Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Anticolonialismo Colonial CR Tica y Blanquitud en La Obra de Guillermo Cabanellas Sobre La Colonizaci N de Guinea Ecuatorial
Anticolonialismo Colonial CR Tica y Blanquitud en La Obra de Guillermo Cabanellas Sobre La Colonizaci N de Guinea Ecuatorial
To cite this article: Mayca de Castro Rodríguez (2020) ¿Anticolonialismo colonial? Crítica y
blanquitud en la obra de Guillermo Cabanellas sobre la colonización de Guinea Ecuatorial, Journal
of Spanish Cultural Studies, 21:2, 187-204, DOI: 10.1080/14636204.2020.1760428
Article views: 53
Si bien la actual Guinea Ecuatorial fue posesión española durante casi doscientos años1, la
colonización española solo empezó a ser efectiva a finales del siglo XIX, coincidiendo con
la pérdida de las colonias ultramarinas y en pleno auge de la ideología del regeneracio-
nismo. Este movimiento estaba formado por intelectuales que engrosaban las filas de
las sociedades geográficas2 como Joaquín Costa, quien conjuga en su obra la necesidad
de un “cirujano de hierro” para los males de España –título con el que se legitimó el dic-
tador Miguel Primo de Rivera (Bahamonde 2000)– con la necesidad de colonizar enclaves
africanos para reavivar el orgullo nacional español. La población española no destacó
durante el siglo XIX y principios del XX por su celo colonialista (Nerín 1998, 16), pero las
élites intelectuales enarbolaron a partir desde esa fecha distintos argumentos para la efec-
tiva explotación de esos territorios. Es precisamente en este periodo cuando surgen las
primeras novelas ambientadas en Guinea, debido, por una parte, a la divulgación que las
sociedades geográficas hacían de sus viajes exploratorios y, por otra, al agotamiento litera-
rio del exotismo marroquí. Aparecieron libros de viajes como el de Aventuras de un piloto
en el Golfo de Guinea (1886) o En el país de los bubis (1921), de José Más, un escritor que
explotó la novedad del género hasta el punto de utilizar el escenario colonial como ale-
goría del momento político que vivía el Estado español, con personajes que representan
los políticos de la época en En la selvática Bribonicia (1932). Es justo en esa primera mitad
de los años 30, marcada por el advenimiento de la Segunda República española, cuando
surgen otros títulos que comparten una nueva temática.
El cambio a un gobierno cívico-militar en Guinea Ecuatorial duró tan poco como la
Segunda República3, pero el envío de nuevos funcionarios ajenos a la situación colonial
se saldó con una oleada de fuertes críticas hacia los aspectos más escandalosos de la prác-
tica del poder colonial. Mientras que en el Protectorado de Marruecos –donde la aparente
pérdida de poder de los militares por las medidas civilistas provocó el intento de golpe de
Estado del general africanista José Sanjurjo en 1932 (Iglesias Amorín 2016)– no surgió,
según Antonio Carrasco (2009), ningún discurso anticolonial, en la colonia guineana el
choque civil con la realidad militar colonial suscitó la publicación de varias obras críticas.
Se enmarcan en esta corriente: Misioneros, negreros y esclavos (1932), de Emilio Carles;
Guinea incógnita. Vergüenza y escándalo colonial (Francisco Madrid 1933); Estupendos mis-
terios de la Guinea casi española o Exposición permanente de nuestro desastre colonial
(1933), de Eladio Antonio Rebollo; Guinea mártir (1937), de Miguel Ángel Pozanco, el
ensayo de Guillermo Cabanellas ¡Esclavos! (Notas sobre el África Negra) (1933) y la novela
La selva siempre triunfa (1944), que algunos autores sitúan en la misma corriente anticolo-
nialista que emerge de otros países por considerarla “la primera obra española que apoya
la emancipación de los africanos” (Ismail 2015, 34) que “equipara colonialismo a una nueva
forma de esclavitud” (Carrasco 2009, 329).
Las obras criticaban dos aspectos: los abusos de poder en el reclutamiento de trabaja-
dores para el sistema de plantaciones y la corrupción política y militar que conllevaban
dichos abusos. El sistema de recluta de trabajadores negros fue el resultado de la
escasez de mano de obra para las plantaciones de la isla de Fernando Poo4. Esta fue pro-
vocada por la ruptura del tratado con Liberia por cuestiones diplomáticas (Nerín 2011a, 37)
y la dura política colonial de Núñez de Prado durante el régimen de Primo de Rivera (Nerín
2011b, 66). La necesidad del proyecto colonial desató un “tráfico de negros” en la zona
continental y una red de tratantes y funcionarios corruptos como Julián Ayala, cuya cruel-
dad retrata Nerín (2008) a través de la memoria colectiva guineana. Los autores de esta
corriente, que vivieron la situación colonial de cerca –el periodista catalán Francisco
Madrid se desplazó hasta allí para escribir su libro de viajes– criticaban el abuso de
poder sistemático argumentando en favor de un colonialismo más humano.
Puede que las críticas al colonialismo fueran coyunturales al momento político, como
efectivamente lo fueron las manifestadas por los republicanos con respecto al derecho
de autodeterminación de los marroquíes tras el estallido de la guerra civil española
(Nerín 2011b, 67). Con Estupendos misterios… , Rebollo hacía una sátira de la opción repub-
licana con la historia de un funcionario inútil que es enviado a la colonia para que su
incompetencia no resulte desastrosa. Finalmente, encuentra a un igual en el gobernador
Don Gustavo de la Siesta, figura con la que el escritor se mofa del auténtico gobernador
republicano enviado en 1931: Gustavo de Sostoa (Carrasco 2009, 32). El investigador del
JOURNAL OF SPANISH CULTURAL STUDIES 189
Instituto de Estudios Africanos (IDEA) franquista Carlos González Echegaray, que clasificó
esta obra dentro de lo que llamó “novelas-pretexto” (ideológico), definió a Rebollo como
“republicano de izquierdas, probablemente socialista, pero con ribetes de un anarquismo
típicamente celtibérico”, un perfil político que González tildaba de “caos ideológico”,
criticando además que el autor llegase a inculpar a Alfonso XIII por el estado de los
territorios coloniales. Lo cierto es que el libro fue una excusa para exponer una postura
radicalmente antirrepublicana (Carrasco 2009, 328) (Nerín 2011b, 66). Esto le diferenciaba
de sus coetáneos, pues Cabanellas y Madrid incluso dedicaron sus ensayos a De Sostoa
en claras apologías de la República. Madrid situaba el cambio republicano como una
forma de “evitar que España continúe la historia vergonzosa heredada de la monarquía”
(Madrid 1933, 78) y, en concreto, del gobierno de Gustavo de Sostoa decía que “el
sentido común del estudio sobre el presupuesto colonial y la estructuración que debía
darse a la explotación y pacificación de la Guinea española” eran debidos a su “obra
noble e inteligente” (167). Por su parte, Cabanellas, quien trabajó durante un año con
dicho gobernador, decía de él que “sabía unir la autoridad del mando con el prestigio
de una humanidad y comprensión hacia las razas sometidas y esclavizadas” (39).
En cualquier caso, más allá de las tensiones de la política metropolitana que estas obras
proyectasen, todas presentan un consenso en cuanto a la crítica de los abusos coloniales,
ya fuera para responsabilizar a la dictadura o al nuevo Estado republicano. Por eso algunos
tildan la corriente de “anticolonial” (Carrasco 2013; Ismail 2015) mientras que otros autores
se limitan a destacar que estas críticas no plantean un rechazo formal al colonialismo
(Nerín 2011b). La investigación sobre esta corriente literaria es escasa5 debido en gran
parte a que los estudios sobre la literatura producida durante la colonización de Guinea
Ecuatorial son un subtema dentro de la parcela, muy minoritaria, de la historiografía de
la colonización de Guinea Ecuatorial. Este trabajo se enmarca dentro de la línea de
recientes investigaciones que abordan críticamente aspectos más allá de la estricta crono-
logía histórica, como puedan ser el papel político-social de la fotografía colonial o el aná-
lisis postcolonial de la literatura y el cine coloniales6. Puesto que los estudios consultados
buscan una clasificación del género más que un análisis de discurso, considero relevante la
profundización en este segundo aspecto, más aún si en la clasificación de las obras se ha
venido empleando un término con tantas implicaciones como “anticolonialismo”. A lo
largo del artículo hablaré de retóricas, entendiendo estas como lógicas discursivas que
responden a un fin determinado, mediante argumentos y tesis susceptibles de enmarcarse
en distintas tradiciones de pensamiento o epistemologías. Pretendo así, tomando como
percha la obra de Guillermo Cabanellas, situar la investigación de dicha corriente literaria
en el marco de la discusión que autores como Nerín (2011b), López García (1976) o Mesa
(1976) presentan alrededor de la existencia de un supuesto pensamiento anticolonial
español.
desprotegidos11. Estas críticas asestaban severos golpes a los métodos y formas de la colo-
nización, aunque aspiraban como fin a la adopción de reformas, no a la abolición del colo-
nialismo. El idealismo corre paralelo a las tesis utilitaristas que iban más allá de cualquier
valoración moral con argumentos demográficos, económicos o de rentabilidad política. El
ataque al principio mismo de la colonización se sostenía únicamente en términos de opor-
tunidad, argumentando la inutilidad económica de las colonias, pero no en términos de
derecho. El liberal Adam Smith, por ejemplo, defendía las independencias no por un
ideal humanista, sino por cuestiones de rentabilidad económica (Mesa 1976, 64).
Para los movimientos nacidos entre la población colonizada, sin embargo, el anticolo-
nialismo iba más allá del discurso. Los integrantes de la négritude12, por ejemplo, eran per-
fectamente conscientes de los procesos de racialización intrínsecos a la empresa colonial.
Su anticolonialismo era, además, afrocentrista: ponía en el centro de la cuestión colonial el
racismo como estructura político-identitaria, al mismo tiempo que reivindicaba la digni-
dad afrodescendiente y una civilización propia. El escritor senegalés Léopold Sédar
Senghor, quien llegó a ser jefe de Estado tras la independencia de su país, definía la negri-
tud en estos términos frente al espejo de la racialización colonial:
la Negritud es … el conjunto de valores culturales del mundo negro, tal y como se expresan a
través de la vida, las instituciones y las obras de los negros. Afirmo que se trata de una realidad,
de un nudo de realidades. No hemos sido nosotros quienes han investigado las expresiones
“arte negro”, “música negra”, “danza negra”. Tampoco se debe a nosotros la ley de la “partici-
pación”. Sus autores son blancos europeos. Para nosotros, nuestra preocupación, desde los
años 1932–1934, nuestra única preocupación, ha sido la de asumir esta Negritud, viviéndola,
y, una vez vivida, profundizar su sentido. (Senghor 1970, 11)
territorios españoles del Golfo de Guinea. Tras un año en el puesto, regresó a la península y
ejerció la abogacía. Pronto publicó, fruto de su interés por la disciplina laboral y de su sen-
sibilidad política progresista, La revolución social (1933) y Enjuiciamiento en los Jurados
Mixtos (1934). Es en esta época cuando escribe su ensayo ¡Esclavos! Notas sobre el África
Negra (1933), donde recoge su visión de la colonización en Guinea y del problema con
el sistema de recluta. Unos años más tarde, en 1937, emprende la ruta del exilio. Ni siquiera
su filiación familiar –su padre, Miguel Cabanellas, fue uno de los militares coloniales del
bando sublevado que en 1936 asumió la presidencia de la Junta de Defensa Nacional–
frenó los recelos franquistas a causa de su pasado republicano16 y de su militancia en el
Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El exilio le llevó a Francia, Uruguay, Paraguay
–donde fue jefe de redacción del periódico El País– y finalmente a Argentina, donde
publicó La selva siempre triunfa (1944) bajo el seudónimo de William C. Towers. Allí
ejerció como abogado laborista, destacó como profesor de universidad y siguió publi-
cando obras tanto jurídicas –El Aborto: Su problema social, médico y jurídico (1945)–
como de reflexión histórica: La guerra de los mil días (1973), Cuatro generales (1977)
(Loedel 2012, 265; Carrasco 2013).
En ¡Esclavos!, Cabanellas hace una crítica al colonialismo como “poder blanco del capi-
talismo” (Cabanellas 1933, 26), es decir, desde la perspectiva de clase, siempre teniendo
como eje central la esclavitud. Utiliza un lenguaje racial sin criticar la jerarquía racista y
se centra en la unión de la clase, por lo que no llega a elaborar un pensamiento antirracista
ajeno al paradigma desarrollista17. A esto añade una reafirmación de la superioridad espa-
ñola y, por ende, de su “responsabilidad” de civilizar; es decir: su derecho a colonizar.
Veamos esta articulación discursiva y cuáles son sus referentes.
hace uso de esta retórica liberal en un Informe sobre el sistema de recluta en el continente,
para cuya escritura es enviado a Bata ex profeso en 1931. En él, reconoce los “desmanes sin
escrúpulos” que emplean los reclutadores en el continente y propone que el Estado
estructure políticamente la colonia no como “explotación y feudo de la raza blanca”,
sino como “una encomienda de civilización que realce de prestigios nacionales antes
que negocio y fortuna de unos pocos”. A continuación, señala que esta “nueva ética colo-
nial” del gobierno no debe olvidar la preocupación por el encarecimiento de la producción
derivado de la subida del salario de los trabajadores, en tanto “dificulta el comercio” y es
“consideración capital para el patrono” (1931, s.p.). Merle, en su investigación sobre los
patrones argumentativos de la literatura anticolonial producida en los albores del pensa-
miento liberal, da cuenta de que las exposiciones de verborrea humanista terminaban
siendo contradictorias con los fines oportunistas. Y añade con cierta sorna al comentar
un párrafo de De l’esprit des lois del barón de Montesquieu que, a veces, el empirismo
hacía muy buenas migas con las tesis idealistas (Merle y Mesa 1972, 106).
El vínculo entre el orgullo nacional español y la dominación colonial fue clave en la litera-
tura regeneracionista de fin de siglo –cuando comienza a surgir la literatura ambientada
en la Guinea colonial–, pues ligaba la pérdida de dignidad nacional a la pérdida de las colo-
nias. El texto de Cabanellas, en esta línea, se muestra nostálgico ante la idea de África
como el último bastión imperial español: “Nuestras colonias son los restos de un imperia-
lismo decadente que alcanzó su máximo esplendor mundial, para decaer y quedar redu-
cido … a unas cuantas islitas repartidas en los trópicos y al Norte de África” (35).
La identificación colonial intrínseca al sentimiento nacional de los autores explica que
las argumentaciones “anticoloniales” no llegaran a contradecir el asumido derecho a colo-
nizar. También ocurría en los discursos comunistas y anarquistas de la época. Si bien los
órganos de comunicación finiseculares de la Asociación Internacional de Trabajadores
196 M. DE CASTRO RODRÍGUEZ
(AIT) denunciaban “las mitologías nacionales basadas … en gestas bélicas dirigidas contra
otros pueblos” y pretendían desmitificar “la historia de España, relacionada sobre todo con
el descubrimiento y la colonización de América” (Álvarez Junco 1991, 251), los anarquistas
asumieron un imaginario del pueblo español que conectaba con la visión general que la
izquierda y los sectores republicanos progresistas tenían de la nación española (Salomón
Chéliz 2014, 108). Esta visión apelaba a los mitos nacionales de gestas históricas del pueblo
español, incluyendo la colonización de América y la vindicación de personajes como los
conquistadores (Núñez Seixas 2006, 65). Sobre todo, tras el estallido de la Guerra Civil la
retórica patriótica fue utilizada ampliamente como recurso movilizador por la izquierda.
Fiel a su vocación, Cabanellas da al derecho un papel central en el repudio de los
abusos coloniales, asumiendo que es posible reformar el orden colonial y llevar a cabo
una dominación en positivo, una creencia que paradójicamente se sostiene con un pen-
samiento racista. La retórica nacionalista de Cabanellas recuerda a la que Fanon repro-
chaba al psicoanalista francés Octave Mannoni al explicar este el problema colonial
obviando el racismo estructural que sostiene la superioridad nacional:
señor Mannoni, se equivoca. Porque, ¿qué quiere decir esta frase: «La civilización europea y sus
representantes más cualificados no son responsables del racismo colonial»? ¿Qué otra cosa
significa, sino que el colonialismo es la obra de aventureros y de políticos, que los «represen-
tantes más cualificados» se mantienen, en efecto, por encima del jaleo? … Europa tiene una
estructura racista. Es obvio que a Mannoni no le interesa ese problema, puesto que dice:
“Francia es el país menos racista del mundo”. (Fanon 2009, 98)
La consideración de la población negra como menor de edad era la base argumental que
sostenía el proyecto colonial. Esto nos lleva al segundo axioma, porque la confiscación de
derechos laborales o de propiedad de la población guineana se justificaba con la supuesta
desprotección fruto de su condición racial. El Patronato de Indígenas, creado en 1904 para
conseguir sin violencia la confiscación de fuerza de trabajo, obligaba a participar en las
obras de infraestructuras de la colonia o en la recogida de grandes cosechas a través
del programa de “prestaciones personales” (Ndongo 1998, 145). A partir de 1928, el
Patronato expropió las propiedades de las familias guineanas con la justificación de que
no sabían gestionarlas. En una Memoria de la Delegación de Asuntos Indígenas, se expli-
caba con la misma retórica paternalista que se trataba de “defenderles de sus propias
debilidades. Así, al salvaguardar la indeclinable base económica de los nativos, se
asegura su presente y porvenir, tanto en lo individual como en lo colectivo” (DAI, 1955).
Durante el franquismo se dio un matiz científico a esta retórica racista con la creación
del Instituto de Estudios Africanos (IDEA).21
Cabanellas, crítico con la situación, emplea la misma retórica racista de la administra-
ción colonial. Es por este motivo que el republicano llega a defender, frente al colonialismo
capitalista, un colonialismo basado en “una política de atracción del indígena” (Cabanellas
1933, 37), en referencia a Ángel Barrera, gobernador general de los Territorios Españoles
del Golfo de Guinea durante quince años (1910–1925) y valedor de una “política de atrac-
ción” del indígena basada en la idea de que los negros son como niños y que “tratándoles
con cariño se hace de ellos lo que se quiere” (Nerín 2008). Su sucesor durante la dictadura
de Primo de Rivera, el gobernador Miguel Núñez de Prado, aplicó una dura política colonial
que desembocó en la situación que critica la corriente literaria de la que forma parte Caba-
nellas. Podemos entonces concluir que la crítica ideológica del autor iba dirigida a la co-
yuntura de la política colonial y no tanto al proyecto colonial en sí, cuyos axiomas quedan
intactos.
nostalgia imperial, sino el vínculo entre el orgullo nacional y ciertos valores masculinos
como el sacrificio, la valentía, la fuerza y la potencia sexual. En la literatura regeneracio-
nista, las clases altas eran representadas como pasivas, débiles y faltas de vigor en con-
traste con la salud muscular de las clases trabajadoras (Cleminson y Vázquez 2007, 177).
La novela sugiere un desclasamiento del protagonista en el espacio colonial que
permite la homogenización nacional gracias a la blanquitud española, indiscutible en el
espejo racial colonial de Guinea. Mientras que la mestiza María Musola siente “asco” de
su piel (Cabanellas 2005, 182) y reniega de su “sangre bastarda” (242), en Montejano el
conflicto no es racial sino de clase: él reniega de la aristocracia para comenzar una
nueva vida en la colonia, donde regenera su blanquitud así como su identidad nacional
adquiriendo fuerza y virilidad.
Notas
1. En 1778 España accedió a la posesión de estos territorios tras la firma del Tratado del Pardo
con Portugal, si bien comenzó la colonización efectiva a finales del siglo XIX y principios
del XX. En 1904 creó el Patronato de Indígenas, piedra angular del proyecto colonial, que
regía los trabajos forzados y la expropiación de tierras y bienes indígenas. La colonización
duró hasta 1968, coincidiendo en su última época con la retórica imperialista del régimen fran-
quista, que mantuvo la explotación de la Guinea española hasta que, debido a la presión inter-
nacional, no hubo otra posibilidad que no fuera otorgar la independencia al país.
2. Algunas entidades privadas, como la Real Sociedad Geográfica, la Sociedad Española para la
Exploración de África o la Sociedad Española de Africanistas y Colonialistas, promovieron la
acción colonial a finales del siglo XIX y principios del siglo XX (Nerín 2011b, 60).
3. Pese a que el grueso de los intereses de los militares africanistas se centraba en el Protecto-
rado de Marruecos, el espacio bélico-colonial donde muchos de los golpistas de 1936 obtu-
vieron sus ascensos y sus parcelas de poder (Francisco Franco llegó a ser el general más
joven de toda Europa gracias al sistema de ascensos en la campaña militar marroquí), la
Guinea española también estuvo gestionada por el poder militar hasta la llegada de la
Segunda República española (1931–1936), cuando los gobiernos republicanos quisieron dar
una orientación civil a las colonias.
4. El sistema de plantaciones era la base de la explotación colonial, siguiendo la tradición de la
economía colonial en Cuba, donde el modelo de explotación extensiva e intensiva quedaba
supeditado al trabajo esclavo, razón por la que la esclavitud en Cuba se prohibió tan tarde,
poco antes del fracaso español en la guerra imperialista con EEUU. Los gobiernos españoles
no abolieron la esclavitud en Puerto Rico hasta 1873; en Cuba duró hasta 1886; y fue
gracias, sobre todo, a la Revolución del 68 (Mesa 1976).
5. Cabe destacar la labor del africanista Antonio Carrasco, en cuyos estudios me he basado, sir-
viéndome para mi investigación de dos de sus libros sobre la novela colonial hispanoafricana y
de las entradas en su blog Historia de la novela colonial hispanoafricana. Carrasco analiza con
minuciosidad las obras, mientras otros investigadores como Heba Ismail (2015) o Clarence
Mengue (2014) añaden a sus monografías sobre la literatura colonial algunos apuntes gene-
rales, sacados en su mayoría de un curioso y documentado artículo en el que Carlos González
Echegaray, investigador del ecléctico y colonialista IDEA, clasifica la literatura sobre la Guinea
española aparecida hasta esa fecha.
6. Sobre literatura, ver: Álvarez (2010), Mengue (2014), y el número de Debats titulado “Guinea
Ecuatorial: Poéticas, políticas, discursividades”, 2014, 4 (123). Sobre cine, La llamada de
África: Estudios sobre el cine español colonial de Alberto Elena (2010) abarca un análisis
general del cine colonial. Sobre el análisis de la fotografía en el orden colonial, ver Plasencia
Camps (2017).
7. Concepto acuñado por el sociólogo Immanuel Wallerstein (2010) en El moderno sistema
mundial para explicar la mundialización del sistema capitalista nacido de las estructuras eco-
nómicas fruto del sistema esclavista y la explotación colonial con los que se enriquecieron las
potencias europeas en detrimento de los continentes africano y latinoamericano.
8. Algunas de las obras de referencia de la perspectiva decolonial en las que se desarrollan y
articulan los conceptos que acabo de utilizar son: Inflexión decolonial: Fuentes, conceptos y
cuestionamientos (Restrepo y Rojas Martínez 2010); Quijano (2000) o el monográfico El giro
decolonial (Castro-Gómez y Grosfoguel 2007).
9. Uso la traducción literal del concepto usado en los whiteness studies estadounidenses para
referir la condición racial contextual del “ser blanco”, sin que esto implique una objetivación
de la blanquitud.
10. El principal argumento de esta novela es el fracaso de una campaña asimilacionista para “his-
panizar” a la población, una medida que, si bien nunca se dio en Manila, sí se reclamaba desde
las posiciones del reformismo colonial que defendían contemporáneos como Rizal o el político
filipino Marcelo del Pilar, afincado en España desde finales del siglo XIX, donde dirige el
órgano literario de los colectivos filipinos en Madrid, La Solidaridad. La postura de Rizal ni
JOURNAL OF SPANISH CULTURAL STUDIES 201
siquiera era contraria a la colonización, sino reformista y pacifista; pero el miedo español a
perder los territorios coloniales era tal que, ante la complejidad de matices discursivos, el
recién llegado y sanguinario general Camilo García de Polavieja ordenó el fusilamiento del
escritor (Anderson, 2008).
11. “Voltaire denuncia la explotación del trabajo forzado, Montesquieu ironiza sobre el principio
de la esclavitud, Necker se indigna ante la trata, y Brissot, inspirado por iniciativa inglesa, funda
en las vísperas de la Revolución la Sociedad de Amigos de los Negros” (Merle, citado en Mesa
1971, 19–20).
12. Movimiento político, filosófico y estético surgido en los años treinta que dignificaba a la pobla-
ción negra mediante la resignificación de la raza y culturas africanas frente al proyecto de asi-
milación cultural colonial. El martiniqués Aimé Césaire o el senegalés Léopold Sédar Senghor
son algunos de sus integrantes.
13. En el Archivo General de la Administración española se pueden encontrar diligencias policiales
en Santa Isabel por “actividades antiespañolas”, es decir, anticoloniales, desde al menos los
años cincuenta.
14.
Vemos ya perfectamente constituido el “mito de la Modernidad”: por una parte, se auto-
define la propia cultura como superior, más “desarrollada” (y no queremos negar que lo
sea en muchos aspectos, aunque un observador crítico deberá aceptar que los criterios
de tal superioridad son siempre cualitativos, y por ello de una incierta aplicación); por
otra parte, se determina a la otra cultura como inferior, ruda, bárbara, siendo sujeto de
una culpable “inmadurez”. De manera que la dominación (guerra, violencia) que se
ejerce sobre el Otro es, en realidad, emancipación, “utilidad”, “bien” del bárbaro que
se civiliza, que se desarrolla o “moderniza”. En esto consiste el “mito de la Modernidad”,
en un victimar al inocente (al Otro) declarándolo causa culpable de su propia victima-
ción, y atribuyéndose el sujeto moderno plena inocencia con respecto al acto victi-
mario. (Dussel 1994, 69–70)
15. En Apuntes sobre la expansión colonial en África y el Estatuto Internacional de Marruecos (1915)
(Nerín 2011b).
16. Actualmente se le incluye en el Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales y revistas
del exilio republicano de 1939 (Aznar y López, 2017).
17. Entre sus referencias están la Geografía Humana del geógrafo anarquista Élisée Reclús y Los
Negros del etnógrafo colonial Maurice Delaffose. Al no saber salir del paradigma de la jerarquía
de razas, su crítica colonial seguía considerando la superioridad/inferioridad en torno al eje
civilizatorio o del desarrollo.
18. No solo por las protestas populares contra el envío de tropas reservistas tras el fracaso militar
del Barranco del Lobo, que desembocaron en la Semana Trágica de 1909; sino también
porque el poder de los africanomilitares aumentó hasta provocar una crisis política en 1917
por la pugna con los peninsulares por el sistema de ascensos; un poder que resultaría en el
golpe de estado del militar africanista Miguel Primo de Rivera tras el Desastre de Annual de
1921 (Bahamonde 2000).
19. Utilizo la misma calificación que Dussel cuando se refiere a “unas de las páginas más insul-
tantes de la historia de la filosofía mundial” al citar el siguiente extracto de Hegel: “África
… no es una parte del mundo histórico; no presenta un movimiento ni un desarrollo histórico.
… Lo que entendemos propiamente por África es algo aislado y sin historia, sumido todavía
por completo en el espíritu natural, y que solo puede mencionarse aquí, en el umbral de la
historia universal” (Hegel, citado en Dussel 1994, 17).
20. En un artículo titulado “La mentalidad socialista y los problemas coloniales” y publicado en El
Socialista, órgano central de la prensa socialista española, en 1913 (López García 1976, 39).
21. Para trabajos específicos sobre la producción del Instituto de Estudios Africanos, ver Bandrés y
Llavona (2010) y De Castro (2015).
22. Los whiteness studies son un campo de estudios estadounidense que ha podido desarrollarse
gracias al trabajo previo de teóricos y teóricas negras/racializadas como Toni Morrison, James
202 M. DE CASTRO RODRÍGUEZ
Disclosure statement
No potential conflict of interest was reported by the author(s).
Financiación
Este trabajo ha sido posible gracias a una beca-contrato de Formación de Personal Universitario
otorgada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del gobierno español.
Nota biográfica
Mayca de Castro es licenciada en Periodismo (Universitat de València, 2012), máster en Claves del
Mundo Contemporáneo (Universidad de Granada, 2013) e investigadora doctoral adscrita al Depar-
tamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada. Trabaja aspectos discursivos e
identitarios de la colonización franquista de Guinea Ecuatorial con perspectiva de género y decolo-
nial. Ha publicado “Músculo colonial: El imaginario del cuerpo masculino franquista en la literatura
sobre, y desde, Guinea Ecuatorial en los años cuarenta del siglo XX” (Alcores 19: 101–123) y presen-
tado los resultados de su investigación en una decena de congresos. Combina la investigación aca-
démica con su vocación periodística. Email: mdecastro@ugr.es
Referencias
Álvarez, Natalia. 2010. Palabras desencadenadas: Aproximación a la teoría poscolonial y a la escritura
hispano-negroafricana. Zaragoza: Prensas Universitarias de Zaragoza.
Álvarez Junco, José. 1991. La ideología política del anarquismo español (1868–1910). Madrid: Siglo XXI.
Anderson, Benedict. 2008. Bajo tres banderas: Anarquismo e imaginación anticolonial. Madrid: Akal.
Aznar, Manuel, y José Ramón López, eds. 2017. Diccionario biobibliográfico de los escritores, editoriales
y revistas del exilio republicano de 1939. Sevilla: Editorial Renacimiento.
Bahamonde, Ángel, ed. 2000. Historia de España: Siglo XX (1875–1939). Madrid: Cátedra.
JOURNAL OF SPANISH CULTURAL STUDIES 203
Bandrés, Javier, y Rafael Llavona. 2010. “Psicología y Colonialismo en España (I): La inteligencia del
negro guineano.” Psychologia Latina 1 (2): 144–153
Butler, Judith. 2002. Cuerpos que importan: Sobre los límites materiales y discursivos del sexo. Buenos
Aires: Paidós.
Cabanellas, Guillermo. 2009. La selva siempre triunfa. Madrid: El Cobre/AECID (Obra original publicada
en 1944).
Carr, Raymond. 2009. España 1808–2008. Barcelona: Ariel.
Carrasco, Antonio. 2009. Historia de la novela colonial hispanoafricana. Madrid: SIAL.
Carrasco, Antonio. 2013. “Novelas de los territorios españoles del Golfo de Guinea: La selva siempre
triunfa de Guillermo Cabanellas.” Novela colonial hispanoafricana. http://novela-colonial-
hispanoafricana.blogspot.com.es/2013/06/cabanellas-guillermo-laselva-siempre.html.
Castro-Gómez, Santiago, y Ramón Grosfoguel, eds. 2007. El giro decolonial: Reflexiones para diversidad
epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá, DC: Siglo del Hombre Editores.
Cleminson, Richard, y Francisco Vázquez. 2007. Los Invisibles: A History of Male Homosexuality in Spain,
1850–1940. Cardiff: University of Wales Press.
de Castro, Mayca. 2015. “Desgranando la colonialidad del poder: la racialización de la persona negra
en la colonización franquista de Guinea Ecuatorial.” En Actas del VIII Congreso sobre Migraciones
Internacionales en España, editado por F. J. García, A. Megías, y J. Ortega. Granada: Instituto de
Migraciones.
Dussel, Enrique. 1994. 1492. El encubrimiento del otro: Hacia el orden del “mito de la modernidad.” La
Paz, Bolivia: Plural Editores.
Elena, Alberto. 2010. La llamada de África: Estudios sobre el cine español colonial. Barcelona: Edicions
Bellaterra.
Fanon, Franz. 2009. Piel negra, máscaras blancas. Traducido por Paloma Moleón Alonso, Iria Álvarez
Moreno, y Ana Useros Martín. Madrid: Akal.
González Alcantud, José Antonio. 1997. “Ángel Ganivet ante el debate sobre los modos de
colonización.” Rilce 13 (2): 75–96.
Harris, Cheryl I. 1993. “Whiteness as Property.” Harvard Law Review 106 (8): 1707–1791.
Iglesias, Alfonso. 2016. “La cultura africanista en el Ejército español (1909–1975).” Pasado y Memoria:
Revista de Historia Contemporánea 15: 99–122. doi:10.14198/PASADO2016.15.04.
Ismail, Heba. 2015. “Juan Tomás Ávila Laurel: Revisiones literarias en la era poscolonial y digital.” Tesis
doctoral, Universidad de Ottawa.
Labanyi, Jo. 2009. “La apropiación estratégica de la entrega femenina: Identificaciones transgenéricas
en la obra de algunas militantes falangistas femeninas.” I/C – Revista Científica de Información y
Comunicación 6: 489–426.
Loedel, Germán. 2012. “Los traductores del exilio republicano español en Argentina.” Tesis doctoral,
Universitat Pompeu Fabra.
López García, Bernabé. 1976. “El socialismo español y el anticolonialismo.” Cuadernos para el Diálogo
76: 1–58.
MacMullan, Terrance. 2009. “Contemporary Debates on Whiteness.” Cap. 8 en Habits of Whiteness: A
Pragmatist Reconstruction. Bloomington: Indiana University Press.
Martín-Márquez, Susan. 2011. Desorientaciones: El colonialismo español en África y la performance de
identidad. Traducido por Josefina Cornejo. Barcelona: Bellaterra.
Mengue, Clarence. 2014. “El contexto colonial y poscolonial en la narrativa hispano-guineana.” Tesis
doctoral, Universidad de Alcalá, Comunidad de Madrid.
Merle, Marcel, y Roberto Mesa. 1972. El anticolonialismo europeo. Madrid: Alianza.
Mesa, Roberto. 1976. La idea colonial en España. Valencia: Editor Fernando Torres.
Morcillo, Aurora. 2015. En cuerpo y alma: Ser mujer en tiempos de Franco. Madrid: Siglo XXI.
Ndongo, Donato. 1998. “Guineanos y españoles en la interacción colonial (1900–1968)”. En España
en Guinea. Construcción del desencuentro: 1778–1968. Toledo: Sequitur.
Ndongo, Donato. 2006. “Literatura guineana: Una realidad emergente.” Conferencia, Hofstra
University, 3 abril. https://www.hofstra.edu/pdf/lacs_event_040306.pdf.
Nerín, Gustau. 2008. Un guardia civil en la selva. Barcelona: Ariel.
Nerín, Gustau. 1998. Guinea Equatorial. Història en blanc i negre. Barcelona: Empúries.
204 M. DE CASTRO RODRÍGUEZ
Nerín, Gustau. 2011a. “La conquista del Muni: Carne de plantación.” La Aventura de la Historia 147 (1):
32–37.
Nerín, Gustau. 2011b. “Renunciar a África: Anticolonialismo y abandonismo en España (1858–1975).”
Palabras: Revista de la Cultura y de las Ideas 3: 59–72.
Núñez Seixas, Xosé Manoel. 2006. ¡Fuera el invasor!: Nacionalismos y movilización bélica durante la
guerra civil española (1936–1939). Madrid: Marcial Pons.
Plasencia Camps, Inés. 2017. “Imagen y ciudadanía en Guinea Ecuatorial (1861–1937): Del encuentro
fotográfico al orden colonial.” Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Madrid.
Quijano, Aníbal. 2000. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina.” En La colonialidad
del saber: Eurocentrismo y ciencias sociales, perspectivas latinoamericanas, editado por Edgardo
Lander, 201–246. Buenos Aires: CLACSO; UNESCO.
Restrepo, Eduardo, y Axel Alejandro Rojas Martínez. 2010. Inflexión decolonial: Fuentes, conceptos y
cuestionamientos. Popayán: Universidad del Cauca.
Ryden, Wendy, y Ian Marshall. 2014. Reading, Writing, and the Rhetorics of Whiteness. Nueva York:
Routledge.
Salomón Chéliz, Pilar. 2014. “Anarquismo, género e identidad nacional.” En Tejedoras de ciudadanía:
Culturas políticas, feminismos y luchas democráticas en España, editado por María Dolores Ramos,
115–132. Málaga: Universidad de Málaga.
Senghor, Léopold Sédar. 1970. Libertad, negritud y humanismo. Traducido por Julián Marcos. Madrid:
Tecnos.
Wallerstein, Immanuel. 2010. El moderno sistema mundial. Traducido por Antonio Resines. Madrid:
Siglo Veintiuno.
Yaksic, María José. 2014. “‘Todo lo humano es nuestro’: El pensamiento anticolonial de José Carlos
Mariátegui y Frantz Fanon.” Tesis doctoral, Universidad de Chile.
Archivos
Archivo General de la Administración (AGA).
CAJA G-1856 - 81/8125. Expediente n° 2. Informe sobre “recluta en el continente” de Agustín
González Ordóñez. 16 julio 1931.