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ESCUELA DE POSGRADO

MAESTRÍA EN DIDÁCTICA EN IDIOMAS EXTRANJEROS

ENSAYO

Las habilidades blandas y el perfil docente del siglo XXI

AUTORES

Chunque Oyola, Gady Baruc

Espinoza Berrospi De Dodds-Parker, Erika Janett

Lara Trevejo, Erick Santiago

Sánchez Quispe, Isabel.

Távara Valladolid, Carmen Genara

LINEA DE INVESTIGACIÓN

Educación intercultural

LIMA -PERÚ

2020

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ÍNDICE

I. INTRODUCCIÓN

II. ARGUMENTACIÓN

2.1. El desarrollo de habilidades blandas optimiza el perfil del docente del Siglo

XXI.

2.2. La falta de programas que promuevan la inteligencia emocional dificulta el

logro del perfil docente requerido.

2.3. Las habilidades blandas como parte del perfil del docente siglo XXI favorece

el clima laboral mejorando la productividad en una institución educativa.

III. CONCLUSIONES

IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Las habilidades blandas y el perfil docente del siglo XXI
El tema de las habilidades blandas, o también conocido popularmente como soft skills,

en el perfil del docente del siglo XXI se justifica en la necesidad de enfrentar nuevos desafíos

de las organizaciones de hoy. No basta con contar solo con las habilidades cognitivas, sino

también son importantes el desempeño social, liderazgo y manejo emocional. Tal como lo

sostienen Espinoza, Tinoco, & Sánchez, (2017), urge contar con docentes que posean

habilidades blandas, que les permitan alcanzar el éxito en su desempeño y, por lo tanto, aportar

en la mejora de los aprendizajes de los estudiantes.

Parece contradictorio, pero mientras más cobertura tiene el mundo tecnológico en los

centros de estudio, los docentes nos acercamos más a lo humano. En efecto, el impacto de las

habilidades blandas en nuestro mundo laboral es vital para conectarnos con nuestros colegas,

liderar nuestras aulas con mejor disposición, resolver problemas o conflictos mediante una

negociación colaborativa.

Considerando que en la actualidad es imprescindible el desarrollo de habilidades blandas

o soft skills para potenciar nuestro liderazgo en los centros educativos y ver cada conflicto como

una oportunidad, abordamos la siguiente problemática: ¿Son las habilidades blandas un factor

imprescindible en el perfil del docente del siglo XXI? A partir de la problemática identificada

planteamos la siguiente tesis: El desarrollo de las habilidades blandas son un factor fundamental

en el perfil del docente del Siglo XXI.

Por eso, el presente ensayo tiene como finalidad desarrollar los argumentos sobre la

importancia de profundizar el estudio de las habilidades blandas, teniendo en cuenta los

siguientes argumentos: 1. El desarrollo de habilidades blandas optimiza el perfil del docente

del Siglo XXI. 2. La falta de programas que promuevan la inteligencia emocional dificulta el

logro del perfil docente requerido y 3. Las habilidades blandas como parte del perfil del

3
docente siglo XXI favorece el clima laboral mejorando la productividad en una institución

educativa.

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El manejo de habilidades blandas optimiza el perfil del docente del Siglo XXI.

De acuerdo al Proyecto Educativo Nacional al 2036, uno de los propósitos de la educación

en el Perú en los próximos 15 años es garantizar el bienestar socioemocional de los y las

estudiantes. Para ello, es indiscutible la necesidad de trabajar primero en el bienestar

socioemocional de los docentes, quienes son los responsables más directos de que este propósito

se efectivice y sostenga en el tiempo. Por tanto, es prioritario que los docentes desarrollen las

habilidades blandas requeridas para realizar cabalmente este importante y trascendente rol que

tiene: el de transformar vidas.

Es importante recordar que la educación considera las dimensiones del ser humano

(cognitiva, física, emocional y espiritual) como aspectos indesligables para desarrollar todo

nuestro potencial individual y colectivo. Es por ello que debe brindarnos las herramientas para

conocernos y valorarnos unos a otros, autorregular nuestras emociones y conductas, establecer

relaciones sanas, encontrar sentido y propósito en todo cuanto hacemos y enfrentar los diversos

retos que se nos presenten en cualquier área de la vida. Es decir, debe brindarnos las bases para

el desarrollo tanto de nuestras habilidades socioemocionales, como de nuestras habilidades

cognitivas.

Queda claro que para poder cumplir con este propósito de garantizar el bienestar

socioemocional de los estudiantes es innegable la importancia y necesidad del manejo de

habilidades blandas en los docentes como parte fundamental de su perfil. Para Ortega Santos

(2017), las habilidades blandas “son un conjunto de destrezas que permiten desempeñarse mejor

en las relaciones laborales y personales”. (p.7), mientras que Valdevenito M. (2013) indica que

“son aquellas habilidades orientadas al desarrollo de aptitudes sociales. Son reconocidas de

mejor manera por los empleadores cuando un estudiante, joven o trabajador busca empleo. Se

trata de capacidades comunicativas, de trabajo en equipo, flexibilidad y adaptabilidad frente a

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un determinado trabajo, entre otras” (p. 11). Desde nuestra perspectiva, las habilidades blandas

son todas aquellas destrezas que nos permiten optimizar nuestro desempeño en el ámbito

personal (intra e interpersonal) y profesional (académico y laboral) y, por lo tanto, optimizan

nuestra labor transformadora y holística.

De acuerdo, a Dr. K. Alex (2016), las habilidades blandas más importantes en un

profesional son: trabajo en equipo, habilidades de negociación, habilidades de comunicación,

gestión del tiempo, liderazgo, autoconfianza, puntualidad, manejo de situaciones de conflicto,

pensamiento crítico, facilidad de adaptación y creatividad. Además de estas habilidades, el

profesional docente debe ser pionero en innovación y tener una sólida formación ética.

Asimismo, estamos convencidos que el docente del siglo XXI debe tener una alta

competencia de habilidades cognitivas o, también llamadas, habilidades duras, en especial,

aquellas relacionadas con su área de especialización. Roca R. (2015), indica que “las

habilidades duras o hard skills es un aparte consciente intelectual de una persona y tiene que

ver con la capacidad para realizar un determinado tipo de tarea o actividad; están vinculadas al

conocimiento, a lo mesurable en términos exactos, a destrezas puntuales. Por ejemplo, dominar

el inglés en nivel avanzado. Se puede medir y calificar” (p.11). Por su parte, el Banco

interamericano de Desarrollo BID define la habilidad cognitiva como “la habilidad o aptitud

para la percepción, el aprendizaje, la memoria, la comprensión, la conciencia, el razonamiento,

la intuición, el juicio y el lenguaje” (p. 82).

En la Reunión Regional de Ministros de Educación de América Latina y el Caribe -

“E2030: Educación y habilidades para el siglo XXI”, realizada por la UNESCO en 2017 se

llevó a cabo la Mesa redonda “Aprender a aprender: habilidades claves para los docentes del

siglo XXI”, en la que se abordó como estrategia clave el desarrollo profesional de los maestros

a través de una mejora en la calidad de la formación docente, incidiendo en la capacitación

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continua y el buen uso de las TIC con el propósito formar educadores con conductas y actitudes

que sean valoradas en la sociedad y útiles para el desarrollo sostenible.

A su vez, el MINEDU propone el Marco de Buen Desempeño Docente que tiene como

uno de sus cuatro dominios el desarrollo de la profesionalidad e identidad docente. La visión

que este marco plantea de la profesión docente se basa en las grandes transformaciones que se

han producido en las sociedades contemporáneas y reconoce la diversidad, asumiendo la

necesidad de responder a ella desde una lógica más interactiva, considerando los aspectos

culturales, ético-morales y políticos, que exigen adecuación constante como condición de efi-

cacia y calidad. Esta visión implica también una dimensión reflexiva como parte del perfil del

nuevo docente, la cual demanda conciencia crítica personal y grupal que se plasme en

compromisos de transformación de las relaciones sociales, que se desarrollan principalmente

en un contexto institucional, social y cultural caracterizado por la diversidad.

Desde nuestra perspectiva, consideramos que además de contar con las habilidades

pedagógicas y tecnológicas, el docente del siglo XXI debe ser bilingüe y proponemos, de

preferencia, el dominio del idioma inglés como parte del perfil. De esta manera, podemos

asegurar que el docente tenga acceso a las oportunidades académicas y últimas actualizaciones

en su campo de especialidad. De manera específica, en lo que respecta a los docentes del área

de inglés es imprescindible contar con profesionales calificados y certificados

internacionalmente en el dominio de la lengua extranjera que enseña con un nivel mínimo B2,

de acuerdo al MCER (Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas). Al respecto,

hoy en día la realidad es preocupante en nuestro país. Según recoge el INPID (2018), de los

docentes que vienen impartiendo el curso de inglés en las instituciones públicas y que

estudiaron educación con especialización en inglés, solo el 27% tiene certificación para enseñar

el idioma, mientras el 73% restante no tienen el nivel ideal para enseñar la materia.

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La falta de programas que promuevan la inteligencia emocional dificulta el logro del
perfil docente requerido.

El aprender a vivir, convivir y compartir los conocimientos con los demás es lo que

caracteriza el ser maestro y la pedagogía que se imparte es fundamental para que las emociones

de los estudiantes, sean positivas no solo en el ámbito académico sino para la vida; todo el

mundo libra con una batalla, por lo que la vida diaria no siempre es fácil, por eso una de los

aspectos en los que debemos incidir es en la importancia de los programas o planes estratégicos

para impulsar la inteligencia emocional estudiantil.

Es por ello que en el interés generado en los últimos años sobre el campo de la Inteligencia

Emocional ha sido fundamental el papel de los docentes que dentro el contexto educativo ha

tratado de profundizar en la influencia variante de la inteligencia emocional a la hora de

trascender en el éxito y la adaptación académica. El autor Andrade (2014), en su tesis titulada

“La inteligencia emocional, la resolución de conflicto en el aula y su relación con el desempeño

del profesorado de la Universidad Central del Ecuador”, aseveró que el marco sociocultural del

docente y el lugar de trabajo se relacionan íntimamente en el rol desempeñado pues dinamiza

la necesidad de formación continua; sin embargo, la importancia que se le concede a la

inteligencia emocional para desarrollar efectivamente la actividad profesional es escasa; puesto

que los programas dirigidos a la formación del profesorado son nulas. El autor concluye que la

falta de establecimiento de propuestas concretas acerca de cómo incluir programas que

impulsen la capacitación docente sobre el tema afín, permite que la educación en general

evidencie la competencia limitada, por lo que no se puede exigir ni buscar un proceso de

educación emocional óptima para estudiantes de diferentes niveles educativos si no invertimos

en los actores que orienten el proceso, es decir, en los docentes; puesto que, debe ser requisito

indispensable que ellos también hayan desarrollado su inteligencia emocional o por lo menos

hayan recibido formación en educación emocional.

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Por ende, el rol del docente y la educación emocional van de la mano, no solo en el

contexto en que al estudiante se le debe brindar apoyo, o impartir talleres y cursos; sino también

se le debe priorizar al ente educador el cual tiene como único fin, formar estudiantes

competentes, “capaces de reconocer y manejar emociones. El autor Álvarez (2005), menciona

que la intervención del desarrollo por la educación ya no debe circunscribirse en actividades

aisladas como “la hora de tutoría”, sino hoy en día corresponde, más bien, al acto educativo en

sí; donde los docentes que interactúen con los estudiantes sean capacitados para afrontar el

educar al educando en competencias de conocimiento de sus propias emociones, el desarrollo

del autocontrol y la capacidad de expresarse de forma asertiva hacia los demás.

De tal manera, fundamentamos la teoría con la práctica aseverando que las competencias

socio-emocionales del docente deben ser de interés fundamental para impartir pedagogía

eficiente a las nuevas generaciones, puesto que, actualmente, la falta de programas que

impulsen la inteligencia emocional dificulta que los docentes alcancen el perfil requerido; no

solo en la obtención de un puesto de trabajo, sino en el aporte para el desarrollo integral de

estudiantes y profesionales.

El autor Acosta (2008), planteó la teoría del aprendizaje definiéndola como aquella en

donde se debe preponderar la fuerza del docente, ya que las habilidades emocionales de los

estudiantes empiezan y son del hogar; relegando así al docente a su única labor de enseñar las

materias competentes por el cual fue elegido.

Por otro lado, los autores Fernández, Berrocal & Ruiz (2008), plantearon la teoría de

susceptibilidad de intervención educativa, conceptualizándola en aquella que debe generar una

buena inteligencia emocional, suponiendo las herramientas del docente frente al contexto

escolar, donde la habilidades de educar e inculcar el manejo emocional debe ser llevado a cabo

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por los docentes que interactúan a diario en las escuelas y los padres que complementan en casa

este desarrollo de habilidades evolutivas y socio-emocionales.

En ese orden de ideas, a partir de la información recopilada en párrafos anteriores,

debemos enfatizar que la postura frente a la falta de programas que impulsan la inteligencia

emocional dificulta el alcance del perfil del docente, se ha considerado en 4 tipos de

necesidades:

1. Conocimiento sobre inteligencia emocional: Esta se genera a partir de la emoción y la

relación de procesos cognitivos que juegan un rol indispensable entre la adaptación y

establecimiento interpersonal estudiante – profesor.

2. Habilidad interpersonal: Esta se caracteriza por el saber identificar las emociones de los

estudiantes, percibir sus estados de ánimo, escuchar, ser empático, tomar decisiones y

el descubrimiento de fortalezas de equidad y justicia.

3. Habilidades intrapersonales: Saber controlar, manejar e interpretar las propias

emociones, en el modo de reaccionar y formar vínculos positivos.

4. Habilidades didácticas: Son aquellas llamadas “competencias profesionales”, que se

efectúa mediante el estímulo y desarrollo armónico. Esto no solo se aplica en el ámbito

educacional, sino también en la vida diaria, donde permiten afrontar los problemas

emocionales, fomentar la emoción inteligente y generar ambientes propicios y

estimulantes para el desarrollo a futuro.

Por ende, es necesario recordar que las emociones juegan el papel central en las

interacciones sociales, por lo que, un maestro emocionalmente inteligente y preparado percibe

el movimiento afectivo para dirigirlo de forma provechosa en el aprendizaje. Pero, en la

actualidad, esto no resulta ser completo del todo puesto que la falta de compromiso, ya sea

estatal o privado, y la falta de programas que lo impulsen repercuten de manera negativa. Hoy

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en día, con la enseñanza on-line, se trata de brindar educación de calidad, donde no solo sea la

adquisición de conocimientos académicos, sino también conseguir el éxito docente; donde la

implicancia emocional del perfil sea en mejora del rendimiento personal y/o grupal, así como

de diseñar y aplicar en programas específicos de entrenamiento de las habilidades emocionales

que componen la Inteligencia Emocional en el ámbito educativo.

Las habilidades blandas como parte del perfil del docente siglo XXI favorece el clima
laboral mejorando la productividad en una institución educativa.

El ser un buen ciudadano no es sencillo; hay que comprender la dinámica de la

inteligencia emocional donde convergen un conjunto de disposiciones que nos permite tener

autocontrol, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes, manejar

amablemente nuestras relaciones o dominar esa capacidad que señaló Aristóteles de enfadarse

con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y

del modo correcto. (Coleman, 1996)

El rol del docente del Siglo XXI consiste en generar una cultura de convivencia armónica,

de valores ciudadanos, de honestidad, de reglas claras de respeto a la diversidad, a la naturaleza,

a la vida misma y asumir el liderazgo como la habilidad para dirigir a un grupo de estudiantes

para tomar las decisiones correctas en el momento adecuado, inspirándolos a participar en el

logro de una meta común. (Pérez, 2008).

La vida en sociedad requiere que el docente desarrolle competencias que le permitan

estimular la capacidad de comunicarse, de asociarse, de negociar, de emprender y concretar

proyectos educativos que sean ejecutados bajo un marco de valores y ética, que le permita actuar

razonablemente en el contexto de las relaciones interpersonales.

Como resultado, esto favorece un mejor clima institucional optimizando la productividad

dentro de una organización. El interés por el clima laboral ha ido creciendo a raíz de descubrir

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el peso que el trabajo tiene en la vida y el bienestar de una persona. Sabemos que ocupa gran

parte del tiempo, le permite sentirse útil y bien consigo misma y tiene una fuerte repercusión

en su satisfacción personal.

El clima laboral ocupa una posición central en la vida de las personas, (…) el papel que

desempeña un puesto de trabajo en la vida de una persona tiene una alta prioridad. Además, el

nivel de satisfacción que una persona experimenta como resultado de su trabajo puede tener un

efecto significativo no sólo en el individuo, sino también en los que interactúan con él (Griffin,

2010:57)

De igual manera, el Ministerio de Educación (2012) manifestó que el incremento en la

parte profesional y la identificación educacional están relacionadas con las etapas y las prácticas

que demuestran el desarrollo en la parte laboral de los docentes, dando a conocer la meditación

sistemática sobre el trabajo pedagógico con los demás docentes, los trabajos en conjunto, la

cooperación con los demás e integrarse en ocupaciones en el crecimiento profesional.

Pumacayo (2018) señala que desarrollar la habilidad de gestión de conflictos ayuda y

facilita a las personas a controlar sus emociones, ser tolerantes y hacer frente a las diferentes

desavenencias que se pueda presentar. Doyle (2018) señaló que no solo se requiere de personas

que comuniquen sus propias ideas, sino que también escuchen con empatía a los demás.

Además, Cruzado (2019) en su tesis titulada: Competencia blanda en la empleabilidad,

concluye que las habilidades blandas dependen del 78% de las cualidades personales en la

institución de estudio.

Pues la realidad de todo es que el mundo cambia aceleradamente y los requerimientos de

las instituciones también. Hoy en día las habilidades blandas son de relevancia para determinar

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si una persona se puede o no desenvolver exitosamente en un puesto de trabajo y fomente un

clima laboral adecuado.

La asociación que se establece entre bienestar o satisfacción laboral y rendimiento,

productividad, permanencia, clima organizacional o calidad de vida, ha sido objeto de muchos

trabajos (Perrachione, Rosser y Petreson, 2008; Skaalvick, 2010, Klassen, 2010, Martin et al.,

2012, entre otros). Se considera unánimemente que la satisfacción en el trabajo repercute tanto

en el buen funcionamiento de las instituciones, como en la vida de los docentes.

Goleman (1998) en su tesis doctoral de la Universidad de Harvard, entrevistó a los

gerentes de selección de personal en más de 500 empresas de diversas partes del mundo. Los

resultados demostraron que el 75% del éxito laboral se debe a la inteligencia emocional

(Goleman, 2002).

Los patrones de comportamiento que tienen los docentes como personas que son dentro

de una institución, son los que enmarcan la calidad del clima laboral que tiene una organización,

y así mismo, la calidad del clima laboral repercute en la sensación de bienestar que tiene un

trabajador permitiéndole sentir comodidad en el lugar donde realiza su trabajo, y sentirse en

confort dentro de su sitio de trabajo le genera la necesidad de esforzarse para conservarlo

permitiendo un aumento a la productividad, en tanto se siente cómodo, al mismo tiempo

disminuye la rotación de personal.

Estos patrones que influyen dentro del clima laboral son destrezas que tienen todos los

docentes y repercuten drásticamente en la forma como se siente una persona consigo mismo,

así como en la capacidad que tiene esa persona para hacer sentir a los demás.

Es importante destacar que, como personas, todos los docentes influyen de manera

positiva o negativa en el entorno social que les rodea, permitiendo que se genere satisfacción a

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las necesidades comportamentales de los colaboradores o que en su defecto y sentido contrario

carezcan de las mismas. Tomando lo anterior, se puede destacar que un ambiente laboral del

agrado de los trabajadores en relación con si mismo hará que sea más agradable y al contrario

un ambiente desagradable por medio de las quejas entre los compañeros de trabajo también

generará un peor ambiente laboral. Por esta razón es importante crear una retroalimentación

continua y establecida con la finalidad de crear críticas constructivas y de cambio específico

para los procesos de gestión. (Zangaro, 2011)

La comunicación es una de las habilidades blandas que más se debe destacar y desarrollar

ya que hace parte esencial dentro de la resolución de conflictos, permitiéndole a las personas

involucradas en el conflicto llegar a un acuerdo siempre y cuando el estilo de comunicación sea

el adecuado con la finalidad de generar un cierre y así poder llegar a un arreglo por medio de la

interacción entre las partes interesadas. (Segura, A. 2017)

Es importante destacar que las habilidades blandas -al influir de manera contundente en

las relaciones sociales que puede tener un maestro, así como en las decisiones tomadas por este-

también afecta el clima laboral por medio de la práctica que se ejerce a través del liderazgo,

teniendo por medio de este la finalidad de fortalecer al grupo de trabajo en sus debilidades y

encaminarlos mediante una ruta eficiente con el propósito del alcance de objetivos y metas.

Aumentando, de esta manera, la productividad y, a la vez, permitiendo la toma de decisiones

asertivas dentro del desarrollo de los procesos encaminados al cumplimiento de los objetivos y

metas asignados por la organización en la que laboran los docentes del Siglo XXI. (Cali, Fierroy

Sempértegui, 2015).

La forma de reforzar las habilidades sociales que tiene una empresa encaminadas a

preservar su personal calificado y aumentar su productividad es por medio del fortalecimiento

de las habilidades blandas, las cuales posibilitan una metodología en forma de palanca para la

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consolidación de destrezas y habilidades que le permitan a los colaboradores interactuar de

manera eficiente con sus compañeros de trabajo para el alcance de objetivos y metas

determinados de manera conjunta con la estimulación generada por un clima laboral agradable

que genere motivación a los empleados de la empresa. (Alcaldía mayor de Bogotá, 2018)

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Conclusiones

1. Es indispensable optimizar el perfil del docente del siglo XXI con el desarrollo de

habilidades blandas puesto que es un factor fundamental para realizar la compleja y

trascendente labor que desempeñan como agentes transformadores y de cambio, y para

garantizar el bienestar socioemocional de los y las estudiantes, tal como ha sido

establecido en los propósitos del Proyecto Educativo Nacional al 2030.

2. Asimismo, resulta necesario el desarrollo de las habilidades cognitivas en el área de

especialización de cada docente para lo cual proponemos que, a la par del conocimiento

pedagógico y el necesario dominio tecnológico, el docente domine una segunda lengua,

que hoy en día sería el inglés por su fuerte presencia global en las diferentes áreas del

saber humano.

3. Reforzar el uso de las habilidades blandas en la docencia presenta grandes desafíos y

constituye un tema delicado, no solo incide en mejoras en la enseñanza y el aprendizaje,

sino que facilita el trabajo con los demás profesionales de la institución educativa.

Existen habilidades de gran relevancia para un adecuado desempeño profesional no solo

en la interacción al interior del aula sino también con las relaciones entre pares y la

manera de reflexionar respecto al ejercicio profesional.

4. No basta sólo con diseñar y aplicar programas que desarrollen la Inteligencia Emocional

que permitan que los profesionales dominen el autocontrol, se sientan motivados, sean

capaces de motivar, tengan gran capacidad de persuasión y de trabajo en equipo, sino

que también es preciso evaluar estas intervenciones, tanto para contar con datos

empíricos acerca de su mayor o menor grado de validez como para detectar aquellos

aspectos de tales intervenciones que sean susceptibles de mejora.

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5. El clima laboral o institucional es fundamental para incrementar la productividad dentro

de una organización donde el perfil del docente Siglo XXI cumple un rol importante

que está marcado por el ejercicio y desempeño de sus habilidades blandas. En este

escenario corresponde a los directores de escuelas públicas, crear condiciones laborales,

espacios de diálogo y concertación para formar verdaderas comunidades de aprendizaje,

trabajo en equipo, crear un clima adecuado para el aprendizaje para que se sienta

motivado los miembros de la institución.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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http://www3.weforum.org/docs/WEF_Future_of_Jobs_2018.pdf

20
DECLARACIÓN

Bajo mi honor y responsabilidad, declaro que este trabajo será realizado exclusivamente por
nuestras personas, sin recibir ayuda no autorizada.

Cuando las palabras, ideas o gráficos no sean de mi autoría, lo haré constar citando las fuentes
(escritas u orales) en detalle, según modelo de la universidad.

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Isabel Sánchez Quispe Erick Santiago Lara Trevejo

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Gady Baruc Chunque Oyola Carmen Genara Távara Valladolid

FIRMAS DE LOS ESTUDIANTES

NOTA

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DR. JOSÉ MERCEDES VALQUI OXOLON

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