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Aquí se conservan 105 años de historia, desde que, al quedar huérfana de madre,
la niña Elisa López Salinas, de 9 años de edad, sorprendió a la tía que la cuidaba
diciéndole que quería hacer y vender cajetas.
Con el paso del tiempo y el apoyo de su tía fue ampliando los sabores. Apareció la
deliciosa cajeta de leche y cacao, luego otros sabores como la toronja, zapoyol,
batata, manjar de leche y las mermeladas de maracuyá, mango, tamarindo y
Jamaica, muy demandados por nicaragüenses y extranjeros.
Muchos turistas llegan a Diriomo únicamente para disfrutar del sabor de estas
cajetas y llevarlas a sus países de origen, expresa doña Adela, quien se muestra
contenta con la acogida que ha tenido esta empresa familiar.
Doña Adela, que ahora está a cargo de la cocina, dice que su madre, con 85 años
de edad, tiene dificultades para caminar por causa de la artritis, “pero en general
ella está bien”.
Pero, después de las hojas de sereno y antes del celofán, las cajetas venían en
papel de envolver, tiempo después cambiaron a papel espelmado y
posteriormente a plástico, hasta que dieron el salto al día de hoy. La pequeña
empresa ha procurado un producto de calidad y por eso cuenta con un registro
sanitario otorgado por el Ministerio de Salud, un código de barras para mayor
control y sus respectivas fechas de vencimiento.
Reconocimientos
En esa ocasión, muy contenta con la noticia, doña Socorro manifestó a El Nuevo
Diario que dicho premio se le entregaba a empresas u organizaciones
procedentes de diferentes países del mundo que implementan la cultura de la
calidad. Para hacerse merecedoras del premio, estas empresas deben tener una
clientela altamente satisfecha.
El galardón estaba previsto a entregarse en abril de ese mismo año durante una
cena de gala en los Salones Concorde, en París, Francia, pero no ocurrió así
porque ningún miembro de la familia pudo asistir.
Doña Adela señala que aunque hay épocas en que las ventas permanecen “frías”,
“no deja de venderse algo”. Una de las temporadas de mayor movimiento es –
indudablemente– el mes de diciembre cuando los nicaragüenses buscan preparar
su “gorra” o brindis para las celebraciones de la Purísima con riquísimos dulces.
Las fiestas patronales en honor a la Virgen de Candelaria que se celebran en
febrero, también “mueven” las ventas. “En Semana Santa y agosto que se
celebran fiestas patronales en varios departamentos también nos va bien, no nos
quejamos”.
La señora afirma que los diriomeños son quienes menos consumen el producto, a
diferencia de extranjeros y de nicas que habitan en otros departamentos de
nuestro país. “No es un producto de primera necesidad para los diriomeños,
quizás algunos tienen familiares en el extranjero y compran para enviarles”.
“Muy rica”
En la década de los 60, relata Chacón, hubo una importante feria en la ciudad de
Granada, a la que asistieron empresarios y personalidades nicaragüenses y
extranjeras. “En esa ocasión vino el cónsul de Israel acompañado de otros
diplomáticos de su país y probaron las cajetas, quedaron encantados por el sabor,
dijeron que eran deliciosas, la única recomendación que hicieron a don Augusto es
que buscara una envoltura y un logotipo para que terminara de cautivar al público”.
Animado con esta experiencia y con una visión de futuro, don Augusto se interesó
en buscar un empaque adecuado “según Chacón– y fue así como apareció una
primera caja. “Ellos crearon un estilo y gusto único. El producto era para chuparse
los dedos y Diriomo adquirió un ribete espectacular. Se convirtió en la capital de
las cajetas en Nicaragua. Sigue siendo un referente”, enfatizó.