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ABSTRACT: A través del estudio de caso de una instalación del artista mexicano Gabriel Orozco, se realiza un análisis
histórico enmarcado en la teoría de sistemas de Niklas Luhmann sobre el origen de la inconformidad del ‘gran público’
frente al arte contemporáneo. La genealogía de distinciones binarias a lo largo de la historia permite conformar la
noción de arte premoderno a partir de una continua especificación del subsistema. Ésta será la base para que, a partir
del siglo XVIII, el sistema moderno de las artes se defina a su vez como un sistema binario que rechaza la noción de
objeto, mímesis, trascendencia y belleza en el arte contemporáneo, dando origen a la exclusión institucional que
provoca el malestar generalizado frente a las expresiones actuales.
El 8 de febrero del presente año, numerosos diarios mexicanos encabezaron sus respectivas
secciones culturales con la noticia de la apertura de un ‘OXXO’. Aunque este lugar replicaba el
funcionamiento de cualquier otra sucursal de la cadena de autoservicio más grande de México, su
ubicación hizo noticia pues se encontraba dentro de uno de los espacios artísticos más
prestigiados de la Ciudad de México, la galería Kurimanzutto.
La instalación fue obra de Gabriel Orozco (Veracruz, 1962), uno de los artistas mexicanos
contemporáneos con mayor reconocimiento internacional. Como parte de una reflexión sobre el
mercado artístico y su vinculación con los productos de consumo masivo, el llamado
popularmente OROXXO, en palabras del artista, “trata de encontrar una lógica de producción,
distribución y consumo inserto en la funcionalidad de un OXXO típico, temporalmente
experimentado dentro del mundo del arte”2. La instalación fue presentada en el marco de la feria
artística más importante de México, Zona Maco, espacio que reúne a decenas de galerías y
muestra las tendencias del arte contemporáneo en nuestro país.
La diferencia, además de su localización privilegiada, lo constituyó la intervención del artista
en 300 productos de los 3,000 que estaban disponibles a la venta. La acción fue realizada a través
de la colocación de una etiqueta adhesiva que recuerda la obra plástica del artista en años
anteriores, ahora convertida en ‘logotipo de marca’ dentro de un entorno comercial. Mientras los
productos no intervenidos mantenían el precio de venta regular, los señalados llegaron a costar
miles de dólares, valor que aumentaba proporcionalmente a la demanda del producto en
cuestión, replicando la fluctuación en las bolsas de valores internacionales.
Aunque la obra no tuvo demasiado impacto dentro del medio artístico3, la reacción popular
fue muy diferente. Centenas de ‘memes’ comenzaron a circular en la red. En el fondo, todos
señalaban una inconformidad popular: ¿cómo es que una bolsa de frituras marcada con una
etiqueta particular puede ser llamada arte? ¿Qué tiene de especial una estampa de círculos
coloridos que eleva el precio de un objeto de unos cuantos pesos a miles de dólares? La
1
Sergio Garza Orellana (Ciudad de México, 1986) es licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana Laguna y cuenta con un
máster en Arte, Museos y Gestión del Patrimonio Histórico por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Desde el año 2009 labora en el Museo
Arocena donde se desempeña actualmente como Curador Asistente.
2
Declaración extraída del sitio web de la Galería Kurimanzutto http://www.kurimanzutto.com/exhibitions/gabriel_orozco_2, consultado al 14 de
marzo de 2017.
3
A manera de ejemplo, al 14 de marzo de 2017 las revistas de arte más importantes en circulación en México (Revista Código, La Tempestad,
ArtNexus, Revista Replicante, Tierra Adentro) no han mencionado la instalación en sus publicaciones.
ridiculización de la instalación se convirtió en una noticia más popular para los medios nacionales
que la apertura de la feria, o cualquiera de las piezas de arte que fueron presentadas en ella.
Este malestar, traducido en una caricaturización masiva, no se reduce al ‘OROXXO’, sino que
pareciera ser generalizado a una gran cantidad de creaciones artísticas contemporáneas. Es un
malestar que ha encontrado voz incluso en medios masivos de comunicación4, un malestar que
divide profundamente a la recepción del arte contemporáneo entre una minoría que ‘entiende’ y
una mayoría que no, público que demuestra la molestia por exclusión en expresiones electrónicas
virales e inasistencia en los museos que exhiben arte de producción reciente5. Este malestar
representa un disenso fundamental en torno a una pregunta básica frente a la cual no hay
acuerdo, incluso en el interior del sistema de producción y difusión artísticos. Directores de
museos, curadores, galeristas y artistas, mencionan respuestas disonantes frente a la dificultad de
contestar a la cuestión ¿qué es el arte en la modernidad?, tema central de investigación de este
trabajo, aunado a la interrogante ¿por qué causa tanto malestar en el público masivo?.
Así, el arte dentro de una sociedad es producto de una demanda: a través de la distinción
arte/no-arte, el subsistema ofrece un sentido a la cultura material de la sociedad que realiza la
observación. “Todo observar introduce una distinción en un espacio-sin-marca, a partir del cual
efectúa la distinción […] Ésta sirve tan sólo (y ésta es su intención) para designar algo como
4
Un caso mexicano reciente es la polémica Avelina Lésper (www.avelinalesper.com), quien defiende una postura radical y crítica en el diario
Milenio frente a lo que considera la ‘farsa del arte contemporáneo’.
5
Según el AECOM and TEA Theme and museum Index Report de 2015, dentro de los 20 museos más visitados del mundo, únicamente uno de
ellos exhibe piezas de arte contemporáneo (Tate Modern). <http://www.aecom.com/content/wp-
content/uploads/2016/05/2015_Theme_Index__Museum_Index.pdf>
6
LUHMANN, Niklas. El arte de la sociedad. Editorial Herder / Universidad Iberoamericana. México, 2005. P. 157
distinto de otra cosa.”7 En su libro dedicado a la aplicación de su teoría de sistemas en el
ambiente artístico, El arte de la sociedad (1995), Luhmann analiza el subsistema del arte desde
una perspectiva intrínseca: el arte como una distinción de percepción sensorial, en primer lugar; y
como un sistema autorreferenciado de comunicación, en un nivel ulterior. Aunque permeado de
referencias históricas, Luhmann no realiza una geneaología del arte en la modernidad, objetivo
que se pretende clarificar y ensayar en los apartados que siguen en este documento.
7
Ídem. P. 97
8
JIMÉNEZ, José. Teoría del arte. Alianza editorial, Madrid, 2004. Pp. 53 y ss.
9
Cfr. TATARKIEWICZ, Wladyslaw. Historia de seis ideas. Arte, belleza, forma, creatividad, mimesis, experiencia estética. Editorial Tecnos, Madrid,
España, 2001.
10
Cit. en JIMÉNEZ, J. Op. Cit. P. 46
11
LUHMANN, N. Op. Cit. P. 47
La pregunta ‘¿para qué?’ será respondida por Aristóteles haciendo una nueva distinción entre las
téchnai, a su vez elaborando un sistema binario entre aquellas actividades del hombre dedicadas
a la imitación (mímesis) de la naturaleza, de aquellas que no realizan esa operación.12 Así, la
distinción ‘mimético/no-mimético’ agrupó, aunque sin sistematizar claramente, algunas
actividades del hombre: la pintura imitaba la apariencia de las cosas; el teatro, las acciones
humanas; la música, el canto de las aves; y la arquitectura hacía lo mismo con las formas de
protección natural utilizadas por los animales. Esta distinción establece una relación de analogía,
que no de antítesis, de la physis con la téchne, y desliza la relación binaria hacia el mundo de la
imitación. El arte queda inscrito entonces como un objeto artificial mimético, especificando de
mayor manera el ámbito artístico anterior. Cabe señalar que el establecimiento de esta relación
definirá de gran manera el arte en tiempos premodernos, pues este sistema binario adquirirá una
gran fuerza en las teorías del arte, llegando incluso al siglo XIX: “la distinción básica entre mímesis
y los objetos reales fue aceptada hasta bien entrado el siglo XVIII cuando el auge de las Bellas
Artes y el establecimiento de la estética como la clarificación filosófica de belleza rechazó la teoría
de la imitación como inadecuada y superficial.”13 Este ámbito de representación es tomado por
Luhmann cuando menciona el problema de la “realidad real” frente a la “realidad imaginaria”14
en El arte de la sociedad, paradigma que cambiaría a partir de la modernidad.
19 BOZAL, Valeriano (ed.) Historia de las ideas estéticas y de las teorías artísticas contemporáneas. Volumen I. Ediciones Visor, Madrid, España,
2000. P. 22.
20
JAUSS, Hans Robert. Experiencia estética y hermenéutica literaria, Madrid, Taurus, 1992.
cualquier anclaje. Este giro copernicano –paralelo a la nueva epistemología de Kant- supuso un
nuevo subsistema binario: ‘inclusión/exclusión’. En él, arte es lo que, de manera consensuada y
paradójica, se incluye como arte en el sistema contemporáneo.
Sin embargo, este consenso no es democrático. Paralelo al quiebre objetivista, a partir del
siglo XVIII la modernidad desarrollará un sistema institucional que determinará el ámbito artístico.
La recién inaugurada historiografía del arte provocará la creación de museos, curadores y
connoisseurs que delimiten qué objetos del pasado pueden ser determinados como artísticos. La
aparente ‘democratización’ del arte genera la figura del crítico, encargado de señalar qué objetos
del presente pueden ser incluidos en el sistema. La demanda de objetos por parte de la creciente
burguesía –anteriormente reservados para el ámbito monárquico o eclesial- desarrollará dos
figuras: la del coleccionista, situado en un extremo del mercado del arte, y la del galerista, portero
del buen gusto cuya misión es aprobar y delimitar los objetos artísticos producidos por el número
creciente de artistas en los siglos XIX y XX.
Dentro del ‘espacio-sin-marca’ luhmanniano, la nueva distinción binaria
‘inclusión/exclusión’ es derecho del sistema institucional: un objeto es artístico cuando los
museos, coleccionistas, galeristas y críticos lo determinan como tal desde su lugar social21. Como
menciona el mismo Luhmann: “La obra de arte puede ser señalada como artística y ser reconocida
-en los museos, en las galerías, en los estudios, en las salas de concierto, en el teatro- a través de
los anuncios de las editoriales o a través de los nombres célebres de los artistas”22.
Frente al panorama institucional, una subjetividad quedó particularmente excluida: la del
público masivo. La función de este componente esencial es el de apreciar lo que el subsistema ha
incluido en sí mismo como artísticamente apreciable, y así, reproducir el subsistema en sí mismo.
Esta exclusión, fundamental e irresoluble en el ámbito artístico moderno, produce un malestar, el
malestar en el arte contemporáneo.
Retomando el estudio inicial, fue una galería la que determinó que una tienda de
autoservicio pudiera ser clasificada como arte. La creación de Gabriel Orozco es a la vez validada
por ser uno de los tres mexicanos en haber sido exhibidos anteriormente en el Museo de Arte
Moderno (MoMA) de Nueva York. Los objetos artísticos ahí mostrados fueron adquiridos por
museos, como el Museo Tamayo o el mismo MoMA 23 , y coleccionistas renombrados,
fortaleciendo la inclusión de la obra en el sistema artístico contemporáneo. La ridiculización de la
obra por el público, inocua completamente para el sistema, es un síntoma más de la exclusión
sobre la que se basa el subsistema artístico en la era moderna, y a su vez, un duelo masivo que
añora la objetualidad artificial mimética trascendental objetivamente bella de la premodernidad.
Este malestar, aunque vivido como propio del tiempo actual por el público, no es en
absoluto nuevo, sino sintomático de la modernidad. A manera de ejemplo, tenemos las reacciones
adversas frente a las primeras pinturas impresionistas24, o a la construcción de la torre Eiffel25,
21
Se puede realizar una similitud entre la operación historiográfica descrita por Michel de Certau y la operación institucional para convertir un
objeto en arte. Cfr. DE CERTAU, Michel. La escritura de la historia. Ediciones Gallimard – Universidad Iberoamericana, México, 2006. Pp. 69 y ss.
22
LUHMANN, N. Op. Cit. P. 124.
23
Cfr. Diario El Universal: “Vodka, hielo y huevos agotados en el ‘Oroxxo’”, 16 de marzo de 2017.
24
LEROY, Louis, ‘Exhibición de los impresionistas’, en diario Le Charivari, Francia, 24 de marzo, 1874.
25
‘Los artistas contra la torre Eiffel’, publicado en diario Le Temps, Francia, 14 de febrero, 1887.
consideradas como ‘anti-artísticas’ por el público masivo. Frente a las estrategias institucionales,
la única libertad de un público activo es la creación de tácticas que permitan desahogar el
malestar de su exclusión. Así, el estudio histórico de las tácticas del público frente al subsistema
binario de inclusión/exclusión, -poco analizadas en la historiografía contemporánea- vendría a
relatar el otro gran espacio del ámbito artístico en la modernidad. Frente a la historia del arte, una
historia de la recepción; frente a la inclusión de un OXXO en el sistema artístico, un registro del
‘meme’ como complemento de un subsistema ha privilegiado en la academia el análisis de la
inclusión, y ha desprestigiado lo excluido como parte constituyente del mismo.
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