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Diplomado “Género y Movimientos Feministas”

 
Seminario: Mujeres en lucha en Argentina 
Dra. Catalina Trebisacce. 
 
 

 
8 de marzo de 1984, Plaza Congreso 

 
 
 
 
 
 

1
Clase 4: Feminismo en plural, entre el retorno a la democracia y 
los debates en torno a la institucionalización del movimiento   

En nuestra última clase nos ocuparemos del período que se inicia con el retorno a la
democracia y que llega hasta la actualidad. No es un período del que pueda predicarse
homogeneidad, de hecho, los años ochenta, marcados por la efervescencia del retorno a la
democracia y la proliferación de grupos activistas, contrasta con el repliegue de la
militancia de los años 90 que acompañó a la avanzada del neoliberalismo en el país.
Repliegue de los 90 que contrasta, a su vez, con consolidación de espacios de militancia
feminista y lgtb tanto en instituciones estatales como en otros tipos de espacios de
organización política y social, de los últimos 15 años.
Estos años y estas experiencias dispares se constituyen, de todos modos, en un
período que, si bien no coincide las periodizaciones trazadas por la historiografía oficial,
1
puede analizarse como una ​época en el sentido que la ha definido Claudia Gilman (2012) .
Una época atravesada por algunas problemáticas y preocupaciones compartidas, me refiero
concretamente al debate en torno a la institucionalización vs la autonomía del movimiento
feminista. Es un debate que necesariamente va cruzado por la posibilidad concreta de un
ingreso y participación de las mujeres en la esfera público-política-institucional,
tradicionalmente denegada.
Institucionalización vs autonomía es un debate que se instala en el feminismo local
e internacional en los años 80, cuyos términos son redefinidos en cada década con cada
coyuntura particular. E incluso son proyectados hacia el pasado para pensar y narrar
2
algunas interacciones de los feminismos de los años 60 y 70 . Pero es un debate que estalla
y es especialmente importante en los 80 para el movimiento feminista latinoamericano, más
concretamente en el cono sur, porque son los años de retorno a las democracias luego de los
procesos dictatoriales que azotaron a la región. Los retornos a las democracias y a sus

1
GILMAN, Claudia, ​Entre la pluma y el fusil,​ Buenos Aires, Siglo XXI (2012)

2
Se habló en términos de institucionalización y autonomía para hablar de feminismo inscripto en partidos
políticos o feminismo que rechazaba esa participación.

2
instituciones significaron un desafío para el movimiento hasta ahora confinado a las calles.
La democracia abrió la posibilidad para la participación de las mujeres en dependencias
estatales pero las feministas se preguntaron sobre los límites que impondría esta
participación. Que el Estado se volviera poroso y receptivo al movimiento feminista
resultaba problemático y riesgoso para algunas militantes. Para otras, una gran oportunidad.
Así es que las posiciones fueron encontradas, pero en líneas generales el movimiento
feminista, envuelto en la euforia y las expectativas ante el cambio político de la región,
tendió a abrazar casi cualquier instancia de participación.
En la década siguiente, con un contexto político económico neoliberal en la región
que supuso el retiro del Estado, este debate se redefinió. Los temores en torno a la
institucionalización no van a estar en relación con las instituciones estatales sino en
relación a las OGNs que en esta década se aparecen en el campo feminista (aunque no sólo
ahí). El movimiento feminista tradicional se mostró mucho más antipático ante esta
institucionalización que a la que había acontecido en la década pasada. Sin embargo, las
profesionales, fundadoras e integrantes de las distintas ongs, se declararon feministas y
exigieron una revisión de los límites del movimiento.
En las siguientes décadas el debate autonomismo vs institucionalización parece
apagarse. Aunque la instalación de gobiernos progresistas supone, otra vez, una gran
porosidad del Estado respecto de las demandas del movimiento de mujeres y el lgtb.
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Asimismo, estas últimas décadas acontece lo que Sonia Álvarez (2014) denomina una
suerte de “​sidestreaming”​ (flujos horizontales) de los discursos y prácticas del feminismo
hacia la sociedad civil, que genera una multiplicación del campo feminista. Desde
sindicatos hasta municipios crean secretarias o secciones de género. En algunos casos
participan antiguas feministas, en otros, las integrantes son recién llegadas. La
institucionalización y la autonomía van perdiendo los límites claros que antes los
diferenciaban.

3
ALVAREZ, S. E. (2014). “Para além da sociedade civil: reflexões sobre o campo feminista”. ​Cadernos Pagu​,
(43), 13–56.

3
A los efectos del desarrollo de esta clase nos detendremos especialmente en las
décadas del 80 y del 90, y sólo haremos algunas referencias a lo que serán las décadas por
venir.

Los años ochenta, la primavera de la transición democrática, feminismo político y


primera institucionalización del movimiento

Hablar de la década del ochenta en Argentina supone hablar del fin del oscuro
proceso dictatorial y del inicio de la llamada transición democrática que se abrió hacia
1983. Este período significó una creciente movilización social y política. Distintas
organizaciones, partidos, sindicatos, pero también intelectuales y ciudadanas/os
independientes, salieron a las calles a reclamar la restauración del Estado de derechos lo
que significaba, para muchas/os, no sólo el retorno al sistema democrático sino también una
revisión del pasado reciente, con miras a poner bajo la lupa de la justicia el accionar de las
fuerzas militares durante los años del golpe. Este particular contexto marcó de un modo
singular a la militancia feminista de aquellos años, que se mostró efervescente en las calles
y con una agenda política diversificada. Sucintamente, podríamos decir que la vuelta al
estado de derecho posibilitó, en primer lugar, que las feministas emprendieran una lucha en
torno a reformas legales que significaban mejoras de la condición de las mujeres, al tiempo
permitió que muchas aspiraran a participar en el estado como funcionaras. Por otra parte, el
fin del terrorismo de estado posibilitó que las feministas desplegaran abiertamente sus
alianzas con otros sectores sociales, especialmente con las agrupaciones de derechos
humanos, con quienes salieron una y otra vez a las plazas a reclamar justicia. Finalmente, el
fin del estado persecutorio facilitó también los contactos con el movimiento feminista
latinoamericano, asunto que fue crucial en esta década para la definición de la agenda
política local. Pero vayamos ahora por partes.
El 8 de marzo de 1984 en conmemoración del día internacional de las mujeres, se
produjo una masiva manifestación en la Plaza de los Dos Congresos. La Multisectorial de
la Mujer fue la organización que motorizó esta concentración. La organización, creada a

4
fines de 1983, expresaba la confluencia de mujeres de diversos sectores: feministas
(algunas prevenientes de este movimiento de la década anterior, otras provenientes, de las
4
filas de las izquierdas ), militantes de derechos humanos, mujeres de partidos políticos
tradicionales, mujeres de sindicatos, amas de casas, militantes lesbianas, etc.
En el acto en cuestión las integrantes de la Multisectorial habían redactado un
documento con reclamos concretos, la mayoría de los cuales encontraron respuesta en los
años inmediatamente posteriores. La Multisectorial demandaba la ratificación de la
Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de
5
discriminación contra la mujer , modificación del régimen de patria potestad, cumplimiento
de la ley de igual salario por igual trabajo, reglamentación de la ley y puesta en
funcionamiento de jardines maternales zonales, modificación de la ley de jubilación para el
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ama de casa, la creación de una secretaría de Estado de la Mujer. (Tarducci y Rifkin, 2010)
Al poco tiempo de aquel 8 de marzo y dando signos de una legitimidad social y
política adquirida en torno a las demandas de las mujeres, se sancionaron una serie de leyes
que dictaminan: la patria potestad conjunta al padre y la madre (1985), la convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra las Mujeres (1985), el convenio
sobre la igualdad de oportunidades para trabajadores y trabajadoras con responsabilidades
familiares (1986), el divorcio vincular (1987) y el derecho a pensión al cónyuge en
matrimonio de hecho (1988). Y en 1987 se creó la Subsecretaría de la Mujer para dar canal
a políticas orientadas a las mujeres, de la que participaban distintas mujeres con perspectiva
feminista e incluso militantes feministas. Estas nuevas leyes fueron un triunfo de las
demandas de un movimiento feminista local pero también fueron el resultado de la presión

4
Fue una característica del período el ingreso al feminismo de mujeres que en la década anterior había
participado en partidos u organizaciones de izquierda reacias a la militancia feminista. La irrupción de estas
nuevas militantes, con una formación de base marxista en la mayoría de los casos, marcó de un modo muy
particular al feminismo de estos años.
5
La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer se fue aprobado
en la Asamblea de las Naciones Unidas en 1979. La aprobación por parte de la asamblea fue acompañada
por la recomendación de que los Estados Parte, es decir aquellos Estados Nación incluidos en la ONU (siendo
la Argentina uno de ellos), implementaran legislación acorde a ella. En Argentina en mayo de 1985, luego de
las manifestaciones que estamos narrando, se aprueba la ley N° 23179 por la cual se adhiere a la
Convención.
6
TARDUCCI, M. & RIFKIN, D. 2010. “Fragmentos de historia del Feminismo en Argentina” En: CHAHER &
SANTORO (eds.) ​Las palabras tienen sexo II​. Buenos Aires: Artemisa Comunicación Ediciones.

5
ejercida por el feminismo a nivel internacional, porque fue éste quien conmovió a las
instancias internacionales como la misma ONU para promover que las políticas tendientes a
la mejora de la condición de vida de las mujeres.
1975 fue el año de inicio de la preocupación por la agenda de mujeres por parte de
organismos trasnacionales. Este año fue declarado el Año Internacional de la Mujer por la
ONU y la década (de 1975 a 1985) como la década de la mujer. La ONU llamaba a que
todos los Estados atendieran a las demandas de las mujeres y desde las cuatro Conferencias
Mundiales sobre la Mujer, que se realizaron a partir de 1975, se establecieron tratados y
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convenciones con el objetivo de impactar finalmente en las legislaciones nacionales . Los
tratados estimulaban, en un primer momento, la ampliación de la ciudadanía de las mujeres
(legislación laboral específica, ley de cupos, etc.) y, en un segundo momento, se orientaron
a la protección de las mujeres contra las violencias y abusos. Parte de esta transformación
en los puntos centrales de los protocolos puede ser resultado del análisis de los informes
sobre la situación de las mujeres que cada Estado y organismos internacionales comenzaron
a hacer desde 1975, también a pedido de la ONU. Los informes pronto señalaron que la
participación formal en derechos civiles y políticos no garantizaba la eliminación de la
inequidad de género. Las instancias internacionales se convirtieron para las organizaciones
feministas en la posibilidad de fortalecer las negociaciones con las autoridades locales pero
nunca perdieron su carácter ambivalente pues obviamente en aquellas instancias no se tomó
nunca ni la totalidad y ni la radicalidad los puntos de la agenda feminista.
Entre las agrupaciones feministas que se originaron en estos años se encuentra
ATEM (Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer)- 25 de noviembre, que fue sin
dudas la organización que supo adquirir más peso en el mapa de las agrupaciones porteñas.
Creada en 1982, fue la única agrupación que sostuvo (y aún sostiene) la realización de las
Jornadas Anuales de reflexión feminista y la producción de una publicación ​Brujas,​ que ya
pasa las tres décadas​. Las mujeres que componen la organización tienen procedencias

7
Las mismas se realizaron en Ciudad de México (1975); Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijín (1995).
Las resoluciones de estas conferencias pueden consultarse en
http://www.unwomen.org/es/how-we-work/intergovernmental-support/world-conferences-on-women​.
Para un estudio sobre ellas ver Grammático Karin “Feminismos en clave latinoamericana: un recorrido
sobre​Fem,​ ​Isis​ y ​Fempress” Mora, ​2011 disponible en
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1853-001X2011000200002

6
políticas y sociales divergentes, pero, a diferencia de las experiencias feministas de la
década anterior, desde sus inicios ATEM se declaró una organización feminista y
antiimperialista. Para esta organización el feminismo debía ser pensado necesariamente en
alianzas con la lucha política de clases y la de los derechos humanos. De modo que
tempranamente ATEM estableció lazos estrechos con los distintos movimientos por los
derechos humanos y acompañó a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo en sus reclamos y
manifestaciones.
Otras organizaciones feministas de la década fueron: la OFA (Organización
Feminista Argentina, que era una reedición del MLF de la década anterior), Líbera,
Alternativa feminista y Prisma, entre otras de menor envergadura. Todas ellas, junto a
ATEM, participaban Lugar de Mujer. Lugar de Mujer fue un espacio cultural y de
encuentro entre mujeres ideado en 1983 por algunas antiguas militantes de la década
anterior, concretamente de la UFA. En Lugar de mujer se ofrecían además de talleres de
todo tipo (teatro, danzas, lecturas, etc.) asistencia psicológica y jurídica a mujeres de modo
gratuito. El espacio, ubicado estratégicamente en Pueyrredón y Callao, en el corazón de la
capital, evitaba declararse abiertamente feminista con el objetivo de que se acercaran la
mayor cantidad de mujeres, fueran éstas feministas o no. Sin embargo, las marcas del
feminismo no pueden desconocerse pues en Lugar de Mujer se organizaron las reuniones
de la Multisectorial de la Mujer y cuanta reunión de grupos feministas fuera necesaria.
Asimismo, esta casa cultural dio cobijo a uno de los primeros grupos de reflexión lesbiana.
El tema central que ocupó a todas las agrupaciones feministas de entonces (por
fuera de los reclamos en materia legal ya mencionados) estuvo orientado a la denuncia de
las múltiples violencias recibidas por las mujeres. Violencias simbólicas, económicas,
físicas y psicológicas. Desde ATEM se organizaron jornadas y talleres en torno a maltrato,
violencias y violación. En Lugar de Mujer se recibían denuncias y se asistía a las víctimas.
En este mismo sentido, varias organizaciones (ATEM, OFA, LIBERA) fundaron en 1983 el
“Tribunal de violencia contra la mujer” que tenía por objetivo acompañar de modo
personalizado, psicológica y legalmente, a las mujeres víctimas de violencia física,
psicológica y sexual.

7
Simultáneamente al trabajo local, las agrupaciones feministas se pusieron en
contacto con otras organizaciones latinoamericanas a partir de la participación en los
Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe. Estos encuentros declaraban como
objetivo “hacer una reunión de mujeres latinoamericanas comprometidas en una práctica
feminista para intercambiar experiencias, opiniones, identificar problemas y evaluar las
distintas prácticas desarrolladas, así como planear tareas y proyectos hacia el futuro”. Las
argentinas participaron por primera vez masivamente del tercer encuentro que tuvo lugar en
8
Bertioga, Brasil, en 1985 . Estos encuentros fueron cruciales para la elaboración de una
agenda feminista trasnacional pero situada a las realidades de los países latinoamericanos.
Se establecieron, por ejemplo, el día 25 de noviembre como el día contra la violencia hacia
las mujeres y el 28 de septiembre como el día por de despenalización del aborto, dos
asuntos preocupantes de las realidades latinas.
El encuentro de Bertioga y la participación en la cuarta Conferencia Mundial sobre
9
la Mujer de ese mismo año , fueron la inspiración para la organización de los Encuentros
Nacionales de Mueres que se iniciaron en 1986 y que fueron creciendo exponencialmente
en las últimas décadas. Los encuentros de sede migrante entre diversas provincias fueron
diseñados con el objetivo de crear instancias de intercambio entre mujeres y de
compartir/crear una mirada feminista sobre la realidad de cada una de las mujeres allí
convocadas.
Así es también como se fue instalando de modo masivo la preocupación en torno a
la prohibición del aborto. Una consigna abrazada por las agrupaciones feministas pero
resistida por buena parte de la población de influencia católica. Los Encuentros Nacionales
fueron importantes para la difusión de ideas críticas a este respecto. Asimismo, en 1988 se
creó la Comisión por el Derecho al Aborto que tuvo activa participación en los siguientes

8
Los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe fueron otro gran signo del feminismo
latinoamericano de la década que se continúa hasta la actualidad. Se iniciaron en 1981, en la ciudad de
Bogotá, Colombia. Se realizan cada dos o tres años. El último tuvo lugar en Lima, Perú, en 2014.
9
La cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas, tuvo lugar en Nairobi en 1985 y de la
misma participaron también feministas y mujeres políticas locales que vinieron con la necesidad de producir
más encuentros y difusión de la situación de las mujeres al interior de territorio nacional.

8
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encuentros de mujeres (Di Marco, 2012) . De estos espacios salió la consigna
“Anticonceptivos para no abortar, aborto para no morir” que algunas décadas después
cuando se conforma la actual Campaña por el derecho al Aborto se reescribe con del
siguiente modo “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto
para no morir”. Podríamos decir que, por fuera de las reformas legislativas, en los ochenta
se delinean dos grandes puntos de la agenda feminista que siguen hasta la actualidad: la
lucha contra la violencia y abusos a las mujeres (cada vez más complejizada y más
extendida) y la lucha por el aborto legal.
En resumen, los años ochenta fueron años de profunda transformación de la
composición y agenda de la militancia feminista. Los vínculos con el movimiento de
derechos humanos, la dinámica de Lugar de Mujer, las jornadas abiertas de ATEM, la
gestación de los Encuentros Nacionales de Mujeres y la conformación de la Subsecretaría
de la Mujer dentro del Estado, las relaciones con los feminismos de otras regiones de
Latinoamérica, reflejan el espíritu del feminismo de estos años. Un feminismo preocupado
por producir alianzas con otros sectores políticos, entablar lazos con el movimiento de
mujeres y participar del aparato estatal como una oportunidad para operar
transformaciones.

Los 90 y más allá…

Los años 90 constituyen un escenario bien distinto para el movimiento de mujeres.


El impacto económico y político del neoliberalismo significó un brutal empobrecimiento de
los sectores medios y bajos acompañado por un vaciamiento político-institucional, que
restó expectativas respecto de la participación de las mujeres en instancias estatales. Por
otro lado, y en lo que respecta a la agenda del feminismo, se operaban cambios que habían
sido deseados. En esta década se sanciona la Ley de Cupos (1991) que tracciona a los
partidos políticos a incluir mujeres en las bancas parlamentarias (algunas de las cuales

10
DI MARCO, Graciela. 2012. ​El pueblo feminista: Movimientos sociales y lucha de las mujeres en torno a la
ciudadanía​. Buenos Aires: Editorial Biblos.

9
mostraron tener acuerdos y compromisos con las demandas históricas del feminismo, otras
no). También tiene lugar la reforma de la Constitución (1994) que garantizó el status
constitucional de tratados internacionales (de los que hablamos más arriba) que promueven
los derechos de las mujeres como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas
de Discriminación contra las Mujeres (CEDAW).
Ahora bien, en lo que refiere las actividades del movimiento feminista, en esta
década se produjo un repliegue de las organizaciones tradicionales de mujeres (Álvarez,
2014; Tarducci y Rifkin, 2010). Así lo aseguran también las memorias que se narran en
algunos artículos de ​Brujas (ATEM). Y esto es en algún punto cierto y en otro no. Los años
noventa contrastan fuertemente con la década anterior en lo que refiere a movilización
callejera pero esta nueva década tiene otros condimentos (como la consolidación de ciertas
instancias institucionales sobre la problemática de las mujeres, el debate social y cultural en
torno al aborto, la explosión de una militancia lesbiana, etc.) que obligan a revisar una
aseveración tan tajante. Asimismo, se produce en los 90, la aparición dos nuevos actores en
el campo feminista: mujeres de sectores populares organizadas en movimientos sociales
más amplios, como movimiento de desocupados, etc. y mujeres profesionales vinculadas
con la creación de ONG puestas a atender demandas o problemáticas de las poblaciones de
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mujeres . Esta reconfiguración del movimiento significó la apertura de una negociación
respecto de la agenda y las estrategias de acción. Las profesionales pasaron a ser las
mediadoras e interlocutoras predilectas para los organismos nacionales e internacionales.
En esta década la agenda del feminismo tradicional se orienta especialmente en
continuar la lucha por el derecho al aborto y se producen las primeras definiciones más
tajantes contra el trabajo sexual. El feminismo profundiza un espíritu abolicionista (este
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tema que no será revisado sino hasta los últimos años ). Y con esta agenda se producen
algunos puntos de contacto con ongs preocupadas por estos mismos asuntos.

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En los 90 se crean ongs como las siguientes: Cedes (Centro de Estudios de Estado y Sociedad). Mujeres en
igualdad, ELA (Equipo de Latinoamericano de Justicia y Género), Católicas por el derecho a decidir, FEIM
(Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer), entre otras.
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Recién en la actualidad comienzan a tener peso dentro del, cada vez más heterogéneo, campo feminista
las voces que critican la cerrazón de la posición abolicionista respecto de la prostitución.

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También es esta década aparecen las primeras agrupaciones lesbianas como “Las
lunas y las Otras” (1990) y más tarde “Lesbianas a la Vista” (1995). Hay que señalar, de
todas maneras, que las primeras expresiones lésbicas son de la década anterior. En 1987
aparecen los ​Cuadernos de Existencia Lesbiana y en 1988 la revista ​Codo a codo.​ Y sin
bien estas experiencias editoriales y políticas fueron fundamentales para los años siguientes
hay que señalar que las organizaciones más articuladas aparecen en los 90. En esta década
se constituye el Frente Sáfico (FRESA) que lo integran las Lilith, Las Lunas y las Otras,
Grupo Autogestivo de Lesbianas, entre otros (Tarducci, 2014). El movimiento feminista les
fue haciendo cada vez más lugar, o las lesbianas se fueron gestionando cada vez más lugar
dentro y fuera del feminismo (porque en ocasiones los enfrentamientos fueron de tal
importancia que las lesbianas renegaron de la inscripción feminista). El lesbianismo
reclamaba una visibilización de sus demandas específicas que muchas feministas
consideraban una fragmentación de la lucha de las mujeres. Así es que muchas lesbianas
decidieron tomar los pasos de Monique Wittig y declararse no-mujeres y fundar
agrupaciones en las que enfatizaban la problemática de la visibilidad de las lesbianas, como
“Lesbianas a la Vista”.
Sobre este punto habría que decir que, aunque las agrupaciones feministas
tradicionales no hubieran respondido a las demandas de las compañeras lesbianas, en
tiempo y radicalidad, de todos modos, ellas estaban en proceso a repensar el vector de la
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opresión de las mujeres . Quizás no se trataba sólo del patriarcado o de varones sobre
mujeres sino del sistema de la heterosexualidad obligatoria que organizaba no solo los
modos de relación sexo afectiva entre las personas sino también la construcción de los
géneros, que le deparaban a la mujer los mandatos tradicionales contra los que peleaba el
feminismo históricamente. Se produjo así, aunque lentamente a los ojos de las lesbianas,
una alianza entre lesbianas y feministas resultado de identificar un común enemigo: la
heteronorma.

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Para ello fueron fundamentales los distintos Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe, en los
que las militantes feministas locales entraron en contacto con feministas lesbianas que peleaban estas ideas
y hacían alianza con las lesbianas locales, hasta el momento algo marginadas.

11
Paralelamente, en los años 90 se hacen más masivos los Encuentros Nacionales de
Mujeres y se constituyen como espacios de amplia repercusión para el ingreso de las
mujeres al campo feminista. Son lugares predilectos para esta articulación entre las
organizaciones feministas tradicionales y las mujeres de los sectores populares (Di Marco,
14
2012; Alma y Lorenzo, 2009) . Las mujeres de agrupaciones sociales y políticas retornan a
sus organizaciones con demandas históricas del feminismo, como el aborto que son
incorporadas a las demandas del movimiento, y con la necesidad de gestar espacios de
reflexión propios. Parte fundamental de las preocupaciones de este sector del feminismo
tiene que ver con desarrollar modos de introducir modificaciones en sus propias
organizaciones para conseguir una equidad de género al interior de las mismas. Surgen,
entonces, cada vez con más frecuencia, en organizaciones, en sindicatos, pero también en
municipios (pues muchas mujeres de partidos insertas en instituciones estatales también
participan de los ENMs), secciones o grupos de mujeres o de género (que serán el nombre
por el que se reemplazarán poco a poco la designación “mujer(es)”)
El progresivo abandono de la categoría “mujer(es)” responde a las críticas
introducidas por la comunidad trans sobre el sesgo biologista-esencialista (y por tanto
conservador) de algunas voces feministas que distinguían y segregaban a la población de
mujeres trans. De hecho, la comunidad de mujeres trans ha tenido que dar una larga batalla
en esta década para poder finalmente participar de los ENM como hoy participan. La
comunidad trans vino también a exigir una redefinición de los límites del movimiento
feminista, ahora sí, cada vez más vivo y más heterogéneo.
El feminismo de fines de los 90 contaba entonces con un feminismo tradicional, las
profesionales feministas de las ongs, las agrupaciones lesbianas, las mujeres de los sectores
populares y las mujeres trans. Todos estos actores operaron redefiniciones de los horizontes
utópicos del feminismo y de las estrategias políticas a desarrollar. Por no mencionar
también la relación que entabló el movimiento feminista y de mujeres con la militancia
lgtb. Por momentos de plena confluencia, incluso con mismxs militantes en uno y otro lado,
por momentos de marcado distanciamiento. La existencia de todos estos actores, muchos de

14
ALMA, Amanda & LORENZO, Paula. 2009. ​Mujeres que se encuentran. Una recuperación histórica de los
Encuentros Nacionales de Mujeres en Argentina (1986-2005).​ Buenos Aires: Feminaria Editora.

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los cuales no consiguieron ni consiguen conciliar posiciones, reclama con más intensidad el
empleo del plural para loS feminismoS contemporáneoS.

Estos feminismos plurales se diversificarán más y se harán más extensos aún en las
décadas siguientes cuando el contexto de los gobiernos progresistas (2003-20150) abra
nuevamente algunos espacios de interacción con el movimiento de mujeres y -en esta
ocasión también- con el lgtb. El período se caracteriza por la consecución de leyes
nacionales en torno de diversidad sexual (Ley de Matrimonio Igualitario, Ley de Identidad
de género), mejoras en la condición social y económica de mujeres de las clases populares
aunque se mantuvieron, paradójicamente, las restricciones en torno a una de las demandas
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centrales e históricas del movimiento de mujeres, como es el aborto legal . En lo que
refiere a la militancia feminista y lgtb, los años 2000 significan una explosión de nuevos
grupos, muchos de los cuales explotan las posibilidades que brindan la nueva tecnología de
la comunicación. Se crean una cantidad innumerable de espacios virtuales para la discusión,
la circulación de materiales teóricos y la organización (por ejemplo, el blog Potencia
Tortillera). Todos estos espacios van haciendo sus recorridos propios, van también
redefiniendo el sentido del feminismo, del movimiento de mujeres y del lgtb.

Bibliografía:
- Brown, Josefina “ Movimiento de mujeres/feminismos: tensiones y desafíos en la
Argenina de los 90” en ​Confluencia,​ Año 2, n°5. 2005,
http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/3602/brownconfluencia5.pdf

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Entre los avances normativos para la igualdad de género se destacan: Salud Sexual y Procreación
Responsable (Ley 25.673/2002), Educación Sexual Integral (Ley 26.150/2006), Protección Integral para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Ley 26.485/2009), la Asignación Universal por
hijo para Protección Social (Decreto 1602/2009 y Ley 24714), Fertilización Asistida (ley 26.862/2013), Cupo
sindical femenino (Ley 25.674/2002), Prevención y Sanción contra la Trata de Personas y Asistencia a las
Víctimas (Ley 26.842/2012), Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares
(Ley 26.844/2013). Es llamativo el hecho de que en este período se consolidaron las experiencias de la
Campaña por el Derecho al aborto (2004) y la experiencia de la Línea Aborto, llevada adelante por el grupo
Lesbianas y feministas, pero no se consiguiera ninguna reforma legislativa en este sentido.

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