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La cruz será el camino para la resurrección. ¿Vale la pena sufrir? ¿Qué sentido tiene?
Los sentidos del sufrimiento. Y... ¿se puede ser feliz sufriendo?
La enfermedad, el sufrimiento y el dolor, son un gran problema para los hombres y mujeres de
todos los tiempos. Parecen innatos al ser humano. Lo acompañan durante toda su vida. Y denotan
su impotencia, límite, finitud; y presagian su destino final: La muerte.
Y si la enfermedad y el dolor se vinculan al pecado y al mal, la vida y la salud total se las relaciona
con la fidelidad a Dios y a sus mandamientos.
Por ello, cuando se habla escatológicamente, con un sentido final, y esto resalta en los Apocalipsis,
se pone de manifiesto que allí “no habrá llanto ni dolor”, se perdonarán las faltas y serán
destruidas la enfermedad, la muerte y el dolor.
Pero también, para los que los saben descubrir, producen frutos y efectos positivos.
Antes que nada. Tendríamos que decir que el sufrimiento es el padecimiento subjetivo (personal)
de algún mal.
El mal.
Podemos definirlo como la carencia de un bien que debería estar y no está: Por ejemplo, la
enfermedad es un mal en cuanto que carencia de la salud que debería acompañarnos y no lo hace.
La mutilación de alguno de nuestros miembros es un mal, pues correspondería a la naturaleza
humana el tener la plenitud de sus miembros.
Pero no es un mal que a un hombre o a una mujer le falten alas, porque eso no es un bien
correspondiente a su naturaleza. Sí sería un mal para el águila el no tenerlas, o que le falte alguna,
pues en ella sí es un bien que debería estar.
Veamos ahora los sentidos del sufrimiento, las respuestas que se pueden dar ante él (si las hay), la
parte positiva que algunos logran entrever.
¿Trasgresión?
Un sentido también innato en el ser humano es el del castigo o pena por una transgresión o
pecado. Como decíamos antes, queda patentado en la pregunta:-“-¿Por qué?”. O: “-¿Por qué a
mí?”. O: “-¿Qué hice?”. O la apelación a la justicia o injusticia de Dios.
¿Prueba?
Otro sentido es el de la prueba. Es el caso de Job, cuyo libro es fácil y hermoso de leer, como una
narración pedagógica del Antiguo Testamento. Enseña sobre el sentido del dolor.
En el libro de Job, como vemos en los capítulos 1 y 2, Satanás se aparece entre los ángeles a Dios,
para decirle que Job le es fiel porque le da los mejores bienes, y porque tiene la mejor mujer y los
mejores hijos de todo Israel.
Para probar la fidelidad de Job, Dios permite que Satanás le quite primero todos los bienes, y
luego a todos sus hijos.
Job permanece fiel a Dios, a lo que Satanás responde: “-Piel por piel”. Dios permite que se
apodere de Job una úlcera maligna, pero resguarda su vida.
Era tan lamentable el estado de Job, que se sienta sobre la basura y con un pedazo de teja se
rascaba la espalda. La esposa lo increpa diciéndole: “-Maldecí a tu Dios y morite”, a lo que Job
responde célebremente: “-Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor
me lo dio, el Señor me lo quitó, ¡bendito sea el nombre del Señor!”.
Los amigos tratan de convencerlo de que los males que lo aquejan son efecto de alguna falta, pero
Job proclama constantemente su inocencia.
Finalmente interviene Dios, asegurando la inocencia de Job, pero enseñándole al que le pedía
cuentas de su actuación, que no es quién para pedirle razones, y que el portarse bien no significa
que todo le va a ir bien. Sino sería algo interesado. Hay que amar por amar, no para que a uno le
vaya bien en todo... (Nosotros tenemos el ejemplo de Jesús, que nos dejó un camino para seguir).
Como en los mejor cuentos, Job vuelve a tener una innumerable cantidad de bienes, y los mejores
hijos e hijas de Israel.
Fue un sentido de prueba a la fidelidad de Job, y sin duda que recibió también una enseñanza.
¿Pedagogía de Dios?
Sentido redentor.
Ayuda a la propia redención y salvación y, completada ésta, ayuda a redimir a los demás.
Como decía San Pablo: “-Completo en mi cuerpo lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor
de su Cuerpo, que es la Iglesia”.
No es que a la pasión de Jesús le falte algo, pero ha dejado un lugar para que incorporemos a ella
nuestros propios sufrimientos, haciéndolos valiosos y con sentido.
Eso sí, como el de Jesús, nuestro sufrimiento debe ser “amoroso”.
La alegría de padecer.
Por último, tenemos la enseñanza de San Pablo: Él “se alegra” en los sufrimientos.
Es más, manifiesta que está “crucificado” con Cristo. Vive él, pero en realidad, no es él, sino que
Cristo vive en él.
Podemos concluir que el sufrimiento, para el cristiano maduro, es como un regalo de Dios, que no
solamente lo une a Él, sino a sus hermanos, a los que ayuda a redimir.
Terminemos con una frase de Teresita del Niño Jesús, la cual decía que le era “imposible sufrir”, y
que deseaba estar apartada de Cristo (“en el infierno”, máximo sufrimiento posible), para que
alguien Lo ame desde allí.
Sí, aún en medio de los sufrimientos, el dolor y la muerte que nos rodea y nos invade, podemos
ser felices en Jesús Resucitado, participando de su gloria y de su poder amoroso-redentor.
http://es.catholic.net/op/articulos/54367/cat/840/cual-es-el-sentido-del-sufrimiento-
cristiano.html