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EL PATRIMONIO

CARLOS E. ORTIZ F.
TESIS I

EL PATRIMONIO

1.- GENERALIDADES.- Encontrar la sistemática adecuada y que

persiga como fin último la armonía entre el estudio teórico y el interés

practico que nos proporciona el tema del patrimonio, ha sido la

motivación del esquema de estudio propuesto para el desarrollo de este

tema.

Para el eminente maestro de la Universidad de Burdeos JULIEN

BONNECASE1, el derecho de los bienes forma parte integrante del

derecho del patrimonio. Define el reputado autor el DERECHO DEL

PATRIMONIO, como el conjunto de reglas que rigen las relaciones de

derecho y las situaciones jurídicas derivadas de la apropiación de las

riquezas y del aprovechamiento de los servicios, y el DERECHO DE LOS

BIENES, como el conjunto de reglas que rigen los derechos reales, es

decir, la apropiación de las riquezas, la cual se traduce en derechos

reales y en la transformación de las riquezas en bienes.

De esta manera la doctrina francesa asumía el estudio del patrimonio

con cierta autonomía dentro del derecho civil, no sólo por la correlación
1 Julián Bonnecase, Tratado Elemental de Derecho Civil, Pag.463.
directa con la noción de obligación, sino por la importancia que tiene

dentro de este estudio la tesis de la responsabilidad del deudor.

El derecho de los bienes y el de las obligaciones se compenetran en el

seno del derecho del patrimonio, hasta el grado de que pueden

advertirse tentativas de absorción de las nociones fundamentales del

derecho de los bienes en las del derecho de las obligaciones. Por último,

adviértase que el derecho de los bienes está constituido desde el punto

de vista positivo por disposiciones exclusivamente de derecho civil, y

desde el punto de vista negativo por múltiples disposiciones de derecho

público, especialmente administrativo que limitan el dominio de

aplicación de aquéllas.

2.- JUSTIFICACIÒN DE LA DOCTRINA DEL PATRIMONIO.- En

efecto, el interés que despierta la doctrina del patrimonio radica en la

determinación de los alcances de la responsabilidad del deudor en

cuanto a los bienes y aquéllos que escapan al ataque de los acreedores.

Más preciso lo expone el maestro Gert Kumerow 2, quien expresa: “La

formulación de una doctrina del patrimonio interesa de modo

especial a la teoría del derecho positivo, en la medida en que ella

permita descubrir el complejo de bienes, materiales,

inmateriales, o de relaciones jurídicas, en términos más amplios,

susceptibles de quedar sometidos a las acciones de los

acreedores del titular, dirigidas a satisfacer sus pretensiones, y


2 Gert Kumerow, Bienes y Derechos Reales, Pag.1
lateralmente, en la medida en que con ese mismo instrumental

puedan ser colocados fuera del alcance de las acciones de los

acreedores otros bienes, conjuntos de bienes o de relaciones

jurídicas, con independencia de su significación económica, en el

sentido técnico de la expresión.”

3.- NOCIÓN DE PATRIMONIO.-

El maestro MANUEL SIMON EGAÑA3, siguiendo a BIONDI, nos explica la

noción de patrimonio partiendo del análisis del efecto fundamental de

las normas jurídicas, cual es, la creación de derechos y deberes, en la

calificación de las relaciones de hecho que se producen entre las

personas, de manera que en virtud de ellas un sujeto pueda exigir de

otro el cumplimiento de un determinado deber.

Señala el citado autor, que la calificación que una norma hace de las

relaciones de hecho, atribuye a estas productividad de efectos de

derecho, convirtiéndolas en relaciones jurídicas, mediante las cuales se

vincula un sujeto, titular de una posición de poder que le autoriza a

exigir de otro el cumplimiento de un determinado deber, a otro sujeto

que detenta una posición pasiva, de deber, por la cual debe cumplir una

obligación.

Continúa el maestro y afirma que en virtud de esa atribución de deberes

y derechos a las personas jurídicas en general, estas se encuentran en

numerosísimas situaciones activas y pasivas derivadas de su posición en


3 Manuel Simón Egaña, Bienes y Derechos Reales, Pag.13-14.
las relaciones jurídicas. El conjunto de derechos y de deberes, de los

cuales es titular una persona, es la esfera jurídica propia de la persona,

que está constituida por deberes y derechos de la mas variada clase,

derivados de relaciones jurídicas públicas y privadas, patrimoniales y no

patrimoniales, familiares y no familiares.

El Patrimonio, concluye el autor de la referencia, está constituido por el

conjunto de las relaciones jurídicas de carácter patrimonial, y ensaya la

siguiente definición inicial: “Patrimonio es el conjunto de los

derechos aptos para la satisfacción de necesidades económicas,

de los cuales es titular una persona. Es decir, patrimonio es el

conjunto de los deberes y derechos de contenido patrimonial.”

Por su parte los autores Planiol y Ripert 4, en su tratado de Derecho Civil,

definen el patrimonio como “un conjunto de derechos y de

obligaciones pertenecientes a una persona, estimables en

dinero.”

Nuestro autor patrio, GERT KUMEROW 5, partiendo de los disímiles

criterios que se tienen para definir técnicamente el patrimonio nos trae

la distribución que al respecto realiza CASTAN TOBEÑAS siguiendo a

MIGUEL MARÍA DE SERPA LÓPEZ, ASÍ:

A) Definiciones fundadas en la doctrina clásica.- Radican todas ellas

sobre la idea de universalidad. El patrimonio es concebido como un

4 Planiol y Ripert, Derecho Civil, Pag.355-356.


5 Gert Kumerow, Bienes y Derechos Reales, Pag. 2-3
todo, como un complejo, diverso de sus distintos fragmentos (bienes

materiales e inmateriales, derechos);

B) Definiciones que, sin partir del carácter de universalidad atribuido

al patrimonio conforme a los lineamientos precedentes, lo aceptan como

conjunto de relaciones jurídicas, con relevancia económica,

dependientes y estrechamente vinculadas con sus elementos

integradores, cuyo titular es un sujeto;

C) Definiciones que conceptúan el patrimonio como una suma de

derechos, excluidas las deudas (débitos).

Concluye el maestro, siguiendo en esto las lecciones de FRANCESCO

MESSINEO, que en ciertos sectores de la doctrina se afirma que el

patrimonio contiene los bienes de un sujeto, lo cual no es enteramente

cierto. El patrimonio, examinado desde su ángulo activo, no contiene (o

al menos, no exclusivamente) las cosas cuya titularidad corresponde a

un sujeto, sino los derechos conectados a la persona por una relación de

pertenencia (derechos reales, derechos de crédito, derechos

intelectuales).

4.- TEORÍAS DEL PATRIMONIO.-

4.1. – TEORÍA CLÁSICA O TEORÍA DEL PATRIMONIO

PERSONALIDAD.- Respecto a ésta teoría, nos enseña JULIEN

BONNECASSE6, que AUBRY Y RAU, principales exponentes, dieron una

célebre definición del patrimonio que discutieron al tratar la noción de


6 Julien Bonnecase, Tratado Elemental de Derecho Civil, Pag 466-467.
obligación. El patrimonio, en su más alta expresión es, dicen estos

ilustres civilistas, “la personalidad misma del hombre considerada en sus

relaciones con los objetos exteriores, sobre los cuales puede o podrá

tener derechos que ejercitar; comprende no solamente in acta, los

bienes ya adquiridos, sino también in potentia los bienes por

adquirirse; es esto lo que expresa correctamente la palabra alemana

vermögen, que significa a la vez poder y patrimonio. El patrimonio de

una persona es su potencia jurídica, considerada de una manera

absoluta y libre de todo límite de tiempo y de espacio”. “El patrimonio,

declaran los dos autores, es el conjunto de los bienes de una persona,

considerados como una universalidad de derecho.”

Afirma BONNECASE, que para advertir todo el alcance de esta noción, es

necesario examinarla sucesivamente desde el punto de vista subjetivo y

objetivo.

Desde el punto de vista subjetivo, el patrimonio no es otra cosa que la

persona misma, considerada en su potencia económica. Desde este

punto de vista, el patrimonio comprende por tanto, todos los bienes que

una persona es susceptible de adquirir desde el día de su nacimiento,

hasta el de su muerte. Por consiguiente, esto conduce a declarar que la

esencia del patrimonio, así comprendido, es la aptitud de la persona

para adquirir. Esta concepción se justifica al grado de que siempre se ha

dado crédito a personas que no poseen nada, fundándose en su


actividad económica virtual. Esta concepción del patrimonio nos conduce

a decidir: 1) Que toda persona tiene un patrimonio y que, por otra

parte, todo patrimonio es objeto de un derecho de parte de una

persona, es decir, tiene por titular a una persona; 2) Esta misma

concepción nos conduce a decidir, igualmente, que el patrimonio de una

persona es inalienable durante su vida, en tanto que es transmisible por

causa de muerte; 3) Esta concepción no excluye, en ninguna forma, en

el seno del patrimonio general de una persona, la existencia de

patrimonios especializados más o menos independientes de aquél.

Desde el punto de vista objetivo, el patrimonio es pura y sencillamente

una masa de bienes. En efecto, por patrimonio se considera entonces a

los bienes de que es titular una persona en un momento dado; en otros

términos, el patrimonio considerado en un momento preciso de su

existencia, y en su estado presente. Se trata entonces evidentemente,

de una masa de bienes, y no de otra cosa. Lo mismo acontece cuando el

patrimonio es considerado a la muerte de una persona porque entonces,

la actividad de ésta queda definitivamente fijada. Ya no existe un

elemento subjetivo que funcione.

Con relación a esta teoría los autores Planiol y Ripert 7, explican que

existe una liga íntima entre la persona y el patrimonio. La naturaleza de

esta relación se destaca de las cuatro observaciones siguientes:

7 Planiol y Ripert, Derecho Civil, Pag.355-356.


1. Sólo las personas pueden tener un patrimonio. Las personas son,

por definición, los seres capaces de ser sujetos activos y pasivos de los

derechos; por consiguiente solo ellas tienen aptitud para poseer bienes

o para tener créditos u obligaciones.

2. Toda persona tiene necesariamente un patrimonio. Una persona

puede poseer muy pocas cosas, no tener ni derechos de ninguna

especie; y hasta, como ciertos aventureros, no tener más que deudas;

sin embargo tiene un patrimonio. Patrimonio no significa riqueza; un

patrimonio no encierra necesariamente un valor positivo; puede ser

como una bolsa vacía y no contener nada.

3. Cada persona no tiene más que un patrimonio. El patrimonio es

uno, como la persona; todos los bienes y todas las obligaciones forman

una masa única. Este principio de la unidad del patrimonio sufre, sin

embargo, algunas restricciones; hay algunas instituciones excepcionales

que operan en el patrimonio una especie de división, y que hacen de él

dos masas distintas. El derecho civil ofrece como ejemplos de estos

casos, el beneficio de inventario concedido al heredero y el beneficio de

separación de patrimonios, concedido a los acreedores de una persona

difunta. Estos dos beneficios tienen por resultado separar ficticiamente

en las manos del heredero dos masas de bienes: sus bienes personales

y los bienes que recibió del difunto, de modo que parece que el heredero

tiene dos patrimonios.


4. El patrimonio es inseparable de la persona. En tanto que la

persona vive, no se puede efectuar una transmisión de su patrimonio a

otra persona; no puede enajenar más que los elementos, uno después

de otro. Su patrimonio considerado como un todo no es sino la

consecuencia de su propia personalidad y siempre permanece unido a

ella. Es por esto por lo que todas las transmisiones que se hacen entre

vivos son a título particular. La transmisión de la totalidad del

patrimonio no puede hacerse sino después de la muerte de la persona,

en el derecho francés, todas las trasmisiones totales se hacen mortis

causa. En el momento de la defunción el patrimonio del difunto es

traspasado a sus sucesores que son los únicos que pueden sucederle a

título universal.

En cuanto al carácter propio del patrimonio, señalan estos autores,

que los bienes y las obligaciones contenidas en el patrimonio forman

lo que se llama una universalidad de derecho. Esto significa que el

patrimonio constituye una unidad abstracta distinta de los bienes y

de las obligaciones que la componen. Estos pueden cambiar,

disminuir, desaparecer enteramente, y no así el patrimonio que

queda siempre el mismo, durante toda la vida de la persona.

Más in extenso, BONNECASE8 expone que la noción de patrimonio ha

provocado en nuestra época vivas controversias científicas y en

relación a la teoría clásica, hace su exposición partiendo de las doce


8 Julien Bonnecase, Tratado de Derecho Civil, Pag. 668-669.
proposiciones de Aubry y Rau, expuestas en su cour de droit civil

francais:

1.- El patrimonio se traduce por una masa de bienes activos y

pasivos, que representan un valor económico de conjunto, y de cuya

masa se excluyen aquellos derechos que han sido llamados, a veces,

bienes morales o meramente intelectuales. Como los de familia, el

talento, el honor, la consideración, etc, considerados en sí mismos;

pues como veremos, cuando estos bienes son lesionados, dan

derecho a una reparación pecuniaria.

2.- La idea de patrimonio está indisolublemente ligada a la idea de

personalidad. No se concibe un conjunto de bienes constitutivos de

un patrimonio sin una persona que sea titular.

3.- No solamente el patrimonio está ligado a la idea de personalidad,

en el sentido de que es imposible concebir un patrimonio sin una

persona que sea su titular, sino que además, el patrimonio se

identifica con la persona misma, desde determinado punto de vista,

en el sentido de que el patrimonio se reduce, por una parte, a la

aptitud de la persona para adquirir y, por la otra, a los bienes que en

un momento dado pertenecen a una persona. En otras palabras, el

patrimonio comprende dos elementos distintos; uno subjetivo, es

decir, el poder económico de la persona, su aptitud para adquirir, y


otro objetivo, es decir, los bienes que en un momento dado

pertenecen a esta persona.

4.- Toda persona tiene necesariamente un patrimonio. Los autores

más recientes aceptan ésta proposición, y es así como Planiol, en su

primera edición, dice a propósito de la relación de la idea de

patrimonio y de la personalidad. “Una persona puede poseer muy

pocas cosas, no tener ni derechos ni bienes de ninguna especie, y

hasta, como ciertos aventureros, no tener más que deudas; sin

embargo, tiene un patrimonio. Patrimonio no significa riqueza; un

patrimonio no encierra necesariamente un valor positivo, puede ser

como una bolsa vacía y no contener nada.”.

5.- El patrimonio es de naturaleza puramente intelectual; es decir, se

distingue de los elementos concretos que en un momento dado

pueden componerlo. En otras palabras, el patrimonio constituye una

universalidad jurídica, en cuyo seno son fungibles todos los

elementos que la constituyen, unos con relación a los otros, es decir,

se consideran no individualmente sino sólo en su valor. Aubry y Rau

recurren a la idea de subrogación real, para explicar este resultado.

6.- El patrimonio es inalienable durante la vida de la persona.

7.- El patrimonio de una persona, es, durante su vida, uno e

indivisible.
8.- No obstante que el patrimonio, como universalidad de bienes, se

basa en la personalidad, se distingue de la persona misma; puede

concebirse la existencia de una relación entre la persona y el

patrimonio. Ésta es la que se establece entre una persona y todo

objeto que le pertenezca; tal relación es un derecho de propiedad. El

derecho de propiedad es el único derecho real de que puede ser

objeto el patrimonio durante la vida de su titular.

9.- El patrimonio, inalienable durante la vida de su titular, a la

muerte de éste se transmite, en el sentido subjetivo e integral del

término, a sus herederos, a quienes se llama continuadores de la

persona, puesto que, en principio, están obligados al pago indefinido

de las deudas; sólo se transmite objetivamente a los herederos

llamados sucesores a los bienes, puesto que éstos únicamente

responden del pasivo hasta el monto del activo.

10.- Siendo el patrimonio una emanación de la personalidad, las

obligaciones a cargo de una persona deben gravar también,

naturalmente, su patrimonio. Por ello existe en favor de los

acreedores un derecho de garantía que recae sobre el patrimonio

mismo del deudor y, por consiguiente, sobre todos y cada uno de los

bienes de que se compone o pueda componerse. La idea de

subrogación real contribuye a explicar este resultado.


11.- Igualdad de los acreedores en la distribución del patrimonio, en

cuanto al ejercicio del derecho de garantía.

12.- El patrimonio considerado en su conjunto sería protegido, no

sólo por la facultad de reivindicar el patrimonio en la forma de una

petición de herencia a la muerte de una persona, sino también por la

acción que compete al ausente, en virtud del art. 132, y a mayor

abundamiento por la de enriquecimiento sin causa.

En síntesis, siguiendo al maestro GERT KUMEROW, los caracteres

fundamentales del patrimonio según la teoría clásica, son los

siguientes:

A) EL PATRIMONIO ES UNA UNIVERSALIDAD JURÍDICA: Los derechos

y obligaciones de una persona gravitan sobre su patrimonio, en el

que forma un bloque (masa patrimonial). Los derechos y obligaciones

son componentes variables cuyo titular es un solo sujeto y se

encuentran vinculados entre sí. Resulta, así, un todo unitario en

indivisible, distinto de sus elementos integradores.

De ello se infiere:

a’) existe un nexo entre el pasivo y el activo ( derechos reales,

créditos, etc., ligados a los débitos). El activo responderá del pasivo.

El patrimonio es la suma del activo y el pasivo, sin que influya el

hecho de que el primero sea inferior al segundo. De allí que la


finalidad destacada del patrimonio resida en la satisfacción de los

acreedores del titular.

En tal sentido el artículo 1.864 del Código Civil, establece:

“Los bienes del deudor son la prenda común

de sus acreedores, quienes tienen en ellos

un derecho igual si no hay causas legitimas

de preferencia.”

De tal manera que el deudor se obliga con todo su patrimonio y la ley

consagra el principio general de la igualdad de los acreedores frente

al patrimonio del deudor que es su prenda común. Sin embargo, este

principio admite excepciones constituidas por las causas legítimas de

preferencia según las cuales se otorga a un crédito determinado un

trato preferente frente al acervo patrimonial del deudor en atención a

razones de índole diversa que justifican la derogación parcial del

principio general. De tal manera que los acreedores pueden ejercer

sus acciones contra ese patrimonio, pero hay que distinguir, pues, el

acreedor quirografario, tiene simplemente el derecho de exigir el

pago de su crédito del patrimonio de su deudor, en condiciones de

igualdad con los demás acreedores, y ello aún en el caso de que haya

logrado una sentencia definitivamente firme contra su deudor. Pero

su situación jurídica cambia cuando existen causas legítimas de

preferencia y su derecho cede frente a los acreedores privilegiados e


hipotecarios, los cuales, por mandato expreso de la ley, tienen

primacía para obtener la solución de su crédito mediante la

persecución de los bienes afectados al privilegio o a la hipoteca,

respectivamente.

Asimismo, los acreedores pueden promover los derechos y acciones

del deudor, excepto los derechos que son exclusivamente inherente a

la persona de éste, para el cobro de lo que les es debido, y están

facultados para atacar en su propio nombre los actos que el deudor

haya ejecutado en fraude de sus derechos, así lo autorizan los

artículos 1.278 y 1.279 del Código Civil, cuyo tenor es el siguiente:

Art.1.278:

“Los acreedores pueden ejercer, para el

cobro de lo que se les deba, los derechos y

las acciones del deudor, excepto de los

derechos que son exclusivamente

inherentes a la persona del deudor.”

A juicio del Dr. Nerio Perera Planas9, en sus comentarios al Código

Civil Venezolano, la norma antes transcrita consagra la denominada

acción oblicua, indirecta o subrogatoria, que requiere como supuesto

para su ejercicio, la omisión en el ejercicio de sus derechos por parte

de un deudor. Lo que obviamente puede dar lugar a una insolvencia

lesiva para el acreedor. Se da entonces éste derecho para ejercer las


9 NERIO PERERA PLANAS, CODIGO CIVIL VENEZOLANO, Pag.724.
acciones del deudor frente a los terceros a él vinculados, en

aplicación del adagio debitoris est debitor meus.

En cuanto a su naturaleza, la doctrina italiana la asimila a una acción

de conservación, opinión a la que se suma la doctrina venezolana. El

acreedor no intenta cobrar su crédito, sino preservar el patrimonio de

su deudor.

Respecto a las condiciones para su ejercicio: a) Existencia de interés

por parte del acreedor. Luego no puede ser ejercida si el deudor es

solvente. b) Negligencia del deudor en el ejercicio de sus acciones

patrimoniales.

Sobre esta acción la jurisprudencia ha señalado:

“….Los requisitos de fondo para la

procedencia de la acción oblicua, contenida

en el artículo 1278 del Código Civil; como

bien lo expresa el Dr. Eloy Maduro Luyando,

en su obra “Curso de Obligaciones”, páginas

210 a la 211, se divide en tres categorías:

a) Relativos al deudor; b) Relativos al

acreedor; y c) Relativos al crédito………

El interés en esta acción indirecta, está

íntimamente ligado a la solvencia del

deudor, esto es, que el acreedor debe


justificar y probar la insolvencia del deudor,

exigiendo la doctrina que ese estado de

insolvencia sea notorio……

De manera, pues, que se requiere que

exista interés por parte del acreedor, siendo

que esta condición impide incoar la acción

oblicua cuando el deudor es solvente ya que

si aquél puede pagarse o satisfacer su

crédito con los bienes que existen en el

patrimonio del deudor, ejercer las acciones

que su deudor tenga contra un tercero

resultaría una intromisión intolerable del

acreedor en la dirección y manejo de los

negocios del deudor….” (Sentencia del 16 de

septiembre de 1996, Juzgado Superior Primero en lo

Civil, Mercantil y del Tránsito del Área Metropolitana

de Caracas, Servicio Piedras Azules, C.A. contra C.A.

Cavendes.)10

En efecto, carece de interés (Art.16 CPC) el acreedor cuando el

deudor es solvente, pues no es previsible una lesión a su patrimonio

por la negligencia del deudor.

Art. 1.279:

10 Ramirez&Garay, tomo CXXXIX, Pag.20.


“Los acreedores pueden atacar en su propio

nombre los actos que el deudor haya

ejecutado en fraude de sus derechos.

Se consideran ejecutados en fraude de los

derechos de los acreedores los actos a titulo

gratuito del deudor insolvente al tiempo de

dichos actos, o que ha llegado a serlo por

consecuencia de ellos.

Tambièn se consideran ejecutados en

fraude de los derechos de los acreedores los

actos a tìtulo oneroso del deudor insolvente

cuando la insolvencia fuere notoria o

cuando la persona que contratò con el

deudor haya tenido motivo para conocerla.

El acreedor quirografario que recibiere del

deudor insolvente el pago de una deuda aùn

no vencida, quedará obligado a restituir a la

masa lo que recibió.

Presúmanse fraudulentas de los derechos

de los demás acreedores las garantías de

deudas aún no vencidas que el deudor


insolvente hubiere dado a uno o más de los

acreedores.

La acción de que trata este artículo dura

cinco años, a contar desde el dìa en que los

acreedores tuvieren noticias del acto que da

origen a la acción, y la revocatoria no

aprovecha sino a los acreedores anteriores

a dicho acto que la hayan demandado.”

La acción prevista en la norma de la referencia se denomina acción

pauliana que requiere como supuesto para su ejercicio, la acción del

deudor que, a fin de evitar ejecución en su contra, enajena todo o

parte de sus bienes a un tercero, con el ánimo de defraudar al

acreedor. Lo que obviamente puede dar lugar a una insolvencia lesiva

para el acreedor.

En cuanto a su naturaleza algunos consideran que es una acción de

nulidad; otros de Responsabilidad Civil. El fin no es obtener la

reparación del daño, sino la revocación del acto del deudor. Pero no

puede confundirse con la acción de nulidad, pues no produce tal

efecto frente al acto del deudor; solamente, lo hace inoponible al

acreedor demandante.

Respecto a las condiciones, tenemos: a) El daño que sufra el

acreedor como consecuencia del acto del deudor. b) La insolvencia


del acreedor. c) Concilium fraudis, elemento objetivo de la acción,

diferente al dolo. El fraude se dirige contra un tercero que no es

parte en el contrato celebrado por el deudor. d) Acreencia anterior al

acto fraudulento. e) Exigibilidad del crèdito.

Sobre esta acción la jurisprudencia ha señalado:

“….Nuestro Código Civil contempla la acción

pauliana en su artículo 1279 el cual

establece:

Los acreedores pueden atacar en su propio

nombre los actos que el deudor haya

ejecutado en fraude de sus derechos. Se

consideran ejecutados en fraude de los

derechos de los acreedores los actos a título

gratuito del deudor insolvente al tiempo de

dichos actos, o que ha llegado a serlo por

consecuencia de ellos…..”

Esta acción pauliana a través del cual el

acreedor puede hacer revocar los actos

fraudulentos celebrados por el deudor con

terceros con el objeto de disminuir o hacer

desaparecer el patrimonio a fin de burlar el

crédito de aquél, requiere para su


procedencia de que haya un fraude del

deudor y que ese acto fraudulento cause un

perjuicio al acreedor.

Este fraude que en Doctrina se ha

denominado “Concilium fraudes” debe estar

presente en la gestión que el deudor realiza

con el tercero en perjuicio del acreedor.

Ahora el acto que el presente caso se

califica como fraudulento es el hecho de

haberse vendido un inmueble a pesar de

que previamente sobre él, existía una

opción de compraventa. Pero de acuerdo a

la norma antes transcrita, los actos a título

oneroso efectuados por el deudor

insolvente, se consideran fraudulentos

“cuando la insolvencia fuere notoria o

cuando la persona que contrató con el

deudor haya tenido motivos para conocerla.

“En el presente juicio además de que no se

probó el fraude no se ha demostrado que el

acreedor hipotecario comprador, tuviera

conocimiento de la existencia del Contrato


de Opción de Compraventa sobre el

inmueble objeto de la presente acción o

que la insolvencia del deudor fuere notoria,

por cuanto dicho deudor vendió el inmueble

sobre el que recaía el pre-contrato de

opción de compra, por un precio más

elevado que el anterior por lo que el acto

impugnado lejos de disminuir el patrimonio

del deudor, incrementó su activo en

cincuenta mil bolívares (Bs.50.000,00),

respecto al contrato anterior y por ello, no

se operò el Eventus Damni”, que es otro de

los requisitos necesarios para la procedencia

de la acción pauliana.” (Sentencia del 7 de

octubre de 1999, Juzgado Superior Noveno en lo

Civil, Mercantil y del Trànsito del Area Metropolitana

de Caracas, R.B. Moubayed contra B.K. Caial.)11

Entonces, tales acciones se le confieren a los acreedores con el fin de

mantener la integridad del patrimonio del deudor como prenda

común. (Art.1864 CC).

Siguiendo con las notas del autor patrio GERT KUMEROW, para que el

activo responda del pasivo es, no obstante, necesario que los

11 Ramirez &Garay, Tomo CLVIII, Octubre 1999, Pag.62-63


elementos pecuniariamente valorables, colocados en estos extremos,

pertenezcan a una misma universalidad jurídica, lo que

implícitamente excluye tal consecuencia si el patrimonio llega a

conceptuarse como universalidad de hecho.

b’’) La noción de subrogación real. En forma genérica, en una

relación jurídica, la subrogación es la sustitución de un sujeto por

otro (subrogación personal), o de un derecho por otro (subrogación

real).

Para la corriente que examinamos, la subrogación es entendida como

una “ficción de derecho en fuerza de la cual una cosa adquirida en

lugar de otra que fue enajenada, toma la cualidad de esta última, en

el mismo lugar ocupado por la anterior”. Se verifica, en síntesis, una

subrogación de este género siempre que el bien nuevo, localizado en

el lugar ocupado por el bien anterior, se encuentra sometido a la

misma disciplina jurídica rectora, lo que supone que el elemento que

ha egresado del patrimonio estaba regido por reglas particulares que

lo comprometen en vista de la garantía patrimonial.

En la elaboración doctrinal de Aubry y Rau, la subrogación real

resulta de la fungibilidad de todos los elementos del activo. Los

bienes que integran el activo patrimonial, contemplados en su

investidura pecuniaria, son fungibles, pueden ser sustituidos por

otros bienes: el precio de la cosa – en el contrato de compraventa,


por ejemplo – reemplaza el bien enajenado, y la cosa adquirida por el

comprador sustituye el lugar del dinero entregado en pago. En

consecuencia, si el elemento que egresó del patrimonio respondía del

pasivo, el que ingresa también apuntalará ese pasivo.

Esto permite explicar el precepto normativamente recogido en la

mayoría de las legislaciones adscritas al grupo francés: “Los bienes

del deudor son la prenda común de los acreedores” (CC. Venezolano,

art. 1.864), lo que involucra, en principio, la igualdad absoluta entre

los acreedores del titular del patrimonio. Sin embargo: a) No se

concibe un derecho de prenda general de los acreedores sobre el

complejo de relaciones jurídicas cuyo centro sea el titular del

patrimonio, sino “un poder de expropiación de los bienes en

particular”; b) La norma alude a una categoría calificada de

acreedores (los quirografarios), quienes no poseen derechos sobre

bienes específicamente designados del deudor. Por ello, un sector de

la doctrina se inclina a considerar a los acreedores quirografarios

como una suerte de causahabientes del deudor; “en efecto, como la

prenda común envuelve una masa de bienes cuya consistencia varía

constantemente, el acreedor quirografario está llamado a aprovechar

estas adquisiciones y a soportar las enajenaciones realizadas por el

deudor, como lo haría el sucesor a la muerte de este último”. Tal es

la razón por la cual los derechos de los acreedores quirografarios no


se ejercen sobre el activo que existía al momento de surgir la

obligación, sino sobre el activo actual, vigente en la oportunidad de

promover las acciones contra el deudor, lo que explica la regla: “ el

obligado personalmente está sujeto a cumplir su obligación con todos

sus bienes habidos y por haber” (CC. Venezolano art. 1.863), y la

afirmación paralela con arreglo a la cual los acreedores no tienen un

derecho de persecución sobre bienes especialmente designados que,

habiendo pertenecido al deudor, que egresaron de su patrimonio.

Ahora bien, para que un sujeto pueda ostentar un derecho

preeminente sobre bienes determinados del patrimonio del deudor,

en necesario que exista una causa de preferencia respecto de ciertas

cosas, específicamente designadas por la ley, lo que constituye una

primera excepción a la regla edificada por la teoría tradicional. Los

privilegios y las hipotecas configuran, en este sentido, derogaciones

de primer orden al principio de la igualdad absoluta entre los

acreedores, el cual no se conserva sino como noción residual

aplicable a los acreedores quirografarios. Pero la causa de preferencia

oriunda de la garantía hipotecaria y que autoriza al acreedor a

satisfacer con preferencia a otros acreedores sobre el valor del

inmueble hipotecado, no impone a aquél un deber de abstención con

relación a los otros bienes del deudor, que siguen integrados a la

“prenda” común. Sobre esta base, el acreedor hipotecario está


facultado para dirigir también, sus acciones contra el deudor, en

juicio ordinario y proceder contra los bienes que no le hayan sido

afectados especialmente. Admitir la hipótesis contraria equivaldría a

destruir la esencia misma de la garantía y a imponer al acreedor un

deber circunscrito sólo a los bienes que forman el objeto de la

hipoteca.

B) EL PATRIMONIO ES UNA UNIVERSALIDAD LIGADA A LA PERSONA.

El patrimonio, como emanación de la personalidad, está vinculado al

titular (persona individual o persona colectiva). Del principio derivan

tres corolarios:

a’) Sólo las personas tienen patrimonio. Para la doctrina tradicional,

resulta inconcebible el patrimonio sin un sujeto que le sirva de base

de sustentación. Tal principio, indiscutible para esta corriente, ofrece

serios inconvenientes cuando se enfrenta a la de herencia yacente o,

en general, a los patrimonios organizados para el cumplimiento de

determinados fines (culturales, benéficos, científicos), a los que se

otorga ulterior personalidad. Según la doctrina clásica, en este último

caso una masa de bienes, no constituiría patrimonio por el simple

hecho de su afectación a un fin, sino por la adquisición de la

personalidad conforme al procedimiento organizado por la ley. Así

para las fundaciones (v. artículos 19 y ss. Código Civil, e infra,

sección 6).
b’) Toda persona tiene un patrimonio. Intransmisibilidad del

patrimonio. Siendo el patrimonio un atributo de la personalidad, toda

persona ( física, moral, persona jurídica individual o persona jurídica

colectiva) tiene necesariamente un patrimonio.

El patrimonio es un continente. Aun no existiendo el contenido (La

persona carece de activo, es insolvente), el sujeto tendría un

patrimonio, porque no ha desaparecido su actitud para adquirir

derechos y bienes que tomarán su lugar específico en el patrimonio.

Puesto que la persona tiene necesariamente un patrimonio, es

inconcebible la enajenación del patrimonio por actos inter vivos. El

patrimonio, como tal, no puede ser enajenado. El sujeto puede

desprenderse de todos los elementos del activo mediante tantos

actos de disposición como elementos existan en el patrimonio, o

mediante un solo negocio jurídico, pero no habrá transferido el

patrimonio como tal, puesto que el continente es susceptible de

colmarse en el futuro con otros componentes patrimoniales. Con esta

afirmación, la teoría clásica dejaba consumada la confusión entre

“patrimonio” y “capacidad patrimonial”.

De mantenerse incólume la línea trazada por la corriente tradicional,

el proceso discursivo conduciría a admitir que el patrimonio es

intransmisible por actos mortis causa, ya que se extinguiría al

desaparecer la personalidad por la muerte del titular.


Tal punto de vista es y inaceptable, por el mínimo de seguridad

requerido por el tráfico jurídico. Por ello, los mismos partidarios de la

tesis clásica se vieron obligados a rectificar día ante el recurso a una

ficción transplantada del Derecho Romano a la continuación de la

personalidad del difunto en los herederos, quienes asumirían los

elementos del patrimonio del de cuius y quedarían obligados respecto

a los acreedores.

c’) Una persona no tiene más que un patrimonio (Unidad e

indivisibilidad del patrimonio). La afirmación de que el patrimonio es

una unidad abstracta, distinta de los bienes que lo integran, se

considera un dogma en el derecho francés y en el ordenamiento

jurídico belga.

Como la persona no puede desdoblarse, nadie puede ser titular sino

de un patrimonio. El derecho francés, sostiene Ripert, no conoce la

pluralidad de patrimonios y resulta inadmisible alegar que un

comerciante y fuera a aislar en el patrimonio mercantil, inmerso en

su patrimonio civil, con un pasivo propio.

En el caso de la sucesión hereditaria, el patrimonio del de cujus va a

fundirse con el patrimonio del causahabiente, formando una sola

masa. De este modo, al propio tiempo que el activo sucesoral

apuntala las deudas contraídas por el causante, el activo del

patrimonio del heredero responderá, también, de tales deudas, por


efecto de la fusión de las dos masas patrimoniales. En síntesis, el

heredero estará obligado ultra vires successionis ( por sobre el activo

de la herencia), generando graves implicaciones para el patrimonio

del heredero si el activo de la herencia es inferior al pasivo.

El ordenamiento jurídico venezolano (CC., arts.996 y 1.036

especialmente; y en el mismo sentido, CC. italiano, art. 490; CC,

francés, arts.774 y 802) autoriza, no obstante, la aceptación de

herencia a beneficio de inventario, lo que entraña la separación de la

masa hereditaria del patrimonio del causahabiente. El heredero tiene,

así, derecho a que se otorgue un tratamiento jurídico distinto a los

dos matrimonios, no quedando obligado al pago de las deudas del

causante sino dentro de los límites del activo sucesoral (en lo que

respecta a la propia responsabilidad del heredero, v. art.1.037, pár. 2

y 3 del Código civil). La aceptación de la herencia a beneficio de

inventario es obligatoria en los supuestos de herencia deferidas a

menores, entredichos e inhabilitados – en este último caso, además,

con el consentimiento del curador o, en su defecto, con autorización

del tribunal: ( Código civil, arts.998 y 999. Para las hipótesis de

herencias deferidas a establecimientos públicos, véase 1.000 del

Código Civil).

Por su parte, los acreedores del difunto, siendo solvente el de cuius,

y para evitar la fusión patrimonial que se operaría con la aceptación


pura y simple de la herencia por el causahabiente ( lo que haría

nugatorias sus pretensiones si éste fuere insolvente y sus acreedores

quisieran cobrarse del acervo hereditario), pueden pedir a separación

de los patrimonios del de cuius y del heredero ( beneficio de

separación: CC.,art. 1049 y 1050, en particular). El derecho de

separación no colide con la aceptación a beneficio de inventario (arg.

art. 1053 C.C.), y la separación puede ser impedida o hecha cesar

por los herederos procediendo conforme al artículo 1058 CC.

En síntesis, el principio de la igualdad patrimonial involucra:

a) La igualdad absoluta entre los acreedores


quirografarios; Este principio está consagrado en los
siguientes términos: ‘los bienes del deudor son la prenda
común de sus acreedores, quienes tiene en ellos un
derecho igual, si no hay causas legítimas de preferencia’
(C. C. art. 1.864, encab.), de modo que con esta
salvedad, los acreedores concurren a prorrata de sus
créditos sin distingos por razón de la antigüedad o causa
del crédito de cada uno de ellos.
 
En materia de obligaciones civiles, nuestro Derecho no
lleva el principio del concurso a sus últimas consecuencias,
o sea, a la consagración de las instituciones procesales
que aseguren la satisfacción a prorrata de todos los
acreedores, independientemente del momento en que
hayan intentado sus acciones. Por lo contrario, entre
nosotros, fuera el caso de quiebra –que en nuestro
Derecho está reservada a los comerciantes-, el acreedor
que ejecute individualmente al deudor antes que los
demás, puede dejar a éstos en la imposibilidad de hacer
efectivos sus créditos, aunque él se haya cobrado
íntegramente, y sin que los acreedores perjudicados
tengan acción contra él.
 
Las excepciones al principio del concurso derivan de las
causas legítimas de preferencia que, según la ley son dos:
los privilegios y las hipotecas. En realidad, la ley ha
incluido dentro de los privilegios el caso de la prenda (C.C.
Art. 1.871, ord. 1º), que no es un privilegio propiamente
dicho, puesto que en la prenda el derecho de preferencia
no lo concede directamente la ley, sino la voluntad de las
partes; ni es consecuencia de la causa del crédito (C.C.
art. 1.866). Por ello sería más técnico afirmar que las
causas de preferencia son tres: el privilegio, la prenda y la
hipoteca....”(Contratos y Garantías, pág. 11.Universidad
Católica Andrés Bello. Caracas 1987).

b) La imposibilidad de limitar la prenda común; A)El


principio. El Código Civil (Sic) consagra este principio
en los siguientes términos: ‘El obligado personalmente
está sujeto a cumplir su obligación con todos sus bienes
habidos y por haber’ (C.C. art. 1.863 ).
 
El principio indicado sólo se refiere al obligado
personalmente. No alcanza al obligado ‘propter rem’,
quien puede liberarse de su obligación abandonando
la cosa sin que su demás bienes queden sujetos al
cumplimiento de aquélla. Pero si el deudor se ha
obligado en forma personal, el principio rige
cualquiera que sea la fuente, cualidad, monto natural
de la obligación.
 
En virtud del principio señalado todos los bienes del
deudor –habidos y por haber- quedan sujetos al
cumplimiento de la obligación, o sea, que quedan
afectados a ese fin de modo que el acreedor puede
trabar ejecución sobre ellos, cualquiera que sea la
fecha en que entraron al patrimonio del deudor,
cualquiera que sea su naturaleza, cualquiera que sea
su valor y aún en el caso de que sobre uno o más
bienes del deudor otro acreedor tenga un derecho
preferente. La razón de que también los ‘bienes
futuros’ queden sujetos al cumplimiento de la
obligación es porque, caso contrario, el deudor podría
defraudar fácilmente al acreedor y porque éste no
sólo en la suficiencia de los bienes actuales del
deudor, sino también en la capacidad del deudor para
incrementar su patrimonio (lo que en muchos casos
es incluso el factor determinante del crédito).
 
En virtud del principio de la responsabilidad ilimitada
lo que queda afectado al cumplimiento de la
obligación es el patrimonio del deudor y no de cada
uno de sus bienes aisladamente considerados. Por
ello, en principio, basta con que un bien se encuentre
en ese patrimonio para que quede afectado al
cumplimiento de la obligación y basta con que salga
de ese patrimonio para que quede desafectado. De
allí que la suerte del patrimonio del deudor interese
fundamentalmente al acreedor, y que pueda hablarse
de un deber del deudor frente al acreedor en cuanto a
al integridad de su patrimonio. Pero, en este aspecto,
la protección que la ley acuerda al acreedor e
limitada. En primer lugar, el acreedor nunca tiene
derecho a exigir esa integridad más allá de los límites
de su interés en obtener la satisfacción de su crédito.
En segundo término, la ley no confiere al acreedor
sino recursos limitados para asegurar ese interés ya
que, en principio, el deudor conserva plena libertad
para administrar y disponer de sus bienes, así como
para contraer nuevas obligaciones. Si en ciertos
supuestos se concede acción al acreedor en orden a
actos de enajenación realizados en fraude de sus
derechos (acción pauliana) y en orden al ejercicio de
los derechos del deudor (acción oblicua), en cambio,
el acreedor no tiene ningún recurso para evitar que el
deudor asuma nuevas obligaciones.
 
El hecho de que todos los bienes del deudor queden
afectados al cumplimiento de su obligación, y a la
afirmación legal de que los bienes del deudor son la
prenda común de los acreedores, no implican, sin
embargo, que el acreedor tenga un derecho real
sobre el patrimonio del deudor. En otras palabras, no
hay inherencia de la deuda (o crédito) a los bienes,
como lo demuestra el doble hecho de que el deudor
conserve el uso, goce y disposición de sus bienes y de
que el acreedor no tenga derecho de persecución
sobre ellos.
 
Por lo demás, el principio de que la responsabilidad
del deudor recae sobre su patrimonio no excluye que
el poder del acreedor -incluso quirografario- se
manifieste a veces sobre los bienes del deudor
considerados ‘uti singulis’, como ocurre cuando el
acreedor tiene derecho de retención o cuando obtiene
en su favor medidas preventivas o de ejecución sobre
bienes determinados de su deudor.
 
Ahora bien, el principio de la responsabilidad
patrimonial es ilimitada tiene ciertas excepciones.
Existen bienes (los bienes inejecutables) que no
responden de las obligaciones del deudor, así como
existen casos en que la responsabilidad del deudor
está limitada a uno o más bienes, de modo que el
acreedor no puede ejecutar sus demás bienes para
satisfacción de su crédito, aun cuando el monto de
éste sobrepase el valor del bien o bienes que están
destinados a satisfacerle. Examinemos estas
excepciones.
 
B) Bienes inejecutables. No quedan sujetos a la
responsabilidad del deudor los bienes que no son
susceptibles de ejecución forzosa (bienes
inejecutables), los cuales pueden clasificarse en bienes
inejecutables por su naturaleza, por estar afectados
exclusivamente a la persona del deudor o de su familia
o por (mera) determinación de la ley.
 
a)Bienes inejecutables por su naturaleza son:

1) 1)   Los bienes que carecen de valor económico


(los cuales no representan excepción al principio
de que la responsabilidad patrimonial es
ilimitada, ya que se trata de bienes
extrapatrimoniales).

2) 2)   Los bienes que son inseparables de otros, de


modo que no pueden ser objeto de ejecución
independiente de esos otros bienes (p.j.: la
medianería), y

3) 3)   El hogar (C.C. art. 632 y 639, encb.).


 
b)Bienes inejecutables por estar afectados
exclusivamente a la persona del deudor o de su
familia son:
 
1) 1)   El lecho del deudor, de su cónyuge y de sus
hijos (C.C. art. 1.929 , ord. 1º).
2) 2)   La ropa de uso de las mismas personas y los
muebles y enseres que estrictamente necesiten
el deudor y su familia (C.C. art. 1.929, ord. 2º).
3) 3)   Los libros, útiles e instrumentos necesarios
para el ejercicio de la profesión, arte u oficio del
deudor (C.C. art. 1.929, ord. 3º).
4) 4)   Los sueldos, pensiones o salarios menores
de cuatrocientos bolívares, excepto cuando se
trate de juicios de alimentos (Dec. Nº 247 de la
Junta Revolucionaria de Gobierno sobre
Represión de la Usura, de 9-IV-46, art. 8º); las
cuatro quintas partes de los sueldos, pensiones y
salarios comprendidos entre cuatrocientos y mil
doscientos bolívares (Dec. cit., art. 9º); y los dos
tercios del sueldo o pensión de que goce el
deudor cuando exceda de mil doscientos
bolívares (C.C. art. 1.929, ord. 4º, modificado
por el Dec. cit., art. 8º y 9º).

5) 5)   El hogar constituido legítimamente (C.C.art.


1.929 ord. 5º), que también puede considerarse
bien inejecutable por su naturaleza.

6) 6)   Los terrenos o panteones y sus accesorios,


en los cementerios (C.C. art. 1.929, ord. 6º).
7) 7)   Los derechos de uso y habitación.
 
c)Bienes inejecutables por (mera) determinación de
la ley son:
 
1) 1)   Las rentas vitalicias constituidas a título
gratuito con estipulación de que serán
inenbargables (C.C. art. 1.799; y

2) 2)   Los bienes, rentas, derechos o acciones


pertenecientes a la Nación (Ley Orgánica de la
Hacienda Pública Nacional, art. 16).
 
C) Responsabilidad limitada. Como señalamos, a veces
el deudor no responde de su obligación con todos sus
bienes, sino con parte de ellos. Sólo en tales casos se
habla con propiedad de responsabilidad limitada,
aunque frecuentemente se señalen como ejemplos de
responsabilidad limitada algunos supuestos en los
cuales lo que está limitado es el débito y no la
responsabilidad. Cuando hay verdadera y propia
limitación de la responsabilidad, el acreedor no puede
trabar ejecución sino sobre determinados bienes del
deudor, cualquiera que sea el monto de su crédito,
mientras que cuando hay limitación del débito, el
acreedor puede ejecutar cualquier bien del deudor,
pero no tiene derecho a cobrarse en tal forma (ni en
ninguna otra) sino una suma determinada.
 
Son verdadero casos de responsabilidad limitada, entre
otros:
 
a) a)   La obligación ‘propter rem’ (que no implica
excepción al principio del art. 1.863 C.C., porque
el mismo sólo se refiere al obligado
personalmente);
b) b)   La responsabilidad del heredero que ha
aceptado ha beneficio de inventario en cuanto a
las deuda de la herencia y a los legados(C. C. art.
1.036. ap. 1º), y
c) c)   La responsabilidad de la Nación respecto a las
deudas del ‘de cujus’ cuando recibe los bienes de
éste a falta de herederos (C.C. art. 832).

c) La libre elección, por los acreedores, de los elementos


del activo que satisfarán sus créditos. El principio de que
los bienes del deudor están uniformemente sujetos al
cumplimiento de la obligación consiste en que el acreedor
puede trabar ejecución indistintamente sobre cualquier
bien del deudor. Cosa distinta es la llamada ley del
concurso que regula la relación de los derechos de los
distintos acreedores frente al patrimonio de su deudor
común. El principio de que tratamos ahora, en cambio,
señala la posición de cada acreedor, abstracción hecha de
los demás, frente a los distintos bienes de su deudor. En
virtud del principio indicado:
 
A) A) El acreedor puede trabar ejecución sobre
cualquier bien del deudor independientemente de
su naturaleza. Para descartar el abandono de los
principios medioevales en la materia, la ley aclara
expresamente que para proceder a la ejecución
sobre los inmuebles del deudor, el acreedor, no está
obligado a hacer previa excusión de los bienes
muebles de aquél (C.C. art. 1.932).
B) B) El acreedor puede trabar ejecución sobre
cualquier bien de su deudor independientemente de
su valor. En particular puede trabar ejecución de
bienes de gran valor, aunque su derecho sea de
poco valor, con la salvedad de que tal conducta en
casos concretos podría constituir un abuso de
derecho.
C) C)   El acreedor puede ejecutar incluso bienes sobre
los cuales otro acreedor tenga derecho preferente
(aunque tendrán que respetar esa preferencia en el
momento de la distribución del precio obtenido en
remate).
 
Por excepción, sin embargo, el Código Civil obliga a seguir
un orden de prelación en el remate cuando se trata de un
crédito hipotecario. En efecto, el acreedor hipotecario no
puede, sin el consentimiento del deudor, hacer subastar
los inmuebles que no le sean hipotecados, sino cuando los
hipotecados hubieren resultado insuficientes para el pago
de su crédito (C.C. art. 1931). Además el nuevo Código de
Procedimiento civil (Sic) ordena que las sentencias o actos
equivalentes a ellas en el procedimiento breve sólo
pueden efectuarse sobre los bienes inmuebles previa
excusión de los bienes muebles del ejecutado (C.P.C.
(Sic), art. 892, ap. único).
 
C) EL PATRIMONIO, NO COMPRENDE SINO LOS DERECHOS

PECUNIARIOS. El patrimonio está exclusivamente integrado por

relaciones cuyos términos objetivos son valorables en dinero, tanto

desde el ángulo activo como desde el pasivo. Comprende – afirma

Biondi- no sólo los bienes y los derechos, sino también las situaciones
y expectativas jurídicas y la posesión. Por oposición, y en la órbita

exterior del patrimonio, se sitúan los derechos extrapatrimoniales

( derechos de la familia, derecho de la personalidad, derechos

políticos) y las llamadas acciones de estado para la defensa o

modificación de la condición personal.

2.1.1.1.- CRITICAS A LA TEORÍA DEL PATRIMONIO PERSONALIDAD.-

Afirma Manuel Simón Egaña12, que se han hecho muy diversas

críticas a la teoría clásica sobre el patrimonio, algunas de las cuales

personalmente consideramos fundadas y otras absolutamente

infundadas.

El maestro Kumerow13, detalla las principales críticas a la teoría del

patrimonio personalidad, así:

a) Inconsistencia de la vinculación del patrimonio a la idea de

personalidad.-

La noción clásica vincula el patrimonio a la personalidad. La persona

(física o jurídica), figura como elemento adhesivo del complejo de

relaciones jurídicas integrantes del complejo patrimonial. En la

práctica, esta noción representa un serio obstáculo para el tráfico

jurídico normal, por las limitaciones que impone a la transferencia de

los bienes inmersos en la hacienda mercantil.

12 Manuel Simón Egaña, Bienes y Derechos Reales, Pag.30-33


13 Gert Kumerow, Bienes y Derechos Reales, Pag.13-16.
Por lo demás, la misma tesis tradicional plantea un elenco de

interrogantes: ¿Por qué no admitir la existencia de una universalidad

de bienes sin una persona?, ¿Por qué sólo la voluntad tiene poder de

cohesión para reunir los derechos y los débitos en un todo? , ¿Cual es

el papel efectivo de la voluntad?.

La circunstancia de que las relaciones pecuniariamente valorables,

integren un bloque, no se entiende cabalmente con la sola referencia

a la voluntad del titular, si no especialmente en función de la

afectación (destinación) común de los créditos, bienes y deudas a

una determinada actividad trascendente desde el punto de vista

económico- jurídico.

Esta idea de afectación debe ser mantenida a manera de explicación

satisfactoria de la conexión entre elementos de contenido económico.

Cuando los bienes, créditos y débitos están afectados al mismo fin,

necesariamente se enlazan por un nexo creado en virtud del

cumplimiento de éste.

4.2.- TEORÍA DEL PATRIMONIO AFECTACIÓN.- Las criticas

efectuadas a la teoría clásica del patrimonio personalidad, dieron

cabida a una nueva tesis, en efecto, tal como lo recoge en su obra el

Profesor Manuel Simon Egaña: “Como hemos visto, los

tradicionalistas, fundamentalmente Aubry Rau y con ellos una gran

cantidad de autores, asientan la noción de patrimonio en la de


personalidad jurídica. Como quiera que esta concepción tiene ciertas

bases exageradamente subjetivistas, que no corresponden a la

naturaleza objetiva del Derecho, hoy en día, particularmente a partir

de unos estudios realizados por Brinz y Becker, luego recogidos y

desarrollados magistralmente por Planiol, por Picard y por otros

autores más, ha alcanzado gran importancia la que se denomina

doctrina del patrimonio afectación.”

Planiol y Ripert expresan un concepto de patrimonio desvinculado de

la noción de personalidad, y en tal sentido exponen: “la cohesión

entre los elementos que componen las universalidades de que hemos

tratado, cohesión que justifica a la vez la existencia de un pasivo

propio y la aplicación de la subrogación real, es la afectación de los

referidos elementos a una destinación particular común y no a la

personalidad del titular.”14

En consecuencia, cada vez que estemos en presencia de un conjunto

de derechos, de bienes y de obligaciones desvinculados de la persona

y destinados a la realización de un fin determinado, sea de

naturaleza jurídica o económica, tendremos un patrimonio.

La doctrina del patrimonio afectación, es propia del derecho alemán y

sus influencias, así nos enseña el Profesor Kumerow, siguiendo a Von

Thur, a Rafael Rojina Villegas, a Diego Spin Canovas y Frederick

Speth, que los autores impulsores de esta teoría, sostienen que el


14 PLANIOL Y RIPERT: Derecho Civil Frances, Tomo III, Pág. 29
patrimonio no forma una universitas juris, sino un conjunto de

derechos económicamente apreciables, es la suma del activo y que el

pasivo no es mas que cargas o detracciones del mismo.

Admite esta doctrina la existencia de diversos patrimonios, como

masas autónomas de bienes, derechos y obligaciones, transmisible

por acto “inter vivos”, por vía contractual, lo que no es posible para

la teoría clásica, para quienes dicha cesión sólo tendría por objeto la

transferencia del contenido del patrimonio.

El artículo 181 del Código Suizo de las Obligaciones, establece:

“Aquel que adquiere un patrimonio o una empresa, con activo y

pasivo, viene a ser responsable de las deudas hacia los acreedores,

desde que la adquisición haya sido llevada a su conocimiento o haya

sido publicada en los diarios. Sin embargo, el antiguo deudor queda

solidariamente obligado durante dos años con el nuevo; este lapso

corre, para los créditos exigibles, desde el aviso o la publicación, y

para los otros, desde la fecha de su exigibilidad. Los efectos de una

transmisión semejante del pasivo son los mismos que aquéllos de la

asunción de la deuda propiamente dicha”.15

Lo antes descrito, es un ejemplo que nos aporta el Profesor

Kumerow, sobre la forma en que las legislaciones con influencia

alemana recogen la doctrina del patrimonio afectación regulando la

15 GERT KUMEROW, Bienes y Derechos Reales, Pag.17


transmisión pura y simple del patrimonio, inconcebible para los

ordenamientos jurídicos de corte Frances.

Continúa el Dr. Kumerow, y sostiene siempre siguiendo la mejor

doctrina, que el concepto del patrimonio-afectación, por oposición al

de patrimonio personalidad, no ha sido recogido por todos los

ordenamientos positivos actualmente vigentes. Los que derivan del

Derecho Romano ligan el patrimonio a la personalidad y sólo admiten

figuras excepcionales de separación patrimonial. Pero en las

legislaciones vinculadas al grupo germánico, y en el derecho Inglés,

la noción de patrimonio se desvincula de la noción de personalidad.

Es posible en las legislaciones que admiten la doctrina del patrimonio

afectación, que una persona sea titular de varios patrimonios

(divisibilidad del patrimonio) y que un mismo patrimonio pertenezca

solidariamente a varios sujetos.

Para la doctrina del Patrimonio-Afectación, el patrimonio está

representado por un valor económico, integrado por bienes, derechos

y obligaciones realmente existentes, distinguiéndose así de la tesis

del patrimonio-personalidad, pues, el patrimonio no constituye una

mera posibilidad de adquirir esos derechos y obligaciones.

5.- LOS PATRIMONIOS SEPARADOS.-

5.1.- NOCIÓN.- En nuestro derecho la regla general es la unidad del

patrimonio en virtud de la cual cada persona no tiene sino un solo


patrimonio; pero por excepción, la ley en algunos casos admite al

lado del patrimonio general de las personas, la existencia de otros

patrimonios (patrimonios separados).16

En efecto, sostiene MESSINEO17 que por lo general el patrimonio es

uno sólo para cada sujeto; no se conciben varias masas

patrimoniales, teniendo como titular un sujeto, puesto que, aun

cuando él las mantenga separadas, por razón de comodidad o por

expediente administrativo, las mismas forman, a los ojos de la ley,

una masa única: así por ejemplo, en el caso de varias haciendas

(individuales) pertenecientes a un mismo sujeto.

Y no podría ser de otra manera, frente al principio según el

cual el sujeto responde de las propias deudas con todos sus bienes

(responsabilidad ilimitada) ( art.2740); si fuese posible, a arbitrio del

sujeto, separar del propio patrimonio núcleos de bienes, para formar

con ellos masas separadas, cada uno podría sustraer bienes a los

propios acreedores.

Sin embargo se habla de patrimonios separados (o de destino),

precisamente en el sentido de que dos o más masas de bienes

singulares, aun sin dejar de pertenecer al mismo sujeto, existen cada

una de por sí. El problema del valor jurídico del patrimonio separado

y de la respectiva disciplina jurídica, interesa especialmente en

16 Cosas, bienes y derechos reales. Derecho Civil II. José Luis Aguilar Gorrondona, Pag. 471.
17 Manual de derecho civil y comercial. Tomo II. Messineo. Pag.262 y 263
cuanto ejerciten función de garantía, en las relaciones con los

acreedores del sujeto, que es su titular, o función conservativa.

Por patrimonios separados entendemos entonces, dos o más masas

de bienes o de derechos pertenecientes a un solo sujeto, y que

tienen existencia propia.

5.2.- JUSTIFICACIÓN-UTILIDAD-INTERÉS PRACTICO DE LA

CREACIÓN DE LOS PATRIMONIOS SEPARADOS.- Siguiendo

nuevamente a MESSINEO18, en su tratado de Derecho Civil y

Comercial, la utilidad y la función práctica de la creación de un

patrimonio separado, en el ámbito del patrimonio del sujeto, están

dadas por la posibilidad: 1) de atribuir o de reservar ciertos bienes a

un determinado exclusivo destino, de manera que quede excluído el

destino a otra finalidad, aun cuando no pueda alcanzarse el propio;

2) o bien de reservar a un cierto grupo de acreedores un

determinado núcleo de bienes, sobre los cuales puedan ellos

satisfacerse con exclusión de los otros; con la consecuencia de que

los otros acreedores quedan excluidos y de que, sobre los otros

bienes, tal grupo de acreedores no puede alegar derechos o que, por

el contrario, este grupo puede satisfacerse sólo subsidiariamente, y si

es necesario, sobre los restantes bienes del sujeto (deudor).

Sobre el tema de las razones que justifican la existencia o creación

legislativa de los patrimonios separados, expone el Dr. José Luis


18 Manual de derecho civil y comercial. Tomo II. Messineo. Pag.262 y 263
Aguilar Gorrondona19, lo siguiente: “En materia civil las principales

razones por la cual el legislador ha permitido la existencia de esos

patrimonios separados son: 1º Permitir que un conjunto de bienes

quede afectado exclusivamente a la satisfacción de un grupo

determinado de acreedores como es el caso de la separación de

patrimonios decretada a solicitud de los acreedores del “de cujus” en

virtud de la cual los bienes de la herencia quedan afectados

exclusivamente a esos acreedores sin que los acreedores de los

herederos puedan ejecutarlos para satisfacción de sus créditos; 2º

Permitir que un grupo determinado de acreedores no pueda hacer

efectivo su derecho sobre un conjunto determinado de bienes como

ocurre en la herencia aceptada a beneficio de inventario caso en el

cual los acreedores de la herencia, aunque pueden hacer efectivo sus

derechos sobre los bienes de la herencia, no pueden hacerlo sobre los

bienes personales de los herederos, y, 3º Facilitar la obtención de

ciertos fines afectando a la consecución de los mismos un conjunto

de bienes que se desliga de toda otra finalidad, como sería el caso

del hogar legítimamente constituido.

Finalmente, vale la acotación de que los particulares o individuos no

pueden crear patrimonios separados, pero la Ley puede ciertamente

crearlos, en tal sentido, expone VON TURH 20, el sujeto no puede

19 Cosas, bienes y derechos reales. Derecho Civil II. José Luis Aguilar Gorrondona, Pag. 471
20 VON TURH, Derecho Civil, Vol I, Pag. 394
dividir arbitrariamente sus derechos patrimoniales en dos masas

distintas y, hasta en la hipótesis de que se produzca una separación

de hecho por efecto de administraciones independientes, bajo el

aspecto jurídico todo lo que pertenece a una persona integra su

patrimonio.

5.3.- PRINCIPALES CASOS DE PATRIMONIO SEPARADO.-

5.3.1.- EL HOGAR.- Establece el artículo 632 del Código Civil

Venezolano, lo siguiente: “Puede una persona constituir un hogar

para sí y para su familia, excluido absolutamente de su patrimonio y

de la prenda común de sus acreedores.”

Ubicado dentro de las limitaciones de la propiedad, lo que obedece a

la intención del legislador de dotar al hogar de los caracteres

específicos de los derechos reales (limitados) parangonándolo al

usufructo, el uso y la habitación, para conservarlo como

desmembración autónoma del dominio pleno. Constituye un caso

típico de patrimonio separado investido de los caracteres del derecho

real inmobiliario.21

En efecto, el hogar legítimamente constituido permanece ajeno al

ataque de los acreedores, y por tanto excluido del patrimonio global o

general del titular, y no podrá enajenarse ni gravarse, sino previo

procedimiento autorizatorio judicial (Jurisdicción Voluntaria), en el

21 Código Civil Venezolano, Nerio Perera Planas, Pag.331


cual debe oírse a las personas beneficiarias o a cuyo nombre se ha

establecido. (art.640 C.C.V).

El hogar sale del patrimonio del constituyente y viene a constituir un

nuevo patrimonio ya que no responde de las obligaciones de aquél,

no se transmite por herencia a la muerte del constituyente e incluso

nadie tiene la libre disponibilidad del bien que ha quedado afectado a

la finalidad de que “gocen de él” los respectivos beneficiarios.

En consecuencia, mientras no ocurra la desafectación del hogar, este

escapa a la prenda común de sus acreedores, pues, no forma parte

del patrimonio general del deudor, constituyendo un verdadero caso

de Patrimonio Separado, para cumplir con una finalidad de naturaleza

social, garantizarle al constituyente y a su familia un techo para vivir,

mas allá de las contingencias patrimoniales.

5.3.2.- EL PATRIMONIO DEL FALLIDO.- Cuando un comerciante

es declarado en estado de quiebra, queda inhabilitado para la

administración de todos sus bienes, para disponer de ellos, y para

contraer sobre ellos nuevas obligaciones. (art.939 CCom)

Ante tal situación, la administración de que es privado el fallido pasa

de derecho a la masa de acreedores, representada por los síndicos.

(art.940 Ccom).

Entonces, sobrevenida la declaratoria de quiebra del comerciante, la

masa activa de sus bienes queda afectada a la satisfacción de la


masa de acreedores, constituyendo un caso de patrimonio separado,

pues, los bienes del fallido quedan sujetos a una administración

dirigida por los acreedores, que estarían representados por el

Sindico.

Sin embargo, queda a salvo la cuota correspondiente a la mujer del

fallido, por efecto de la sociedad conyugal, pudiendo efectuar en tal

condición los reclamos a que hubiere lugar, como si se tratara de

disolución y liquidación de la comunidad conyugal. (art. 939 Ccom).

5.3.3.- EL PATRIMONIO DE LA COMUNIDAD CONYUGAL.- Como

se sabe, el régimen patrimonial-matrimonial consagrado

tradicionalmente por nuestros Códigos Civiles con carácter supletorio

– esto es, para el caso de que los futuros cónyuges antes de su

matrimonio no hubieran pactado con las solemnidades del caso un

régimen de separación de bienes u otro régimen cualquiera,

mediante las llamadas “capitulaciones matrimoniales” (art.141) – es

el de la “comunidad limitada de gananciales”. O sea, que se establece

una comunidad, de por mitad, sobre las ganancias o beneficios que

se obtengan durante el matrimonio, según reza textualmente el

artículo 148.

Se trata de una comunidad especial, pues, como hemos visto, a

diferencia de la comunidad ordinaria, ésta es un simple accesorio del

matrimonio, a cuyo nacimiento y persistencia está indisolublemente


ligada; de tal manera que sus integrantes son exclusivamente el

marido y su mujer, quienes tienen en ella necesariamente la mitad

de los derechos indivisos, no pueden enajenar libremente éstas sus

respectivas cuotas ni los provechos o frutos correspondientes como

podría hacerlo en cambio cualquier comunero en una comunidad

ordinaria (art.765), ni pueden tampoco dar lugar por su sola voluntad

y ni siquiera por un acuerdo de voluntades entre ellos a la disolución

de esta comunidad (art.768). Para colmo, en esta comunidad forzosa

que diríamos que existe entre los cónyuges que no tuvieron la

precaución de celebrar “capitulaciones matrimoniales” antes de

contraer matrimonio, sus integrantes no pueden celebrar pacto

alguno que altere las reglas legales sobre la administración de esta

comunidad (art.759), sino que el Código establece rígidamente las

pautas de su administración y cada comunero ve así, sin poder

evitarlo, sometida la responsabilidad de sus bienes comunes a lo que

disponga el administrador autorizado en el caso por la pertinente

norma del Código Civil para comprometer con sus actos tal

patrimonio común. En efecto, el artículo 165, ord 1º, indica

claramente que “son de cargo de la comunidad…todas las deudas y

obligaciones contraídas por cualquiera de los cónyuges en los casos

en que pueda obligar a la comunidad” y el artículo 180 dispone que


“de las obligaciones de la comunidad se responderá con los bienes

comunes”.

La comunidad de gananciales incluye no solo todas las adquisiciones

o ganancias hechas durante el matrimonio a expensas del caudal

común (art. 156, ord. 1º), sino también las hechas o producidas por

el trabajo, profesión, industria o arte de cualquiera de los cónyuges

(art.156, ord. 2b) o las derivadas de los frutos, rentas e intereses

tanto de los bienes comunes como de los propios o particulares de

cada cónyuge (art. 156, ord. 3º), así como las donaciones hechas con

ocasión del matrimonio (art. 161). Y se dice que ella es limitada,

pues además de que no entran los bienes que ya pertenecieran por

cualquier titulo oneroso o gratuito a cualquiera de los cónyuges antes

del matrimonio, no entran tampoco en esa comunidad los que cada

uno de ellos adquiera por herencia, legados o donaciones hechas a

título personal al respectivo cónyuge aunque estos eventos ocurran

durante el matrimonio, o los que entren al patrimonio particular de

ese cónyuge por subrogación real con otro de tales bienes propios de

él (por permuta, retracto con dinero de su patrimonio, dación en

pago para extinguir un crédito personal de ese cónyuge, u otra causa

lucrativa que preceda al matrimonio, compras hechas con dinero

procedente de otros bienes del propio adquirente, ni tampoco otros

bienes adquiridos por otros títulos que resulta justo excluir de la


comunidad, tales como indemnizaciones por accidentes personales,

seguros de vida, de daños personales u otros derechos

personalísimos (arts 151 y 152) . A ello habría que agregar todavía

los bienes donados o dejados en testamento conjuntamente a los

cónyuges con designación de la parte que corresponde a cada uno, o

en su defecto, de por mitad, según lo establecido en el artículo 153 y

que se califican como bienes propios de los cónyuges.

La comunidad conyugal, no es solo una masa de bienes o activo, sino

también una masa de deudas u obligaciones, o sea, un pasivo, cuya

garantía de llegar a ser satisfecho, por cuanto atañe a los terceros (o

respectivos titulares de las acreencias que son correlativas a tales

obligaciones) es precisamente aquel activo. Es decir que los

acreedores de la comunidad conyugal tienen como prenda común el

conjunto de bienes habidos o por haber de la comunidad conyugal

(artículos 1863 y 1864), lo que nos lleva a pensar que hay en todo

esto un universo de activos y pasivos (presentes, y futuros, mientras

dure la comunidad conyugal o el matrimonio), o lo que es lo mismo

un “patrimonio”, distinto al patrimonio propio de cada uno de los

cónyuges, por tanto un patrimonio separado.

Entonces, el patrimonio de la comunidad conyugal, no tiene como

titular exclusivo a ninguno de los dos cónyuges, sino a ambos de por

mitad; y que, para nuevo colmo de sorpresas, convive al lado del


patrimonio singular de cada uno de éstos (formado por los bienes

propios de cada uno de ellos y las obligaciones o deudas de cada uno

de ellos que no puedan de acuerdo con las reglas legales calificarse

como cargas de la comunidad), patrimonios éstos particulares o

propios de cada cónyuge que sí coinciden con la idea clásica matriz

de que no hay patrimonio que no se identifique con una persona

jurídica. La anomalía de la situación radica, pues, en que, como en el

misterio de la Santísima Trinidad, hay aquí tres patrimonios, pero

solo dos patrimonios “verdaderos”: a saber el patrimonio de cada

cónyuge (formado por su patrimonio particular, incluidos en él sus

derechos de por mitad en el patrimonio conyugal), puesto que el

patrimonio conyugal en puridad es parte del patrimonio singular de

cada cónyuge, titulares, como personas jurídicas que lo son cada uno

de ellos, de la mitad de ese patrimonio conyugal.22

No queda ninguna duda entonces, que el patrimonio de la comunidad

conyugal es diverso al patrimonio integrado por los bienes propios de

cada uno de los cónyuges. El patrimonio de la comunidad conyugal

están afectados al cumplimiento de cargas propias señaladas en el

Código Civil (arts. 165, 166 y 167), y que además tienen un régimen

de administración distinto del régimen aplicable a los bienes propios

de cada uno de los cónyuges (C.Civ. arts. 168 y sgts).23

22 José Melich Orsini. El Régimen de los bienes en el matrimonio. Separata de la Revista del Colegio
de Abogados del Distrito Federal, Oct-Dic 1982. Nº 146. Pag. 7,8 y 9.
23 José Luis Aguilar Gorrondona. Cosas, Bienes y Derechos Reales. Derecho Civil II. Pag. 472
5.3.4.- EL PATRIMONIO DEL AUSENTE.- En el régimen ordinario a

la ausencia la ley distingue tres fases, etapas o grados: 1º La

ausencia presunta; 2º La ausencia declarada y; 3º La muerte

presunta.24

1º) La presunción de ausencia.- La ley presume ausente a la

persona, siempre que concurran lasa dos circunstancias previstas en

el artículo 418 del Código Civil: a) Que la persona haya desaparecido

de su último domicilio o residencia; y b) Que no se tengan noticias de

la persona, ni emanadas de ellas ni de otro. En cuanto a sus efectos,

estrictamente atinentes a su patrimonio, tenemos: a) Si el presunto

ausente no ha dejado apoderado, el Juez del último domicilio, a

instancia de los interesados (cónyuge, acreedores, herederos

presuntos), podrá nombrar a quien represente al ausente en juicio,

en la formación de inventarios o cuentas, o en las liquidaciones y

particiones en que el ausente tenga interés; y dictar cualesquiera

otras providencias necesarias a la conservación del patrimonio (C.C.

Art. 419); b) Si el presunto ausente ha dejado apoderado, el Juez

proveerá sólo a los actos para los cuales dicho apoderado no tenga

facultades y se las dará a éste si no encontrare motivos que se

opongan (C.C. art. 419, apa. 2º). 2) La ausencia declarada:

Presupone que hayan transcurrido dos (2) años de ausencia

presunta, si el causante no dejó mandatario para la administración de


24 José Luis Aguilar Gorrondona. Derecho Civil Personas. Pag. 371
sus bienes, o tres, caso contrario (C.C. art.421). En cuanto a sus

efectos, atinentes estrictamente a su patrimonio, tenemos: a) En

primer lugar, una vez ejecutoriada la sentencia que declara la

ausencia, se procederá a ordenar la apertura de los actos de última

voluntad del ausente, (art. 426 encab); b) Los herederos y los

acreedores del ausente, en la circunstancia prevista en la ley, pueden

pedir al Juez la posesión y administración provisional de los bienes

del ausente (C.C. art. 426, ap. 1º); c) Los deudores cuya liberación

dependa de la muerte del ausente, pueden pedir su liberación

provisional; d) La declaración de ausencia disuelve la comunidad de

bienes en el Matrimonio.

En efecto, califica un sector de la doctrina el patrimonio del ausente

como un patrimonio separado, determinado por una finalidad de

orden jurídico, cual es la conservación de los bienes de una persona,

que en un momento determinado no se sabe si existe ni dónde se

encuentra.25 Pero para otros, como es el caso del Dr. José Luis

Aguilar Gorrondona, el patrimonio del ausente constituye un

patrimonio autónomo destinados o en administración. 26

5.3.5.- EL PATRIMONIO HEREDITARIO ACEPTADO HA

BENEFICIO DE INVENTARIO y EL DECRETO DE SEPARACIÓN

DE PATRIMONIO A PETICIÓN DE LOS ACREEDORES DEL

25 Gert Kumerow. Bienes y Derechos Reales. Pag. 20.


26 José Luis Aguilar Gorrondona. Cosas, bienes y derechos reales. Derecho _Civil II. Pag. 474
CAUSANTE.- La aceptación de la herencia a beneficio de inventario

es una aceptación modal para proteger al heredero, común tanto

para la herencia testamentaria como ab-intestato, mediante la cual el

heredero llamado impide que se produzca la confusión de los

patrimonios del causante y del heredero y evita sin perder la

condición de tal responder ilimitadamente por las deudas y cargas de

la herencia; además evita la tramitación de los procedimientos de

herencia yacente y vacante, costosos para los acreedores y para la

herencia, pues, hay que pagarle al curador de la herencia, hacer

publicaciones, gastos de abogados, etc., y también para el Estado al

requerirse de la autoridad judicial.

Por otra parte, este instituto evita el peligro de una serie de

renuncias masivas por parte de los llamados, renuncias que además

de ser una irreverencia para el causante, causarían perjuicio social

por la incerteza de la pertenencia de la herencia y con ella de la

condición de los acreedores y legatarios, por tanto, el beneficio de

inventario ejerce una función que no responde tan sólo al interés

particular del llamado, sino que persigue también un fin de utilidad

social y con miras a éste fin la ley admite que el heredero puede

pedir que se le admita el beneficio de inventario, no obstante

prohibición del testador (artículo 1024 del C.C.), porque no es lícito

gravar ni aumentar las responsabilidades, que éste contrae con la


aceptación, por tanto, una disposición testamentaria de esta

naturaleza se considera, contraria a la ley, y por consiguiente no

escrita a tenor de lo dispuesto en el artículo 914 del C.C.

En nuestro derecho, la aceptación de la herencia con beneficio de

inventario (artículos 1023 al 1048 del C.C.) consiste en la declaración

escrita del heredero por ante el Juez de Primera Instancia en lo Civil

del lugar de la apertura de la sucesión, de que sólo con el haber

hereditario se pagarán las deudas y cargas de la herencia, y que por

tanto, no queda obligado con sus bienes personales. Es pues, un

beneficio que concede la Ley que no depende del Juez a quien se

pide, quien no puede negarlo, si es invocado en tiempo y en la forma

que corresponde.

Para Mazeud……..“La aceptación a beneficio de inventario es una

aceptación que confirma al heredero su carácter de tal, pero en

virtud de la cual no queda obligado por las deudas de la sucesión con

sus bienes personales”.

Para Ricci …. “El beneficio de inventario, es un medio concedido por

la ley al heredero para no verse obligado a pagar con sus bienes

propios las deudas y legados contenidos en el testamento del de

cujus”.

Para Salvador Fornieles…. “El beneficio de inventario consiste en

cierto modo de aceptación, que confiere al heredero la ventaja de no


verse obligado al pago de las deudas hereditarias sino con los bienes

de la sucesión. Para lograr ese objetivo la ley deja separados los

patrimonios del difunto y de su heredero, impidiendo el efecto natural

de toda sucesión mortis causa que es la confusión de los mismos.” 27

De acuerdo a lo establecido por los artículos 1.037, 1.038, 1.041,

1.042, 1.043, 1.044 y 1.048 del C.C., las obligaciones que incumben

al heredero a beneficio de inventario frente a los acreedores de la

herencia y a los legatarios son: 1) Una honesta y ordenada

administración. 2) Responder por culpa leve como administrador de

bienes ajenos. De las pérdidas y daños causados. 3) Una fiel

rendición de cuentas de su administración. 4) Solicitar autorización

judicial para enajenar bienes muebles e inmuebles. 5) Pagar a los

acreedores y legatarios que se van presentando. 6) Prestar cuando

así lo exijan los interesados las garantías convenientes para asegurar

la buena administración, y 7) Representar en juicio a la herencia.

En cuanto a los efectos del beneficio de inventario, se tienen los

siguientes: 1) El heredero con este beneficio es heredero, puesto que

con esta opción de aceptar a beneficio de inventario no sufre ningún

cambio en su carácter de heredero, ya que la aceptación con este

beneficio no podría traducirse como una aceptación condicional

subordinada su existencia a un saldo activo, pues constituye una

aceptación definitiva, que con el mismo título que la aceptación pura


27 Agustín R. Rojas. Derecho Hereditario Venezolano. Pag. 525 y 526.
y simple confirma al sucesible el carácter de heredero, por tanto, no

dejará éste de adquirir la propiedad de los bienes del de cujus, pero

entendido que los adquirirá con deducción de las deudas que los

gravan; consecuentemente mientras estas no sean pagadas no habrá

bienes hereditarios para él tal como lo declara el principio “Bona non

dicuntur nisi reducto aere alieno”, es decir, “no puede hablarse de

bienes sino se ha deducido aquello que es ajeno”. 2) No está obligado

al pago de las deudas de la herencia ni al de los legados, sino hasta

la concurrencia del valor de los bienes que haya tomado, y poder

libertarse de una y otras abandonando los bienes hereditarios a los

acreedores y a los legatarios (artículo 1036 del C.C.). 3) No confundir

sus bienes personales con los de la herencia y conservar contra ella

el derecho de obtener el pago de sus propios créditos. De aquí que el

heredero puede hacer valer sus derechos como si fuesen un tercero y

la herencia como extraña respecto a él, y de que si el paga de los

bienes propios a los acreedores hereditarios, se subroga de derecho

en los derechos correspondientes a los acreedores satisfechos. 28

En efecto, la herencia aceptada bajo beneficio de inventario, así como

la herencia donde exista separación de patrimonio decretada a

pedido de los acreedores del causante, en ambas hipótesis los bienes

de la herencia forman un patrimonio separado de los demás bienes

de los herederos (los llamados bienes personales de los herederos),


28 Agustín R. Rojas. Derecho Hereditario Venezolano. Pag. 539, 553-558.
para finalidades específicas que son en el primer caso, principalmente

evitar que los bienes personales de los herederos queden afectados

al pago de las obligaciones del causante y en el segundo caso, para

evitar que los acreedores de los herederos concurran con los

acreedores del causante en los bienes de la herencia.

Exploremos el segundo caso (Separación de patrimonios decretada a

pedido de los acreedores del causante), este beneficio nace en Roma,

antes que el beneficio de inventario, como una creación del derecho

pretoriano, a favor de los acreedores del causante y de los legatarios,

ante la existencia de los acreedores particulares del heredero, como

un medio bastante enérgico para impedir o evitar que, por el hecho

de fallecer un deudor y aceptar su herencia pura y simple algún

heredero suyo cargado de deudas, pudiera redundar en perjuicio de

los acreedores del de cujus, ya que puede tratarse de una herencia

con potencialidad suficiente para satisfacer íntegramente a todos los

acreedores del difunto, o, al menos satisfacerlos en una determinada

proporción, pero, si con éstos concurren a la herencia (dejada por el

de cujus-deudor) los acreedores personales del heredero, podrá

resultar que los acreedores del causante se queden sin cobrar o que

lo hagan en menor medida, por efecto de la confusión patrimonial

ocurrida.
La separación de patrimonios constituye un dispositivo que permite

mantener separados ambos patrimonios, a objeto de evitar o impedir

la concurrencia de los acreedores personales del heredero con los

acreedores del causante y legatarios sobre el activo del patrimonio

del causante.

Del ejercicio oportuno de la separación de patrimonios resultan

configurados dos grupos patrimoniales: uno, el hereditario,

destinado preferentemente a la satisfacción de los acreedores del

causante y subsidiariamente a los acreedores particulares del

heredero, y el otro grupo, el privativo del heredero, destinado

preferentemente a la satisfacción de los acreedores de éste y

subsidiariamente a los acreedores del causante. Con ello se mantiene

una separación o aislamiento provisorio de ambos patrimonios, pues

subsiste en la medida necesaria para el cobro preferente y subsidiario

de los créditos de los respectivos acreedores.29

Nuestro Código Civil, regula esta separación de patrimonios en los

artículos 1.049 al 1.059, ambos inclusive. En efecto, dispone el

artículo 1.050 del C.C. que: “La separación tiene por objeto el pago,

con el patrimonio del de cujus, a los acreedores y legatarios que la

han pedido, con preferencia a los acreedores del heredero”.

29 Agustín R. Rojas. Derecho Hereditario Venezolano. Pag. 597.


Como consecuencia del decreto de separación de patrimonio,

tenemos: 1) Que los acreedores del causante que demandaron el

beneficio de la separación pueden cobrar sus créditos en primer lugar

con el patrimonio hereditario y subsidiariamente con el patrimonio

del heredero cuando éste haya aceptado la herencia a él deferida

pura y simplemente, del mismo modo que los acreedores personales

del heredero pueden proceder en primer lugar contra el patrimonio

del heredero y subsidiariamente contra lo que quede del patrimonio

hereditario. 2) Que el heredero no puede pagar a sus acreedores

particulares ni éstos exigirle el cobro con los bienes que integran el

patrimonio hereditario, ni con los frutos de éste, hasta que hayan

sido satisfechos los acreedores del causante y los legatarios, es decir,

previa exclusión de los bienes relictos. Inversamente, los acreedores

del causante no podrán perseguir los bienes particulares del

heredero, hasta que los acreedores personales de éste queden

satisfechos con tales bienes. 3) Que las relaciones jurídicas de

créditos o derivados de derechos reales limitados entre el causante y

el heredero no se extinguen cuando el titular del crédito o derecho

fuere el causante, pero si se extinguen cuando el titular sea el propio

heredero.

La razón de este trato diferencial es que la separación opera

únicamente en beneficio de los acreedores del causante y legatarios,


más no del heredero, ya que si bien éste era a su vez acreedor del

causante, su carácter de heredero del mismo impone la extinción de

su crédito por confusión, pudiendo solamente evitarla mediante la

aceptación de la herencia a beneficio de inventario, cosa que no ha

hecho en nuestro caso, pues, ha aceptado la herencia pura y simple.

4) Que la separación de patrimonio opera exclusivamente a favor de

los acreedores del causante que la hayan impetrado, quienes se

denominan separatistas.30

5.3.6.- EL CONJUNTO DE BIENES TRANSFERIDOS EN

FIDEICOMISO.- Para Grasseti, “por negocio fiduciario entendemos

una manifestación de voluntad con la cual se atribuye a otro una

titularidad de derecho en nombre propio pero en interés, o también

en interés del transfirente o un tercero”. La atribución al adquirente

es plena, pero éste asume un vínculo obligatorio en orden al destino

o empleo de los bienes de la entidad patrimonial. 31

En el negocio fiduciario se presentan, como elementos estructurales,

una transmisión plena de derechos (elemento real) limitada, en la

práctica, por las obligaciones consagradas a cargo del fiduciario

(elemento personal).

Veamos someramente, por lo menos conceptualmente, ambos

elementos:

30 Agustín R. Rojas. Derecho Hereditario Venezolano. Pag. 604-606.

31 Sergio Rodriguez Azuero. Contratos Bancarios. Pag. 613


a) Real.- El elemento real radica en la transmisión plena de derechos,

ya reales, como la propiedad, o personales, como la titularidad de un

crédito por parte del fiduciante al fiduciario, en forma de constituirlo

frente a terceros como dueño o titular sin limitación alguna y frente a

sí mismo, apenas con las que surgen del pacto obligatorio a que nos

referiremos más adelante.

b) Personal u obligacional.- Este elemento consiste en el acuerdo

mediante el cual el fiduciario limita su potestad de propietario, en

orden al cumplimiento de la finalidad prevista por el fiduciante.

Generalmente son varias las obligaciones a cargo del fiduciario y

dicen tanto con sus facultades como con el destino de los bienes y la

forma de restituirlos cuando a ello haya lugar.32

En efecto, visto ya el concepto de negocio fiduciario o contrato de

fideicomiso, y sus elementos estructurales, a tenor de lo previsto en

el instrumento legislativo que lo regula (Ley de Fideicomiso), el

conjunto de bienes transferidos en fideicomiso y los que sustituyan a

éstos, están excluidos de la prenda común de los acreedores del

fiduciario.

Al respecto los artículos 1 y 2 de la Ley de Fideicomiso33, establecen:

“Articulo 1.- El fideicomiso es una relación jurídica por

la cual una persona llamada fideicomitente transfiere

32 Sergio Rodríguez Azuero. Contratos Bancarios. Pag. 614, 615.


33 Gaceta Oficial de la República de Venezuela. 17/08/1956. Nº496 Ext. Ley De Fideicomiso.
uno o mas bienes a otra persona llamada fiduciario,

quien se obliga a utilizarlo a favor de aquél o de un

tercero llamado beneficiario.

Artículo 2.- Los bienes transferidos y los que sustituyan

a estos, no pertenecen a la prenda común de los

acreedores del fiduciario. Salvo que la Ley disponga

otra cosa, éste sólo estará sujeto a cumplir con dichos

bienes las obligaciones que deriven del fideicomiso o de

su realización, y podrá oponerse a toda medida

preventiva o de ejecución dictadas a solicitud de

acreedores que procedan en virtud de créditos que no

deriven del fideicomiso o de su realización.”

Entonces, de acuerdo con la Ley antes referida, los bienes

transferidos en fideicomiso constituyen un verdadero patrimonio

separado con respecto a los demás bienes del fideicomitente, pues,

tales bienes escapan a la prenda común de los acreedores del

fiduciario, y dichos bienes sólo quedarán afectados al cumplimiento

de las obligaciones que deriven del Fideicomiso, de tal manera que

cualquier medida que afecte tales bienes, dictada con el fin de darle

cumplimiento a obligaciones ajenas al Fideicomiso, puede ser objeto

de oposición por parte del fiduciario.


5.3.7.- LA UNIDAD DE PRODUCCIÓN AGRARIA.- La Ley de

Reforma Parcial de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario, establece

en sus artículos 8, 11 y 12, lo siguiente:

“Artículo 8. Se garantiza al sector campesino su

incorporación al proceso productivo a través del

establecimiento de condiciones adecuadas para la

producción. En tal sentido, se promueve la

estructuración de los fundos mediante la adjudicación

de las tierras y la destinación de bienes inmuebles,

muebles, incluidos los semovientes, al fin productivo de

las mismas.

La Unidad de Producción constituida de acuerdo con los

términos de esta Ley será indivisible e inembargable;

podrá ser mejorada mediante la incorporación de

nuevas técnicas, condiciones de producción,

transformación y mercadeo de los productos

agroalimentarios.

Artículo 11. Las parcelas adjudicadas por el Instituto

Nacional de Tierras pueden ser objeto de garantía

crediticia sólo bajo la modalidad de prenda sobre la

cosecha, previa aprobación de las Oficinas Regionales

de Tierras. Sobre las mismas no podrán constituirse


hipotecas o gravámenes de cualquier naturaleza. Debe

expedirse por escrito el certificado para constituir

prenda agraria.

Artículo 12. Se reconoce el derecho a la adjudicación de

tierras a toda persona apta para el trabajo agrario, en

los casos y formas establecidos en esta Ley.

Las tierras propiedad del Instituto Nacional de Tierras,

con vocación agraria, pueden ser objeto de adjudicación

permanente, a través de la cual se otorga al campesino

o campesina el derecho de propiedad agraria. En

ejercicio de ese derecho, el campesino o campesina

podrá usar, gozar y percibir los frutos de la tierra. El

derecho de propiedad agraria se transfiere por herencia

a los sucesores legales, pero no puede ser objeto de

enajenación alguna.”

Sin duda, que siguiendo el patrón de La Ley de Reforma Agraria del 5

de marzo de 1.960, también la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario,

establece una especie de patrimonio separado en el ámbito agrario,

en efecto, reconoce la precitada Ley que la UNIDAD DE

PRODUCCIÓN conformada de acuerdo con esta Ley, sería

inembargable e indivisible, y esta unidad estaría conformada por


bienes inmuebles, muebles, incluidos los semovientes, destinados al

fin productivo de las mismas.

Por otra parte, se prevé que las parcelas adjudicadas por el ente

agrario, le confieren a sus titulares el derecho de usar y gozar con la

percepción de los frutos, pero en ningún caso podrá enajenarla, pero

si es transferible vía mortis causa a los sucesores legales.

Dichas parcelas pueden ser objeto de garantía crediticia sólo bajo la

modalidad de prenda sobre la cosecha, en consecuencia, salvo el

caso antes anotado no pueden ser objeto de hipotecas o gravámenes

de cualquier tipo.

Se trata entonces de una regulación especial, que incluso hace dudar

sobre si se trata propiamente de un patrimonio separado del titular,

pues, dicha adjudicación aun cuando fuere calificada como

“permanente”, no lleva consigo la facultad de disposición, entonces,

no sería propiedad del titular y por ende seguiría formando parte del

patrimonio del ente agrario, por lo que, al no ingresar al patrimonio

del adjudicatario, no podría hablarse de patrimonio separado, sino

que por tratarse de un bien perteneciente a un ente público, esta

dotado de ciertas prerrogativas (inalienabilidad e inembargabilidad).

5.3.3.8.- EL CASO ESPECIAL DEL FONDO DE COMERCIO.- El

Fondo de Comercio no es más que el conjunto de derechos y

obligaciones de contenido patrimonial destinado por el comerciante al


ejercicio de la empresa mercantil. Precisa Goldschmidt, que se trata

del conjunto de los bienes organizados por el comerciante para el

ejercicio de sus actividades34.

Sin embargo, a los efectos de conformar la noción de un fondo de

comercio no basta la sola trasmisión de los bienes materiales que

integran el fondo (terrenos, edificios, útiles, aparatos), sino, además,

el contrato debe versar sobre el uso de las siglas, marcas,

denominaciones comerciales, uso de la concesión pública, explotación

del negocio y de su clientela.

Sobre el problema que se ha planteado respecto a la posibilidad de

considerar o no al Fondo de Comercio como un patrimonio separado,

se impone el análisis de los artículos 151 y 152 del Código de

Comercio.

Artículo 151:

“La enajenación de un fondo de comercio, perteneciente a firma que

esté o no inscrita en el Registro Mercantil, o la de sus existencias, en

totalidad o en lotes, de modo que haga cesar los negocios de su

dueño, realizada a cualquier título por acto entre vivos, deberá ser

publicada antes de la entrega del fondo, por tres veces, con intervalo

de diez días, en un periódico del lugar donde funcione el fondo o en

lugar más cercano, si en aquél no hubiere periódico, y en caso de

que se trate de fondos de un valor superior a los diez mil bolívares


34 Curso de Derecho Mercantil. Roberto Goldschmidt. Pag.170
(Bs.10.000,00), y dentro de las mismas condiciones, en un diario de

los de mayor circulación de la capital de la República.

Durante el lapso de las publicaciones a que se refiere el

encabezamiento de este artículo, los acreedores del enajenante, aun

los de plazo no vencido, pueden pedir el pago de sus créditos o el

otorgamiento de garantía para el pago.

Artículo 152:

“Cuando no se hayan cumplido los requisitos expresados en el

encabezamiento del artículo anterior, el adquirente del fondo de

comercio es solidariamente responsable con el enajenante frente a

los acreedores de este último.

Incurre en la misma responsabilidad el adquirente frente a los

acreedores del enajenante cuyos créditos reclamados durante el

lapso de las publicaciones no hubieren sido pagados o garantizados,

siempre que ellos hubieren hecho su reclamación durante el término

señalado.”

En efecto, sostiene ROBERTO GOLDSCHMIDT35, que entre la gama de

especies de publicidad (registro, carteles, gacetas, boletines, etc.) se

introduce en nuestro sistema, en la reforma mercantil de 1955, la

publicidad en prensa consagrada en los Arts. 151 y 152 del C de Co.,

que --- por contraste con la dispuesta en el numeral 10 del Art. 19

--- provee al interés de los acreedores del enajenante del fondo de


35 Roberto Goldschmidt. Curso de Derecho Mercantil. Pag.153-154
comercio. En aquélla disposición se alude a la venta y sirve a los

intereses del público; en la del artículo 151 se habla de enajenación,

concepto mucho más amplio, como quedó dicho.

Múltiples problemas plantea la interpretación de los mencionados

Arts. 151 y 152, algunos de los cuales discute con fuerza la doctrina.

Así, el relativo a las publicaciones ordenadas ha sido resuelto por la

jurisprudencia (CSJ,SCC, Sent. 15/11/1978. G.F. Nº 102, Pag. 417-

422) en el sentido de que luego de la tercera publicación se dejen

discurrir diez días más, pues, de lo contrario resultaría inoficioso ese

tercer aviso. Respecto de la frase según la cual la enajenación del

fondo “haga cesar los negocios de su dueño”, unos tribunales han

decidido que tal cesación, como efecto de la enajenación, no se

refiere a cualquier tipo de actividad comercial, sino que conceptúa

negocios que se vinculen al mismo ramo a que se concretaba la

actividad anterior y en las mismas condiciones.(CSJ, SCC, Sent.

19/12/1979; G.F., Nº 106, pp. 1431-1444. C.S.J., S.P.A., Sent.

10/05/1976; G.F. Nº 92, pp. 93-104. C.S.J. S.C.C., Sent

17/01/1985; G.F. Nº 127, pp. 906-910).

En lo atinente a si el fondo de comercio constituye o no un

patrimonio separado, se pronunció Goldschmidt 36 negativamente (en

la versión original de su obra), cuyo texto a continuación transcribo:

36 Roberto Goldschmidt. Curso de Derecho Mercantil. Caracas. 1979. Pag.79


“La finalidad de la publicación, que debe hacerse tres veces

con intervalos de diez días, es dar a los acreedores del

enajenante la posibilidad de pedir con anterioridad a la

entrega del fondo el pago de sus créditos o en caso de que

los créditos aún no hubiesen vencido, el otorgamiento de

una garantía para el pago. Este derecho, lo tienen todos los

acreedores del enajenante; la ley, partiendo de la tesis

tradicional de los derechos latinos acerca de la unidad del

patrimonio, no hace ninguna distinción entre acreedores

civiles y comerciales, contrariamente a lo que ocurre en

muchos países. Se observa que en el derecho venezolano

el fondo de comercio no constituye un patrimonio

separado. Esto presupondría una separación legal del fondo

del llamado patrimonio civil que el titular del fondo y los

terceros deberían respetar. No obstante, en Venezuela los

llamados acreedores comerciales no tienen ningún

privilegio en relación a los bienes correspondientes al

fondo, en los cuales, por el contrario, todos los acreedores,

incluso los llamados acreedores civiles, pueden ejecutar.

Tampoco implica la transferencia del fondo

automáticamente el traspaso de los créditos del

comerciante contra terceros…”

Por lo que atañe a los mencionados “acreedores del enajenante”, se

pregunta ¿sólo los mercantiles, o todos?. Con base en el Art. 1.864


del C.C. (los bienes del deudor son prenda común de sus acreedores)

se responde que la referencia es a todos ellos, que tendrían,

conforme el artículo citado, un derecho igual sobre tal patrimonio, en

principio. (Así se prevé en la reforma mercantil). En cuanto al alcance

de la responsabilidad del adquirente, contra opiniones doctrinarias se

pronuncia la Corte (C.S.J. S.C.C., Sent. 08/04/1970, G.F., Nº 68,

pp.188-194.) por su limitación al valor del fondo o de los lotes

transferidos (no ilimitada como se ha pretendido al tratar de igualarla

con la del enajenante). Igualmente, se cuestiona lo referente a las

relaciones internas entre el enajenante y el adquirente. Ellas van a

depender de lo expresamente convenido entre ambos en la

contratación. Se sostiene sobre el particular que las deudas y

acreencias del enajenante son intuito personae. Así en que no se

trasladan al adquirente salvo pacto expreso.

Continúa el autor y refiere, que de la génesis de la disposición y de

su finalidad de proteger a los acreedores contra la desaparición de

ciertos bienes que constituyen su prenda común resulta que la

responsabilidad del adquirente queda limitada al valor del fondo o, en

su caso, al valor de las existencias transferidas. No obstante, dado

que el texto de la Ley no lo dice expresamente, esta tesis, sostenida

a menudo en la legislación extranjera, no ha sido acogida por todos y


hay abogados venezolanos que afirman la responsabilidad ilimitada

del adquirente.

Desde otro punto de vista, el acreedor para poder proceder contra el

adquirente necesita un título distinto del que tenga contra el

enajenante, de suerte que la oposición hecha por el adquirente como

tercero, al embargo recaído sobre el fondo que actualmente posee,

debe prosperar si presenta prueba fehaciente de la adquisición.

El artículo 152 se ocupa solamente de la responsabilidad frente a los

acreedores y no se refiere a las relaciones internas entre el

adquirente y el enajenante, o sea, no contempla la cuestión de cuál

de los dos en definitiva debe cargar con el pago de las obligaciones

del enajenante. Este problema se resuelve en razón del contrato que

entre ellos existe. Si en dicho contrato el adquirente ha asumido las

obligaciones del enajenante, lo que, sin embargo, no se presume, y

si ha pagado tales deudas a los acreedores, no tendría ningún

recurso contra el enajenante. Por el contrario, si no hubiese asumido

las obligaciones, tendría una acción de repetición contra el

enajenante, ya que ha pagado deudas de éste.

Afirma el Dr. Manuel Simón Egaña37, que en ninguna de las

situaciones en las cuales puede producirse el fondo de comercio,

podemos decir que existe un verdadero patrimonio separado. El

fondo de comercio puede imputarse a una persona jurídica física,


37 Manuel Simón Egaña. Bienes y Derechos Reales. Pag. 47
cuando dedica ciertos bienes para ejercicios del comercio, y no se

llega a verificar una verdadera separación patrimonial con sus otros

bienes, es decir, con aquéllos que no pasan a constituir fondo de

comercio por no estar destinados a la actividad mercantil. Y tanto es

así que los bienes de su patrimonio general responden de las

obligaciones del fondo de comercio, y viceversa; o si se trata de

sociedades mercantiles, cuyos bienes en conjunto constituyen el

fondo de comercio, éste representa la totalidad de los elementos

activos y pasivos.

En efecto, el fondo de comercio, constituye una universalidad de

bienes que comprende desde el punto de vista activo, todos los

créditos mercantiles que tiene el comerciante contra terceros, todos

los bienes materiales que son objeto de su comercio, ciertos bienes

incorporales y, sobre todo, el llamado “derecho a la clientela”,

mientras que desde el punto de vista pasivo está integrado por todas

las deudas contraídas por el comerciante con motivo de su actividad

mercantil.

El argumento bajo el cual se afirma que el Fondo de Comercio

constituye un patrimonio separado es que cuando el comerciante

enajena por acto entre vivos el fondo o sus existencias de modo que

haga cesar los negocios de su dueño, si no se han hecho las

publicaciones que ordena la ley (C.Com., art. 151), el adquirente del


fondo es solidariamente responsable con el enajenante frente a los

acreedores de este último (C.Com. art. 152). 38

Pero ya se ha dicho antes, citando a GOLDSCHMIDT, que de la

finalidad de esta norma de proteger a los acreedores contra la

desaparición de ciertos bienes que constituyen su prenda común

resulta que la responsabilidad del adquirente queda limitada al valor

del fondo o, en su caso, al valor de las existencias transferidas. No

obstante, dado que el texto de la Ley no lo dice expresamente, esta

tesis, sostenida a menudo en la legislación extranjera, no ha sido

acogida por todos y hay abogados venezolanos que ºafirman la

responsabilidad ilimitada del adquirente.

En efecto, si aceptamos que ante la falta de publicación la

responsabilidad del adquirente respecto a los acreedores del

enajenante, queda limitada al valor del fondo o, en su caso, al valor

de las existencias transferidas, estaríamos en presencia de una

especie de patrimonio separado. Sin embargo, esto no es lo que

prevé la ley (art.152 CCom), pues, la norma se refiere a la

responsabilidad solidaria del adquirente con el enajenante respecto a

los acreedores de este último, por lo que, se puede interpretar que

tal responsabilidad del adquirente es ilimitada en atención al principio

de unidad patrimonial.

38 José Luis Aguilar Gorrondona. Cosas, Bienes y Derechos Reales. Derecho Civil II. Pag. 473
Sin embargo, reiteramos, el fondo de comercio no constituye en el

Derecho Venezolano un caso de Patrimonio Separado. Lo contrario

supondría el aislamiento de un conjunto de derechos, bienes y

obligaciones destinados a la realización de un fin ordenado en forma

especial, diverso del patrimonio global del titular, y la enajenación

del fondo en los términos de la ley venezolana, no traslada

(automáticamente) al adquirente los créditos que pudiera tener el

enajenante contra terceros (salvo cesión expresa de los mismos), ni

las deudas contraídas por el comerciante.39

6.- PATRIMONIO AUTÓNOMO.- Debe emplearse la expresión

patrimonio autónomo, y no la de patrimonio separado, cuando se

quiera indicar, no ya la separación de un determinado núcleo de

bienes, que continúa perteneciendo al mismo titular, sino el hecho de

que se forme, con elementos sacados de otro, o –mas a menudo- de

varios otros patrimonios, un patrimonio aparte y nuevo, con un

propio sujeto colectivo o, cuando menos, con finalidades propias, en

espera de reconocimiento, y sobre el cual inciden derechos y

obligaciones autónomos, como se ha visto que ocurren la formación

de la persona jurídica.40

El mismo autor al referirse a la creación de la persona jurídica,

expone que el alcance del nacimiento de una persona jurídica reside

39 Gert Kumerow. Bienes y Derechos Reales. Pag. 23


40 Messineo. Manual de Derecho Civil y Comercial. Tomo II. Pag. 265.
en la formación de un nuevo centro unitario de derechos y deberes,

por lo general de naturaleza patrimonial. Con el nacimiento de ella,

surge un nuevo término de referencia de intereses y de relaciones

jurídicas; hay un sujeto jurídico más, el cual tiene capacidad de

derechos, capacidad de querer y de obrar, voluntad y responsabilidad

patrimonial propias; y, como tal, se distingue de la comunidad.

Por tanto, el aspecto principal que caracteriza a la persona jurídica,

como sujeto de derechos y de deberes, es la que se llama su

autonomía patrimonial. Autonomía patrimonial (perfecta) quiere decir

que los bienes de la persona jurídica pertenecen exclusivamente a

ella, y los componentes (cuando existen) no tienen derecho a ellos; y

quiere decir que los derechos y los deberes patrimoniales

(obligaciones, deudas) de los componentes de ellos frente a los

terceros, en materia de persona jurídica, falta toda referencia a-

responsabilidad personal del componente singular), y viceversa. El

sujeto – persona jurídica y todos y cada uno de sus componentes

están, por lo tanto, en situación de plena insensibilidad, cada uno

respecto de los derechos y deberes patrimoniales del otro. 41

Sin embargo, MESSINEO trata de distinguir entre patrimonio

autónomo perfecto e imperfecto y patrimonio separado, y explica que

solamente en conexión al concepto de patrimonio autónomo, se

puede hablar de autonomía patrimonial perfecta (Formación de un


41 Messineo. Manual de Derecho Civil y Comercial. Pag. 160
nuevo sujeto jurídico, o de figura asimilada); sin embargo, de

autonomía patrimonial imperfecta se puede hablar, tanto con

referencia a los patrimonios autónomos (el que pertenece a entidades

no-dotadas de personalidad jurídica, como con referencia a los

patrimonios separados.

En este último caso, afirma MESSINEO, “…la distinción entre

autonomía patrimonial perfecta (que se tiene, aquí, cuando el grupo

de los acreedores al que se reservan determinados bienes del

deudor, no pueda afectar –con acciones ejecutivas o cautelares- los

otros bienes y, a la inversa, los acreedores ordinarios no puedan

afectar los bienes reservados) y autonomía patrimonial imperfecta

(que se tiene, en esta particular aplicación, cuando el grupo de los

acreedores pueda satisfacerse subsidiariamente sobre los bienes no-

reservados, o bien cuando los acreedores ordinarios puedan

satisfacerse – en cuanto antes haya sido satisfecho por entero el

dicho grupo de los acreedores – sobre lo que exceda del valor de los

bienes reservados) y que podría llamarse separación unilateral.

7.- PATRIMONIOS EN ADMINISTRACIÓN.- Se llaman Patrimonios

bajo administración ciertas situaciones transitorias en que pueden

llegar a encontrarse determinados núcleos de bienes, para los cuales

es necesario que haya un conservador o un gestor de ellos, en espera

de que el titular pueda asumir (o reasumir) su administración. Tales


son por ejemplo, los casos de la herencia yacente, de los bienes

sujetos a expropiación forzada, de los bienes del menor, sujeto a

42
patria potestad….”

Para nuestro autor, Jorge Luis Aguilar 43, se trata de patrimonios

autónomos, destinados o en administración, y los define, como

aquéllos conjuntos de bienes y derechos a quienes falta el titular o

cuyo titular permanece temporalmente desconocido.

Al carecer de titular o permanecer este desconocido, el vinculo

patrimonial existe respecto al titular anterior, o al destino de

afectación.

En nuestro derecho, principales ejemplos de este tipo de patrimonios,

son: a) El patrimonio de la persona que ha de nacer (nasciturus);

pero que sólo ha sido concebida (conceptus) o que habrá de serlo

(concepturus); b) El patrimonio del ausente (tratado como un caso

de patrimonio separado); c) El patrimonio de la herencia yacente, o

sea, de la herencia cuyo heredero o herederos se desconocen o cuyos

herederos testamentarios o “ab intestato” han renunciado a ella y

que todavía no ha sido declarada vacante. Al respecto dispone el

artículo 1060 del Código Civil:

“Cuando se ignora quien es el heredero o cuando han renunciado los

herederos testamentarios o ab-intestato, la herencia se reputa

42 Francesco Messineo. Manual de Derecho Civil y Comercial. Pag. 265


43 José Luis Aguilar Gorrondona. Cosas, bienes y derechos reales. Derecho Civil II, Pag. 474
yacente y se proveerá a la conservación y administración de los

bienes hereditarios por medio de un curador.”

La finalidad de este procedimiento es, evidentemente, la

administración y conservación de los bienes de la herencia, mientras

se determina a quién corresponden en definitiva 44. Todo esto implica,

por lo tanto, la existencia de bienes hereditarios para que haya lugar

a la tramitación judicial relativa a herencias yacentes, el cual

compete al Juez de Primera Instancia con jurisdicción en el lugar

donde se haya abierto la sucesión (art. 1061 C.Civ), pero en el

momento actual, en virtud de la Resolución Nº 2009-0006, emanada

de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, por tratarse de un

procedimiento de jurisdicción voluntaria, compete a los Juzgados de

Municipio. El Juez nombrará el Curador a petición de persona

interesada, y éste elaborará el inventario de la herencia, ejercerá y

hará valer los derechos de ésta, tanto en los juicios que se le

promuevan, como en el ámbito de la administración, y por supuesto

rendir cuentas. (art. 1062 CCiv). El Juez deberá emplazar por edicto

a los que se crean con derecho a la herencia, y pasado un año

después de fijados los edictos, sin haber comparecido algún heredero

reclamando fundadamente derecho a la herencia reputada yacente,

el juez que haya intervenido en la diligencias de su administración

44 Nerio Perera Planas. Código Civil Venezolano. Pag.554-557.


provisoria declarará vacante la herencia, cuyo efecto es el de que los

bienes relictos pasen al Fisco Nacional. (arts. 1064 y 1065 Cciv).

8.- RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL DEUDOR.-

Nos enseña MESSINEO, que en conexión con el concepto

de obligación, deben aclararse los de responsabilidad

patrimonial y de garantía.

Responsabilidad Patrimonial, especialmente, indica que,

estando un sujeto (deudor) obligado a una prestación, los

bienes de él están como consecuencia sujetos a la satisfacción

(eventualmente forzosa) del derecho del acreedor.

Responsabilidad Patrimonial es, por consiguiente, un

fenómeno que tiene, como término de referencia, los bienes

del deudor.

La responsabilidad patrimonial adquiere relevancia

práctica especialmente en el caso en que el deudor se

convierta en incumpliente; pero esto no quita que el

correspondiente poder del acreedor – el de afectar el

patrimonio del deudor en caso de incumplimiento – subsista

virtualmente, desde el punto de vista jurídico, desde el

momento en que el crédito nace. 4 5

En efecto, la responsabilidad recae sobre los bienes, este

es el objeto de la ejecución desde hace tiempo, la forma


45 Francesco Messineo. Manual de Derecho Civil y Comercial. Tomo IV. Pag. 49-50
normal y principal de la ejecución forzosa. Nos refiere Planiol

y Ripert, en su tratado de Derecho Civil, que desde 1867 casi

es la única usada en Francia.

Expresan estos autores: “La idea de que la persona que

se obliga concede a su acreedor una acción sobre todos sus

bienes es sumamente antigua. Pronto se introdujo en el

derecho romano, y desde entonces se ha conservado, como lo

demuestra el antiguo adagio “quien se obliga, obliga lo suyo”.

Expresamente ha sido consagrada por el art. 2092: “El que se

haya obligado personalmente está obligado a cumplir su

obligación sobre todos sus bienes muebles e inmuebles,

presentes o futuros”…omisis…Para indicar la regla contenida

en el art.2092 se usa otra fórmula equivalente a la de la ley.

Se dice que todo acreedor goza de un derecho de prenda

general sobre el patrimonio de su deudor. No hay aquí en

verdad un derecho real de prenda; no se pretende afirmar que

todos los acreedores son acreedores prendarios; sino

únicamente expresar la idea de que todos los bienes de un

deudor responden por el cumplimiento de sus obligaciones.

Por consiguiente la palabra prenda no está usada en su

sentido técnico.” 4 6

46 Marcel Planiol-Georges Ripert. Tratado Elemental de Derecho Civil. Biblioteca Clásicos del Derecho . Pag.620
En nuestro ordenamiento jurídico positivo, dispone el

artículo 1.863 del Código Civil, que “El obligado

personalmente está sujeto a cumplir su obligación con todos

sus bienes habidos y por haber”, y el artículo 1.864 eiusdem

dispone: “Los bienes del deudor son prenda común de sus

acreedores, quienes tiene en ellos un derecho igual, si no hay

causas legítimas de preferencias. La causas legítimas de

preferencias son los privilegios y las hipotecas”

Ciertamente explica la doctrina nacional, que: “...La

palabra PRENDA no se torna aquí en el sentido jurídico que se

le da en el contrato que lleva ese nombre. Quiérese significar

con ella simplemente que todos los bienes están obligados a

responder de las deudas y obligaciones del que es dueño de

ellos ora los tuviera adquiridos antes, ora los haya adquirido

después de contraídas y que los acreedores tienen todos

iguales derechos para hacerse pagar con los bienes dichos.-

Esto no es sin embargo absolutamente cierto, pues hay

algunos que están exceptuados por las leyes. No pueden ser

objeto de ejecución el derecho de alimentos, los derechos de

uso de habitación y el hogar....” 4 7

47 Comentarios al Código de Procedimiento Civil Venezolano. Anibal

Dominici. Tomo IV, pág. 278.


Otro autor patrio, el profesor Dr. José Luis Aguilar

Gorrondona, en su obra de Contratos y Garantías expresa:

“...LA RESPONSABILIDAD DEL DEUDOR

La obligación sería ineficaz si el incumplimiento del

deudor no comprometiera su responsabilidad de modo que

pudiera procederse a la ejecución forzosa de la obligación. En

abstracto, la responsabilidad del deudor podría recaer sobre

su persona; sobre su patrimonio, o tanto sobre su persona

como sobre su patrimonio.

En el Derecho romano primitivo, la responsabilidad

recayó exclusivamente sobre la persona del deudor

(responsabilidad personal), lo que se explica porque en esa

época se consideraba que el patrimonio era más bien familiar

que personal. Posteriormente, a la vez que se suavizaban las

medidas de ejecución sobre la persona del deudor, se

introdujo la noción de que el deudor también respondía con

sus bienes (responsabilidad patrimonial). Así la práctica creó

la ‘bonorum venditio’ y las leyes julianas introdujeron la

‘bonorum cessio’. En el Bajo Imperio se suprimió la facultad

del acreedor insatisfecho de hacer encarcelar a su deudor y,


además, la ‘bonorum distractio’ mitigó los rigores con que

hasta entonces estaba establecida la responsabilidad

patrimonial.

En la Edad Media, aparte de indicar que la

responsabilidad personal del deudor tuvo sus altos y bajos,

debe señalarse que se tendía a evitar que los inmuebles del

deudor fueran ejecutados: en unas regiones, los inmuebles no

estaban afectados al pago de las obligaciones y en otras, sólo

lo estaban subsidiariamente.

La Revolución Francesa estableció el principio de que

todos los bienes del deudor responden uniformemente del

cumplimiento de sus obligaciones, y a fines del siglo pasado

se eliminó la responsabilidad personal del deudor en casi

todos los países civilizados.

En materia de responsabilidad del deudor existen en

nuestro Derecho cuatros grandes principios: 1º La

responsabilidad del deudor por el incumplimiento de su

obligación es meramente patrimonial; 2º La responsabilidad

patrimonial es ilimitada; 3º Todos los bienes del deudor


quedan sujetos uniformemente al cumplimiento de la

obligación; y 4º Todos los acreedores tiene sobre los bienes

del deudor un derecho igual. Los tres primeros principios se

refieren exclusivamente a la situación del acreedor frente al

deudor y el cuarto se refiere a la relación de los derechos que

tienen los distintos acreedores sobre los bienes de su deudor

común.

1º La responsabilidad del deudor es meramente

patrimonial

La responsabilidad del deudor es meramente patrimonial

en el sentido de que el deudor sólo con sus bienes está sujeto

a satisfacer (eventualmente en forma forzosa) el derecho de

su acreedor. Esta responsabilidad patrimonial adquiere

relevancia práctica cuando el deudor ha incumplido su

obligación; pero la afectación virtual de los bienes del deudor

al cumplimiento de su obligación nace jurídicamente junto con

la propia obligación.

2º La responsabilidad patrimonial es ilimitada

 
A)El principio. El Código Civil (Sic) consagra este

principio en los siguientes términos: ‘El obligado

personalmente está sujeto a cumplir su obligación con todos

sus bienes habidos y por haber’ (C.C. art. 1.863 ).

El principio indicado sólo se refiere al obligado

personalmente. No alcanza al obligado ‘propter rem’, quien

puede liberarse de su obligación abandonando la cosa sin que

su demás bienes queden sujetos al cumplimiento de aquélla.

Pero si el deudor se ha obligado en forma personal, el

principio rige cualquiera que sea la fuente, cualidad, monto

natural de la obligación.

En virtud del principio señalado todos los bienes del

deudor –habidos y por haber- quedan sujetos al cumplimiento

de la obligación, o sea, que quedan afectados a ese fin de

modo que el acreedor puede trabar ejecución sobre ellos,

cualquiera que sea la fecha en que entraron al patrimonio del

deudor, cualquiera que sea su naturaleza, cualquiera que sea

su valor y aún en el caso de que sobre uno o más bienes del

deudor otro acreedor tenga un derecho preferente. La razón

de que también los ‘bienes futuros’ queden sujetos al


cumplimiento de la obligación es porque, caso contrario, el

deudor podría defraudar fácilmente al acreedor y porque éste

no sólo en la suficiencia de los bienes actuales del deudor,

sino también en la capacidad del deudor para incrementar su

patrimonio (lo que en muchos casos es incluso el factor

determinante del crédito).

En virtud del principio de la responsabilidad ilimitada lo

que queda afectado al cumplimiento de la obligación es el

patrimonio del deudor y no de cada uno de sus bienes

aisladamente considerados. Por ello, en principio, basta con

que un bien se encuentre en ese patrimonio para que quede

afectado al cumplimiento de la obligación y basta con que

salga de ese patrimonio para que quede desafectado. De allí

que la suerte del patrimonio del deudor interese

fundamentalmente al acreedor, y que pueda hablarse de un

deber del deudor frente al acreedor en cuanto a al integridad

de su patrimonio. Pero, en este aspecto, la protección que la

ley acuerda al acreedor e limitada. En primer lugar, el

acreedor nunca tiene derecho a exigir esa integridad más allá

de los límites de su interés en obtener la satisfacción de su

crédito. En segundo término, la ley no confiere al acreedor


sino recursos limitados para asegurar ese interés ya que, en

principio, el deudor conserva plena libertad para administrar y

disponer de sus bienes, así como para contraer nuevas

obligaciones. Si en ciertos supuestos se concede acción al

acreedor en orden a actos de enajenación realizados en fraude

de sus derechos (acción pauliana) y en orden al ejercicio de

los derechos del deudor (acción oblicua), en cambio, el

acreedor no tiene ningún recurso para evitar que el deudor

asuma nuevas obligaciones.

El hecho de que todos los bienes del deudor queden

afectados al cumplimiento de su obligación, y a la afirmación

legal de que los bienes del deudor son la prenda común de los

acreedores, no implican, sin embargo, que el acreedor tenga

un derecho real sobre el patrimonio del deudor. En otras

palabras, no hay inherencia de la deuda (o crédito) a los

bienes, como lo demuestra el doble hecho de que el deudor

conserve el uso, goce y disposición de sus bienes y de que el

acreedor no tenga derecho de persecución sobre ellos.

Por lo demás, el principio de que la responsabilidad del

deudor recae sobre su patrimonio no excluye que el poder del


acreedor -incluso quirografario- se manifieste a veces sobre

los bienes del deudor considerados ‘uti singulis’, como ocurre

cuando el acreedor tiene derecho de retención o cuando

obtiene en su favor medidas preventivas o de ejecución sobre

bienes determinados de su deudor.

Ahora bien, el principio de la responsabilidad patrimonial

es ilimitada tiene ciertas excepciones. Existen bienes (los

bienes inejecutables) que no responden de las obligaciones del

deudor, así como existen casos en que la responsabilidad del

deudor está limitada a uno o más bienes, de modo que el

acreedor no puede ejecutar sus demás bienes para

satisfacción de su crédito, aun cuando el monto de éste

sobrepase el valor del bien o bienes que están destinados a

satisfacerle. Examinemos estas excepciones.

B) Bienes inejecutables. No quedan sujetos a la

responsabilidad del deudor los bienes que no son susceptibles

de ejecución forzosa (bienes inejecutables), los cuales pueden

clasificarse en bienes inejecutables por su naturaleza, por

estar afectados exclusivamente a la persona del deudor o de

su familia o por (mera) determinación de la ley.


 

a)Bienes inejecutables por su naturaleza son:

1)   Los bienes que carecen de valor económico (los

cuales no representan excepción al principio de que la

responsabilidad patrimonial es ilimitada, ya que se trata de

bienes extrapatrimoniales).

2)   Los bienes que son inseparables de otros, de modo

que no pueden ser objeto de ejecución independiente de esos

otros bienes (p.j.: la medianería), y

3)   El hogar (C.C. art. 632 y 639, encb.).

b)Bienes inejecutables por estar afectados

exclusivamente a la persona del deudor o de su familia son:

1)   El lecho del deudor, de su cónyuge y de sus hijos

(C.C. art. 1.929 , ord. 1º).

2)   La ropa de uso de las mismas personas y los muebles

y enseres que estrictamente necesiten el deudor y su familia

(C.C. art. 1.929, ord. 2º).

3)   Los libros, útiles e instrumentos necesarios para el

ejercicio de la profesión, arte u oficio del deudor (C.C. art.

1.929, ord. 3º).


4)   Los sueldos, pensiones o salarios menores de

cuatrocientos bolívares, excepto cuando se trate de juicios de

alimentos (Dec. Nº 247 de la Junta Revolucionaria de

Gobierno sobre Represión de la Usura, de 9-IV-46, art. 8º);

las cuatro quintas partes de los sueldos, pensiones y salarios

comprendidos entre cuatrocientos y mil doscientos bolívares

(Dec. cit., art. 9º); y los dos tercios del sueldo o pensión de

que goce el deudor cuando exceda de mil doscientos bolívares

(C.C. art. 1.929, ord. 4º, modificado por el Dec. cit., art. 8º y

9º).

5)   El hogar constituido legítimamente (C.C.art. 1.929

ord. 5º), que también puede considerarse bien inejecutable

por su naturaleza.

6)   Los terrenos o panteones y sus accesorios, en los

cementerios (C.C. art. 1.929, ord. 6º).

7)   Los derechos de uso y habitación.

c)Bienes inejecutables por (mera) determinación de la

ley son:

1)   Las rentas vitalicias constituidas a título gratuito con

estipulación de que serán inenbargables (C.C. art. 1.799; y


2)   Los bienes, rentas, derechos o acciones

pertenecientes a la Nación (Ley Orgánica de la Hacienda

Pública Nacional, art. 16).

C) Responsabilidad limitada. Como señalamos, a veces el

deudor no responde de su obligación con todos sus bienes,

sino con parte de ellos. Sólo en tales casos se habla con

propiedad de responsabilidad limitada, aunque frecuentemente

se señalen como ejemplos de responsabilidad limitada algunos

supuestos en los cuales lo que está limitado es el débito y no

la responsabilidad. Cuando hay verdadera y propia limitación

de la responsabilidad, el acreedor no puede trabar ejecución

sino sobre determinados bienes del deudor, cualquiera que

sea el monto de su crédito, mientras que cuando hay

limitación del débito, el acreedor puede ejecutar cualquier

bien del deudor, pero no tiene derecho a cobrarse en tal forma

(ni en ninguna otra) sino una suma determinada.

Son verdadero casos de responsabilidad limitada, entre

otros:

 
a)   La obligación ‘propter rem’ (que no implica excepción

al principio del art. 1.863 C.C., porque el mismo sólo se

refiere al obligado personalmente);

b)   La responsabilidad del heredero que ha aceptado ha

beneficio de inventario en cuanto a las deuda de la herencia y

a los legados(C. C. art. 1.036. ap. 1º), y

c)   La responsabilidad de la Nación respecto a las

deudas del ‘de cujus’ cuando recibe los bienes de éste a falta

de herederos (C.C. art. 832).

3º La sujeción uniforme de los bienes del deudor

El principio de que los bienes del deudor están

uniformemente sujetos al cumplimiento de la obligación

consiste en que el acreedor puede trabar ejecución

indistintamente sobre cualquier bien del deudor. Cosa distinta

es la llamada ley del concurso que regula la relación de los

derechos de los distintos acreedores frente al patrimonio de

su deudor común. El principio de que tratamos ahora, en

cambio, señala la posición de cada acreedor, abstracción

hecha de los demás, frente a los distintos bienes de su

deudor. En virtud del principio indicado:


 

A) El acreedor puede trabar ejecución sobre cualquier

bien del deudor independientemente de su naturaleza. Para

descartar el abandono de los principios medioevales en la

materia, la ley aclara expresamente que para proceder a la

ejecución sobre los inmuebles del deudor, el acreedor, no está

obligado a hacer previa excusión de los bienes muebles de

aquél (C.C. art. 1.932).

B) El acreedor puede trabar ejecución sobre cualquier

bien de su deudor independientemente de su valor. En

particular puede trabar ejecución de bienes de gran valor,

aunque su derecho sea de poco valor, con la salvedad de que

tal conducta en casos concretos podría constituir un abuso de

derecho.

C)   El acreedor puede ejecutar incluso bienes sobre los

cuales otro acreedor tenga derecho preferente (aunque

tendrán que respetar esa preferencia en el momento de la

distribución del precio obtenido en remate).

Por excepción, sin embargo, el Código Civil obliga a

seguir un orden de prelación en el remate cuando se trata de

un crédito hipotecario. En efecto, el acreedor hipotecario no


puede, sin el consentimiento del deudor, hacer subastar los

inmuebles que no le sean hipotecados, sino cuando los

hipotecados hubieren resultado insuficientes para el pago de

su crédito (C.C. art. 1931). Además el nuevo Código de

Procedimiento civil (Sic) ordena que las sentencias o actos

equivalentes a ellas en el procedimiento breve sólo pueden

efectuarse sobre los bienes inmuebles previa excusión de los

bienes muebles del ejecutado (C.P.C. (Sic), art. 892, ap.

único).

4º Principio o ley del concurso

Este principio está consagrado en los siguientes

términos: ‘los bienes del deudor son la prenda común de sus

acreedores, quienes tiene en ellos un derecho igual, si no hay

causas legítimas de preferencia’ (C. C. art. 1.864, encab.), de

modo que con esta salvedad, los acreedores concurren a

prorrata de sus créditos sin distingos por razón de la

antigüedad o causa del crédito de cada uno de ellos.

 En materia de obligaciones civiles, nuestro Derecho no

lleva el principio del concurso a sus últimas consecuencias, o

sea, a la consagración de las instituciones procesales que


aseguren la satisfacción a prorrata de todos los acreedores,

independientemente del momento en que hayan intentado sus

acciones. Por lo contrario, entre nosotros, fuera el caso de

quiebra –que en nuestro Derecho está reservada a los

comerciantes-, el acreedor que ejecute individualmente al

deudor antes que los demás, puede dejar a éstos en la

imposibilidad de hacer efectivos sus créditos, aunque él se

haya cobrado íntegramente, y sin que los acreedores

perjudicados tengan acción contra él.

 Las excepciones al principio del concurso derivan de las

causas legítimas de preferencia que, según la ley son dos: los

privilegios y las hipotecas. En realidad, la ley ha incluido

dentro de los privilegios el caso de la prenda (C.C. Art. 1.871,

ord. 1º), que no es un privilegio propiamente dicho, puesto

que en la prenda el derecho de preferencia no lo concede

directamente la ley, sino la voluntad de las partes; ni es

consecuencia de la causa del crédito (C.C. art. 1.866). Por ello

sería más técnico afirmar que las causas de preferencia son

tres: el privilegio, la prenda y la hipoteca....” 4 8

48 J o s e L u i s A g u i l a r G o r r o n d o n a . C o n t r a t o s y G a r a n t í a s , p á g . 1 - 8 . Universidad
Católica Andrés Bello. Caracas 2003

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