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Unidad 1.

Una historia del sistema del arte1

INTRODUCCIÓN

El presente texto propone un recorrido por la historia del arte a partir de la identificación de
los diferentes actores e instituciones que han conformado históricamente el sistema de
gestión del arte, a los fines de comprender las relaciones y tensiones que se establecen entre
ellos.

No nos detendremos en la caracterización de los diferentes movimientos artísticos ni en


cuestiones estilísticas o técnicas, sino que el acento estará puesto en las diversas funciones o
roles que el arte ha cumplido en el medio social y cultural, no sólo en la medida en que el
arte de cada época comporta un modo de ver y representar el mundo -como lo señala John
Berger2-, sino en tanto sistema compuesto por un conjunto cambiante de agentes e
instituciones en relación entre sí y con otros sistemas sociales. Asimismo, reflexionaremos
sobre la evolución de los conceptos de arte, artista, obra y sistema del arte, a fin de
entender mejor su configuración actual.

Si algo puede concluirse a partir de una revisión de la historia del arte es que la misma no ha
estado sólo poblada por grandes maestros del arte ampliamente reconocidos en su propia
época, ni por obras maestras unánimemente admiradas, ni por públicos celebratorios,
extasiados de goce estético; se trata más bien de una trayectoria signada por relaciones de
poder, ruptura, rechazo y tensión, como lo evidencian los siguientes ejemplos:

 París, 1863. El jurado del Salón Oficial del Museo del Louvre rechazó 3000 de las 5000
obras que se presentaron, incluyendo varias obras de Pisarro y el Desayuno en la
hierba de Manet. Los artistas rechazados emprendieron la exhibición de las obras
impugnadas en un salón del Palacio de la Industria de París con el título Salon des
Refusés ("Salón de los Rechazados").

Édouard Manet, Desayuno en la hierba, 1863.


Óleo sobre lienzo, Musée d´Orsay, París.
 Nueva York, 1917. El francés Marcel Duchamp abandonó la pintura y envió a una
exposición en Nueva York, de la que el mismo era miembro del jurado , la obra
Fuente, firmada con el seudónimo R. Mutt. consistía en un vulgar urinario de uso
doméstico, ubicado al revés sobre un pedestal, que el artista seguramente había
adquirido en alguna tienda de la ciudad.

Marcel Duchamp, Fontaine, 1917. Ready-made.

 Italia, 1961. El artista conceptual Piero Manzoni presentó su obra Merda d’artista,
una serie de latas cerradas conteniendo supuestamente sus propias heces, cada una
de las cuales fue vendida a coleccionistas de todo el mundo en miles de dólares.

Piero Manzoni, Merda d’artista, 1961. 30 grs.

 Buenos Aires, 2004. Una muestra retrospectiva del artista plástico argentino León
Ferrari en el Centro Cultural Recoleta fue cerrada por intervención judicial debido a
las manifestaciones contrarias de grupos ultracatólicos, que incluyeron ataques al
edificio y rotura de obras. En 2007 el artista recibiría el León de Oro a Mejor Artista
en la Bienal Internacional de Venecia, y sería elegido por el New York Times como
uno de los cinco artistas plásticos vivos más importantes del mundo.
León Ferrari, La civilización occidental y cristiana, 1965.

La historia del arte, sobre todo a partir del siglo XIX, es fundamentalmente una historia
habitada por “un grupo de hombres solitarios, que tuvieron el valor y la perseverancia de
opinar por sí mismos como de examinar de modo osado y crítico las convenciones existentes
para abrir de este modo nuevos horizontes a su arte”3. Y a partir del siglo XX será una
historia poblada de objetos extraños, ambiguos, “dudosos” respecto de su status artístico,
como lo señala López Anaya retomando una expresión acuñada por Paul Valéry en su ensayo
Leonardo y los filósofos, de 19294. Y en este marco, ¿cómo diferenciar qué es arte y qué no lo
es?

La definición del arte

Una idea bastamente admitida acerca de lo que es el arte, lo define como una forma de
expresión humana de tipo simbólico, que se presenta habitualmente (aunque no de manera
excluyente, como veremos a lo largo de estas páginas) a través de una creación material.
Pero esta definición es insuficiente, en la medida en que no permite discernir claramente qué
es arte y qué no lo es. Todas las definiciones intrínsecas de la materia parecen volverse
inmediatamente obsoletas debido al profundo relativismo que caracteriza al arte
contemporáneo en el marco del cual, parece que cualquier cosa puede ser arte, y ya no es
posible anclar una definición en aspectos estéticos, formales o estilísticos.

Quizás la única forma de sostener una definición estable del arte sea en referencia al sistema
y sus mecanismos de legitimación: en este sentido, podemos llamar arte es todo lo que se
propone como tal dentro de determinado sistema, a cualquier cosa que circule dentro de ese
sistema que llamamos el sistema del arte. (POR ELLO ES QUE VARIA SU DEFINICION Y SU
MODO DE PERCION EN CADA EPOCA) ES IMPOSIBLE UNA DEFINICIÓN A PRIORI

Como definición es ciertamente tautológica, e imagino que al lector podrá resultarle además
cuestionable o, cuanto menos, arbitraria. Sin embargo, es ciertamente compatible con la idea
generalizada del arte como forma de expresión humana. Porque la facultad humana de la
expresión no es más que uno de los polos de un proceso más general que es el de la
comunicación. No hay expresión que no esté destinada a que otro la perciba. Y si la hay, poco
importa en este contexto, porque si una expresión no se transmite, no se comparte, no se
hace pública, ni siquiera sabríamos que existe y no podríamos incluirla dentro de lo que hoy
es nuestro objeto de estudio.

La obra de arte sucede, acontece, en su encuentro con el público. Si no ingresa en la esfera


pública, el arte queda relegado sólo a un conjunto de expresiones individuales sin
trascendencia en el espacio social. Para Marta Zátonyi, la obra de arte es un objeto simbólico
que opera como mediador entre el adentro y el afuera, entre lo subjetivo (la creatividad /
imaginación / visión del artista) y el público, por lo que no se puede separar la obra de sus
instancias de percepción.5 Desde este punto de vista, una relación entre el arte y su gestión –
el gerenciamiento de las condiciones de contemplación -- aparece como natural y necesaria.

Ahora bien, ¿de qué modo llegamos a percibir una obra de arte? O dicho de otro modo, ¿cómo
es que nos convertimos en ese otro, el receptor, el espectador, el público? Aquí es donde la
noción de un sistema del arte se vuelve clave para la definición del concepto.

El sistema del arte

Podemos afirmar que el encuentro entre la obra y el público ocurre a partir de ciertas
condiciones dadas para la recepción de la misma. Siguiendo con el ejemplo del proceso
comunicativo, tal como alguna vez lo formuló Roman Jakobson, si consideramos al artista
como emisor y a la obra como mensaje (o portadora de un mensaje), tiene que haber un
espacio, un canal, un medio, donde la obra se comparte, o en términos más propios del arte,
se expone, se exhibe.

Esta esfera pública está definida por un conjunto articulado de espacios, instituciones e
individuos que constituyen el sistema de gestión del arte - la denominada escena o circuito
del arte. Y como receptores tenemos que contar, además, con cierta información y conocer
los códigos para poder decodificar la obra, comprenderla, interpretarla.

Es importante señalar que el modelo de la comunicación que aquí se ha mencionado es


bastante esquemático, y las teorías contemporáneas de la comunicación ya han superado el
esquema jerárquico de transmisión lineal de la información de un emisor a un receptor, para
sustituirlo con modelos circulares basados en el diálogo , como el propuesto por el ruso Mijail
Bajtín6. Ello también se traslada a la concepción contemporánea del arte desde una
perspectiva comunicacional. Marta Zátonyi, por ejemplo, señala que el valor de la obra de
arte no es la imposición de una determinada visión del mundo, sino su papel como catalizador
de un encuentro, de un reconocimiento, de un diálogo. 7

Siguiendo con nuestro razonamiento anterior, la construcción tanto de un espacio físico como
de un espacio discursivo para que este encuentro tenga lugar, implica la participación de
numerosos intermediarios, o mediadores, que tendrán a su cargo la gestión del arte, es decir,
el gerenciamiento de las condiciones de producción y recepción. Ellos harán posible que la
obra llegue al público, pero decidirán también en qué términos, bajo qué condiciones, en qué
contexto.

Entre estos mediadores podemos mencionar el museo, el curador, la galería, el marchante, el


coleccionista, el crítico, los medios especializados, el jurado, el concurso, el festival, el
catálogo, las escuelas de arte, los profesores e historiadores del arte, los estamentos oficiales
de cultura, entre otros. La lista no se agota allí, y además el conjunto va cambiando en cada
época y en cada lugar. Junto a los artistas, las obras y el público, este conjunto de
mediadores, en un contexto dado, conforman lo que llamamos el sistema del arte.
Son varios los autores que coinciden en que la existencia del arte no se concibe como
posibilidad fuera de un sistema. Entre ellos podemos mencionar a Régis Debray, sobre cuyas
aportaciones profundizaremos más adelante; y a George Dickie, para quien cualquier
artefacto puede ser considerado obra de arte si es enunciado como tal en el marco de cierta
institución (el sistema del arte), es decir, si existe un relativo consenso en el mundo del arte
al respecto.8

Zátonyi nos recuerda que todo sistema, en tanto estructura más o menos autónoma de
relaciones entre diversos agentes, es una estructura de poder. Esto no significa que el sistema
del arte consista solamente en el conjunto acotado de las instituciones o actores que
ostentan el poder hegemónico, lo que podríamos llamar el “arte oficial” de una época. El
sistema del arte, como cualquier otra estructura de poder, está conformado por el complejo
entramado de todos los que participan en su discurso, tanto quien lo impone como quien lo
reproduce y también, aunque contradictoriamente, aquel que lo cuestiona e introduce
cambio en ello9, - en la medida en que esa confrontación es un reconocimiento de cierto tipo
de autoridad por parte del poder dominante. Incluso aquello que es marginado o se sitúa
conscientemente en los márgenes del sistema, no puede definirse fuera de éste, dado que
sólo adquiere identidad por su relación ex-céntrica con respecto al poder.

Ahora bien, aunque el arte se nos aparece como una actividad natural del hombre, lo cierto
es que el sistema que posibilita su existencia (el circuito de exhibición, circulación y
recepción de la obra) no existió siempre, y mucho menos tuvo siempre la misma composición
que tiene actualmente. En este sentido, tanto el arte como el sistema que lo hace posible
tienen una dimensión histórica. Esto significa que surge sólo a partir de que ciertas
condiciones del contexto los hicieron posibles.

Esto nos obliga a pensar: ¿desde cuándo existe el arte? ¿Cuál es la naturaleza del sistema del
arte? ¿Cómo está configurado? ¿Cuál fue su evolución a través de las épocas?

1 Varios párrafos de este texto formaron parte de un artículo publicado bajo el título “Arte y gestión artística”, que coescribí junto
a Gustavo Crembil, y que fuera incluido en el volumen Inconsciente Colectivo, Producir y gestionar cultura desde la periferia,
compilado por Daniela Bobbio y editado en la ciudad de Córdoba por la Universidad Blas Pascal y la Fundación Ábaco - Cultura
Contemporánea en 2007. En este sentido, el presente texto implica una revisión y ampliación del artículo original.
2 BERGER, John (2000). Modos de ver. Gustavo Gili, Barcelona (1ª ed. 1974).
3 GOMBRICH, Ernst H. (1999). La Historia del Arte. Ed. Sudamericana, Buenos Aires, pp. 328.
4 LÓPEZ ANAYA, Jorge (2003). Ritos de fin de siglo. Arte argentino y vanguardia internacional. Emecé Editores, Buenos Aires, pp.
252-253.
5 ZÁTONYI, Marta (2002). Una estética del arte y el diseño de imagen y sonido. Kliczkowski Publisher, Buenos Aires (5º ed.), pp.
39.
6 El autor introdujo por primera vez sus tesis sobre el dialogismo en 1929, en un análisis sobre la obra de Dostoievski. Una
traducción al español de Tatiana Bubnova fue publicada en 1979 en México por el Fondo de Cultura Económica, con el título
Problemas de la poética de Dostoievski.
7 ZÁTONYI, Marta (2002). Una estética del arte y el diseño de imagen y sonido. Kliczkowski Publisher, Buenos Aires (5º ed.), pp.
39.
8 DICKIE, George (1974). Art and Aesthetics: An Institutional Analysis. Cornell University Press.
9 ZÁTONYI, Marta (2002). Una estética del arte y el diseño de imagen y sonido. Kliczkowski Publisher, Buenos Aires (5º ed.), pp.
30.

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