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1. PENSAMIENTO CIENTÍFICO Y FILOSÓFICO.

NEWTON
Tanto Leibniz como Newton, defensores de una fuerza inherente en los
objetos como causa del movimiento, sintetizaron los conocimientos
matemáticos y descubrieron el cálculo infinitesimal. Mientras que el primero
representaba la ciencia en el seno de una sociedad barroca. Newton, científico
inglés y coetáneo de Locke y de la sociedad transformada inglesa, donde la
libertad de pensamiento pudo contribuir al cambio de dirección, estableciendo
que esa “fuerza” física era debida a la gravedad, el magnetismo y la
electricidad. El cálculo infinitesimal fue perfeccionado por Jacobo Bernouilli
(1654-1705) y su hermano Juan (1667-1748), perteneciente a una familia de
Amberes refugiada en Basilea. Ambos fueron fundadores de una rama de
grandes matemáticos. Jacobo publicó la primera integración de una ecuación
diferencial (1691), abriendo el camino al cálculo de las variaciones y
convirtiendo el análisis en una ciencia independiente de la geometría. En 1682
el inglés Halley (1656-1742) observó el cometa que llevó su nombre, calculó su
órbita elíptica y anunció su regreso previsto para 1758 ó 1759. Jean
Dominique Cassini (1625-1712) descubrió dos satélites de Saturno y publicó
numerosas memorias sobre Venus, Marte y Júpiter. El francés Jean Picard
(1620-1682) determinó con bastante exactitud el radio de la tierra en 1670,
midiendo un arco de meridiano entre Amiens y París.
En el campo de la óptica, la luz fue uno de los fenómenos físicos más
estudiados. A finales del siglo XVII se produjeron muchos avances en el
estudio del universo gracias a los avances de la óptica del danés Olaüs Römer
(1644-1710) que, en 1675, trabajando en París, determinó su velocidad por la
observación de los eclipses de los satélites de Júpiter. La naturaleza de la luz
dividió a los científicos. El astrónomo inglés Huygens aportó nuevos aspectos
en el campo de la óptica (sobre la teoría del color y la luz), llegando a diseñar
instrumentos científicos. En su Tratado de la Luz (1690) concibió ésta como un
fenómeno ondulatorio, en la misma línea que su compatriota Robert Hooke
(1635-1703).
En el campo de la mecánica Huygens descubrió la fuerza centrífuga y
vislumbró el principio de inercia formulado un poco más tarde por Newton.
Según Newton se trataba de una emisión de moléculas luminosas. En 1704
Newton desarrolló la teoría corpuscular de la luz aceptada hasta bien entrado el
siglo XIX. Para científicos como Huygens y Leibniz la gravitación recordaba las
cualidades ocultas. El sistema de Newton se opuso al mecanicismo cartesiano
que negó la existencia del vacío y explicó los fenómenos físicos por torbellinos
nacidos de la interacción de dos elementos primordiales. En 1729 el inglés
Gray estableció la diferencia entre cuerpos conductores y no conductores. Y en
1753 el francés Dugay descubrió la existencia de dos electricidades (positiva y
negativa). Poco después, en Leyden, los maestros de la gran universidad
holandesa prepararon la botella que permitirá al padre Nollet sus
espectaculares demostraciones.
1.4. Isaac Newton (1642-1727).
A finales del siglo XVII, especialmente en Inglaterra, el empirismo
resurgiría con la figura de Isaac Newton (1642-1727), creador de la física
moderna, quien realizaría la síntesis de todos los avances precedentes en
física y astronomía; no solo los producidos por investigaciones empíricas, sino
también, y pese a su decidido anticartesianismo, las aportaciones de la física
de Descartes. La figura de Isaac Newton es una buena prueba de la
complejidad de aquella centuria. Introvertido, víctima de frecuentes
depresiones, es al tiempo un entusiasta del método empírico y un personaje
apasionado por la alquimia, la interpretación de textos bíblicos o el hermetismo.
Pese al rigor de sus planteamientos científicos, no siempre Newton fue capaz
de separarlos de la metafísica y la religión. Influido probablemente por el
neoplatonismo magicista de Cambridge, y a pesar de tratarse de hipótesis no
demostradas, se deslizó al terreno metafísico al afirmar el carácter absoluto del
tiempo, el espacio y el movimiento. Eran afirmaciones imposibles de ser
sometidas a la demostración necesaria exigida por el método empírico,
procedentes de su creencia teológica de que tiempo, espacio y movimiento
habían sido creados por un ser todopoderoso y omnisciente, autor del orden
que reinaba en los cielos y permanentemente presente en el sistema del
universo. Para Newton, las leyes físicas no eran una necesidad, como afirmaba
Descartes, sino que Dios pudo haber dado otras y hecho la creación de
cualquier de otra manera. Con ello, y paradójicamente, el mayor exponente del
empirismo restituía a Dios a un universo del que las teorías racionalistas
procedentes de Descartes le habían alejado, pero tales afirmaciones teológicas
dañaban seriamente su concepción del universo. En realidad, intentaba
conciliar su visión del mundo físico con sus creencias religiosas y la historia de
la salvación.
Newton, antiguo alumno de Cambridge, pasó dos años muy fructíferos
(1665-1666) en su pueblo natal del Lincolnshire, donde hizo sus principales
descubrimientos. En 1667 Newton regresó a Cambridge donde trabajó como
profesor de matemáticas en el Trinity College. El científico inglés, seguidor del
neoplatonismo y crítico con el mecanicismo cartesiano, comenzó por demostrar
que la teoría cartesiana era imposible desde el punto de vista de la dinámica.
Newton utilizó las intuiciones de Kepler para investigar matemáticamente la
dinámica del movimiento planetario. Así fue como, retomando la idea de
Kepler, Newton procedió a demostrar que, suponiendo que los planetas
hubieran recibido de Dios una propulsión inicial, el sistema solar podía seguir
existiendo gracias a una fuerza que actuaba recíprocamente entre el Sol y sus
satélites. Esta fuerza era proporcional a las masas e inversamente proporcional
al cuadrado de la distancia al Sol.
Pero el mérito principal de Newton fue el cálculo infinitesimal. Kepler,
Descartes y Pascal habían presentado en la geometría y las matemáticas la
idea de cantidades infinitamente grandes y la idea de movimiento (por ejemplo
el círculo se compone de un número infinito de triángulos que tienen su vértice
en el centro y su base en la circunferencia). En 1665 Newton superó esos
datos y formuló las reglas del cálculo diferencial. Así nació el cálculo diferencial
e integral. Ese mismo año Newton aportó una solución al problema del
movimiento de los astros planteado por Galileo. De esta manera concibió la
primera teoría sobre la gravitación. Nuevos cálculos y nuevas investigaciones,
principalmente sobre la propagación de la luz, vinieron a confirmar sus
primeras conclusiones.
Los Principia Matemática (1687) de Newton supusieron una gran lección
del método científico. A través de la ley de la gravitación universal y del método
newtoniano ofreció un esquema conceptual bastante simple de unificación de
las leyes naturales.
Frente a la ciencia natural de Aristóteles y de Descartes, construida
sobre arbitrarias hipótesis a priori, Newton formuló las leyes desde el
enunciado empírico y el procedimiento hipotético-deductivo, que concluía
mediante la verificación empírica de la fórmula lógica o matemática de modo
que toda metafísica quedaba al margen. Newton enunció la Ley de la
Gravitación Universal, según la cual todos los cuerpos se atraen en razón
directa de sus masas y en razón inversa del cuadrado de sus distancias.
Gracias a esta ley Newton explicó los movimientos elípticos de los planetas, los
detalles del movimiento de la luna, el origen de las mareas y el problema de los
dos cuerpos. Al mismo tiempo enunció claramente el principio de inercia, ya
supuesto en las experiencias de Galileo (todo cuerpo conserva su estado de
reposo o de movimiento rectilíneo uniforme hasta que un agente exterior actúa
sobre él y le obliga a cambiar de estado).
El monumental desarrollo que hizo Newton de la astronomía
copernicana se difundió rápidamente, lo que demuestra la mayor cohesión que
éste tenía a finales del siglo XVII. Descartes y sus seguidores sostuvieron que
la extensión del universo era indefinida, mientras que Newton, siguiendo al
neoplatónico Bruno, hablaba de un universo infinito. La finitud e infinitud del
universo dividió a los copernicanos. Los seguidores del cartesianismo
sostuvieron que el universo estaba lleno de materia. Los seguidores de
Gassendi eran defensores de la clásica idea atomista, según la cual el universo
estaba lleno de pequeños agujeros sin los cuales la materia no se hubiera
puesto en movimiento. Newton siguió esta idea diciendo que el universo era un
espacio vacío que contenía bolsas de materia. Por tanto, el universo
newtoniano era infinito pero vacío, lo que llevó a sus detractores a pensar que
se trataba de una teoría sospechosa.
La personalidad newtoniana fue mucho más compleja. La filosofía
científica de Newton fue acompañada de una teología, pues Dios era la razón
de que en todas partes la fuerza de la gravedad funcionase entre los cuerpos.
Newton quizá consagró más tiempo a los estudios de alquimia y de
interpretación de los textos bíblicos (en especial los proféticos) que a sus
descubrimientos científicos. Desde su juventud, el científico inglés fue adepto
de las doctrinas unitaristas y antitrinitarias, en contra del dogma defendido tanto
por la Iglesia católica como por la anglicana. Esta herejía se encontraba
difundida en un reducido grupo de estudiosos, como Locke (ligados a los
teólogos arminianos holandeses) o como Thomas Firmin (vinculados a los
socianianos polacos), y puso el acento en la unidad de la persona divina,
reduciendo al máximo los dogmas, conviviendo la Iglesia como una comunidad
moral, negando la jerarquía, añorando la iglesia primitiva, y refutando el
principio de autoridad de los Padres de la Iglesia y de los concilios en nombre
de la exclusiva autoridad de las Escrituras. En 1691 el Acta de Tolerancia
excluyó a los trinitaristas. Entre 1711 y 1714, Whiston y Clarke, hombres de
iglesia estrechamente ligados a Newton, fueron procesados. Entonces Newton
comenzó a ser tremendamente cauteloso. En 1727 Newton, convertido en uno
de los grandes pares ingleses, siendo enterrado con honores en la abadía de
Wetsminster.
La física newtoniana acabó por imponerse, aunque la gravitación
universal encontró resistencias, especialmente en el continente por parte sobre
todo de Huygens y Leibniz. Como señalaba John D. Bernal, Newton estableció,
de una vez por todas, la visión dinámica del universo, en lugar de la imagen
estática que había satisfecha a los antiguos. Con sus aportaciones, el universo
se hacía comprensible y en buena medida previsible en sus movimientos, lo
que, por ejemplo, permitió a otro astrónomo, Edmund Halley, predecir el
regreso del cometa que lleva su nombre. Uno de los efectos del éxito de
Newton fue que el racionalismo quedó relegado a la filosofía de la que la
ciencia comenzaba a independizarse. El método experimental se impuso a los
sistemas deductivos, las filosofías especulativas, el dogmatismo de las
escuelas y el principio de autoridad. No obstante, Newton adoptaba también
partes esenciales del método cartesiano, estableciendo las bases del método
hipotético-deductivo que combina la experimentación o verificación con
procedimientos inductivos y deductivos, propios ambos de las operaciones
mentales.
Como afirma Ernst Cassirer, dicho método procede mediante “la
separación de un fenómeno típico y, después de pocas experimentaciones
críticas, la deducción por operaciones matemáticas de un gran número de
conclusiones, que trascienden las ya reveladas por la experiencia o por la
experimentación”. Buena parte del optimismo del siglo XVIII, señala Paolo
Casini, procede de la seguridad de estar definitivamente en posesión de los
instrumentos capaces de suministrar un conocimiento exacto de las fuerzas de
la naturaleza.
LA ÚLTIMA GENERACIÓN DEL CAMINO HACIA EL CAMBIO EN EL
CAMPO DE LA MEDICINA. ANTIGUOS Y MODERNOS.
A finales del siglo XVII la medicina era uno de los campos donde todavía
existía un mayor número de teorías erróneas y el peso de la tradición era
importante. La designación de medicamentos para los hospitales de
beneficencia de Londres convirtió estas instituciones en verdaderos centros de
investigación. En Edimburgo la modernización de los planes de estudio empezó
a hacer hincapié en el papel que debía tener la investigación en hospitales. La
fisiología y l biología comenzaron a transformar la medicina. A pesar de la
aparición de nuevos medicamentos (antimonio, quinina, entre otros) la
medicina era ineficaz, esclava de las teorías y de la tradición. La enseñanza
médica a menudo estaba esclerotizada, principalmente en Francia. Aristóteles,
Hipócrates y Galeno seguían siendo las autoridades y en su nombre
numerosos círculos médicos rechazaban todos los descubrimientos recientes.
A finales del siglo XVII se realizaron grandes progresos en la descripción
de las enfermedades (gota, diabetes y tuberculosis), anatomía comparada,
zoología e histología vegetal. En 1669 Richard Lower estableció la diferencia
entre la sangre arterial y la venosa. En estas fechas la incorporación del
microscopio como instrumento de medición ofreció a la ciencia europea
excelentes resultados. Con esta herramienta la anatomía descriptiva de
animales y vegetales, la embriología y la taxonomía vivieron un extraordiario
desarrollo. El médico Marcelo Malpighi (1628-1694), los anatomistas Lorenzo
Bellini (1643-1704) y Jean Pecquet (1622-1704), y el naturalista Jan
Swammerdam (1637-1680) elaboraron estudios sobre la secreción de las
glándulas, la existencia de jugos gástricos e intestinales, los vasos linfáticos o
las papilas dérmicas. A ellos les siguieron estudios sobre la circulación de la
savia y los sistemas de alimentación de las distintas especies. La anatomía y la
fisiología de las flores fueron estudiadas desde la perspectiva de la condición
sexuada de las plantas y abrieron el camino a la hibridación botánica. Se
derribaron teorías como la generación espontánea por el médico florentino
Francesco Redi (1626-1697), que sostuvo que la vida solo podía proceder de la
vida. Desde los estudios sobre la moderna embriología, cuyo padre fue
Malpigui, se afirmó que el germen femenino contenía en una dimensión
microscópica de todo el ser futuro, anunciando los estudios sobre la estructura
celular, la descripción de los vasos capilares, la circulación menor a través de
los pulmones y los hematíes.
La medicina clínica evolucionó con los siguientes trabajos. Primero, el
inglés Thomas Sydenham (1624-1689) describió la sintomatología de
enfermedades como la gota, la viruela o la disentería.
Frente a los teóricos encabezados por Stahl muchos grandes médicos
se esforzaron por basarse sobre todo en la observación directa. Segundo, el
holandés Herman Boerhaave (1668-1738), considerado el clínico más célebre
de Europa, no pensaba que todas las enfermedades eran trastornos de los
humores y describió las causadas por lesiones de órganos. Boerhaave, cuya
reputación era inmensa en toda Europa, decía que el objetivo de la medicina
era cuidar al paciente. Por último, el italiano Morgagni (1682-1771) fue el
fundador de la anatomía patológica. La cirugía tuvo un notable desarrollo, y ya
no se identificaba a los cirujanos con los barberos. Era el verdadero nacimiento
de la medicina clínica.
El avance científico también se fomentó con la fundación de Academias
científicas. En 1734 se creó en Madrid la Academia de Medicina, cuyos
fundamentos fueron la observación y la experimentación. El médico Gaspar
Casal fue el primero que introdujo en España el concepto moderno, empírico y
sintomático de las enfermedades, y empleó este método para describir los
síntomas de la pelagra y diferenciarla de la lepra y sarna. En Francia Luis XV
fundó una Academia de Cirugía (1735). Daviel (1696-1762) inventó
instrumentos estomatológicos y fue el primero que opera la catarata mediante
la extracción del cristalino.
En anatomía humana, el italiano Marcello Malpighi (1628-1694) estudió
los tejidos vivos gracias al perfeccionamiento del microscopio. El holandés
Antonio van Leeuwenhoek (1632-1723) descubrió los espermatozoides en
1677 y en 1688 los glóbulos de la sangre gracias a los avances del microscopio
en 1688. El problema de la generación empezó a dividir a los científicos en
ovistas (según ellos el feto está completamente preformado en el huevo) y
animalculistas (según los cuales lo estaría en el esperma o animálculo).
Las ciencias de la Naturaleza: la botánica y la zoología y los
preparativos para el comienzo de los viajes de investigación.
El inglés John Ray (1627-1705) estableció una clasificación de los
animales basada en una definición clara de la especie en 1686. En 1694 el
francés Joseph de Turnefort (1656-1708) propuso una clasificación botánica
basada en el género y en la especie. En zoología el holandés Jan
Swammerdam (1637-1680) estudió la anatomía y la biología de los insectos, e
intentó explicar sus transformaciones. El conocimiento de la naturaleza hizo
muchos progresos, sobre todo en la descripción y clasificación de las especias.
La técnica en la era de las manufacturas en Europa.
A comienzos del siglo XVIII todavía predominaba la teoría alquimista de
Stahl (1660-1734), primer médico del rey de Prusia, que consideraba que el
metal sólo puede pasar a tierra tras la pérdida de una sustancia, el flogisto.
Según esta teoría, el óxido de plomo calentado con carbón pasaba a estado
metálico porque el carbón al quemarse soltaba su flogisto que se unía con el
plomo. El irlandés Robert Boyle (1627-1691) fue el precursor de la química
moderna y enunció en 1662, antes que el francés Edme Mariotte (1620-1684),
la compresibilidad de los gases, según la cual el volumen de una masa
gaseosa a temperatura constante era inversamente proporcional a su presión.
El francés Denis Papin (1647-1714), colaborador de Boyle durante una
temporada, perfeccionó su marmita, antecedente de la máquina de vapor, pero
no consiguió darle una utilización práctica. Boyle demostró en el Spectical
Chymist (1661) la inanidad de la teoría aristotélica de los elementos,
apareciendo por primera vez la concepción moderna del elemento químico. En
1672 demostró que el aire era necesario para la respiración y la combustión.
En Gran Bretaña la profundidad cada vez mayor de las cuencas mineras hizo
necesaria la construcción de bombas de fuego, pues las antiguas técnicas de
achique de agua no pudieron ya emplearse. La máquina de Savery (1698) fue
la primera que respondió a las nuevas necesidades. En 1711 fue sustituida por
la obra de un herrero, Newcomen. En el artilugio creado por éste el vapor de
una caldera penetraba en un cilindro y ponía en movimiento un pistón; cuando
éste había completado su recorrido, una inyección de agua fría condensaba el
vapor creando un vacío de modo que la presión atmosférica hacía descender
de nuevo el pistón. En 1697 el alemán G.E. Stahl (1630-1734) desarrolló su
teoría del flogisto: los metales, el carbón y todos los cuerpos susceptibles de
arder estaban cargados de un fluido inaprehensible, el flogisto. Si Stahl
hubiera utilizado la balanza habría comprobado que el óxido disminuía de peso
en vez de aumentar, y que el metal, en el experimento inverso lo ganaba en
lugar de perderlo. La moderna química no había nacido todavía, pero se
realizaban innegables progresos en la explicación de los fenómenos químicos,
preparando así la obra de Lavoisier en el siglo siguiente. En el ámbito de las
técnicas industriales, el auge económico, especialmente el de la industria textil,
necesitaba inventos que permitiesen aumentar la producción y disminuir a la
vez los costes.
Ya en 1701 un informe señalaba que el comercio con las Indias
orientales, proporcionando artículos más baratos que los nuestros, tendría un
efecto muy claro, obligando a inventar procedimientos y máquinas que
permitieran producir con menos mano de obra y menores gastos. Las
principales dificultades de los métodos tradicionales fueron la lentitud en el
tejido y el límite impuesto a la anchura de las telas por la envergadura de los
brazos del tejedor. En 1733 el inglés John Kay, inventor de la lanzadera
volante, resolvió estos problemas. Un año antes Abraham Darby había
conseguido fabricar hierro colado no quebradizo, tratando el mineral con hulla
cocida de la que se habían separado los elementos sulfurosos (el coque
sustituyó lentamente a la madera en las operaciones de fundición).
En Francia el ministro Fleury encargó a un inventor francés
Jacques Vaucanson (1709-1782), que ya había dado pruebas de su genio
inventivo en la construcción de autómatas, que inspeccionase las manufacturas
de la seda.
En 1747 perfeccionó el trabajo de esta materia, inventando un nuevo
molino para su torsión totalmente automático. En el ámbito de la química,
Robert Boyle rebatió la teoría aristotélica de los cuatro elementos en El químico
escéptico (1661) e introdujo el concepto moderno de los elementos químicos.
Todas estas demostraciones hicieron retroceder la creencia en los milagros, la
brujería y la astrología, que no podían explicarse en términos científicos,
poniéndose así las bases de la secularización del pensamiento y favoreciendo
la difusión del escepticismo, deísmo y agnosticismo

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