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Trastornos Visuales y Auditivos
Trastornos Visuales y Auditivos
Los procesos visuales son evolutivos y adquiridos mediante aprendizaje y maduración, por lo
que la carencia total (ceguera) o parcial de visión ocasionará problemas evolutivos en el resto
de ámbitos (motor, manipulativo, cognitivo, etc.). La carencia de visión no implica un retraso en
el desarrollo, si no que intervendrá en la afectación de otros procesos.
Con respecto a la discapacidad motriz, puede ser congénita o adquirida, afectando al desarrollo
en diferentes aspectos relacionadas con la movilidad, el control postural, el dominio voluntario
de los movimientos, la imprecisión en la ejecución de actividades manuales, la escasa fuerza
para ejecutar una tarea, las dificultades para la articulación, etc..
En lo que se refiere a los trastornos auditivos, en la mayor parte de las sorderas, la persona que
la padece posee restos auditivos, susceptibles de amplificación y que, bien adaptados y
aprovechados, facilitarán un desarrollo del lenguaje oral. Al referirnos a la sordera debemos
tener en cuenta las particularidades que representa la condición de sordo, así como los
diferentes aspectos y grados de esa sordera.
La persona sorda es “aquella cuya audición residual imposibilita la comprensión del habla por
vía auditiva exclusivamente, con o sin ayuda de prótesis auditivas”, mientras que la hipoacúsica
es “aquella cuya audición residual hace difícil, pero no imposible, la comprensión de la palabra
por vía auditiva exclusivamente, con o sin ayuda de prótesis auditiva, adquiriendo formación
básica del lenguaje interior”.
Tipos de trastornos
Los trastornos visuales son la ceguera (congénita o adquirida) y deficiencia visual (temporal o
permanente), con diferentes grados según parámetros de agudeza y campo visual. Este tipo de
trastornos de traduce en limitaciones en la cantidad y la variedad de experiencias, en la
capacidad de conocer el espacio que lo rodea y moverse libremente y en el control del entorno
y en las relaciones que establece que cada persona establece con él.
Por último, según el grado de afectación, podemos diferenciar entre pérdidas auditivas leves,
severas o profundas.
Cuando un niño o adolescente presenta este tipo de trastornos, es fundamental poner atención
en la elección de la escuela y en la adaptación del currículum para asegurar la optimización del
desarrollo de la autonomía personal, la motricidad gruesa y fina o la comunicación y
socialización.