Está en la página 1de 6

REPORTE DE LECTURA

Treinta años de Economía de la Educación


Jean-Claude Eicher

ASIGNATURA
Economía de la Educación (Grupo F)

NOMBRE DEL ALUMNO


Maria Eugenia Osorio Garcia

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO


Dra. Mónica Alcaraz Munguía
Bogotá, Colombia; septiembre 17 de
2017.

INTRODUCCIÓN

El propósito del presente texto es contribuir a la discusión sobre la manera


en que la economía y sus esquemas de financiación aportan al mejoramiento
de la calidad en la educación. Dicha contribución tiene como referencia el texto
Treinta años de la economía de la educación de Jean Claude Eicher, quien
presenta un panorama sobre la evolución de la economía de la educación
desde los años setenta, partiendo del modelo de la teoría clásica, cuyo eje
central es la tasa de rendimientos que se genera a partir de la relación entre la
inversión en educación y el aumento de las capacidades productivas de quien
la recibe, pasando por las críticas y cuestionamientos a este modelo desde un
enfoque de la oferta, para finalizar en las nuevas orientaciones sobre la
economía de la educación en la perspectiva de una diversificación de las
distintas orientaciones sobre la relación entre los sistemas educativos y
productivos en las sociedades actuales.

DESARROLLO TEMÁTICO

Si entendemos por economía de la educación aquella relación entre la


manera cómo los individuos eligen usar sus recursos escasos, de acuerdo a su
nivel de formación, conocimientos y habilidades, entendemos el gran desarrollo
y diversificación que ha tenido esta rama de la economía en los últimos sesenta
años. Desde entonces, se han incrementado los estudios en torno a la relación
entre el crecimiento económico de las sociedades y la inversión en formación
que hacen los Estados. Dicho crecimiento puede ser explicado a partir de
múltiples factores, entre ellos, cabe destacar el proceso de globalización que
trae consigo una apertura de mercados, así como la diversificación de bienes y
servicios que incrementa tanto la demanda como la oferta de estudios
especializados, lo cual redundaría en un crecimiento económico de las
empresas en cada uno de los países.

Uno de los primeros modelos que analiza la relación entre educación y


economía es la teoría clásica del capital humano. Si bien, es posible rastrear
sus orígenes en Adam Smith con su idea de que aquellos individuos que han
sido educados -invirtiendo trabajo y tiempo- pueden realizar trabajos que les
restituyan aquello que invirtieron en su proceso de formación, su auge es
reciente debido al incremento de personas especializadas en diversas ramas
del conocimiento que muestran como necesidad el dominio de diversos
aprendizajes.

Como resultado de este auge, la teoría clásica parte de la idea de que


quienes se educan tienen más posibilidades de incrementar el capital (Eicher,
1988). Aquello que permite incrementar la diferencia de productividad entre
diferentes individuos sería el nivel de inversión que realiza en su formación,
puesto que cualquier individuo, al incorporarse dentro de un sistema productivo,
está aportando aparte de su fuerza física y talentos particulares, todo el acervo
de saberes conseguidos por medio de los diferentes procesos educativos
(Pons, 2004). Se observa, por tanto, que ya desde los inicios se resalta la
importancia que tiene la formación sobre la productividad individual.

Para demostrar esta premisa se apelan a las cualidades naturales de las


personas, la inversión que realizan en formación, la posibilidad de continuar los
estudios teniendo como referencia una tasa de rendimiento superior a otras
inversiones. Es importante señalar, en este punto que la teoría clásica del
capital humano parte del deseo de los individuos en torno a aquello que permite
incrementar sus salarios de acuerdo a su nivel de formación, por eso se
constituye como teoría de las demandas.

En el esquema que se presenta a continuación se sistematizan las


propuestas que cuestionan el modelo de teoría clásica del capital o teoría de
las demandas.
Figura No 1. Críticas al modelo de teoría clásica (Elaborado por la autora).
Sin embargo, esta propuesta trae consigo numerosas críticas, entre ellas,
la de reconocer factores biológicos (sexo, raza, edad) al momento de mostrar el
nivel de productividad, pues se desconocen variables como la familia o el
entorno y su incidencia en el incremento de las capacidades productivas de los
seres humanos. frente a esto se debe ampliar la perspectiva y observar un
conjunto de variables que pueden incidir en el nivel de productividad. Para ello,
sería importante observar el nivel de calificación de los maestros y el último
nivel cursado por el educando.

Éstas tres propuestas indican que el nivel de formación no es la única


característica que incide al momento de contratación por parte de una empresa,
en ocasiones la reducción de los costos en relación al pago de salarios muestra
que las empresas tienden a diversificar los factores, no apelando
exclusivamente al nivel de formación, sino a procesos de adaptación laboral o
la oferta del mercado. A pesar de las críticas, las investigaciones de los últimos
años le han dado un giro al modelo de teoría del capital humano, mostrando
una mayor apertura hacia las características de las empresas, de los individuos
y la movilidad laboral. Esta última, según indica Eicher (1988), sustentado en el
francés Jarousse, tiende a generar un efecto negativo en los salarios, puesto
que los individuos que invierten una mayor cantidad de recursos en su proceso
de formación no abandonarán tan fácilmente sus lugares de trabajo.

Es importante destacar en este aspecto que las teorías que cuestionan el


modelo de teoría clásica también tienen sus debilidades. En primer lugar, al
concebir la educación como un conjunto de bienes (de inversión, de consumo
duradero y no duradero) difícilmente se puede explicar la aplicación de políticas
que permitan ver un rendimiento económico. En segundo lugar, es complejo
calcular el nivel de rendimiento, teniendo en cuenta una herramienta tan
limitada como es un diploma, pues su ingreso no es real, sino virtual, siendo
ajeno a las lógicas del mercado. Finalmente, la demanda en la educación no
obedece exclusivamente a una ley de la oferta, ya que ésta se presenta como
heterogénea, lo cual imposibilita realizar un acercamiento a los rendimientos
que generan los procesos de inversión educativa.

Este panorama indica que los modelos de demanda y oferta en la


educación han sido permeados por análisis desde otras disciplinas. Una de
ellas es la sociología, la cual posibilita observar la capacidad de elección de los
estudiantes en torno a determinadas carreras, siendo influenciada esta
decisión, en ocasiones, por el entorno social del estudiante.
Frente a esta evolución de la economía de la educación, la cual oscila
entre los modelos de demanda y oferta, se encuentran nuevas perspectivas de
investigación. Destacan aquellas que analizan los procesos de reducción de la
fecundidad en las mujeres y su relación inversa frente al nivel de estudios, así
como la calidad de los estudios de los niños en relación con el número de hijos
que tienen las familias, el entorno familiar, el trabajo realizado por los niños en
la escuela, así como las condiciones en la que estudia.

Estas variables pertenecen a los intereses de los estudiantes y sus


familias, sin embargo, en ciertas ocasiones difieren de los intereses de los
Estados pues estos tienen como propósito maximizar la utilización de los
recursos, teniendo menos cobertura en la asignación de recursos, sobre todo
en aquellas zonas que consideran subdesarrolladas, por ello, se han
incrementado las investigaciones sobre el rol de los Estados en la financiación
de la educación: ¿debe ser exclusivo de los poderes públicos o debe ser
cubierto por sectores privados? este es el giro de las actuales investigaciones
sobre la economía de la educación.

CONCLUSIONES

El desarrollo de la economía de la educación en los últimos años ha


mostrado la importancia de los procesos de inversión que realizan las
sociedades para incrementar su capital humano. Si bien, las investigaciones
oscilan entre la demanda de formación que realizan los seres humanos, así
como la oferta del mercado, es importante la diversificación de estudios que
han surgido en los últimos años intentando mostrar la mejor forma de optimizar
los recursos escasos que se poseen en el incremento de la calidad de la
educación de las sociedades actuales. Sin embargo, el derrotero de la relación
entre economía y educación debe ser la satisfacción de la demanda de
formación para todos los sectores de la sociedad, sin pasar por alto la
financiación que pueda resultar de la alianza entre los sectores privados y
públicos en los tiempos actuales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Calderón, M. Rios, M y Rolla M. (2008). Economía de la educación.


Argentina: Universidad Nacional de Cuyo. Recuperado en
http://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/2420/economiadelaeducacion.p
df
2. Eicher, J. (1988). Treinta años de la economía de la educación. Francia:
Universidad de Bourgogne. Recuperado en:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2117903
3. Pons, B. (2004). “Determinación Salarial: Educación y Habilidad. Análisis
teórico y Empírico del caso español”. Universitat de Valencia. Facultat de
Ciències Econòmiques i Empresarials. Departament d’Anàlisi Econòmica.
Valencia, España 2004. Recuperado en: http://www.tdx.cesca.es/TESIS_
UV/AVAILABLE/TDX-0125105-120455//pons.pdf
4. Salas, M. (2009). Economía de la educación. Costa rica: Universidad
estatal a distancia. Recuperado en:
http://repositorio.uned.ac.cr/reuned/bitstream/120809/437/1/GE0326%20Ec
onom%C3%ADa%20de%20la%20educación%20-%202009%20-
%20Educación.pdf

También podría gustarte