8.

JESÚS Y EL SUFRIMIENTO
INTRODUCCIÓN
El sufrimiento acompaña al ser humano
a lo largo de toda la vida. Las causas del
sufrimiento son infinitas: enfermedades,
injusticias, violencias, guerras, fracasos,
calumnias, catástrofes naturales, etc.
Dicho de otro modo: el mal/sufrimiento
asume formas infinitas a nivel individual:
físico, psíquico, moral; a nivel social: guerras,
genocidios, violencias, opresiones, injusticias
etc.; y a nivel cósmico: terremotos,
inundaciones, huracanes, etc. No existe el
mal/sufrimiento abstracto, sino sólo y siempre
en unas relaciones históricas concretas.
El sufrimiento podemos decir que es la
experiencia humana del mal. Lo que llamamos
“mal” es la experiencia humana del fracaso de
vivir con gozo, con alegría. Si mi deseo de vivir
fracasa con tanta frecuencia por enfermedad,
por pérdida de personas queridas, por
destrucciones, por guerras, por opresiones e
injusticias y, al final, por la muerte, ¿puedo
seguir diciendo que tiene sentido no sólo el
vivir, sino incluso el deseo de vivir?.
El mal/sufrimiento, entonces, es
escándalo, problema, interrogante sobre el
sentido de la existencia humana. No se trata de
superar, vencer o eliminar el mal/sufrimiento,
sino más bien de cómo pasar del sin-sentido al
sentido del vivir humano. El problema no atañe
sólo al mal/sufrimiento en sí mismo, sino
especialmente a la relación del hombre con el
sentido de la vida, es decir, con Dios. Así pues
no se trata de explicar el sufrimiento, ni mucho
menos de mostrar su sensatez, sino de encontrar
un sentido para el hombre que se ve torturado
por él. No se trata de comprenderlo sino de
comprender qué sentido tiene la existencia
humana atravesada por el mal/sufrimiento.
No es lo mismo dolor que sufrimiento.
Llamamos dolor al padecimiento corporal,
físico; y sufrimiento al padecimiento anímico,
sin olvidar que repercute el uno en el otro.
Podemos, pues, decir que el sufrimiento lo
experimenta la persona, no simplemente el
cuerpo. El sufrimiento abarca el dolor físico,
corporal, pero en modo alguno se limita a él.
Después de lo dicho hemos de afirmar sin
rodeos que el dolor, el sufrimiento es un
misterio: el misterio del hombre pecador y Dios
creador. No podemos entender que Dios Padre,
que ama a los hombres, permita que sufran.
¿Cómo vivió Jesús el sufrimiento?.
 Cristo asumió el sufrimiento sin desvelar el
misterio, sin suprimirlo, como medio de
redención de los hombres y como camino
para restituirnos la plena amistad con Dios.
 La respuesta de Dios al sufrimiento del
hombre es la paradoja de la pasión y la
muerte de su Hijo: se dejó golpear, herir y
someter al sufrimiento para vencerlo. Por
consiguiente, la respuesta de Dios al
sufrimiento humano es la “compasión”, la
solidaridad en el mismo.
 La pasión y muerte de Jesús es el acto más
grande de Jesús a la humanidad.
 Jesús no busca el sufrimiento, lucha contra
todo sufrimiento. Los milagros son la
demostración visible del deseo de Dios de
liberar al hombre del sufrimiento. Esto
aparece de manera ejemplar en la curación
del endemoniado de Gerasa. (Mc. 5, 1-20).
 Jesús sufre para solidarizarse con los
marginados, con los que sufren, con los
enfermos.
 Jesús sufre la cruz en solidaridad y
comunión con los que sufren. Se
compadece con las mujeres que se
compadecen de él mientras camina con la
cruz; se preocupa del malhechor crucificado
con Él, y de su madre que sufre porque va
a quedarse sola.
 Ante el sufrimiento, Jesús adopta una
postura práctica, sanante. Ve que es un mal
y pasa aliviando y curando a los que sufren.
 A Jesús el sufrimiento no le endurece ni le
encierra en sí mismo; antes bien le hace
sensible al sufrimiento de los demás.
 Jesús sufre unido a su Padre, en comunión
con su Padre y fiándose plenamente de Él
(Lc. 23, 46).
 Jesús nos envía su Espíritu de Consolación
que nos hace capaces de sufrir como Jesús
y con Jesús, llenándonos de esperanza.
 Jesús sabe que sólo en la Jerusalén celeste
desaparecerá todo dolor y sufrimiento.
 Jesús no pronunció discursos sobre el
sufrimiento, pero sufrió personalmente
hasta morir en la cruz, a pesar de ser
inocente.
¿Cómo vivió Jesús la pasión y la
muerte?.
Debemos decir que la pasión y la
muerte de Jesús es escándalo y enigma: “ El
lenguaje de la cruz es locura para los que se
pierden, pero para nosotros, que nos salvamos,
es poder de Dios” (ICor,. 1, 18). Ante el
crucificado no se aclaran todos los misterios de
la vida del hombre, ni el misterio del
sufrimiento, pero sí muchas cosas: una de ellas
es que el sufrimiento y la muerte pueden tener
valor salvífico y redentor.
En el Getsemaní, Jesús ante el
sufrimiento que le invade, siente miedo,
angustia, necesita desahogarse y que alguien le
acompañe.
Jesús encuentra en la oración la fuerza
que necesita. Así en el Huerto de los Olivos y
en la cruz (Mt. 16, 39 y Lc. 23, 46).
Jesús no busca el sufrimiento, pero
asume su propia crucifixión.
Consecuencias pastorales.
 No debemos buscar el sufrimiento, sino
luchar contra todo sufrimiento.
 No podemos cultivar nuestra propia
felicidad ignorando el sufrimiento de los
demás.
 Vivamos el sufrimiento unidos al Padre.
 Jesús ante el sufrimiento siente miedo y
necesita desahogarse y que alguien le
acompañe. Acompañemos, escuchemos a
los enfermos, familiares de los enfermos
que ciertamente están sufriendo.
 Jesús sabe que el sufrimiento no tiene la
última palabra. El sufrimiento pasa, la vida
no. La fe en Cristo resucitado y
misericordioso nos debe llevar a creer que
el sufrimiento no tiene la última palabra. Lo
vivamos con esperanza y tratemos de
infundir esta esperanza a los enfermos y
familiares de los mismos y a todos los que
sufren.
 Jesús vive la pasión y muerte en solidaridad
con lo que sufren. Hagamos nosotros lo
mismo y tratemos de que esta actitud vaya
trasmitiéndose.
 Jesús no envía su Espíritu para que vivamos
el sufrimiento con sus actitudes. Pidamos
al Señor que nos envíe dicho Espíritu y lo
derrame sobre los que sufren, sobre los
enfermos.
 Jesús encuentra en la oración la fuerza que
necesita para vivir el misterio del
sufrimiento. Saquemos las consecuencias.
 Como Jesús, escuchemos a los que sufren.
La persona herida por el sufrimiento
encuentra alivio cuando tiene la
oportunidad de contar y compartir sus
sufrimientos.
 Nada que alivie tanto el sufrimiento como
el sentirse querido, amado, valorado. Repito
saquemos las consecuencias.
 Para el creyente, el sufrimiento padecido en
unión con Cristo crucificado tiene valor
redentor.
 El sufrimiento puede tener fuerza
liberadora: Puede servirnos para librarnos
de nuestro egoísmo, para abrirnos a los
demás, para hacernos más solidarios.
 El que acompaña al que sufre, al enfermo,
ha de ayudarle a cultivar actitudes positivas
como asumir su propia debilidad, paciencia
activa, sentirse útil, preocuparse por los
demás, ser agradecido.
 Como Jesús, pasemos aliviando a los que
sufren. Seamos realistas.
 Ayudemos al enfermo y al que sufre a
descubrir que el sufrimiento puede ser el
camino para encontrarnos con nosotros
mismos, con los demás y con Dios.
 Para los creyentes un camino muy
importante para vivir el sufrimiento con
esperanza y con paz es la oración y la
recepción de los sacramentos,
especialmente, la Eucaristía y la Penitencia
y la Unción de enfermos.
 Muy importante: A ejemplo de Jesús
hemos de luchar contra todas las causas del
sufrimiento y emplear todos los medios
lícitos y éticos para combatirlo.
En definitiva: Vivamos y enseñemos a vivir
el sufrimiento con las actitudes y
comportamientos de nuestro Señor Jesucristo.
Texto evangélico: Mateo 26, 36-43.
Cuestionario.
 ¿Nos develó Jesús el misterio del
sufrimiento?.
 De las actitudes de Jesús ante el sufrimiento
¿cuáles te parece más importantes?.
¿Cuáles son las que más te impactan?.
 ¿Qué hacer para vivir y enseñar a vivir el
sufrimiento con las actitudes de Jesús?.
 ¿Qué te dice el texto evangélico leído?.
Compromiso.
ORACIÓN COMUNITARIA
Amigo Jesús:
Tú tomaste el sufrimiento
como instrumento acertado
para redimir al mundo.
Es cierto que no lo has suprimido,
ni has desvelado enteramente su misterio.
En el Getsemaní,
cuando te morías de angustia,
Tú perseveraste en llamar a Dios: Padre mío.
Esta actitud tuya es para mí luz transparente
y quiero imitarte y vivir el sufrimiento
y enseñarlo a vivir a los demás
con esta actitud tuya,
sobre todo, a los enfermos y sus familiares,
a quienes trato de acompañar, cuidar y curar.
Jesús:
que todo sufrimiento,
unido a tu pasión y muerte,
sirva para aplicar hoy la Redención.
Que los enfermos y nosotros mismos,
en nuestros Getsemanís,
sigamos llamando a Dios: “¡Padre mío!”.
Amén.