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“Es muy fácil decir que no queremos que hagan algo, pero es
muy difícil demostrar que no tienen que hacerlo porque de
verdad tiene consecuencias graves”
Przybylski es enfático al afirmar que “hay algo sobre las nuevas
tecnologías que indiscutiblemente las hacen más poderosas a
otros estímulos anteriores pero no de por sí es malo, es
diferente”. A su entender “para decir que hacen mal es
necesario demostrar que generan un impacto negativo. Si los
adolescentes están usando las redes sociales para sus
interacciones y los adultos se las prohíben en base a sus propias
sospechas, necesitan pensar y demostrar que quitárselas no los
va a lastimar todavía más y también necesitan demostrar que
ellos saben más que los adolescentes que las están usando, que
sus métodos pueden ayudarlos más y no llegamos a ese punto.
Es muy fácil decir que no queremos que hagan algo, pero es
muy difícil demostrar que no tienen que hacerlo porque de
verdad tiene consecuencias graves”.
Educación vs marketing
La industria del videojuego ha logrado generar un nicho de
negocio por medio del juego educativo. Según Przybylski, hay
que tener cuidado con “las promesas sobre el uso pedagógico de
los videojuegos”. “Hay una industria del marketing detrás, que
hace que parezcan un brócoli bañado en chocolate, como dice
uno de mis estudiantes. Es decir, se intenta poner la misma
dinámica educativa de siempre pero bañada en diversión, como
una envoltura de algo que es interesante, que parece sólo un
juego pero es algo más”, afirmó.
Para el psicólogo, “hay dos caras de la misma moneda: por un
lado, la de las promesas sin fundamentos, y, por otro, la de los
temores sin argumentos”. “Cuando no estamos familiarizados
con los videojuegos, empiezan a surgir estas sensaciones, no
podemos olvidar que son simplemente juegos. Cuando lo
olvidamos, cuando no los compartimos con nuestros hijos,
podemos cometer el error de darles un poder que no tienen”,
comentó.