Está en la página 1de 5

LA LEYENDA DEL CHULLACHAQUI

E l Chullachaqui es un enano o un demonio que vive en la selva peruana y que muchas


veces ha sido visto por los pobladores de Iquitos, el nombre proviene de dos palabras
quechuas, Chulla= Desigual, y Chaqui= pie, que juntos significan "los pies desiguales".

Según los pobladores de Iquitos, que han visto a este enano, tiene la habilidad para
transformarse en cualquier otra persona que él desea para engañar visitantes o las personas que
viven en la selva. Puede aparecer como un miembro de la familia o un amigo cercano, para de esta
manera, engañar a los pobladores y conducirlos por caminos imposibles de recordar, con la
finalidad de introducirlos en lo profundo de la selva y hacerlos perder.

Los que han logrado escaparse de los engaños de este enano, cuentan que la única forma de
identificarlo es que éste logra cubrir en todo los posible sus pies, ya que puede cambiar de
apariencia, pero no puede cambiar la forma de sus pies, porque tiene un pie de humano y un pie
de cabra.

Según esta leyenda, una familia fue a la selva con la finalidad de conseguir leña para una actividad,
los padres dejaron en un campo plano a sus dos hijos, que tenían 4 y 7 años, dándoles como
advertencia que no jueguen ni conversen con nadie, al irse los padres, el niño de 7 años vio en un
árbol a un vecino de su casa que le hacía señas desesperadamente para que le dé el alcance, pero
como el niño recordó la advertencia de sus padres no le hizo caso, al volver sus padres, les contó lo
sucedido, los padres fueron a buscar a su vecino, pero lo único que hallaron, fueron unas huellas en
el barro de un pie de humano y una pezuña de cabra.

LA LEYENDA DEL AYAYMAMA


Cuenta la leyenda que en un pueblo la gente estaba muriendo por una enfermedad y que la madre
de dos niños, sintiéndose con los primeros síntomas, quiso salvar a sus pequeños llevándolos al
monte.
Al día siguiente los llevo cerca de una linda quebrada, abundante en peces y árboles frutales, los
dejó con muchísima pena, sabiendo que no los volvería a ver nunca más. Ellos jugaron, comieron
frutos y se bañaron en dicha quebrada, pero al llegar la noche, al notar que su madre no volvía,
partieron en su búsqueda, quedando totalmente perdidos.

Asustados, llorando de pena, deseaban ser aves para poder volar donde su mamá. El monte tuvo
pena y los convirtió en pequeños pájaros y volaron. Pero cuando llegaron a su pueblo, vieron que ya
nadie había: todos habían muerto.

Desde entonces, no dejan de volar y volar. Y cuando se posan en lo alto de un árbol, cansados de
buscar a su madre, hacen oír su canto lastimero ayaymamá.

LA LEYENDA DEL CHULLACHAQUI


Calixto, era un joven que residía en la zona rural, muy distante del pueblo.
Todos los fines de semana iba a vender sus productos agrícolas y se hospedaba donde su tío. El lunes muy
temprano retornaba por un angosto camino que le conducía hasta su casa, atravesando un amplio monte lleno de
animales peligrosos. No tenía miedo, era valiente, un fin de semana se adelantó en volver, era «domingo siete».
-Calixto, quédate, es un día malo… -dijo su tío.
El joven hizo caso omiso a la petición de su tío. Arribó al atardecer a su casa y escuchó silbar a las perdices al filo
de la chacra, cogió su escopeta y se fue a cazar.
De inmediato llegó al lugar, con mucha precaución se fue acercando donde las escuchó gritar, la última vez.
Avanzaba agazapado, vio moverse una rama.
Efectivamente allí estaban posadas, levantó la escopeta, apuntó y disparó en el bulto. Las aves volaron y una cayó
al suelo, estaba buscando y escuchó que algo pataleaba, la perdiz daba sus últimos momentos de vida, arrimó su
escopeta a un árbol.
Cuando se proponía levantar la presa, apareció un ser exótico muy raro que le impidió el paso.
Se quedó turulato, era algo inaudito. El ser extraño era enano, panzoncito, los dientes negros y sobresalientes,
completamente peludo como un oso, tenía una melena larga que llegaba hasta el suelo, un pie al revés, y usaba
hojas como vestido, en realidad era horrible.
El pequeño hombrecillo agarró al joven para morderlo y se pusieron a pelear, después de una ardua riña aprovechó
un descuido, de su adversario, propinándole un fuerte golpe, de inmediato le soltó.
Con mucha agilidad saltó donde estaba su escopeta y disparó contra el extraño en todo el vientre. El enanito cayó
de espalda al suelo, las tripas se le chorreaban y tenía que metérselas en su lugar.
Calixto al ver esa escena botó su escopeta y se olvidó de la perdiz, corrió pidiendo auxilio.
Llegó a su casa botando espuma por la boca, subió dos gradas y cayó desmayado al piso de emponado.
- ¡Mujer, algo extraño le ha sucedido a Cali!, sale a la puerta y encuentra tirado a su vástago, se asusta al verle en
ese estado, llama a su mujer, busca su zapato, atiende al desmayado, coge su machete y el candil. ¡Cuida de Cali,
iré en busca del curandero!
Al cabo de un cierto tiempo llegaron los dos hombres. El curandero se ocupó del joven tomándole el pulso.
-Pronto estará bien.
El curandero se puso a fumar su cachimbo, y con el humo iba soplando por la cabeza y resto del cuerpo de
Calixto, que permanecía echado en el emponado, sin poder hablar. Hizo tres veces la misma operación.
– Ya está curado.
- ¿Qué ha tenido? -preguntó el padre.
- ¿Qué ha sufrido mi hijito?… -la madre se pasea por el emponado.
-Señor -se sentó y se dibujó una sonrisa irónica en el rostro-, fue el
Chullachaqui que le asustó.
- ¿El Chullachaqui? -repitieron los padres.
Fuera de casa, el curandero narró como sucedió. Los padres se
asombraron.
-El Chullachaqui es el diablo de la selva, les aparece a todas las
personas que no creen en Dios, o no están bautizados, el muchacho
estará bien, ya pasó todo el peligro.
Al día siguiente relató a sus padres, igual como había narrado el
curandero. Luego se dirigió al lugar de lo ocurrido a recoger la escopeta.
El terreno donde lucharon estaba todo revuelto. Al ave la estaban comiendo las hormigas y a un costado se
encontraba un pequeño tronco podrido con un agujero en medio.
-Regresemos a casa -dijo el padre-. Ahora pensemos en los padrinos para bautizar a Cali.
-Si, los padrinos -dijo la Mujer.

En medio del bosque vivían tres hermanos con sus padres. Cierto día ellos salieron a
cazar animales dejando a sus hijos solos en casa, bajo el cuidado del hermano mayor. Los
niños extrañaban a sus padres, por lo que, aprovechando que su hermano mayor se
quedó dormido, salieron rumbo al bosque en busca de sus padres.
Avanzaron por senderos y trochas angostas, hasta que cayó la noche y los dos niños
estaban perdidos en medio de la espesa jungla. Empezaron a llorar de hambre y
desesperación, y el cansancio también se había apoderado de ellos. Lloraban y pedían
que su mamá estuviera para auxiliarlos. Entonces el espíritu del bosque al ver a los dos
pequeños desprotegidos, sintió compasión y los convirtió en pequeñas aves para que
vuelen de regreso a su casa.

Al llegar a casa se enteraron que su madre murió de tristeza al darse cuenta de la pérdida
de sus dos hijos. Desde ese día los hermanitos vuelan por la selva emitiendo su canto que
suena como un lamento «ayaymama» en alusión al pésame de su madre.

LA LEYENDA DEL AYAYMAMA


Cuenta la leyenda que en un pueblo lejano una mujer viuda la cual tenía dos hijos un varón y una
mujer vivían en una situación muy rústica. Entonces la mujer se reunió con un joven, pero las
condiciones de la mujer no se arreglaron. Se alimentaban de peces, frutos, mazato, chapo, este
hombre odiaba a sus hijos, no quería que se alimentan de lo que él ponía, así que obligó a su mujer;
para que abandonara a sus hijos, la mujer, que quería más a su marido que a sus hijos, acepto.

Después el hombre con el propósito de engañarlos les dijo: hijos mañana nos iremos a buscar
churos; al día siguiente la madre de los niños se levantó tempranito, les llamó y los vistió con el
mejor traje que ellos tenían; oculto de su marido les puso en sus bolcillos, granos de maíz y
pequeñas piedrecitas y les dijo que en cuanto entran al monte que rieguen los granos de poco a
poco, y así lo hicieron hasta que se terminaron los granos, pero ya cerca al sitio, donde el padre los
dejaría. Llegaron, y el hombre preparó una pequeña barbacoa, en donde ellos podían más o menos a
alcanzar. Los acomodó en ese sitio y les dijo: espérenme aquí que en seguida regreso voy a traer los
churos, los niños se quedaron contentos comiendo sus fiambres que llevaron, terminaron de comer
ellos jugaban y jugaban, las horas pasaban, la tarde llegaba; los niños se afligían lloraban llamando
a su padre que ya había regresado a su casa.

Por último, la noche llegó se oscureció los niños querían regresar, pero no podían porque era muy
oscuro. Se acostaron y durmieron; despertando de un sueño, lloraban llamando a su madre; pero no
oían ni rumores de gente. Amaneció el día y comenzaron a buscar el camino. Luego encontraron las
piedritas, pero los granos de maíz las palomas los comieron. Guiados por las piedritas al segundo
día llegaron a su casa. Sus padres los recibieron muy alegres les dieron de comer, los convidaron la
comida; niños quedaron satisfechos después de comer. Al siguiente día su padre nuevamente los
llevó más lejos, los niños ya no llevaron nada y llegando a un lugar donde ellos ya no podían
regresar; allí comenzó a crecerles plumas de color blanco, en los brazos y por todo el cuerpo. Las
uñas comenzaron a desarrollarse transformándose en garras, la boca se transformó en pico,
Comenzaron a volar y a alimentarse de pequeños gusanos e insectos. Desde entonces, no dejan de
volar y volar. Y cuando se posan en lo alto de un árbol, hacen oír su canto lastimero ayaymamá.

También podría gustarte