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Una pobre pareja de leñadores vivía hace llenó sus bolsillos con piedritas. Y mientras
muchos años en una aldea. Trabajaban mucho y caminaban, las fue arrojando por el sendero. 41
ganaban muy poco, por lo que les resultaba muy caer la tarde sus hermanitos se echaron a llorar al
difícil mantener a sus siete hijos. Eran pequeños no enconftar al padre y verse perdidos en el bos-
y no podían ayudar a sus padres, y mucho que. Pulgarcito les dijo:
menos el más chiquito, que no era más alto que lloren. Yo sé enconúar el camino.
-No
el dedo pulgar. Todos 1o llamaban Pulgarcito. Siguiendo la hilera de piedrecillas blancas
Una noche en la que Pulgarcito no había podi- que había anojado por Ia mañana, volvieron a su
do dormirse de frío, oyó que sus padres hablaban casa. Los padres se pusieron muy contentos al
en voz baja. Y sin quererlo, escuchó 1o que decían. verlos regresar; pero la miseria era cada vez más
I-os leñadores estaban tan desesperados, que habÍ- grande en la casa y no pasó mucho tiempo para
an decidido abandonar a sus hijos en el bosque al que tuvieran que volver a hacer lo mismo.
día siguiente, a fin de que pudieran encontrar un Pero en esa ocasión, el padre mantuvo a
hogar donde los cuidaran mejor. Pulgarcito junto a é1, y el niño no pudo recoger pie-
Como Pulgarcito conocía los planes, a la dritas para señalar el camino. Sin embargo, supo
mañana siguiente cuando pafieron todos los hallm un recurso: al partir, la madre había dado un
niños hacia el bosque con su padre, el pequeño mendrugo de pan a cada uno. Pulgarcito no comió
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el suyo, sino que fue echando las migas por eI a la buena señora que habiéndose perdido con
camino. De esa manera, volvería a hallar el sende- sus hermanitos en el bosque, sólo le pedía que los
ro que llevaba ala choza donde vivían con su dejara pasar esa noche al abrigo , que no la moles-
familia. tarían mucho, y que al día siguiente partirían en
Ofra vez, al caer la noche, lloraron los niños busca de oto refugio.
por estar perdidos. Y Pulgarcito les repitió: La anciana los miró con aire sorprendido pri-
lloren. Yo sé encontrar el camino. mero,luego movió con pena la cabeza y por fln,
-No
Inútilmente buscó las señales que él había les dijo:
dejado por la mañana. Los pájaros habían devo- míos, yo les
aconsejaría que
-Queridos
rado las migas arrojadas por el pequeño, y nin- siguieran caminando. Aqul la pasarían mal. El
guna señal quedaba para guiarlos. Dieron vuel- dueño de esta casa es un ogro que se come a los
tas y vueltas en medio del bosque oscuro, y cada niños. Como ya no debe tardar en llegar, creo
vez se senlan más desesperados. que 1o mejor será que se marchen enseguida.
Pero Pulgarcito era valiente, y trató de dar Los niños tuvieron miedo al oírla, pero ya no
iánimo a sus hermanos, que pese a ser mayores podían dar un paso más, tanto era su cansancio,
que é1, lloraban y lloraban. y le suplicaron que por 1o menos, por esa noche,
dijo- . Es posible que halle- los dejma enfar. Prometieron muy seriamente
-Esperen -les
mos la manera de salir de aquí. pennanecer callados y escondidos mientras
Se subió a un fubol, y trepando a la rama más estuviera el ogro, y que, al día siguiente, con las
alta, se puso a mirar hacia lo lejos. Estaba todo primeras luces, se marcharían.
muy oscuro, pero a la distancia, alcanzó a ver A la señora le dio mucha lástima la situación
una luz y dio un grito de alegría. Bajó nípida- de los niños, y los hizo pasar. Cuando los chicos
mente del árbol y contó a sus hermanitos que a se vieron denffo de la casa y al abrigo, se sintie-
lo lejos había visto una casa. ron tan felices que creyeron soñar.
Entonces, todos se dispusieron a emprender La anciana les dio de comer, luego escondió
el camino en busca de ese refugio, para pasar la los restos de la cena, y les dijo que se metieran
noche cómodos y abrigados. debajo de la cama para que el ogro no los viera.
Anduvieron un largo rato, tan largo que ya Ella misma los ayudó a esconderse, y después se
creían que se habían perdido de nuevo, cuando sentó a tejer como si estuviera sola.
volvieron a ver que brillaba una luz entre los Al
poco rato escucharon fuera unos pasos
árboles. Y unos pasos más adelante, se enconffa- fuertes y la puerta se abrió de golpe: el ogro
ron frente a una casita de agradable aspecto. enffó en la casa.
Los niños dudaron un poco antes de llamar, Protestó a gritos porque la anciana no tenía la
porque no sabían cómo serían recibidos. Pero comida sobre la mesa, y la pobre mujer corrió a
era tanto el temor que sentían de permanecer en la cocina a ffaer la fuente.
el bosque, que por fin se decidieron, y golpearon El ogro comió con apetito, y cuando se sintió
tímidamente a la puerta. satisfecho, se repantigó en un sillón y se puso a
A1 cabo de unos momentos, asomó la cabeza husmear el aire.
una anciana de rostro bondadoso. Pulgarcito, - ¿Quién estuvo aquí? -preguntó-. Huelo
decidido, habló en nombre de todos, y le explicó a niño. ¡Lo he de encontrar! afirmó.
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Se puso a buscar, revisó por toda la casa. Al ala cama, y se durmió. En cuanto Pulgarcito 1o
mirar debajo de la cama, encontró a los siete chi- vio desaparecer, despertó a sus hermanos, y
quillos aterrados . huyó con ellos de la casa.