró el destino,
en medio del misterio,
sobre tua crespas ondas un camino;
y tosco frágil pino
bastó, no más, a dominar tu imperio.

Y vieras en el tiempo más sereno,


con los céfiros suaves,
o en las borrascas de tu hirviente seno,
surcar gallardas las veleras naves!
HISTORIA DE CABO ROJO

Y tú, a los pies del hombre, que no pudo


•acobardar la niebla de tus brumas,
con hercúlea pujanza y golpe rudo,
ruges, bramas, resuenas,
y levantas pirámides de espumas,
y azotas con soberbia tus arenas.

Así te quiero yo y así te admiro,


y asi te rindo mis acentos, ora
en el blando suspiro
que imitan en su giro
las ninfas de tu espuma bullidora;
o en él desdén que muestras orgulloso
por tu propio reposo,
o en el rudo turbión que en ti fermenta,
si luchas proceloso
con las furias del ignoto y la tormenta.

Tu soberbia, y desdén, tu paz sublime,


él corazón imita;
como tú se desborda o se reprime;
ya plácido palpita,
al sentir el amor que le redime;
de súbito se irrita
en sus horas de ámelo y de venganza;
ya calma de repente
su vértigo imponente,
cuando sueña perdida su esperanza.

Por eso, al contemplarte, mar profundo,


desbordado, violento,
llenando de pavor y espanto al mundo,
se estremece a la vez mi pensamiento,
y extático te mira
y sigue tu espantoso movimiento,
hasta perderse en la espumosa pira
de tus furias ignotas,
DR. R. IBERN FLEYTAS

y en tropel se levantan de mi lira


tempestades de versos y de notas.

¡Cuan grata la impresión que el alma siente


al contemplar tus olas
bajo la viva luz del sol naciente!
Flotantes aureolas,
para ceñir tu frente
entretejen las silfides a solas,
y te alzas o desmayas
en inquieto nivel, bajo las brumas,
o circundas las playas
con alfombras de nítidas espumas.
Y es ver cuál orgulloso te retiras,
y vuelves con tus iras
a remover las encrespadas ondas,
y de la roca en torno,
con mágico trastorno
al aire sueltas las gallardos blondas,
que en cristal retratas
con satánico impulso al repelerlas,
y sobre ti desatas
como lluvia de espumas y de perlas.

¡Y siempre tus fantásticas regiones


de vida haciendo alarde!
Desata sus crespones
el crepúsculo bello de la tarde:
al oriente la luna majestuosa
tras la sierra escabrosa,
surge cual bello globo el topacio;
abajo, sus alfombras de esmeraldas,
arriba las guirnaldas
de estrellas que coronan el espacio.

Y vuelves a bramar: bajas y creces,


y mil y otras mil veces,
HISTORIA DE CABO ROJO 217

en espantoso estruendo
te humillas con desdén, con fragor subes,
tus volcanes de espuma confundiendo
con los albos penachos de las nubes,
y en los senos oscuros,
las algas removiendo a tus antojos
arrojas sus despojos
en confuso tropel sobre tus muros.

Así tú, mar de la existencia humana,


te desbordas y ruges,
los senos al sentir de lodo henchidos;
con fuerza soberana,
duplicas tus empujes,
tu cólera redoblas y rugidos,
y al fin tenaz vomitas
al déspota execrable y sus cadenas,
que luego precipitas
en turbiones de sangre a tus arenas.

Y ¿rebramas, oh mar?... ¿Será que aspiras


con tus tremendas iras
llenar de espanto y de terror mi mente?
¿Ignoras que yo mismo
siento de un mar las mismas convulsiones,
que al rugir imponente,
donde un abismo cierra, abre otro abismo,
y en la lucha insaciable
de sus propias pasiones
tenaz se muestra y como tú, indomable?...

Tal, desdeñando tu feroz bravura,


el hombre audaz clamara,
y del crudo oleaje a la ventura,
altivo se lanzara.
Tus crespas ondas, sacudiendo en vano,
con soberbia irrisoria,
218 DR. R. IBERN FLEYTAS

intentaste oponer contra su genio:


él fué tu soberano,
su ley te impuso, te rindió su gloria,
y alzó sobre tu campo su proscenio.

Inútilmente acaso
le hiciste estremecer, cuando altanero,
al azar del destino,
traspasó tus regiones hasta el ocaso.
El halló derrotero,
domó tus olas, se trazó un camino;
y sobre las espumas,
que volcánicas luchan en tu orilla,
surgió, dentro de las brumas,
el mundo de Colón, para Castilla.

Y fué la vez primera, que valiente


el hombre desafiando
el soberbio turbión de tu onda fiera,
los límites borró del occidente,
en su afán desdeñando
la vil preocupación que le oprimiera.
Así la luz hermosa
brilló de la verdad, el firmamento
abarcando gloriosa
el águila caudal de pensamiento.

Y ¿quién te impulsa, oh mar? ¿qué oculta mano


el movimiento ordena
de tu insondable arcano,
y tu ardimiento indómito refrena?
¿A quién imitas? ¡Ah! sólo te guía
la ley que rige al día,
al sol, los hemisferios:
así estrechas los círculos distantes,
como extiendes tus olas resonantes,
y reduces o ensanchas tus imperios.
HISTORIA DE CABO ROJO 219

Y en ti dan expresión a la alegría


las notas de armonía,
que el céfiro improvisa en tus espumas;
honda melancolía
el nocturno misterioso de tus brumas;
la calma de tu abismo
reposo, languidez, abatimiento;
valor, fuerza, ardimiento,
locura, paroxismo,
y la febril inquietud) de tu elemento.
Y ¿nunca has de callar?... Las primaveras
a otras sucediendo,
pasarán sobre ti como quimeras;
con repetido estmendo
se cernirán en ti las tempestades;
el trueno desatado
resonará en las amplias soledades,
•y tú, con sordo grito,
responderás airado,
•remedando la voz del infinito.
Pregonarán los tiempos tu proeza,
él pincel tus colores,
la ciencia tus secretos y belleza,
la lira his primores,
>?. Historia tu magnífica grandeza.
Y el hombre audaz, ansioso
de ensanchar los espacios de su gloria,
domará valeroso
tus iras de coloso,
en medio del clamor de su victoria.
Y rodarán los años tras los años:
en pos los desengaños
volverán otras nuevas ilusiones;
florecerán sobre su tumba fría
•nuevas generaciones;
220 DR. R. IBERN FLEYTAS

la libertad un día
se forjará a sí propia su cadena,
y el hombre, esclavo de su afán y empeños,
se agitará en la arena
del proceloso mar de siis ensueños.

Y será el corazón tumba latente


de todo cuanto ama;
del placer, de la gloria, de la fama.
La soñadora mente,
foco de vida, salvadora llame,
y tú mar... el abismo,
donde vaya a tener tanta grandeza;
y, por ley de atavismo,
elabora en ti mismo
otra nueva creación Naturaleza.

También obtuvo varios premios, y en certámenes cele-


brados en San Juan, varias menciones honoríficas.
Sus estudios preliminares los hizo en Cabo Rojo, y el
bachillerato en el Liceo de Mayagüez.
Con igual facilidad que la rima poética manejaba el
cálculo y las matemáticas, siendo un constante investigador
en tales materias. Muchos amigos le llamaban cariñosamen-
te "El Loco" por sus cálculos matemáticos.
Trabajó en varias casas comerciales de Cabo Rojo,
Mayagüez y otros pueblos de la isla. Ocupó varios puestos
de importancia en distintas sociedades culturales, políti-
cas y masónicas. Como miembro de las sociedades secretas
y patrióticas, se distinguió siempre, habiendo sido deteni-
do por la Guardia Civil española durante la existencia de
la sociedad secreta llamada "El Lazo Rojo".
Se batió en duelo a pistola con el laureado poeta Ledo.
Ricardo del Toro Soler ; dos románticos, dos caracteres apa-
sionados de la literatura y la poesía, dos admiradores de
la naturaleza con iguales sentimientos y pasiones; dos va-
lerosos defensores del honor. Expusieron a Cabo Rojo a su-
HISTORIA DE CABO ROJO 221

frir la pérdida de dos preclaros hi-


jos queridos y amados de todos.
Nació en Cabo Rojo el 10 de abril
de 1870 y murió en Mayagiiez el
3 de Noviembre de 1828. ,!
Otro poeta, José C. Morales,
nació en el barrio Miradero, de
este pueblo, el día 8 de agosto del
año 1891, siendo sus padres don
Claudio Morales y Velasco y doña
Carmen Pérez.
En una escuela de su mismo
barrio recibió lecciones de ins-
trucción primaria y como allí no
pudiera adquirir otros conoci-
mientos mayores, fué un autodi- José C. Morales.
dacto consultando libros y hacien-
do preguntas a personas que sabían.
A los quince años ya componía versos y escribía chis-
tosos trabajos en prosa. El periódico "La Bruja" que diri-
gía en Mayagiiez el festivo escritor don Pablo Puig, publi-
có muchos de sus "TIJERETAZOS" que el público leía con
gusto y daba el tema para la conversación y crítica.
En el "Heraldo Español", de don Vicente Balbás Ca-
pó, colaboró, siendo muy joven; y en "El Mundo", Puerto
Rico Ilustrado" y otros periódicos y revistas del país, se
han publicado algunos de sus trabajos que habrán tal vez
desaparecido en las hojas poco durables del periódico, pues
este escritor ni deja copia de lo que da a la prensa, ni con-
serva lo publicado.
De sus trabajos que conocemos, vamos a copiar la poe-
sía "Tu Isla", donde demuestra sentimientos y un fino li-
rismo, escrita para su hija Fornarina, ausente en Nueva
York.
DR. R. IBERN FLEYTAS

TU ISLA
Para mi hija Fornarina,
residente en Nueva York.
I
¿La recuerdas? ¿no la olvidas?
¿En tu ausencia no la amas?
¿No la ves en tus ensueños,
En medio del mar gallarda?
Quiérela mucho. No arranques
Su recuerdo de tu alma,
Que el amor de los amores
Es el amor de la 'patria.

II
Aquí tu cuna mecióse
Entre mimos, entre gracias,
Tu amante madre besando
Tu boquita sonrosada;
Aquí tu primer sonrisa
Y tu primera palabra,
Resbalaron de tus labios
Inocentes, puras, castas;
Aquí te ofreció la vida
Su tesoro de esperanzas
En provechosas lecciones
Que la escuela te brindaba;
Por eso tienes que amar,
Con el fino amor del alma
¡Esta islita, que es tu cuna,
Esta islita, que es tu patria!

III
Allá el coloso que asombra,
El batallar en la fábrica,
HISTORIA DE CABO ROJO

La agitación de la vida,
El correr, la lucha, él ansia....
Un cielo oscuro, sombrío,
Nebulosas las mañanas
Y las tardes grises, frías,
Sin puestas de sol gallardas.

IV
Aquí el amor, la poesía,
Los nobles ciatos del alma,
Las sublimes emociones
Y las satisfacciones caras.
Sin bullicio las ciudades,
En el hogar paz y calma,
Himnos al trabajo santo
En el taller y en la fábrica.
En la familia armonía,
En el templo la plegaria,
Y en el corazón siempre abierto
A la caridad cristiana.

V
Así tu islita, hija mía;
Así la joya antillana,
Rica perla desprendida
De la corona de España.
Pequeña patria que encierra,
En urna jamás tocada,
El tesoro de hidalguía
Del genovès que la hallara.
La que ha sabido sufrir,
Libre nunca, siempre esclava,
Y el eco de su protesta
En vano a los aires lanza!
224 DR. R. IBERN FLEYTAS

Admira, desde luego que admira, ver cómo triunfa la


inteligencia, venciendo obstáculos, sin retroceder, camino
siempre de la cima.
Nadie que no hubiera nacido con una mente privile-
giada como la de José C. Morales, hubiera descollado como
él, que sólo tuvo como centro de estudios una humilde es-
cuela rural.
Y no asombre esto de que no pasó de la escuela rural
para otro plantel de enseñanza más elevado; lo que admi-
ra es que a los dos años de escuela sabía más que sus com-
pañeros que llevaban cuatro y cinco años de clases.
A José C. Morales, como a Fray Luis de León, le ha
gustado vivir "Alejado del mundanal ruido". Acreedor a
la mejor sociedad, no se le ve nunca en fiestas sociales, ni
gasta lujos ni ostentaciones. Jamás ha concurrido con tra-
bajo alguno a ningún certamen literario. No sube a tribu-
nas públicas, no recita en reuniones. Es un ser especial,
con un alma toda bondad y un corazón todo nobleza. En
la prensa del país colabora muy a menudo con artículos que
demuestran un estudio consciente de las enfermedades de
la caña y otras plantas; también en agricultura general ha
explicado sus métodos y prácticas para bien general. Vive
rodeado de sus libros de historias y agricultura y reside
siempre en su finca en Miradero ; sus compueblanos y ami-
gos le llaman el Bardo del (barrio) Miradero. Reside en
la misma finca que heredara de sus padres. En dicho ba-
rrio es el consejero y gran maestro en agricultura.
CAPITULO XVII

HOMBRES ILUSTRES DEL SIGLO XIX-XX

También hijo de este pueblo que le hace honor, es En-


rique Ramírez Ronda, ilustre político, orador elocuente, de
amplios conocimientos, que cursó sus estudios en las es-
cuelas de Cabo Rojo y tomó el bachillerato en el Liceo de
Mayagüez.
Ocupó varios puestos de confianza en las sociedades se-
cretas del "Lazo Rojo" y "Torre del Viejo"; fué masón de
altos grados de aquellos tiempos y ferviente defensor de la
independencia de su isla; factor eminente en la sociedad
caborrojeña y cooperador de la cultura isleña.
Consecuente con sus ideales políticos, recto de carác-
ter, su popularidad le llevó a ocupar el puesto de Alcalde,
desempeñándolo con tanto acierto, que fué un éxito en el
progreso moral y material de la comunidad.
Casi arruinado por la política, abrumado por las de-
cepciones, aunque lleno de gloria, organizó una emigración
a Méjico, de acuerdo y con la protección del Presidente
Porfirio Díaz, fué un éxito; pero tuvo la mala suerte de
que en pleno desarrollo de la colonia puertorriqueña sur-
gieran las continuas luchas revolucionarias que echaron
abajo el progreso verificado, diseminándose los miembros
de la colonia por distintos puntos de dicha República. Que-
daron sin recursos y a merced de su suerte en el país de los
aztecas.
Residió en la capital mejicana al frente de su oficina
de negocios, siempre, como buen puertorriqueño, acarician-
do la idea del regreso para vivir sus últimos días en su Ca-
226 DR. R. IBERN FLEYTAS

bo Rojo, no logrando su ansiado empeño por sorprenderlo


la muerte en el año 1930.
Este otro meritísimo caborrojeño que vamos a biogra-
fiar, Pedro F. Colberg, nació en 1870 (un año antes de
inaugurarse el segundo Teatro de Cabo Rojo, a iniciativas
de Salvador Brau y Asencio, con el estreno de su obra "Hé-
roe y Mártir").
Sus estudios elementales los cursó aprovechadamente
bajo la dirección del profesor D. Arcano Duran. Gustaba
de los deportes hípicos durante sus vacaciones de estudian-
te, en las fincas de sus padres D. Alejandro Antonio Col-
berg y Doña Rosalía Pabón, en d'jnde, según usanza de la
época, criaban "potros de sangre", tanto por lucro comer-
cial como por necesidad para el transporte.
Ya adolescente, cursó estudios secundarios en el "Li-
ceo de Mayagüez" y en el Colegio de D. Isidoro Colón, de
Ponce, obteniendo diploma de Bachiller. No obstante las se-
rias dificultades de aquellos tiempos en lo que a instruc-
ción se refiere, realizó estudios por enseñanza libre, gra-
duándose de Farmacéutico, después de algunos años de
práctica en el antiguo y acreditado establecimiento de far-
macia de D. José Antonio Fleytas y Suárez, cuya vasta ilus-
tración y carácter bondadoso, ayudaron eficazmente a nues-
tro biografiado en sus empeños de estudiante.
Durante la dominación española en nuestra isla, mili-
tó siempre en el partido liberal, formando parte de los Co-
mités de esa agrupación y colaborando con la junta revo-
lucionaria de New York en su empeño por la independen-
cia de Cuba y Puerto Rico, lo que le valió, como era natu-
ral, la enemistad del elemento conservador y anexionista.
Después de la invasión americana en Puerto Rico y al
iniciarse el movimiento político liberatorio de Muñoz Rive-
ra, ingresó pleno de entusiasmo en el partido del procer,
donde a fuerza de lealtad, honradez política y sacrificios
materiales, llegó a cer, juntamente con Fleytas Colberg su
primo, el hombre de confianza de Muñoz y uno de los cabo-
HISTORIA DE CABO ROJO 227

rrojeños más influyentes en la alta dirección de su partido


y en las esferas gubernamentales.
Su vocación por el estudio no se limitó a las ciencias
de su carrera, sino que alcanzó alta erudición en los estu r
dios históricos, literarios y filosóficos, especialmente en
estos últimos, donde conquistó reputación merecida como
autoridad en psicología y metafísica, fundando centros de
investigaciones científicas y colaborando en la prensa den-
tro y fuera del país sobre los abstrusos tópicos del postum-
bra.
En su pueblo desempeñó los más altos cargos de con-
fianza y responsabilidad pública, tales como Juez Munici-
pal por elección popular, Presidente de Bancos, Venerable
Maestro de la Logia "Cuna de Betances", presidente de
Centros Sociales y Representante al Parlamento Insular
por el Distrito Representativo No. 17.
Aumentó su cultura intelectual con provechosos viajes
por las Antillas y Estados Unidos, y tal fué el amor y la
confianza que le guardaron sus compueblanos, que fué siem-
pre consultado de todos y sus consejos fueron en todo tiem-
po seguidos al pie de la letra por estar inspirados en los
más firmes principios de bondad y justicia.
La caridad, alta virtud cristiana, fué la aspiración su-
prema de su vida y los pobres de Cabo Rojo, que aún le llo-
ran, dan testimonio elocuente de aquella alma, tan sencilla
como buena, que vino al mundo con la noble misión de en-
señar, hacer el bien y servir de ejemplo elevadísimo de ciu-
dadano, de amigo y amante padre de familia.
Que sirva de ejemplo, de acicate, para esa juventud
que se levanta y en la que tenemos cifradas todas nuestras
esperanzas y nuestra ventura, la vida de este "mata con
jacha", y de todos los caborrojeños que han pasado por la
pantalla de la vida, dejando la estela de luz, moral e inte-
lectual.
Herminio Brau Delgado nació en el 1881. Es composi-
tor y profesor de música, sobrino de D. Salvador Brau y
228 DR. R. IBERN FLEYTAS

Asencio. Hombre de talento; instruido como todos los des-


cendientes del Historiador. Es modesto y afable. Fué inicia-
dor y fundador, con el Alcalde José Antonio Fleytas Col-
berg, de la Banda Escolar de Cabo Rojo, que en el concurso
de bandas escolares en San Juan, en el 1911, cuando se ce-
lebraba la Feria Insular, obtuvo el segundo premio. Con
ese motivo fué muy solicitada en varios pueblos de la isla,
entre ellos Ponce y San Juan para tocar en Casinos y pla-
zas. Dio mucho nombre y fama a Cabo Rojo en este sen-
tido.
Muchos jóvenes miembros de esta banda son profesio-
nales diseminados en la isla: médicos, dentistas, abogados,
farmacéuticos e ingenieros. Otros son músicos notables que
viven de esa profesión en los Estados Unidos.
Luis Brau Delgado fué profesor de escuelas. Llegó a
ser director y administrador del periódico "Pica-Pica", en
San Juan.
Mario Brau, fué célebre caricaturista y pintor.
Salvador Brau Zuzuarregui fué poeta y escritor. En
fin, la familia Brau ha dado brillo a Cabo Rojo y a Puerto
Rico; ha producido hombres notables y que posiblemente
es caso único en este país en donde todos los descendientes
Be hayan destacado sin excepción.
Entre los hombres ilustres que ha producido Cabo Ro-
jo para orgullo propio y gloria de Puerto Rico, José Anto-
nio Fleytas Colberg figura en primera línea, no solamente
como intelectual en el campo limitado de su pueblo, sino
que brilló con luz propia en la gallarda pléyade de los hom-
bres más conspicuos de nuestra tierra.
Nació en Cabo Rojo el día 4 de octubre de 1870, hijo
del Ledo. José Antonio Fleytas y Suárez y de Doña Amalia
Asunción Colberg y Cuesta, naturales, el primero de Maya-
güez, y la segunda de Cabo Rojo.
Comenzó el aprendizaje de las primeras letras en una
escuela elemental de su propio pueblo, donde comenzó a dar
señales de una precocidad poco común, pasando más tarde,
HISTORIA DE CABO ROJO

Ledo. José A. Fleytas Colberg

en calidad de interno, a un Colegio de Ponce, regido por los


Padres Jesuítas, y ya en 1883, a los 13 años de edad, esta-
ba preparado para el comienzo del Bachillerato, que había
de, a su tiempo, abrirle las puertas de la Universidad; in-
gresó dos años más tarde en el "Liceo de Mayagüez" co-
menzando estudios que terminó en Barcelona, graduándose
en la ciudad Condal con elevadas notas de Bachiller en
Ciencias.
Regresó a Puerto Rico al finalizar el año memorable-
mente aciago del 1887, matriculándose en el Colegio de
Farmacia, donde recibió la licencia tras brillantísimos exá-
menes. Militó en las filas avanzadas del liberalismo regio-
nal, manteniendo siempre ideales libertadores y figurando
en sitio de peligro dentro de las asociaciones secretas esta-
blecidas en la Isla para laborar por la independencia patria
en aquellos tiempos en que se pagaba con la libertad y la
230 DR. R. IBERN FLEYTAS

hacienda, y a veces con la vida, el anhelo legítimo de la


emancipación política del terruño y a pesar de su cuñado,
español y capitán de la Guardia Civil en aquel entonces.
En la institución masónica conquistó, por méritos de
servicio y aptitudes intelectuales el grado 32, y fué exalta-
do a la Veneratura de su Logia, cuyos destinos encaminó
siempre por seguras sendas de progreso.
Fué co-fundador del "Casino Club Unitario de Cabo
Rojo", figurando como Presidente de esta sociedad por más
de una vez. Desempeñó además, por elección popular, car-
gos públicos, como el de Alcalde, por dos términos, dejan-
do obras que perpetúan su memoria como administrador y
jefe ejecutivo del pueblo, tales como el edificio de la Alcal-
día Municipal, uno de los mejores y más bellos edificios
públicos en los pueblos de segundo orden, el embellecimien-
to de la plaza de Recreo, con jardines curiosamente distri-
buidos en figuras geométricas, que la desidia y el abando-
no de administraciones posteriores dejaron arruinar; la
plaza de Mercado, el matadero, el cementerio nuevo, ace-
ras y calles nuevas.
Desempeñó, asimismo, el difícil cargo por elección de
Juez Municipal, y durante su presidencia de la Corte de-
mostró ante los abogados del distrito que a ese tribunal lle-
varon sus litigios, el más amplio y razonado criterio jurí-
dico, que fueron justos al reconocer los letrados postulan-
tes, y puede afirmarse categóricamente, que regeneró con
sus sentencias y juicios emitidos al elemento maleante que
perturbaba la tranquilidad y seguridad de los vecinos. En
esta época misma, al ingresar los EE. UU. como beligeran-
te en la primera Guerra Mundial, fué Presidente de la Jun-
ta Militar de Conscripción, dejando un record brillante en-
tre los más eficaces que para ese tiempo se escribieron en
Puerto Rico. Continuó como juez municipal tres años des-
pués de aprobada la ley que prohibía ser juez si no tenía
el título de abogado.
HISTORIA DE CABO ROJO 231

Fué extremadamente generoso; exagerado quizá, lle-


gando su magnificencia a tal extremo, que murió pobre,
no obstante haber heredado de sus padres una fortuna re-
gular y haber obtenido muchas ganancias en su altamente
acreditado establecimiento de farmacia.
Durante su período de administración municipal, con
Ja cooperación del profesor de música Don Herminio Brau
Delgado, organizó una banda escolar con alumnos de las
escuelas, que tuvo resonantes éxitos en los torneos efectua-
dos con otras bandas escolares, obteniendo premios y dis-
tinciones siempre que hubo de competir en las justas del di-
vino arte.
Fué Fleytas Colberg un poeta de hondos sentimientos
y estro vigoroso ; aunque escribió poco para el público, dejó
inédito mucho y bueno, que tal vez, en su día, salga a la
luz para recreo cultural del lector y consagración definiti-
va del autor como soñador delicado, de laúd apasionada-
mente sonoro. Más conocido fué como orador, de imagina-
ción fecunda, dicción fácil y elocuente, embelleciendo el
concepto profundo con las sutiles galas de un castellano
puro, correctísimo, cuya técnica dominaba con elegancia y
donosura.
Hombre de tan vasta cultura, era natural y lógico que
delirara por los viajes; de haber sido rico hubiera recorri-
do el mundo. No obstante, visitó España, Islas Canarias,
Cuba, Panamá, Venezuela y Colombia.
En las tertulias familiares de su farmacia, la de J. A.
Fleytas Suárez (su padre), figuraron como asiduos con-
currentes el Dr. Betances, don Salvador Brau, don Fran-
cisco Comas Ritter, el doctor Salvador Carbonell, Dr. Angel
Franco, don Loreto de J. Montalvo, don Juan E. Comas
Pagan, don Antonio Acarón Correa, Ledo. Ricardo del To-
ro Soler, Lucas C. Muñiz, el Cura Párroco Carlos Joffre,
Dr. A. Fernández Blanco, y otros; todos intelectuales de
amplísima cultura, cuya charla amena e instructiva, era, ca-
si siempre, cátedra selecta sobre tópicos de arte, ciencia,
literatura, filosofía, etc., y de estas exquisitas reuniones
232 DR. It. IBERN FLEYTAS

Casa Alcaldía construida por el Alcalde Flcytas Colberg.

surgieron más de una vez magnos proyectos de empresas


culturales y de utilidad pública, como la construcción del
primer Teatro de Cabo Rojo y la formación de un notable
cuadro de aficionados que representó con maestría dramas
de Brau, Toro Soler y Comas Pagan.
Tal fué la inolvidable figura de nuestro biografiado,
aristocrático de porte, popularísimo y sencillo de alma, cu-
ya muerte siente Cabo Rojo con toda la intensidad con que
se siente la desaparición de los hijos predilectos.
Murió en San Juan de Puerto Rico; pero queriendo
que sus restos reposaran por siempre en tierra caborroje-
ña, expresó este deseo a su sobrino Dr. Ramón Ibern Fley-
tas y a sus amigos don Herminio Dávila y don Víctor A.
Carbonell, quienes cumplieron esta voluntad final; y así
reposa en el camposanto de su pueblo, junto a sus padres,
esposa e hijo, bajo la tierra amada, que corresponde al ca-
HISTORIA DE CABO ROJO 233

riño del hijo preferido, dando a su tumba la caricia de las


auras y el perfume de sus flores, policromadas.
Sería incompleta esta obra, si no incluyéramos al ve-
nerable Gregorio Ramírez Vélez, de ejemplar bondad, no-
ble y franco; con una cultura amplia, una ilustración sóli-
da y forjada en el crisol educativo de su pueblo en aquellos
tiempos de los Brau, Carbonell y Betances, en que la edu-
cación se hacía difícil.
Toda su vida la consagró a servir a sus semejantes has-
ta llegar al sacrificio. Fué un filántropo en toda la exten-
sión de la palabra. Se destacó en el liberalismo radical, sien-
do discípulo aprovechado de aquellos grandes puertorrique-
ños que pedían la libertad de su patria cuando esto conti-
tuía un delito.
En la tribuna defendió siempre lo que él juzgaba era
de justicia y no se sometió ante imposiciones; cuando ha-
blaba o escribía, ponía todo su sentir y pensar en tal forma
que gráficamente se veía claro y diáfano su razonamiento.
Era un hombre muy querido de su pueblo y posible-
mente no pasó un año de su vida, desde sus veinte años, en
que no ocupara dos o más cargos distintos en lo masónico,
social, cultural, económico, o político.
Fué Venerable Maestro y obtuvo altos grados hasta el
32 ; fué fundador y miembro de las sociedades secretas "To-
rre del Viejo" y "Lazo Rojo" ; ocupó todos los cargos de la
Directiva del famoso "Casino Club Unitario de Cabo Ro-
jo". De todas las asociaciones culturales y políticas, D. Go •
yo, como cariñosamente se le llamaba, formaba parte prin-
cipal. Su puesto entre los grandes hombres estaba designa-
do ya desde el 1887 en que se perfiló el político tenaz e in-
teligente.
En suscripciones, obras caritativas y culturales era de.
los primeros cooperadores.
Recibía toda la prensa del país y leía mucho, constan-
temente, en su magnífica biblioteca que aumentaba de día
en día.
234 DR. R. IBERN FLEYTAS

Plaza del Mercado, construida por el Alcalde Fléytas Colberg.

En fin, era otro de los muchos que dieron cuanto te-


nían en bien de su pueblo y su país, llegando al sacrificio.
Murió en el año 1926, rodeado del pueblo y sus amigos.
Don Roberto H. Todd hace una relación magistral so-
bre la vida del Dr. Carbonell que reza así:
"Fué ésta una de las figuras más interesantes de su
época, aquella de la segunda mitad del siglo XIX, tanto en
su vida como ciudadano, como médico y como político. Cree-
mos que estos son los caracteres que debe conocer y estu-
diar preferentemente nuestra juventud actual; los de aque-
llos puertorriqueños que supieron serlo dignamente, en la
época dura del coloniaje duro y opresivo del gobierno es-
pañol en estas tierras.
Hoy todos somos patriotas, valientes y capaces de tra-
tar de tú al mismo Jefe de la Nación, si fuera preciso. To-
ca al estudiante de patriotismo comparar lo que significa y
HISTORIA DE CABO ROJO 235

vale el vocablo actualmente, comparándolo con la época in


que florecieron hombres del temple dei doctor Carbonell.
Natural de Cabo Rojo, perteneció a la misma época de su
ilustre paisano el doctor Betances, aunque residiendo du-
rante casi toda su vida en la ciudad de Mayagüez. Desde
muy temprana edad se inició en las luchas políticas, figu-
rando en el partido que defendía las libertades de su patria.
Sus padres le enviaron a estudiar Medicina a París y
fué tanto lo que aprendió y asimiló, que cuando volvió a
Mayagüez en seguida fué reconocido como el médico de
más valer, aunque existían otros que habían logrado tam-
bién justa fama. Carbonell había tenido la fortuna de que
mientras estudiaba en París, la Ciencia diera avances se-
guros y así pudo traer a su retorno a Mayagüez, los más
modernos inventos y aparatos para combatir ciertas enfer-
medades, entre ellas la difteria. Precisamente una epide-
mia de esta mortífera enfermedad, en su estado más ma-
ligno, estaba haciendo estragos en Mayagüez y es fama
de que todos los casos asistidos por el doctor Carbonell,
eran tantos éxitos; siendo notorio que el doctor Carbonell
lo mismo atendía al rico que podía pagarle que al pobre
infeliz que nada tenía.
Entre las personas atacadas de difteria y de la clase
clasificada de maligna, había una niña de pocos años, hija
de un español rico de Mayagüez, comerciante, hacendado
y hombre influyente en la política conservadora-intransi-
gente de aquellos días. Los médicos que atendían a la niña,
desesperaron en su salvación y así se lo dijeron al padre,
agregando que mejor sería que llamase al doctor Carbonell,
quien tenía sobre ellos la ventaja de haber estudiado en
l^arís los últimos adelantos de la ciencia en esa enfermedad
y era poseedor de los mejores aparatos para combatir si
mal. Sus éxitos recientes eran bien conocidos. El padre de
la niña se resistía a seguir ese consejo. El y el doctor Car-
bonell habían tenido choques fuertes, agrios, con motivo
de la política local y él no se avenía a bajar la cabeza ante
236 DR. R. IBERN FLEYTAS

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HISTORIA DE CABO ROJO 237

un adversario nativo. Además, él tenía la certeza de que el


doctor Carbonell no vendría tampoco a su casa.
La madre de la niña enferma, puertorriqueña, en vista
de que los médicos que atendían a su hija, casi la habían
desahuciado, se encaró con su esposo, incriminándole de
mal padre. —¡ Tú debieras ir personalmente a buscar a Car-
bonell y suplicarle de rodillas que venga a salvar a nues-
tra hija. Eso es lo que corresponde a un padre que quiere
a su hija!
Esta era una cantaleta a cada hora del día y la niña
iba de mal en peor y el político intransigente que había en
aquel padre no cedía, cuando se le ocurrió a esa eminencia
política, llevar el asunto en consulta a un cónclave, compues-
to de media docena de políticos, tan juníperos como él, y el
consenso de opinión fué que, tratándose de la vida de su
hija, aquel señor debía acudir en debida forma al doctor
Carbonell, esto es, por medio de una atenta carta, invitán-
dole a venir a ver a la niña y a hacerse cargo del caso, y
así lo hizo y se escribió la carta.
Ante esta invitación el doctor Carbonell respondió in-
mediatamente. Llegó a la casa y echando a un lado atencio-
nes y circunloquios, pidió que lo llevaran a donde estaba la
enferma. Se quitó la chaqueta, se esterilizó bien las manos,
abrió su estuche y sacó los aparatos necesarios y reconoció
lavgarganta afectada de la niña y procedió en seguida a
hacer lo que la ciencia le ordenaba. Terminada la primera
operación, el médico prescribió lo que había que hacerse
y dejó a la niña durmiendo tranquilamente. Es fama de que
después de una semana de atención constante, haciendo el
doctor Carbonell tres y cuatro visitas diarias, por fin la ni-
ña estuvo fuera de cuidado.
Cuando todo hubo terminado y en la casa se entró en
la acostumbrada normalidad, ia madre de la niña le pre-
guntó un día a su marido si no le había pedido la cuenta
al doctor Carbonell. —¡ No, yo espero que él me la pase sin
yo pedírsela!—, y pasó un mes y otro mes y la cuenta no
venía y empezó el español a inquietarse. —¡Ese— decía—
238 DR. R. IBERN FLEYTAS

¡es capaz de rajarme con una cuenta exorbitante!—, por-


que es bueno que se sepa que este hombre era además de
intransigente, tacaño. Era capaz de cualquier indignidad
para evitar tener que gastar un solo peso.
Pero la situación no podía continuar así; era preciso
hacer algo. Y acudió otra vez en consulta ante el cónclave
de conservadores del Centro y éstos le aconsejaron que en-
cargara un buen coche de médico y lo equipara con una
buena pareja de caballos y se lo enviara al doctor como un
regalo, con una expresiva carta.
Así lo hizo el muy bruto. Encargó al Norte —como se
decía entonces— un coche, que puesto en Mayagüez, le sa-
lió por $1,400; consiguió una buena pareja de caballos y
mandó ambas, con su propio cochero, a casa del doctor Car-
bonell, con una carta diciendo que tenía mucho gusto en
enviarle ese regalo por lo bien que se había portado en la
enfermedad de su hija. Carbonell leyó la carta y dijo al co-
chero : —¡ Vuelva usted con ese coche donde ese señor ; y dí-
gale que el coche que yo use, será porque yo lo compre de mi.
bolsillo. Que no le acepto el regalo!
—¡Ahora sí que me raja —fué el comentario del co-
merciante; y se dice que pasó muchas noches en vela ca-
vilando sobre la cuantía de la cuenta que le iba a pasar el
doctor Carbonell. Pasaron varios días y como la cuenta no
venía, ,el español decidió ir personalmente a solicitarla.
El doctor Carbonell lo recibió en su oficina y cuando
le llegó el turno, el comerciante le dijo que quería salir de
dudas y venía para que le dijera a cuánto ascendía su cuen-
ta. El doctor Carbonell se le quedó mirando y con mucha,
calma le preguntó cuántos peones tenía en su finca de ca-
ña de las cercanías de Hormigueros; y luego quiso saber
cuántos tenía en la finca de café, por el camino de Maricao ;
y los que tenía en su almacén en la Playa ; y después de su-
marlos todos, le dijo:
—¡Pues mire: yo no voy a cobrarle nada por la cura-
ción de su hija, pero tengo un marcado interés en las elec-
ciones que se acercan y necesito que todos sus peones de.
HISTORIA DE CABO ROJO 239

usted, vengan a votar por la candidatura en que yo tengo


interés. ¿Qué dice usted a eso?
El español, que pensó que Carbonell le iba a cobrar de
tres a cuatro mil pesos, vio el cielo abierto, se olvidó de su
patriotismo y se comprometió a mandar a sus peones a vo-
tar cuando llegasen las elecciones; y es fama de que la can-
didatura que patrocinaba Carbonell salió triunfante. Esa
era la política que hacía el doctor Carbonell.
Llegaron los aciagos días de la Revolución de Lares y
el 8 de octubre, 1868, el Juez de la causa, Nicasio de Na-
vascués y Aisa, expidió auto de prisión contra los doctores
Carbonell y Audinot, y otros, de Mayagüez, por suponérse-
les complicados en la rebelión. Es histórico el hecho de que
le entregaron el auto de prisión contra Carbonell, para su
cumplimiento, a un sargento de la Guardia Civil, destaca-
do en Mayagüez, que tenía fama de ser malo como el céle-
bre sargento Escudero de los componentes de 1887. Carbo-
nell, con las manos atadas a la espalda, fué llevado al Cuar-
tel de la Guardia Civil ; se le hizo sentar en una silla cerca
del escritorio donde escribía el sargento el parte dando
cuenta de haber apresado al doctor Carbonell, quien se ne-
gaba a contestar ciertas preguntas inconvenientes que le
hacía el Sargento. Este, visiblemente mortificado, montan-
do en cólera y cobardemente, alargó la mano y cogiéndole
la chiva, que usaba el doctor, tiró de ella, diciendo : ¡ Mambí,
te la vamos a arrancar pelo a pelo!
Ante esta cobarde ofensa, Carbonell se puso de pie y
con un gesto de noble indignación, lanzó un escupitazo a la
cara del Sargento, diciéndole: ¡Toma cobarde, te atreves
contra mí porque estoy atado. Pero oye, algún día estaré
libre y me las vas a pagar!
El doctor Carbonell fué llevado preso a Aguadilla, en
donde, al poco tiempo, se desarrolló una tremenda epidemia
de fiebre amarilla, conocida entonces con el nombre de "Vó-
mito Negro" (así consta en la causa original de donde he-
mos tomado este episodio). Las causas de esta epidemia eran
varias. Primero, el enorme número de prisioneros hacina-
240 DR. R. FBERN FLEYTAS

dos en casas convertidas en cárceles carentes de condicio-


nes higiénicas, con mala ventilación; el agua que se bebía
era mala, la comida era pésima. No había suficientes médi-
cos para asistir a tantos pacientes atacados de una enfer-
medad a la que se le tenía horror, y en esas condiciones, los
doctores Carbonell y Pujáis, éste de Ponce, se ofrecieron
al Juez Navascués a asistir gratuitamente a los atacados
del vómito y sus servicios fueron aceptados. Dos y tres ve-
ces al día se veía a estos doctores yendo a las distintas casas
para ofrecer sus conocimientos; y es fama que sin estos
servicios prestados generosamente por ellos, el número de
muertes del vómito hubiera sido enorme. Pero no podía
faltar la insidia, la maldad. A oídos del juez Navascués,
llegó la queja de que no parecía bien que siendo, como eran
presos, se paseasen por las calles de Aguadilla, sueltos y
solos, los doctores Carbonell y Pujáis ; y Navascués, tan es-
trecho de meollo como sus consejeros, ordenó que en lo su-
cesivo sólo salieran a la calle a visitar a los enfermos los
doctores Carbonell y Pujáis, siendo acompañados cada uno
de un Guardia Civil. Cuando Carbonell y Pujáis recibieron
la orden, enviaron a decirle a Navascués que, en esas con-
diciones, ellos se negaban a dar sus servicios profesionales.
Hemos extractado el episodio tal como aparece en el expe-
diente del caso.
Nada pudo probarse en la causa de la rebelión de La-
res contra el doctor Carbonell. Sin embargo, continuó pre-
so en Aguadilla y sólo volvió a Mayagüez cuando en enero
de 1869 el Gobierno de Madrid expidió su oportuno Decre-
to de Amnistía.
Es fama de que cuando el doctor Carbonell volvió a
Mayagüez, el célebre sargento de la Guardia Civil habia si-
do trasladado a otra población.
El siguiente episodio de la vida del doctor Carbonell
se hizo público y todavía hay mucha gente que lo recuerda.
Se trataba de un hombre que tenía fama de pocos amigos,
que chocaba con todo el mundo y en esa ocasión le tocó cho-
HISTORIA DE CABO ROJO 241

car con un hombre como el doctor Carbonell, a quien todo3


en Mayagüez querían, respetaban y reverenciaban.
El doctor Carbonell tenía el orgullo de decir que no
debía, ni nunca había debido nada a nadie, y que no había
casa de comercio de Mayagüez, o en ciudad alguna de la Is-
la, donde él tuviera una cuenta pendiente. Todas sus opera-
ciones las hacía siempre al contado y eso lo conocía todo
el mundo en Mayagüez donde se le quería tanto.
Sucedió, sin embargo, que un día sus hijas necesitaron
de pronto algo que se vendía en una de las mercerías del
pueblo, frente a la plaza, del cual era dueño un español co-
nocido por todo el mundo como muy bruto y quien no que-
ría bien al doctor Carbonell y no teniendo las hijas consigo
el importe de la compra, sin pensar bien en las consecuen-
cias de lo que hacían, tomaron la mercancía, diciendo que
cargaran el importe de la compra a su papá el doctor Carbo-
nell. No hubo inconveniente alguno; pero las niñas se ol-
vidaron de decir a su padre lo que habían hecho para que
él estuviese enterado y mandase a pagar la cuenta.
Al llegar el fin de mes, la tienda le pasó la cuenta al
doctor Carbonell, pero cuando la llevó el cobrador, el doctor
acababa de salir a hacer sus visitas diarias. Esto se repi-
tió por varios días sin que el doctor Carbonell llegase a en-
terarse de que existiera tal cuenta.
Un día en que pasó frente de la mercería en cuestión
el doctor en su cochecito, el dueño del establecimiento, que
ya hemos dicho era muy bruto, salió a la puerta a esperar
que, terminada la visita, volviese a pasar el doctor Carbo-
nell. Efectivamente, cuando lo vio venir le hizo señas; el
doctor paró el coche y el mercero cerril le dijo en tono des-
compuesto : "he mandado ya varias veces a cobrar una cuen-
t a que aquí hicieron sus niñas y no voy a mandar más. Ten-
dré que enviarle el recibo de saldo para así salir de esta
molestia".
Hay que darse cuenta de lo que significaba para el
doctor Carbonell, de cual era su manera de proceder en
aquella sociedad de Mayagüez, para comprender hasta qué
242 DR. R. IBERN FLEYTAS

punto llegó a sentirse ofendido y maltratado adrede por


aquel hombre. El doctor Carbonell, quien se había quedado
sentado en su cochecito, echó mano del foete y lanzándose
fuera del coche con el foete en ristre trató de perseguir al
que lo había insultado, pero éste ya se había escurrido den-
tro de su establecimiento. "Eres un canalla y bien podías sa-
ber que el doctor Carbonell no debe nada a nadie ni nunca
se ha quedado con nada de nadie", le dijo el indignado doc-
tor.
Todavía anda por esos mundos el célebre mercero que
trató de ofender y rebajar al doctor Carbonell. Se asegura
que aún anda por esos mundos tropezando con todo el que
le sale a su encuentro, sin parientes, sin amigos y sin duda
alguna cuando alguien que haya conocido al doctor Carbo-
nell lea estas líneas, le dedicará también un recuerdo al co-
merciante que de esa manera se portó con el hombre a quien
tanto le debía Mayagüez por sus servicios caritativos.
El doctor Carbonell asistió como delegado por Maya-
güez a la asamblea Autonomista de 1887 que presidió en
Ponce don Román Baldorioty de Castro. Y, como no podía
menos que suceder, cuando el sátrapa del General Palacios
lanzó su redada por toda la Isla para aherrojar a los que
sobresalían como patriotas en aquellos nefandos días, a Ma-
yagüez le tocó su contribución con los patriotas doctor Car-
bonell y Santiago R. Palmer. En la lápida de mármol que
desde hace muchos años se colocó jsobre la puerta del nau-
seabundo calabozo del Morro, donde fueron a parar esos
buenos hijos de esta tierra, están los nombres de Carbo-
nell y Palmer.
Aún recuerdan los mayagüezanos aquellos días que
cuando se supo la hora exacta en que llegarían a Mayagüez,
en coches los patriotas Carbonell y Palmer, no quedó un
alma en su casa. Todo el mundo se echó a la calle y un gen-
tío inmenso salió al encuentro de los vehículos y su entrada
a la población fué un gran acontecimiento. Sólo así podía.
HISTORIA DE CABO ROJO 243

el pueblo de Mayagüez demostrar a esos dos hombres el ca-


riño y la veneración que les profesaban.
Cuando en 1897 se formó el Gobierno autonomista y,
luego de retirados del Gabinete los elementos Ortodoxos, el
doctor Carbonell fué nombrado Secretario del Interior y
vino a vivir a San Juan acompañado de sus hijas. Aún se
recuerda el incidente en que hubo que tomar parte como
titular del Departamento del Interior, haciendo desalojar
el edificio público de la parada 19, donde está hoy el De-
partamento de Sanidad, a los curas de la Orden de los Esco-
lapios, incidente que, según se dice, fué el motivo de que
saliese del Gabinete Autonómico el doctor Carbonell.
Poco tiempo después, el doctor Carbonell marchó a
Santo Domingo y allí vivió por algunos años, volviendo lue-
go a establecerse en la ciudad de Mayagüez, que tiene la
fortuna de guardar sus restos mortales".
"Mambí" era el nombre que los españoles daban en
Cuba a los insurrectos que peleaban contra el poder de Es-
paña en la Manigua cubana. La palabra fué aplicada en
Puerto Rico a todo aquel de quien se tenía sospechas de que
no comulgaba con las ideas del gobierno.
El brillante literato Don Eugenio Astol, hace galas de
sus conocimientos y de su rico léxico castellano al biografiar
un tercer salvador caborrojeño que honró al Foro de este
país. Dice así:
"Una de las figuras más descollantes del Foro puerto-
rriqueño, político y escritor liberal de grandes arrestos cí-
vicos, talento proteico, que dominaba con igual facilidad
las cuestiones más diversas y disímiles, realmente una per-
sonalidad muy por arriba de lo común, tal fué nuestro com-
patriota don Salvador Mestre y Mora, cuyo noble perfil
trataremos de esbozar en estas notas biográficas.
Un talento tan penetrante como el suyo ha señalado
su triunfante huella en las aulas, con desenfadado humo-
rismo. Copiamos del pequeño libro sobre mayagüezanos ilus-
244 DR. R. IBERN FLEYTAS

tres del doctor Manuel Guzman Rodríguez hijo, las líneas


que siguen:
"Tercer año de latín y castellano, premio : Don
Salvador Mestre y Mora. Aritmética y Algebra, pre-
mio : don Salvador Mestre y Mora. Primer año dé grie-
go, premio : don Salvador Mestre y Mora. Historia Uni-
versal, premio: don Salvador Mestre y Mora.
"Así decía Luis Bonafoux que rezaba el catálogo
de premios del Seminario cuando Salvador Mestre y
Mora estudiaba humanidades y eran sus condiscípulos
mentalidades como Novoa, Rodríguez Soto y cien más.
Mestre era el recipiente de todos los galardones que
presagiaban al jurisconsulto en cierne, añade Bona-
foux: "Yo miraba aquel tío, lo miraba desde el rincón
de mi estudio, de allí donde los jesuítas me habían
puesto a "estudiar aparte" como estudiante hidrófo-
b o . . . , porque aquel eterno Mestre y Mora en el ca-
tálogo de los premios lo llevaba yo clavado en el hí-
gado".

Alma grande encerrada en cuerpo débil, Mestre tuvo


que luchar en el transcurso de su breve existencia, física-
mente precaria, contra la dolencia que le llevó a la tumba
apenas entrado en la madurez y cuyos efectos comenzó a
sentir no bien terminó los estudios universitarios.
Gran parte de sus fuerzas hubo de consagrarlas al man-
tenimiento de su energía vital lo que constituyó, pudiera
decirse, el íntimo drama de su vida.
Tan adversa condición le impidió desplegar las alas de
su espíritu en las tribunas y asambleas públicas desde don-
de hablaban al pueblo otros proceres de su tiempo y así no
pudo ponerse en cqntacto personal y directo con el alma po-
pular, pero su acción no fué por esto menos grande en la
lid periodística, en el debate jurídico, en la protesta contra
toda injusticia, en la luz del consejo reflexivo y hondo. Mes-
tre y Mora era una autoridad para nuestros grandes talen-
HISTORIA DE CABO ROJO 245

tos que al par de él florecieron y en su bufete se analiza-


ron y resolvieron no pocas cuestiones de importancia para
los intereses del país.
Nació Salvador Mes-
tre en Cabo Rojo el año
1852, pero, habiéndose
trasladado su familia a
Mayagüez, allí hizo sus
primeros estudios. Era
hijo de don José Mestre
y Tomás, Licenciado en
Farmacia, natural de
Cataluña y de doña
Amalia Mora y Sucre,
oriunda de Venezusla,
parienta, relativamente
cercana, por línea ma-
terna, del héroe Antonio
de Sucre, el Mariscal de
Ayacucho. Don José
Mestre era coronel de
Voluntarios y jefe de los
conservadores de Maya- Dr. Salvador Mestre y Mora.
güez.
En 1880, Salvador Mestre contrajo matrimonio en nues-
tra ciudad del Oeste con una señorita por todos conceptos
digna de él, Ricarda Caparros, hija de don Francisco Ca-
parros, ex- corregidor de varias poblaciones de la isla.
Según un viejo informe trasmitido a las familias de
ambos esposos, de generación en generación, un Caparros,
bisabuelo paterno de ella, combatió en el campo de Ayacu-
cho, entre las filas españolas, contra el ínclito antecesor de
Mestre por el lado materno, y de este modo un hogar puer-
torriqueño aparece vinculado, históricamente, con la bata-
lla más gloriosa por la emancipación de nuestra América.
Cursó Salvador el Bachillerato con;la brillantez que
conocemos en el Seminario Conciliar. Luego se dirigió a Es-
246 DR. R. IBERN PLEYTAS

paña para seguir en Barcelona la carrera de Leyes. En la


capital catalana, unido a varios estudiantes puertorrique-
ños y cubanos, entre ellos Cortina, Montoro, Girberga. y
Coll y Tosté, fundó un centro cultural denominado Tertulia
Antillana de Amigos de la Ciencia, del cual fué presidente.
A los veinte años de edad se graduó Mestre en la Uni-
versidad de Barcelona de Doctor en Derecho Civil y Canó-
nico. Su tesis de graduación fué muy aplaudida por el cuer-
po de profesores, habiéndole atraído el honor de que su nom-
bre fuera inscrito en la lápida de mármol de la Universi-
dad. Pero el nuevo abogado dio además en aquel acto una
nota inesperada, que impresionó de manera honda a todos
los concurrentes. Su padre había llegado de Puerto Rico re-
cientemente, con el objeto de asistir al ceremonial universi-
tario y recibió la dolorosa noticia del fallecimiento de su es-
posa, ocurrido en Mayagüez ; con tal motivo, el hijo angus-
tiado por la pena que acibaraba su triunfo, dedicó a la ma-
dre extinta conmovedoras palabras inspiradas en el más
acendrado afecto filial.
Regresando inmediatamente a la Isla, Salvador Mestre
abrió su bufete en Mayagüez. Poco tiempo le bastó para
acreditar sus vastos conocimientos jurídicos. Tuvo como
abogado la representación de importantes compañías ame-
ricanas e inglesas radicadas en el país y actisó con gran
éxito en juicios orales y públicos como defensor en algunas
causas criminales de resonancia, a poco de instituirse los
tribunales colegiados que se denominaban "Audiencia?".
Junto al jurisconsulto se perfiló el político. Mestre in-
gresó en el Partido Liberal Reformista, significándose co-
mo uno de los líderes más destacados en la región del Oes-
te. Presidiendo el comité local, dio notable impulso al elec-
torado en el cumplimiento de sus deberes cívicos, al punto
que el ardor combativo de los viejos luchadores ; los Betan-
ces, los Ruis Belvis, los Nadal, los Basora, parecía revivir
en él. Sus campañas periodísticas figuraron entre las más
vigorosas en el palenque insular. Fué el consultor jurídico
de los voceros liberales de Mayagüez, ayudándoles además
HISTORIA DE CABO ROJO 247

cpn su acción económica, su aportación como escritor y áu


experiencia política. En esos empeños de publicidad Mestre
dirigió "La Tarde", fundó y dirigió "El País", del cual
fué propietario y tomó activa parte en la redacción de "El
Propagador".
Fué también Mestre y Mora uno de los precursoras del
movimiento político que culminó en la asamblea verificada
en 1887 en Ponce, con la formación del Partido Autono-
mista. El y el abogado José de Guzmán Benítez asistieron
a una asamblea que se efectuó en 1883 en la casa del doc-
tor Romero Togores en San Juan, para condensar en una
fórmula concreta las aspiraciones del Partido Liberal Re-
formista ; en esa reunión se vio claramente la lucha que sos-
tenían dentro del campo liberal la tendencia asimilista y la
autonomista (véase el libro de don Antonio S. Pedreira,
"El año terrible del 1887") y los jóvenes oradores de Ma-
yagüez, expresándose en favor de la segunda, causaron r.na
profunda impresión en sus oyentes, por la novedad radical
que la cuestión entrañaba entonces dentro de los moldes
políticos del país. En otra reunión llevada a cabo en el año
anterior en Santurce se había formulado sencillamente un
programa liberal, sin declaración alguna de asimilismo y
quedó mantenido ese programa en el acto del 83, pero la au-
tonomía, como una idea de posible realización, era ya mo-
do de una semilla lanzada a los surcos de la conciencia pú-
blica.
En 1885, dos años antes del Pian de Ponce, fundó Guz-
mán Benítez en Mayagiiez el periódico "La Autonomía Co-
lonial" y Mestre cooperó eficientemente al mejor éxito de
esta empresa. En 1886 hizo Mestre un viaje a España,
tuvo oportunidad de ponerse al habla con destacadas per-
sonalidades de la política nacional y. sus impresiones se
afirmaron en su actitud política respecto al magno proble-
ma de la colonia. Consecuente con este propósito y ya de
regreso encareció a los directores de su agrupación en Ma-
yagiiez la necesidad de que se adoptase sin tardanza un
programa autonómico y no bien se constituyó el Partido
248 DR. R. IBERN FLEYTAS

Autonomista, fué en su distrito uno de los que más traba-


jaron por su desenvolvimiento y afrontó con valor y civis-
mo los calamitosos sucesos que ocurrieron después bajo el
desgobierno del general Palacios.
El nombre de Salvador Mestre y Mora está honorable-
mente unido a la historia política y cultural del Mayagüez
de su tiempo; los liberales mayagüezanos le eligieron te-
niente alcalde; presidió varias veces el Casino de Maya-
güez, uno de los centros más escogidos de la sociedad isle-
ña; también prestó sus servicios a la enseñanza como pre-
sidente de la Junta Municipal de instrucción pública y co-
mo profesor ad honorem del Liceo, reputado colegio de
aquella ciudad, desempeñando las cátedras de filosofía y
ética y explicando el primero y segundo cursos de latín y
castellano. También asumió importantes cargos en la ma-
sonería puertorriqueña, habiendo sido uno de los fundado-
res de la Logia Adelphia y corredactor de la revista masó-
nica El Mallete.
Siendo Mestre director municipal y en momentos en
que actuaba interinamente como alcalde, llegó al puerto
una fragata alemana, y habiendo desembarcado su dota-
ción, se suscitaron por los marineros múltiples escándalos y
desórdenes que sin duda hubieran llegado a muy graves ex-
tremos de no haber intervenido enérgicamente nuestro com-
patriota con el peso de su autoridad oficial, procediendo a
la detención de todos, hasta ser puestos en el desembarca-
dero custodiados por la Guardia Civil, para ser devueltos
a dicha nave de guerra.
Otro rasgo de su carácter: habiéndose visto obligado
don Felipe Cuebas Arredondo a dar muerte en legítima de-
fensa a un pariente suyo, y siendo por su significación co-
mo patriota autonomista y como político de enérgica acción
señalado y perseguido por la suspicacia gubernamental, es-
te valeroso puertorriqueño, comprendiendo por aquel inci-
dente la necesidad en que estaba de extrañarse del territo-
rio, se ocultó en la morada de su pariente político don Ma-
HISTORIA DE CABO ROJO 219
nucí Badrena, entonces cónsul de los Estados Unidos. Pero
era tal la vigilancia puesta en práctica por los conserva-
dores, que se le hacía muy difícil lograr su intento, aunque
ya estaba comprometido a llevarlo a la república del Norte
el capitán de un barco de la matrícula de dicha nación. No
obstante, su huida pudo efectuarse gracias a una hábil dis-
posición de Mestre, quien mandó a enganchar el coche de
cuatro asientos de la familia con maletas a su bordo, el cual
fué puesto en la calle, frente al portón del solar de su casa,
al mismo tiempo en que de allí salía don José Basora Mes-
tre, con el encargo de decir con mucho sigilo (para que
más rápidamente cundiera la noticia) "que el señor Cue-
bas estaba en su casa", logrando así el objeto propuesto,
que no fué otro que el de atraer y concentrar la atención
pública alrededor de la casa de Mestre y en sus cercanías,
mientras don Felipe Cuebas, acompañado del cónsul, subía
por la pasarela del barco americano, que sin pérdida de
tiempo zarpó al norte.
Otro rasgo anecdótico. En Mayagüez, un viejo procu-
rador, don Rosendo Oxíos, que iba con mucha frecuencia
al bufete del prestigioso letrado, al comenzar cualquier fra-
se interpolaba con frecuencia estas palabras, especie de es-
tribillo : "Como dice el o t r o " . . . En una ocasión, dirigién-
dose a Mestre, lo hizo en esta forma: "Porque, doctor, us-
ted es abogado "como dice el o t r o " . . . siendo detenido en
su introito por Mestre, quien señalando con el índice un
pergamino que pendía de la pared, replicó: "don Rosendo,
como dice el otro, no; como dice aquel título que está allí".
Al abrir Mestre su bufete en Mayagüez, acababa de
cumplir la edad de veintiún años. Poco después, don San-
tiago Sambolín, de San Germán, impresionado por la fa-
ma naciente del joven jurisconsulto, llegó al bufete para
encomendarle un pleito civil de mucha importancia. Esta-
ba allí Mestre; no conociéndole Sambolín personalmente,
preguntó por el doctor Mestre, y al responderle aquél que
el doctor Mestre era la persona con quien hablaba, tomó
sus papeles, que había puesto sobre un escritorio, y requi-
250 DR. R. IBERN FLEYTAS

riendo el sombrero, marchóse diciendo: "Yo no estoy loco


para entregar pleitos de esta importancia a jóvenes imber-
bes como u s t e d . . . " No mucho más tarde, le fueron confia-
dos a Mestre otros casos en contra de Sam bolín y fué tan
rápido y completo el éxito profesional que obtuvo a favor
de sus clientes, que Sambolín volvió al bufete, encomendó
a Mestre el célebre pleito, y fué desde entonces su mejor
cliente.
El doctor Salvador Mestre y Mora falleció en Maya-
güez el día 2 de noviembre de 1894, a los cuarenta y dos
años de su edad. Aquella luminosa inteligencia se apagó
demasiado pronto. Fué, positivamente, realmente, una do-
lorosa pérdida para el país que le vio nacer.
Mestre tuvo de su matrimonio dos hijos, valiosos ele-
mentos de nuestra sociedad, ambos abogados: Salvador,
Procurador General en el período del gobernador Arthur
Yager, habiendo sido el primer puertorriqueño nombrado
para ese alto cargo y Enrique, actual Juez de la Corte de
Distrito de Aguadilla".
Rosa María Silva Cofresí, quien nació el 22 de abril
de 1895 y Martín Alfredo Silva Cofresí (Couphersein), na-
cido el 30 de enero de 1897, e inscritos en el Registro Civil
de este pueblo en marzo 1 del mismo año, son hermanos;
hijos de D. Herminio Silva Pabón y Doña Rosa María Co-
fresí (Couphersein) y Avilés, sobrina segunda, ésta últi-
ma, del pirata Cofresí. Rosa María y su hermano hicieron
su instrucción primaria en Cabo Rojo.
Ella se graduó de maestra y ejerció varios años, reti-
rándose del magisterio y dedicándose después a la litera-
tura.
Escribió la "Antología Puertorriqueña".
El se dedicó al magisterio ejerciendo como rural en su
pueblo natal del 1915 al 1917. Hasta el 1920, de profesor de
Artes Manuales en Caguas¿ donde obtuvo diploma de Es-
cuela Superior y en el 1921 fué el Sub-Inspector de ese dis-
trito, de donde salió ascendiendo a Inspector de San Sebas-
HISTORIA DE CABO ROJO 251

tián y más tarde a Cayey. En el 1926 era B. A. de la Uni-


versidad de Columbia, y más tarde el doctorado en la mis-
ma Universidad de Nueva York.
Trabajó en el Departamento de Instrucción como maes-
tro de inglés por el 1926, y desempeñó la presidencia del
Departamento de Inspección de la Asociación de Maestros
de Puerto Rico. En el año 1927 fué nombrado catedrático
de psicología y pedagogía en la Universidad de Puerto Rico.
A menudo escribe sobre asuntos pedagógicos en la
prensa del país, especialmente en el "El Mundo" y "La De-
mocracia" habiéndose reproducido artículos de su valiosa
opinión y consejos en algunos periódicos extranjeros.
Desde los catorce años se notaba su juicioso estudio
sobre cualquier asunto y aunque aparentemente, el pobre-
cito niño, "no rompía un plato", e r a . . . el demonio después
que "cogía el piso".
Sus buenas cualidades, su carácter firme y su genio
constituyeron la base de su triunfo.
Como esta obra se debe a un caborrojeño que para no
•ser culpado de apasionamiento o exageración en el estudio
de estos grandes caborrojeños, se incluirá íntegra la bio-
grafía y descripción que se hace por Jaime H. Bothwell,
de un niño, actualmente, poeta, literato, abogado y Presi-
dente del más alto Tribunal de la Isla, nombrado el 4 de
marzo del 1921 por Warren G. Harding.
Meció su cuna en los altos de una casa (hoy de D. Ela-
dio Vega) en la calle Muñoz Rivera. Vea el lector como los
extraños juzgan a los hombres de este pueblo. Leamos a
Mr. Bothwell para ir cerrando con broche de oro:
"En el pueblito de Cabo Rojo, isla de Puerto Rico, na-
ció en el año 1876 un niño que estaba destinado a ocupar
la presidencia del Tribunal Supremo Insular en los actuales
y difíciles tiempos".
"Aunque este artículo tiene por objeto dar algunas
impresiones acerca de su personalidad y carácter, tal vez
no estarán de más algunas anotaciones biográficas".
252 DR. R. IBERN FLEYTAS

"Vivió en Cabo Rojo el futuro Juez Presidente, hasta,


el año 1887 cuando se trasladó con su familia a la ciudad,
de Mayagüez. Graduóse de Bachiller en Artes en el año
1893 y poco después formó parte del cuerpo editorial del
diario mayagüezano "El Imparcial". En el año 1895 de-
cidió ir a estudiar leyes a la Universidad de La Habana.
Allí tenía que costearse su propia carrera y abrirse su pro-
pio camino.
En un artículo publicado hace algunos años en "El
Mundo", en la serie "Cuando yo tenía veinte años", nos
contó sus esfuerzos por alcanzar la meta deseada".
"Tan infatigable fué en su empeño que en el año 1897
se graduó en esa Universidad de Leyes con honores. Allí,
como después en toda su carrera, demostró su voluntad
firme y serena, encauzada persistentemente hacia un mis-
mo objetivo".
"En ese mismo año regresó a su lar nativo y empezó
su carrera legal. En el año 1898 fué nombrado fiscal de la
Corte Criminal de Mayagüez; en el 1899, fiscal del distrito
de Humacao; fiscal del distrito de San Juan en 1900 y fis-
cal del Tribunal Supremo en 1901".
"La habilidad y fidelidad desplegada en el cumplimien-
to de su deber le valieron al joven fiscal el nombramiento-
de primer juez de la Corte de Distrito de San Juan al ser
ésta organizada en 1904, para la cual fué reelecto en el.
1898".
"Ser nombrado miembro del tribunal más elevado de
su país a la edad de treinta y dos años, en el 1909 y presi-
dente del mismo, año más tarde, fué la distinción que ob-
tuvo el juez Emilio del Toro. Fué un honor sin embargo,,
que llegó natural en el curso de su brillante carrera. Ade-
más de su espléndida preparación legal, combina una fa-
cilidad y belleza de palabra exquisita, con un sentimiento,
elevado y poético, pues en su juventud publicó poemas que
conquistaron atención en aquellos días".
HISTORIA DE CABO ROJO 253

"Pocos hombres en Puerto Rico pueden contar tantos


•amigos verdaderos como el Juez del Toro. Estos lazos de
amistad se estrechan a medida que se van conociendo más
a fondo las cualidades de oro del distinguido jurisconsulto".
"Su completa entereza y rectitud de carácter son tan
proverbiales como su sencillez y modestia. Pertenece a esa
cepa de hombres que no pueden ser influenciados ni desvia-
dos del camino recto por nada ni por nadie, cuya única
norma y finalidad en la vida es la justicia y el deber, cuyo
placer es amar y servir a su patria y sus semejantes".
Fué miembro de la Junta de Síndicos de la Universi-
dad de Puerto Rico por varios años y al retirarse como tal.
fué un acto digno de este centro el de otorgarle el título de
Doctor en Derecho Honoris Causa al Juez del Toro, cuan-
do inauguró el monumento a De Hostos. El, siempre agra-
decido, se comprometió a dirigir gratuitamente durante cin-
co años una cátedra moral social en la Universidad".
"Como Presidente de la Cruz Roja del Ateneo de Puer-
to Rico, como director de la Sociedad Cristiana de Jóvenes
y otros centros culturales, sus actividades sociales han si-
do múltiples. El Ateneo bajo su dirección ha duplicado sus
actividades y aumentado el número de sus socios, estable-
ciendo actos sociales y cursos de estudios nuevos en este
templo de Atenea. Gran admirador de Lincoln, ese abogado
mártir de la democracia, es don Emilio un verdadero discí-
pulo del Presidente de paciencia y fe firme sin malicia pa-
r a nadie, con claridad hacia todos".
"Orador de una elocuencia profunda y de palabra mo-
dulada y grata, es generalmente solicitado para las grandes
ocasiones. El contestó el mensaje del Presidente Hoover
al pueblo de Puerto Rico. También ha hablado con gusto lo
mismo en la escuelita más pequeña que en la Universidad
y Altas Escuelas".
"Tiene también don Emilio su lado risueño y humo-
rístico. Lo he visto en tertulias íntimas en varios sitios,
254 DR. R. IBERN FLEYTAS

reírse a carcajadas de algunas ocurrencias de muchachos


allí presentes".
"En un banquete de padres e hijos celebrado en la
Asociación Cristiana de Jóvenes, al cual asistió con su hi-
jo Emilio, le oí decir, hablando acerca de su familia: "En
mi casa todos trabajan o estudian algo útil. Por la mañana
se levanta mi esposa a las seis para dirigir el desayuno y
todos se alistan temprano para la labor diaria. A veces oigo
bajo mi ducha matutina, salir el automóvil de mi hija, guia-
do por ella llevando a los otros hermanos a la escuela o al
trabajo y mi corazón va con ellos en silencio".
"También él va luego a su trabajo sencillamente. Mon-
ta en el tranvía y sube después a pie la larga cuesta de la
Plaza Principal a la Corte Suprema. Esto le proporciona el
ejercicio necesario para abordar la ardua y responsable
tarea. Allí pasa el día entero, absorto en los problemas
más complicados del país, sereno y ecuánime, sencillo y
afable, uno de nuestros más sólidos prestigios puertorri-
queños".
"Muchas de sus opiniones legales serán recordadas co-
mo modelos de jurisprudencia, entrelazando su nombre en
el tejido judicial y social de nuestra isla de tal manera, que
mientras sea recordado y querido el nombre de Puerto Ri-
co, así también lo será el de don Emilio del Toro".
Miguel Zapata Torres, Doctor en Filosofía y catedrá-
tico de idiomas en la Universidad de Cornell, nació en 18i)l
en el barrio de Monte Grande; hizo sus primeros estudios
en Cabo Rojo. Solicitó escuelas en distintas pueblos de la
isla, no consiguió nada y embarcó a los Estados Unidos.
Mientras trabajaba de día, estudiaba de noche. Le contra-
tó la Universidad de Cornell para dar clases de español.
Su tiempo libre lo consagró para ampliar sus conoci-
mientos, al extremo que dicha Universidad lo envió a viajar
por España, Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. En los
tres primeros países, por cuenta también de dicho centro
universitario, tomó cursos avanzados de esos idiomas, sien-
HISTORIA DE CABO ROJO 255

do solicitado por varias universidades a su regreso como


Catedrático de idiomas.
A menudo viene a su pueblecito a visitar sus familia-
res y esto es objeto de alegría y satisfacción para sus eom-
pueblanos.
A este joven le sigue el no menos notable Andrés Ga-
briel Colberg, nacido en noviembre del año 1883, y gradua-
do de profesor.
Ejerció varios años sin ajustarse a la monotonía do
la enseñanza, abandonando el magisterio por su tempera-
mento apacible, meditador y reservado, aunque cuando se
le hace hablar es un torrente.
Poeta satírico y polemista, invencible, galante y no-
ble; maneja el verso y la prosa fácilmente.
Posee conocimientos profundos de todas las ciencias y
de todo habla muy conscientemente. En una palabra: es
una biblioteca ambulante, un diccionario abierto. Estudia
mucho, profundiza, analiza y medita en tal forma, y tan
gráfico es en sus explicaciones, que se hace admirar y re-
conocer como talento nada común.
En sus maneras es sencillo, repudia la pompa y el ho-
menaje; y por esas cualidades que pecan de modestia, ha
rehuido siempre proposiciones ventajosas. Refractario a
salir de Cabo Rojo y regional como todos los caborrojeños.
Su estilo se adaptaría a cualquier revista científica o
literaria.
Los versos a continuación, dicen lo que no podría decir-
se con palabras.

¡HERMINIA'
(Mi última carta)

Recibe, Herminia, los despojos yertos


de un amor ayer vivo y hoy suicida.-,
que no vuelven los muertos a la vida,
ni la vida volver puede a los muertos...!
DR. 'R. IBERN FLEYTAS

Fué una pasión purísima, tan pura,


como un beso de madre, como un ruego
de virgen inocente, como el fuego
que el azul diafaniza de la altura...

Fué un amor que luchó con tu desvío


cual lucha en el turbión heroica nave;
mas rendido al dolor, cae como el ave
que muere sola de cansancio y frío...!

Acoge compasiva esos despojos


que luz y aliento de mi vida fueron...
hoy cenizas no más que se fundieron
con el fuego sagrado de tus ojos.

No temas que te acuse, fué preciso


que esa pasión muriera desterrada;
no te diré que fuiste despiadada
matando el corazón que más te quiso...!

Y te soñé entre nimbos de fragancia,


fusión de armiño y pétalos de rosa,
etérea como un hada, vaporosa
como un sueño dorado de la infancia.

Y al vibrar de tu voz dulce en mi mente


el alma en el delirio, te buscaba,
y en la onda de un recuerdo te besaba
como besa a la virgen un creyente...!

Y esperaba feliz, días risueños,


noches azules ebrias de poesía,
confundirte en mi ser, llamarte mía,
soñar contigo y adorarte en sueños...!

Esa pasión ingente acariciaba


y de mi vida le infiltró la esencia;
HISTORIA DE CABO ROJO

was... ¡ay! sin presentir en mi demencia


que la muerte traidora la acechaba...!

Tu dura indiferencia me condena


no sé por qué fatal negra ironía;
si aún sin conocerte te quería
y aún en mi dolor te juzgo buena...!

Es que aún mi pobre corazón se inflama


al evocar tu nombre idolatrado,
y en su lecho de sangre, desgarrado,
olvida tus desdenes... y te llama...!

Es que aún medio del dolor artero


no te puedo borrar de mi memoria
ni olvidar de este amor la triste historia...
y quiero odiarte... cuando más te quiero...!

Es que lucho tenaz por olvidarte,


es que quisiera, Herminia, aborrecerte,
y no sé si nací para quererte
o si sólo nací para llorarte...!

Bien sé que esta pasión absurda y loca


nació para estrellarse en lo imposible;
el acero es muy duro... y es fusible
mas... no se ablanda en corazón de roca.

Y cuando airado tu crueldad me enciende


y loco te maldigo en mi quebranto,
mi alma es tal leal, te quiere tanto,
que besa tu recuerdo y te defiende...!

Mi voluntad se impone, y traza el linde


que el alma y la razón ceder no quieren;
y en la lucha sangrienta en que se hieren,
el alma triunfa y la razón se rinde...!
258 DR. R. IBERN FLEYTAS

Y en esa soledad en que me agito


la vida arrastro como expulso errante;
y aún pide al cielo el corazón amante
no tengas que llorar por tu delito...!

Las lágrimas, Herminia... no redimen


si has de llorar mañana arrepentida;
que si matar es crimen en la vida,
matar una pasión es doble crimen...!

Mi pecho es ya un sepulcro, en él inerte,


descansa el corazón que te amó tanto,
huérfano de tus flores y tu llanto
en el frío regazo de la muerte...!

A reces de la fiebre el extravío


nubla la mente y la verdad esconde,
y te busco-., te llamo... y me responde
el tranquilo silencio del vacío...!

Y quisiera olvidar... romper los lazos


que me atan a tu imagen hechicera;
lanzarte de mí mismo, aunque sintiera
saltar el corazón hecho pedazos...!

Arrancarte de mí, sentir la gloria


de trocar este amor en odio cruento,
tu nombre desterrar del pensamiento
aunque apague la luz de mi memoria... !

Y en esta lucha en que el dominio pierdo,


tu imagen brilla... el corazón resiste,
y sigo a mi pesar... la ruta triste...
bajo el peso inclemente del recuerdo...!

¿Pero es Herminia... que en tu pecho nieva?


¿No hay en tu corazón calor de vidai'
HISTORIA DE CABO ROJO

¿No hay en tu ser de mármol, escondida,


alguna fibra que al dolor conmueva...?
¿No te mueve a piedad que el alma esclava,
por ti delire y se consuma en llanto?
¿Eres quizás por magia de un encanto,
milagrosa fusión de aurora y lava?
Perdona si te escribo... es que me inunda
un hálito glacial que me va helando
y ha dictado esta carta sollozando
un alma ya postrada y moribunda...!
Y ruego a Dios por ti, mujer querida
Tan linda como ingrata... y siempre amada,
y sigo fatigoso la jornada
por el crudo desierto de la vida...!
Tu abriste ante mis plantas un abismo
en cuya cima ambulo a la ventura...
•y voy sin luz perdido en la negrura
como una sombra... huyendo de mí mismo...!
En cambio tú, mimada de placeres,
vas por la vida recibiendo flores;
no sabes de ternuras ni de amores
y cual Luzbel, seduces... y no quieres...'

Se tú feliz... mi corazón deshecho


prescrito está de calma y de reposo
Ya no puede en el mundo ser dichoso
quien oculta un cadáver en el pecho...!.'
Si crimen cometí al soñar contigo,
Herminia,... mi expiación es horrorosu...!
sé feliz por los dos, y tan dichosa,
como fué de infeliz tu pobre amigo...!

Abril de 1933.
260 DR. R. IBERN FLEYTAS

El licenciado en derecho Ricardo del Toro Soler, todo


simpatía, honradez y talento en grado sumo, digno de su
estirpe y raza, nació en Cabo Rojo en el año 1873.
Cursó enseñanza elemental en las escuelas de su pue-
blo natal y la segunda enseñanza en el "Liceo de Maya-
güez", colegio muy acreditado de aquella época.
Al salir de dicho centro no abandonó el estudio, sino
que se dedicó a él con verdadero ahinco. Cultivó la litera-
tura en casi todos sus géneros: el lírico, el dramático, el
cómico, el cuento, la crítica, el periodismo, etc., producien-
do las siguientes obras:
Publicadas: "Huracán", leyenda puertorriqueña basa-
da en la vida del famoso pirata Cofresí, que obtuvo un pri-
mer premio en el certamen literario celebrado por la Pren-
sa de Ponce, el 12 de diciembre de 1896. (La edición está
agotada) ; "Abismo sin fondo", drama trágico-histórico en
tres actos y en verso, cuyo argumento se basa en la histo-
ria del Czar Don Pedro el Grande de Rusia; "Livia", poe-
ma en verso que trata asunto amoroso y "Victoria", saine-
te en prosa.
Inéditas: "Sendero Torcido", drama en tres actos y
en verso, que fué representado en Cabo Rojo allá por el
año 1897, con el título de "Un Valle de Abrojos" ; "La Vir-
gencita", novela de costumbres puertorriqueñas del último
tercio del siglo XIX; '"Dulces y Amargos", colección de
cuentos; "Noche Buena", libreto para una zarzuela basado
en las costumbres típicas de los campesinos de nuestro país ;
"Honor a Betances", cuadro alegórico-dramático represen-
table, escrito expresamente para conmemorar en Cabo Ro-
jo el sexto aniversario de la muerte de aquel ilustre patriota
puertorriqueño y una colección de poesías, de las que algu-
nas han visto la luz pública en revistas y periódicos dia-
rios.
Los otros dos premios obtenidos fueron : en los Juegos
Florales del Casino de Cabo Rojo, el 27 de septiembre de
1896 por su poesía "El Poeta", mención honorífica y en un
HISTORIA DE CABO ROJO 261

certamen literario celebrado en Aguadilla el 4 de noviem-


bre de 1897, un primer premio por su cuento "Serafín".
En el año 1900 obtuvo el certificado de maestro y en-
señó durante siete años en las escuelas públicas del pueblo
de Cabo Rojo; mientras ejercía el magisterio estudiaba le-
yes y en 1908, sin asistir a cátedra alguna, por su solo es-
fuerzo, conquistó el título de abogado, profesión que ha ve-
nido ejerciendo desde entonces.
Ricardo del Toro Soler ha dedicado desde su niñez has-
ta ahora varias horas diariamente al estudio. De ese modo
ha enriquecido su mente, adquiriendo conocimientos gene-
rales, alcanzando su tiempo para cultivar también la ora-
toria y la música (que se vio obligado por falta de tiempo,
a abandonar desde hace muchos años). En ese bellísimo
arte produjo algunas piezas ligeras que conserva inéditas,
y aprendió a tocar (sólo para sí y sus íntimos) algo de pia-
no, violin y guitarra.
Residió en México y Estado Unidos por algunos años.
Una de sus poesías predilectas es la siguiente:

•'LIRA PUERTORRIQUEÑA"

EL POETA
Dejad al Bardo con
sus ensueños".
Gautier Benítez.

¿Por qué turbar mi inspiración, templada


al fuego de un amor que me enajena,
si, encendida era hermosa llamarada,
alivia mi dolor, templa mi pena,
y del sarcasmo a la sonrisa helada
que prodigas al Bardo, ¡Oh vulgo necio!
el corazón, que dentro del pecho late,
como la encina que el turbión no abate,
sólo responderá con el desprecio ?
DR; R. IBERN FLEYTAS

¿Por qué esgrimir la burla sangrienta


contra los que en cantares inspirados
al viento lanzan, ora szis cuidados,
ora su fe, que en llama brilladora
esparce por los ámbitos del mundo,
la luz que vivifica y regenera'
y que, al dolor, que al bienestar altera,
cuando vosotros blasfemáis sin calma,
ellos, pulsando la sonora lira,
ofrecen la canción que les inspira
el dardo punzador que hirió su alma ?

¡Ah, dejad al Poeta en sus ensueños!


el mundo es ancho y vuestra la fortuna;
corred tras los placeres y risueños
libad el néctar suave en que se aduna
a la pompa la dicha ¿qué os detiene?
El oro en vuestras arcas se amontona,
y cuando el alma, de placer henchida,
ávida de deleites ambiciona,
cual de Moisés la milagrosa peña,
al conjuro del oro,
el vivo afán con que la mente sueña
es realidad hermosa y halagüeña.

Mas... dejad que, entre angélicos y nardos,


rosas, jazmines, mirtos y laureles,
el sueño se deslice de los bardos.
Jamás su anhelo a comprender alcanzan
los que tras vil metal ciegos se lanzan
de afanes nobles la razón exenta;
el alma, que de Dios el sello ostenta,
sumida en las tinieblas de la noche,
y el corazón, de los afectos nido,
deshecho cual la flor de cuyo broche
no trasciende él perfume apetecido.
HISTORIA DE CABO ROJO

Errante en el desierto de la vida


que ve pasar sin estación florida,
el alma esclava, la ambición sujeta,
¡cuan triste es suspirar eternamente
"por las quimeras que forjó la mente
del que ha nacido soñador Poeta!

Nace el Bardo y esclavo del destino


va a caer de la vida al mar violento;
sembrado está de zarzas el camino
y en medio del mundano torbellino
no encuentra un corazón que le dé aliento.

Mas prosigue: le impulsa hacia adelante


su inspirada y ardiente fantasía;
áspides a su paso triunfante
le arroja sin cesar la turba impía,
y él, que por corazón tiene un tesoro,
pulsando él arpa de oro
le devuelve raudales de armonía.

Dulce cantor del apolíneo coro,


si él astro que él anima, reverente,
las cuerdas pulsa, del laúd sonoro,
mágicos sones llenan el espacio
y suben hasta el Dios Omnipotente
que en lo infinito ostenta su palacio,
y postrado ante Aquél, que de la altura
con mano sabia al universo rige,
reverencia la Patria; su amargura
llora; lo noble el corazón le exalta;
el ajeno pesar siente y le aflige;
admira la virtud y la hermosura,
y como Cristo en su divino anhelo,
brinda noble perdón a toda falta,
para cada dolor tiene un consuelo.
264 DR. R. IBERN FLEYTAS

Y en tanto que vosotros


corréis ansiosos tras la ardiente pira
del placer, el poeta, triste paria,
con glorias sueña y por amor suspira,
y en la canción que brota de su lira,
eleva al Hacedor una plegaria!
¡Sí; deponed el destemplado acento
que para herir al Bardo
lanzasteis a los ámbitos del viento!
Vedle cómo, anhelando bienandanza
cruza del mundo el erial de abrojos,
y con la fe, que lo imposible alcanza,
llanto de redención lleva en sus ojos,
manantiales de dicha es su esperanza,
y es su pecho el amor que regenera;
consuelo sin igual que vivifica;
¡Luz de Verdad que en la razón impera!
¡Sol de Ciencia que al alma fortifica!
Si veis un hombre que despierto sueña
una vida ideal, y en sus antojos
la vanagloria mundanal desdeña;
que con el llanto en los turbados ojos
lamenta del humano los dolores;
que el misterio tenaz que le rodea
o de los mundos el ignoto arcano
queriendo sondear, póstrase atento,
dejadle continuar en su tarea:
¡ Que allí está elaborando el pensamiento
el augusto monarca de la idea!
Es el Bardo, que vivos resplandores
difundiendo doquier, los sinsabores
compensa de la vida;
y, apóstol inspirado, en la pendiente
su fe salva al ateo, que, demente,
va a lanzarse al abismo, suicida.
HISTORIA DE CABO ROJO

Es el Vate que anhela el bien soñado


de la igualdad bendita y sacrosanta
que valientes cantares le ha inspirado;
su numen es su luz, luz salvadora
que el conturbado espíritu levanta,
¡y es él quien llora si la Patria llora;
y si la Patria ríe, es él quien canta!

Y al término llegando de la vida


deja su alma, de placer henchida
un mundo en que la dicha es ilusoria,
y al ascender de Dios a la morada,
os lega su labor eternizada
en los rayos sublimes de la Gloria!
CAPITULO XVIII

OTROS

Bajo la dominación americana, Puerto Rico ha pro-


gresado sorprendentemente y Cabo Rojo no se ha quedado
rezagado ; pero ha de aclararse que bajo la dominación pa-
sada no se estaba tan atrasado como se figura gran parte
de la generación modernista, pues se cultivaban más acen-
tuadamente las artes, las letras, el teatro y el periodismo,
con más entusiasmo, delicadeza y refinamiento que aho-
ra. Es verdad que hubo crisis política con Palacios y años
más tarde con Hunt se repitió el caso, pero Puerto Rico
supo valerse siempre por medio de sus hombres de temple.
Sus industrias, comercio, agricultura, escuelas y vías
de comunicación han aumentado considerablemente.
Muchas carreteras y caminos vecinales mantienen a
Cabo Rojo en contacto con sus barrios y pueblos limítro-
fes.
Esta región ha llegado a producir cerca de 350,000 to-
neladas y más, de caña anualmente ; produce también fru-
tas, café, algodón, frutos menores, cocos, aves, ganado: la
producción de leche es en grande escala, alcanzando el se-
gundo puesto en la Isla.
Mantiene diversos talleres pequeños de ropa, ebanis-
tería, talabartería, dulcería, carteras de mano para mujer,
baúles, bastones, ladrillos, cal, aceite de coco etc.
268 DR. R. IBERN FLEYTAS

D. Domingo Franqui ha sido premiado en las Exposi-


ciones de París y Chicago por trabajos tales como: basto-
nes y mandolinas; quedó especialmente consagrado por su
famoso órgano musical hecho de todas las maderas precio-
sas del país, en pequeñas piececitas con incrustaciones de
aceitillo, madera muy delicada, duradera y de color ama-
rillo, propia para estos trabajos.
Guarda como talismanes sus medallas de oro y bron-
ce, las cuales en el futuro, conservadas en algún centro cul-
tural o museo caborrojeño, demostrarán la efectividad del
progreso e ingenio de estos hombres del pasado.
La pesquería ha constituido siempre una riqueza ina-
gotable, siendo estas costas visitadas por los barcos pes-
queros de comarcas vecinas y distantes. Sus peces son de
clase superior muy solicitados en los mercados. Solicitan
"pescado de Cabo Rojo".
Los amantes de la caza, desde otros pueblos, acuden
con preferencia a Boquerón, Guaniquiya y la Costa en bus-
ca de las diversas especies de aves, principalmente tórto-
las y patos.
Para baños de mar, estas playas son consideradas por
los bañistas y deportistas como las mejores en el país.
Las minas salineras son las mayores, mejores, y más
productivas de las Antillas.
La propiedad está bastante dividida entre los caborro-
jeños que sin duda continuarán impertérritos en no salir
de sus tierras.
En lo que respecta a instrucción, se puede citar algo
interesante, Mientras ya en 1806 se fundaba en Bristol, In-
glaterra, la primera escuela nocturna para los muchachos
que trabajaban durante el día, porque se había reconocido
la instrucción como una necesidad pública, setentidós años
más tarde, en 1878, el Gobernador Despujols en Puerto Ri-
co, negaba autorización al ilustre Román Baldorioty de
Castro para abrir una escuela bajo lá denominación de
"Escuela Filotécnica" en Mayagüez.
HISTORIA DE CABO ROJO 269

Con ausencia completa de los métodos científicos ac-


tuales, aunque éstos adolecen todavía de deficiencias, el
niño que cursaba la instrucción primaria estudiaba gra-
mática castellana elemental, geografía, aritmética, algunos
conocimientos de agricultura y minerales, urbanidad (de
Carreño, que trata de cómo conducirse una persona en to-
das partes) y doctrina e Historia Sagrada. Además de la
instrucción académica el estudiante aprendía buenas mane-
ras, cómo conducirse en todas partes ; había respeto a "algo"
superior, algo divino.
El método moderno de enseñanza, más o menos igual
en asignaturas, pero más rápido en aprender a leer y escri-
bir que el primitivo. Pero además de ser una escuela en la
que el niño no acepta la corrección en sus maneras que le
sugiere o enseña el maestro, por culpa de sus padres que
no ayudan al instructor de sus hijos, es una escuela laica.
Y hay que considerar que la religión es el pan espiritual,
el pan divino que suaviza, que ablanda, que prepara al niño
para cultivar la cultura y la instrucción.
Indiscutiblemente, el complemento de la instrucción
académica, es la religión y la urbanidad. Si se hiciera un
estado comparativo del antiguo y el moderno método de
enseñanza en todos sus aspectos, se llegaría a la realidad.
En poblaciones como Cabo Rojo, de diez a doce mil ha-
bitantes en sus zonas urbana y rural en la segunda mitad
del siglo XIX, los primeros profesores que se recuerdan,
son Benigno Montalvo, Don Mariano Segarra, quien fué
sucedido por Don Antonio Marcano, Don Ramón Marín,
suegro del ilustre Luis Muñoz Rivera, profesor de Don Sal-
vador Brau y don Manuel Arcano Duran en 1863, hombre
de preparación sólida. Don Francisco Osuna, don Ramón
Torres Ramírez, don Delfín Cario Zapata, hombre de mu-
cha ilustración y cultura, poeta, periodista; Doña Ana de
la Torre, tía-abuela de lo3 hermanos Ramírez Santibáñez;
doña Mariana Betances, precursora de la enseñanza de
ciencias domésticas; don Francisco Betances, don Antonio
Camacho, don Adolfo Rodil; estos últimos venerables maes-
270 DR. R. IBERN FLEYTAS

tros rindieron sus vidas sin abandonar el magisterio du-


rante la dominación española. Estos hombres sintieron ver-
dadero amor por su profesión.
Entre los primeros maestros al principio de la domi-
nación americana están Luis Brau Delgado y Antonio Aca-
rón Correa. Este era el verdadero tesoro de la juventud ca-
borrojeña en la primera década del siglo XX; sabía y co-
nocía de todo ; daba clases a sus alumnos a altas horas de la
noche cuando enseñaba astronomía y no le importaba tras-
nochar una semana consecutiva en beneficio exclusivo de
sus alumnos y del público que se acercaba a oírlo.
Don Manuel del Toro Peralta fué compañero de Aca-
rón; se destacó como fundador de la hoy grandiosa "Aso-
ciación de Maestros" y de la revista "El Magisterio Mo-
derno". Fué Toro un puertorriqueño que hace honor a su
pueblecito que tanto quería. Murió en Mayagüez en 1945.
En la primera Guerra Mundial, aportó esta jurisdic-
ción cerca de quinientos hombres, entre ellos hubo cabos,
sargentos, segundos y primeros tenientes, y comandantes
del ejército americano en el Campamento "Bartolomé de
las Casas" en San Juan.
Rafael Bonilla, Armando Maíz y el Dr. Randolfo Co-
mas, segundos tenientes; el Ledo. Rodolfo Ramírez Pabón,
quien ocupó un puesto en el consulado americano en Ar-
gentina y la butaca de Gran Maestro de la Masonería puer-
torriqueña, primer teniente; el Dr. Ramón Ybern Fleytas,
primer teniente y el Coronel del Cuerpo Médico Militar, el
Dr. Arturo Carbonell Franqui.
El contingente que se preparó en dicho campamento
alcanzó la cifra de 16,584 hombres, bajo las órdenes del
Brigadier Chrisman y el General Townshend. Panamá es-
taba bajo el comando de tropas puertorriqueñas. Todos fue-
ron fieles a la ciudadanía y a la bandera.
El 22 de junio de 1918 quedó todo organizado y pre-
parado para la instrucción militar.
HISTORIA DE CABO ROJO 271

En ese intervalo estaban ya en los frentes de las más


rudas batallas soldados caborrojeños, de los que sobrevi-
vieron dos, Mario Sosa y Fernando Fagundo.
En proporción al tamaño de esta población, lo que con-
tribuyó en hombres y dinero sobrepasa en cantidad o por
lo menos igualaba a los demás pueblos. Fué de los primeros
que aportó soldados ; y en calidad, demostraron su heroísmo
en la sangre vertida valerosamente en tierra francesa, ha-
ciendo que sus nombres con el de la patria, pasaran a la
historia.
Juventino Crespo Taranto, nació en noviembre 3 de
1896. Ingresó en el ejército americano el 29 de septiem-
bre de 1917. Fué asignado a la "Company B-372nd. Infan-
tery" en la ciudad de Nueva York. Peleó en el sector de Toul
desde junio 28 a agosto 9 del 1918; en la gran ofensiva de
San Miciel de septiembre 12 al 16 de 1918; tocado con gases
asfixiantes, a pesar de ser tratado en clínicas y sanatorios
en los Estados Unidos, poco después de su regreso al lar
nativo, murió el 16 de mayo de 1924. Formó parte de las
fuerzas de ocupación en Alemania.
Su compañero Monserrate Padilla, nació en septiem-
bre 20 de 1896. Ingresó en el ejército en Nueva York el 25
de febrero de 1918 y fué asignado a la "Company K-307th.
Infantery". Aspiró gases asfixiantes y herido lo condujeron
a los Estados Unidos. Sufrió varias operaciones relaciona-
das con las heridas y fué tratado en sanatorios por los ga-
ses. El ejército lo retuvo varios años bajo tratamiento mé-
dico. Regresó a su pueblo y murió el 23 de julio de 1930.
Mario Sosa y Fernando Fagundo participaron en esas
tragedias de San Michiel y Chateau Tierre, pero tuvieron
mejor fortuna al salir ilesos y gozar de la vida satisfechos
de haber cumplido con su deber, cooperando con los conciu-
dadanos del Norte en una guerra sin cuartel, para conser-
var la libertad del mundo en los campos del norte de Fran-
cia.
Para agravar la situación de la guerra, apareció en
P. R. una epidemia que la llamaban con terror la "influenza"
272 DR. R. IBERN FLEYTAS

la cual causó miles de muertos entre militares y civiles, :i


pesar de las precauciones y luchas del Departamento do
Sanidad Insular y Militar que demostraron gran eficien-
cia. Se habilitaron las escuelas como hospitales en toda l<i
Isla.
El terremoto, para esta misma época, no causó daños
a esta población, pero no ocurrió así en el ciclón San Fe-
lipe, en septiembre del 1928 que perjudicó a las zonas ru-
ral y urbana.
Y antes de referirme a los acontecimientos en Puerto
Rico después de la primera Gran Guerra Mundial debe-
mos recordar a un caborrojeño con tres personalidades dis-
tintas; como caballero profesional, es culto, afable, llano,
amigable y buen amigo; como militar, adquiere de inme-
diato la seriedad, la pulcritud, el porte típico del militar,
el afán de ser estricto en el cumplimiento de su deber y de
todas esas cualidades unidas y refundidas surge una terce-
ra personalidad que cuadra perfectamente para el puesto
que más a él le ha gustado, Ja dirección de la Cruz Roja
de Puerto Rico. Hombre raro en la raza hispana. Ha dado
brillo a su pueblo natal, a su islita, orgullo y a nuestra na-
ción americana servicios muy valiosos.
Ahora veamos los datos biográficos que publica el pe-
riódico "Orden Público" de la Policía Insular de Puerto
Rico en el número de febrero de 1942 :
NUESTRA PORTADA...

Coronel Antonio R. Silva

Honramos la portada de nuestra revista con la foto


del Teniente Coronel Dr. Antonio R. Silva, quien fué nom-
brado por el Hon. Gobernador de Puerto Rico, el día 15 de
diciembre de 1941, Jefe interino del Cuerpo de la Policía
Insular de Puerto Rico.
El Coronel Silva, como muy bien puede verse en los
datos biográficos que publicamos a continuación, nació en
el pueblo de Cabo Rojo, P. R., «1 día 13 de junio de 1897,
siendo sus padres Don Eurípides Silva Pabón y Doña De-
lia Garrastazú Buscaglia. El 18 de junio se graduó de Doc-
tor en cirugía dental en la Universidad de Pennsylvania,
Philadelphia, y a su regreso a Puerto Rico se dedicó al
ejercicio de su profesión, habiendo desempeñado igual car-
go en el Departamento de Sanidad Insular, hasta que fué
nombrado Manager del Capítulo de Puerto Rico en la Cruz
Roja Americana. Durante la organización de la Guardia
Nacional de Puerto Rico, fué nombrado oficial del Regi-
miento 295 y obtuvo los grados de Capitán, Mayor y últi-
mamente el de Teniente Coronel asignado al Estado Ma-
yor. Ha sido miembro del Club de la Universidad de Penn-
sylvania en New York, Morro Gulf Club, Fraternidad Phi
Chi Delta, San Juan Riffle Club y otras.
Es un funcionario íntegro que realmente posee la talla
necesaria para encarnar el verdadero sentir del deber, pues
su cumplimiento fiel y buena acertación lo han llevado a
ocupar cargos de alta responsabilidad y suma confianza.
274 DR. R. IBERN FLEYTAS

Al coronel Silva, a quien conocemos desde hace ya mu-


chos años, le adornan muy altas cualidades. De porte dis-
tinguido y con una inmensa aureola de caballerosidad y gen-
tileza que le caracteriza, tiene un historial que mucho le
honra y que singularmente lo sitúa allí, donde están los
mejores y más tenaces servidores públicos.
En su oficina del Cuartel General donde el Coronel
Silva dispensa una misión de alta responsabilidad, hemos
hablado con el prestigioso puertorriqueño. Nada de afecta-
ción simulada, todo sencillez y cordialidad, una mano qua
se tiende estimulada por el deseo de estrechar un saludo
efusivo y sincero; desliza la conversación por cauces sen-
cillos, provocando siempre la anécdota íntima o su confe-
sión de un deseo reprimido. No hay pedantería en su trato ;
no surge ostentación de sabio o de erudito quien quizás co-
mo él podría hacerla sin equivocación alguna.
Nuestra conversación con el Coronel Silva ha sido, re-
petimos, altamente amena. Nos habla sobre diversos tópi-
cos. Y no deseo nos dice, hacer manifestaciones que en for-
ma alguna pudieran lesionar los buenos propósitos que ha-
yan tenido mis antecesores en cuanto al progreso general
de esta Institución se refiere. Yo, simplemente en el cum-
plimiento de mi cargo actual, como en los otros que he des-
empeñado, trataré de poner todo mi entusiasmo, mis mejo-
res esfuerzos y todo el caudal de mis energías en el mejo-
ramiento de esta sufrida y peor retribuida organización.
Si esos esfuerzos se llegaren a convertir en realidad,
me basta y me enaltece hasta lo infinito, la simpatía, el ca-
riño y la consideración que me puedan dispensar los que de
un modo oficial acaban de honrarme con este prestigioso
cargo.
Sería de lamentarse que el Coronel Silva, que tantas
ideas buenas tiene en mente para beneficio de la Institu-
ción Policíaca, no pudiera llegar a realizarlas, pues según
rumores que han circulado, a última hora se están hacien-
do gestiones por las altas esferas gubernamentales, para
reintegrarlo a su antiguo cargo de Manager del Capítulo
HISTORIA DE CABO ROJO 275

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de Puerto Rico da la Cruz Roja Americana, donde sus ser-


vicios se hacen necesarios.
No hemos querido robar mucho tiempo al distinguido
funcionario. En la sala de recibo le esperan muchas perso-
nas. Nos despedimos de él, agradeciéndole sus manifesta-
276 DR. R. IBERN FLEYTAS

ciones de franca solidaridad para con el cuerpo policíaco


y pensando, que, con hombres como el Coronel Silva y su
Ayudante el Teniente Ramírez Brau, sin duda alguna nues-
tra Policía entrará en una nueva era de progreso.
Después de la Gran Guerra Mundial, surgió la idea en
el Departamento de la Guerra de los Estados Unidos de or-
ganizar el cuerpo militar que se denominó "National Guard"
y en distintas ciudades de la nación se fundaron compañías
de diversos ramos; unas ds artillería, otras de caballería,
infantería, aviación, señales, etc.
Cabo Rojo tenía que aprovecharse de esa oportunidad
que proporcionaba tanto moral como físicamente, un me-
dio más de preparación para la juventud caborrojeña.
El Ayudante General de Puerto Rico, Comandante
John A. Wilson, nombró en comisión a los señores Antonio
A. Bulls, Cayetano Valle, Antonio Pabón, Dr. Eurípides
Silva y Dr. Ramón Ybern Fleytas para que seleccionaran y
examinaran físicamente a cien hombres para una compa-
ñía de infantería.
El siguiente domingo, después del 13 de enero de 1920
en que se recibió la comunicación, quedó inscrita, fundada
y organizada la Co. C. (First Infantry) de Cabo Rojo.
Esta compañía comandada poco después por el Capi-
tán Alfredo Martínez, obtuvo en el campamento del 1922
en Arecibo una copa por eficiencia y buen entrenamiento
militar. También fué Capitán de la Compañía el señor Silva.
Más tarde, por una orden para reorganización general
de la "National Guard", dicho cuerpo quedó convertido en
"Co. C. 295 Infantry Puerto Rico National Guard", y bajo
el mando del entonces Capitán Ubaldo del Toro, llegó a tal
progreso en el arte militar que no solamente fué citada co-
mo ejemplo de eficiencia en general, sino que durante tres
años consecutivos, 1929, 1930, 1931, ganó la copa "Este-
ves", además de la copa "Lluveras", en el 1931, en el cam-
pamento de Ponce.
Estos triunfos y trofeos obtenidos en varias competen-
cias en el arte diabólico de la guerra en distintos campa-
HISTORIA DE CABO ROJO 277

mentos, se debe a la fidelidad y capacidad del capitán, de loa


oficiales y de las clases caborrojeñas.
Para hacer notar el mérito efectivo en el cual los cabo-
rrojeños pueden fundar su orgullo y satisfacción, inserta-
mos una información del "H. S. Army Recruiting News",
órgano del Ayudante General del Ejército, que dice en oc-
tubre primero de 1931, lo que sigue:

Porto Rican National Guard


Company Wins Trophies

At Camp Hoover, Ponce, Porto Rico, Co. "C"


295th. Infantry P. R. N. G. won two major
trophies by achieving the highest rating
in combat principles and general efficiency
during the annual federal inspection
held presently.

The Esteves Cup for the highest rating in


combat principles was awarded Co. "C"
permanently in as much as this is the third
consecutive year the organization has won it.
The Lluveras Trophy, given in order to
estimúlate rivalry in efficiency rating in the
National Guard, was won by Co. "C" also.
Stationed at Cabo Rojo, P. R., the company is
commanded by Captain Ubaldo del Toro, 295th.
Infantry, Porto Rico National Guard.
278 DR. R. IBERN FLEYTAS

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CAPITULO XIX

PUEBLO Y SUS BARRIOS

Este municipio está compuesto del pueblo y ocho ba-


rrios: Guanajibo y Bajura al norte; Monte Grande y Lla-
nos Tuna al este ; Llanos Costa y Boquerón al sud ; Peder-
nales y Miradero al oeste.
Guaniquiya es el nombre con que se designa sólo a una
parte del Barrio Pedernales. Pedernales es el nombre ofi-
cial de uno de los barrios de este pueblo; pero la original
y verdadera designación o nombre es Guaniquiya. Este úl-
timo es el nombre nativo, indígena, de esta región de costa
acantilada y bella, donde las olas del mar con sus espumo-
sas y blancas crestas imponentes con matices románticos,
llenos de fantasía, transportan a un mundo nuevo al visi-
tante. El primitivo nombre predomina. Casi nadie llama
Pedernales, porque éste último se debe a unos españoles
que vinieron de una región de Bilbao, España, llamada Pe-
dernales y de ahí nació este nombre, pero el de Guaniquiya
perdurará. La Asamblea Municipal de este pueblo, indu-
dablemente requerirá de la Legislatura la restitución del
nombre original de "Guaniquiya". al barrio de "Pederna-
les".
El total de población en el 1910 era de 19,562 habitan-
tes en zona urbana y rural ; en el 1920 era de 22, 412 habi-
tantes en zona urbana y rural ; en el 1930 era de 4,605 ha-
bitantes en zona urbana y 19,187 habitantes en la zona ru-
ral y en el 1940, según el Censo Federal, 28,586 incluyendo
los 5,303 habitantes de la zona urbana.
280 DR. R. IBERN FLEYTAS

Casi la totalidad de la población de Cabo Rojo y sus


barrios es blanca, llegando casi al dos por ciento sólo, la
raza de color.
Por el 1908, el "Weather Bureau" tenía una estación
meteorológica en Cabo Rojo a 250 pies de altitud.
La situación y límites del municipio son los siguientes :
situado en el ángulo S. O. de la isla, entre los 17 grados
56'8" y los grados 10'17", de latitud Norte y los grados
7'30" y 67 grados 12'52" de longitud Oeste del Meridiano
de Greenwich.
Colinda al Norte con Hormigueros y Mayagüez ; al Sud
con el mar Caribe; al Este, con San Germán y Lajas y al
Oeste con el Canal de la Mona y el río Guanajibo.
La prolongación de la Cordillera Central por Cabo Ro-
jo se extiende de Este a Oeste y termina entre Punta Fuer-
te y Punta Guaniquiya en la costa. El pico de Buena Vista
tiene una elevación de 246 metros sobre el nivel medio del
mar.
Entre Boquerón y Punta Guanajibo por costa Oeste
hay cerros de poca altura.
Al Sur de dichas montañas, está Sierra Bermeja, ex-
tendida de Este a Oeste, empezando cerca del lago Guáni-
ca y terminando en Punta Melones, siendo el punto más
alto el pico Mariquita, con 297 metros en el ángulo sudoes-
te de la isla.
Entre las montañas que corren de Este a Oeste hay
dos espléndidos valles de aluvión. Al Norte de ellos, en for-
ma triangular que tiene sus vértices en San Germán, Pun-
ta de Guanajibo y Cabo Rojo. El segundo valle está entre la
Cordillera Central y Sierra Bermeja por el Norte y Sud, la
Bahía de Boquerón al Oeste, extendiéndose hacia el Este
fuera de la de los límites jurisdiccionales hasta Guánica.
El llano de la costa, con manglares, cactus y malezas, se
extiende por el Sud de Sierra Bermeja.
Los ríos Estero y Viejo bajan por la parte Nordeste
formando línea divisoria con Hormigueros.
HISTORIA DE CABO ROJO 281

El hermoso puente de hierro sobre el río Estero que


comunica a Cabo Rojo y la parte sud de la isla con Maya-
güez, fué construido por los españoles. Por motivo del cam-
bio de dominación los documentos pertinentes fueron entre-
gados al archivo general de Obras Públicas, no obstante,
se sabe con certeza, que el proyecto fué aprobado en 1896
y se construyó inmediatamente con el nombre de "Isabel
Segunda", que dio paso a las tropas americanas hacia Ma-
yagüez después del combate con los españoles en la Vuelta
de la Acacia.
Anteriormente hubo otro puente construido, de made-
ra, con el mismo nombre, pero una de las crecientes del río
cargó con él y cerca de diez años pasaron para realizarse
esa segunda construcción sólida y bella como las innume-
rables reliquias que España dejó a sus hijas americanas;
obras que desafían los siglos y que imprimen el sello de
Castilla y de León como un recuerdo.
El Río Viejo, viene de San Germán hacia el Oeste,
desvía hacia el Norte a desembocar en el Estero para for-
mar el Río Guanajibo, que va hacia el mar formando línea
divisoria en toda su extensión con Mayagüez.
Hay diecisiete quebradas; unas desembocan directa-
mente al mar, otras desembocan en el río Viejo y otras des-
aparecen en sumideros.
Hay cinco caños de agua permanentes y potables.
Las quebradas son las siguientes: La Tuna, nace en
los límites con San Germán, corre con dirección Norte, des-
emboca en el río Viejo; Las Piedras, nace cerca de la cue-
va de San Patricio con dirección Norte, desemboca en el
río Viejo; Sábana Alta, nace al Norte del pueblo, va con
dirección Oeste y desemboca en el mar ; Varas, nace en Paso
de la Palma al Oeste del pueblo con dirección al Sud, desem-
boca en el río Viejo; Sábana Alta, nace al Norte del pue-
blo, va con dirección Oeste y desemboca en el mar; Varas,
nace en Paso de la Palma al Oeste del pueblo con dirección
al Sud, desemboca en el mar por Playa Ostiones; Ostiones,
nace en Tujao, al Sud del pueblo con dirección Oeste, des-
282 DR. R. IBERN FLEYTAS

emboca en el mar por Puerto Real; Coscorrones, nace en


los Morrillos, (barrio Llanos Costas) con dirección Sud,
desemboca en el mar por Boquerón con dirección Este;
dos afluentes de Coscorrones nacen en los Morrillos con di-
rección Sud; Los Naranjos, nace en Boquerón con direc-
ción Este, desaparece a media milla de su nacimiento; Bo-
querón, nace en la Tuna con dirección Sud, desaparece cer-
ca de Sierra Bermeja; Oréganos, nace en la Tuna con di-
rección al Norte, desemboca en el mar por las Salinas ; Hu-
carillo, nace en la Tuna con dirección Norte a Sud, sirvien-
dode límite con San Germán, desemboca en El Duque, que
está al Sud del pueblo, con dirección al Oeste, desembocan-
do en el río Viejo. (Posteriormente se llamó "La Pileta",
por existir una piedra grande irregular en forma de pile-
ta, donde las lavanderas anteriormente lavaban ropas. Esas
obreras le dieron ese nombre y se generalizó) ; Quebrada
Grande o Mendoza, nace en la Tuna, al Sur del pueblo, con
dirección al Norte, desemboca en el río Viejo en la sabana
de Cuevas.
Caño Caraballo nace en Pedernales, con dirección
Norte, desemboca en Quebrada Grande; Caño de Miradero,
nace en la sabana de Miradero con dirección Este, desem-
boca en el mar; Caño de las Palmas, nace cerca de Boque-
rón y con dirección Noroeste, desemboca en el mar; Caño
Bajurd, nace en los llanos de la Bajura con dirección Sud-
oeste, desemboca en el río Estero.
La costa es accidentada, empezando en Punta Guana-
jibo al Oeste y forma con Punta Arenas la entrada al Bra-
madero, de media milla de profundidad y doce pies de cala-
do; entre Punta Arenas y Punta Ostiones forma una en-
senada y un poco al centro está la albufera de Juyúa (Jouy-
da) que se comunica con el mar; en medio de la ensenada
está la islita de los Ratones (Pinero). La entrada a la en-
senada de Puerto Real tiene tres octavos de milla de an-
chura, desde Punta Carenero y Punta Fuerte; dicha ense-
HISTORIA DE CABO ROJO 283

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El Faro en los Morrillos de Cabo Rojo.

nada es bastante circular, tiene cinco octavos de milla de


diámetro y quince pies de calado.
La bahía de Boquerón está considerada como la más
segura de toda esta costa Oeste de Puerto Rico y como la
más grande; la forman Punta Guaniquiya (Guaniquilla) y
Punta Melones al Norte y Sud respectivamente; distantes
una de otra por dos millas y media y como dos millas de ex-
tensión dicha bahía de Oeste a Este. La entrada está di-
vidida en dos por los bajos Enmedio y Palo; el canal Norte
entre Punta Guaniquiya y el Norte del bajo Enmedio con
284 DR. R. IBERN FLEYTAS

250 yardas de ancho y de 25 a 30 pies de profundidad; el


canal Sud entre los bajos tiene 350 pies de ancho con una
profundidad de 34 a 40 pies en el medio. La profundidad
de la bahía varía entre 12 y 28 pies, pero en la zona del
Oeste del bajo Enmedio, en una extensión de cinco octavos
de milla de ancho, la profundidad es de 27 a 35 pies.
Punta Moja-Casabe tiene una pequeña indentación con-
tinuando algo ondulada hasta la punta del Águila, que con
el Cabo Rojo, el ángulo noroeste de la isla, hace la entra-
da a la bahía Salinas.
El Cabo Rojo es una pequeña península que en su par-
te Sud tiene dos promontorios; el del Eete con 118 pies de
elevación y el del Oeste de 75 pies, donde está el faro del
Cabo Rojo, que se construyó en el año 1843 por nuestra vie-
ja madre España.
La dirección de los vientos es del S. E.
El pueblo está bajo el nivel del mar.
Los caminos y carreteras son muchos, pero solamente
hay registrados 24 caminos y 6 carreteras insulares: Ca-
mino "Lanos Tuna" parte del pueblo sud, cruza los barrios
Mte. Grande y Llanos Tuna, con un largo de 11 kilómetros.
Fué inscrito en 1907.
Carretera "Puerto Real", va en línea recta con la ca-
lle Rossy, al Oeste de la población y se divide en dos rama-
les: uno que cruza los barrios Mte. Grande, Pedernales y
Llanos Costa con un largo de 22 kilómetros, termina en la
playa de Pitahaya. Fué inscrito en 1910 como camino. Otro
ramal va directamente a Puerto Real y otro a Lajas.
Carretera "Joyúa", parte de la calle Carbonell por el
Oeste, cruzando el barrio Miradero hasta Juyúa, con un
largo de 5 kilómetros, 61 metros y continúa desde este po-
blado cruzando Guanajibo hasta la Escuela Industrial de
Cabo Rojo, comunicándose con la playa de Mayagüez. Fué
inscrito como camino en 1910.
Carretera "Las Delicias", parte del camino de Juyúa
al norte, divide primero los barrios Bajura y Miradero y
luego Miradero y Guanajibo, pasa por Las Delicias y ter-
HISTORIA DE CABO ROJO 285

mina en el corazón de Guanajibo con un trayecto de 3 ki-


lómetros y 730 metros. Continúa como camino Guanajibo,
cruzando los barrios Miradero y Guanajibo, hasta empal-
mar con la carretera No. 2 con una longitud total de 12 ki-
lómetros. Fué inscrito como camino en 1910.
Camino "La Costa", parte del camino Llanos Tuna
con una longitud de 3 kilómetros y cruza los barrios de
Llanos Tuna y Llanos Costa. Inscrito en el 1910.
Camino "Central Llanos Tuna", parte de la calle Mu-
ñoz Rivera al Sud. cruza los barrios Mte. Grande y Llanos
Tuna, donde termina, con un largo de 8 kilómetros 124 me-
tros. Inscrito sn 1910.
Carretera "Boquerón", parte del camino Llanos Costa,
cruza los barrios Pedernales y Boquerón, donde termina,
con un largo de 6 kilómetros 880 metros. Inscrito en el
1910.
Carretera "Pedernales", sale de la Carretera Puerto
Real, cruza el barrio Pedernales, con un largo de 9 kilóme-
tros 255 metros en total y termina en Boquerón sin termi-
narse la carretera. Inscrito en 1910.
Camino "Bajura", parte de la carretera Cabo Rojo-
Mayagüez, atraviesa el barrio Bajura y termina en la ca-
rretera No. 2 que va a San Germán en el barrio de Sabanai-
nea (Sabana Eneas) con un largo de 8 kilómetros. Inscri-
to en 1910.
Camino "Mte. Grande", parte de la calle Quiñones,
atraviesa los barrios Mte. Grande y Llanos Tuna, con un
largo de 5 kilómetros y termina en Collores. Inscrito en
1910.
Camino "Collores", parte del camino Central Llanos
Tuna, va hacia al este a empalmar con el camino Llanos
Tuna, atravesando Mte. Grande y Llanos Tuna, con un
largo da 5 kilómetros. Inscrito en 1910.
Camino "Garita", parte de la carretera Juyúa atra-
vesando el barrio Miradero y termina en Juyúa con un
largo de 21 kilómetros y medio. Inscrito en 1910.
286 DR. R. IBERN FLEYTAS

Camino "Cerriloos", parte de la carretera Mayagüez-


Cabo Rojo, No. 2, atraviesa por los barrios de Bajura y
Guanajibo, de Cabo Rojo va hacia el Oeste a unir con la
carretera "Las Delicias" con una longitud de 5 kilómetros.
Inscrito en 1916.
El camino que parte de Boquerón hacia -el Oeste, atra-
viesa los barrios Llanos Costa y Boquerón, terminando en
Llanos Costa, con un largo de 6 kilómetros. Inscrito sin
nombre en 1910.
Camino "Sosa", sale del camino Llanos Costa, atravie-
sa Llanos Tuna, corre hacia el Este para empalmar con el
central ds Llanos Tuna, con un largo de 3 kilómetros. Ins-
crito en 1916.
Camino "Ballajá", parte de la carretera Cabo Rojo-
San Germán, atraviesa el barrio de Mte. Grande y con di-
rección Este, empalma rumbo Sudoeste con el camino No.
112. Mide 1 kilómetro. Inscrito en 1916.
Camino "Miradero", parte de Puerto Real, pasando por
el propio Miradero, rumbo Norte, atravesando este barrio
y se una a la carretera Joyúa con un largo de 3 kilómetros.
Inscrito en 1917.
Las "Ausubas", sale del camino Pedernales, atravesan-
do este barrio con dirección al Sud, llega a Boquerón con
un largo de 5 kilómetros aproximadamente. Inscrito en
1917.
Camino que parte del de Llanos Costa con dirección al
Este y termina en Quebrada Grande con 150 metros de
longitud. Inscrito sin nombre en 1918.
Camino "Las Quebradas" nace en la carretera Cabo
Rojo-San Germán, terminando en otro camino sin nombre
del de Llanos Tuna. Pasa por los barrios de Mte. Grande
y Llanos Tuna de Cabo Rojo, y sirve a los barrios de Cotuí
y Tuna de San Germán con un largo de 5 kilómetros. Ins-
crito en 1919.
Camino "Quebrada del Agua", parte de la carretera
Cabo Rojo-San Germán y termina en el camino Collores de
HISTORIA DE CABO ROJO 287

Llanos Tuna, pasando por Mte. Grande; el nombre de este


camino lo toma del manantial llamado Quebrada de Agua.
Tiene una longitud de 2 kilómetros y 884 metros. Inscrito
en 1921.
Las carreteras siguientes han facilitado un tráfico co-
mercial sin precedente en pueblos de esta categoría y aún
de algunos otros de mayor importancia que-no lo igualan.
Las carreteras son: Cabo Rojo-Boquerón y ramales
Faro y Lajas; Cabo Rojo-Puerto Real y ramal Guaniqui-
ya; Cabo Rojo-Juyúa hasta Mayagüez y ramal Delicias;
Cabo Rojo-"Vuelta Acacia"-San Germán, Cabo Rojo-San
Germán y Cabo Rojo-Mayagüez.
En el año 1915 el Consejo Ejecutivo concedió una fran-
quicia a Emilio Isaac Carbonell para la instalación del
alumbrado y fuerza eléctrica. En la actualidad la Maya-
güez Power, Light and Ice Co. es la que da este servicio.
CAPITULO XX

Hasta aquí, se ha llegado con estos apuntes históricos


sobre este ángulo occidental de la Isla; pero hay que ter-
minar con un llamamiento a esa esperanza en gestación,
que se llama juventud, pletórica de vida y alegría, que se
desarrolla e instruye mental y físicamente en el nuevo am-
biente de este siglo de las maravillas, en que el hombre lo
domina todo: el aire, el mar, la tierra, el arte, las ciencias
y hasta más allá de lo concebible ; con facilidades especiales
y expresas para todo y para todos, de lo que no soñaron dis-
frutar los hombres de ayer.
Esta juventud es la que ha debido saltar a la arena con
el peto intelectual para sustituir aquel contingente de ilus-
tres varones que cayeron abriendo el camino y van cayendo,
paro victoriosos, ante el inexorable mandato de lo ignoto,
después de haber hecho claridad, para que se convierta en
luz tan brillante como el sol lo que estamos viendo y de lo
que se verá antes de terminar este siglo.
Estos modernos reclutas del pensamiento, de la medi-
tación y del estudio, necesitan apurar las aguas del manan-
tial espléndido e inagotable de experiencia que les brinda y
legan no solamente aquellos varones caborrojeños, sino que
también todos los venerables puertorriqueños de acerado
temple y abnegación, que llegaron a la cima de la escarpa-
da montaña de la gloria, enervando sus fuerzas físicas, pe-
ro dejando una estela luminosa, imperecedera, para que
aquellos que quieran aprovecharla y ejemplarizarla con la
290 DR. R. IBERN FLEYTAS

potencialidad que desarrolla el caudal de sus conocimien-


tos.
Y ahora, al terminar, se repite la advertencia de que
ésta no es una obra literaria, ni perfecta, que no está es-
crita a lo moderno, con la fuente de los datos en los márge-
nes; que desde el año 1918 he estado recopilando datos para
terminarla ahora. Esto es más bien un recordatorio histó-
rico de un hombre que quiere a Cabo Rojo de corazón y
que sirva para los futuros literatos e historiadores cabo-
rrojeños que surjan, para que mejoren y amplíen, dándole
el pulimento o brillo de nuestro bello léxico castellano.
Si he acertado, bien; quedo satisfecho.

"Errare humanum est."


Este folleto fué impreso en los
talleres tipográficos de Editora
Montalvo, en Ciudad Trujillo,
Rep. Dom., y se termino el dia
23 de abril de 1960.

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