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REPORTE DE LECTURA

REPORTE DE LECTURA
10 puntos para entender el gasto público
ASIGNATURA
Economía de la Educación (Grupo F)

NOMBRE DEL ALUMNO


Maria Eugenia Osorio Garcia

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO


Dra. Mónica Alcaraz Munguía

Bogotá, Colombia; noviembre 12 de 2017.


INTRODUCCIÓN

La educación es el medio privilegiado para asegurar un dinamismo productivo


con equidad social, fortalecer democracias mediante la promoción del ejercicio
ampliado y sin exclusiones de la ciudadanía, avanzar a mayor ritmo en la
sociedad de la información y el conocimiento, y enriquecer el dialogo entre
sujetos de distintas culturas y visiones de mundo. (Unesco, 2004, p. 1)

El presente texto tiene como fin mostrar un análisis sobre el panorama del
financiamiento de la educación en México y de qué forma dicha financiación ha
permitido u obstaculizado el incremento de la calidad y eficiencia del sistema
educativo. Una de las premisas fundamentales del texto, indica que en el país
azteca se presenta dificultades para distribuir de manera adecuada los servicios
educativos a la población y que dicha situación redunda en el bajo nivel que
presentan los estudiantes frente a los resultados de las diversas evaluaciones
(tanto nacionales como internacionales. De este modo, es posible señalar que
el gasto realizado en educación es ineficiente (no tanto insuficiente) y que las
razones que sustentan este panorama son: inversión en servicios personales
(sueldos), una estructura financiada desde el gobierno nacional (a pesar del
proceso de descentralización llevado a cabo en México desde los años 90s) y
la dificultado para orientar los procesos de evaluación de docentes y
estudiantes hacia la obtención de resultados, entre otros.

DESARROLLO TEMÁTICO

Según la Unesco, la educación debe ser considerada como el medio a


través del cual un para asegura la equidad social, fortalece la democracia y
avanza en la sociedad de la información y el conocimiento.  Ante dicha premisa,
existe un consenso generalizado entre los países latinoamericanos de reformar
sus sistemas educativos con el propósito de alcanzar dichas metas. Una de las
evidencias de estas reformas, se encuentra en el incremento del gasto público
en educación en los últimos 25 años, por ejemplo, en lo referente al gasto
programable (aquel que deben destinar los estados y municipios), éste ha
tenido un incremento del 23%. Sin embargo, en lo referente al gasto por
estudiante durante un año el panorama cambia, pues, México, frente a otros
países de la OCDE, gasta menos en un estudiante (1650 dólares en primaria y
1500 en secundaria), frente a otros países más desarrollados que invierten
entre 5000 y 6000 dólares anuales. En este sentido, se muestra una diferencia
entre el gasto público que se programa desde el gobierno federal y estatal y la
inversión que se destina a infraestructura, cobertura, permanencia y gastos
imprevistos en el sistema educativo.

Varias son las razones que sustentan la deficiente distribución e inversión


del gasto en educación. Entre ellas, podemos destacar, los bajos resultados
obtenidos en las pruebas internacionales (2009) que indican que la mitad de los
estudiantes del país no cuentan con las habilidades necesarias para resolver
problemas matemáticos o para comprender textos.
La inversión en educación, en su mayoría, se destina al pago de servicios
personales (aproximadamente 8 de cada 10 pesos son destinados al pago de
salarios, (México evaluar, 2011, p.8)). El problema no estriba en que no se
mejoren los sueldos de docentes, sino en que el Gobierno carece de
instrumentos que permitan evaluar el desempeño de los mismos de acuerdo al
aumento de su salario.

Otra de las razones de la deficiente inversión en educación se encuentra


en la imposibilidad de cubrir los gastos relacionados con la infraestructura,
operación y equipamiento de las instituciones educativas, sobre todo la
diferencia entre la dotación que presentan los centros educativos a nivel rural
(poco acceso a internet, deficiente dotación de bibliotecas y carencia de
laboratorios) frente a los urbanos. Por otro lado, a pesar de los procesos de
descentralización de los países latinoamericanos desde los años 90s, donde se
buscaba otorgar a los estados y municipios autonomía para decidir en qué y
cómo invertir los recursos, no se ha logrado ampliamente, ya que en su
mayoría la inversión en educación proviene de los estados, con un mínimo de
gasto por parte de los Estados.

Carencia de un sistema que dé cuenta del tipo de responsabilidad que


deben asumir tanto los estados como los municipios frente al establecimiento
de normas que regulan el ejercicio de los recursos, pues, este no se encuentra
orientado hacia la gestión sustentada en la evaluación de los resultados, lo cual
dificulta, establecer con claridad los efectos que tiene el gasto en educación.

Unido a esto, el financiamiento de la educación corre por cuenta de la


inversión que realiza el gobierno (como gasto público) y la inversión que deben
realizar los hogares por los servicios que les ofrecen las instituciones
educativas. En el texto se indica que en los países con altos niveles de
desarrollo económico, los gobiernos destinan ampliamente los recursos para
cubrir los gastos en educación y que los hogares destinan un porcentaje menor,
alcanzando niveles altos de gratuidad en cada uno de los servicios ofrecidos
por las Instituciones educativas. Contrario a esta situación, en México las
familias deben destinar gran parte de sus recursos a suplir la ineficiente
inversión de recursos por parte de los estados y en su mayoría son las familias
más pobres las que deben garantizar sus necesidades educativas.

Frente a este panorama, se sugiere que la inversión en educación debe


realizarse de acuerdo al establecimiento de un sistema que permita, en primer
lugar, articular la toma de decisiones entre el gobierno nacional y el estatal,
pues la desconexión entre estas dos instancias dificulta una adecuada
distribución de los recursos. En segundo lugar, se requiere identificar el gasto
absoluto, es decir, el gasto que podría generarse por estudiante dentro de cada
uno de los niveles que ofrecen las instituciones educativas con el fin de realizar
una adecuada planeación de las políticas orientadas al sector educativo. una
vez, los gobiernos cuentan con sistemas de información sobre los
requerimientos del sector educativo se puede planear, evaluar y realizar control
de transparencia en la asignación de recursos, a fin de invertirlos de la mejor
manera posible.
Dicha situación permitiría mejorar la calidad en los servicios ofrecidos por
las instituciones educativas, aumentar su eficiencia a fin de permitir que
ingresen al sistema educativo más estudiantes con una educación de calidad.
no se trata de invertir más sino hacerlo de la mejor manera posible.

En este sentido, se hace urgente establecer por parte de todos los actores
involucrados (organismos internacionales, gobiernos, docentes, padres de
familia y comunidad en general), como uno de los ejes para conceptualizar la
calidad educativa, las demandas que hace la sociedad, que deben verse
reflejadas en la intercomunicación del sistema educativo con otros sistemas
como el cultural, el político y el económico, puesto que es infructuoso formar en
las escuelas individuos que sean capaces de reproducir un cúmulo de
información teórica, pero que no responda a las competencias que exige el
mundo de hoy. Es así como toma fuerza la concepción de la educación como
un sistema que involucra diferentes actores y atiende a circunstancias diversas
en un momento concreto. En el caso específico de América Latina en general,
se demuestra la necesidad de unas políticas educativas que se planteen como
objetivo central, el desarrollo económico y social de una manera igualitaria y
justa.
Es así como los planteamientos pedagógicos en las instituciones se ven
retados en su quehacer autonómico, evidenciando la necesidad de un acuerdo
pedagógico consistente que permita al docente y a la institución alcanzar los
retos de aprendizaje planteados y pasar de una pedagogía discursiva a una
pedagogía de la acción, con coherencia entre el decir y el hacer, además de
presentar una propuesta institucional consistente, convirtiéndose estos
elementos en las herramientas que permitirían a las instituciones abordar el
contexto que presentan las sociedades latinoamericanas de la actualidad.

Es claro entonces, que dentro de la agenda educativa de todo país


latinoamericano, se encuentra como asunto fundamental el relacionado con las
desigualdades educativas, centradas aún en el problema de acceso al sistema
educativo, la permanencia en él y la finalización de estudios, debido a varias
causas dentro de las que se cuentan la falta de centros educativos accesibles,
escuelas sin terminar, políticas familiares que requieren que los jóvenes
trabajen para que luego se conviertan en su fuente de ingreso y profesores
poco calificados, siendo urgente llevar a cabo intervenciones a través de
programas orientados a poblaciones vulnerables o en situación de riesgo, que
permitan mitigar los niveles de desigualdad a los que se ha llegado (Blanco y
Cusato, s.f.).
En cuanto a la dimensión técnica de la mayoría de sistemas educativos
latinoamericanos, en este caso específico el de México, los organismos
internacionales consideran que la reforma con más trascendencia en la región
alrededor de este aspecto es la operación de un nuevo modelo de organización
y gestión del sistema y de la escuela, por medio de la descentralización y de la
autonomía escolar, lo cual mitigaría problemas medulares tratados en el
documento, tales como la desarticulación entre los altos niveles ejecutivos del
financiamiento y los resultados educativos derivados del gasto innecesario que
lleva a cabo.
Igualmente pertenece a la problemática de no contar con políticas
efectivas de descentralización y autonomía escolar, el descuido de la
destinación del gasto educativo hacia fines pertinentes a al proceso educativo
como tal y no simplemente al gasto corriente, así las cosas, sin una
descentralización y autonomía escolar efectiva se presentan insuficiencias para
financiar infraestructura y demás de los centros educativos.
Por otro lado, se encuentra el tema de la evaluación, el cual no se
encuentra estructurado de manera que oriente el gasto educativo hacia
resultados de mayor calidad en la educación a través del establecimiento de
indicadores que demarquen dicha ruta, traduciéndose esta ineficiencia
financiera en sobre gastos para la comunidad en general, lo que demanda de
manera urgente una renovación estructural de la gestión institucional como
táctica fundamental en aras de incrementar el financiamiento educativo.

CONCLUSIONES

El proceso de financiamiento de la educación en los países


latinoamericanos requiere con urgente necesidad la construcción de un sistema
de control de gastos sustentado en información pertinente sobre el presupuesto
requerido para cada estudiante, para el mantenimiento, infraestructura y
dotación de las escuelas, para el pago de salarios de los docentes de acuerdo
al desempeño. así como para el mejoramiento de los resultados en las diversas
pruebas nacionales e internacionales. Con dicho sistema, los países contarían
con información precisa para realizar sus respectivas inversiones, contando con
alianzas del sector privado y con la aplicación del principio calidad necesario
para insertarse en las dinámicas del conocimiento y economía que se exigen en
la actualidad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Blanco, R. y Cusato, S. (s.f.), Desigualdades educativas en América


Latina: todos somos responsables, Santiago de Chile, OREALC/
UNESCO, Recuperado de http://red-
ler.org/desigualdades_educativas_america_latina.pdf Granados O.
(2016). Educación: no es gastar más, sino invertir mejor. milenio.com.
Recuperado en:
http://www.milenio.com/firmas/otto_granados/Educacion-Escuelas-
SEP_18_831696878.html
2. México Evalúa. (2011). 10 puntos para entender el gasto educativo en
México. México Evalúa, Centro de Análisis en Políticas Públicas.
Recuperado en: http://mexicoevalua.org/2011/01/01/10-puntos-para-
entender-el-gasto-educativo-consideraciones-sobre-su-eficiencia/
3. Unesco. (2004). Financiamiento y gestión de la educación en América
Latina. Paris. Recuperado en:
http://www.cepal.org/publicaciones/xml/7/15087/DGE-2253-SES30-
15.pdf

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